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La CEPAL cifra en 325.000 millones de dólares la evasión fiscal en América Latina

El incumplimiento tributario alcanza el 6,1% del PIB en un momento en el que los erarios de la región más recursos necesitan para hacer frente a la crisis derivada de la pandemia

Las arcas públicas latinoamericanas llevan décadas ingresando menos de lo que necesitarían para cerrar las brechas sociales y económicas históricamente abiertas en la región. Pero el zarpazo económico derivado de la crisis sanitaria ha empeorado aún más las cosas: las necesidades se multiplican y, con un fondo de caja menor que en Europa y Estados Unidos, la respuesta contracíclica se complica. Ese es el cuadro general que pinta este lunes la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su panorama anual sobre la situación fiscal del subcontinente, que cifra en 325.000 millones de dólares el dinero que se evade cada año a los fiscos latinoamericanos, el equivalente al 6,1% del PIB. “Es una de las principales barreras para una mayor movilización de recursos internos en la región es el elevado nivel de evasión fiscal”, constatan los técnicos del organismo.

Las últimas cifras disponibles, de 2018, apuntan a los gravámenes que pagan las empresas sobre sus beneficios (el conocido como impuesto sobre la renta corporativa o de sociedades) y a los tributos que abonan las personas físicas por sus ingresos como la principal fuente de evasión: el 3,8% del PIB. El IVA es la segunda, con alrededor del 2,3% del PIB. “Las pérdidas recaudatorias representan un desafío importante desde el punto de vista de la capacidad de reacción de la política fiscal ante choques macroeconómicos y de la movilización de recursos nacionales para el financiamiento del desarrollo sostenible”, escriben los economistas del ente con sede en Santiago de Chile.

El brazo de Naciones Unidas para el desarrollo económico de la región ve “alentadores” los “avances” registrados en los últimos años en el combate contra la evasión, pero sitúa esta lacra como “uno de los principales obstáculos que afectan a las finanzas públicas y, por ende, al proceso de desarrollo”. Y llama a un mayor rigor analítico para saber, con mayor nitidez, el tamaño del problema que enfrenta cada uno de los países de la región, donde la difusión de los resultados “ha enfrentado resistencias recurrentes y sigue siendo tarea pendiente”. Resulta, remarca, “difícil encontrar información sistemática sobre las evidencias acerca de su magnitud”.

Financiación para hacer frente a la crisis

En plena pandemia —“la mayor crisis sanitaria, humanitaria, económica y social que la región haya enfrentado en el último siglo”— la Cepal ve “clave” movilizar más recursos públicos para hacer frente tanto a las consecuencias sanitarias como al parón económico derivado de los confinamientos, tan necesarios para frenar la expansión del coronavirus como dañinos para el desempeño económico. Hasta ahora, la respuesta fiscal ha sido importante pero mucho menor que en las economías más maduras: la media de América Latina lleva gastado hasta ahora poco más del 3% de su PIB, más de cinco veces menos de lo desembolsado (entre estímulos y avales) por algunos países europeos para garantizar el sustento a quienes se han quedado sin ingresos y asegurar que el tejido productivo sobrevive a la tormenta. Las diferencias intrarregionales son, sin embargo, notables: Chile lidera la tabla de grandes países por paquetes de estímulos con el 5,7% seguido por Perú (4,8%) y Brasil (4,6%), mientras México (1,1%) y Colombia (1,7%) quedan a la cola, con una respuesta mucho más timorata ante un reto que marcará a toda a una generación.

Un grupo de manifestantes se protegen con escudos improvisados en una protesta contra el Gobierno chileno.
Un grupo de manifestantes se protegen con escudos improvisados en una protesta contra el Gobierno chileno.MARTIN BERNETTI / AFP

Cerrar la vía de agua que suponen la elusión y la evasión tributaria es un imperativo desde ya. Pero en el muy corto plazo, el dinero para los planes contracíclicos tendrá que salir de otro sitio. “El financiamiento de los paquetes de medidas actuales y los que probablemente se requieran en el mediano plazo precisará de un mayor acceso a fuentes de financiamiento en condiciones adecuadas”, subraya la Cepal. A diferencia de en grandes crisis anteriores, esta vez los principales países de la región no han dejado de tener acceso a los mercados en ningún momento de la pandemia, un punto clave para que las arcas públicas latinoamericanas hayan sido capaces de levantar fondos para sus, con todo, muy limitados planes para hacer frente a una recesión bíblica.

Pero los problemas estructurales siguen ahí. En 2019, el último año precoronavirus, la debilidad económica regional contrajo aún más los ya de por sí bajos niveles de recaudación de la región. Y, ampliando algo más el foco, la tónica general sigue siendo la misma: lejos de aumentar los ingresos, las Haciendas latinoamericanas llevan una década con las entradas de caja prácticamente estancadas en el entorno del 18% del PIB, muy por debajo de la media de las economías avanzadas: atrás quedan ya las reformas fiscales en varios países del área para tratar de ganar músculo fiscal. Los técnicos del organismo ponen el foco sobre la tributación directa, “excepcionalmente débil”, con una “baja recaudación del impuesto sobre la renta y de los impuestos sobre la propiedad que no solo limitan la generación de ingresos, sino también el poder redistributivo del sistema tributario en su conjunto”. Es el mayor reto tributario que deberá afrontar el subcontinente cuando las aguas sanitarias bajen algo más calmadas.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020-07-07/la-cepal-cifra-en-325000-millones-de-dolares-la-evasion-fiscal-en-america-latina.html

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La economía de la pos-pandemia en disputa

Por: Claudio Katz

La enorme dimensión de la crisis económica argentina salta a la vista y no es consecuencia de la cuarentena. Es un efecto de la pandemia que ha desencadenado en todo el mundo una impactante crisis capitalista. El virus se ha expandido en forma dramática bajo un sistema social regido por la desigualdad, la miseria y la explotación.

Este diagnóstico contrasta con la presentación derechista de la crisis como una desgracia argentina, provocada por el «populismo» y la «dictadura de sanitaristas». Los voceros de la anticuarentena ocultan que la economía se desploma en todo el planeta junto a un dramático número de muertos. Las políticas negacionistas amplifican esos fallecimientos y las estrategias de protección contienen la tragedia.

Los derechistas no pueden brindar un sólo ejemplo de su mágica solución de pocas víctimas y pleno funcionamiento de la economía. Omiten que sus modelos de Brasil, Chile o Perú han conducido a catástrofes sanitarias y a desplomes de la producción.

Pero también es evidente que el cuidado de la salud priorizado en Argentina coexiste con una terrible depresión económica. Ya impera un dramático tobogán descendente del nivel de actividad.

Después de dos años de aguda recesión se avizora una nueva contracción del producto del 9,9%% y crece el peligro de cierres masivos de empresas, con la consiguiente explosión del desempleo. La pobreza podría alcanzar el 50% recreando un escenario muy semejante al 2001. Los últimos datos de abril indican una caída del 26,4% del PBI, que supera el descalabro récord de marzo de 2002 (16,7%).

El cuatrimestre acumula un declive productivo del 11% que corona 30 meses seguidos de retracción. La tasa de crecimiento requerida para compensar ese derrumbe debería superar ampliamente las previsiones de muchos analistas (3,9%-4,3% para 2021). Registrar la gravedad de este contexto es el punto de partida para elaborar un urgente plan económico. Lo peor no pasó y «el último esfuerzo» de la cuarentena para contener las infecciones será el debut de los gravísimos problemas que afrontará una economía demolida.

La reconstrucción puede transitar por dos modelos contrapuestos. Un camino está signado por la desigualdad, en un marco de precarización laboral, primarización y extractivismo. El esquema alternativo supone la revitalización del ingreso popular, la recuperación del empleo y la reindustrialización. Esta conocida disyuntiva entre el ajuste y la redistribución se dirime en varios planos.

POLÍTICAS ECONÓMICAS CONTRAPUESTAS

Desde hace varios meses la economía sobrevive con socorros estatales. Ese protagonismo de la intervención pública -que repite lo ocurrido en todas las crisis anteriores- es silenciado por los neoliberales. Disimulan la total inviabilidad de sus doctrinas de reinado del mercado en las situaciones de emergencia.

La acción del estado nacional se asemeja a las iniciativas imperantes en todo el mundo, pero con subsidios muy inferiores a las economías centrales. La continuidad del sostén estatal luego de la pandemia está fuera de discusión, pero el monto y distribución de los recursos públicos suscita grandes controversias.

La derecha exige privilegiar las subvenciones a los grupos de poder, para inducir una reactivación con alta concentración de capitales. Auspicia la quiebra de las empresas insolventes para facilitar su captura por los grandes conglomerados. Propicia una nueva versión de la «doctrina del shock», que utilizan los sectores dominantes en la crisis para imponer atropellos neoliberales.

Ese modelo fue explicitado por la firma aérea LATAM, que condicionó su permanencia en el país al achatamiento de los salarios y a la destrucción de las normas laborales. El mismo esquema propician las empresas de servicios (Globo, Rappi) que redujeron sueldos y las compañías que exprimen a los asalariados con el teletrabajo.

Para imponer su ajuste recesivo los derechistas exigen un recorte de la emisión, reflotando los temores inflacionarios que suscita la expansión de la masa monetaria. Pero no toman en cuenta el efecto inverso que genera la depresión del consumo y omiten la insoslayable necesidad de liquidez para cualquier reactivación.

Un control efectivo de los precios -en los mercados altamente concentrados de bienes básicos- permitiría contrarrestar el peligro del rebrote inflacionario. Con la ley de abastecimiento y ciertas medidas de control vecinal se podría contrarrestar la aceleración de la carestía, que no es una inexorable desventura de Argentina.

Las mayorías populares necesitan una sólida reactivación del mercado interno asentada en la restauración del poder adquisitivo. Es el sendero contrapuesto al ajuste ansiado por los neoliberales. La unificación de los planes de asistencia en torno a un ingreso universal significativo y la recomposición del salario serían dos pilares de esa recuperación.

Es vital incrementar los sueldos en el sector formal para detener la perversa dinámica actual de redistribución de la pobreza. El ajuste de los asalariados en blanco para sostener a la paupérrima asistencia de los precarizados es una tendencia nefasta. Refuerza la igualación hacia abajo y el financiamiento de la supervivencia de los más necesitados con los recursos de otros trabajadores. Esa involución se verifica en el terreno de las jubilaciones y debe ser revertida de inmediato.

El relanzamiento de la obra pública con significativa gestión desde abajo constituye el segundo eje de un plan económico progresista. Hay muchas propuestas de organizaciones sociales para generar cuatro millones de puestos de trabajo al año, mediante programas administrados en forma coordinada por los movimientos, los sindicatos y los municipios.

El tercer basamento de un proyecto redistributivo es el reflote de la industria nacional. En la pandemia se ha demostrado que resulta factible reconvertir muchas actividades a las necesidades prioritarias del país. El ejemplo de fabricar respiradores podría extenderse a otros productos y ramas industriales.

Estas iniciativas requieren una amplia financiación con bajas tasas de interés, que presuponen un cambio radical en el sistema financiero. El planteo progresista debe ubicarse en las antípodas del ajuste y requiere mayor gasto público con mayores recursos.

Frente a estas dos grandes opciones el gobierno transita por el camino intermedio que inauguró antes de la pandemia, oscilando entre las mejoras y el torniquete. Otorgó alivios sociales (aumentos de la asignación universal y las jubilaciones mínimas, congelamiento de tarifas, tarjeta alimentaria). Pero también avasalló derechos como la suspensión de la movilidad de las jubilaciones.

En la emergencia actual ha persistido con su política de quedar bien con todos. Por un lado adopta medidas de sostén a los desamparados, solventando gran parte de los salarios bloqueados por la parálisis de la producción. Dispuso un tercer tramo de las ATP que involucra montos siderales y ha otorgado con el IFE auxilios a casi 9 millones de personas. Además congeló los alquileres, las hipotecas y las ejecuciones por falta de pago y anunció créditos a tasa cero para el consumo de los monotributistas y los autónomos.

Pero el gobierno también socorre a los poderosos y facilita los subsidios a los CEO de las grandes empresas. Ese absurdo auxilio estatal a los ejecutivos fue parcialmente corregido cuando se detectó que su utilización para la compra de dólares. Los receptores de la subvención ya no pueden adquirir divisas, distribuir utilidades o realizar erogaciones con otras empresas vinculadas.

El oficialismo se comprometió formalmente a prohibir los despidos, pero en los hechos no detiene su expansión. El Ministerio de Trabajo evita las informaciones diarias que provee su par de la Salud. No esclarece cuál es el mapa real de las licencias y las suspensiones. El caso testigo fue Technit. Luego de afirmar que no aceptaría los despidos avaló su concreción.

Además, el recorte de sueldos tiende a generalizarse con el pasivo aval de las autoridades y los jubilados han sufrido otro ajuste de la movilidad, inferior al que hubiera correspondido por la inflación. El pago del aguinaldo en cuotas ya es un hecho y se extiende a muchos sectores. En síntesis: la política económica constituye la primera área de disputa entre el ajuste y la redistribución, frente a un gobierno que elude las definiciones.

EL TEST DE VICENTIN

La contraposición de modelos se verifica en la intervención del estado frente a las grandes quiebras. Por eso la cesación de pagos de Vicentin se ha transformado en un caso testigo de la política oficial.

La derecha motoriza una impúdica acción de apoyo a la firma que encabezó el financiamiento de la campaña electoral de Macri. Despliega banderazos y movilizaciones para torcer la decisión oficial de expropiar la empresa, con argumentos extraídos del Reino del Revés.

Presentan a Vicentín como una firma que desarrollaba normalmente sus actividades, hasta que desembarcó un estado obsesionado con la toma de la empresa. Sólo olvidan que la compañía quebró y ha dejado un tendal de impagos. Los cómplices de ese fraude convocan a «resguardar la propiedad privada», omitiendo que la empresa vulnera ese principio al desconocer los contratos con sus proveedores. Tampoco explican el default de un holding que exportó más de la mitad de su producción, en un año con buena cosecha, aprovechando la megadevaluación y el aceitado financiamiento estatal.

Los directivos buscan impunidad ocultando las pruebas de su desfalco. El «stress financiero» que aducen no tiene ninguna credibilidad y las justificaciones centradas en la «mala gestión» o el «apalancamiento de operaciones comerciales» son inconsistentes. Los indicios de la estafa son abrumadores.

Ya existe un juicio en Nueva York para rastrear los activos escondidos en paraísos fiscales y se investiga el dinero obtenido por la sorpresiva venta de la principal firma del grupo (Renova) a Glencore. Esa multinacional gestiona una intrincada red off shore que habría facilitado la expatriación del dinero negado a los acreedores. Hay serias sospechas de un vaciamiento consumado mediante traspasos de recursos a las filiales de Vicentin en Paraguay y Uruguay.

El fraude es también encubierto por la justicia penal que cajonea la causa para proteger al ex presidente del Banco Nación. González Fraga autorizó un préstamo a la compañía por montos que superan las normas de la entidad, sin exigir garantías y fraguando la calificación del crédito.

El gobierno reaccionó rápidamente frente al peligro de desguace o extranjerización de la empresa. Percibió que los grandes jugadores foráneos del negocio alimentario (Dreyfuss, Glencore, Cargill) ansían la captura de la compañía. Por eso propició inicialmente una expropiación, buscando favorecer la creación de una empresa testigo del comercio exterior. Como Vicentin cuenta con instalaciones de acopio y puertos propios, su pertenencia al sector público permitiría neutralizar las conocidas maniobras de evasión fiscal (retención de divisas y subfacturación de exportaciones). Esa solución facilitaría, además, las negociaciones directas de estado a estado con el estratégico socio chino.

La estafa de Vicentin es investigada por muchos organismos. Hay una comisión bicameral en el Congreso y otra en la provincia de Santa Fe, que estudian el grotesco vaciamiento patrimonial, a través de donaciones y llamativos familiares en la lista de acreedores. Lo ocurrido en otro ámbito de la justicia penal -el desmonte de la red de espionaje ilegal montada por Macri- ilustra cómo se puede actuar con celeridad y contundencia. El esclarecimiento de lo ocurrido con Vicentin debería seguir ese antecedente.

Es vital recuperar el dinero de la estafa incorporando todos los activos ocultos de la empresa a la gestión de la quiebra. Existe el grave peligro de repetir lo sucedido con numerosas «argentinizaciones» que vaciaron el erario público (Correo, Aguas, Marsans-Aerolíneas, Repsol). Las indemnizaciones y juicios de esas estatizaciones engrosaron la fortuna de muchos capitalistas. Vicentin no debe terminar con otra socialización de pérdidas solventada por el pueblo argentino.

Se puede doblegar a la derecha y forjar una empresa pública bajo control social mediante la movilización popular. Hay grandes diferencias con el escenario de la 125. Ya no existe un bloque agrario homogéneo comandado por la Mesa de Enlace. Al contrario, hay filiales de la SRA (Córdoba) y un gran sector de la FA (Buzzi) que denuncian el desfalco de Vicentin.

Pero el gran escollo son las vacilaciones del gobierno. La iniciativa de expropiación fue sustituida por una intervención, que brindaba un extenso plazo para encubrir la estafa y negociar la venta de la compañía a los acreedores extranjeros. Como el juez afín a la empresa frenó esa intervención, los mismos directivos siguen al frente de una firma parada, que no compra granos y agrava su quebranto,

No se sabe si el oficialismo insistirá con el proyecto de expropiación. La derecha exhibe fuerza frente a la inacción de un gobierno, que aceptó el desafío del juez concursal a la autoridad presidencial. Hay muchos caminos para vencer pero la tibieza conduce al resultado opuesto.

