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El abandono escolar: Los daños colaterales de la educación a distancia

Por: Erica Franco Lavín

      La pandemia ha traído consigo diferentes retos que enfrentar en la educación a distancia. Sabemos hasta ahora que el plan diseñado desde la Secretaría de Educación Pública se centró en la educación a través de la Televisión. Se argumenta que la audiencia es de 32 millones de televidentes y se pondera, de esta manera, el éxito de la educación en tiempos de contingencia a través de una estrategia mediática, centralizada y favorecida con millones de recursos para poder aplicarla.

  Sin embargo, también hay silencios que intentan esconder la realidad que sigue permeando entre los sectores más desfavorecidos y vulnerables: son las huellas que van dejando los que no querían irse, los que a toda costa se mantienen a flote en este barco llamado educación a distancia, en línea o Teleeducación; todos aquellos que no entran en las estadísticas triunfalistas, los que no son parte del rating exitoso del que se habla en el discurso oficial.- Los miles de estudiantes que  se encuentran librando una batalla por seguir aprendiendo, y buscan de dónde asirse para no abandonar el barco.- Ellos son los que piden que sea cumplida la promesa de no dejarlos atrás.

    Para las autoridades educativas, el abandono escolar se ve a través de cifras y “datos duros”.  Es a través de la estadística que el fenómeno se vuelve visible, pero para el docente quien se encuentra en primer plano frente a los estudiantes, el abandono no solo son números: son caras, son voces, son risas que ya no se ven y no se escuchan;  un alumno  que no concluye el ciclo escolar deja un vacío y una sensación de tristeza y de impotencia, pero al mismo tiempo promueve  la reflexión sobre el papel de los docentes, padres y madres de familia y las atribuciones  del estado, todos ellos corresponsables de que los niños y adolescentes ejerzan su derecho a la educación.

    Este fenómeno empieza a presentarse sobre todo en las comunidades rurales y semirurales. Los estudiantes de estas poblaciones son los más vulnerables, pues al no contar con piso parejo en cuanto al uso de recursos digitales, dispositivos móviles o redes de internet gratuita, suelen ver el muro de la educación a distancia mucho más alto que alumnos de ciudades o lugares urbanos donde existen mayores posibilidades de comunicación e interconexión.

    El abandono escolar inicia de manera discrecional, ausencias que se van haciendo constantes, contactos que se van perdiendo. No se espera que, al inicio del ciclo escolar, los alumnos recién inscritos vayan tomando la decisión de no regresar a la escuela,  argumentando que se les hace más difícil estudiar de esta manera, que hay temas que no le entienden, que tienen otros trabajos que realizar para apoyar el ingreso familiar y por ello no pueden dedicar todo el tiempo a las actividades del trabajo a distancia, todo esto aunado a la carencia de un celular y una red de internet, algo que se vuelve necesario para dar seguimiento a las actividades escolares e intentar una retroalimentación tan necesaria  en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

     Tendríamos que analizar hasta dónde los maestros estamos siendo empáticos sobre las limitantes que los alumnos tienen para llevar a cabo las actividades escolares a distancia, la complejidad en los contenidos que se plantean y la falta de recursos tecnológicos y económicos que no permiten a los estudiantes reforzar o indagar sobre los temas que se abordan; por  otro lado, el papel de los padres o tutores en la orientación y apoyo emocional para motivar a sus hijos e hijas a continuar aprendiendo desde casa, a reforzar la idea de que la escuela aun en tiempos de pandemia representa la posibilidad de acceder a conocimientos y permitirá un mejor nivel de vida.

     Un tercer elemento es el papel de las autoridades para ver el fenómeno como un daño colateral que la contingencia genera, y no intentar minimizar dicho tema. Que se tome como un principio real y no solo discursivo las palabras del Secretario de Educación el 22 de junio, antes de iniciar el ciclo escolar 2020-2021, donde se reiteraba que “Ninguna niña, niño, adolescente abandonará el Sistema Educativo Nacional sin que la autoridad haga lo posible por apoyarlos y por atender las causas”,

       El Sistema de Alerta Temprana personalizado como una de las medidas que se anunciaron meses atrás para evitar el abandono escolar, debe ser un programa completo que garantice acciones efectivas y concretas en los sectores vulnerables. No puede ser solo parte de una campaña mediática, sino una verdadera alternativa para detener el fenómeno que se está presentando en mayor medida en contextos rurales, pero también en instituciones urbanas donde el punto de coincidencia es la pandemia.

