En todos estos años que hemos acompañado a las comunidades a través del trabajo de Caracas Mi Convive y Alimenta La Solidaridad, hemos podido constatar que en los sectores populares se concentra buena parte del reservorio de valores democráticos y liderazgos que siguen activos en nuestra sociedad.
El trabajo en las comunidades, cuando es organizado, voluntario, comprometido y, sobre todo, libre del chantaje desde el poder, termina siendo una herramienta para la mejora de la calidad de vida de las familias y, además, una escuela de formación en valores ciudadanos y de nuevos liderazgos. El venezolano, expuesto a una de las mayores crisis humanitarias conocidas en nuestra historia, ha reforzado sus convicciones democráticas cuando se organiza para hacer frente a sus problemas.
Sin embargo, en medio de este fortalecimiento del liderazgo en el ejercicio de lo “público”, hemos visto con preocupación que el régimen ha vuelto a poner en la mira de sus ataques a las ONG, al tiempo que anuncia nuevas leyes (Ley del Parlamento Comunal y Ley de las Ciudades Comunales) que podrían tener efectos muy peligrosos sobre estos viveros de democracia.
Aunque de momento no conocemos los detalles de estas leyes, que serán aprobadas sumariamente por una Asamblea Nacional sumisa a las órdenes de Nicolás Maduro, ya sabemos, por experiencia en las propias comunidades, que los intentos de avanzar hacia la conformación del llamado “Estado comunal” que lleva adelante Miraflores son siempre formas de organización vertical, militarizadas, en las que la democracia interna está supeditada a la lealtad política y la autonomía de las comunidades y de los individuos es carcomida, desde adentro, en nombre de fidelidades revolucionarias.
En definitiva, cuando el régimen habla de la conformación de un Estado, ciudad o parlamento comunal, termina intentando desplegar una maquinaria de control y chantaje político y militar en las comunidades.
El régimen ha detectado el peligro que representa para su subsistencia, que los ciudadanos se organicen, el “poder” ha entendido que estas formas de trabajo civil representan uno de los últimos reservorios que quedan de las prácticas democráticas en el país, por eso quieren volver a ocupar estos espacios con sus “leyes comunales”.
Esta es la razón del ataque del régimen a las ONG. Nuestra presencia, acompañando a los nuevos líderes y las formas de organización popular, es un apoyo necesario para que los las personas puedan hacer frente a la crisis humanitaria, sin tener que perder su libertad.
Es necesario alertar a los venezolanos que estamos frente a una situación que nos convoca a todos por igual, el riesgo de que el régimen busque tomar los viveros de liderazgo y democracia que hay en Venezuela para poner, en su lugar, cuarteles donde solo se trabaje para garantizar la lealtad y fidelidad a un proyecto político.
Tenemos que preguntarnos: ¿Qué aspiramos para nuestro país?, ¿viveros de democracias o cuarteles ideológicos?
Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/opinion/peligros-del-llamado-estado-comunal/
La formación ciudadana desde la propia práctica ha de priorizar la perspectiva crítica, para que los ciudadanos en general aprendamos a forjar una vivencia ciudadana situada y corresponsable. Para que las lecciones de Moral y Cívica puedan revertir el déficit de una formación ciudadana seria, es necesario que esa moral y ese civismo se construyan día a día; desde lo que hace, siente y vive cada sujeto, cada grupo humano.
La pandemia que azota la esfera mundial se va alargando en el tiempo, incrementa las infecciones y la letalidad. Esta enfermedad, que se muestra implacable y desestabilizadora de personas, instituciones y países, no solo ha de ser recordada y analizada por los hechos destructivos que exhibe la potencia del virus que la sostiene y expande. Hemos de ponderar las diversas interpelaciones que derivan de las circunstancias que giran en torno a la pandemia. En esta dirección, hemos de identificar los procesos y acciones vinculados a la COVID-19 que están impactando nuestra mentalidad, la práctica individual y colectiva. Pero, además, es necesario prestarles atención a las carencias y necesidades que se hacen visibles en la vida cotidiana.Se produce una interrelación entre las preocupaciones y las necesidades en estos momentos.