OTRO SISTEMA FINANCIERO

En la crisis actual se ha confirmado el escollo que representa la estructura bancaria para una reactivación de la producción. La queja de la pequeña y mediana empresa ilustra cómo las entidades obstruyen el otorgamiento de créditos. No cubren los cheques rechazados, convalidan la ruptura de la cadena de pagos, niegan préstamos para pagar sueldos y mantienen altas tasas de interés.

Los bancos tampoco permiten las operaciones en descubierto y recurren a infinitas maniobras para eludir la refinanciación de las tarjetas de crédito. Esgrimen el pretexto de una baja calificación de las PYMES, para impedir la redistribución de los préstamos del estado entre sus clientes. Viven en un mundo aparte, ignorando el tremendo escenario creado por la demolición del consumo.

Frente a empresas que se hunden y entidades que demoran el financiamiento, el Banco Central responde tarde, mal y sin ninguna convicción. Sólo exhorta a los financistas a modificar su conducta y a lo sumo emite sugerencias de mayor control que tampoco implementa. Esa reacción oficial sólo profundiza el dramático escenario de una economía sin financiamiento.

Los monumentales paquetes de auxilio estatal se canalizan a través de bancos, que continúan definiendo a quién le llega el dinero. Cómo los financistas no quieren riesgos, ni afectación de sus ganancias, retacean la colocación de los auxilios. Mantienen el insólito privilegio de no perder un centavo, en medio del generalizado desplome del mercado interno.

Los bancos se han acostumbrado al parasitario negocio de prestarle al estado. Por eso ofrecen tan poco crédito al sector productivo. Bajo el macrismo perfeccionaron la práctica de utilizar el grueso de los depósitos en la intermediación con las Leliqs. Han ganado fortunas sin realizar ninguna expansión genuina del crédito y el año pasado duplicaron sus ganancias con la gran bicicleta de los bonos públicos.

El gobierno convalida esa perversa dinámica que acentúa el desplome de la economía. A lo sumo ha obstruido la distribución de utilidades entre los banqueros. Elude imponer la concesión de créditos a tasa cero para PYMES al borde del abismo, con mecanismos para financiar las eventuales pérdidas con los lucros acumulados por las entidades.

Hay muchos instrumentos para que los bancos colaboren con su propio patrimonio a la actual emergencia. Pero sería necesario declarar la utilidad pública del sistema financiero y restaurar la regulación estatal del manejo de los depósitos que regía hasta los años 70. Es insostenible un status quo de bancos públicos agobiados y entidades privadas florecientes.

Hay que actuar antes que la derecha desate su previsible campaña de terror sobre los pequeños ahorristas. Son expertos en sembrar el pánico con augurios de salida de los depósitos, brecha del dólar paralelo y derrumbe bursátil. Ese temblor es una posibilidad siempre latente en el dramático escenario económico que se avecina. Si el sistema financiero continúa operando sin ningún control estatal efectivo, volverán a irrumpir las grandes convulsiones en el circuito bancario.

UN IMPUESTO DECISIVO

Cualquier modelo económico afronta el durísimo escenario de arcas públicas agotadas. La recaudación se ha desmoronado y el déficit fiscal primario promedia 5 puntos del PBI. La cobertura con emisión de semejante agujero fiscal choca con evidentes limitaciones. Por esa razón se debate el impuesto a las grandes fortunas, que ha sido un gravamen muy corriente en las situaciones de emergencia.

La derecha se opone argumentando que «la presión tributaria es muy elevada». Pero los datos del Banco Mundial sitúan a la Argentina en un lugar internacional intermedio, próximo a Estados Unidos y muy por debajo del promedio europeo. La imagen de un país agobiado por impuestos es otro mito del neoliberalismo. Hasta la presidenta de Alemania recordó recientemente que los ricos de Argentina tributan muy poco, en comparación a los pares de su país.

Para bloquear el gravamen a la riqueza los poderosos despliegan una campaña de engaños. Afirman que el impuesto será inconstitucional a pesar de su aprobación por el Congreso y preparan una impugnación judicial, para defender sus privilegios con la complicidad de sus socios en los tribunales.

Los derechistas también argumentan que ese impuesto «no se aplica en ninguna parte del mundo», ignorando las incontables modalidades internacionales de tributos a la riqueza. Afirman que las «empresas no podrán afrontar ese pago en la crisis actual», omitiendo que se gravará el patrimonio y no los beneficios corrientes de las compañías. Dicen que golpeará duramente a la clase media, cuándo afectará sólo a un puñado de la población. Ninguno de los 15.000 multimillonarios alcanzados por el tributo integra los estratos medios del país.

Los neoliberales suelen exigir la «reducción del salarios de los políticos» para evitar el nuevo impuesto. Pero salta a la vista la desconexión entre ambas propuestas. Con la disminución de esas remuneraciones se recaudaría una porción insignificante del gravamen en discusión. Difunden esa disparatada idea, porque en su imaginario la administración pública debería ser gestionada por millonarios que no necesitan retribución. Con esa misma concepción elitista pregonan el reemplazo de los impuestos al patrimonio por donaciones voluntarias de los acaudalados.

El tratamiento del impuesto no tiene grandes secretos. Desde hace meses circulan varios proyectos para tasar el 1,5 % de las grandes fortunas personales, afectando al núcleo de millonarios que tributa en los escalones más altos del gravamen a los bienes personales. Otras iniciativas proponen tomar como referencia una tasa del 2% a los montos declarados en el último blanqueo del 2017. Algunos municipios -como Castelli- ya establecieron un aporte obligatorio para los vecinos con alto patrimonio. Lo recaudado se destina a reforzar la infraestructura sanitaria local.

La inmediata implementación del impuesto a la riqueza constituiría la primera advertencia de peso a los evasores del fisco. Los grandes capitalistas no sólo gozan de total impunidad para eludir sus obligaciones. Suelen exigir socorros en la crisis, olvidando su habitual práctica de evasión en la prosperidad.

La nueva gestión de la AFIP ha descubierto la gran trama de complicidades que regía en la administración macrista, para encubrir cuentas ocultas al fisco en el exterior por cifras siderales. De esa investigación surge que en el último blanqueo se transparentó sólo un tercio de los 400 mil millones de dólares radicados fuera del país.

La auditoria de esa evasión se ha tornado más sencilla, a partir de los acuerdos impositivos suscriptos con diversos organismos (como la OCDE) y resulta posible comenzar a rastrear las sumas depositadas en los paraísos fiscales. No hay impedimentos técnicos o jurídicos infranqueables, si existe la voluntad política de terminar con el fraude fiscal de los capitalistas.

El principal indicio de esa decisión sería la sanción del impuesto a la riqueza, que arrastra una inadmisible demora. En el oficialismo nadie explica por qué razón se pospone esa iniciativa. Seguramente inciden las presiones de grandes lobbies como la UIA, que ya se pronunció en contra del impuesto. Esa actitud confirma que el drama de la pandemia no conmueve a los poderosos.

El gravamen no es sólo insoslayable para afrontar la emergencia actual. Permitiría comenzar a dotar de ingresos genuinos a un modelo de reactivación asentado en la redistribución del ingreso. Además, con ese impuesto Argentina podría encabezar un giro internacional en materia impositiva. Distintos proyectos de «tasas Covid» se evalúan actualmente en España. Rusia, Italia, Suiza e Inglaterra, Alemania, Brasil, Ecuador, Chile, Bolivia y Perú.

El gravamen contribuiría a incentivar los proyectos internacionales de reforma fiscal, que se promueven para introducir impuestos progresivos sobre los servicios digitales y los elevados beneficios empresariales. Esa iniciativa busca eliminar los paraísos fiscales que absorben los recursos faltantes para el gasto social de los estados. En la sanción del impuesto a la riqueza se disputa quién ganará la primera partida de la puga entre modelos económicos neoliberales y progresistas.

LA DEUDA POR MAL CAMINO

El financiamiento de la reactivación también depende de los egresos del sector público y el consiguiente manejo de la deuda. Es sabido que Macri dejó un pasivo impagable que precipitó la cesación de pagos. Esa gigantesca deuda condiciona todo el devenir de la economía.

Inicialmente el gobierno propuso un drástico canje para posponer cualquier pago durante tres años. Promovió una quita de 65% y una reducción de las tasa de interés al 2,3%. Calculó que la deuda externa privada de 66.238 millones de dólares sufriría un recorte de 41.600 millones y señaló que esa disminución era acorde con la cotización de los bonos argentinos en el mercado (30-35% de su valor original). Destacó que la oferta era semejante a la solución encarada por Kirchner en el 2005 para resolver el default heredado del 2001 y anunció que era la única propuesta sustentable.

La derecha desató de inmediato una gran presión para modificar la oferta en estrecha sintonía con los acreedores. Actuó como vocera de fondos de inversión, que difieren sustancialmente de los tradicionales prestamistas de Argentina. Fidelity, BlackRock o Ashmore administran grandes carteras de inversión divorciadas de las regulaciones corrientes del sistema bancario. No gestionan depósitos, ni créditos. Sólo especulan con incontables títulos de países o empresas y por eso negocian con más brutalidad que sus antecesores.

Conformaron rápidamente varios comités con lobistas para exigir nuevas propuestas de «buena fe» con «ofertas amigables». Sus clones repiten una y otra vez que el rechazo de esa sumisión conducirá al precipicio. Esgrimen el fantasma del default, afirmando que «nadie prestará dinero al país luego de la pandemia». Pero omiten que esos créditos ya son negados en la actualidad. Macri dejó al país fuera del mercado crediticio y la continuada cesación de los pagos refuerza esa restricción.

Los propios derechistas reconocen que la persistencia del default no tiene grandes implicancias en el corto plazo. Además, no se sabe si la canilla de préstamos externos volverá a abrirse luego de un canje. Tampoco son relevantes los juicios en el exterior que podrían entablar los acreedores para embargar bienes del estado. El monto de esos activos es muy bajo en comparación a los pagos demandados.

La escasa incidencia financiera del default se extiende a la órbita comercial. Es muy difícil que China deje de comprar soja o carne por la cesación de pagos o que Brasil restrinja la importación de los componentes requeridos para su producción automotriz.

En lapsos más prolongados resulta imposible formular previsiones serias. Es evidente que Argentina no será el único país con problema de pagos en la tremenda crisis actual. Hay una imperiosa necesidad de utilizar todos los recursos disponibles para la reactivación interna y no se debe distraer un sólo dólar de esa prioridad

Algunos neoliberales afirman que el default recreará los juicios con los fondos buitres, que bajo el macrismo forzaron desembolsos por 15 mil millones de dólares. Pero no explican por qué razón debería repetirse esa dilapidación. La derecha presiona con amenazas retóricas y con periódicas corridas cambiarias. En esas maniobras participan intensamente los intermediarios del canje, que están apurados por cobrar sus comisiones.

Un planteo genuinamente progresista se ubica en el polo opuesto y transita por la inmediata suspensión del pago de intereses. Los acreedores no pueden quedar eximidos de los esfuerzos solicitados a toda la población durante la pandemia.

En el dramático escenario económico que se avizora, el default no es el fin del mundo y resulta preferible a un mal acuerdo. La derecha es experta en campañas de miedo, pero la experiencia enseña cuán terribles son las consecuencias de aceptar sus exigencias.

Antes de implementar cualquier pago habría que completar la auditoría de la deuda para discriminar las erogaciones. No está en debate un simple desconocimiento de la deuda, sino el esclarecimiento de su legitimidad, distinguiendo los componentes validos y fraudulentos del pasivo.

Esa investigación fue parcialmente encarada por el Banco Central, que en un reciente informe confirmó lo que ya se sabía: toda la deuda legada por el macrismo encubre una monumental fuga de capitales. En cuatro años esa salida involucró 86.200 millones de dólares, es decir el grueso del pasivo contraído. El informe no explicita los nombres de los involucrados en esa operación, pero señala una altísima concentración de empresas e individuos. Cualquier canje de la deuda desconociendo esa auditoría convalidará la estafa. Transferirá a toda la sociedad una obligación contraída el puñado de millonarios que fugó ese capital.

En este terreno crucial de la deuda gobierno ya aflojó su postura inicial y aceptó las demandas de los acreedores. Licuó especialmente el aspecto más interesante de la primera oferta que era la suspensión de todos los pagos durante tres años. Ese período se ha reducido a dos y hay versiones de giros escalonados a partir del 2021. El impostergable respiro que necesita la economía para comenzar un proceso de recuperación quedaría seriamente amenazado por esa decisión.

Con la reducción del cronograma inicial de desembolsos se mantendrá la actual corriente de pagos. En plena pandemia se concretaron dos grandes erogaciones poco difundidas (250 millones a los bonistas privados y 320 millones al FMI). Bastaría calcular cuántos respiradores y hospitales involucra ese dinero para confirmar su total inadmisibilidad.

La misma actitud de concesiones oficiales se extiende a la quita de la deuda, que se ubicaría muy lejos del 65% anunciado inicialmente. Si se acuerda un valor presente de los bonos del 50-55%, la cifra final de la oferta será incluso más «generosa» que lo auspiciado por el FMI. La reducción efectiva del pasivo también sería inferior a la obtenida en la reestructuración del 2005.

Con los acreedores se negocia también las condiciones contractuales de otro eventual default. La escasa confianza en la viabilidad del acuerdo se refleja en esa evaluación una nueva cesación de pagos. Todos aceptan la ley de Nueva York (que invariablemente opera contra del país) y tramitan el tipo de litigio (cláusulas de acción colectiva), que regiría para un canje derivado del fracaso de la versión actual.

Pero lo más grave es la atadura al FMI, que accedería a una reprogramación de sus cobranzas para asegurar su estatus de acreedor privilegiado y exceptuado de cualquier quita. Ese compromiso con el Fondo es una soga al cuello, más peligrosa que las acreencias del sector privado. Son muy conocidos los condicionamientos que impone el Fondo para forzar el cumplimiento de sus exigencias.

Ese organismo no se volvió benévolo. Como ya ocurrió en la crisis del 2008 disimula sus intenciones en medio del vendaval. Ha presionado a los fondos de inversión para que acepten el canje y despejen el terreno para su cobro de 45.000 millones de dólares que nunca ingresaron efectivamente al país.

La carga futura que implican las auditorias periódicas del FMI es ocultada mediante operaciones políticas de blanqueo. El organismo es ahora elogiado por muchos economistas antiliberales, que olvidan cómo el Fondo impuso un absurdo endeudamiento para apuntalar la fracasada reelección de Macri. A diferencia del canje del 2005 la versión actual consagra la presencia permanente del FMI, que prontamente recuperará brutal su fisonomía habitual.

La negociación del canje ha sido errónea, inoportuna y nociva. No había ninguna necesidad de implementarla en plena crisis de la pandemia. Como mínimo se podía desensillar hasta que aclare. La operación carece de la anunciada sustentabilidad, puesto que sólo despeja la situación del 20% de la deuda total. Falta resolver los pasivos pendientes con los organismos internacionales y los papeles emitidos bajo legislación nacional.

Se desaprovecha, además, la gran oportunidad que ha creado el «Gran Confinamiento Global» para introducir un drástico cambio en la carga de los pasivos que soporta el país. La presentación oficialista de Argentina como ganadora del canje disfraza las concesiones realizadas durante la negociación. Con esa operación se asumen compromisos incumplibles y se recicla el conocido trauma de nuestra historia.

BAJO EL CAPITALISMO NO GANAMOS TODOS

La derecha actúa frontalmente con delirantes argumentos de crítica a la «infodictadura», frente a un gobierno que exhibe conductas meramente defensivas. Los discursos progresistas del oficialismo tienen pocas traducciones prácticas en el plano económico. Esa postura es muy peligrosa en un escenario de derrumbe productivo, ante un enemigo que intentará aprovechar el desastre social para apuntalar su proyecto reaccionario.

El gobierno continúa equivocando el diagnóstico. Primero supuso que un arreglo de la deuda alcanzaría para reactivar la economía. Ahora imagina un devenir semejante, sin registrar la magnitud de la crisis y la consiguiente necesidad de medidas radicales.

Por eso demora el impuesto a la riqueza, titubea en la política económica y vacila en el manejo Vicentin. Sólo postula que el fin del coronavirus facilitará la reactivación y que la única prioridad inmediata es la salud. Mientras la derecha exhibe impúdicamente su plan regresivo, el gobierno navega en un mar de indefiniciones. Por eso urge un giro hacia la redistribución del ingreso, con un programa alternativo basado en los impuestos a los acaudalados y el control estatal de las finanzas y el comercio exterior.

Esta política requiere adoptar una actitud de crítica hacia el capitalismo, para confrontar con todos los fantasmas que despliega la derecha. Hay que responder de frente, señalando que ese sistema ha causado la depresión actual y no ofrece ninguna solución al empobrecimiento en curso.

El gobierno evita esa batalla porque comparte las ilusiones en gestar un capitalismo humanizado, incluyente y productivo. Alberto Fernández repite ese imaginario en sus encuentros con el gran empresariado y ratifica con evaluaciones cambiantes su fe en el sistema. A veces crítica a los capitalistas «miserables» que despiden en plena pandemia (Techint) y en otros momentos elogia a los «empresarios que sufren con el país». Sitúa en ese casillero a un campeón de las tropelías que amparó el macrismo (Mindlin).

El presidente piensa que «con el capitalismo ganamos todos» desconociendo la imposibilidad de ese resultado. El sistema actual genera exactamente lo opuesto: una minoría siempre lucra con el esfuerzo ajeno. La redistribución del ingreso es el punto de partida para erradicar ese régimen de miseria y opresión.

