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El Congreso insta a Rajoy a regular los deberes

Eauropa/España/21 de diciembre de 2016/Fuente: el mundo

El Congreso de los Diputados ha entrado también en la polémica sobre los deberes. La Comisión de Educación de la Cámara Baja debatirá hoy una proposición no de ley presentada por el PSOE en la que se insta al Gobierno a regular las tareas escolares en la nueva ley educativa que sustituirá a la Lomce.

El texto, al que ha tenido acceso EL MUNDO, reclama al Ejecutivo que adopte las medidas necesarias para «reconocer el derecho a disponer de forma efectiva del tiempo libre del niño o la niña» y «garantizar que las tareas respeten el tiempo y las necesidades» de los estudiantes.

Para ello, propone crear una mesa de trabajo mixta entre el Consejo Escolar del Estado y la Conferencia Sectorial de Educación, de la que formen parte expertos, docentes y padres, con el fin de «consensuar una postura» sobre la finalidad de los deberes, el tiempo de dedicación, el tipo de tareas o el papel de las familias.

«En los últimos años se ha notado un incremento en las tareas escolares. No se trata de prohibirlos, ni mucho menos, sino que haya una racionalización y una coordinación entre los equipos directivos. Queremos que también estén recogidos en el pacto de Estado», explica Mª Luz Martínez Seijo, portavoz adjunta de Educación del Grupo Socialista.

La proposición no de ley saldrá adelante porque contará con los votos a favor de, al menos, Ciudadanos y Unidos Podemos, tal y como confirman los diputados Javier Sánchez, de la formación ‘morada’, y Marta Martín, del partido ‘naranja’.

Martín coincide con Martínez Seijo en que en el pacto educativo deben abordarse los deberes, «pero también los calendarios y los tiempos escolares». «Es un tema que se debe debatir con calma, con expertos, con evidencias, aunque no somos partidarios de ponerlo en la ley».

El PP ha presentado una enmienda a la iniciativa socialista, pero su idea es «alcanzar «un texto consensuado». «Nuestra enmienda tiene un carácter positivo, queremos recalcar la idea de que la clave es confiar en la autonomía pedagógica del profesorado«, señala la diputada ‘popular’ Sandra Moneo.

El Gobierno español no es muy partidario de intervenir en este asunto porque considera que los deberes forman parte de la autonomía de los centros, aunque el ministro Íñigo Méndez de Vigo está abierto a hacer una reflexión sobre el tema.

Esta reflexión ya se ha realizado a nivel autonómico -los parlamentos regionales de la Comunidad de Madrid, Cantabria, Murcia o Canarias han aprobado ya recomendaciones en este sentido-, pero es la primera vez que el Congreso se pone a hablar sobre la tarea que llevan a casa los niños españoles.

Ciudadanos fue el primer partido en abrir este debate en las Cortes, al presentar el pasado octubre otra proposición no de ley pidiendo un marco regulador sobre los deberes, pero la iniciativa del PSOE finalmente se analizará primero. En ella se pide también al Gobierno que promueva un acuerdo con las comunidades autónomas «para incorporar la enseñanza de técnicas y hábitos de estudio y fomentar que, en caso de realizar actividades fuera del aula, el trabajo del alumno busque adquirir habilidades útiles a lo largo de su vida».

El objetivo final es que las conclusiones alcanzadas «queden recogidas en una nueva ley de educación y salvaguarden el efectivo derecho del niño a disfrutar del tiempo libre».

Fuente: http://www.elmundo.es/sociedad/2016/12/14/58504f85468aeb90368b4684.html

Imagen: e04-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2016/12/13/14816586876846.jpg

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6,5 horas El tiempo semanal en los deberes

Por DIEGO J. GENIZ

  • Los alumnos granadinos pasan más tiempo haciendo ejercicios en casa que los escolares de otros países
  • Este esfuerzo no se ve recompensado con altos resultados académicos

Seis horas y media. Éste es el tiempo medio que emplea a la semana un alumno granadino en hacer los deberes, una duración -ampliable a todo el territorio nacional- que supera la media de los países integrados en la OCDE (Organización para el Conocimiento y Desarrollo Económico), organismo mundial encargado de realizar los famosos informes PISA. De hecho, España se coloca entre los primeros países con mayor carga de tareas fuera del horario lectivo, y ello pese a haber reducido este tiempo en casi una hora en diez años.

Al margen de la polémica surgida las últimas semanas -a raíz de la huelga de deberes convocada por las asociaciones de padres de alumnos- sobre la conveniencia de que un menor disfrute de mayor tiempo libre al llegar a casa, los pedagogos y profesionales de la enseñanza se centran estos días en debatir sobre el efecto perjudicial que pueden provocar estos ejercicios si se tiene en cuenta que España no logra buenos resultados en el informe PISA. Una situación a la que se añade el alto fracaso escolar que sufren los alumnos.

Numerosos expertos consideran que existe una relación causa-efecto entre la alta carga de deberes y dichos resultados. Más allá de esta teoría, lo cierto es que la cantidad de tareas extraescolares que soportan los alumnos españoles se encuentra entre las más altas de los estados miembros de la OCDE. Un informe reciente de este organismo colocaba a España como el quinto país con la media de tiempo más elevada para realizar deberes. En concreto, según dicho análisis, un menor de 15 años (tercero de la ESO) pasa 6,5 horas a la semana realizando tareas de refuerzo fuera del horario lectivo. Esto supone que, de lunes a jueves y en función de una distribución homogénea, llegado a ese curso un alumno emplea 1,6 horas al día en desarrollar estos ejercicios. No obstante, el tiempo semanal de los deberes se ha reducido los últimos años, pues hace una década las actividades encargadas para fuera del aula suponían un cúmulo de 7,5 horas.

