Libro: De los saberes de la emancipación y de la dominación

Ana Esther Ceceña. [Coordinadora]

Ana Esther Ceceña. Carlos Walter Porto Gonçalves. Guillermo Castro Herrera. Raúl Zibechi. Luis Tapia. Jaime Estay Reyno. Raúl Ornelas. Claudia Korol. Juan Guillermo Ferro M.. Jaime Caycedo. Jaime Zuluaga Nieto. Manuel Guerrero Antequera. [Autores de Capítulo]

Colección Grupos de Trabajo.
ISBN 978-987-1543-09-0
CLACSO.
Buenos Aires.
Diciembre de 2008

No hay dominante sin dominado, ni proceso de dominación sin resistencias. A las estrategias, modalidades y mecanismos diseñados por los dominadores de todos los tiempos corresponde una plétora de expresiones, acciones, estrategias y proyectos políticos de quienes se resisten a ser dominados. Las relaciones de poder que condensan el proceso de expansión planetaria del capitalismo, cuyo último gran triunfo fue la caída del socialismo real, han ido abarcando todas las dimensiones de construcción de societalidad. El poder no se impone sólo –y a veces ni principalmente– por medios brutales de coacción física: transita significativamente por la construcción simbólica de las interpretaciones del mundo. Se instala en las mentes colectivas y las individualiza; en los imaginarios sociales desbaratándolos y produciendo imágenes que ocuparán su lugar; invade los cuerpos internalizando una visión del mundo producida, extranjera, presentándose a la vez como biopoder y cosmopoder. La idea de un mundo sin tanques o sin cuerpos de seguridad se va volviendo disparatada. Las cosmovisiones del poder se imponen por bombardeo sistemático a través de los medios y de la producción de sentidos comunes. Las formas de control y disciplinamiento se van sofisticando hasta volverse tan sutiles que aparecen como autoconciencia. Penetrar esa sofisticación para aprehender los mecanismos y las lógicas del poder, para construir un mundo sin imposiciones, sin discriminaciones, sin explotación y sin otredades forma parte del proceso emancipatorio. Todo proceso se construye acumulando saberes. Y la sabiduría de los pueblos lleva al conocimiento de los límites, de los riesgos, de los daños, de las maneras de superar obstáculos o peligros. No hay emancipación posible sin conocimiento.

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Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/buscar_libro_detalle.php?id_libro=16&campo=titulo&texto=dominacion

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Educación y pobreza, escuela con sentido crítico

Por: Ángel Pérez Martínez

Uno de los problemas más graves de la sociedad colombiana es que no existe, en la escuela y en los maestros una formación de los estudiantes crítica frente a lo que atenta contra la dignidad, la inequidad y la vida humana.

Este hecho se produce, la mayoría de las veces, por miedo relacionado con la violencia política, la corrupción, la delincuencia, o por desconocimiento.

Pregunto: ¿cómo vivimos, como si nada pasara, en uno de los países más inequitativos del mundo? Con un Gini de 54%, Colombia se ubica como el 14º país con mayor desigualdad dentro de 134 observados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud).

La inequidad se refleja en la pobreza monetaria; según el DANE, para el periodo de julio de 2014 a junio de 2015, quienes son pobres en Colombia representaban el 28,2% de su población, es decir, el país sabe que para más de 13 millones de colombianos, sus familias no reciben ingreso necesarios para adquirir los alimentos y otros bienes no alimentarios, para tener un nivel de vida básico decente.

Y qué no decir del 7,9% de quienes viven en pobreza extrema, cerca de 4 millones de personas, cuyos ingresos no alcanzan para adquirir los alimentos para la sobrevivencia. Duro reconocer frente a estas cifras de pobreza, la corrupción, según la Revista Dinero, costó alrededor de $189 billones entre 1991 y el 2010, el equivalente al 4% del PIB del país durante esos 19 años.

La escuela y los maestros conocen que la desigualdad económica impide el acceso a otros servicios como la cultura, la información o a servicios de mejor calidad como la salud o la educación. Jorge Sequeira, Director de la Oficina Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe, sostiene que la falta de servicios sociales de calidad permite que la desigualdad permanezca. Agrega que “de todos los servicios sociales, el que contribuye más a mitigar la desigualdad es la educación: un derecho que habilita el ejercicio de otros derechos”

La escuela y los maestros deben formar y educar con respecto a los problemas de hoy de la sociedad, del país y del entorno donde viven los estudiantes. En algunas regiones los maestros por miedo a los violentos no hacen uso de la crítica, ellos tienen que eludir los problemas más relevantes de sus municipios o departamentos, los que inciden en el bienestar de las personas, en el desarrollo de ciudadanía y en los derechos de las personas.

