Page 21 of 40
1 19 20 21 22 23 40

Eco-swaraj: una democracia verde y radical en India

Swaraj, una filosofía de autodeterminación y toma de decisiones colectivas, inspiró la lucha de Gandhi por la independencia. Ahora está promoviendo enfoques de abajo arriba para proteger a la gente y al planeta.

En noviembre de 1909, Mahatma Gandhi viajaba a bordo del SS Kildonan Castle de Londres a Sudáfrica, y escribió su obra «Hind Swaraj” en tan solo 10 días de travesía en ese barco. Cuando el libro fue publicado en India, al año siguiente, la potencia colonial británica lo prohibió por sedición.

«Swaraj significa actuar de forma autodeterminada”, escribió Gandhi para mostrar a la población india cómo enfrentarse a las potencias coloniales y crear una sociedad más justa.

A pesar de que India obtuvo su independencia en 1947, los principios del swaraj establecidos en el texto de Gandhi han desempeñado un papel menor en la política india. Sin embargo, siguen resonando en la sociedad civil hasta el día de hoy, especialmente en los movimientos populares ambientales, según el conocido activista indio Ashish Kothari.

«El swaraj puede definirse como autogobierno, pero, en realidad, su significado va más allá”, explica Kothari, que ha escrito extensamente sobre el swaraj y la crisis ecológica. «Significa mi propia autonomía, autosuficiencia e independencia, tanto como individuo como comunidad. Pero no se trata de la noción americana de individualismo, de que puedo hacer lo que quiera”.

Gandhi sentado y escribiendo.El eco-swaraj tiene sus raíces en los principios del swaraj escritos por Ghandi en su tratado sobre la independencia de India.

Democracia radical

Más bien, es un tipo de autonomía colectiva que reconoce nuestra dependencia y responsabilidad hacia otros seres humanos y especies. De esta manera, vivir en armonía con la naturaleza es fundamental para el swaraj.

«Hay que ser respetuoso con la naturaleza y reconocer que otras especies y la Tierra en su conjunto también tienen derechos. No solo están ahí para servir a la humanidad”.

«Eco-swaraj” no es un movimiento en sí mismo, pero Kothari utiliza el término para describir las pautas que ha observado en cientos de iniciativas en toda India, que se oponen a la construcción de presas y proyectos de minería y propugnan alternativas sostenibles. En todos los casos, los ciudadanos son la fuerza motriz de un enfoque de base, que va de abajo arriba.

«Uno de los principios fundamentales del eco-swaraj es la democracia radical, que significa que el poder reside en la gente común”, explica Kothari. «No se trata de que un gobierno establezca políticas. Se trata de todos. Cada persona debería estar en el centro de los procesos de toma de decisiones, sin importar de qué aldea provenga”.

Mujeres con mascarillas vertiendo gachas en un tazón.Los miembros de los sangham donaron 20.000 kilogramos de granos para suministrar una nutritiva ración de gachas de mijo dos veces al día a los trabajadores sanitarios y de la limpieza en varias aldeas, durante el confinamiento del coronavirus en India.

Seguridad alimentaria en Telangana

Esos principios han ayudado a miles de mujeres del estado indio de Telangana a pasar de ser buscadoras de comida a proveedoras de alimentos. Antes de que se fundara la ONG agrícola india Deccan Development Society (DDS), en 1983, muchas familias del distrito de Sangareddy luchaban por conseguir suficiente comida. Hombres y mujeres trabajaban como agricultores temporales en tierras ajenas por salarios escasos, mientras que sus propios campos permanecían en barbecho.

DDS animó a las mujeres a formar sanghams, o grupos de autoayuda, para discutir la seguridad alimentaria y encontrar soluciones. Tomaron prestadas semillas de las aldeas vecinas y recuperaron los cultivos tradicionales adaptados al suelo y al clima árido.

Las 3.000 mujeres miembros de los sangham son ahora granjeras orgánicas que cultivan hasta 35 productos diferentes, como mijo, legumbres, semillas oleaginosas y plantas silvestres. También tienen su propio banco de semillas con 80 variedades. Durante el confinamiento del coronavirus en India, cada miembro donó 10 kilogramos de mijo, que se sirvieron como gachas para cientos de trabajadores sanitarios y de la limpieza.

«Antes de unirse a los grupos sangham, estaban solas”, señala Jayasri Cherukuri, co-directora del DDS. «Ahora, cuando hacen las cosas colectivamente, tienen más valor para hablar de los problemas a los que se enfrentan”.

Según Cherukuri, las mujeres que temían enfrentarse a los propietarios de las tierras para las que trabajan, ahora exigen un lugar en los comités del gobierno local. Y no son únicamente las comunidades rurales las que hablan sobre las decisiones ambientales.

Un grupo de personas recogiendo agua de los grifos exteriores.Residentes del barrio marginal de Shivram Mandap gestionan colectivamente un sistema que bombea el agua de un pozo a un tanque de agua y luego se distribuye a toda la zona.

El redescubrimiento de la tecnología tradicional para preservar el agua

En la ciudad de Bhuj, en el estado occidental de Guyarat, las iniciativas ciudadanas están elaborando sus propios planes para gestionar los residuos y el agua potable, que presentan a los organismos gubernamentales para su financiación. Ahora que los pozos perforados han agotado las aguas subterráneas, la ciudad sufre alternativamente escasez de agua e inundaciones. No obstante, estos proyectos dirigidos por los residentes locales son sostenibles. Están recuperando el sistema tradicional de reabastecimiento de pozos para preservar las aguas subterráneas, limpiando los lagos contaminados y recogiendo el agua de lluvia en escuelas y universidades.

