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Libro PDF: Un feminismo comunitario y campesino donde defender la vida es ser guardiana de los cuerpos y de los territorios

Fuentes: Tierra viva

«Defensoras. La vida en el centro», es un libro de relatos de luchas feministas por el cuidado del ambiente. Editado por Marcha y Acción por la Biodiversidad, recoge testimonios de Berta Cáceres, Francia Márquez, Nélida Almeida y otras mujeres que abogan contra la violencia y la colonialidad sobre los territorios y los cuerpos. Es un material de libre descarga.

Hay pulsiones de vida que vienen desde tiempos inmemoriales. Aquellas que defienden a la tierra, a los ríos, a las plantas y a los seres que la habitan. Defender y resistir son aún más antiguos que el saqueo e involucran a los territorios pero, también, a los cuerpos. Y las Defensoras son aquellas que están ahí, en ese territorio que conocen desde siempre, y desde donde generan las resistencias, las contraofensivas al saqueo, la destrucción, la contaminación, la invasión y el desarraigo. Pero no pensemos que ellas son seres etéreos que flotan por tierra y agua. Las Defensoras son mujeres políticas que fueron armando redes colectivas y construyendo comunidad para plantarse y pensar en cómo sostener y propagar formas de Buen Vivir. Porque fueron ellas las que se quedaron (ante desplazamientos de poblaciones, migraciones por trabajo) y vieron, olieron, sintieron, palparon cómo el agua se contaminaba y envenenaba a animales y plantas y a sus propias crías, las niñeces en las que se reflejaban pesticidas y agrotóxicos; cómo el clima se volvía hostil e imprevisible, cómo las máquinas penetraban profundo y se llevaban como mercancía pedazos de vida que latían entre los metales.

Porque el extractivismo es un concepto que viene desde el principio de los tiempos. De los tiempos modernos, podríamos decir. De los tiempos en los que el hombre decidió que lo que tenía no le alcanzaba y que para tener más poder y mayores rendimientos tenía que explotar, saquear, usar y consumir otros territorios que no eran los cercanos ni aquellos en los que vivía. Y decimos “hombre” porque no hablamos de humanidad, sino que acá trazamos una línea que une al patriarcado con el capitalismo, el racismo y unos cuantos “ismos” de lo más negativos.

Y así como aquellos hombres salieron con sus espadas, sus cañones, sus escopetas… en el camino fueron armando sistemas de guerra y políticos que le dieran un marco cada vez más legal a eso que se pretende: el saqueo de los territorios, de la naturaleza y, también, de los cuerpos que allí habitan.

Por eso poner la vida en el centro es parar el acelere voraz en el que se encuentran las políticas neoliberales, el capitalismo verde que promueve el individualismo de “la bolsita en el tachito de basura” para seguir generando negocio y rédito a través de formas de vivir y construir que le anteceden; es también ese mismo capitalismo que define los alimentos saludables para un público selecto y, mientras, niega a las trabajadoras de la tierra que alimentan al pueblo desde la agroecología. Y las Defensoras que leemos en estas páginas reivindican el feminismo porque aprendieron de la mano de la tierra que los cuerpos feminizados son, también, históricamente territorios de saqueo donde se ejerce la violencia.

Por eso hablan de cuerpos-territorios y sitúan un feminismo comunitario, campesino, rural, donde defender la vida es ser guardianas de sus propios cuerpos y de todo cuanto lo rodea. En este contexto, podemos decir que a través de la historia y la lucha de Berta Cáceres se hizo más visible el rol político de las Defensoras en los territorios. Desde su asesinato en 2016 a la actualidad, los pueblos de Abya Yala, más recientemente denominados “del Sur Global”, sufrieron diferentes formas de amenazas y ataques vinculados con el avance sobre los territorios de los proyectos extractivistas que traen consecuencias a las que se suman las de la crisis sistémica que expuso la pandemia de Covid-19 y la crisis climática.

En Honduras, Berta, junto a la comunidad del Río Gualcarque, se oponía a la construcción de la empresa hidroeléctrica DESA en su territorio, motivo por el que fue asesinada por un grupo de sicarios contratados por esta misma empresa, en complicidad con el Estado hondureño.

La defensa de los bienes comunes y la vida digna, a través de la recuperación de saberes, formas organizativas e identidades, son experiencias claves para seguir construyendo el camino hacia la soberanía alimentaria ante el avance del sector corporativo sobre la vida y territorios de los pueblos.

Las voces de las Defensoras son claves para comprender la situación de los pueblos. Recuperar y visibilizar sus relatos de esperanza es construir un mapeo crítico –y de resistencias– de nuestra historia reciente.

Berta Cáceres, defensora de los territorios en Honduras. Asesinada por oponerse a la construcción de la empresa hidroeléctrica DESA.

Hilar la historia de nuestras defensoras y de nuestras ancestras

Como habitantes urbanas nos llenamos de preguntas, de disparadores para que cada una pueda contar con sus propias palabras sobre la situación en la que se encuentran ella y su comunidad. A través de las entrevistas históricas trazamos genealogías, construimos memoria colectiva. La experiencia situada de cada una de las Defensoras en sus territorios nos habla de conflictos y resistencias locales, de luchas específicas contra diferentes mecanismos de control e intervención territorial. Pero también de defensas y disputas en los territorios urbanos porque, como dice Adriana Guzmán, «finalmente, ¿qué son las ciudades sino territorios ancestrales ocupados en la colonización y donde se ha obligado a nuestras abuelas y abuelos a migrar para ser explotados en esas denominadas ciudades?”. Es desde allí que también las Defensoras disputan la macropolítica, las formas de habitar las ciudades y los procesos constituyentes que se están dando en Nuestra América. Y lo hacen trazando estos puentes desde los territorios que conocen para aportar sus miradas, voces y experiencias en esa disputa política que se pretende separada pero en la que ellas transitan con naturalidad: lo urbano y lo rural como lugares para pensar y actuar desde las mismas ideas y convicciones.

Sin embargo, al relacionar cada una de esas experiencias, así como los diferentes modos de saqueo de los bienes comunes y colocarlas en una línea de tiempo, podemos realizar un análisis geopolítico e histórico que nos habla de la estructura neocolonial. Los territorios como «enclaves coloniales», como reflexionaba Berta. Y así como Berta fue asesinada, este libro es también una forma de denuncia porque muchas de las Defensoras aquí entrevistadas sufren persecuciones, atentados, deben huir para resguardar su propia vida y así encuentran en otras redes feministas y comunitarias sus lugares de protección. Pero también las sufren sus comunidades, que son amedrentadas y víctimas de atentados constantes: además de fomentar el desplazamiento de sus territorios para que puedan ser explotados sin estorbos, gobernantes y empresarios pretenden aleccionar a quienes resisten sus políticas de extractivismo y muerte. No entienden los lazos solidarios y de ideas inamovibles que generan las Defensoras y sus comunidades.

Pero también encontrar a las Defensoras desde sus luchas y resistencias nos posibilita un diagnóstico geopolítico de los últimos diez años en el Sur Global y un diálogo entre las diferentes experiencias de construcción de alternativas y respuestas activas de las comunidades frente al avance del saqueo y despojo de los territorios.

Hilar la historia de nuestras Defensoras es recuperar la historia de nuestras ancestras, es trazar la genealogía de quienes defienden los derechos de los pueblos y de la Madre Tierra; tender puentes entre territorios que se pretenden alejados y entre tiempos pasados y presentes que arman un diálogo imprescindible.

Las voces de las defensoras

Empezamos por la mencionada Berta Cáceres, quien ya había anticipado en 2015, respecto del actual contexto de crisis social y ambiental: “¡Despertemos humanidad, ya no hay tiempo!”.

Y desde Guatemala llega Lolita Chávez, quien recorrió con su pollera de mil colores distintas tierras y experiencias de nuestro país. Cuerpos territorios –en palabras de ella– que le dieron el refugio como también la vitalidad y fortaleza necesarias para continuar la lucha. “Es como atacar el espíritu de la defensa territorial, nos mapearon como nosotras lo hacemos, nos tienen en la mira y vemos cómo los asesinatos, violaciones y encarcelamientos están en todos los territorios”, denuncia.

Francia Márquez Mina se suma a nuestras Defensoras en su resistencia desde el territorio colombiano y su actual candidatura para la vicepresidencia. Afrodescendiente, está dispuesta a repetir las veces que sea necesario que a la política de la muerte se la enfrenta con las propuestas feministas y comunales para la vida digna. Sostiene que los cambios llegan “desde abajo”, y que los “malos gobiernos” están en la memoria.

Entonces volvemos a Honduras para charlar con Miriam Miranda, quien retoma la teoría de Berta sobre que su país funciona como laboratorio donde se ensayan las más hostiles políticas de control y saqueo de los territorios, que pueden ser replicadas en otros países. Y recuerda que “Honduras fue el experimento y después vinieron Paraguay y Brasil”. Pero también advierte: “Es necesario construir otros pactos de convivencia. Tenemos que romper eso que pasa en las ciudades con el individualismo, de no saber quién está a tu lado”.

