El origen social, clave en la desigualdad laboral

Rebelion

Con la crisis económica, las probabilidades de encontrar un empleo de calidad en España se redujeron de forma mucho más abrupta para los grupos más desfavorecidos, más propensos a los bajos salarios y los contratos temporales

El origen social es un factor fundamental para entender el acceso y la participación de la población en en el mercado laboral en España: cuanto más bajo es el nivel socioeconómico, más dificultades existen para encontrar un trabajo de calidad. Esta situación se da independientemente del nivel de estudios, con una gran brecha entre los grupos más desfavorecidos y el resto de la población.

Estas son las conclusiones del estudio Situación laboral y origen familiar en Europa durante la crisis: No somos todo iguales, realizado por Silvia Avram de la Universidad de Essex y Olga Cantó de la Universidad de Alcalá y Red Equalitas. La investigación se centra en cinco países del los distintos modelos del Estado de Bienestar en Europa. Dos estados del sur (Italia y España); un país del este (Polonia); un país centro europeo (Países Bajos); y uno anglosajón (Reino Unido).

La investigación de Avram y Cantó parte del análisis de los quintiles poblacionales de clase: el primero está atribuido a los individuos con un origen socio-económico más bajo, mientras que el último representa a los individuos con un origen socio-económico más alto. Para completar su análisis sobre la transmisión intergeneracional de oportunidades, el estudio incorpora dos variables más, los ciclos económicos (crecimiento y recesión) y el género.

En el caso de los ciclos económicos, el estudio toma como referencia el periodo comprendido entre los años 2005 y 2011. Con la crisis económica, todos los los grupos sociales vieron reducidas sus posibilidades de conseguir un empleo. Sin embargo, el impacto desigual de la crisis en el mercado laboral se dio de manera mucho más drástica algunos países: en España, la probabilidad de que un hombre de origen social humilde encontrase un trabajo menguó del 90% al 78%; en Italia pasó del 93% al 89%. Polonia, por su parte, que durante el mismo periodo estaba en una situación de bonanza económica, la posibilidad de encontrar un empleo para cualquier individuo de cualquier grupo creció cerca del 5%.

Pese a que todos los grupos sociales se vieron afectados por la recesión a la hora de acceder al mercado laboral, las diferencias sobre la calidad del mismo sí demuestran una brecha significativa entre las distintas clases socioeconómicas. Para estudiar esta situación, las autoras tienen en cuenta varios factores: la diferencia de salario medio entre los diferentes grupos y la estabilidad de los contratos a los que acceden cada uno de ellos, teniendo en cuenta también el nivel educativo.

En este sentido, los grupos con un origen social más alto obtienen empleos con un mayor salario medio que los grupos con un origen familiar más humilde. Esta diferencia de salarios entre grupos es más importante en España, Italia y el Reino Unido que en Polonia o los Países Bajos. Sin embargo, el nivel educativo no altera en exceso esa diferencia salarial, lo que refuerza la hipótesis de las diferencias de origen en el mercado laboral. Es decir, cuando la formación académica de los distintos grupos es idéntica, la diferencia de salarios entre ellos sigue siendo llamativa. En Polonia, España o Italia oscila entre el 15% y el 30%.

Las probabilidades de obtener un contrato temporal son también un factor determinante para valorar la calidad del empleo. Una vez más, existen grandes disparidades a la hora de obtener un contrato de tipo precario entre los distintos quintiles socioeconómicos. En países como Italia o Polonia, los grupos con un origen social más bajo son mucho más propensos a ser contratados de manera temporal que los grupos con un origen social más alto. En el caso particular de España, los trabajadores y trabajadoras con un origen social más bajo tienen muchas más probabilidades de tener un contrato temporal, con una diferencia de casi diez puntos entre el primer quintil y el cuarto y quinto.

——————

Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en el texto Incendios forestales en España. Situación laboral y origen familiar en Europa durante la crisis: No somos todo iguales, de Silvia Avram y Olga Cantó, Universidad de Alcalá, publicado en el Observatorio Social de “la Caixa”.

Fuente del articulo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=233857

Fuente de la imagen data:image/png;base64,iVBORw0KGgoAA

Comparte este contenido:

La educación privada afecta la equidad

02 de agosto de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Luz Amparo Martínez

La disyuntiva entre educación pública y privada en Colombia simboliza la fragilidad de una educación de calidad para todos.

Los impulsores de las políticas de privatización de la educación, año 1955, apuntaban a la reconversión de los sistemas escolares estatales en sistemas de oferta privada en un entorno competitivo. Sin embargo, en la práctica, la privatización se ha manifestado más bien en la constitución de sistemas educativos híbridos en los que el sector público y el privado interaccionan y se distribuyen responsabilidades de forma compleja y a veces contradictoria.

En el mundo existen actualmente diversas iniciativas de privatización, por nombrar solo algunas están las escuelas charter norteamericanas o los colegios en concesión en Colombia (instituciones públicas gestionadas por entidades privadas con financiamiento estatal); vouchers (bonos educativos  que se trasladan a las familias para que elijan la escuela privada o pública que mejor se adapte a sus necesidades); subvenciones, convenios, contratación externa, de escuelas privadas por parte de los gobiernos (como las escuelas públicas de gestión privada en Argentina o las escuelas concertadas en España o los colegios por convenio en Colombia), entre otras.

Un reciente estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona La privatización educativa en América Latina identifica trayectorias muy distintas de los procesos de privatización en los países, que responden a causas y orígenes diversos.