3-7-2020

RESUMEN

La crisis no es una peculiaridad argentina, pero presenta un alcance catastrófico y reaviva la contraposición entre el ajuste y la redistribución. Los modelos de retracción salarial y torniquete monetario contrastan con las iniciativas para recuperar los ingresos populares y reactivar la producción interna.

Vicentin es el caso testigo de esa disyuntiva. Imponer normas de utilidad pública en el sistema financiero ante bancos que ahogan el crédito es otra encrucijada. La misma batalla se procesa en el demorado impuesto a las grandes fortunas. El canje de la deuda es innecesario, nocivo y obstruye esa perspectiva. Confirma las vacilaciones de un gobierno con intenciones progresistas, pero ingenuas reivindicaciones del capitalismo.

 

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Fuente: https://katz.lahaine.org/la-economia-de-la-pos-pandemia/

Imagen: https://www.lahaine.org/mundo.php/la-economia-de-la-pos

 

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Mercado Popular de Subsistencia, gambeta a los monopolios

Por: Raúl Zibechi

Una larga hilera de brazos se agitan en el pasillo del Sindicato de Artes Gráficas (SAG), cargando cajas, bolsas y paquetes hacia el camión que las llevará hasta el primer destino, a media mañana del tercer sábado de junio. La velocidad del trasiego contrasta con la serenidad de las sesenta personas que se trabajan trajinando. La primera sorpresa, para quien desconoce este espacio, es el promedio de edad, debajo de los 30 años.

Los alimentos fluyen de mano en mano, desde bolsas de harina de 25 kilos hasta botellas de desinfectantes, paquetones de fideos o frascos con mermeladas caseras. La diversidad de productos es una característica del Mercado Popular de Subsistencia (MPS), que abarca las necesidades del millar de familias que decidieron caminar por fuera de las grandes superficies, atraídas por precios muchísimo más baratos(entre el 30 y el 50 por ciento) y por tomar el control de los productos que consumen.

“Hasta el año pasado eran alrededor de 500 familias pero con la crisis multiplicamos por cuatro el volumen de pedidos”, explica Sebastián Vázquez, uno de los iniciadores de esta experiencia.


Autogestión y solidaridad

El MPS (mps.org.uy) ofrece una “canasta combativa” de alrededor de 300 productos, incluyendo alimento veganos y para celíacos, productos de limpieza e higiene personal, textiles y artículos escolares. La canasta se va ampliando según la demanda de las familias, que al integrar el mercado popular se organizan en un núcleo barrial para realizar sus pedidos.

“El núcleo de Nuevo París somos cinco familias”, desgrana Clara. “Cada familia hace un pedido que se traslada a una planilla del barrio que enviamos a una comisión encargada de las compras”. Después del 10 de cada mes, cada familia deposita el importe de su pedido una cuenta del mercado, que gestiona otra comisión. Los productos llegan los viernes por la tarde y los sábados por la mañana a dos puntos de almacenamiento: el SAG y el Polo Tecnológico e Industrial (PTI) del Cerro.

Cada uno de los 60 núcleos envía una persona a los centros de acopio para separar los productos que corresponden a cada barrio y de allí salen en camiones hasta su destino. Hay núcleos que bordean las cien familias, sobre todo en las zonas centrales de Montevideo, pero ya empiezan a organizarse familias en la Costa de Oro y hasta en Parque del Plata.

“Cada grupo de compra tiene autonomía para decidir cómo hacen el reparto”, explica Clara. En el Club Dryco, en San Martín casi Bulevar Artigas, las familias de la zona de Jacinto Vera, Atahualpa y Goes, esperan el camión que salió minutos antes del SAG. Aquí la mayoría son mujeres jóvenes que apilan mercaderías para 80 familias, en el salón engalanado por un cantina que sería el sueño de coleccionistas de antigüedades.

Lucía lleva tres años en el núcleo de Jacinto Vera, donde se agrupaban unas 20 familias: “Desde que empezó la crisis de coronavirus, crecemos todos los meses y ya llegamos a las 80 familias, por lo que tendremos que dividirnos en dos o tres núcleos para poder manejar tantos productos”.

En el Dryco hacen el recuento para asegurarse que no hay faltantes y luego arman los pedidos de las familias, que pasan por el lugar a recoger lo que han encargado. En total, tres o cuatro horas de trabajo cada mes. El trabajo es siempre voluntario, nadie cobra nada, salvo los fleteros. Por cada 500 pesos de compra, cada familia agrega 15 pesos para el transporte y las bolsas.

El Mercado Popular funciona de modo descentralizado en los barrios y con comisiones federales en las que participan una o dos personas de cada núcleo, en lo posible de forma rotativa: logística, compras, finanzas, comunicación y propaganda, formación e ingresos. La última se encarga de la creación de nuevos núcleos, mientras la de formación organiza charlas y talleres para reflexionar sobre el consumo y, como apunta Clara, “hacernos soberanos sobre qué consumimos y a quienes le compramos”.

Fruto de esas reflexiones, más de la mitad de los productos que integran la canasta proceden de empresas recuperadas por sus trabajadores, cooperativas y emprendimientos autogestionados, colectivos y familiares.

En las etiquetas puede leerse: Cooperativa La Minga (ex trabajadores de BAO) y El Resistente de Malvín Norte, ambas de productos de limpieza; Caorsi, Molinos Santa Rosa, Mi Piace (extrabajadores de La Spezia) y Unidad Cooperaria (ex Cololó) entre las alimenticias. Llama la atención la marca Gigor, que provee buena parte del pan de molde del mercado popular, que funciona en la cárcel de Punta de Rieles gestionada por ex presos en la que trabajan los actuales reclusos.

El vínculo con las pequeñas empresas autogestionadas es una opción política y una seña de identidad del mercado popular. Siempre eligen “trabajo uruguayo” aunque una parte de los productos deban comprarlos a grandes empresas. Casi todas las prendas proceden de la textil Conacotex, una cooperativa que comenzó a funcionar en febrero 2018, integrada por ocho extrabajadoras de la empresa Everfit, en el PTI del Cerro.

Un largo camino

La propuesta del MPS surgió de la Brigada José Artigas, un colectivo de militantes frenteamplistas de base que se formó en 2009 en la zona de la Curva de Maroñas y Bella Italia, “cuando Mujica era candidato y lanzó un llamado para hacer trabajo voluntario”, rememora Sebastián. Empezaron con brigadas los fines de semana en Cabañitas, un asentamiento de la zona.

El desengaño llegó pronto. “Al ritmo que se caminaba, calculamos que se necesitarían 500 años para eliminar la pobreza y tomamos un camino propio en base a los ideales artiguistas, en el sentido de que nada podemos esperar sino de nosotros mismos”. En 2014 instalaron una “bloquera popular” para apoyar a los vecinos que estaban levantando sus viviendas, que podían utilizarla pagando sólo el costo de los materiales.

Con la decadencia de la construcción, tomaron otros rumbos. “Hicimos una encuesta en los barrios donde estaba la Brigada y decidimos armar una canasta básica con los cuatro productos principales: yerba, aceite, harina y fideos”. El MPS se estrenó en enero de 2016 con apenas 60 pedidos. Primer problema: “Como se paga por adelantado tiene que haber un mínimo de confianza. Ese mes nos dimos cuenta que no todos quieren dos kilos de la misma yerba o el mismo aceite y ya en febrero ampliamos la lista”, sigue Sebastián.

En la experiencia de Clara, la cuestión del dinero no resulta problemática porque las familias saben que el pedido les llega una semana después de haber pagado y si surge algún problema el colectivo lo va a resolver. “La cuestión participativa es la más compleja, que la gente se vaya rotando y que no sea una cooperativa de consumo, porque somos una organización social y política que trasciende las compras”.

La estructura del MPS funciona“de abajo hacia arriba”. Cada grupo envía una persona a la reunión federal una vez por mes, donde cada barrio tiene un voto. Además los núcleos se agrupan en cuatro regiones: noreste, sur, oeste y este. “En las regionales discuten la logística de cada sector, los problemas de cada núcleo, o sea los temas territoriales, mientras el federal decide las compras, pero primero se discute en los barrios”.

Uno de los debates en curso gira en torno a la necesidad de trascender a los distribuidores, de yerba o aceite, por ejemplo, ya que las grandes empresas les venden a través de sus distribuidores. “Queremos pelear para que nos vendan directamente, ya que los distribuidores no pueden ya cubrir nuestra demanda”, razona Sebastián.

En los talleres de formación explican cómo se conforman los precios y las vecinas terminan descubriendo que el intermediario se lleva la mayor parte del precio final. Prueba de ellos, es que “entre las diez mayores fortunas del Uruguay hay cuatro vinculadas a la industria y la intermediación de alimentos y que por algo las casas matrices de las grandes superficies son extranjeras”, sigue Sebastián.

 

Más allá de esta crisis

Aunque el nombre del mercado haga hincapié en lo “popular”, la realidad es más compleja. En los hechos, explican Sebastián y Clara, “la gran mayoría de las familias proceden de barrios de clase media, donde predominan profesionales y trabajadores con salario fijo, que pueden planificar la compra mensual y han reflexionado sobre su consumo”.

Reconocen que se trata de un desafío mayor. Para superarlo, se proponen “reconstruir el papel del almacén de barrio, que pueda comprarnos al MPS y le gane no más de un 15 por ciento a los alimentos. Sería una forma de reconstruir las relaciones que estaban tejidas en torno al almacén”.

En este punto, vale recordar el análisis de Immanuel Wallerstein quien, inspirado en el historiador Fernand Braudel, sostenía que lo que define al capitalismo no es el mercado sino los monopolios. “Los monopolios dominan negando la libertad e igualdad en el escenario económico”, apunta.

El verdadero mercado, o la economía de mercado, es un mundo de realidades claras y “transparentes” donde predominan “procesos fáciles de captar”. Los monopolios capitalistas son opacos, porque sus actores se introducen en circuitos y cálculos “que el común de los mortales ignora”.

En los mercados (pensemos en las ferias vecinales o en los mercados campesinos) los beneficios son exiguos y las relaciones consisten en “comunicaciones horizontales” entre productores y compradores. Por el contrario, “los monopolios son asunto de fuerza, de astucia, de inteligencia (…) pero más que nada de poder”*.

El crecimiento del MPS es alentador, tanto en la cantidad de personas involucradas como en la apertura de nuevos frentes, como la cuestión de género. Meses atrás crearon grupo de mujeres y de disidencias sexuales que participaron en la marcha del 8M. Clara ensaya una explicación: “Las encargadas del consumo de los hogares y de organizar la alimentación son las mujeres, y al entrar al Mercado se les impone el desafío de organizarse de otro modo”.

Empiezan a trabajar junto a vecinas que no conocían, descubren la cuestión de los precios y “hacen un clic”. “En los barrios populares está pasando algo interesante: una vecina compra un paquete de 25 kilos, lo fraccionan entre las vecinas y los intercambian por otros productos con las demás familias”. De ese modo, al comprar al por mayor, la diferencia de precios se estira.

Sebastián es más enfático: “El desafío principal es que el Mercado se llene de los más pobres, que se lo apropien, porque son los que más lo necesitan ya que para ellos la crisis es permanente”.

 

* “Braudel y el capitalismo o todo al revés”, en Impensar las ciencias sociales, Siglo XXI, 1998, pp. 227-237.

Fuente e imagen:  https://zur.uy/mercado-popular-de-subsistencia-gambeta-a-los-monopolios/

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Libro (pdf): “Por un futuro brillante” sin capitalismo. Paul Mason

Reseña: El mes de enero se ha publicado en España el libro de Paul Mason “Por un futuro brillante. Una defensa radical del ser humano” (Paidós, España, 500 páginas de letra un tanto menuda, todo un volumen, y con precio moderado 23,50 euros) al que dedico esta reseña y comentario. Me llamó la atención la portada atípica (grandes letras blancas sobre fondo negro, con un orificio circular con fondo dorado) y al ojearlo, que, entre otros muchos, tratase extensamente el problema de la Inteligencia Artificial y además de modo muy crítico. Y como ese es un asunto que me preocupa muchísimo y al que ya le he dedicado varios textos, uno bastante extenso (ver al final, con los enlaces), y trata otros también de mucho interés (ascenso mundial de los populismos de derecha y neofascismos, el “yo” del tipo humano actual, humanismo y antihumanismo, lo que queda de Marx…), me decidí a leerlo.

En este libro Mason aborda asuntos de la mayor trascendencia para el presente y el futuro de la Humanidad (algunos, mejor que la mayoría de los políticos, incluso de la izquierda más crítica al sistema). Y aunque no se puede decir que sea un libro innovador, que aporte alguna teoría nueva (tampoco se puede exigir, pues cada nuevo libro estaría “rompiendo moldes” y nos encontraríamos todavía más aturdidos ante la sobreinformación y desorientados de lo que ya lo estamos), visto el nivel político general hoy existente, me parece que, para muchas personas (sobre todo jóvenes, a quienes les corresponderá el futuro), la lectura de este libro puede ser un paso positivo en su evolución política, siempre que no se queden ahí, no se estanquen en las limitaciones y algunos errores que contiene, y que precisamente por la trascendencia de los asuntos que trata Mason, deben superarse. Para ayudarlas a seguir avanzando es por lo que le he dedicado esta reseña, con comentaros extensos y recomendaciones de otros materiales. Y me gustaría que Paul Mason también evolucionase positivamente pues, aunque no le conozco, me cae bien.

Como este texto es una reseña, aunque me gustaría daros a conocer muchísimos párrafos del libro (algún capítulo, entero), no es posible (aparte autorizaciones necesarias, etc.) y por tanto, puedo parecer injusta porque mis comentarios y recomendaciones acabarán ocupando mucho espacio. Sin embargo, eso no quiere decir que cuando esté de acuerdo con Paul Mason no sea importante cómo lo explica él y que no lo haga también extensamente, o que sea irrelevante leer a Mason porque otros también traten el mismo tema, pues cada uno lo hace a su manera, quizás incluso con alguna divergencia de enfoque o de conclusiones. Mi interés al hacer una reseña de un libro que me gusta o parece interesante no es algo parecido a hacerle publicidad sino, en la medida de lo posible, establecer un diálogo con él y exponerlo a la consideración de los lectores/as. Y si el artículo es extenso (16 páginas me salen a mí), es porque el libro tiene 500 páginas que, fácilmente, podrían haber sido bastantes más con sólo aumentar un poco el tamaño del tipo de letra. Así que mi artículo viene a ser con respecto al libro, como el plano de una ciudad monumental con respecto a la exploración real de la misma.

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Paul Mason es un hombre de izquierda, más a la izquierda de la socialdemocracia y del laborismo británico, que simpatiza en muchos aspectos con Marx (sobre todo el joven Marx de 1844, y el Marx de la Comuna de París de 1871), aunque por lo que explica, se ve que en algunas cuestiones lo ha entendido deficientemente o al menos no ha sido capaz de explicarlo bien, y en otros está en desacuerdo con Marx por entender que ya ha sido superado, aunque no pienso que sea así en todo lo que Mason cree. Pero ya trataré esto más adelante. Mason tiene publicado antes en España “Postcapitalismo, hacia un nuevo futuro” (Paidós, 2016) que se tradujo a varios idiomas y fue un éxito de ventas en el Reino Unido. Recuerdo que lo leí y pensé en hacer una reseña bastante crítica del libro, pero me faltó tiempo. Mason es además periodista y eso se nota en el estilo del libro. Tiene la ventaja de que su forma de escribir se entiende perfectamente (sin complejidades innecesarias), que nos puede ir contando una historia a través de hechos que conocemos y nos hace recordar para tener una visión retrospectiva y panorámica, o dándonos información relevante que nos abre los ojos (hasta “alucinar” a veces) a problemas complejos, o plantear su reflexión de forma más vívida a partir de casos concretos, y que la lectura, aunque prolongada, resulte más ligera; pero también le lleva a caer en la tendencia a pasar un tanto por encima de algunas cosas que necesitan más rigor, como cuando trata cuestiones teóricas o las propuestas políticas. Y precisamente ese punto débil es el que quiero reforzar o ayudar a rectificar para sus lectores/as. El libro, para hacer su contenido más accesible, incluye al final un detallado Índice onomástico y de materias.

Pese a sus puntos débiles, con este libro Mason demuestra tener una capacidad de visión muy superior a la de la gran mayoría de la izquierda, tanto partidos (en particular el conglomerado de Unidas Podemos) como sindicatos, incluso los que se consideran revolucionarios, y que todavía no están viendo venir a muchos problemas, como el de la Inteligencia Artificial General (IAG). Esto no es tanto una prueba de la genialidad de Mason (sin pretender restarle mérito), como de la lamentable mediocridad política, o pereza mental, de la llamada izquierda y los revolucionarios incluso. Pero pasemos ya al asunto.

El mensaje fundamental de este libro creo que se puede resumir así: Nuestra especie, con la crisis objetiva de neoliberalismo, ha llegado a un punto crítico en el desarrollo de la civilización humana. Nuestro futuro será luminoso o tenebroso dependiendo de que se oriente según un humanismo radical y científico (inspirado en el joven Marx) o caiga en el anti-humanismo e irracionalismo en sus diversas variantes (nacionalismo, racismo, misoginia, individualismo, equiparación con el resto de la Naturaleza o la inteligencia artificial, etc.). Veamos cómo lo fundamenta.