Pese a dicha merma, España aún está lejos de alcanzar la media de la OCDE, que se sitúa en cinco horas a la semana, es decir, tres cuartos de hora al día de lunes a jueves, por lo que los escolares españoles emplean más del doble del tiempo al día (siempre en función de esta distribución horaria) haciendo deberes.

Resulta curioso analizar la postura que han adoptado algunos países respecto a estos ejercicios. En varios estados se encuentran muy regulados, no sólo en la duración, sino en el tipo de tareas que se encargan, mientras que en otros, como España, se deja en manos de las comunidades autónomas, responsables de desarrollar las competencias educativas. Caso curioso es el de Canadá, que logra el puesto número 9 en cuanto a lectura en el informe PISA. Lo primero que exige este país norteamericano es que los deberes sean «una actividad comprometida y relevante», aspecto en el que inciden muchos pedagogos. La Mesa del Distrito Escolar de Toronto ha establecido una política sobre dichos ejercicios, según la cual, en Primaria deben consistir en «lectura, juegos y diálogos en familia». Cuando se llega a las enseñanzas medias, no han de superar en ningún caso la hora diaria.

Tal es la preocupación por que un menor tenga un equilibrio horario entre actividades extraescolares y el tiempo que ha de compartir con su familia, que en 2008 el Consejo de Toronto estableció unas pautas según las cuales no se deben encargar deberes a los niños de Infantil. En esta etapa se «anima» a las familias a comprometerse en actividades de «aprendizaje humano», como jugar, hablar y leer juntos.

Llegados al instituto, los alumnos no deben emplear más de una hora en reforzar los conocimientos en casa durante los primeros cursos de la ESO. Un límite horario que debe quedarse en los 120 minutos cuando se acabe esta etapa, e incluso, en el Bachillerato. Las instrucciones del distrito educativo de Toronto prohiben asignar deberes en vacaciones o días de fiesta. Dicho consejo propone a los padres que envíen «ejemplos» de actividades «significativas, relevantes y atractivas» para sus hijos.

Otro país modélico en cuanto a educación es Finlandia, que ocupa siempre los primeros puestos en el PISA. Un país donde las familias se convierten en auténticos agentes de la comunidad educativa debido a su implicación en la escuela. Cada clase va seguida de 15 minutos de descanso para que los alumnos realicen en este tiempo las actividades de refuerzo y así no llevárselas a casa. Una vez fuera de la escuela, se intenta que el menor goce de tiempo libre para conocer su entorno inmediato y aplicar en él los conocimientos aprendidos en el colegio.

En otros países se han fijado varios criterios a la hora de encargar los deberes, como ocurre en Australia, donde las actividades extraescolares no pueden durar más de una hora a la semana durante los tres primeros cursos de Primaria. Este límite horario llega a los 180 minutos semanales al pasar a Secundaria. Al final de esta etapa no deben exceder de las cinco horas semanales. Una condición que establece el Departamento de Educación australiano es la de que cada tarea que se encargue ha de adecuarse a las necesidades individuales de un alumno, por lo que no se trata -como ocurre en demasiadas ocasiones en España- de deberes generalizados, sino personalizados, que contribuyen a mejorar el rendimiento académico de un escolar atendiendo a sus características.

El debate de estos ejercicios llegó a Gran Bretaña en 2009, cuando la Asociación de Profesores y Maestros aprobó una moción que exigía la abolición de los deberes en Primaria al calificarlos de «pérdida de tiempo que debe emplearse en un aprendizaje eficaz fuera del aula».

En el lado opuesto se encuentran países como Rusia y Grecia, que encargan una gran cantidad de deberes fuera del aula. Estados, por otro lado, que obtienen resultados pésimos en el PISA. En Rusia la jornada lectiva empieza a las 8:45 y acaba a las 13:00. Los alumnos de los primeros cursos invierten dos horas diarias en hacer tareas extraescolares.

En Secundaria el tiempo que los estudiantes pasan en clase alcanza las 40 horas semanales, a las que se suman las cuatro horas diarias en realizar ejercicios en casa. La única excepción son los fines de semana, cuando no se encargan deberes.

En Grecia estas tareas no duran más de una hora al día en Primaria, pero en Secundaria ya se triplican. En este país es habitual que los escolares acudan por la tarde a una academia para reforzar las materias más difíciles.

Dentro de España existen comunidades que cuentan con normativas para regular los deberes. En Galicia están prohibidos desde 1997, mientras que en Cataluña se dictaron unas instrucciones según las cuales se recomienda «evitar fuera del horario lectivo la realización de tareas repetitivas no contextualizadas o de una duración excesiva». La normativa catalana establece que dichos ejercicios en ningún caso «han de obstaculizar la necesaria dedicación de los alumnos al tiempo de ocio».

La Consejería de Educación de la Junta de Andalucía aún no ha establecido ninguna norma o decreto al respecto. Fuentes del departamento que dirige Adelaida de la Calle explican que la ausencia obedece a una «falta de demanda» al respecto, por lo que la decisión para encargar la cantidad de deberes y el tipo de actividades a desarrollar fuera del aula se deja en manos de los equipos directivos de los centros de enseñanza, de los departamentos didácticos y, en la mayoría de los casos, de los docentes.

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Los deberes como pretexto para reinventar la escuela

Por: Jaume Carbonell

El problema no es tanto si los hay o si no, sino el modelo de deberes que se imponen, así como el modelo de escuela y sociedad que los fomenta

¿Más o menos deberes? ¿Hay que prohibirlos como se hace en varios países y piden algunos colectivos? ¿Continúan hoy teniendo algún sentido? ¿De qué hablamos cuando hablamos de deberes? ¿Se entiende siempre lo mismo o ello depende de la concepción educativa, del modelo de escuela y de los modos de enseñar y aprender? En torno a estos y otros interrogantes discurre el libro Hartos de los deberes de nuestros hijos (Lectio, 2016). Su autor, Jaume Funes (Calatayud, 1947), es un reputado psicólogo, educador y periodista con muchas horas de vuelo observando, escuchando, conversando, acompañando e interviniendo cerca de la infancia y la adolescencia: en la calle y en las instituciones. Pocos como él han sabido meterse en la piel de los adolescentes para encontrar las razones de su desconexión de la escuela y, en consecuencia, de una de las rutinas más tediosas y discutidas como son los deberes.

