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Los peligros de nacer niña en distintas partes del mundo

África/Fuente: National Geographic

Violaciones, mutilación genital, represión, embarazo precoz… El estremecedor relato de nacer niña en muchas partes del planeta

 MG 1143. Mutilación genital

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Mutilación genital

Una niña es sometida a una mutilación genital durante una ceremonia colectiva celebrada en un colegio de Bandung, Indonesia, en 2006. Según Unicef, al menos 200 millones de niñas y mujeres de unos 30 países –entre ellas alrededor de la mitad de las indonesias menores de 12 años– han sufrido la mutilación genital. La práctica sigue realizándose, y no siempre con las condiciones higiénicas adecuadas.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160808 18886. Sobrevivir a un ataque con ácido

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Sobrevivir a un ataque con ácido

Ritu Saini, de 21 años de edad (en primer plano), y Rupa, de 23, disfrutan de las lluvias del monzón en lo alto de un tejado de Agra, en la India. Ambas chicas sobrevivieron a ataques con ácido. Cientos de mujeres y niñas son rociadas con ácido en este país. Ritu, anteriormente jugadora de volleyball, fue atacada por su primo. Después de diversas reconstrucciones quirúrgicas perdió su ojo izquierdo. Rupa fue agredida a los 15 años. La asociación Stop Acid Attacks aboga por el desarrollo de políticas destinadas a las supervivientes estos ataques.

 MG 1143. Mutilación genital

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Mutilación genital

Una niña es sometida a una mutilación genital durante una ceremonia colectiva celebrada en un colegio de Bandung, Indonesia, en 2006. Según Unicef, al menos 200 millones de niñas y mujeres de unos 30 países –entre ellas alrededor de la mitad de las indonesias menores de 12 años– han sufrido la mutilación genital. La práctica sigue realizándose, y no siempre con las condiciones higiénicas adecuadas.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160808 18886. Sobrevivir a un ataque con ácido

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Sobrevivir a un ataque con ácido

Ritu Saini, de 21 años de edad (en primer plano), y Rupa, de 23, disfrutan de las lluvias del monzón en lo alto de un tejado de Agra, en la India. Ambas chicas sobrevivieron a ataques con ácido. Cientos de mujeres y niñas son rociadas con ácido en este país. Ritu, anteriormente jugadora de volleyball, fue atacada por su primo. Después de diversas reconstrucciones quirúrgicas perdió su ojo izquierdo. Rupa fue agredida a los 15 años. La asociación Stop Acid Attacks aboga por el desarrollo de políticas destinadas a las supervivientes estos ataques.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160519 00645. Una ceremonia alternativa

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Una ceremonia alternativa

Niñas de la aldea sierraleonesa de Masanga toman parte en ceremonias Bondo alternativas en las que se inician como mujeres adultas sin someterse a la mutilación genital. Más de 600 niñas han participado en ellas desde 2010.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160808 11470. Vivir entre la basura

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Vivir entre la basura

El vertedero de Ghazipur, un basurero de casi 30 hectáreas en Delhi, es el lugar que recorre Zarina, de siete años, en busca de objetos que revender. Al igual que esta niña de la India, otras muchas en todo el mundo viven en la pobreza y apenas tienen acceso a la educación.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160519 02561. Ritual de preparación para el matrimonio

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Ritual de preparación para el matrimonio

Elizabeth, de 19 años, y Rebecca, de 13, bailan en un ritual Bondo en la ciudad sierraleonesa de Kabala. Según los ancianos esta ceremonia, que regula el paso de la niñez a la madurez y que tradicionalmente incluye el corte o la extirpación de los genitales externos, vincula a las chicas a su comunidad y las prepara para el matrimonio. También pretende restringir la sexualidad femenina, y causa daños físicos y psicológicos. En Sierra Leona la mayoría de las mujeres han sufrido la mutilación genital.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160519 03479. El riesgo de la falta de escolarización

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El riesgo de la falta de escolarización

Una adolescente se toma un descanso en su venta ambulante de baratijas en Mange Bureh, sentándose a orillas de un río en el que las chicas lavan y los chicos pescan. Las niñas no escolarizadas que trabajan en las calles de Sierra Leona para contribuir a la economía familiar corren especial riesgo en un país donde los delitos contra ellas suelen quedar impunes.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160519 00846. Educación gratuita

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Educación gratuita

Al participar en una ceremonia Bondo alternativa que no incluye la mutilación genital femenina, estas niñas de Masanga reciben educación gratuita garantizada por Masanga Assistance Education, una organización suiza sin ánimo de lucro. En la ceremonia participa una mujer que encarna el diablo del Bondo, una alta autoridad de esta sociedad secreta.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160519 04914. Camino a clase

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Camino a clase

Un grupo de chicas vestidas de uniforme se dirigen a clase en una escuela metodista de Freetown, en Sierra Leona.