El caso colombiano dice el estudio, obedece a la adopción de cambios más bien graduales que se originaron a nivel regional o distrital y que luego se diseminaron a escala nacional. “No obstante, la acumulación de dichos cambios parciales acaba por alterar significativamente la constitución y la gobernanza del sistema de educación pública”.

Y es que la legislación colombiana considera simultáneamente la educación como un derecho y como un servicio, permite que la gratuidad de la educación sea compatible con “el cobro de derechos académicos (sólo) a quienes puedan sufragarlos” (Art. 67, Ley General de Educación). Esto ha sido muy criticado por organismos internacionales como Naciones Unidas o el mismo Banco Mundial.

La investigación académica de las últimas décadas muestra con mucha más frecuencia efectos negativos que positivos de la privatización educativa, especialmente en relación con  aspectos como la equidad educativa, la inclusión y la diversidad en la composición de las escuelas.

Sin embargo, el Estado asume la obligación de cofinanciar los costos de las familias que matriculen a sus hijos en el sector privado, en caso de escasez de oferta pública, a través de subsidios a establecimientos privados con carácter solidario, comunitario, cooperativo, y sin ánimo de lucro (Art. 103 y 181).

En Colombia, las principales formas de sub-contratación son los colegios en concesión y los colegios en convenio. En el año 2014, según el estudio, el sector privado representaba el 18,7% de la matrícula en primaria y el 20,3% en secundaria, aunque estas cifras son mucho más elevadas para las áreas rurales.

A esta información de niveles altos de privatización, se suma otra problemática y es, en general, la mala calidad de los colegios que atienden a la población de estratos económicos pobres. No en vano este tipo de contratos se han venido restringiendo recientemente en ciudades como Bogotá. Datos de 2016 de la Secretaría de Educación de Bogotá muestran que en el año 2011 los colegios en convenio matriculaban a 127.178 estudiantes, y en el año 2015 únicamente a 49.474.

Desde luego hay excepciones como es el caso de los Colegios de la Fundación Compartir, administrados desde 1997 en convenio con la Secretaría de Educación de Bogotá, con resultados reconocidos por el gobierno distrital, las familias y sus más de 5.800 egresados, de los cuales el 65% ha ingresado a la educación superior a adelantar carreras como medicina, ingenierías, economía, antropología, diseño industrial, microbiología, en muchos casos con becas en la Universidad de Los Andes, el Rosario o Ser Pilo Paga; esta es una demostración de la pertinencia y calidad del modelo educativo Compartir.

No hay duda que las políticas de privatización suelen generar fuertes controversias sociales y políticas en todos los países. Es más, la misma OCDE en un Documento de Trabajo en 2010 advirtió que “dichas políticas promueven mayores niveles de segregación escolar y de desigualdad educativa, mientras que los efectos sobre las mejoras en el aprendizaje no son para nada significativos”.

Sus defensores insisten en que es una vía para ampliar la libertad de elección de las familias, tornar más eficiente el sistema educativo, o incluso incrementar la equidad en educación.  Sus detractores, sostienen que es un desafío a la concepción de la educación como un derecho humano y un bien social.

Pero quizás lo más interesante es lo que dice la investigación académica de las últimas décadas; muestra con mucha más frecuencia efectos negativos que positivos de la privatización educativa, especialmente en relación con  aspectos como la equidad educativa, la inclusión y la diversidad en la composición de las escuelas.

En definitiva, no han sido demostrados los supuestos beneficios de la privatización educativa en términos de eficiencia y mejoras en el rendimiento educativo y más bien pone de relieve que la privatización tiende a socavar la equidad educativa y la función de cohesión social que debería desempeñar la escuela, en la medida que amplía las brechas educativas entre los más ricos y los más pobres y en ese sentido, las desigualdades aumentan.

Ahora, mientras las políticas públicas demuestren una verdadera comprensión del fenómeno de la privatización y de cómo esta afecta, o no, a la equidad, la Fundación Compartir seguirá en la búsqueda de fuentes de financiación que le permitan seguir prestando un servicio educativo de calidad para seguir beneficiando a muchas más familias, niños y jóvenes del país que puedan desenvolverse con éxito en la educación superior o en el mercado laboral.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/la-educacion-privada-afecta-la-equidad

Comparte este contenido:

Una escuela privada en Brasil causa polémica por pedir a sus alumnos disfraces de «favelados»

América del Sur/Brasil/02 Julio 2017/Fuente: 20minutos/Autor: EFE

Una escuela privada del sur de Brasil tuvo que disculparse públicamente después de ser criticada por haber invitado a sus alumnos a disfrazarse para una fiesta de «favelados de Rio de Janeiro», como se llama popularmente a los habitantes de las empobrecidas favelas.

La escuela ubicada en Itajaí, en el rico estado de Santa Catarina, sugirió que ese «disfraz» constara de una bermuda, lentes de sol, chanclas y gorra y que fuera usado en la «fiesta de integración» para los alumnos de 4º año, donde otra parte debería vestir «ropas formales» de médico, abogado o empresario.

Indignado Willian Domingues, uno de los padres del centro, publicó en sus redes sociales la carta que la escuela entregó a su hijo de 8 años, y que generó una fuerte polémica en el país.