Hay que agradecerle a Funes su prosa ágil y directa -trufada de vivencias de los diversos actores educativos- que no rehúye la precisión conceptual pero sí el academicismo. Su tesis queda perfectamente sintetizada en el último párrafo del libro: “Vale. Sí. Tienen que hacer ‘deberes’ si no son deberes, si la escuela que los pone es diferente, si no impiden jugar o salir, si son la continuación de un deseo de saber que ha nacido en la escuela, si estudian en casa y hacen los deberes en la escuela, si no tienen fichas, si pueden utilizar el móvil, si la escuela ha explicado a los padres lo que están aprendiendo, si…. Temo que pocos deberes de los que en la actualidad hacemos padres e hijos reúnen estas características”.

En efecto, el modelo dominante sigue siendo el tradicional de toda la vida. El autor lo ilustra con algunas secuencias extraídas de su experiencia de abuelo: “En la ficha de mi nieta había que diferenciar los diptongos. ¿A qué niño de 5º de Primaria le interesa qué diptongos son ascendentes y cuáles descendentes?”. Se trata de una prolongación o repetición de lo que se hace en la escuela, porque no ha habido tiempo de terminar las tareas académicas o porque se piensa que machacando una y otra vez el alumnado terminará aprendiendo más.  Nada más lejos de la realidad: los deberes no inciden en la mejora del rendimiento del alumnado como han señalado numerosos informes e investigaciones. Es más, con frecuencia, provocan aburrimiento, desmotivación, desconexión y rechazo escolar. Y, en efecto, los padres están hartos.

La escuela desfasada del siglo pasado alimenta algunas falsas creencias pedagógicas y sociales aún hoy muy arraigadas -pero también contestadas- como el que la imposición de deberes constituyen un sello de calidad del centro o que el aumento del horario escolar y la carga de trabajo en casa suponen una mejora de la enseñanza. La calidad no tiene que ver con la cantidad de horas, conocimientos y actividades que tienen lugar a lo largo de la jornada sino con el sentido y la relevancia que adquiere el aprendizaje. “La pregunta principal que los educadores y las educadoras se hacen hoy día no es lo que se enseña, sino cómo se enseña y, sobre todo, cómo aprenden los alumnos y alumnas”. Aunque también cabría añadir un matiz a modo de objeción a esta afirmación tan contundente: también adquiere relevancia lo qué se enseña, los contenidos que se seleccionan del currículo -porque los hay de básicos e imprescindibles y también abundan los prescindibles y manifiestamente inútiles- que, obviamente, nunca pueden deslindarse de las habilidades, competencias y valores.

Sostiene Funes, por otro lado, que los deberes son una importante fuente de desigualdad, como lo son las actividades extraescolares porque, a diferencia de la escuela, ni la ayuda familiar está siempre garantizada ni la oferta de educación no formal es accesible a toda la infancia y adolescencia. La clase social, el nivel adquisitivo y el capital cultural son condicionantes que lo dificultan tal como han mostrado numerosos estudios. Todo el mundo disfruta hoy en España del derecho a la escolarización pero no necesariamente del derecho a la plena educación: porque el aprendizaje y la formación se adquiere cada día más fuera de la escuela, en los ámbitos familiar y comunitario, y en Internet y las redes sociales. Y en estos escenarios las oportunidades educativas son muy desiguales. Ésta es sin duda una de las grandes asignaturas pendientes de presente-futuro: transitar de la inclusión escolar a la inclusión cultural y social.

Cabe subrayar que en esta obra no se mencione nunca el término prohibición al referirse a los deberes, ya que el relato trasciende la simple dicotomía para adentrarse en la complejidad de unas escuelas en construcción que se van reinventando cada día de manera reflexiva y colectiva, contando con las miradas y complicidades de todos los agentes educativos. Por eso se apuesta por hacer las cosas de otra manera y preparar lo que aprenderemos mañana: “Los deberes pueden llegar a servir cuando provienen de acuerdos de los equipos educativos para que el alumnado lea, investigue y comparta, tratando que su experiencia en casa sirva para que sus aprendizajes de clase pasen a ser más significativos”. Pero se añade una precisión que figura ya en el subtítulo de la obra: “Queremos ayudarlos a aprender”, que no a hacer los deberes al uso convencional. Ahí está la clave.

¿Qué pueden hacer en concreto los padres y madres? En primer lugar, observar, escuchar e interesarse por lo que sus hijos hacen en la escuela, estar en contacto con el profesorado, participar en diversas actividades del centro para estrechar la relación familia-escuela, interesarse por el proyecto educativo y por estas otras formas de aprender que se basan, sobre todo, en provocar el interés y la curiosidad hacia el conocimiento. Algo que se logra cuando este se acerca a la realidad cotidiana y conecta con las experiencias vitales de una infancia y adolescencia que sabe apreciar el valor y la utilidad -que no el mero utilitarismo- de un aprendizaje con sentido que, al propio tiempo, les hace más competentes y más felices. Dos propósitos que en las escuelas innovadoras forman una pareja indisociable. Como lo son el juego y el aprendizaje ¡Cuánto saber puede llegar a proporcionar el juego!