Y llegamos a la Argentina para escuchar a Nélida Almeida, parte de un proyecto rural que busca también promover el modelo agroecológico ante el avance del agronegocio; es decir, potenciar la producción de alimentos sanos, saludables y que puedan ser comercializados a precios justos para el pueblo. Ella nos cuenta por qué surgieron como una organización campesina de mujeres por estar allí en el territorio y ver cómo las multinacionales arruinaban el suelo y enfermaban a su gente y dice: “Tenemos que salir a explicar que esas tierras necesitan regenerarse, que la tierra es vida, que no es mercancía”.

En Paraguay está Bernarda Pessoa, quien nos recuerda que “desde el principio son las mujeres las que defienden la vida, principalmente la vida, luego el ambiente”. Pero que insiste con que toda esa defensa es política: “Sabemos bien que muchas mujeres a veces no descubrimos que somos políticas. Todas somos políticas. Todo lo que hacemos es política: dentro de la casa, dentro de las organizaciones… Y la organización hace que las personas alcen sus voces para reclamar sus derechos, para el Buen Vivir de todos y de todas”.

Pero como también en todos los continentes, para que existan naciones enriquecidas, necesariamente, otras deben ser explotadas, saqueadas, usadas, consumidas. Hay pueblos que tienen diferentes historias y procesos, pero que cuentan con los mismos entramados de opresión y raíces coloniales. En palabras de Francia Márquez, el arraigo de las comunidades afro con sus territorios en Abya Yala es, también, una forma de mantener conexión con su territorio ancestral, con “Mamá África”. Y por eso llegamos a Teresa Boa, Defensora en Mozambique, para empezar a tirar de ese hilo más largo que une territorios tan lejanos a simple vista. Su voz nos cuenta sobre historias que nos resuenan: “Aquí quienes sufrimos somos las mujeres y los niños y las niñas. Las mujeres pierden sus tierras, son desplazadas, viven en algunos lugares inciertos, están sufriendo, sin comida, sin nada y la guerra no terminó, continúa”.

Es la activista Lucineia Miranda De Freitas desde Mato Grosso, uno de los estados más violentos del Brasil, quien nos vuelve a traer el concepto de feminismo comunitario y nos recuerda qué es ser Defensora para ellas: “Ser Defensora es repensar el propio proceso de la producción agrícola, la producción en la agricultura, desde una perspectiva de la agroecología, comprendiendo que supone una ruptura con un modo de hacer agricultura que viene de la ‘revolución verde’ y nos permite repensar la relación con la naturaleza y el medio ambiente”.

Las Defensoras de Perú nos cuentan sobre el por qué del trabajo cotidiano que se dan: “Estamos en un momento histórico para recuperar nuestra identidad, para mantener la memoria histórica, para recoger los aportes de nuestras ancestras y para gestar los cambios que tanto anhelamos”.

Desde Bolivia y después de haber enfrentado un golpe de Estado, donde las Defensoras fueron de las más activas, Adriana Guzmán retoma la idea de la construcción colectiva y comunitaria que se desprende de cada palabra y acción de las Defensoras: “Una no hace la revolución sola, eso de que hay un caudillo que puede hacer la revolución no es cierto. Para hacer eso que llaman revoluciones se necesitan los pueblos y para construir el vivir bien”.

Y cerramos con Chile, este país que se encuentra en un proceso tan particular y esperanzador para el Sur Global todo. Allí las Defensoras que son parte de la convención constituyente, las eco-constituyentes, nos recuerdan esa unión de todas: “Aunque las luchas de las mujeres indígenas, negras, rurales no son las mismas que las de las mujeres de la ciudades, sí la lucha por la tierra y el agua es una lucha que nos une a todas y es característica de los nuevos tiempos la protección de la semilla, del agua, de los bosques y también nos une en un trabajo comunitario, de nuevas formas de relacionarnos con la tierra y entre nosotras”.

“Soy porque somos”, esa frase tomada de la filosofía ubuntu de África, es la que utilizó Marielle Franco en la campaña que la llevó a ser autoridad en Brasil. Ese lema hoy es retomado por Francia Márquez en su candidatura en Colombia. “Soy porque somos”, dicen las Defensoras en cada acción que realizan. Para nosotras, visibilizar a las Defensoras y a sus experiencias es imprescindible porque es poner en el centro a la vida. Hasta que el Buen Vivir se haga costumbre.

Introducción del libro «Defensoras. La vida en el centro», que puede descargarse: Defensoras. La vida en el centro

Autoras: Camila Parodi, Laura Salomé Canteros y María Eugenia Waldhüter

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/un-feminismo-comunitario-y-campesino-donde-defender-la-vida-es-ser-guardiana-de-los-cuerpos-y-de-los-territorios/

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Tecnología digital y educación, ¿necesidad social o negocio para los de siempre?

Por Javier Tolcachier

Antes de intentar dar respuesta a la pregunta formulada sobre cuál podría ser una posible agenda de digitalización para garantizar el Derecho Humano a la educación y entrar en la materia específica de la relación entre tecnologías digitales y educación es preciso trazar las coordenadas de la estructura que subsume a dicha relación.

El nombre de esta estructura es por todas y todo conocido, aunque muchas veces la visión del bosque se pierde por tanto detallar sus árboles, plantas o fauna. Se llama capitalismo. O para ajustarlo a esta época, su derivado, el capitalismo financiarizado.

La única lógica del capital, su entelequia aristotélica (trabajo activo hacia la consecución de un fin, intrínseco a la misma cosa), son el rédito y la acumulación.

De allí que la plena consecución del Derecho Humano a la educación, como cualquier otro derecho universal y por tanto, no pasible de enajenación o apropiación, es en su esencia incompatible con el sistema capitalista.

En palabras del pensador Silo: “Los derechos humanos no tienen la vigencia universal que sería deseable porque no dependen del poder universal del ser humano, sino del poder de una parte sobre el todo.”[1]

Por tanto, el reclamo por los Derechos Humanos en general y por el Derecho Humano a la educación en particular, adquiere sentido, si su reivindicación incluye la superación del sistema mismo, es decir, del tipo de organización social y de valores que impide su plena efectivización.

Por otra parte, la educación cumple un papel importante si ayuda a develar y esclarecer la necesidad de pasar a una fase más digna de la historia humana.

El proceso de acumulación capitalista

El proceso especulativo del capital llevó a la acumulación de sumas enormes, que por su propia lógica necesitaban ser invertidas. Solo para dar un ejemplo, según datos de la consultora Mc Kinsey “la economía productiva, representada por el PIB mundial, se multiplicó por 5,6 entre 1980 y 2007, mientras que los activos de los mercados financieros lo hacían por 16,2, al pasar de 12 billones de dólares en 1980 a 194 billones en 2007 a lo que habría que agregar las operaciones con derivados que superaron en 2007 los 700 billones de dólares.”[2]

Desde entonces, muy poco ha cambiado, continuando con la misma tónica de concentración, especulación y, como contracara, el aumento de la miseria, la desigualdad, el endeudamiento y la asfixia de vastos sectores sociales.

Este ciclo de acumulación lleva casi como un automatismo a “burbujas especulativas”, como la que explotó en la crisis de los 90’ en Japón, en el 2001 con laspunto.com y la más reciente, la de las hipotecas subprime en 2007-2008. La banca central responde a los efectos recesivos de estas explosiones con el aumento de liquidez, lo que lleva a nuevas burbujas, además de la apropiación por parte de cada vez menos actores empresariales.

El fenómeno de la hiperliquidez, asociado al descenso de la rentabilidad de activos productivos y la concentración de capital es uno de los principales factores que han llevado al capital al intento de reconvertir el sistema a través de la digitalización, acompañada de un profuso maquillaje de falso interés ecologista.

Este proceso ha empequeñecido la promesa original de internet de distribuir el conocimiento y aumentar la democracia, constriñendo el ámbito digital a una lógica mercantilista, autoritaria y precarizadora en manos de pocas empresas. Estas corporaciones, cuyo buque insignia son conocidas por el acrónimo GAMAM (google, amazon, meta, apple, microsoft), son controladas a su vez por cinco principales fondos de inversión (Vanguard group, Blackrock, State Street corp, Price (T.Rowe) Associates y FMR).

Cooptación económica e ideológica privada del ámbito público

Tal como sucedió en la década de los 80’, en los inicios de la pretendida imposición universal neoliberal llamada “globalización”, el capital vuelve a por su presa, los espacios públicos que no logró capturar.

Es preciso tener en cuenta que un añadido que suma al fenómeno de la hiperliquidez concentrada, es la práctica extendida de la evasión y la elusión fiscal. Por medio de ésta se asesta al bienestar general una doble herida: por un lado, escamoteando recursos imprescindibles para alcanzar una mayor inversión en la igualdad de condiciones y por otro, arremetiendo luego con estos mismos recursos hasta entonces ocultos o reinvertidos de modo opaco para asaltar espacios públicos con objetivos comerciales  o quitar a los Estados activos invaluables, bajo el mentiroso rótulo de “asociación público-privada”.

Tal es así que instituciones y espacios reconocidos por la defensa acérrima del capitalismo como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo o el Foro Económico Mundial, vienen desarrollando una fuerte ofensiva para vender esta ideología y colocar en la órbita del convencimiento subjetivo, la supuesta necesidad de contar con estos actores corporativos, llamado en la misma jerga publicitaria “partes interesadas”, para resolver los problemas sociales en los que ellos han sido principales “partes involucradas”.