    Estamos a tiempo de atender las causas del abandono escolar generado por la educación a distancia en tiempos de contingencia.  Eliminar la brecha digital y promover la equidad en el acceso a tecnologías debe ser una prioridad, los programas como “Internet para todos” deben contemplar acciones inmediatas, considerando que las clases a distancia seguirán siendo la modalidad más segura en lo que resta del año,  y se deben crear condiciones que la vuelvan efectiva sin que generen estrés o desánimo entre los principales actores educativos,  porque a pesar de las circunstancias muchos maestros y estudiantes siguen dando su mejor esfuerzo, pero requieren y merecen el respaldo para hacer posible una educación a distancia en mejores condiciones.

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El Salvador: Pandemia sin educación

Centroamérica/El Salvador/Octubre 2020/https://actualidad.rt.com/

Los salvadoreños han cumplido fielmente las indicaciones sanitarias y las estrictas medidas de confinamiento del Gobierno de Nayib Bukele. Sin embargo, el renglón que más preocupa es la educación a distancia, en un país con poca conectividad a Internet y con niveles de pobreza que hacen imposible que cada hogar pueda proporcionar clases para sus hijos. En ‘Cartas sobre la Mesa’ hablamos sobre la educación en El Salvador en tiempos de pandemia.

Fuente: https://actualidad.rt.com/programas/cartas-mesa/371222-salvador-pandemia-sin-educacion

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Fernando Trujillo: “La educación presencial es insustituible”

Por: Laura Román

Cuatro son los planos que Fernando Trujillo, docente en la Universidad de Granada y socio fundador de ‘Conecta 13’, considera importantes para expandir la educación presencial a través de la tecnología en plena crisis sanitaria: el comunicativo, el curricular, el evaluador y el facilitador. Y para que funcionen, Trujillo lo tiene claro: hay que replantearse el verdadero uso de la tecnología en la educación.

La crisis sanitaria pilló a la educación del revés sin el soporte que le daba la presencialidad en las aulas. El curso ha comenzado de nuevo y los centros, docentes y equipos directivos necesitan pautas y propuestas para estructurar lo que será la educación de ahora en adelante.Y de eso trata el último manual de Fernando Trujillo (docente en la Universidad de Granada y socio fundador de ‘Conecta 13’) ‘Aprender y enseñar en tiempos de confinamiento’, en el que se recogen distintas propuestas para la educación del siglo XXI.

Trujillo señala que un cambio en la educación no es sinónimo de ‘digitalizar las escuelas’ sino de preguntarse cuál es el verdadero uso que se quiere hacer de la tecnología; que hay que reforzar la educación presencial pero sin olvidar (y mejorando) todos los mecanismos que se llevaron a cabo en pleno confinamiento y que la educación es una tarea permanente a lo largo de la vida y también colectiva (en la que las familias son aliadas necesarias).

Y ahí está la clave de la educación del futuro: “La educación dejará de ser una tarea exclusiva de la escuela, aunque ésta siga siendo la institución fundamental y privilegiada de aprendizaje en sociedad”.

Pregunta: El objetivo de este libro es hacer propuestas útiles para la educación del siglo XXI tras la crisis sanitaria. ¿Cuál es el papel que deben asumir docentes y estudiantes en esta ‘nueva educación’?

Respuesta: La pandemia de COVID-19 ha generado en la educación una serie de grietas que nos permiten ver las debilidades del sistema, aquellos aspectos que deben ser reforzados para la construcción de un sistema educativo ajustado no solo a la realidad actual, que es ciertamente excepcional, sino también a los retos que plantea el siglo XXI.

En este sentido, tanto los docentes como los estudiantes comparten un reto: aprender para desarrollar su vida ciudadana y en sociedad, además de sus competencias personales o profesionales. Es decir, el aprendizaje en el siglo XXI es la puerta de una vida plena en lo personal y en lo social y sin unos aprendizajes mínimos parece difícil alcanzar un desarrollo pleno y feliz del individuo en sociedad.

Futuro educación

Para ello, además, tanto docentes como estudiantes viven en conexión. Ser nodos de distintas redes y comunidades nos permite no sólo aprender más y mejor sino también poder contribuir a la mejora de la sociedad y de nuestro entorno, contribuyendo a tareas tan importantes como la promoción de la salud propia y de quienes nos rodean, el cuidado del medioambiente, la defensa de los derechos humanos o la aspiración compartida que representan hoy los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Con este telón de fondo se desarrolla la actividad de construcción del conocimiento y la docencia. Ambas implican hoy nuevos roles como la resiliencia, la búsqueda y gestión de información, la lectura y el pensamiento crítico o el desarrollo de las alfabetizaciones múltiples. Este conjunto de roles representan cómo será el aprendiz y los educadores del siglo XXI, especialmente a partir de esta experiencia de pandemia que, de algún modo, ha alterado la ‘normalidad’ secular de la institución escolar.