Y la de cosas que pueden aprenderse en casa y con la familia: con los cuentos y otros relatos, con las visitas a la biblioteca, con documentales y series televisivas compartidas, con los videojuegos y las redes sociales, con las preguntas y consultas en torno a un proyecto de trabajo, en la cocina, en el camino a la escuela o en el paseo por el campo y la ciudad. Porque cualquier edificio, cualquier paisaje, conforman un amplio y rico contenedor de palabras, números, imágenes, conceptos, pensamientos, dilemas, conflictos, sentimientos, fantasías e historias. Todo escenario y ocasión es propicia para desarrollar habilidades básicas como la comparación, el cálculo, el razonamiento, la comprensión o la creatividad. Aunque ello requiere, obviamente, tiempo y disponibilidad para ejercer relajadamente de madres y padres, algo que no lo favorece actualmente la complicada conciliación laboral y familiar.

Por último, o quizás en primer lugar, este sabio psicólogo no se olvida de algo esencial: que la condición de alumno debe ejercerse solo en la institución escolar, y no prolongarse fuera de sus muros y más allá del tiempo lectivo. Y de que la escolaridad, mediante los deberes, actividades extraescolares y otras rutinas abusivas y a menudo perversas, no pueden colonizar la infancia y la adolescencia. El derecho a la educación ha de compaginarse con el derecho al ocio, al juego y a la felicidad. Sus vidas no pueden imitar la de sus progenitores con agendas repletas de tareas y actividades que les roban tiempo de juego y, simplemente, de no hacer nada. Porque también tienen derecho al aburrimiento. Es evidente que la presión y el estrés son malas compañías para cualquier ser humano. Pero para los menores es un suplicio mayor que debe evitarse a toda costa. Para ello, sostiene Jaume Funes, hay que ir más allá del sí o el no a los deberes y otear un horizonte más complejo y sistémico.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2016/11/07/los-deberes-pretexto-reinventar-la-escuela/

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Reconocimiento a Felipe (Quino)

Por: Rosa Maria Torres

Que a nadie le quepa duda. Ha sido enorme la contribución de Felipe a la lucha histórica contra los deberes escolares.

A ese Felipe atormentado, en lucha solitaria y permanente contra los mandatos de la escuela, le debemos una hazaña monumental: sacar a los deberes de su santuario y poner en duda su propia razón de ser, cuando nadie, o muy pocos, se atrevían a hablar mal de ellos. Millones de niños y niñas atormentados, como él, han padecido y siguen padeciendo el tormento de los deberes.

Ese Felipe incomprendido, sin amigos ni padres cómplices, quedó catalogado de vago, mal alumno, procrastinador, perezoso, flojo de espíritu, bueno para nada. Tendido en la silla o en el sofá, le vimos batallar con su falta de voluntad, con su resistencia a someterse a las rutinas escolares. ¿Quién se permitía, en los 1960s, dudar de las bondades de los deberes y de la inevitabilidad de niños esclavizados en su cumplimiento?

En las últimas décadas, muchas cosas cambiaron,algunas para bien. Entre ellas, la reputación de los deberes. Hoy están en la mira como enemigos de la infancia y de la buena pedagogía, y gozan de creciente antipatía entre niños, familias, educadores y especialistas en todo el mundo.

Felipe, el antihéroe, resultó un adelantado. Un tímido niñito argentino que, desde las tripas, se anticipó a investigaciones y análisis que hoy ponen en entredicho incluso la utilidad de los deberes y que están llevando en muchos lados, cuando menos, a reducir la carga.

Lastimosamente, Felipe ya no está para verlo. En 1973 Quino decidió dejar de dibujar a Mafalda y sus amigos. Felipe no pudo reivindicarse ni disfrutar los nuevos vientos escolares. Vaya nuestro reconocimiento a su intuitiva y sufrida resistencia a los deberes.

Fuente: http://otra-educacion.blogspot.com/

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Lo que no se cuenta de la huelga de deberes: «Se hace más caso a un niño que a un profe

Por: Hector G. Barnés

Este fin de semana, por segunda vez, muchos niños españoles no harán sus deberes, desobedeciendo las indicaciones de sus profesores. Es la segunda jornada de la “huelga” convocada por Ceapa (Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos), que instan a la insumisión en la realización de los trabajos escolares y para los cuales la primera jornada fue “un éxito rotundo”. El objetivo último es la regulación de las tareas escolares a través de una norma, así como la discusión sobre estas en un hipotético pacto educativo.

La convocatoria esgrime diversas razones para defender su postura. Principalmente, la manera en que los deberes condicionan el tiempo de descanso de niños y padres, que se ven obligados a adaptar sus horarios a los de sus hijos. Hace un par de años, un informe publicado por la OCDE desvelaba que los alumnos españoles son de los que más deberes hacen de todos los países occidentales, pero estos apenas sirven para nada. Además, los defensores de la huelga recuerdan que algunos de los mejores sistemas educativos del mundo no mandan trabajo para casa a sus alumnos.

Muchos profesores, no obstante, consideran que la convocatoria es desacertada, en cuanto que no soluciona los problemas de fondo ni de la educación ni de la sociedad, y que tan solo sirve para enfrentar a padres y profesores. Es la opinión de CCOO. Como explica a El Confidencial Isabel Galvín, portavoz de Educación en Madrid, “la Administración debe de estar contenta, porque se deja de hablar de los verdaderos problemas de la escuela”. Como recuerda, las huelgas deberían hacerse “contra los poderes públicos y la Administración pública”. De esta manera tan solo se convierte en un enfrentamiento entre los padres y los profesores.