En el capítulo 2 (“Una teoría general sobre Trump”), Mason analiza las causas del ascenso de Trump al poder y saca a la luz cuáles son los sectores capitalistas que le han impulsado, y aunque yo no los conocía en concreto (con nombre y apellido), confirma lo que no podía ser de otra manera dada la personalidad y política de Trump, esto es, que son los más parasitarios, salvajes, locos, reaccionarios, antisociales, apoyándose en sectores de la “clase media” y en un sector (minoritario) de la clase trabajadora, resentido, confundido y reaccionario. Esto no hace buenos a los demás sectores del capitalismo, ni mucho menos (no hay más que recordar a los anteriores presidentes de los EEUU, con su historial de guerras), pues acaban colaborando con Trump, pues él también protege lo fundamental de sus intereses. Todo ese capital (no sólo norteamericano) es el que nos ha traído hasta aquí con su neoliberalismo, y previamente con sus guerras mundiales (con sus nazi-fascismo y “democracias” antiobreras), creando, con la crisis de 2008 y el fracaso del neoliberalismo, las condiciones para que triunfe un fenómeno populista de derecha y neoliberal, con un personaje tan impresentable como Trump, y el impulso a casos parecidos en otras partes del mundo, incluida Europa occidental. Mason me ha ilustrado mucho sobre quienes están detrás de Trump y el mundillo de la política en EEUU.

Entramos en la Segunda parte. El Yo. En los capítulos 3 (“La creación del sujeto neoliberal”) y 4 (“Telegramas e ira”), Mason hace un certero análisis de la catástrofe económica, social, política, en los valores humanos, en las relaciones sociales, y en la psicología de las gentes, que ha provocado el neoliberalismo capitalista (el que supuestamente nos conducía al “final de la historia” pues el resto sólo podía avanzar por las mismas vías), repasándolo desde su inicio a finales de la década de los 70s hasta pasada la crisis de 2008.

Todo eso es cierto, pero no debemos perder de vista que el neoliberalismo no es más que una forma que adopta el capitalismo en una fase determinada de su decadencia como civilización, ya iniciada a comienzos del siglo XX, y el neoliberalismo no se puede entender bien si no se comprende lo que es en sí el capitalismo, como no se puede entender a un anciano senil sin comprender lo que es un ser humano, y que llegados a ese punto, no hay manera de volver a ninguna “edad dorada” o a la “juventud, divino tesoro”.

Por ello debemos tener mucho cuidado en no poner demasiado el acento en el neoliberalismo de modo que así quede en un segundo plano y embellecido el modelo de capitalismo previo, con un importante componente de capitalismo de Estado en Occidente o integral en el bloque “socialista” estalinista. Si el neoliberalismo ha sido posible es porque previamente existía ese modelo de acumulación de capital, y porque ese modelo llegó a su agotamiento a la hora de satisfacer los requerimientos del capitalismo para seguir generando una buena tasa de ganancia (a costa de la explotación del trabajo) y de acumulación de capital (crecimiento). Y fue ese capitalismo previo al neoliberalismo el que ya nos creo los graves problemas del consumismo, de agotamiento de recursos básicos y del cambio climático. Cuando ya en 1972 el informe al Club de Roma titulado “Los límites del crecimiento (al margen de lo acertado o no que estuviesen en sus predicciones, léase en https://es.wikipedia.org/wiki/Los_l%C3%ADmites_del_crecimiento ) advertía del peligro de estar consumiendo recursos cruciales de modo irreparable, y cuando para 1979 ya se sabía casi todo lo que hoy sabemos sobre el cambio climático (léase el libro “Perdiendo la Tierra. La década que podríamos haber detenido el cambio climático Nathaniel Rich, Capitan Swing 2020, 191 páginas), aunque la mayoría de la gente nos enterásemos de la gravedad del problema casi 30 años más tarde (en 2006), sobre todo por el documental “Una verdad incómoda” a cuenta de la campaña del exvicepresidente de EEUU, Al Gore (muy blanda y engañosa en su alternativa final). Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Una_verdad_inc%C3%B3moda y documental en https://www.documaniatv.com/naturaleza/al-gore-una-verdad-incomoda-video_417669111.html

Durante los apologéticamente llamados “30 gloriosos” (1945-75) la clase trabajadora tuvo que trabajar y luchar muy duro para conseguir mejoras, no sólo en el Tercer Mundo, sino en Europa. Véase mi reseña «“Mayo de 1968 en Francia” de Bologna y Daghini. La verdad» (29-2-2020) sobre la huelga general del mayo 68 francés y la lucha obrero-estudiantil italiana del 69-70s — https://kaosenlared.net/mayo-de-1968-en-francia-de-bologna-y-daghini-la-verdad/. Y en España ni siquiera tuvimos democracia durante todo ese tiempo, hubo muchos años de miseria, trabajo durísimo, emigración en masa (interior y al extranjero), y la lucha obrera costó mucha represión y hasta sangre, hasta el final de los “30 gloriosos”. Véase “Vitoria-Gasteiz 3 de marzo de 1976. Materiales para la memoria” (3-3-2020) — relato y acceso a documentos muy importantes – https://kaosenlared.net/vitoria-gasteiz-3-de-marzo-de-1976-materiales-para-la-memoria/

Los “30 gloriosos” también estuvieron terriblemente marcados por la “guerra fría” que a punto estuvo de llevarnos al holocausto nuclear varias veces (la más conocida, la “crisis de los misiles”, Cuba 1962). Fue durante los “30 gloriosos” cuando siguieron existiendo sistemas coloniales, como el francés (y su guerra en Indochina –Vietnam- y Argelia), el británico, y el más duradero e importante, el portugués. También fueron los años cuando EEUU guerreó durante una década contra los vietnamitas (también laosianos y camboyanos), con un nivel de destructividad y matanza inauditos que hoy desgraciadamente la gente ya ni recuerda. Fue durante los “30 gloriosos” que los negros norteamericanos todavía tuvieron que luchar y sufrir por conseguir unos derechos civiles elementales. Previamente tuvimos la guerra de Corea con una altísima destrucción de Corea del Norte por EEUU y un enorme coste en vidas humanas. Durante esos “30 gloriosos”, Latinoamérica sufrió numerosos golpes de estado militares auspiciados por los EEUU y otros países de democracia burguesa, también europeos o Israel, contra las aspiraciones obreras, campesinas, estudiantiles, con cotas horripilantes de represión y crueldad (genocidios de indígenas en Centro América, los “desaparecidos”, torturados durante meses en cárceles clandestinas, asesinados o tirados vivos al mar desde helicópteros para matarlos y que no se encontrasen sus cuerpos…). Durante los “30 gloriosos” EEUU y otras potencias democráticas apoyaron el odioso régimen Sudafricano racista del “apartheid”. Y muchos más casos, pero con esto es suficiente para dejar claro que la denuncia del neoliberalismo no debe dejar el menor resquicio para el embellecimiento de lo que le precedió, el capitalismo keynesiano, el del supuesto “pacto social” modélico.

Si fueron posibles los “30 gloriosos”, fue también a cuenta de la destrucción material y de millones de vidas humanas provocadas por todos los países capitalistas implicados en la II Guerra Mundial que con el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre Japón acabó iniciando la pesadilla de la era nuclear con sus derivadas militares (carrera armamentística nuclear durante la “guerra fría” y que todavía continúa) y también civiles (las centrales nucleares y sus “accidentes” y desastres). Y si se llegó a eso fue porque el capitalismo previo al neoliberalismo, el previo a la II GM, nos había llevado a la gran crisis mundial de 1929, al ascenso del nazi-fascismo y del estalinismo, y antes, a la I Guerra Mundial, y antes… Es decir, que la condena no puede ser sólo al neoliberalismo, sino a toda la historia del capitalismo, y a sus raícesla explotación del trabajo asalariado en la producción de mercancías para conseguir un beneficio monetario.

Si de verdad queremos librarnos del neoliberalismo y de todo lo que lo ha causado, si queremos ir hasta la raíz de lo que lo ha generado, y de todo los problemas que causan, debemos revisar a fondo nuestra visión del capitalismo y nuestra mentalidad. Creo que a ello ayuda la reflexión de mi texto “Crisis triple ¿Derrota total y destrucción en este siglo?” (18-2-2020) — largo documento sobre la crisis de civilización, del sujeto revolucionario y de la teoría revolucionaria, y prospectiva del curso histórico — https://kaosenlared.net/crisis-triple-derrota-total-y-destruccion-en-este-siglo/

Mason también denuncia el papel que ha jugado el crédito, como lubricante para el sistema, y como una “droga” u “opio del pueblo”, para la aceptación de masas del neoliberalismo, permitiendo consumir lo que mediante su reducción del salario real no podrían. Para profundizar en esta cuestión es muy importante el artículo “Crédito a muerte” de Anselm Jappe, incluido en el libro del mismo título “Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos” editado por Pepitas de calabaza ed. 2011, 266 páginas, y del que Jordi Maiso hace una extensa reseña-comentario en “ANTE LA DESCOMPOSICIÓN DEL CAPITALISMO Sobre Crédito a muerte, de Anselm Jappe” — http://www.setcrit.net/wp-content/uploads/2012/10/Ante-la-descomposici%C3%B3n-del-capitalismo-Sobre-Cr%C3%A9dito-a-muerte-de-Anselm-Jappe.pdf . Una lectura (acompaña de música) del texto “La Princesa de Clèves hoy” que forma parte del libro, en dos partes en (primera) https://www.ivoox.com/dr-benway-la-princesa-cleves-hoy-audios-mp3_rf_1328594_1.html y (segunda) — https://www.ivoox.com/credito-a-muerte-la-princesa-cleves-hoy-audios-mp3_rf_1662771_1.html

Mason también describe cómo el neoliberalismo ha modificado la psicología de la gente con sus valores y condicionantes mercantiles, competidores, individualistas, consumistas, y cómo su fracaso provoca como reacción la liberación de las tendencias más reaccionarias y autoritarias. Me hubiera gustado que Mason se extendiese más en esto, pues él también sabe, ya que se reivindica de un humanismo congruente, radical y científico (retomado del joven Marx), de la importancia que tiene que recuperemos la conciencia de nuestra dignidad humana por encima del “hombre económico” del neoliberalismo, para no caer en las derivas reaccionarias nacionalistas, etnicistas, sexistas, totalitarias, fascistas.

Para profundizar en esta cuestión e ir hasta sus más profundas raíces, no sólo en el neoliberalismo, sino en las entrañas del capitalismo, me parece imprescindible el libro de Anselm Jappe “La sociedad autófaga. Capitalismo, desmesura y autodestrucción” (Pepitas ed. Febrero 2019, España), al que le he dedicado una amplia reseña e introducción titulada «“La sociedad autófaga” de Jappe. Capitalismo y narcisismo» (6-2-2020) – una presentación y comentario extenso del libro de Anselm Jappe, destacado miembro de la corriente llamada de la “critica del valor” (wertkritik en alemán) – https://kaosenlared.net/la-sociedad-autofaga-de-jappe-capitalismo-y-narcisismo/. Muy relacionado con la promoción del narcisismo ya a comienzos de la década de los 80s, están los estilos musiciales y culturales para la juventud, como aquí en España el fenómeno de la Movida madrileña que he abordado remitiendo sobre todo a material importante en mi texto “Crisis triple ¿Derrota total y destrucción en este siglo?” (18-2-2020) ya mencionado.

En el capítulo 6 (“El camino hasta Kekistán”, un lugar imaginario), Mason expone cómo han evolucionado las ultraderechas, cómo han aprendido a servirse de internet y a hacer campañas repugnantes (en especial, contra las mujeres), en las que podemos reconocer también al partido español Vox. El papel jugado por la Rusia de Putin, un burgués reaccionario de cuidado. Algunas de las informaciones que nos da Mason resultan, sencillamente, alucinantes, impensables para España, y escandalosas viniendo de una supuesta democracia ejemplar como EEUU. Mason nos informa también de los resultados de una encuesta a gente ultraderechista (siguiendo la estela de las realizadas en su tiempo Fromm y Adorno), con resultados que “ponen los pelos de punta” pues delatan que es gente realmente peligrosa.

Si bien es cierto que hay que defender el humanismo universal frente al racismo, la misoginia, etc., teniendo en cuenta que será la burguesía la que se servirá de la ultraderecha y la impulsará a mayores cotas de influencia y poder y que, si le viene bien, mandará a la papelera hasta la Declaración Universal de Derechos Humanos que en otro tiempo firmó, teniendo en cuenta que la única defensa consecuente frente a esto es la lucha contra la burguesía, contra el capitalismo mismo y su Estado, y que ésta lucha sólo puede ser encabezada por los miembros de la clase trabajadora, resulta que la expresión política del humanismo universal más consecuente y avanzada es el internacionalismo proletario, que no por olvidado es menos importante recuperar en estos tiempos y los convulsos que vendrán. Para una reflexión sobre esto, en mi artículo ya mencionado “Crisis triple ¿Derrota total y destrucción en este siglo?” (18-2-2020).

En el capítulo 7 (“Con leer a Arend no basta”), como parece que la filósofa Hannah Arend se ha puesto de moda en los países anglosajones a raíz del ascenso de Trump, Mason hace una exposición y acertada crítica de su teoría del totalitarismo. Demuestra su fracaso total a la hora de prever fenómenos como el ascenso de Trump (por tanto, su inutilidad para quienes recurren a ella en busca de explicaciones). El individualismo burgués (supuestamente el antídoto frente al totalitarismo) con su peligrosidad demostrada en el neoliberalismo y el narcisismo, una vez fracasado el “paraíso” de la libertad burguesa (en nuestro caso, las promesas del neoliberalismo y la globalización), con su amoralidad o inmoralidad, en cuanto las cosas se complican, conduce de cabeza a las ideologías más reaccionarias, fascistas y totalitarias. La incapacidad de Arend para reconocer esto cuando elogia la libertad individualista y burguesa de los EEUU, tiene su raíz política en su posición política general (demócrata burguesa), y la filosófica, en sus “coqueteos” con los filósofos Friedrich Nietszche y Martin Heidegger (seguidor pronazi de Nietszche).

Y no es de extrañar estos resultados, pues tanto el individualismo como el totalitarismo, combinan bien con el sistema capitalista y su Estado (siendo mayor o menor su intervención e integración), y el fascismo italiano, el nazismo alemán, el fascista brasileño Bolsonaro, el populista derechista Trump… han llegado al poder gracias a las facilidades que a ellos les ofrece la democracia burguesa, el apoyo y la complicidad de los capitalistas y de los aparatos del Estado burgués (simpatías entre altos cargos de la administración permanente, policías, militares…). O sea, que nos encontramos con el fenómeno de que “la pescadilla (burguesa) se muerde la cola” o “los extremos (individualismo y totalitarismo, democracia burguesa y fascismo) se tocan”. De aquí también que frente al fascismo, no podamos depositar nuestras esperanzas en la democracia burguesa, ni en la burguesía liberal que, demasiadas veces ya, ha demostrado que es muy capaz (encantada) de abrir las puertas de par en par al fascismo y de apoyarlo y fundirse con él, hasta que ya no le sirva y pase a otra modalidad de dominación (cambiarlo “todo” para que lo fundamental siga igual, y pasar de ser “leales al Régimen” a “demócratas de toda la vida” o la “secreta oposición” –hasta ellos ignoraban que lo fueran-).

En el mismo capítulo (página 166) hace Mason una importante consideración sobre lo que significa el ascenso ahora del populismo de derecha, de la ultraderecha, de los neofascismos, del nacionalismo (en lugar del internacionalismo proletario aprovechando la existencia de la Unión Europea, digo yo), comparado con lo que ocurrió en la década de los 20 y 30 del siglo pasado, y que está al alcance de cualquiera con sólo observar un poco. En cierto sentido, la situación es mucho peor por varias razones. Este ascenso se da pese a que esos fenómenos no son nuevos, ya hemos visto a lo que condujeron los nacionalismos y los fascismos, tenemos la experiencia de dos guerras mundiales y dictaduras feroces, y en España, hasta muy recientemente. Se dan pese a la campaña permanente, en forma de películas y documentales en televisión, sobre las catástrofes que supusieron las guerras mundiales, el nacionalismo, el racismo, la deshumanización del otro (judío, gitano, homosexual, opositor al régimen fascista o nazi…) y a las políticas persecutorias y genocidas que lleva. Se dan pese a que el empobrecimiento de la gente ha sido mucho menor que la miseria sufrida a resultas de la I Guerra Mundial, la hiper-inflación en Alemania en la década de los 20s o de la crisis mundial de 1929. Se dan pese a que hemos vivido durante muchísimo tiempo seguido en democracia (sobre todo en EEUU y Europa occidental), por lo que no se puede decir que la gente, como en Rusia hasta 1917, no haya conocido más que poderes absolutos o dictaduras descaradas, se haya acostumbrado al autoritarismo extremo y no pueda apreciar lo que son unas ciertas libertades (por limitadas y tramposas que sean en la democracia burguesa) y se arriesgue a perderlas. Se da pese a que hoy la gente tiene muchísima más educación (ya no hay ni resto de analfabetismo, se cursan estudios hasta muy tarde, hay una enorme masas de titulados universitarios…), muchísimo más acceso a buenas fuentes de información, en libros, internet…, y por ello debiera ser, supuestamente, menos manipulable y menos bruta. Que se dé pese a que hoy la clase trabajadora no supone una amenaza revolucionaria para el capitalismo y su Estado, pues está extremadamente debilitada, también para resistir al ascenso de esas fuerzas. Que se dé cuando hoy está a disposición del poder del Estado unos medios extraordinarios de manipulación, vigilancia y control de la gente gracias a la inteligencia artificial, y de destrucción gracias al armamento nuclear, químico y biológico que para sí hubieran soñado los nazis.

