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Necesitamos un sindicato que luche por los derechos de las mujeres

Por: Sulem Estrada

En un gremio altamente femenino, las maestras tenemos mucho que decir frente a la renovación de direcciones seccionales que se está llevando a cabo en distintos estados.

No es un secreto para nadie que el sindicato más grande de América Latina, que agrupa a 1.3 millones de trabajadoras y trabajadores de la educación ‒de los cuales el 70 % somos mujeres‒ hoy se encuentra en manos del charrismo sindical y no defiende los intereses de sus agremiados. Sus dirigentes han estado siempre al servicio de los gobiernos en turno y el gobierno de la 4T no es la excepción.

Desde el inicio del sexenio los dirigentes del SNTE se declararon el ejército ideológico de la 4T en el magisterio y han dejado pasar todos los planes de gobierno, desde la reforma educativa de AMLO ‒que conserva el espíritu neoliberal de la reforma peñista‒ hasta el regreso inseguro a clases presenciales.

Sin embargo, las maestras no solamente enfrentamos la subordinación de los dirigentes sindicales al gobierno ‒que en nuestro caso es también nuestro patrón‒ y que dejan pasar los planes sin ninguna resistencia ‒como en el caso del regreso a clases presenciales‒, sino que, además, en el gremio magisterial, como sucede en la mayoría de los gremios, las mujeres somos excluidas tanto numérica como ideológicamente.

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Aunque es un gremio altamente femenino, prácticamente no tenemos delegadas en las escuelas ni dirigentes femeninas en las secciones sindicales. Según datos de 2016, sólo el 30 % de las secretarías delegacionales eran ocupadas por mujeres, esta cifra disminuye a un 24 % en las dirigencias seccionales y a los 15 % en el Comité Ejecutivo Nacional. Incluso en la CNTE, que se reivindica democrática, la mayoría de quienes ostentan las representaciones sindicales son varones.

Asimismo, las demandas específicas de las mujeres en el gremio magisterial están prácticamente invisibilizadas por lo que dentro de las demandas sindicales no se encuentra prácticamente ninguna de las que tienen que ver con nuestras necesidades como mujeres, como podrían ser guarderías, comedores, jornadas laborales reducidas, licencias de maternidad extendidas, acceso a servicios de salud derivados de nuestros derechos sexuales y reproductivos, educación sexual integral, refugios contra la violencia, etcétera.

Esto genera que no solo padezcamos la misma precariedad laboral que nuestros compañeros varones ‒con el agravante de padecer dobles o triples jornadas de trabajo no remunerado‒, sino que nuestras demandas como mujeres ni siquiera son mencionadas ni peleadas por nadie.

Al ser un sector con una gran mayoría de trabajadoras mujeres, tanto las representaciones sindicales, como los puestos jerárquicos, si éstos fuesen equitativos, 7 de cada 10 tendrían que ser ocupados por mujeres.

Sin embargo, no pensamos que éste sea solo un problema de “paridad de género” o que pueda resolverse con cuotas de participación femeninas, pero es un hecho que requerimos una mayor participación de las mujeres en la vida sindical y gremial, que además se apuesten a defender no solo sus derechos como trabajadoras sino a pelear por sus reivindicaciones como mujeres.

Para ello necesitamos en primer lugar arrancar de manos de los charros nuestro sindicato, pues sin ello, a lo más que podemos aspirar es a ocupar algún cargo ‒es decir, a que se rompa el llamado techo de cristal‒ pero sin que nada cambie para el conjunto de las trabajadoras.

Esto lo hemos visto ya, pues durante 24 años una mujer, Elba Esther Gordillo, ocupó la presidencia del SNTE. No solo estuvo alineada a los partidos del régimen ‒incluso perteneció a ellos‒ sino que dejó pasar todos los planes de los gobiernos neoliberales en detrimento de la educación y de los derechos laborales del magisterio. Fue quien firmó la Alianza por la Calidad de la Educación, antesala de la reforma educativa peñista.