“La confrontación dentro de la comunidad educativa no es el instrumento”, añade la sindicalista. “En la práctica, esto se está concretando en un debate público en el que las familias cuestionan el papel del profesor, y llegan a la conclusión de que lo están haciendo mal”. La organización ha pedido que el tema se debata en el Consejo Escolar, como va a ocurrir. Otro problema es que obvia el verdadero fondo de la cuestión, que es más social que educativo: “Se está atendiendo poco al modelo de crianza y a los horarios laborales. La pregunta que me hago es si esta pelea por los deberes se va a complementar con una reflexión colectiva sobre los hogares, los excesos de los niños ante la tele o la falta de horarios de muchas familias”. Esa es la queja de muchos docentes: quizá no se trate de los deberes, sino de los horarios laborales y la conciliación. Del mundo laboral, y no del educativo.

Mirar el dedo, y no la luna

Muchos profesores miran con recelo esta huelga, por diversas razones. Luis Alberto Fernández Gago es profesor de Historia en la educación pública madrileña, y mantiene que “solo es otra manera de socavar la figura del maestro y el profesor diciéndole a sus hijos e hijas que ellos mandan por encima del docente incluso dentro de la institución educativa”. El docente ha publicado en ‘La Réplica’ un artículo en el que detalla su perspectiva sobre el asunto, y ha contestado ampliamente a El Confidencial. Entre otras cosas, se pregunta por qué se hace huelga contra los deberes y no contra otros frentes abiertos: “Ratios, inversión en Educación, educación pública y concertada, gestión de centros, recursos, modelo educativo, etc.”, añade. “Pero nos centramos en los deberes porque, como todo el mundo sabe, lo que más necesitan los alumnos hoy día es menos responsabilidades”, ironiza.

Uno de los puntos más controvertidos es, en opinión de CCOO, que la huelga tenga lugar en la pública y no en la privada, “porque añade aún más desequilibrio entre redes”. El origen de esta se encuentra en una petición de Change.org encabezada por Eva Bailén, autora de ‘Cómo sobrevivir a los deberes de tu hijo’ (Temas de Hoy), a la que pronto se sumaron muchos padres y madres. Gago reconoce que él no manda deberes los fines de semana, porque “están para descansar y reposar”, pero en su opinión, la Ceapa ha atacado al “rival más débil”: “Estamos cada vez más vilipendiados por los políticos, la Administración y la falta de recursos”.

En un tuit, este ironizaba con la alternativa propuesta por la Ceapa, que animaba a los estudiantes a acudir a un museo. “Y ya vemos dónde han ido”, añade. “A mí me parece estupendo que los padres busquen pasar tiempo con sus hijos donde quieran, pero que no intenten desprestigiarnos a los docentes diciendo que si no logran pasar más tiempo con sus hijos es por culpa de los deberes”. En su opinión, la huelga de deberes es “un eufemismo para decir ‘mira, hijo, no hagas caso al profesor, que aquí mando yo y como vaya a hablar con ese se va a enterar’”. Como explica, “la figura del docente es papel mojado, se hace caso antes a un niño de 14 años que a un profesor, da igual que mienta, no valemos para nada”.

Entre otras razones porque, como señala Galvín, no todos los deberes son iguales. Algunos de ellos se derivan del currículo, pero otros tienen que ver con las pruebas externas, es decir, con la polémicas reválidas “que meten a los centros una gran presión porque tienen que rendir cuentas a final de curso, lo que impacta en la organización y los tiempos de trabajo”. Los ‘rankings’ o el aumento de colegios bilingües son dos factores que también han cambiado el terreno de batalla: en unos casos, por añadir presión a la consecución de objetivos. En el otro, porque muchos padres no pueden ayudar a sus hijos con el inglés, puesto que lo desconocen.

Elías Gomez, profesor en la educación pública de Melilla, añade por su parte que «desafiar el criterio y las actuaciones de los que nos hemos preparado para la docencia y nos dedicamos a ella es un error«. Es una queja habitual: los profesores, como él, recuerdan la importancia de que los padres se impliquen en la educación de los niños, ya que «son un pilar importantísimo en la educación de nuestros jóvenes», pero al mismo tiempo, «deben recordar que los profesionales somos nosotros».

Deberes, ¿qué deberes?

Otro aspecto polémico de la huelga es hablar de los deberes en general, y no en particular. Como recuerda Ángel Hernández, profesor en la región de Murcia, «no es lo mismo los deberes que se ponen a un niño de cuatro años que los que debe hacer un estudiante de segundo de bachillerato con 17». A medida que la edad del alumno aumenta, más obligaciones tienen, con el objetivo de desarrollar «conocimientos, destrezas y estrategias». El profesor murciano señala, otra vez, a un problema de fondo en forma de altas altas en las aulas y desigualdad social, al igual que un currículo rígido y sobredimensionado: «La saturación de las aulas y el exceso de carga horaria hace que los maestros en estas edades no puedan realizar la atención individualizada que estos niños requieren, ya que los ‘deberes’ en estas edades no deberían tener otro objetivo que fomentar la inquietud, la creatividad y las actitudes de los niños, algo prácticamente imposible bajo el paraguas de la Lomce».

¿Hablamos de primaria, de secundaria obligatoria o de bachillerato? ¿En qué niveles es suficiente la actuación directa en la escuela si realmente queremos conseguir los exigentes objetivos de las leyes educativas?», se pregunta Elías Gómez, que propone entre las posibles herramientas de alivio de la carga de deberes se encuentre la coordinación de los profesores para que que la cantidad sea «asumible y razonable». «Los datos objetivos dicen claramente que la escuela está fallando en su función de motor de la promoción social, pero ¿esto se arregla únicamente eliminando los deberes? En cualquier caso, creo que sí hay algo que por sí solo podría mejorar la calidad de nuestro sistema educativo, y es una mayor dotación económica«, añade.