Esas mismas cuestiones me he ido planteando, y esto merece una reflexión mucho más a fondo sobre cómo hemos llegado hasta aquí pese a las protestas que hemos conocido contra la globalización (Porto Alegre, etc.) y contra las políticas de austeridad. Por eso, aunque no tenga ni mucho menos la respuesta para todo, os invito a leer mi estudio ya mencionado “Crisis triple ¿Derrota total y destrucción en este siglo?” (18-2-2020). También es inseparable de la cuestión del narcisismo, pues su irresponsabilidad e impotencia para afrontar la crisis de esta civilización, da paso a las promesas y supuesta “fuerza” resolutiva del autoritarismo que siempre ha estado a su lado (incluso en la misma persona). Y totalmente relacionado con esto de la irresponsabilidad ante el mundo, “Jóvenes, sois la generación PS, de políticamente suicida” (6-5-2017) http://kaosenlared.net/jovenes-sois-la-generacion-ps-politicamente-suicida/

Entramos en la Tercera parte. Las máquinas. En el capítulo 8 (“Una desmitificación de la máquina”), empieza muy bien defendiendo la teoría del valor-trabajo (de Marx) frente a quienes atribuyen a las máquinas y la digitalización alguna capacidad de crear nuevo valor que justifique el beneficio. Aunque no lo explicita, esto supone que el beneficio sigue surgiendo de la parte del trabajo habitual que nunca se paga (aunque parezca que se paga todo y no dejen de pagarse las horas extras, etc.), traducido en valor (plusvalor o plusvalía). Sobre esto remito a mi estudio “Plusvalía y ganancia. Revisión urgente de una teoría necesaria” (9-1-2020) — un planteamiento nuevo de la teoría de la plusvalía — https://kaosenlared.net/plusvalia-y-ganancia-revision-urgente-de-una-teoria-necesaria/

También, de un modo muy pedagógico, critica el idealismo filosófico en física a cuenta de las especulaciones sobre lo que es la realidad y nuestra relación con ella en base a los descubrimientos de la física cuántica. Y todas las ideas que niegan nuestra libertad en base a supuestos con pretensiones científicas cuestionables.

Y llegamos, a la mitad de texto, al capítulo que debe permitir fundamentar el propósito del libro “una defensa radical del ser humano” que nos permita conseguir “un futuro brillante”, como dice el título. Por eso el capítulo 9 se titula “¿Por qué necesitamos una teoría de los seres humanos?. Pues porque es lo único que nos permitirá armarnos teóricamente para poder realizar todo nuestro potencial como especie y como personas. Mason cuestiona todas las teorías que basadas en supuestos descubrimientos científicos (neurociencia) vienen a negar que exista el libre albedrío, la capacidad real de elección, de la libertad de elección. Critica la concepción neoliberal del ser humano, expresada por Friedrich Hayek que con su reclamación de la libertad individual y del individualismo burgués, en realidad nos condena a convertirnos en prisioneros de nuestra propia creación: la mercancía, el mercado, que crea sociedad (capitalista) pero no comunidad humana que merezca ese nombre, que empobrece al ser humano sobre todo en su calidad de ser social y en lo “espiritual” (materialismo vulgar), y que nos condena a ser dominados por una clase social y su Estado, en una deriva cada vez más autoritaria y amenazante para la Humanidad gracias al extraordinaria arsenal de control social y destrucción del que ahora dispone.

Entonces ¿en dónde podemos inspirarnos para levantar la teoría que ahora necesitamos imperiosamente para poder salvarnos? No en ningún fundamentalismo religioso (cristiano, musulmán…), sino, he aquí la gran sorpresa, en la concepción del ser humano expresada en la obra del joven Karl Marx, en los “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”, de los que aporta enlace https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/manuscritos/index.htm — también en https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/44mp/ . Tenéis también esta versión en pdf https://pensaryhacer.files.wordpress.com/2008/06/manuscritos-filosoficos-y-economicos-1844karl-marx.pdf Reconozco que hará ya unos cuarenta años que no he vuelto a leerlos; puede que después de esto lo haga. Pero a mí, pese a algunas debilidades importantes (sobre todo con respecto al cristianismo), siempre me gustó el marxismo humanista de Erich Fromm (inspirado en los Manuscritos de 1844), hoy demasiado olvidado pese a que todavía puede enseñarnos muchas cosas, sobre todo con la vuelta de la ultraderecha.

En cualquier caso, sé que Mason no va descaminado. Pero ese humanismo radical y científico que debe enfrentarse al capitalismo, no lo podrá hacer bien si no tiene una correcta comprensión del mismo, que no puede limitarse al neoliberalismo. Por tanto, unamos a esto la comprensión que alcanzó el Marx de El Capital sobre la faceta abstracta del trabajo y la fetichización de la mercancía (véase mi texto «“La sociedad autófaga” de Jappe. Capitalismo y narcisismo»). Puede que todavía sea insuficiente (habrá que prestar especial atención al papel de la mujer y su liberación), pero seguramente es de lo mejor que disponemos, mucho más clarificador que tanto discurso “científico” (recordemos que los nazis también tenían pretensiones de lo más científicas para su racismo). Incluso con esto se fracasaría si no se tuviese una teoría correcta de la naturaleza burguesa del Estado en el capitalismo, descubriendo que lo hace inservible como medio de representación de los intereses anticapitalistas de los trabajadores/as y sectores populares, y como instrumento para la transformación revolucionaria o reformista o gradual de la sociedad que permita superar el capitalismo.

En mi mencionado texto ya expresaba también mi defensa de la existencia de una naturaleza humana que debe desplegar todavía todo su potencial y que siempre se ha encontrado limitada por las sociedades de clases (de explotación y dominación). Y ante el ascenso de la robótica sustituyendo y hasta dirigiendo el trabajo humano, y la perspectiva del surgimiento de una IAG, desde hace un tiempo he expresado también mi preocupación por todo aquello que deje siquiera un resquicio para laminar la dignidad humana, incluido en el marxismo, por sutil que sea, también en la teoría de la venta de la fuerza de trabajo como mercancía (véase el “ANEXO I.- ¿SUEÑAN los ANDROIDES con PLUSVALÍA mecánica?” de mi libro “Capitalismo: modo de vida decadente. Notas sobre estrategia y táctica” (20-10-2016), con enlace al final; y “Plusvalía y ganancia. Revisión urgente de una teoría necesaria” (9-1-2020)).

Marx, en una lectura que supere otras más tradicionales, es un punto de partida fundamental. El humanismo que necesitamos es el que sea capaz de reconocer, no sólo la explotación y la alienación, sino el “sujeto automático” que es el propio capitalismo (la dinámica automática del dinero-capital de “hacer” y acumular dinero-capital a través de la explotación del trabajo vivo), y que no podemos encontrar un “sujeto revolucionario” en nada que siendo parte del capitalismo pretenda perpetuarse, consolidarse, como si el problema fuese sólo “liberarse de las cadenas” del capital, como la clase burguesa se liberó de las limitaciones del poder monárquico aristocrático, para consolidarse e imponerse como clase contra el proletariado (su par inseparable). El humanismo que debe inspirar a los miembros de la clase trabajadora no es el de liberarse del capitalismo para hacerse fuertes como clase, consolidarse como clase, perpetuarse como clase, sino el de liberarse de su propia condición de clase pues es inseparable de la existencia del capital (aunque parezca que ya no existe) y condena a los seres humanos que son los trabajadores/as a estar encadenado (aunque sea de forma “invisible”) a las categorías del capital que lo reproducen automáticamente: la faceta genérica o abstracta (no “inmaterial”) del trabajo-valor, y la producción de mercancías para obtener un beneficio monetario, lo que implica la extracción de plusvalía, sea el capital privado, estatal, cooperativo, autogestionario, etc. Pasar, como decía Marx, de la clase trabajadora al colectivo del trabajador/a libremente asociado.

En estos tiempos de arrogancia “científica” que oculta un idealismo de fondo, oscurantistafatalista, que nos hará impotentes y arrojará en brazos de nuestras peores pesadillas, volver a unos textos de 1844 puede parecer algo trasnochado, contrario al progreso. Eso es porque no se comprende que el “progreso” actual, incluso el que se presenta como “científico”, está demasiado marcado por su condicionante, la decadencia del capitalismo (no sólo la quiebra del neoliberalsmo) y su destructividad Por ejemplo, el “progreso” de la energía nuclear, con todas sus catástrofes hoy más que evidentes, empezó también con el “gran logro científico-técnico” de las bombas atómicas arrojadas sobre la población civil en Japón; y la inteligencia artificial avanza de la mano de la explotación del trabajo vivo, de la fragmentación del saber en los humanos (expertos monotemáticos que se conducen como burros con anteojeras), de una humanidad crecientemente sobrante, de la subordinación al imperio de la mercancía, y de la amenaza de la imposición de una IAG hostil a nuestra especie.

Dada la desorientación hoy existente, incluso las malas intenciones conscientes, que nos llevan a que el ser humano pierda todavía más su libertad y pueda ver cerradas definitivamente y para siempre sus posibilidades de desarrollo como ser humano (no como súbdito de un poder vigilante, o como apéndice de un mundo-máquina o de una IAG), éste capítulo salva al libro, a pesar de sus muchos errores.

Si alguien piensa que exagero es porque no es consciente del grado de desarme teórico, moral, psicológico, al que hemos llegado y que nos expone a ser víctimas en las próximas décadas (ya ahora mismo está ocurriendo) de la mayor amenaza existencial para la Humanidad, aunque resolviésemos el problema de la crisis climática, la energía renovable, incluso se procediese a un desarme nuclear (vamos en la dirección contraria).

Ya en las primera páginas del libro, Mason nos advierte que tras habernos dejado dominar por la lógica de la mercancía, del mercado, y encima rindiéndola culto (con el neoliberalismo), nos hemos vuelto mucho más vulnerables para acabar dejándonos dominar por la lógica de una inteligencia artificial. Pero antes de que ésta nos domine por completo, la clase capitalista, cada vez más reaccionaria y agresiva, procurará servirse de ella para someternos todavía más. Negar que existe una misma naturaleza humana con sus necesidades y potenciales de realización al máximo nivel, negar el humanismo universal, la igualdad fundamental en la diversidad, a cuenta del racismo, la misoginia, etc., nos acaba deshumanizando y poniendo al nivel de los animales o de las máquinas y autoriza a toda clase de manipulaciones para someternos y convertirnos en instrumentos de las decisiones de otros, y finalmente, de Inteligencia Artificial General.

A un nivel más profundo, podríamos expresarlo como sigue. La lógica del neoliberalismo es la lógica del “sujeto automático” que comparte con todas las modalidades del capitalismo, que nos acabará llevando al sometimiento al “sujeto automático” del automatismo de la inteligencia artificial, por seguir ninguneando nuestra humanidad incluso cuando pretendemos rebelarnos pero sin cuestionar lo que somos como parte del engranaje de la mega-máquina (como técnicos, como obreros, etc., que sólo cuestionamos al patrón, pero no la naturaleza de la tecnología que hemos levantado, ni el imperio de la mercancía). Por eso, no bastará con la pretensión de “liberar la inteligencia artificial” de la manipulación y limitaciones del capitalismo y su Estado, sino que hay que cuestionar hasta el final la misma inteligencia artificial (sobre todo en forma de IAG) para ver si existe la posibilidad de que pueda llegar a ser compatible con el ser humano libre y empoderado (de entrada lo tiene todo en contra), incluso aunque nos hayamos librado del capitalismo y sus categorías. Es algo parecido a lo que ocurre ya con las centrales nucleares y todas sus consecuencias, que son en sí un problema que debe llevarnos a rechazarlas, y no sólo su propiedad o gestión capitalista, como tampoco podríamos hablar de una “buena” contaminación medioambiental porque se diese en una sociedad socialista.

El capítulo 10 (“La máquina pensante”) describe de una forma muy sencilla y clara la situación, cómo se camina hacia la llegada de una Inteligencia General Artificial (IGA o IAG), y lo peligrosísima que puede ser para la Humanidad, tanto más cuando está siendo impulsada por los intereses capitalistas y de su Estado burgués (militarismo, espionaje, control de la población…). Explica muy bien las enormes dificultades que existen para que una IAG tenga una ética que la haga amistosa y no hostil. Cuestiona el tipo de ética o, más probablemente, falta total de ella, de la que estaría imbuida semejante IAG. Desconfía totalmente de los comités de ética de los que se puedan dotar empresas y estados, tanto por sus principios como por que sean algo más que un florero para las campañas de imagen. También de la autorregulación de las empresas y que no nos engañen sobre el cumplimiento de las normas que se las quieran imponer. En esto, nuestros planteamientos coinciden muchísimo (basta leer lo que ya publiqué con anterioridad a su libro). También se extiende en el tema, en asuntos más particulares en el capítulo 17 (“Neguémonos a ser controlados por las máquinas”), y sobre las prácticas del Estado chino en el capítulo 18 (“Rechacemos las ideas de Xi Jinping”). Véase sobre esto último mi artículo “Vigilancia masiva y castigo. China 2020 ¿nuestro futuro?” (6-12-2019) — https://kaosenlared.net/vigilancia-masiva-y-castigo-china-2020-nuestro-futuro/

Mason ayuda con esto muchísimo a dar datos y criterios para defendernos de la inteligencia artificial y de los poderes que se sirven y servirán de ella (mientras la IAG no les tome el relevo). Y sin embargo, termina el capítulo 10 (páginas 249-50) diciendo que, por medios democráticos y con regulación, podría sortearse el problema de los intereses de clase contrapuestos y de éticas (de clase) opuestas y así conseguir implantar en la IAG una ética de la virtud (según la entendía Aristóteles, de desarrollo de las cualidades más humanas y de la vida buena en comunidad, nada menos), que la hiciese amigable, que no estuviese al servicio del capitalismo ni de las élites dominantes y nos ayudase a superar todo esto y progresar como Humanidad. Pero lo dice sin precisar lo fundamental: de ser posible semejante IAG amistosa (está por demostrarse, incluso teóricamente), sería imposible en tanto la burguesía fuese la clase dominante y persistiese su Estado burgués, pues mientras sea así, tienen “la sartén por el mango”, poder económico, político y militar de sobra para imponer su ética o falta de ella y que la IAG (programada o espontanea y autodidacta) salga siendo una hipócrita o una psicópata, por tanto, hostil a los verdaderos intereses de la Humanidad. Sólo unos párrafos antes, Mason había sacado prácticamente la conclusión de que con el capitalismo no puede haber una IAG segura para nosotros. Puede que la clave del sabotaje a su conclusión esté en la expresión de “capitalismo impulsado por el mercado” ¿la solución está acaso en una capitalismo “regulado” al modo keynesiano, o en un capitalismo de Estado parecido al de la URSS y cía.?. Esto contradice lo que Mason mantiene a lo largo del texto. Y en la página 324, en un capítulo dedicado a Marx, dice que en su concepción de la naturaleza humana y del papel del trabajo social y de su evolución tecnológica, tenemos una defensa contra la reacción contraria a la robótica y la inteligencia artificial, lo cual, dicho así, es falso si se hace total abstracción de si el trabajo y la tecnología se dan en el capitalismo o en el socialismo-comunismo, de las consecuencias catastróficas que de seguro tendrán en el primer caso (gente que sobra pues no se necesita para explotarla y no tiene capacidad de consumo; IAG al servicio del capital u hostil a la Humanidad), lo que justifica plenamente nuestra reacción adversa.

Creo que le ha conducido a este resbalón final sus buenos deseos y su deficiente compresión del capitalismo, por ello insiste tanto en hablar de neoliberalismo, y no de capitalismo sin más. Ha sido como si estuviésemos bailando un hermoso vals, y de repente la aguja del tocadiscos se saliese del surco del disco de vinilo y, rascando ruidosamente, se interrumpiese la música.

Como su conclusión es una pura incongruencia, no la expone con la coherencia que tiene lo que revelo yo, pero eso es lo que se deduce, por lo que dice y sobre todo por lo que calla. Pues ante las preguntas que quiere responder en esas páginas, sólo cabe contestar con rotundidad y sin ambigüedad ninguna de esta manera: existiendo el capitalismo y su Estado, dominando la burguesía y sus servidores estatales, una IAG no puede tener la ética que necesitamos para ayudarnos a vivir libres de toda explotación y opresión, y desarrollarnos plenamente en comunidad y como seres humanos. No veo cómo podría ocurrir lo contrario si no fuese porque una IAG virtuosa saliese de un pequeño laboratorio doméstico en manos de unos pocos comunistas virtuosos y además con toda la cualificación necesaria para la tarea, y que esa IAG lograse imponerse rápidamente a las proto-IAG promocionadas por las grandes empresas y los estados, se hiciese invulnerable a los ataques, e impulsase la revolución mundial. Todo apunta a que no puede ser así, pues se necesitan muchísimos medios, personal científico, dinero en suma, para avanzar en esa dirección y que, por tanto, el proceso real estará controlado por las empresas capitalista y/o el Estado burgués (especialmente por la rama de espionaje y militar), y además semejante experimento “rojo” debería conseguir pasar totalmente desapercibido hasta lograr imponerse, para no ser destruido, o neutralizado, robado y alterado por algunas empresa o el Estado.

Mason no explica cómo ese final feliz podría ser posible teniendo en cuenta todo lo que previamente ha manifestado y que lleva precisamente a la conclusión contraria. Prácticamente había expulsado por la puerta al capitalismo y al Estado burgués, pero lo deja de vuelva para adentro mediante un argumento de respuesta a unos criterios casi de procedimiento, como cuando hablamos de la tramposa letra pequeña del contrato, la trampa leguleya, el fraude de ley, hecha la ley hecha la trampa, etc. Se queda tan ancho, y pasa a otra cosa.

