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Políticas efectivas de desarrollo infantil

Por: Luis Bonilla-Molina.

 

Una de las prioridades de las reformas educativas en marcha en América latina y el Caribe es la educación inicial (maternal y preescolar). Para poder contar con una base mínima que permita la implementación de reformas estructurales en el sector se requieren políticas efectivas de desarrollo infantil.

Estas iniciativas no son neutras, sino que tenemos que valorarlas en el marco de la reestructuración económica, política y social en curso para la tercera década del siglo XXI. Ciertamente hay mucho discurso panfletario que se opone a las iniciativas de los organismos internacionales sin estudiarlas previamente. Por otro lado, conocemos de una sobrevaloración de las propuestas de cambio educativo provenientes de las bancas de desarrollo y los organismos multilaterales, como si estas estuvieran desprovistas de intencionalidad. En consecuencia, pareciera urgente encontrar un punto intermedio, que permita de manera objetiva analizar el cambio en marcha; ello no significa de manera alguna esconderse detrás de una supuesta neutralidad, sino apelar a la rigurosidad en los análisis y a la ruptura con los pre-juicios.

Toda política pública en materia educativa que se pretenda implementar hoy, en la mayoría de los casos está atada a las definiciones, metas e indicadores de los Objetivos de desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas y, muy especialmente al ODS4. Desde EEUU, Rusia, China, México, Panamá, Venezuela, hasta naciones con una posición diferenciada del resto de países de la región como Venezuela, Bolivia o Cuba, han suscrito los ODS, por lo cual toda política pública está llamada a armonizar y encuadrar en su marco consensuado. No se trata de asumir acríticamente sus enunciados, sino de subrayar el carril en el cual decidieron estos países construir las definiciones nacionales en diecisiete aspectos claves de las políticas públicas.

El ODS4 se denomina de calidad educativa y aunque su definición real nos siga siendo esquiva, este es el lugar de enunciación desde el cual organismos como el Banco interamericano de Desarrollo formulan sus iniciativas en materia de políticas efectivas para el desarrollo infantil. Precisamente el BID acaba de lanzar un curso en línea sobre esta materia el cual he decidido hacer para estudiar en profundidad los contenidos de las propuestas que formula este importante organismo financiero regional. En próximos artículos iré socializando con mis lectores las reflexiones que se deriven del abordaje de los cinco módulos previstos: 1) Bases del DIT (desarrollo infantil temprano); 2) Familias y comunidad en DI, 3) Sistemas y políticas de Promoción de DIT; 4) diseño de políticas y programas de DIT, y 5) Evaluación de Políticas y Programas en DIT. Felicito la iniciativa y espero construir un análisis al respecto, que sea coherente con la perspectiva de las pedagogías críticas.

Fuente del artículo: https://luisbonillamolina.wordpress.com/2019/04/12/politicas-efectivas-de-desarrollo-infantil/

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Estancias infantiles, guarderías o abuelitos

Por: Eduardo Backhoff

En estos días se está discutiendo en la Cámara de Diputados la propuesta educativa del secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán. Entre las muchas ausencias de esta iniciativa destaco, por ahora, la eliminación de los programas de educación inicial. Simplemente lo borran de sus prioridades, en cambio anuncian con “bombos y platillos” la creación de 100 nuevos centros universitarios. Se les olvida, o posiblemente no lo saben, que en los primeros años de vida de un infante se desarrollan el lenguaje y las habilidades de comunicación, el razonamiento numérico, así como diversas capacidades cognitivas necesarias para conocerse a sí mismo y al mundo que los rodea.

