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Sensaciones en un altar de la Patria

Por: Yasel Toledo Garnache

Los veo con la fuerza de aquellos días, con la energía y el valor. No se les nota el nerviosismo que seguramente sienten, porque eso de irse a la manigua, dejar la comodidad de los hogares para comer lo que aparezca y estar siempre en peligro, no era como para sonreír y saltar de alegría.

Aquella constituía la única opción posible para eliminar la explotación y decenas de calamidades; eran pasos honorables en busca del sueño de libertad para todo un pueblo.

Según relata el historiador César Martín García, quien durante muchos años fue director del Monumento Nacional La Demajagua, ya «el Padre» lo había dicho el 2 de octubre de 1868 en conversación con Francisco Vicente Aguilera: «Pelearemos aunque sea con las manos», y agregó: «Todo lo sé, pero no es posible aguardar más tiempo, las conspiraciones que se demoran siempre fracasan, porque nunca falta a ellas un traidor que las descubra».

En verdad eran muy escasos los fusiles, pero enorme la decisión, acompañada por lanzas de púas y machetes, armas poderosas en manos de corajudos repletos de anhelos colectivos.

Este señor humilde, ciego desde hace algún tiempo, pero capaz de transmitir mucha luz y hacer ver a otros sucesos fundamentales, agrega que antes del amanecer, Carlos Manuel salió de la primera habitación de la casa, caminó con firmeza hacia el exterior, sus pasos se escuchaban de forma leve hasta que se detuvo y con fuerza expresó: «De pie. El soldado del deber no puede permitir que la aurora le sorprenda en el lecho». Él sabía que desde la tarde anterior se reunieron en ese lugar más de 300 patriotas, dispuestos a luchar, y antes de las diez de la mañana del 10 de octubre ya sumaban unos 500.

«Ahora está ahí, yo lo veo» decía Martín García, con especial emoción. Frente a él, permanecíamos decenas de jóvenes creadores, integrantes de la Asociación Hermanos Saíz, todos bajo uno de los árboles del lugar y sentados en una de las ruedas del otrora ingenio, esa que según César, todos los revolucionarios debemos tocar.

Él nos dice: allí estaba la casa de Carlos Manuel, allá los esclavos, ahí la campana… Y nuestras mentes y corazones se llenan de más luces. Gracias al poder de las palabras, nos parecía ver lo ocurrido. En el grupo, todos atendíamos como embelesados y orgullosos por ser parte de lo iniciado aquel día, junto a una bandera confeccionada con la tela que apareció, incluidos pedazos de un vestido y de una copa de mosquitero, lo cual también hace más grande el momento, la decisión.

Después de la explicación de César, quien ya está jubilado, pero jamás se niega a ser guía de los jóvenes en el interior de la instalación, su segunda casa, donde pasó la mayor parte de cada jornada durante más de 30 años, nos tiramos decenas o cientos de fotos.

Yo pensaba en otros momentos: en visitas al Monumento Nacional Comandancia General del Ejército Rebelde en La Plata, intrincado paraje de la Sierra Maestra; en Las Coloradas, lugar del desembarco de los expedicionarios del yate Granma el 2 de diciembre de 1956; en Dos Ríos, donde cayó en combate José Martí, Héroe Nacional de Cuba, el 19 de mayo de 1895; en Cinco Palmas, escenario del reencuentro de Fidel, Raúl y otros combatientes, y en muchos más lugares de Granma, altares sagrados de la Patria.

Cada provincia tiene sitios de enorme significación, donde se respira historia, el corazón de la nación late más fuerte y la cubanía y el orgullo de vivir en un archipiélago repleto de heroicidades circula con más velocidad por las mareas de nuestros cuerpos, para reafirmarnos que los hijos de Céspedes, Martí, Fidel y otros grandes debemos ser siempre fieles a las esencias, sin importar las circunstancias ni los obstáculos.

Ojalá podamos ir a todos o a muchos, sentir la energía y el simbolismo de cada uno de esos lugares. Ojalá se multipliquen las multimedias sobre los diferentes hechos, los dramatizados y materiales audiovisuales de calidad, en un contexto caracterizado cada vez más por la preferencia por lo digital y las imágenes en movimiento.

Me agradan los animados estrenados en Granma sobre sucesos trascendentales, como el incendio de Bayamo por sus pobladores, el reencuentro en Cinco Palmas y el asalto al cuartel Carlos Manuel de Céspedes en la actual capital provincial el 26 de julio de 1953, cuando también fue atacado el Moncada, en Santiago de Cuba.

