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Achille Mbembe: «cuando el poder brutaliza el cuerpo, la resistencia asume una forma visceral»

Por: Amador Fernández-SavaterEl Diario.es. 21/07/2017

Crítica de la razón negra. Ensayo sobre el racismo contemporáneo de Achille Mbembe, publicado por  Ned Ediciones y Futuro Anterior, es un tratado de la envergadura de Orientalismo de Edward Said. En primer lugar, se trata de una arqueología del texto eurocéntrico que construyó una idea de África como continente caníbal y bárbaro, como aquel territorio que sólo podía proveer (aún lo hace) hombres-cosa-mercancía al capitalismo, su cara oscura.

En segundo lugar, el libro es un ejercicio (ético, estético, poético) que plantea, en la misma tradición de Said y los estudios culturales, pensarse, conocerse y des-conocerse “al margen” de esta mirada imperial europea. Es decir, re-construir una memoria “de abajo” sanadora y desvictimizadora -es lo mismo- capaz de proyectar un futuro común. Mbembe rescata aquí la literatura de la otra razón negra, poetas y novelistas, Fanon y Cesaire, en un trabajo serio y delicioso, potente y extremo, doloroso y esperanzador.

Finalmente, este libro analiza la vigencia de las prácticas coloniales/imperiales que “ensalvajan” hoy en día el globo. Lo que el autor llama y anima a pensar como “el devenir negro del mundo”. Ese momento histórico en que, como dice en esta misma entrevista, “la distinción entre el ser humano, la cosa y la mercancía tiende a desaparecer y borrarse, sin que nadie –negros, blancos, mujeres, hombres- pueda escapar de ello”. 

Achille Mbembe nació en Camerún en 1957. Es profesor de Historia y Política de la Universidad Witwaterstand de Johannesburgo (Sudáfrica). Su primer libro publicado en castellano fue Necropolítica, donde analiza las políticas de ajuste y expulsión que primero se ensayaron en el continente africano en los años 90 y hoy se extienden por todas partes.

1. Habla usted de “cambio epocal”, ¿cómo se justifica eso? ¿Qué factores lo indican?

En efecto, creo que vivimos un cambio de época. Por un lado, el mundo ha empequeñecido, se ha contraído espacialmente, hemos, de algún modo, tocado sus límites físicos, hasta el punto de que probablemente ningún rincón de la tierra sea desconocido, esté deshabitado o sin explotar. Al mismo tiempo, la historia humana atraviesa una fase caracterizada por lo que llamo la repoblación del planeta, que demográficamente se traduce en un envejecimiento de las sociedades del norte y un rejuvenecimiento del continente africano y asiático en particular.

En cuanto a la estructura de las poblaciones, estamos viendo el crecimiento de una gran segregación social, una suerte de gigantesco apartheid, junto a enormes olas migratorias a escala planetaria que recuerdan a los primeros tiempos de la colonización. Y con respecto a las transformaciones tecnológicas, una de sus principales consecuencias es la transformación de nuestras antiguas nociones de tiempo y de velocidad.

Políticamente, estamos entrando en un mundo nuevo, caracterizado desgraciadamente por la proliferación de fronteras y de zonas exclusivamente militares. Este mundo se afianza gracias al “fantasma del enemigo”, del que hablo en mi último libro, y la emergencia de un Estado global securitario que busca normalizar un estado de excepción a escala mundial, donde las nociones de Derecho y de libertad que eran inseparables del proyecto de la modernidad quedan suspendidas.

Hay, por lo tanto, muchos factores que indican que estamos entrando en un mundo diferente, altamente digitalizado y financiarizado, donde la violencia económica ya no se expresa en la explotación del trabajador, sino en hacer superflua una parte importante de la población mundial. Un mundo que cuestiona radicalmente el proyecto democrático heredado de la Ilustración.

Necropolítica: políticas de muerte

2. ¿Cómo describiría la violencia del capital en este cambio epocal? En su último libro, usted ha definido al neoliberalismo como un “devenir negro del mundo”, ¿podría abundar en ello?

Digamos que en mis libros quiero hacer converger dos tradiciones del pensamiento crítico que desde hacía un tiempo parecían divergir: por un lado, la tradición del pensamiento crítico concerniente a la formación y lucha de clases; por otro lado, la tradición del pensamiento crítico que intenta comprender la formación de las razas. Estas dos tradiciones han sido a menudo contrapuestas, cuando esto, ya sólo en términos históricos, es insostenible.

Si estudiamos atentamente la historia del capitalismo, nos damos cuenta enseguida de que para funcionar tuvo, desde sus inicios, la necesidad de producir lo que llamo “subsidios raciales”. El capitalismo tiene como función genética la producción de razas, que son clases al mismo tiempo. La raza no es solamente un suplemento del capitalismo, sino algo inscrito en su desarrollo genético. En el periodo primitivo del capitalismo, que va desde el siglo XV hasta la Revolución Industrial, la esclavización de negros constituyó el mayor ejemplo de la trabazón entre la clase y la raza. Mis trabajos se han centrado particularmente sobre ese momento histórico y sus figuras.

El argumento que desarrollo en mi nuevo libro es que, en las condiciones contemporáneas, la forma en que los negros fueron tratados en ese primer periodo se ha extendido más allá de los negros mismos. El “devenir negro del mundo” es ese momento en que la distinción entre el ser humano, la cosa y la mercancía tiende a desaparecer y borrarse, sin que nadie –negros, blancos, mujeres, hombres- pueda escapar a ello.

3. Esto nos lleva a su concepto de “necropolítica” (o política de la muerte), ¿cómo lo explicaría?

Son dos cosas. La “necropolítica” está en conexión con el concepto de “necroeconomía”. Hablamos de necroeconomía en el sentido de que una de las funciones del capitalismo actual es producir a gran escala una población superflua. Una población que el capitalismo ya no tiene necesidad de explotar, pero hay que gestionar de algún modo. Una manera de disponer de estos excedentes de población es exponerlos a todo tipo de peligros y riesgos, a menudo mortales. Otra técnica consistiría en aislarlos y encerrarlos en zonas de control. Es la práctica de la “zonificación”.

Es significativo constatar que la población de las cárceles no ha cesado de crecer a lo largo de los 25 últimos años en EEUU, China, Francia, etc. En ciertos países del norte, la combinación de técnicas de encarcelamiento y la búsqueda del beneficio ha llegado a un enorme desarrollo. Hay toda una economía del encierro, una economía a escala mundial, que se nutre de la securización, ese orden que exige que haya una parte del mundo confinada. La necropolítica sería, pues, el trasunto político de esta forma de violencia del capitalismo contemporáneo.

4. Queríamos preguntarle, a propósito de esto, su opinión sobre la actual “crisis de refugiados”: ¿cuál ha sido a su juicio el papel de los gobiernos? ¿Qué opinión le merece la respuesta de la ciudadanía europea?

Es justamente a partir de la necropolítica y la necroeconomía que podemos comprender la “crisis de los refugiados”. Esta crisis es el resultado directo de dos formas de catástrofes: las guerras y las devastaciones ecológicas, que se afirman recíprocamente. Las guerras son factores de crisis ecológicas y una de las consecuencias de las crisis ecológicas es fomentar guerras.

La crisis de los refugiados tiene también que ver con lo que antes llamé la “repoblación del mundo”, en la medida en que las sociedades del norte envejecen, aumenta su necesidad de repoblarse, y la migración ilegal es una parte esencial de ese proceso, que seguramente se acentuará en el curso de los próximos años. A este respecto, la reacción de Europa está siendo esquizofrénica: levanta muros en torno al continente, pero necesita la inmigración para no envejecer.

5. Otro de los conceptos importantes que aparece en sus trabajos, asociado al de “necropolítica”, es el de “gobierno privado indirecto. ¿Qué puede decirnos al respecto?

Ese concepto fue elaborado en los años 90, en una época en la que el continente africano estaba enteramente bajo el poder del FMI y el Banco Mundial. Era un periodo de grandes ajustes estructurales que golpearon duramente la economía africana, de un modo similar al actual caso griego: endeudamiento fuera de cualquier norma, suspensión de la soberanía nacional, delegación de todo el poder soberano a instancias no-democráticas, privatización de todo, especialmente del sector público, etc. La idea de gobierno privado indirecto apunta a esa forma de gobierno de la deuda, que desarrolla por fuera de todo marco institucional unatecnología de la expropiación en países dependientes económicamente, privatizando lo común y descargando la responsabilidad de todo mal en los individuos (“ha sido vuestra culpa”).

6. Este concepto, elaborado en el contexto del continente africano en los años 90, ¿puede explicar tendencias globales actuales, aplicarse en otras partes del planeta? En México, por ejemplo, mucha gente sigue atentamente sus trabajos por las poderosos resonancias de sus análisis con lo que allí sucede.

Creo que es posible seguir pensando este concepto hoy en día a escala global. El gobierno privado indirecto a nivel mundial es un movimiento histórico de las élites que aspira, en última instancia, a abolir lo político. Destruir todo espacio y todo recurso -simbólico y material- donde sea posible pensar e imaginar qué hacer con el vínculo que nos une a los otros y a las generaciones que vienen después. Para ello, se procede a través de lógicas de aislamiento -separación entre países, clases, individuos entre sí- y de concentraciones de capital allí donde se puede escapar a todo control democrático –expatriación de riquezas y capitales a paraísos fiscales desregulados, etc. Este movimiento no puede prescindir del poder militar para asegurar su éxito: la protección de la propiedad privada y la militarización son correlativos hoy en día, hay que entenderlos como dos ámbitos de un mismo fenómeno.

