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La educación como problema

Por José Sánchez Tortosa 

En filosofía suele hablarse de problemas, en la medida en que el pensamiento racional (el filosófico, pero, en rigor, también el científico) no puede ofrecer respuestas cerradas que clausuren definitivamente el objeto que esté sometido a estudio.

 

Por su propia naturaleza, la racionalidad ofrece un intento por clarificar en la medida de lo posible los términos del problema, eliminando la confusión que sobre él se proyecta desde las ideologías y el lenguaje común. Pero nunca podrá garantizar una respuesta que convierta en solución lo que antes parecía un problema. La realidad misma es, desde esta perspectiva, siempre problemática, siempre sujeta a una incesante discusión racional, que no concede descanso ni consuelo nunca. Por eso, nos vemos obligados a hablar del «problema de la educación», como hablamos del «problema de la libertad», del «problema de la existencia de Dios», del «problema de la Historia» o del «problema de la Playstation», que no deja de ser un problema.

Me propongo, por tanto, tratar la educación como problema, como problema filosófico e histórico, y hacerlo con instrumental técnico y teórico, esto es, no ideológico.Conviene, antes de nada, recordar el impacto que el problema tiene en el conjunto de la sociedad, por lo que cuestiones de corte filosófico apuntan, sin embargo, a una situación que es de emergencia social en estos momentos en las sociedades desarrolladas, y en España especialmente.

Suele concederse desde distintos ámbitos que existe cierta preocupación por la educación, incluso un «compromiso con la educación». Para empezar, habría que precisar qué se concibe exactamente bajo esa fórmula. Hay palabras que por el peso de una hegemonía terminológica determinada están revestidas de una aureola casi taumatúrgica que produce el consenso y la aceptación incondicional en el espectador en el momento mismo de ser pronunciadas, sin necesidad de más precisiones. Compromiso es una de estas palabras mágicas. Basta con adjetivar a alguien o a uno mismo como «comprometido» para ganarse la admiración y el respaldo del que escucha sin la molestia del trabajo conceptual («El esfuerzo del concepto», que diría Hegel) ni coste argumental alguno. Pero no estaría de más contraponer al empleo acrítico del término la pregunta filosófica, es decir, mostrar lo vacío que el vocablo está en el discurso hegemónico y transformar el compromiso, como respuesta cerrada, en problema abierto, huyendo de su carácter catártico, ése que consiste en generar aceptación masiva (pletórica). De modo que preguntamos: ¿qué tipo de compromiso? Y, aun más, ¿compromiso con qué educación? Así pues, no es aceptable la mera fórmula «compromiso con la educación» sin definir educación.

Remito a mi libro El profesor en la trinchera y a otros textos en los que he precisado la definición de educación. Pero, atendiendo a lo que en la historia reciente de España se ha entendido por tal, puede establecerse una tríada axial que ha atravesado, con diferencias de relieve que habrá que ir acotando, los sistemas educativos triunfantes. Esa tríada axial (hablamos de tríada porque estos tres ejes se encuentran necesariamente conectados en función de relaciones que tendremos que precisar y justificar) estaría formada por el antiintelectualismo, el igualitarismo y la efebolatría.

Entiendo por antiintelectualismo la corriente pedagógica que sitúa lo intelectual o académico bajo sospecha o, en todo caso, como factor secundario en el proceso de enseñanza, subordinado a lo ideológico y a lo afectivo, en tanto que ámbitos que se alimentan mutuamente.

Entiendo por igualitarismo la tendencia a privilegiar una igualdad final (como resultado) por encima de una igualdad inicial (como punto de partida).

Entiendo por efebolatría la utilización retórica de la mera circunstancia cronológica que denominamos juventud como valor en sí mismo.

Si se opta por situar lo académico en segundo plano, y dado que todo individuo psicológico está igualmente dotado de (sometido a) afectos (sentimientos, deseos, etc.), se tenderá, consecuentemente, a facilitar un igualitarismo, esto es, una igualdad en los resultados (o indiferencia con respecto a los mismos), una imposición de lo relativo en la que nadie puede destacar por su esfuerzo e intelecto. Si, además, se fomenta el componente psicológico sin una formación intelectual que permita una maduración del sujeto, los alumnos son condenados a una infantilización perpetua en la que el joven es el protagonista, incluso el agente, del cambio.

En España, la historia de la educación sigue un movimiento pendular de reacción. Pero, como el péndulo, aunque oscile de un extremo a otro, cuelga de un solo punto (la tríada axial que acabamos de dilucidar), en la medida en que esas tres características están vinculadas entre sí, como ya hemos adelantado. La educación en España ha adoptado, retóricamente al menos, en sus documentos legislativos y doctrinales, diversas formas, pero ha sido, en general, antiintelectual e ideológica, sin perjuicio de que los distintos planes de estudios, independientemente del componente doctrinal, ofrecieran condiciones de formación y exigencia académica muy distintas en cada caso, si bien también responden a una tendencia paulatina a la reducción del peso de lo académico (con una significativa pero imparable prolongación progresiva de la etapa obligatoria y la correspondiente reducción del bachillerato o etapa postobligatoria). Y, en tanto que pedagogías revolucionarias, han sido efebolátricas. La actual, en su condición de relativista y demagógica, es igualitaria no selectiva (sí lo fueron las primeras leyes de la república y del franquismo) y efebolátrica.