Es fundamental ser cada vez más creativos en la forma de presentar los sucesos, con fidelidad a la realidad. Cada profesor debe ser un manantial de conocimientos y enamorar a sus alumnos, con las pausas, entonaciones y gestos más adecuados.

Dejo de presionar el teclado y pienso en César, en La Demajagua, en «el Padre», en otros héroes, en las raíces, la sangre, los anhelos conquistados… La historia es una de las mayores fortalezas de Cuba, fuente de saberes y certezas, que resulta imprescindible preservar como un ser vivo, para el bien de todos.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2017-08-17/sensaciones-en-un-altar-de-la-patria-17-08-2017-22-08-18

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Cuba: Hiroshima y Nagasaki, no olvidar

Cuba/Agosto de 2017/Fuente: Cuba Debate

El crimen genocida de Hiroshima y Nagasaki, es el único bombardeo nuclear que ha conocido la humanidad. Pero la especie humana y el planeta están en riesgos permanentes mientras tales armas, multiplicadas en cantidad y poder explosivo, permanezcan en manos de unos pocos países. Se necesita un desarme nuclear completo.

El sitio Fidel soldado de las ideas quiere compartir con los lectores de Cubadebate algunos de los fragmentos de discursos relacionados con este horrendo acto de barbarie. Después de estas tragedias el mundo fue diferente, las huellas del crimen caminan aún por esos territorios.

Discurso pronunciado en el Acto Central Nacional por el XXV Aniversario del Asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, Ciudad Escolar 26 de Julio, Santiago de Cuba, 26 de julio de 1978

“¿Cómo pueden hablar de derechos humanos los dirigentes de un estado cuyas agencias de inteligencia organizaron atentados contra los líderes de otros países, y cuyos ejércitos lanzaron en Viet Nam cantidades de explosivos cientos de veces equivalentes a las bombas nucleares hechas estallar sobre Hiroshima y Nagasaki, y asesinaron millones de vietnamitas sin que se hayan dignado siquiera pedir excusas a unos e indemnizar a otros; de un Estado que tradicionalmente intervino en los países de América Latina y somete a los pueblos de este continente a su yugo explotador, y por cuya culpa mueren cientos de miles de niños cada año de enfermedad y hambre?”

Reflexión: “Bush lo espera todo de un zambombazo”, 25 de mayo del 2007

“No se puede estar jamás de acuerdo, en cualquier tipo de guerra, con hechos que sacrifiquen a civiles inocentes. Nadie podría justificar los ataques de la aviación alemana contra ciudades británicas en la Segunda Guerra Mundial, ni los mil bombarderos que en lo más álgido de la contienda destruían sistemáticamente ciudades alemanas, ni las dos bombas atómicas que en un acto de puro terrorismo contra ancianos, mujeres y niños Estados Unidos hizo estallar sobre Hiroshima y Nagasaki.”

Reflexión: “La OTAN, gendarme mundial”, 21 de noviembre de 2010

“La OTAN, ave de rapiña empollada en las faldas del imperio yanki, dotada incluso de armas nucleares tácticas que pueden ser hasta varias veces más destructivas que la que hizo desaparecer la ciudad de Hiroshima, está comprometida por Estados Unidos en la guerra genocida de Afganistán, más compleja todavía que la aventura de Kosovo y la guerra contra Serbia, donde masacraron la ciudad de Belgrado y estuvieron a punto de sufrir un desastre si el gobierno de aquel país se hubiese mantenido firme, en vez de confiar en las instituciones de justicia europea en La Haya.”

Para conocer más sobre el ideario y la acción del líder de la Revolución Cubana, visite el sitio: Fidel Soldado de las Ideas.
Siga esta web sobre Fidel en Facebook: @FidelCastroSoldadodelasIdeas
Y en Twitter: @Fidelensusideas.

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“No se puede estar jamás de acuerdo, en cualquier tipo de guerra, con hechos que sacrifiquen a civiles inocentes”. Foto: Roberto Chile/Fidel Soldado de las Ideas.

