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Argentina. Enfoques cooperativos; Hoy: Los límites de una educación en crisis

Por José Yorg, el cooperario

La conclusión es que la actual educación no resuelve esta cuestión fundamental, referida a su orientación formativa, hablamos de que se forjan mentalidades, diríamos directamente, de “buscadores de empleos” y no de “generadores de empresas”.

sistema educativo

El sistema educativo argentino no está concebido ni estructurado para desarrollar procesos de enseñanza-aprendizaje para lograr mentalidad emprendedora.

“La única persona que esta educada es la que ha aprendido cómo aprender y cambiar”. Carl Rogers

Sabemos y celebramos todos los intentos y diversas prácticas desenvueltas en el ámbito educativo argentino tendientes a propiciar educación emprendedora. Sin embargo, nosotros mantenemos una visión crítica y más amplia de la cuestión, más global, más sistémica.

Ponemos nuestra mirada en lo profundo de la crisis educativa y encontramos en nuestras indagaciones muchas causas que explican las razones de tal crisis, pero nos detenemos en una: en la esencia que nos evoca  Adriana Puiggrós sobre la crítica que realizó Juan Bautista Alberdi (1810-1884) a la concepción pedagógica rivadaviana (B.R. 1780 -1842) como “enciclopedismo, abstracción estéril y la renuencia a vincular el trabajo con la educación”.

Han transcurrido más “de ciento cincuenta años de aquella crítica breve pero demoledora” en que el  sistema educativo argentino no está aún concebido ni estructurado para desarrollar procesos de enseñanza-aprendizaje para lograr mentalidad emprendedora, son los límites de una educación en crisis y acotada.

La conclusión es que la actual educación no resuelve esta cuestión fundamental, referida a su orientación formativa, hablamos de que se forjan mentalidades, diríamos directamente, de “buscadores de empleos” y no de “generadores de empresas”.

La pedagogía y didáctica cooperativa posee los atributos que envuelven lo solidario, lo fraterno, lo social, la forja del trabajo en equipos, el desarrollo de habilidades, destrezas y capacidades de gestión y administración empresarial, va más allá de la vinculación educación-trabajo, va hacia la mentalidad empresarial.

La educación cooperativa se concreta de manera teórica y práctica.

Siguiendo a Adriana en su libro “Qué pasó en la educación: Breve historia desde la conquista hasta el presente”, además de deleitarnos, aprendemos que Alberdi reprochó no “haberse creado un “Colegio de Ciencias Exactas y Aplicadas a la Industria”. Hay que formar al productor, meter la modernización en las costumbres de la gente, imbuirla de la fiebre de actividad y de empresa de los yanquis, hacer obligatorio el aprendizaje del inglés en lugar del latín, multiplicar las escuelas de industria y de comercio, desplazar al clero del lugar de los educadores”.

Compartimos con la apreciada y valorada autora de que “Alberdi ha sido criticado por el nacionalismo popular y por algunos sectores de izquierda por su desvalorización de las cualidades argentinas para producir el progreso. Hay, sin embargo, elementos de enorme lucidez y previsión prospectiva que hoy no podemos dejar de resaltar. Lo que reclamaba Alberdi era cierto sentido de realidad, cierta renuncia a la soberbia, cierta comprensión de que para levantar, unir y hacer prosperar a la sociedad que amparaba a todos los argentinos, era necesario invertir trabajo y esfuerzo”.

Pero la concepción de Alberdi tuvo un tope, un obstáculo lamentable: sólo concibió al sujeto pedagógico como una proyección de la cultura francesa, de la laboriosidad inglesa, de la eficiencia norteamericana. Igual que Sarmiento,( 1811-1888) borró al sujeto social real y volvió abstracta su propuesta educativa, que podría haber sido democrática y vinculada con la realidad nacional”.

Entonces, en pleno  siglo XXI es, a nuestro modesto criterio, hora de pensar y plasmar una educación que resuelva amigablemente esta crisis sistémica, dañina socialmente.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

 Fuente del Artículo:

http://kaosenlared.net/argentina-enfoques-cooperativos-hoy-los-limites-una-educacion-crisis/

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¿Deben existir los programas especiales en la educación? Hablemos sobre desigualdades educativas

Por: Baldemar González

Desde hace ya muchos años me hago cuestionamientos sobre la situación educativa en Uruguay. Y más allá de sobre si hay crisis en la educación o no, hoy deseo enfocarme en las desigualdades del sistema educativo uruguayo. A lo mejor, luego podremos determinar en dónde se visualizan las crisis.

Desde hace más de una década trabajo en La Cruz de Carrasco, un barrio que me ha hecho sentir cómodo, aceptado. Un barrio donde siento que el trabajo educativo que realizamos un conjunto de personas rinde. Afiliado fuertemente a la propuesta pedagógica de Paulo Freire y José Luis Rebellato, la Educación Popular Liberadora me ha llevado a aprender de niños, adolescentes y vecinos del barrio. Junto a varios equipos de trabajo, en el Centro Educativo La Pascua llevamos adelante nuestra tarea, siempre comprometida con los demás y siempre edificante. También trabajamos en conjunto con los compañeros maestros de las escuelas del barrio y los profesores, que quieren a este país y lo reflejan en actos cotidianos, con acciones, con los compromisos que requiere la educación.

Desde hace más de una década visualizo el deterioro que nuestros niños y adolescentes viven en su proceso educativo. Se trabaja duro para lograr que los adolescentes logren avanzar en estos procesos; sin embargo, se les torna muy difícil. El rezago pedagógico, las “dificultades de aprendizaje”, así como todas estas “distancias” respecto de las demandas establecidas (que llevan, entre otras cosas, a la deserción), han ido en aumento año a año, y es muy difícil revertirlo. Es complicado nivelarlo siquiera acercándose un mínimo a los estándares. Niños que obtuvieron calificaciones con matices de sobresaliente en la escuela no logran culminar el ciclo básico liceal. ¿Por qué ocurre esto? ¿En todos lados suceden estas cosas? ¿Se podría afirmar que si realmente existiera la crisis educativa es para algunos nada más? Las crisis de cualquier tipo, ¿las pagan siempre los más pobres?

En el Aula Comunitaria que tenemos en el Centro Educativo La Pascua, que cuenta con 65 adolescentes, sólo 5% de la población que asiste logra cumplir con el perfil de egreso de sexto año que diseñó el Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP). Y lo que despierta alarma: tan sólo 30% de los adolescentes en cuestión logran cumplir con el perfil de egreso de tercer año de primaria. Es realmente alarmante.

Evidentemente, frente a estas situaciones hay que diseñar estrategias que puedan dar respuestas. Las autoridades de la educación lo hicieron, y lanzaron una serie de programas especiales entre los que podemos encontrar a las Aulas Comunitarias, Áreas Pedagógicas, Formación Profesional Básica (FPB) y, por lo menos, una veintena más de estos dispositivos, que intentan revitalizar un sistema educativo que hace agua, al menos en los sectores más vulnerados socioeconómicamente. Que se trabaja es cierto, y fuertemente. Lo veo, recorro escuelas, liceos y UTU casi a diario. También veo que, salvo raras excepciones (que por serlo confirman la regla), los niños y adolescentes de los barrios en cuestión no tendrán muchas posibilidades en relación con otros que están en mejor posición social y económica. Y que no me vengan con que las condiciones económicas no tienen nada que ver con la educación, porque la vivienda, la alimentación y la vestimenta, son un desvelo continuo para los chiquilines y sus familias. Es debido a estos desvelos y a esas necesidades descubiertas que muchas veces la contención familiar y hasta el apoyo educativo que le puedan brindar las familias a sus hijos son escasos o nulos, y esto influye directamente en los resultados educativos.

Serían muchos los ejemplos, pero, por acercar sólo uno, el otro día le pregunté a Nahuel por qué siendo tan buen estudiante y teniendo tantas ganas de progresar, había llegado al Aula Comunitaria a cursar primer año con 16 años. No me sorprendió lo que me dijo: “Es que tengo que cuidar a mis hermanos: llevarlos a la escuela, ir a buscarlos, y eso hace que llegue tarde a los centros de estudio. Se me acumulan muchas faltas, y otros años he dejado de estudiar”. Entonces aparecen los programas especiales, más contenedores, más amables con estos adolescentes, más entendedores de las problemáticas cotidianas que viven los chiquilines, y con grandes resultados en la elevación de la autoestima y en la sociabilización; pero en términos académicos, no llegan a conformar.

Me generan cierta contradicción. Por un lado, se tornan “un mal necesario”, porque estos chicos no podrían tolerar el formato liceal clásico que nos proponen en secundaria. Los niveles con los que llegan a los centros educativos se vuelven difíciles de sobrellevar para equipos de dirección y docentes, y sobreviene el conocido final: abandono precoz (por usar un término delicado). Llegados a mayo –en el mejor de los casos–, o luego de las vacaciones de julio, tenemos a los muchachos en las esquinas, en la plaza o en la puerta del centro educativo, pero del lado de afuera, engrosando la larga lista de abandonos de nuestro sistema educativo.

Entonces no tengo dudas: opto por el programa especial, contenedor y tolerante con el problemático círculo vicioso que se cierra y que encierra a un gran porcentaje de nuestros adolescentes, aunque dé magros resultados académicos.

Al leer esto alguno podrá decir: “Este docente hace la clásica: critica mucho y aporta poco”. Podría ser, pero nosotros, desde el Centro Educativo La Pascua, hemos llevado adelante algunas propuestas que nos dieron resultados, con presupuesto cero proveniente de Secundaria. “Está bueno lo que proponen, pero recursos no hay”, se suele obtener como respuesta. Pero hay ganas y compromiso, y nos pusimos a pensar y luego a trabajar. Tenemos nuestra propuesta aplicada. En el área de la educación formal, en Aulas Comunitarias, hemos implementado dispositivos que ayudan a nivelar, a traer al alumno un poco más cerca del grado que está cursando. Le llamamos “Complementaria”. Entendemos que si nos llegaron con rezago pedagógico desde la escuela, con maestros tenemos que solucionar el problema. Así pusimos maestros a trabajar sobre temas escolares. Nos pareció que necesitábamos profundizar más y creamos “Individualizada”, que es el clásico mano a mano: docente y alumno. Vimos los avances.

