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Libro (PDF): Jóvenes, acciones y movimientos. Aproximaciones desde el sur de México

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Este libro, como su autor lo declara en la introducción, propone un abordaje sociopolitico de Chiapas desde una perspectiva generacional, y en ello radica parte de su potencia: aportar una mirada generacional para comprender los procesos políticos situados en la temporoespacialidad chiapaneca; un punto de vista que no se centra sobre, por o para las juventudes, sino que construye un enfoque de y desde las y los jóvenes.

En los capítulos que siguen el lector encontrará aproximaciones a formas de vida y producciones juveniles, a modos de participación y a modalidades de acercamiento a los procesos generacionales que contribuirán a transformar las realidades desiguales en las que vivimos, reconociendo las diversidades y diferencias que caracterizan las juventudes contemporáneas e instituyendo lo común en tanto formas otras de estar juntos.

Autor: Carlos de Jesús Gómez-Abarca. UNICACH. CESMECA. Observatorio de las Democracias: Sur de México y Centroamérica.

Editorial/Edición: CLACSO.

Año de publicación: 2021

País (es): Argentina. México

ISBN: 978-607-543-135-2

Idioma: Español

Descarga: Jóvenes, acciones y movimientos. Aproximaciones desde el sur de México

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2381&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1555

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Chile: Magisterio convoca a huelga general el 30 de abril por tercer retiro y gestión de la pandemia

América del Sur/Chile/23-04-2021/Autor(a) y Fuente: www.colegiodeprofesores.cl

El Colegio de Profesoras y Profesores llama a toda la ciudadanía a manifestarse contra el Gobierno y su mala gestión de la pandemia, que tiene como más reciente expresión la negativa al Tercer Retiro del 10% de las AFP, dejando en la desprotección a millones de familias en el país.

 

Fuente e Imagen: https://www.colegiodeprofesores.cl/2021/04/22/magisterio-convoca-a-huelga-general-el-30-de-abril-por-tercer-retiro-y-gestion-de-la-pandemia/

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Las violaciones de derechos convierten el cambio en eslogan

Por: Dinorah García Romero

Parece que en el gobierno actual hay funcionarios y miembros del partido que forman parte de sectores negacionistas de las leyes. Estas personas parece que no quieren avanzar.

La República Dominicana es uno de los países del mundo que tienen dificultades significativas para instaurar un sistema político, económico y social respetuoso de los ciudadanos. El mayor porcentaje de estos tiene experiencias y percepciones de que cuenta poco para el Estado dominicano. Este es un problema histórico, pues sus raíces son centenarias. Los asomos políticos orientados a una manera diferente de tratar a la ciudadanía se ven boicoteados cotidianamente. Aparecen instituciones y funcionarios con prácticas arbitrarias; decisiones divorciadas radicalmente del respeto y la dignificación de las personas. Estos planteamientos tienen como referentes la huelga de hambre organizada por médicos para que se respeten sus derechos adquiridos por el desempeño de funciones específicas y el tiempo en servicio; aún más, para que se respete el derecho a la jubilación. De igual manera, la insistente demanda de los cañeros, se convierte en un hecho insólito e indignante. Escuchar sus voces de nuevo; y observar el desgaste por las condiciones de vida que soportan, ha de suponer un alto a la indiferencia. Asimismo, la fila inhumana cada vez más aumentada en uno de los costados del Ministerio de Educación de la República Dominicana requiere del MINERD un repaso sobre gestión de personal. Esta fila viola el derecho a la entrega de documentos en condiciones dignas; y, para mayor deshonra, la resistencia a pagar prestaciones laborales legitimadas por las leyes del país.

El siglo en que vivimos no soporta el abuso de poder. Está claro que el poder ha de ser distribuido. Desde esta perspectiva, ningún funcionario, ninguna institución, puede cosificar a las personas. Estos casos están resultando cada vez más frecuentes.

Parece que en el gobierno actual hay funcionarios y miembros del partido que forman parte de sectores negacionistas de las leyes. Estas personas parece que no quieren avanzar; prefieren funcionar con mentalidad dictatorial y hasta contraria a las directrices y propuestas del presidente de la República.

La diversidad de situaciones de esta naturaleza confronta a los líderes políticos, los gobernantes y a los educadores. Tales hechos suscitan, también, interrogantes de distintos tipos e intensidades. ¿Qué hacen las escuelas de educación política de los partidos?  ¿Qué criterios priman para la designación de los funcionarios? ¿Por qué la distancia entre el comportamiento en la campaña electoral y el que muestra al asumir un cargo en la administración pública? ¿Por qué hay funcionarios que olvidan el sentido profesional y humano en el desempeño de sus funciones?

Si la distorsión no fuera tan amplia en este aspecto, los casos señalados, más que extenderse, se reducirían. Se impone una acción colectiva para desterrar de la Administración pública a funcionarios que acentúen la desinstitucionalización del país. Es importante señalar que los derechos no resisten promesas. Los derechos solo atienden y esperan hechos. En este marco, lo que se ha de hacer es resolver lo más pronto que sea posible el problema de los médicos, de los cañeros, de los que hoy mismo están en la fila MINERD y de los que esperan sus prestaciones laborales.

Los educadores del país tienen el desafío de trabajar- tanto en educación preuniversitaria como en educación superior- los principios, criterios y políticas que contribuyen a la gestación y fortalecimiento de la institucionalidad en una sociedad. Esta tarea constituye un reto prioritario en el país. Gran parte de la inestabilidad de esta nación se debe a la fragilidad de la institucionalidad. Es necesario que, desde los espacios en los que actuamos, hagamos un esfuerzo por promover y formar para un compromiso con los procesos de institucionalización de la sociedad.