Las iniciativas ciudadanas están coordinadas por Homes in the City (del inglés, «Hogares en la ciudad”), una ONG que ha estado trabajando con los vecinos de los barrios marginales de Bhuj durante una década. «Antes, los ciudadanos dependían de unos pocos funcionarios que tomaban decisiones por ellos”, cuenta Aseem Mishra, director del programa Homes in the City. «Ahora estamos tratando de cambiar la mentalidad de los ciudadanos. Queremos que sepan que tienen voz en el desarrollo urbano”.

Soluciones para problemas locales

Una ventaja de las iniciativas ciudadanas es que se basan en tradiciones y condiciones ecológicas locales.

«Cada región y cultura tiene sus propias tradiciones y comprensión de la naturaleza”, explica Brototi Roy, una estudiante de doctorado que investiga los movimientos de justicia ambiental en la Universidad Autónoma de Barcelona. La filosofía eco-swaraj puede aplicarse a diferentes contextos locales y reconoce que no hay una solución para todos.

Un grupo de personas reunidas.Miembros del comité del Distrito número 2 de Bhuj se reúnen en la oficina del distrito para su reunión. Las iniciativas de base se adaptan mejor a la ecología y las tradiciones locales.

Según Kothari, el eco-swaraj tiene fuertes similitudes en otras partes del mundo, como los conceptos de Ubuntu («Soy porque somos”) en África, el «Buen Vivir» en América del Sur, el movimiento de Autonomía Zapatista en México y «Abwicklung des Nordens” (Desarrollo del Norte) en Alemania.

Con valores compartidos de autonomía, justicia social y vida en armonía con la naturaleza, estos marcos se están utilizando para poner en tela de juicio un enfoque general de los problemas ambientales arraigado en el «desarrollo”, es decir, la idea de que el Sur global debería esforzarse por emular las economías más ricas de los «países desarrollados” del Norte global.

Resistiendo al imperialismo, antes y ahora

Gandhi no fue el primero en aplicar el swaraj a la lucha por la independencia de India. Ya fue fundamental en la resistencia del siglo XIX al imperialismo británico, y la idea tiene raíces mucho más antiguas en el subcontinente indio, que albergó algunas de las primeras democracias del mundo ya en el siglo VI a.C.

Ahora, activistas como Kothari están utilizando esta idea para enmarcar alternativas a «la tendencia de ‘modernidad’ y ‘estructuralismo’ que da forma al mundo entero en un marco occidental homogéneo, consumista y materialista”, como señala en un documento de 2018.

Personas con muchas bolsas de compra en una calle comercial.Eco-swaraj adopta un camino de desarrollo alternativo al marco “occidental, consumista”.

Las soluciones ambientales convencionales podrían centrarse en las emisiones de carbono, plantar más árboles o depender de una aplicación para gestionar recursos, según Roy. Pero esto no altera fundamentalmente un sistema en el que la salud ambiental y humana está librando una batalla perdida contra el desarrollo económico.

«Cuando consideramos a la gente y al planeta por encima de los beneficios, los recursos se gestionan mediante la participación local y podemos llegar a un modo de vida ecológicamente más favorable”, concluye.

Comparte este contenido:

Casos de covid en Inglaterra aumentan con reapertura de economía

El número de casos de coronavirus en Inglaterra aumentó en más de 25% en la semana hasta el 12 de agosto, lo que resalta los riesgos que enfrenta el Gobierno de Boris Johnson en su intento por impulsar la economía sin desencadenar un nuevo pico en la pandemia.

El Departamento de Salud del Reino Unido registró 6.616 casos nuevos de covid-19 durante el período, un aumento de 27%, incluso cuando el número total de personas analizadas se redujo en 2%. Los casos positivos entre los que presentaban necesidades clínicas, así como entre los trabajadores de hospital y del cuidado, aumentaron 34%, el mayor repunte desde que el Gobierno comenzó su programa de prueba y rastreo a fines de mayo.

Los ministros de Johnson han reabierto constantemente partes de la economía británica y están tratando de cambiar el enfoque hacia el manejo de nuevos brotes con cuarentenas locales específicas en lugar de medidas nacionales.

Pero hay poco margen para el error. El Gobierno se ha comprometido a reabrir todas las escuelas de Inglaterra en septiembre, una medida que Chris Whitty, asesor médico del Gobierno, ha sugerido podría requerir que se mantengan restricciones en otras partes de la economía para garantizar que no haya un repunte del virus.

El concejo municipal de Birmingham advirtió a los residentes de la segunda ciudad más grande del Reino Unido que enfrentarán “más tragedias en las próximas semanas y meses” a menos que las personas se adhieran a las normas de distanciamiento social y frenen el reciente aumento de casos.

El tema es similar al norte de la frontera, donde Escocia reportó su mayor número diario de casos de coronavirus en casi tres meses y la primera ministra, Nicola Sturgeon, dijo al Parlamento escocés que la tasa de infección podría ser ahora superior a 1, lo que sugiere que la pandemia está creciendo nuevamente.

En todo el Reino Unido, el número de casos aumentó en 1.182 en el último período de 24 horas, en comparación con los 812 del día anterior.