Es seguramente el segundo eje de la tríada (el igualitarismo) el que más ha oscilado, ya que, propiamente, sólo la Logse (aunque con precursores, como la ley del 70, con Franco aún en vida) ha sido igualitaria, según hemos definido igualitarismo, esto es, la decisión de desterrar, como un tabú, cuanto pudiera sospecharse próximo a cualquier tipo de selección.

El hecho que parece decisivo en este asunto es el tránsito de la instrucción a la educación, entendiendo, en principio, por instrucción la transmisión de conocimientos y por educación la subordinación de los conocimientos a la formación moral e ideológica del alumno. Este paso podría situarse históricamente entre las primeras medidas en materia educativa tomadas por el primer gobierno republicano, a partir de abril de 1931, y el primer plan de estudios del franquismo, en septiembre de 1938, de la mano de Pedro Sainz Rodríguez, primer ministro de Educación del régimen de Franco. De hecho, la propia denominación del ministerio cambia en este momento. Pasa a denominarse Ministerio de Educación Nacional, en sustitución de la denominación de Ministerio de Instrucción Pública, vigente desde su creación, en 1900. Sin embargo, conviene recordar que, al menos en el terreno de la aportación teórica, ese paso (de instrucción a educación) aparece ya formulado por la Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876 por Francisco Giner de los Ríos:

Como también se comprende al punto que, por su virtud vivificante, haya ido despertando en las inteligencias la idea de que la educación, no la mera instrucción, ha de ser siempre el fin de la enseñanza (Discurso inaugural del curso 1880-81 en la Institución Libre de Enseñanza, por Giner de los Ríos; en Ensayos sobre educación, Ediciones de la Lectura, 1916, Madrid, Iª parte, pág. 22).

Y Giner es un referente para los responsables pedagógicos del primer gobierno de la Segunda República, según sus propias palabras. Rodolfo Llopis, director general de Primera Enseñanza del primer gobierno de la Segunda República, cuenta cómo el retrato de Giner de los Ríos presidía su despacho en la Dirección General, junto al de Pablo Iglesias y al de Cossío, discípulo de Giner:
Ya estaba instalado en la Dirección General. Coloqué en el sitio de honor un retrato de Pablo Iglesias. A su lado, el de don Francisco Giner de los Ríos y el de don Manuel Bartolomé Cossío. (…) Yo me complacía en decir a todo el mundo lo que significaba aquel modesto homenaje que me permitía rendir a los tres grandes educadores que tanto habían contribuido a forjar la conciencia revolucionaria del país. Por eso un sagaz cronista de Le Populaire, de París, pudo decir, con razón, que en el despacho de la Dirección General advertía una doble iluminación: la que entraba a raudales por el ancho ventanal que se abría a la calle de Alcalá y la que constantemente irradiaban las nobles figuras de Iglesias, Giner y Cossío (Rodolfo Llopis, La revolución en la escuela. Dos años en la Dirección General de Primera Enseñanza, Biblioteca Nueva, Madrid, 2005, capítulo I, pág. 21).

Además, otro institucionista, Fernando de los Ríos (sobrino lejano de Giner de los Ríos), fue ministro de Instrucción Pública desde diciembre del 31 hasta junio del 33.

Y si bien la República conserva el término instrucción en la denominación del ministerio, explícitamente apuesta por la educación:

El maestro no olvidará nunca que si tiene ante sí en cada niño a un ser a quien ha de instruir, tiene sobre todo ante sí a un ser a quien ha de educar. El maestro ha de ser fundamentalmente un educador. Ha de llegar hasta el fondo íntimo de la personalidad infantil, favoreciendo, ayudando, contribuyendo a que esa personalidad alcance libremente su plenitud (Rodolfo Llopis, «Circular acerca de la promulgación de la Constitución de 1931», en op. cit., capítulo X, pp. 220-222).
También lo hacen el franquismo:
Yo espero que la nueva España sabrá formar hombres con cultura moral y con cultura intelectual; pero hemos de conceder la prioridad a la formación moral de los elementos docentes de la juventud (Pedro Sainz Rodríguez, La escuela y el Estado Nuevo, Hijos de Santiago Rodríguez, Burgos, 1938, p. 13).
Y la Logse:
En esa sociedad del futuro, configurada progresivamente como una sociedad del saber, la educación compartirá con otras instancias sociales la transmisión de información y conocimientos, pero adquirirá aún mayor relevancia su capacidad para ordenarlos críticamente, para darles un sentido personal y moral, para generar actitudes y hábitos individuales y colectivos, para desarrollar aptitudes, para preservar en su esencia, adaptándolos a las situaciones emergentes, los valores con los que nos identificamos individual y colectivamente (Ley de Ordenación General del Sistema Educativo, Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre de 1990, Preámbulo).

Y, sin embargo, a pesar de que parece vislumbrarse una tendencia general, común a los tres casos ejemplificados, a coordinar políticamente los sistemas educativos dentro del engranaje de sistemas gubernativos desarrollados y con un sesgo ideológico muy acentuado, particularmente en los momentos más críticos (inestabilidad política, antagonismo social, incluso, guerra civil), hay similitudes significativas en los dos primeros que no se dan en el tercero, lo cual nos lleva, por decirlo ya, al tránsito de la educación ideológica o doctrinal al relativismo Logse.