Con esta maniobra sorprendente de incoherencia y autoengaño involuntario (seguramente, no me parece simple deshonestidad intelectual, no tiene intención de engañarnos), Mason nos hace un pésimo servicio, pues a los lectores/as que tienen recelos por lo que pueda pasar y un cierto sentido crítico, les está acostumbrando a que, a la hora de sacar sus conclusiones que les llevarán posiblemente a una orientación práctica, ante la perspectiva de la extrema seriedad de las implicaciones personales que puede acarrear, para evitar asumir alguna responsabilidad, llegados al punto límite donde ya tienen que dar el salto teórico (y luego el práctico), retrocedan asustados, se hagan “trampas al solitario” y acaben diciéndose el tipo de mentirás tranquilizadoras que las empresas capitalistas y el Estado burgués nos dirán (democracia, regulación, comités de ética…) para que confiemos en que todo se podrá finalmente arreglar a nuestro gusto además y de la mejor manera posible, sin necesidad de cuestionar el capitalismo y su Estado, hasta la raíz (no sólo el neoliberalismo o las limitaciones más descaradas a la democracia creyendo en una “democracia real” en el capitalismo y con su Estado burgués). Si Mason no hubiese terminado así, sino evidenciando las conclusiones que se sacan de su información y argumentación, Mason no estaría sólo, pues como he demostrado en mis textos, hay científicos de primera fila que mantienen que si una IAG fuese consciente de sí, sería hostil a la Humanidad, y que si no fuese consciente, también, o sea, que una IAG sería, en cualquier caso, hostil a nuestra especie.

Podría volver a explicar aquí las razones por las que creo que es imposible que, cuando menos en el capitalismo, una IAG puede ser amistosa y no hostil (por psicópata o hipócrita –de tener algún sentido ético-) a la Humanidad, pero prefiero remitiros a mis textos o esta reseña se alargaría demasiado.

En el capítulo 11 (“La ofensiva antihumanista”), Mason pega un buen repaso a las corrientes del “transhumanismo” y del “posthumanismo”. Reconozco que todavía no estoy muy puesta en estos temas. Pero por lo que ya sé, no puedo sino coincidir con el rechazo que siente Mason. La principal traba a la mejora de nuestra especie está hoy en el capitalismo y su Estado burgués. Todo lo que pretenda “mejorar” a los seres humanos sin cuestionar eso, sólo servirá en el mejor de los casos para algún progreso en la sanidad, poner parches, pero lo más seguro, mejorar la situación de una minoría social ya dominante y, lo más peligroso, facilitar que unas élites, ya de por sí poderosas, consigan serlo más, a costa de dominar al resto con menos poderes. Sin solucionar antes el problema de las clases sociales, del poder del Estado, de todo tipo de desigualdades sociales, los problemas éticos que plantean las nuevas posibilidades tecnológicas se convierten (si ya de por sí son complicados) en irresolubles, pues inevitablemente tendrán un marcado sesgo de clase a favor de los que ya dominan.

Un problema más de fondo es que esas corrientes, en lo filosófico, atacan la dignidad de nuestra especie, tienden a ponernos al mismo nivel de los animales, de las máquinas y de la materia en general, con lo cual nos niegan nuestro derecho a decidir conscientemente sobre el mundo por encima de la lógica de las máquinas. Lo que en realidad hacen es transformar el mundo de tal manera que nos acabarán sometiendo a la lógica de las máquinas, y de su forma más acabada, la IAG, después de haberlo sometido a la lógica del capital y sus mercancías.

Por eso Mason pega también un repaso a las muy diversas corrientes del postmodernismo. Confieso que de muchas de ellas no tenía ni la menor noticia de su existencia, y me asombra que semejante basura intelectual (no merece un calificativo más suave) tenga cabida en las universidades y procure popularizarse. Pero ya conocimos también el poder que adquirieron las “ciencias” nazis. Como ellas, son un reflejo de la decadencia del capitalismo y del esfuerzo de sus decadentes élites intelectuales para negarnos la vía del conocimiento capaz de transformar el mundo de un modo liberador para toda la especie (no en provecho de una minoría privilegiada), lo que indefectiblemente pasa por superar el capitalismo y su Estado, y barrer a esos peligrosos ideólogos de cualquier centro de educación para que no puedan seguir difundiendo su veneno.

En el capítulo 12 (“La insurrección de los copos de nieve” extraño título cuyo sentido nos explica) Mason describe los métodos con los que el poder económico y político controlan internet y lo vuelven contra nosotros. Hace unas reflexiones sobre cómo se manifiesta el “yo” en el mundo de redes sociales, y apunta a la cuestión de las identidades particulares y cómo afrontan la lucha.

Como no se extiende en este tema tan importante, es de ayuda el libro “La trampa de la diversidad. Cómo el neoliberalismo fragmentó la identidad de la clase trabajadora” Daniel Bernabé (Akal 2018, 256 páginas), un llamamiento a la unidad frente a la fragmentación promovida por el actual activismo. Reseñas y video en https://www.akal.com/libro/la-trampa-de-la-diversidad_48986/ , Índice https://www.akal.com/media/akal/files/toc-48986.pdf —– La voz atomizada: una respuesta / Daniel Bernabé 01/07/2018 https://dedona.wordpress.com/2018/07/08/la-voz-atomizada-una-respuesta-daniel-bernabe-01-07-2018/ — La trampa de la diversidad. Una crítica del activismo / Daniel Bernabé 2018 – https://dedona.wordpress.com/2018/07/09/la-trampa-de-la-diversidad-una-critica-del-activismo-daniel-bernabe/

La parte del libro (la Cuarta) dedicada a Marx tiene sin duda algunas cosas que están bien. De entrada Mason no es un derechista reaccionario y mentiroso, hostil a Marx, sino al contrario (por eso se reivindica del joven Marx y del de la Comuna de París), aunque piense que Marx se equivocó “en mucho” (página 325). En el capítulo 13 (“Romper el cristal”) hace una sencilla exposición de la evolución intelectual y política de Marx. Se detiene en la cuestión de su concepción de la naturaleza humana, y de su evolución a través de la historia, sobre todo de la mano del trabajo productivo.

Aquí me parece que conviene precisar los términos, y distinguir entre naturaleza y condición humanas. La naturaleza humana es lo que encontramos en un ser humano sano y normal en el momento de nacer, con todo su potencial físico y mental, que puede llegar a desarrollarse plenamente o no (enfermedades, accidentes, recibir o no educación y de qué tipo, estímulos del medio, posibilidad de hacer su voluntad…). Naturaleza humana es lo que nos da la naturaleza, determinado y programado por nuestros genes. Lo que luego resulte de aquí, dependiendo sobre todo del momento histórico, del modo de producción (previo a la sociedad de clases como cazador-recolector, esclavista, modo asiático, feudal, capitalista…) y del desarrollo de las fuerzas productivas (tomar de la naturaleza, domesticarla con la agricultura y ganadería, maquinaria, revoluciones industriales…), de las relaciones sociales económicas y políticas, será la condición humana, es decir, la expresión de la naturaleza humana, condicionada por el medio social-histórico en el que se da.

No creo que la naturaleza humana haya variado desde que apareció nuestra especie, el Homo sapiens sapiens, y menos todavía que nuestros genes sea relevantemente diferentes a los de las gentes que vivieron hace cinco, diez, quince, veinte o más siglos. Si pudiésemos viajar en el tiempo, no habría ningún problema para poder reproducirnos con ellos, seríamos perfectamente compatibles genéticamente. Ahora, gracias a una mejor alimentación, condiciones sanitarias y cuidados médicos, podemos ser más altos, vivir por lo general muchos más años. Pero si empeorasen mucho nuestras condiciones (a causa de guerras, pandemias, hambrunas…), en unas pocas generaciones, veríamos que perdíamos puntos en esa escala. Si adoptamos a un bebé recién nacido en una tribu de cazadores-recolectores que apenas haya tenido contacto con la civilización moderna (todavía queda alguna en el Amazonas), o apenas haya modificado su estilo de vida pese a tenerlo, esa criatura se convertirá en una persona como cualquier otra en nuestra civilización, pues no tiene una naturaleza menos evolucionada que se lo impida. Como compartimos la misma naturaleza, podemos llegar a entendernos perfectamente humanos cazadores-recolectores y trabajadores súper cualificados de Silicon Valley, y podemos comprender bien los problemas, luchas y dramas de los judíos de los tiempos bíblicos, de los griegos y romanos del mundo clásico, de la gente de la Edad Media y sucesivos.

La condición humana puede estar acorde o no, a favor, o en contra, de la naturaleza humana, perjudicándola en su potencial de desarrollo físico y mental, frustrándola y hasta haciéndola sufrir física y mentalmente, directamente. La condición humana del esclavo, por muy resignado que estuviese, por muy servil que fuese, perjudicaba claramente su potencial (no digamos si había nacido como una persona libre y posteriormente esclavizada) tanto físico como mental, y también lo hacía sufrir por los arbitrarios y caprichosos abusos de sus amos. La condición humana en la civilización capitalista, hace mucho tiempo que se convirtió en un obstáculo al desarrollo del potencial de la naturaleza humana, sobre todo en el plano social (cooperación, trabajo libremente asociado) y mental (tipo de personalidad no narcisista ni autoritaria, productiva; cultura de verdad, no la mercantilización de cultura de masas basura para entretener y pervertir las mentes…).

Creo que esta distinción entre naturaleza y condición, nos permite salir de los falsos debates en los que la burguesía quiere meternos. Cuando mantiene que la naturaleza humana no ha cambiado y que por tanto, el tipo humano hoy existente y que a ella le gusta (individualista, competidor, autoritario, narcisista, etc.) es la expresión de la naturaleza expresada en las condiciones más avanzadas (la mayor tecnología, etc.) y que tanto comparte con lo que han sido siempre los humanos (dominación, poder, guerras…), y que no se puede esperar nada substancialmente mejor, por lo que es utópico desear una sociedad sin clases, sin explotación y dominación, guerras, etc., les podemos contestar lo siguiente. Que confunden deliberadamente la naturaleza con la condición humana y atribuyen a aquella lo que históricamente es ésta. Que la naturaleza humana no ha cambiado, pero sí la condición humana (no sólo las condiciones de vida), y que antes de la sociedad esclavista, existieron sociedades muchísimo más igualitarias, que también existirán en el futuro con una base material incomparablemente más desarrollada. Que el tipo humano que tanto les gusta, es una perversión de la naturaleza humana, como demuestran los estudios psiquiátricos (personalidades narcisistas, psicópatas, autoritarias…) y hasta la neurociencia (léase el libro “El cerebro altruista. Por qué somos naturalmente buenos” de Donald W. Praff, Herder 2017).

Mason simpatiza mucho con Marx, pero por su exposición en el capítulo 14 (“¿Qué queda del marxismo?”), parece no haber ha comprendido bien muchas cosas, sobre la plusvalía, el valor, los precios, el potencial revolucionario en los miembros de la clase trabajadora.

Con respecto a esto último, hace una afirmación muy importante que no puedo dejar pasar sin responder y que, sólo para evitar dudas o la sospecha de que tergiverso, paso a citar textualmente: “Tras haber destruido y dispersado al proletariado industrial, el capitalismo neoliberal ha reubicado a su potencial enterrador en una nueva figura: la del individuo conectado en red. El individuo en red es un “portador” [träger en alemán] de las características de la nueva humanidad liberada mucho más evidente de lo que lo fueron los mineros del carbón de la generación de mi abuelo. […] lo harán de forma consciente y gradual, y no como si fueran los títeres inconscientes de una fuerza histórica.” (página 340). Y pretende fundamentarlo con una serie de argumentos, a cuál más inconsistente.

Que en muchos territorios de Europa y América del Norte hayan desaparecido el trabajo en las minas y en las fábricas, no quiere decir que ya no existan. En las últimas décadas, China y otros países de Oriente, se han convertido en una gigantesca concentración del proletariado “de toda la vida”.

Mason se deja llevar por el asombro de los productos digitales que en su reproducción potencialmente infinita (pensemos en la música digital, ejemplo que él usa en la página 184) llevaría a que el precio por unidad se redujese prácticamente a cero y que pueden ser compartidos gratuitamente por encima del imperio de la mercancía. De una tecnología que nos permite aspirar a un mundo con el trabajo automatizado. Que el mundo digital permite la cooperación para la producción de bienes gratuitos (como la Wikipedia) y que gracias a él son posibles nuevas formas de trabajo cooperativas (como un Uber del transporte, pero sin explotación).

Pero lo principal de la producción y de los bienes que necesitamos no está en la red, pues no tienen nada de digital o “inmaterial”, sigue siendo “física dura” en tres dimensiones (maquinaria pesada, barcos con cientos de contenedores cargados de mercancías, grúas, edificios y viviendas, electrodomésticos, alimentos, ropa y calzado, automóviles, trenes y aviones, etc.), que para nada escapan al dominio del capital y del Estado, que para nada son gratuitos, y ahí se impone como siempre la ley del valor (del plusvalor más bien) y la extracción, con el trabajo nunca pagado, de plusvalía (la de “toda la vida”) como base del beneficio. Si quienes hacen ese trabajo no aspiran al comunismo, ya pueden hacerlo todo lo que quieran “los individuos conectados en red”, que no serán más que sueños. Por tanto, el individuo en red no es “portador” de nuevas relaciones sociales de producción capaces de superar el capitalismo, ni tampoco representa a las fuerzas productivas atrapadas y perturbadas en las relaciones sociales de producción capitalistas.

La resistencia que se puede ofrecer al control digital, la vigilancia, la manipulación, es escasa. Los Estados pueden intoxicar con falsas noticias, orientar la opinión pública sin que nos demos cuenta en base a conocer nuestro perfil político por el rastro que dejamos en la red, censurar, cerrar web, hasta cerrar internet. La verdadera resistencia a todo eso debe venir de la clase trabajadora, desde la producción, que es donde realmente les duele, pues es ahí donde se genera la plusvalía, la que da sostén a las ganancias parasitarias y especulativas (son formas de reparto de la plusvalía extraída en el trabajo, parecido a cuando el capitalista se iba al casino y jugando perdía parte de la plusvalía extraída a sus obreros o se llevaba la producida por otros a cuenta de la pérdida de otro capitalista jugador, y el casino tenía también su parte). Lo mismo que han existido huelgas políticas, huelgas anti-represivas, deberá haber huelgas contra el Estado de la vigilancia.

El poder que puede ejercer el individuo en red es tan grande (o sea, tan pequeño) como el del consumidor cuando se decide por una mercancía en lugar de por otra, pero quien dispone qué se le pone a elegir no es él, sino el capitalismo que siempre produce ante todo en función de lo que le dará más beneficios, no de cubrir las necesidades sociales; por eso recurre a trucos como los de la obsolescencia programada y la creación de necesidades superfluas que antes no ha manifestado nadie y que se podría pasar sin ellas sin ningún problema, en tanto racanea para satisfacer otras fundamentales (seguro médico, apoyo a personas dependientes, guarderías, acceso a la vivienda…).

Las descripciones que Mason ha hecho del mundo de internet y de la amenaza de las máquinas, se vuelve en contra totalmente de la constitución de un sujeto tan “líquido” que no es más que una fantasía que va a parar al desagüe. Si el proletariado, en cuanto que clase, no es ontológicamente (por su ser) la clase revolucionaria (no está obligado, por su ser, inevitablemente, a hacer la revolución), si tampoco es “portador” de nuevas relaciones sociales de producción (es una clase del capital inseparable de la burguesía y no puede crear relaciones sociales de producción socialistas-comunistas en un contexto capitalista) si sólo puede serlo limitadamente de futuras fuerzas productivas (debe revisar toda la tecnología y la división social del trabajo determinadas por el capitalismo), al menos sus miembros sí pueden convertirse en una fuerza social revolucionaria que cuestione su propia existencia como clase, a partir de los centros de producción y la negativa a seguir proveyendo de plusvalía a la clase dominante. El individuo conectado en red no se puede ni comparar con esto, no es un potencial enterrador del sistema, sino un individuo condenado de antemano a ser enterrado por el sistema, y que ya lo está siendo.

Este ha sido el mayor patinazo de Mason. Responder debidamente a todo lo que dice Mason exigiría demasiadas citas y un texto muy complejo, casi otro libro. Por eso, lo mejor es que leáis dos textos míos (uno comenta el libro de otro autor), y que con esas herramientas leáis entonces a Mason y descubráis en qué está equivocado: «“La sociedad autófaga” de Jappe. Capitalismo y narcisismo» (6-2-2020) – en particular la sección II.– dedicada a la faceta abstracta del trabajo en la mercancía y la teoría del valor, y la sección VI.– dedicada al problema del “portador” y del sujeto revolucionario- https://kaosenlared.net/la-sociedad-autofaga-de-jappe-capitalismo-y-narcisismo/ —- “Plusvalía y ganancia. Revisión urgente de una teoría necesaria” (9-1-2020) — un planteamiento nuevo de la teoría de la plusvalía — https://kaosenlared.net/plusvalia-y-ganancia-revision-urgente-de-una-teoria-necesaria/

En su anterior libro, “Postcapitalismo, hacia un nuevo futuro” (Paidós, 2016) Mason veía el futuro con mucho mas optimismo que ahora, con más capacidades para transformarlo. Ahora comprende mejor todo el “lado oscuro” de la revolución digital, a dónde puede conducirnos, a una sociedad todavía mucho peor que la actual. Mason reconoce bastante bien que el capitalismo está llegando a su límite interno (necesita explotar el trabajo vivo para extraer la plusvalía, y avanzando en la robotización no se explota trabajo vivo), pero no saca las conclusiones correctas sobre la vía para superarlo. La transición a una sociedad sin clases sociales y sin Estado, no empezará de la expansión y generalización de experiencias de trabajo colaborativo, cooperativas, comunas, etc., que siempre serán marginales, o que inevitablemente serán absorbidas por la lógica del mercado y del capital, y respetando el poder del Estado burgués, sino abordando frontalmente la totalidad del sistema, mediante la expropiación de los gigantescos medios de producción hoy en manos del capital. Esto exige un camino consciente, pero revolucionario y total, rompiendo la resistencia y el obstáculo del Estado burgués, y no el gradualismo de sucesivas reformas continuando en tanto el capitalismo y su Estado burgués.