Los dirigentes del país y los miembros del partido gobernante han de trabajar de forma ardua para que el cambio no se convierta en un eslogan. De la misma forma, han de estar vigilantes, pues parece que hay funcionarios interesados en quedarse en la propaganda. Estos no quieren asumir los compromisos de un gobierno que se ha concebido como agente de cambio. Para ello tienen que reconocer y respetar los derechos de las personas. Si sucede lo contrario, el cambio es un eslogan y nada más.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/las-violaciones-de-derechos-convierten-el-cambio-en-eslogan-8928347.html

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El motor ético del buen periodismo en la nueva batalla por la vida

Este es el primer artículo escrito por Mónica González –presidenta de la Fundación CIPER– en su rol de encargada del Consultorio Ético de la Fundación Gabo. El texto analiza los desafíos que enfrentan los periodistas para cubrir con rigurosidad temas como la pandemia –y el aumento de la pobreza asociado a ella–, la corrupción y la industria de las noticias falsas. Mónica González liderará este consultorio ético en equipo con la periodista colombiana Yolanda Ruiz.

Vea acá la versión original de este artículo, publicada por la Fundación Gabo.

Si alguien nos hubiera dicho hace un año, en esta misma fecha, que en pocos días entraríamos en un túnel inédito, que durante meses estaríamos confinados, que llevar mascarillas, lavarse las manos y mantener distancia de los otros se haría obligatorio, que la cifra de muertos provocada por un virus llegaría el 19 de febrero de 2021 a casi 2 millones y medio de personas en el mundo, al tiempo que esta pandemia brutal trituraba en América Latina y el Caribe 2,7 millones de empresas, 8,5 millones de empleos y millones de hogares, lanzando a la pobreza al 37,2% de la población de la región (unos 230 millones de personas), habríamos dicho que era un guion de ciencia ficción.

Tampoco habríamos creído que el trabajo del periodista se haría más complejo y dramático y no solo por la violencia del crimen organizado, o los ataques al periodismo independiente de presidentes con arraigo dictatorial como Donald Trump (Estados Unidos), Jair Bolsonaro (Brasil), Nayib Bukele (El Salvador), Daniel Ortega (Nicaragua) o Nicolás Maduro (Venezuela).

No sabíamos que deberíamos enfrentar otras tres pandemias simultáneas: económica, la corrupción, la industria de noticias falsas que invadió nuestros espacios y la crisis política. No sospechábamos que el cuestionamiento a la verdad empírica y a la ciencia se convertiría en arma contra las instituciones y la salud pública, que la proliferación de información falsa nos intoxicaría y la ira de millones se expresaría en las calles desafiando a los estados y la miseria. La democracia crujía. Incluso en Estados Unidos. Cruje aún.

No sabíamos que, a partir del 26 febrero de 2020, cuando se detectó el primer caso de covid-19 en Brasil, hoy el segundo país del mundo con más víctimas, se iniciaría una etapa de la cual nadie sabe cómo saldremos ni cuándo. Y que el año 2020 y este 2021 marcan un hito en nuestra historia, en la de todos. Hemos navegado durante un año en la oscuridad. La línea de tiempo muestra que el buen periodismo, riguroso y ético es imprescindible.

PERIODISTAS EN LA OSCURIDAD

En ese contexto, los mensajes de periodistas de la región que han llegado a la Fundación Gabo son distintos: apuntan a cómo identificar la desinformación; cómo enfrentar el miedo al virus y a las amenazas de mafias que han ganado poder mientras el Estado retrocede; cómo rastrear corruptos que trafican con vacunas; como identificar empresas que reciben ayudas estatales y que en vez de mantener empleos se meten el dinero al bolsillo; ¿por qué hay opacidad total de cuánto pagan los gobiernos por vacunas? (hasta ahora solo se sabe que EE. UU. pagará casi US$2.000 millones a Pfizer para garantizar la entrega de cerca de 100 millones de dosis).

La palabra verdad se repite en esas consultas, así como el rigor en distintos matices. He aquí algunos ejemplos:

“Desde el punto epistemológico, ¿cuáles son los criterios de verdad que debe usar un periodista?”.

“Cuando uno está haciendo una investigación y consulta a varias fuentes, ¿cómo puedo tener certeza de que son fidedignas?”.

“¿Cuál sería la definición de independencia periodística?”.

“Lo idóneo es que un periodista informe a su interlocutor si va a grabar la conversación. Debe hacerse antes de iniciar la entrevista, sin importar el formato del registro (entrevista telefónica, videollamada, grabadora). ¿Existe alguna recomendación para cumplir con este código de conducta sin que se afecten las respuestas? La mayoría de las veces he visto como tras informar el interlocutor modifica y/o condiciona sus respuestas y comportamiento”.

“¿Qué hacer frente a un editor que quiere imponer titulares engañosos para buscar clics sacrificando la información?”.

No hay desperdicio en esas preguntas. No hay grasa. Hay urgencia por defender la vida y mostrar a tantos héroes anónimos; por la miseria que crece. Hay necesidad de hacer buen periodismo ante la democracia que cruje por estados debilitados, obsoletos y gobiernos que se ven sobrepasados por la crisis. Hay miedo ante muchas formas de violencia.

POBREZA: MÁS DE UNA DÉCADA DE RETROCESO

Hay una matriz común en el telón de fondo que envuelve a los periodistas: la democracia está en peligro. La ira de millones que han tomado conciencia que viven en la región más desigual del mundo se hace sentir. Una fractura los separa de los más ricos y la pandemia la ha hecho visible, narrable. Han sido periodistas los que han salido a buscar las historias, imágenes y nudos que impiden que la situación cambie. Un compromiso ético.