La transformación del capitalismo desde los años 70 ha favorecido cada vez más la aparición de un Estado privado, donde el poder público en el sentido clásico, que no pertenece a nadie porque pertenece a todos, ha sido progresivamente secuestrado para el beneficio de poderes privados. Hoy resulta posible comprar un Estado sin que haya gran escándalo y EEUU es un buen ejemplo: las leyes se compran inyectando capitales en el mecanismo legislativo, los puestos en el congreso se venden, etc. Esa legitimación de la corrupción al interior de los Estados occidentales vacía el sentido del Estado de Derecho y legitima el crimen al interior mismo de las instituciones. Ya no hablamos de corrupción como una enfermedad del Estado: la corrupción es el Estado mismo y, en ese sentido, ya no hay un afuera de la ley. El deterioro del Estado de Derecho produce políticas exclusivamente depredadoras, que invalidan toda distinción entre el crimen y las instituciones.

Resistencia visceral

7. Desde la idea foucaultiana del poder como “relación”, echamos de menos en su ensayo sobre la necropolítica más referencias a las resistencias, a las prácticas de vida de la gente de abajo. ¿Podemos describir el poder sin describir las resistencias?

No, por supuesto. No se puede hacer ese tipo de descripción sin pensar en las formas de resistencia que son correlativas a cualquier poder. Mis primeros trabajos, que desgraciadamente no han sido todavía traducidos, se habían centrado precisamente en las resistencias al poder y en sus límites también.

¿Qué decir de las formas contemporáneas de resistencia a la necropolítica y a la necroeconomía? Desde luego son muy variadas, dependen de las situaciones locales y los contextos. Tomaré el caso sudafricano como un ejemplo. Me interesa mucho la manera en la que en ese país las resistencias se organizan a partir de la ocupación de los espacios, en una búsqueda de la visibilidad ahí donde el poder quiere relegarnos y apartarnos. Las formas de resistencia que se están desarrollando en ese país tienen que ver con la lucha de los cuerpos por hacerse presentes (corporal, física, visiblemente) frente a la producción de ausencia y silencio del poder. Son formas ejemplares de resistencias porque el poder hoy funciona produciendo ausencia: invisibilidad, silencio, olvido.

Durante los últimos años hemos asistido en Sudáfrica a un gran movimiento llamado la descolonización, una descolonización simbólica que ha operado, por ejemplo, llamando a destruir las estatuas del colonialismo, pero también luchando por transformar el contenido del saber y de las formas de producción del saber; reactivando la memoria y resistiendo al olvido, etc. Las resistencias en Sudáfrica pasan por una rehabilitación de la voz, por la expresión artística y simbólica, desafían la tentativa del poder de reducir al silencio las voces que no quiere escuchar. En esa región del mundo estamos viviendo un ciclo de luchas de lo que yo llamo las políticas de la visceralidad.

8. ¿En qué consisten esas “luchas de la visceralidad”?

Hay un surgimiento de pequeñas insurrecciones. Esas micro-insurrecciones toman una forma visceral, en respuesta a la brutalización del sistema nervioso típica del capitalismo contemporáneo. Una de las formas de violencia del capitalismo contemporáneo consiste en brutalizar los nervios. Y como respuesta, emergen nuevas formas de resistencia ligadas a la rehabilitación de los afectos, las emociones, las pasiones y que convergen en todo eso que yo llamo la “política de la visceralidad”.

Es interesante ver cómo en muchos lugares, tanto en las luchas de la población negra en Sudáfrica como en EEUU, los nuevos imaginarios de lucha buscan principalmente la rehabilitación del cuerpo. En EEUU, el cuerpo negro está en el centro de los ataques del poder, desde lo simbólico -su deshonra, su animalidad- hasta la normalización del asesinato. El cuerpo negro es un cuerpo de bestia, no un cuerpo de ser humano. Allí la policía mata negros casi todas las semanas, sin que existan apenas estadísticas que den cuenta de esto. La generalización del asesinato está inscrita en las prácticas policiales. La administración de la pena de muerte se ha desligado del ámbito del Derecho para volverse una práctica puramente policial. Esos cuerpos negros son cuerpos sin jurisprudencia, algo más próximo a objetos que el poder tiene que gestionar.

9. Usted analiza cómo el trabajo de la memoria ha sido para muchos pueblos un ejercicio de cura y autocuidado para nombrarse autónomamente. Pero, ¿hasta qué punto estas memorias son elaboradas o escritas desde “los vencidos”?

La memoria popular nunca cuenta historias limpias, no hay memorias puras y diáfanas. No hay memoria propia. La memoria siempre es sucia, siempre es impura, siempre es un collage. En la memoria de los pueblos colonizados encontramos numerosos fragmentos de lo que en un determinado momento fue roto y que ya no puede ser reconstituido en su unidad originaria. Así pues, la clave de toda memoria al servicio de la emancipación está en saber cómo vivir lo perdido, con qué nivel de pérdida podemos vivir.

Hay pérdidas radicales de las que nada se puede recuperar y, sin embargo, la vida continua y debemos encontrar mecanismos para hacer presente de algún modo esa pérdida. Podemos recuperar algunos objetos de una casa incendiada, incluso reconstruir la casa, pero hay cosas que no podremos jamás remplazar porque son únicas, porque manteníamos con ellas una relación única. Y hay que vivir con esa pérdida, con esa deuda que ya no podemos pagar. La memoria colectiva de los pueblos colonizados busca maneras de señalar y vivir aquello que no sobrevivió al incendio.

10. ¿Cómo reconstruir la desgarradora historia de despojo y violencia en clave de potencia y evitar la autorepresentación como víctimas perpetuas?

Es una cuestión central. La conciencia victimista es una conciencia peligrosa, porque es una conciencia enmudecida por el resentimiento y el deseo de venganza, que busca siempre infligir al otro –un otro generalmente más débil, no necesariamente el culpable real- la cantidad de violencia que se ha sufrido. Creo que hay un peligro en esa forma victimista de conciencia. La cuestión es cómo la gente que ha sufrido un traumatismo histórico y real, como una guerra o un genocidio, puede recordar lo que le ha ocurrido y utilizar la reserva simbólica de la catástrofe histórica para proyectar un futuro que rompa con la repetición de las violencias sufridas. Es un camino, casi diríamos, de áscesis. Una búsqueda de “purificación”, de identificación de los elementos de la tragedia con el fin de no repetirla.

11. Hay quien habla de un “uso estratégico del esencialismo”, de un uso táctico de la identidad como palanca en la construcción de un sujeto político. ¿Cómo se sitúa usted en esos debates sobre la identidad?

Digamos que, si repasamos la historia de las luchas contra la discriminación racial, suele darse un momento en que la resistencia se construye a través de una cierta esencialización de la raza. Lo hemos visto, por ejemplo, en los EEUU con Marcus Garvey o en el “movimiento de la negritud” en Francia, donde se trataba precisamente de revalorizar la condición negra. Son movimientos que buscan emanciparse de la condición de objeto, retraduciendo positivamente esos atributos que nos condenaban a ser objetos -la negritud- en un signo humano. Esta es la función estratégica de la función esencialista.

El problema es cuando el esencialismo nos impide continuar el camino que gente como Fanon consideraba el horizonte de nuestras luchas. ¿Cuál es ese horizonte? El que abre el camino a una nueva condición, donde la raza ya no importa, donde la diferencia ya no cuenta, porque todos nos hemos vuelto simplemente seres humanos: el pasaje de la indiferencia a la diferencia. En este sentido, me considero “fanonista”, aunque comprendo que, en circunstancias determinadas, haya movimientos que utilicen estratégicamente el esencialismo como manera de fortalecer una identidad colectiva.

12. Por último, el capitalismo se ha renovado, actualizando y sofisticando las violencias necropolíticas del colonialismo. ¿Lo han hecho quienes se le resisten? ¿Hemos renovado nuestra imaginación política para responder con formas de acción efectivas la necropolítica del capitalismo contemporáneo?

Si reflexionamos sobre el ejemplo africano, el siglo XX podría estar dividido en dos ciclos de lucha. Desde el comienzo del siglo XX hasta los años 30, hemos vivido una forma de lucha que llamaré acéfala, ligada a lo local, a las condiciones de reproducción de la vida cotidiana. Tras la segunda guerra mundial entramos en un ciclo de lucha vertical, representada por sindicatos y partidos políticos. Ahora parece que hemos regresado a las formas acéfalas de lucha, luchas locales, luchas más o menos horizontales, que insisten sobre la recuperación de la capacidad de interrupción de la normalidad, del relato que ordena la normalidad, que nos hace pensar que lo pasa es normal cuando no lo es.

En el caso del sur de África, la pregunta ahora es cómo transformar esa ruptura de la normalidad, esa des-normalización, en una nueva forma de institucionalización. Tengo la impresión de que las nuevas luchas acéfalas no acaban de aportar respuestas plausibles y eficaces a esa pregunta: cómo dar forma a una nueva institucionalidad, abierta y democrática, que haya aprendido de los problemas que acarrea el verticalismo. No creo que pueda haber democracia sin institucionalización ni representación. Sabemos que hay una crisis de representación en todas partes, pero no creo que la respuesta sea disolverla en cuanto tal, disolver toda idea de representación.