La pobre concepción que se tiene de esta etapa de desarrollo del individuo hace que las autoridades del gobierno se refieran a ellas como guarderías o estancias infantiles, nombres que hacen alusión a lugares donde se dejan, se cuidan, se vigilan y se entretienen a los infantes. Bajo esta concepción se puede entender la gran torpeza del secretario de Hacienda de proponer que los abuelitos sean quienes pueden cuidar a sus nietos. Si solo se tratara de cuidar y vigilar a niños,  seguramente, no sería tan escandalosa tal idea. Sin embargo, éste no es el caso. La investigación sobre desarrollo infantil apunta en el sentido de que son los tres primeros años de vida los que pueden hacer la diferencia entre un infante que tenga éxito en la escuela de aquel que sufrirá un rezago que le impedirá alcanzar escolarmente al resto de sus compañeros.

Es sabido que los niños desarrollan el lenguaje durante los primeros 30 meses de vida, que adquieren las habilidades previas para la lectura (readiness) de los 2.5 a los cinco años, que aprenden-a-leer (learning to read) de los seis a los ocho años y que desarrollan la habilidad de leer-para-aprender” (reading to learn) de los nueve a los once años. Es común que, en las clases sociales más privilegiadas, esta cronología del aprendizaje y dominio del lenguaje se dé de forma muy natural y fluida. Por el contrario, generalmente, en las clases más desprotegidas, donde en las familias prevalece el analfabetismo y la baja escolaridad (ej.: zonas indígenas, campos migrantes agrícolas, áreas rurales y de alta marginación), los niños se retrasan considerablemente en la adquisición y dominio del lenguaje. Así, desde muy temprana edad se producen brechas en el dominio del lenguaje oral y escrito que, con el paso del tiempo, se van abriendo.

Ésta es la razón principal por la cual los niños que se desarrollan con severas carencias materiales y lingüísticas no logran aprender lo mismo que aquellos que gozan de buenas condiciones para el desarrollo infantil. Lo anterior está muy bien documentado en las evaluaciones de aprendizaje nacionales e internacionales, las que siempre muestran el mismo patrón de resultados: a mejores condiciones de crianza, mejores aprendizajes. Sin embargo, es posible revertir este efecto perverso del contexto social en que vive un niño pobre, siempre que el infante tenga la oportunidad, desde muy pequeño, de ser expuesto a un medio rico, en cantidad y calidad de interacciones lingüísticas y sociales. El proyecto norteamericano que documenta lo anterior se conoce como Head Start. Los niños tienen un mejor progreso si ingresan al preescolar con un lenguaje fuertemente desarrollado y con diversas destrezas de comunicación. Como ya se dijo, la regla general es que el desarrollo del lenguaje depende del grado de exposición que tengan los niños a un lenguaje abundante, rico y diverso. Un buen desarrollo del lenguaje a temprana edad permite que los niños puedan desarrollar: un conocimiento general de sí mismos y del medio que los rodea; habilidades sociales, comportamientos adecuados para el aprendizaje; así como una variedad de destrezas cognitivas. La habilidad de leer es fundamental para que el niño tenga éxito en la escuela y, a n de cuentas, a lo largo de toda la vida. La transición más crítica se da en las etapas de aprender-a-leer a leer-para-aprender. Esta transición se da en la mayoría de los estudiantes entre los 8 y 9 años de edad, lo que usualmente suele ocurrir al término del tercer grado de primaria.

Los escolares que no logran esta transición a tiempo se rezagan enormemente del resto de sus compañeros, a tal grado que la diferencia en la habilidad para comprender textos puede ser hasta de seis grados escolares para los estudiantes que terminan el tercer grado de secundaria. Es decir, estudiantes que al terminar la educación básica tengan una habilidad de comprensión lectora de un alumno de cuarto grado de primaria. La idea de terminar el programa de estancias infantiles para darles el recurso a los abuelitos para que alimenten y cuiden a sus nietos es una ocurrencia decimonónica, que muestra una gran ignorancia del gobierno en turno sobre el desarrollo intelectual y lingüístico de los niños. No se trata de invertir en guarderías o en estancias infantiles, sino en verdaderos centros de desarrollo infantil, con personal especializado que ayude a compensar las carencias cognitivas y de lenguaje que los niños más pobres padecen en su hogar. De no hacerlo, estos niños estarán destinados al fracaso escolar y, como lo documentó Gilberto Guevara Niebla, abonarán para que sigamos siendo un país de reprobados.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/estancias-infantiles-guarderias-o-abuelitos/