Ese compromiso exige no inventar, no exagerar. Todo está allí en calles, oficinas y pasillos del poder real. Si de rigor se trata, tomemos cifras oficiales. Un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicado en diciembre de 2020, estableció que 7 de los 20 países más desiguales del mundo están en América Latina y el Caribe. Una brecha de ingresos, de acceso a la salud, a la educación, a la vivienda. Y aunque 72 millones de personas salieron de la pobreza entre 2003 y 2008, la pandemia barrió con su nueva situación, provocando que la cifra de los que viven en situación de pobreza se eleve a unos 230 millones, mientras que otros 16 millones de latinoamericanos han caído a la pobreza extrema (llegando a 83,4 millones) por efectos del covid-19 (Cepal). El estudio de la Cepal concluye que al finalizar 2020 hemos retrocedido 10 años en PIB per cápita y 14 años en niveles de pobreza.

La misma Cepal concluyó que la informalidad laboral en la región alcanza al 53% (unos 158 millones de trabajadores). Una cifra que explica que casi 104 millones de personas vivieran en agosto de 2020 en campamentos o favelas en América Latina, según cifras de la ONG Techo. Carpas y chozas que se han multiplicado y no dejan de crecer, y que han hecho casi imposible en algunas zonas adoptar medidas para impedir la propagación del virus.

Cómo explicar, narrar, retratar, recoger la realidad brutal que viven todas esas familias por los efectos devastadores de haber perdido el empleo o de recibir remuneraciones miserables, sin seguridad social. Había que mostrar quiénes son ese 30% de los estudiantes más vulnerables de educación secundaria que no tiene computador en el hogar y cómo sobreviven esos 80 millones de niños, niñas y adolescentes que ya no reciben una comida caliente al día.

Las más afectadas por los desastrosos efectos de la pandemia han sido las mujeres: 118 millones han caído en situación de pobreza en 2020. El Informe de políticas sobre el impacto en América Latina y el Caribe, de la ONU, además de prever la mayor contracción económica en la región en un siglo, establece que la tasa de pobreza en las mujeres aumentó 9,1% y la participación femenina en el mercado laboral retrocedió una década.

Una realidad de larga data que se desarrollaba frente a nuestros ojos y que hasta inicios de 2020 era invisible. La responsabilidad del periodismo y los medios en ello es innegable.

Lo más duro y estremecedor ha sido asumir otra cifra dura: violaciones y femicidios aumentaron en toda la región entre 20 y 50% durante 2020. Una de cada 3 mujeres está expuesta a sufrir violencia de género.

LA TERCERA PANDEMIA: LA CORRUPCIÓN

Al mismo ritmo que se han ido incrementando contagios y muertos por Covid-19, el combate contra la corrupción se diluyó en América Latina. Los datos hablan: en junio de 2020 lo advirtió Americas Society, Council of the Americas (AS/COA) y Control Risks en su Índice de Capacidad de Combate a la Corrupción. Evalúa desde la independencia judicial hasta la calidad de la democracia y del periodismo de investigación para calificar qué tan idóneos son los países para combatir los delitos de corrupción y sancionarlos (en escala de 1 a 10). El caso más grave: Brasil.

Una realidad letal (la corrupción mata) que el 28 de enero pasado confirmó Transparencia Internacional: “Una concentración alarmante de poder del Ejecutivo en países como Colombia y El Salvador ha contribuido a una explosión de irregularidades y casos de corrupción vinculados a las contrataciones públicas relacionadas con la pandemia. En todo el continente los ciudadanos tienen dificultades para conseguir información fiable y actualizada sobre datos estadísticos y sanitarios y suministros de emergencia”.

No sorprendió la inclusión en ese informe, como país a “observar con atención”, de Estados Unidos, el más golpeado por la pandemia con más de medio millón de fallecidos: “Las dificultades de la administración (Trump) para supervisar el uso del monto sin precedentes de un billón de dólares asignado a la lucha contra el covid-19 generaron una gran inquietud”.

Y nuevamente el desafío ético para el buen periodismo: identificar las principales razones que impiden atacar la desigualdad. Una de ellas: el 10% más rico captura el 54% de ingresos nacionales en cada país, Un sector para el que, según revista Forbes y la BBC el 2020 fue rentable: los 2.200 multimillonarios del globo terminaron siendo un 20% más ricos, mientras el planeta sufre su peor catástrofe económica en casi un siglo, con una caída del 4% en el PIB mundial.

Se entiende así que el FMI urgiera en la necesidad de aplicar «impuestos más altos para los grupos más acaudalados y las empresas más rentables» para enfrentar la crisis. Una medida clave para el cientista político Francis Fukuyama, quien sostiene que la salud de una democracia moderna es su capacidad para que los más ricos paguen los impuestos que les corresponden, así como la corrupción sin control desestabiliza la gobernabilidad (ver su libro: Identidad. La demanda de dignidad y las políticas de resentimiento, Barcelona, Ediciones Deusto, 2019). Así lo entendieron los 84 ultra ricos del mundo que firmaron Millonarios por la Humanidad: “que nos aumenten los impuestos inmediatamente, sustancialmente».

Pues bien, esa regla no se cumple en casi todos nuestros países. Y de sus protagonistas y lobistas casi no se habla. Ejecutar lo que piden supone establecer drásticas medidas para combatir evasión y elusión (sin forados en la ley), acabar con el secreto bancario y con exenciones tributarias sin justificación. Para el buen periodismo ello representa un gran desafío ético: sortear primero la barrera que impide obtener información fidedigna y veraz; estudiar muchísimo, cotejar cada cifra, documento; y enfrentar a lobistas importantes: bufetes de abogados, periodistas, congresistas y economistas.