P: Comenta que el periodo de confinamiento ha convertido las aulas en un espacio vacío e inerte, desprovisto de su sentido primordial. ¿Qué ocurrirá con la educación presencial a partir de ahora?

R: La educación presencial es un dispositivo de aprendizaje de gran relevancia en nuestra cultura, no sólo por la adquisición de conocimientos sino por representar una experiencia de socialización de gran calidad entre distintas generaciones y perfiles sociales y familiares diferentes. En este momento representa una institución insustituible en nuestra sociedad.

Sin embargo, la irrupción del coronavirus y la puesta en funcionamiento de la educación a distancia durante el confinamiento y de educación semipresencial durante el presente curso tendrá un impacto en la educación presencial. Sería temerario olvidar la experiencia vivida y desmontar muchos de los mecanismos y las prácticas que se han organizado para mantener la educación en funcionamiento más allá de la presencialidad.

«El aprendizaje en el siglo XXI es la puerta de una vida plena en lo personal y en lo social y sin unos aprendizajes mínimos es difícil alcanzar un desarrollo pleno y feliz del individuo en sociedad»

En este sentido, podríamos hablar de una presencialidad enriquecida por la tecnología, que ya estaba presente en muchos centros educativos y que ahora tenderá a generalizarse ya sea por decisión propia de los docentes y los centros o por estímulos ofrecidos desde la Administración educativa u otras instituciones.

P: ¿Cuál es el plan que deberían seguir los docentes para enseñar más allá de la presencialidad? ¿Qué pasos adelante se pueden dar para mejorar nuestra educación presencial tradicional?

R: Hay cuatro planos de expansión de la presencialidad promovidos por la tecnología, algunos de los cuales ya se han experimentado durante el confinamiento: el plano comunicativo, que usa la tecnología para establecer vínculos y garantizar la interacción entre el alumnado, el profesorado y las familias; el curricular, que incluiría tanto la presentación de contenidos como las actividades de aprendizaje a realizar (para las cuales se utilizaría la tecnología especialmente en la promoción de enfoques activos de enseñanza y aprendizaje); el evaluador, que utiliza recursos tecnológicos para promover una evaluación alternativa al examen escrito, más en consonancia con el tipo de actividades que se plantean en el plano anterior y, por último, un plano de la facilitación, que pone la tecnología al servicio del aprendizaje de todo el alumnado para garantizar que todos aprenden con propuestas, como el diseño universal de aprendizaje o la instrucción diferenciada.

Como se puede ver, en todos ellos la tecnología juega un papel importante pero lo central es preguntarnos para qué queremos usar la tecnología. En este sentido, el objetivo no es ‘digitalizar la escuela’ sino aprovechar el potencial de la tecnología para promover una mejora sustancial de la educación, pensando más en cuestiones como la cultura de la institución y las prácticas que tienen lugar en la misma.

P: La organización para este nuevo curso ha traído de cabeza a todos los centros educativos. ¿Cómo debe actuar un equipo directivo para adaptarse a la nueva situación y también para lo que viene?

R: En realidad, si algo ha traído de cabeza a los centros educativos, son dos cuestiones: la falta de instrucciones claras por parte de la Administración (las decisiones sustanciales para el curso 2020-2021 se tomaron a finales de agosto y principios de septiembre, por mucho que nos quieran hacer creer que estaban tomadas con anterioridad) y la falta de recursos en los centros.

Es decir, la cuestión no es cómo deben adaptarse los equipos directivos, que sin lugar a dudas lo están haciendo, sino por qué, a pesar de las peticiones claras y concretas de los centros, no se han dispuesto ni los recursos ni las medidas necesarias con la antelación suficiente. En mi opinión, la responsabilidad recae en el ámbito de actuación de la Administración, que ha actuado tarde y en muchas regiones con dudas y limitaciones.

En el ámbito concreto de los centros, si bien en un primer momento ha sido necesario que los equipos directivos desarrollaran un enorme liderazgo de gestión, especialmente durante el diseño de los planes de contingencia y su puesta en funcionamiento inicial a principios del curso 2020-2021, una vez que ya está iniciado es necesario que este liderazgo de gestión pase a ser invisible y ocupe todo el espacio el liderazgo centrado en el aprendizaje: los centros deben poner en marcha sus proyectos educativos en el marco generado por la COVID-19, a pesar de todas las dificultades y restricciones.

