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Fabricio Ballarini: Neurociencia y educación, ¿un vínculo posible?

Argentina/24 de Marzo de 2018/

Agencia Agencia CTyS-UNLaM  Entrevista a: Fabricio Ballarini

Las investigaciones de lo que sucede minuto a minuto en el cerebro humano respecto a la memoria, los recuerdos y el olvido, se plasmaron hace 3 años en un libro titulado “REC” escrito por el doctor en Biología y divulgador científico, Fabricio Ballarini. Tiempo después publicó un segundo libro, “Educando al cerebro I”, fruto de las charlas de divulgación que realizó en escuelas con el propósito de crear puentes entre la comunidad científica y educativa. En el marco de la Semana de la Ciencia, y Agencia CTyS-UNLaM lo entrevistó

En esta entrevista, Ballarini analiza los vínculos entre la neurociencia y la educación, reconoce que es un “terreno fértil” para seguir trabajando, pero advierte el riesgo de que termine siendo “un negocio” de unos pocos “para dictar cursos online que no sirven absolutamente para nada”.

También, alerta sobre la difusión en los medios de resultados de laboratorio que son llevados a la clase: “No se puede transpolar los resultados de investigaciones con ratones directamente al aula”.

¿Qué te aportaron tus libros?

Para mí, los libros tienen como una gran bondad que es acercar la ciencia a un público que normalmente no tiene acceso a ese material científico y que, de tenerlo, lo tiene mal comunicado o digerido. Tanto REC como Educando al Cerebro tienen la particularidad de tratar de comunicar ciencia de manera simple y que, esa comunicación, se haga sin intermediarios: desde el investigador al docente. Por eso, manejan un código muy similar: ambos trabajan con la vocación. Es una comunicación entre una persona que ama su trabajo y una persona que quiere mejorar en lo que hace, así que se da fructíferamente.

¿Cómo empezaste con esta investigación?

Yo vengo trabajando sobre esto desde antes del boom de las neurociencias en las escuelas. Veníamos haciendo jornadas y como notamos que los docentes eran super receptivos nos parecía medio injusto usar el instrumento educativo y sólo hacer un paper sin que ellos reciban algo de lo investigado.  Entonces invitamos a otros investigadores que trabajan con educación, pedimos el aula Magna en el Nacional Buenos Aires y empezamos con “Educando al Cerebro”. La charla funcionó tan bien que tuvimos el apoyo del director del CONICET para llevarla al resto del país.

Hoy en día ¿Qué se puede aplicaren el ámbito educativo de todo lo que se divulga en neurociencias?

Por ejemplo, en redes sociales hay muchas cosas que no tienen evidencia y la gente la consume. La comunicación científica en el ámbito educativo es como una manta corta. Por un lado, necesitas contar que existen evidencias científicas para que docentes y estudiantes entiendan que el rol del científico es buenísimo, pero la gente no tiene paciencia. La ciencia avanza muy lentamente y es limitada, entonces lo que se hace mal es contar resultados que no están realizados en escuelas y son llevados directamente al aula.

¿Hay algún lugar en el mundo donde la neurociencia intervengan en la capacitación o formación docente o en el aula misma?

Que yo conozca no, de hecho, en España ahora hay una revolución pedagógica gigante y hablan de las neurociencias, pero su aplicación es muy escasa. Es un terreno fértil para hacer cosas buenas y también para que sea un negocio que le convenga a 5 personas que dicten cursos online sobre cómo funciona la mielina y esto no sirve absolutamente para nada.

¿Qué papel toma el estado en esta relación?

El rol del Estado a nivel educativo no se discute, lo único que se pone en debate a la sociedad son las paritarias o los problemas del aula, pero no hay una discusión sobre cómo educar, qué cambios hay que hacer. Estamos años luz de que el Estado pueda investigar o implementar sobre estas cuestiones.

En el plano económico, por ejemplo, los subsidios que obtuve son para trabajar en roedores. Hay muy poco apoyo a la profundización de estas iniciativas por fuera del laboratorio por másde que tengan éxito comercial y parezca que el futuro de la educación está ahí. Después, en la práctica, esto se frustra.