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Los niños digitales

Por: Eduardo Andere

Hace unos siete años la Academia Americana de Pediatría (AAP) recomendaba “cero tiempo” frente a las pantallas digitales para bebés de dos años o menos de edad. En octubre de 2016 la AAP modificó su posición, no tanto porque ahora piense que el uso de los artilugios electrónicos sea sano, sino porque la realidad es que los niños del siglo XXI crecen en un entorno digital. Dada esa realidad, ¿qué es lo recomendable? Según la AAP “los pequeños menores de dos años aprenden y crecen mejor cuando interactúan y juegan con sus padres, hermanos, cuidadores y otros niños y adultos”.

De ahí se deriva que es mejor, si hay opción, no usar los artilugios. Si de plano se utilizan los artilugios, en ese rango de edad, el uso “debería ser muy limitado y solamente cuando un adulto está cerca para co-ver, hablar y enseñar”. Para bebés entre 18 y 24 meses de edad, y dado que los papás “quieran introducir los medios digitales” debe seleccionarse programación de alta calidad y usar los medios junto con los padres; nunca solos.

Finalmente, la AAP sugiere para pequeños entre dos y cinco años, no más de una hora por día de exposición con medios interactivos, no violentos, educacionales y prosociales, y siempre que los papás encuentren otras actividades para sus pequeños. La AAP está en lo correcto. De manera creciente surgen noticias que listan a ejecutivos y desarrolladores de programas y videojuegos que son más estrictos que la AAP y de plano prohíben el uso de los teléfonos para sus pequeños. El NYT publicó, en octubre pasado, una columna con un fuerte título: “Un consenso oscuro acerca de las pantallas y los niños empieza a surgir en Silicon Valley”. ¿Qué sucede? ¿Por qué algo tan revolucionario, como el iPhone (y artilugios similares) está tan cuestionado por las ciencias del aprendizaje y de las emociones?

La oposición no es contra los artilugios per se. La oposición se finca en su uso. ¿Cómo y cuánto tiempo se usa? ¿Qué otras actividades se dejan de hacer por el uso de los artilugios? Son las preguntas adecuadas. Hoy sabemos gracias a dichas ciencias que los niños aprenden mejor, el mismo contenido, cuando es enseñado por un ser humano presencial que por una pantalla. Sabemos que los niños han dejado de realizar actividades esenciales para su desarrollo mental y físico por estar más tiempo pegados a la pantalla. Ahora juegan, exploran e interactúan menos con otros seres humanos. Entre menos jugamos, exploramos e interactuamos, menos permitimos el crecimiento de redes neuronales intrínsecas que nos harán más estables emocionalmente, más sociales, más lectores y más creativos.

El tiempo que los niños, y sobre todo los jóvenes, dedican a las pantallas es mucho mayor que el que duermen. Además, debemos recordar que los artilugios y sus programas están diseñados para explotar la ansiedad de todos nosotros –porque cada notificación del teléfono equivale a un ruido extraño en la selva–. El cerebro automáticamente responde a la distracción y deja de concentrarse en la actividad profunda que implica la lectura, el estudio, el pensamiento crítico o la creatividad.