Observamos cotidianamente las dificultades que tiene un alto porcentaje de la población para respetar el distanciamiento físico y social; el uso de la mascarilla y el cumplimiento de las regulaciones que establecen las autoridades para preservar a la ciudadanía de la enfermedad. Se constatan reacciones distintas en la población. Unas personas sienten miedo por el curso que está tomando la enfermedad; otros no creen en la veracidad de lo que la OMS, OPS y SP plantean sobre la pandemia. Esta situación se vive como una experiencia de pérdida de libertad, de derechos y de vida. Consideran que se les miente, que todo lo que pasa es producto de intereses y de poderes transnacionales. Esta diversidad de concepciones, creencias y reacciones son indicadores de la atención que le hemos de poner a la formación ciudadana en la República Dominicana.Creemos que muchos de los problemas que se presentan en este período con jóvenes y adultos responden al vacío en el que ha caído la formación en el campo de las Ciencias Sociales. La formación del pensamiento cuenta poco en los procesos formativos, tanto en la educación preuniversitaria como en el ámbito de la Educación Superior. La formación ciudadana desde la propia práctica ha de priorizar la perspectiva crítica, para que los ciudadanos en general aprendamos a forjar una vivencia ciudadana situada y corresponsable. Para que las lecciones de Moral y Cívica puedan revertir el déficit de una formación ciudadana seria, es necesario que esa moral y ese civismo se construyan día a día; desde lo que hace, siente y vive cada sujeto, cada grupo humano. Esta formación ha de acentuar el razonamiento, la reflexión y las opciones que comprometen con la transformación de lo que diariamente vulnera la dignidad y los derechos de las personas, de las instituciones, de la sociedad.
La formación orientada a una ciudadana que se construye desde la práctica ha de posibilitar el desarrollo de la conciencia crítica y autocrítica de la gente. Esto le permitirá fomentar la cultura de evaluar su modo de actuar. Le facilitará, además, la adquisición de una mentalidad más flexible y plural para comprender la realidad local y mundial. Asumirá con responsabilidad la repercusión de sus actuaciones en el impulso o parálisis de la sociedad. La problemática de la formación ciudadana devela, a su vez, la necesidad de que gobernantes y funcionarios contextualicen sus conocimientos sobre la realidad y la formación de los ciudadanos que dirigen, para una gestión humana y efectiva, de los conflictos que generen los vacíos formativos. El problema de la educación ciudadana es palpable; urge mejorarla significativamente.
Este documento sistematiza el proceso de diagnóstico e intervención de un proyecto sobre la inclusión social y la ciudadanía de las y los jóvenes en entornos de violencia, vulnerabilidad y exclusión en México. El proyecto, centrado en jóvenes vulnerables a diversos tipos de violencia social, se implementó en colonias periféricas de Poza Rica, Xalapa, Veracruz y Coatzacoalcos, con el objeto de contribuir a la construcción de redes, al fortalecimiento de trayectorias, la participación ciudadana y el acceso de las y los jóvenes a la justicia, mediante el desarrollo de sus capacidades de reflexión y liderazgo en diferentes campos sociales. La sistematización se realizó bajo el paradigma crítico, para promover la reflexión, identificar oportunidades de intervención social y promover buenas prácticas con jóvenes. Estamos seguros de que los resultados aquí expuestos serán de utilidad tanto para las organizaciones e instituciones que trabajan con jóvenes, como para las y los actores involucrados en esta intervención intersectorial; seguramente nos ayudará a tomar mejores decisiones en proyectos futuros.
Autor (a): José Alfredo Zavaleta Betancourt. Nemesio Castillo Viveros. Laura Elizabeth Cervantes Benavides. [Autora y Autores]
Editorial/Edición: CLACSO. Universidad Autónoma de Ciudad Juárez – UACJ. IDRC – Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo.
Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2263&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1440
Cuando la conoció, ella llevaba una cresta punk. En la vieja Facultad de Filosofía de Zorroaga, en el País Vasco, en cuyos pasillos se vendían vino y bocadillos de tortilla, la muchacha se acercó una mañana al joven profesor. Destacaba entre la multitud y no por su cabellera excéntrica que le valió el nom de guerre Pelo Cohete. Llamaba la atención de modo tan natural, recuerda su gran amor, “como perfuman las flores o sobresaltan los truenos”. Fernando Savater (San Sebastián, 1947) describe este momento clave de su existencia. “He estado en tu clase. ¡Y no me ha gustado nada!”, le dijo Sara Torres. Lejos de irritarse con esta impertinencia, él entendió que era solo una manera de entablar conversación. Así nació una relación que se extendió durante 35 años hasta que ella murió de un cáncer fulminante. La peor parte. Memorias de amor (Ariel) es el himno de un sobreviviente, la carta de amor sin cursilería de una pluma excelsa, una oda a la desolación, un perfil sobre el motor que desde las sombras del anonimato enciende una lúcida voz del pensamiento, la biografía de una mujer desconocida por la historia, una pancarta contra el escepticismo y las bondades de los fármacos y del psicoanálisis para sobreponerse al dolor. “Con la pérdida de mi amada, perdí también el afán de futuro y sobre todo el regocijo de la vida, pero seguí sintiendo la habitual antipatía por la muerte. Es como cuando padecemos un fuerte catarro nasal que embota nuestro sentido del gusto: seguimos teniendo apetito y nos atrae el aspecto de los platos preferidos, pero al probarlos vemos que han perdido su sabor y así nos aburrimos pronto de comer”, escribe en el libro que demoró en publicar casi cuatro años.
Es domingo por la mañana y la voz de tenor de Fernando Savater inunda el living del hotel donde se encuentra. Es uno de los invitados estrella del Hay Festival Segovia, que se celebra en la ciudad castellana, uno de los oradores más convocantes, que junto con el historiador polaco Adam Michnik indaga sobre las amenazas nacionalistas que azotan Europa.
Durante los meses en los que se extendió el confinamiento por el Covid-19, Savater estuvo recluido en su casa en San Sebastián, donde algunas ventanas miran al mar. El filósofo es autor de Ética para Amador, con el que tantos jóvenes hispanoamericanos han estudiado, y muchos otros ensayos sobre la ética (Invitación a la ética, Ética de urgencia, Ética como amor propio, Ética para la empresa, etcétera). Su compromiso político y el amor por su esposa no son esferas divisibles. Era Pelo Cohete quien estimulaba a Savater a escribir sus ideas políticas, a combatir contra el atropello de los violentos, de los nacionalistas, y en particular contra la agrupación terrorista ETA.
Define al populismo como “la democracia de los ignorantes”. ¿Se refiere a los líderes o a los votantes?
Son los ciudadanos. La mayoría de las personas no sabe hacer una operación a corazón abierto y eso no tiene nada de malo. El problema es si tú vas al hospital y tienes que hacerte una operación y te toca una de esas muchas personas que no saben hacerlo. El problema no es el político en sí, que suelen ser demagogos e ignorante, sino el problema está en la gente que lo elige. Hay otras formas de populismo, los que se imponen por la fuerza. Hay dictadores que se imponen por medios populistas, por ejemplo, pero el problema es cuando los ciudadanos eligen al populista.
¿De qué modo se puede educar para no votar al populismo?
Se puede educar ciudadanos con sentido de su libertad y de sus posibilidades, derechos y deberes. Algunos nos hemos pasado 35 años tratando de educar a la gente.
También interviene la ética a la hora de votar. Por ejemplo, ¿voto a un corrupto, a pesar de que lo sea, si me beneficiará con una política?
Sí. Claro. Ahí está la libertad de cada uno y por eso hay que educar sobre la ética.
Hay una figura, la del militante. ¿Es dañino? ¿Atenta contra la libertad en una sociedad?
No, ser militante está bien si hay una buena causa. Me gustan las personas que se comprometen y no las que ven pasar las ideas, como las vacas ven pasar el tren, y no se mueven. Me gusta la gente que viaja en el tren.
Cuando hay una sociedad tan polarizada, ¿qué se puede hacer para proponer el diálogo, para acercar posiciones y que no haya un abismo?
En una democracia, la unanimidad es sospechosa. La polémica no es mala, siempre que esté sometida a las pautas de la democracia, que no tiene que crear la armonía, sino civilizar la desarmonía y las discrepancias. Una cosa es que uno discrepe con el otro y otra que el otro le pegue un tiro. Lo malo también en este caso no es la discrepancia, sino el tiro. La democracias se llaman parlamentarias porque están basadas en la palabra. Dice Montesquieu: “Si uno acerca al oído a un país y no oye nada, puede estar seguro de que es una dictadura. Si uno se acerca y escucha gritos, insultos y polémicas, es una democracia”.