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Lo vemos también con Delfina Gómez a la cabeza del magisterio, quien, a pesar de ser mujer, les impuso a miles de maestras y alumnas un regreso inseguro a clases presenciales y desde el primer día de su mandato planteó que habría recortes y despidos de conformidad con la “austeridad republicana”.

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Un sindicato al servicio de las maestras

Es un hecho que las maestras tenemos mucho que decir y mucho por lo cual luchar. Es por ello que buscan invisibilizar el enorme potencial que tenemos como mujeres trabajadoras.

Imagínense la fuerza del sindicato más grande de América Latina en manos de sus trabajadoras y trabajadores, puesta al servicio de la lucha contra el feminicidio y la violencia contra las mujeres, a favor de garantizar nuestro derecho a decidir para que ninguna mujer ni ninguna de nuestras alumnas vuelva a morir nunca más por abortos clandestinos, por plenos derechos laborales para todas las trabajadoras y un alto a la precarización laboral que también es violencia. ¡Seríamos imparables!

Es por ello que necesitamos organizarnos escuela por escuela, zona por zona. Generar comisiones de mujeres que se apuesten a poner en el centro nuestras demandas. Luchar por recuperar nuestro sindicato de manos de los charros y ponerlo al servicio de la lucha por nuestros derechos. Si coincides con estas ideas. Contáctanos y organízate con nosotras.

Tendremos un conversatorio para charlar entre maestras como organizarnos en las escuelas rumbo al #25N. ¡Inscríbete aquí!

Fuente de la información e imagen: https://www.laizquierdadiario.mx

 

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Con pañal, papel, tela y hasta migas de pan: la realidad de la pobreza menstrual en Brasil

«A veces tenemos un solo paquete, otras no tenemos. Cuando no lo tenemos, ni salgo de casa. Ya falté a la escuela por eso», confiesa una de las jóvenes entrevistadas.

«Cuando se rompe un pañal de mi hijo, pienso: Se convertirá en toalla higiénica«. Vanessa Moraes rara vez puede comprar estos productos, un problema de millones de brasileñas que saltó al centro del debate después de que el presidente Jair Bolsonaro vetara su distribución gratuita.

«Las toallas higiénicas son caras, por eso usamos un pañal, una tela, una funda de almohada», explica Vanessa, de 39 años y residente del Complexo do Alemão, una de las mayores favelas de Rio de Janeiro.

Entre el trajín de sus trabajos de camarera y de conductora escolar, esta mujer alta y de largo cabello castaño, cuida a sus dos hijos, de 11 y 12 años.

El mayor, Hugo, nació con parálisis cerebral y usa pañales. Cuando las cintas adhesivas se rompen, Moraes, que recibe una ayuda del gobierno por un monto de un salario mínimo (1.100 reales, unos 200 dólares al tipo de cambio actual), los convierte en toallas higiénicas improvisadas, a veces rellenándolas con un trozo de tela.

«Cuando hay necesidad, espabilamos», dice en su casa decorada con los colores rojo y negro del Flamengo, el equipo de fútbol más popular de la ciudad.

Otras mujeres, que no pueden pagarse entre los 3 y 10 reales que cuesta un paquete(entre 0,54 y 1,8 USD), usan papel o incluso miga de pan.

Un estudio del fabricante Sempre Livre, publicado en septiembre, estima que el 28% de las mujeres de bajos ingresos padecen pobreza menstrual, es decir, la falta de condiciones mínimas de higiene durante el período.

Moraes recibe a veces paquetes de toallas higiénicas de la ONG ‘One by One’, que suministra recursos a familias en situación de vulnerabilidad, como también sillas de ruedas y cestas básicas.

También Karla Cristina de Almeida, una adolescente negra de Complexo da Maré, otra gran favela de Rio, consigue a través de la ONG paquetes que comparte con su hermana.

«A veces tenemos un solo paquete, otras no tenemos. Cuando no lo tenemos, ni salgo de casa. Ya falté a la escuela por eso», confiesa.

Durante un acto de distribución de la One by One, varias mujeres hacen fila, entre ellas Miriam Firmino, de 51 años.

Madre de tres niñas, dice que desde pequeña siempre ha usado «tela», pero hoy busca donaciones para que sus hijas no pasen por lo mismo.