Roberto Chile

“¿Cómo pueden hablar de derechos humanos los dirigentes de un estado cuyas agencias de inteligencia organizaron atentados contra los líderes de otros países, y cuyos ejércitos lanzaron en Viet Nam cantidades de explosivos cientos de veces? . Foto: Roberto Chile / Fidel soldado de las ideas.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/especiales/2017/08/06/hiroshima-y-nagasaki-no-olvidar/#.WYdR1hU1-00

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Caracas en la hora de los pueblos

Por: Mario Sanoja

Tratar de escribir sobre la formación urbana de Caracas es una empresa complicada. Su tiempo histórico actual es expresión de los cambios de su cultura, de su modo de vivir, es la manifestación de diversas subjetividades y estilos de vida y de ocupación territorial que -con el transcurso de los años- han llegado a constituir formas sociales políticamente antagónicas que todavía no logran encontrar formas de convivir, proceso que se ha agravado por la incapacidad de la derecha venezolana para entender ese proceso.

Caracas es un valle alto, ubicado entre 900 y 1.200 metros sobre el nivel del mar (msnm), dominado por dos serranías. El Waraira Repano, con picos como el Naiguatá que alcanzan hasta 2.765 msnm, cuya vertiente norte desciende abruptamente hasta el mar dando origen a un estrecho litoral de acantilados. La escarpa norte del valle sur está dominada por una amplia terraza fluvial, la terraza superior del río Guaire.

¿Por qué el centro? La escogencia del lugar para fundar la ciudad se debió a consideraciones estratégicas, ya que desde el promontorio delimitado hoy día por las actuales esquinas de Santa Capilla, Veroes, Catedral y Principal era posible entonces tener una visual de casi 360° de las tierras circundantes, además de contar con una fuente para aprovisionarse de agua, la quebrada Catuche que corría por las actuales esquinas de Jesuitas, Veroes y Catedral hasta caer en el Guaire. Por esa ventaja estratégica, Losada desechó hacer la fundación en las sabanas que se hallaban hacia el oeste (hoy Catia) o hacia el este (hoy Sabana Grande, Chacao y Petare), territorios sujetos para entonces al control de diversas etnias caribes caracas. Este relieve desigual comenzó a ser modificado a partir de la era guzmancista, largo proceso que se intensificó bajo el gobierno de Marcos Pérez Jiménez. La sección occidental de la fachada norteña del valle, la actual parroquia Catia, presentaba, por el contrario, una extensa formación en pendiente de sabanas y cujizales que se extiende desde los contrafuertes del Waraira Repano hasta el cauce del río Caroata.

Imágenes fotográficas del centro de Caracas mostradas en el diario de sir Ker Porter, cónsul de Inglaterra en Caracas hacia mediados del siglo XIX, muestran una vista de la catedral erguida sobre una meseta en pendiente rodeada de profundos canjilones que se prolongaba hasta lo que es hoy Plaza Carabobo, Parque Central y El Conde. Este relieve desigual comenzó a ser modificado a partir de la era guzmancista, largo proceso que se intensificó bajo el gobierno de Marcos Pérez Jiménez.

La sección occidental de la fachada norteña del valle, la actual parroquia de Catia presentaba, por el contrario, una extensa formación en pendiente de sabanas y cujizales que se extiende desde los contrafuertes del Waraira Repano hasta el cauce del río Caroata. Desde Catia, los caminos permitían bajar al litoral guaireño, hoy Estado Vargas, que es como una extensión cultural y humana del oeste de Caracas.

Para los siglos XVII y XVIII, una vez pacificadas las etnias caribes, los terratenientes caraqueños se apoderaron de los suelos agrícolas que habían sido cultivados durante milenios por los indígenas caraqueños. Así surgen en las tierras planas de lo que hoy denominamos Los Caobos, Sabana Grande, Chacao, Bello Monte, Petare, avenida Victoria, Paseo de los Ilustres, la autopista del Valle, la extensa planicie que lleva hacia Prados del Este irrigada por la quebrada Baruta, extensas plantaciones de café y caña de azúcar.

La región montañosa de Baruta, asiento de una etnia caribe, se desarrolló como una área de producción agrícola dominada, hasta algunas décadas atrás, por la horticultura y el cultivo de cítricos. Todos esos espacios privilegiados, siglos más tarde, serían convertidos por la inversión privada en urbanizaciones para la naciente clase media, negando así a los futuros inmigrantes campesinos del siglo XX, el acceso a dichas tierras privilegiadas, confinándolos a sobrevivir en la pendiente de los cerros o en los cauces de las quebradas.

