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Asesinatos laborales: tres muertes evitables en 48 horas

América/Argentina/10/06/2020/Fuente: ANRed.

Víctor Rodríguez murió aplastado por una bolsa de cuarzo de 1500 kilogramos. María Ester Ledesma falleció por Covid-19, tras que se le negase seis veces el pedido de licencia por ser persona de riesgo. Mariano Sosa, al quedar atrapado en una máquina Sin Fin, sufrió graves lesiones que le provocaron la muerte. En el 2019 más de 500 trabajadores fallecieron por causas evitables en un contexto de desidia empresarial y estatal. 

Víctor Rodríguez, de 38 años, trabajaba hacía 10 años en el área de composición de Cristalerías Rigolleau SA, ubicada en Berazategui, Provincia de Buenos Aires. El jueves pasado, mientras cumplía tareas en el depósito, murió aplastado por una bolsa de cuarzo de 1500 kg. Sus compañeros denunciaron que, por un ajuste de la empresa, allí donde antes trabajaban dos operarios, Rodríguez había quedado solo. Motivo por el cual también fue encontrado al menos dos horas después de producirse su fallecimiento.

Roberto Tullo, director de Rigolleau, apuró las pericias para volver rápidamente a producir, mientras que el Sindicato del Vidrio resolvió un paro de 1 hora, entre las 11 y las 12 de ayer.

“Era una gran persona, pero un mejor compañero”, destacaron los operarios de la cristalería.

María Ester Ledesma era enfermera en el Hospital Interzonal General de Agudos Luisa Cravenna de Gandulfo en Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires. En el contexto de cuarentena por Coronavirus, solicitó seis veces el pedido de licencia debido a enfermedades que padecía. En las seis oportunidades rechazaron su pedido. Falleció el jueves.

“María Ester no debería haber estado trabajando. Una compañera que el Estado debería haberla cuidado; pero como tenía 50 años no importó que era diabética, hipertensa y tenía problemas de obesidad. Le negaron la licencia por Covid y así fue como la compañera contrajo el virus dentro del hospital. Contagió a su madre que falleció la semana pasada, a su hijo -que aún esta internado-, a su esposo y a su otra hija. Es lamentable que este sistema perverso asesine enfermeras. Esto no fue la pandemia. Esto fue un asesinato de parte del gobierno provincial. Los responsables son los del Estado”, afirmó a ANRed, Aída, enfermera del Gandulfo y secretaria administrativa de ATE Sur.

El lunes a las 11:00 hrs. hubo una jornada de duelo en la puerta del hospital.

El pasado viernes, en Córdoba, perdió la vida Mariano Nicolás Sosa en la planta de Aceitera General Deheza (AGD) ubicada en Alejandro Roca. Sosa, trabajador eventual de 21 años, sufrió graves lesiones que le provocaron la muerte al quedar atrapado en una máquina Sin Fin. Tras el hecho, la empresa cerró las puertas de la planta e impidió el ingreso de los delegados.

Desde la Federación de Aceiteros y Desmotadores aseveraron que Sosa “no había sido debidamente capacitado” y responsabilizaron a AGD por el asesinato laboral: “a la empresa le corresponde la implementación de todas las medidas preventivas y de seguridad que garanticen la vida y la integridad de los trabajadores”.

La Federación ha avanzado en varias plantas en la conformación de Comités Mixtos de Salud y Seguridad; sin embargo, en AGD no se cumple con esta resolución a pesar de dos acuerdos firmados en el 2016 y en el 2018.

Asimismo, desde la Federación, apuntaron a la responsabilidad estatal dado “que no ejerce sus funciones de control de acuerdo al mandato constitucional de garantizar condiciones dignas y equitativas de labor y la salud de las personas que trabajan”.

Estos tres casos se suman a una larga lista de asesinatos laborales. El 21 de mayo, se produjo la cuarta muerte de repartidores y repartidoras de APPs en el contexto de cuarentena. A fines de abril, en La Pampa, un obrero murió aplastado por un chimango en una cerealera de Caleufú. En marzo, un trabajador de Ayko SA, al servicio de Telecom, falleció luego de que se cayera un poste de teléfono.

La Campaña Basta de Asesinatos Laborales (BAL) señaló que en el 2019 murió un trabajador cada 14 horas por “causas evitables durante el ejercicio de sus tareas en condiciones precarizadas, lo que significa 500 decesos por año”.