Los maestros y quienes trabajamos en educación tenemos la responsabilidad de avanzar en la calidad de la educación pública y privada, este es un primer camino para generar mejores posibilidades de igualdad y un sentido ético de la vida humana.

Además, la paz, que empezamos a consolidar, debe ser una oportunidad para que en las escuelas, sin miedo, se estudie de manera critica la existencia de problemas cercanos al entorno social y a la vida de los estudiantes, tales como la inequidad, la corrupción, el cuidado del medio ambiente, la cultura de la ilegalidad y del atajo, así como la necesidad de contar con un Estado con una institucionalidad que funcione y gobiernos probos.

En el proceso de formación de los niños y adolescentes la escuela tiene la obligación moral de promover en los estudiantes un conocimiento crítico a partir de la capacidad humana de dudar, de razonar, de preguntar, y por lo tanto, de investigar y de buscar respuestas lo más objetivas posibles. Como diría Hannah Arendt: formar para una aptitud por la verdad, pero siempre con duda.

No hay verdades reveladas, anoto que no siempre lo cuantitativo -las encuestas, los datos, los modelos econométricos, entre otros- es evidencia y verdad, pues también pueden ser objeto de manipulación y se pueden sesgar. No se nos puede olvidar que la mayoría de las veces se preparan con objetivos específicos, en ese sentido, dudemos.

La escuela a través del conocimiento y la búsqueda de la verdad debe enseñar a sus estudiantes a criticar y a valorar lo positivo de la vida humana, igual estudiar y analizar lo que atenta contra el desarrollo pleno de la persona.

La escuela y sus maestros deben aceptar que lo humano es diverso y complejo, que no todo es ciencia demostrativa que puede existe un pensamiento crítico de un docente o de un estudiante frente a la desigualdad que se apoya en una ideología, una creencia religiosa, o una manifestación contra el poder, lo cual, en principio, no está mal si se produce con el propósito de un mejor bienestar humano.

Por ejemplo, conozco colegios católicos y cristianos de buena calidad que forman a partir de sus creencias, pero con un enorme sentido crítico frente a la desigualdad o a las injusticias humanas, dignos del mejor aplauso.

Lo que está mal es que la escuela no enseñe competencias ciudadanas y otras por miedo, y prepare a los estudiantes para pruebas y evaluaciones en ciudadanía lejos del contexto en el que viven los estudiantes.

Grave para el desarrollo social y del país que los docentes y los jóvenes desconozcan o eludan realidades problemáticas del país y de su entorno. Si ello ocurre estamos perpetuando las actuales condiciones de vida, nos acostumbramos a la pobreza, corrupción y desigualdades de todo tipo y no pasa nada. Por ejemplo, siempre elegimos a los mismos y en la televisión, las series con los peores ejemplos de la vida humana obtienen las más altas sintonías.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/educacion-y-pobreza-escuela-con-sentido-critico-por-angel-perez/241848

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Colombia: Los modelos educativos por revisar

América del Sur/Colombia/11 Febrero 2017/Fuente: Un minuto Radio

Jesús Martín Barbero, hace un llamado a la revisión de los modelos educativos vigentes. El estudioso colombo-español, próximo a cumplir  80 años, respondió en El Espectador una entrevista que se publicó bajo el título, “Necesitamos jóvenes problemáticos”.

Problemáticos, desde la óptica de la crítica, que poco o nada tiene que ver con la conocida “pataleta”.

Una interesante entrevista publicada con fecha 31 de enero, en la que Jesús Martín cuestiona el sistema educativo y hace llamados a los jóvenes para que no se dejen atrapar por las trampas del establecimiento.

La entrevista completa, se encuentra en el siguiente link: http://colombia2020.elespectador.com/pedagogia/necesitamos-jovenes-problematicos-jesus-martin-barbero

En el mismo sentido, es decir, en cuanto cuestionar el sistema educativo, Luis Carlos Reyes publicó en El Espectador del 2 de febrero, una columna bajo el título de “Los pilos desaparecidos”, en el que llama la atención sobre cómo el sistema limita el desarrollo intelectual desde la primera infancia, hasta la universidad.

En un aparte de la columna leemos: “Los pilos que no van a volver desaparecieron de distintas maneras. Muchísimos desaparecieron desde el preescolar, cuando por falta de estimulación verbal temprana y atención adulta quedaron limitados en sus capacidades cognitivas por el resto de la vida. Otros desaparecieron cuando, en un aula repleta, sus profesores no dieron abasto para abordar individualmente dificultades del aprendizaje que a los niños de estratos altos les resolvieron unas cuantas horas de tutoría personalizada. Desde entonces ahí se quedaron: sus padres, profesores y eventualmente ellos mismos concluyeron que el estudio no era lo suyo”.