«Para comprar (toallas), hay que buscar promociones. Cuando no podemos comprar, nos conformamos con lo que tenemos», dice.

La presidenta de ‘One by One’, Teresa Stengel, dice que «con la pandemia y la crisis económica, muchas madres a las que atendemos nos informan de que han vuelto a usar paños, papel, algodón y otros materiales cuando menstrúan».

«Se quejan de heridas e infecciones. La pobreza menstrual es una cuestión de salud pública», agrega.

Veto de Bolsonaro

En octubre, Bolsonaro firmó un proyecto de ley para promover la salud menstrual, pero vetó la parte que preveía la distribución gratuita de compresas a más de 5 millones de mujeres, en especial alumnas de barriadas populares.

Según él, el texto no especificaba la fuente de financiación y obligaría a «retirar fondos del presupuesto de salud o educación».

El Congreso deberá decidir si revoca el veto, pero no hay fecha fijada para la votación.

La decisión de Bolsonaro desató una gran indignación, con reacciones de muchas celebridades como Preta Gil, hija del famoso cantante Gilberto Gil.

Y los gobiernos municipales y estatales desplegaron campañas. La alcaldía de Rio anunció el programa «Livres para Estudar» (Libres para Estudiar), que tiene como objetivo distribuir más de 8 millones de toallas higiénicas por año a alrededor de 100.000 estudiantes del sistema educativo municipal, cubriendo también a los niños trans y a las personas no binarias que menstrúan.

Fuente: https://rpp.pe/mundo/actualidad/con-panal-papel-tela-y-hasta-migas-de-pan-la-realidad-de-la-pobreza-menstrual-en-brasil-noticia-1368115

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La educación afgana, en el precipicio: “Ser mujer o niña te convierte en pecadora”

El veto talibán a la enseñanza femenina es solo la punta del iceberg del retroceso de muchos otros derechos en su vida diaria

Se atribuye a Fray Luis de León el célebre “como decíamos ayer” con que saludó a sus alumnos al regresar a clase tras varios años encarcelado. El espíritu del fraile español sigue sin aparecer por Afganistán, donde los talibanes mantienen, de momento, el veto a la educación de la mujer salvo en los cursos de Infantil. De la Universidad de Salamanca a la de Kabul hay 8.100 kilómetros por carretera y una distancia académica mucho mayor tras el hachazo dado por el régimen de la guerrilla yihadista. El nuevo rector, Mohammad Ashraf Ghairat, es un antiguo portavoz talibán que no cuenta ni con experiencia ni con preparación suficiente, según algunos profesores de la institución. Las redes sociales han ardido en críticas en los últimos días tras el nombramiento.

“Todo lo que les preocupa es la separación por géneros, el burka…”, denuncia Talwasa, una profesora de 30 años que imparte en esa institución Lengua y Literatura Pastún, la lengua mayoritaria entre los talibanes. El nuevo rector “es alguien de mentalidad muy cerrada” y “siempre en contra de las mujeres”, confirma Najibullah Afghan, de 26 años y profesor del Departamento de Español. A los 300 profesores que calcula que se marcharon con el ascenso de los fundamentalistas puede unirse un importante boicot por parte de otros muchos si Ghairat no se sale de la senda que todos sospechan que va a seguir.

La negativa del régimen talibán a permitir la vuelta a las clases a las mujeres y la ausencia de cualquier tipo de plan al respecto no hace más que incrementar la incertidumbre sobre el futuro de la mitad de la población de un país de 40 millones de habitantes. El portavoz del gobierno, Zabihullah Mujahid, dijo la semana pasada que andan perfilando lo necesario para que puedan regresar a las aulas. Eso ocurrirá “lo antes posible”. Fue todo lo que concretó. Pero el cerco a la educación es solo la punta del iceberg del cambio sufrido por la mujer en Afganistán en las últimas semanas.