“Si es evitable, no es accidente”. Un concepto sencillo, que defiende la vida, pero que el empresariado y el Estado siguen desoyendo.

Fuente e imagen: https://www.anred.org/2020/06/06/asesinatos-laborales-tres-muertes-evitables-en-48-horas/

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Libro: Sopa de Menudencias. Pensamiento crítico pedagógico en tiempos de pandemia

Por: La Roja, Red de maestras y maestros clasistas.

 

Reseña: Sopa de Menudencias: pensamiento crítico pedagógico en tiempos de pandemia.

La pandemia actual ha tenido un impacto profundo en las maneras de relacionarnos, ha creado nuevas formas de observar el presente y de imaginar posibilidades de futuro. Aunque en el contexto del coronavirus todos los campos del mundo social entraron en un estado de incertidumbre permanente, tal vez sea el ámbito educativo uno de los que mayor turbulencia e incertidumbre ha manifestado en la actual coyuntura global. La educación es un elemento relevante para canalizar y dirigir la voluntad y el comportamiento de los ciudadanos, por lo que adquiere un papel central en la producción y reproducción de todo proyecto histórico. El sistema histórico vigente está configurado por la matriz capitalista y el ethos neoliberal, donde instituciones transnacionales y Estados nacionales cumplen la función instrumental de reproducción del sistema. Su punto de partida es la producción de riqueza y la concentración de la misma, y por ello mismo, controlar el sub-sistema educativo es fundamental y estratégico.

En primer lugar, para los organismos internacionales es un lugar de intervención privilegiado, ya que permite reproducir el capitalismo, su sistema mercantil de relaciones sociales y su visión privatizadora y corporativa del mundo. Igualmente, los Estados nacionales aliados del capital comprenden su importancia a la hora de sofisticar los mecanismos de control social, el disciplinamiento de los cuerpos y la sedimentación de una narrativa que inspire confianza en sus gobiernos. Aquí se encuentra el gobierno de Colombia, que con Iván Duque ha actuado durante la pandemia con una obediencia ritual y enceguecida a los preceptos neoliberales, lo que ha producido formas de vida cada vez más degradadas y precarias para amplias capas de la población del país.

Desde otra perspectiva se asume un compromiso contrahegemónico que tiene como punto de partida la garantía de la vida, es decir, el despliegue de las posibilidades de la corporalidad viviente y el pleno desarrollo de las capacidades humanas. Este locus de enunciación postula que la educación es un mecanismo de liberación frente a la naturalización de un sistema mundial selectivo a la hora de garantizar condiciones de vida dignas. Aquí encontramos la praxis crítica de aquellos Estados que, etiquetados como “progresistas”, “reformistas” o “revolucionarios”, intentan escapar a la lógica mercantil y logran tensionar las contradicciones causadas por el capital, en un intento por generar otras maneras de gestionar la vida social. También encontramos movimientos sociales, intelectuales orgánicos y sectores contrahegemónicos que resisten en distintos países a la permanencia de la razón thanática del capitalismo como destino inevitable.

Ubicados en esta posición, simultáneamente adversa y esperanzadora, los docentes colombianos, y en particular los de Bogotá, han expuesto desde el preludio de la pandemia los efectos violentos y excluyentes de las medidas gubernamentales que, entre otras cosas, ha privilegiado la militarización de los territorios, impuesto una narrativa de responsabilidad individual ante el riesgo del contagio, y defendido la circulación del capital frente a la garantía de la vida, dando lugar, por ejemplo, al símbolo del trapo rojo[i]; una metáfora del desespero de aquellos que viven la fragilidad del abandono estatal. Esta situación impulsó a la Red de Maestras y Maestros clasistas La Roja a realizar un ejercicio de catarsis colectiva para que los docentes se manifestaran sobre la situación actual, a través de la escritura. Manifestarse en su concepción filosófica y crítica significa dar cuenta de la existencia.

La realidad misma estaba solicitando ser pensada y reflexionada, ya que las situaciones cotidianas alteraban día tras día el mundo conocido de la “normalidad”. Entre ellas, se encuentra la desigual distribución de la vulnerabilidad que convirtió al confinamiento en un privilegio, afectando principalmente a las familias cuyos hijos estudian en colegio públicos de la ciudad. Las noticias sobre estudiantes que debían salir a trabajar para comprar el alimento o que quedaban solos en sus casas porque sus padres iban a trabajar diariamente fueron convirtiéndose en excepciones cada vez más recurrentes. De ahí se desprenden realidades como la falta de conectividad y de recursos tecnológicos, que para muchas familias son lujos inaccesibles y hacen casi imposible que haya una democratización de materiales, relaciones y aprendizajes en tiempos de pandemia. La catarsis colectiva tenía como objetivo conocer las opiniones y reflexiones sobre estos y otros temas que se quisieran exponer, por lo que se hizo una convocatoria abierta con una respuesta desbordante.