“Los poderosos siempre buscan el control total del gobierno menoscabando el progreso social en favor de su codicia. Contrólelos mediante una democracia efectiva o verá cómo fracasa su país”, advirtió el economista Simon Johnson, exjefe del Departamento de Investigación del FMI y autor del libro The Quiet Coup (The Atlantic, mayo 2009). Acuñó el concepto “golpe de estado silencioso”, que detalla los mecanismos con los que las élites financieras despliegan su influencia y manipulación en políticos y académicos para desmantelar cualquier intento de regulación que desafíe sus intereses. El buen periodismo es parte de ese control y, por lo mismo, objeto de manipulación.

LA CUARTA PANDEMIA: LA INDUSTRIA DE LAS NOTICIAS FALSAS

El director de la OMS lo advirtió: estamos luchando contra una pandemia y una “infodemia”. La alarma por la proliferación de información falsa se acrecienta por la amenaza que ella representa para la salud pública y por cómo socava la confianza de los ciudadanos en la democracia.

La ética impone nuevamente ir al fondo del problema. La herramienta masiva más utilizada por la industria de la desinformación han sido las redes sociales. Un sistema controlado por empresas que hoy se ubican en el pódium de las más grandes del mundo: Amazon, Apple, Google (Alphabet), Microsoft y Facebook (capitalización bursátil de las cinco multinacionales supera los US$5.000 millones). Gran parte de sus ganancias proviene de prácticas monopólicas en el manejo global de datos y de las campañas de desinformación. La investigación sobre Cambridge Analytica grafica el poder alcanzado por la manipulación al recoger información sensible de millones de usuarios de estas redes para luego ser utilizada en información falsa que se les entrega en campañas electorales. Así ocurrió en 2016 para perjudicar a la candidata demócrata Hillary Clinton.

La amenaza desestabilizadora de la desinformación ha tenido una respuesta muy débil de la democracia global. En octubre, en plena campaña presidencial estadounidense, Twitter y Facebook limitaron la difusión de un artículo del New York Post que afirmaba que Hunter Biden, hijo del candidato demócrata, organizó una reunión entre su padre, cuando era vicepresidente, y un directivo de una polémica empresa ucraniana de gas. El último paso de Amazon, Apple y Google fue anunciar que han decidido sacar de sus sistemas a la red favorita de los extremistas de derecha: Parler.

Twitter fue más allá: prohibió todos los anuncios políticos pagados y en septiembre anunció que “etiquetará o eliminará información errónea” que busque “socavar la confianza en las elecciones”. Interesante resulta conectar esa información con una más reciente aparecida en el Wall Street Journal (9 de febrero): por segundo año consecutivo Facebook y Amazon superaron en 2020 a todas las demás compañías estadounidenses en gasto de lobby. Facebook, que enfrenta juicios antimonopolios, gastó casi US$20 millones en lobby en 2020 (US$18 millones más que 2019), mientras que Apple Inc informó US$6,7 millones; Google: US$7,5 millones; Microsoft Corp. US$9,4 millones; Oracle Corp. US$8,1 millones y Twitter Inc., US$1,5 millones.

Así describió el poder que concentran esas compañías el periodista chileno y conductor de CNN Chile, Daniel Matamala: “Facebook ya es dueño de WhatsApp e Instagram, y Google, de YouTube. A su lado, los intereses de la United Fruit en Guatemala, los Brown Brothers en Nicaragua o de la ITT en Chile parecen un juego de niños. Los golpes del siglo 20 trataban de controlar el mercado del plátano, el cobre o el petróleo. Los del siglo 21 dependerán de un poder infinitamente mayor: de quién maneja los datos y puede manipular la verdad. Ya tenemos un aviso en Brasil, donde las campañas de mentiras por WhatsApp llevaron al poder a Bolsonaro. Ahora el poder está en unas oficinas de Silicon Valley”.

El nuevo enemigo que enfrenta la democracia no es racional, sino emocional. El estudio hecho en agosto pasado por Claudio Huepe y Claudio Villegas, investigadores del Laboratorio Social Lintwning Lab (SoL- Facultad de Comunicaciones Universidad Católica de Chile), concluyó: “la apelación a creencias o emociones es más importante que la evidencia”. Por ello cobra importancia vital el imperativo ético del buen periodismo para luchar contra las noticias falsas: información veraz, rigurosa y oportuna.

En el estudio de Huepe y Villegas se lee: “La sociedad se fragmenta en comunidades hostiles entre sí, a lo que se suma una desconfianza generalizada en las instituciones. El efecto en la capacidad de generar consensos objetivos que guíen el comportamiento social ha mostrado ser devastador en los países en que se ha medido. Estudios recientes muestran que casi el 40% de los adultos en EE. UU. creen que se exageran los riesgos de la pandemia, que un cuarto cree que fue planificada y menos de la mitad está decidida a vacunarse”.

Llegamos nuevamente a un punto ético clave. Por qué importa contar las historias relevantes con rigor, veracidad y multiplicidad de voces: porque así el periodismo aporta a cambiar la vida de las personas. Y porque, como dijo recientemente el periodista y académico colombiano Germán Rey, miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo: “el problema es que los medios no han hecho lo suficiente para ganarse un lugar en la confianza social, que se ha ido deteriorando progresivamente. La libertad de expresión no es un coto cerrado de los medios o de los periodistas. Es una libertad, un derecho y una responsabilidad de toda la sociedad. Pero desde hace unos años ha crecido el vedetismo en los medios. De fiscalizadores, algunos periodistas se creyeron vedettes, figuras. Algo semejante a lo que ha pasado con los futbolistas. Y empezaron a sobarse con el poder, a transformarse en elite, a preocuparse desmedidamente por los honorarios”.