Para ayudar a contener la propagación del virus, el Gobierno de Johnson dijo que impondría una cuarentena de 14 días a viajeros que llegaran a Inglaterra desde Austria, Croacia y Trinidad y Tobago, a partir del sábado en la mañana. Las llegadas desde Portugal ya no tendrán que entrar en cuarentena.

El Gobierno de Escocia reflejó estos cambios, al tiempo que agregó a Suiza a su lista de cuarentena.

Fuente: https://www.infobae.com/america/agencias/2020/08/20/casos-de-covid-en-inglaterra-aumentan-con-reapertura-de-economia/

Comparte este contenido:

“Yo pienso así porque soy capitalista”

Por: Javier F. Ferrero

 

Un escrito sobre la ceguera que produce un sistema económico creado para que una minoría pueda dominar económicamente (y de cualquier otra forma que se les ocurra) a una mayoría.

Jorge Majfud es un reconocido escritor y traductor uruguayo que lleva muchos años viviendo en Estados Unidos. Suelo leer sus escritos con frecuencia. En parte es porque su visión anticapitalista desde la cuna de tan contraproducente (para la mayoría) sistema social y económico es refrescante; y en parte, para que vamos a negarlo, porque nos permite usar sus escritos en Contrainformación y en Nueva Revolución y, en tiempos de estrecheces (económicas y morales) como son los actuales, es de agradecer.

Como digo, devoro sus artículos, que cuelga en su web, pero uno llamó en estos días mi atención especialmente. Solo son cuatro párrafos, pero resumen perfectamente la obcecación de la sociedad con un sistema que los engaña, ofreciéndoles caramelos en forma de «sueños» (americanos, en este caso) y que después los abandona en cuanto tiene ocasión.

Podemos verlo con los cientos de miles de muertos con los que ha tiznado Estados Unidos las portadas de medio mundo, culpando al coronavirus, sí, pero cuyos verdaderos culpables son quienes priorizan la economía por encima de los ciudadanos y ciudadanas. God money, I’ll do anything for you, que diría Trent Reznor.

El capitalismo ofrece una realización de estos valores selectiva: reduce la libertad al derecho a comprar y vender, la igualdad a un formalismo legal; desintegra la solidaridad en individualismo privatizado, y amenaza al propio planeta del que dependemos todos los humanos. Sin embargo, la inmensa mayoría de la población nació sobre una base capitalista y, tristemente, subyace en ellos el «más vale malo conocido».

Podemos verlo también en los abandonados por los sistemas sanitarios, por lo que no pueden pagarse una sanidad privada henchida por los intereses políticos y las bocas bien alimentadas de sus defensores a ultranza. «No señor, usted no es capitalista«, dice Majfud en su artículo. Nadie, salvo ese 1 % que se beneficia de él, debería serlo.

Lo cierto es que solo son un par de ejemplos de los miles que a diario pueden verse (y sentirse) en nuestra adormilada sociedad, pero vamos al tema de hoy, que es el escrito del compañero Jorge:

Un atardecer de otoño de 2008 o 2009 tuve una conversación en un estacionamiento con uno de los guardianes del campus de la universidad en Pennsylvania en la que trabajaba. El señor, un hombre en sus sesenta a quien siempre aprecié y creo que él me apreciaba igual, con una seguridad que se la envidio, me dijo:

“Yo pienso así porque soy capitalista”.

Agotado por una larga jornada le dije, sin pensar que no era el momento ni el lugar:

“No, señor, usted no es capitalista. Usted es un trabajador asalariado. Usted no es capitalista, sólo tiene fe en el capitalismo, como tiene fe en Jesús; pero de la misma forma en que usted no es Jesús, tampoco es capitalista”.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/yo-pienso-asi-porque-soy-capitalista/

Comparte este contenido:

Entrevista a Maja Göpel: Una perspectiva ecosistémica frente a la crisis

Por: Claudia Detsch

En esta entrevista, la economista Maja Göpel plantea la necesidad de desarrollar un enfoque progresista ante la crisis climática y ambiental. Centrada en la realidad de Alemania, asume que la perspectiva de salida a esta problemática debe ser ecosistémica.

Su libro Unsere Welt neu denken [Repensar nuestro mundo, Ullstein, 2020] sobre la futura interacción entre economía, ecología y sociedad está, desde hace varios meses, en las listas de los más vendidos. ¿Eso también se debe a la crisis del coronavirus?

Creo que fue simplemente el resultado de la iniciativa Scientists for Future: esa necesidad de explicar de manera diferente y más fácil cómo se relacionan las cosas. Esa era también mi intención para el libro. También se trataba, para mí, de desintoxicar el discurso. Es por eso que he incluido especialmente los términos «Estado» y «mercado», «prohibiciones» y «desistimiento». Suelen usarse en el debate sobre la sostenibilidad para torpedear una discusión abierta. Pero lo que hay que preguntar primero es qué objetivos se deben alcanzar, para luego ver qué instrumentos resultan útiles. Así que miremos el contexto y no demonicemos un instrumento per se. Por cierto, creo que el éxito del libro también tiene que ver con el coronavirus. La gente necesita informarse porque siente que las cosas están cambiando rápidamente.

¿De dónde debemos partir en el camino hacia un nuevo modelo económico y social?