Pareció que la incertidumbre del confinamiento hubiera activado el deseo por desprenderse de lo habitual y cotidiano, no para dejarlo atrás, sino para observarlo con cautela en el despliegue interpretativo y siempre crítico de la escritura. El resultado fue una compilación de textos firmados por veinte autores que son docentes del sector público de Bogotá y que reflexionan alrededor del confinamiento, a la luz del saber pedagógico. La publicación se tituló Sopa de Menudencias[ii], adaptando dos hechos relevantes.  Por un lado, la aparición de la polémica compilación Sopa de Wuhan en el mes de marzo. Por otra parte, los crecientes efectos sociales de la cuarentena, cuyo mensaje era claro: es más mortífera la dificultad para acceder a los alimentos y la falta de recursos para mantener el confinamiento, que el virus mismo. Ante esta carencia de alimentos, la “sopa de menudencias” representa una sopa popular, un alimento con grandes propiedades nutritivas, reconocida por la totalidad de los colombianos y, además, de bajo costo.

En tanto compilación que emerge de la coyuntura, su discurso no tiene una línea crítica uniforme ni una línea política determinada. En la nota aclaratoria del inicio del texto, que se presenta como “nota virulenta”, se puede leer: “Aunque algunos de los autores conforman la Red, no significa que haya un corpus unificado ni un pensamiento homogéneo que defina el sentido de la compilación”. Pero los puntos de encuentro tienen fuertes bases, ya que “los textos comparten el deseo de cambio y la necesidad de transformación de la matriz de sociabilidad que se ha impuesto en la escuela”. Puede afirmarse que su discurso político aterriza en la reflexión de la práctica pedagógica como acto comunicativo con potencia de transformación social. Su narrativa es polifónica y transita por distintos lugares del logos para encontrarnos con reflexiones de carácter político, económico y filosófico; pero también con ficciones encarnadas en cuentos, en narraciones de crónicas im-posibles, y en metáforas que nos llevan a la dimensión poética del lenguaje.

Esta compilación se distancia de la perspectiva academicista que realiza profundas disertaciones conceptuales para ir directamente a los hechos sociales y a las nuevas dinámicas cotidianas. En este sentido, las fronteras entre “lo político” y lo “intelectual” se diluyen en una morfología discursiva que, a pesar de sus distinciones, se dirige siempre a las comunidades, sean ellas educativas, barriales, gremiales o ciudadanas. El texto tiene las huellas del barro de quienes han recorrido los territorios, los cuestionamientos didácticos y curriculares que han interpelado a los docentes y los afectos y creaciones simbólicas que han modificado la manera de relacionarnos y comunicarnos en la cuarentena. Vale decir que esta compilación es solo un pequeño elemento en el amplio conjunto de proyectos e innovaciones que maestras maestros han venido realizado de forma quijotesca y comprometida en medio de la incertidumbre pandémica.

El propósito de la Sopa de Menudencias es generar significados colectivos y articular nuevos sentidos sobre la actualidad. Se espera que a través del diálogo y el debate se posibilite modificar los imaginarios y las representaciones sociales hegemónicas, a favor de otros que privilegien la vida y que ofrezcan horizontes de futuro incluyentes y emancipadores. Es un texto abierto y de acceso libre dirigido a todo tipo de público, principalmente a las comunidades educativas que hoy se encuentran aisladas y separadas por la necesidad del cuidado ante el contagio.

Notas

[i] Como mecanismo de denuncia e impotencia, los hogares sin alimento y sin fuentes de trabajo debido a la cuarentena fueron haciendo recurrente la práctica de poner un trapo rojo en puertas o ventanas para mostrar a la comunidad la difícil situación. Aunque los actos de solidaridad no se hicieron esperar, esta práctica es una simbología de la desesperación que ha develado la inmensa desigualdad y precarización de la vida que existe en Colombia.

 

[ii] Puede accederse a ella a través de:

sopademenudencias (1)

 

 

Fuente de la reseña: Equipo de Ove

 

 

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Viralidad: Palabras que infectan la percepción de los hechos

Por: Sofía García Bullé

Las palabras que usamos tienen un rol importante en cómo construimos nuestra realidad e interactuamos con ella.

 

Las palabras y el lenguaje, hacen mucho más que sólo nombrar las cosas, dictan la forma en que nos relacionamos con ellas. El cómo elegimos hablar de algo, con qué palabras comunicamos lo que es un objeto o concepto, o la descripción de un evento implica un camino de dos vías. Así como a través del lenguaje definimos nuestra realidad, la forma en que usamos el lenguaje para este propósito define también como percibimos esta realidad.

Lo anterior se vuelve más obvio al ver la manera en que comunicamos y recibimos información durante la presente crisis de salud. Es sin duda revelador que una sola palabra, “viralidad”, presente ambas caras de la moneda, tanto para nombrar esta crisis, como en la forma en que forjamos nuestra realidad alrededor de ella.

La evolución de las palabras “virus” “viral” y “viralidad”

La palabra viralidad, en su primera acepción viene de virus, la palabra en latín para referirse un veneno líquido. La etimología de la palabra nos dice también sobre su semántica, el espectro completo de conceptos que pretende abarcar. Un veneno líquido fluye, se esparce con facilidad, su efecto es agresivo y difícil de detener, en algunos casos fulminante.

Son estas propiedades semánticas las que hicieron perfecta a la palabra virus para describir las patologías que se replican dentro del cuerpo y se esparcen a través del mismo. Desde tiempos antiguos hasta ahora, la definición primaria de virus, es la que nos habla de una condición patológica que se replica dentro del cuerpo de una persona y que podría tener la capacidad de saltar y seguirse replicando en otra.

Hasta aquí hablamos del significado literal y más sólido de la palabra, pero el concepto se complica cuando entra el sentido figurativo, la alegoría y la licencia política. El término virus saltó al mundo de la informática cuando Fred Cohen creó un software que se autoreplicaba y extendía a través de un sistema adhiriéndose a los programas dentro de este como forma de atacar los sistemas de seguridad de computadoras multi usuarios.

Esa fue la primera instancia de democratización de la palabra, cuando dejó de ser exclusiva del ethos médico y científico, y comenzó a colarse en el lenguaje que usamos todos los días.

La acepción que conocemos ahora es producto de la apropiación por parte de una semántica cimentada en la mercadotecnia y el manejo de la información. Richard Dawkins, renombrado biólogo evolucionista, se refiere a los memes (las primeras instancias de contenido viral), como el equivalente del DNA, y habla de su capacidad de replicarse como virus a través de la selección natural ejercida por la cultura que consume el meme. Este modelo de dispersión de la información es crucial para entender la forma en que recibimos los datos que forjan nuestra realidad. Especialmente en crisis de salud.

La información que describe nuestro entorno, no siempre es la más veraz, exacta o cierta, es la que ha sobrevivido la selección de curación de contenidos, algoritmo y replicación a través de la audiencia que comparte determinada pieza de información.

Virus de la desinformación

Los momentos, videos, publicaciones y contenidos virales, así como sus reacciones, ya sea de apoyo o indignación, han sido parte de la cultura desde mucho antes de que existiera el Internet pero el lenguaje que nos ha traído el constante uso de las redes, nos ha hecho incorporar la palabra a nuestro vocabulario diario para describir los contenidos que más impacto tienen, los que más compartimos y forman una imagen colectiva de los hechos alrededor de nosotros.

“Necesitamos pensar diferente sobre nuestro ecosistema de información. Las metáforas que usamos ayudan a formar lo que pensamos acerca de nuestra responsabilidad”.

Los mecanismos que empujan la información hacia nuestras historias, redes y buzones ya no se rigen por popularidad ni veracidad, sino por algoritmos e interés. Estos algoritmos incentivan el contenido con el que los usuarios ya han interactuado previamente. No proporcionan contenido nuevo diferente, solo el mismo que han estado consumiendo.

Esto es potencialmente peligroso cuando la información que se replica atañe a eventos reales, ya que crea cámaras de eco y refuerza el sesgo de confirmación de los usuarios. Al final, nadie es informado de lo que sucede, solo recibimos contenido que confirma lo que ya pensábamos previamente.

Esta información, que puede ser sesgada, incompleta o falsa, se replica dentro de los grupos en los que el algoritmo ya descifró un patrón de contenido de acuerdo al consumo de los usuarios. Así es como se surge y se expande un virus de desinformación.

Whitney Phillips, profesor asistente de comunicación y estudios de retórica en la Universidad de Syracuse, se ha especializado en investigar cómo la información y las ideas extremas son amplificadas para alcanzar públicos cada vez mayores, a través de la cobertura de medios y la publicación de contenidos en redes sociales.

Phillips explica que uno de los mayores peligros del virus de la desinformación es la tendencia que tendemos a pensar a que nosotros no estamos contagiados. Pero cada persona que escribe un contenido basado en información sesgada que ha recibido solo por los algoritmos o cámaras de eco se convierte en un portador del virus, y lo transmite a otro en el momento en que replica el contenido recibido.

Estos usuarios pueden ser asintomáticos en el sentido de que el contenido que comparten no tiene una consecuencia real para ellos, pero eventualmente la información sesgada o falsa tendrá efecto sobre alguien más.

Si se trata de información sobre el COVID-19, por ejemplo, puede pasar que si una persona publica que las reuniones familiares no representan riesgo alguno de contagio, es muy posible que un grupo de personas que hayan recibido la información y hayan decidido tener una reunión familiar, sí sufran de contagio. De la misma forma que una persona puede tener un cuadro asintomático de COVID-19 y otra puede caer gravemente enferma por el mismo virus.

“Necesitamos pensar diferente sobre nuestro ecosistema de información. Las metáforas que usamos ayudan a formar lo que pensamos acerca de nuestra responsabilidad”. Phillips da en el clavo acerca de porqué el uso continuo del término “viralidad” para referirse al manejo de la información presenta un alto riesgo para los mecanismos de desinformación que tenemos hoy en día. Un virus, como mencionamos al principio, es una patología, al usar la palabra lo que describimos es un conjunto de células que se replican sin conciencia ni intención, invadiendo un organismo.

Compartir y manejar información no es una patología, es una decisión por parte de quienes producen la información y la dirigen a las cámaras de eco, así como de quienes la replican. La diferencia entre las células y las personas, es que las personas tienen conciencia, capacidad de aprendizaje y capacidad de pensamiento crítico. El éxito de este “virus de la desinformación”, radica en lo mucho que parecemos olvidar esto.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/viralidad-desinformacion

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Educación problematizadora

Por: Leonardo Díaz

Los días de la COVID-19 han motivado que algunos opinantes dediquen una mirada de afecto a la ciencia, objeto de culto y de olvido, en la sociedad moderna.

Dentro de las opiniones más llamativas se encuentran aquellas que, además de recordarnos el deber de los Estados con el financiamiento de la investigación científica, priorizan la educación científica como base de los programas educativos.

No tendríamos ninguna objeción a las referidas afirmaciones sino fuera porque, usualmente, ese amorío epistémico viene acompañado de una mirada de desdén hacia las disciplinas académicas que no son ciencias naturales, a las que se les tiene como un complemento prescindible o una forma de instrucción cultural anecdótica.

Todavía hay opinantes quienes, negándose a reflexionar sobre la atmósfera intelectual que nos ha colocado en una profunda crisis espiritual, siguen pensando que debemos orientar nuestra educación adecuándola a criterios como los del Informe PISA. Pero estos criterios forman parte de una cosmovisión del mundo que debemos seguir replanteando en un mundo pospandemia.

Antes que el SARS-CoV-2 iniciara su recorrido desde Oriente, veníamos cuestionando un modelo que piensa la educación solo en función de su capacidad para aumentar la rentabilidad. Los programas educativos, los rankings y los informes como PISA responden a este concepto de la educación relacionada con el crecimiento económico, no interesado en formar personas que desarrollen muchas de sus potencialidades dentro del contexto de una sociedad democrática.

En este sentido, la valoración de la ciencia que escuchamos y leemos ahora no es una excepción. Se acude a ella, por razones instrumentales, porque la necesitamos para producir una vacuna contra una pandemia que no nos deja volver a nuestra ansiada normalidad económica, sin preguntarnos si esa normalidad no es problemática y si la ciencia, entendida en esos términos instrumentales, es realmente lo que debemos promover.

A una concepción del mundo economicista e instrumentalista responde una visión instrumental de la educación donde la ciencia no es necesaria porque ayude a ampliar nuestra comprensión del mundo y a refutar las supersticiones que nos embrutecen, sino porque contribuye a entrenar trabajadores que sostegan la dinámica del modelo económico neoliberal.