«¿Desde cuando ‘favelado’ es un disfraz? Yo nací en una favela en la periferia de Sao Paulo (…) y siempre enseñamos a nuestros hijos a no tener ningún tipo de prejuicio y no juzgar a las personas por lo que visten o tienen», escribió Domingues, al señalar que hizo lo «imposible» para llevar a sus hijos a una escuela particular para que tuvieran una mejor enseñanza.

Brasil es uno de los países con mayor desigualdad de América Latina

El padre remarcó, además, que muchos de sus amigos en la favela son trabajadores, «emprendedores, profesores, abogados, policías, bomberos». «Lamentable, no podemos aceptar esa falta tan grande de respeto», denunció.

Al pedir sus disculpas «más sinceras», el colegio Cenecista Pedro Antônio Fayal reconoció en un comunicado que la propuesta de los disfraces fue un «error serio» y remarcó que la fiesta quería reflexionar sobre las desigualdades sociales a través de la vestimenta y música.

Brasil es uno de los países con mayor desigualdad de América Latina, una realidad que se ahondó aún más con la crisis económica de los últimos dos años. El índice Gini, en el cual 0 representa la equidad absoluta y 1 la absoluta desigualdad, fue de 0,522 en 2016, frente a 0,514 un año antes, la primera caída en 22 años, de acuerdo con estadísticas oficiales.

Fuente de la noticia: http://www.20minutos.es/noticia/3079014/0/escuela-brasil-disfraces-favelados/

Fuente de la imagen:

Comparte este contenido:

Desigualdad, crecimiento y sectarismo: réplica a cuatro economistas y un filósofo

Por: Juan Ramón Rallo

El liberalismo defiende la igualdad ante la ley; el socialismo una igualdad de resultados asociados al esfuerzo; la socialdemocracia, una igualdad de aquellas oportunidades

La igualdad es un valor presente en la mayoría de ideologías: desde el liberalismo al socialismo, pasando por el republicanismo o el utilitarismo, casi todas las personas sienten algún tipo de vinculación moral con la igualdad. Por supuesto, no todas ellas entienden la igualdad del mismo modo: el liberalismo defiende la igualdad ante la ley; el socialismo una igualdad de resultados asociados al esfuerzo o a las necesidades; la socialdemocracia, una igualdad de aquellas oportunidades suministradas por el Estado de Bienestar; el nacionalismo, una igualdad de pertenencia al grupo condicionada por las características étnicas de cada individuo; el republicanismo, una igualdad democrática en la conformación del bien común, etc. Pero todas ellas sí la glorifican en cierta medida.

Dos de mis últimos artículos en este medio han versado sobre la igualdad —“¿Perjudica la igualdad al crecimiento económico?” y “La desigualdad no genera infelicidad”— y han levantado cierta polémica, dado que contradecían varias proposiciones básicas de quienes consideran relevante interpretar la igualdad económica de un determinado modo —bajas dispersión en la distribución de la renta— y colocar esa concepción de la igualdad como una de las metas de nuestras políticas públicas.

Cuatro economistas y un filósofo —Manuel Hidalgo, Kamal Romero, Gonzalo López, Jorge Díaz y Borja Barraguéconsideran que las conclusiones alcanzadas en sendos artículos son “deshonestas” por manipular la evidencia científica en la que se fundamentan. Para demostrar su acusación, los cinco analistas repasan críticamente la literatura que menciono para respaldar mis tesis. Como a continuación expondré, las críticas que efectúan contra la literatura que referencio son apresuradas, desinformadas, parciales y —si todo lo anterior es deliberado— deshonestas, de modo que en absoluto logran el propósito que pretendían alcanzar: más bien tiendo a pensar que cosechan el opuesto, a saber, ilustrar un profundo sesgo de confirmación ideológico de los cinco replicadores.

Antes de responder punto por punto a las críticas que exponen, permítanme reescribir resumidamente la tesis que desarrollo en los dos artículos anteriores (invito al lector a que relea esos dos artículos para que compruebe que la siguiente síntesis es del todo fidedigna):

  1. La desigualdad de rentas puede acarrear efectos negativos sobre el crecimiento (por deterioro del capital humano y por ruptura de la cohesión social) pero también efectos positivos (vía incentivos a la formación y al ahorro). El resultado a priori es indeterminado.
  2. Un meta-análisis de los papers que estudian la relación entre desigualdad de renta y crecimiento concluye que la misma es estadísticamente significativa, pero no económicamente relevante (Neves et alii 2016).
  3. La desigualdad que se gesta por un empobrecimiento de las rentas bajas sí tiene efectos negativos sobre el crecimiento; la que se gesta por un aumento de las rentas altas posee efectos positivos (Voitchovsky 2005).
  4. La desigualdad en los países desarrollados no tiene efectos negativos sobre el crecimiento; la desigualdad en los países en vías de desarrollo sí (Kolev y Niehues 2016).
  5. En definitiva, la desigualdad que resulte del enriquecimiento de aquellos individuos que se esfuercen, que ahorren y que innoven es positiva para el crecimiento económico (Castells-Quintana y Royuela 2017).
  6. La desigualdad de la renta —como variable separada de otras variables socioeconómicas— puede acarrear efectos negativos sobre la felicidad (por la llamada “ansiedad de estado”) pero también efectos positivos (por el llamado “factor esperanza”). El resultado a priori es indeterminado.
  7. La desigualdad de rentas no tiene ninguna influencia sobre la felicidad en los países desarrollados y está vinculada a una mayor felicidad en los países en vías de desarrollo (Kelley y Evans 2017).

