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Cebollas y Educación.

Por: Juan Manuel Parrado.

La vida en la sociedad está compuesta de capas, de envoltorios que determinan nuestra convivencia, como si de una cebolla se tratara. Y al igual que las cebollas, esas capas pueden ser  profundas y cercanas a la esencia interna, o exteriores y prescindibles pero visualmente llamativas.

Una vez establecida la analogía, vayamos de compras. Hoy tengo intención de comprar una cebolla española. Me da igual que sea una cebolla de la Mancha que una de Fuentes de Ebro, que ni pica ni repite (tampoco pretendo crear un conflicto autonómico). Lo importante es que sea una cebolla de mi tierra, española. Todos compramos la cebolla por el aspecto exterior, aunque nunca estamos seguros de si al quitar las primeras capas nos la vamos a encontrar pocha o podrida, es un riesgo que tendré que asumir.

Antes incluso de salir de casa, me voy encontrando las primeras capas. Los mismos titulares de los informativos matinales me las muestran: “La corrupción escala siete puntos en la lista de preocupación de los españoles», “La justicia investiga si ocho pacientes murieron por los recortes en Cataluña», “Investigado un entrenador de fútbol de Granada por supuesta extorsión sexual a menores”, “Insultos tabernarios en el Congreso”. “Se pide en el Congreso suprimir el delito de enaltecimiento del terrorismo”, “Una mujer mata a su hija de 18 meses y se suicida” o “Brutal pelea de padres en un partido de infantiles”

Un momento, por favor, detengan el mundo. ¿A qué supermercado he ido? ¿De dónde han salido estas cebollas? Ya, ya entiendo lo que pasa. Estos periódicos tienen tendencia a la exageración y el sensacionalismo, prefiero obviar esa capa exterior de la cebolla y pasar a otra capa un poquito más profunda. Mejor salgo a la calle y lo veo por mí mismo.

Nada más arrancar el automóvil y ponerme en marcha, del vehículo que va delante me cae en el parabrisas el papel de una chocolatina que han tirado por la ventanilla. No pasa nada, yo a lo mío. Mientras circulo me cruzo con un conductor con la vista a medio camino entre su móvil y la carretera, otra conductora que habla alegremente con el auricular pegado a la oreja, una camioneta de reparto que invade el carril contrario para evitar una banda sonora para no “dañar” la suspensión, y cinco motocicletas que me sobrepasan en un intento por ver quién corre más de las cinco con el casco menos abrochado.

Tranquilo, yo sigo tranquilo, igual de tranquilo que un peatón que cruza estando el semáforo en rojo y que las dos señoras que no han respetado el ceda el paso de la rotonda. Voy a aparcar y, oh sorpresa, en el aparcamiento público un vehículo ha aparcado justo en medio de dos plazas, totalmente centrado sobre la línea de separación de ambas plazas. Normal, me digo, seguramente no quiere que le rayen el coche, y seguramente no lo ha aparcado en línea porque el coche de delante tenía una bola de remolque (aunque apostaría a que no ha usado nunca un remolque).

Se me están quitando las ganas de comprar nuestras cebollas patrias, pero para no ser injusto con la caprichosa distribución de las capas, decido seguir recabando experiencias para mi compra. Nada más tomar esa vital decisión, el caballero (o tal vez señor) que va delante de mí toma impulso y suelta un desagradable escupitajo en la acera. Bueno, la mucosidad primaveral es impredecible. Seguramente la mujer que está con un cigarro en la mano fumando discreta e impunemente en la puerta del colegio esperando a que salga su retoño, no tiene esos problemas de mucosidad, ni tampoco problemas de respeto a las normas. Menos mal que he quitado la vista a tiempo de su cigarrillo para no pisar un fresco excremento canino (¿se dice así?) que había en medio de la acera.

Justo cuando empiezo a pensar que las cebollas están sobrevaloradas y que tal vez debiera pensar en comprar champiñones, otra señora a lo lejos va con sus dos perritos adorables, defecan en la vía pública, saca una bolsita y recoge los regalos que habían dejado. No puedo dejar pasar esa ocasión, me acerco corriendo hasta ella, y con una emoción y solemnidad totalmente fuera de lugar le tiendo la mano y le expreso mi más sincera enhorabuena por hacer lo que ha hecho. Ella, evidentemente, me mira como si estuviera loco en el pleno convencimiento de que no ha hecho nada extraordinario. Pero no puedo remediarlo, al césar lo que es del césar.

Probablemente debiera seguir escudriñando más capas hasta agotar toda la cebolla, pero creo que he obtenido una evidencia suficiente para mi reflexión y mi decisión de compra.

Al pensar sobre los grandes temas que a todos nos preocupan, como la violencia en todas sus formas, la corrupción, o incluso los delitos más despreciables a menudo desembocamos en un análisis mucho más cercano. En ese análisis llegamos hasta los valores y la educación de la personas, como individuos y como parte de una comunidad. No podemos entender los grandes problemas si antes no entendemos qué es lo que falla en el sistema de valores de las personas, y aquí es donde reside el verdadero problema.

En esta búsqueda por las cebollas, ¿qué ha fallado? ¿Por qué he acabado recelando de lo que veo, por qué incluso he llegado a pensar que nos merecemos lo que nos pasa, que nos buscamos nosotros mismos nuestros propios problemas? Ha fallado el proceso de elaboración, preparar la tierra, elegir la semilla regar suficientemente, elegir el abono adecuado y recoger y conservar el producto. La cebolla defectuosa es como es no porque no pueda ser de otra forma, sino porque el sistema que debía garantizar su correcto desarrollo no ha funcionado. Y los valores que hoy vemos por doquier son los que son porque nuestro agricultor no ha hecho su trabajo. Efectivamente, hablo del sistema educativo.

La afirmación de que la educación es esencial en la sociedad no es una afirmación gratuita, ni fruto de una corrección política. Es un hecho. Tenemos los problemas que tenemos porque el sistema educativo falla a todos los niveles. Falla desde el momento en que no existen criterios uniformes que garanticen un desarrollo y una formación homogénea en todo el país, sino que cada región o autonomía tiene su propio sistema. Falla desde el momento en que no se garantiza la independencia ideológica de ese sistema educativo, sino que está a merced del signo político que lo desarrolla. Falla desde el momento en que intenta formar personas con conocimientos, y no personas con capacidades y criterios para desarrollar sus propias competencias. Falla desde el momento que intenta proporcionar peces en vez de enseñar a pescar. Falla desde el momento en que se gestionan mal los recursos del sistema educativo. Falla desde el momento en que no se seleccionan y forman adecuadamente todos los profesionales de la educación. Falla desde el momento en que no se destinan los recursos que son necesarios. Y sobre todo, falla desde el momento en que no existe un acuerdo de todos para hacer las cosas bien.