También sabemos que los jóvenes que están menos tiempo frente a las pantallas reportan ser más felices. Dichas ciencias, junto con la de los hábitos (lo que hacemos con frecuencia se incrusta en el cerebro como patrón o red neuronal), cambiarán, por completo, las formas en las que criamos y educamos a los niños, en las que resolvemos los problemas de depresión, soledad, angustia, rencor y tristeza y las formas en la que enseñamos valores y formamos a los líderes del mañana. Una manera de resolver el dilema entre la marcha tecnológica y el aprendizaje es que los medios y artilugios digitales deben ser vistos como complemento a la interacción humana real, presencial, de carne y hueso, pero nunca como sustituto.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-ninos-digitales/

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Canadá: Un nuevo estudio asocia el uso de pantallas con un peor desarrollo de los niños

Los que más tiempo las consumen a los dos y tres años menos capacidades alcanzan con tres y cinco

«Los padres pueden pensar en las pantallas como si les dieran comida basura a sus hijos: en pequeñas dosis no es tan malo, pero con exceso tiene consecuencias», afirma la psicóloga Sheri Madigan. Hoy se ha hecho público su último estudio, en el que se empezó a trabajar hace una década, reclutando a embarazadas dispuestas a que se analizara el desarrollo de sus futuros bebés. En concreto, cómo les afectaría el tiempo que pasan delante de pantallas: televisión, ordenadores, videojuegos, tabletas, móviles… «Este estudio muestra que, con exceso, el tiempo frente a la pantalla puede tener consecuencias para el desarrollo de los niños», resume Madigan, investigadora de la Universidad de Calgary. Además, esta relación podría tener un componente socioeconómico.

El estudio, que siguió a 2.400 niños canadienses, mostró que cuanto mayor era el tiempo pasado delante de pantallas a los dos y tres años, peor era el desempeño de estos críos a los tres y cinco años, cuando se les realizaba un test de desarrollo. Este examen analiza su progreso en cinco dominios clave: comunicación, habilidades motoras (gruesas y finas), resolución de problemas y habilidades sociales. «Para medir la comunicación en un niño de tres años, por ejemplo, preguntamos si un niño puede formar una oración de cuatro palabras o identificar las partes más comunes del cuerpo», explica Madigan. Y añade otros ejemplos, de las 30 pruebas realizadas: «Para las habilidades motoras, observamos si un niño puede ponerse a la pata coja o poner cuentas en una cuerda». Las diferencias dependiendo del uso de estos aparatos eran modestas pero significativas a lo largo de las tres oleadas del estudio, según la psicóloga, que dirige el laboratorio especializado en estudiar los determinantes del desarrollo infantil de la universidad canadiense. Entre los niños estudiados, el pico de uso de pantallas se dio a los tres años, antes de escolarizarse, con 25 horas semanas de media.

El estudio expone que el desarrollo infantil se despliega rápidamente en los primeros cinco años de vida, por lo que es un período crítico de crecimiento y maduración. Y el mecanismo por el que estos aparatos lastran ese despliegue es sencillo: «Cuando los niños pequeños están observando pantallas, pueden perder oportunidades importantes para practicar y dominar las habilidades interpersonales, motoras y de comunicación», explica el estudio. Por ejemplo, cuando están ante la pantalla sin un componente interactivo o físico se hacen más sedentarios y, por lo tanto, no practican habilidades como caminar y correr, que a su vez retrasan el desarrollo en este campo. Las pantallas también pueden interrumpir las interacciones con sus padres y su entorno al limitar las oportunidades de intercambios sociales verbales y no verbales, que son esenciales para fomentar un crecimiento óptimo, según este trabajo.

Los dispositivos digitales y las pantallas son ahora omnipresentes en las vidas de los niños y en los últimos años varios estudios han encontrado asociaciones negativas con el excesivo tiempo de ocio que les dedican, explican los autores de este estudio, que se publica en JAMA Pediatrics (de la Asociación de Médicos de EE UU). Por ejemplo, ya se sabía que el abuso de la tele hace que el habla avance más lentamente entre los más pequeños. Que las pantallas perjudican el sueñode los menores en una etapa crucial. Y que incluso en críos más mayores, alrededor de los diez años, también parecen lastrar su desarrollo cognitivo.