Frente a aquellos que recuerdan que en algunos de los países con mejores resultados en PISA apenas se hacen deberes, Galvín advierte ante la tentación de intentar extrapolar realidades educativas de manera literal de una sociedad a otra, ya que en países como Finlandia o Noruega hay protocolos sobre los deberes y una mayor facilidad para las familias a la hora de conciliar. «Quizás deberíamos preguntarnos si la falta de tiempo para pasar en familia es culpa de nuestro sistema laboral, lleno de horas extras impagadas y horarios draconianos.», concluye Gómez. «Tengo la desagradable sensación de que algunos padres y madres están haciendo que sus hijos e hijas libren una batalla que en realidad les corresponde a ellos. Y esta batalla por unos horarios laborales más racionales y humanos no solamente tiene como objetivo su propio bienestar, sino el de sus propios hijos cuando se incorporen al mundo laboral».

Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-11-13/huelga-deberes-profesores-padres_1288491/

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España: Las dos caras de la huelga de deberes escolares

Europa/España/17 de noviembre de 2016/Fuente: la razon

Mientras que los padres de la escuela pública defienden el “no” a los deberes, los de la católica todavía los consideran necesarios

Los porqués del «no» de los padres de la pública a los deberes

El papel pedagógico del docente o el tiempo libre del niño son algunas de las razones

El pasado fue el segundo fin de semana de la huelga nacional contra las tareas escolares, la cual ha sido iniciada y promovida por la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (Ceapa). Esta reforzó el llamamiento a la negativa a hacer los deberes con un documento en el que explican los nueve porqués o razones que «demuestran que hablar de deberes escolares es hablar del modelo educativo» que hay que revisar.

Una educación integral Los deberes escolares vulneran el derecho «al esparcimiento, al juego y a participar en las actividades artísticas y culturales» -recogido en el artículo 31 de la Convención de los Derechos del Niño-. Un buen modelo educativo, afirman desde Ceapa, no puede poner en peligro los derechos del alumnado, vitales para su educación integral.

Derecho a la salud

Según la Organización Mundial de la Salud, las tareas escolares provocan los niveles de estrés más altos de Europa al alumnado español, así como un auge en patologías como dolores de cabeza o de espalda o alteraciones en los estados de ánimo.

Equidad

Suponen la renuncia a la atención individualizada, desatendiendo las necesidades personales de cada alumno y delegan parte importante del trabajo curricular en las familias, lo que se traduce en que se supedite la buena marcha del trabajo a que estas puedan, sepan y quieran atender a sus hijos con estas tareas.

Abandono escolar

Los deberes provocan que el alumnado llegue a aborrecer su proceso de aprendizaje y desconecte del mismo, lo que lleva muchas veces a querer abandonar los estudios antes de tiempo.

Autonomía pedagógica

Las tareas para casa solo tienen cabida en un modelo educativo que obliga a instruir en lugar de educar, lo que mantiene la apuesta en la memorización y no en el aprendizaje crítico y la aplicación de los conocimientos al mundo en el que se desarrollan. Para Ceapa, un buen modelo educativo debe potenciar la autonomía pedagógica del docente para que lo haga posible.

Imposible de abarcar

El trabajo para casa es consecuencia de un currículo sobrecargado que obliga al docente a trabajar contrarreloj desde el inicio del curso escolar. Este se justifica en la imposibilidad de abarcar todo temario en el horario lectivo que marca la legislación educativa.

Pobre función docente

Los deberes convierten a los docentes en meros preparadores para superar exámenes, empobreciendo su papel.

Demasiados alumnos

Otra de las justificaciones para los deberes es la imposibilidad material de atender personalmente a todo el alumnado, debido al excesivo número de estudiantes en cada aula, así como por la escasez de recursos humanos para atenderlos de forma adecuada.

Educación en valores

Las tareas escolares invaden el tiempo de las familias y obliga a estas a renunciar a su papel educador al reducirse sus posibilidades de planificar actividades familiares con las que educar en valores de forma adecuada y un buen modelo educativo no puede trabajar contra la familia.

Defensa de las tareas de los que estudian en colegios católicos

Consolidar lo aprendido, trabajar la autonomía o ayudar al docente son algunas ventajas

A diferencia de los padres de la mayoría de los centros públicos, los de las escuelas católicas no secundan la huelga iniciada por estos y defienden el papel, la necesidad y la importancia de los deberes escolares. La Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos (Concapa) actúa actualmente como oposición a las reivindicaciones contra las tareas escolares y lo ha hace con un documento en la mano: «Oportunidades de los deberes escolares. Sugerencias y orientaciones».

Este, realizado por el Consejo Escolar de Castilla y León y emitido por la Consejería de Educación de la misma comunidad, busca los puntos de encuentros entre los actores principales de este tema -familias, profesorado y alumnado- y recoge en algunos de sus puntos las ventajas de realizar deberes en casa.

Refuerzo del vínculo entre hogar y escuela

Las tareas escolares también constituyen un vínculo entre el hogar y la escuela. Si se informa correctamente desde la escuela a las familias sobre la terminología correcta y la metodología empleada por los escolares, se anima al profesorado a crear tareas para casa que sean realistas, prácticas y relevantes, a poner otro tipo de actividades como deberes, por ejemplo, realizar investigaciones en las bibliotecas o practicar las mediciones en el desarrollo de tareas domésticas.

Baremo para el docente

Los deberes escolares proporcionan al profesorado una visión cercana a la comprensión y al trabajo desarrollado por el alumnado en el aula, así como para poder detectar los errores que en esta se cometan y enmendarlos. Asimismo, el estudio puntualiza que es preciso tener en cuenta que la eficacia de los mismos no aumenta proporcionalmente a la cantidad de deberes escolares que se asignan.

Influencia sobre el alumno

Los ejercicios para hacer en casa son una forma de mostrar al alumnado el camino para que aprenda a hacerse preguntas, a investigar e indagar, a ponerse retos y a buscar alternativas a las rutinas de ejercicios, sobre todo con la incorporación de las nuevas tecnologías.