La abogada colombiana Catalina Botero, integrante de la junta de supervisión independiente de Facebook, afirmó este 21 de febrero: “Las redes sociales no son medios de comunicación y no deben ser tratadas como tales”. Y agregó: “Sin medios de comunicación y periodismo de investigación independiente y profesional, la democracia tiene pocas posibilidades de sobrevivir”.

El peligro es real. La intergubernamental internacional IDEA y la estadounidense National Endowment for Democracy lanzaron en julio de 2020 la alarma global ‘Llamado a defender la Democracia’, firmada por más de 500 líderes, acusando a gobiernos, incluso elegidos democráticamente, que en días de crisis acumulan “poderes de emergencia que restringen los derechos humanos y refuerzan la vigilancia estatal”.

El peligro que enfrenta la democracia en América Latina se plasmó en la declaración que emitió la CIDH el 6 de febrero: “El hemisferio se encuentra en un punto de inflexión caracterizado por el deterioro generalizado del debate público donde los Estados democráticos se enfrentan al potencial traslado de la violencia online a espacios físicos con capacidad cierta de daño; a los intentos de captura del debate público potenciados por la desinformación; y a los dilemas de compatibilidad de los procesos, decisiones y modelos de negocio de empresas privadas con los estándares democráticos y de derechos humanos. Un desafío regional que afecta a todos los Estados de las Américas, contamina una parte considerable de sus deliberaciones internas y que pondrá a prueba sus futuros procesos electorales y la fortaleza de sus instituciones.

2021 marca el eje del ciclo electoral decisivo para el futuro del continente y que comenzó en Bolivia en octubre 2020, y termina en 2024: casi todos los países irán a las urnas para elegir presidentes y congresos. En 2021 habrá elecciones presidenciales y legislativas en Ecuador, Perú, Nicaragua, Honduras, Chile y legislativas en Argentina, El Salvador y México.

Las elecciones en nuestros países se harán al tiempo que batallamos con una pandemia que sigue sumando víctimas del virus y la miseria. Y también de la corrupción con el tráfico de vacunas que posterga a los más necesitados. La OMS alertó por la situación catastrófica en Brasil, en particular del Amazonas, que puede provocar implosión del sistema sanitario. «De continuar así, claramente vamos a ver una ola que será peor que la ola catastrófica de abril y mayo», alertó el director de emergencias de la OMS, Michael Ryan.

Si la democracia está en peligro, el buen periodismo debe salir con ética, hechos, voces, rostros, rigor e imágenes a informar y ganarse la confianza de los ciudadanos. Informar e iluminar la opacidad cuando la vida está en juego.

Fuente: https://www.ciperchile.cl/2021/03/04/el-motor-etico-del-buen-periodismo-en-la-nueva-batalla-por-la-vida/

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Informe: Identificar sostenibilidad con medio ambiente deja fuera del discurso mediático los ODS más sociales

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas constituyen una estrategia global para garantizar la supervivencia del ser humano en el planeta desde un punto de vista medioambiental, social y económico. Sin embargo, al analizar el discurso vinculado a los ODS en los medios de comunicación se observa un protagonismo claro de todo lo relacionado con el medio ambiente y el cambio climático, mientras las cuestiones de carácter más social o de buen gobierno quedan en un segundo plano. Así se desprende del informe ‘Agenda 2030 en los medios de comunicación’, elaborado por CANVAS Estrategias Sostenibles en colaboración con la empresa de Data Science Graphext.

“La Agenda 2030 ofrece una visión integrada del desarrollo sostenible que va mucho más allá de la sostenibilidad entendida como la protección del medio ambiente. Para responder al contexto actual, es clave esa perspectiva global que ofrecen los ODS, y que nos permite dar respuesta a temas críticos como la salud, las desigualdades, una economía baja en carbono o la innovación”, sostiene Claudina Caramuti, directora de desarrollo de CANVAS Estrategias Sostenibles.

Este estudio parte de la base de que la presencia de la Agenda 2030 en el universo mediático es vital para situar estos temas en la agenda pública y tomar conciencia del impacto que tienen las decisiones políticas, sociales e individuales en la consecución de los grandes retos globales del desarrollo sostenible.

“Con el fin de conocer de qué manera están presentes los ODS en el discurso de los medios, utilizamos nuestros algoritmos de NLP y predicción automática de temáticas para analizar más de 11.000 publicaciones en Twitter de cerca de 300 medios durante los años 2019 y 2020”, explica Sergio García, consumer insight specialist de Graphext. Y esta información se ha interrelacionado con un análisis cualitativo elaborado por RADAR CANVAS a través de entrevistas a 31 expertos.

En total se han identificado más de 11.800 noticias que tratan aspectos de sostenibilidad, ODS y Agenda 2030, y se aprecian tres enfoques bien diferenciados: noticias de carácter político sobre actuaciones del Gobierno o las CC.AA. en torno al desarrollo sostenible; noticias de dimensión medioambiental que cubren eventos o iniciativas relacionadas con el cambio climático -a las que desde el inicio de la pandemia se suman también las del ámbito de la salud-; y noticias que dan difusión a las estrategias de sostenibilidad y responsabilidad social del sector privado.

Presencia en medios vs. interés social

En cuanto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los cinco con mayor presencia en los medios en este periodo son, por este orden: ODS 13. Acción por el clima (41,5%), ODS 3. Salud y bienestar (26,7%), por influencia directa de la pandemia; ODS 11. Ciudades y comunidades sostenibles (24,2%), ODS 8. Trabajo decente y crecimiento económico (22,8%) y ODS 7. Energía asequible y no contaminante (22%). Por el contrario, los ODS 1. Lucha contra la pobreza (11,8%), ODS 5. Igualdad de Género (11,7%), ODS 10. Reducción de las desigualdades (11,6%), ODS 4. Educación de calidad (11,5%), y ODS 2. Hambre cero (5,2%) presentan una cobertura muy inferior.

