Dice Jerome Bruner:
La educación no es una isla, sino parte del continente de la cultura*.
Muchos años antes, en 1936, Ortega y Gasset afirmaba en su libro Misión de la Universidad:
Principio de educación: la escuela, como institución normal de un país, depende mucho más del aire público en que íntegramente flota que del aire pedagógico artificialmente producido dentro de sus muros. Sólo cuando hay ecuación entre la presión de uno y otro aire la escuela es buena.
Es decir, la educación no es reductible a la acción de la escuela y, por otro lado, la acción de la escuela depende “íntegramente” de lo que ocurre más allá de las paredes escolares. La educación es, por tanto, un subsistema del sistema social y las escuelas son un pieza más en el complejo puzzle de las ciudades.
La vida en la ciudad es, además, un aprendizaje permanente a lo largo de la vida, es decir, una tarea compleja que aprendemos día a día y siempre de manera parcial. Con nuestras familias, amigas y amigos y otros “compañeros de socialización” intentamos conocer lo posible y lo factible en la ciudad, lo esperado y lo deseado, los márgenes de nuestra propia libertad y los derechos y deberes que nos corresponden a nosotros y a nuestros conciudadanos.
Por tanto, una ciudad siempre es un entorno educador. Sus calles y edificios son el escenario de nuestros aprendizajes y sus habitantes son nuestros “compañeros de clase” en un juego con muchas reglas tácitas y algunas explícitas. En ningún sitio es tan evidente la relación entre socialización y aprendizaje como en la ciudad.
Sin embargo, este valor potencial de ciudades y escuelas admite grados. Es decir, una ciudad puede ser más o menos educadora, de igual forma que, aunque parezca paradójico, una escuela puede también ser más o menos educadora. Volviendo a la citada obra de Bruner,
La escuela compite más de lo que nos hemos percatado con una miríada de formas de “anti-escuela” como proveedora de agencia, identidad y auto-estima.
Es decir, tenemos escuelas y anti-escuelas y, además, las tenemos fuera y dentro de los entornos de educación formal.
Por esta razón, es nuestra obligación pensar crítica e intencionadamente cómo se articula la educación en la ciudad y en las escuelas. Es decir, conviene que seamos conscientes de cuál es el estado de la cuestión, de los logros que se han alcanzado y de cómo se ha conseguido, de aquellos aspectos que se pueden mejorar y de las actuaciones que se pueden llevar a cabo con tal fin. En esta línea ya escribí una entrada anterior con algunas notas para el diseño de un proyecto educativo de ciudad, así que no insisto más en el tema.
En este sentido, en los últimos meses en Algeciras se están dando pasos correctos para diseñar un proyecto educativo de ciudad. En concreto, el pasado mes de enero el Pleno del Ayuntamiento de Algeciras aprobó de manera unánime la moción propuesta por el Grupo Municipal Socialista para que Algeciras definiera su proyecto educativo de ciudad. Esto ha provocado que recientemente se reuniera, en sesión extraordinaria, el Consejo Escolar Municipal para tratar el tema de manera monográfica.
En esta reunión se ha aprobado, en primer lugar, que el Alcalde de Algeciras, D. José Ignacio Landaluce, solicite formalmente la adhesión de Algeciras a la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras, lo cual es importante, sin lugar a dudas. Sin embargo, me parece que lo más interesante es que el Consejo Escolar Municipal ha establecido un plan de trabajo para el resto del año 2017 con la intención de definir adecuadamente el proyecto educativo de la ciudad de Algeciras: en mayo se tendrá listo un organigrama de trabajo, a finales de octubre se analizarán las propuestas de actuación posibles y en diciembre estará lista una versión inicial del proyecto educativo de ciudad, según me informan diversos miembros del Consejo Escolar Municipal de Algeciras.