La desigualdad de rentas puede acarrear efectos negativos sobre el crecimiento pero también efectos positivos

En su réplica, los cinco analistas no han disputado ninguna de estas conclusiones: simplemente han intentado reinterpretar o desacreditar los papers en los que se basan para, de ese modo, demostrar que yo los he distorsionado con la finalidad de alcanzar este conjunto predeterminado de conclusiones. A continuación, examinaré las (pobres) críticas que lanzan contra cada uno de los cinco papers referenciado

1. Sobre (Neves et alii 2016): Se me reprocha que oculte que este paper afirma que la desigualdad de riqueza sí afecta negativamente al crecimiento económico; también se me reprocha que oculte que en el paper se sostiene que la desigualdad de ingresos sí tiene consecuencias negativas en los países en vías de desarrollo.

a. Mi objeto de estudio en ambos artículos es la desigualdad de renta: tanto cómo afecta la desigualdad de renta al crecimiento cuanto a la felicidad. En particular, mi primer artículo pretende dar una réplica a los recientes estudios de la OCDE y del FMI que relacionan desigualdad de la renta con un menor crecimiento. Si la desigualdad de riqueza afecta al crecimiento económico —y por qué canales lo hace— merecería ser objeto de otro estudio que en todo caso no resultaría incompatible, sean cuales sean sus conclusiones, con el que de mis dos otros artículos.

b. Que la desigualdad de la renta afecta negativamente al crecimiento de los países en vías de desarrollo es algo que yo mismo recalco en mi artículo. Me autocito: “Si separamos entre desigualdad en los países subdesarrollados y los países desarrollados, descubriremos que la desigualdad solo está negativamente relacionada con el crecimiento en los países subdesarrollados, no en los desarrollados”. Extraño que se me reproche ocultar aquello que yo mismo expongo.

c. Por cierto, muy significativo que lo único que sean capaces de recriminarle mis cinco replicadores a este paper sean esos dos puntos auxiliares: en esencia, porque el estudio de Evans et alii es un meta-análisis que estima el efecto medio hallado por el conjunto de papers publicados entre 1994-2014 a propósito de la influencia de la desigualdad sobre el crecimiento. Si mis cinco replicadores dan por bueno el paper con esas dos salvedades, están dando por bueno que la literatura científica a propósito de desigualdad de la renta y crecimiento económico concluye que los efectos de la desigualdad de ingresos sobre el crecimiento económico son irrelevantes económicamente dentro de los países desarrollados (justamente, una de las tesis de mi artículo). Si creen que, por el contrario, el paper de Neves et alii padece otros problemas más graves que socavan sus conclusiones sobre los efectos de la desigualdad de renta, habría estado bien que los pusieran de relieve con preferencia sobre esas dos glosas completamente auxiliares que han escrito.

2. Sobre (Voitchovsky 2005):Se me critica que yo supuestamente diga que el paper contiene datos de países desarrollados y en vías de desarrollo, cuando sólo contiene de los segundos; también se me reprocha que el paper adolezca de deficiencias metodológicas que el propio ensayo reconoce y que yo oculto.

a. En ningún momento digo que el paper de Voitchovsky analice el efecto de la desigualdad tanto en países desarrollados como en países en vías de desarrollo (al contrario, el paper al que remito para estudiar las diferencias entre ambos grupos de países es [(Kolev y Niehues 2016]). El paper de (Voitchovsky 2005) nos permite conocer los efectos asimétricos de un aumento de la desigualdad por empobrecimiento de las rentas bajas o por un enriquecimiento de las rentas altas en los países desarrollados. Y con tal finalidad lo referencio.

b. Las deficiencias metodológicas que se le suponen al paper son, en realidad, sus fortalezas. En concreto, Voitchovsky argumenta que no encuentra ninguna relación estadísticamente significativa entre desigualdad y crecimiento económico cuando se pretende relacionar desigualdad sólo con el índice Gini, o sólo con la ratio 90/75 o sólo con la ratio 50/10; sin embargo, sí encuentra una relación estadísticamente significativa cuando se relaciona desigualdad con las tres variables a la vez o sólo con el índice Gini y la ratio 90/75. ¿Qué quiere decir esto para la autora? Que los efectos de la desigualdad sobre el crecimiento se desarrollan a través de diversos canales y, por tanto, hace falta especificar un modelo que contenga más de una medición de desigualdad —como proxies de distintos canales de la transmisión de esa desigualdad— para obtener resultados verdaderamente significativos. Y, al hacerlo, la autora llega a las conclusiones ya mencionadas: el aumento de la desigualdad en las rentas altas (medida por la ratio entre la renta del percentil 90 y del percentil 75) tiene una influencia positiva sobre el crecimiento. Permítanme que cite a la propia autora: “La influencia distintivamente positiva de la desigualdad en la parte alta de la distribución de la renta podría reflejar los mecanismos beneficiosos de la desigualdad que han sido identificados por la literatura, como son los incentivos, la innovación o el ahorro. La desigualdad fuera de ese rango alto de la distribución de la renta y que afecta a las rentas más bajas —capturada por la influencia del coeficiente Gini y una vez controlamos la influencia de la ratio 90/75— está negativamente relacionada con el crecimiento, probablemente por canales como restricciones crediticias a la inversión en capital humano, mayor delincuencia e inseguridad o mejor esfuerzo laboral. Estos efectos enfrentados de la desigualdad en distintas partes de la distribución de la renta permiten explicar por qué ninguna medición de igualdad en solitario resulta significativa por su cuenta: porque las distintas mediciones de desigualdad están positivamente correlacionadas entre sí”. Lo dicho: según (Voitchovsky 2005), la desigualdad gestada en la parte alta de la distribución de la renta está relacionada con mayor crecimiento y esta conclusión no se ve aguada por la deficiencia metodológica presuntamente descubierta por mis cinco replicadores.