Es decir, es fundamental que se naturalice el uso de mascarillas y demás medidas higiénico-sanitarias y empecemos a hablar de aprendizaje y enseñanza en el contexto actual: este curso tiene que tener valor educativo, no sólo asistencial.

«El objetivo no es ‘digitalizar la escuela’ sino aprovechar el potencial de la tecnología para promover una mejora sustancial de la educación, pensando más en cuestiones como la cultura de la institución y las prácticas que tienen lugar en la misma»

P: ¿Hacia dónde se encamina la educación? ¿Cuál será el papel de las familias?

R: Hay dos grandes lecciones en el confinamiento y la pandemia: en primer lugar, la educación es una tarea permanente a lo largo de la vida y no debemos perder el foco a corto, medio y largo plazo; en segundo lugar, la educación es una tarea colectiva, en la que las familias son aliadas necesarias.

Si la primera afirmación nos debe hacer recordar que aquellos elementos curriculares que se dejan de ver un año podrían ser revisados al año siguiente o en contextos de aprendizaje no formal, la segunda nos recuerda que la educación trasciende el espacio del aula y de la escuela y tiene lugar en el contexto del hogar y, también, en la ciudad.

Así pues, nos encaminamos hacia un futuro donde la educación tendrá un valor más ecológico y dejará de ser (si no lo ha hecho ya) una tarea exclusiva de la escuela, aunque ésta siga siendo la institución fundamental y privilegiada de aprendizaje en sociedad.

Docentes futuro

P: ¿Un mensaje para los docentes del futuro?

R: Es arriesgado lanzar mensajes al futuro. La mayor parte de los mensajes encerrados en botellas o no llegan a su destinatario o quedan obsoletos por el camino.

Quizás la única realidad inmutable en educación es que la docencia es una actividad situacional y contingente. Es necesario estar atentos a los cambios de la sociedad y cómo esta crece en complejidad para ser capaces de responder también desde la complejidad de una profesión que está en permanente evolución.

Hoy nos corresponde dar respuesta a la crisis sanitaria pero más adelante serán otras crisis (medioambientales, con total seguridad, pero también económicas o sociales); la educación y el profesorado representan uno de los principales mecanismos de reacción ante estas crisis, tanto por anticipación de sus causas y sus efectos como mediante la preparación de unos ciudadanos y ciudadanas concienciados y preparados para su presente y su futuro. En esta crisis las educadoras y educadores han demostrado su valía y su capacidad de reacción y lo seguirán haciendo en el futuro.

Fuente  e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/fernando-trujillo-educacion-presencial-es-insustituible/

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Brasil podrá tener educación a distancia hasta diciembre de 2021 por la pandemia

América del sur/Brasil/Octubre 2020/https://mundo.sputniknews.com/

Los alumnos brasileños podrían seguir la enseñanza a distancia que se ha implantado en los meses de la pandemia del nuevo coronavirus al menos hasta diciembre de 2021, si sigue adelante una resolución que el Consejo Nacional de Educación decidió el 6 de octubre.

El CNE es un órgano consultivo del ministerio de Educación, y el martes «aprobó la validez de la educación remota hasta diciembre de 2021», debido a la suspensión de las aulas presenciales por la pandemia, según adelantó el portal de noticias G1.

La determinación no es vinculante; primero deberá ser homologada por el ministerio de Educación, y después la decisión final la tomarán los estados y municipios.

El texto aprobado por el CNE también permite la fusión de los años lectivos de 2020 y 2021 en la educación básica y la creación de un año lectivo suplementario para los estudiantes de tercero de educación secundaria, entre otras medidas.

La situación de las clases en Brasil, suspendidas de forma presencial desde marzo, varía mucho en función de las regiones: Manaos (capital del estado de Amazonas, al norte), por ejemplo, fue la primera en retomar las clases presenciales en el mes de agosto, pero la mayoría aún no decidió qué hacer.

En el estado de Sao Paulo (sureste), el más afectado por la pandemia, las autoridades determinaron que a partir del 7 de octubre puede darse el regreso a las aulas, pero de manera opcional, dejando la decisión en manos de los alcaldes de cada municipio.