La base teórica de la pedagogía Logse es el constructivismo. Esta corriente consuma un desplazamiento que conduce a un error conceptual. Este error consiste en trasladar al ámbito de lo moral y de lo ideológico lo que pertenece al campo de las condiciones técnicas de la enseñanza. La enseñanza, como técnica que permite la formación intelectual (y humana, porque lo distintivo del ser humano es su carácter racional), requiere, como cualquier técnica, unas condiciones materiales sin las que tal actividad no es posible. Esas condiciones de posibilidad no son, por tanto, morales o ideológicas, sino técnicas. El silencio en un aula nada tiene que ver con autoritarismo o despotismo alguno, sino con la imposibilidad material de aprender nada en un ambiente de ruido, algaradas y frenesí.

Este paso del adoctrinamiento al relativismo se produce porque es el movimiento más fácil, frente a los obstáculos que representa la filomatía como artificio, del mismo modo que en física se impone el modelo de Einstein sobre el de Newton, porque el movimiento elíptico es el más sencillo en un universo curvo y prescinde por tanto de intrincadas explicaciones de corte más metafísico que físico (como la justificación kepleriana de la órbita elíptica en función de la imperfección consustancial a la materia o el recurso newtoniano al éter). En nuestro caso, una normativa concreta ejemplifica este argumento modélicamente: ante la imposibilidad de repetir más que una vez por ciclo (Logse, capítulo 3º, art. 22; Proyecto, parte III, §8.13, p. 20), el movimiento más sencillo es no hacer nada. Así, como en Física, no hay que explicar por qué no se estudia. Ahora lo que hay que explicar es por qué hay individuos que sí estudian, ante la evidencia de que no hace falta para aprobar. La dicotomía clásica reaparece en toda su crudeza: la enseñanza como naturaleza (el optimismo antropológico de Rousseau) o como artificio (Platón, Locke, el pesimismo antropológico). El resultado patente de este marco jurídico y social es la tiranía de la adolescencia, ese invento de las sociedades desarrolladas y de la teología postmoderna (la psicopedagogía), tiranía que tiraniza al que la padece y a los demás, y, en consecuencia, la infantilización social o generacional, que deja expuestas a la indefensión a huestes de sujetos sin más formación que la suministrada por los medios de masas.

Esta confusión que traslada a lo ideológico las cuestiones técnicas tiene como correlato necesario la confusión que traslada a la enseñanza parámetros políticos que no pertenecen a ese ámbito: así, se pretende construir una supuesta escuela democrática en lugar de una escuela técnicamente preparada para propiciar una sociedad democrática. En este punto, la clave aparece en la forma del mito de una democracia natural o espontánea, que anidaría en los jóvenes por el mero hecho de serlo (como en ellos reside también la semilla de la revolución socialista o nacionalcatólica: efebolatría):

Así, Rusia, desde el primer momento, en medio de sus convulsiones y dificultades, lanza un grito de guerra, que es su bandera pedagógica. Ese grito perdura a lo largo de la revolución e informa toda la vida escolar del pueblo ruso. Es el grito de Zinovief, que dice: «¡Cueste lo que cueste, hay que apoderarse del alma de los niños!» (Rodolfo Llopis, op. cit., p. 12);

El alma de un niño de la España de hoy, es, pues, más sagrada que el alma de un hombre y más sagrada que nunca (M. Domingo, La escuela en la República. La obra de ocho meses. Aguilar, Madrid, 1932, pról., pág. 11);

Radica aquí uno de los hechos más sorprendentes del actual momento histórico-universal, que consiste, esquemáticamente, en que los hijos han de convertirse en educadores, en conductores de los padres, porque éstos no alcanzan a percibir las exigencias providenciales de la nueva época. (…) La juventud es siempre promesa fecunda, simiente prolífica de nuevas y más justas formas de vida lo saben bien porque lo dicta el corazón, que no engaña jamás (Adolfo Maíllo, inspector de primera enseñanza y pedagogo del franquismo, Educación y revolución. Los fundamentos de una educación nacional, Editora Nacional, Madrid, 1943, pp. 82-83).

Del mismo modo se formula una supuesta igualdad de derechos (no de deberes) frente a una igualdad de oportunidades (o igualdad de partida).

Si se parte de la base de que se pretende una escuela para una sociedad democrática, además de definir educación y democracia, habría que preguntarse cómo es posible, si es que es posible, una enseñanza de calidad que sea simultáneamente democrática, es decir, no discriminatoria, universal:

La escuela única atiende a estas dos finalidades: extiende la enseñanza a todos y posibilita la selección por el mérito.
Y:
Una democracia subsiste por las aristocracias del espíritu que ella misma forja, y la producción de estas aristocracias es imposible y, por consiguiente, imposible la democracia, si ella no impulsa, facilita y ampara la selección. (…) Instruidos todos, la selección es un derecho del inteligente y un deber en el Estado que cifre en la inteligencia la jerarquía(M. Domingo, op. cit., p. 17; cap. III, pp. 97-98).

En este contexto, el papel del profesor (que encarna la función de la sociedad en la escuela) ha quedado reducido a una función de orden público, por lo que la labor docente (filomática) ha sido vaciada, imposibilitada, desactivada.

En una escuela pública con semejantes características son los sujetos sin recursos económicos (condenados a la enseñanza estatal) los que se ven reducidos a mano de obra barata o sin cualificación, mientras que aquellos con posibilidades materiales optarán por la escuela privada. Bajo la retórica del progreso, la igualdad y la solidaridad se condena a los individuos de las clases menos desahogadas a la ignorancia, la dependencia y la miseria intelectual, humana y social.