En definitiva, nuestras viejas recetas (los partidos políticos, por ejemplo) están mostrando dificultades estructurales para preservar y defender lo común dentro de las actuales instituciones y seguirá siendo así mientras no haya comunidades fuertes que puedan democratizar la política desde abajo. Los movimientos de los últimos años van en ese sentido, aunque todavía estén frágilmente vinculados entre sí. Creo que de estas distintas resistencias acéfalas surgirán nuevas propuestas de instituciones, quizás no para derribar el Estado, sino para forzarlo a mutar nuevamente en un órgano de defensa del bien común.

Entrevista pensada y realizada por Amarela Varela, Pablo Lapuente Tiana y Amador Fernández-Savater, con la ayuda de Ned Ediciones. Pablo Lapuente transcribió y tradujo del francés. 

*Fuente: http://www.eldiario.es/interferencias/Achille-Mbembe-brutaliza-resistencia-visceral_6_527807255.html

*Fotografía: El Diario.es

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Las grandes cadenas de distribución, un poder global.

Por: Enric Llopis
La crítica se ha centrado habitualmente en la producción y el consumo, pero las cadenas de distribución constituyen grandes centros de poder. Es más, los modelos de distribución y comercialización dominantes influyen de manera decisiva en la producción. Es la tesis central del libro “La dictadura de los supermercados”, publicado por la periodista Nazaret Castro en la colección A Fondo de Akal. Se considere el sector del textil (Inditex, Mango y H&M), las prendas deportivas (Decathlon), los juguetes (Toys’R’Us e Imaginarium), los muebles (Ikea), la electrónica (Media Markt), los cosméticos (Yves Rocher), la alimentación (Carrefour) y los libros, entre otros negocios (Amazon) hay una serie de tendencias que se repiten, como la reducción del comercio de proximidad y el cambio de la correlación de fuerzas entre pequeños productores y grandes empresas. En 2015 los gigantes de la distribución mundial eran las estadounidenses Wal-Mart y Costco; la francesa Carrefour; la alemana Schwarz (propietaria de Lidl); Tesco, de Gran Bretaña y The Kroger, de Estados Unidos. En cuanto a las españolas, Mercadona ocupaba la posición 42 en la ratio global; Inditex, el 44; El Corte Inglés, el 66 y Dia el 72.

Ofrece una idea del poder de estas empresas que la cadena de supermercados Wal-Mart facturara en 2013 el equivalente a más de un tercio del PIB español. El libro de la colección dirigida por el periodista Pascual Serrano responde en 215 páginas a la cuestión de fondo, planteada en el mismo subtítulo: “Cómo los grandes distribuidores deciden lo que consumimos”. El estudio del sector de la alimentación en España ofrece algunas pautas: los grandes distribuidores controlan el 46% del mercado, aunque estudios oficiales elevan la cifra al 72%. Sólo cinco empresas –Mercadona, Eroski, Carrefour, Auchan y Dia- controlan la distribución minorista. El reverso de la concentración en el negocio alimentario es la merma del pequeño comercio, que pasó de 95.000 tiendas en 1998 a 25.000 en el año 2004.

A escala global, la tendencia alcanza límites extremos. Sólo una decena de corporaciones producen y distribuyen más de dos mil productos vendidos por todo el planeta. Por ejemplo los de Coca Cola, que se consumen en una cantidad de más de 1.700 millones por día. Grupos como Nestlé tienen registradas 8.000 marcas diferentes, que circulan por el mundo en busca de consumidores. Entre los múltiples reproches efectuados a estas corporaciones figuran los de evasión fiscal. Nazaret Castro recuerda que Inditex ha sido señalada por utilizar filiales en Holanda, Suiza e Irlanda para tributar menos. La empresa negó estas acusaciones. Denuncians similares se han realizado sobre Ikea (desviación a Liechtenstein durante dos décadas del 3% de cada venta realizada).

Nazaret Castro es cofundadora del colectivo de periodismo de investigación independiente “Carro de Combate”, que denuncia los impactos sociales y ambientales del consumo cotidiano. Junto a la periodista Laura Villadiego ha publicado los ensayos “Amarga dulzura. Una historia de los orígenes del azúcar” (2013) y “Carro de Combate. Consumir es un acto político” (2014). En el libro editado por Akal, destaca la llegada al estado español de gigantes de la distribución como Cotsco, que inició la penetración por Sevilla (2014) y continuó en Getafe (2015). Con el previo pago de una cuota anual, el cliente de Cotsco puede adquirir en una superficie de 1.500 metros cuadrados todo tipo de productos: desde alimentos y electrodomésticos, hasta gasolina barata. En cuanto a las ventas online, Amazon cuenta con un servicio de mensajería (la aplicación Amazon Prime Now) que dsitribuye productos frescos a sus clientes; cuenta asimismo con un Market Place virtual, explica Nazaret Castro, que permite a los pequeños productores vender directamente sus artículos al consumidor, siempre que abonen a Amazon un 15% del precio de venta. El catálogo incluye productos del hogar, belleza y electrónica. La comodidad del consumidor es el argumento que justifica los nuevos métodos.

En “La dictadura de los supermercados” se explica de modo palmario el desequilibrio en la relación mercantil. “Los grandes distribuidores asfixian a sus proveedores con políticas abusivas, como las draconianas condiciones de pago (a veces a meses vista); o descuentos de hasta el 20% en las entregas”, explica la periodista. Uno de los grandes ejemplos apunta a los ganaderos y el sector lácteo. Además, en el estado español las grandes distribuidoras han optado por todo tipo de procedimientos: la apertura de locales de barrio, la guerra de precios para ganarse a los consumidores, la inclinación por los productos frescos y las llamadas “marcas blancas”, que en Mercadona han alcanzado más del 40% de los productos a la venta. Otra vía de expansión ha sido la de las franquicias, que en el caso de Dia han terminado, en diferentes ocasiones, con demandas en los tribunales contra la empresa. Prueba del empuje del franquiciado son las cafeterías (Starbucks), peluquerías (Llongueras), panaderías y clínicas dentales (Vitaldent).

Autora de la investigación “Cara y cruz de las multinacionales españolas en América Latina” (2014), Nazaret Castro cuenta con un máster en Economía Social y Solidaria por la Universidad Nacional General Sarmiento de Buenos Aires. En “La dictadura de los supermercados” no excluye referirse a casos concretos. Así, en el sector textil pone el foco en Inditex, a la que sitúa en pugna con dos grandes rivales: Gap (Estados Unidos) y H&M (Suecia). La periodista llama la atención sobre los 16.000 millones de euros que facturó Inditex en 2012, a través de sus tiendas en 12 países; y sobre el hecho de que el gran patrón, Amancio Ortega, sea uno de los hombres más ricos del mundo según la revista Forbes. De los 29 euros que puede costar una camiseta distribuida por estas grandes cadenas, la cantidad destinada al salario de los obreros que la producen no supera el 5%. La explicación radica en los procedimientos de subcontratación y deslocalización, con mengua de derechos laborales hacia países del Sur. En ese contexto se produjo la muerte de 1.129 personas al derrumbarse en abril de 2013 el edificio Rana Plaza, en Bangla Desh.

El modo de operar no es muy diferente en el sector del mueble. “Ikea trabaja con 1.800 proveedores de más de 50 países; antes de producir un artículo, investiga qué proveedor realiza más barato cada paso de la cadena de producción, a fin de obtener la máxima ganancia”, explica la investigadora. De hecho, Ikea ha sido objeto de acusaciones por el uso de mano de obra infantil en Pakistán. Otro tanto ocurre en un negocio bien diferente, el del libro, donde emporios como Penguin Random House o Planeta se expansionan a costa de sellos pequeños y medianos, al tiempo que se cierran librerías de barrio.

El modelo global de grandes distribuidoras produce impactos muy negativos en el empleo. Por cada puesto de trabajo que genera la cadena Wal-Mart, se destruyen 1,4 en otros negocios. Y cuando esta multinacional se implantó en México, la ONG ProDesc denunció que transgredía de modo sistemático la legislación laboral; en Estados Unidos, Wal-Mart también ha recibido denuncias por supuestas amenazas a obreros que participaran en huelgas. Sin embargo, esta corporación se presenta como innovadora; por ejemplo, al introducir estrategias como los bonus para los trabajadores que cumplan las ratios de productividad. Nazaret Castro destripa a fondo el correlato de este modelo laboral en España: el submundo de explotación que esconde Mercadona y su principio de “Calidad Total”.

No es una cuestión menor el impacto ambiental generado por el sistema vigente. Fresas que desde California atraviesan 9.000 kilómetros antes de llegar a Inglaterra; o ternera australiana que termina en los mercados británicos tras recorrer 21.000 kilómetros. Por la baratura, el transporte marítimo en contenedores se ha convertido en piedra angular del comercio global. Pero precisamente por esta generalización, ha devenido una de las grandes fuentes emisoras de gases de efecto invernadero. Mientras, los residuos están ahogando los mares y todos los años se desperdician o arrojan a la basura 1.300 millones de toneladas de alimentos, según la FAO. Así, lo que Nazaret Castro denomina la “neoliberalización de la comida” también se resume en el poder de unas pocas –seis- corporaciones: Hendrix, Genus, Monsanto, Cargill, ADM y Bunge.