Y desde tu disciplina, ¿qué evaluaciones hacen sobre las prácticas pedagógicas?

Voy a dar un ejemplo: en la lógica pedagógica tiene sentido que un chico que corta una pizza se dé cuenta fácilmente que se trata de una fracción. ¿Pero eso está probado? ¿Alguien lo midió? La neurociencia y la educación son dos mundos que se chocan. Estaría buenísimo que esos dos mundos vayan en paralelo, acompañándose, para que la ciencia le brinde información útil a los docentes, y a su vez, desarrollar estrategias para que el sistema científico se nutra de nuevas preguntas,ya que no está presente en el aula. Pero, como es tan nuevo, es difícil convencer a las partes de que es posible, que hay resultados y que puede mejorar el sistema educativo.

Fuente: http://www.aptus.com.ar/neurociencia-y-educacion-un-vinculo-posible/

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Primera conexión directa de un cerebro humano a Internet

Tendencias 21

La actividad cerebral podrá ser observada por cualquiera a través de la red.

Investigadores sudafricanos han conectado por primera vez un cerebro humano a Internet en tiempo real. Lo han conseguido registrando la actividad cerebral mediante un encefalograma, luego enviando esta información a un ordenador que, mediante un interfaz, lo proyecta en una web. Así, cualquier persona ver en tiempo real la actividad cerebral del sujeto del experimento, ya sea un paciente o un alumno.

nvestigadores sudafricanos han conseguido por primera vez conectar un cerebro humano a Internet en tiempo real, un desarrollo con potenciales aplicaciones en medicina y el sector educativo.

Lo primero que han hecho es registrar la actividad bioeléctrica cerebral de una persona mediante un electroencefalograma (EEG). A continuación transmitieron esa actividad a un ordenador y éste lo replicó en un programa informático que se ejecuta en una web abierta, permitiendo ver la actividad cerebral del sujeto del experimento.

Según explica Adam Pantnowitz, uno de los autores del proyecto en un comunicado de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, “estamos permitiendo que el usuario interactúe con su cerebro. Puede ver en tiempo real cómo reacciona ante un estímulo y ver así la respuesta que le ofrece e cerebro. Puede reconocer lo que sucede en su cabeza”.

El proyecto se llama Brainternet y utiliza la electroencefalografía para recoger la actividad eléctrica del cerebro a través del casco Emotiv EEG, que es el que envía la información a un ordenador. Este ordenador es Raspberry Pi, una máquina sencilla desarrollada para estimular las ciencias de la computación en las escuelas británicas.

Raspberry Pi envía la información remitida por el casco a un programa informático, que no es otra cosa que un interfaz desarrollado por el mismo equipo sudafricano. Este programa lo redirige una web donde cualquiera, incluido el sujeto del experimento, puede observar en tiempo real la actividad eléctrica del cerebro.

Para Pantnowitz, Brainternet es un nuevo tipo de interfaz cerebro-máquina. “Existe poca información fácilmente comprensible sobre la forma en que funciona el cerebro humano y gestiona las informaciones. Brainternet simplifica la forma en que las personas comprenden su propio cerebro y el de los demás”, explica.

Brainternet por tanto es una especie de programa TV on line en directo que ofrece una visibilidad clara del funcionamiento del cerebro, si bien por el momento sólo está disponible en una intranet de la Universidad de Witwatersrand para uso exclusivo de los investigadores.

Más interactiva e ¿inversa?
Antes de difundir esta herramienta para un uso más generalizado, los investigadores se proponen hacerla todavía más interactiva para que los usuarios puedan provocar estímulos en el cerebro observado, con la finalidad de hacer un seguimiento de las diferentes respuestas.
Otra idea que tienen para el desarrollo del proyecto es conseguir que funcione en sentido inverso, es decir, pasar información de un ordenador directamente al cerebro humano, un objetivo más lejano y complicado de conseguir.

La principal dificultad radica en los límites del lenguaje binario de los ordenadores, basado en enormes trenes de unos y ceros, para representar la actividad cerebral humana, mucho más compleja y dinámica que la representada en un ordenador.