Y ahora la pregunta más inquietante. Si no conocemos a nadie que piense que la educación no es el elemento más importante para el desarrollo y la supervivencia de nuestra sociedad, si todos pensamos que la educación es la respuesta a la mayoría de nuestros males, ¿POR QUÉ NO EXISTE UN GRAN PACTO PARA LA EDUCACIÓN EN NUESTRO PAÍS?

No hay una respuesta lógica, y las pocas explicaciones que se me ocurren suenan indecentes. El estamento político actual tiene una preocupación mayor que la educación, que no es otra que su propia supervivencia, su propio posicionamiento político e ideológico. Necesitan diferenciarse de su adversario, necesitan mostrar que defienden sus propios ideales y nada, absolutamente nada justifica que sus votantes pudieran pensar que tienen algo en común con sus adversarios. Eso es lo que impide un gran pacto por la educación, sólo eso.

Ante este sinsentido, ¿qué podemos hacer? Debemos exigir, debemos protestar, debemos hacer ver la importancia de lo que estamos manejando. Es frecuente encontrar huelgas convocadas por asociaciones, por sindicatos, por partidos de la oposición… pero suelen incidir en aspectos ideológicos, anecdóticos o incluso demagógicos. Que si abajo los deberes, que si deroguemos una ley educativa porque la hizo un partido que no nos gusta, que si abajo los recortes,… Todas esas protestas son instrumentales, no inciden en el verdadero problema o lo atacan parcialmente. No decimos lo único que de verdad tiene sentido: “señores, es hora de que se sienten, de que consulten a los verdaderos expertos en educación y en que entre todos consensúe por mayoría, o incluso mejor, por unanimidad, un sistema educativo nacional estable y fiable, que no cambie cada legislatura y que garantice la educación de todos los ciudadanos, no sólo del que pueda pagarla”. Como es habitual, nos perdemos en los detalles y olvidamos el objetivo. Me da miedo pensar que eso ocurre como consecuencia lógica de mi análisis, es decir, que nuestra educación recibida no nos ha preparado para mucho más.

O nuestros agricultores (nuestros políticos, por favor, que no se me soliviante nadie) se asocian y crean un gran acuerdo para tener un certificado de calidad para la producción futura de verduras y hortalizas o ya sabemos lo que toca: cultivar nuestro propio huerto en casa o pasarnos a la carne, que tampoco es mala opción. En cualquier caso, ¿quién nos iba a decir que el futuro de nuestros hijos iba a estar en las cebollas?

Fuente:

http://www.ceutaactualidad.com/opinion/juan-manuel-parrado/cebollas-y-educacion/20170407180237040136.html

Imagen:

http://3.bp.blogspot.com/-dly-uouZZXc/Upj5QP3NoKI/AAAAAAABJak/MnqGWvJnQ_w/s1600/Cebolla+%25284%2529.jpg

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Gestión pública y corrupción

Por: José Manuel Restrepo

Uno de los dramas de los países en desarrollo y de aquellos a quienes les cuesta trabajo avanzar en crecimiento o desarrollo social es que desperdician mucho tiempo en discusiones inútiles o aún en problemas inexistentes o menores. Cuando la energía de una sociedad se gasta en discusiones o propuestas de políticas poco relevantes, descuidamos lo que es esencial y sobre todo malgastamos recursos que pueden ser valiosos para prosperar. Un ejemplo no muy lejano de nuestra realidad colombiana es haber abierto una espuria discusión sobre una reforma política inoportuna, incompleta y, hoy inútil, en lugar de debatir sobre asuntos de fondo para el futuro de la nación.

Pero ejemplos en Colombia, de malgastar el tiempo del debate o de no definir una buena política pública o de no responder oportunamente a nuestros problemas, hay muchos más. Algo de esto se extrae de aquella famosa expresión de nuestro premio nobel de literatura, cuando al cerrar el texto de la denominada Comisión de Sabios que estudió en 1994 el futuro de Colombia y que describió aquel año como un momento al “filo de la oportunidad”, decía: “Creemos que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro… (Una educación) Que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía”.

Pues bien, durante más de cincuenta años el gran problema para mejorar como nación y canalizar los activos del país (humanos o físicos) fue justamente tanta violencia, terrorismo y depredación. Hoy, luego de haber alcanzado un proceso de paz, tenemos un nuevo momento para aprovechar, pero, como en el pasado, parece que la nueva dificultad y problemática a enfrentar y a solucionar se llama corrupción. Un tema respecto del cual, aparte de propuestas mediáticas de políticos de turno, nada tenemos para proponer. El problema es que es un determinante clave de nuestro propio futuro.

Times Higher Education, en un artículo de estudio, concluyó que Colombia, junto con países como Chile, Tailandia, Turquía y Serbia, tiene el potencial de superar a países como China, Rusia, Brasil, India y Sudáfrica en materia educativa. Sin embargo, concluye también el autor, la única razón para no lograrlo son justamente los índices de corrupción, por cuanto los niveles de corrupción son inversamente proporcionales a la calidad educativa.

En lugar de una reforma política hecha a la carrera y desconectada de las necesidades del país, propongo avanzar en dos frentes de discusión: de un lado, en estrategias contra la corrupción, y de otro, en una gestión pública inteligente. En el primer asunto, reflexionemos sobre el actual modelo de financiación a las campañas políticas y démosle un cambio de 180 grados; avancemos en una campañas políticas y démosle un cambio de 180 grados; avancemos en una campaña de mayor eficiencia, sistematización, transparencia y simplificación de la gestión pública (es sorprendente, pero aún a la fecha, por ejemplo, y a pesar de leyes antitrámites, seguimos firmando documentos públicos y poniendo al lado una huella digital. ¿Conoce usted algo más ineficaz?); revisemos los incentivos y mensajes que lanzan la justicia y la propia administración pública en relación a los actos de los corruptos y endurezcamos las penas; fortalezcamos, dignifiquemos y profesionalicemos aún más el rol de los servidores públicos y hagamos de este papel uno tan atractivo como otras actividades del sector privado, y trabajemos de

mejor manera en el fortalecimiento de la democracia participativa y en la construcción de una cultura de integridad desde la educación. Podría agregar más asuntos, pero por lo menos de estos surge una batería de acciones a seguir.