Fuente del artículo: https://www.libertaddigital.com/opinion/ideas/la-educacion-como-problema-1276236754.html
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Calidad universitaria, un compromiso que demanda formación

Lucas Rodríguez

La calidad es un concepto tan multidimensional como complejo de definir, sin embargo, según el tipo de actividad a que se refiere, es muy fácil apreciarla y valorarla, sobre todo porque implica una posibilidad de ser observada o evidenciable.

De allí que en materia de formación, la calidad a menudo se valora por lo que es capaz de saber y hacer la persona que culmina el curso, programa o carrera, lo que muchas veces deja de lado el alto promedio o calificación que se ostente.

En el contexto universitario, hay continuas preocupaciones por la certificación de la calidad de la institución y sus programas, principalmente, por mostrar que se cuentan con las óptimas condiciones que garantizan esa formación pertinente con las exigencias del mercado laboral.

Por ello, regularmente se definen y ejecutan políticas de actualización de las ofertas académicas, con la finalidad de generar espacios de vinculación, intercambio y búsqueda de los conocimientos, prácticas y experiencias de campo, que aseguren la actualidad de los contenidos y perfiles profesionales de las carreras que cursan los estudiantes. No obstante, es estratégico que la alta dirección de las universidades, valore la gestión universitaria, más que una función, un área de conocimiento que demanda de profesionales cualificados para desempeñar con éxito las tareas fundamentales de la institución.

Al analizar la universidad como organización dinámica en permanente desarrollo, sin duda emerge la pregunta ¿cuáles son los principales conocimientos, habilidades y destrezas que requiere el recurso humano que labora en la gestión universitaria?

Este planteamiento a menudo no tiene una clara respuesta, ya que regularmente las posiciones y funciones que se desarrollan en estas instituciones están más ligadas a las profesiones básicas de licenciatura o maestría en las especialidades y no necesariamente a perfiles específicos en gestión de procesos universitarios.

En todo caso, lo que se realizan con frecuencia es la formación continua a través de cursos, seminarios, conferencias y otras actividades que facilitan la comprensión y práctica de las funciones en la universidad.

Valoración al conocimiento

En otros contextos universitarios, sobre todo internacionales, cada vez más se valora el conocimiento y experticia profesional que debe poseer el recurso humano que asume responsabilidades académicas o administrativas en la educación superior, por lo que se elaboran programas específicos para cualificar este personal, que en gran medida inciden en la gestión de calidad de la universidad. Una de las áreas que más demanda conocimiento y manejo de procesos es el ámbito académico, el cual implica el conjunto de proyectos, iniciativas y actividades conducentes a la atención y acompañamiento del proceso de formación del estudiante y la articulación con el rol docente.

Para ello, se necesitan manuales, guías, formularios, reglamentos y procedimientos que orientan este trabajo en las diferentes unidades académicas de la organización.

Es más, en cada institución estos procesos suelen tener sus propias dinámicas y variantes, lo que hace muy específica la competencia a considerar para realizar el trabajo con éxito.

En la Universidad Especializada de las Américas se ha reforzado el interés por mejorar las capacidades profesionales del recurso humano que labora en la universidad y desde el 2012, luego de la acreditación institucional, el Programa de Capacitación y Desarrollo del Personal Administrativo (Cadepa) ha reflejado importantes ajustes con miras a incorporar más áreas y niveles de fortalecimiento de conocimientos y experiencias en campos disciplinares diversos, así como incluir acciones dirigidas, además de a los equipos técnicos y jefaturas, al equipo directivo universitario en la Sede y Extensiones Universitarias.

Para impulsar de manera decidida este compromiso con la calidad en la gestión universitaria, en el marco de un convenio con la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB)-Udelas, se desarrolla en la actualidad un programa de Master en Docencia y Gestión Universitaria, conducente a doble titulación, con 100% de la planta docente de la UAB, con nivel de doctorado, amplia formación y experiencia en los campos disciplinares de los cursos del programa, con la modalidad semipresencial.

Participan más de treinta funcionarios de Udelas, quienes comparten inéditos espacios formativos relacionados con diversas áreas de la gestión universitaria y deben realizar sus proyectos finales en áreas de interés para el mejoramiento de la gestión de la institución.

Fuente del articulo: http://laestrella.com.pa/panama/politica/calidad-universitaria-compromiso-demanda-formacion/24020390

Fuente de la imagen: %3A%2F%2Fnoticias.universia.net.co%2Fen-portada%2Fnoticia%2F2011%2F02%2F10%2F789020%2Finternacionalizacion-calidad-universitaria.html&psig=AFQjCNHMBub5GyEx8cLYjM2OhJDglEd4NA&u

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Francia y Senegal impulsan un compromiso titánico por la educación

04 de Febrero 2018/Fuente: El pais/Autor: JOSÉ NARANJO

Dakar acoge la Cumbre de la Alianza Mundial por la Educación que busca 2.000 millones de dólares anuales para reducir el número de niños y jóvenes no escolarizados que hoy suman 263 millones

La Alianza Global para la Educación (GPE, según sus siglas en inglés), una plataforma integrada por más de 60 países en vías de desarrollo, donantes internacionales y otros actores, busca fondos para pisar el acelerador de la financiación de la educación en las regiones más desfavorecidas del mundo. A tal efecto, este jueves y viernes organiza en Dakar la conferencia Una inversión para el futuro bajo el patronazgo de los presidentes francés y senegalés, Emmanuel Macron y Macky Sall, quienes pretenden conseguir unos 2.000 millones de dólares anuales desde ahora hasta 2020.