Para conseguir lo que se proponen los investigadores sudafricanos, será preciso primero reducir la actividad cerebral a lenguaje binario, o tal vez utilizar otro tipo de ordenadores, como el ordenador cuántico o biótico, todavía hipotéticos. Nada que pueda esperarse a corto plazo.

Aplicaciones médicas y educativas

Al margen de estas evoluciones futuras, el resultado conseguido por los investigadores sudafricanos permite pensar ya en algunas aplicaciones potenciales. La primera para usos médicos, ya que esta tecnología permite a terapeutas observar desde cualquier lugar, a través de internet, la evolución cerebral de un paciente aquejado de enfermedades como el Parkinson, la epilepsia, la depresión o la esquizofrenia.

También podría ser útil para un seguimiento de la recuperación médica de lesiones, ya que permite observar el comportamiento del cerebro ante determinados movimientos.

Por último, no puede descartase su eventual aplicación a la educación, ya que puede permitir a los profesores conocer a través de Internet el estado cerebral de sus alumnos, determinar si están asimilando las enseñanzas, si necesitan un descanso o un nuevo enfoque de la temática para que pueda ser comprendida. De momento, todo especulaciones.

Fuente: http://www.tendencias21.net/Primera-conexion-directa-de-un-cerebro-humano-a-Internet_a44169.html

 

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Libro: Seis Sombreros para Pensar

Libro: Seis Sombreros para Pensar

Autor: Edward De Bono

1999

Ediciones Juan Granica S.A.
España
Cuando una persona se enfrenta a un proceso de toma de decisiones, su mente comienza a contemplar una serie de razones y emociones que le llevan a optar por una alternativa. Ese extraño proceso mental en que el individuo coteja las ventajas, los inconvenientes, los hechos, los sentimientos y otra serie de informaciones relevantes resulta muy difícil de explicar o de simular. En consecuencia, lo que se da de forma natural en el cerebro humano suele resultar extremadamente complejo cuando, por ejemplo, tratamos de aplicarlo a una decisión colectiva. No es de extrañar que en esos casos surja la confrontación, que cada participante ensaye tirar para su lado y que muchos no quieran o no sean capaces de asumir la perspectiva de otros.
Pues bien, el método de los seis sombreros no hace sino reproducir, de forma más sencilla, los procesos que tienen lugar en nuestra mente cuando tomamos decisiones, convirtiéndolos en algo sistemático y público. Para simplificar el pensamiento, este método propone que las cosas se atiendan una por una, y que todos los participantes se concentren coordinadamente en la que está siendo estudiada. Así, no solo se facilita el cambio de actitud —para lo cual basta con pedir un cambio de sombrero—, sino que se organizan puntos de vista diferentes y se crea un mapa enriquecido para tomar mejores decisiones.
Cada sombrero simboliza una forma de ver, una manera específica de pensar, que no se preocupa tanto por describir lo ya ocurrido, sino que intenta vislumbrar lo que está por venir. Al tratarse de una convención aceptada, que responde a ciertas reglas concretas, el uso de los sombreros permite expresar libremente aquello que la racionalidad lógica de occidente tiende a censurar y, al mismo tiempo, contribuye a limitar y a darle un mejor uso a ciertas formas de pensamiento que son propias de dicha racionalidad, pero que por lo general suelen conducir a discusiones y confrontaciones infructuosas. Cuando los pensadores han incorporado las reglas de este método y el uso de los sombreros se ha convertido en una especie de lenguaje común, el ejercicio de pensar logrará deparar resultados maravillosos e imprevistos.
Para descargar el libro, haga clic aquí:
Fuente de la Reseña:
https://www.leadersummaries.com/ver-resumen/seis-sombreros-para-pensar
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¿Quién enseña a un cerebro infantil a odiar?

05 de octubre de 2016 / Por: Eduardo Calixto / Fuente: http://www.excelsior.com.mx/

El cerebro humano inicia las conductas de temer, odiar o percibir socialmente el rechazo en la infancia; específicamente, estos procesos se inician a los tres años y se agudiza su aprendizaje entre los ocho y 12 años de edad.

¿Quién le enseña estos procesos al cerebro humano? La respuesta es muy simple, la influencia de los padres, maestros, compañeros, familia y medios de comunicación hacen que el cerebro interiorice actitudes discriminatorias y la búsqueda de generar inmediatas respuesta ante su enojo: el castigo.

A los tres años de edad, el cerebro ya tiene consciencia racial e inicia a detonar sus primeros prejuicios. El rechazo a la piel, a actitudes que no son consideradas como aceptables e incluso la forma distinta de pensar e interpretar el entorno, ya es motivo de separación y encono. No explicar los procesos sociales a un niño, evitar reglas sociales o posponer los frenos sociales necesarios que ayudan a la educación cívica, son los elementos que paulatinamente van quedándose en la memoria y el inicio de conductas que en el humano joven o maduro llegan a detonar odios y decisiones de auto-justicia que, en ocasiones, extrañan por la forma violenta que acompañan a muchos de sus actos y las consecuencias.

Con la segregación, el señalamiento, la violencia sesgada o ignorar voluntariamente la presencia de alguien, lo que busca en realidad el cerebro prejuicioso es calificar para que a partir de esta evaluación el (los) otro (s) sean inferiores ante su pensamiento. Es decir, ante la conducta social de actos violentos, lo que está detrás de esto es un proceso biológico de búsqueda permanente de superioridad; evento que el cerebro inicia desde la infancia, cuyo proceso es favorecido por el entorno familiar-social ejecutor de pensamientos intolerantes, racistas u homofóbicos. Lo que el adulto repite, en la mayoría de las veces, lo aprendió en la infancia.

Odiar, repudiar; disgusto, aversión, enemistad, tienen el mismo sustrato de circuitería neuronal. La amígdala cerebral, el hipocampo y el giro del cíngulo son estructuras que inician conductas, las recuerdan y evalúan sus consecuencias ante el entorno social. Ante actos de violencia, abandono o humillación, estas estructuras cerebrales cambian su conexión, toleran la violencia y se aprende a ser permisivo al no tener retroalimentación de los frenos sociales. Un cerebro que no tiene frenos o no evalúa adecuadamente sus actos está condenado a cometer actos antisociales en forma repetida, los cuales pueden generar gradualmente agrado y motivación para volverlos a realizar. Esta es una de los máximas expresiones de cómo el entorno social sí puede modificar las conexiones anatómicas del cerebro y los sustratos neuroquímicos de muchas emociones. El cerebro no necesariamente debe estar enfermo para hacer locuras. Si desconocemos las circunstancias sociales que motivan nuestros actos, estos pueden aparecer en un contexto negativo.

Un cerebro infantil copia inmediatamente lo que considera aceptado, y si es de un adulto, el proceso ingresa sin cuestionamientos, con mayor facilidad. Estos lineamientos quedan en el procesamiento de memoria y la elaboración de conductas. Un individuo antisocial, intolerante, prejuicioso, discriminador, racista tiene en común un aprendizaje crítico en la primer infancia de estas conductas que no tuvieron retroalimentación cognitiva adecuada, sin filtros apropiados, los prejuicios se aprenden y se hacen comunes. Sin límites, las conductas negativas se repiten. Sin una adecuada explicación se puede aprender a ser hipersensible ante una sociedad.

El resultado, una respuesta neuronal de búsqueda constante de generar placer por sentirse superior.

El ser humano es un ser social, su biología y psicología apuntan a ese hecho. Lejos de que esta nota sea determinista y catastrofista, busca la reflexión de sentirnos parte de los problemas y buscar la mejor solución de los mismos a través de una mejor explicación a los hechos y enseñando a las nuevas generaciones desde los 3 años de edad las estrategias adecuadas para entender su entorno. Otorgando los filtros sociales, explicaciones y argumentos que le den a ese futuro cerebro condiciones anatómicas para adaptarse mejor.

@ecalixto

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/blog/neurociencias-en-la-vida-cotidiana/quien-ensena-a-un-cerebro-infantil-a-odiar/1100014

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