La cultura caraqueña. En la Caracas de los años 40 del pasado siglo, la mayoría de la gente se desplazaba a pie; si la distancia era muy larga, se tomaba el tranvía o el autobús. Aquellas caminatas mostraban los profundos desniveles que todavía existen en el bloque central del valle (La Pastora, San José y Altagracia) que marcaban el curso de las antiguas quebradas: la profunda cañada que separaba la esquina de Portillo de la meseta donde se halla localizado el Cuartel San Carlos, las agudas pendientes como la Bajada de Los Amadores, la Bajada de Pineda y la famosa Bajada de los Perros que separaban el flanco oriental de aquellas parroquias de la meseta en pendiente donde se halla el centro histórico de Caracas. En 1948, la cancha deportiva de mi liceo, el Fermín Toro, lindaba con el profundo zanjón que marcaba el curso de la quebrada Quitacalzón, la cual cruzaba por el espacio de la actual plaza de El Silencio para desembocar en el río Caroata a nivel de la hoy plaza Miranda. De allí, ese río bajaba por la esquina de Maderero irrigando las antiguas vegas que se hallaban en la margen derecha del río Guaire donde hoy día se levanta el mercado de Quinta Crespo.

Las lagunas de Catia. El oeste de Caracas estuvo dominado hasta mediados del siglo XX por una formación de sabanas, suelos y planos que formaban parte de la cuenca del Caroata, la cual se ampliaba hacia lo que hoy día se denomina Los Magallanes. Allí en mi niñez, íbamos los niños “pastoreños” a jugar “caimaneras” de beisbol con los niños “catieros”. En esa zona de Catia existían lagunas tal como la que sobrevivió hasta recientemente en el espacio ocupado hoy día por la actual Plaza de Catia, así como otras más pequeñas localizadas en las sabanas de Los Magallanes, en cuyas aguas lodosas nos bañábamos.

Si el antiguo centro de Caracas tenía un relieve desigual, el este de Caracas, a semejanza de la zona oeste, era relativamente plana, de sabanas y vegas. Una de las zonas características era Chacao, famosa en mi niñez por los mangos que se daban en extensas arboledas que sobrevivieron hasta el auge del proceso de urbanización, el cual tuvo su zenit a mediados del siglo pasado. La primera propuesta seria de crear una nueva versión de Caracas en el este surgió con el Plan Rotival entre 1935 y 1936, donde se planificó la actual plaza Altamira como el punto nodal de un nuevo centro urbano.

Fuente: http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/aniversario/especial-caracas-la-hora-los-pueblos-i/

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Rosa Luxemburgo, el águila de la izquierda que callaron con una bala

Por: Mónica Zas Marcos

«Socialismo o barbarie». Aunque los considerase antagónicos, en la vida de Rosa Luxemburgo (1871-1919) ambos conceptos fueron de la mano. Ella soñó con la revolución hasta que los freikorps le volaron la cabeza y lanzaron su cuerpo por el Canal Landwehr de Berlín. Luxemburgo nació en la Polonia rusa cuando aún se escuchaban los ecos de la Comuna de París y fue asesinada 48 años más tarde por proclamar la lucha obrera, el sufragio universal y una alternativa al «parásito» sistema capitalista.

Su figura ha estado unida cien años al imaginario de la revolución, pero aún hay mucha gente que desconoce la audacia de esta mujer excepcional. El libro La rosa roja se ha propuesto recuperar a la Rosa teórica, socialista y anticapitalista, pero también a la que amó a escondidas, la que sufrió violencia machista y la que, con sus contradicciones, quería libres a las mujeres de cualquier clase social.

Portada Rosa Luxemburgo

La ilustradora y activista británica Kate Evans publicó su novela gráfica en 2015 con Verso Books y dos años más tarde llega en castellano gracias a la editorial argentina Ediciones IPS-Pan y Rosas. También lanzaron un crowdfunding para publicarlo en España y superaron el objetivo inicial en menos de una semana.

Sus viñetas conjugan el humor con un análisis exhaustivo de la obra de Rosa Luxemburgo, sus artículos en prensa o la correspondencia personal que no se había traducido a nuestro idioma hasta ahora.

Tanto en unos textos como en otros, la protagonista muestra una inteligencia crítica que puso en jaque a los dirigentes del partido socialdemócrata alemán e incluso ciertas teorías de Marx, que desmontó en su libro La acumulación del capital (1913).

A pesar del estilo caricaturesco de los dibujos, el espíritu de Rosa Luxemburgo se conserva intacto gracias a las citas textuales. Ese es el gran acierto de la novela de Kate Evans: acercar una figura compleja y controvertida sin perder el peso didáctico de sus intervenciones públicas y de sus inspiradoras clases de economía marxista.