De ahí que en el capítulo 15 Des-cancelemos el futuro, en las páginas 367-8 presente “cuatro proyectos estratégicos” que serían reformas importantes pero que, por atentar de tal manera a los mecanismos del beneficio capitalista, al poder de las grandes empresas y del Estado, resultan utópicas. Sus objetivos sólo podrían conseguirse acabando con el capitalismo y su Estado, o casi todos los esfuerzos se estrellarán contra su poder.

Las causas teóricas de este reformismo nos la revela Mason en la página 368, cuando parafrasea aquello de Marx de que “Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben en ella, y jamás aparecen nuevas y superiores relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua”. (Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política, 1859) [el subrayado es mío]. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/criteconpol.htm

Esto le autoriza a Mason para seguir pensando que de momento lo que toca es ir haciendo reformas y procurar crear dentro del capitalismo la red de relaciones sociales que puedan llegar a sustituirlo, lo cual es imposible, pues el socialismo-comunismo no puede crearse desde el interior del capitalismo, sino rompiendo con él y su Estado. A ese planteamiento erróneo de Marx y sus consecuencias le he dedicado varias páginas en mi texto “Crisis triple ¿Derrota total y destrucción en este siglo?” (18-2-2020) ya mencionado.

Mason defiende también, frente a la economía capitalista de mercado, la necesidad de una economía planificada, pero sin caer en el Capitalismo de Estado pues debería ser decidida por los trabajadores/as y tener muy presente todas las consecuencias en la biosfera, a largo plazo, por lo que debiera contar con la ayuda de la inteligencia artificial, muy potente (página 369). Todo eso está muy bien, pero debemos de ser muy cautos, pues la digitalización que haría falta para una planificación de economías tan complejas y de escala mundial y teniendo en cuenta tantos factores “extra-económicos”, entraña el peligro de generar una IAG, y antes de dar pasos que acaben en eso deberíamos resolver ese problema de modo de garantizar una IAG amistosa. Tanto esto como semejante planificación son de entrada imposibles si previamente no ha habido una revolución socialista-comunista que arrebate el poder económico y estatal a la burguesía, por lo que no puede plantearse como una reforma estratégica.

En los capítulos 16 y 20 (Reaccionemos ante el peligro”, “Vivamos la vida antifascista), Mason aborda una vez más la cuestión del ascenso de la ultraderecha y los neofascismos. Distingue entre lo urgente y lo importante. Lo urgente es parar ese ascenso. Lo importante es acabar con esta sociedad capitalista. Aunque reconoce (aportando muchos ejemplos) que el “centro” político y lo que hasta ahora era la “derecha civilizada” se escora cada vez más a la derecha y ultraderecha, que asume muchos de sus planteamientos, que colabora con ella y estará, llegado el momento, dispuesta a abrazarla y darle paso, insiste en que hay que colaborar todo lo posible con el “centro” para frenar esa deriva, incluso estar presente en las instituciones del Estado (a través de las elecciones).

No seré yo quien niegue la necesidad de llegar a todos los acuerdos tácticos posibles con quien sea para lograr ese objetivo, siempre que eso no debilite la tarea la más importante y no confunda sobre quién es quién y qué persigue cada cual, no nos impida llevar nuestra política totalmente independiente de la burguesía y sus organizaciones. La historia nos ha demostrado hasta la saciedad cómo ese “centro” se puede plegar y rendir completamente al ascenso de la ultraderecha, y que no ve en ella nunca su enemigo principal, sino a la clase trabajadora. Y es muy lógico pues el “centro” no es más que una fracción de la representación política de una misma clase, la burguesía, aunque los intereses y tácticas no coincidan siempre e incluso cuando a veces se enfrenten violentamente. Pero eso no significa que el enemigo de nuestro enemigo sea nuestro amigo. Pues cuando la clase trabajadora lucha de verdad por lo suyo y por liberarse del capitalismo y su Estado, todas esas fracciones tienden a superar sus diferencias y enfrentamientos y a unirse contra el enemigo común, por todo los medios, incluidos los más violentos y terroristas. Por tanto, ese “centro” no es de ninguna de las maneras fiable, un aliadoEn nombre de lo urgente no podemos seguir sacrificando lo importante, que es lo que se hace siempre. Precisamente la mejor defensa contra la deriva reaccionaria es armar políticamente lo máximo posible a la clase trabajadora y sectores populares, sobre la verdadera naturaleza del capitalismo y del Estado burgués, en cualquiera de sus formas, de la keynesiana a la neoliberal o de capitalismo de Estado integral, etc., del Estado “democrático” republicano, al fascista, militar o estalinista, pues así podrá ver mucho más claros quiénes son sus amigos, sus falsos amigos, “socios” circunstanciales pero enemigos estratégicos, etc., y no llamarse a engaño, pues entonces verán como esos “socios”, les dan la puñalada trapera a la vuelta de la esquina o los entregan a sus enemigos más desalmados. El conflicto secundario (aunque sea urgente) nunca debe llevarnos a ocultar o descuidar en segundo plano, el principal (el más importante), aunque en un tiempo concreto dado se deba priorizar uno sobre todo. Recordemos por ejemplo cómo los bolcheviques rusos, a finales de agosto de 1917, ante el intento de golpe de estado militar de Kornílov, siendo éste la amenaza inmediata y mortal para la clase trabajadora y los soviets de obreros y soldados, admitieron estar en el mismo lado de la barricada que el gobierno burgués legal de Kerenski pese a que hasta entonces les había perseguido con saña, pero al que todavía no se podía derribar, y sin que eso significase su apoyo político al gobierno, sino una “unidad de acción” nada más, al punto de que ya para primeros de noviembre habían derrocado al gobierno de Kerenski.

En cuanto al Estado burgués, el mismo Mason reconocerá en el capítulo 20 que Marx tenía razón al reconocer en la experiencia revolucionaria de la Comuna de París (1871) que los trabajadores/as no pueden servirse del Estado burgués, sino que deben demolerlo y sustituirlo por su propia organización revolucionaria. Hay experiencias de sobra de lo (poco) que se puede hacer desde dentro del Estado burgués para frenar el fascismo interior y de cómo desde las instituciones de ese mismo Estado es el fascismo-dictadura militar el que se alza para aplastar las pretensiones transformadoras de un gobierno antifascista.

Con una civilización capitalista en crisis y brutalizándose, tenemos el tiempo en contra. La lucha defensiva contra el ascenso de la ultraderecha apoyada por la derecha, teniendo ellos la iniciativa y la ofensiva estratégica, si no va acompañada de una orientación netamente anticapitalista y contra el Estado burgués termina siendo una pérdida de energías y tiempo, y nos acabarán adelantando y pasando por encima. La principal fuerza social contra el ascenso de la ultraderecha sólo puede ser, por tanto, la fuerza principal en la lucha contra el capitalismo y su Estado burgués, que será la fuerza social constituida por los miembros de la clase trabajadora que luchen contra el capitalismo y su Estado y contra su propia condición de clase como clase inseparable que es de este sistema. No es este el lugar para desarrollar más el tema, pero algo de esto ya he tratado en mi libro “Capitalismo: modo de vida decadente. Notas sobre estrategia y táctica” (20-10-2016), con enlace al final.

En el capítulo 18 (“Rechacemos las ideas de Xi Jinping”) denuncia el capitalismo chino y su Estado burgués, y su impulso imperialista (todavía muy por detrás de lo que sigue siendo EEUU y otras potencias), envolviéndose en la bandera roja, y disfrazado de marxismo, en lo que no es más que una amalgama infumable de estalinismo y confucionismo. Y en cuanto a su desarrollo de la tecnología de la vigilancia, ya me he referido a ello en la parte dedicada a las máquinas. El Estado burgués chino es una gran amenaza, no por su poderío militar (el de EEUU es incomparablemente superior), ni por comunista (de eso no tiene ni un pelo, por mucho que ellos y la propaganda derechista lo digan para confundirnos), sino porque oprime a la mayor concentración mundial de la clase trabajadora en sectores productivos, y porque en él se inspirará también la burguesía del resto del mundo para controlar a su propia clase trabajadora y sectores populares.

En el capítulo 19 (“No nos rindamos nunca”), Mason, de un modo muy bello, emotivo, casi poético consigue conducirnos a un hecho histórico de extrema importancia a la vez que dramático que se sigue pareciendo, pese al tiempo pasado, a un tabú. Me refiero a la experiencia revolucionaria de la Comuna de París de 1871. Mason la trata con el máximo respeto, incluso admiración, como la primera experiencia para superar el Estado burgués y el capitalismo que no tuvo tiempo ni para fracasar, pues fue aplastada en un baño de sangre por las fuerzas de la reacción burguesa franco-prusiana (las que sólo un poco antes habían guerreado entre sí). Mason aporta enlace a la obra que dedicó Marx a la Comuna “La guerra civil en Francia” (1871) https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/index.htm — otra presentación en pdf https://www.fundacionfedericoengels.net/images/PDF/La_guerra_civil_en_Francia_Marx.pdf —- Un libro reciente sobre la Comuna – “Masacre. Vida y muerte en la comuna de parís de 1871” de John Merriman (editorial Siglo XXI, 2017). Film “La Commune (Paris 1871)” (2000) (5:46:02 horas) (subtitulada español) – https://zoowoman.website/wp/movies/la-commune-paris-1871/ — En 4 partes: https://archive.org/details/LaCommuneParis18712000Cd1AngeeParaZoowoman.website —— https://archive.org/details/LaCommuneparis18712000Cd2AnageeParaZoowoman.website —— https://archive.org/details/LaCommuneparis18712000Cd3AngeeParaZoowoman.website —– https://archive.org/details/LaCommuneparis18712000Cd4AngeeParaZoowoman.Website ———- Sobre Louise Michel https://www.traficantes.net/libros/los-cr%C3%ADmenes-de-la-%C3%A9poca — y https://www.traficantes.net/libros/la-comuna-de-paris-1 —– https://archive.org/details/la_commune_1312_librivox —- En zoowoman.website preguntad por Louise Michel

Mason quiere buscar una experiencia próxima que nos haga reconocer lo que de transformador de las personas tiene una revolución. Se me ocurre que nos dirigirá a la revuelta estudiantil y huelga general obrera de Mayo de 1968 en Francia (a la que he dedicado un extenso texto y una reseña) como la experiencia más aproximada y próxima en el tiempo que puedo reconocer. Pero no. Para mi sorpresa y asombro nos conduce al 1 de octubre de 2017, el “referéndum” por la independencia en Cataluña. Mason quiere encontrar en el entusiasmo y determinación de los votantes una muestra de lo que es el espíritu revolucionario. Mason puede electrizarse todo lo que quiera (hasta electrocutarse) con esa experiencia y escandalizarse, muy justamente, por la represión sufrida por los participantes. Pero Mason se engaña completamente. No puede encontrarse el verdadero espíritu y transformación revolucionaria en una experiencia que de tal no tiene nada, ni en el fondo ni en la forma, por mucho que Mason quiera idealizar el proyecto independentista como si supusiese alguna posibilidad de ruptura real con el capitalismo y su Estado, como si en otras experiencias de independencia (véase lo ocurrido en Europa del Este desde el derrumbe del bloque soviético) no se hubiese comprobado hasta el hartazgo lo fácil que es, tras la independencia, reconstruir un aparato de Estado burgués (muy opresivo además), en tanto que existe el capitalismo y la burguesía que así lo requieren para asegurar su normalidad y dominación. Pensar en otros términos es no comprender la relación que existe entre capitalismo y Estado burgués, un par tan inseparable como clase burguesa y clase trabajadora asalariada (proletariado).

El “referéndum” del 1-O 2017 tenía un contenido esencialmente de mistificación de la democracia burguesa (el poder supuestamente a través de un voto) y formaba parte claramente de una política nacionalista hegemonizada por un sector de la burguesía (sobre todo media) apoyada por parte del aparato de Estado burgués en Cataluña (la Generalitat, etc.) y con una activa participación, bajo esa dirección de objetivos, política, de una sector de la “clase media” o pequeña burguesía. No había en eso nada de rupturista con el capitalismo ni con el Estado burgués en sí, pues romper con el español para construir el catalán no es más que continuar con el Estado burgués, aunque sea republicano y con diferentes fronteras. Para colmo, los criterios para validar el referéndum eran claramente antidemocráticos (mayoría simple y sin establecer legalmente un suelo de participación con respecto al censo electoral). Y eso que yo estuve a favor de un referéndum unilateral sobre el tema si se cumplían unos requisitos mínimos para validarlo que, sin embargo, no se dieron en la convocatoria, ni en la forma de proceder, ni de interpretar los resultados como si autorizasen a lo que posteriormente hicieron los independentistas con su pretensión de declarar la independencia que ellos mismos anularon al instante, no por traidores, sino porque eran consciente de que se trataría de un suicidio.

No es este en lugar para desarrollar toda la respuesta que Mason merece, pero os puedo remitir a los siguientes materiales: la NOTA 12 de «“Ética para máquinas” de Latorre. La I.A. psicópata. Llamamiento» (19-11-2019) https://kaosenlared.net/etica-para-maquinas-de-latorre-la-i-a-psicopata-llamamiento/. — “Cataluña y la autodestrucción de esta generación” (25-10-2017) — http://kaosenlared.net/cataluna-la-autodestruccion-esta-generacion/ (hay muchos más artículos míos dedicados al tema) —- Además, el libro “No le deseo un Estado a nadie” (Pepitas de calabaza, SL, 2018), en especial los textos de Corsino VelaAudios sobre el libro https://www.ivoox.com/nevera-vol-15-no-le-deseo-estado-audios-mp3_rf_46062496_1.html (La Nevera, con Tomás Ibáñez) — https://www.ivoox.com/nevera-vol-15-no-le-deseo-estado-audios-mp3_rf_45790355_1.html (La Nevera, con Corsino Vela)

Con esto ya he terminado mi repaso del libro de Mason, y a quienes lo lean espero haberles aportando una guía útil para seguir avanzando. Echo de menos que no se detenga o profundice en algunas cuestiones de extrema importancia para nuestra época como son la transición energética a las renovables, la crisis climática, el agotamiento de muchos recursos naturales (petróleo, gas natural…), los problemas para alimentar a la población mundial de un modo sostenible…, que darían una imagen mucho más ajustada de la realidad, de la catástrofe que nos amenaza, de los enormes retos a los que nos enfrentamos, de la urgencia de los cambios y de qué tipo y cómo conseguirlos. Pero como otros autores y organizaciones ya están haciendo un trabajo importante sobre esto, podemos integrarlo con los aciertos de Mason. Ahora van algunas recomendaciones, aparte las ya expuestas.

«“Ética para máquinas” de Latorre. La I.A. psicópata. Llamamiento» (19-11-2019) — un extenso estudio sobre el peligro para la Humanidad de la Inteligencia Artificial General y una orientación política contra ella https://kaosenlared.net/etica-para-maquinas-de-latorre-la-i-a-psicopata-llamamiento/ ———– “Vigilancia masiva y castigo. China 2020 ¿nuestro futuro?” (6-12-2019) — https://kaosenlared.net/vigilancia-masiva-y-castigo-china-2020-nuestro-futuro/ ——– “Consciente o no, la inteligencia artificial es y será una amenaza” (12-2-2020) — más pruebas al respecto https://kaosenlared.net/consciente-o-no-la-inteligencia-artificial-es-y-sera-una-amenaza/

Horizonte 2050, superando el capitalismo o condenados” (20-12-2019) – estudio de la cuestión del colapso de esta civilización, y propuesta mundial de un eslogan-marco para la confluencia de las luchas y la elaboración política, sucesor del de “Otro mundo es posible” — — https://kaosenlared.net/horizonte-2050-superando-el-capitalismo-o-condenados/

Para ACCEDER a mis artículos, informes y libros. Los artículos del 11 de enero de 2015 hasta hoy, los podéis encontrar poniendo esta nueva dirección https://kaosenlared.net/autor/aurora-despierta/ a la que también os lleva si hacéis clic en mi nombre en el artículo. Para vuestra comodidad, tenéis la relación y enlaces correctos a los textos previos al 20-10-2016 en “Capitalismo: modo de vida decadente. Notas sobre estrategia y táctica” (20-10-2016) – Libro, archivo PDF de 200 páginas — http://kaosenlared.net/capitalismo-modo-de-vida-decadente-notas-sobre-estrategia-y-tactica/ —- Para descargar directamente el archivo pdf — http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2016/10/Decad-capit-estra-tact-EN-PDF1.pdf —– Ahí funcionan los enlaces de los artículos desde el día 21-12-2011 hacia hoy, y también la descarga de los archivos pdf adjuntos. Desde el 26-5-2014 para atrás ya no están accesibles para descargar los archivos pdf. Os recomiendo que os descarguéis los archivos pdf, no sólo por su interés, sino por si hubiese más cambios en la web que llevasen a que se perdiesen. Para poder leer completos una selección de los artículos más antiguos, en Para conocer los míos más importantes tenéis la “Recopilación textos de Aurora Despierta en el viejo old.kaos” (29-5-2017) —- Recopilación selección documentos de diciembre 2007 a diciembre 2011 en el viejo Kaos en la red, en archivo PDF — http://kaosenlared.net/recopilacion-textos-aurora-despierta-viejo-old-kaos-2/ — y descarga directa del archivo PDF en http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2017/05/Recopilacion-textos-de-Aurora-Despierta-en-OLD-KAOS-PDF.pdf

Fuente: https://kaosenlared.net/por-un-futuro-brillante-de-paul-mason-sin-capitalismo/

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Convocan a paro en rechazo a Ley de Consideración en Uruguay

La Ley de Urgente Consideración (LUC) es criticada por numerosos sectores sociales, que ven en ella un retroceso democrático. Los docentes llaman al paro y a la movilización a partir de una medida de similar corte, tomada por el Consejo de Educación Secundaria.