La periodista ha estudiado a fondo dos componentes de la dieta, el aceite de palma y el azúcar. En cuanto al primero, “el momento del consumo es el último eslabón de una cadena que comienza en regiones tropicales de África, América y sobre todo del sudeste asiático, donde la palma es desde hace años la principal causa de deforestación”. Además expulsa a las poblaciones campesinas de sus territorios y maneras de vida. Se trata, actualmente, del aceite vegetal más consumido en el mundo. La ingesta de azúcar, en muchas ocasiones “invisible” en el pan, los salados, el embutido o las salsas de tomate, deja asimismo profunda huella en los pueblos del Sur.

“Cocinar es un acto político”, defiende Nazaret Castro. Denuncia que el sistema actual convierte a los animales en mercancía. El poder de la industria cárnica puede condensarse en cinco grandes firmas: JBS, Tyson Foods, Cargill, BRF y Vion. El mismo grado de concentración se extiende a otros muchos sectores, por ejemplo a los cosméticos: Procter & Gamble, L’Oreal, Unilever, Estée Lauder y Avon. El último apartado del libro se dedica a las alternativas: grupos de consumo, mercados sociales, agroecología autogestionada y asamblearia… “Cada acto de consumo es un gesto de dimensión planetaria”, afirma el filósofo brasileño de la Economía Solidaria, Euclides André Mance.

*Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=228931&titular=las-grandes-cadenas-de-distribuci%F3n-un-poder-global-

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Tras las huellas del imperialismo

Por: Ivan Carrasco Andrés

El movimiento antideutsche, Israel y el neofascismo (I)

Una imagen surrealista pero cierta

Imaginen un movimiento de izquierda que se declara antifascista, anticapitalista y llama a la revolución comunista; pero, al mismo tiempo, ondea la bandera de Israel y la de Estados Unidos junto a la bandera anarquista y antifascista. Además, en su recorrido por las calles grita consignas como, “Abajo Alemania, por el comunismo, solidaridad con Israel”, “Alemania nunca más. Quitad el derecho de existir a Alemania” o “Hazlo de nuevo, bombardero Harris” (en alusión a la bomba lanzada sobre la ciudad de Dresden en 1945 por los aliados). Por si fuera poco, en sus publicaciones apoyan abiertamente y con vehemencia las políticas militaristas de Estados Unidos en contra de los países árabes (como la invasión a Irak en el 2003); al mismo tiempo, promueven la solidaridad incondicional para con el estado de Israel que se traduce en recolectar dinero para enviárselo a las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel); y, por otra, en exigir al estado alemán apoyo económico, militar y político para el estado colonialista y terrorista de Israel.

Esta imagen que se antoja inverosímil es, en realidad, un retrato muy claro y preciso de una peculiar corriente de la “izquierda” alemana que se autodenomina como: antialemanes (antideutsche). Los antialemanes controlan periódicos y revistas como: Konkret, Bahamas, Jungle World; incluso tienen editoriales como la ça ira Verlag, perteneciente al gupo antialemán ISF (Initiative Sozialistisches Forum). En ciertas ciudades alemanas tienen bares; negocios en donde el hecho de portar una kufiyya se convierte en un “obstáculo” para entrar al local y es tomado como pretexto para ser insultado y tachado de antisemita. Si bien numéricamente no son una mayoría, sus publicaciones y posturas políticas tienen bastante eco e influencia en ciertos sectores de la izquierda alemana, incluido partidos como Die Linke y el SPD. Además, existen colectivos y organizaciones que promueven la ideología antideutsche como Bak-Shalom, quienes se autodefinen como un “grupo de trabajo contra el antisemitismo, antisionismo, antiamericanismo y contra el anti capitalismo regresivo…” (1). Hay quienes opinan, como el periodista y analista geopolítico Hauke Ritz, que los grupos antideutsche podrían ser usados por agencias de seguridad, alemanas o extranjeras, como grupos de soft power (2).

Por todo ello, parece no solamente lícito, sino sumamente importante, preguntar por este movimiento tan peculiar que, en su supuesta radicalidad, termina legitimando y apoyando las políticas imperialistas de los dos estados que han sido definidos históricamente por su belicismo, injerencismo, expansionismo y por su violación sistemática a los derechos humanos dentro y fuera de sus fronteras.

¿Cómo es posible, desde las pretendidas posiciones antinacionales y anticapitalistas, reivindicar al estado de Israel y al estado Norteamericano, así como sus políticas imperialistas?, ¿nos encontramos ante un discurso y una práctica política más radical que las de la izquierda comunista anticapitalista y antiimperialista?, o quizá, ¿estos grupos constituyen la punta de lanza de nuevas formas de manipulación ideológica y social dentro de la izquierda?

¿Existen en América Latina, en los movimientos sociales, en las universidades, o en los partidos políticos, estas posiciones?

En las siguientes líneas y entregas, intentaremos dar una imagen general del movimiento antideutsche para responder a dichas preguntas.

Orígenes y referentes

Tras la caída del muro de Berlín en 1989, la izquierda alemana discutió en torno a la reunificación de ambos países. Un sector minoritario de la misma, ligado al KB (Kommunistischer Bund o liga comunista), se opuso con ahínco a la reunificación argumentando que, de llevarse ésta a cabo, Alemania volvería a ser una nación imperialista que no tardaría en convertirse en un 4o Reich. Pues, según ellos, en la identidad alemana existiría, de forma inherente e irrebasable, un racismo y una mentalidad imperialista, que constituirían la esencia del “ser alemán”. Esta izquierda minoritaria, de la cual surgirán los antideutsche, llevaban ya, para 1990, algunos años haciéndole críticas al resto de la izquierda por su supuesto antisemitismo, antisionismo, antiamericanismo y por el presunto olvido del nazismo dentro de la historia alemana. Al grito de “Nunca más Alemania” (Nie wieder Deutschland), estos grupos salían a las calles para confrontar y violentar las manifestaciones de la izquierda antiimperialista. Mientras la gran mayoría de la izquierda realizaba protestas a favor de la paz, los antialemanes mostraban su total y enérgico apoyo a los ataques de Estados Unidos sobre Irak durante la guerra del golfo de 1990-91.

Entre sus precursores teóricos pueden destacarse los siguientes: Jean Améry, Eike Geisel, Wolfgang Pohrt y Moishe Postone. En este artículo sólo nos enfocaremos en el primero y en el último.

Jean Améry, un ensayista y filósofo austriaco, publicó en 1969, dos años después de la guerra de los seis días (3), un artículo en la revista Die Zeit titulado, “El antisemitismo respetable”. En dicho artículo, Améry critica a la izquierda marxista por ser, a su juicio, antisemita. El antisemitismo que Améry observa en la izquierda en general, y en la izquierda alemana en particular, se deriva de la falsa identificación que hace entre el antisionismo y el antisemitismo. Pues, para Améry, el antisionismo, lejos de ser una crítica al estado de Israel por su política colonialista, violatoria de los derechos humanos y aliada al imperialismo norteamericano, es una forma más del antisemitismo que termina por desear la aniquilación de los judíos. Por eso, llega a decir que, “el antisemitismo está contenido en el anti-israelismo y en el anti-sionismo como la tormenta en las nubes” (4), de ahí que, según él, bajo la fachada de combatir al sionismo, algo que sería respetable para la izquierda, sea, en realidad, una excusa y una fachada para reeditar el odio nazi hacia los judíos.

En el mismo texto se encuentra una crítica no desarrollada hacia la izquierda antiimperalista; crítica que desliga los factores geopolíticos y económicos de la existencia del estado de Israel, llegando a decir que dicho estado no es ni puede ser visto como un aliado estratégico del imperialismo norteamericano, así como “los estados árabes no pueden ser vistos como razonablemente progresistas” (5). Améry concuerda con lo expresado por Robert Misrahi al hacer la siguiente cita, “El antisionismo es fundamentalmente un fenómeno reaccionario que, cuando habla deIsrael, se esconde bajo consignas revolucionarias, progresistas y anticolonialistas” (6).

Moishe Postone es, quizá, el autor más conocido dentro de la izquierda marxista a nivel internacional por su lectura de Das Kapital desde el horizonte de la Wertkritik.Postone ofrece una lectura que busca actualizar la radicalidad del pensamiento de Marx al retomar los conceptos de mercancía, valor, fetichismo de la mercancía, trabajo abstracto, alienación, etc. Para él, la radicalidad de Marx consistiría en haber descubierto y descrito la función del “sujeto autómata”, el capital, cuya forma social se basaría en el trabajo abstracto productor de valor y mercancías. Al ser este sujeto el verdadero agente por el cual existen y se reproducen las relaciones capitalistas, los obreros y los capitalistas serían una personificación, o representantes terrenales de aquella, aunque real, abstracción. A partir de este razonamiento, Postone intenta explicar el antisemitismo, pues, si se parte de la diferencia entre el valor de uso y valor de cambio de la mercancía, el antisemitismo identificaría a los judíos con las características que definen al valor, esto es con: lo abstracto, universal, inasible, etc.Según Postone,

Cuando se examinan las características específicas del poder atribuido a los judíos por el moderno anti semitismo -abstracción, intangibilidad, universalidad, movilidad- se descubre que ellas son todas las características de la dimensión del valor de la forma social analizada por Marx. Además, esta dimensión, como el supuesto poder de los judíos, no aparece como tal sino siempre en la forma de un soporte material, la mercancía. (7)