En las sociedades occidentales solemos tener un punto de vista que describimos como individualismo metodológico: observamos elementos individuales y de ello derivamos cómo funcionará un sistema general. Sin embargo, en muchas áreas, hemos notado que esto no funciona. Este es uno de los puntos críticos de la forma clásica de economía: no se indaga de dónde provienen realmente la orientación y la calidad de los elementos ni cómo estas cambian con el tiempo. Si hemos desarrollado todas las estructuras de la sociedad de tal manera que se habla del comportamiento de un homo oeconomicus, entonces no debería sorprendernos que lo que sale a la luz sea cada vez más el comportamiento del homo oeconomicus.

El segundo punto crítico se llama incorrección de la agregación: el desarrollo social no se puede predecir simplemente haciendo una sumatoria de comportamientos individuales. En su lugar, debo tener una visión sistémica que se centre principalmente en los circuitos de retroalimentación y los desarrollos no lineales, es decir, en las relaciones entre los elementos. El punto de la reflexividad también es importante en los sistemas humanos: cómo nuestras narrativas guían nuestra visión del mundo y nuestras acciones, y cómo las usamos para crear futuro y realidad. Tomar conciencia de esto una y otra vez es el impulso esclarecedor de una sociedad liberal y en aprendizaje. Entonces, si las condiciones marco han cambiado radicalmente, sería aconsejable volver a observar empíricamente qué modificaciones opera ese cambio en mis ideas y modelos de buen desarrollo.

Hemos visto durante la crisis del coronavirus que de pronto era posible dejar de lado viejas certezas de un día para otro. ¿Por qué la crisis climática aún no ha tenido una urgencia comparable?

No se puede comparar la crisis del coronavirus con el cambio climático porque la crisis del coronavirus afecta a la propia población en el corto plazo. Hay circuitos de retroalimentación muy claros que combinan una acción –el confinamiento– con una causalidad –el menor número de decesos– relativamente bien, y especialmente en el corto plazo. De todos modos, ahora hemos aprendido que tiene sentido intervenir en muchos de los sistemas antes de que las consecuencias se hagan sentir; de lo contrario, estas se escapan de control. Por lo tanto, no se puede suponer que en el momento en que todos nos quedemos en casa la infección se detendrá inmediatamente, o que en el momento en que detengamos el uso de combustibles fósiles que emiten dióxido de carbono podremos detener el cambio climático de inmediato. Hemos entendido este pensamiento anticipatorio y preventivo.

Sin embargo, con el cambio climático, queda el desafío de que las consecuencias siguen llegando desfasadas en tiempo y espacio. Tenemos que implementar el cambio estructural ahora. Esto genera costos de transacción. Es incómodo. Pero los efectos de la inacción solo podrían retrasarse. Especialmente aquellos que se benefician del statu quo dicen: ¿por qué tenemos que hacerlo ahora? Eso cuesta empleos y ganancias de corto plazo, incluso si el balance es positivo para ambos a largo plazo. Por lo tanto, necesitamos buenas políticas y acuerdos que opongan al cortoplacismo estructural una agenda de transformación vinculante.

Al comienzo de la crisis del coronavirus se habló de un cambio de era, incluso del fin del capitalismo. Esa euforia parece haber vuelto a aplacarse. ¿Entonces todo puede volver a ser como siempre?

Sí, esa posibilidad es real. En investigación, siempre hablamos de dependencias del camino, estructuras que nos empujan a todos en una dirección, incluso si hemos decidido individualmente que no nos gustan. Se necesita tiempo para salir de estos caminos. No sorprende que estén funcionando nuevamente las mismas estructuras. La pregunta es si continuaremos así hasta que la próxima crisis rompa otra vez nuestras rutinas. O si, habiendo aprendido, lograremos anticiparnos. Hoy vivimos en un sistema económico degenerativo, en una sociedad de riesgo mundial, pero nos gustaría vivir en una sociedad con seguridad de suministros, estable y confiable. ¿Cómo llegamos allí?

En el contexto de sus demandas, ¿cómo califica los programas de rescate actuales para empresas y empleados?

El programa actual dice: hay que liberar de cadenas a la economía. Pero sigue sin estar claro en qué dirección hacerlo. Se promueven algunas tecnologías, pero indiscriminadamente y sin apuntar a una economía circular, como es el núcleo del Green Deal [Pacto Verde]. En este momento se está otorgando mucho dinero, pero los más beneficiados son los actores que ya dominan en el camino actual. Si no cambiamos también el marco político, entonces es probable que sigamos manteniendo muchas de las estructuras que realmente queríamos transformar: reemplazar todos los automóviles a combustible por automóviles eléctricos e impulsar el uso de hidrógeno no configura un cambio rotundo en la movilidad.

Por lo tanto, me falta la estrategia rectora, tanto a escala sectorial como regional. Esto solo pudo haber sido el comienzo. Ahora tenemos la oportunidad de dar a las inversiones una dirección clara y sostenible, crear nuevos mercados según conceptos de utilización y no de propiedad, y estimular en las empresas procesos de reestructuración orientados a la economía circular. Para ello también debe haber objetivos vinculados al dinero. Es mucho más fácil lograrlo con el paciente capital estatal que con capital privado. Es por eso que un enfoque como el Green Deal es extremadamente importante para mí. Durante el otoño [boreal] discutiremos posiblemente el próximo programa. Entonces necesitamos una orientación clara.

¿Cómo es esto en la práctica?