El concepto de “partes interesadas” sería plausible si se le agregara “interesadas en su propio rédito”, quitando al concepto todo valor moral positivo que legitimara a las empresas transnacionales para participar o incidir en decisiones que solo competen a los pueblos, en su carácter de único depositario de la soberanía.

La mirada mercantilista y competitiva del reciente informe  “Tecnología educativa en América Latina y el Caribe”, del BID en conjunto con Holon IQ, (empresa de inteligencia de mercado especializada en el desarrollo de plataformas conceptuales de digitalización para la educación), es fiel muestra de lo que venimos comentando.

En sus párrafos introductorios el texto subraya la apetitosa oferta, indicando que en Latinoamérica y el Caribe viven algo menos de 500 millones de personas que “exigen innovación en lectura, escritura, aritmética y la adquisición de habilidades y conocimientos”, a la par que señala, algo más adelante, que el BID ha creado un laboratorio (BID Lab) cuya función es “invertir o co-crear soluciones basadas en el mercado que aprovechen la tecnología y el espíritu empresarial para lograr un impacto social a escala.”

Para completar la frase anterior de su presentación, como preocupante amenaza de co-optación empresarial del sector público, se agrega: “Dentro del BID, tanto el BID Lab como la división de educación están trabajando en colaboración para desarrollar el ecosistema EdTech en la región en áreas que afrontan los principales desafíos del sector público.”

Dada la dirección actual del BID, no podía resultar otra cosa. El banco, desde Octubre 2020 es presidido por Mauricio Claver-Carone, por la presión del entonces presidente estadounidense Trump y en contra de la tradición de reservar este puesto para algún nacional de los países prestatarios. Antes de ocupar esa función, Claver-Carone fue representante de Estados Unidos en el FMI, director senior de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional, siendo una de las piezas claves en la estrategia de agresión de ese país contra Cuba y Venezuela. Con esos antecedentes a cuestas, no sorprende el lanzamiento en Febrero de 2021, de una “Mesa Redonda de Socios del Sector Privado sobre el Futuro de América Latina y el Caribe”, encuentro en el que participaron 40 ejecutivos de emporios globales tecnológicos, comerciales y financieros con el objeto de forjar una alianza con el BID.[3] ¿Qué puede esperarse de esta alianza sino negocios y más negocios?

A su vez el Banco Mundial, como señala un informe de Luis Bonilla Molina, del Centro Internacional de Investigación “Otras Voces en Educación”, apunta en sus políticas a encuadrar la educación como un servicio, poner énfasis en un perfil de egreso con dominio de las competencias STEM, priorizar para los sectores populares carreras técnicas cortas y apoyarse en una estandarización y cultura evaluativa. Es decir, la focalización en la funcionalidad sistémica y una radical negación de cualquier atisbo de humanización educativa.

Por su parte, las prioridades emanadas del Foro Económico Mundial, colocan a la innovación, el espíritu emprendedor, la digitalización, la adhesión irrestricta al modelo capitalista, ahora propuesto como “capitalismo de múltiples partes interesadas”, recubierto por una pátina de atrayente mercadeo sobre la necesidad de desarrollo sostenible y respeto a los derechos humanos.

Preocupante además es el alto nivel de cooptación de la esfera de relaciones internacionales y de Naciones Unidas, a través de programas y proyectos conjuntos con el sector privado, en el que las corporaciones adquieren voz preponderante.

En el libro “La gran captura: Mapeo del multitakeholderismo en la gobernanza global”, los investigadores Mary Ann Manahan and Madhuresh Kumar detallan 103 iniciativas de este tipo en el campo de la educación, la salud, el medio ambiente, la alimentación/agricultura y los datos e internet. Doce de estas iniciativas relacionadas con el ámbito de la educación, en las que se promueve a la digitalización y a las grandes empresas y las fundaciones filantrópicas como las principales fuentes de inversión y superación educativa.

Desde este brevísimo esbozo, se desprende la orientación que se pretende dar al tan mentado “eco-sistema” para digitalizar la educación en la región y el mundo, lo que también podría ser llamado, en atención al vocabulario ambientalista tan en boga en los altos niveles empresariales “jungla del negocio digital con la educación”.

¡Que vivan los estudiantes!, ¿o los consumidores?

En América Latina y el Caribe viven 180 millones de estudiantes, considerando todos los niveles de educación formal. Un apetecible mercado para inversores sedientos de nuevos nichos de negocios, además cautivo por la obligatoriedad de cursar los niveles básicos.

Sin embargo, la cuestión exhibe algunas dificultades. El primer problema es que 266 millones de personas no tienen acceso a internet y muchos más carecen de conexiones o equipamiento de calidad que permita un contacto fluido y permanente como el que requiere el negocio tecno-educativo.

Por lo que, como señala el informe del BID ya citado: “El principal apoyo que busca EdTech es que el gobierno lance y respalde iniciativas, y que asimismo proporcione incentivos para el uso de EdTech en escuelas, universidades y lugares de trabajo.”  En otras palabras, que el gobierno, en un “revival” sutil de la ola privatista de los 80’ sirva de puente para los negocios de las tecnológicas, bajo la excelente excusa de promover la conectividad universal y, supuestamente, actualizar la oferta educativa bajo los parámetros de la digitalización.

Otro problema es obviamente que 70 millones de personas (12.5% de la población de la región) viven con menos de dos dólares al día, lo que hace que difícilmente estos puedan constituir clientes de “alta gama”.

En este contexto, dada la tan publicitada mecánica naturalista de la demanda, la oferta y el lucro como base de la teoría económica capitalista, es obvio que las tecnológicas apuntan a hacer sus negocios con los segmentos socio-económicos medios y altos y en espacios urbanos, dejando la inversión social a cargo del Estado.

La conectividad, condición necesaria pero no suficiente

En América Latina, el 57% de las escuelas de primaria, y alrededor del 40% de las escuelas secundarias no contaban con acceso a Internet con fines pedagógicos antes del COVID-19 (Banco Mundial, 2021).

No solo la falta de conectividad y la calidad de la misma, los costos de las tarifas como también de los dispositivos electrónicos son un privilegio al que pueden acceder pocos/as estudiantes de poblaciones vulnerables de América Latina. Además de ello, un alto número de educadores tiene también dificultades para sobrellevar la carga adicional que esto representa para su tarea pedagógica.

Más allá de la obvia necesidad de cerrar la brecha digital para comenzar a paliar estas desigualdades en el ámbito del acceso a conocimientos a través de internet, es preciso señalar que no basta con ello, ya que la conectividad universal es una condición necesaria pero no suficiente para avanzar en la formación equitativa y con contenidos de calidad. Deben para esto exigirse políticas públicas que vayan más allá del acceso universal, limitando el accionar de las corporaciones, para que garantizar la conexión a internet no signifique simplemente tender una alfombra dorada a sus negocios.

Otra digitalización, otra educación es posible

¿Cuáles son las alternativas entonces para una digitalización que ayude al desarrollo humano?

Me permitiré citar en este apartado algunas de las conclusiones y propuestas a las que llegó el Grupo de Trabajo sobre Educación en el marco de las Jornadas “Utopías o distopías. Los pueblos de América Latina y el Caribe ante la era digital”, proceso organizado por el espacio latinoamericano-caribeño Internet Ciudadana.

Cito: “El papel de las nuevas tecnologías en el panorama educativo actual suele ser mayormente instrumental. Por la fuerte presencia de ciertas empresas y productos corporativos, la enseñanza suele producir alumnos y alumnas pasivos, consumidores, clientes de ciertas empresas.”

Es necesario cambiar dicho enfoque desde la dimensión social de la educación, que implica una visión inclusiva, equitativa, soberana y conectada al ser humano. Se requiere entonces que las comunidades recuperen el control sobre qué tecnologías emplea, cómo, para qué y en qué condiciones lo hace.

Formar personas autónomas y con espíritu crítico sobre las tecnologías; actoras y no espectadoras; personas que aprendan a producir y mantener tecnología, y no solo a consumirla.

En línea con esto, hacer de la alfabetización digital crítica un elemento transversal a la educación, integrando la formación en tecnología con las demás materias, conectada con las necesidades, motivaciones y actividades humanas.

Impulsar además procesos formativos docentes que consoliden el uso pedagógico de las tecnologías de la información y el conocimiento (TIC). Más allá de su carácter instrumental, se trata de promover con ellas la producción de conocimiento, el trabajo colaborativo, el trabajo entre pares y el desarrollo de nuevas modalidades de evaluación de carácter formativo.

Es fundamental, al mismo tiempo y más allá del campo educativo, comprender la transversalidad de principios que ayuden a construir nuevas realidades en lo digital y en sus implicancias mucho más allá de éste.

Entre estos postulados básicos, debe estar defender a Internet como construcción humana histórica colectiva,  como un Derecho Humano, como un bien común y de acceso universal, aunque respetando la opción de que aquellos que decidan no conectarse voluntariamente, también puedan hacerlo sin sufrir discriminación ni perjuicio alguno.

Alcanzar la soberanía digital, defendiendo los derechos individuales y colectivos desde la esfera pública y fomentar la equidad desde programas del Estado y las iniciativas de administración comunitaria, que hoy felizmente van proliferando en muchos lugares, mientras se privilegia la generación de tecnología y el desarrollo a través de la economía  cooperativa.