3. Sobre (Kolev y Niehues 2016): En este caso, los cinco analistas no se atreven a acusarme de tergiversar el mensaje del paper, pero sí me critican por escoger un ensayo con tantas fallas metodológicas. En concreto: a) usar una muestra demasiado pequeña de observaciones; b) tomar datos sólo a partir de 1990; c) no controlar la influencia de la redistribución de la renta; d) no realizar un correcto análisis de robustez.

a. El paper de (Kolev y Niehues 2016) utiliza una muestra de 682 observaciones procedentes de 113 países. Evidentemente, juzgar una muestra como demasiado pequeña siempre tiene algo de subjetivo: ¿a partir de qué cantidad de datos reputamos la muestra como suficiente para inferir resultados generales? En este sentido, podría suceder que nuestros cinco analistas tuvieran un grado de exigencia muy grande acerca del tamaño de la muestra y que, sinceramente, 682 no les parecieran bastantes. Sin embargo, también podría suceder que nuestros cinco autores utilizaran distintos estándares de exigilibilidad cuando un paper ofrece resultados que les son ideológicamente favorables (relejando en tal caso la muestra mínima exigida) que cuando alcanza resultados ideológicamente incómodos. Y mucho me temo que esto último es lo que sucede. Por ejemplo, Manuel Hidalgo, uno de los cinco replicadores, recomendaba hace algunos meses echar mano de los recientes papers del FMI y de la OCDE para ilustrar la relación negativa entre desigualdad y crecimiento económico. ¿Cuál es el tamaño de la muestra de estos dos papers recomendados por Manuel Hidalgo para ilustrar que la desigualdad sí perjudica al crecimiento económico? El ensayo del FMI utiliza un máximo de 828 observaciones, mientras que el de la OCDE apenas emplea 127 observaciones de 31 países (Kolev y Niehues también emplean una muestra más restringida de 205 observaciones en 33 países para medir los efectos específicamente en la OCDE). ¿Cómo es posible que 682 observaciones sean suficientes para desdeñar un paper y, en cambio, 127 basten para avalar otro paper? Pues porque uno dice “aquello que no me gusta” y el otro alcanza conclusiones que “sí me gustan”. ¿Deshonestidad intelectual?

b. Cuando los cinco analistas afirman que (Kolev y Niehues 2016) únicamente toman datos a partir de 1990, desconozco qué paper exactamente habrán leído. De hecho, en este punto hallamos una nueva muestra de la impostura intelectual de los cinco replicadores. Es verdad que Kolev y Niehues realizan una primera regresión restringida con datos sólo a partir de 1990, pero acto seguido efectúan otra mucho más amplia tomando datos desde 1970. ¿Y por qué realizan una primera regresión sólo a partir de 1990? ¡Porque intentan replicar los resultados del paper de la OCDE que —recordemos— Manuel Hidalgo recomienda para analizar los efectos de la desigualdad sobre el crecimiento? Cito a Kolev y Niehues: “Primero, analizamos la relación entre desigualdad de la renta y crecimiento económico en una selección de países de la OCDE. Más en particular, tratamos de investigar los drivers del efecto significativamente negativo de la desigualdad en los períodos de crecimiento estudiados por Cingano (2014) [el paper de la OCDE sobre crecimiento-desigualdad]. Más adelante, replicamos esos resultados usando el período de tiempo 1970-2010”. Dicho de otro modo, el paper de la OCDE es una referencia a pesar de que sólo mide los efectos de la desigualdad a partir de 1990; el paper de Kolev y Niehues es malo porque sólo mide los efectos a partir de 1990 (cuando, en realidad, los mide desde 1970). Recomendaría una lectura más calmada de los papers antes de pretender tirarlos por tierra.

c. Es verdad que Kolev y Niehues no controlan sus resultados por redistribución de la renta: pero los autores lo que pretenden medir es el impacto del aumento de la desigualdad que se ha producido durante los últimos años —gracias o a pesar de la redistribución— sobre el crecimiento económico. Si los cinco replicadores pretenden sugerir que, en ausencia de redistribución de la renta, la desigualdad habría aumentado más y que esa potencial mayor desigualdad sí habría afectado negativamente al crecimiento económico, es muy legítimo que lancen semejante hipótesis: pero, en tal caso, lo que tendrán que hacer es demostrarla valiéndose de la evidencia (cosa que no hacen). Kolev y Niehues lo que pretenden probar, y lo que prueban, es que el aumento de la desigualdad experimentado en Occidente durante los últimos 45 años no ha afectado negativamente al crecimiento económico.

d. Por último, acusar a Kolev y Niehues de no controlar correctamente la robustez de sus resultados también me resulta bastante hipócrita. Nuevamente, uno puede ponerse muy exquisito con los resultados de un paper y exigir muchas especificaciones alternativas de tu modelo para comprobar que las conclusiones alcanzadas son verdaderamente sólidas. Lo que no tiene sentido es aplaudir papers con problemas evidentes de robustez y, al mismo tiempo, desdeñar otros con menores problemas de robustez. En concreto, el paper de Kolev y Niehues lo que justamente demuestra es la falta de robustez del informe de la OCDE sobre desigualdad-crecimiento (el paper que Manuel Hidalgo recomienda para probar efectos negativos de la desigualdad). ¿Por qué? Pues porque el informe de la OCDE sólo toma datos a partir de 1990, de manera que sus resultados dependen del sesgo introducido por la experiencia de los países ex comunistas (países con una baja desigualdad de partida y unos altos ritmos de crecimiento debido a un proceso de convergencia global). En suma, puede que haya que exigirle mayor robustez a (Kolev y Niehues 2016), ¿pero entonces cómo puede avalarse un paper con problemas de robustez mucho mayores y evidentes?

