Por: Miguel Ángel Ferrer
El 10 de octubre de 2009 Felipe Calderón decretó la extinción y liquidación de la empresa paraestatal Luz y Fuerza del Centro. Para justificar su arbitraria decisión, el espurio gobernante argumentó un supuesto mal servicio de la empresa y excesivos costos de operación. Pero la razón verdadera fue destruir a la organización gremial de Luz y Fuerza, el histórico y siempre combativo Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
El silogismo gubernamental era impecable: extinguida la empresa, necesariamente se extinguiría el sindicato de la misma. Fenecido el contrato entre patrón y sindicato, este último perdería la razón de su existencia. De este modo, Calderón materializó el propósito de matar al SME, antiguo objetivo de los gobiernos pripanistas.
Pero, como solía decir Lenin, la historia da sorpresas. Y para sorpresa de Calderón, de la derecha mexicana y de otros enemigos históricos del sindicalismo libre y, concretamente, del SME, el plan de matar a éste resultó fallido.
De acuerdo con información publicada tanto en la prensa mexicana como en la internacional, el líder nacional del SME, Martín Esparza, hizo público que las negociaciones que la dirigencia de la organización gremial sostenía con el gobierno de Peña Nieto han llegado a su fin, luego de lograr un acuerdo que satisface a ambas partes.
Tras una reunión con el subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda, el dirigente de los ex trabajadores de Luz y Fuerza del Centro, aseguró que alrededor de 14.500 integrantes del SME recibirán el pago de la indemnización que en su momento no aceptaron, y que, además, se llegó al acuerdo de concluir la entrega de fábricas y talleres por parte del gobierno, mismos que habían sido “requisados” (sustraídos, secuestrados) durante el proceso de extinción de Luz y Fuerza del Centro.
El líder sindical señaló que la empresa cooperativa de generación de energía eléctrica, Generadora Fénix, opera desde el mes de noviembre pasado, misma que fue fundada por ex trabajadores de Luz y Fuerza del Centro, la cual ya podrá competir libremente en el mercado de energía eléctrica.
Adicionalmente Esparza informó que en los siete años transcurridos desde el manotazo dictatorial de Calderón, fallecieron alrededor de 200 trabajadores afiliados al SME, pero que el monto de la liquidación que les correspondía será entregado a los deudos de los valientes compañeros fallecidos.
La moraleja es clara: la resistencia organizada de los trabajadores, es decir, del pueblo trabajador, es la mejor manera de enfrentar, y vencer, los propósitos y las políticas antinacionales, antipopulares y pro imperialistas de la oligarquía y de la plutocracia mexicanas. Y como igualmente enseña el caso argentino en la era postkirchnerista, lo mismo puede decirse para cualquier país.
A la exitosa lucha del SME y de sus dirigentes, encabezados por Martín Esparza, le debe el pueblo mexicano esta histórica victoria sobre los afanes burgueses por despojar de sus riquezas naturales y humanas a la clase trabajadora.
Esparza y el SME han sido actores principales durante los últimos nueve años de una etapa de aguda lucha de clases. Como es obvio, ésta, la lucha de clases, no es una frase doctrinal que pueda ser desechada o simplemente ignorada por algún sector de la sociedad.
La lucha de clases, como la que ahora mismo enfrenta a la CNTE y a la cúpula empresarial-gubernamental mexicana, es un fenómeno social, político, económico y cultural objetivo, como lo están demostrando esos dos pilares del sindicalismo libre que son el SME y la CNTE.
Fuente: http://www.miguelangelferrer-mentor.com.mx/