Además, esta identificación avanzaría al establecer a los judíos como la personificación del dinero, y más concretamente del capital financiero; pero, iría incluso más allá al personificarlos como el capital mismo e identificarlos con lo totalmente destructivo, al respecto escribe Postone,

De acuerdo a esta interpretación, los judíos fueron identificados no únicamente con el dinero, con la esfera de la circulación, sino con el capitalismo mismo…Los judíos no fueron vistos únicamente como representantes del capital (pues en ese caso los ataques antisemitas habrían sido más específicos en términos de clase). Ellos devinieron la personificación de lo intangible, destructivo, lo inmensamente poderoso de la dominación internacional del capital en tanto forma social alienada.(8)

Para Postone, la teoría crítica de la forma valor permitirá entender, desde la contradicción valor/valor de uso y trabajo concreto/trabajo abstracto, la biologización-personificación del lado abstracto de la mercancía en el judío, por una parte; y, por otra, la biologización-personificación del lado concreto de la mercancía en el ario. Por eso, según Postone, el nazismo podría entenderse como una revolución “anticapitalista”, caracterizada por su odio a lo abstracto y, frente a ello, la reivindicación de lo concreto, de la comunidad (como Volksgemeinschaft) y, así,entonces, los campos de exterminio habrían sido pensados como campos de exterminio del valor mismo. Postone finaliza diciendo,

Auschwitz, no como la toma del poder por los nazis en 1933, fue la verdadera “revolución alemana”, el intento de derrocar, no solamente un orden político, sino una forma social existente. Con esta hazaña, el mundo habría estado seguro de la tiranía de lo abstracto. En el proceso, los nazis se “liberaron” de la humanidad. Los nazis perdieron la guerra contra la Unión Soviética, América e Inglaterra. Ganaron, en cambio, la guerra, su “revolución”, en contra de los judíos europeos.(9)

Bibliografía

Améry, JeanDer ehrbare Antisemitismus, http://www.zeit.de/1969/30/der-ehrbare-antisemitismus

Bak-ShalomGrundsatzerklärung des BAK Shalom, http://bak-shalom.de/index.php/materialien-des-bak-shalom/wir/

Hagen, Patrick, Die Antideutschen und die Debatte der Linken über Israel,http://www.trend.infopartisan.net/trd0405/t030405.html

Postone, Moishe, Anti-semitism and National Socialismhttps://libcom.org/library/anti-semitism-national-socialism-moishe-postone

RT, Antideutsche oder Allzudeutsche?, https://www.youtube.com/watch?v=UiuRixvPf0o

Notas:

(1) Véase su declaración de principios en la página, http://bak-shalom.de/index.php/materialien-des-bak-shalom/wir/.

(2) En entrevista con la cadena rusa de noticias RT, el analista Hauke Ritz se pregunta sobre la función del movimiento antideutsche y sus posibles nexos con agencias de seguridad. Véase el siguiente link, https://www.youtube.com/watch?v=UiuRixvPf0o&. (1:35 a 2:23 mm)

(3) La guerra de los seis días, o guerra de Junio de 1967, fue un conflicto bélico que involucró al estado de Israel en contra de los estados de Egipto, Jordania, Irak y Siria. Como consecuencia de esta guerra, el estado de Israel aumentó sus fronteras al ocupar los territorios de Egipto (península del Sinaí y franja de Gaza), Jordania (franja de Cisjordania) y Siria (los altos del Golán). Con esta guerra, el estado de Israel mostró su afán expansionista, belicista y su carácter colonialista en tanto fuerza de ocupación.

(4) Améry, JeanDer ehrbare Antisemitismus, http://www.zeit.de/1969/30/der-ehrbare-antisemitismus.p. 2. Ésta y las traducciones que siguen son nuestras.

(5) Ibíd., p. 3.

(6) Ibíd., p. 3.

(7) Postone, Moishe, Anti-semitism and National Socialismhttps://libcom.org/library/anti-semitism-national-socialism-moishe-postone.

(8) Ibíd.

(9) Ibíd.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=228945

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El carácter irreformable de las instituciones más peligrosas para la humanidad

Por: Jesús Aller

Dos catedráticos, uno de criminología en la Open University (Steve Tombs) y otro de estudios socio-legales en la de Liverpool (David Whyte), unieron sus esfuerzos para dar forma a este libro, cuya versión en castellano apareció recientemente en el catálogo de Icaria Antrazyt (trad. de D. Jiménez, I. Bernat y A. Forero). Un prólogo de los traductores y una introducción de los autores para esta edición nos presentan con claridad el objetivo de la obra. Si bien existen muchos trabajos que analizan los crímenes de las corporaciones transnacionales del capitalismo, este se dedica especialmente a mostrar el carácter irreformable de estas instituciones, que constituyen en este momento la mayor amenaza para la humanidad.

Estamos hablando de entidades que dominan todos los aspectos de nuestra vida y cuyas cifras de facturación compiten con los PIB de los estados. Su tendencia creciente es la formación de oligopolios y en este sentido, un repaso al panorama en diversos sectores de la economía de los países anglosajones pone en evidencia lo que se esconde tras el mito del “libre mercado”. Progresivamente, las grandes decisiones económicas son tomadas por las corporaciones y no por los estados, que las subsidian generosamente. Además, los gobiernos están siempre dispuestos a echar una mano a las empresas cuando su situación peligra y les permiten externalizar costos de forma habitual, haciendo que los perjuicios que su actividad ocasiona sean asumidos por los sectores sociales más vulnerables. Este es el punto de partida del libro: un cuestionamiento del mito de la eficiencia de las corporaciones, fácilmente rebatido por las cifras económicas.

El libro se concentra después en un análisis de los daños generados por las corporaciones, crímenes que en ocasiones alcanzan proporciones “monstruosas” y saltan a los titulares de los medios, pero que más comúnmente corresponden a actividades cotidianas cuyo carácter delictivo apenas es reconocido. Los autores repasan ejemplos en diversos campos: fraude, corrupción y lavado de dinero en la banca, que casi nunca arrastran consecuencias penales; delitos alimentarios y en los productos farmacéuticos de múltiples tipos; atentados contra la seguridad de los trabajadores; y por último, crímenes medioambientales, que se ensañan con los más pobres. Los daños producidos a veces ni siquiera están tipificados como delitos, pero incluso cuando lo están es difícil que acarreen sanciones penales. Capítulo aparte merece la connivencia entre estado y corporaciones en los conflictos bélicos, cuyo análisis demuestra cómo el primero ha acabado convirtiéndose en el brazo armado de las segundas. De la Alemania nazi a Iraq, los datos permiten entender la guerra como estafa y crimen corporativo.

Las primeras compañías con fines lucrativos nacen en Inglaterra en el siglo XVII para favorecer la empresa colonial, pero es en los siglos XVIII y XIX cuando las corporaciones alcanzan un desarrollo notable, creándose la cobertura legal de la responsabilidad limitada, que protege a los accionistas de los posibles delitos de una compañía (“velo corporativo”). De la East India Company al crack de 2008, la historia pone de manifiesto la enorme impunidad que ha caracterizado siempre a las corporaciones, y patentiza el conflicto irresoluble del capitalismo: se proclaman derechos individuales, pero se garantiza sobre todo el de enriquecerse de cualquier modo de una minoría.

El funcionamiento de la corporación obedece a una maximización de beneficios con criterios de racionalidad, amoralidad e insensibilidad, sometidos en el momento actual a tensiones entre propietarios (accionistas) y gestores. A la hora de enjuiciar a la persona jurídica que es la corporación, la responsabilidad se evade pues su núcleo de poder resulta estar vacío, de forma que las mismas estructuras jerárquicas complejas que provocan los desastres, son las que permiten a los culpables escurrir el bulto. La tesis del libro queda demostrada cuando un análisis de las formas de “decidir” y “actuar” de las empresas evidencia cómo estas generan necesariamente efectos antisociales que están en su ADN. Un repaso detallado y crítico a la copiosa literatura existente sobre la posibilidad de “domesticar” a la corporación y hacer de ella un ente beneficioso para la humanidad trasluce sólo buenas intenciones y retórica sin contenido real.

Qué hacer entonces con las corporaciones, seres maléficos por naturaleza. Ante la dificultad de reformarlas, abolirlas sería la respuesta lógica. Por otro lado, en el momento actual, su vulnerabilidad ante la opinión pública es innegable por la ineficiencia de muchas empresas privatizadas y la divulgación continua de sus crímenes; además, la relación simbiótica de que gozan con los estados resulta escandalosa en muchos casos. No obstante, según los autores, un programa racional de oposición a las corporaciones no implica huir de las opciones reformistas, aunque sí concentrarse en aquellas que tienen potencial transformador, como atacar las bases jurídicas de su impunidad o promover la influencia de los trabajadores en sus decisiones.

Las corporaciones son cristalizaciones de poder enormes y monstruosas, pero relativamente recientes, y esto debería animarnos, pues nada indica que sean imprescindibles ni siquiera aconsejables, sino más bien lo contrario. Por otro lado, los preceptos legales en los que se basan de ninguna forma son naturales ni inmutables. Luchar por un mundo sin corporaciones no requiere perfilar todos los detalles de cómo podría funcionar este, sino que significa sólo devolver al ser humano la libertad de decidir sobre sí mismo y gestionar su vida en condiciones de una auténtica democracia que incluya la economía.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=227516

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Anticapitalismo. No hemos inventado nada (II)

Por: Luis Casado

Tal parece que la “modernidad” trae consigo novedades y prácticas inéditas. Nada de eso, dice Luis Casado, que nos muestra el origen medieval de las peores costumbres de nuestros días. Un viaje en el tiempo hacia la Edad Media, la cuna del capitalismo actual.