“En los últimos meses hemos percibido un aumento del activismo medioambiental. La celebración en Madrid de la Cumbre del Clima en diciembre de 2019, y la declaración del estado de emergencia climática por parte del Gobierno de España en enero de 2020, han generado una mayor sensibilización social en nuestro país al respecto de estos temas, y se ha visto reflejado en los medios de comunicación, que cada vez conceden más espacio a este tipo de contenidos”, sostiene Idoia Castillo, experta en sostenibilidad e innovación de CANVAS Estrategias Sostenibles.

Sin embargo, llama la atención que el ODS 5. Igualdad de Género, siendo uno de los aspectos en los que más se ha avanzado en los últimos tiempos en España, sea uno de los que menos presencia tienen en las noticias. Otro dato a destacar es que solo el 52% del total de noticias relacionadas con la Agenda 2030 difundidas a través de Twitter fueron retuiteadas por la ciudadanía, en especial las relacionadas con salud y bienestar (ODS 3) y con ciudades y comunidades sostenibles (ODS 11), lo que transmite cierta falta de interés de la población por los asuntos relacionados con la Agenda 2030.

Por su parte, los expertos consultados consideran que los ODS más presentes en los medios no son necesariamente los que más interesan a la sociedad en su día a día, sino los más relevantes para las empresas o tal vez los más sencillos de medir. Y afirman que los aspectos que más preocupan a la ciudadanía son la situación económica y las consecuencias sociales que se derivan de ella, destacando como temas prioritarios la salud y el empleo, la educación o las crecientes desigualdades.

Concienciación a partir del estímulo positivo

“Según el último barómetro del CIS, solo el 29,4% de la población española sabe lo que es la Agenda 2030, por lo que es fundamental el papel activo de los medios para ampliar el conocimiento y la concienciación sobre estos retos globales, así como la necesidad de transmitir que el desarrollo sostenible no es sinónimo de conciencia ambiental, sino que hay mucho más, y la implicación de cada persona y de cada entidad es clave”, concluye Claudina Caramuti.

En cuanto a cómo pueden mejorar los medios la transmisión de estos mensajes a la ciudadanía, el panel de expertos de RADAR CANVAS destaca que no se trata tanto de incrementar cuantitativamente la cobertura mediática como de acercarse más al detalle, a través de historias reales inspiradoras y ejemplos de empresas, ONG, organizaciones y personas que, a través de su trabajo, pueden demostrar el impacto positivo que están consiguiendo en el planeta.

Fuente: https://www.compromisorse.com/rse/2021/02/19/identificar-sostenibilidad-con-medio-ambiente-deja-fuera-del-discurso-mediatico-los-ods-mas-sociales/

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Sólo una democracia feminista garantizará una ciudadanía plena

La teórica hizo una crítica de la “minoritarización” de la lucha feminista y ubicó la violencia de género como el “tema central” de la violencia estructural del sistema capitalista, pues se trata del “caldo de cultivo” donde se aprende y se reproduce la violencia que afecta a la sociedad entera.

La “democracia realmente existente” que vivimos está atravesada por dos grandes problemas: el de la raza, asentado en una “perspectiva colonial”, y el de género, que es ancestral y tiene su origen en la “prehistoria patriarcal” y se ha agravado cada vez más pues hoy las mujeres no son consideradas como ciudadanas plenas, aseguró la antropóloga y feminista argentina Rita Segato.

Durante su conferencia magistral “Democracia y feminismo”, que forma parte de la cátedra extraordinaria “(Re) pensando la democracia en el mundo actual: una visión histórica, global e interdisciplinaria”, organizada por el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) y la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también se preguntó “por qué los crímenes contra nosotras son considerados crímenes menores”.

En un comunicado el PUEDJS resumió la participación de la renombrada académica, quien aseguró que cuando hablamos del tema de la democracia y el feminismo destacan dos aspectos: la enorme importancia que ha ganado el estudio de la problemática de género en el campo discursivo durante la última década y, en sentido contrario, el problema de la violencia contra las mujeres, que es una “violencia social y estructural”, no particular ni de minorías, pues las afecta no sólo a ellas sino a toda la humanidad.

Luego de referir el racismo en Brasil, país donde vivió muchos años, como la falta de acceso a la universidad de la población afrodescendiente, Segato mencionó la “hipocresía de la democracia liberal” y dijo que esa careta o “fachada moral” se cae en casos como el de los presidentes Jair Bolsonaro o el mandatario estadounidense, Donald Trump. Sin embargo, este último representante de la supuesta “democracia modelo del mundo” se ha mostrado racista y misógino.

Segato hizo una crítica de la “minoritarización” de la lucha feminista y ubicó la violencia de género como el “tema central” de la violencia estructural del sistema capitalista, pues se trata del “caldo de cultivo” donde se aprende y se reproduce la violencia que afecta a la sociedad entera: desde la violencia común hasta las guerras entre Estados, problema que se expande actualmente y amenaza la integridad de la democracia.

Es necesario, agregó, terminar con la impunidad promovida por sectores conservadores provenientes de la política convencional, quienes buscan encuadrar el tema de la violencia contra las mujeres como de interés particular, de una minoría, lo cual es un error y “lo estamos pagando muy caro ya que al ser la violencia de género un problema social afecta tanto a las mujeres como a los hombres”.

Para Segato, desde la mirada patriarcal la violación es más que sólo violencia, también es “discurso” ya que la ideología dominante hace a la víctima sospechosa de “desobedecer” y es concebida como mala, y el violador supuestamente “la disciplina, la moraliza”. Es por ello, explicó, que las víctimas son estigmatizadas por los jueces.