¿De qué modo se puede recomponer un tejido social?
Con educación y libertad, pero lo importante es que entendamos que somos, a pesar de todas nuestras diferencias, seres semejantes. ¿En qué? Somos seres vulnerables, somos frágiles, un mecanismo con grandes posibilidades, pero que se estropea fácilmente. En sociedad nos defendemos mejor, es nuestro mejor instrumento para luchar contra nuestra vulnerabilidad. Somos tan sociales que las enfermedades son sociables, como las epidemias, y por eso hay que separarnos.
Pero también hay muchedumbres, un concepto que usted estudia.
La muchedumbre es cuando cada cual se dedica a sí mismo, cuando se atropella, patea, y también se deja asustar, porque son personas inseguras las que la integran. La solidaridad es lo que convierte a una muchedumbre en una sociedad.
Hay algunos líderes que utilizan las redes sociales para despotricar, para acusar de modo nada diplomático.
Sí, hay algunos muy conocidos…
¿Cómo interpreta esta acción?
Cuando los líderes son malos lo que hay que hacer es cambiarlos. Votar a otros. Y si el líder sigue siendo malo, la culpa es tuya porque no lo has cambiado.
Decía Éric Vuillard en el Hay Festival, parafraseando a Voltaire, que cuando surgen estas expresiones populares, generalmente hay un líder en las sombras con resentimiento y frustración. ¿Está de acuerdo?
Hay momentos donde los movimientos populares expresan un descontento objetivo. La gente se queja porque la economía va mal, la salud va mal, se pisotean derechos colectivos o individuales. No hace falta rascar mucho. Pero a veces se lanza un falso pretexto, que parece vital, pero quiere cambiar la democracia. Así ocurre a menudo en la historia.
Usted ha expresado siempre de modo muy valiente su voz y repudio ante las acciones de ETA.
Ya menos, estoy bastante jubilado.
¿Vio el polémico cartel que anticipaba la serie Patria, basada en la novela homónima de Fernando Aramburu [se equiparaba a un terrorista con una víctima]? ¿Qué sintió?
Un poco de rabia, porque traicionaba la novela. La novela no es eso. Es excelente. Eso fue una operación comercial, probablemente hecha con esta intención de ahora “Aquí todos somos malos para que no sea malo ninguno”. La novela no es así, sino todo lo contrario. Me fastidió. Afortunadamente la serie responde a la novela y no al cartel.
Usted habla y cita a menudo, desde hace décadas, a Celia Amorós. Ella es una referente indiscutida del feminismo. ¿Ha sido atacado por el feminismo?
Celia ha sido compañera mía mucho tiempo. He tenido ataques por todas las razones que puedas imaginar. Di una y seguro he tenido un ataque. Con Celia ambos compartíamos en un momento un gran interés por Sartre. Actualmente no nos vemos, pero siempre le he tenido un gran respeto intelectual y procuro respetar intelectualmente a quienes se expresan intelectualmente. Pero extender ese respeto a esas encuestas que hace el Ministerio de Igualdad, a veces, no puedo.
Hablaba de los sartreanos, y pienso en Mario Vargas Llosa, que también lo fue en un momento. Junto a él ha adherido al manifiesto de un grupo de intelectuales de Estados Unidos, publicado en la revista Harper’s, donde condena la intolerancia de algunas esferas, así como también la hoy denominada “política de la cancelación”. ¿Alguna vez la ha practicado?
Personalmente, sí. Lo que no me gusta, lo cancelo, pero no por eso voy a tirar la estatua. Tengo en el mundo muchas personas canceladas, pero es a nivel personal. En fin, es inevitable. Tener cierta capacidad de eliminar cosas que uno no quiere es un poco limpiar el desván de la cabeza.
Me gusta esa metáfora, sobre el “desván de la cabeza”. La memoria es limitada.
Es que tienes que vaciar a veces tu cabeza para que tenga sentido todo lo demás.
¿A qué autores no quiere sacar nunca del desván?