«Aunque es recordada como una mártir, ella es mucho más que eso, porque cada momento que vivió, lo hizo al máximo», recuerda su última biógrafa. Que este nuevo homenaje sirva para recuperar las lecciones de uno de los personajes más combativos y brillantes de nuestra historia.

La socialista más joven

En casa de los Luxemburgo, a las mujeres se les reservaba la tarea de apretarse los corsés para reducir la cintura y de cuidar su hermosa melena larga para atraer a un hombre rico. Rosa, la hija más pequeña, pronto defendió que el valor de una mujer estaba en su intelecto, no en los centímetros de su cadera. Aunque se crió en un hogar profundamente judío, se deshizo también de la fe religiosa en cuanto descubrió al filósofo que le cambiaría la vida.

«Marx dijo que los dioses son producto de las regiones nebulosas del cerebro humano«, decía ella. «Tu abuelo es un rabino y te lavarás la boca con jabón, jovencita», le recriminaba su familia. Para no calentar el ambiente en su casa, Luxemburgo escondía el Manifiesto comunista o Trabajo asalariado y capital de la vista de sus padres, pero disertaba abiertamente de capitalismo con sus hermanos.

Viñeta Rosa Luxemburgo

Con su preparación e inteligencia, a nadie le extrañó que una chica de 15 años se afiliase al movimiento socialista polaco, aunque viviese con la amenaza constante de ser atrapada y condenada en Siberia por el zar ruso. Al final, en 1889 se exilió a Zúrich para estudiar en la única universidad que admitía a mujeres. Allí cambió la botánica y la zoología por la ciencia del cambio social y las relaciones económicas. También aprendió once idiomas y trabajó como periodista mientras acababa un doctorado sobre la industrialización en Polonia. Su mantra: «Cuestionar todo».

El azote de los conformistas

Las conferencias de Rosa Luxemburgo en la Internacional Socialista promovían la solidaridad entre países y la revolución mundial, mucho antes que el derecho a la autodeterminación que reclamaba Polonia. Defendía que la lucha obrera debía centrarse en el capitalismo, aunque el Manifiesto comunista de Marx llamase a la emancipación de los polacos. Esa filosofía, que compartía con su primer amor Leo Jogiches, la trasladó a Berlín en 1898, cuando se afilió al SPD alemán.

Rosa también se opuso a grandes figuras del partido socialdemócrata como Eduard Bernstein, rebatiéndole que «la lucha por la reforma es el medio, la revolución es el fin». Pensaba que si las reformas se lograban a través de la lucha obrera, fortalecían al partido, pero si se obtenían por métodos parlamentarios o acuerdos entre partidos burgueses, esto sólo favorecía al capitalismo.

Viñeta Rosa Luxemburgo

Más tarde, se distanció de otros pesos pesados del SPD que la consideraban una «víbora bribona», como su otrora gran colega Karl Kautsky. Una brecha que se abriría para siempre con la aprobación de los presupuestos de la Primera Guerra Mundial, a la que ella se oponía tajantemente, y con el retraso en las negociaciones del sufragio universal, y femenino.

La «no militancia» feminista

Otro importante contacto que hizo Rosa en Berlín fue Clara Zetkin, la activista que estaba al frente de la organización de mujeres socialistas y del periódico feministaDie Gleichheit ( La Igualdad). Juntas defendían el voto universal, aunque Luxemburgo nunca quiso encabezar el ala femenina para no perder los beneficios que tenía en el partido junto a los varones. Pensaba que era una estrategia de sus compañeros para desterrarla de la primera línea del debate teórico, donde reinaba el machismo.

«El voto femenino aterra al actual Estado capitalista porque, tras él, están los millones de mujeres que reforzarían al enemigo interior, es decir, a la socialdemocracia», escribió. No compartía con Zetkin, sin embargo, la defensa solo del voto de las mujeres propietarias que pagaban impuestos. «Son derechos de las damas, no de las mujeres. No puedo hacer causa común con las señoras de la clase capitalista», le espetaba Luxemburgo.