4. Sobre (Castells-Quintana y Royuela 2017): Los cinco analistas me reprochan que recurra a este paper para demostrar mi afirmación de que “la desigualdad derivada de que un conjunto de personas se enriquezcan muy significativamente merced a su trabajo duro, a su asunción de riesgos, a su innovación tecnológica, a su inversión en modelos de negocio generadores de valor —y no a los privilegios políticos— no daña en absoluto el crecimiento económico: al contrario, lo impulsa”. A su entender, este paper prueba que la desigualdad perjudica en agregado al crecimiento económico.

a. No deja de ser llamativo que uno tenga que volver a explicar por enésima vez lo mismo, en especial a presuntos especialistas en la materia. La desigualdad que “exterioriza situaciones de pobreza que impiden a una parte de la población acceder a una buena formación y a unos buenos cuidados sanitarios” sí perjudica al crecimiento económico; la desigualdad que exterioriza ahorro, esfuerzo e innovación no lo hace. Esa es la tesis de todo mi artículo y, por supuesto, también es la tesis de Castells-Quintana y Royuela. Me permito citar las conclusiones de su paper: “Cuando la desigualdad está asociada a la inestabilidad política y la conflictividad social, al rent seeking y a políticas distorsionadoras, a menores capacidades de inversión en capital humano, y a un mercado interno estancado, lo esperable es que perjudique al crecimiento económico, tal como han señalado numerosos autores. Así, en tales casos, mejorar la distribución de la renta puede potenciar el crecimiento económico, sobre todo en países pobres donde los niveles de desigualdad son normalmente muy altos. Sin embargo, un cierto grado de desigualdad también puede ser positivo, como también ha sido argumentado desde un punto de vista teórico por la literatura científica y como este paper evidencia empíricamente. Un cierto grado de desigualdad puede desempeñar un rol beneficioso sobre el crecimiento económico cuando la desigualdad viene motivada por las fuerzas del mercado y está relacionada con el trabajo duro y con motores del crecimiento tales como la asunción de riesgos, la innovación, la inversión en capital y las economías de aglomeración”. Lo dicho: la desigualdad generada por empobrecimiento de las rentas bajas es perjudicial; la derivada del enriquecimiento de rentas altas —y no vinculada a favores políticos— es beneficiosa.

5. Sobre (Kelley y Evans 2017): Se me reprocha que distorsione el mensaje de ambos autores, pues supuestamente ellos no afirman que la desigualdad genere felicidad, sino que la desigualdad está asociada a aumentos de la renta y esos aumentos de la renta son los que generan el aumento de la felicidad a pesar del aumento de la desigualdad.

a. En mi artículo no sostengo que la desigualdad genere indiscriminadamente felicidad. Lo que digo es que es la desigualdad es irrelevante en los países desarrollados y positiva sobre la felicidad en los países en vías de desarrollo. Me autocito: “En los países desarrollados, la desigualdad social exhibe una influencia irrelevante sobre la felicidad (aunque la felicidad sí depende de otras variables que, como el empleo, la educación o la salud, se asocian erróneamente con la desigualdad dentro del imaginario colectivo); en cambio, en los países en vías de desarrollo, la desigualdad suele acarrear efectos positivos sobre la felicidad debido a la potente influencia del “factor esperanza”, a saber, la expectativa de que los ciudadanos más pobres irán prosperando conforme el país continúe creciendo”.

b. El análisis de Kelley y Evans no vincula el aumento de la felicidad en los países desarrollados al aumento de la renta de los pobres: precisamente, todo el paper de Kelley y Evans es un intento de medir la influencia de la desigualdad sobre la felicidad, desligándola de la influencia positiva que sí tiene un incremento de la renta sobre la felicidad. Como ya he explicado, ambos autores atribuyen la correlación positiva entre felicidad y desigualdad en los países en vías de desarrollo al “efecto esperanza” de que los pobres actuales verán aumentar sus rentas en el futuro. Tan es así que los autores tienden a cuestionar las políticas de redistribución de la renta por el daño que pueden causar sobre la felicidad: “En los países en vías de desarrollo, la desigualdad contribuye a incrementar la felicidad. Esto da que pensar que los actuales esfuerzos de agencias como el Banco Mundial, consistentes en reducir la desigualdad de la renta, dañan potencialmente el bienestar de los países pobres”. Uno podrá criticar las fallas metodológicas del paper de Kelley y Evans (aun echando mano de malas críticas), pero lo que no debería hacer es tergiversar la diáfana conclusión de su paper: lo que quieren medir, lo que creen que están midiendo y lo que dicen que están midiendo es muy claro. Mejor no confundir al lector.