Ídolos literarios, Borges o Samuel Beckett. Luego, como soy muy aficionado a las carreras de caballos, soy muy burrero, Jorge Valdivieso. Y algunos ídolos cinematográficos.
¿Quiénes son sus héroes del cine?
Charles Laughton, John Wayne, Gene Kelly.
En 2012, en la televisión argentina, tuvo un programa que vinculaba la literatura y lo urbano [Las ciudades y los escritores, por TN]. En la actualidad estamos en un escenario donde la autoficción, o la ficción del yo, ocupa un papel relevante. ¿Qué dice este fenómeno, no tanto en términos literarios, sino del contexto en el que estamos?
Ahora hay mucha más gente que escribe que gente que lee. Lo difícil es encontrar lectores. Aunque siempre ha sido así, no es algo exclusivo del presente. Los buenos lectores son más preciosos que los escritores. A mí me gustan mucho estos libros, la literatura del yo. Según qué “yo”, claro.
La peor parte, su último libro, está dedicado a su mujer. Allí escribe que usted muchas veces escribía para que ella lo quisiera más.
Sí, me suelen preguntar qué es el amor. Y pienso que es dejar de vivir para algo y vivir para alguien. Hacía las cosas que sé hacer, que no son muchas, no pensando que me iban dar el Nobel, sino que ella me iba a sonreír. Con eso me bastaba. Las cosas que vienen del amor no tienen precio, mientras que todo lo demás está en venta.
Entonces, ¿qué es el amor?
Es un giro que da tu vida. Tu vida funciona en un cauce de rutina, de imitación, y el amor hace que veas al mundo con otros colores, para bien y para mal. El amor te da una intensidad nueva en el mundo, y por otra parte te deja un poco inerme ante muchas cosas, sobre todo ante el miedo de perder al amado. De perder al objeto de amor, porque si se muere la persona que amas, el amor sigue.
¿El amor platónico realmente existe?
No, no. Esa es una tontería que se inventaron los provenzales. Es como la gente que ahora dice que está en contra del amor romántico. ¡Pero si es que no hay más que amor romántico!
Se habla de las relaciones y del amor tóxico…
No. Hay gente a la que todo se le vuelve tóxico porque no ha nacido para vivir, sino solamente para padecer. Entonces la literatura, el amor, la religión, la política, se les vuelven tóxicos.
¿Cuál es su opinión sobre el concepto de las relaciones líquidas y el amor líquido [una tesis que propone el sociólogo Zygmunt Bauman]? ¿Piensa que realmente existe algo así?
A mí eso del amor líquido… No hay que hacer caso. Son cosas que nos inventamos los profesores.
¿Teme a la muerte?
Creo que mucho no estoy pensando en ella. Spinoza en su Ética dice:. “El hombre libre nada piensa menos que en su muerte y todas sus reflexiones son sobre la vida”. He procurado aplicar esa norma. La muerte propia no me preocupa, la de los demás sí. Para mí la muerte siempre ha sido eso que les pasa a los demás. Aquello que dice la tumba de Marcel Duchamp, en Ruan: “Por otra parte, son siempre otros los que mueren”.
¿Qué podemos sacar como positivo de este momento tan complejo en lo social y en lo personal, marcado por la pandemia?
De todos los males puede sacarse algo provechoso. Tenemos libros que se nos olvida leer, tenemos tiempo para hacerlo, y para ver películas y series. Y también está la conversación, porque a veces vivimos con personas a las que apenas saludamos. No hay que perder tiempo lamentándose sobre aquello que no podemos hacer. También debemos desarrollar una virtud que hemos perdido: la gratitud.
«Comencemos por el principio: este libro estudia la salsa porque a su autor, el puertorriqueño Ángel G. Quintero, le gusta bailarla, y ese gusto es el que empuja desde los adentros una experimentada inteligencia dedicada a destrabar, o sea a quitar las trabas que impiden a los latinoamericanos sentirse-en-casa cuando necesitan pensar con su cabeza».
Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2222&orden=&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1413
La crisis sanitaria ha tenido un impacto negativo en muchos sectores y la educación privada no ha sido ajena a esta difícil coyuntura. Miles de alumnos de colegios, universidades e institutos privados se han retirado de las aulas y ello ha originado una baja considerable en la recaudación y un incremento en la morosidad, generando un impacto negativo en sus finanzas que las ha obligado a tomar medidas extraordinarias para evitar cerrar sus puertas de manera definitiva. Esto al margen del gran perjuicio para los estudiantes y para el país por el tiempo perdido de miles de niños y jóvenes.
Muchas de estas instituciones han reducido sus pensiones, han otorgado planes de financiamiento, programas de becas y se han adaptado a esta nueva coyuntura, enfocados en garantizar los aprendizajes y la formación de estudiantes, pues cada acción a realizar debe tenerlos a ellos como protagonistas.
Esta crisis no debe pasar por alto los esfuerzos que vienen realizando las instituciones educativas privadas, que se han consolidado como una alternativa atractiva para miles de familias. En el sistema educativo escolar peruano, 27% de los estudiantes a nivel nacional y 50% en Lima, asisten a una escuela privada y en la educación superior, el 60% estudian en centros privados.
Por lo tanto, el sistema educativo del país se sostiene en los ámbitos públicos y privados, y tiene que trabajar en conjunto con nuestras autoridades, padres de familia y el Congreso con un solo objetivo: no destruir, sino construir un sistema educativo que nos permita formar a los futuros líderes del país para que no se repitan historias de corrupción ni de falta de ciudadanía y liderazgo.
Fuente del artículo: https://peru21.pe/opinion/construyamos-un-sistema-educativo-noticia/?ref=p21r
Las ponencias reunidas en este volumen reflejan la vivacidad y diversidad de un debate que aún está por darse en América Latina y el Caribe. Las razones de este retardo son fácilmente identificables: se trata de una de las tantas consecuencias negativas que el triunfo del «pensamiento único» ha tenido en esta parte del mundo. Debido a ello, temáticas como las de la pobreza, la desigualdad social y la inequidad fueron interpretadas en clave crudamente economicista y al interior de un campo teórico –el de la economía neoclásica y su expresión en la política económica, el así llamado «Consenso de Washington»– que impidieron su adecuada comprensión. La proliferación de trabajos inspirados en esta orientación intelectual y política llegó en algunos casos a extremos lindantes con el grotesco. Por ejemplo, proponer políticas altamente focalizadas, destinadas a grupos muy específicamente recortados de la población general, los llamados «targets», haciendo caso omiso del hecho que más de la mitad de la población de nuestro continente se encuentra afectado por la pobreza. Tales políticas pueden ser racionales y efectivas en países del capitalismo desarrollado (¡cosa que aún estaría por verse, de todos modos!) pero constituyen un lamentable consejo para situaciones como las que prevalecen en nuestros países. La famosa «trickle down theory» ha demostrado ser un bello cuento de hadas sin ningún asidero en la realidad. Pensar en que los mecanismos del mercado se harán cargo de atenuar –no hablemos de suprimir– la pobreza es desconocer la experiencia histórica de los capitalismos desarrollados en donde ésta fue considerablemente reducida gracias a la acción de las políticas gubernamentales. Mal que le pese al «pensamiento único» fue el estado y no el mercado quien hizo posible una sociedad menos injusta en el mundo industrializado. Ignorar tan elemental enseñanza sólo puede ocasionar más sufrimientos para nuestras sociedades.
Autor (a): Alicia Ziccardi. [Compiladora]
Paulette Dieterlen. Sara Gordon. Elina Mecle Armiñana. Miguel Bazdresch Parada. Alicia Ziccardi. Francisco Verdera V.. Alicia Puyana Mutis. Fernando Cortés. Vanina Salles. Rosa María Rubalcava. Laura Golbert. Emilio Duhau. Carmen Midaglia. Pedro Robert. Sergio Raúl Llari. Beatriz Schmukler. Renato Duarte. Judith Villavicencio B.. Pedro Hernández Santiago. [Autores y Autoras de Capítulo]
Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=233&pageNum_rs_libros=125&totalRows_rs_libros=1392
OtrasVocesenEducacion.org existe gracias al esfuerzo voluntario e independiente de un pequeño grupo de docentes que decidimos soñar con un espacio abierto de intercambio y debate.
¡Ayúdanos a mantener abiertas las puertas de esta aula!