Enumera factores como la violencia, la falta de entrenamiento de los profesores, la situación económica o la falta de interés, como causantes para que muchos “pilos”, no participen del programa “Ser pilo paga”, que impulsa el gobierno nacional, a través del cual muchos jóvenes colombianos de una economía baja o media, han accedido a universidades de renombre.

El texto completo en http://www.elespectador.com/opinion/los-pilos-desaparecidos

Disponible en la url: http://www.uniminutoradio.com/noticias/los-modelos-educativos-revisar-2/

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Alain Touraine: “Los culpables de lo que pasa en educación no son los maestros, es el sistema”

15 diciembre 2016/Autora:Anna Montero /Fuente:Insurgencia Magisterial

El sociólogo francés reflexiona sobre del papel de la educación, la escuela y los maestros en el modelo social que describe para nuestros tiempos.

Sus 91 años no le impiden seguir pensando y compartiendo con claridad y lucidez sus ideas acerca de la sociedad que viene. El sociólogo francés, uno de los máximos representantes del pensamiento europeo y premio Príncipe de Asturias 2010 junto a Zygmund Bauman, advierte que hemos pasado de una sociedad posindustrial a un modelo postsocial donde la sociedad, tal y como la conocemos, se descompone en favor de un sistema donde predomina el individualismo. Durante su visita a Barcelona con motivo de la conferencia Encuentros BCN reflexiona en exclusiva para AIKA acerca de la educación que viene:

Ayer pensaba que no podría dar una conferencia en español, estaba casi seguro de que me iban a salir puras palabras italianas, porque actualmente hablo italiano todos los días y español casi nunca. Estaba un poco asustado, la verdad, pero ha funcionado.

Le escuché y se le entendió perfectamente. Ha explicado que lo social ha desaparecido, y que hemos de pensar en términos individuales. ¿Cómo encaja la educación en el paradigma que usted plantea?

Es muy sencillo. La educación en nuestras sociedades era definida como socialización. ¡Eso era horrendo! Es horrendo utilizar la educación como una manera de incorporar los individuos a la sociedad, que es un sistema de poder. La cuestión es reemplazar la socialización, como meta de la educación, por la famosa subjetivación. El papel de la educación es aumentar el grado de autonomía, de iniciativa y de crítica de cada individuo, especialmente de cada joven. No solamente, pero la población más importante es esa.

“El papel de la educación no es socializar, sino aumentar el grado de autonomía, de iniciativa y de crítica de cada individuo”

Yo fui educado en un liceo público, pero también en mi familia, con los métodos antiguos. Es decir, el profesor, el maestro —una palabra clave: ¡el maestro!—, transmitía ideas universales: la ciencia, la patria, la familia, la cultura (con una C grande), los grandes valores, etc. a jóvenes que vivían en un espacio limitado. Hay que eliminar eso. Entonces, la idea era realmente muy buena: frente a un mundo campesino donde la gente estaba dominada por una burguesía local rentista, se podían acercar temas universales a través de la escuela pública (y contra la Iglesia católica prácticamente, en el caso francés). Yo he vivido eso durante muchos años, largos años de guerra, y no era el momento para discutir órdenes, pero recibir esa educación para mí fue realmente un sufrimiento. Yo fui muy infeliz en la escuela.

¿La escuela de hoy en día está preparada para este cambio?

No. Yo creo que está muy atrasada, pero ha cambiado un poco. Lo que he descubierto, en el caso francés, es que un porcentaje relativamente alto de los maestros han cambiado. No son un 10% los que hacen otras cosas sino que hay un 30 o 40% que están tratando de cambiar la capacidad de expresión y de iniciativa de los jóvenes.

También he descubierto, con más distancia, que no son los maestros realmente los culpables de lo que pasa, es el sistema. El sistema es el ministerio centralizado y los sindicatos que viven del sistema. Aumentar el grado de autonomía e iniciativa para mí es fundamental. Primero, de los maestros, y segundo, y en consecuencia, de los alumnos. La burocratización de la escuela, de la educación, es responsable de este tipo de reproducción social. Cuando se discute sobre educación y hacen huelga en Francia, los sindicatos dicen que con 25 alumnos no se puede hacer nada, pero con 22 es muy fácil. ¡Es estúpido! No quieren cambiar nada. Cambiar cosas es difícil, pero cambiar ideas cuesta más.