Para evitar indebidas posiciones monopólicas, es fundamental regular la actuación del sector privado, evitando su intrusión en la esfera pública y en el sector educativo en particular. Del mismo modo, es muy importante elaborar una legislación sobre datos, colocándolos en calidad de bien individual o común, según sea el caso e impidiendo su utilización para fines mercantiles.

Asimismo, favorecer la autonomía de todas y todos a través de herramientas libres, plataformas descentralizadas y federadas, con un máximo de protección de la integridad y la privacidad.

Finalmente, no es solo la mediación y el artilugio tecnológico lo que está en debate, sino los fundamentos mismos de la educación. El dilema no es digitalización sí o digitalización no, sino si los criterios más elementales de la construcción educativa tendrán como finalidad la adaptación y la funcionalidad en el sistema o si estarán al servicio de la crítica transformadora.

La disyuntiva central es si habrá de continuarse con una educación para el mercado, apenas una modalidad de esclavitud ilustrada, o se abrirá la posibilidad de educar para un desarrollo humano ilimitado, hacia la libertad, hacia el verdadero mundo del futuro, con todas y todos y para todas y todos.

(*) El texto es el contenido de la ponencia presentada en el webinario “Educación en contextos de emergencias en América Latina y el Caribe – género, endeudamiento y digitalización”, organizado por la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE) en el contexto de la Semana de Acción Mundial por la Educación (SAME).

(*) Javier Tolcachier es investigador del Centro Mundial de Estudios Humanistas y comunicador en la agencia internacional de noticias Pressenza.


[1] Silo. Cartas a mis amigos. Obras Completas. Volumen I

[2] Zabalo, Patxi. Financiarización. OMAL. Recuperado de https://omal.info/spip.php?article4821

[3] A esa reunión asistieron, según información del BID, representantes de AB InBev, AES, Amazon, AT&T, Banco Santander, Bayer, BNP Paribas, Brookfield, Cabify, Cargill, Central America Bottling Corporation, Cintra, Citibank, Coca-Cola FEMSA, Copa Airlines, DOW, Engie, Google, Grupo Sura, IBM, Itaú Latam, JP Morgan, Mastercard, Mercado Libre, MetLife, Microsoft, Millicom, NEC Corp, NTT Data everis, PepsiCo, Pimco, Salesforce, Sacyr, Scotiabank, SoftBank, Softtek, Telefónica, The Coca-Cola Company, Unilever, Visa y Walmart.

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Los Estados nación están destruyendo el mundo. ¿Podrían las «biorregiones» ser la respuesta?

Por: Vari@s autor@s

 

Desde las regiones fronterizas del sur de Asia hasta la selva amazónica, los pueblos buscan nuevas formas de organizar sociedades que respeten a los seres humanos y a la naturaleza

Panchi nadiya pawan ke jhonke/ Koi sarhad na inhe roke/ Sarhadein insaano ke liye ha/ Socho tumne aur maine kya paaya insaan hoke»

Traducción:

«Los pájaros, los ríos y las ráfagas de viento/ No hay fronteras que los detengan/ Las fronteras son para los humanos/ Piensa, ¿qué hemos conseguido siendo humanos? (Javed Akhtar, letrista indio)

Cada vez es más evidente que debemos reflexionar conjuntamente sobre los problemas de la crisis climática y las fronteras. El deterioro del medio ambiente desplaza a millones de personas  cada año, mientras que los Estados responden militarizando sus fronteras, provocando más sufrimiento y muerte.

No es casualidad que la degradación del clima y las fronteras estatales estén vinculadas. Históricamente, el Estado nación nació de una lógica que también veía a la naturaleza -y a los pueblos colonizados- como algo que había que conquistar y dominar. Ahora, desde las regiones fronterizas desgarradas por la guerra en el sur de Asia hasta la selva amazónica, la gente se cuestiona si la sostenibilidad puede alcanzarse a través del marco de los Estados nación. Están recurriendo a otras formas de organizar la sociedad basadas en cosmovisiones y prácticas indígenas que respetan a todos los seres humanos y al resto de la naturaleza.

Colonialismo, capitalismo y Estado nación

En los últimos 500 años, las conquistas coloniales de vastas regiones de la tierra por parte de las potencias europeas y norteamericanas, basadas en el afán de lucro capitalista y el rápido desarrollo tecnológico, han provocado la diezma de innumerables culturas y comunidades. Esto incluye la muerte de más de 50 millones de nativos en lo que posteriormente se conoció como América Latina, hambrunas devastadoras en Asia y África causadas por las políticas impuestas por los colonizadores, y la conversión de millones de hectáreas de ecosistemas naturales en plantaciones comerciales, fincas madereras o ranchos ganaderos para alimentar las demandas de consumo de Europa y Norteamérica.

En el mismo periodo, surgió la idea y la práctica del Estado nación. Aunque sus orígenes y naturaleza son diversos y complejos, la centralización del poder en manos del Estado nación fue una de las bases del capitalismo: en la práctica, el capitalismo se lleva a cabo a través de las instituciones políticas, jurídicas y militares de los Estados nación. La construcción del Estado nación se apoyó en una ideología que afirmaba que la modernidad capitalista es la única forma de organizar la vida, y que esto justifica la toma de territorios de los pueblos indígenas y las comunidades locales para alcanzar objetivos nacionales como el desarrollo y la seguridad. Los símbolos del Estado nación, como una bandera, una lengua y una identidad única, sumergen y a menudo no respetan las diversas bioculturas, es decir, los entornos humanos biológicos y culturales combinados. Debemos considerar que el Estado nación, el capitalismo y el colonialismo van de la mano.

La ideología de la era colonial-industrial afirmaba, ilusoriamente, que los seres humanos estaban separados de la naturaleza y que el progreso humano estaba supeditado a su conquista. Tras la Segunda Guerra Mundial, las viejas formas de colonialismo fueron derrotadas en la mayor parte del mundo. En su lugar se necesitaba una nueva ideología para continuar la dominación de Occidente. Se trataba de la ideología del desarrollo, o «desarrollismo». Podríamos suponer que la idea de «desarrollo» es progresista, pero nos equivocaríamosDevelopmentality convenció al mundo de que el progreso humano estaba ligado a un crecimiento material y energético cada vez mayor. Las crisis ecológicas a las que se enfrenta el mundo hoy son en gran medida el resultado de estos cinco siglos de colonialismo y desarrollismo.

En este contexto, se está produciendo una intensa búsqueda de alternativas radicales que puedan satisfacer las necesidades y aspiraciones de todos los pueblos, al tiempo que se vive en armonía con el resto de la naturaleza.

Biorregionalismo y democracia radical

En el centro de la India, 90 aldeas formaron una mahagram sabha (federación de asambleas de aldeas) en 2017 y están haciendo valer su capacidad de decisión sobre toda la región, unidas por un sentido tradicional de identidad biocultural más que por las actuales fronteras administrativas o políticas. En 1999, 65 pueblos que formaban parte de una cuenca fluvial en el estado indio de Rajastán, formaron un parlamento popular que la gobernó durante una década, ignorando la división administrativa de la cuenca. Estos y otros ejemplos apuntan a un enfoque radicalmente distinto de la gobernanza: el biorregionalismo.

El biorregionalismo se basa en la comprensión de que los atributos geográficos, climáticos, hidrológicos y ecológicos de la naturaleza sustentan toda la vida, y sus flujos deben ser respetados. Las biorregiones, también conocidas como regiones bioculturales, son áreas con sus propias ecologías y culturas, en las que los seres humanos y otras especies están arraigados, participando activamente en varias escalas más allá del lugar inmediato. Aunque muchas de las fronteras actuales creadas por el ser humano ignoran los flujos y territorios de la naturaleza -como una cordillera o un río-, muchas comunidades locales y pueblos indígenas han vivido durante mucho tiempo con un profundo conocimiento y respeto de estos. Entienden la interdependencia de todos los seres vivos en un paisaje terrestre o marino.

Hay muchos ejemplos de gobernanza biorregional, tanto antiguos como nuevos. Durante miles de años, los pastores nómadas de Irán utilizaron amplios territorios que abarcaban una gran diversidad de ecosistemas, y sus prácticas se ajustaban a una aguda comprensión de qué ecosistemas podían soportar cuánto y qué tipo de uso. En tiempos más recientes, la nación indígena de Monkox de Lomerío (Bolivia) obtuvo derechos de autodeterminación territorial en 2006, y están intentando transformar su vida económica, política, social y cultural basadas en un plan de vida para toda la región. El proyecto Great Eastern Ranges pretende proteger, conectar y restaurar hábitats en una franja de 3.600 km del este de Australia, creando canales de coordinación regional entre diversos actores. En muchas otras partes del mundo, los pueblos indígenas u otras comunidades locales están manteniendo los mecanismos tradicionales de gobernanza del paisaje, o creando otros nuevos, como parte de un fenómeno global conocido ahora como Territorios de Vida. Muchos de estos proyectos atraviesan las fronteras políticas y administrativas, respetando en cambio los flujos y los límites ecológicos y culturales.