En definitiva, Manuel Hidalgo, Kamal Romero, Gonzalo López, Jorge Díaz y Borja Barragué firman un escrito acusándome de deshonestidad intelectual por tergiversar y seleccionar interesadamente los papers con los que avalar mi postura supuestamente preconcebida. Pero una revisión cuidadosa de las críticas que estos cuatro economistas y un filósofo dirigen contra mi interpretación y selección de los mencionados papers pone de manifiesto que los únicos que han realizado una lectura apresurada, torpe, sesgada y prejuiciosa de los trabajos referenciados son ellos. A buen seguro se podrán emitir críticas fundamentadas a esos papers, y es una obviedad que la ciencia siempre debe seguir investigando para confirmar o desmentir resultados pasados, pero los reproches que estos cinco analistas efectúan a estos ensayos no son buenos reproches y, si algo hacen, es reforzar sus conclusiones: “si esto es todo lo que se os ocurre criticar, es que van por el buen camino”.

Empero, lo más llamativo de todo es que estos cinco autores no se hayan preocupado por lanzar críticas equiparables contra informes con muchísima más repercusión mediática —por ejemplo, el de la OCDE que sí encuentra una relación negativa entre desigualdad y crecimiento— y que exhiben fallas metodológicas bastante más evidentes y graves que las de cualquiera de los trabajos referenciados. De hecho, no sólo no se han lanzado en tromba contra esos informes, sino que incluso han llegado a recomendarlos como evidencia de sus proposiciones ideológicas. ¿A qué viene semejante trato asimétrico? Obviamente, a que acogen entusiasmados aquella evidencia que confirma sus teorías pero, en cambio, tratan de desacreditar la que las contradice. Semejante sesgo de confirmación es algo muy humano: en ocasiones, todos somos víctimas de él. Ahora bien, lo que distingue a un científico honesto de otros deshonestos no es tanto lograr escapar siempre del mismo —objetivo imposible— sino esforzarse por no sucumbir sistemáticamente a él. A veces conviene buscar menos pajas en el ojo ajeno y más vigas en el propio. Con todo, y a diferencia de ellos, no voy a tener la osadía, la arrogancia y el sectarismo de calificar su artículo de desvergüenza intelectual porque desconozco si su recurrente manipulación de cada uno de los papers analizados —así como del contenido de mis artículos— ha sido un ejercicio deliberado o un error meramente accidental: por sus rectificaciones los conoceremos.

Fuente:http://blogs.elconfidencial.com/economia/laissez-faire/2017-03-20/desigualdad-crecimiento-sectarismo-intelectual_1351347/

Comparte este contenido:

Seminario de la UNESCO se centra en fomentar la educación de calidad para las niñas en África.

La UNESCO y el Centro Internacional de la Unión Africana para la educación de las niñas y las mujeres en África (UA/CIEFFA), están preparando un seminario que tendrá por tema central las inversiones estratégicas para ampliar la educación de las niñas en África.

África/Sudáfrica/20.12.2016/Autor y Fuente: http://www.unesco.org/

El seminario, que será una plataforma de debate, aprendizaje práctico e innovación, se celebrará en la Sede de la UNESCO en París los días 14 y 15 de diciembre, y en él se prestará especial atención a la fundamental transición desde la enseñanza primaria a la secundaria y a niveles superiores.

Se espera que al seminario asistan unos 40 participantes, procedentes de Estados Miembros de la UA, representantes de comunidades económicas regionales, delegados de organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales, así como delegaciones de la UNESCO.

Con el apoyo de la UNESCO, el UA/CIEFFA ha iniciado tareas de investigación y promoción con el fin de abordar los obstáculos que frenan el aprendizaje de las niñas. Esta labor abarca estudios de casos en Argelia, Costa de Marfil, Chad, Tanzania y Zambia sobre métodos integradores de aprendizaje en África, con especial atención a la educación de las niñas y las mujeres. También participarán delegados de Costa de Marfil, Chad y Zambia.

Acceso, retención y desempeño

En el seminario se examinarán los datos sobre la desigualdad de género en la educación en África, incluyendo las principales conclusiones de los estudios de caso en los cinco países analizados. El seminario también promoverá el conocimiento, la aplicación y la ampliación de las políticas y prácticas idóneas para abordar las desigualdades de género en la educación y para definir las estrategias y los mecanismos capaces de reducir significativamente las desigualdades geográficas, sociales y de género en materia de acceso, retención y desempeño académico en escuelas y universidades.

La igualdad de género y la educación son preocupaciones primordiales en la nueva agenda de desarrollo sostenible, uno de cuyos 17 objetivos, el ODS 5, plantea la necesidad de alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento de las niñas y las mujeres, como requisitos para la consecución de todos los demás objetivos.  Además, el objetivo consagrado a la educación, el ODS 4, tiene su propia meta relativa a la igualdad de género en la educación.

A pesar de los considerables avances que se han logrado desde el año 2000 en materia de igualdad de género en la enseñanza primaria, las desigualdades se amplían en la secundaria. Esto es sobre todo visible en el África subsahariana, que abarca a 7 de los 10 países donde hay menos de 80 chicas matriculadas en secundaria básica por cada 100 chicos. En esta región, nueve millones de niñas nunca llegarán a pisar un aula, y las desigualdades extremas en educación afectan especialmente a las niñas de las familias más pobres y aquellas que viven en zonas rurales o en lugares afectados por conflictos.