Tome el sector automotriz como ejemplo. Este sector sabe que la electromovilidad producirá desplazamiento y reducción de puestos de trabajo. Alzar la voz como se hace ahora, solo porque el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) ya no quiere seguir promoviendo el motor de combustión, obedece puramente a motivaciones políticas. No se contempla honestamente qué le deparará el futuro a esta industria. La pregunta es cómo planificar los procesos de transición.

Pero en la sociedad también crece la protesta contra medidas ecológicas de largo alcance, como en el caso de Francia y los «chalecos amarillos». Por último, pero no menos importante, los populistas de derecha han descubierto el tema y se postulan como abogados de los ciudadanos de a pie, quienes deben pagar. ¿Cómo puede ganarse el favor de los escépticos para reestructurar la economía?

En primer lugar, me gustaría señalar que muchos estudios muestran que, por ejemplo, los sistemas de energías renovables o la agricultura regenerativa crearán más empleos que las soluciones actuales. Con la digitalización, que se declara como incuestionablemente necesaria, es diferente, pero en este caso nadie grita. Por lo tanto, se trata de intereses y procesos de transición, de garantizar un enfoque solidario. Solidaridad significa una mejor participación de los afectados en las decisiones y la implementación de estrategias de transformación, pero también igualdad de oportunidades para aquellos que no gritan tan fuerte o están menos organizados políticamente. Creo que son llamativas las fuertes quejas por la pérdida inminente de puestos de trabajo en la industria. Por otro lado, a todos los que trabajan como autónomos creativos o pequeños se les dice: ¡Ey, el acceso a subsidios por desempleo como ALG I y Hartz 4 se ha simplificado! ¿Por qué resulta inaceptable que un empleado de la industria automotriz acceda al ALG I? Se trata más bien de dejar de lado la estigmatización del subsidio por desempleo, que también se muestra en la discusión en torno de un ingreso básico.

Sin embargo, ambos trabajadores, el empleado de la industria automotriz y el creativo, corren el riesgo de perder el trabajo. A la gente pudiente le va mejor. Incluso después de esta crisis, se puede ver una imagen ya familiar: aquellos que ya estaban bien se beneficiarán aún más, por ejemplo, a través de ganancias bursátiles. Y los pobres lo serán cada vez más, tanto en Alemania como a escala mundial.

En la crisis del coronavirus siempre hacemos la analogía con la Segunda Guerra Mundial. Después de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, se hizo un análisis sistemático de cómo estaba repartido el esfuerzo. Creo que es dañino que ya se vuelva a especular sobre cómo reducir el endeudamiento. No tenemos ahora cómo hacer pronósticos en el ámbito macroeconómico: no sabemos cómo se comportarán las exportaciones y las cadenas de suministro, qué sucederá geopolíticamente este año, si habrá una segunda ola en otoño o si el público mostrará el mismo nivel de consumo, incluso si hay una baja transitoria de los precios.

Este es un momento extremadamente interesante para la economía porque los supuestos básicos de los modelos no funcionan. Lo que está sucediendo actualmente en las bolsas de valores no refleja la economía real. Se forman burbujas especulativas y el poder de mercado de algunos grupos empresariales sigue creciendo. Esto ya no tiene mucho que ver con la economía de mercado o con el comportamiento socialmente responsable de las empresas. Una distribución futura del esfuerzo debe indicar claramente estos efectos y corregirlos en consecuencia. No hay escasez de dinero, ni de buenas ideas, ni de tecnologías. Necesitamos voluntad política y responsabilidad de aquellos que pueden ceder.

¿Cómo ve la división de tareas entre el Estado y la sociedad? ¿Quién es la gran fuerza impulsora, el Estado o los movimientos de la sociedad civil como Fridays for Future?

Hasta ahora, se ha observado claramente que la política está reaccionando y no actuando. Es realmente desconcertante cuando nos fijamos en el discurso de algunos partidos políticos que no quieren dejarles el tema del clima a los Verdes solo porque hay protestas públicas. Desde una perspectiva científica, me produce consternación. No puede ser que se vea la importancia del problema del clima solo cuando la gente grita. Simplemente tengo que decir, sobre la base del conocimiento científico y según mi leal saber y entender, que tenemos un problema. Y si no queremos verlo como cuestión ambiental, sino como una cuestión de equidad de recursos, de estabilidad económica o de sana gestión de riesgos o de balances, ¡genial! Luego, cada partido debe presentar su propio marco para que haya una opción viable de abordaje del tema. Es esto lo que para mí significa asumir la responsabilidad política.

¿Cómo deberían reaccionar los sindicatos sobre una materia tan sensible?

Los sindicatos tienen que preguntarse qué procesos se necesitan ahora para que las personas afectadas por el cambio estructural hacia la sostenibilidad puedan desempeñar algunos de los trabajos del futuro. Por cierto, esto también se aplica a los efectos de la digitalización, que, sorprendentemente, casi no recibe críticas. Durante la crisis del coronavirus se ha hecho de pronto visible una flexibilidad completamente diferente. Antes siempre se decía: no podemos producir otra cosa, mucho menos a corto plazo: y, súbitamente, se hizo. Durante la crisis del coronavirus se le sacó la careta a todo este «No funciona» y se mostró el «No quiero» que escondía, es decir, hubo un desenmascaramiento de la comodidad y la preservación de privilegios adquiridos.

Pero estos cambios necesitan tiempo y los sindicatos tienen aquí una visión cortoplacista de la prevención de daños. ¿No es esa su misión?