Foto: Stephanie Sinclair

 MG 1143. Mutilación genital

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Mutilación genital

Una niña es sometida a una mutilación genital durante una ceremonia colectiva celebrada en un colegio de Bandung, Indonesia, en 2006. Según Unicef, al menos 200 millones de niñas y mujeres de unos 30 países –entre ellas alrededor de la mitad de las indonesias menores de 12 años– han sufrido la mutilación genital. La práctica sigue realizándose, y no siempre con las condiciones higiénicas adecuadas.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160808 18886. Sobrevivir a un ataque con ácido

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Sobrevivir a un ataque con ácido

Ritu Saini, de 21 años de edad (en primer plano), y Rupa, de 23, disfrutan de las lluvias del monzón en lo alto de un tejado de Agra, en la India. Ambas chicas sobrevivieron a ataques con ácido. Cientos de mujeres y niñas son rociadas con ácido en este país. Ritu, anteriormente jugadora de volleyball, fue atacada por su primo. Después de diversas reconstrucciones quirúrgicas perdió su ojo izquierdo. Rupa fue agredida a los 15 años. La asociación Stop Acid Attacks aboga por el desarrollo de políticas destinadas a las supervivientes estos ataques.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160519 00645. Una ceremonia alternativa

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Una ceremonia alternativa

Niñas de la aldea sierraleonesa de Masanga toman parte en ceremonias Bondo alternativas en las que se inician como mujeres adultas sin someterse a la mutilación genital. Más de 600 niñas han participado en ellas desde 2010.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160808 11470. Vivir entre la basura

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Vivir entre la basura

El vertedero de Ghazipur, un basurero de casi 30 hectáreas en Delhi, es el lugar que recorre Zarina, de siete años, en busca de objetos que revender. Al igual que esta niña de la India, otras muchas en todo el mundo viven en la pobreza y apenas tienen acceso a la educación.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160519 02561. Ritual de preparación para el matrimonio

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Ritual de preparación para el matrimonio

Elizabeth, de 19 años, y Rebecca, de 13, bailan en un ritual Bondo en la ciudad sierraleonesa de Kabala. Según los ancianos esta ceremonia, que regula el paso de la niñez a la madurez y que tradicionalmente incluye el corte o la extirpación de los genitales externos, vincula a las chicas a su comunidad y las prepara para el matrimonio. También pretende restringir la sexualidad femenina, y causa daños físicos y psicológicos. En Sierra Leona la mayoría de las mujeres han sufrido la mutilación genital.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160519 03479. El riesgo de la falta de escolarización

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El riesgo de la falta de escolarización

Una adolescente se toma un descanso en su venta ambulante de baratijas en Mange Bureh, sentándose a orillas de un río en el que las chicas lavan y los chicos pescan. Las niñas no escolarizadas que trabajan en las calles de Sierra Leona para contribuir a la economía familiar corren especial riesgo en un país donde los delitos contra ellas suelen quedar impunes.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160519 00846. Educación gratuita

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Educación gratuita

Al participar en una ceremonia Bondo alternativa que no incluye la mutilación genital femenina, estas niñas de Masanga reciben educación gratuita garantizada por Masanga Assistance Education, una organización suiza sin ánimo de lucro. En la ceremonia participa una mujer que encarna el diablo del Bondo, una alta autoridad de esta sociedad secreta.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160519 04914. Camino a clase

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Camino a clase

Un grupo de chicas vestidas de uniforme se dirigen a clase en una escuela metodista de Freetown, en Sierra Leona.

 

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160808 12191. Expuestas a la violencia sexual

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Expuestas a la violencia sexual

Aarti, de nueve años, se expone a la violencia sexual cuando vende flores en una calle de Delhi mojada por la lluvia. Pese a los riesgos que corren, millones de niños de todo el mundo trabajan para llevar dinero a casa en vez de ir al colegio.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160708 09118. Matrimonios concertados

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Matrimonios concertados

Los matrimonios concertados son habituales en Sierra Leona. Baby Seibureh, de 17 años, y Claude Seibureh, de 48, vecinos de Freetown, se casaron en plena crisis del ébola. Cuando nació su hijo Joseph, a la madre hubo que hacerle una cesárea.

Foto: Stephanie Sinclair

MM8490 160808 16569. Lucha contra la trata sexual

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Lucha contra la trata sexual

Rinki Kumari (en primer término) y Arti Kumari comparten un momento distendido en su habitación durante un receso de las clases que reciben en la escuela pública a la que asisten, la Kasturba Gandhi Balika Vidyalaya de Forbesganj, en la India. Un centenar de niñas de los pueblos cercanos estudian en este centro gestionado por Apne Aaap, una entidad benéfica cuya misión es poner fin a la trata sexual.

Foto: Stepnanie Sinclair

Los peligros de nacer niña en distintas partes del mundo

Sierra Leona es uno de los peores lugares del mundo para ser niña. En este país del África occidental, habitado por unos seis millones de personas, desgarrado por una cruenta guerra civil que duró más de una década y devastado por el Ébolael simple hecho de nacer niña se traduce en una vida de barreras y tradiciones que a menudo dan más valor a su cuerpo que a su mente.

La mayoría de las mujeres de Sierra Leona –el 90% según Unicef– han sido sometidas a la mutilación genital, una práctica que las inicia en la vida adulta y supuestamente las hace más deseables para el matrimonio, pero que también es un método de represión sexual profundamente arraigado en su cultura.

Casi la mitad de las chicas se casan antes de los 18 años, y muchas se quedan embarazadas mucho más jóvenes, a menudo en su segundo o tercer ciclo menstrual. Muchas son víctimas de la violencia sexual; las violaciones suelen quedar impunes. En 2013 más del 25% de las sierraleonesas de entre 15 y 19 años estaban embarazadas o ya eran madres, lo que supone una de las tasas de gestación más elevadas del mundo para esa franja de edad.

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Y demasiadas mueren en el parto: es el porcentaje más alto del mundo, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud y otras entidades internacionales. La mutilación genital femenina puede elevar el riesgo de sufrir complicaciones obstétricas.