Consolidación de lo aprendido en clase

La finalidad de los deberes no es otra que la consolidación del aprendizaje que los alumnos adquieren durante las clases de la mañana, siempre que estos estén adecuados al nivel educativo y al ritmo de aprendizaje por edad y habilidad del alumno.

Aprendizaje del trabajo autónomo

Se considera que los deberes ayudan al alumnado a desarrollar sus destrezas organizativas y la habilidad para trabajar de manera autónoma.

Memorizar no es malo

La memorización y la repetición de determinados procedimientos pueden resultar adecuados, ya que, aplicados a la realización de deberes escolares en casa, están encaminados a facilitar la comprensión de la materia que se imparte en clase y a sustentar el estudio autónomo del alumno.

Leer más:  Las dos caras de la huelga de deberes escolares  http://www.larazon.es/local/comunidad-valenciana/las-dos-caras-de-la-huelga-de-deberes-escolares-BP13943398?sky=Sky-Noviembre-2016#Ttt15JoFabSCd45i
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Lápices en pie de guerra.

El boicot de una asociación de padres a los deberes de sus hijos en casa abre la polémica sobre estos trabajos: ¿Son abusivos o necesarios?

Por: Pascual Perea.

Ramiro Peláez se levanta cada día a las siete de la mañana, se asea, se ajusta la corbata ante el espejo, desayuna apresuradamente y parte hacia el trabajo como otros miles de vecinos de su ciudad. En el autobús consulta la agenda y recuerda que tiene que exponer ante sus superiores y compañeros el informe que le ha traído de cabeza los últimos días, así que repasa los datos una vez más; se juega mucho, no puede fallar. Afortunadamente, la evaluación transcurre sin problemas. Trabaja intensamente mañana y tarde -tiene la costumbre de comer en el tajo-, y a las cinco aprovecha el trayecto de regreso para echar una cabezadita en el autobús. Al llegar a casa se desanuda la corbata, cuelga la chaqueta y se asoma a la nevera. Luego suspira: como siempre, se ha traído un montón de trabajo a casa y no terminará hasta la hora de la cena.

Ramiro no es un ‘yuppie’ estresado, sino un niño de doce años. Por término medio, y según datos oficiales, cada escolar español carga semanalmente con seis horas y media de deberes para hacer en casa después de largas jornadas en el colegio. Que se multiplicarán por dos o por tres cuando comience el Bachillerato. Para muchos padres, estas tareas son el único medio de que los niños no den guerra al llegar a casa; para otros, una sobrecarga que agobia a los menores y a ellos les obliga a convertirse en maestros auxiliares. Harta de clamar en el desierto contra esta ‘explotación infantil’, la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado, Ceapa, ha anunciado una huelga de ‘lápices caídos’: durante todo el mes de noviembre, los alumnos no harán ni un solo trabajo en casa.

«Exigimos que desaparezcan los deberes porque pertenecen a un modelo educativo que ya no funciona para educar integralmente a los alumnos del siglo XXI», expone José Luis Pazos, presidente de Ceapa. «Afirmamos que son excesivos y negativos para la educación porque son fuente de desigualdad, de fracaso y abandono escolar temprano. En el momento en que la escuela delega parte de la enseñanza del currículo formal en los hogares y obliga a que las familias quieran, sepan y puedan acometer esa labor están dejando a muchos niños en desventaja respecto a aquellos cuyas familias pueden hacerlo. Porque no todas pueden hacerlo, ni todas saben ni todas quieren».

En absoluto. Cuando nosotros planteamos que sea la escuela la que consiga el éxito escolar del cien por cien del alumnado, lo que queremos es igualar por arriba. Igualar por abajo, simplemente, sería decir: rebajemos los estándares y dejemos que cada cual haga lo que quiera. Nosotros no planteamos eso, lo que decimos es que esa función educadora del currículum formal, el que conduce a un título, corresponde a la escuela y a nosotros, los padres, se nos tiene que dejar tiempo para desarrollar otro currículum tan importante como aquél: el compañerismo, la solidaridad, la empatía, todo ese tipo de valores y formas de actuar que son imprescindibles en la educación integral. La sociedad nos reclama que las familias asumamos ese papel, que eduquemos a nuestros hijos y que lo hagamos bien. Nosotros queremos dedicar más tiempo a eso.

Los niños, entretenidos

¿Por qué en España se ponen tantos deberes?

Porque mantenemos un modelo que supone la preeminencia de la instrucción sobre la educación. Volcamos contenidos aislados, fragmentados, que se supone que tienen que memorizar para volcarlos en un examen, y para ello entendemos que les tenemos que hacer repetir hasta la saciedad tareas rutinarias. Para muchas personas es mucho más importante conocer la fecha en que se produjo la Revolución Francesa que comprender sus orígenes, motivos y consecuencias. Y tengo que decir que son muchos los docentes que quieren trabajar en esta óptica que Ceapa plantea, y son los padres y madres los que les dicen: ‘No, no, usted mándeles deberes porque si no ¿qué hago yo con el niño tantas horas?’. Hay padres y madres que entienden que si los críos están en su cuarto pegados a una mesa dan menos guerra y menos problemas que si hacemos actividades con ellos. Nosotros no participamos de esa premisa.

Si en vez de a hacer deberes este tiempo lo dedican a ver la tele, saldrán perdiendo.

Ese es un argumento falso por parte de quienes defienden los deberes. El hecho de que un niño no esté haciendo los deberes no significa que esté de brazos cruzados el resto del día. Incluso en el caso de que pueda estar en un momento determinado aburriéndose, tiene derecho al aburrimiento, que es necesario para la creatividad. Enfrentarse a la pregunta ‘¿qué hago ahora?’ es vital para ellos.

¿Cuántas horas dedican los colegiales a hacer deberes?