Fuente: https://mundo.sputniknews.com/america-latina/202010061093032681-brasil-podra-tener-educacion-a-distancia-hasta-diciembre-de-2021-por-la-pandemia/

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Hay de regresos a regresos

 David Calderón

Ya nos urge, pero no tiene para cuándo. El martes apenas se realizó la XXVII conferencia iberoamericana de ministras y ministros de educación. La titular de España, María Isabel Celaá, dijo que “la pandemia por Covid… propició que una parte del aprendizaje se trasladara al hogar, y que las familias apoyaran en función de sus recursos digitales y formativos. También se incrementó el riesgo del abandono escolar principalmente entre el alumnado más vulnerable. Lo anterior, porque la educación a distancia no puede reemplazar a la presencial. De esta manera, la reapertura de las instituciones educativas tiene beneficios incuestionables, principalmente en la relación maestro-alumno”. Ni cómo contradecirla en dos afirmaciones clave: el abandono es un riesgo, sesgado inequitativamente en contra de los más vulnerables; y la educación a distancia no puede reemplazar a la presencial.

La referencia la tomo directamente del boletín de prensa 266 de la SEP, pues el secretario Moctezuma participó en la reunión. Es un consenso mundial: hay que volver; sólo la fantasía extrema de tecnólogos desaforados o el temor desmedido y ya sin objetividad de los hipocondriacos radicales puede plantear que ‘ya no regresemos’. Nadie quiere el riesgo que es prevenible, y menos para niñas y niños. Aprendemos duramente del rebrote. Pero hay reflexiones y buenas prácticas que van abonando. Hay que regresar a las aulas, pero no de cualquier manera.

Hace una semana se hizo la afirmación de que Chiapas y Campeche podrían volver ya muy próximamente a abrir las escuelas, pues estaban con semáforo verde. ¿Y el suministro de agua en las escuelas en Chiapas? ¿Chiapas, donde a las escuelas de tiempo completo les están dando enseres de cocina, pero ya no hay dinero para pagar la compensación debida a los maestros? Ante la afirmación, el gobernador de Campeche se puso bravo, y hubieron de darle la razón los funcionarios federales: “Así como estamos, no”.

Salud y SEP tuvieron que aclarar que se podría abrir, pero que no hay que anticiparse. Exacto, gran lección. Es claro que no es la ‘semaforización’ el único factor a considerar… la realidad de los contagios, medida por la ocupación hospitalaria, es una medida demasiado mecánica y demasiado alejada de la vida de la escuela para ser un referente claro.

Así que el tema no es si vamos a regresar; tenemos que regresar, pero el cuándo se resuelve en el cómo sí. Cómo sí se puede regresar.

La experiencia de diversas partes del mundo señala que los procesos más sólidos y seguros tienen características claras, y nada sofisticadas. Lo primero es un escalonamiento que sirva para prevenir la concentración de carga viral, y por ello, a diferencia de lo que se ha afirmado en México, la mejor opción es que las y los estudiantes asistan varios días seguidos por subgrupo –la mitad, o mejor todavía, fracciones menores de cada grupo, tercios o cuartos–, y en jornadas ampliadas.

Por ejemplo: cuatro días seguidos, con jornadas ampliadas, y luego irse a casa dos semanas. Eso permite una sanitización profunda frecuente, la ocupación de las instalaciones con suficiente distancia y ventilación, minimizar los riesgos de concentración en entradas, en salidas, en el uso de los baños.

Por supuesto, un filtro sanitario sólido en casa, transporte cuidado, filtro a la entrada de la escuela. Pruebas distribuidas. Identificación personalizada de factores de riesgo. Disponibilidad plena de materiales para limpiar superficies y para lavarse las manos al menos cuatro veces en la jornada. Cubrebocas obligatorio para todos. Uso de los espacios abiertos. Coordinación con el centro de salud más cercano. Tener resuelto el resguardo, el trabajo a distancia y sustitución presencial de las y los docentes con condiciones de riesgo. Voluntariedad para todos: que vayan las niñas y niños que quieran, con las y los maestros que quieran.

Tenemos que llegar al ajuste puntual. No se puede diseñar a brochazos gruesos desde la Ciudad de México. Tiene que ser localizado. Respetar y promover la autonomía del autocuidado en las comunidades. La apertura tiene que ser acuerdo, no descontón. Tampoco posponer en la medida de la incapacidad de los adultos, mientas niñas y niños se marchitan, “hasta que llegue la vacuna en diciembre de 2022”.