Se trata de pensar: ¿cuál es la función del trabajo en nuestras sociedades? Los sindicatos no deberían tratar de preservar obstinadamente todos los empleos que existen hoy en día, sino defender los derechos de los trabajadores frente a la política. Luego tengo que ocuparme de los procesos de recapacitación, de los programas de calificación, de la cooperación creativa a escala regional entre Estado, ciencia, empresas y sociedad civil para que puedan surgir nuevos clusters e identidades. Pero, por supuesto, esto no debe suceder desconectándose de la sociedad. No sirve de nada si a los nuevos asentamientos industriales o a las oficinas centrales de Amazon llegan del exterior empleos bien pagos y la población local lo nota especialmente por el aumento de los alquileres.

En política y negocios, es importante superar la estrechez corporativa y reorganizar la participación; actuar y planificar nuevamente junto con los ciudadanos en lugar de hacerlo tomándolos solo como destinatarios. Usted mencionó antes el caso de Francia. Fue muy alentador que Emmanuel Macron dijera después de las protestas: haremos una convención ciudadana sobre política climática. Los participantes fueron seleccionados entre el público en general y se aprobaron 150 medidas y recomendaciones, que son mucho más radicales que lo que se discutió en el gobierno. Al mismo tiempo, los participantes informaron que habían aprendido mucho sobre diferentes perspectivas y ahora entendían cuánto necesita cambiar la sociedad y cuánto le importa a cada uno determinado cambio. Eso la gente lo toma en serio.

Tenemos una comprensión limitada de la innovación en esta república. El dinero y la tecnología dominan el paquete de estímulo económico. Pero estos son medios para un fin. Incluso se supone que la digitalización la que salvará al sistema de salud y no una nueva cooperación social que comience por la pregunta de por qué los empleados están allí siempre al límite de sus fuerzas y preocupados por la calidad. Así es como los afectados sienten que se los toma en serio, y no cuando los economistas calculan que la compensación o inversión total es suficiente.

¿Cómo ve el papel de la digitalización? ¿Cómo es posible asegurar que impulse la reestructuración social-ecológica y que no se convierta en su ataúd?

Resulta interesante que la Unión Europea proporcione actualmente orientación sobre este asunto. Los tres temas claves fueron fijados con los tres vicepresidentes y vicepresidentas: Green Deal, cuestiones digitales y cuestiones sociales. Al mismo tiempo, se puso el foco en la cooperación. Ahora están pasando muchas cosas especialmente en las áreas del Green Deal y la agenda digital. Es una característica distintiva y puede convertirse en una ventaja para Europa si la digitalización respalda los procesos de creación de valor ecológico y social. Los grandes grupos empresariales estadounidenses de tecnologías de la información operan en parte un sistema muy parasitario que se está expandiendo rápidamente, evitando la responsabilidad por las consecuencias, no pagando impuestos y teniendo un poder monopólico mediante efectos de red. Para sus propietarios, se han convertido en máquinas de enriquecimiento a las que no se les puede permitir seguir funcionando así. Lo que está ocurriendo allí ya no es una disrupción en el sentido de romper incrustadas dependencias del camino, sino una destrucción absoluta de estructuras sociales negociadas durante mucho tiempo y una estructura competitiva que apunta al mercado. A menudo no se trata ya de productos individuales, sino de infraestructuras que surgen allí. Ahí se debe, entonces, regular con coraje.

Además de cuestionarnos los modelos de negocio, también debemos preguntarnos qué problemas deberían ayudarnos a resolver las innovaciones digitales. ¿Plataformas de compras aún mejores y más mundos online? ¿O pueden la inteligencia artificial, la tecnología de sensores y el big data permitirnos comprender realmente bien los ecosistemas y el reciclado de materiales y su gestión transparente? Para esto se necesita dar un nombre a la misión: es nuestra versión europea de la digitalización. Debe tomar en serio los derechos civiles y servir a una economía social de mercado y, por lo tanto, cumplir con los objetivos de una mayor calidad de vida y respeto de las fronteras planetarias.

Actualmente, los populistas de derecha están en el poder en muchas partes del mundo. ¿Cómo puede Europa ejercer un contrapeso?

Reflexionando sobre los objetivos establecidos en los tratados de la Unión Europea. El punto de partida fue: nunca más guerra. Y alta calidad de vida y seguridad de la población. Para mí, esto implica una revolución educativa integral y honestidad. Siempre se nos dice que somos utopistas porque queremos una sociedad sostenible. Siempre pienso: ¿quién es el utopista aquí? ¿Cómo es posible suponer que se puede seguir así? El escenario de que todo continúe igual no es una opción deseable en ningún estudio que trate de manera diferenciada cuestiones ambientales o de justicia. Por el contrario, los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados por casi todos los países del mundo relacionan objetivos sociales y ecológicos entre sí y plantean la cuestión de cómo podemos hacerlos compatibles mediante innovaciones integrales: culturales, sociales, políticas, económicas y tecnológicas. Esta es una agenda muy concreta tanto para los conservadores como para los progresistas, por lo que nadie tiene que temer quedarse atrás. Solo tenemos que tomarla en serio y ponernos a trabajar.

Traducción: Carlos Díaz Rocca

Fuente e imagen: IPG

 

 

Comparte este contenido:

Guatemala presentó una inflación de 0,42% y una variación de -0,06% en educación en julio 2020

El índice de Precios al Consumidor al mes de julio de 2020 se ubicó en 145.47, registrando una inflación mensual de 0.42%, y con relación a julio del año anterior el ritmo inflacionario fue de 2.88%.