«Si vas a las provincias te encuentras con chicas de 13 años, de 15 años, ya casadas y con sus bebés en brazos», dice Annie Mafinda, comadrona del Rainbo Center, que ayuda a víctimas de la violencia sexual en Freetown, la capital de Sierra Leona. Muchas de las pacientes atendidas en este centro tienen entre 12 y 15 años.

La mayoría de las mujeres de Sierra Leona –el 90% según Unicef– han sido sometidas a la mutilación genital

Cuando conocí a Sarah en Freetown, una ciudad que se levanta sobre una península montañosa junto a un puerto rutilante, tenía 14 años y estaba embarazada de seis meses, aunque parecía varios años más joven. Hablaba en un susurro, era bajita y menuda, llevaba las uñas de los pies pintadas de rojo y el pelo bien recogido bajo un pañuelo de color melocotón. Me contó que la había violado un muchacho, vecino de su familia, que se marchó de la ciudad tras la supuesta agresión.

Cuando su madre se enteró de que estaba embarazada, la echó de casa. Ahora Sarah (cuyo apellido nos reservamos) vive con la madre del chico que según ella la forzó. La madre del supuesto violador fue la única que se prestó a acogerla; en Sierra Leona las mujeres suelen vivir con la familia del esposo.

Niñas convertidas en esposas

NIÑAS CONVERTIDAS EN ESPOSAS

Sarah tiene que cocinar, limpiar la casa y hacer la colada. Me contó que la madre del chico le pega cuando, de puro agotamiento, no cumple con sus tareas. Con tantas trabas, ¿cómo puede una chica como Sarah sobrevivir y salir adelante en Sierra Leona?

En un país pobre regido por un Gobierno que no parece demasiado interesado en proteger a las niñas, lo más sensato que estas pueden hacer es intentar escapar del entorno en el que han nacido. En un universo lleno de amenazas, la escuela puede ser su único refugio.

Estudiar es complicado porque cuesta dinero, pero al mismo tiempo constituye un rayo de esperanza. Sacarse la secundaria puede traducirse en una mayor libertad económica y en la oportunidad de tomar las riendas de su propia vida, quizás abriéndoles las puertas de la universidad o de un empleo cualificado. Sin embargo, se calcula que entre 2008 y 2012 solo una de cada tres chicas cursaron estudios se­cundarios; en este sentido el embarazo supone una de las barreras más importantes. No en vano el ministro de Educación de Sierra Leona ha vedado la entrada en los centros escolares de las jóvenes gestantes.

Se calcula que entre 2008 y 2012 solo una de cada tres chicas cursaron estudios se­cundarios

El objetivo de esta política, formalizada por el Gobierno en 2015, es impedir que influyan en sus compañeras y protegerlas de las burlas. La prohibición de que las chicas embarazadas acudan a la escuela «es un ejemplo de moralismo anticuado e irreflexivo que lanza un mensaje equivocado –declara la escritora Aminatta Forna, quien en 2003 fundó una pequeña escuela rural en Sierra Leona–. Hablamos de jóvenes vulne­rables, que en este país son objeto de continuas depredaciones».

Elizabeth Dainkeh fue coordinadora de un centro educativo de Freetown para jóvenes en edad escolar que estuvieran en estado de gestación o que ya fuesen madres, financiado por Unicef y el Ministerio de Educación sierraleonés, y otras instituciones.

Marginación tras el embarazo

«Cuando te quedas embarazada, te marginan», me dice. Estamos en el fondo de un aula sofocante en la que chicas con los cabellos trenzados y tocados de vivos colores, algunas con bebés en el regazo, se abanican con los libros de texto mientras escuchan a la maestra con atención.

«Yo creí que les daría vergüenza volver al colegio, pero no, están encantadas», dice con orgullo. La propia Dainkeh se quedó embarazada a los 17 años, y su padre la echó de casa. La hija que tuvo murió de desnutrición antes de cumplir un año de vida. Ahora, a sus 35 años, Dainkeh aconseja a sus alumnas que perseveren: que se olviden de los años que han estado desescolarizadas y sigan adelante.

Mary Kposowa, exdirectora de uno de esos centros femeninos, explica que algunas de sus antiguas alumnas se habían topado con dificultades al querer matricularse de nuevo en escuelas ordinarias después de dar a luz.

Para complicar aún más las cosas, en agosto de 2016 los centros para chicas embarazadas cerraron sus puertas; Unicef declara que se abrieron como un «puente» alternativo a la educación cuando la crisis del ébola tuvo cerradas escuelas de todo el país du­­rante nueve meses. En aquellos centros había matriculadas unas 14.000 jóvenes embarazadas o puérperas, lo que hace temer a Dainkeh que actualmente haya en el país «un gran número de chicas marginadas del sistema educativo».

Los sierraleoneses suelen decir que el trauma de su país tiene su origen en la guerra civil que enfrentó a grupos rebeldes y al Gobierno. Desde 1991 y durante más de 10 años, miles de niñas y mujeres fueron violadas. Decenas de miles de personas fueron asesinadas. Y más de dos millones se vieron desplazadas.Más recientemente ha sido el virus del Ébola el que ha hecho estragos en el país, cobrándose unas 4.000 vidas en menos de dos años. La epidemia afectó a muchas familias, y dejó huérfanas a un gran número de niñas que tuvieron que hacerse cargo de sus hermanos sin estar aún preparadas para ello.