“Ser mujer o niña en Afganistán te convierte en pecadora”. Esta es la primera frase que suelta Dewa, de 17 años, antes incluso de que el reportero la interpele. “En algunas situaciones mi vida cambiaría mucho si fuera un chico”, añade refiriéndose a la liberación que supondría el poder equiparar su vida, a la sombra de su padre —una especie de “guardaespaldas”—, a la de sus hermanos. Todo pese a que su entorno familiar es liberal comparado con la media del país. “Mi padre quiere que sea médica”, una profesión con mejor encaje en la mentalidad conservadora del país, pero “mi sueño es ser astronauta”. Lo ve complicado en todo caso “bajo la mentalidad estúpida talibán”. “No podemos mostrar nuestra valía”, comenta con soltura en inglés al tiempo que asegura ser la número uno de su clase. Con los pies en la tierra más que en la luna, se conformaría con estudiar Económicas.

Dewa, de 17 años, durante su entrevista en Kabul con EL PAÍS.
Dewa, de 17 años, durante su entrevista en Kabul con EL PAÍS.LUIS DE VEGA HERNÁNDEZ

“¿Qué será de mí, me quedaré aquí convertida en un ama de casa?”, se pregunta convencida de que nunca va a rendirse mientras se sube una y otra vez las gafas, que se le resbalan nariz abajo. Pero la presión en la calle impone su ritmo y el amor de esta joven por la moda occidental ha quedado de momento aparcado. No luce ni faldas, ni pantalones vaqueros, ni colores vivos.

El número de escuelas se triplicó en Afganistán en los 20 años transcurridos desde que en 2001 fuera descabezado el anterior Gobierno talibán. Los menores escolarizados, además, pasaron de un millón a 9,5 millones, según cifras de Unicef. Pese a los avances, en zonas rurales la escolarización presentaba importantes problemas.

Mariam, de 16 años, y Yousuf, de 12, son hermanos. Él volvió a clase el pasado 18 de septiembre, como el resto de alumnos y alumnas de primaria. Ella sigue esperando. Cuando la guerrilla se hizo con el poder en Kabul, las clases se interrumpieron. Estaba en plenos exámenes y dejó sin hacer los de Historia y Pastún. “Hasta el momento todo son promesas, planes y anuncios”, lamenta Mariam en el salón de su casa en la capital junto a su hermano. Se queja también de la desaparición en el nuevo gabinete del Ministerio de la Mujer, que ha sido sustituido por otro para preservar la moral y contra el vicio. La chica teme que el cerrojazo a la educación vaya más allá y acaben por impedirles trabajar y hasta salir a la calle sin la compañía de un hombre. “La existencia de mujeres en el Gobierno y en la vida laboral es muy importante”, reflexiona.

Ninguno de los dos había nacido cuando entre 1996 y 2001 los talibanes ya impidieron a las mujeres acceder a la educación y cercenaron otros importantes derechos. “Mis compañeras y yo estamos preocupadas, nerviosas y temerosas” ante la llegada de los “extremistas”. Todas las asignaturas se las imparten profesoras salvo una, Sharía (el equivalente a religión), de la que se encarga un profesor.

Ni estudia ni trabaja

“¿Cuál es nuestro futuro si la mitad del país nos quedamos en un espacio ambiguo, sin educación ni trabajo?”. Shahnaza, profesora de Geografía e Historia de 25 años en un colegio privado, vive en un permanente estado de “depresión” porque el cerco a los derechos de las mujeres va mucho más allá del sector de la Educación. Cuenta que la semana pasada un talibán que vigilaba el jardín Babur de la capital le apuntó con su rifle porque consideraba que no iba correctamente vestida. Todo pese a que iba cubierta hasta los pies con un chapán [una vestimenta típica de la zona que se lleva por encima de la ropa] negro y sobre la cabeza, un pañuelo verde que dejaba entrever parte de su cabello, como muestra en la foto que guarda de ese día en el teléfono. “Si nos apuntan solo por no vestir como quieren, ¿cómo nos van a dejar volver a clase?”, se pregunta.

Sara Qamoos, de 26 años, ha estudiado Administración de Empresas y en los últimos años ha compaginado las clases con su trabajo en un proyecto vinculado a Naciones Unidas para el desarrollo de Kabul. Ahora no puede defender su trabajo de fin de carrera y el proyecto donde estaba empleada está congelado. Tampoco puede acudir al gimnasio, pues solo está habilitado para uso masculino, ni salir con sus amigos a cenar de la misma forma que lo hacía antes. Las limitaciones que antes no se imponía ella ni su familia al vestir llevan en la entrevista forma de prenda larga de color negro. “Todas tenemos miedo”, concluye. Sara acude a la entrevista con su hermana Sahar, de 22 años y estudiante de Lengua y Literatura, que reconoce que es el primer día que pisa la calle desde que los talibanes se hicieron con las riendas de todo el país.

En cuanto se lo permitan, Shahnaza retomará su magisterio sin una pizca de autocensura, asegura. “Tengo que tener coraje por mis alumnos y por mi trabajo”, se revuelve en la silla de una cafetería mientras acaricia el vaso de un zumo de naranja sin apenas probarlo. “No pienso aceptar que los talibanes nos dominen ni física ni mentalmente”.

Fuente: https://elpais.com/internacional/2021-10-01/la-educacion-afgana-en-el-precipicio-ser-mujer-o-nina-te-convierte-en-pecadora.html

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España: “Aborto libre y educación sexual”. Un centenar de mujeres exigen en Madrid sus derechos sexuales y reproductivos

La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha defendido el aborto como un derecho que además de estar reconocido se pueda ejercer y sea accesible.

La plaza del Museo Reina Sofía de Madrid se ha teñido de morado y verde la tarde de este martes. En el Día de la Acción Global por el Aborto Legal, Seguro y Accesible, un centenar de personas —la gran mayoría mujeres— han denunciado que, aunque la interrupción voluntaria del embarazo es un derecho reconocido en España, todavía existen trabas que dificultan a las mujeres ejercerlo. Además, han reivindicado la educación sexual en todas las etapas lectivas.

La directora del Instituto de las Mujeres, Antonia Morillas, ha lamentado que todavía hay mujeres que se ven obligadas a recorrer miles de kilómetros para abortar, que hay menores de 16 y 17 años que tienen que pedir permiso a sus progenitores para ejercer su derecho y que hay niños y niñas que no acceden a la educación sexual. “Tenemos que abordar los principales obstáculos que las mujeres tienen a la hora de acceder al derecho al aborto y tenemos que garantizar que la educación sexual sea obligatoria en todas las etapas”, ha señalado Morillas. También ha destacado la importancia de poner freno a violencias como la obstétrica y de extender el acceso a la anticoncepción.

La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha aprovechado la cita para explicar que el Gobierno ha abierto este martes una consulta pública para reformar la Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, con los objetivos de “asegurar el acceso efectivo al derecho al aborto y garantizar la educación sexual y reproductiva para todos los niños y las niñas”. Objetivos que coinciden con las peticiones de las asistentes. Además, la ministra ha añadido que en diciembre habrá un primer borrador de la nueva norma. Sobre el registro de médicos objetores que Igualdad creará para garantizar el derecho al aborto en los hospitales públicos, Montero ha especificado que servirá para “armonizar” el derecho a la objeción con el derecho a decidir sobre los propios cuerpos.

La ministra de Igualdad, Irene Montero, charla con una de las asistentes a la manifestación de este martes en Madrid.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, charla con una de las asistentes a la manifestación de este martes en Madrid.OLMO CALVO

Alrededor de las siete de la tarde, las participantes han empezado a gritar proclamas como “fuera los rosarios de nuestros ovarios” o “mi cuerpo, mi vida, mi forma de follar, no se arrodilla ante el sistema patriarcal”. En la boca, mascarillas violetas. En el torso, camisetas con eslóganes feministas. A su alrededor, tres grandes pancartas. La de la CGT rezaba “Aborto libre, práctico, gratuito. Yo decido. Saca tus rosarios de mis ovarios”. La de Feminismos Tetuán, “Maternidad libre y deseada”. Finalmente, la de la organización que ha convocado la concentración, el Movimiento Feminista de Madrid: “Ahora y siempre, aquí y allá. Educación sexual y aborto libre”.