Los niveles de inflación más importantes de julio de 2020 son los siguientes: se registró una inflación mensual de 0.42%, ritmo inflacionario de 2.88% y una inflación acumulada de 2.59%.

La inflación mensual (0.42%) presenta una aceleración con respecto al mismo mes del año anterior (-0.06%), la acumulada (2.59%) e interanual (2.88%) registran una desaceleración con respecto al mismo mes del año anterior (3.11%), (4.37%).

La inflación mensual registrada en julio de 2020 se ubicó en 0.42%, la cual presenta una aceleración en el nivel de precios de 0.48 respecto a julio de 2019 (-0.06%).

La inflación mensual registrada en julio de 2020, es la cuarta más baja de los meses de julio del periodo 2013-2019 y se encuentra 0.13 por abajo del promedio de 0.55 del periodo mencionado.

De las doce divisiones de gasto que integran el IPC, la de transporte (0.99%), alimentos (0.74%), restaurantes (0.23%), reflejan el alza en el nivel general de precios de la inflación a julio de 2020. Por su parte educación (-0.06%), comunicaciones (-0.03%), presentaron las principales variaciones negativas en su nivel general de precios.

Fuente: https://www.finanzasdigital.com/2020/08/guatemala-presento-una-inflacion-de-042-julio-2020/

Comparte este contenido:

Los países de África reflejan los reveses de la paz en el mundo – Informe sobre la paz mundial

Ciudad del Cabo – Sudáfrica, Costa de Marfil y Guinea Ecuatorial se han vuelto más pacíficas el año pasado, pero la situación en Benin y Níger se ha deteriorado, según los últimos resultados de una encuesta que clasifica a las naciones por «paz».

El Índice de Paz Global (GPI) para 2020 muestra que, aunque durante la última década el mundo se ha vuelto más pacífico, en promedio es menos pacífico en 2020 que en 2019, y que, a nivel mundial, la paz ha experimentado retrocesos en nueve de los últimos 12 años.

Los resultados del África subsahariana reflejan el panorama mundial: 20 países se volvieron más pacíficos el año pasado, pero 24 se deterioraron: «Las disputas sobre los resultados de las elecciones y las demandas de cambio político han provocado disturbios civiles e inestabilidad política en varios países de la región, con protestas violentas que estallaron en muchos países durante el año pasado «, dijo el informe emitido con el índice.

El índice es elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz con sede en Australia. Mide la tranquilidad de un país utilizando 23 indicadores en tres categorías amplias: conflicto, incluido el número de muertes y la duración de los conflictos internos y externos; seguridad en una sociedad, teniendo en cuenta factores tales como crímenes violentos o manifestaciones, terrorismo e inestabilidad política; y cuán militarizada está una sociedad, a juzgar por el gasto militar, el tamaño de los ejércitos, el comercio de armas y la facilidad de acceso a las armas pequeñas y ligeras.

«El IPG de 2020 revela un mundo en el que los conflictos y las crisis que surgieron en la última década han comenzado a amainar, solo para ser reemplazados por una nueva ola de tensión e incertidumbre como resultado de la pandemia de COVID-19», dice la encuesta. . «La pandemia de COVID-19 provocará cambios sustanciales en la forma en que opera la sociedad y se conducen los negocios en la mayoría de los países».

Agrega que los países con bajos niveles de deuda pública y los gobiernos que funcionan bien tienen más probabilidades de recuperarse relativamente rápido de la crisis.

El país africano que se ubica como el más pacífico es Mauricio, en el lugar 23 entre 163 países encuestados. Le siguen Botswana, en el puesto 33, Ghana, en el puesto 43, Zambia (44º), Sierra Leona (46º) y Senegal (47º).

Cinco de los 10 países menos pacíficos del mundo están en África. Sudán del Sur está en peor situación, en el puesto 160, seguido de Somalia (158º), Libia (157º), la República Democrática del Congo (156º) y la República Centroafricana (155º).

La encuesta destaca un aumento espectacular de los disturbios civiles en todo el mundo, pero especialmente en el África subsahariana, donde se ha multiplicado por nueve, de 32 disturbios y protestas en 2011 a 292 en 2018. La región tiene la mayor proporción de manifestaciones violentas , con disturbios que constituyen dos de cada cinco eventos.

«Nigeria representó el mayor número de manifestaciones y el mayor aumento», dice la encuesta. «En 2018, el número de manifestaciones aumentó de seis a 79 en un solo año. Quizás el tema más destacado fue el encarcelamiento del jeque Ibrahim El-Zakzaky, líder del Movimiento Islámico de Nigeria».

Etiopía también ha experimentado un aumento espectacular de los disturbios civiles

El informe de la encuesta también destacó que el conflicto entre el gobierno y Boko Haram, el aumento de la militarización y el contrabando transfronterizo contribuyen a los desafíos de Nigeria.

Aunque Sudáfrica se ha vuelto más pacífica en general, experimentó un aumento del 86 por ciento en los disturbios civiles entre 2011 y 2018 y todavía tiene altos niveles de delitos violentos, incluido el asesinato.

«Sudáfrica mejoró en varios indicadores en el dominio de la militarización», agrega el informe. Mejoró su compromiso con la financiación oportuna de las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas y disminuyó el número de importaciones y exportaciones de armas. Sin embargo, Sudáfrica sigue siendo el mayor exportador de armas per cápita en la región subsahariana y ocupa el puesto 30 en cuanto a armas per cápita exportaciones en general «.