Si en los últimos quince años se han conseguido logros notables por parte de la Alianza, como el incremento hasta el 76% de la escolarización de niños en primaria frente al 63% en 2002 en los países en los que trabaja, todavía 61 millones no cursan este ciclo en el mundo. Si a estos se les suman los adolescentes que no se matriculan o lo hacen, pero dejan la secundaria, en total, 263 millones menores de edad no están escolarizados, según datos de la Unesco. El reto para intentar alcanzar el cuarto de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, es especialmente acuciante en África subsahariana, donde según la GPE, de los 61 millones de niños de hasta 13 años no escolarizados en el mundo, más de la mitad (33 millones) vive en esta región. De ellos, 25 millones, de los que dos terceras partes son niñas, no irán jamás a la escuela si se mantiene la tendencia actual.

“La conferencia de Dakar es la primera oportunidad de transformar el compromiso político en un apoyo tangible”, ha asegurado Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, para quien “financiar la educación es la mejor inversión que podemos hacer”. Por su parte, Julia Gillard, presidenta del Consejo de Administración de la GPE, manifestó que estos días de trabajo en la capital senegalesa “deben marcar el comienzo de una nueva era en materia de financiación de la Educación, apoyándose sobre un compromiso político creciente de mejorar los logros escolares para las niñas y niños”.

De los 61 millones de niños de hasta 13 años no escolarizados en el mundo, más de la mitad (33 millones) vive en África

La visita de Macron, la primera que realiza a Senegal tras su elección como presidente, ha generado una enorme expectación en el país, donde también ha previsto visitar la ciudad de Saint Louis para interesarse por el problema de la apertura de una brecha en la Langue de Berberie que ha generado numerosos daños ambientales y económicos. Además de Macron y Macky Sall, que participan el viernes en un panel de alto nivel, estarán representados sesenta países a través de sus ministros, así como altos cargos de ONG e instituciones de todo el mundo. España está representada por el secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica y el Caribe, Fernando García-Casas.

La conferencia fue convocada por los presidentes senegalés y francés en noviembre durante la Asamblea General de la ONU y obtuvo un rápido respaldo de otros gobiernos del mundo. Desde su nacimiento, la GPE ha invertido más de 4.700 millones de dólares en 60 países en vías de desarrollo, de los que 28 están afectados por conflictos de diversa índole. La intención de la Alianza Global es, en un periodo de dos años, obtener al menos 4.000 millones más para reforzar los sistemas educativos de dichos países mediante una financiación sólida y sostenible.

Para ello, no solo los donantes deben alcanzar la cifra de 3.100 millones de dólares en dos años, sino que los países en desarrollo deben comprometerse a destinar al menos el 20% de su presupuesto a Educación y las fundaciones y el sector privado deben aumentar sus donaciones de manera sensible. Solo con un esfuerzo como este se podrá reducir de manera significativa la cantidad de niños y jóvenes no escolarizados en el mundo, que supera los 264 millones.

Fuente de la noticia: https://elpais.com/elpais/2018/02/01/planeta_futuro/1517482751_619328.html

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Este es el momento para que los Gobiernos inviertan en educación

Cristina Álvarez

El año pasado acudí a un centro escolar para ver cómo un grupo de alumnos de diez años trabajaban la propuesta didáctica que cada año planteamos desde la Campaña Mundial por la Educación (CME), un movimiento de la sociedad civil presente en más de 120 países y que desde el año 2000 reúne a organizaciones y coaliciones nacionales de muy diverso signo en defensa del derecho a la educación, a través tanto de actividades de sensibilización y movilización con las comunidades educativas como de acciones de incidencia política a nivel regional, nacional e internacional.

Para realizar la actividad de ese día, los niños y niñas se dividieron por equipos, cada uno de los cuales representaba a un país: Siria, Perú, España, Islandia y Etiopía. El docente planteaba una serie de preguntas sobre cada uno de los países –si vivían en un contexto de paz, si contaban con infraestructuras y profesorado suficiente, si las niñas iban a la escuela– y, en función de las respuestas, el equipo podía (o no) ir avanzando por el tablero de juego. Fue fascinante observar cómo el alumnado iba dándose cuenta de las diferencias entre unos y otros, y haciéndose conscientes de que algo tan aleatorio como el país en el que te haya tocado nacer o vivir determina en gran medida no solo tu situación presente, sino tus oportunidades de futuro. Al acabar la actividad, todos terminaron verbalizando la suerte que tenían de poder ir al colegio y de aprender, a pesar de las carencias y las dificultades que también afectan al sistema educativo español.

Siempre es así con la educación. Pocos temas suscitan un acuerdo tan unánime: a quien quiera que le preguntes —clase política, sector privado, niños y niñas— el conjunto de la ciudadanía es unánime en su defensa de la necesidad de garantizar una educación de calidad para todas las personas, tanto en nuestro país como, sobre todo, en otros donde el contexto es más complicado.

Sin embargo, cuando llega el momento de que este discurso tan ampliamente aceptado —el de que contar con una educación de calidad es esencial para garantizar la igualdad de oportunidades y construir sociedades más equitativas, igualitarias y prósperas— se materialice en compromisos reales, todo este consenso parece diluirse entre las diversas prioridades de la agenda política y la coyuntura económica. En definitiva, siempre parece haber algo más urgente en lo que invertir nuestros recursos.