Finalmente, es indispensable también actuar en una gestión pública inteligente, que, como propone la Cepal en reciente estudio de Sergio Bitar, sea menos improvisada, tenga más profundidad estratégica, piense a mucho más largo plazo y prepare la nación para estos nuevos escenarios de incertidumbre.

¿Será mucho pedir que el país prefiera dar estos, que son los debates que tiene que dar, y que la forma de hacerlo sea oportuna, profunda y consensuada?

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/gestion-publica-y-corrupcion-columna-683007

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Qué es el «Caso Odebrecht» y cómo afecta a cada país de América Latina

Por: Antonio Jiménez Barca. El País. 16/02/2017

La enorme trama de corrupción del gigante de la construcción sacude a la clase política latinoamericana

En junio de 2015, la policía brasileña encargada de investigar la macrotrama corrupta de la petrolera estatal Petrobras arrestaba, en su lujosa casa de São Paulo, a uno de los empresarios más poderosos de Brasil, Marcelo Odebrecht. El mundo económico brasileño se echó a temblar; el mundo político, también. Y no han parado desde entonces de hacerlo. Los secretos que podia guardar el nieto –y ya por entonces presidente- de la mayor constructora de América Latina, con 168.000 empleados, y con ramificaciones en 28 países, entre otros, en Venezuela, Colombia, Perú o EE UU, eran de tal calibre y de tal potencia que podían, por si solos, derribar presidencias o hacer caer gobiernos en toda la región.

Durante muchos meses, Marcelo, un hombre pagado de sí mismo y de carácter fuerte, se negó a aceptar el regalo envenenado de la Fiscalía brasileña: confesar lo que sabía –esto es: a quién había sobornado para conseguir contratos golosos- a cambio de rebajar la condena. Pero la situación en caída libre de la empresa, sobre la que pesaba una prohibición de presentarse a concursos públicos, más las pruebas recogidas por los investigadores (la carpeta olvidada de una secretaria en la que figuraban los nombres y apodos de los políticos sistemáticamente sobornado constituyó una de las más concluyentes) le hicieron doblegarse.

Aceptó cantar y delatar a cambio de rebajar diez años la condena (de 19 años). Con él, otros 77 altos cargos de la empresa se prestaron también a dar nombres, fechas y cuantías a la policía a cambio de años de libertad.

Además de pedir perdón públicamente, la empresa, asimismo, se avino a pagar la mayor multa impuesta a una compañía acusada de corrupción: 3.500 millones de dólares, repartidos entre los Gobiernos de Brasil, EEUU y Suiza(países que también investigaban a Odebrecht por sus prácticas corruptas). A cambio, dejaba de estar proscrita y volvía a poder concursar a obras públicas, su principal fuente de ingresos.

Pero una vez que las investigaciones se habían puesto en marcha, nada iba a impedir que el torrente de revelaciones siguiera arrasándolo todo. Desde EE UU y pasando por las fiscalías locales, ya afecta, fuera de Brasil, al presidente colombiano Juan Manuel Santos y al expresidente peruano Alejandro Toledo. “Odebrecht empleó una secreta, pero totalmente funcional, unidad de negocios de la empresa-un departamento de sobornos, por decirlo de alguna manera- que, sistemáticamente, pagó cientos de millones de dólares para corromper a funcionarios del Gobierno en países de los tres continentes”, afirmó en diciembre de 2016 Sung-Hee Suh, fiscal general asistente de la División Criminal del Departamento de Justicia norteamericano.

Nada apunta a que la tormenta vaya a parar. Al contrario. Las confesiones de los más de 70 altos cargos (incluida la de Marcelo Odebrecht) están hoy por hoy en Brasil protegidas por el secreto de sumario. Pero no lo estarán por mucho tiempo y, más pronto o más tarde, se harán públicas. La prensa brasileña las denomina, acertadamente, “la confesión del fin del mundo”. Hace un mes se filtró la declaración de uno de esos altos cargos. Solo uno. Se llamaba Cláudio Melo Filho y su trabajo consistía, según afirmó ante la policía, en presionar (y sobornar) a políticos brasileños a cambio de que favorecieran los intereses de la empresa a la hora de conceder contratos o modificar leyes. Aseguró también que el actual presidente, Michel Temer, aceptó en la terraza de su palacio 10 millones de reales (más de 3 millones de euros) para su campaña electoral. Lo que esconda la declaración de Marcelo Odebrecht, que trataba con presidentes y ministros de muchos países, es dinamita pura a punto de estallar.

Esto es lo que se va conociendo de las diferentes investigaciones:

COLOMBIA

La posibilidad de que el caso Odebrecht, empresa que confesó haber pagado en Colombia 11 millones de dólares en sobornos, salpicase al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ha desatado un tsunami político desde el martes por la noche en el país sudamericano. La Fiscalía aseguró que parte del dinero recibido como soborno por un exsenador detenido a principios de año “habría” terminado en la campaña presidencial de Juan Manuel Santos en 2014. Este miércoles, el fiscal salió a matizar ese condicional y explicó que responde únicamente al testimonio del exsenador detenido pero que no hay prueba física de que ello ocurriese, por lo que ha pedido que se investigue, un reclamo que ha hecho el propio presidente. Mientras, el Gobierno en pleno salió en defensa de Santos.

El pasado 14 de enero fue detenido el excongresista del Partido Liberal Otto Bula, acusado de recibir una comisión de 4,6 millones de dólares por favorecer a Odebrecht en la concesión de una carretera. A partir de la declaración de Bula, la Fiscalía emitió el comunicado matizado después. (Más informacion)

BRASIL

Las tramas corruptas que afectan a la clase política y empresarial de Brasil se entremezclan y el caso Odebrecht no es una excepción. Según la investigación en torno a la causa abierta que afecta a la petrolera estatal brasileña Petrobras se calcula que de los 20.000 millones de reales (6.400 millones de dólares) desviados, 7.000 (2.250 millones de dólares) fueron a parar a Odebrecht. Se cree que la multinacional accedió a esa fuente de dinero pagando hasta 1.000 millones de reales (320 millones de dólares) en sobornos a políticos y otros agentes públicos, generalmente en forma de donaciones para campañas electorales.

Hasta el momento, la pieza judicial vinculada a Odebrecht requería de que una instancia judicial diera validez a la confesión de hasta 77 de sus ejecutivos. Así lo hizo el Tribunal Supremo el pasado 30 de enero. La confesión se encuentra bajo secreto de sumario pero la prensa brasileña ha ido filtrando al público algunos nombres clave, entre los que están el actual presidente, Michel Temer y a sus antecesores Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva. Están también dirigentes del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), desde José Serra, actual ministro de Exteriores, a Geraldo Alckmin, gobernador de São Paulo y hombre fuerte para las generales de 2018. (Más información).

PERÚ

La Fiscalía anticorrupción ha solicitado 18 meses de prisión preventiva para Alejandro Toledo, presidente del país entre 2001 y 2006. A Toledo, que se encuentra en París junto a su mujer Eliane Karp, se le acusa de haber recibido 20 millones de dólares en sobornos de Odebrecht, a la que habría favorecido en la carretera Interoceánica Sur, que une Perú y Brasil. Desde la capital francesa ofreció una entrevista al programa Cuarto Poder, donde negó haber recibido los sobornos denunciados.

Toledo no es sin embargo el único expresidente peruano salpicado por la trama de corrupción de Odebrecht. La situación judicial del expresidente Ollanta Humala se enmarañó tras la revelación del diario brasileño Folha de Sao Paulo de que la empresa había entregado tres millones de dólares a su campaña presidencial. Antes de esta revelación, la justicia peruana ya investigaba desde hace meses a Humala por lavado de activos en el financiamiento de sus campañas.

Además, el pasado 31 de enero, las autoridades peruanas detuvieron a su llegada de Estados Unidos a Jorge Cuba, viceministro de Comunicaciones durante el segundo mandato presidencial de Alan García, predecesor de Humala. La Fiscalía acusa a Cuba de obtener dos millones de dólares por ayudar a Odebrecht a quedarse con la licitación de unas obras de metro.

Pero no sólo por corrupción ha salpicado Odebrecht la vida de los peruanos. Perú tuvo que cancelar la semana pasada el contrato para construir el Gasoducto del Sur, cuya inversión de 7.000 millones de dólares ha sido la mayor en infraestructura en la historia de este país. El consorcio encargado de la obra, encabezado por Odebrecht, no contó con la financiación necesaria para terminarla. Ha sido multado. (Más información)

Odebrecht Argentina
Obras de Odebrecht en la provincia de Córdoba (Argentina). 
 ARGENTINA

En Argentina estaba muy instalada la idea de que el caso Odebrecht era un problema del kirchnerismo. Durante los 13 años en el poder de Néstor y Cristina Kirchner la multinacional brasileña hizo grandes negocios y, según la investigación judicial, aportó a “intermediarios” en Buenos Aires 35 millones de dólares que le permitieron acceder a contratos por unos 278 millones de dólares. Sin embargo, el escándalo ha dado un vuelco inesperado y ha tocado de lleno el entorno del presidente actual, Mauricio Macri.

El jefe del espionaje argentino, Gustavo Arribas, íntimo amigo del presidente –hasta el punto de que le alquila el departamento de lujo en el que vivía antes de trasladarse a la residencia oficial- se ha visto obligado a declarar ante la justicia argentina por unas transferencias de casi 600.000 dólares que le hizo en 2013 Leonardo Meirelles, la persona que utilizaba habitualmente Odebrecht para pagar sus sobornos. La hipótesis que manejó La Nación, el diario que publicó la noticia, es que se trataba de una coima por la obra del tren Sarmiento, en la que participaba el primo de Macri, Ángelo Calcaterra.

El Gobierno argentino desmintió indignado esta hipótesis y Macri defendió a su amigo: “No entiendo de dónde sacan la vinculación con Odebrecht, es un cuento”, llegó a decir.

MÉXICO

Odebrecht reconoció haber pagado 10,5 millones de dólares en sobornos a “altos funcionarios de una empresa controlada por el Estado [mexicano]”. Los representantes de la constructora brasileña admitieron en diciembre a las autoridades judiciales de Estados Unidos que el pago de coimas se hizo entre octubre de 2013 y finales de 2014 para ganar contratos con una compañía de la que no revelaron el nombre.

La Secretaría de la Función Pública (SFP), que se encarga de investigar las acusaciones de corrupción en contra de funcionarios, dijo que investigaría el caso. Petróleos Mexicanos (Pemex, la petrolera paraestatal) también se pronunció públicamente en favor de revisar tres grandes contratos que otorgó a Odebrecht y por los que obtuvo 39 millones de dólares en beneficios. Entre ellos la construcción al norte del país del gasoducto Los Ramones, de 450 kilómetros de longitud, y el acondicionamiento de un terreno donde se levantará la refinería de Tula, Hidalgo.

En el tiempo en que se pagaron los sobornos, Pemex era un actor central en la apertura del sector energético mexicano. A finales de enero, Arely Gómez, la titular de la SFP, dijo que el caso de los sobornos de Odebrecht a funcionarios mexicanos es una de sus prioridades, pero no presentó ningún avance en la investigación.

VENEZUELA

Según el detalle del caso abierto por la justicia norteamericana, en el caso de Venezuela, los pagos fueron de 98 millones de dólares a varios intermediarios que dijeron tener acceso directo a compañías públicas. El objetivo de Odebrecht era obtener información confidencial sobre proyectos y garantizarse concesiones.

REPÚBLICA DOMINICANA

Odebrecht pagará en este país y a lo largo de ocho años los 184 millones de dólares que se comprometió a entregar al Estado dominicano en concepto de compensación por los sobornos que la compañía admitió haber pagado en el país para obtener contratos de obras públicas. La Fiscalía reveló el pasado 2 de enero, según recogió Efe, detalles del acuerdo firmado con la empresa brasileña, alcanzado el pasado 20 de enero, por el cual esta se comprometió a abonar dicha cantidad.

Según el acuerdo, “dicho monto será desembolsado paulatinamente en un plazo de 8 años, mediante pagos anuales parciales hasta enero del año 2025, iniciando con un primer abono de 30 millones de dólares, desembolsado a la firma del acuerdo el pasado miércoles”. Destacó que, además de Brasil, República Dominicana es “el único país latinoamericano que, a la fecha, ha logrado una compensación que duplica el monto de los sobornos reconocidos”.

ECUADOR

Ecuador también se ha visto afectado. Funcionarios del Gobierno recibieron pagos por 33,5 millones entre los años 2007 y 2016. En la actualidad, la Fiscalía ecuatoriana ha pedido ayuda a España para tomar declaración a Rodrigo Tecla Durán, un implicado detenido en suelo español que puede aportar información sobre el caso Odebrecht en Ecuador, según informa EFE. Durán es investigado por presunto lavado de capitales, soborno de funcionarios y pertenencia a una organización criminal.

PANAMÁ

Así como ha pasado con República Dominicana, la firma Odebrecht ha cerrado un acuerdo verbal con las autoridades de Panamá para, en primer lugar, pagar una indemnización por la trama de sobornos en el periodo 2010-2014 y, en segundo lugar, colaborar en la investigación si es necesario. Según informó la Fiscal General panameña el pasado 12 de enero, la constructora brasileña pagará como reparación 59 millones de dólares.

Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2017/02/08/actualidad/1486547703_321746.html

Fotografía: EFE/el espectador.com

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Entrevista a Lorenzo Meyer «Es inaceptable la corrupción y la estupidez del presidente Peña Nieto»

Por: Mario Casasus. Desinformémonos. 20/01/2017

Lorenzo Meyer: “Es inaceptable la corrupción y la estupidez del presidente Peña Nieto”

Guadalajara, Jalisco | Desinformémonos.  Lorenzo Meyer (1942), politólogo mexicano, denuncia la estructura del régimen de Peña Nieto y el desmantelamiento del nacionalismo: “El origen de mi libro es una observación irritada, me parece injusto ver cómo está viviendo México su vida pública, me parece absolutamente inaceptable la corrupción, la irresponsabilidad de algunas decisiones y la estupidez del presidente. Son una bola de corruptos, desde el presidente de la República hasta el presidente municipal y el policía”. El doctor Meyer reitera: “Desde la cúpula desmantelaron el nacionalismo mexicano, era parte central de la relativa soberanía de nuestro país. Yo no pensaba en Trump cuando ordenaba los capítulos del libro, tenía una tesis: los gobernantes decidieron que nuestra suerte era unirnos a Estados Unidos y disolvernos económicamente en Estados Unidos”.

Autor de los libros: Su Majestad Británica contra la Revolución mexicana (1991), La segunda muerte de la Revolución mexicana(1992), Liberalismo autoritario (1995), El Estado en busca del ciudadano (2005), De la euforia del cambio a la continuidad (2007),Las raíces del nacionalismo petrolero en México (2009), Nuestra tragedia persistente (2013) y Distopía mexicana (Editorial Debate, 2016), entre otros libros y antologías en coautoría.

El investigador y catedrático del Colegio de México hace una declaración de principios: “Mi obligación es prestarle un servicio a la comunidad mexicana porque me educó, mi educación universitaria la pagó el Estado, soy profesor e investigador de una institución del Estado, y lo menos que puedo hacer es cumplir con mi responsabilidad de forma independiente en las investigaciones, en los ensayos que escribo y en la preparación de los alumnos”. Desde el ámbito académico se enfrenta al poder, afirma Lorenzo Meyer: “porque lo considero ilegítimo y dañino, quienes han ejercido el poder en México no están a la altura de las circunstancias”.

MC.- Doctor, ¿cómo surgió el libro Distopía mexicana?

LM.- Este libro lo hice en dos etapas, cada semana tengo que redactar un artículo para la prensa, pero escribo todos los artículos pensando en un libro, no pienso en la coyuntura de ese día o semana, tomo los temas actuales, tal vez es muy presuntuoso o muy humilde –no sé cuál de las dos-, “escribo menos para el presente y más para el futuro”, quiero dejar un testimonio. Hace años, cuando comencé a colaborar en un periódico me costó algunos reproches del medio académico, un personaje que llegaría a ser presidente del Colegio de México me dijo: “veo muy mal que escribas en el periódico, porque la vida académica es una vida centrada y concentrada para el mundo universitario, escribir para un público mayor es degradante”; como no le hago mucho caso a las autoridades –ni a las de mi institución, por eso nunca me dejaron llegar a puestos directivos-, seguí colaborando en un periódico, en la radio y la televisión pública, en mis primeros años tenía el respaldo de Cossío Villegas que escribía en Excélsior.

MC.- ¿Reescribió los artículos del periódico “Reforma” para Distopía mexicana?

LM.- En este libro no encontrarán los artículos, me sirven como materia prima para rehacerlos y comprimirlos, a veces una página de mis libros lleva algo de 2 o 3 artículos, la mayor parte del material periodístico está desechado, espero que alguien, algún día, lea mi reflexión sobre la vida política y cotidiana de nuestro país. En “Distopía mexicana” están los últimos 5 años: el final del gobierno de Felipe Calderón y la primera mitad del gobierno de Peña Nieto, voy viendo la evolución -o involución- y reflexiono, en parte yéndome a la historia del fenómeno –aportando el contexto histórico-, en parte recurro a la teoría política, voy tratando de escribir para un público mayor, exactamente lo contrario que me reprochó el que sería presidente del Colegio de México. Mario, no crea que fue fácil escribir de manera sencilla, porque en la vida académica –sobre todo cuando yo empecé- premiaban lo confuso, entre más confuso y obtuso solían decir: “este doctor debe ser un genio, porque no le entendí nada, debe ser brillante, alcanza alturas insospechadas”. Se pueden escribir cosas profundas de manera sencilla, no hay que dar muchas vueltas ni usar conceptos de los iniciados en ciencias políticas, se puede decir lo mismo de una manera más simple.

MC.- ¿La Distopía corresponde a la decepción de los sexenios de Calderón y Peña Nieto, o tiene que ver con el estado de ánimo al perder las utopías?

LM.- Tiene que ver con una decisión, por lo menos con la palabra “distopía”, de enfrentarme a un poder que considero ilegítimo y dañino, quienes han ejercido el poder en México no están a la altura de las circunstancias -coincido con la observación de Cossío Villegas publicada en 1947, aunque él fue injusto con Lázaro Cárdenas-, escribo desde la única opción que me queda, pude inscribirme a un partido político y tener una participación en la administración pública, pero considero a los partidos políticos parte fundamental del problema, por otro lado, creo que en un punto chocan ser académico y militar en un partido, porque un partido político exige lealtades, tienen objetivos y uno tendría que ajustarse a esos objetivos, el académico de las ciencias sociales tiene que ser crítico de la situación en su entorno. Los académicos que militan en un partido político pierden independencia; para bien o mal en mis libros está mi juicio, pero es mío, no le estoy haciendo la corte a nadie, ni le estoy prestando servicio a los gobernantes, mi obligación es prestarle un servicio a la comunidad mexicana porque me educó, mi educación universitaria la pagó el Estado, soy profesor e investigador de una institución del Estado, y lo menos que puedo hacer es cumplir con mi responsabilidad de forma independiente en las investigaciones, en los ensayos que escribo y en la preparación de los alumnos.

MC.- Después de investigar los sexenios de Felipe Calderón y Peña Nieto, ¿podríamos hablar de un patrón de conducta gubernamental o comparten pocos puntos similares?

LM.- El origen de mi libro es una observación irritada, me parece injusto ver cómo está viviendo México su vida pública, me parece absolutamente inaceptable la corrupción, la irresponsabilidad de algunas decisiones y la estupidez del presidente -es lo menos importante porque la naturaleza nos da las neuronas, si el presidente y los secretarios de Estado tienen un número limitado de neuronas no sería tan grave, si fueran honestos, si tuvieran un compromiso social, la inteligencia no sería tan importante-, pero son una bola de corruptos, desde el presidente de la República hasta el presidente municipal y el policía, ¿todos los presidentes han sido corruptos?, yo salvaría a Lázaro Cárdenas, algunos secretarios de Estado se han comprometido con un proyecto nacionalista, también hay muchos servidores públicos honrados.

MC.- Pienso en un par de embajadores admirables: Gonzalo Martínez Corbalá y Gilberto Bosques…

LM.- De acuerdo, el problema está en la cúpula.

MC.- El libro comienza con el capítulo dedicado a la relación México-Estados Unidos, ¿es un orden aleatorio o era una propuesta profética ante el triunfo de Trump?

LM.- No es aleatorio, pero tampoco lo pensé así, no me sorprende el triunfo de Trump. Mi primera investigación fue sobre el petróleo y la expresión positiva del nacionalismo mexicano; el nacionalismo mexicano es defensivo, no es el nacionalismo alemán de la década de 1930, tampoco es el ofensivo nacionalismo norteamericano. Desde la cúpula desmantelaron el nacionalismo mexicano, era parte central de la relativa soberanía de nuestro país. Yo no pensaba en Trump cuando ordenaba los capítulos del libro, tenía una tesis: los gobernantes decidieron que nuestra suerte era unirnos a Estados Unidos y disolvernos económicamente en Estados Unidos; el embajador francés Alain Rouquié publicó el libro: México, un país de la América del norte (2014), su tesis era muy sencilla: “México decidió cortar con su historia como país latinoamericano y apostó por su geografía”. La geografía no es destino, si fuera destino Cuba sería una islita en medio de la nada, pero lograron su independencia y tuvo un costo enorme impuesto por el embargo de Estados Unidos. Según Rouquié: “México apostó por lo que era natural”, no era natural, porque desde Estados Unidos nos dicen: “fíjense en el espejo, ustedes son morenos, no saben inglés, no pertenecen al norte, nos desagradan y vamos a construir una muralla en la frontera”. ¿Quién demonios pensó que realmente nos dejarían ser parte de Norteamérica?, el gobierno de México desmanteló lo poquito que construyó la revolución: el nacionalismo defensivo y la autonomía relativa.

MC.- Entre los problemas domésticos, ¿cuál le preocupa más?, ¿la violencia del narco o la corrupción?

LM.- La corrupción, porque la violencia es resultado de la corrupción. La corrupción propicia la violencia, la corrupción es una manera de decirle a las instituciones que son débiles, que no tenemos una estructura a la altura del siglo XXI, por eso me preocupa la corrupción, porque nos detiene en la construcción del Estado de derecho, donde la ley se cumpla, la ley en México puede ser injusta, además de ser injusta la ley no se cumple. Domésticamente me preocupa la corrupción porque afecta la estructura extremadamente injusta y desigual de México.

MC.- ¿Cuál sería su reflexión sobre los efectos de la violencia del narco en México?

LM.- Por un lado tienes al SAT (Servicio de Administración Tributaria) intentando recaudar los impuestos y del otro lado está la eficacia del narco que cobra derecho de piso a los pequeños comercios y a las escuelas, el crimen organizado te hace su víctima para extorsionar, o te conviertes en el enemigo para exterminar, o mueres como daño colateral de una balacera.

MC.- El libro termina con el capítulo: “Los medios”, analiza la libertad de expresión, el despido de Carmen Aristegui y el legado de Julio Scherer. ¿Cómo podrán debatir los académicos, los periodistas y los lectores ante la censura del gobierno?

LM.- Una sociedad sana requiere que los medios sean libres, autónomos y plurales. Incluí el caso de Carmen Aristegui porque la conocí, colaboré en su programa durante años, muchas veces le dije: “Bueno Carmen, ¿hasta cuándo te van a dejar frente a los micrófonos?”, ella se reía de mi broma, pero en W Radio le ofrecieron permanecer en el programa con la condición de que la XEW (filial radiofónica de Televisa) pondría el contenido editorial, Carmen se fue y le costó mucho trabajo conseguir trabajo hasta que MVS Radio la contrató, porque ellos querían tener a una periodista de peso para negociar con el gobierno, Carmen y MVS firmaron un código de ética donde ella era libre, pero un día Felipe Calderón se ofendió con la pregunta sobre sus problemas de alcoholismo, la despidieron momentáneamente, MVS reinstaló a Carmen porque las negociaciones con Calderón no funcionaron y luego llegó la gran investigación de la “Casa Blanca” de Peña Nieto y Angélica Rivera, el resto es historia. Carmen presentó una demanda ante la Suprema Corte de Justicia para que se pronuncien si tiene sentido que los medios privados al usar un bien público deben respetar la libertad de expresión, la Corte hizo como que la virgen le habla, fallaron las instituciones, sus instituciones están podridas, la parte sana de México se estrella contra las instituciones podridas, el caso Carmen es emblemático y lo conocí de primera mano.

MC.- Finalmente, ¿qué opciones tiene la ciudadanía si la podredumbre del gobierno es irreversible?

LM.- ¿Qué hacemos contra las instituciones?, no estamos en un caso extremo, no vivimos en el régimen nazi, tampoco en la dictadura de Stalin. ¿Qué hacemos?, en nuestro pequeño espacio y mientras se pueda: cumplir con mi responsabilidad individual. Pero, qué hace alguien que no tiene una historia de ciudadanía, en un sistema que compra el voto y que usa la pobreza para ganar las elecciones que son espurias, pero son formalmente son legales, los acarreados y militantes van a votar y se benefician con alguna cosa material y el sistema se perpetúa, ¿qué hacemos?, hay una parte de la sociedad que reacciona ante la compra del voto porque puede, pero no podemos culpar enteramente a la otra parte porque son pobres y no se les dio la educación necesaria para entender cómo están metidos en el círculo infernal, donde ellos perpetuarán su pobreza mientras sigan votando de esa manera clientelar, el PRI tiene las estructuras clientelares para mover a sus bases y comprar las elecciones. ¿Qué hacer?, individualmente tenemos que reaccionar en contra del sistema, lo que no es garantía de que colectivamente podamos echar al PRI, se hizo un esfuerzo en la elección del año 2000, pero el personaje y el equipo que llegaron a dirigir al país no estuvieron a la altura, ni en broma, y se dejaron tragar por esas estructuras y se convirtieron en lo mismo que antes habían criticado. Espero sin mucha ilusión la elección del 2018, en fin, tenemos que ver entre la oferta que viene para 2018 quién da la posibilidad real de enfrentarse a una estructura y sus intereses creados.

Fuente: https://desinformemonos.org/inaceptable-la-corrupcion-la-estupidez-del-presidente-pena-nieto-lorenzo-meyer/

Fotografía: wradio

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Libro: Ayotzinapa: La incansable lucha por la verdad, la justicia y la vida

Reseña:  Este libro de autoría de: Carlos Alonso Reynoso y Jorge Alonso, es una especie de un diario del movimiento de Ayotzinapa que ha ido sacudiendo la vida del México actual y del mundo. Se fue escribiendo día a día con asombro al fragor de la constante lucha de este novedoso e incansable movimiento. No es la suma de actos, sino la configuración de un proceso complejo que no se ha dejado atrapar en el espectáculo de la degradada y corrupta política en que se encuentra sumergido el país. En su cotidianidad  el movimiento fue denunciando a un Estado perpetrador de crímenes atroces que, fabricando una insostenible mentira,  ha querido ocultar la verdad, y no ha respondido con justicia sino que mantiene y acrecienta la impunidad. El movimiento también fue exhibiendo el núcleo de los males del país en esa guerra que el capitalismo ha emprendido contra los de abajo. Este movimiento ha ido resistiendo los terribles agravios y ataques de los de arriba  conglutinando y buscando con imaginación la construcción de un modo nuevo de convivencia inspirado por la vida, deambulando por una vía estrecha, dura, pero transitable buscando la verdad y la justicia junto a muchos más que combinan rebeldía, resistencia y organización.

Link de Descarga: http://www.rebelion.org/docs/217255.pdf

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Zimbabwe: Jóvenes descontentos plantan cara a los jerarcas africanos

Zimbabwe/19 de Diciembre de 2016/La vanguadia

La ola de descontento social que empezó a gestarse hace unos años ha ganado fuerza durante 2016 en distintas regiones del África Subsahariana, donde los jóvenes se sienten estafados por regímenes autoritarios de líderes que una vez lucharon por liberar a sus países.

Las calles de Sudáfrica han sido tomadas este año por estudiantes enfadados con un Gobierno que no garantiza la educación a todas las clases sociales, por ciudadanos hartos de la corrupción que acosa a la administración de su presidente, Jacob Zuma, actual líder del partido que terminó, precisamente, con el apartheid.

«La desafección popular con el Congreso Nacional Africano (en el poder en Sudáfrica desde el final del sistema supremacista) está vinculada a un sentimiento de sectores hartos de los regímenes corruptos», sostiene el Instituto para Estudios de Seguridad (ISS, en inglés).

La frustración con el autoritarismo, la falta de transparencia y de ambición para mejorar la vida del pueblo obró el cambio en 2014 en Burkina Faso, que todavía hoy sigue inspirando a los movimientos populares que cruzan el continente, con éxito irregular y diferentes motivaciones.

En el sur, algunos de quienes un día fueron héroes contra la opresión colonial se han convertido en ancianos presidentes que se niegan a ceder el puesto y violan a diario los derechos de sus ciudadanos.

Robert Mugabe, el nonagenario presidente de Zimbabue, se convirtió en un héroe africano tras favorecer la reconciliación al final de la guerra civil de su país.

Tres décadas después, no solo ostenta el honor de ser el mandatario más anciano del mundo, sino el de haber sumido al antiguo granero de África en un abismo económico e institucional que ha desatado una violenta respuesta social sin precedentes.

En los vecinos Angola y Mozambique, las fuerzas que en su día encabezaron movimientos de liberación (el Movimiento Popular de Liberación de Angola y el Frente de Liberación de Mozambique) se han convertido en aparatos represores de oposición y ciudadanos.

«Los jóvenes están acusando a aquellos que han estado en el poder desde la independencia de amasar riqueza a través de la corrupción y de no hacer nada para aliviar la pobreza», enfatiza el ISS.

El origen de este sentimiento tiene una explicación simple para el director para África del observatorio británico Chatham House, Alex Vines: los votantes jóvenes han crecido ajenos a los días del colonialismo, pero sufren a diario el desempleo y la desigualdad.

«Han sido incapaces de crean empleo y oportunidades y expandir la riqueza, con lo que las desigualdades han aumentado y los jerarcas del partido se han hecho muy ricos», dijo Vines en Pretoria.

Más al norte, la falta de elecciones libres y justas están alimentando las protestas: Uganda, Burundi, la República Democrática del Congo y Etiopía han vivido este año violentos movimientos de contestación a sus líderes, que se resisten a dejar el cargo en contra de la ley.

Este verano, el atleta Feyisa Lelisa cruzó los brazos en el aire al terminar la carrera que le valió la plata en la maratón de los Juegos de Río: un gesto que denunciaba la represión del Gobierno etíope contra los oromo durante la mayor ola de protestas que se recuerda en el país.

Los oromo, como el resto de jóvenes que se han jugado la vida en otros países africanos, no reclaman solo más democracia, debilitada por la falta de arraigo de la tradición electoral y el neopatrimonialismo, sino sobre toda una «vida mejor».

«Estamos determinados a impulsar una solidaridad y unidad de los pueblos de África para construir el futuro que queremos: el derecho a la paz, la inclusión social y la prosperidad compartida», advierte la denominada «Declaración del Kilimanjaro», adoptada en una cumbre extraordinaria el pasado agosto en Arusha.

En aquella reunión, grupos de la sociedad civil, religiosos, sindicatos, mujeres, jóvenes y parlamentarios tomaron la decisión de «construir un movimiento panafricano que reconozca los derechos y libertades de nuestro pueblo».

Un movimiento que, de nuevo, vuelva a cruzar el continente para liberarlos ya no del yugo colonial, sino de sus nuevos opresores: dirigentes que, en la mayoría de los casos, ni siquiera han podido elegir.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/politica/20161215/412641490282/jovenes-descontentos-plantan-cara-a-los-jerarcas-africanos.html

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Guerra y democracia los militares peruanos y la construcción nacional Eduardo toche

Aamerica del Sur/ Perú/Noviembre 2016/Eduardo Medrano/

Esta tesis adolece de generalidad y de una ausencia de diagnóstico histórico que evita abordar dimensiones que han resultado cruciales en el desarrollo de las instituciones militares del continente. Las fuerzas armadas, si bien se convirtieron en un determinado momento en el segmento más calificado del Estado, también debe asumirse que tuvieron un ámbito de acción dentro de los aparatos del Estado que desbordó lo que estrictamente les concernía, debiéndose intentar explicar cómo el control de estos espacios estatales no militares, de acuerdo a los criterios de seguridad que manejaban, fue otorgándoles los componentes esenciales para llevar a cabo su misión.

En el caso peruano, es indudable que durante el siglo XX los militares experimentaron una profunda profesionalización, que no fue acompañada por un proceso similar en los otros sectores estatales, salvo en el sector de Relaciones Exteriores, dándose una disyunción entre los objetivos del Estado y las herramientas para conseguirlos, que intentó ser salvada con el experimento político que iniciaron los militares a fines de los años ‘60. Pero, además, debemos contemplar que los militares no fueron una entidad pública más: fue y es la única presencia del Estado en los espacios de frontera, no sólo físicos sino también culturales. En ese sentido, puede afirmarse que su parte más moderna era, paradójicamente, la que actuaba en los linderos mismos del sistema.

Los resultados de este “diá- logo” múltiple, consistente en ser el intercomunicador entre lo “civilizado” y lo “bárbaro”, actuar como entidad integradora, discernir sobre lo que debía quedar “afuera”, definir al “amigo” y al “enemigo”, fue articulando un discurso que tuvo enormes implicancias para las formas que adquirió el proceso de construcción del Estado nacional peruano.

Ubicados como estaban en el cuadro de roles y funciones estatales, tuvieron la posibilidad de darse una importante autonomía respecto de los intereses generados por los sectores dominantes del país. Esto les permitió la formulación de una doctrina de seguridad que obtuvo altos grados de legitimidad debido, precisamente, a su apariencia “técnica”, totalizante e integradora, que resultaba fácil de identificar con las “necesidades nacionales”. A su vez, estas últimas no podían cumplirse por la importante debilidad de las expresiones políticas que, en la lectura de los militares, aparecía como la primacía de los intereses particulares sobre los comunes, en otras palabras, la expresión del “desorden” propio de los civiles manifestado en la propensión hacia el debate estéril poniendo de lado la acción.

Por otro lado, aunque las fuerzas armadas plantearon su posición, en gran medida antagónica, frente al orden oligárquico que imperó durante gran parte del siglo XX, era obvio que no podían abstraerse de los sentidos y valores que adquirían las relaciones entabladas entre los diferentes grupos que componían la sociedad peruana.

Esto tuvo especial significación cuando debieron construir una imagen del “subversivo”, es decir, del enemigo interno que paulatinamente se les presentó como una de las amenazas más importantes para el país. En efecto, el “subversivo” no pudo entenderse sin la presencia de un “poder externo” cuya intención era la disolución de las bases civilizatorias sobre las que descansaba la armonía social —de allí el importante tributo que tuvo la idea del “bárbaro” y el “salvaje” para formularla—, y la existencia de un sector enquistado en la sociedad que actuaba como operador de estas intenciones, compuesto por personas que debíamos suponer como ajenas.

El caso peruano es importante al respecto porque muestra, en efecto, un derrotero particular en su proceso histórico, que diferencia a las fuerzas armadas peruanas de las otras fuerzas armadas de Latinoamérica pero, también, porque el desenlace ha producido resultados muy negativos en estas instituciones.

Entonces, el neoliberalismo y la contrasubversión se tocaron en más de un punto y se retroalimentaron, dando como resultado un Estado organizado bajo un régimen de excepción cuyo objetivo último fue “disciplinar” la sociedad de acuerdo a las pautas exigidas por el “orden” necesario para imponer las medidas dirigidas a la liberalización de la economía.

Las consecuencias de este proceso fueron muy graves para las instituciones militares peruanas, pues dieron lugar a una generalizada corrupción en su mandos (especialmente los del ejército), denuncias por la aplicación de una política sistemática de violaciones a los derechos humanos —cuyas sanciones se mantienen pendientes—, la desestructuración de sus jerarquías, la pérdida de identidad institucional, la ausencia de definiciones estratégicas, y la inoperancia ante los nuevos retos que plantea la seguridad del país.

Por otro lado, esta ausencia de objetivos nacionales hizo que se descuidara la evolución del sistema internacional. La crisis del bloque soviético indujo a un cambio de perspectivas en la seguridad hemisférica. En este sentido el “Consenso de Washington” contempló: • Primero, la reducción de los aparatos estatales que exigía la implantación del modelo económico neoliberal, viéndose a los ejércitos nacionales latinoamericanos como una fuente de gastos excesivos que debían limitarse. • Segundo, para lograr estos resultados se debía amenguar o, en su defecto, eliminar los focos de tensiones regionales. Bajo este panorama, las reorientaciones hemisféricas no fueron previstas por los militares peruanos, y esto quedó de manifiesto con el “ciclo del Cenepa”, cuyo momento central fue el choque armado entre las fuerzas armadas del Perú y Ecuador en aquel lugar limítrofe, en 1995. Hacia 1998, dicho conflicto llegó a su fin mediante un tratado que cedía una porción de territorio peruano y concesiones fluviales y comerciales para el Ecuador.

Otra consecuencia del reordenamiento de la seguridad en el Hemisferio para el Perú es el protagonismo que ha empezado a adquirir la región amazónica como espacio estratégico para la seguridad continental. Si bien el 60% del territorio peruano forma parte de la Amazonía, lo cierto es que el fomento para el desarrollo de esa región fue bastante relativo.

Ante este escenario, la construcción democrática escenificada a partir del 2001 tuvo como uno de sus objetivos fundamentales establecer nuevos marcos para la seguridad nacional y los roles de las instituciones militares. Sin embargo, la ausencia de una decisiva voluntad política, así como la vaguedad de los objetivos, han conducido el proceso hacia una situación de entrampe.

Aun así, en los últimos tiempos han empezado a vislumbrarse algunas intenciones ciertas en este sentido, cuando se formó la Comisión Multisectorial que debía elaborar un Plan Integral de Reparaciones y, posteriormente, se anunció la aprobación del mismo y la promesa de su financiamiento.

Fuente:

http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/becas/20120419125101/medrano.pdf

Fuente imagen

https://lh3.googleusercontent.com/PIhy_6v_l911LzmRuU6KToe7Hn2qPP3wG7cHgc2v1b1_6vLZY8wjxe9FXv8LcLHpMwE=s85

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