El informe que España manda a Europa registra seis horas y media a la semana, pero nosotros sabemos que es muy superior en las etapas de secundaria porque los chicos de nuestro país están llegando a dedicar a los estudios medias de sesenta horas a la semana. Eso ningún adulto lo aceptaría para él, entre otras cosas, porque la ley lo prohíbe. Y, sin embargo, que los menores pasen tres o cuatro horas cada día después de clase trabajando en casa es algo muy habitual. No solo eso, sino que es lo que se recomienda en las tutorías de principio de curso a los padres. Se nos dice que además de la jornada en el instituto necesitan por lo menos dos o tres horas de deberes en casa, porque si no el curso no se aprueba. Ahora sume: siete horas de clase y tres de deberes cinco días a la semana, más las que meten el fin de semana, salen sesenta.

Dice que los deberes son fuente de desigualdad, pero si no se los mandan es probable que aquellos padres con mayor poder adquisitivo manden a sus hijos a hacer extraescolares, clases de inglés o de refuerzo…

La vida no es perfecta, nosotros defendemos que el centro público tiene que proveer de estas actividades. Faltan políticas y ayudas a la familia para acometer esa educación integral, pero en cualquier caso siempre va a haber desigualdades. Lo que tenemos que procurar es que la escuela garantice que lo básico, lo elemental, está resuelto. Si alguno quiere llegar más lejos, qué le vamos a hacer. Nadie va a hacer desaparecer de la noche a la mañana las diferencias entre ricos y pobres.

¿Realmente hay algún país que no mande deberes en casa?

Bueno, Francia los tiene prohibidos por ley. China ha vetado los deberes a todos los niños de once años para abajo. No creo yo que todos los chinos estén equivocados.

«Quitarse el marrón»

Resulta llamativo que, en un asunto tan importante para los alumnos, las dos asociaciones de padres más importantes del país discrepen radicalmente. «Nosotros somos partidarios de unos deberes proporcionados, lógicos y acordes al nivel educativo, que lo único que pretenden es afianzar lo que se ha estudiado por la mañana», expone Pedro José Caballero, presidente de la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos, Concapa. «Lo que no podemos contemplar y nadie quiere es unos deberes que nos obliguen a estar hasta las nueve o las diez de la noche trabajando con los niños y que al final lleguemos a la triste situación de que los padres los terminen para quitarse el marrón de encima, porque no hay otra forma. Eso lo hemos vivido todos, te puede pasar una vez, pero no constantemente».

En su opinión, la culpa de que en España se impongan demasiados deberes es de la mala conciliación laboral y familiar. «¿De qué me sirve -se pregunta- que un niño no lleve tareas a casa si está solo hasta las ocho, cuando llegan sus padres de trabajar?». Caballero critica que la Ceapa «utilice a los menores como moneda de cambio en una situación que nos parece muy partidista y que no es nada pedagógica. Si buscamos la calidad educativa debemos enseñar a los alumnos que las cosas se consiguen con esfuerzo y con trabajo, no quitando autoridad al profesor y no haciendo nada. Tenemos que sentarnos todos a una mesa a hablar hasta llegar a un consenso en temas tan sensibles como éste, y nunca usar un boicot, una insumisión».

La convocatoria de huelga de deberes tampoco ha gustado nada en el sindicato de la enseñanza ANPE. «Este boicot cuestiona la labor del profesorado y atenta contra la libertad de cátedra y el principio de autonomía pedagógica y organizativa de los centros educativos», clama Sonia García Gómez, secretaria de comunicación de la central.

Este sindicato se posiciona a favor de los deberes escolares, por varias razones. «Porque van a afianzar lo aprendido en el aula, inculcan una serie de hábitos de estudio, fomentan el esfuerzo personal, incluso la planificación y organización del trabajo diario del alumno. Si un estudiante no ha desarrollado el hábito de hacer deberes en el bachillerato, cuando llegue a la universidad difícilmente lo conseguirá, eso no se coge de un día para otro. Eso sí, esos deberes deben ser adecuados, moderados y proporcionados a la edad y el nivel educativo del alumno. Lo que nunca pueden ser es algo nuevo que le sobrepase y le obligue a pedir ayuda externa. En la etapa infantil no los necesitan, en primaria se pueden prolongar unos veinte minutos, cuando pasan a secundaria en torno a una hora, y en bachillerato tendrán que dedicar a lo mejor dos horas diarias».

La posibilidad de aprender

«En este conflicto hay distintos intereses, y no todos miran por el desarrollo educativo de los niños», advierte el profesor de la Facultad de Psicología y Educación de la Universidad de Deusto Jesús Marauri. Si se consideran deberes aquellos trabajos mandados por el centro educativo y que el niño tiene que hacer en casa, Marauri sentencia: «Sí a los deberes, porque creo que no podemos quitar a los niños la posibilidad de aprender». Respecto a los contenidos, añade, «no tiene sentido que haga lo mismo que hace en el colegio. Este tipo de deberes repetitivos, memorísticos, son poco atractivos. En cambio, resulta muy valioso fomentar actividades como la lectura. Los deberes deben ser estimulantes y sugerentes: la búsqueda de información en internet, la elaboración de algún tipo de escrito… Y, por último, deben aprovechar las tecnologías del siglo XXI para aprender interactuando con personas de su entorno o con otros alumnos de su clase».

horas y media dedican a los deberes de media semanal los niños españoles, cifra que se triplica en el Bachillerato. España se sitúa entre los países que más trabajo casero mandan a los escolares, por detrás de Rusia, Italia, Irlanda y Polonia. En el otro extremo, con menos de la mitad de tiempo, Corea del Sur y Finlandia.

Fuente: http://www.laverdad.es/murcia/sociedad/201611/03/lapices-guerra-20161103013834-v.html

Imagen: http://www.laverdad.es/noticias/201611/03/media/104905960.jpg

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