Kumaris, las diosas vivientes de Nepal

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El país ha ido evolucionando a trompicones hacia la democracia, pero la opresión de las niñas y las mujeres no ceja. «En este país no importa la vida, ni el cuerpo, ni el alma de las mujeres jóvenes –afirma Fatou Wurie, nacida en Sierra Leona, criada en el extranjero y que regresó a su país natal, a Freetown, donde trabaja en pro de los derechos de las mujeres–. Hasta la última política que implantamos excluye la voz de las jóvenes sierraleonesas».

A pesar de que he pasado largas temporadas en diversos lugares de África occidental, la primera vez que pisé Sierra Leona me quedé profundamente impactada. He estado en Nigeria, Ghana, Senegal y Costa de Marfil, pero Sierra Leona me pareció diferente: menos acogedora, menos exuberante, más suspicaz y recelosa. Sin embargo, también descubrí que incluso en este país tan turbulento hay jóvenes que encuentran la manera de sobreponerse por encima de todo.

Regina Mosetay está en la biblioteca de su colegio de Freetown mientras sus compañeras de clase almuerzan entre risas en el patio. Se ha preparado los exámenes finales todo cuanto ha podido. Madre a los 17 años, Regina no puede estudiar como antes porque tiene que cuidar de su hija, Aminata, pero saca tiempo para los libros entre tomas y mudas. Tiene los ojos almendrados y un rostro ovalado que ladea cuando reflexiona sobre algo. Creció en un barrio obrero de calles estrechas y abarrotadas de peatones, tiendas de ropa y de electrónica, y puestos de comida. Su madre la crió a ella, a su hermano y a su hermana en una casa donde también vivían su abuela, primos, un tío y más familiares; en total, 11 personas.

El ébola empezó a propagarse por Freetown y el Gobierno cerró los colegios para contener la epidemia

La echaron del colegio por estar embarazada, una experiencia «dolorosa de verdad», dice. Le encantaba estudiar; su asignatura preferida era lengua (es muy habladora). Nunca pensó que acabaría formando parte del colectivo de adolescentes embarazadas de Sierra Leona, pero en 2014 el ébola empezó a propagarse por Freetown y el Gobierno cerró los colegios para contener la epidemia.

Entonces, en 2015, fue cuando se quedó embarazada de su novio, Alhassan, que en ese momento estaba terminando sus estudios universitarios. «Durante el ébola muchas chicas se quedaron embarazadas –cuenta Regina–. Como no había clase, teníamos mucho tiempo libre». «Sentí que estaba decepcionando a todo el mundo. Tenía vergüenza –confiesa–. Algunas compañeras decían que éramos un mal ejemplo». Esa primavera se quedó encerrada en casa sin nada que hacer ni nadie con quien hablar mientras sus amigas estaban en el colegio. Al cabo de unos meses, una tía le habló de los nuevos centros que daban a las embarazadas o madres en edad escolar la oportunidad de no quedarse atrás en los estudios para que pudiesen retomarlos más adelante.

Regina quiso apuntarse al momento, y habló de esos centros a todas las chicas que conocía que estuvieran en estado o acabaran de parir. Casi todo lo que le enseñaban ya lo sabía, pero disfrutaba estando de nuevo en un aula, sentada en un pupitre de madera con los libros y la libreta abiertos, leyendo, atendiendo, pensando. Llevaba un bebé dentro, sí, pero seguía teniendo cerebro, y eso era fundamental para ella.

«No quiero que mi hija pase por lo mismo que yo. Quiero que tenga un futuro mejor»

«Era feliz solo con estar allí, y no en casa sin hacer nada», me cuenta Regina. Estudió en aquel centro tres meses; fue una de las 180 chicas que pasaron una temporada más o menos larga en el año inaugural del programa. Regresó a la escuela pública un mes después de dar a luz a Aminata en diciembre de 2015. Desde que ha vuelto, Regina aconseja a todas sus amigas que tengan cuidado con los chicos si no quieren que les pase lo mismo que a ella.

Ya no está desescolarizada. «No quiero que mi hija pase por lo mismo que yo. Quiero que tenga un futuro mejor», dice. Vive con su novio, ya graduado en ciencias empresariales, y con la madre y la abuela de este, que ayudan en el cuidado de Aminata. Confía en poder formar una familia con él y sabe que terminar los estudios es crucial. Quiere trabajar en alguna organización de ayuda a la infancia, para que los niños –y sobre todo las niñas– tengan una vida mejor. «Cuando termine los estudios podré cuidar de mi familia; cuidaré de mí misma», asegura.

Salmatu Fofanah vive en una ladera de Mountain Cut, un barrio muy poblado de Freetown. Tiene 17 años, es tímida, esbelta y muy gua­pa, y ya está acostumbrada a cuidar de sí misma. Tanto su madre como su padrastro contrajeron el virus del Ébola hace dos años. Él enfermó tras asistir a un funeral en 2014. (Su padre biológico había muerto de malaria en 2011).