El problema es que la falta de acceso a una educación de calidad no es un juego, y que los más de 263 millones de niños, niñas y adolescentes de todo el mundo que actualmente no van a la escuela no pueden esperar. Y ahora se nos presenta la oportunidad de que no tengan que hacerlo. Los días 1 y 2 de febrero se está celebrando en Dakar (Senegal) la Cumbre de la Alianza Mundial por la Educación (AME), el principal fondo multilateral que reúne a países del Sur, donantes, sector privado y sociedad civil con una meta común: movilizar fondos que permitan mejorar la calidad y el acceso a la educación en 89 países en desarrollo. El éxito de este encuentro depende del compromiso de todos los actores implicados y, en último término, de todos y cada uno de nosotros.

El problema es que la falta de acceso a una educación de calidad no es un juego. Los más de 264 millones de niños, niñas y adolescentes de todo el mundo que actualmente no van a la escuela no pueden esperar

España forma parte de la Alianza Mundial por la Educación desde 2006 y ha sido uno de sus principales donantes. Pero su última aportación al fondo se remonta al 2011

Desde la Campaña Mundial por la Educación, instamos al Gobierno español a que no espere para demostrar con algo más que palabras su apoyo a la educación

Por un lado, se trata de que los Gobiernos de los países en desarrollo se comprometan a adoptar las medidas necesarias para lograr que, en 2020, el 20% de sus presupuestos se destine a financiar el fortalecimiento de sus sistemas educativos. Estos recursos deben destinarse a ámbitos que, como la inversión en una mejor remuneración del profesorado, pueden no resultar del todo atractivos para los Ministerios de Hacienda de dichos países e incluso para la propia comunidad internacional, pero que son absolutamente imprescindibles para lograr verdaderos avances en el ámbito educativo. Sin embargo, aún en ese escenario, serían necesarios 39.000 millones de dólares adicionales para garantizar que todos los niños y niñas del mundo puedan recibir una educación infantil, primaria y secundaria inclusiva y de calidad. Ahí entra en juego el papel de los países donantes, entre los que se encuentra España, que para cubrir ese déficit deberían aportar a la AME un total de 3.100 millones de dólares entre 2018 y 2020. De tal manera que, para el año 2020, la AME reciba unas aportaciones totales de 2.000 millones de dólares anuales.

La sociedad civil internacional se ha volcado con este evento, que ya ha recibido el apoyo de figuras tan destacadas como la Premio Nobel de la Paz, Malala o el Papa Francisco, y países como Francia (que organiza la Cumbre junto al Gobierno de Senegal) ya han manifestado su compromiso, no solo moral, con la causa educativa. España también debe dar un paso adelante. Nuestro país forma parte de la AME desde el año 2006 y ha sido uno de sus principales donantes, aunque su última aportación al fondo se remonta al año 2011. En este sentido, esta próxima Cumbre de Dakar constituye una oportunidad histórica para que España recupere su papel como donante en el sector educativo, especialmente de cara al cumplimiento de los objetivos que plantea el nuevo marco internacional que supone la Agenda 2030. Por eso, desde la Campaña Mundial por la Educación (liderada en España por Ayuda en Acción, EDUCO y Entreculturas) y con el apoyo de Plan International España, instamos al Gobierno español a que no espere para demostrar con algo más que palabras su apoyo a la educación y que, en el marco de esta Cumbre, realice un compromiso de financiación firme y ambicioso de, al menos, dos millones de euros.

Ese es el mensaje que me gustaría transmitir en mis próximas visitas a los centros educativos españoles: que para sus representantes políticos, la educación no es un juego, y que se toman en serio no solo su futuro, sino también el de los millones de niños, niñas y jóvenes de todo el mundo que no comparten su suerte. No les hagamos esperar. El momento es ahora.

Fuente del articulo: https://elpais.com/elpais/2018/01/30/planeta_futuro/1517330986_488984.html

Fuente de la imagen:

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Desafíos para la formación docente en tiempos de neoliberalismo

Liliana Sanjurjo

En año y medio de gestión educativa nacional sólo se conocen propuestas de achicamiento y de un Estado ausente

Con la intención de justificar el tema que hoy nos convoca comenzamos reiterando nuestro convencimiento acerca de que la formación docente es el corazón del sistema educativo, pues se trata de la formación de quienes estarán a cargo de todos los otros niveles. Es por eso que las políticas que se precian de progresistas, democráticas e inclusivas depositan allí muchos esfuerzos. También sentimos la necesidad de justificar por qué decimos «en tiempos de neoliberalismo». Podríamos fundamentar teóricamente por qué consideramos que las políticas del gobierno nacional se encuadran conceptualmente en lo que las investigaciones y las teorías políticas consideran neoliberalismo; podríamos hacer una larga lista de todas las medidas tomadas desde el inicio del 2016 que responden claramente a las recetas neoliberales; podríamos, también, remitirnos a las historias personales y partidarias de quienes conforman el gobierno nacional. Pero dado el espacio con el que contamos, nos remitiremos sólo a enunciar decisiones relativas a la formación docente que no dejan lugar a dudas a qué proyecto económico y político responden.

Uno de los problemas más graves que atravesó el subsistema de formación docente en los 90 fue, precisamente, el abandono por parte del Estado de su responsabilidad al respecto. La formación docente dejó de ser considerada una política estatal, como lo fue desde el mismo surgimiento del sistema educativo, y pasó a ser responsabilidad de las instituciones, de los propios docentes y estudiantes. La evaluación prevista en la tristemente célebre Resolución A 14, eximía tanto al Estado nacional como a los provinciales, de sus responsabilidades en cuanto al sostenimiento y mejora de la formación docente. Los directivos eran considerados los responsables de ampliar bibliotecas, informatizar las instituciones, los docentes de hacer posgrados, entre muchas otras exigencias. Los alumnos eran responsables de llegar al nivel superior con un capital cultural «ideal», sin tener en cuenta que éste tenía directa relación con lo que el mismo Estado les había ofrecido en los niveles anteriores y/o con las condiciones materiales, también directamente relacionadas con las políticas económicas. El instrumento privilegiado para implementar ese modelo de transferencia de la responsabilidad del Estado a las instituciones y personas fue, como es habitual, la evaluación estandarizada, con parámetros economicistas, exigiendo requisitos que, aunque eran claramente responsabilidad estatal, nunca se habían garantizado. La finalidad, no sólo oculta sino explícita, también fue la esperable: justificar el cierre de instituciones, es decir de lugares de trabajo para los docentes y lugares de estudio para los jóvenes. Nadie duda, ya, que las políticas de los 90 fueron claramente neoliberales.

Ministro ausente

¿En qué consisten las políticas nacionales actuales dirigidas a la formación docente? Para demostrar la ausencia total del Estado nacional bastaría con señalar que el ex ministro de Educación, Esteban Bullrich, fue el más ausente de toda la historia del sistema educativo. Asumió una cartera tan nodal para el sistema democrático a sabiendas que su único interés iba a ser preservar su propia figura para llegar a su candidatura como senador sin atravesar conflicto alguno. A tal fin, decidió no cumplir con la ley de financiamiento educativo, no llamar a paritarias, provincializar todo problema inherente a su cartera. La única idea que se conoce del ex ministro es la del emprendedurismo y la importancia que la escuela tiene al respecto, concepto peligroso y que desenmascara una filosofía que también intenta claramente transferir las responsabilidades de las malas políticas económicas a las personas.

Pero hay más datos de la realidad que nos permiten afirmar el nuevo avance de la ausencia del Estado en materia de formación docente. El Instituto Nacional de Formación Docente (INFD), creado en 2007 con la intención de volver a posicionarla como política del Estado —después del desmantelamiento de los 90— cerró o dejó caer todos los programas a través de los cuales la Nación apoyaba el fortalecimiento de esta formación en las provincias. Es más, hubo rumores, en los inicios de la nueva gestión, que el INFD se iba a transformar en un instituto de evaluación docente, rumores desmentidos por las autoridades.

Propuesta de achicamiento

Sin embargo, en más de un año y medio de gestión sólo se conocen propuestas de achicamiento del sistema formador y de desreponsabilización del Estado, típicas de las políticas neoliberales: el Estado deja de ser el responsable de las instituciones públicas y pasa a cumplimentar sólo una función evaluadora. Cabe insistir que no se trata de que la docencia no quiere ser evaluada, como dicen siempre los medios hegemónicos con la intención de desprestigiarla. Antes de la creación del INFD se llevó a cabo una intensa investigación sobre los institutos de formación docente de todo el país, dirigida por la prestigiosa pedagoga María Cristina Davini. La información reunida sirvió de base para que el INFD defina qué áreas debía contribuir a fortalecer. En cambio, las evaluaciones estandarizadas, descontextualizadas y que sólo miden resultados y no procesos, siempre tienen la finalidad de hacer ránkings, sin explicar la multiplicidad de factores que intervienen en los procesos y con la finalidad de desprestigiar instituciones y profesionales, de transferir responsabilidades y de justificar achicamientos.

En consonancia con las conocidas políticas neoliberales, el gobierno nacional insiste con la propuesta de cierre de los institutos pequeños que funcionan en zonas alejadas desconociendo, una vez más, la importante función académica y social que estas instituciones cumplen: forman a un porcentaje altísimo de docentes para todos los niveles y modalidades desde una tradición pedagógica reconocida como fortaleza y llegan a lugares a los que otras instituciones no logran llegar, lo que permite que muchos más jóvenes estudien y luego se queden a trabajar en su lugar de origen. La otra propuesta es nuevamente implementar la tristemente célebre evaluación estandarizada sin trabajarla con las jurisdicciones, con las instituciones y con los propios implicados.

Compromiso militante

Pero teniendo en cuenta que uno de los efectos que buscan las políticas neoliberales es la paralizar la resistencia (al respecto léase «La doctrina del shock. El auge del capitalismo desastre», de Naomi Klein), la mejor reacción es el compromiso militante de asumir desafíos posibles. Enumeraremos brevemente algunos. A los gobiernos provinciales que dicen oponerse a las políticas neoliberales les corresponde la difícil tarea de concretar esa oposición con decisiones claras. ¿Qué se hará frente a la propuesta de evaluación nacional estandarizada? ¿Se aceptará sin condicionamientos, como se hizo con el reciente operativo Aprender? ¿Se desistirá de participar? ¿Se mostrará cómo y cuánto ya se evalúa en los distintos niveles del sistema educativo? ¿Se hará circular toda la información que a través del mismo sistema o de investigaciones que utilizan dispositivos pertinentes y validados se ha logrado reunir? ¿Se convocará a las instituciones a discutir un proyecto de evaluación alternativo? También les caben otros desafíos: avanzar en el cambio de diseños curriculares, en los modelos de gestión institucional, asegurar las condiciones materiales —por ejemplo edificios propios—, articular con las universidades la formación continua de sus docentes.

Las instituciones de nivel superior no universitario también pueden ofrecer resistencias a las políticas neoliberales. En primer lugar revisando sus propios modelos de gestión secundarizados, escasamente participativos y que atentan contra la autonomía necesaria en las instituciones de nivel superior. Destacamos este desafío como problemática institucional porque conocemos las propuestas ministeriales para modificar los modelos de gestión y también las resistencias que ofrecen algunos directivos ante esos cambios. Otro modo de resistencia es la concreción de proyectos académicos, de extensión, de investigación, si es posible en articulación con otros institutos y/o con la universidad. También cabe mencionar como desafío para los profesores y estudiantes fortalecer permanentemente la propia formación y participar de todas las instancias posibles: institucionales, gremiales, políticas. No dejamos fuera de estos desafíos a la universidad que deberá, cada vez más, abrir sus puertas a los docentes de todos los niveles y modalidades, con propuestas académicamente valiosas como son los posgrados.

Fuente del articulo: http://www.lacapital.com.ar/educacion/desafios-la-formacion-docente-tiempos-neoliberalismo-n1445349.html

Fuente de la imagen: http://static.lacapital.com.ar/adjuntos/203/imagenes/021/155/0021155148.jpg

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El cierre de la brecha de habilidades mediante proyectos

22 de marzo de 2017 / Fuente: https://revistaeducacionvirtual.com/

Por: Claudia García

Ahora es reconocido que la falta de conexión entre los sistemas educativos y los mercados de trabajo, junto con las interrupciones tecnológicas, es la creación de la inestabilidad y la inseguridad de los medios de vida de muchos.

Muchas empresas están iniciando sus propios intentos de cambiar los sistemas educativos alrededor de ellos, pero no son capaces de influir en el cambio sistémico. Los gobiernos están bajo una creciente presión para encontrar soluciones, incluyendo la participación del sector privado en los esfuerzos de cambio, pero pocos son capaces de actuar con rapidez y algunos trabajan en estrecha colaboración con los actores del sector privado para reformar los sistemas educativos.

Se buscan para mejorar las oportunidades de empleo a nivel nacional y / o regional y facilitar colaboraciones eficaces para hacer frente a la falta de capacidades entre las empresas, instituciones gubernamentales y del sector educativo y formativo.

El desarrollo del talento correspondiente determinará si todos participamos en las oportunidades de la cuarta revolución industrial o la experiencia de sus interrupciones como observadores. La gestión de esta transición requerirá un liderazgo visionario y una amplia gama de asociaciones.

Los proyectos proporcionan una plataforma para unir a las actuaciones empresariales, inspirando así a otros a unirse, y fomentar el aprendizaje entre la industria. También tienen como objetivo crear un diálogo constructivo entre los sectores público y privado para una reforma más amplia de los sistemas de educación y habilidades en la preparación para el futuro de los puestos de trabajo.

Además de tener por objeto ayudar indirectamente a millones más a través de liderazgo y el cambio de política. El éxito se mide a través del cumplimiento de los compromisos, a través de la evaluación comparativa anual de los informes de capital humano, el nivel de diálogo de colaboración y la acción creada y los cambios en la política del sector público y la práctica mientras que al mismo tiempo, fomente el diálogo público-privado constructivo sobre una reforma urgente y fundamental de los sistemas educativos y las políticas laborales para preparar mano de obra para el futuro de los empleos.

Fuente artículo: https://revistaeducacionvirtual.com/archives/2823

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Venezuela: «Diplomado de Atención Integral de Niñas, Niños y Jóvenes de la Patria»

Venezuela, 05  de Noviembre de 2016, Autor y Fuente: CIM/CNIE/OMEP Venezuela

El día 04 de Noviembre de 2016 se realizó la actividad de inicio del Diplomado «Atención Integral de Niñas, Niños y Jóvenes de la Patria» .  Esta actividad de formación contínua, de carácter gratuito, es  promovida por el centro nacional de investigaciones educativas del Centro Internacional Miranda(CIM/CNIE) y Organización Mundial de Educación Preescolar (OMEP), Capítulo Venezuela,  ha sido diseñada curricularmente por Iliana Lo Priore,  organizada para aperturar por  María Sarraute, coordinada por Haylee Avilán con el respaldo del Centro Regional de Investigación y Formación del Magisterio (CRIPFMA).

 

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Se llevó a cabo en el LBN Rafael Hernández León en Cagua, Estado Aragua.  La conferencia central e intercambio dialógico estuvo a cargo de Iliana Lo Priore, Presidenta OMEP Venezuela, Profesora UC e investigadora del CIM, quien abordó aspectos fundamentales, tales como: Importancia de la articulación y compromiso de los docentes y miembros comunitarios; Resignificación y relevancia del cuidado, atención, educación a niñas, niños desde una perspectiva integradora y de derechos humanos, donde se respete y valore la diversidad sociocultural, evolutiva, contextual; Abordaje y dimensiones de la integralidad;  Criterios orientadores para el impacto de programas dirigidos a la atención integral de niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

Fue una actividad entusiasta, de manifestición de altísimo compromiso por las infancias y juventudes del país.

Para mayor información e inscripciones comunicarse con Haylee Avilán,  coordinadora del CIM para los municipios de Sucre y Zamora  teléfono 0058-4167453946, cimcnes@gmail.com  o al correo de Iliana Lo Priore, ililopriore@gmail.com o ililopriore@yahoo.es.

 

 

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