Nos falta un gran sentido de la ‘presencialidad intermedia’: entre que la escuela esté cerrada y barricada, en un extremo, aunque abran antros y peluquerías, o en el otro extremo, que la apertura descuidada genere un rebrote que confirme en sus terrores anticientíficos a los negacionistas (“es que en Israel y Alemania hubo rebrote”… sí, en Jerusalén y en Berlín, en condiciones específicas, que ya corrigieron, y ahora están abiertos).

Aquí una propuesta de presencialidad intermedia, que de facto ya están decidiendo las familias: microescuelas localizadas. Los vecinos que se cuidan. En arreglos multigrado. Los vecinitos en el patio, en los lugares de la pequeña convivencia. Incluso para ver la programación de TV y comentarla y cuestionarla. Para que nos distribuyamos el cuidado y la animación entre los adultos. Paquetitos (podsbubbles les llaman en otras latitudes), equipitos de niños que comparten red, recursos. Que ya pueden ser un grupo de inmunidad. A quienes un maestro puede visitar para una asesoría a sana distancia. Para que aprender con tu maestro y con tu grupo no sea un lujo de los mexicanos que pagan escuela privada, sino una posibilidad que supera con creces aprender solos y en la pasividad de ver/escuchar la televisión. Con retos, con activación física, con búsqueda del tesoro, con concurso de dibujo y de baile, aprendiendo de una abuelita del grupo a cocinar tamales… Se puede ir regresando. Lo que hay que dejar atrás es la idea de que regresaremos a lo mismo. Mejor regresar sin tener que volver a lo que no vale la pena. Mejor regresar, pero habiendo avanzado.

Fuente: https://profelandia.com/hay-de-regresos-a-regresos/

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Los costos educativos del modelo de educación a distancia

Por: Fidel Ibarra López


Como es de dominio público, las autoridades educativas en México hicieron del conocimiento de la ciudadanía que para el inicio del ciclo escolar 2020-2021 se iba a implementar un modelo educativo de educación a distancia a través de la televisión. El tema ha despertado un debate importante en diversos sitios. Debate al cual pretendemos sumarnos con el presente artículo en aras de generar algunas ideas que permitan contribuir a la comprensión del fenómeno y, sobre todo, de las implicaciones que tal medida genera en términos de aprendizajes.

Para tal efecto, partimos de lo siguiente: El inicio de las clases se definió para el pasado 24 de agosto. Y desde esa fecha en adelante se fijaron 3 semanas para “repasar” los contenidos del ciclo anterior. Eso significa que, a partir de esta semana, se estará iniciando formalmente con los contenidos del actual ciclo escolar. No obstante, en las primeras semanas quedaron en evidencia las contradicciones internas del modelo. Cito dos ejemplos para fundamentar lo anterior:

En primer lugar, las autoridades educativas no explicaron cómo iba a funcionar en el modelo de educación a distancia, la triada telemaestro-docente y alumnos. Pero lo que no explicó en los medios, lo terminó dejando en claro el funcionamiento del modelo en la realidad. ¿En qué sentido? La triada funcionó de manera desvinculada: “el telemaestro expone el contenido, el alumno observa y el maestro formula algunas interrogantes sobre el contenido expuesto en televisión, mismas que son enviadas al padre de familia a través de WhatsApp. Estas interrogantes son resueltas por el alumno en su cuaderno y le son reenviadas al docente por la misma vía. En ese proceso, el docente no tiene contacto con el niño, sino con el padre de familia, y el niño contesta lo que se le solicita, pero no tiene retroalimentación sobre lo que hizo. Esto para la educación preescolar y primaria. Y para los niños que no cuentan con una computadora con acceso a internet” (Educación Futura, 4 de septiembre del 2020).

En segundo lugar, con este modelo de educación a distancia -y aquí radica la segunda contradicción- se le está dejando un rol tangencial al docente en el proceso de enseñanza-aprendizaje, luego de que no hay espacio para el proceso de “consolidación” de los contenidos que se están impartiendo a los alumnos. Estas dos contradicciones internas en el modelo complejizan el tema de los aprendizajes en los alumnos, porque los dejan en un lugar de franca vulnerabilidad.

Sin embargo, aquí no termina el problema: en el ciclo escolar que está transcurriendo en México, se están desarrollando dos modelos educativos que transitan por caminos diferenciados: uno es el modelo de la escuela pública con el modelo de educación a distancia (a través de la televisión); y otro, el de la escuela privada con el modelo de educación a la distancia a través de las tecnologías. En este segundo modelo, los alumnos están desarrollando el proceso de enseñanza-aprendizaje a través de las herramientas que contiene Google for education (Classroom, Meet y Google Drive).