En el mejor de los casos, estos proyectos biorregionales se basan en una democracia radical y directa. El poder de decisión se ejerce en última instancia a nivel local, por lo que todo el mundo puede participar. Para las decisiones que afectan a territorios más amplios, se envían delegados a asambleas de toma de decisiones adecuadas a esa escala. Existen estrechas afinidades entre estos movimientos y lo que Mahatma Gandhi llamó swaraj, una visión del mundo que afirma la autonomía, la libertad y la soberanía, pero de forma no violenta y responsable con la autonomía y el bienestar de todos los demás.

Reimaginar el sur de Asia desde una perspectiva biorregional

Por diversas razones históricas, incluida la colonización, el sur de Asia está actualmente dividido en varios Estados nación, con fronteras políticas que atraviesan ecosistemas y culturas. Por ejemplo, el mayor bosque de manglares del mundo, los Sundarbans, está dividido por la frontera entre India y Bangladesh. Las altas montañas del Himalaya y las vastas zonas desérticas del oeste están divididas entre India y Pakistán. La gran meseta de gran altitud al norte del Himalaya está cercada con Ladakh a un lado y el Tíbet (gobernado por China) al otro. Las aguas del océano Índico están parcialmente repartidas entre India, Sri Lanka y las Maldivas.

He aquí una visión del sur de Asia muy diferente de la realidad actual, adaptada de un ensayo del que uno de nosotros es coautor. Forma parte de un discurso imaginario dirigido a los habitantes del sur de Asia por una tal Meera Gond-Vankar, en el año 2100:

«Mientras que India, Pakistán, Bangladesh, Nepal, Bután, Sri Lanka y China siguen conservando sus identidades «nacionales», las fronteras se han vuelto porosas, sin necesidad de visados para cruzarlas. Las comunidades locales han asumido la mayor parte de la gobernanza en estas zonas fronterizas, tras haber declarado la paz en anteriores zonas de conflicto como Siachen, los desiertos de Kachchh y Thar, y los Sundarbans. Lo mismo ocurre con el Estrecho de Palk, donde las comunidades pesqueras de la India y Sri Lanka están facultadas para garantizar un uso sostenible y pacífico de las zonas marinas. El Gran Tíbet se ha convertido en una realidad, autogobernado, y tanto India como China han renunciado a su dominio político y económico sobre él. Tanto las comunidades nómadas como la fauna silvestre pueden ahora moverse libremente de un lado a otro. En todas estas iniciativas, el nacionalismo estrecho está siendo sustituido por las identidades civilizatorias, el orgullo y el intercambio, una especie de etnicidad autofabricada que fomenta el respeto y el aprendizaje mutuo entre diferentes civilizaciones y culturas. El sur de Asia aprendió de los errores de bloques como la Unión Europea, con su extraña mezcla de centralización y descentralización y su continua dependencia del Estado nación, y elaboró su propia receta para respetar la diversidad dentro de una unidad de propósito».

Si bien se trata de una visión futurista, ya se están forjando algunos caminos tentativos en este sentido. Además de los ejemplos citados anteriormente de pueblos que se unen para gobernar democráticamente las biorregiones, se están llevando a cabo diálogos entre personas centrados en la paz, como el Foro Popular para la Paz y la Democracia entre Pakistán y la India. La idea de un Parque de la Paz de Siachen en la zona de intenso conflicto entre India y Pakistán se ha propuesto durante muchos años, e incluso ha sido respaldada por el ex primer ministro indio Manmohan Singh. Existe una cooperación transfronteriza en materia de conservación entre la reserva de tigres de Manas, en la India, y Royal Manas, en Bután, que se suma a varias docenas de iniciativas de este tipo ya establecidas en todo el mundo. Pero, por supuesto, dado el continuo ambiente de desconfianza y conflicto en la región, acompañado de los periódicamente crecientes discursos hipernacionalistas (actualmente, promovidos por el partido en el poder en Nueva Delhi), hay un largo camino por recorrer para que estas vías sean transitadas.

La configuración de un enfoque biorregional para las cabeceras sagradas del Amazonas

La región de la Cabecera Sagrada en el Alto Amazonas es uno de los lugares de nacimiento del río Amazonas. Se extiende por 35 millones de hectáreas (86 millones de acres) en Ecuador y Perú, y es el hogar de casi 600.000 indígenas de 30 nacionalidades, incluidos los pueblos que viven en aislamiento voluntario. Es el ecosistema terrestre más biodiverso del planeta y representa tanto la esperanza como el peligro de nuestro tiempo. Las luchas de los pueblos indígenas han mantenido esta región en gran medida libre de la extracción industrial. Estudios realizados por organizaciones internacionales como la ONURainforest Alliance e Hivos han demostrado que los pueblos indígenas son los mejores guardianes de la naturaleza, especialmente en la biorregión amazónica.

En respuesta a las nuevas amenazas de los Estados ecuatoriano y peruano de ampliar los proyectos petrolerosmineros y agroindustriales intensivos, las confederaciones indígenas de ambos países se unieron para formar la Iniciativa de Cabeceras Sagradas del Amazonas (ASHI). En 2019, Sacred Headwaters hizo una declaración pública:

«Pedimos el reconocimiento mundial de la selva amazónica como órgano vital de la Biosfera. Hacemos un llamado a los gobiernos de Ecuador y Perú, a las corporaciones e instituciones financieras para que respeten los derechos y territorios indígenas y detengan la expansión de nuevos proyectos de petróleo, gas, minería, agricultura industrial, ganadería, mega-infraestructura y carreteras en la Cabecera Sagrada. El legado destructivo de este modelo de «desarrollo» ha sido la gran deforestación, la degradación de los bosques, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, lo que ha diezmado a las poblaciones indígenas y ha provocado abusos de los derechos humanos. Desafiamos la errónea visión del mundo que ve la Amazonia como una región rica en recursos donde se extraen materias primas en pos del crecimiento económico y el desarrollo industrial…»

En lugar de una visión del desarrollo que considera el progreso humano como la conquista de la naturaleza, Sacred Headwaters entiende la interdependencia de toda la vida más allá de las fronteras nacionales. El Plan Biorregional de ASHI propone la autodeterminación indígena con la participación efectiva de las mujeres; una economía muy diversa que combine los nuevos métodos agrícolas ancestrales con la soberanía alimentaria y energética; sistemas de salud interculturales que respeten la diversidad de género y generacional; sistemas educativos que combinen el aprendizaje formal con el no formal; y un programa exhaustivo de conservación y restauración de la Amazonia.

Hacer realidad el biorregionalismo

Los enfoques biorregionales, que abarcan la democracia radical, ofrecen a las comunidades la posibilidad de reconstruir y mejorar sus vidas y medios de subsistencia, libres del miedo constante a los conflictos y a las industrias extractivas violentas. En el Amazonas podrían ayudar a garantizar el sustento ecológico, económico y cultural de las naciones indígenas y otras comunidades locales, proporcionando al mismo tiempo todos los beneficios ecológicos locales y globales de la mayor selva tropical del mundo. En el sur de Asia, la retirada de las fuerzas armadas y otras fuerzas policiales y paramilitares de la tierra y el mar significaría que se podría eliminar el sufrimiento por el que pasa este personal, especialmente en las condiciones traicioneras y heladas de las zonas fronterizas del Himalaya entre India, Pakistán y China. También significaría que se podría reasignar una parte sustancial de los 72.000 millones de dólares de gastos de defensa de la India.

Este enfoque también implicaría deshacer los daños sufridos por las biorregiones en el pasado, en la medida de lo posible. Los impactos del cambio climático en forma de sequías e inundaciones van a empeorar. Es crucial reimaginar cómo gobernamos los humedales, y biorregiones enteras. Es posible que haya que desmantelar algunas presas existentes en ríos transfronterizos para restablecer los flujos hídricos, ecológicos y biológicos. Hay que evitar más presas y grandes desvíos. Un río sano es a menudo una primera línea de defensa contra las crisis climáticas para las comunidades, incluidas sus funciones al desembocar en el mar. Un enfoque biorregional también puede ayudar a hacer frente a algunos de los peores impactos del cambio climático, como el desplazamiento de las comunidades costeras -incluido el probable intento de los refugiados climáticos de Bangladesh de entrar en la India, que podría convertirse en una enorme crisis humanitaria si no se planifica adecuadamente- o el desplazamiento de la vida silvestre a mayores alturas.

Los enfoques biorregionales se enfrentan a importantes retos, entre los que destacan las nociones nacionalistas que siguen apoyando las duras fronteras de los Estados nación. Sin embargo, los diálogos de paz, los proyectos de conservación transfronteriza y las iniciativas biorregionales indígenas que hemos mencionado anteriormente son fuentes de esperanza.

Otro paso importante es el reconocimiento de los derechos de la naturaleza. En 2017, el Parlamento neozelandés aprobó la ley Te Awa Tupua (Whanganui River Claims Settlement), que otorga al río y al ecosistema Whanganui personalidad jurídica y derecho propio, garantizando su «salud y bienestar», reconociendo la cosmología iwi «somos el río y el río es nosotros», y reconociendo que los derechos se extienden a toda la biorregión, desde la montaña hasta el mar.

Muy cerca, el Tribunal Superior de Uttarakhand, en la India, dictaminó en 2017 que los ríos del norte de la India, el Ganges y el Yamuna, sus afluentes, y los glaciares y la cuenca que alimentan estos ríos en el estado de Uttarakhand, tienen derechos como «persona jurídica/legal/entidad viva».