Viñeta Rosa Luxemburgo

Ambas participaron en 1907 en la Primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en la ciudad alemana de Stuttgart, que aprobó que los partidos socialistas del mundo luchasen obligatoriamente por el sufragio femenino. También en la Segunda Conferencia, llamada Guerra a la guerra, donde más de cien activistas de 17 países establecieron el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer. En aquella época, Rosa empezó a sentirse cómoda con la etiqueta feminista y sus discursos tomaron un cariz más comprometido, como este que pronunció en 1912:

«El actual enérgico movimiento de millones de mujeres proletarias que consideran su falta de derechos políticos como una flagrante injusticia es señal infalible, señal de que las bases sociales del sistema imperante están podridas y que sus días están contados. Luchando por el sufragio femenino, también apresuraremos la hora en que la actual sociedad caiga en ruinas bajo los martillazos del proletariado revolucionario»

Una de las cosas que más lamentó Luxemburgo al final de sus días fue no haber defendido con ahínco el voto y la emancipación de la mujer. Por eso, a su salida de la cárcel en 1918 y cuando reorganizó la Liga Espartaquista, estableció como nueva consigna «la plena igualdad social y jurídica entre los sexos».

La utopía antibelicista

Si bien el equidistante feminismo de Rosa Luxemburgo ha sido motivo de debates académicos, con su perfil pacifista no queda resquicio para la duda. La política enarboló un discurso antimilitarista durante toda su carrera, pero sobre todo a las puertas de la Primera Guerra Mundial, cuando su partido votó por primera vez a favor de unos presupuestos capitalistas que daban luz verde a la masacre.

Los razonamientos de Luxemburgo se podrían aplicar perfectamente hoy en día, cien años después de la Gran Guerra. Para ella, el conflicto «es indispensable para el desarrollo del capitalismo», puesto que la industria armamentística mueve decenas de miles de millones y está controlada por señores de la guerra que deben justificar el gasto militar y el tráfico incontrolado de armas. Así, Rosa interpeló a sus propios camaradas en Utopías pacifistas (1911):

¿Cuál es nuestra tarea en la cuestión de la paz? (…) Si las naciones existentes realmente quisieran poner coto, seria y honestamente, a la carrera armamentista, tendrían que comenzar con el desarme en el terreno político comercial, abandonar sus rapaces campañas colonialistas y su política internacional de conquista de esferas de influencia en todas partes del mundo” .

Este hincapié en hacer «un llamamiento a la justicia y al fin de la violencia» durante los cuatro años de la guerra fue el que acabó con su vida. No caben medias tintas cuando se está en contra de precarizar vidas en el trabajo y en el campo de batalla. Al menos, no para Rosa Luxemburgo. Esta líder solo consideraba la vía del socialismo para acabar con la barbarie, y terminó sufriendo la barbarie en propias carnes por parte de los freikorps.

Pero la Rosa Roja vio que la dignidad humana estaba por encima de los partidos y de la economía militar. Y así se recordará siempre a la mujer que no huyó del barco naufragado y luchó hasta la muerte «por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres».

Rosa Luxemburgo en un mítin en Berlín

Rosa Luxemburgo en un mítin en Berlín, 1910

Fuente: http://www.eldiario.es/cultura/libros/Rosa-Luxemburgo-aguila-izquierda-callaron_0_658634256.html
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A medio siglo de Cien años de soledad

Por: Graziella Pogolotti

Las letras hispanas conmemoran con justicia el cincuentenario de la publicación de Cien años de soledad. El entonces joven periodista Gabriel García Márquez había escrito en aquel momento otros textos narrativos. Pero el éxito súbito, inmediato, fulgurante de Cien años… lo sorprendió tanto como a sus editores. Las reimpresiones   se sucedían a ritmo impresionante. Macondo, lugar mítico, se convirtió en referente familiar aun para aquellos que no habían leído la novela. Algunos lo asociaron a la noción del subdesarrollo. Como suele suceder con fenómenos de tan vasto alcance, varios factores intervinieron en tan sonado acontecimiento. Había aparecido un escritor de garra que estaba renovando los códigos literarios. Otros, sus pariguales en la historia literaria, tuvieron que atravesar un camino lleno de obstáculos. El contexto histórico favoreció la sorprendente acogida.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, el imperio extendió su poderío. Se desencadenó la Guerra Fría y se aceleró el proceso de descolonización. Tanto había sido el horror que las capas medias que conformaban una parte significativa del potencial público lector, ansiaban un mundo de paz, se distanciaban del círculo cerrado de su entorno inmediato y colocaban la mirada en otros horizontes. El mundo se había vuelto más pequeño y, sin embargo, contenía muchos territorios aún inexplorados. La literatura europea, que había marcado pautas por varios siglos, mostraba señales de cansancio. Fue la etapa del auge de los viajes submarinos y del descubrimiento de testimonios de civilizaciones perdidas. Comenzaba a renovarse el interés por América Latina.