Creo, por tanto, que la reunión del Consejo Escolar Municipal ha avanzado en las dos líneas necesarias para convertir a Algeciras realmente en una ciudad educadora: por un lado, se debe desarrollar el plano institucional, liderado por el Ayuntamiento de Algeciras, que debe solicitar formalmente la participación de la ciudad en la Asociación así como coordinar las actuaciones del Consejo Escolar Municipal en esta materia; por otro lado, se debe diseñar seriamente un proyecto educativo adecuado a la realidad y las necesidades de la ciudad.
Para este proyecto es importante conocer, en primer lugar, la realidad de la ciudad porque, como afirma Nancy Dixon**,
comprender sin actuar conduce a la impotencia pero actuar sin comprender es absurdo.
Así pues, ¿cuál es el auténtico mapa educativo de la ciudad, contando no solo con las escuelas sino con todas las organizaciones y colectivos con potencial educador?¿Podemos localizar zonas que necesiten un mayor apoyo para mejorar los aprendizajes?¿Hay sobresaturación de actuaciones en unas zonas y escasez en otras?¿Encuentran los ciudadanos y ciudadanas oportunidades suficientes de aprendizaje para su desarrollo personal y profesional?¿Están estas bien distribuidas?
En segundo lugar, conviene conocer y valorar las actuaciones que ya se están realizando, y ser conscientes de los resultados que se están obtenido. Por poner varios ejemplos, además de las muchas actuaciones desarrolladas por las delegaciones del Ayuntamiento de Algeciras, debemos destacar que se celebró la pasada semana Diverciencia, con gran éxito de público y un gran nivel científico, y en breve celebraremos el festival Pint of Science, que reunirá en un entorno informal a muchas personas interesados por el aprendizaje y la educación. Al mismo tiempo, en los centros educativos algecireños en los últimos años se multiplican las actuaciones de calidad que trascienden el trabajo ordinario en el aula, como están haciendo el CEPER Juan Ramón Jiménez, el IES Levante o el IES García Lorca, entre otros. En resumen, el buen quehacer del profesorado debe encontrar reconocimiento en el proyecto educativo de ciudad, que a su vez debe servir de palanca para nuevas actuaciones o para afianzar las que ya existen.
¿Puede, por tanto, la ciudad no ser educadora? Desafortunadamente, la ciudad puede ser deseducadora pero también podemos decidir si queremos que nuestra ciudad sea educadora y, además, tenemos las estrategias para intentar hacerlo realidad. Serán necesarios muchos esfuerzos de muchos agentes: los políticos habrán de entenderse más allá de sus siglas, los profesionales de la educación tendrán que dar lo mejor de sí y los ciudadanos y ciudadanas se espera que se comprometan.
¿Complicado? Sin lugar a dudas, pero también esperanzador. Una ciudad educadora es una manera de construir la ciudad del futuro desde la esperanza. ¿Acaso podemos decir no a esta posibilidad?
Al hilo de esta reflexión inserto aquí la entrevista que Juan Manuel Dicenta, periodista de Radio Algeciras (Cadena Ser), ha realizado a Dª Laura Ruíz, concejala delegada de Educación del Excmo. Ayuntamiento de Algeciras, y también a un servidor sobre la reunión del Consejo Escolar Municipal y la propuesta de Algeciras como Ciudad Educadora:
Así mismo, estas son algunas de las entradas que he escrito tratando el tema de la ciudad educadora y el caso específico de Algeciras:
Por último, agradezco al Ayuntamiento de Algeciras que haya acogido con ilusión la idea de convertirnos en Ciudad Educadora, como también quiero agradecer el buen trabajo realizado por los miembros del Consejo Escolar Municipal en relación con este tema. Con tal nivel de compromiso político y tan buenos profesionales no me cabe ninguna duda del resultado exitoso de este empeño: Algeciras será Ciudad Educadora, para bien de todos. Una vez más, gracias.
* Bruner, J. 2014. La educación, puerta de la cultura. Boadilla del Monte: Antonio Machado Libros. (Ed. orig. 1997)
** Dixon, N. 2000. El ciclo del aprendizaje organizativo. Madrid: AENOR.
Fuente: http://fernandotrujillo.es/puede-una-ciudad-no-ser-educadora/