La Asociación de Docentes de Enseñanza Secundaria de Montevideo (ADES Montevideo), capital de Uruguay, está convocando para el jueves 2 de julio a un paro de 24 horas contra la Ley de Urgente Consideración (LUC) que actualmente se debate en el Congreso nacional.

Los docentes acordaron en asamblea general, el viernes pasado, convocar también a una movilización en la capital uruguaya en contra de ese paquete de medidas, criticado por numerosos sectores sociales, entre ellos el Frente Amplio.

Estos consideran que la LUC no refleja las prioridades del país y supondrá un retroceso en la economía, la educación, las empresas públicas, los sindicatos y las relaciones laborales, entre muchas otras áreas.

 

La decisión de llamar al paro fue motivada por la prohibición, por parte del Consejo de Educación Secundaria (CES), del uso de tapabocas con la frase “EducarNoLUCrar”. Esta limitación regirá para todos los liceos públicos y las dependencias del país.

El dirigente de ADES, Javier Iglesias, informó que el Consejo Ejecutivo de la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria (Fenapes) presentará un recurso administrativo y una denuncia ante la Institución Nacional de Derechos Humanos en rechazo a la medida que tomó el CES.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/convocan-paro-rechazo-ley-consideracion-uruguay-20200622-0036.html

 

 

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El malestar en la mentira

Por: Fernando Buen Abad

 

Aunque algunos se esmeran en reducir la pandemia de falsedades (Fake News) al solo campo de los expertos en lo “comunicacional”, para que pontifiquen diagnósticos y pronósticos, la dimensión del problema ha escalado latitudes de gravedad inusitada. ¿Están haciéndonos adictos a lo falso? Informarse es un derecho transversal a múltiples derechos y responsabilidades. Incluye a la educación, a la democracia, a la justicia… a la política. La información y su relación con la verdad no pueden ser marionetas del circo mercantil mediático, servil a la manipulación ideológica de algunos gobiernos y empresarios oligarcas. Es inaceptable, se lo mire desde donde se lo mire, y cada caso de falacias mediáticas constituye una agresión a la realidad, a sus protagonistas y a la historia de los pueblos. Al modo de conocer y al modo de enunciar la realidad. Nada menos.

En la praxis está la clave. Verdades o mentiras no deben presentarse como “opciones” antojadizas que se ofrecen en el “menú” cotidiano de las conveniencias manipuladoras. Eso es una obscenidad. Aunque la moral burguesa tenga, para sí, un repertorio amplio de justificaciones a la hora de mentirnos. “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico”. Marx.

En las Fake News se establece claramente una fractura que corrompe el carácter objetivo y social de una verdad. Los comerciantes de falsedades pasan horas pergeñando qué estrategia del desfalco cognitivo es más funcional a sus intereses sin tener que someter sus Fake a la prueba de los hechos. Eso convierte al “consumidor de falacias en un glotón  de embutes disfuncional y sofisticado. Mientras tanto, la producción de mentiras genera relaciones de producción que, para sostenerse, requiere de extinguir la verdad objetiva. Sitúa a los grupos sociales como animales de noria -como si fuese su destino- para motorizar el saber de lo falso. Desfigura las verdades objetivas y la práctica colectiva que las sustenta.

Esta demolición de la verdad objetiva, se genera para negar la posibilidad de conocer el mundo y con ello la posibilidad de transformarlo. Atenta contra el derecho humano fundamental de crear condiciones mejores de existencia y desarrollo de capacidades, sin límite, gracias al goce de las riquezas naturales y las del producto del trabajo. Hasta ese punto la pandemia de Fake News intoxica la vida y las culturas. Es escandaloso. Entre las agresiones perpetradas por las máquinas de falacias mediáticas, que desempeñan un papel considerable, están los tipos de quiebres decisivos en el punto de vista de la vida que convierte al “auditorio” en holgazán sin pensamiento crítico y lo reduce (a los ojos de la burguesía y sus cómplices) en inútil, incómodo e impertinente. La pandemia de falacias aplasta al raciocinio libre y lo hace adicto a cualquier chatarra idealista; la adicción a las falacias aplasta todo lo que de ingenioso o profundo tiene el pensamiento crítico.

Por lo general las Fake News son extravagancias de la irracionalidad que, como todas las extravagancias, desfiguran a la experiencia. Hay quienes borran con falacias mediáticas la propia vivencia y la sepultan bajo los escombros del “sinsentido” común hegemónico. Emboscados por la pandemia de Fake News no podemos demostrar la exactitud de nuestro modo de entender e intervenir en un proceso social evaluándolo con independencia de praxis. Nos vemos sometidos a restringir nuestros derechos humanos (el derecho a la información) y, a cambio de ponemos al servicio de los propios fines del engaño, damos al traste con la realidad y nos volvemos puramente contemplativos de las mentiras que hacemos propias. Despojados de nuestros derechos, mutamos y nos hacemos parásitos de generalizaciones abstractas y especulaciones subjetivas que obran como “verdades” placebo. Es la  burocratización de la verdad.

Despojarnos del derecho a informarnos no sólo es privarnos de “datos”, es sepultar una necesidad social que reduce el acto de informar al capricho convenenciero de una guerra ideológica alienante. Eso implica una ofensiva contra la consciencia emboscada con una realidad deformada, desfigurada, desinformada. Es un fraude de punta a punta. No es una “omisión” más o menos interesada o tendenciosa… no es una “falla” del método; no es un accidente de la lógica narrativa; no es un incidente en la composición de la realidad; no es una peccata minuta del “descuido”; no es una errata del observador; no es miopía técnica ni es, desde luego, “gaje del oficio”. Es lisa y llanamente una canallada contra el conocimiento, un delito de lesa humanidad. Es como privar a los pueblos de su derecho a la educación.

A estas alturas de la Historia y, especialmente de la historia de los “medios de comunicación”, es insustentable e insoportable cualquier excusa para informar oportuna, amplia y responsablemente. No hay derecho que justifique la acción deliberada de tergiversar lo que ocurre y, en el poco probable caso de que un “medio de información” no se entere de lo que ocurre, ese medio realmente no merece respeto alguno. La excusa de “no saber”, de “no conocer”, de “no tener información” para, por ello, no asumir la responsabilidad profesional y ética… es francamente sospechosa y ridícula. Ningún pueblo debería soportar la falacia inducida al transmitir la información que es propiedad social. Hay tecnología y metodología suficientes que invalidan toda palabrería esmerada en excusar las intenciones míseras de los que des-informan y mienten. Incluso si lo hacen mintiendo con emboscadas finamente elaboradas en laboratorios de guerra psicológica.

Léase críticamente: Artículo 19 “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Declaración Universal de los Derechos Humanos. A la vista de todas las canalladas inventadas por el capitalismo para violar el legítimo derecho de los pueblos a la mejor información -evaluada ética y científicamente por las sociedades- bien vendría instruir una revolución jurídico-política hacia una nueva justicia social, irreversible, que tuviera como ejes prioritarios los que competen a la cultura y a la comunicación como inalienables. O dicho de otro modo, que nunca más la cultura, la comunicación -ni la información- puedan ser reducidas, retaceadas ni regateadas por el interés de la clase dominante contra las necesidades de las clases oprimidas, impunemente. Informarse -bien- es un Derecho.

Fuente e imagen: https://rebelion.org/el-malestar-en-la-mentira/?fbclid=IwAR1gPwp2UaFUijob1c3ZPYM0Kn8dJZ_KbYMjdy01CVKnZU5QzgnxtdIcerA

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OPINIÓN | Guerrero, en extrema vulnerabilidad

Por: Tlachinollan

Daniel Chiquiar Cikurel, director general de Investigación Económica del Banco de México, calificó como estados muy vulnerables a Quintana Roo, Guerrero y Baja California Sur, “porque tienen una orientación turística y, por lo tanto, claramente, el riesgo de perder empleo por estar en actividades muy riesgosas, es elevado”. El turismo que se ha catalogado como una actividad no esencial en la fase tres de la pandemia, coloca en una situación sumamente critica a nuestra entidad, por el elevado número de empleos que se han perdido. Esta situación ha impactado fuertemente en el Puerto de Acapulco, que es el corazón de la economía del estado.

El Banco de México en su reporte sobre las Economías Regionales de enero – marzo de 2020, registró una pérdida de 685 mil 840 puestos de trabajo, según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social. Reporta que las mayores contracciones se dieron en Quintana Roo, Nayarit, Baja California Sur y Guerrero. Son estados cuya vocación productiva está orientada al turismo que, ante el choque sanitario, la gran mayoría de trabajadores pasó de la noche a la mañana a las filas del desempleo. Por su parte el gobernador Héctor Astudillo, informó que la fase tres de la pandemia provocó la pérdida de más de 50 mil empleos formales e informales, llegando a cerrar 220 hoteles en Acapulco, Ixtapa-Zihuatanejo y Taxco de Alarcón. La situación pasó de ser delicada a grave.

El grave problema que enfrentamos como estado es que una alta proporción de la fuerza laboral se concentra en un sector económico vulnerable, como ahora es el turismo. Las grandes fluctuaciones en los niveles de ocupación son como una ola que arremete con toda su fuerza contra los trabajadores de este sector. La contingencia ha castigado con toda su furia a la población que se asienta en los centros turísticos del estado.

La gran desventaja es que se trata de trabajos que no pueden llevarse a cabo a la distancia. Los turistas requieren una atención personalizada y un servicio directo. El turismo implica el desplazamiento de personas por diferentes vías de comunicación, marcado por temporadas altas y bajas y centrado en el esparcimiento, la diversión y el descanso. Nada de estos servicios se pueden obtener a distancia, por lo mismo, las empresas están imposibilitadas de implementar otra modalidad de trabajo para mantener la continuidad de sus actividades. Por otra parte, el nivel de calificación que se requiere para la asignación de determinados puestos, no exige un alto grado de profesionalización. Por lo mismo, la rotación laboral es mayor y el desempleo es una amenaza inminente.

El estudio del Banco de México enfatiza que la falta de gobernanza es también un factor de mayor riesgo para el crecimiento económico, es decir, que si en estados como Guerrero, la violencia y la inseguridad pública, siguen siendo la principal amenaza para la población, se truncan las posibilidades de que se consoliden las inversiones económicas en las diferentes regiones de la entidad. No solo el COVID – 19 vulnera nuestro desarrollo, sino también la debilidad de nuestras instituciones y la fragilidad de nuestro orden constitucional.

El reciente informe publicado por International Crisis Group, titulado La guerra cotidiana: Guerrero y los retos a la paz en México, afirma que nuestro estado es el epicentro del crimen organizado en México, con más grupos luchando por el control del territorio que en cualquier otra región del país. “Al menos 40 grupos luchan, por un diverso portafolio criminal, que incluye la producción y el tráfico de drogas, sobre todo heroína, para el mercado estadounidense y varios tipos de actividades criminales, que han aparecido recientemente, principalmente la extorsión (…) una reforma a la policía civil, la protección de las poblaciones vulnerable y el desarme de grupos violentos, son tareas esenciales para que el estado salga de su guerra crónica (…) el gobierno debe de proveer los recursos y la protección física para permitir que la sociedad civil local, tal como las organizaciones de víctimas, asuman roles de liderazgo en estos procesos”.

Por otra parte, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicó la siguiente investigación: Vulnerabilidad ante el COVID-19 en México, donde plantea las tres principales dimensiones del índice de vulnerabilidad en el marco de la pandemia: la demográfica que incluye factores socioculturales que dificultan el acceso a la información para prevenir el contagio y acudir a los servicios médicos; la salud que se refiere a la presencia de morbilidades asociadas a complicaciones del coronavirus como diabetes, hipertensión, enfermedades pulmonares  e infraestructura en salud, y la socioeconómica, relacionada con la satisfacción de los derechos básicos y la capacidad económica.

El índice de vulnerabilidad está clasificado en 4 grados: media, alta, muy alta y crítica. En la Montaña de Guerrero el grado muy alto de vulnerabilidad se concentra en los municipios de mayor marginación, que cuenta con áreas urbanas pequeñas y un gran número de comunidades dispersas. En esta región la infraestructura de salud es muy escasa, con una tasa de hacinamiento alta. Los hogares cuentan con pocos medios de comunicación y la producción económica es precaria. Son municipios mayoritariamente indígenas. Para los investigadores, las poblaciones con un grado critico de vulnerabilidad, representan un reto mayor que debe ser atendido de manera especial por las autoridades. En términos socioeconómicos, son los municipios con menor capacidad de resistencia y por consecuencia, menor capacidad de resiliencia. Por lo mismo, debe ser un imperativo que la política pública se encamine a evitar la propagación de contagios en estas áreas, ya que no existen los servicios médicos para atender a quienes se enferman.

El estudio señala que la mayor vulnerabilidad se concentra en los municipios más marginados del país, como Oaxaca, Guerrero y Chiapas. Hace unas semanas, el gobierno federal catalogó como municipios de “La Esperanza”, a 269 que se ubican fundamentalmente en estos estados y se caracterizan por su alta marginación. Su vulnerabilidad es extrema, a pesar de que no hay contagios, sin embargo, la precariedad en la que viven tiene fuertes efectos negativos en las economías locales. Se señala que es en estos municipios donde se deben prevenir a toda costa los contagios, ya que además de la precariedad económica, los servicios de salud son prácticamente nulos.

Recomiendan aumentar y mantener las medidas de prevención del contagio en municipios con vulnerabilidad muy alta y critica, aunque no presenten casos, por el alto impacto de la pandemia. Sugieren que no se levante las medidas de mitigación del contagio, porque no hay certeza de que en estas poblaciones estén al margen de los intercambios económicos, sociales y culturales. Más bien, existe una gran movilidad poblacional, ante la falta de trabajos remunerados. La alta migración que se ha registrado por parte de familias indígenas provenientes de los municipios de Cochoapa El Grande, Metlatónoc, Alcozauca, Atlamajalcingo del Monte y Tlapa, que se trasladan a los campos agrícolas de Chihuahua, Sinaloa, Michoacán y Guanajuato, nos muestran el intenso desplazamiento que se está dando, sin que se implementen acciones coordinadas entre los estados expulsores de mano de obra jornalera y los estados receptores para prevenir contagios y brindar una atención digna a mujeres, niñas, niños, jóvenes y adultos mayores que ante la falta de condiciones materiales y económicas para sembrar en sus pequeñas parcelas, no tienen otra alternativa que realizar actividades agrícolas  extenuantes.

Hoy el gobierno de Guerrero no deja de insistir en su publicidad oficial que la pandemia no ha terminado. Que necesitamos extremar precauciones. El mensaje que dio este domingo el gobernador, fue muy enfático, al reiterar que el semáforo rojo se mantiene en el estado. Advirtió que no estamos en condiciones de abrir las actividades no esenciales. Anunció que se aplaza hasta el 30 de junio del 2020 el inicio de estas actividades. También enfatizó que es obligatorio el uso de cubrebocas en espacios públicos y recomendó el uso de la careta. Reconoció que hay una gran cantidad de contagios, remarcando que por esta situación mucha gente está sufriendo.

En esta semana las cifras de decesos rompieron récord con 61 defunciones en un solo día, arrojando el domingo 14 de junio, un total de 546 defunciones y 3 mil 325 casos confirmados. Lo que más preocupa es que sigue aumentando el número de casos, a pesar de las escasas pruebas que se aplican en los centros hospitalarios. El fenómeno de la comorbilidad, es decir, el padecimiento de dos o más enfermedades que tiene una misma persona, ha desconcertado a un gran número de familiares y a la población en general, porque a pesar de que hospitalizan a sus enfermos por diabetes o hipertensión, cuando el desenlace es fatal, los médicos dictaminan, que la causa de su muerte fue por coronavirus. Esto ha generado desconfianza entre los nuevos pacientes y desencadenado versiones inverosímiles, de que en los centros hospitalarios la gente se está contagiando y muriendo por COVID – 19.

Otro elemento que es importante señalar, es el doble sufrimiento de las familias, quienes además de tener a un familiar hospitalizado, deben de sufragar todos los gastos relacionados con la compra de medicamentos. En el hospital de Tlapa, hemos constatado que ni siquiera mascarillas, ni paracetamol pueden proporcionarles a los pacientes. Desconocemos dónde está el problema, pero lo real, es que ha habido pacientes que han gastado hasta 10 mil pesos en la compra de medicamentos. Estas situaciones que deben de atenderse y corregirse, se adhieren a los problemas más complejos que enfrentamos en el estado, y que nos colocan en el desfiladero de la extrema vulnerabilidad.

Fuente e imagen: http://www.tlachinollan.org/opinion-guerrero-en-extrema-vulnerabilidad/

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