“Cambiar cosas es difícil, pero cambiar ideas cuesta más”

El cambio no consiste en transformar la abstracción en actividades prácticas y de trabajar en una máquina. No se trata de eso, sino de dar más importancia, incluso en las notas de los alumnos (aunque hay que eliminar las notas lo máximo posible) a los medios técnicos y tecnológicos. Usando las palabras del mejor especialista en educación en Francia: hay que realizar un trabajo más cercano, más vinculado con la experiencia. Experiencia significa tecnología, pero también emociones y comunicación. No se puede aislar el conocimiento matemático, o a Platón, o la teoría de la relatividad, sino que es necesario vincular la experiencia, la interpretación y el análisis, no romper a favor de la abstracción, que es la reacción a lo concreto. No se debe eliminar lo concreto. Hay que pensar, por ejemplo, en colores, en formas, en movimiento…

Para el sociólogo francés, el papel de la educación es aumentar el grado de autonomía, de iniciativa y de crítica de cada individuo. Foto: Anna Montero

 ¿Cómo encajan las nuevas tecnologías en ese marco?

Yo creo que las tecnologías como tales no son tan importantes. Lo importante es si la tecnología favorece la reintroducción de la experiencia, incluso en el aspecto de la comunicación y el aspecto afectivo. No hay que aislar el mundo escolar, no aislar al maestro del padre, de la madre, del amigo, de la amiga o del estudiante.

¿Las nuevas tecnologías ayudan a socializar o a desocializar, en el mundo educativo?

Depende de las tecnologías. La mayor parte de las tecnologías son colectivas, son máquinas. Yo diría que lo importante en las tecnologías es la información, porque no hay conocimiento sin información. Pero la información no tiene que estar aislada de la comunicación, que es fundamental, ni de las emociones, de lo afectivo. Es una idea clásica muy elemental pero fundamental.

“Hay que realizar un trabajo más cercano, más vinculado con la experiencia”

Del mismo modo, no se debe aislar lo mejor de lo inferior, que no hable solo la elite científica. No es fácil, porque necesitamos una elite científica, y no cualquier persona puede estudiar, por ejemplo, matemáticas a un nivel alto. Pero lo importante es que esta gente tenga la capacidad de ascender en su imaginación y no oponerse, no decir: “si tu eres bueno en matemáticas, no pierdas tu tiempo con pintura, juegos, amistades, conflictos o peleas”. Hay que subir hacia la abstracción y la creación científica o intelectual, pero en relación con toda la vida, como conjunto de experiencias afectivas y de comunicación. El éxito de una nación o un individuo está en la capacidad de pensar de forma abstracta y científica, pero eso no puede eliminar lo concreto, porque eso es una motivación de clase social.

Hablando de clase social, había dicho usted que la escuela era importante para disminuir las desigualdades…

No en el momento actual. La escuela, y hablamos de la escuela pública, aumenta las desigualdades. No las mantiene o las reproduce, sino que las aumenta. Hay que respetar la experiencia del alumno o de la alumna. Eso es importante. Por ejemplo, en Francia, no sé en España, está prohibido hacer estadísticas según el origen étnico de los estudiantes. Se hace por buenas razones, es muy respetable, pero el resultado es que cuando se habla en sociología de sectores especiales de la escuelas, de gente en situación difícil, son todos árabes. Ahí el efecto es absolutamente negativo por no utilizar las palabras, los datos, lo que todo el mundo sabe. ¡En el barrio todo el mundo sabe que en esa escuela son todos árabes!

“La escuela pública no mantiene o reconduce las desigualdades, sino que las aumenta”

Lo interesante es que la discriminación étnica es muy fuerte con los hombres y casi nula con las mujeres. Las mujeres, si buscan un empleo, dicen “yo me llamo Leila no se qué” y pueden conseguir el empleo. Si dices “Mohamed”, nunca lo vas a tener. La discriminación y la segregación afectan a los hombres, porque los hombres son considerados superiores.

¿La falta de escolarización no suele afectar más a las mujeres?

No. Incluso para los inmigrados, el nivel de escolarización es más alto para las mujeres que para los hombres. Hay que hablar de forma precisa. Las alumnas, las mujeres, obtienen un nivel de escolaridad más alto, pero tienen un nivel de expectativas más bajo. Hay un viejo estudio muy conocido de estudiantes de química. Las niñas estudiantes de química han resultado mejores y estudian más que los hombres, pero ¿cuánto ganarán dentro de cinco años como ingenieras químicas? Las expectativas de las mujeres son más bajas, a pesar de que hay más escolarización o mejores resultados escolares. La contradicción es impresionante, es una demostración de la sociología. Es evidente que no es un problema de competencia, de calidad o de inteligencia, es un puro mecanismo de interiorización, de discriminación. Las expectativas han resultado.

¿Qué papel le queda al profesor?