La madre de Salmatu, enfermera de profesión, cuidó a su marido en casa. No tenían ni idea de que había una epidemia de ébola. Cuando el enfermo empeoró, intentó llevarlo al hospital, pero se le murió en el coche. Ella cayó enferma unos días después y falleció en casa un mes más tarde. Entonces Salmatu empezó a encontrarse mal. Le dolía la cabeza y tenía fiebre. Lo mismo les pasó a su tía, su tío, su hermana mayor, su hermano, su abuelo y varios primos. «Todos teníamos miedo», me cuenta Salmatu. Ingresaron en un centro de tratamiento. Solamente sobrevivieron ella y tres primos. Todos los demás murieron. A principios de diciembre de 2014 llegó a Mountain Cut, tambaleante por las náuseas y la pena, para vivir con otros tíos y primos en una amplia casa.
Cada vez que se sentía enferma, le entraba el pánico. En marzo regresó al colegio, temiendo que sus amigas le dieran de lado por haber tenido ébola, pero se llevó una grata sorpresa. «No me marginaron en absoluto», explica. Cada vez que se acuerda de cómo era todo antes de la epidemia de ébola, sus amigas intentan animarla. Salmatu entra en Facebook y WhatsApp para buscar chistes, solo para volver a reír, y cuanto más duerme, mejor se siente.

Ébola: a la caza del asesino
Fotografías

Asiste a un grupo de ayuda psicológica donde puede hablar de sus problemas. «Me gusta contar lo que me preocupa; me quito un peso de encima», dice. Cuando me entrevisté con ella, su mayor preocupación eran los exámenes finales. «Tienes que pasar página y concentrarte en el futuro. Debes ser feliz con lo que tienes». La asignatura favorita de Salmatu es historia; le gusta conocer lo que ha ocurrido en su país y aspira a ser periodista. Sale con un chico que acaba de terminar el instituto, pero no le permite que la presione para hacer nada que no desee. Quiere seguir cantando y yendo a la playa con sus amigas. A veces ir a clase le da una pereza infinita. («Me encanta dormir, es mi hobby», me confiesa con una sonrisa. Cuando de pequeña cogía una rabieta, su madre la ponía a dormir y se le pasaba). Pero entonces recuerda las metas que se ha marcado. Su madre murió por su familia. ¿Cómo no va ella a terminar los estudios y llevar una vida de la que su madre se habría enorgullecido?

Kadiatu Kamara, a quien todos llaman KK, nació en un pueblo costero llamado Bureh, a orillas del Atlántico. Es un torbellino de fuerza y energía, con un racimo de estrellas tatuadas en el cuello. Ha vivido aquí toda su vida; sus padres la criaron –junto con cuatro hermanos y una hermana– en esta compacta comunidad. Se ganaban la vida vendiendo carbón que recogían en la zona. Cuando su padre falleció siendo ella muy joven, las cosas se pusieron difíciles. Su madre, Baby, se vio muy apurada –como todavía se ve hoy– para ganar lo suficiente, y solo pudo permitirse costear los estudios de dos de sus hijos: KK y un hermano mayor.

KK tiene 19 años, es la benjamina de la familia y siempre ha tendido a buscar aquellos entornos en los que siente que encaja. Vive con su madre y otros familiares, así que anhela un espacio propio. Hace cuatro años se fundó en la playa un club de surf al que asistían muchos chicos de su pueblo, y a ella le apeteció ver cómo era. Solo había visto surfistas en las revistas que se dejaban en la playa los turistas extranjeros. Para KK el mar es un bálsamo. Cuando se mete en el agua, se siente más libre, más serena. «Cuando surfeo, es como si estuviese en otro país», dice. Al principio ni siquiera sabía nadar bien. Un día se le soltó la cuerda del tobillo y las olas se llevaron la tabla. Un compañero tuvo que ir a rescatarla porque se ahogaba.

KK es una de las pocas surferas de Sierra Leona. Conoce chicas que se quedaron en estado y dejaron los estudios o que acabaron con hombres que les doblan la edad, pero siempre ha sabido que no quiere eso para ella. Cuando en el colegio las advirtieron contra las relaciones sexuales prematuras, ella tomó nota. El surf la ayudó a no perder el norte.

«A algunas chicas sus madres no pueden pa­garles el colegio, así que van con los chicos para que ellos les den el dinero»

«A algunas chicas sus madres no pueden pa­garles el colegio, así que van con los chicos para que ellos les den el dinero, explica KK. A veces les cobran el favor en especias y las abandonan cuando se quedan embarazadas, por lo que las chicas acaban en la calle. A su madre jamás le ha sobrado el dinero, pero como KK es hábil y trabajadora, está ganando su propio dinero y nunca ha tenido que recurrir a ningún chico. Trabaja en la cocina del chiringuito de la playa y a veces vende galletas a los bañistas. Se levanta a las seis o siete de la mañana, surfea un poco si hay buenas olas y luego se va a clase. Está en el colegio toda la tarde hasta la noche, y cuando vuelve a casa estudia y hace la cena. KK ayuda a su madre dándole parte de lo que gana.

Un sábado por la tarde del pasado mes de julio la vi estirarse en la arena tórrida de Bureh Beach. Luego se levantó de un salto y se lanzó, intrépida, con la tabla de surf contra una ola espumosa en las aguas turquesas. Remó con los brazos, flotando boca abajo, aguardando con paciencia a que llegase otra ola alta. Los chicos se empeñaban en cabalgar olas flojas y se caían todo el rato. Un mu­chacho flaco se persignó antes de zambullirse. KK lanzó un grito de júbilo cuando la descabalgó una ola frustrada.

KK quiere fabricar sus propias tablas. Su meta es abrir una tienda para venderlas y tener una escuela de surf. «Quiero enseñar a otras chicas», me dice. Entre tanto, surfea varios días a la semana, sobre todo durante la estación lluviosa, cuando las olas llegan a alcanzar los dos metros de altura. KK está perfeccionando su técnica. Cree que si mejora lo bastante, podrá dedicarse profesionalmente a este deporte.