El reconocimiento de estos derechos podría permitir una gestión y una gobernanza basadas en las realidades ecológicas de la región. Esto también nos abre la oportunidad de modificar el derecho antropocéntrico y colonial actualmente dominante, hacia un nuevo marco jurídico que respete el «pluriverso«, la hermosa diversidad del mundo. Más allá de la ley, el reconocimiento de los derechos de la naturaleza abre la posibilidad de articular las cosmovisiones indígenas de la naturaleza como un ser vivo, incluso dentro de las instituciones formales; y de crear un futuro mutuamente floreciente para los seres humanos y los más-que-humanos, en el que las vidas de las personas estén arraigadas en territorios que no tengan fronteras militarizadas arbitrarias, sino que estén ecológica y culturalmente definidos, abiertos y conectados.

Autor@s:

Juan Manuel Crespo

Ashish Kothari

Shrishtee Bajpai

Fuente e imagen: https://www.opendemocracy.net

 

 

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Libro(PDF): Hacia una nueva sociología del capitalismo

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

El presente libro de la colección «Diálogos» de CLACSO, coeditado con la Friedrich-Schiller-Universität Jena, busca avanzar en el cumplimiento de dos propósitos. El primero consiste en alimentar la discusión con la sociología crítica alemana, y en particular con una de las colectividades sociológicas de izquierda más vigorosas de Europa. Nos referimos a lo que podría llamarse la «Escuela de Jena» y cuyos referentes son Klaus Dörre, Stephan Lessenich y Harmut Rosa. El segundo propósito, más trascendental para el futuro regional, apunta al desarrollo progresivo de una nueva sociología del capitalismo y del cambio social desde y para América Latina.

Autoras(es): Esteban Torres. Guilherme Leite Gonçalves. [Editores]

Klaus Dörre. Guilherme Leite Gonçalves. Esteban Torres. Glenda Vicenzi. Jacinta Gorriti. Héctor Ignacio Ríos Jara. Ángel Vera. Guilherme Figueredo Benzaquen. Luis Fernando Rodríguez Lanuza. Fabián Andrés Villarraga Peña. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO. Friedrich-Schiller-Universität Jena.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina.

ISBN: 978-987-813-130-6

Idioma: Español

Descarga: Hacia una nueva sociología del capitalismo

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2466&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1607

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Murió Jorge Zabalza, exdirigente tupamaro en Uruguay

Por: Revista ZUR

Este 23 de febrero murió Jorge Zabalza, exintegrante del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros de UruguayCompartimos una entrevista realizada por Raúl Zibechi y Diego Castro, y publicada por la Revista ZUR.

Su apodo era “Tambero”. Fue dirigente del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros ( MLN-T), preso como rehén de la dictadura militar entre 1972 y 1985. Había iniciado su militancia en la Facultad de Derecho, donde estudiaba.

Junto a 105 compañeros se escaparon del Penal de Punta Carretas en 1971, siendo una de las acciones más destacadas de la organización armada.

Su hermano, Ricardo fue rematado por la policía tras una acción tupamara, la toma de Pando de 1969, que fue la primera acción de guerrilla urbana en Uruguay.

Fue crítico con la actividad institucional y en particular con el Frente Amplio, fuerza que integró y de la que se fue apartando progresivamente.  Cuestionó a José Mujica por su papel a favor del sistema: “Mujica transformó su pasado en un relato épico; hoy es operador del capitalismo”, sostuvo en una entrevista con el diario El Observador.

Dirigió el periódico Mate Amargo y escribió varios libros. El último, “La leyenda insurgente”, fue motivo de la entrevista que le hicimos con Diego Castro en su casa en Santa Catalina, un barrio popular de la periferia de Montevideo, en noviembre de 2019.

Fuente de la información e imagen: https://desinformemonos.org

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Entrevista a Remedios Zafra: “La libertad de pensamiento está en crisis por la privatización del conocimiento”

Por: Ekaitz Cancela

Una imagen de destrucción creativa del capitalismo se encuentra presente en la obra de Remedios Zafra(Córdoba, 1973), incluso en los fondos de los retratos que la autora escoge para la presentación de su último libro: El entusiasmo (Anagrama, 2017)La sensación de estar ante las ruinas de una época obnubila en ocasiones que ha emergido otra nueva, que ya estamos en ella. Pero aún no hemos dirigido nuestra mirada hacia esa realidad. No nos encontramos aún en esa elevada etapa en la que somos capaces de valorar si nos agrada ese mundo, o si es mejor demolerlo. Una tesitura que está dando lugar a una plétora de nuevos ensayos que nacen con la intención de representarlo. Como explica Zafra en esta entrevista, ella trata de describir un “ahora y hacer reflexiva la realidad observada”. Lo cual le ha granjeado nada menos que un premio Anagrama de Ensayo. En la siguiente conversación profundiza en su obra y explica su elección sobre la forma de representarla, tarea que por otro lado cumple con excelente prosa y delicada atención a detalles cruciales sobre el espacio digital.

Una de las cosas que más me llamó la atención en un libro sobre el trabajo es que no haya ninguna referencia a Marx, pero sí continuas referencias al capital. ¿Qué papel ha jugado ese autor en la formación de su pensamiento?

El marxismo ha estado presente en mi formación como antropóloga y también en mi trabajo docente, aunque mis influencias teóricas vienen más del feminismo marxista y de figuras de la antropología económica y el socialismo críticas con el capitalismo (e influenciadas por Marx) como Mauss y Polanyi. De manera premeditada no hay referencias a Marx, y quizá llame más la atención que no las haya a Engels, cuyo trabajo sobre la opresión de las mujeres como instrumento de producción es más profundo que el de Marx, si observamos sus ideas sobre el origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.Este ensayo, sin embargo, no se construye como una investigación ortodoxa y documentada que pretenda situar unas bases teóricas ni establecer un recorrido histórico y comparativo sobre la economía capitalista. Como habrá visto, es la mirada “sincrónica” a la realidad la que protagoniza El entusiasmo, un enfoque más propio del trabajo etnográfico que busca describir un “ahora” y hacer reflexiva la realidad observada. Y quienes lo protagonizan no son “grandes pensadores desprovistos de cuerpos, con sus famosas biografías y su perspectiva histórica”, sino vidas cotidianas cargadas de contradicción, conflicto, piel y píxeles.Hay además en mi escritura cierta incomodidad de raíz feminista que busca huir de la mirada logocentrista que predomina en la forma en la que construimos discurso en el contexto académico. En El entusiasmo me motiva la libertad del ir “de la realidad a la teoría” y no a la inversa.

Usted escribe que “toda creación siempre es atravesada por los espacios que habitamos. ” Y no cesa de apelar a quienes abusan de lo ‘público’. ¿Cree que el fenómeno de la privatización del espacio público digital ha pasado más desapercibido que otras consecuencias de internet?

Mi impresión es que sigue pasando desapercibido porque ha sabido valerse de la interiorización como “único espacio digital” al que nos deriva la vida contemporánea. Desde un primer momento, los poderes públicos parecen haber cedido a que el espacio digital sea un dominio privado que se nos ofrece bajo espejismo de zona pública. A mí me parece inquietante esta cesión y el dominio que se otorga porque la vida es cada vez más una vida mediada por pantallas, que acontece en la red, y rara vez advertimos que a veces somos, y podemos ser, más producto que ciudadanos. No extraña que suela pasarse por alto, porque esta privatización se vale de esas formas de poder invisibles y silenciosas que rara vez dicen “no,” sino que operan atravesando las decisiones y expectativas de las personas, normalizándose. Pocas veces, excepto en los casos de censura expresa (casi siempre sexista o mojigata: esos pechos, ese pene, ese cuerpo desnudo…), el poder de la empresa que gestiona se deja ver.

La habitación en la que representa usted constantemente al personaje de Sibila me parece muy pertinente para describir esa sensación de estar encerrado y sin salida. ¿Qué quería transmitir cuando la escribía?

Quizá porque habito la mayor parte del tiempo en un cuarto propio conectado, su potencia me fascina tanto como preocupa. Creo que las habitaciones conectadas ilustran como pocas cosas algunas de las contradicciones de la época. Conformándose como espacios que, frente a la distracción del exceso digital, nos permiten recuperar “tiempos de concentración”, frente a un verlo todo, un recuperar el “párpado” y una (posible) conciencia crítica. Sin embargo es también donde se gestan los nuevos escenarios de autoengaño y resignación, cuando la pantalla opera como “marco de fantasía” y nos vemos limitados en nuestra vida real. Ante el miedo que provoca un mundo que nos visibiliza las constantes amenazas posibles (terroristas, ecológicas, accidentes, desempleo, precariedad…), la habitación conectada parece protegernos sin aislarnos. Y resulta curioso cómo ambos polos los provoca el mismo dispositivo: primero, la pantalla satura de imágenes de injusticias que paralizan, después permite ese refugio del conectarnos con otros sin exponernos demasiado. Creo que para la mayoría es más refugio que cárcel, y que no podemos despojar nuestras historias hoy de su materialidad, entre otras cosas porque las erosiones de las que habla este espacio tienen que ver con una profunda transformación de la vida humana (erosión de las esferas pública y privada, intersección de espacios de producción, recepción y circulación, confluencia de la presentación y representación de los sujetos, entre otras…).