Minutos más tarde, los escalones de la plaza se han transformado en un teatro al aire libre. Con una performance, varias mujeres han representado las trabas a las que se enfrentan las que deciden interrumpir voluntariamente su embarazo. “Aunque es un derecho, el Estado español sigue sin garantizar el acceso al aborto”, han explicado. En el manifiesto que han leído han criticado que a pesar de la ley del 2010, la objeción de conciencia es “del 100% en La Rioja y del 80% en Murcia”, que al personal sanitario “le falta formación” y que las diferencias territoriales obligan a las mujeres a desplazarse fuera de sus territorios. También han pedido que el aborto se elimine del código penal y se practique en la sanidad pública, de forma gratuita y sin burocracia, que se suprima el plazo de reflexión de tres días, y que se considere la capacidad de decisión de las menores adolescentes de 16 y 17 años sin necesidad de consentimiento materno o paterno. Por todo ello, han exigido que se reforme la ley del aborto: “Que incluya todos nuestros derechos y a todas nosotras”.

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2021-09-28/aborto-libre-y-educacion-sexual-un-centenar-de-mujeres-exigen-en-madrid-sus-derechos-sexuales-y-reproductivos.html

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Los talibanes refuerzan las restricciones a los derechos de las mujeres afganas

Por: Democracy now

El nuevo rector de la Universidad de Kabul, designado por los talibanes, anunció el lunes que se prohíbe por tiempo indefinido que las mujeres asistan a clase, ya sea como profesoras o estudiantes. Además, la primera escuela de conducción de automóviles para mujeres de Afganistán informa que sus actividades se han estancado desde la toma de poder de los talibanes en agosto.

Nilab Durrani: “Desde el colapso del Gobierno anterior, no hemos inscrito ni a una sola estudiante nueva, ni tampoco nadie se ha comunicado con nosotros para registrarse. Las alumnas que habíamos admitido nos llaman y nos preguntan si pueden volver a clase, pero están preocupadas por su seguridad”.

Fuente de la información e imagen: https://insurgenciamagisterial.com

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Afganistán: la educación de las niñas debe ser un hecho, insta a la jefa adjunta de la ONU

Afganistán: la educación de las niñas debe ser un hecho, insta a la jefa adjunta de la ONU

Asegurar que todas las niñas afganas puedan ser educadas debe ser «una condición cero» para los talibanes, antes del reconocimiento internacional de su autoridad de facto, dijo el viernes la subsecretaria general de la ONU, Amina Mohammed.

La Sra. Mohammed habló durante una mesa redonda sobre el apoyo a un futuro para la educación de las niñas en Afganistán, celebrada al margen de la Asamblea General de la ONU.

Destacadas mujeres defensoras de Afganistán y de la comunidad internacional también participaron en el debate, que se llevó a cabo tanto en línea como en persona, y fue moderado por la corresponsal de la BBC, Laura Trevelyan, de la sede de la ONU en Nueva York.

‘Frente y centro’

Cuando se le preguntó si la ayuda internacional a Afganistán podría estar condicionada a la educación de mujeres y niñas, la Sra. Mohammed respondió «absolutamente», afirmando que la cuestión «sigue siendo una prioridad» en las discusiones en curso con las autoridades de facto.

“Aquí es donde tenemos que tener determinación: ese reconocimiento viene con su capacidad para ser parte de una familia global. Eso tiene un cierto conjunto de valores y derechos a los que se debe adherir. Y la educación está al frente y en el centro, especialmente para las niñas y las mujeres «.

El subjefe de la ONU instó a la comunidad internacional a aprovechar la experiencia de las mujeres afganas y apoyarlas para evitar un retroceso de dos décadas de avances en la educación de las niñas.

Una ‘condición cero’

La Sra. Mohammed también recordó a las mujeres afganas que la ONU todavía está sobre el terreno, dando resultados para la gente.

“Pueden estar seguros de que continuaremos amplificando sus voces y poniendo como condición cero que las niñas deban tener una educación antes del reconocimiento de cualquier gobierno que entre” , dijo.

La educación es ‘todo’

Los talibanes tomaron el poder en agosto y recientemente confirmaron que mientras las escuelas secundarias estaban reabriendo, solo los niños regresarían a las aulas. Las maestras del país tampoco pueden regresar al trabajo.