Lo que querían descubrir los científicos canadienses liderados por Madigan es si esta correlación era causal: si son los niños peor desarrollados los que pasan más tiempo ante la pantalla o si pasar más tiempo así es lo que lastra el desarrollo. «Los resultados de este estudio apoyan por primera vez la asociación direccional entre el tiempo de pantalla y el desarrollo infantil», concluyen en el estudio. «Cuando un niño en particular mira demasiado las pantallas, termina teniendo un desarrollo peor en comparación con lo que esperábamos que hiciera», añade la investigadora.

Hace cuatro meses, un estudio comparó el desempeño intelectual de 4.500 niños estadounidenses de entre ocho y 11 años en función de si pasaban más o menos de dos horas de ocio ante pantallas. Y cuanto mayor era el uso de aparatos, peor completaban las pruebas. Pero los científicos no podían asegurar con firmeza que la correlación implicara que ese era el origen: «No podemos establecer causalidad en nuestro estudio», admitía entonces a EL PAÍS su investigador principal Jeremy Walsh. Ahora, consultado de nuevo con motivo de este estudio, Walsh considera que «los hallazgos de este estudio son importantes porque proporcionan una dirección desde el punto de vista de la relación entre el tiempo de pantalla y el desarrollo del niño en los primeros años de vida». «Los resultados sugieren que los niveles más altos de exposición se asocian con un desarrollo más deficiente, y no al revés», resume.

Importancia socioeconómica

Los investigadores del presente estudio controlaron los efectos en función de distintas variables, como el sexo del menor o las condiciones de la madre. Las niñas obtenían mejores resultados en los test y pasaban menos tiempo con pantallas. Los preescolares que recibían más lecturas, que hacían más ejercicio, que dormían más o que tenían madres con menores niveles de depresión también tenían mejor rendimiento. Pero al controlar los datos por todos estos factores, incluidos los ingresos familiares, el resultado seguía siendo el mismo: a más pantalla, peor desarrollo.

«Creo que atraviesa a todos los estratos socioeconómicos, porque vivimos en un mundo saturado de medios», asegura Madigan. No obstante, hay un problema evidente: los menores más pobres pasan más tiempo con estos dispositivos, por lo que esta relación les perjudicaría más a ellos. «Los niños de contextos socioeconómicos comparativamente más bajos pasan mayores niveles de tiempo mirando pantallas y obtienen puntuaciones más bajas en el cuestionario de desarrollo, en comparación con aquellos con una mejor situación económica», señala Madigan.

Una de las principales limitaciones de este estudio, como sus precedentes, es que no se hace ningún tipo de distinción por aparato, contexto o tipo de contenido. Es decir, una hora a solas ante la tableta viendo vídeos online en bucle cuenta igual que una hora viendo un programa interactivo de baile junto a su madre. Para Madigan es probable que cuando se analicen estos detalles aparezcan diferencias mucho más significativas. De este modo, quizá podríamos saber en detalle cuáles son los hábitos realmente nocivos para los pequeños y cuáles completamente inocuos, aunque se hagan mirando a una pantalla igualmente. La Academia de Pediatría de EE UU recomienda limitar el uso de todos estos medios porque «puede significar que los niños no tienen suficiente tiempo durante el día para jugar, estudiar, hablar o dormir». La Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria defiende que «los niños menores de dos años no deben ver televisión».

Imagen: https://ep01.epimg.net/tecnologia/imagenes/2019/01/27/actualidad/1548622827_861352_1548624778_noticia_normal_recorte1.jpg

Fuente: https://elpais.com/tecnologia/2019/01/27/actualidad/1548622827_861352.html

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Desarrollo infantil: del gen a la creatividad

Por: Eduardo Andere

No siempre tenemos una respuesta para todo. Quizá en educación nunca sepamos con certeza las causas concretas y ubicuas relacionadas con el aprendizaje. Quizá la naturaleza humana y su cerebro sean tan complejos y aleatorios que nunca descifremos su funcionamiento causal. Además, si el cerebro es complejo, la mente, y sobre todo la consciencia, son complicadas. ¿Son la incertidumbre, el caos y el azar donde navega el cerebro humano negativos? No, en absoluto.