“Este absurdo debe ser superado por la humanidad. Por eso, en el tema de la ciudadanía, las mujeres no somos personas completas, no somos ciudadanas”, dijo, y agregó: “Que los crímenes contra nosotras sean considerados crímenes menores, es la gran interrogante”.

Fuente: https://aquinoticias.mx/solo-una-democracia-feminista-garantizara-una-ciudadania-plena-advierte-rita-segato/

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Cómo los dogmas neoliberales están obstaculizando la resolución de la pandemia

Estamos inmersos en una de las mayores crisis sociales y económicas que el mundo haya vivido jamás. La evidencia científica que apoya tal observación de la realidad es abrumadora. Indicador tras indicador (desde los de mortalidad de la población hasta los de empleo) muestran el enorme dolor y sufrimiento que la pandemia está causando. Y la gente lo sabe.

Los niveles de cansancio, frustración y enfado que la mayoría de la población está alcanzando en gran parte de los países a los dos lados del Atlántico Norte preocupa en gran medida a los mayores centros de reflexión de los establishments económicos y financieros, así como a los fórums políticos y mediáticos que les son afines en cada país.

De lo que no se habla en los debates sobre la pandemia

Y, en consecuencia, está teniendo lugar un gran debate y discusión sobre cómo responder a esta pandemia. Pero en este debate se empiezan a tocar temas que eran intocables hasta ahora. Me explicaré. Hay un dato que no se aborda en tales fórums políticos y mediáticos y que, sin embargo, es de una gran importancia. Sabemos ya cómo controlar, contener y, por lo tanto, superar la pandemia. Disponemos de los conocimientos científicos y de los recursos necesarios para solucionar algunos de los mayores problemas que existen y evitar tantas muertes. Es más, conocemos cómo podría controlarse la pandemia para recuperar cierto grado de normalidad. El lector debería conocer esta realidad. La ciencia sabe hoy cómo podría ir resolviéndose. Y no me refiero solo a la ciencia virológica y epidemiológica y otras ciencias básicas en salud pública, sino también a las aplicadas, como las ciencias sociales y económicas. Sé de lo que hablo. Soy también profesor de la Johns Hopkins University, incluida su bien conocida Escuela de Salud Pública, desde donde se realizan los bien conocidos estudios sobre la pandemia, conocidos y citados a nivel internacional. Y le puedo asegurar que sí, se sabe cómo controlar la pandemia. Sabemos, por ejemplo, que no podrá haber recuperación económica sin antes contener la pandemia. Ignorar lo segundo para corregir lo primero, como hizo la administración Trump, ha llevado a un desastre económico, social y de salud. No hay ningún país que lo haya conseguido. De nuevo, hay miles de datos que muestran el gran error de ignorar esta realidad. Ahora bien, el lector se preguntará: ¿si conocemos cómo controlar la pandemia y tenemos los recursos para hacerlo, por qué no se hace? Y otra pregunta que deriva de la anterior es: ¿por qué los medios no están informando sobre ello y los gobiernos no están actuando?

El silencio ensordecedor sobre por qué no se resuelve lo que es resoluble

La respuesta al último interrogante es fácil de conocer, y tiene que ver con la ideología y cultura dominantes en estos países, lo que dificulta ir más allá de lo que el pensamiento hegemónico permite considerar. Uno de estos obstáculos es, por ejemplo, el sacrosanto «dogma de la propiedad privada», que se considera fundamental para la pervivencia del orden social, marcado este último por otro dogma, el de las también sacrosantas «leyes del mercado» como mejor sistema de asignación de recursos. Estos dogmas rigen el comportamiento de los establishments político-mediáticos de la mayoría de grandes países a los dos lados del Atlántico Norte, y han jugado un papel esencial en obstaculizar el control de la pandemia.

Un claro ejemplo de ello. El porqué de la escasez de las vacunas

Tal y como indiqué en un artículo reciente ¿Por qué no hay suficientes vacunas anti-coronavirus para todo el mundo?, Público, 30.12.20, el mayor problema que existe en el control de la pandemia hoy en el mundo es la falta de las vacunas contra el coronavirus, escasez que incluso se da en los países considerados ricos a los dos lados del Atlántico Norte, lo cual es absurdo, pues los países ricos (y, por cierto, un gran número de países pobres tienen los recursos para producir tales vacunas). En realidad, el desarrollo de la parte más esencial en la producción de las vacunas más exitosas (Pfizer y Moderna) se ha hecho con fondos públicos, en instituciones públicas, en los países ricos (y, muy en especial, en EEUU y en Alemania). Esto lo reconoce nada menos que el presidente de la Federación Internacional de Industrias Farmacéuticas, el Sr. Thomas Cueni, en un artículo publicado en el New York Times hace unas semanas, «The Risk in Suspending Vaccine Patent Rules», 10.12.20, en el que afirma que «es cierto que sin los fondos públicos de agencias [instituciones públicas del gobierno federal estadounidense] como la U.S. Biomedical Advanced Research and Development Authority o del ministerio federal alemán de Educación e Investigación, las compañías farmacéuticas globales no habrían podido desarrollar las vacunas COVID-19 tan rápido». El Sr. Cueni podría haber añadido que ello ocurre también con la mayoría de grandes vacunas que se han ido produciendo desde hace muchos años (véase el artículo citado anteriormente para ver los millones de dólares y euros públicos invertidos). La parte fundamental en el desarrollo de cualquier vacuna es el conocimiento básico, que suele investigarse en centros públicos o con fondos públicos de investigación sanitaria y salubrista. La industria farmacéutica, que sin este conocimiento básico no podría desarrollar las vacunas, utiliza dicho conocimiento para avanzar en su dimensión aplicada, es decir, la producción de las vacunas. Pero lo que el presidente de tal federación internacional olvida mencionar es que, además de utilizar el conocimiento básico que los Estados han financiado, esos mismos Estados ofrecen a las farmacéuticas un gran regalo al garantizarles el monopolio en la venta del producto durante muchos años, que pueden llegar hasta veinte, lo que les asegura unos beneficios astronómicos (los más elevados del sector empresarial de cualquier país).