Esta semana, el portavoz de la administración dijo que se necesitaría establecer un «ambiente de aprendizaje seguro» antes de que las niñas pudieran regresar a la escuela secundaria, según informes de los medios.

Para la ingeniera Somaya Faruqi, capitana del equipo de robótica de niñas afganas que ha competido en todo el mundo, la educación significa “todo”.   

“Mi generación creció con un sueño: lograr grandes cosas para nuestro país mediante la educación. El mundo tendrá todo que ganar si nos apoya ”, dijo la Sra. Faruqi, quien abandonó Afganistán tras la toma de posesión.   

La educación es tanto un derecho como una inversión en el futuro de un país, dijo Henrietta Fore, Directora Ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF . 

‘Momento importante’

Antes de la toma de posesión de los talibanes, UNICEF operaba en áreas de Afganistán bajo el control del grupo. Dijo que la agencia se enteró de que muchos miembros del Talibán creían que la educación era importante para sus niños y niñas. 

Aunque UNICEF triplicó el número de escuelas abiertas en Afganistán, con la asistencia de 10 millones de niños, cuatro millones de ellos niñas, el país ya se estaba quedando atrás en la oferta educativa. COVID-19 ha impactado aún más el progreso.  

“Las niñas y los niños en muchas provincias están comenzando a regresar a la escuela, pero no vemos que las niñas regresen a la escuela secundaria”, dijo la Sra. Fore.

«Entonces, este es un momento realmente importante para que las autoridades de facto estén pensando en cada región, en cada aldea rural: cómo llevar a los niños, todos los niños, niñas y niños, a la escuela».

Tanto la Sra. Fore como el Secretario General Adjunto de la ONU hablaron de la promesa de la tecnología digital y el aprendizaje a distancia como una solución para ampliar las oportunidades educativas.

«En las comunidades rurales, hay desarrollo de habilidades y hay programas basados ​​en la comunidad, y podemos hacer más con la educación a distancia y el aprendizaje remoto», dijo el jefe de UNICEF.  «Necesitamos que las maestras regresen a las escuelas y necesitamos más maestras».

Sin compromisos sobre los derechos de las mujeres

La ganadora del Premio Nobel de la Paz y Mensajera de la Paz de la ONU, Malala Yousafzai, sobrevivió a un intento de asesinato de los talibanes cuando era una adolescente que hacía campaña por la educación de las niñas en su Pakistán natal.   

La Sra. Yousafzai temía el regreso de las atrocidades contra las mujeres, así como el terrorismo y el extremismo, tanto en Afganistán como en la región, e instó a la comunidad internacional a garantizar que se respeten los derechos de las mujeres.

“ No podemos comprometer la protección de los derechos de la mujer y la protección de la dignidad humana.  Este es un compromiso que ha hecho la ONU, que están allí para trabajar por la protección de la dignidad humana ”, dijo.

“Así que ahora es el momento de ceñirnos a ese compromiso y asegurarnos de que sus derechos en el gobierno estén protegidos. Y uno de esos derechos importantes es el derecho a la educación ”.

‘Escucha a la gente’

Fawzia Koofi, la primera mujer vicepresidenta del Parlamento de Afganistán, fue también la primera niña de su familia en ir a la escuela.

Ella cree que otros países predominantemente musulmanes de la región podrían presionar a los talibanes sobre la educación de las niñas, porque lo que está sucediendo en Afganistán difiere del resto del mundo islámico.

“Dentro de los talibanes puede haber personas que tengan una interpretación diferente de los principios islámicos, o incluso una interpretación hecha por ellos mismos, que no puede convertirse en parte de la política del gobierno”, dijo la Sra. Koofi.

“Cuando estaban peleando, probablemente tenían una política diferente. Pero cuando están en el gobierno, tienen que escuchar al pueblo de Afganistán ”.

Fuente de la Información: https://news.un.org/en/story/2021/09/1101132

 

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Activistas afganas claman por el derecho de las niñas a la escuela

Desde su ascenso al poder los talibanes anunciaron que las niñas asistirían por separado a la escuela. Muchos temes que esto sea solo el principio. Un grupo de afganas expresó sus temores en la última jornada de la Asamblea General de la ONU.

Las activistas afganas instaron a la comunidad internacional el viernes a mantener la presión sobre los talibanes para que permitan que las niñas regresen a la escuela, diciendo que no se puede permitir que los nuevos gobernantes de facto de Afganistán normalicen la discriminación de género.

«No permitan que se normalice la opresión de los talibanes», dijo Shaharzad Akbar, presidenta de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán, en un evento virtual al margen de la Asamblea General de la ONU.

«No pretendan que es parte de la cultura afgana o parte del Islam, nuestra religión, tener a las mujeres oprimidas y privadas de sus derechos humanos básicos», sentenció.

Fawzia Koofi, la primera vicepresidenta del parlamento de Afganistán, se hizo eco de eso.

«La libertad de las mujeres, la libertad de las niñas, incluida la educación en Afganistán, es una señal de un Afganistán que podría vivir en paz y armonía con sus ciudadanos y con el mundo», dijo Koofi desde Qatar, a donde huyó con sus hijos al final de agosto. «Así que no piensen que un Afganistán que está oprimiendo a su nación, oprimiendo al 55% de la sociedad para permanecer en medio de la nada, podría ser un socio confiable. No lo será».

Se repite lo ya visto sobre los derechos de la mujer

Los talibanes irrumpieron en la capital, Kabul, el 15 de agosto, después del colapso del gobierno del presidente Ashraf Ghani. En las semanas intermedias, han anunciado su gobierno interino, que no tiene miembros femeninos.

Los talibanes también han dicho que a las niñas se les permitiría regresar a la escuela en el momento adecuado, pero hasta ahora, solo han permitido que regresen las niñas en edad escolar primaria. Las estudiantes de secundaria y universitarias siguen marginadas.

Esto es una repetición de lo que sucedió cuando los talibanes tomaron el poder en 1996, dijo Koofi, cuando las llamadas medidas temporales finalmente se volvieron permanentes.

Las activistas enfatizaron que la educación de niñas y mujeres es un derecho tanto en el Islam como en la Constitución afgana.

La ONU dice que 4,2 millones de niños afganos no están matriculados en la escuela, y gran parte de esto se puede atribuir a los cierres de COVID-19. Alrededor del 60% son niñas.

«Tenemos que hacer que vuelvan a entrar. Tenemos que asegurarnos de que se estén integrando», dijo Henrietta Fore, directora ejecutiva de UNICEF.

«Podemos hacer más con la educación a distancia y el aprendizaje remoto», dijo Fore, abordando formas de asegurar que el aprendizaje de las niñas no se interrumpa. «Necesitamos que las maestras regresen a las escuelas y necesitamos más maestras».

Pero Koofi reconoció que el aprendizaje remoto para las niñas no es un sustituto de estar en el aula, lo que «demuestra el poder y el futuro de Afganistán».

Pero lo que les espera en la escuela es otra preocupación para los activistas.

«Estoy tan preocupado por los cambios que los talibanes traerán al plan de estudios, especialmente el plan de estudios estudiado por las niñas, como por la prohibición de las escuelas», dijo Akbar.

Becas, oportunidades

Las activistas, incluida la joven capitana del ahora famoso equipo femenino de robótica de Afganistán, pidieron el apoyo de la comunidad internacional para proporcionar becas para que las chicas estudien en el extranjero y colaborar con universidades afganas para ampliar las oportunidades para niñas y mujeres.

Una cosa está clara: dicen que los talibanes temen el empoderamiento de las mujeres.

«Me atacaron por hablar a favor de la educación de las niñas», dijo la premio Nobel Malala Yousafzai, quien sobrevivió a los disparos de los talibanes armados en su ciudad del norte de Pakistán cuando era una adolescente en 2012. «Y me demostró que los talibanes tenían miedo de la voz de mujeres y niñas».

Fuente: https://www.vozdeamerica.com/a/onu-activistas-pro-mujeres-afganistan-/6244819.html

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