Le gustaría estudiar medicina o contabilidad, pero no sabe si tendrá suficiente nivel para entrar en la universidad. A veces los profesores no les enseñan nada, y ella tiene problemas con la lectura.

«Si me dedico al surf, a lo mejor algún día viene alguien al club, me ve y me escoge [para patrocinarme] –me dijo, llena de esperanza–. Y así podré mantener siempre a mi familia».

Fuente: https://www.nationalgeographic.com.es/mundo-ng/grandes-reportajes/los-peligros-nacer-nina-distintas-partes-del-mundo_11111/11

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Informe rojo: Niñas libres de violencia. Derecho a la educación, garantía de igualdad

Informe/17 Octubre 2018/Fuente: Entre culturas

Las historias de vida en riesgo y vulneración de derechos humanos de las niñas son demasiado graves. El mundo globalizado e interdependiente en el que vivimos nos exige abrir los ojos y poner el foco en la violencia que mina los derechos de las niñas para que se desarrollen libres y vivan en igualdad.

Partiendo de todo lo anterior, en este informe, Entreculturas analiza las relaciones entre el derecho a la educación y la violencia hacia las niñas como continuación y ampliación del análisis realizado en 2011 con el Informe “Las niñas a clase, una cuestión de justicia”.

Descargar aquí: https://www.entreculturas.org/sites/default/files/ninas_libres_de_violencia_v-onlinelinks.pdf

Fuente e imagen: https://www.entreculturas.org/es/publicaciones/informe-rojo-ninas-libres-de-violencia-derecho-la-educacion-garantia-de-igualdad

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Guatemala: 100 quetzales si nace niña, 200 quetzales si nace niño

Centro América/Guatemala/11 Octubre 2018/Fuente: El país

Las niñas de todo el mundo se enfrentan a una violencia estructural, en la que se entretejen pautas culturales, pobreza y falta de acceso en condiciones de igualdad a una educación contraria a la discriminación

“Yo lo veía en la comunidad. La comadrona cuando nace el niño se cobra 200 quetzales y si nace niña se cobra solo 100. Desde ese momento, desde el nacimiento de los niños, se ve esa desigualdad. Nos preguntamos muchas veces por qué pasa eso si la mujer siente el mismo dolor, el mismo sufrimiento de dar un niño que una niña”, cuenta Lucía Guadalupe Chivalán Castro, una mujer indígena de la comunidad de Santa Lucía en el departamento de Totonicapán, en Guatemala. Esta frase refleja muy bien cómo se gesta la desigualdad desde el nacimiento de las niñas.

En numerosos contextos en los que trabajamos, las comadronas ganan menos por ayudar a alumbrar a niñas que demasiado pronto comenzarán a enfrentar otras violencias. Las cifras son demoledoras. En el mundo, 240 millones de niñas están amenazadas por la violencia, 200 millones sufren mutilación genital, 130 millones son víctimas de violencia sexual y 12 millones son casadas anualmente antes de cumplir los 18 años.

Estos datos reflejan una realidad que no es anecdótica, que supone una violencia estructural. Un fenómeno complejo en el que se entretejen pautas culturales, fanatismos religiosos, pobreza extrema, déficit de protección en las políticas públicas y de garantía de derechos, falta de acceso en condiciones de igualdad a una educación contraria a la discriminación y la normalización del abuso.

Este 11 de octubre se celebra en todo el mundo el Día internacional de la Niña. Un momento para incrementar el trabajo permanente que multitud de organizaciones sociales, colectivos, mujeres, educadores de todo el mundo llevamos a cabo en pro de su bienestar. Un momento para recordar también que existen pequeños destellos de avance cuando se conjuga voluntad política, intervención social y suma de apoyos ciudadanos.

En el marco del conjunto de esfuerzos internacionales ligados a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), entre los años 2000 y 2015 se han logrado progresos y evidentes avances en el acceso de las niñas a la educación primaria y, en menor medida, a la secundaria. Globalmente, se han reducido las disparidades de género: un 8% más de países lograron la paridad en la educación primaria.

En este sentido, la educación desempeña un papel fundamental. Modelos educativos con perspectiva de protección e igualdad hacia las niñas pueden incrementar su autoestima y trabajar la prevención de la violencia desde la concienciación del entorno, las familias, las propias niñas y por supuesto, la educación de niños y hombres en valores opuestos a la violencia y los estereotipos machistas.

En nuestro reciente informe Niñas libres de violencia: derecho a la educación, garantía de igualdad, vemos como 15 millones de niñas en edad escolar nunca accederán a la escuela primaria, en comparación con 10 millones de niños. En el último informe del Banco Mundial, Oportunidades perdidas: El alto costo de no educar a las niñas, se llega a la conclusión de que cada año de educación secundaria se correlaciona con un aumento del 18% de la capacidad de obtención de ingresos de las niñas en el futuro. Además, la investigación revela que la educación de las niñas tiene un efecto multiplicador: las mujeres con mayor grado de educación por lo general son más sanas, participan más en el mercado de trabajo formal, obtienen mayores ingresos, tienen menos hijos, no se casan a temprana edad, y proporcionan mejor atención de salud y educación a sus hijos.