Esta condición está generando un proceso de alfabetización digital entre docentes y alumnos. Un proceso que hemos postergado en nuestro país por más de dos décadas, pero que ahora por el escenario del cierre de escuelas que ha generado la pandemia del Covid-19, se ha tenido la necesidad de recurrir a la educación en línea para proseguir el proceso de enseñanza-aprendizaje.

En ese sentido, este proceso de alfabetización digital no está teniendo lugar en todos los alumnos. Lo cual significa que en el ciclo escolar que está en curso no solamente se va a presentar un rezago educativo en términos de aprendizaje, sino también en lo referente a la alfabetización digital.

Cuando las autoridades educativas se refieren al actual ciclo escolar, hacen alusión al “gran esfuerzo institucional” que está desarrollando el gobierno federal con la creación de contenidos para transmitirlos en televisión todos los días. Y se recurre a los números para sustentar el esfuerzo (número de programas y de horas de televisión; así como el número de alumnos que están siendo atendidos en el actual ciclo escolar); sin embargo, en el mensaje institucional no se repara en los costos educativos que está generando el modelo.

Si lo planteamos en términos prospectivos, a quien más le conviene el retorno a la clase presencial, es a la escuela pública, porque no se cuenta con los elementos para hacerle frente a un modelo de educación a distancia. Los alumnos que estudian en una escuela privada bien pueden continuar, concluir e iniciar el próximo ciclo escolar -si la pandemia no amaina en el país- bajo el modelo de educación en línea; pero los alumnos de la escuela pública no. En estos últimos se instala como urgencia el retorno a la clase presencial. No hay otra forma de recuperar lo que se perderá en términos de aprendizajes. Dicho en otras palabras: la pandemia ha agudizado el rezago educativo de la escuela pública. Y esa es una responsabilidad del Estado en su conjunto.

¿Por qué lo afirmo en estos términos? Porque es responsabilidad del Estado que la educación que reciba un niño que estudia en una escuela pública no esté por debajo de la educación privada. En eso se materializa la consabida expresión de que “la escuela pública es una prioridad para el Estado”. Esa expresión suena bien para el discurso público; pero la prioridad se debe demostrar en los hechos. Y, en los hechos, lo que se tiene es a dos modelos educativos que transitan por vías separadas y que están generando resultados diferenciados, en términos de aprendizaje, en los alumnos.

En otros países -como el caso de Argentina-, se está conminando a que las autoridades educativas tomen acciones porque el golpe puede llegar a constituirse en una catástrofe generacional (LaPoliticaOnline, 8 de septiembre del 2020). Aquí la demanda se puede reproducir en el mismo sentido. Empero, la única vía de “ajuste” que observo es el retorno a la clase presencial. Y mientras eso no suceda, los alumnos seguirán tomando clases a través de la teleclase. Con eso, como lo he venido afirmando en este espacio, se mantiene en pie el ciclo escolar; pero no los aprendizajes.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/

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Los costos educativos del modelo de educación a distancia

Por: Fidel Ibarra López

Como es de dominio público, las autoridades educativas en México hicieron del conocimiento de la ciudadanía que para el inicio del ciclo escolar 2020-2021 se iba a implementar un modelo educativo de educación a distancia a través de la televisión. El tema ha despertado un debate importante en diversos sitios. Debate al cual pretendemos sumarnos con el presente artículo en aras de generar algunas ideas que permitan contribuir a la comprensión del fenómeno y, sobre todo, de las implicaciones que tal medida genera en términos de aprendizajes.

Para tal efecto, partimos de lo siguiente: El inicio de las clases se definió para el pasado 24 de agosto. Y desde esa fecha en adelante se fijaron 3 semanas para “repasar” los contenidos del ciclo anterior. Eso significa que, a partir de esta semana, se estará iniciando formalmente con los contenidos del actual ciclo escolar. No obstante, en las primeras semanas quedaron en evidencia las contradicciones internas del modelo. Cito dos ejemplos para fundamentar lo anterior:

En primer lugar, las autoridades educativas no explicaron cómo iba a funcionar en el modelo de educación a distancia, la triada telemaestro-docente y alumnos. Pero lo que no explicó en los medios, lo terminó dejando en claro el funcionamiento del modelo en la realidad. ¿En qué sentido? La triada funcionó de manera desvinculada: “el telemaestro expone el contenido, el alumno observa y el maestro formula algunas interrogantes sobre el contenido expuesto en televisión, mismas que son enviadas al padre de familia a través de WhatsApp. Estas interrogantes son resueltas por el alumno en su cuaderno y le son reenviadas al docente por la misma vía. En ese proceso, el docente no tiene contacto con el niño, sino con el padre de familia, y el niño contesta lo que se le solicita, pero no tiene retroalimentación sobre lo que hizo. Esto para la educación preescolar y primaria. Y para los niños que no cuentan con una computadora con acceso a internet” (Educación Futura, 4 de septiembre del 2020).