Junto al ‘espacio’, en el libro habla del ‘tiempo’: “donado al consumo e indirectamente a hacernos datos”. Solo encontré  en su libro una referencia a Google, una de las empresas que más datos extrae de nosotros. ¿Cree que tiene algo que ver con ese “poder como forma indirecta” que a veces no define?

Sí, claro. Google sería un claro ejemplo de ese poder que se nos muestra siempre como un minimalista y amable entorno increíblemente servicial, dispuesto a contestarlo absolutamente todo, haciéndose imprescindible en nuestras vidas, ampliando nuestra memoria, ubicándonos en el espacio, proporcionando datos e información, ayudándonos a escribir, a traducir, a identificar a esa persona… Tanto nos da como tanto recibe de quienes con nuestras búsquedas, datos y usos proporcionamos alimento a la máquina. Un alimento que por sí solo no tiene más interés que fragmentos de privacidad, pero que puesto en conjunto con los millones de usuarios ofrece panorámicas big data que permiten visualizar tendencias y pronosticar cambios, intereses, miedos y mercado, que posibilitan sobre todo “gestionar el poder como nunca”. Hay una obra de Leonardo Solaas titulada Variaciones Google que me interesa mucho y ayuda también a responder a su pregunta, puesto que hace algo necesario con Google: “ayudar a visibilizarlo”, identificar posibles mecanismos de opresión antes de idealizarlo. Una de sus claves es presentarse como motor que visibiliza mundo e “invisibiliza lente”. Esa lente no es neutral, su parcialidad vestida de disponibilidad y filantropía se sustenta en una industria configurada como uno los grandes poderes globales.

¿No cree, no obstante, que el poder en forma de datos sobre los ciudadanos que monopolizan varias compañías se ejerce de una manera muy ‘directa’: la dependencia hacia sus servicios? De alguna forma es como si trabajaremos, de forma creativa o no, para Google u otras empresas de internet.

La dependencia es una seña de identidad de aquellos servicios que se convierten en necesidades de época.

La dependencia es una seña de identidad de aquellos servicios que se convierten en necesidades de época. Claramente Google ha conseguido que deleguemos en él funciones como la memorística, pero también ha ampliado y creado otras ayudándonos a “gestionar” mundo digital. Pero esa fabulosa potencia no debe eclipsar el poder y monopolio que estas empresas tienen. Por ejemplo, esos datos propios que pensamos no pueden ser de utilidad para nadie salvo para nosotros mismos, se convierten en pieza de la gran masa que gestionan empresas como Google. Como para la sociología o la estadística cuando tenemos grandes cantidades de datos, estos se vuelven significativos, son capaces de identificar lo que nos une (esa mirada de lejos que nos iguala), las tendencias de la mayoría, lo que hacemos y preguntamos “cuando creemos que estamos solos” (una adolescente que quiere abortar, alguien desempleado que busca, una persona diagnosticada de cáncer que pregunta…). La intimidad hoy es compartida con Google antes incluso que con las personas cercanas. Google responde sin juzgarnos. Su conocimiento y su poder es, al mismo tiempo, extraordinario y terrorífico, porque en él delegamos cada vez más nuestras dudas y en él confiamos cuando posiciona y crea “valor” de las cosas con algoritmos no exentos de ideología. Y siempre existe una contrapartida, cada servicio ofrecido por Google lo ofrecemos también nosotros; en cierta forma, trabajamos para ellos.

Por eso me llamó la atención su reflexión: “la libertad de pensamiento como modelo de privatización”. ¿Es posible ser creativo sin estar dentro de las leyes que impone el mercado?

A lo que yo apunto es a cómo la libertad de pensamiento está puesta en crisis por los vigentes modelos de privatización del conocimiento. Es un asunto esencial que debemos garantizar. El conocimiento, para serlo, debe ser libre, si no estará sesgado y orientado hacia quienes tienen intereses por mantener formas de poder.

Sobre su pregunta, creo que cabría cuestionarse: “¿Qué tipo de creatividad es la que propicia el mercado?”. Yo sí creo que es posible ser creativo fuera de esas leyes; gran parte de la práctica artística política se sustenta en esta idea. Hipotecarse al mercado puede propiciar obras ingeniosas, interesantes, efectistas, entretenidas, pero difícilmente obras que perturben, critiquen y hagan pensativo ese sistema que les acoge. Es una de las funciones que hoy cabe esperar de la creatividad artística: que no cambie unas verdades por otras, sino que ayude a hacer reflexivas las formas en que se diseñan hoy las verdades.

El circuito de privatización en que se apoya el modelo mercantilista de conocimiento pone en riesgo lo más importante: la libertad de pensamiento. Obviar que esta apropiación no vendrá exenta de desigualdad es como pasar por alto que en el mundo la pobreza y la violencia no han modificado de manera profunda “la cualidad de nuestra conciencia”.

Siguiendo esa línea, sobre las formas de valor del trabajo creativo apunta que el riesgo es “la pérdida de la libertad que convierte a la creatividad humana en algo transformador”. ¿Qué debe “transformar” realmente la creatividad en este momento de hegemonía capitalista a nivel global?

La potencia de la creatividad humana no debería tener fines exclusivamente comerciales

La potencia de la creatividad humana no debería tener fines exclusivamente comerciales ni estar sólo movida por el capital y el mercado, sino por la justicia social, la vida de todos, el arte o la poesía. A mi modo de ver, el trabajo creativo debiera poner su energía en la salud de todos y no en las enfermedades de los ricos, en la vida del planeta, en la creación de un mundo de mayor igualdad social, de respeto a la diversidad cultural y donde logremos mayores grados de libertad. Movilizar esa deriva empieza por terminar con la precariedad que neutraliza a muchos trabajadores creativos en la temporalidad, la frustración, tareas burocratizadas y subordinación a un mercado laboral absolutamente desajustado e incapaz de aprovechar su potencial intelectual. La hegemonía capitalista debiera subordinarse a la política y no al contrario, dejar de mirar el mundo desde las ganancias de unos pocos y su perpetuación en el poder, y pasar a un compromiso ético con el mundo, el progreso y la justicia social. Recuperar los vínculos éticos despojados del intercambio capitalista me parece un asunto importante.

Señalaba que la ética del capitalismo digital trata de una cultura sobre otra cultura. ¿Pero con qué cultura hemos de saldar cuentas? ¿Basta con el neoliberalismo, o lo que algunos llaman la lógica cultural del capitalismo tardío?

Me refiero a que, frente a otros tiempos caracterizados por el colonialismo de unas culturas sobre otras, hoy la territorialización digital trata de una cultura sobre parte de la misma cultura, y más concretamente cuando hablamos de “mundos virtuales”, trata de la vida sobre la imaginación. Una cultura escindida, mutante y liberada en pactos de evasión y temporalidad que nos pregunta por las posibilidades y gradientes de repetición o imaginación del mundo. Los cambios acontecen hoy en un marco todavía neoliberal caracterizado por esa lógica cultural de una enésima forma de capitalismo (cultural, cognitivo, informacional e incluso afectivo, son caras de una realidad poliédrica definida por la globalización y la cultura-red). ¿Con quién hemos de saldar cuentas? Creo que no se puede exigir un comportamiento heroico a las víctimas de la desigualdad. No hay que saldar cuentas con la cultura sino con el poder que la domina.

Habla usted de la reinvención del sujeto creativo en la red como vía para la emancipación. No me queda claro si se refiere a la emancipación del individuo alienado o de que pueda vivir emancipado en una especie de ecosistema digital más comunal.

Ambas cuestiones estarían implícitas en esa reinvención. De un lado la que empieza por la subjetividad y el uno mismo y apunta, como sugiere, a la emancipación del sujeto creativo. De otro, la reactivación de los vínculos entre iguales como forma de recuperar las alianzas colectivas y políticas que permiten transformación social. Algo parecido a lo que sí está consiguiendo el feminismo en Internet.

Por último, he de confesar que me fascinó la metáfora del camino que nos guía pero que se esconde por el exceso de brillo y las sombras, empleada por usted para describir la experiencia en la red. ¿Ve ese ‘entusiasmo’ que deriva en ‘cansancio’ y después en ‘desorientación’ como un síntoma que marca el agotamiento del Siglo de las Luces?

Comparto con usted que esta época tiende a excluir las “luces” propias de una primacía del pensamiento en beneficio de la intuición y la emotividad, que viajan más rápido y se ajustan mejor a los vigentes modelos de neoliberalismo digital (caracterizados por hiperproducción, velocidad, exceso y caducidad). Y esto me parece un riesgo.

El entusiasmo tiene que ver con esa exaltación frente a una saturación de estímulos y referencias que en muchos casos terminan por llenar nuestros tiempos y espacios hasta desorientarnos. La imagen de los paisajes boscosos y tupidos, plagados de referencias visuales, puede ser ilustrativa de esta forma de “ceguera” a la que apunto y que paradójicamente surge de un exceso de imagen y estímulo como el de ahora. Allí donde la red se presentaba como una esperanza de horizontalidad, donde todos podíamos por fin tener voz propia, el reverso de esta potencia nos vomitó un mundo apretado y excesivo de voces. Este sería el background de los entusiastas precarios, entretenidos en “sí mismos” y sus pantallas, y cansados de antemano de sus trabajos temporales como para concentrarse y “profundizar”, pero también cansados para hacer la revolución. Sí, puede que estén desorientados, pero quiero pensar que solo de momento.

Fuente de la información e imagen: https://ctxt.es/es

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Entrevista al Dr. Reynaldo Saccone: «El gobierno, los empresarios y los dirigentes sindicales actúan como si la pandemia ya hubiera pasado». Argentina

Por: Mario Hernández

La situación actual de la pandemia en Argentina con la aparición de Ómicron

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M.H.: Han pasado cosas desde el mes pasado que no hemos hablado, como esta nueva ola de Covid, con cantidad de infectados preocupante. Y la cantidad de muertos que aumenta. Porque una de las cosas de las que se hablaba era que había muchos infectados y pocos muertos. Esto ha empezado a modificarse y, sin embargo, avanzan las medidas aperturistas. ¿Qué nos podés comentar al respecto?

R.S.: Hay varias cosas para aclarar. Y algunas falsas creencias que llevan a error. Por ejemplo, la primera falsa creencia es que Omicron es una pequeña gripe. Hay algo de verdad, es menos dañina que las anteriores variantes, pero eso es porque hay mayor cantidad de vacunados, tiene una altísima contagiosidad, pero como hay un 75% de la población que recibió dos dosis, ya hay más de un 15% que está recibiendo la tercera dosis y más del 85% que por lo menos tiene una dosis.

Eso quiere decir que hay un estímulo general. Uno toma toda la población en general entonces hay un estímulo general de las defensas. La gente está más defendida. Esto por si alguno se siente tentado de creer que es un mérito del gobierno, decimos que esto se podría haber logrado en mayo o junio, porque había la capacidad en el país para producir las vacunas necesarias para liquidar este tema. Pero se está logrando recién 8 meses después. En ese ínterin hubo enfermos, hubo pacientes graves y hubo muchos muertos.

El primer punto entonces es falso que es menos dañino, es menos dañino porque hay más gente vacunada. El segundo punto es que hay que vacunarse y es la conclusión del punto anterior, porque así estás más defendido. Lo otro que hay que aclarar es que todos dicen que hay menos muertes, efectivamente, como la gente está más defendida, hay menos muertes, pero cuanta más infección haya, aunque haya una proporción menor de muertes en números absolutos aumentan las muertes.

Por ejemplo, hubo 121.000 casos informados el pasado 18 de enero y 189 muertes informadas. Si hubiera 250.000 o 300.000 contagiados habría más muertes todavía, aunque sigue siendo una baja proporción. Entonces, el segundo mito que hay que destruir es este, la gente se sigue muriendo, pueden hablar en términos estadísticos y decir que ‘murieron nada más que 189 personas’, pero andá a decirle eso a los familiares de esos muertos.

Hay que ubicarse, es una gripe viral, pero sigue matando, produce más muertes que la gripe común. Es falso que la infección por Omicron es una infección más. Hay una ideología que hay que erradicar, que está fomentada por los medios que muestran a la gente en la playa, viajando, partidos de fútbol sin restricciones. Hay un estímulo desde las más altas esferas del gobierno, y eso no es sólo desde el oficialismo, también la oposición que gobierna varias provincias y la CABA, dan manija de la misma manera que el gobierno.

Lo que tenemos que preguntarnos es por qué esta conducta tan extraña, la explicación es la intención de poner en marcha la economía a costa de la salud de la gente, ese es el punto. El 5 de enero hubo un almuerzo en el ministerio de Economía, el anfitrión fue el ministro de Economía, Guzmán, hubo varios ministros del Poder Ejecutivo, entre ellos Carla Vizzotti, la ministra de Salud, hubo representantes de la industria, de los grandes comercios, del campo, de la industria farmacéutica, de las finanzas y dirigentes sindicales de la CGT, Daer, Caló y Andrés Rodríguez, entre otros. Esa cúpula del gobierno, grandes empresarios y dirigentes sindicales acordaron en ese almuerzo facilitar el retorno al trabajo, porque los empresarios se quejaron de un excesivo ausentismo que rondaba un 20% en las empresas. A partir de ese momento empezaron a bajar los criterios de bioseguridad en los empleos y en la vida cotidiana.

No se hace más campaña de ninguna naturaleza por los medios de difusión masiva. La gente está podrida, hace dos años que estamos con lo mismo, entonces si nadie informa, nadie educa, nadie alerta, la gente se va animando a salir y en eso estamos en medio de esta pandemia.

Creo que el gobierno está desoyendo la opinión de los especialistas. Ya no se los ve más en la televisión, porque siempre que aparecen es para decir que hay que cuidarse y restringir las actividades para frenar el contagio. Pero eso se deja totalmente de lado.

Esa es la situación actual, y pasa en todo el mundo. En Inglaterra, en Norteamérica, Europa, recién ahora, en medio del desastre que se está produciendo en países europeos como Austria, por ejemplo, que hizo obligatoria la vacunación, Alemania impuso restricciones, Inglaterra empieza a aplicarlas, Francia también. Empieza a haber alguna reacción.

Pero también hay que preguntarse por qué el virus sigue circulando, por qué hay tantas mutaciones, aparecen continuamente mutaciones, algunas se expanden otras no, algunas son más contagiosas, otras no, algunas más dañinas y otras no. Porque no hay cobertura de la población mundial, hay un sector muy grande de la población mundial que no está vacunado, es casi 1/3.

Estamos en una situación en la que el gobierno, los empresarios y los dirigentes sindicales actúan como si la pandemia ya hubiera pasado, todo el mundo a trabajar. Tal es así que las Aseguradoras de Riesgo de Trabajo (ART) ya no cubren la ausencia por Covid. Fue considerada como enfermedad profesional a pedido de los trabajadores de la salud, nunca la incluyeron en la lista pero sí se dio una solución transitoria de considerarla durante un período que venció el 29 de diciembre pasado y no fue renovado el criterio de enfermedad profesional. Entonces, la ART si sos médico, enfermero, residente, kinesiólogo, etc., no te cubre más.

M.H.: Los trabajadores, la población en general ¿qué deben reclamar?

R.S.: Lo que hay que reclamar es una intervención decisiva. Por ejemplo, el tema de los testeos, esas colas son inhumanas en pleno verano. Esto para saber si estás o no infectado, si no lo estás, estás respirando junto a muchísimas personas y te terminás contagiando. Hay que terminar con esas colas, eso se resuelve con una acción vigorosa.

Trabajadores hay y sino hay que sumar. Los trabajadores también se enferman y se aíslan, esto es lo que quieren cambiar, no quieren que se aíslen, entonces tienen que tomar más gente. Que parcialmente lo han hecho pero que al dar por terminada la pandemia, nadie renovó contratos y quedaron montones de trabajadores de la salud con contratos temporarios en la calle el 31 de diciembre.

En eso están todos unidos, los intendentes, los gobernadores, etc. Un punto entonces es resolver los problemas de la gente, si quieren tener diagnósticos hay que tener el recurso humano para que la gente lo tenga, y el recurso tecnológico. En la Argentina se puede hacer, la industria bioquímica argentina tiene un desarrollo enorme, se pueden hacer vacunas y reactivos. Lo que pasa es que tiene que haber una intervención fuerte del Estado, reunir los más de 40 laboratorios estatales y los privados y empezar a producir los test. Como si fuera una campaña de guerra.

Cuando hay una guerra se reúnen los recursos y se ponen en marcha. Eso por citarte un problema que aparece a la vista. Escandaloso. Por otro lado, el virus dura 7 días en el organismo, pero el daño que causa, de acuerdo a los órganos que afecta, cosa que varía en cada individuo; entonces una cosa es el alta epidemiológica, que es a los 7 días a lo sumo 10, pero seguís con los bronquios dañados, el corazón dañado, etc.

Hoy en día la persona no puede ser atendida porque las guardias revientan, no hay turnos en consultorios para atención programada, eso pasa porque no hay recurso humano, no hay una política destinada a tal efecto. Tiene que haber una política para eso, tiene que proveerse el recurso humano, la infraestructura y el recurso tecnológico. Eso por citar algunos de los casos. Y eso no se puede hacer si no es con una acción centralizada del Estado, porque es el único que puede reunir todos los recursos disponibles.

El tema de los testeos en la Argentina siempre fue dramático, porque nunca fue considerado el testeo como instrumento de rastreo y seguimiento del virus, como instrumento para combatir el virus, se utilizó como recurso diagnóstico, para saber si la persona puntual está o no infectada, pero no es la única manera. Sino para rastrear a los contactos de esa persona y hacer el seguimiento. Para eso se hacen los testeos. Esto yo ya lo he comentado varias veces, hay un ranking mundial de testeos y Argentina está en el punto 112. Un país con tres premios Nobel de Medicina no puede estar en un puesto tan bajo. Quiero decir que no hay una política consciente, la única explicación es que esto no entra en la conciencia de los que dirigen.

Fuente: https://rebelion.org/el-gobierno-los-empresarios-y-los-dirigentes-sindicales-actuan-como-si-la-pandemia-ya-hubiera-pasado/

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