En referencia a la educación no formal, implementamos los programas “Conocer”. Un sistema alternativo de enseñanza de varios niveles (local, nacional y regional), donde los niños y adolescentes del Club de Niños y del Centro Juvenil recorren y estudian su barrio y otros barrios de la ciudad (“Conocer Montevideo”); en tres recorridas al año y durante tres años recorremos el país y lo conocemos geográfica e históricamente en sus espacios más representativos, en sus fiestas, sus costumbres, su gente, sus actividades productivas (“Conocer el Uruguay”), y finalmente viajamos al exterior, recorriendo la región, descubriendo otros paisajes, otras comunidades y otras mujeres y hombres, con otras costumbres, con otras actividades productivas y con otras religiosidades, que nos permiten acrecentar nuestro acervo cultural y académico. Este último nivel, pergeñado por los propios chiquilines, ya que muchos de ellos ya conocían todo el país, era una locura, un sueño, pero terminó siendo una realización que ha pasado por cuatro etapas: “Tras los pasos de Artigas”, a Paraguay; “Por el camino del inca”, a Machu Picchu; “Por tierras mapuches”, bordeando el cono sur, y “Hacia la mitad del mundo”, llegando hasta el Ecuador (“Conocer Latinoamérica”).

Estos programas, además del estímulo que generan por sí mismos desde el punto de vista educativo y de crecimiento personal, sobre todo teniendo en cuenta que nuestra población se caracteriza por una escasa movilidad territorial, son utilizados pedagógicamente para acercarse al conocimiento formal y curricular, incluidas las ciencias lógicas o duras como las matemáticas, la física o la biología.

Sumado a esto, en La Pascua tenemos como actividad central y que atraviesa a la institución la escucha de los niños y adolescentes, que toman decisiones mediante un método asambleario y de autogestión. Apostamos a la ética de la participación, a la ética autónoma, contraponiéndola a la ética heterónoma (al decir de Rebellato), logrando desarrollar adolescentes críticos, participativos y autónomos, que opinen y reflexionen, que argumenten, que digan.

Así establecemos una práctica pedagógica y una lucha sin cuartel contra la desigualdad, que entendemos anterior y causal de las problemáticas que intentamos resolver. Porque están arraigadas en el sistema que nos rige y son la expresión de una crisis mucho más amplia y profunda que la que refiere sólo a la educación. Una crisis social tan amplia requiere soluciones igualmente amplias de cambio social. Y sí, aunque nos digan sesentistas, seguimos apostando a la utopía. Aunque ella, como dice Eduardo Galeano: “Está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos más. Camino diez pasos y ella se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la voy a alcanzar. ¿Para qué sirve la utopía? Sirve para eso: para caminar”.

 Fuente: https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2017/6/deben-existir-los-programas-especiales-en-la-educacion-hablemos-sobre-desigualdades-educativas/
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La crisis para pensar la educación. La educación para pensar la crisis

Por:   Miguel Ángel Pérez

Crisis y educación han sido dos conceptos que se han asociado y han caminado en paralelo en los últimos años. Crisis de la educación, educación de la crisis. Bajo dicha intersección conceptual puede decirse que hemos sido testigos de una serie de cambios y recambios del llamado movimiento pedagógico contemporáneo.

Por un lado se habla del concepto de crisis para referirse a un estado de perdida, de vacío, de cambios en donde hay pérdida de control sobre las cosas: “crisis de valores”, “crisis en la familia”, “crisis en la convivencia” y cerramos con “crisis de la educación y de sus propuestas”. Educar en la crisis paradójicamente se asocia a tener que remar contracorriente, se trata de pensar en la seguridad de que habrá escasez de recursos, pocos apoyos, dificultades en el reconocimiento de las acciones y las tareas, dificultades en la disposición de los sujetos y las personas para involucrarse en las propuestas de trabajo, etc. La conclusión a la que se llega, es qué se trata de generar propuestas para superar la crisis, para salir de la crisis. La paradoja del presente es que la crisis que ha dado origen a las propuestas pedagógicas es para superar la propia crisis que les dio origen.

Por otra parte en distintos círculos académicos de habla de que la educación está en crisis, que hay un agotamiento del discurso pedagógico para referirse al análisis de las prácticas educativas, del currículo, de la formación de docentes, etc. La educación se encuentra estancada en modelos y conceptos que datan de hace 100 años o más y que es necesario modificar su abordaje y construir nuevas formas de nombrar a las cosas que están apareciendo recientemente. La crisis de la educación es atribuida a tres factores:

  1. a) A la falta de capacidad de los teóricos e investigadores en el campo, para generar mejores formas de entender los complejos problemas educativos del presente.
  2. b) Debido a que el agotamiento educativo se integra de componentes duros (estructurales) que le impiden romper el paradigma y construir uno nuevo.
  3. c) A que en la esfera de la política pública existe un clima de poca disponibilidad por parte de los agentes para permitir dinamizar las formas de hacer educación.

De esta manera la crisis de la educación (en su teoría y en sus prácticas) está asociada a otras muchas crisis del pensamiento social y pedagógico contemporáneo, esta tendencia de recurrir a los clásicos es debido a que no existe un discurso o una serie propuestos que los superen, a partir de los aportes del presente.

Lo más lamentable es que la crisis no está sirviendo para avanzar sino para seguir estancados, es decir, seguimos atorados en un punto tal del cual se generan conformismos, estancamientos y zonas de confort que a nadie benefician.

Es necesario generar un nuevo dispositivo pedagógico que nos permita pensar y conocer de mejor manera la crisis por la que atravesamos, para establecer un uso critico de sus componentes y saltar a un mejor estadio de desarrollo humano social y educativo. ¿Cómo? Comprometiendo de mejor manera a los y las educadores, para que piensen más a fondo acerca su tarea: acerca de los cómo y el qué y el para qué de su tarea. Para lograr una mayor claridad acerca de sus intenciones y de las implicaciones de las acciones que realizamos. Me parece que es la mejor manera de salir adelante de una crisis que nunca pedimos y que tal vez tampoco necesitamos.

En el esferas del gobierno la administración de la crisis en educación ha sido minimizando sus implicaciones y desconociendo sus causas. La crisis (tal como la padecemos hoy en día) es profunda ha tocado todas las aristas del sistema y las salidas (a modo de paliativo), no han servido para mitigar sus efectos.

Necesitamos recuperar la mística y la vocación desde los y las educadores, ellos y ellas tal como ha sido a lo largo de la historia son la única ventana que permitirá encontrar una mejor alternativa de acción. El mes de mayo es el tiempo del magisterio, de su fecha de referencia y de las movilizaciones que le acompañan ojalá y pronto se inicie un verdadero movimiento pedagógico pensado en salir de esta crisis con la que llevamos mucho tiempo a cuestas.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-crisis-para-pensar-la-educacion-la-educacion-para-pensar-la-crisis/

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«Esto es una desolación»: la crisis educativa que obliga al cierre de 179 escuelas públicas en Puerto Rico

Puerto Rico/12 de Junio de 2017/BBC

Linette Anadón ya conocía ese miedo. Por segunda vez en menos de tres años el Estado amenazaba con cerrar la escuela pública que dirige en la ciudad de Ponce, en el sur de Puerto Rico.

«Cuando empezaron los rumores de que otra vez iban a cerrar escuelas, supe que la nuestra iba a aparecer ahí», le dijo a BBC Mundo.

Anadón había escuchado hacía unos meses que solo quedarían abiertos planteles con más de 250 estudiantes y el suyo, llamado Salvador Busquets, solo cuenta con 108.

Entre 2010 y 2015, la institución se había salvado de estar entre las más de 100 que fueron clausuradas por el gobierno.

Esta vez, Anadón esperaba recibir la «mala noticia», pero no por eso dejó de sentirse frustrada cuando el anuncio se hizo oficial.

«Esto es una desolación, nos consume mucho emocionalmente», expresó en referencia a la comunidad que hace parte del colegio, que también sirve de espacio para actividades culturales y deportivas en horario extracurricular.

El Busquets es uno de los 179 planteles públicos que cerrarán sus puertas a finales de este mes por orden del Departamento de Educación de la isla, que hizo el anuncio el viernes pasado.

Recortes en medio de la crisis

Se trata del cierre de mayor escala en la historia de Puerto Rico, que afecta a más de 2.700 maestros y supone el traslado de unos 27.000 alumnos a otras escuelas para el inicio del nuevo año escolar en agosto.

Quienes se oponen a la medida señalan que afectará a los estudiantes menos favorecidos, disminuirá la calidad y que miles de maestros no tendrán empleo en el futuro.

Image captionLa tasa de natalidad en la isla ha disminuido como consecuencia de la migración a EE.UU. de miles de puertorriqueños.

Casi el 80% de los alumnos matriculados en las 1.332 escuelas públicas de la isla vive por debajo del umbral de la pobreza.

Ese dato ilustra la situación que atraviesan los puertorriqueños, en una grave crisis económica que ha significado medidas de austeridad y un índice de pobreza del 45%.

En días recientes, el estado libre asociado de EE.UU. se declaró en quiebra para reestructurar una deuda fiscal de US$73.000 millones.

El Departamento de Educación —cuyo presupuesto de US$3.000 millones representa casi el 30% del total del de la isla— señaló que ahorrará US$7 millones al año por razón del cierre de escuelas.

Pero algunos críticos de la decisión consideran que fue netamente económica y no consideró otros factores.

 Una isla con menos estudiantes

«Los niños terminarán hacinados y miles de docentes van a quedar a la deriva«, reclamó en una entrevista con BBC Mundo Edwin Morales, vicepresidente de la Federación de Maestros de Puerto Rico, un sindicato que agrupa a más de 3.000 profesores públicos.

Su preocupación la comparten decenas de educadores y representantes, que el lunes protestaron contra la medida en las entradas de los planteles localizados en diferentes regiones del territorio.

Morales, sin embargo, reconoció que ha habido una reducción significativa de población estudiantil debido a la migración en la última década de casi 450.000 puertorriqueños a EE.UU. y a la reducción en la tasa de natalidad en la isla.

Image captionCasi 450.000 puertorriqueños han migrado a EE.UU. en la última década.

