Con motivo del Día de África, que tendrá lugar el próximo 25 de mayo, Manos Unidas quiere recordar que la amenaza del hambre se cierne sobre millones de personas en el continente vecino ante la pasividad de gran parte de la comunidad internacional. «
Una vez más vemos cómo el derecho a la alimentación que, en teoría, ampara a todos los seres humanos desde su nacimiento, vuelve a ser una quimera para millones de personas que en África dependen de la ayuda externa para sobrevivir», afirma Goril Meisingset, coordinadora de proyectos de Manos Unidas en el Este de África.
«El hambre en África es una emergencia permanente, donde la malnutrición crónica y el hambre estacional, que no salen en los papeles ni ocupan titulares, son crisis que afectan a millones de personas, en su mayoría pequeños agricultores, que son los más afectados por la escasez de agua y dependen de la ayuda exterior para garantizar su alimentación», asegura Meisingset.
«La gente está tan débil que no puede ni siquiera llegar al hospital, para pedir tratamiento», continúa Meisingset, recién llegada de Etiopía donde ha sido testigo directo de las consecuencias del hambre entre la población rural. «Es desesperante saber que, aunque en los últimos días ha llovido, estas personas van a seguir pasando hambre». «Las lluvias llegan tarde y no han podido cosechar. Las semillas se han malogrado y hasta el ganado está muriendo de sed», denuncia.
Para paliar esta situación, en los últimos meses Manos Unidas ha aprobado 23 proyectos de emergencia, por un importe cercano a los 1,3 millones de euros, destinados a las poblaciones más pobres. «Estas acciones tratan de dar respuesta a necesidades elementales y urgentes para la vida de personas que, de otra forma, verían su supervivencia comprometida», informa la coordinadora de proyectos de Manos Unidas.
Unos de los fines de los proyectos de desarrollo que Manos Unidas apoya en África es evitar que las personas lleguen a estar en estas condiciones. Para ello, Manos Unidas, junto a sus socios locales, trabaja para capacitar a los agricultores en técnicas agrícolas y en diversificación de cultivos; construye las infraestructuras necesarias para acceder, almacenar y canalizar el agua (embalses, pozos y sistemas de riego) y proporciona asistencia sanitaria y educativa. Además, Manos Unidas trabaja con las mujeres para que sean capaces de sacar mayor rendimiento a las cosechas y obtengan beneficios de los excedentes… Y, «mientras los gobiernos africanos y la comunidad internacional no actúen de forma determinante para acabar con la lacra del hambre, Manos Unidas continuará apoyando proyectos de emergencia tendentes a facilitar a la población lo que los organismos públicos les niegan», asegura Meisinget.
África crece, pero sigue teniendo hambre
En 2012, la introducción del «Primer informe sobre desarrollo humano en África», publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) decía: «África no está destinada a pasar hambre, porque es un continente con gran riqueza de tierras cultivables» e instaba a los gobiernos a tomar medidas eficaces para poner fin a una lacra que, según el informe, «es una afrenta para la dignidad de los africanos». «África debe dejar de mendigar ayuda externa para comer», sentenciaba el documento.
Pero, a pesar de ello, cinco años después, millones de personas se enfrentan a una situación extrema en los países en los que se ha declarado crisis alimentaria o hambruna en 2017: Nigeria, Sudán del Sur, Somalia, Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania, Níger, Senegal, República Democrática del Congo. En África el continente de las inmensas riquezas naturales, aún hay millones de seres humanos que no tienen comida, que se han visto obligados a desplazarse de sus hogares, sin acceso al agua o al saneamiento, cuyos hijos no pueden ir a la escuela y amenazados con enfermedades causadas por esas carencias.
En las últimas décadas, el continente africano ha experimentado importantes avances como la reducción en muchos países de la pobreza extrema y el hambre; el aumento hasta casi el 90 por ciento de las matriculaciones en la escuela primaria; el incremento de la presencia de las mujeres en los órganos de representación de sus países, hasta superar en un 15 por ciento la media mundial o la reducción del índice de mortalidad infantil y de la incidencia del VIH- sida, la malaria y la tuberculosis. Pero, sin embargo, todavía queda mucho por hacer en cuestiones tan graves como la mortalidad materna, el acceso al agua potable y el saneamiento o las graves diferencias de ingresos y salarios entre hombres y mujeres y entre el mundo rural y el urbano.
En los últimos dieciséis meses, Manos Unidas ha acompañado 374 proyectos de desarrollo, por importe de 20,9 millones de euros en el continente africano con el fin de dotar a la población de las herramientas necesarias para que puedan ser agentes de su propio desarrollo.
Manos Unidas y las emergencias
«Aunque Manos Unidas no es una organización específicamente de emergencias, la fuerza de la realidad hace que, en circunstancias extraordinarias, atendamos a peticiones de ayuda humanitaria o demos respuesta a emergencias, producidas por fenómenos naturales (terremotos, inundaciones, sequías…) o que atienden a las necesidades urgentes de los refugiados que huyen de guerras o violencias, crisis de hambre, etc.», señala María José Hernando, del departamento de Estudios de Manos Unidas. «Desgraciadamente, la relación de casos es enorme, aunque, en general, nuestra sociedad los desconoce, y solo somos sensibles a las emergencias que se difunden en los medios de comunicación», asegura Hernando.
Por su parte, desde Misiones Salesianas se denuncia que poco es lo que hay que celebrar cuando el continente sigue sumido en la pobreza, los conflictos no cesan y más de 15 millones de personas están sufriendo, en el Cuerno de África, una de las sequías más graves en las últimas décadas. Queda mucho por hacer pero no perdemos la esperanza.
Los misioneros salesianos están presentes en África desde hace más de 30 años y las líneas de trabajo son la educación de los niños, niñas y jóvenes, la mejora del acceso al agua potable, la protección de menores en riesgo y el fortalecimiento del papel de la mujer.
«Cuatro grandes líneas con el fin de que un continente lleno de riquezas y de juventud pueda cambiar el futuro de los más de mil millones de personas que viven en él», explica Ana Muñoz, portavoz de MISIONES SALESIANAS.
Para MISIONES SALESIANAS, África es uno de los continente prioritarios y más del 35% de nuestros fondos va destinado a proyectos en alguno de los 42 países de África en los que estamos presentes. «Lo que más nos importan son las personas, sobre todo, los niños, niñas y jóvenes que gracias a la educación pueden cambiar su futuro y el de sus comunidades», añade Muñoz.
África es un continente lleno de vida, no sólo de miseria y guerras. «Es cierto que no hay mucho que celebrar un día como hoy cuando hay conflictos que se enquistan como el de Sudán del Sur o el de República Centroafricana, cuando a millones de niños y niñas que no pueden hacer una comida al día pero hay pequeños logros que merece la pena poner en valor y que nos dan fuerzas para seguir trabajando y no perder la esperanza», dice Muñoz.