Y por supuesto, dentro de este modelo, las disciplinas no científicas, como la filosofía, no encajan, o se ajustan mal. Mucho más en las escuelas, el centro de adoctrinamiento biopolítico por excelencia, donde resultan molestas; a lo sumo, mero decorado dentro del gran escenario de las “ciencias duras”. ¿Por qué dedicar horas a estudiar disciplinas filosóficas en vez de dedicarlo a las matemáticas, la física y la biología? Ya es suficiente con las ciencias sociales.

Pero la enseñanza de las ciencias naturales y las ciencias sociales se articulan en una concepción del mundo basada en supuestos sobre la realidad, sobre el conocimiento, y también, con implicaciones éticas. Por ello, debemos reflexionar sobre esas cosmovisiones que fundamentan nuestros aprendizajes y acciones desde muy temprana edad.

La ciencia debe estar al servicio de la vida humana, no solo desde el punto de vista biológico, cuando nos sentimos amenazados por la muerte. Debe estarlo todo el tiempo, en todas las dimensiones que nos hacen humanos. Para ello, se requiere someterla a la autorreflexión problematizadora de las disciplinas humanísticas, con el fin de explicitar nuestras ideas y acciones, mientras ampliamos nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8825234-educacion-problematizadora/
Imagen: https://pixabay.com/
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Cultura democrática

Por: Marisol Vicens Bello

 

La verdadera democracia no es aquella que se consagra en la Constitución por más derechos y deberes que la misma contemple sino la que verdaderamente se ejerce, ni radica exclusivamente en que se celebren elecciones para elegir las autoridades, sino que depende de muchos otros factores que la califican como buena o, la desnudan como mala.

La crisis sanitaria, económica y social que ha desatado el COVID-19 en muchos aspectos nos ha forzado a innovar y a soltar un poco las amarras de un acendrado e inútil hiper formalismo e impulsar finalmente el uso de firmas digitales, escolaridad mediante plataformas electrónicas, audiencias virtuales, asambleas no presenciales, procesos en línea.

Sin embargo en otros aspectos como la campaña política nos ha retrotraído  al  estado más primitivo, pues  más que nunca la oferta electoral está basada en el asistencialismo, y aunque se entiende que bajo las circunstancias actuales la población está muy  necesitada  y de alguna forma hay que contribuir a llevarle alivio, esto no justifica ni que las dádivas sustituyan las propuestas de reales soluciones a sus problemas, ni que importe más lo que da un candidato que lo que representa, ni mucho menos, que el gobierno permita que se confunda su rol con el de su candidato, haciéndose ausente en distintas situaciones para ceder el protagonismo a su postulado. 

Es lamentable que iniciativas democráticas tan importantes como la celebración de debates electorales que desde hace más de 20 años ANJE está impulsando, se sigan encontrando con los mismos obstáculos que hicieron abortar su primer intento formal de celebración de debate electoral en el año 2000, siendo uno de sus candidatos el varias veces presidente Joaquín Balaguer que a sus 94 años se postulaba por novena vez.

La nueva política, el relevo, la sangre nueva, son puras expresiones mercadológicas que carecen de sentido cuando los que supuestamente las encarnan siguen utilizando los mismos patrones de conducta y malas mañas que reflejan escasa cultura democrática y modernidad, como escudarse en viejas creencias para seguir rehuyendo el debate porque el que está arriba no se arriesga aunque se tenga mucho que proponer, o de preferir seguir vendiendo las mismas promesas gastadas de cada cuatro años que someterlas al escrutinio de un debate público, de utilizar los recursos del Estado en beneficio de  los candidatos oficiales, de denigrar la dignidad de la gente en un lastimero cambalache de dádivas por votos.

Pero no solo muchos de nuestros políticos y candidatos tienen bajos niveles de comportamiento democrático, sino que gran parte de nuestra sociedad también los tiene, y eso no tiene que ver con los niveles sociales, porque la carencia de cultura democrática y el acomodamiento con la cultura del “dado”, y de estar en buenas con el poder, está tanto en los más desposeídos que reciben funditas o empleos, como en los más poderosos que reciben jugosos contratos y otros beneficios. 

Por eso no sorprende que los partidos puedan seguir dándose el lujo de preferir el confort de recitar en solitario sus propuestas, pues entienden que pierden más si están arriba sometiéndolas al debate que, negándose a hacerlo, porque nunca han sentido un real costo por su negativa.