De igual forma, la educación puede desempeñar un papel definitivo en la participación de las niñas a la hora de buscar soluciones. Niños y niñas tienen la capacidad de relatar sus experiencias de sufrimiento y detectar incluso en la escuela cómo y dónde se gestan los mecanismos de reproducción de la injusticia.

En una reciente visita a Guatemala en la que realizamos un diagnóstico sobre la realidad de violencia contra las niñas, preguntamos a las propias niñas (muchas de las cuales sufrían graves abusos) cuál era su percepción sobre el origen de las situaciones de maltrato. Sus respuestas nos encaminaron a reconocer prácticas de discriminación temprana, aparentemente inofensivas, que comenzaban a sufrir desde muy niñas tales como el uso sistemático de apodos, las muestras de desprecio público de los adultos, la marginación en los lugares de juego o la reclusión en espacios domésticos y de cuidado.

Desde luego, la escuela también puede ser un lugar en el que experimentar la violencia y consolidar la agresión pero, al mismo tiempo, puede suponer un lugar privilegiado para la transformación de estas realidades. Un espacio de aprendizaje que ayude a despertar la conciencia de niños, niñas y de los adultos.

Para ello, las organizaciones debemos estar comprometidas con el “hacer“, pero también debemos estar preparadas para escuchar y advertir las soluciones que los propios niños y niñas quieran indicarnos. Construir propuestas para que puedan expresarse sin miedo, con libertad, con autoestima y estima por los demás, cuidar y proteger a una infancia que en el futuro, no puedan ni imaginar que hubo un tiempo en el que se pagaba menos por alumbrar a una niña.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/10/10/planeta_futuro/1539190309_809411.html

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Una de cada diez niñas en África subsahariana falta a la escuela durante su período menstrual

Africa/Africa Subhariana/GemReport

En países de todo el mundo, la higiene menstrual y las instalaciones de saneamiento inadecuadas están causando que las niñas pierdan clases. En toda África, un estudio de 2016 de Human Rights Watch estimó que una de cada diez niñas africanas faltó a la escuela durante la menstruación. Sin embargo, muchos países de la región todavía no están haciendo lo suficiente para abordar el problema, con una clara falta de esfuerzo para proporcionar inodoros de un solo sexo. Con la inscripción tardía, muchas niñas llegan al final de la escuela primaria hasta bien entrada la pubertad. Sin embargo, nuestra última revisión de género descubrió que solo 9 de los 44 países con datos contaban con instalaciones de un solo sexo en más del 75% de las escuelas primarias.En Benin y las Comoras, solo el 4% de las escuelas proporcionó acceso a inodoros de un solo sexo.

DIGNIDAD

En algunos casos, la historia llega a las noticias, con historias devastadoras de niños que caen en letrinas de pozo en Sudáfrica , escuelas cerradas por falta de higiene en Uganda o estudiantes avergonzados por sus maestros por menstruar en India .

Un simple cambio obvio podría implicar el suministro de productos gratuitos de higiene menstrual como planea hacer Nueva York . Esta idea también está siendo implementada por el gobierno de AAP en Nueva Delhi y el esquema ShePad en Kerala, que abarca 300 escuelas. Desde 2011, el gobierno de Kenia también ha estado presupuestando alrededor de $ 3 millones por año para distribuir compresas sanitarias gratuitas en escuelas de comunidades de bajos ingresos. En el Reino Unido, las protestas sobre la «pobreza de período » comenzaron a fines del año pasado cuando surgieron informes de niñas en Leeds que faltaban a la escuela porque no podían pagar los productos de higiene menstrual.

Algunas formas de rendición de cuentas pueden ayudar a garantizar que se proporcionen instalaciones adecuadas de saneamiento. Por ejemplo, las regulaciones que requieren instalaciones sanitarias separadas para niños y niñas pueden ayudar.Sin embargo, un análisis de las regulaciones en 71 sistemas educativos por el Informe GEM 2017/8 mostró que solo el 61% de ellos requirió instalaciones separadas por sexo en las escuelas públicas y el 66% en las escuelas privadas. Se debe hacer mucho más para avanzar en la igualdad a fin de garantizar a las niñas la dignidad que merecen.

reglamentos escolares

Sin embargo, incluso las regulaciones por sí solas no son suficientes para garantizar que haya instalaciones disponibles. Aunque las instalaciones de saneamiento están incluidas en las leyes de Bangladesh, una encuesta reveló que el 41% de las niñas de entre 11 y 17 años faltaban tres días de escuela por mes debido a la falta de atención sanitaria adecuada, incluida la falta de cubos de basura, jabón y agua. Mientras tanto, Human Rights Watch también descubrió que las niñas en Haití se iban a casa a cambiar los materiales que usaban para manejar su menstruación, lo que les hacía perder la escuela.

Las inspecciones escolares pueden ayudar a asegurar que las escuelas cumplan con las regulaciones. Sin embargo, las inspecciones no siempre consideran los problemas de género como fue el caso en Bangladesh, por ejemplo, donde las instalaciones de saneamiento separadas por sexo solo se evalúan ocasionalmente.

Se consideró esperar hasta mayo 28 º para poner en marcha este blog, que es el  Día de la Higiene menstrual, pero los períodos vienen una vez al mes, no una vez al año. El hecho de que se invisibilice  la menstruación es lo que le permite seguir siendo una barrera para los derechos de las niñas, incluida la educación.