La gruta de Lascaux (Dordogne – Francia), posee una de las más impresionantes muestras del arte rupestre del Paleolítico. En 80 a 90 metros de longitud, entre pinturas y grabados se han clasificado 1.963 unidades gráficas, 915 de las cuales son de animales. Junto a Altamira (Cantabria, España), y Chauvet (Ardèche, Francia), constituye lo que los entendidos llaman las Capillas Sixtinas del arte prehistórico, aunque las imágenes no muestran ningún querubín.

Aun cuando Lascaux no tiene ni el atractivo de un shopping-center ni la variedad de un Mall y se diga lo que se diga no es tan exciting como Eurodisney o una final de la Champions League, hacia 1955 recibía más de 1.200 visitantes al día. El dióxido de carbono producido por los turistas comenzó a dañar las obras que el Homo sapiens sapiens pintó hace unos 15-18.000 años, de modo que, para garantizar su preservación, la gruta de Lascaux fue cerrada al público en 1963: triste fin de una oportunidad de negocio.

Se cuenta que Picasso estuvo entre los privilegiados que alcanzaron a visitar Lascaux. Al salir, los periodistas le preguntaron su opinión. Picasso, impresionado por lo que había visto, declaró: «no hemos inventado nada».

Ni el desmadre de creatividad de Picasso, que portaba al cénit un modo de pintar tras otro sin satisfacerse jamás de lo alcanzado, logró superar las técnicas y el arte que practicaron los cromañones del Paleolítico.

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La sala de Toros en Lascaux

Por eso, entre otras razones, no me sorprendió que Bernard Maris asegurase en uno de sus libros que la Teología y la Economía no han descubierto nada en los últimos siglos. Cuestión de fe, desde hace más de dos mil años es la misma cantinela: el padre, el hijo y el espíritu santo. Amén. Por su parte, cuando a Milton Friedman le preguntaban, «¿Qué hay de nuevo?», Milton, que era un cachondo, respondía «Adam Smith», y se apretaba la tripa riéndose.

Como cualquier hijo de vecino, servidor tenía a Adam Smith (1723-1790) y a Jean-Baptiste Say (1767-1832) por los fundadores de la Economía Política. Sabiendo que aún en nuestros días la mano invisible del mercado es el dogma entre los dogmas y la política económica de la oferta la panacea universal, comprendes por qué razones ambos fulanos pesan lo que pesan.

Lo bueno de los primeros economistas es que no se hacían ilusiones con relación a la ciencia económica, la ciencia del mal y la desdicha, la dismal science, la ciencia siniestra, porque siniestro es el destino al que conducen el capitalismo y el liberalismo que ellos defendían (B. Maris). Un poco más tarde, Marx abundó en ese sentido cuando escribió: «La humanidad se sitúa fuera de la economía política, la inhumanidad adentro». Bernard Maris no fue menos, al escribir: «Todo lo que es económico es inhumano. Todo lo que es inhumano le atañe a la economía. La economía es el ámbito del horror y de la inhumanidad. El hombre nace cuando muere la economía». Como no la juego erudita, no te contaré que para John Maynard Keynes la economía era un basto horror que, afortunadamente, algún día, le cedería el paso a la cultura, al arte, a la política, a la libertad, a la felicidad.

Si te cuento estas cosas es porque hace unos días una lectora de Politika se sintió mal cuando le hice ver que los economistas son seres abominables. Yo no sabía que uno de sus sobrinos es economista, que siempre sacó buenas notas, que hizo estudios en los EEUU, que es un orgullo para la familia…

Y yo intentando explicarle que «en el mejor de los casos un economista no es sino un estafador, un charlatán que oculta bajo su palabrería, en general complicada, el objetivo impuesto por sus amos, mantener los hombres en la servidumbre. En el peor, es el policía o el prostituto del capital. Y la economía el canto gregoriano de la sumisión del hombre. La teoría del orden dominante, la ciencia del esclavismo». (B. Maris).

No soy el único gafe. Antes que yo Nicolás Guillén, en uno de sus poemas, habló del oficio del hijo de “Doña María”:

¡Ay, pobre doña María,
ella que no sabe nada!
Su hijo, el de la piel manchada,
a sueldo en la policía.
Ayer, taimado y sutil,
rondando anduvo mi casa.
¡Pasa! – pensé al verle – ¡Pasa!
(Iba de traje civil).
Señora tan respetada,
la pobre doña María,
con un hijo policía,
y ella que no sabe nada.

Karl Marx y, por qué no decirlo, John Maynard Keynes, buscaron liberar al hombre de la economía. Mal les ha ido. Hoy por hoy, no hay día de dios en que media docena de economistas no venga al púlpito, perdón, a la televisión, a contarnos sus fabulaciones, mentiras, dogmas, cifras y porcentajes que, en su retorcida calabaza, son más importantes que el ser humano.

Lo cierto es que Adam Smith, Jean-Baptiste Say, Karl Marx, John Maynard Keynes y muchos otros solo tuvieron que examinar una realidad antigua como el mundo para darse cuenta de la cloaca en la que se metían al dedicarse a la economía.

Adam Smith y Jean-Baptiste Say eran mercaderes. A ratos productores. John Maynard Keynes fue especulador, como David Ricardo. Marx fue pobre. Cuando nacieron, las técnicas de la producción industrial, del comercio, de la banca y las finanzas, los trucos de la doble contabilidad (no confundas con la contabilidad por partida doble), los monopolios, el tráfico de influencias, el conflicto de intereses, el engaño, el fraude, la estafa, el robo, la arbitrariedad, el pillaje, la explotación, el disimulo, la información privilegiada, los privilegios, la incuria, la prevaricación, las coimas, la usura, el abuso de posición dominante, la colusión, en suma, las técnicas del capitalismo, ¡ya existían desde hacía siglos!

Si vas a Provins, pequeña ciudad medioeval cercana a París, encontrarás no solo un chateaufort, amén de las imponentes murallas y torres que circundan el pueblo, sino también la iglesia basílica colegial de Saint-Quiriace, que data del siglo XII, en la que se arrodilló Jeanne d’Arc junto al rey Charles VII el 3 de agosto de 1429, y quien esto escribe hace cosa de un mes, pero no precisamente para rezar.

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Las imponentes murallas de Provins, pueblito de más de dos mil años de edad

Si recorres Provins, caerás en Le Roy Lire, librería especializada en la Edad Media. Allí encontré dos joyas que vienen al caso: un libro sobre las Foires de Champagne que reunían mercaderes de todas las ciudades comerciantes de Europa entre el siglo XII y el siglo XV. Cada año, las ciudades de Lagny-sur-Marne, Bar-sur-Aube, Troyes y Provins organizaban el equivalente de una FISA a la que concurrían negociantes de Venecia, Florencia, Génova, Lucques, Brugge, Londres, Leipzig, Sevilla, Stettin, Cracovia, Lübeck, Barcelona, Praga, París, Novgorod y otras tantas.

Esas Ferias prefiguraron, por su influencia económica y financiera, los primeros centros financieros internacionales. Nadie se paseaba con el producto de sus ventas: ya existían las redes bancarias y los efectos comerciales, las órdenes de pago emitidas en Brugge, y satisfechas en Venecia o Londres.

Había que ver el estado de los incipientes caminos llenos de bandas de asaltantes armados, la navegación aleatoria en redes fluviales inciertas y de peajes caros, para no hablar de un tráfico marítimo expuesto a los caprichos de los vientos y al temor de los corsarios. Goscinny lo cuenta en uno de sus Astérix: un navío de comerciantes fenicios avista un barco pirata. La reflexión de un mercader lo dice todo: «¡Piratas! ¡Que mala suerte! Podrían hundirnos, o aun matarnos. O peor aún, robarnos la mercadería».

Si cada ciudad poseía su propia moneda y su propio sistema de pesos y medidas, los banqueros y agentes de cambio facilitaban los intercambios con una ciencia que ya era milenaria. El denier provinois hacía oficio de euro medioeval, y la onza troy que entonces pesaban en el trébuchet, sigue siendo aún hoy la referencia de masa mundial para los metales preciosos.

La otra joya es un libro de Jean Favier, miembro del Institut de France, ex Directeur General des Archives de France, y ex presidente de la Gran Biblioteca Nacional. Un erudito el Favier. El título de su libro lo dice todo: Del oro y las especias – Nacimiento del hombre de negocios de la Edad Media.

Su lectura ofrece, más allá de una visión estereoscópica de la vida medioeval, un compendio tan completo de trucos, trampas y pillerías, que te podrías ahorrar los aranceles de las escuelas de comercio. Harvard, The London School of Business and Finance, HEC París y otras instituciones similares son una alpargata al lado de los comerciantes de la Edad Media.

El libro es una mina de oro. Jean Favier nos cuenta que entre los hombres de negocios de la época «el grupo social se cierra deliberadamente para preservar y explotar sus ventajas». Como ves, el capítulo comienza bien. Entre las ventajas, se cuentan «las del reino o la ciudad, la del oficio organizado, el arte o la corporación». Es decir que, en el marco de determinadas fronteras, quienes ejercían el poder establecían privilegios gracias a los cuales a algunos les iba bien y a otros les iba mal, tú ya sabes cómo es eso de la libre competencia. Si no me crees, pregúntale a Piñera o, en estricto rigor, a Luksic o a Ponce Lerou.