Etiopía también ha experimentado un aumento dramático en los disturbios civiles, con disturbios y protestas que aumentaron un 500 por ciento entre 2015 y 2018, muchos de los cuales ocurrieron en el estado de Oromiya.
Comparte este contenido:

BID: ¿En 20 años puede América Latina ser una región de países desarrollados tras una pandemia?

Un nuevo libro del Banco Interamericano de Desarrollo plantea la promoción en cada país de la región de grandes acuerdos políticos al estilo de los Pactos de la Moncloa, que en 1977 sentaron las bases para la modernización de España.

Aunque pueda parecer muy atrevido plantearlo en estos momentos de zozobra mundial por la pandemia del coronavirus, si América Latina pone en marcha un plan de crecimiento basado en la inversión en infraestructura, puede llegar a ser una región de países desarrollados en solo dos décadas.

Descontando por supuesto, este y el próximo año, en los que la crisis dejará un trágico saldo de pérdida de vidas, severo retroceso económico y desplome del empleo. Pero hacia fines de 2021 la región podría recuperar los niveles de crecimiento pre-crisis, de entre el 3,0% y 3,5% y retomar la senda de un crecimiento más inclusivo.

A partir de allí, con un gran impulso a la inversión en infraestructura, logística y la economía digital, varios países de América Latina podrían duplicar su tasa de crecimiento anual hasta el 6% o 7%. Con eso, en 20 años su producto interno bruto per cápita podría ser superior a 30.000 dólares, que ya es un nivel de países desarrollados, con una clase media de más del 70% y la pobreza por debajo del 10%.

El plan para alcanzar esas metas se detalla en el nuevo libro del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), titulado Cómo acelerar el crecimiento económico y fortalecer la clase media en América Latina. En él se plantea, en primer lugar, la promoción en cada país de grandes acuerdos políticos al estilo de los Pactos de la Moncloa, que en 1977 sentaron las bases para la modernización de España. Esos acuerdos deben fijar una serie de puntos de convergencia entre los distintos partidos sobre los principales temas socioeconómicos.

El eje central para el desarrollo de la región es duplicar la inversión pública en infraestructura, servicios y logística, llevándola del 3% pre-crisis a entre el 6% y 7% del PIB. Las principales necesidades son carreteras y ferrocarriles, seguidas de servicios de agua potable y saneamiento, y luego puertos, aeropuertos, electricidad, banda ancha y telefonía móvil.

Para ejemplificar los problemas que acarrea el déficit de infraestructura en América Latina, en Estados Unidos un camión de carga circula 100.000 kilómetros al año, mientras que en muchos países de América Latina circula 50.000. Tomando solo ese factor, la rotación del capital, que tiene un efecto inmediato sobre la productividad, es de la mitad en esta región.

Es crucial fortalecer la clase media y seguir destruyendo la pobreza

Para poder solventar este incremento de la inversión es necesario aumentar los ingresos fiscales. Salvo Argentina, Brasil y Uruguay, que tienen más de 30% de ingresos fiscales respecto del PIB, similar a los de Europa, el resto tiene entre el 15% y el 17%. Es necesario elevar esos ingresos hasta el 20% al 22%. Eso daría a cada país el músculo financiero para incrementar la inversión en infraestructura. Para lograrlo, se precisan reformas que permitan modernizar e informatizar las agencias recaudadoras; ampliar la base impositiva y por sobre todo reducir la evasión y la elusión, que en algunos países de la región son muy elevadas. No hay que cobrar más a los que pagan. Hay que cobrar a todos los que deberían pagar.

Asimismo, es crucial fortalecer la clase media y seguir destruyendo la pobreza. Para afianzar la clase media es necesaria una red de apoyo que incluya mercados laborales eficientes y formales, seguros de desempleo, y mejores sistemas de pensiones, seguridad social, salud y educación.

Existe una concepción entre muchos empresarios y trabajadores de la región de que la informalidad, que llega a más de 50% en muchos países, los favorece porque los exime de pagar impuestos. Además de que la informalidad cierra la puerta a los sistemas de aseguramiento social, también impide el acceso al crédito, clave para poder prosperar. Por tanto, el libro aboga por reducir el costo del dinero para que más personas y empresas tengan acceso a tasas razonables y crear así un incentivo para regularizar su situación.

Para estimular la productividad es también vital incorporar nuevas tecnologías e innovación en los procesos industriales y elevar la calificación de la mano de obra mediante acceso a más y mejor educación. En particular, la región precisa formar a sus jóvenes en nuevas competencias y aptitudes. Un relevamiento de cuatro países andinos reveló que estos poseen solo una cuarta parte de los ingenieros per cápita de las naciones industrializadas, y solo un tercio de la inversión en investigación y desarrollo respecto del PIB.

La Cuarta Revolución Industrial, que abarca áreas como inteligencia artificial, robótica, internet de las cosas, impresión 3D y biotecnología, requiere personal altamente calificado. Crisis como la que actualmente castiga a todo el mundo y a América Latina en particular no tienen nada de deseable. Pero los cambios que permite pueden aprovecharse para repensar el futuro y reinventar la manera en que hacemos las cosas en este continente.

 Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/07/19/planeta_futuro/1595190925_148265.html

Comparte este contenido:
Page 21 of 40
1 19 20 21 22 23 40