Fuente: https://gemreportunesco.wordpress.com/2018/04/24/one-in-ten-girls-in-sub-saharan-africa-miss-school-during-their-period/

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24 estudiantes envenenadas y 30 centros educativos cerrados en Afganistán

Asia/Afganistán/05 Abril 2018/Fuente: el diario la Educación

La investigación todavía intenta conocer las causas del ataque. Todo el mismo día que los talibanes cerraron 30 centros educativos en el centro del país.

Las jóvenes, de la Escuela Central de Lashkar Gah, fueron envenenadas el lunes por la mañana. La escuela se encuentra en la provincia de Helmand, según Europa Press, una de las zonas más controladas por los talibanes.

La investigación de las cuasas del envenenamiento siguen en curso  y todavía no se ha pronunciado ningún responsable ante la posibilidad de que haya sido un ataque perpetrado por los talibanes, grupo que está en contra de la escolarización de las niñas.

“Todas las niñas envenenadas son estudiantes de 11º grado en la Escuela Central Femenina en Lashkar Gah”, según las declaraciones del Omer Sawak, portavoz del gobernador del estado de Helmand, recogidas por Ariana News.

Esto ocurría el mismo día que los propios talibanes decretaban el cierre de 30 centros educativos en el distrito de Charj, según informaba Europa Press. Se trata de 10 institutos y 20 escuelas primarias. un cierre de escuelas sobre el que no se han pronunciado ni los talibanes ni tampoco las autoridades gubernamentales.

Según la agencia de noticias las estimaciones de Naciones Unidas son que unos 3,5 millones de niños están sin escolarizar en el país centroasiático. Afganistán tiene unos 17.500 centros educativos, si bien en 2017 había 1.075 escuelas cerradas por la violencia y la inestabilidad.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/04/03/24-estudiantes-envenenadas-en-afganistan/

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ONU acoge con beneplácito liberación de niñas secuestradas en Nigeria

22 Marzo 2018/ONU
El secretario general de la ONU, António Guterres, acogió hoy con beneplácito la liberación de 110 niñas secuestradas en el noroeste de Nigeria, pero llamó la atención sobre el fatal destino de otras tantas.
Por medio de un comunicado, el diplomático portugués llamó a devolver la libertad a todas las personas que son retenidas en contra de su voluntad.

También demandó la liberación inmediata e incondicional de las niñas que siguen desaparecidas tras el ataque a una escuela nigeriana el pasado 19 de febrero, así como a garantizarles el retorno seguro a sus familias y hogares.

Guterres instó a las autoridades de Nigeria a llevar rápidamente a los responsables del secuestro ante la justicia.

Las menores de edad recién liberadas fueron raptadas por presuntos insurgentes de la organización terrorista Boko Haram durante un ataque contra una institución educativa en la localidad de Dapchi, del estado de Yobe, el mes anterior.

Según la oficina de la representante especial del secretario general de la ONU para la cuestión de los niños y los conflictos armados, Virginia Gamba, las escuelas del noreste de Nigeria resultan las más afectadas por los ataques, los cuales ocurren a un ritmo alarmante.

Unos mil 400 centros escolares de ese territorio han sido destruidos desde el 2009, cuando comenzaron las acciones insurgentes.

De acuerdo con Gamba, por abrumadora mayoría las agresiones se centran en el secuestro, el reclutamiento forzoso, el asesinato y la mutilación. De tal manera, inocentes niñas nigerianas terminan sometidas a los abusos sexuales por el único ‘delito’ de ser mujeres y soñar con una educación, lamentó.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=162074&SEO=onu-acoge-con-beneplacito-liberacion-de-ninas-secuestradas-en-nigeria
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Primer ministro de Canadá aboga por defender derechos de las niñas

América del norte/Canadá/14 Octubre 2017/Fuente: Prensa Latina

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, destacó hoy la necesidad de redoblar esfuerzos para que los derechos de las niñas sean respetados y protegidos en todo el mundo.
Todavía demasiadas niñas son víctimas de violencia sexual y de género, mientras luchan por obtener educación, atención de salud y oportunidades económicas equitativas, dijo por medio de un comunicado oficial el mandatario, quien se encuentra ahora de visita en Estados Unidos.

Al celebrarse en esta fecha el Día Internacional de la Niña, Trudeau hizo un llamado de atención sobre la importancia del empoderamiento femenino, empezando desde las edades más tempranas.

Ellas tienen el derecho de vivir, aprender y trabajar sin miedo de la discriminación o la violencia, por ello todos debemos esforzarnos en romper las barreras que enfrentan para hacer oír su voz, expresó.

Las niñas en Canadá y en todo el mundo están construyendo un futuro mejor con su participación en la economía y la sociedad en general, destacó el dignatario por medio del comunicado.

Canadá destina importantes inversiones para la atención a la primera infancia, en servicios de salud, empleo y capacitación que benefician a las niñas. Además, alentamos el liderazgo de las mujeres jóvenes, detalló el primer ministro.

Promover los derechos de las niñas es una prioridad para este gobierno y también en la proyección internacional gracias a la Política de Asistencia Internacional Feminista de Canadá, añadió.

El Día Internacional de la Niña fue instaurado en 2011 por la Asamblea General de las Naciones Unidos con el fin de ‘reconocer los derechos de las niñas y los problemas excepcionales que confrontan en todo el mundo’.

Este año marca el comienzo de un periodo de trabajo dedicado a abordar los desafíos que enfrentan las niñas antes, durante y después de las crisis.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=122957&SEO=primer-ministro-de-canada-aboga-por-defender-derechos-de-las-ninas
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