Si competencia había, ella tenía lugar entre privilegiados de diferentes reinos, ciudades-república, o dominios feudales. Así, cada reino, cada ciudad, cada oficio, cada corporación definía reglas que dificultaban el trabajo de la competencia. «Eliminar las barreras era desaparecer», precisa Favier. Para definir privilegios, establecer barreras, construir obstáculos, era imprescindible que «el poder público tuviese la fuerza para imponerlos y, sobre todo, obtener el asentimiento, mejor aun, la connivencia, de los medios de negocios». En la Edad Media ya mangoneaba el riquerío.

Los privilegios acordados a los grandes, a los poderosos, a los peces gordos, hacían virtualmente imposible que surgiese un competidor de entre los peces chicos, «la imposibilidad para el pequeño comerciante de inscribirse algún día entre los negociantes de amplios horizontes». ¿Parece conocido?

En Venecia, en el año 1297, terminaron por cerrar la lista de las familias comerciantes que podían formar parte del Gran Consejo: de ese modo «se consolidaban las grandes fortunas, se contenían las audacias y se cimentaban las mediocridades». No era Chile, sino la República de Venecia.

Biche y Mouche, comerciantes toscanos, lograron convertirse en los consejeros más escuchados de Philippe le Bel, rey de Francia (1268 – 1314) «y se aprovecharon sin vergüenza. Se reservaron las mejores especulaciones. Acapararon la moneda real. Tomaron en concesión los impuestos de las Ferias de Champagne. La prioridad de la información que confiere la familiaridad del rey les ofreció muchas oportunidades en el comercio y la banca. Y su sobrino Tote fue el hombre de negocios personal de Enguerran de Marigny en la época en que, quien los envidiosos llamaban virrey, transformó las relaciones diplomáticas –con el Papa como con las ciudades flamencas– en un sórdido chanchullo a escala europea». De dos cosas una: en esos años no conocían el fideicomiso ciego, o bien eran expertos en la materia.

Entre los años 1298 y 1326, sin embargo, se suceden las quiebras y las crisis. «La confianza se hunde». Para restaurar la confianza parece más útil eliminar la libre competencia. «Las noveles compañías que se forman entonces prefieren entenderse para no arruinarse mutuamente. Se distribuyen los mercados, operan de consuno en las plazas bancarias. Cada compañía explota un área geográfica bien definida». Aparición –o reaparición– de los carteles. Los Papas Juan XXII y Benedicto XII bendicen las operaciones. No hemos inventado nada.

«Una de las armas de la libre competencia –dice Jean Favier– es naturalmente el secreto». Ya en la Edad Media. Lo que nos hace comprender la profundidad de la “transparencia” y los discursos sobre la simetría de la información, virtud sine qua non de los mercados perfectos en los que las barreras de entrada deben ser las mismas para todos los competidores. Palabrería hueca.

La información ya es un asset, un valor que no conviene compartir con nadie ni siquiera con los socios que contribuyen capital: «Las estructuras del capitalismo naciente –escribe Jean Favier– reflejan esta preocupación: evitar que demasiados socios conozcan la realidad económica. La práctica del depósito remunerado, que atrae y hace trabajar capitales extranjeros en el contrato constitutivo de la sociedad, excluye eficazmente del conocimiento y de la gestión de los negocios buena parte de los aportadores de capital». Bernard Madoff y las AFP tuvieron predecesores.

Mejor aun, «las sociedades en nombre colectivo y las sociedades con filiales permiten de manera más sutil la multiplicación de socios que en su gran mayoría no conocen sino una parte del negocio».

Tal ciudad, tal rey, cobra peajes en los puentes de los ríos que cruzan sus territorios, o exime de tales tributos a determinados comerciantes a cambio de una retribución. París exige de cada comerciante foráneo que “se asocie” a un parisino bajo pena de exclusión de sus mercancías. Así nació –o renació– el coimero con introducciones en palacio, el lobista, el ‘agente local’ cuyo aporte suele limitarse a cobrar –en esa época– hasta un 50% del lucro sin hacer absolutamente nada. ¿Tráfico de influencias?

A veces la ‘libre competencia’ va hasta la agresión física. Los mercaderes ingleses le pidieron a Henri VI –en el año 1449– hundir los barcos bretones o normandos para poder «dominar los mares».

Una magnífica biografía de Jean-Baptiste Colbert (1619 – 1683), –ministro de finanzas de Louis XIV y gran propulsor del Estado en el desarrollo económico de Francia–, publicada en el siglo XVIII, cuenta de la piratería holandesa en contra de los navíos mercantes franceses. Y del espionaje francés que logró apoderarse de las técnicas de los vidrieros de Murano. Libre competencia. En materia de piratería, y de espionaje, los ingleses no fueron menos. A veces vale la pena leer libros viejos. Incluso en la Sofofa.

Gracias a estas joyas de la literatura económica, a la minuciosa investigación llevada a cabo durante decenios por verdaderos estudiosos, al examen de millones de documentos comerciales dispersos por toda Europa, crece mi convicción: cuando las grandes corporaciones, las multinacionales, algún jefe de Estado, dos o tres esbirros, muchos políticos, no pocos ‘hombres de armas’, y su innumerable servidumbre, acumulan una rápida riqueza y se transforman en millonarios de la noche a la mañana, utilizan técnicas y recursos que nacieron, en algunos casos, hace milenios.

En los tiempos de nuestra dichosa modernidad no hemos inventado nada.

Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/06/14/anticapitalismo-no-hemos-inventado-nada-ii/

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Estados Unidos: Trump quiere recortar 3,6 billones de dólares destinados a salud y educación

Estados Unidos/01 junio 2017/Fuente: La Izquierda Diario

El recorte del presupuesto estadounidense en 3,6 billones de dólares recaería sobre educación y programas de asistencia alimentaria y de salud, pero aumentaría en defensa. Otra medida impulsada por Trump contra a los sectores más vulnerables.

En consonancia con los últimos anuncios de Trump como la reforma impositiva, este martes desde el gobierno sostuvieron que pretenden reducir en 3,6 billones de dólares el presupuesto de Estados Unidos afectando áreas como salud, asistencia alimentaria y educación y aumentando el gasto en defensa. Es decir, otra vez son los sectores de menores recursos los que enfrentarán los costos del ajuste fiscal para los próximos 10 años.

Estas medidas están incluidas en la propuesta de ley de presupuesto elaborada por la Casa Blanca para el próximo año fiscal, que deberá ser votada por el Congreso.

Algunos analistas han remarcado que la propuesta presupuestaria está realizada con la intención de ganarse el beneplácito de los republicanos conservadores, ya que propone una importante reducción del déficit fiscal estadounidense.

A pesar de esto, en la política estadounidense el presupuesto presidencial no es determinante ya que el “control” lo tiene el Congreso. Así lo manifestaba Mike Enzi, presidente republicano del comité del presupuesto del Senado, en un artículo de Financial Times (FT), donde sostuvo que el Congreso es constitucionalmente responsable de gastar «y decidirá en última instancia cuáles serán las prioridades fiscales de la nación».

Recorte del gasto en salud y suba en defensa

El avance para alcanzar un gasto discrecional, luego de la gran reducción impositiva a los más ricos y las multinacionales, implicaría ahorros en el programa de salud Medicaid, destinado a los estadounidenses de menores ingresos. Este ajuste también fue impulsado con la reforma en salud que obtuvo media sanción, y dejaría sin cobertura a 14 millones de personas.

En concreto Trump pretende que los legisladores den luz verde a un recorte de 800.000 millones de dólares en gastos del Medicaid y de más de 192.000 millones de dólares en asistencia en alimentos, en los próximos 10 años.

La suba del gasto estaría destinada a defensa que obtendría un aumento de 1.600 millones de dólares. Además, y como medida de impacto, la propuesta presupuestaria de Trump prevé la venta de la mitad de los inventarios de petróleo de emergencia de Estados Unidos, creados en 1975 post crisis del petróleo. Al conocerse esta medida los mercados reaccionaron haciendo caer los precios internacionales de crudo.

En defensa del plan presupuestario de Trump -que muchos analistas han denominado como “inalcanzable”- Mick Mulvaney (director de presupuesto del gobierno) remarcó para FT que “es hora que el gobierno mire su presupuesto a través de los ojos de los contribuyentes y no a través de los receptores de fondos públicos”.

Previsiones presidenciales sobre el crecimiento que hacen agua

Una de las principales debilidades de la propuesta presupuestaria del gobierno, que además supone una importancia ya que muestra abiertamente las prioridades en materia de agenda económica del trumpismo, son su basamento en las previsiones de crecimiento económico realizadas desde la Oficina Presupuestaria del Ejecutivo.

Las mismas han sido rechazadas por un gran arco de analistas que las consideran poco creíbles. Estas prevén que el crecimiento alcanzaría el 3 % del PBI en 2021, generando 2 billones de dólares en ingresos adicionales durante 10 años “a pesar de que el lento crecimiento de la población y la débil productividad significan que la mayoría de los pronosticadores anticiparán un desempeño mucho más débil”, sostenía el artículo de Financial Times.