En medio de una campaña oportunista, mediática, y asistencialista, el mejor ejercicio que cada quien debería hacer es imaginarse a cada uno de los candidatos ejerciendo el rol de presidente en sus múltiples facetas, como ejercería su liderazgo de la Nación, como manejaría la economía, como actuaría dirigiendo los trabajos del Consejo Nacional de la Magistratura que próximamente deberá conocer de la elección de nuevos jueces del Tribunal Constitucional y del Tribunal Superior Electoral, cómo representaría el país en foros extranjeros, cómo administraría los recursos del Estado, como actuaría frente a la corrupción.  Ojalá que muchos hicieran este ejercicio, y los ayudara a realizar un debate interno en el que resulte ganancioso lo que su conciencia les diga sea mejor para el país, y no lo que su ambición les diga sea más conveniente para sus propios intereses.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8825262-cultura-democratica/
Imagen: https://pixabay.com/
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Haití destina unos 10 millones de dólares para docentes privados

Centro América/ Haití/ 09.06.2020/ Fuente: www.prensa-latina.cu.

Tras detectarse los primeros casos de Covid-19 en Haití, se dispuso un estado de emergencia sanitaria, cierre de escuelas, universidades, aeropuertos, fábricas y fronteras

El gobierno haitiano destinó mil millones de gourdes (unos 10 millones de dólares) para apoyar a docentes y personal de las escuelas privadas que se mantienen en pausa debido a la pandemia de Covid-19 que azota hoy al país.
Los fondos se transferirán a las cuentas de los centros privados, profesionales y universidades, y representan un subsidio gubernamental para maestros y personal de estos establecimientos con el fin de hacer frente al nuevo coronavirus SARS-CoV-2, confirmó Garry Lapierre, presidente del sindicato del ministerio de Educación. El funcionario aseguró a la plataforma digital Van Bef Info que la cartera ya cuenta con el presupuesto, aunque señaló dificultades en algunas instituciones para acceder al subsidio.

Tras detectarse los primeros casos de Covid-19 en Haití, se dispuso un estado de emergencia sanitaria, cierre de escuelas, universidades, aeropuertos, fábricas y fronteras.

El gobierno anunció en ese momento que otorgaría fondos a esas entidades, sin embargo, en las últimas semanas recibió numerosas críticas por incumplir dicha promesa.

Más del 80 por ciento de la educación en Haití está en manos de privados, y muchos acudieron a la red de redes para continuar el año educativo, que en 2019 también se detuvo por las masivas protestas antigubernamentales.

Sin embargo, para muchos educandos de la nación caribeña, puede dificultarse el acceso a estos programas, en un país donde solo el 30 por ciento de la población cuenta con servicios de electricidad, mientras otros son incapaces de solventar los costos de la conectividad.

La cartera de Educación, reconoció que la brecha digital de Haití puede limitar el impacto de esta iniciativa, aunque insistió que el entorno digital es una fuente de oportunidades, y las clases virtuales pueden suplir la falta de recursos de países en vías de desarrollo.

Fuente de la noticia: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=371713&SEO=haiti-destina-unos-10-millones-de-dolares-para-docentes-privados
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Halconazo en Guadalajara

Por: Luis Hernández Navarro.

El día de ayer –escribió Francisco Jiménez– fue uno de los más terroríficos de mi vida. La rabia, el coraje, la incertidumbre, la impotencia y el miedo fueron el común denominador de decenas de jóvenes.

Francisco, su novia Camila, sus amigos Eloy, Braulio y Regina transitaban el pasado 5 de junio a las 6 pm por la avenida Ocho de Julio, en Guadalajara, cuando elementos de la fiscalía del estado, sin identificarse, los detuvieron y subieron a bordo de un vehículo. Los golpearon y les quitaron sus mochilas y celulares. ¡Súbanse, cabrones, cabezas agachadas!, les gritaron y se los llevaron a la fiscalía.

Nadie sabe que están aquí. Los vamos a desaparecer, los amenazaron. Separaron a los hombres de las mujeres y los subieron a una camioneta. “Los vamos a entregar al cártel”, les advirtieron. Después de un recorrido de unos 20 minutos, en Los Olivos los hicieron descender del vehículo. ¡Bájense, hijos de su puta madre! ¡Tienen 10 segundos para correr por su vida, putos! ¡Quien voltee hacia atrás lo matamos!, les gritaron (https://bit.ly/3dRzPWQ).

Lo que Francisco Jiménez y sus compañeros vivieron, al ser detenidos al margen de cualquier protocolo legal por querer participar en una movilización pacífica para exigir justicia para Giovanni López, lo sufrieron también al menos 60 jóvenes más en Guadalajara. La Comisión de Derechos Humanos de la entidad calificó sus arrestos de desapariciones forzadas.

Giovanni fue un albañil de 30 años detenido el 4 de mayo en el municipio de Ixtlahuacán de los Membrillos, en el área metropolitana de Guadalajara, por no llevar mascarilla. Los patrulleros lo ejecutaron extrajudicialmente. Su crimen precipitó en la capital de Jalisco una ola de inconformidad entre la juventud que trató de ser sofocada mediante la fuerza bruta por el gobernador Enrique Alfaro.

Debido a la importancia y el peso económico de su estado, Alfaro desempeña un papel clave en la promoción y el liderazgo de una coalición de ocho gobernadores opositores a Andrés Manuel López Obrador. De hecho, podría perfilarse como candidato presidencial de una hipotética alianza partidaria de PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano en los comicios de 2024.

Por lo pronto, el mandatario estatal arrancó 2020 chocando con el gobierno federal en torno a temas claves: el conteo de desaparecidos, la sustitución del Seguro Popular por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y el manejo de la crisis sanitaria provocada por la pandemia de Covid-19.

Enrique Alfaro ha navegado en las aguas de la política a bordo de distintos barcos. En 1994 se incorporó a las juventudes del PRI, donde militó hasta 2005. De allí saltó al PRD, controlado por el ex rector de la UdeG Raúl Padilla, con quien más adelante rompería. En 2012 se incorporó a Movimiento Ciudadano, partido que ganaría 24 presidencias municipales, 14 diputados locales y 10 federales.

Estridente, dotado de vocación y talante autoritarios, con un discurso de cero tolerancia en un estado que es cuna de uno de los grupos criminales más poderosos en el país (el CJNG), ante la crisis del coronavirus, Alfaro recurrió a la mano dura para obligar a la población a quedarse en casa y usar cubrebocas en la calle. Desde el pasado 20 de abril, cuando la medida entró en vigor, la policía se dedicó a arrestar a quienes no lo portaban. Decenas de ciudadanos fueron encarcelados. Giovanni López fue ejecutado extrajudicialmente en ese contexto.

Esta violencia policial no es inusual en Jalisco. Los niveles de tortura por parte de policías y ministeriales en la entidad están, como ha explicado Daniela Rea, por arriba de la media nacional (lo que ya es mucho decir). Entre 1997 y 2019, mil 530 víctimas de tortura presentaron quejas ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos, pero sólo 4.7 logró recomendación (https://bit.ly/30gklbe).

Los días 4, 5 y 6 de junio, Guadalajara vivió días aterradores. Especialmente el 5, sufrió un tipo de represión desconocida hasta ese entonces, emparentada con el halconazo del 10 de junio de 1971 en la Ciudad de México. Y eso que hay una larga lista de violencia policiaca en contra de movimientos en la entidad. Dos ejemplos. La ejercida durante las protestas altermundistas en el marco de la Tercera Cumbre América Latina y el Caribe- Unión Europea del 28 de mayo de 2004. Y la perpetrada el 1º de diciembre de 2012, durante las movilizaciones de rechazo a la toma de posesión de Enrique Peña Nieto convocadas por #YoSoy132, en la que los uniformados golpearon a muchas personas que pasaban por allí.

En esta ocasión la violencia policial, absolutamente irregular, fuera de cualquier protocolo y causa legal –utilizando vehículos particulares con placas ocultas, con agentes vestidos de civil realizando detenciones–, deja en el aire la pregunta: ¿quién dio la orden de actuar así? ¿Quién diseñó el operativo?

La ofensiva gubernamental fue acompañada de una campaña en redes, que apeló al racismo local, diciendo que los manifestantes no podían ser de allí porque eran muy morenos y no hay gente de piel tan oscura en Jalisco.

Aunque quiera zafarse del asunto, el halconazo tapatío es responsabilidad directa de Enrique Alfaro. Por más que quiera desvirtuar la inconformidad juvenil presentándola como producto de los pleitos del poder de arriba, en realidad es resultado legítimo del hartazgo ante su despotismo.

Fuente del artículo: https://www.jornada.com.mx/2020/06/09/opinion/015a1pol

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