En esas circunstancias, del lado de acá del planeta ocurrió lo inusitado. Un puñado de guerrilleros, armados con recursos propios, derribó una dictadura sostenida por un ejército profesional y respaldada por el Gobierno de Estados Unidos. En medio de los festejos del Año Nuevo, la noticia recorrió el mundo. Lo insólito se había convertido en realidad posible. El triunfo de la Revolución Cubana y el pensamiento renovador, ajeno a presiones dogmáticas que dimanó desde la Isla, fueron factor decisivo, a no dudarlo, para un cambio de época.

En ese contexto, Cien años de soledad propone una lectura metafórica de la historia de América. No hay que buscar en la novela, desde luego, un recuento documentado, atenido al orden severo de los calendarios. Aislado en un sitio inaccesible, Macondo es una síntesis poética del drama que ha atravesado Colombia, pero que también atañe a la América toda. En el comienzo, estuvo la utopía. El fundador, José Arcadio Buendía —el significado de su nombre está cargado de sentido— marchó con sus seguidores, abriendo trochas en la selva hasta el sitio donde había de asentarse la aldea. Distribuyó las viviendas de modo que todos se beneficiaran en igualdad de condiciones, de las bondades del sol y la brisa. Arribaron gitanos, portadores de una antiquísima sabiduría. José Arcadio Buendía abandonó sus deberes. Al margen  del tiempo histórico, se dejó tentar por la alquimia y por la búsqueda de la piedra filosofal. De la historia de América se percibían chispazos, señales inconexas carentes de sentido: un galeón español inexplicablemente clavado en plena tierra o un vago recuerdo de los ataques del pirata Francis Drake.

Con la interminable guerra entre liberales y conservadores, el tiempo real irrumpe en el tiempo mítico. García Márquez vivió el renacer de esa contienda cuando asistió en Bogotá al asesinato, a la luz del día y en plena calle, del dirigente Jorge Eliécer Gaitán. No se conocían en aquellos días, pero llevado por otros motivos, también estaba allí Fidel Castro. El crimen desató la insurrección en la capital de Colombia, con su saldo de muerte y destrucción. Volvieron los combates, mientras los políticos liberales negociaban espacios de poder con el gobierno. Dando un salto atrás en el tiempo, las empresas bananeras norteamericanas se habían introducido en Macondo.

A pesar del interés de estos temas, el éxito de García Márquez se debió a su capacidad de contar. Desde la oración inicial —el clásico imán— los acontecimientos se suceden sin dejar al lector un instante de respiro. Con similar rango, se intercalan lo grande y lo pequeño. La historia mayor transcurre casi siempre en el trasfondo. Su portador es el coronel Aureliano Buendía, hijo del fundador de la estirpe. Pero los hechos se reflejan en la sutil transformación de los valores que van marcando la continuidad de una familia y de un pueblo, así como el desgaste de una memoria diluida  en el polvo, en la pérdida de sentido de los objetos, sobreviviente apenas en la implacable lucidez de Úrsula, centenaria y ciega.

En su obsesión extemporánea por la alquimia y la piedra filosofal, José Arcadio Buendía procuraba alcanzar el conocimiento. Luego, sobrevino la tentación del progreso. Con el ferrocarril, entró la bananera con todas sus secuelas.

Toda obra literaria se va haciendo a partir de una tradición bien asimilada, porque nada se construye sobre la nada. Gabriel García Márquez asimiló creativamente la nuestra, desde aquella narrativa de la tierra, fuente de una poética del inmenso espacio de nuestra América, con sus pampas y sus selvas. Encontró en la Comala de Juan Rulfo otro espacio mítico. No desconoció la confrontación entre civilización y barbarie, abierta por el clásico Facundo de Sarmiento. Conoció en Carpentier la coexistencia de tiempos históricos diversos.