Tampoco hay que olvidar que no existe un cálculo oficial sobre el costo de la reforma impositiva impulsada por el gobierno, que los analistas han estimado en 5 billones de dólares.

Otra incompatibilidad señalada en el artículo de FT señala que asumir que “todas las ganancias provenientes de un mayor crecimiento ayudarían a reducir el déficit, pese a las anteriores sugerencias de que los ingresos generados por un crecimiento más fuerte pagarían recortes de impuestos”. En este sentido, el Comité para un Presupuesto Federal Responsable señaló al respecto que: «el mismo dinero no se puede usar dos veces».

Mientras Donald Trump continúa su gira internacional y se reunirá hoy con el Papa, las bolsas se hundieron la semana pasada por los escándalos que lo involucran tras el despido del ex jefe del FBI, James Comey.

Hasta el momento las reformas y propuestas de presupuesto de Trump, comienzan a delinear el sentido de las medidas que serian su prioridad para 2018. Aunque la aprobación completa o con cambios depende del Congreso, queda en claro que los principales beneficiados serán las grandes empresas y los más ricos, quienes recibirán importantes perdones impositivos. Mientras sobre los sectores más empobrecidos y los trabajadores recaerán los costos reales del plan económico de Trump.

Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/Trump-quiere-recortar-3-6-billones-de-dolares-destinados-a-salud-y-educacion

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“En defensa de la educación pública” por Marea Verde Morón

Por: Marea Verde Morón

 El curso 2016-2017, a punto ya de finalizar, ha sido uno de los más vibrantes e intensos en lo que a lucha por la educación pública se refiere. Tres huelgas educativas se han materializado a lo largo del curso, dos de ellas generales, mostrando la formidable capacidad de la comunidad educativa española para no ceder ni un milímetro en sus conquistas en educación.

No obstante, también ha habido movimientos sociales que han reclamado la defensa íntegra de la escuela concertada, haciendo referencia a la libertad de educación. Este concepto es sumamente abstracto, idílico y elegante sobre el papel. Pero en la práctica debemos plantear preguntas concretas ¿libertad para quién? ¿enseñanza de calidad para personas con qué nivel adquisitivo?

En el sistema capitalista en el que vivimos, todo reside en la cuestión económica. Y la escuela pública es la única que puede garantizar una formación educativa a la mayoría de la población, que no tiene poder adquisitivo para costearse una escuela privada. Por lo tanto, su predominio debe ser una prioridad en una sociedad cada vez más precarizada, con paro masivo y servicios públicos bajo constantes ataques por parte del Gobierno.

El sistema educativo actual nace de un modelo Neoliberal, el cual el economista Milton Friedman decía lo siguiente: “Esta [La Educación] debe ser un mercado como cualquier otro, porque no se justifica que exista un monopolio estatal de la educación ya que esto es un perjuicio a los consumidores”. Marea Verde rechaza este modelo, apostando por una educación de calidad, la cual no sea un mercado que se venda al mejor postor. Donde tengamos una educación pluralista e igualitaria, asegurada materialmente por el estado como derecho humano básico y universal que es.

Los colegios privados no son competitivos, sus precios reales son absolutamente desorbitados para el poder adquisitivo real de la mayoría de la población. Si tienen una demanda elevada se debe a las subvenciones que reciben por parte del Estado, que reducen las cuotas a un precio relativamente barato. Mientras tanto, el desmantelamiento de los centros públicos debido a la falta de medios es apabullante. En Gerena, en nuestra misma provincia, podemos encontrar un centro con alumnado disgregado en 4 edificios, 800 estudiantes, clases dobles, sin gimnasio, sin escalera de incendios, humedades y filtraciones e incluso cubiertas de amianto. Algunas de estas condiciones son un denominador común dentro de todos los centros públicos. Mientras tanto, el dinero público que debería cubrir el centro nuevo en Gerena es destinado a aumentar los beneficios de los propietarios de la educación privada. Es inadmisible que convirtamos la educación, un derecho básico y universal, en una forma de lucro fácil y rentable. Y eso es lo que se consigue mediante los centros concertados.

La educación pública de calidad consiste, sencillamente, en que existan medios materiales para ejercer la enseñanza. Y no hablamos ni siquiera de que estos medios estén adaptados al desarrollo tecnológico actual, sino de que simplemente existan. Marea Verde nace de la herencia directa del 15M como movimiento que aglutina todos los colectivos, personas u opiniones por la defensa de la escuela pública. Exigimos, en términos materiales, que la educación pública concentre todos los fondos públicos destinados a educación, y que ésta sea un medio eficaz para garantizar un sistema educativo con diversidad de alumnado, profesorado y opiniones, debido a la composición social heterogénea que se deriva de esta concepción material igualitaria. ¿No existe acaso libertad de ideas en la pública, donde

pueden confluir el hijo del obrero con el primogénito de un gran empresario? La educación privada se encuentra a años luz de favorecer una libertad de pensamiento y una diversidad de opiniones como garantiza la pública.

Marea verde no se opone a la educación privada. Lo único que denunciamos  desde Marea Verde respecto a esta es el hecho de que sea subvencionada con dinero público, el cual debería ir destinado a (como su nombre indica) la educación pública.  Según datos del año 2014, la Administración aporta el 57% de los ingresos de los colegios concertados y estos centros recibieron 6.332 millones de euros de ayuda pública en el curso 2012/2013. Esto produce unos daños colaterales claramente intencionados que derivan en el denominado efecto filtro, que consiste en el bloqueo de la educación superior a los estudiantes sin recursos económicos. Esto se concreta en los siguientes puntos:

1º. Esta falta de fondos unida a las leyes educativas en la secundaria (como la LOMCE) están encaminadas a desprestigiar la escuela pública a través de acciones enfocadas a echar al estudiante del sistema educativo hacia el mundo laboral, un mundo laboral que en general precariza la situación para obtener más beneficios (en nuestra comarca se manifiesta con la actual situación de Procavi). El estudiante debe enfrentarse a un proceso de filtrado condicionado por su capacidad económica.

2º. La Universidad: El incremento de las tasas universitarias, unido a lo expuesto anteriormente, genera en España una educación de corte elitista, sobre todo en estudios universitarios. Esto se debe a que los precios altos, en general, no podrán ser asumidos por las familias con menos poder adquisitivo a menos que perciban becas. El problema de las becas son los recortes ejercidos por el Gobierno, lo que supone que el estudiante no pueda alcanzar con todo a pagar las tasas y, por ende, tenga que pagar de su propio bolsillo.

3º. Aquel estudiante que haya llegado a la fase universitaria y consiga su título, se encontrará  con otro problema que actúa como “filtro”. Hablamos del máster, el cual es necesario para especializarse o, por ejemplo, cualificarse para la enseñanza. En universidades públicas, el precio medio suele superar los 2.000 euros por máster para los que habilitan a ejercer la profesión,  y de 2.500 en adelante para el resto de másteres de especialización. No obstante, en algunos centros como la Universidad Complutense los másteres públicos pueden alcanzar los 4.000 euros. Si el decreto 3+2 llegase a materializarse, sería la consolidación de este elitismo en la educación pública.

Por lo tanto concluimos en este punto que bajar la calidad de la educación pública es un beneficio para el poder económico que recibirá obreros escasamente cualificados o con una formación orientada exclusivamente al mercado laboral, favoreciendo su explotación. De esta manera usan a las personas como medio y nunca como un fin en sí mismas atentando contra su dignidad reconocida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Acordémonos de Kant, que decía: “Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como medio”. Pero nunca dijimos que el dinero entendiera de moral.

No obstante, sabemos que el sistema educativo público actual tiene numerosos defectos en los que se basan sus merecidas críticas. Pero debemos analizar la situación e ir más allá. Somos realistas y sabemos que el Estado es una maquinaria a favor de los intereses de los grandes propietarios. ¿Cómo se expresa esto? En la destrucción de los servicios públicos, tanto educación como sanidad, a la que venimos asistiendo en los últimos años, que coincide directamente con la parte más aguda de la crisis del sistema.

Esto implica que la educación gratuita, desde la lupa del sistema capitalista actual, es algo muy diferente a su concepción inicial. El propio Thomas Jefferson creía que la educación de la gente era una buena manera de establecer una sociedad organizada y creía que la escuela debía ser pagada en común, para que la gente menos rica pudiera obtener la condición de estudiante. Incluso creó la primera universidad pública en Virginia donde cualquier ciudadano del Estado podía asistir a la escuela con el único criterio de su capacidad. Pero el capitalismo ya ha agotado totalmente su papel progresista en la sociedad, y esto se manifiesta en su incapacidad actual para proporcionar este servicio básico y universal a toda la población.

Además, el modelo educativo sigue estando totalmente subordinado a los intereses de la única clase dominante, por lo que este no ha llegado a ser la panacea igualitaria que todos deseamos, derivando en que parte de sus críticas sean bien merecidas. ¿Qué educación podemos esperar de un Estado que rescata a los bancos antes que a las personas y que aprueba las devoluciones masivas de refugiados? La lucha por la educación debe tener como objetivo final la expropiación de los sectores económicos estatales que garanticen un control democrático de la economía por parte de la mayoría de la población, y en consiguiente, la soberanía real de ésta para elaborar un sistema educativo acorde a sus necesidades. Sólo de esta forma podremos conseguir materializar el derecho a una educación pública de tod@s y para tod@s.

Fuente: http://moroninformacion.es/defensa-la-educacion-publica-marea-verde-moron/

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