El sistema escolar público pasó de tener casi 600.000 estudiantes en 2002 a 380.000 en 2015, según cifras del Consejo de Educación de Puerto Rico.

Este fue uno de los factores que consideró el Departamento de Educación para decidir sobre el cierre de las 179 escuelas.

«Con menos estudiantes, era lógico que debíamos ajustar el tamaño del sistema educativo«, justificó la secretaria de Educación, Julia Keleher, en conversación con BBC Mundo.

Image captionLa secretaria de Educación de Puerto Rico, Julia Keleher, asumió el cargo en enero de este año.

En ese ajuste, los más afectados serán los maestros transitorios, que tienen contratos temporales de renovación anual.

La funcionaria explicó que el presupuesto del año entrante podrá reducirse en un 10% al prescindir de muchos de estos contratos.

Una determinación que preocupa a centenares de docentes que hoy en día trabajan bajo esa figura legal, quienes temen no poder encontrar empleo en el futuro.

Pero Keleher argumentó que la oficina que encabeza «no es una agencia para dar empleo a todo el mundo«.

«Si tengo maestros que realmente no necesito más, pues entonces deberé bajarlos de la nómina», sentenció.

Miles de dólares

Los que apoyan el cierre de las escuelas señalan que algunas tienen infraestructuras en mal estado o una población estudiantil tan baja que no se justifica su manutención.

Educación pública en Puerto Rico

410.950

alumnos estudian en el sistema público

  • 78,5% de la población total estudiantil vive bajo niveles de pobreza
  • 31% de los estudiantes requiere de educación especial
  • 179 planteles educativos cerrarán a finales de mayo

  • 1.153 escuelas permanecerán abiertas

Getty

Como la docente retirada Wanda Ramos, de 62 años, quien trabajó durante más de dos décadas en instituciones públicas y privadas.

«Hay que preguntarse si vale la pena gastar miles de dólares en mantener una escuela con pocos estudiantes y que no tenga la mejor infraestructura, cuando hay una institución cercana que podría albergar a esos alumnos», le dijo a BBC Mundo.

Estos centros educativos, según el Departamento de Educación, están dotados de instalaciones más recientes y en mejor estado.

«Con el ahorro que representan las escuelas que vamos a cerrar, podremos invertir esos fondos en desarrollar programas especiales y dar más dotación a las que quedan», agregó la secretaria de la agencia, Julia Keleher.

Según la funcionaria, en algunos institutos «ni siquiera hay libros» ni acceso a internet.

Image captionLa Federación de Maestros de Puerto Rico, una organización sindical, protestó contra el cierre de escuelas.

Dificultades

La promesa del traslado de los niños a centros educativos mejor dotados no alivia las inquietudes de algunos padres que viven en zonas rurales.

«Esta es una región montañosa y la escuela receptora queda como a tres kilómetros de nuestra casa», dijo a BBC Mundo Luzaina Peña, madre de un niño de cinco años.

Peña, de 31 años, es trabajadora social del mismo instituto al que asiste su pequeño, el Merced Marcano, en la localidad de Toa Alta, en el norte de la isla.

Con el cierre de esa escuela, Peña tendrá que esperar a que la reubique el Estado en un centro educativo de algún pueblo contiguo.

Image captionEl primero de mayo cientos de puertorriqueños participaron en un paro en protesta a las medidas de austeridad que ha tomado el gobierno.

Todavía no sabe si el gobierno proveerá transporte escolar para su hijo, pero está segura de que no cuenta con el dinero para pagarlo.

En su papel de trabajadora social cuestiona el poco tiempo que tuvieron los maestros y padres para avisar a los niños del cambio, ya que el cierre está programado a finales de mes.

«Niños míos lloraron porque no entendían que ahora se separan y que van a otra escuela«, apuntó.

«Nuestra escuela es nuestro orgullo»

Para otros padres, las escuelas gozan de aprecio en la comunidad y han servido como agentes de cambio social en un entorno de pobreza.

Así lo afirmó Adneri Rivera, que estudió hace tres décadas en la misma institución en la que hoy está inscrita su pequeña hija en el nivel preescolar y varios sobrinos.

«Nuestra escuela es nuestro orgullo», le dijo a BBC Mundo la madre de 39 años, cuyos hermanos también cursaron la primaria en el centro educativo Hipólito Cáldero, en la localidad rural de Corozal, en el centro de Puerto Rico.

Image captionLa escuela Hipólito Cáldero, en la localidad rural de Corozal, cerrará sus puertas a finales de este mes.

Rivera calificó como un «golpe muy duro» que la escuela, con 159 estudiantes, tenga que cerrar en los próximos días.

«Este lugar ha aportado al desarrollo de personas que han brillado. Grandes escultores, pintores, hasta una Miss Puerto Rico salió de aquí», continuó afligida.

Rivera, quien es maestra de otra institución que permanecerá abierta, cuestionó que deterioros en la infraestructura y una baja nómina de estudiantes sean razones suficientes para la clausura.

Según ella, la autoridad educativa realizó una asamblea con «cientos de representantes de escuelas que solo tuvieron dos minutos para expresar por qué su institución no debía cerrarse».

Por su parte, el Departamento de Educación mantiene que se hizo un análisis exhaustivo en el que participaron los centros de enseñanza a lo largo y ancho de la lista.

A pesar del esfuerzo, Rivera cree que no fue suficiente.

«No sabemos qué va a pasar con nuestros hijos, cuál será su futuro«.

Fuente: http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-39864858

 

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La crisis para pensar la educación. La educación para pensar la crisis

Por:

Crisis y educación han sido dos conceptos que se han asociado y han caminado en paralelo en los últimos años. Crisis de la educación, educación de la crisis. Bajo dicha intersección conceptual puede decirse que hemos sido testigos de una serie de cambios y recambios del llamado movimiento pedagógico contemporáneo.

Por un lado se habla del concepto de crisis para referirse a un estado de perdida, de vacío, de cambios en donde hay pérdida de control sobre las cosas: “crisis de valores”, “crisis en la familia”, “crisis en la convivencia” y cerramos con “crisis de la educación y de sus propuestas”. Educar en la crisis paradójicamente se asocia a tener que remar contracorriente, se trata de pensar en la seguridad de que habrá escasez de recursos, pocos apoyos, dificultades en el reconocimiento de las acciones y las tareas, dificultades en la disposición de los sujetos y las personas para involucrarse en las propuestas de trabajo, etc. La conclusión a la que se llega, es qué se trata de generar propuestas para superar la crisis, para salir de la crisis. La paradoja del presente es que la crisis que ha dado origen a las propuestas pedagógicas es para superar la propia crisis que les dio origen.

Por otra parte en distintos círculos académicos de habla de que la educación está en crisis, que hay un agotamiento del discurso pedagógico para referirse al análisis de las prácticas educativas, del currículo, de la formación de docentes, etc. La educación se encuentra estancada en modelos y conceptos que datan de hace 100 años o más y que es necesario modificar su abordaje y construir nuevas formas de nombrar a las cosas que están apareciendo recientemente. La crisis de la educación es atribuida a tres factores:

  1. a) A la falta de capacidad de los teóricos e investigadores en el campo, para generar mejores formas de entender los complejos problemas educativos del presente.
  2. b) Debido a que el agotamiento educativo se integra de componentes duros (estructurales) que le impiden romper el paradigma y construir uno nuevo.
  3. c) A que en la esfera de la política pública existe un clima de poca disponibilidad por parte de los agentes para permitir dinamizar las formas de hacer educación.

De esta manera la crisis de la educación (en su teoría y en sus prácticas) está asociada a otras muchas crisis del pensamiento social y pedagógico contemporáneo, esta tendencia de recurrir a los clásicos es debido a que no existe un discurso o una serie propuestos que los superen, a partir de los aportes del presente.

Lo más lamentable es que la crisis no está sirviendo para avanzar sino para seguir estancados, es decir, seguimos atorados en un punto tal del cual se generan conformismos, estancamientos y zonas de confort que a nadie benefician.

Es necesario generar un nuevo dispositivo pedagógico que nos permita pensar y conocer de mejor manera la crisis por la que atravesamos, para establecer un uso critico de sus componentes y saltar a un mejor estadio de desarrollo humano social y educativo. ¿Cómo? Comprometiendo de mejor manera a los y las educadores, para que piensen más a fondo acerca su tarea: acerca de los cómo y el qué y el para qué de su tarea. Para lograr una mayor claridad acerca de sus intenciones y de las implicaciones de las acciones que realizamos. Me parece que es la mejor manera de salir adelante de una crisis que nunca pedimos y que tal vez tampoco necesitamos.

En el esferas del gobierno la administración de la crisis en educación ha sido minimizando sus implicaciones y desconociendo sus causas. La crisis (tal como la padecemos hoy en día) es profunda ha tocado todas las aristas del sistema y las salidas (a modo de paliativo), no han servido para mitigar sus efectos.

Necesitamos recuperar la mística y la vocación desde los y las educadores, ellos y ellas tal como ha sido a lo largo de la historia son la única ventana que permitirá encontrar una mejor alternativa de acción. El mes de mayo es el tiempo del magisterio, de su fecha de referencia y de las movilizaciones que le acompañan ojalá y pronto se inicie un verdadero movimiento pedagógico pensado en salir de esta crisis con la que llevamos mucho tiempo a cuestas.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-crisis-para-pensar-la-educacion-la-educacion-para-pensar-la-crisis/

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¿Revolución educativa o Invasión educativa?

Por: Darío Balvidares 

El ministro de educación, Esteban Bullrich, habla de “revolución educativa”, dijo el ministro: “Soy optimista porque estamos seguros de que la revolución educativa es el único camino para salir de la pobreza, para garantizar igualdad de oportunidades y trabajo1.

Esto lo dijo en el marco de la jornada “Innovación educativa para la sociedad del conocimiento”, organizada por Fundación Noble para celebrar su 50° aniversario. Es decir, en la fundación que pertenece al Grupo Clarín y da capacitación docente en medios.

Las fundaciones privadas haciéndose cargo de los asuntos públicos. El ministerio de educación no firma convenios con universidades públicas, sino con fundaciones empresariales.

Esta potencialidad creciente de la injerencia privada en la educación es uno de los objetivos primordiales de la llamada “reforma educativa”, la que llamamos reforma economicista de la educación.

Como vemos, no se trata de un proceso revolucionario, donde la mayor parte de la población y como resultado de un proceso histórico y de construcción colectiva, decide tomar los asuntos públicos en sus manos para transformar un sistema que corrompe sus derechos sociales, políticos y económicos. No, más bien se trata del desembarco del poder empresarial, vía fundaciones y ong’s que responden a intereses corporativos que invierten en el modelaje de una pedagogía que les permita optimizar ganancias al mismo tiempo que flexibilizar conciencias y diseñar “líderes” que sostengan sus proyectos y su ideología.

Tal vez a eso llaman “formar en los conocimientos para el siglo XXI”, con el regreso, claro, de la religión a las escuelas: “…convencido que las enseñanzas del Evangelio deben ser aprendidas, el ejemplo de Jesús debe ser aprendido, pero también el ejemplo de Mahoma, las enseñanzas del budismo y el hinduismo, otras religiones también para crecer juntos reconociendo al otro…2, dijo el ministro Bullrich.

Tal vez, la idea de formar en los conocimientos del para el siglo XXI incluya la vuelta al siglo XV, esto es, formar en la “pedagogía de la obediencia”, aplicada por los invasores a los Pueblos Originarios, con el acompañamiento de la iglesia católica. Esta es la pedagogía que marcó y marca la historia de la colonialidad de la burguesía latinoamericana, en general y argentina, en particular.

Pero más allá del discurso oficial del ministro y su “incertidumbre como valor” (otro de los enunciados ministeriales), lo cierto es que las corporaciones empresariales y eclesiásticas (la diferencia es sólo de vestimenta) cada vez encuentran mayores espacios para sus variadas formas de incidencia en la cooptación de lo público, en general y de la educación, en particular.

“El sistema educativo es obsoleto, no sirve más” es una de las ideas fuerza de los reformadores, sumadas, “la falta de capacitación docente”, o el “régimen de licencias abusivo”, etc.

En una apretada síntesis, y como recomienda el Banco Mundial, se aplica la política focalizada que les permite llegar a la conclusión que los “males” (para usar un sustantivo clerical) están en el último eslabón del sistema, la escuela, pero no cualquier escuela, sino en la pública.

Y como lo marca la colonialidad del poder, la tendencia “revolucionaria” que propone el ministro es abrir tanto el sistema hasta disolverlo en las “mieles” de la dulzura corporativa.

El plan corporativo se desarrolla con operaciones mediáticas y de formación. Los cursos de “liderazgo” y “capacitación” docente impartidos por fundaciones y universidades privadas, cada vez más, ejercen su protagonismo.

El fundador y presidente de la fundación Proyecto Educar 2050, Manuel Álvarez Trongé escribía: “…son fundamentales directores y docentes bien capacitados, confiando en sus capacidades y ayudándolos a dirigir. Un directivo de escuela líder contagia y conforma equipos de docentes líderes…3

En sintonía, la Directora Ejecutiva de la fundación, Agustina Blanco: decía en la carta de presentación en 2015: “Desde Educar2050 nos comprometemos a empujar con fuerza y convicción para que las mejoras iniciadas continúen y otras esenciales comiencen a ocurrir. Nos espera un 2016 sumamente desafiante y fascinante a la vez. Vamos a llevar el Pre-foro de Calidad Educativa a varias provincias, tendremos nuestro foro tradicional en Buenos Aires con un formato dinámico en noviembre. También llevaremos adelante campañas masivas demandando políticas para mejorar aprendizajes y campañas de revalorización del docente. Gestionaremos consensos multisectoriales y pedidos concretos de reformas de políticas educativas, articularemos para una mejor colaboración de organizaciones vinculadas a la Educación, e implementaremos nuestro programa Directores2050 para el fortalecimiento del liderazgo educativo en distintas regiones. Además, vamos a continuar representando a nuestro país en REDUCA, Red Latinoamericana por la Educación. Creemos firmemente que el alumno y el aprendizaje deben estar en el centro de las políticas educativas, y que los docentes y directores son los protagonistas del cambio. Cada niño de nuestro país debería poder acceder a un sistema que garantice saberes básicos, pero además el desarrollo de competencias que la sociedad del conocimiento hoy nos exige: razonamiento, colaboración, adaptación. Este tipo de educación es el verdadero catalizador de oportunidades, la verdadera puerta de escape al círculo de la exclusión que tanto nos duele en nuestra querida patria. Los invitamos y “te invitamos” a que se sumen a nuestro plan de acciones porque nuestros chicos nos necesitan. La Educación la construimos entre todos. 4.

Ese discurso, es una continua repetición de todas las fundaciones y ong’s corporativas, nacionales y extranjeras, siempre con la dulce mirada sobre el docente, que después no está capacitado y necesita del apoyo empresarial para lograr el “éxito”. También la estrategia de funcionar en las redes como REDUCA, antes REDUC, creada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

La apelación a la “sociedad del conocimiento” y sus “exigencias”: “razonamiento, colaboración y adaptación”. En realidad de eso se trata, de “adaptación”. Un sistema adaptado a los intereses empresariales, subsidiario de las demandas del mundo corporativo.

El curriculum5 nos ilustra sobre la formación en instituciones privadas católicas de la directora ejecutiva de la fundación y sobre las vinculaciones con otras ong’s y universidades de élite, como la Universidad de San Andrés.

Pero en este artículo no discutimos personas, sino el avance ideológico que lleva a adelante la reforma economicista de la educación y el consecuente control político del sistema. Es por eso que las vinculaciones entre fundaciones territoriales o subsidiarias de otras de carácter internacional e incluso con organizaciones financiadoras de los Estados Unidos, hasta el mismísimo departamento de estado, se nos hace importante conocerlas para comprender que el conflicto salarial, la rebajas en el presupuesto educativo, el debilitamiento del rol docente a través de operaciones mediáticas y de foros organizados por estas fundaciones son estrategias del objetivo principal de la reforma, la desposesión de la educación pública.

Lejos se está de un debate profundo en educación, cuando ya pasaron 27 años de la Cumbre de Jomtiem, Tailandia, donde formalmente se firmó el documento “Educación para Todos”, que marca el inicio de las leyes reformistas en toda Latinoamérica y países del Caribe (sólo para quedarnos en las reformas de nuestra región).

Así fueron avanzando primero los documentos con sus recomendaciones de los organismos internacionales y luego la conformación territorial de las fundaciones empresariales y corporativas que trabajan incesantemente por el control político del sistema. Un dato que sobresale es que casi todos los titulares de estas organizaciones “dedicadas” a educación son abogados, licenciados en administración de empresas o economistas, como lo venimos diciendo en tantos trabajos anteriores.

Volvamos, justamente a este tema de las redes y sus conexiones. “Proyecto Educar 2050” se vincula, a partir de su directora ejecutiva, con la ong “Enseña por Argentina”, cuyo titular es Oscar Ghillione, otro licenciado en administración de empresas (recibido en la UADE con postítulo en el CEMA). Lo habíamos detallado en otro artículo6, pero vale recordarlo, esta ong es subsidiaria de “Teach for América” e integra la red “Teach for All”, que en nuestra región vincula a “Enseña Chile”; “Enseña Colombia”; “Enseña Ecuador”; “Enseña por México”; Enseña por Uruguay”; “Enseña por Panamá”, entre otras. Las ong’s de la red “Teach for All” gozan de “independencia del control del gobierno y otras entidades externas (…) y la libertad de tomar decisiones operativas, desafiar los paradigmas tradicionales y mantener el modelo frente a los cambios políticos”, según los principios que aparecen en su diseño organizacional.

El sostenimiento financiero de “Enseña por Argentina” se realiza a través de aportes de empresas (que luego descargan vía impositiva); subsidios del Estado (los dineros públicos que no van a las aulas) y donaciones. Entre otros tantos socios corporativos de la ong aparecen: Laboratorios Roche; Fundación La Nación; Fundación Acindar; Credit Suisse; Microsoft; Southamerican business forum; Techint; Endemol; Telefé; DHL; Fundación Telefónica; Banco HSBC; Banco Superville; Coca-cola Argentina; Banco Galicia; Visa; Universidad Austral, Universidad Abierta Interamericana (UAI); Universidad Argentina de la Empresa (UADE); Universidad Católica Argentina (UCA); Universidad de San Andrés; Universidad Torcuato Di Tella, Flacso y, por supuesto, Proyecto Educar 2050.

En esta interminable secuencia de fundaciones corporativas, “preocupadas” por la educación, “Educar 2050”, también se articula con la fundación “Córdoba Mejora”7. Otra fundación empresarial que también hace su apuesta por la educación y como las anteriores focaliza en la formación de “lideres” con programas para directores de escuelas. “Córdoba Mejora” se vincula con Fundación RAP, “Red de Acción Política”.

¿Qué es RAP?

De acuerdo con su propia página web (fundacionrap.org): “En las postrimerías de la crisis de diciembre de 2001 muchos argentinos nos dimos cuenta que si bien estábamos preocupados por la formación de nuestros hijos (en términos de educación, valores, principios, etc.), poco hacíamos sobre la cuestión de “qué país le queremos dejar a nuestros hijos”.

Del debate sobre esta cuestión surge la necesidad de (1) instrumentar un cambio profundo del sistema político argentino que fortalezca el marco institucional a través de una reforma del proceso político, y (2) promover el surgimiento de una mejor clase dirigente, acercando a amplios sectores de la sociedad a la actividad política.

Con este objetivo en mente, a fines de 2002 un grupo de personas crea RAP (Red de Acción Política), una fundación independiente y apartidaria, donde confluyan I) personas que desarrollan una vida política activa y II) ciudadanos con vocación de hacer un aporte al país desde un ámbito no partidario”.

Ahora veamos, su presidente es Alan Clutterbuck8, otro ceo empresarial de otra de las fundaciones que tienen como objetivo “promover el surgimiento de una mejor clase política” y que, obviamente están “preocupados” por la educación.

También expresan su prescindencia de partidos políticos, “una fundación independiente y apartidaria” y no queda más que ver algunos de los nombres de los “políticos RAP”: Gabriela Michetti, vicepresidenta de la Nación(pro); Juan Manuel Urtubey, gobernador de Salta (peronista); Miguel Lifschitz, gobernador de Santa Fe (socialista); Federico Pinedo, senador CABA (PRO); Margarita Stolbizer, diputada nacional (GEN); Ernesto Sanz, dirigente político (UCR) y así podríamos continuar la extensa lista de políticos que integran la Fundación RAP y participan en sus foros y capacitaciones “apartidarias”, incluso el propio ministro de educación, Esteban Bullrich.

Pero, aquí lo importante es ver, más allá de lo partidario, la unidad ideológica de la clase política tradicional y en particular la ortodoxia sobre la reforma educativa, dónde existe un consenso explícito sobre los destinos de la educación pública y el control privado de sus políticas, con la injerencia manifiesta de las corporaciones empresariales a través de sus fundaciones.

Ahora bien, ya sabemos qué es RAP, ahora veamos algunos de sus socios y sponsors: Arcor; BBVA Francés; Coca–Cola; Banco de Galicia; Banco HSBC; Techint; Barrick Gold; Dow Argentina; Banco Comafi; Banco Patagonia; DIRECTV; Farmacity; Telefónica; IBM; Banco Ciudad; Siemens y otras decenas más, entre ellos la Fundación Córdoba Mejora.

Como vemos, todo el mundo empresarial como respaldo de fundaciones políticas de sintonía ideológica y manejadas por ceos empresariales, los mismos que están dando las capacitaciones a los directores de escuelas públicas en un proceso de estandarización del “liderazgo” en pos de la mejora educativa.

Pero hay otro punto que es necesario mencionar, la intromisión directa de los Estados Unidos desde su Departamento de Estado, financiando a la Fundación Fulbright en el programa intercambio educativo o la Agencia de Cooperación Internacional para el para el Desarrollo (USAID por sus siglas en inglés) que ha firmado acuerdos para programas educativos en Guatemala y Perú, así, en ese mismo sentido, la Fundación RAP recibe fondos del National Endowment for Democracy , la Fundación Nacional para la Democracia (NED por sus siglas en inglés).

Un artículo publicado en el New York Times9 (2002) denunciaba lo siguiente: “En el último año, los Estados Unidos canaliza cientos de miles de dólares en donaciones a grupos americanos y venezolanos opuestos al presidente Hugo Chávez (…) Los fondos fueron proporcionados por la Fundación Nacional para la Democracia (NED), una agencia sin fines de lucro creada y financiada por el Congreso…”

La dependencia en el apoyo financiero y la sumisión ideológica son parte constitutiva del proceso de estandarización de la educación y por sobre todo de esos valores “democráticos” que claman, pero que sólo responden a los valores de la burguesía.

La “adaptabilidad”, la “competencia” formantes de los “valores” del “cambio”; pedagogía instrumental de la obediencia, de la invasión, del secuestro educativo perpetrado por las alianzas público-privadas; por la colonialidad del poder.

Algunas reflexiones…

No asistimos a una “revolución educativa”, asistimos a una invasión estandarizada, a un cambio de paradigma impuesto por las minorías que traman nuestro destino con la colaboración de intelectuales y pedagogos que son pensados por otros que los cobijan en sus fundaciones y les otorgan un espacio para que se adapten y repitan y repliquen la misma sinfonía.

¿Acaso vamos a creer que los empresarios, las corporaciones, los departamentos de estado van a mejorar las relaciones sociales y económicas?

¿Acaso vamos a pensar que los nuevos pedagogos, pensadores de la educación van a surgir de la formación en “liderazgo” que realizan las fundaciones de ceos empresariales y políticos del establishment?

La Batalla Cultural…

Estamos, por supuesto, transitando un cambio de paradigma cultural en lo que hace a la transformación en la comunicación, la instantaneidad de la información, el acercamiento que provoca el uso de las redes sociales, la aparición de nuevas formas mediáticas, por el uso de la web: radios, programas y canales de televisión; diarios y revistas digitales.

Formatos de expansión de la información, pero también formatos de difusión ideológica puesto que el sistema global mantiene la hegemonía propietaria; aunque en su propio sistema se generan fisuras, grietas por donde se cuelan, también radios, programas y canales de televisión; diarios y revistas digitales de carácter alternativo.

La aparición de estos medios alternativos de comunicación, van constituyendo nuevas redes de vinculación, otras voces que se inscriben en la, por ahora desigual, batalla ideológica, pero que ponen en evidencia la miserabilidad y el cinismo de los valores sustentados por la burguesía, que históricamente avanza por la apropiación de lo público (físico y simbólico) sancionando leyes que legalizan su accionar.

Veamos, en sentido amplio, el argumento del “cambio”, respecto de la educación, es que la escuela “atrasa” con respecto a las transformaciones culturales operadas, sobre todo, por el desarrollo de la industria tecnológica.

Todo esto remite al enunciado de “la velocidad del cambio” y por consiguiente formar a nuestros estudiantes en la “habilidades para el siglo XXI”.

Pero, antes de seguir con el tema que ocupa a este artículo se hace necesario hacer un breve paréntesis que permita exponer la historicidad del proceso escolar.

No lo vamos a desarrollar aquí, pero sí, podemos hacer algunas acotaciones.

En principio, la escuela del siglo XIX, como medio para lograr la unidad nacional, esa escuela común, obligatoria, laica, gratuita y estatal que le disputó el monopolio de la educación a la iglesia. La ley 1420 aseguraba la escuela como herramienta de intervención en el incipiente nuevo estado cultural. Esa intervención también le aseguraba al grupo político dominante, la creciente burguesía argentina, interpretada por los intelectuales de la llamada Generación del ’80, la formación y difusión de valores, libertades y nacionalismos, sobre todo este último concepto, los ideales nacionales. Paradoja que no se resuelve, puesto que esas mismas clases “nacionalistas”, eran las que miraban a Europa o a los Estados Unidos. Un proyecto nacional, pero no tanto. La colonialidad era el formante ideológico.

Así la escuela se había forjado en su combate contra el analfabetismo y como agente formador de la nacionalidad. El nacimiento de las políticas educativas, que ponían a la escuela en el centro del espacio cultural y como uno de los motores esenciales.

Entonces, la educación, que antes había estado en manos de la iglesia, la familia y la sociedad, pasaba a estar en manos del Estado. Al mismo tiempo otros espacios culturales se desarrollaban rápidamente, los diarios y revistas, que también influían cotidianamente con su información, opiniones y orientaciones ideológicas; de alguna manera influían en la educación del pueblo.

La cultura escrita expandía constantemente sus límites, el libro como herramienta principal de la escuela y los diarios y revistas como herramientas de difusión masiva.

Más tarde con la aparición de la radio , donde la cultura oral se resignificaba, sumada ya la imagen de la televisión, volvieron a cambiar los espacios culturales, la manera de construir la realidad, las nuevas miradas sobre esa construcción.

La escuela sufre un desplazamiento frente a estas apariciones y vuelven los debates sobre educación y políticas educativas, se habla durante los ’60 y ’70 de la competencia que la escuela realiza con los cada vez más influyentes medios masivos de comunicación.

Pero también la educación se masifica, cada vez más se expande la matrícula, tanto en la escuela secundaria, como en las universidades. Porque ese aluvión cultural impone mayor escolarización, mayores saberes.

En los años que corren las nuevas tecnologías de la información y la comunicación volvieron a irrumpir en las formas de percepción y construcción de la realidad, en los modos de leer, la instantaneidad de internet, etc. etc…

Y entonces, otra vez en escena la “crisis” de la escuela, la que vienen a “resolver” los reformadores: organismos internacionales, corporaciones empresariales y sus fundaciones directas o indirectas, así como universidades privadas de élite con sus intelectuales y especialistas y la participación especial del ministerio de educación. Como ya hemos visto en este artículo y en anteriores trabajos.

¡Resolución de problemas!

Lo cierto es que los mismos que enfocan la “crisis” de la escuela y por extensión, la “crisis” educativa y hacen discursos sobre “calidad”, la que nunca definen, o sólo por los resultados de sus estandarizados instrumentos y por encuestas inducidas, realizadas a docentes y directivos (TALIS), no hacen más que poner en foco la razón instrumental que los guía en la pretendida “transformación”. Los especialistas del circuito, no cuestionan la desposesión de lo público en educación, ni las políticas de estado que la vehiculiza. Solo intentan formular hipótesis o elaborar teorías que muestren la “crisis” educativa y la culpabilidad intrínseca de la organización escolar.

Entonces hacen discursos sobre la “profesionalización” docente y los roles de “liderazgo” (de cuya capacitación se hacen cargo las entidades privadas) que deben asumir los directivos escolares. Se decreta la viralización de las “habilidades y competencias” que deben tener los jóvenes para “sobrevivir” en el “incierto” siglo XXI10, como explica un documento de la UNESCO, que sigue reivindicando como central, el famoso Informe Delors, “La educación encierra un tesoro” (1996), producido por la misma entidad en pleno auge del neoliberalismo de época, donde se destacaba el importante “aporte” del Banco Mundial y se promocionaban las alianzas público-privadas: “… movilizar el enorme potencial que ofrecen las organizaciones no gubernamentales y, por consiguiente, las iniciativas de base, que podrían prestar un valioso apoyo a las actividades de cooperación internacional”.

Probablemente vaya quedando claro que el mismo corpus de formaciones discursivas emanadas por organismos de mediados del siglo XX y absolutamente conservadores de su posición ideológica, no son la solución para la educación del siglo XXI, ni ya pueden ser válidos sus interlocutores, intelectuales y especialistas, sobre todo en la Argentina, puesto que son los mismos de los ’90 del siglo pasado y de la primera década de este siglo, que además, comparten los mismos espacios, si bien no partidarios; sí ideológicos en la esencia de la reforma educativa.

El neoliberalismo de los ’90, primero; el progresismo del siglo XXI, después, la vuelta del neoliberalismo, hoy, tienen el mismo marco ideológico construido en 1990 en la Cumbre de Jomtien, “Educación para Todos”; pero… ¿pública?

La respuesta es ¡NO!

¡Colaboración!

Salgamos del paradigma reformista, que no puede ser pensado por los obsoletos grupos de trabajo de los obsoletos organismos internacionales, ni por las dogmáticas fundaciones empresariales, que “lideran” el control de las políticas públicas.

Tal vez, la innovación en la educación, para que esta cumpla el objetivo de ser liberadora, como la pensaba Paulo Freyre, debería buscar los fundamentos no en los “conocimientos socialmente productivos”, que proponen los documentos y leyes de la reforma, sino en el entramado de las subjetividades colectivas.

En el dinamismo de las organizaciones sociales; en incansable caminar de los Pueblos Originarios por la autodeterminación; en las asambleas ambientalistas que visibilizan la contaminación y el saqueo que provocan las industrias extractivas; en la lucha de los Pueblos Fumigados contra el agronegocio y el envenenamiento que producen los agroquímicos; el ejemplo de los pequeños productores que trabajan desde la perspectiva agroecológica; en los luchadores por los Derechos Humanos, en las fábricas y empresas recuperadas por los trabajadores; en las organizaciones que luchan contra la trata; en los trabajadores de la salud que pugnan por la producción pública de medicamentos; en los artistas, documentalistas y realizadores que con sus manifestaciones y producciones muestran la perversión de este sistema; en los sindicatos combativos que enfrentan a la burocracia sindical y a las patronales del ajuste y los despidos; en los intelectuales que saben que otra educación se hace cada vez más necesaria para romper las cadenas de alienación y frustración; en los dirigentes políticos y sociales que acompañan esta inagotable fuente de las nuevas subjetividades, que denuncian la corrupción, no en el espectáculo mediático que arman los políticos del establishment con sus socios periodísticos. Y, por último, en los docentes que luchan contra la desposesión educativa que esta reforma va imponiendo silenciosa e incansablemente. Aquí en la Argentina, con la primera fragmentación del sistema, cuando en 1979 el genocida Rafael Videla transfirió las escuelas primarias a las provincias, principio de desnacionalización educativa que se completaría en los ’90 con las leyes de educación y los procesos de estandarización global de los últimos años.

Seguramente esta enumeración es escasa, habría mucho más para ejemplificar sobre las nuevas configuraciones de subjetividad que se distribuyen en todo Latinoamérica y que son las que nos permitirán pensar en los nuevos valores que tendremos que ir construyendo para la educación del siglo XXI. Lo que sí es importante es que no pueden ser el Banco Mundial con sus objetivos 2020; ni las Metas educativas 2021; ni la OCDE con sus instrumentos estandarizados, ni las fundaciones empresariales; ni sus sponsors; ni los intelectuales y especialistas que trabajan para ellos, ni los técnicos de la UNESCO, cómplices del proceso de desposesión y fragmentación educativa, los que fijen el sentido de la educación para el siglo XXI.

¡Pensamiento Crítico!

¿Acaso los emblemas del capitalismo del siglo XX pueden continuar siendo la intelligentsia11 del siglo XXI, con sus recetas, recomendaciones y políticas que lo único que generan es mayor pobreza, pérdida de soberanías, fragmentación social y concentración de la riqueza?

Una educación que privilegie un fuerte contenido social, donde lo económico sea la variable y no a la inversa, como sucede hasta ahora.

Que permita sustituir las falsas nociones: “estudio para ser alguien en la vida” o “para conseguir trabajo”; porque este sistema ha demostrado su fracaso en la realización de esas expectativas. Tal vez porque ha instalado la incertidumbre como valor.

Que sea el motor de las nuevas configuraciones de subjetividades colectivas.

Que forme críticamente a quienes tendrán que pensar, no cínicamente como hasta hoy, en “combatir la pobreza”; sino en combatir la concentración de la riqueza.

¡Creatividad e Innovación!

Es cierto que el ministro Esteban Bullrich repite, al igual que otros de sus corifeos, que “el ministerio de educación no tiene escuelas y no paga salarios docentes”.

Si el ministerio de educación, no tiene escuelas, no paga salarios docentes, no piensa políticas educativas, porque por todo lo que expusimos y venimos exponiendo desde hace muchos años, las políticas vienen pensadas por los organismos internacionales en interactuación con entidades privadas organizadas en redes para asegurarse la viralización de sus discursos, cooptando intelectuales, especialistas y periodistas. Apropiándose del nuevo paradigma cultural para establecer como objetivo la desposesión educativa; entonces ese ministerio no tiene sentido, más que instrumental.

Seamos creativos, innovemos para quebrar el paradigma impuesto por la razón instrumental y transitar hacia la razón crítica. Una revolución educativa que rompa la sujeción a la colonialidad del poder y sus instrumentos de invasión. Supongamos un sistema que deje de ser vertical, donde cada escuela, por ejemplo, sea el núcleo de decisión política.

Supongamos un sistema que en un primer nivel organizacional responda a la red distrital.

Luego los distritos se constituyen en el segundo nivel organizacional y las 24 jurisdicciones que conforman el país en el tercero y de allí un Consejo Nacional de Educación.

Entonces, se termina la fragmentación, las políticas educativas y las líneas pedagógicas se piensan en los propios lugares donde se deben aplicar, con los conocimientos necesarios de los propios involucrados. La teoría y la práctica se socializan en la generación de políticas educativas que sean el vehículo para la configuración de las nuevas subjetividades del siglo XXI. Un sistema público y participativo donde no haya lugar para que la educación sea una mercancía, ni siga diseñada y controlada por el poder corporativo.

Para finalizar…

Tal vez sea una de las batallas culturales e ideológicas más importantes que debamos dar en este desigual enfrentamiento entre la imposición de la pedagogía instrumental con la que avanza la reforma y la pedagogía social, crítica, de los que queremos una educación pública, común, liberadora de los valores que impone la colonialidad del poder y su creciente adoctrinamiento estandarizado.

Notas:

1 “La revolución educativa es el único camino” Diario Clarín 28-10-16

2 “Esteban Bullrich habló sobre las religiones en la educación pública…” Diario Clarín 25-04-17

3 “Ideas para una mejor educación” Diario La Nación 02-06-12 – Manuel Álvarez Trongé es abogado, docente universitario, Director de telefónica de Argentina SA; fue Director de Telefónica Intenacional SA y de Telefónica de México y otras tantas sucursales en Latinoamérica. Además, Gerente de Legales de Pérez Companc SA (Oil & Gas). Y trabajó en la Superintendencia de Seguros de la Nación (1979-1983). Más información en portalacademico.derecho.uba.ar

4 Carta de Agustina Blanco, nueva Directora Ejecutiva de Proyecto Educar 2050. http://educar2050.org.ar

5 Agustina Blanco, actual Directora Ejecutiva de Educar2050, es Licenciada en Administración de Empresas, UCA, Magister en Educación, Manhattanville College, USA, y Magister en Relaciones Internacionales, NYU, USA. Especialista en temas de Liderazgo Educativo y Mejora Escolar en la Universidad de San Andrés. Se ha desempeñado como docente y consultora nacional e internacional. Tiene amplia experiencia en investigación e implementación de programas de mejora escolar y es autora del libro La Escuela Protagonista, Temas, 1999 y de artículos de prensa. Miembro del Consejo de Enseña por Argentina, de Fundación Córdoba Mejora, de la Organización Inquiry Five, y miembro del Consejo Asesor de Educar2050 desde 2011. http://educar2050.org.ar

6 Balvidares Darío “La Educación en la era Corporativa II Del normalismo a la estandarización” en Rebelión.org y otros 16-04-2106

7 Fundación Córdoba Mejora, nace en el año 2009 en el marco de reuniones y almuerzos informales entre empresarios y ejecutivos que participaban activamente de distintos ámbitos de la sociedad y se preguntaban sobre la mejor manera de coordinar sus esfuerzos para contribuir a un desarrollo integral y sustentable de la Provincia. http://cordobamejora.org

8 Es Licenciado en Economía de la Universidad Católica Argentina y Master en Administración de Empresas de Stanford University en EE.UU. Su experiencia laboral incluye diversas posiciones en el grupo Techint, y más de 12 años en Alpargatas donde fue Director Financiero y miembro del Directorio y del Comité Ejecutivo. Es socio de Poliarquía Consultores, empresa de análisis y consultoría política y de opinión pública y comunicación.

9 The New York Times. “U.S. Bankrolling Is Under Scrutiny for Ties to Chávez” 25-04-2002

10Cynthia Luna Scott. El Futuro del Aprendizaje 2. Documento de Trabajo N° 14. UNESCO. Noviembre 2015

11 Es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. Wikipedia

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=226737&titular=%BFrevoluci%F3n-educativa-o-invasi%F3n-educativa?-

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Liberia is outsourcing education. Can it work?

Liberia/Abril de 2017/Fuente: Financial Times

Resumen: En gran parte de África, la educación está en crisis. Eso es en parte porque se ha estado expandiendo tan rápido. Entre 1990 y 2012, la matriculación en la escuela primaria en todo el continente se duplicó a 149m, según un informe de la Unesco de 2015. Desde 2000, los gobiernos de al menos 15 países africanos han abolido las tasas escolares. Esto ha creado una demanda masiva de lugares. De los 58 millones de niños de primaria que no asisten a la escuela en todo el mundo, 38 millones están en África. En África subsahariana, la mayoría de los sistemas escolares están terriblemente subfinanciados. En un continente cuya población en globo es a menudo promocionado como un motor de la prosperidad, las generaciones están creciendo incapaces de tomar su lugar en una fuerza de trabajo moderna. Si algo puede ayudar a África a cumplir la promesa que muchos ahora vislumbra en sus ciudades bulliciosas y en países que se han beneficiado de años de crecimiento decente, paz relativa y liderazgo marginalmente mejorado, es la educación. En su mayor parte, no está sucediendo.

The children were doing tests in the government school in the town of Smell No Taste. The soupy air was thick with sweat and diesel. An occasional black wasp, menacing but silent, skimmed in and out of the unlit classrooms. The place had officially been rebranded Unification Town. But everyone knew it by its old name of Smell No Taste from when American GIs had cooked on a nearby base, sending the aroma of unaffordable meat wafting over the tumbledown shacks.

We’d driven an hour or so from the centre of Monrovia, the grimy, energetic Liberian capital, to the Robert Stanley Caulfield Elementary and Senior High School, which was set off the highway at the end of a dirt track. In the dusty red courtyard was a pole with the red-white-and-blue Liberian flag, designed by the freed American slaves who had, in 1847, declared Liberia Africa’s first independent republic. The education ministry had supposedly called ahead but the headmaster, who wore a far-off look, showed no signs of expecting me. The school had 1,200 students and ran two half-day shifts between 8am and 6.15pm. Even so, the children were crammed into classrooms, sitting on broken-down desks, with a few spillover pupils seated in the open-air corridor. There were 38 teachers. All were paid regularly, a minor miracle in a country where unpaid volunteers make up teacher shortfalls in many schools.

The librarian, 65-year-old James Toe, brought out a laminated sheet marked “laboratory equipments”, with pictures of test tubes, microscopes and safety glasses. The children used the drawings in lieu of actual objects. Music lessons were conducted on the same basis. “We don’t have any of this. We don’t have nothing,” Toe said, speaking in the English dialect used throughout Liberia. “We want to extend the shelves,” he added, as though this might magically produce new books. The wall was mostly covered with slogans. One read: “Education is the only husband and wife that cannot divorce you.” Across much of Africa, education is in crisis. That is partly because it has been expanding so fast. Between 1990 and 2012, primary school enrolment across the continent more than doubled to 149m, according to a 2015 Unesco report. Since 2000, governments in at least 15 African countries have abolished school fees. This has created massive demand for places.

Of 58m primary-aged children not attending school globally, 38m are in Africa. In sub-Saharan Africa, most school systems are appallingly underfunded. In a continent whose ballooning population is often touted as a driver of prosperity, generations are growing up incapable of taking their place in a modern workforce. If anything can help Africa fulfil the promise that many now glimpse in its bustling cities and in countries that have benefited from years of decent growth, relative peace and marginally improved leadership, it is education. For the most part, it is not happening. A study published by the World Bank this year of primary schools in seven sub-Saharan countries — Kenya, Mozambique, Nigeria, Senegal, Tanzania, Togo and Uganda, comprising 40 per cent of the region’s population — found that, on average, students receive less than three hours’ tuition a day and that many teachers fail simple literacy and numeracy tests. Another study, by Justin Sandefur, senior fellow at the Center for Global Development, compared maths scores across countries. He found that the median child in an African classroom scored below the fifth percentile of wealthy countries. Teacher Matthew G Luo uses a tablet during his English class at Martha Tubman Elementary School © Jane Hahn Liberia is an outlier. It does worse. According to the country’s education ministry, fewer than 60 per cent of school-age children are actually in school. Attendance may not be worth the effort. Adult women who have reached fifth grade stand only a 20 per cent chance of being able to read a single sentence. In 2013, some 25,000 high-school graduates took the entrance exam for the University of Liberia. No one passed. Part of the reason is that Liberia is still recovering from a gruesome civil war, which raged for much of the 1990s and ended only in 2003. Toe, the librarian, remembers gangs of rebel soldiers ransacking schools, many of which closed for years. “Everybody left. If you were here, they kill you,” he said. “We all went to the rural areas and hid.” More recently, in 2014, as Liberia was staggering from its knees, it was struck by Ebola. Many parents kept their children out of school, worried the disease would “grab them”.

George Werner was appointed education minister in 2015 with a rescue mission. A former teacher and self-described “system-preneur”, he did not have much to work with. The budget for Liberia’s 900,000 or so schoolchildren was $44m, of which $38m went on teacher salaries. Werner took drastic action. In January 2016, he announced that he was outsourcing 50 schools to Bridge International Academies, a US-based for-profit provider of low-cost education that was already teaching 100,000 children in schools in Kenya, Nigeria, Uganda and India. If successful, many, or even all, of Liberia’s schools could be outsourced to the same company. Other African countries were watching. The Mail & Guardian newspaper in South Africa captured the continent-wide controversy with its excitable headline: “An Africa First! Liberia Outsources Entire Education System to a Private American Firm. Why All Should Pay Attention.”

Bridge is sometimes referred to as the Uber of education. It is backed by a who’s who of US investors, including Bill Gates, Mark Zuckerberg and Pierre Omidyar, the founder of eBay. It has also attracted investments from venture capital funds, including Learn Capital and Novastar, as well as from the US and UK governments and the investment arm of the World Bank. With well over $100m in capital, it has rapidly expanded to become one of the largest providers of low-cost private education in the world. Werner had visited Bridge in Uganda and Kenya, where it had opened its first school in 2009 and charged less than $7 a month per child. He was an instant convert. The Bridge model used technology, standardisation and rigorous monitoring — none of which were much in evidence in Liberia. Teachers read word-for-word from a scripted lesson plan displayed on cheap tablets and devised in Cambridge, Massachusetts. Werner was struck by teachers’ enthusiasm and the fact that children appeared to be reading and writing. A teacher uses a tablet to check a student’s work at Upper Careysburg school, Careysburg © Jane Hahn Bridge’s co-founder Shannon May, an anthropologist and Harvard graduate now based at the company’s headquarters in Nairobi, convinced him that she could provide similar quality lessons within Liberia’s meagre budget. There was, however, a hitch. When word of Werner’s plan got out, there was an instant backlash.

Perhaps because of the scale of its ambition and its slick American feel, Bridge had rubbed many educators up the wrong way. Some objected to the use of tablets and scripted lessons, which, they said, reduced interaction between teacher and pupil and smacked of the utilitarianism of Jeremy Bentham, the 18th-century British philosopher who once designed a prison that could be guarded by a single watchman. “It is almost institutionalising rote learning,” said David Archer, an education expert at the charity ActionAid and one of Bridge’s most tenacious critics. “In a way, it’s a very Victorian model. What appears to be high-tech and modern actually creates a teaching and learning practice that takes us back 100 years.” Archer and others objected to something else: the idea of profiting from some of the poorest parents in the world. In the case of Liberia, where the government was paying, Kishore Singh, the UN special rapporteur on the right to education, said Werner’s plan violated Liberia’s legal and moral obligation to provide schooling. “Education is an essential public service and, instead of supporting business in education, governments should increase the money they spend on public educational services to make them better,” he said.

When I caught up with Werner on the balcony of the Mamba Point Hotel in Monrovia, the grey waves of the Atlantic tumbling into the shore behind him, he defended the profit motive. “In every country I know, public and private sectors are side by side,” he said. “We do that for roads and bridges. Why not for education?” Yet so intense was the controversy that Werner backtracked. He engaged international advisers, including Ark, an education charity that runs UK academy schools and supports developing country governments in education. Together they devised a pilot scheme to quell the critics. Officially known as Partnership Schools for Liberia, several competing operators would manage schools in partnership with the state.

Results would be measured in a randomised, controlled trial. Bridge had little choice but to accept the new set-up. It would run 25 schools, a far cry from the 50 originally offered. It signed a memorandum of understanding that gave it first dibs on schools and flexibility to hire and fire teachers. Because its model relied on technology, which enabled it to deliver lesson plans and check on teachers’ attendance and performance, it needed schools served by 2G telecoms networks. It also demanded sites near main roads — to cut down on transport costs — and with classrooms in reasonable condition. Students work out maths problems on a chalk board at Kenlay school, run by Omega © Jane Hahn Seven other operators emerged from a competitive bidding process to win the chance to manage 70 additional schools. Liberia’s education ministry pays the teachers. Ark provides an annual subsidy of $50 per child to each of the seven operators that publicly tendered. Bridge has found its own funds, presenting a budget that suggests it will spend $8.9m. That is roughly $1,100 per child — far more than other operators, though Bridge says it is mostly one-off start-up costs. The new schools opened in September. The evaluator did baseline tests of children in both partnership and control schools. The race was on to see whether partner-managed schools could improve learning. Inevitably, each operator wanted to show it could do better than the rest.

And so it was that this month I flew to Liberia to see things for myself. I had gone to Smell No Taste to get an idea of a typical government school. I visited a few other state schools along the way, including one where lessons were suspended every Thursday so that children, machetes in hand, could work in the nearby fields. My main aim, though, was to see partnership schools to discover whether third-party operators could make a difference. In all, I visited schools managed by four independent operators: Rising Academy, which runs low-cost private schools in Sierra Leone; Omega, a chain of for-profit schools based in Ghana; and BRAC, a large Bangladeshi non-governmental organisation. And then, of course, there was Bridge. The first Bridge school I visit in Liberia is the Martha Tubman Elementary School, in Nimba, several hours outside Monrovia along a main road. The month before, in Kenya, I saw a Bridge school in a Nairobi slum. Save for different-coloured uniforms — mandated by the Liberian government — Bridge has pretty much replicated the Kenyan model here, several thousand miles away in rural Liberia.

Classrooms are basic but functional. Pupils wear chequered blue uniforms, manufactured in India, and emblazoned with the Bridge logo. Kids have textbooks. And the teachers have their tablets. In Class 5B, a teacher, dressed in a yellow- and red-flowered shirt, paces the floor, reading from his device. “Don’t add, don’t subtract,” several teachers tell me later, meaning they should not divert one iota from the tablet’s script. Bold text on the screen is for the teacher to say out loud: “Pens down. Eyes on me. Now we will do our board activity.” The light text says things such as “Scan”, meaning the teacher should make eye contact with pupils, or “Signal”, meaning teachers should snap their fingers. Students at Deemie school take time off school in order to work © Jane Hahn As with Bridge Kenya, there is a “character board” with various encouragements and admonitions relating to behaviour. Names are written in chalk besides designations such as “cleanliness captain” or “back line captain”. On the main board is a list of rules: “No stealing. No fighting in class. No sleeping in class. Respect others’ view.” Bridge teachers punctuate lessons with chants. In Liberia, they use the acronym “Star”. The kids in 5B call out, with varying degrees of enthusiasm: Sit tall Track the speaker with your eyes and body Ask and answer questions Reach for the stars! The last line is accompanied by fists punched in the air. I’m met at the school by a cluster of Bridge employees, including a public relations director, a community engagement director, and Josh Nathan, the 28-year-old academic director for Liberia. Nathan, a Bostonian, wears dark sunglasses (even in class) and a pink-chequered shirt, like a picnic cloth. I encounter him at three different Bridge schools and each time he greets me with an outstretched hand. He oozes friendliness. “Everybody we’re employing is a real body in a real classroom,” he says, highlighting one of Bridge’s selling points over state-run schools, where teachers often go awol. Nathan is keen to dispel the idea that Bridge is about rote learning. Quite the contrary.

Typical government schools are all “chalk and talk”, with the teacher doing 90 per cent of the talking. “We want to get the kids doing the hard work,” he says. Bridge lesson plans allow the teacher to explain a principle, for the class to solve a problem together and then for pupils to try problem-solving themselves. Parents seem generally happy with the Bridge experience. “This is the modern time,” says Joseph Flomo, a 42-year-old father of two, referring to the use of tablets. Education is important, he says. He learnt maths at school and, as a result, landed a job as a meter reader at a Liberian electricity company. Students at Kenlay school run by Omega, a chain of for-profit schools © Jane Hahn By phone I speak to Shannon May, Bridge’s co-founder. She rejects a common criticism that reliance on scripted lessons might raise the floor on teaching standards but lower the ceiling. “I would suggest you follow the evidence,” she says. “Bridge doesn’t have an ideological stand on pedagogy, but practical solutions, not just for one classroom but for thousands of teachers and hundreds of thousands of students.” She quotes studies showing that Bridge students make gains of around 0.4 standard deviations in learning. Results will be even better in Liberia, she predicts. “If it didn’t work, we wouldn’t do it.” Critics say Bridge’s numbers have not been independently verified. They also say Bridge is not comparing like with like. In Kenya, the parents of Bridge children — who can afford to pay the $7 monthly fee — are, by definition, slightly better off and more committed to education. May attributes criticism to vested interests, including labour unions, embarrassed civil servants and educational experts. “That kind of engineering approach, deconstruct-it-and-rebuild-it approach, bothers folks who are married to what’s gone before,” she says. “There is always someone who loses when things change. But our focus is how can kids win.” Back in the Bridge classroom, the teacher is trying to bring the lesson to life. But even a sympathetic observer can’t help noticing that he spends more time staring at the tablet than at the children. At one point he copies a sentence from screen to board. “A human heat made of muscle tissue,” he chalks. The word “heat” sits there, the mistake apparently unnoticed by either teacher or pupils.

Bridge has arranged for a couple of teachers to talk. Alexander Zouropeawon is 28. Bridge, he says, is all about transformation. “To transform the youngsters into successful, resourceful ones,” he says. “Learning is dynamic, not static. I have a growth mindset. Bridge methodology is better because it has the ability to keep the children focused on their objective.” Is he paid regularly? The ministry has made progress in flushing the payroll of dead or non-existent “ghost teachers”. Some 1,500 have been erased, saving $3.8m a year. The system has, however, coped less well with getting new teachers on payroll. Bridge has fired those who didn’t meet its minimum requirements and hired new ones to replace them. Not all have been paid. That includes Zouropeawon, who later takes me aside to explain that four teachers at the school are not receiving their salaries. This week’s FT Weekend Magazine cover Another teacher, not introduced by Bridge, likes the smaller classroom sizes, which are a stipulation of the partnership agreement. Though he is an experienced teacher, he has adapted to the tablets. “I enjoy the teaching plan they send over to us. We sync it in the morning,” he says, referring to the principal’s “master phone” on which regularly updated lessons are downloaded from Boston and Monrovia. He does worry, though, that if the teachers don’t understand the lesson, the students will catch on and lose respect. He also resents the longer hours. “I’m here from 7am and leave at 4pm. I’m not eating anything,” he says, mentioning the absence of a “feeding programme” — a school lunch — for either teachers or students. His pay has remained the same, at about $115 a month. “I’m a human being,” he says. “If things continue like this, I will not stay.”

Obvious teething problems aside, the Bridge school is slicker than two others I visit, one operated by BRAC and the other by Omega. To be fair, both of those schools are in more remote areas in poorer communities, beyond the reach of a paved road, let alone 2G. The BRAC school is a good seven hours’ drive from Monrovia. In the rainy season it might take double that. The cost of reaching it in petrol alone is no small consideration for an operator seeking to push monitoring up and keep costs down. We set out in the evening on a Chinese-built tarmac road, speeding through the bush, which presses in on us in the darkness. After a few hours, the driver swerves, curses and screeches to a halt, before reversing. A silent crowd has gathered around the body of a dead child in the road. The only light is from their mobile phones. We press on. After an overnight stay in Gbarnga, the capital of Bong County and once the military base of Charles Taylor, the former president convicted for crimes against humanity, we drive for several more hours. The road slashes a mud-red path through the rainforest of Lofa County, which skirts the Guinea border. A student walks home from Passama school, operated by BRAC, an NGO, in Gbarnga, Bong County © Jane Hahn The headmaster of the Passama school is James Y Lavelagbo, a shy 39-year-old. He says BRAC has improved teaching standards through monitoring and workshops. The benefits are not obvious to the casual observer. One class has no teacher because she has gone home sick.

The kids, packed in tight rows, fidget in the darkness. Another class is in a similar state. In the corner sits a sullen teacher. “That’s not a lesson. It’s kids sitting in a room,” complains one ministry observer. Passama has no lunch programme either, a recurring problem for partnership and normal state schools alike. Whether because of poverty or neglect, many children don’t bring food. “When they have an empty stomach, they won’t listen,” says Gbolumah Kobor, a parent. Someone else quotes a saying about hunger. “An empty bag cannot stand.” A seven-hour drive back towards the border with Ivory Coast takes us to Kenlay school, run by Omega. Alain Guy Tanefo, Omega’s Cameroonian chief executive, is there to meet us. “This is extremely remote. Let’s be honest,” he says, peering into the jungle beyond. “For the pilot phase, we never thought we’d be so far out.” The remains of an old latrine block outside Passama school © Jane Hahn Like Bridge, Omega uses teacher computers, although lessons are less micromanaged.

Out here the technology is problematic. Many of the teachers’ devices — Omega uses Android phones rather than tablets — are blank. One or two are cracked. Some teachers, unfamiliar with smartphones, have accidentally erased the lesson app. Tanefo says Omega’s model is designed for less remote schools, preferably in clusters to reduce transport costs. Omega has a strict break-even policy and says it can run schools at scale within Liberia’s budget. Tanefo’s main criticism of Bridge is not that it seeks to make money — something he defends as a way of bringing rigour and accountability. Besides, Liberia’s schools will still be free to parents. Instead, he says, Bridge’s model is too expensive. That, he says, is largely because of the high costs incurred by its Massachusetts office, which he contrasts with Omega’s in Ghana. Globally, Bridge admits to losing $1m a month last year, although it says this is in line with its business plan. It is an irony that a company sometimes criticised for seeking profit is actually making a loss. “I don’t believe they will ever break even,” Tanefo says. “Eventually, they will have an IPO and create goodwill but I don’t believe they will ever be able to cover their costs.” Bridge rejects this, saying that its US office is less expensive than people think. As it moves to scale — it aims to have 10 million students by 2025 — it will, it says, radically cut costs per child as the benefits of standardisation kick in. My last-but-one stop, the Cecelia A Dunbar school in Freeman Reserve, close to Monrovia, is run by Rising Academy, which started out in neighbouring Sierra Leone and now runs five Liberian partnership schools.

Perhaps I arrive on a good day but, for my money, it is the best of the lot. Though the classrooms are shabby and some children have no desks, the pupils seem thoroughly engaged. There are no tablets, but teachers appear to have well-structured lesson plans. Students are up at the board, working in groups or writing intently. Teachers lavish praise. “We want them to interact with students, not with the tablet,” says Christina PioCosta-Lahue, Rising Academy’s managing director. Christina PioCosta-Lahue (centre) of Rising Academy at the Cecilia A Dunbar school in Freeman Reserve © Jane Hahn When I meet Werner, the education minister, he admits there have been teething problems. But he is generally pleased with how things are going. Learning outcomes are improving, he believes, although results of the external assessment are not yet in. Still, he is minded to expand the scheme, perhaps dramatically, from the next academic year.

On one level this sounds good. Liberia has recognised the profound deficiencies of its education system and is trying to do something about it. Doubtless it has much to learn from outside experts. But handing over a chunk of its education system to private providers is a drastic step, particularly if they intend to squeeze a profit from the ministry’s tiny budget. “Some form of public-private partnership might be part of the puzzle here but you need good governance around that, proper public procurement and monitoring,” says Sandefur, who is overseeing the randomised trial. “What’s missing is government capacity to hold up its end of the bargain and, in lieu of that, you’ve got some operators willing and able to run roughshod.” Sandefur also worries about whether Bridge and others can make their economic model work. It is all very well for a Silicon Valley start-up working on a jazzy new app to raise millions only to go bankrupt. But what would happen if school operators could not work out how to break even in Liberia? “Will they stick with those schools or will they cut their losses if things are not working out?” he asks. My final school is in Careysburg, just outside Monrovia. It is run by Bridge. By now the set-up is familiar. Same classrooms. Same uniforms. Same tablets. Some teachers work skilfully with the device. You might even forget it is there. Others struggle to take their eyes from the screen.

One teacher in Careysburg is like that. “Our. Goal. Is. To. Revise. For. The. Marking. Period. Test,” he intones. “Great. Great,” he says, when the children answer a question, correctly or otherwise. The school’s headmaster is 51-year-old Martin Flomo. I spend some time in his office talking to parents and am just about to leave when I notice his slightly crestfallen face. I have neglected to ask him what he thinks. What is the school like under Bridge? “I like the changes. There’s a great difference,” he replies. Then he reaches for a piece of paper covered in his looping red script. At the top are the words “A great difference.” He reads down the page, explaining how the school has longer hours, better teaching and helpful tablets. “Don’t add,” he beams, looking up. “Don’t subtract.” David Pilling is the FT’s Africa editor Photographs by Jane Hahn The text has been amended to reflect the fact that Bridge was originally offered 50 schools in Liberia, that it devises lesson plans for Liberia both in the US and Monrovia and that its global headquarters are in Nairobi.

Fuente: https://www.ft.com/content/291b7fca-2487-11e7-a34a-538b4cb30025

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