      El ser humano es producto de una intrincada y persistente evolución que le ha dado características muy específicas para sobrevivir y crecer. Existe evidencia de que a través de los años la inteligencia media, medida como Coeficiente Intelectual, ha aumentado. También es un hecho que los avances en la ciencia y la tecnología han permitido al ser humano eliminar o superar muchas enfermedades, comunicarse más eficientemente y aumentar la esperanza de vida promedio de la humanidad. Al mismo tiempo el avance en las ciencias sociales le ha permitido a la humanidad superar hábitos negativos, dañinos o antitéticos en diversas civilizaciones. Mal que bien, ahora existen instituciones en todas partes del mundo, tanto nacionales como globales, que defienden los derechos humanos, promueven la justicia, la generosidad, la colaboración; luchan contra la pobreza, apoyan el desarrollo ecológico, etc.

Sin embargo, el mismo ser humano que es capaz de descifrar su genoma y de hurgar el universo, de observar el funcionamiento de las neuronas, de crear obras de arte como las de Da Vinci, Miguel Angel, Van Gogh, Cézanne, Monet, Kandinsky, Pollock, Hockney, Gallen-Kallela, Rivera, etc., y producir fascinaciones clásicas como Bach, Beethoven, Mozart, Mahler, Sibelius, etc., es el mismo que oprime, mata, destruye, tiraniza, abusa.

¿Qué hace al ser humano maravilloso? Su capacidad de ser creativo. De producir cosas nuevas, de ser diferente, de crecer sin límite. Y ¿cómo se logra eso? Esa es la gran pregunta de los filósofos de la educación, de los pedagogos, de los psicólogos del desarrollo y, ahora, más recientemente, de los neuroeducadores.

¿Cómo se fomenta la creatividad? Bueno, la creatividad es, como otros rasgos humanos, una capacidad. Está ahí en los genes, pero para convertirse en realidad necesita transformarse en habilidad. Y esta habilidad se aprende. Entonces, ¿en qué consiste la habilidad de la creatividad? ¿Cómo se hace uno creativo? Bueno, es fácil de contestar, difícil de practicar. Primero, siguiendo los pasos naturales del desarrollo de los niños y jóvenes, un poco al estilo Jean Piaget (desarrollo biológico) pero mejor aún, Lev Vygotsky, (desarrollo asistido). Siempre sin apresurar al bebé y sin convertir a los hijos en un proyecto de los padres.

Más bien, como sostiene la psicóloga del desarrollo infantil, Alison Gopnik, y en parafraseo, mediante la procuración de las condiciones (contexto, situaciones e interacciones) para que los bebés, niños y jóvenes, crezcan y florezcan con la diversidad, la imprevisibilidad y la belleza de un jardín y, no tanto, para que crezcan con la predeterminación de un mueble, que por más útil y bello que parezca, es diseñado, construido y mantenido con precisión por su carpintero.

Finalmente, ¿cómo, además de hacerse uno creativo, se hace uno también decente, civilizado, generoso y sabio? Con buena crianza y buena escuela.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/desarrollo-infantil-del-gen-a-la-creatividad/

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Investigadores aplican un método que permite predecir problemas de aprendizaje en niños muy prematuros

Reseña

Un equipo multidisciplinar de investigadores de la Universidad de Almería, el Hospital Virgen del Mar y el Complejo Hospitalario Torrecárdenas ha aplicado un método que permite predecir si los niños muy prematuros tendrán problemas de aprendizaje al inicio de la edad escolar tras calcular un índice de riesgo en los primeros días de vida. El test aplicado, hasta ahora meramente informativo, permitiría hacer un seguimiento exhaustivo desde las Unidades de Desarrollo Infantil y Atención Temprana con el que evitar a tiempo la aparición de posibles dificultades en la adquisición de conocimientos, según ha explicado la Fundación Descubre en una nota.

Este cuestionario, denominado índice de riesgo perinatal (PERI), se utiliza en hospitales para recoger toda la información de riesgos biológicos relacionada con el nacimiento de niños antes de su fecha prevista y clasifica el nivel de riesgo en bajo, medio y alto. Mide 18 factores significativos para los facultativos en los primeros días de vida del bebé y hasta el alta hospitalaria.

La novedad del método propuesto por los expertos radica en relacionar ese test con la aparición de dificultades en el aprendizaje. Así lo detallan los investigadores en el estudio titulado ‘Neuropsychological assessment and perinatal risk: A study amongst very premature born 4- and 5-year old children’ y publicado en la revista Research in Developmental Disabilities.

Los resultados evidencian que los niños muy prematuros son más susceptibles de padecer dificultades en los procesos cognitivos cerebrales. Según estudios previos, los niños muy prematuros son aquellos nacidos hasta la 32 semana de gestación o 1.500 gramos de peso -o ambas-, es decir, entre los seis y siete meses de embarazo.

Esta investigación también apunta a que la aplicación del índice de riesgo perinatal como medida predictiva de los problemas de percepción visual permitiría hacer un seguimiento exhaustivo desde las Unidades de Desarrollo Infantil y Atención Temprana, contribuyendo de tal forma a la adquisición de la lectoescritura de forma adecuada y facilitando el aprendizaje desde los primeros años de la escolarización.

En este sentido, los investigadores inciden en la necesidad de implantar esta herramienta predictiva para actuar en edades tempranas y prevenir así la aparición de deficiencias evitables. «Habitualmente, los niños muy prematuros suelen presentar dificultades motoras perceptibles por cualquier especialista, pero las habilidades cognitivas no suelen identificarse fácilmente. Aunque ambas están ligadas a un desarrollo más lento, en el caso de las funciones relacionadas con el aprendizaje, se puede predecir el riesgo de sufrir alguna de ellas», aclara la investigadora de la Universidad de Almería María del Mar Sánchez Joya, responsable de este estudio.

TEST DE RIESGO

En este trabajo, financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y en el que han participado psicólogos, médicos, fisioterapeutas y enfermeros, los investigadores comenzaron recabando la información necesaria de la historia clínica para cumplimentar el test de riesgos previo al alta hospitalaria del bebé prematuro y obtener un índice de riesgo.

Este cuestionario recoge datos como el número de semanas con las que nació, si padeció crisis convulsivas o cualquier otro tipo de anomalías, como episodios de infección tras el parto, lesiones o daños que afecten a las estructuras del sistema nervioso central y perturben los procesos cognitivos, psicológicos, emocionales y del comportamiento humano.

Después realizaron una evaluación detallada del desarrollo cognitivo de cada uno de los 54 niños participantes en el estudio para su posterior comparación. Un grupo lo formaban 27 niños muy prematuros con edades entre 4 y 5 años y el otro, 27 pequeños de la misma edad nacidos a término.

«El objetivo de estas pruebas, además de mostrar el perfil de desarrollo neuropsicológico de los niños prematuros, radica en comprobar la validez del índice de riesgo perinatal como un método de alerta, determinando si existe una correlación entre los problemas derivados del nacimiento y el rendimiento en pruebas neuropsicológicas en niños nacidos antes de lo previsto», ha asegurado Sánchez Joya.

Para ello, evaluaron funciones cognitivas como la atención, la memoria, el lenguaje, la percepción visual y la estructuración espacial.  «En niños prematuros sin ninguna discapacidad o sin que presenten signos de daño cerebral, los aspectos relacionados con su desarrollo neuropsicológico estaban poco estudiados. Suelen hacerse seguimientos en sus primeros años de vida porque se aprecian retrasos o enlentecimientos del desarrollo motor, pero las pequeñas deficiencias a nivel del desarrollo intelectual es un ámbito poco explorado por la neurociencia en España», ha apuntado esta investigadora.

En concreto, realizaron una treintena de pruebas a todos los niños durante dos sesiones de una hora de duración. «En ellas, registramos una valoración completa de los dominios cognitivos frente a otros estudios que sólo medían el índice de inteligencia», señala Sánchez Joya.

PRUEBAS DE ARITMÉTICA Y LENGUAJE

Entre todas las actividades, que se presentan como juegos, destacaron pruebas ejecutivas de aritmética y palabras opuestas, de lenguaje, de memoria oral y visual, de atención, así como pequeños test para valorar la percepción visual, de diferentes baterías muy utilizadas por los neuropsicólogos de todo el mundo. Para ello en una de las pruebas, se mostró una figura con formas geométricas a los niños y se les pidió que dibujaran lo que veían y también se les planteó que volvieran a dibujarla sin tenerla presente a los 5 y 15 minutos para conocer su percepción y memoria visual.

Otro de los ejercicios consistía en presentar series de números representados en dos colores: rosa y amarillo. Los niños debían seguir los de un solo color midiendo el tiempo utilizado y con ello se reflejaba capacidad de atención. Asimismo, con el fin de comprobar la fluencia verbal, los niños tenían que nombrar animales, alimentos, vehículos, durante 20 segundos.

Tras todas estas pruebas, los expertos concluyeron que el grupo formado por niños muy prematuros mostraban déficits y trastornos cognitivos en comparación con los niños nacidos en su fecha estimada.  «Hacia los 4 años, que se produce un cambio muy significativo en el desarrollo de las funciones superiores del ser humano como el desarrollo del lenguaje, la resolución de problemas y la flexibilidad mental para pasar de una tarea a otra, apenas encontramos estudios de estas funciones cuando iniciamos el nuestro, con niños de 4 y 5 años. Se han analizado más frecuentemente otros tramos de edad como de 0 a 3 años y de 7 a 9 y más avanzadas, sobre todo en adolescentes», puntualiza esta investigadora.

Estudios científicos anteriores ya señalan la posibilidad de que existan dificultades de percepción visual en niños prematuros. En este trabajo, los expertos han comprobado además, en el caso de los niños muy prematuros, que cuantas más incidencias constaban en su test de riesgo perinatal, los resultados de pruebas de percepción visual eran inferiores.  «Al no percibir bien lo que ven, tienen problemas para aprender a leer y escribir. Y eso conlleva tener dificultades de lectoescritura y de otro tipo de aprendizaje», especifica Sánchez Joya.

Por este motivo, los expertos recalcan la importancia de la Atención Temprana como un servicio fundamental en estos casos, en los niños de más riesgo. «Su nacimiento adelantado les provoca dificultades en el aprendizaje cuando ya están cursando Primaria, a partir de los 6 años aproximadamente. Y, por lo general, necesitan rehabilitación neuropsicológica como una persona con dislexia.

Fuente: https://www.20minutos.es/noticia/3299037/0/investigadores-aplican-metodo-que-permite-precedir-problemas-aprendizaje-ninos-muy-prematuros/

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Desarrollo infantil temprano en México

24 de enero de 2018 / Fuente: https://www.iadb.org/

Autores: Robert Myers, Arcelia Martínez, Marco Antonio Delgado, Juan Luis Fernández y Adriana Martínez. Enero 2013

Todavía persiste la noción dominante de que el desarrollo infantil es el resultado espontáneo de la buena salud, alimentación y cuidado en vez de un proceso integral que incluye e impulso al desarrollo motor, cognitivo, de lenguaje, social y emocional de los niños y niñas. En este estudio se analizan las opciones para el mejoramiento del desarrollo infantil temprano en México.

Enlace para descargar: www.iadb.org/en/publications/publication-detail,7101.html?id=67186&dcLanguage=es&dcType=Monographs&doctype=&docTypeID=AllPublic&searchLang=&keyword=mexico&selectList=All&topicDetail=0&tagDetail=0&jelcodeDetail=0&publicationCover=0

Fuente documento: https://www.iadb.org/es/desarrolloinfantil

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