Ahí está el origen de la escasez de vacunas. Es tan simple como esto. La propiedad intelectual, garantizada por los Estados y por las leyes del comercio internacional y sus agentes, es la que crea una escasez «artificial» de vacunas, lo cual genera unos beneficios astronómicos a costa de no tener suficientes vacunas para paliar las graves consecuencias de la pandemia y prevenir la muerte de millones de seres humanos.

¿Qué podría hacerse?

Lo más lógico sería, que, como ha propuesto Dean Baker (el economista que ha analizado con mayor detalle, rigor y sentido crítico la industria farmacéutica internacional), los Estados que ya financiaron el conocimiento básico expandieran su intervención para incluir, además del conocimiento básico, el aplicado, produciendo ellos mismos las vacunas, lo cual sería mucho más barato (puesto que no habría que incluir en los costes de producción los enormes beneficios empresariales).

Y el lector se preguntará: ¿por qué no se hace lo que parece lógico? Pues la respuesta también es fácil. Por el enorme poder político y mediático de la industria farmacéutica a nivel nacional e internacional. Dean Baker documenta muy bien la naturaleza de estas conexiones (ver el vídeo «Dean Baker On Beating Inequality & COVID-19: Tackle Patent and Copyright Monopolies», 20.01.21, The Analysis News). En realidad, entre un gran número de expertos en salud pública en EEUU hay una postura generalizada de que el legítimo objetivo del mundo empresarial privado de poner como principal objetivo el conseguir optimizar sus beneficios económicos debería limitarse o incluso rechazarse en las políticas públicas que tienen como objetivo el optimizar la salud y minimizar la mortalidad. Esta percepción deriva del hecho que el propio EEUU muestra claramente que la privatización de la sanidad, gestionada por empresas con afán de lucro (que es la situación más común en aquel país), ha provocado un enorme conflicto entre los objetivos empresariales y la calidad y seguridad de los servicios. EEUU es el país que tiene un mayor gasto en sanidad (la mayoría, privado), y en el que hay más gente insatisfecha con la atención recibida, con un 32% de la población con enfermedades terminales preocupada por cómo sus familiares pagarán por su atención médica. La optimización de la tasa de ganancias es un principio insuficiente y enormemente peligroso para la salud de la población (la escasez de vacunas es un ejemplo de ello).

¿Estamos o no estamos en una situación de guerra, como se dice?

El lenguaje que constantemente utilizan las autoridades que están imponiendo enormes sacrificios a la población es un lenguaje bélico. Estamos luchando, se nos dice, «en una guerra contra el virus» (que la ultraderecha cataloga de «chino», intentando recuperar la Guerra Fría, sustituyendo la URSS por China). En realidad, en EEUU el número de muertes por COVID-19 es mayor que el número de muertes causadas por la II Guerra Mundial. Lo que ocurre es que los que así hablan no se lo creen. Es un recurso que utilizan para forzar un control de los movimientos de la población (lo cual me parece lógico y razonable), pero, en cambio, siguen conservando meticulosamente los dogmas liberales de la propiedad privada y las leyes del mercado, dogmas dejados de lado en el pasado en situaciones de guerra de verdad. ¿Cómo puede justificarse que los gobernantes de las instituciones de la UE (la mayoría de los cuales son conservadores y liberales) respeten el copyright de las empresas farmacéuticas que han producido la vacuna contra el coronavirus? Durante la II Guerra Mundial toda la producción industrial se orientó a la fabricación del material de guerra necesario. ¿Por qué no se hace ahora lo mismo? Si se forzara la producción masiva de tales vacunas por parte de las empresas farmacéuticas en todos los países o en grupos de países, se podría vacunar rápidamente a la población no solo de los países ricos, sino de todo el mundo.

Como era predecible, la Unión Europea, desde su Parlamento hasta la Comisión Europea y sus otros órganos de gobierno (la mayoría gobernados por partidos conservadores y liberales), se ha opuesto a ello, pues es cautiva de sus dogmas, que ya han demostrado ser fallidos durante el período neoliberal y que, a pesar de su gran fracaso, continúa siendo dominantes en los establishments político-mediáticos a los dos lados del Atlántico Norte. Al menos en EEUU, la nueva administración federal del gobierno Biden, presionado por la comunidad científica (y por las fuerzas progresistas dirigidas por Bernie Sanders), está hablando de forzar a la industria farmacéutica a anteponer el bien común a los intereses particulares. Veremos si se lleva a cabo. Sería bueno que pasara lo mismo en Europa. Ni que decir tiene que las derechas de siempre -desde Trump hasta las derechas de España (incluyendo Catalunya)- acusan a los que quieren forzar dicha producción de «sociocomunistas». Pasa en todo el mundo. De ahí que la ciudadanía debería movilizarse para cuestionar tanto dogma que está haciendo tanto daño a la población. Animo a los lectores a que se organicen y envíen textos y cartas de protesta a tales instituciones, pues de poder hacerse sí que se puede. Lo que ocurre es que su dogmatismo y creencias les impiden verlo.

Fuente: https://rebelion.org/como-los-dogmas-neoliberales-estan-obstaculizando-la-resolucion-de-la-pandemia/

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