Con tantas fuentes nutricias y con su experiencia de vida, creció una poética singular, atravesada por los grandes temas universales del tiempo y el espacio en que vivimos, de la soledad y de la idea de la muerte que nos acompañan. En ese diálogo entre lo local y lo universal, con la pericia de un narrador dueño de las artes de la seducción, García Márquez impuso a los lectores de acá y de allá el reconocimiento de una realidad, ajena a la progresiva homogeneización del mundo.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/07/30/a-medio-siglo-de-cien-anos-de-soledad/#.WYL2lhU1-00

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African history is a discipline on the rise – and one that raises many questions

África/Sudán/Ruanda/Sudáfrica/África del Norte/África Occidental

Mayo del 2017/Noticias/https://theconversation.com/

 

African history has gone through many incarnations as an academic discipline.

Most recently, there’s been a global turn in African historiography. This shift has been prompted by a greater awareness of the powerful forces of globalisation and the need to provide an African historical perspective on this phenomenon. This has helped to place the continent at the centre of global – and human – history.

It’s important to explain the role of Africa in the world’s global past. This helps assert its position in the gradual making of global affairs. As an approach, it’s a radical departure from colonial views of Africa. It also complements the radical post-colonial histories that appeared from the 1950s and 1960s. And it may offer another framework for thinking through the curriculum reform and decolonisation debate that’s emerged in South Africa’s universities over the past few years.

The history of African history

Afrocentric history emerged strongly during the 1950s and 1960s, in tandem with Africa’s emergence from colonial rule. Newly emerging histories served as an antidote to the pernicious views of imperial and colonial historiography. These had dismissed Africa as a dark continent without history.

But demonstrating that Africa has a long, complex history was only one step in an intellectual journey with many successes, frustrations and failures.

The long 20th century ended. A new one beckoned. It brought new sets of challenges. South Africa euphorically defeated apartheid. The decolonisation project that started during the 1950s in west and north Africa was completed. These achievements were overshadowed by a horrific post-colonial genocide in Rwanda. Another genocide loomed in the Sudan. Coups, civil wars and human rights abuses stained the canvas on which a new Africa was gradually being painted.

Africa’s woes were deepened by the emerging HIV/AIDS pandemic. State-driven, pro-poor policies and programmes founded during the early post-colonial period atrophied. This decay was driven by hegemonic global neoliberal economic policies.

And the study of history on the continent took a knock. Student numbers declined as post-colonial governments shifted their priorities. Global funding bodies focused their attention on applied social sciences and science, technology, engineering and mathematics disciplines.

Nearly two decades into the new century there’s been another shift. The subject of history, alongside other humanities disciplines, is attracting growing attention aimed at averting their further decline. This can be explained in part by the subject’s own residual internal resilience and innovative research in newer areas of historical curiosity. There’s an emerging interest in history as a complementary discipline. Students of law, education, and political science are taking history as an additional option.

In South Africa in particular, history cannot be easily ignored, although it is contested. The country is still redefining itself and charting its new course after decades of apartheid and colonialism. However, a great deal of newer interest in history as a subject can be ascribed to university student movements. These movements have garnered greater public attention for ongoing debates about decoloniality and decolonised curricula.

Decoloniality is a radical concept. Its main aim is to degrade the coloniality of knowledge. In South Africa, the decolonisation movement has been tied to bread and butter issues: tuition fees and access to higher education. Decoloniality affords both the language and the reason for seeking to dismantle what are regarded as western and colonial systems and structures of knowledge production and dissemination.

Rethinking decolonisation

But while decolonisation is riding a wave of academic interest, the histories of precolonial Africa are receding as an area of primary research focus. The histories of resistance to colonialism continue to resonate with current struggles for transformation and decolonisation. They have long been popular among historians in and of Africa. Indeed, several social and political movements have used decolonial interpretations of African history as their currency.

However, questions continue to be asked about the kind of history curriculum that should be studied at university level at this moment. And what are the purposes of such curricula? Is an African history module a necessarily transformed one? What new conceptual and methodological tools should be deployed to describe and explain colonial encounters from a decolonial lens? What modes of ethics should inform such approaches?

The challenges go beyond the conceptual aspects of decolonisation in the domain of African history. There are historical structural formations, hierarchies and tendencies within academia that are rooted in coloniality. These make it a huge challenge to articulate newer forms of knowledge. At the same time, decoloniality should operate through other forms and frameworks. This will allow it to find application beyond its own self-defined frames.

In addition, new approaches should challenge received wisdom and develop new kinds of curiosity. Newer curriculum should, for instance, grapple with the fact that there is no single Africa. A unitary model of Africa is a colonial invention. Ordinary people’s identities form and evolve via multiple networks and knowledge forms. An Africa approached from its diverse histories and identities could help forge new, purposeful solidarities and futures.

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