En segundo lugar, con este modelo de educación a distancia -y aquí radica la segunda contradicción- se le está dejando un rol tangencial al docente en el proceso de enseñanza-aprendizaje, luego de que no hay espacio para el proceso de “consolidación” de los contenidos que se están impartiendo a los alumnos. Estas dos contradicciones internas en el modelo complejizan el tema de los aprendizajes en los alumnos, porque los dejan en un lugar de franca vulnerabilidad.

Sin embargo, aquí no termina el problema: en el ciclo escolar que está transcurriendo en México, se están desarrollando dos modelos educativos que transitan por caminos diferenciados: uno es el modelo de la escuela pública con el modelo de educación a distancia (a través de la televisión); y otro, el de la escuela privada con el modelo de educación a la distancia a través de las tecnologías. En este segundo modelo, los alumnos están desarrollando el proceso de enseñanza-aprendizaje a través de las herramientas que contiene Google for education (Classroom, Meet y Google Drive).

Esta condición está generando un proceso de alfabetización digital entre docentes y alumnos. Un proceso que hemos postergado en nuestro país por más de dos décadas, pero que ahora por el escenario del cierre de escuelas que ha generado la pandemia del Covid-19, se ha tenido la necesidad de recurrir a la educación en línea para proseguir el proceso de enseñanza-aprendizaje.

En ese sentido, este proceso de alfabetización digital no está teniendo lugar en todos los alumnos. Lo cual significa que en el ciclo escolar que está en curso no solamente se va a presentar un rezago educativo en términos de aprendizaje, sino también en lo referente a la alfabetización digital.

Cuando las autoridades educativas se refieren al actual ciclo escolar, hacen alusión al “gran esfuerzo institucional” que está desarrollando el gobierno federal con la creación de contenidos para transmitirlos en televisión todos los días. Y se recurre a los números para sustentar el esfuerzo (número de programas y de horas de televisión; así como el número de alumnos que están siendo atendidos en el actual ciclo escolar); sin embargo, en el mensaje institucional no se repara en los costos educativos que está generando el modelo.

Si lo planteamos en términos prospectivos, a quien más le conviene el retorno a la clase presencial, es a la escuela pública, porque no se cuenta con los elementos para hacerle frente a un modelo de educación a distancia. Los alumnos que estudian en una escuela privada bien pueden continuar, concluir e iniciar el próximo ciclo escolar -si la pandemia no amaina en el país- bajo el modelo de educación en línea; pero los alumnos de la escuela pública no. En estos últimos se instala como urgencia el retorno a la clase presencial. No hay otra forma de recuperar lo que se perderá en términos de aprendizajes. Dicho en otras palabras: la pandemia ha agudizado el rezago educativo de la escuela pública. Y esa es una responsabilidad del Estado en su conjunto.

¿Por qué lo afirmo en estos términos? Porque es responsabilidad del Estado que la educación que reciba un niño que estudia en una escuela pública no esté por debajo de la educación privada. En eso se materializa la consabida expresión de que “la escuela pública es una prioridad para el Estado”. Esa expresión suena bien para el discurso público; pero la prioridad se debe demostrar en los hechos. Y, en los hechos, lo que se tiene es a dos modelos educativos que transitan por vías separadas y que están generando resultados diferenciados, en términos de aprendizaje, en los alumnos.

En otros países -como el caso de Argentina-, se está conminando a que las autoridades educativas tomen acciones porque el golpe puede llegar a constituirse en una catástrofe generacional (LaPoliticaOnline, 8 de septiembre del 2020). Aquí la demanda se puede reproducir en el mismo sentido. Empero, la única vía de “ajuste” que observo es el retorno a la clase presencial. Y mientras eso no suceda, los alumnos seguirán tomando clases a través de la teleclase. Con eso, como lo he venido afirmando en este espacio, se mantiene en pie el ciclo escolar; pero no los aprendizajes.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-costos-educativos-del-modelo-de-educacion-a-distancia/

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