Fuente: http://www.unesco.org/new/es/media-services/single-view/news/unesco_seminar_focuses_on_fostering_quality_education_for_gi/

Imagen: http://www.unesco.org/new/typo3temp/pics/eeac6fe121.jpg

Comparte este contenido:

Argentina: huelga de mujeres contra la violencia

América del Sur/Argentina/21 de octubre de 2016/www.dw.com

Las redes sociales estallaron tras el asesinato de la joven marplatense Lucía Pérez. Este miércoles, las mujeres argentinas se movilizaron para expresar su repudio y reclamar soluciones.

Buenos Aires Demonstration gegen die Gewalt gegen Frauen (picture-alliance/AP Photo/V. R. Caviano)

El asesinato de Lucía Pérez fue la gota que colmó el vaso. Esta joven marplatense fue drogada, violada y brutalmente asesinada la semana pasada. Su caso no fue el único ocurrido en los últimos días, pero el especial ensañamiento de los autores ha conmovido especialmente a la sociedad argentina, que este miércoles (19.10.2016) vuelve a movilizarse. Los lemas #NosotrasParamos #VivasNosQueremos y #NiUnaMenos  presiden las acciones de hoy, con un paro de todas las actividades entre las 13:00 y las 14:00 y marchas convocadas en diversas ciudades de todo el país. La convocatoria del colectivo #NiUnaMenos, junto a otras 50 organizaciones de mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis y trans en Argentina explotó en las redes sociales y obtuvo la rápida adhesión en más de quince países.

El caso de Lucía Pérez se inscribe en una triste serie de ejemplos de violencia contra las mujeres. En 2015 se produjeron 235 asesinatos y 2016 lleva camino de rebasar esa cifra. Argentina se moviliza desde hace tiempo para luchar contra el fenómeno, que, según Vanesa Vázquez Laba, docente e investigadora del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad de San Martín y miembro del Programa Contra la Violencia de Género de esta institución, hay que poner dentro de un contexto histórico. “La violencia contra las mujeres en Argentina tiene resabios de la dictadura militar, en la que las mujeres sufrieron desapariciones y, de manera especialmente brutal, torturas”, dice Váquez Laba.

“Política de Estado”

Por su parte, Carla Majdalani, directora de Comunicación del Consejo Nacional de las Mujeres de Argentina, organismo del Ejecutivo que da respuesta a temas relacionados con la violencia contra las mujeres, asegura que la institución ve “con suma preocupación el aumento de estos casos y de los femicidios en particular. A la vez, felicitamos a la sociedad civil por estar concientizándose y movilizándose y poniendo en la agenda pública la preocupación por la eliminación de la violencia contra las mujeres”.

“En Argentina, la erradicación de la violencia contra las mujeres es política de Estado”, prosigue Majdalani. “Entendemos que la movilización surge desde la indignación popular y que es necesario que se visibilice. El Consejo Nacional de las Mujeres ha logrado poner en la agenda política lo que la sociedad civil puso en la agenda pública. Destaca la adopción del primer plan de acción para la prevención, asistencia y erradicación de la violencia contra las mujeres”. Majdalani se refiere al plan que Mauricio Macri presentó el pasado 26 de julio para llevar a cabo políticas sobre el fenómeno y que se implementará entre 2017 y 2019. “El presidente argentino ha asumido como política pública definitoria de su gestión la promoción de la igualdad de género y así lo manifestó, por ejemplo, en su discurso inaugural en la Asamblea General de las Naciones Unidas”, dice Majdalani.

Buenos Aires Demonstration gegen die Gewalt gegen Frauen (picutre-alliance/AP Photo/V. R. Caivano)

Mujeres protestan en Buenos Aires durante el paro llevado a cabo al mediodía.

Plan ambicioso… en contexto económico inadecuado

Para la investigadora Vázquez Laba, “se trata de un plan muy ambicioso, está bien concebido y toca distintas dimensiones y me parece que, si se pudiese llevar adelante con un buen presupuesto y con una buena articulación con los distintos actores políticos, organizaciones sociales y gubernamentales, podría llegar a dar resultados. Pero, lamentablemente, Argentina está viviendo todo un retroceso desde el pasado 10 de diciembre en derechos hacia las mujeres y en derechos económicos”. Así, Vázquez Laba teme que los recortes que sufren ámbitos como la ciencia, la educación y la salud, lastren la implementación del ambicioso proyecto de Macri para erradicar la violencia contra las mujeres. “Con un Gobierno que está llevando a cabo políticas neoliberales, políticas que retiran a las mujeres del mercado laboral por la supresión de puestos de trabajo, y de las universidades, porque, cuando las familias se quedan sin ingresos, el estudio pasa a un segundo plano, es muy complicado”, argumenta. “Se recortan los programas vinculados a los derechos de las mujeres: educación sexual integral, salud sexual, planes sociales para las mujeres… Nuestro poder adquisitivo ha disminuido enormemente con la inflación que hemos tenido. Ahí es donde yo veo que el programa pueda llegar a fracasar. Porque, con una sociedad en estas condiciones, sin trabajo y sin calidad de vida, se genera más desigualdad de clase social y de género. La variable económica es fundamental para entender la violencia contra las mujeres. Cuanta más desigualdad, más violencia.”

 Tomado de:  http://www.dw.com/es/argentina-huelga-de-mujeres-contra-la-violencia/a-36094434
Comparte este contenido: