Fuente: desinformemonos /Autora:Claudia Korol
Vandana Shiva, física, filósofa, activista ecofeminista, nació en el valle de Doon, en el Himalaya. Sus padres eran parte del movimiento independentista de la India. A pesar de las dificultades por el hecho de ser mujer, estudió Física y luego Filosofía. En los años 70 se sumó al movimiento Chipko, constituido por mujeres que se abrazaron a los árboles del bosque para evitar que fueran talados. A fines de los 80 creó el movimiento Navdanya, para defender las semillas nativas frente a los transgénicos. Desde ahí creó comunidades de semillas para cuidar la vida y evitar su depredación. Formó la Universidad de la Tierra, que promueve la ciencia digna, la soberanía alimentaria, y alerta contra el impacto de las políticas de las corporaciones en el cambio climático.
Tuve la oportunidad de entrevistarla, cuando vino a la Argentina invitada a participar del Festival Internacional de Cine Ambiental (FINCA). El diálogo comenzó a circular a partir del recuerdo de nuestra hermana Bertha Cáceres, líder del COPINH asesinada por cuidar del Río Gualcarque, junto a la comunidad lenca de Río Blanco.
Quiero rendir un homenaje a mi hermana Bertha, una luchadora por la tierra, quien hizo un sacrificio dando su vida. Pero su vida no fue dada voluntariamente, fue arrancada mediante la violencia. La tierra, toda la comunidad ecológica, y Bertha, se merecen justicia. Debe haber una Comisión Investigadora que sea independiente, no sólo limitada a los crímenes cometidos contra los activistas ambientalistas en Honduras, sino por toda la violencia perpetrada por las corporaciones, tomando a los gobiernos y convirtiéndolos en maquinarias de guerra contra sus propios ciudadanos. La vida de Bertha es un llamado a despertarnos. Debemos despertarnos, y exigir justica para el planeta, y justicia para Bertha.
El asesinato de Bertha ha sido un crimen contra una guardiana de la vida, y es parte de la criminalización de las mujeres defensoras de la vida. ¿Cómo analiza esta política?
El sistema político y económico, que tiene más de doscientos años de historia, el capitalismo patriarcal, se basa en la guerra contra la tierra, guerra contra las mujeres, guerra contra la vida. Por eso cuando mujeres como Bertha se levantan en defensa de la vida, en defensa de la tierra, en defensa de los derechos de la gente, el sistema las criminaliza, porque es un sistema criminal. Criminaliza a quienes luchan en defensa de la vida. Vemos cómo se incrementa la violencia hacia las mujeres, porque el capitalismo patriarcal es la convergencia de codicia, de acumulación y de extractivismo, pero también es el miedo a todo lo que está vivo y libre. Y Bertha estaba de pie, por la libertad y la vida. Por eso generó miedo en aquellos que destruyen la tierra y destruyen a nuestras sociedades, a cualquier costo.
En estos años ha crecido la conciencia mundial sobre el cuidado de las semillas, de la tierra, de la vida, y por eso crece la lucha de los pueblos, de las mujeres, de las comunidades, pero también crece la militarización como respuesta a esas luchas. ¿Cómo piensa que debe ser la respuesta desde las comunidades, desde las mujeres, a la estrategia de militarización?
Creo que la primera respuesta frente a la militarización, debe ser entender sus raíces. El sistema se basa en la mentalidad de guerra patriarcal capitalista. Es un orden de guerra contra la tierra, contra el cuerpo de las mujeres, contra las economías locales y contra la democracia. Tenemos que entender las conexiones de estas formas de violencia. Tuvimos estados nacionales, que algunos se convirtieron en dictaduras, otros en democracias, pero que no eran extensiones del mundo global de las corporaciones. La globalización convirtió a los gobiernos en extensiones de su actividad corporativa, y por eso se volvieron estados corporativos. Es bastante evidente que cuando esos estados corporativos toman la vida de las personas, produciendo cáncer y malformaciones congénitas a los niños y niñas, minando nuestras tierras ancestrales, destruyendo nuestros territorios, convirtiendo a las personas en refugiados, la gente se va a levantar, la gente va a protestar, la gente va a hacer bloqueos.
Hoy estamos mirando como testigos el último paso de las corporaciones, convirtiendo a los estados nacionales primero en estados corporativos, y ahora en estados militarizados corporativos, cuando la violencia militarizada es el único camino que les queda para hacer frente a las personas que están tratando de defender la tierra y sus vidas, de una manera no violenta. Primero tenemos que exponer esta continuidad de poder y violencia.
¿Cómo respondemos a eso? Respondemos a través de la paz y de la no violencia, del modo más profundo. La primera parte es, realmente, en nuestras mentes y en nuestras conciencias, y en nuestras vidas, vivir en paz con la tierra. Ésa es nuestra mayor fuerza. La segunda es resistir la regla del miedo. El modo más efectivo de resistir el miedo es no tener miedo. Y continuar teniendo coraje, como tuvo Bertha. En este cultivo del no miedo, cultivar nuestra fuerza común, nuestras solidaridades, para estar juntos. Y finalmente reconocer que el sistema económico se ha convertido en un sistema de guerra. En lugar de cuidar y promover la vida, está eliminando la vida, y entonces está extinguiendo la vida de aquellos que están de pie por la vida. Tenemos que construir el más impresionante movimiento por la paz de nuestros tiempos, planetario, por la tierra, donde converjan el movimiento ecologista, el movimiento contra la militarización, el movimiento feminista, el movimiento por la justicia. Todos tienen que convertirse en uno.
Además del sistema de muerte que significa el capitalismo patriarcal, la mercantilización está generando vida sintética. ¿Qué piensa de estas formas de manipulación de la vida, aplicando conocimientos científicos?
La llamada manipulación de la vida por medio de la genética, yo la llamaría manipulación de la vida por medio de la guerra. Cualquiera que haga una biología realmente independiente, te dirá que tomar un gen de un organismo e implantarlo dentro de otro, tiene serias consecuencias. Conocer esas consecuencias es parte de hacer ciencia. Estas empresas, que no son científicas, tienen tres niveles. El primero, es que no entienden la vida. Porque la vida es una complejidad autoorganizada, y lo están tratando como un juego de ladrillitos. El segundo, es que están tramando supuestos que no reflejan cómo funciona realmente la vida. Está basado en un reduccionismo genético que funciona como un determinismo genético, que asume como si hubiera una molécula maestra, que da órdenes a todas las demás, y que todo lo que tenés que hacer es cambiar esa molécula de lugar. Pero no hay una molécula maestra en un sistema vivo. El tercer tema, es que no asumen la responsabilidad de las consecuencias. Los primeros científicos que crearon las técnicas de recombinación de ADN, pusieron fin a esto en 1972, asumiendo en una declaración que no podían saber las consecuencias, y que los científicos tienen la responsabilidad de entender las consecuencias antes de realizar acciones. Cualquier entidad individual o corporativa que cambie la fabricación de la vida, sin entender las consecuencias y sin tomar las responsabilidades de eso, está actuando de manera no científica. Lo que llamamos ciencia, es un proyecto patriarcal, para un momento corto de la historia. Es una ciencia reduccionista, basada en la dominación de la naturaleza. Es el conocimiento generado para la explotación.
Las feministas comunitarias, indígenas, campesinas, populares, en este continente, pensamos que la defensa de los territorios, es parte de nuestro proyecto de vida, y que el cuerpo es nuestro primer territorio a cuidar. En esta perspectiva, propuestas como la soberanía alimentaria, se integran en la lógica de lucha contra el capitalismo patriarcal.
Estoy de acuerdo. Todas las estructuras artificiales de conocimiento, se han basado en lo que he llamado el “apartheid ecológico,” separándonos de la tierra en nuestras mentes, ya que no podemos separarnos realmente de la tierra en nuestras vidas, porque estaríamos muertos. De esta idea de separación, viene la idea de que se puede sustituir los procesos de vida con materiales químicos y tóxicos. Entonces nuestro cuerpo no está vivo, no es de la tierra, es sólo una máquina, de la cual podés remover las partes y agregar moléculas sin que eso haga nada a nuestra salud. Puedes producir soja transgénica e imaginar que no hace nada a la vida, aunque mate a todas las bacterias en nuestro interior. Podés pretender que sustituís el azúcar natural por jarabe de alta fructosa, pero tu hígado se va a rebelar.
La soberanía alimentaria se basa en superar el apartheid ecológico, sabiendo que somos parte de la tierra. Somos el suelo, somos el aire, somos la semilla, somos el agua. Y la comida que cultivamos en la tierra, se convierte en nuestro cuerpo, nuestra sangre, nuestras células. La comida es la fuerza de la vida, es la red de la vida, y es la continuidad de la vida, de la tierra y de nosotros mismos. Es por eso que el territorio y el cuerpo se hacen cargo cuando producimos comida de la manera correcta y comemos la comida adecuada. Pero cuando no lo hacemos y dejamos de pensar concientemente en la comida, nos volvemos parte de este sistema de guerra. Aunque seamos un pequeño eslabón de la cadena, estamos ayudando a que permanezca. Es necesario ser conciente de esto. Si controlás el mercado de armas, controlás las guerras. Si controlás la comida, controlás la sociedad. Y si controlás las semillas, controlas la vida en la tierra.
La mayoría de las mujeres fuimos separadas de la tierra. Éste es un obstáculo para realizar esta cadena de vida.
Las mujeres y las comunidades indígenas fueron separadas de la tierra violentamente. Es la crisis más grande que estamos enfrentando. Porque estar en la tierra quiere decir ser guardianes y guardianas de la tierra. Nuestro desafío es, paso a paso, campo por campo, granja por granja, semilla por semilla, volver a la tierra. Eso está sucediendo en todas las partes del mundo donde la gente produce su propia comida. Es lo que yo estoy haciendo en la India con el Movimiento Navdany, porque aunque la tendencia sea remover a los campesinos y a las campesinas de su tierra, nosotras trabajamos para mantenerlas en su tierra, creando economías a través de las cuales puedan quedarse en la tierra.
Esas economías proponen estimular la biodiversidad
Claro. Esto es muy necesario, y en espacial en Argentina que vive en una esclavitud de la soja, donde los ciudadanos se encierran en sí mismos igual que los campesinos. El monocultivo daña la mente. Parte del problema que tenemos, es que hay demasiadas “soluciones individuales y globalizadas”. Tenemos que permitir que crezcan múltiples soluciones. Para poder salir de la esclavitud y producir la biodiversidad que necesita la tierra y necesitan las personas, es necesario crear asociaciones entre habitantes del campo y de las ciudades. ¿Por qué los productores se relacionan con Monsanto, y no con los habitantes de las ciudades? Porque el sistema está trabajando para aquellos que han creado este sistema totalitario, pero no está trabajando para las personas que trabajan la tierra. Este sistema ha roto los procesos ecológicos de la tierra, pero también las relaciones entre los pueblos. Tenemos que reparar este sistema roto. Cada persona creativa, puede trabajar por respetar los derechos de la Madre Tierra, y los derechos de la humanidad.
Fuente de la entrevista: https://desinformemonos.org/tenemos-que-reparar-este-sistema-roto-vandana-shiva/
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