Más y más, se ve una relación inversa. En general, el alumno utiliza la tecnología para dar solución a los problemas, y el papel básico del maestro es ayudar al alumno o la alumna a incorporar un conocimiento o una técnica dentro de la experiencia multidimensional, afectiva y comunicativa del joven.

Touraine, durante su conferencia en la Universidad de Barcelona. Foto: Anna Montero.

Touraine, en la Universidad de Barcelona, durante su conferencia en Encuentros BCN. Foto: Anna Montero

A lo largo de su larga carrera profesional ha escrito usted muchísimos libros. En la era de la tecnología, permítame la curiosidad, ¿escribe usted a mano?

(ríe) Es cierto que en mi caso hay dos cosas. Primero, es un aspecto físico o emotivo, tengo una relación del tipo amorosa-erótica con la escritura. Es hermoso, es un poco como hacer nacer, es una visión femenina, de crear. Segundo, empecé en la profesión muy joven, como profesor. Cuando escribí mi primer libro tenía 28 años.

Yo hablaba mucho con un amigo, y él me decía que en matemáticas el 10 % produce el 90 % del conocimiento. Le dije que lo mismo pasa con las ciencias sociales, solo que aquí no es el 10 sino el 5 % quién produce el 95 % del conocimiento. Yo creo que esa lógica es un mundo que atrae a los mediocres. Es un trabajo mal pagado, realmente muy mal pagado y con un estatus social muy limitado, pero te da mucha libertad. Ninguna persona me ha dado en toda la vida una orden.

¡Qué afortunado!

Es una suerte, he hecho absolutamente lo que quería hacer.

¿En este mundo en el que se valora tanto la ciencia y la tecnología, cree que se le da poco valor a las ideas de pensadores, de filósofos o sociólogos como usted?

Yo creo que en el momento actual hay un cambio de mundo, y tratar con ideas es difícil. Yo tenía un amigo físico que recibió un premio Nobel y decía: “Yo era incapaz y fui a un colegio experimental”. Y no le fue tan mal, ¡ganó un premio Nobel!. Es un poco lo mismo. La sociología no es un mundo exacto, es un trabajo de imbéciles muchas veces, aunque no siempre.

Hay muchos sociólogos hoy aquí…

¡Pues seguramente muchos de ellos son tontos!

Fuente:http://insurgenciamagisterial.com/alain-touraine-los-culpables-de-lo-que-pasa-en-educacion-no-son-los-maestros-es-el-sistema/

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Educación crítica y protagonismo cooperativo

Frei Betto

La educación escolar tiene un papel fundamental en el proceso de transformación social. A semejanza de la política y la religión, la educación sirve para liberar o alienar; despertar protagonismo o favorecer el conformismo; propiciar en los educandos una visión crítica o legitimar el status quo, como si fuera insuperable e inmutable; promover una praxis transformadora o sacralizar el sistema de dominación.

En estos inicios del siglo XXI, la educación escolar difiere mucho de la que predominó en el siglo XX. Hoy en día, nuestra vida cotidiana se ve invadida por nuevas tecnologías que nos brindan, en tiempo real, informaciones capaces de incidir en nuestra forma de vivir y de relacionarnos (ciberespacio, relaciones virtuales, crisis de las ideologías libertarias, nuevos perfiles familiares y sexuales, monopolio y manipulación de la información, etc.).

Como vivimos un cambio de época y navegamos entre la modernidad y la posmodernidad, estamos amenazados por una crisis de la identidad teórica. El instrumental teórico que tanto nos confortaba e incentivaba en el siglo XX, y que nos parecía tan sólido, se desplomó con el Muro de Berlín. Al contrario de lo que pregonaban los manuales de vulgarización del materialismo histórico, la historia retrocedió en Europa del Este.

Setenta años de socialismo en Rusia no fueron suficientes para formar los tan anhelados hombres y mujeres nuevos, dotados de inquebrantables valores éticos, disposición revolucionaria y menosprecio a las seducciones del capitalismo. Hoy Rusia es uno de los países más corruptos del mundo, y en él impera una brutal desigualdad económica.

¿Qué faltó en la Unión Soviética? Faltó una educación que, más allá de la escolaridad, de la transmisión cultural del país y de la humanidad, inculcara en los educandos una visión crítica de la realidad y un protagonismo social transformador.

De hecho, en muchos de nuestros países, capitalistas y socialistas, la educación escolar se ha convertido en una prisión de la mente, donde las disciplinas curriculares se repiten sucesivamente, con vistas a la calificación de la mano de obra destinada al mercado de trabajo. No se ha reflexionado sobre la prioridad de formar ciudadanos y ciudadanas revolucionariamente comprometidos con el proyecto social emancipador.

Vivimos hoy una era de impasse con respecto al futuro emancipado. Estamos en el limbo del proceso libertario. Los movimientos, grupos y partidos de izquierda, cuando existen, parecen perplejos en lo que toca al futuro. Muchos ceden a la fuerza cooptadora del neoliberalismo y cambian el proyecto de liberación social por el mero usufructo del poder, aunque eso implique traicionar las esperanzas de los oprimidos y los fundamentos teóricos que originaron esas fuerzas sociales y políticas.

La hegemonía capitalista ejerce un poder tan avasallador que muchos abdican del propósito de construir un nuevo modelo civilizatorio. Poco a poco, como si se tratara de un virus incontrolable, el capitalismo se impone en nuestras relaciones personales y sociales. Nos vamos adhiriendo a la creencia idolátrica de que “no hay salvación fuera del mercado”. En la esfera personal, abandonamos nuestra ideología libertaria a cambio de una zona de comodidad que nos permite acceder al poder y la riqueza, lo que nos libra de la amenaza de integrar el contingente de 2,6 miles de millones de personas que sobreviven hoy con un ingreso diario inferiores a los 2 dólares.

Formación de conciencia crítica y de protagonistas sociales

La educación crítica es nuestro gran desafío en este mundo hegemonizado por el capitalismo neoliberal. Su principio es no formar meros profesionales calificados, sino ciudadanos y ciudadanas que sean protagonistas de transformaciones sociales. Por eso trasciende los límites físicos de la escuela y vincula a educadores y educandos a movimientos sociales, sindicatos, ONG, partidos políticos; en fin, a todas las instituciones que realizan actividades de transformación social. La educación crítica solo se desarrolla en sintonía con los procesos reales de emancipación en curso y las reflexiones teóricas que los fundamentan.

La educación que busca la formación de conciencia crítica y de ciudadanos militantes comprometidos con la transformación social debe tener en cuenta la intercalación de tres tiempos: el tiempo de las estructuras (más largo); el tiempo de las coyunturas (más inmediato y factible de cambiar a mediano plazo); y el tiempo de lo cotidiano (en el cual vivenciamos el conflicto permanente entre la satisfacción de nuestros intereses personales y la conciencia de las demandas altruistas, que nos exigen ser para los demás, o simplemente, ser capaces de amar).

El tiempo de las estructuras debe ser objeto de la educación escolar. Es él el que nos remite a la historia de la historia, a los grandes procesos sociales con sus avances y retrocesos, a los triunfos y las derrotas, a las virtudes y las contradicciones.

Mientras más conscientes son educadores y educandos del tiempo estructural, más se contextualizan y se entienden a sí mismos como herederos de una historia que avanza, en medio de dificultades, de la opresión a la liberación.

Tener conciencia del tiempo de las estructuras es tener conciencia histórica y no dejarse ahogar en el mar de contradicciones de los tiempos coyuntural y cotidiano. Cada uno de nosotros es un pequeño eslabón en la vasta corriente del proceso social. Solo si tenemos conciencia de la amplitud de esa corriente comprendemos la importancia del eslabón que somos. Una educación que no se abre al tiempo de las estructuras corre el grave riesgo de ser cooptada por la estructura mundialmente hegemónica.

El tiempo de las coyunturas es el de los cambios cíclicos que producen inflexiones en las estructuras, aunque sin alterarlas sustancialmente. Es la acumulación de coyunturas la que influye en el cambio del tiempo de las estructuras. El gran desafío consiste en saber cómo comportarse en determinada coyuntura para mejorar o transformar la estructura. La coyuntura es el presente, el aquí y ahora, mientras que la estructura, que condiciona las coyunturas, no es fácilmente perceptible, a menos que se tenga conciencia histórica para poder encuadrar la parte en el todo, el detalle en el conjunto, el presente en las causas del pasado y en las alternativas de futuro.

El tiempo de lo cotidiano es el del día a día, en el cual transitamos o tropezamos, movidos por ideales altruistas, solidarios, y, a la vez, atraídos por las seducciones del acomodo y el individualismo. Es en el tiempo de lo cotidiano que la educación actúa, permite una comprensión crítica de la coyuntura y despierta el imperativo de comprometerse con la transformación de la estructura.

Vivimos inmersos en ese tiempo cotidiano, muchas veces movidos por utopías libertarias y, al mismo tiempo, desanimados al percatarnos cada día de que la materia prima del futuro es humana, siempre frágil, ambigua y contradictoria.

La formación de conciencia crítica y protagonismo social es resultado de un proceso pedagógico que intercala los tres tiempos para evitar que nos perdamos en un idealismo cuyo discurso no se adecua a la realidad, o en la mezquindad de un cotidiano que no siempre refleja los valores en nombre de los cuales lo asumimos. Ese es el caso de los militantes supuestamente revolucionarios que hacen de su función de poder un nicho de acomodo burgués y provecho personal. Y ello se aplica al director de la escuela, al obispo de la iglesia, al gerente de la empresa, etc.

Es importante tener siempre presente que nuestro cotidiano transita bajo la hegemonía de un determinado proceso civilizatorio, el de la burguesía europea, y de un único sistema económico globalizado, el capitalista, aunque vivamos en un país socialista.

Por tanto, nuestro tiempo cotidiano debe aspirar a incidir en el tiempo coyuntural para poder modificar el tiempo estructural global. Para eso no bastan los principios teóricos y las prácticas colectivas. Es preciso que a los principios y las prácticas los oriente una ética que tenga en su centro los derechos de los pobres, los oprimidos y los excluidos. Sin esa alteridad amorosa, todo proyecto emancipatorio o revolucionario corre el riesgo de congelarse, aprisionado por sus propias estructuras de poder, emitiendo un discurso desvinculado de la práctica, abriéndole paso a la esquizofrenia de crear en el imaginario colectivo, en nombre de la emancipación, la expectativa de un futuro burgués para cada ciudadano y ciudadana…

Comparados con el tiempo veloz de los aspectos coyunturales y el tiempo aparentemente caótico de lo cotidiano, los cambios estructurales son lentos, procesuales, y solo se pueden evaluar debidamente sus avances cuando se ponen lado a lado las conquistas del presente con los atrasos del pasado.

De la educación individualista a la educación cooperativa

Desde Marx hasta la Teología de la Liberación, todos sabemos que no existirá emancipación plena sin la superación del sistema capitalista. Una educación crítica y liberadora no debe perder de vista esa meta. Debe despertar en los educandos una visión crítica que no se limite a consignas repetitivas, que más que profundizar la razón exacerban la emoción.

Aunque se viva en un país socialista como Cuba, todos estamos sometidos a la hegemonía del pensamiento único neoliberal y de la economía capitalista centrada en la apropiación privada de la riqueza. El neoliberalismo, como un virus que se propaga casi imperceptiblemente, se introduce en los métodos pedagógicos y las teorías científicas, en resumen, en todas las ramas del conocimiento humano. Así, instaura progresivamente ideas y actitudes que fundamentan la ética de las relaciones entre los seres humanos y entre los seres humanos y la naturaleza.

En la lógica neoliberal, la inclusión del individuo como ser social se mide por su inserción en el mercado como productor y consumidor. La posesión de mercancías revestidas de valor determina las relaciones humanas. Es el fetiche que denunciara Marx. Esa inversión de la relación –según la cual la mercancía tiene más valor que la persona humana, y la persona humana es valorizada en la medida en que hace ostentación de mercancías de valor– contamina todo el organismo social, inclusive la educación y la religión, como denunciara el papa Francisco el 22 de diciembre de 2014 al señalar las “15 enfermedades” que corroen a la curia romana.

De ello se deriva una ética perversa que subraya como valores la competitividad, el poder de consumo, los símbolos de riqueza y poder, la supuesta mano invisible del mercado. Esa perversión ética debilita a los organismos que fortalecen a la sociedad civil, como los movimientos sociales, los sindicatos, las asociaciones barriales, las ONG, etc. El patrón que se debe adoptar ya no es el de la alteridad y la solidaridad, sino el del consumismo narcisista y la competitividad.

¿Cómo superar hoy ese patrón de vida capitalista que, si no rige nuestro estatus social, muchas veces predomina en nuestra mentalidad? En eso a la educación le corresponde el papel preponderante. Entre otras cosas, porque la actual coyuntura no es proclive a los cambios estructurales por la vía del “asalto” al aparato del Estado. Eso no significa, como supone cierta parcela de la izquierda, que las revoluciones son hechos irrepetibles del pasado y, por tanto, ya no hay alternativa sino adaptarse al nuevo “determinismo histórico”: la hegemonía del mercado.

La historia demuestra que han ocurrido cambios estructurales significativos sin un “asalto” al Estado, como fueron el paso del esclavismo al feudalismo y del feudalismo al capitalismo. Hoy, una de las armas más poderosas para superar el capitalismo es una educación crítica y cooperativa, capaz de crear nuevos parámetros de conocimiento y promover nuevas praxis emancipadoras.

Es mediante la educación que se moldean las subjetividades que le imprimen significado a los fenómenos sociales. Con frecuencia sucede que se vive un antagonismo entre lo microsocial (pautado por la subjetividad) y lo macrosocial (pautado por las estructuras). En Cuba se encuentra un buen ejemplo: en la década de 1950, un grupo de jóvenes revolucionarios (microsocial) se hizo consciente, gracias a la educación política (subjetividad) de la importancia de modificar la estructura del país (macrosocial). Hoy Cuba es un país de estructura socialista, pero no todos los cubanos disciernen lo que eso significa, y algunos sueñan con disfrutar, bajo el socialismo, de un estilo de vida capitalista (microsocial).

La educación crítica y cooperativa es capaz de superar ese antagonismo al formar protagonistas o militantes que reproduzcan las bases materiales y espirituales del socialismo, cuyo sustento es la solidaridad.

Para ello, es necesario que la educación sepa situar a educadores y educandos en relación con el pasado y el futuro. Ello solo es posible a partir del aquí y el ahora, del presente. Es nuestro modo de pensar y actuar en el presente lo que resignifica nuestra manera de encarar el pasado y el futuro.

La educación tiene el poder necesario para destronar una racionalidad dominante e introducir otra, siempre que no sea meramente teórica y se vincule a procesos efectivos de producción material de la existencia. Resulta siempre oportuno recordar la observación de Marx de que no nos diferenciamos de los animales por nuestra capacidad para pensar (tal vez las abejas, por ejemplo, posean una lógica algebraica más depurada que la nuestra…), sino por la capacidad de reproducir nuestros medios de subsistencia.

Una educación crítica, liberadora, es la que aspira a conquistar la hegemonía mediante el consenso, mediante prácticas efectivas, y no mediante la coerción ideológica. Debe abarcar todas las disciplinas escolares, desde las ciencias exactas hasta la educación física, superando las relaciones fundadas en la economía del intercambio en aras de una economía solidaria, cuya base sea la cooperación.

Todos sabemos que las relaciones mercantilistas influyen en las concepciones de quienes las adoptan o se dejan regir por ellas. Para citar solo algunos ejemplos, esas relaciones acentúan el individualismo e inciden sobre los mecanismos de relacionamiento en el trabajo, la física moderna, la biología darwinista de la sección natural, etc. Ni siquiera la concepción mecanicista del marxismo, que profesaba la fe en un “irrefrenable determinismo histórico” logró escapar de su influencia. Es eso lo que índuce a los educandos a creer que el mercado obedece a una “ley natural”, y que fuera de él no hay alternativa… Es eso lo que nos lleva, literalmente, a torturar a la naturaleza para que nos suministre sus frutos cuanto antes.

Por tanto, debemos preguntarnos, ¿para qué sirve la educación? ¿Para adaptar a los educandos al status quo? ¿Para transmitir el patrimonio cultural de la humanidad como si fuera el resultado de la acción intrépida de héroes y genios? ¿Para formar mano de obra calificada para el mercado de trabajo? ¿Para adiestrar individuos competitivos?

Una educación crítica y solidaria engloba a todos los actores de la institución escolar: los alumnos, los profesores, los funcionarios y las familias de todos ellos. Y trasciende los muros de la escuela para vincularse participativamente con el barrio, la ciudad, el país y el mundo. Las puertas de la escuela permanecen abiertas a los movimientos sociales, los actores políticos, los artistas, los trabajadores. Y la óptica de su proceso pedagógico enfatiza esta verdad que la lógica mercantilista intenta encubrir: los fundamentos de la evolución de la naturaleza y de la historia de la humanidad están mucho más centrados en la cooperación, en la solidaridad, que en la selección natural, la competitividad y la exclusión.

Una educación crítica y cooperativa es deliberadamente contrahegemónica, y procura ubicar el destino de sus educandos en el destino global de la humanidad. El valor de la escuela se evalúa por su capacidad para insertar a los educandos y los educadores en prácticas sociales cooperativas y liberadoras. Por eso es indispensable que la escuela tenga claridad acerca de su proyecto político pedagógico, en torno al cual debe prevalecer el consenso de sus educadores. Sin esa perspectiva, la escuela corre el peligro de convertirse en rehén de la camisa de fuerza de su currículo, como un mero aparato burocrático de reproducción bancaria del saber.

Si queremos atrevernos a reinventar el futuro, debemos comenzar por revolucionar la escuela, transformándola en un espacio cooperativo en el cual convivan la formación intelectual, científica y artística; la formación de conciencia crítica; la formación de protagonistas sociales éticamente comprometidos con los desafíos de construir otros mundos posibles, fundados en la compartición de los bienes de la Tierra y los frutos del trabajo humano.

Fuente del articulo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=194907

Fuente de la imagen: http://www.radiomundial.com.ve/sites/default/files//styles/618×468/public/field/image/Frei-Betto5.jpg?itok=yMYrMEIM

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Artículo: Educación Crítica Y Pedagogía En El Marco De La Integración “ALBA”

Autor: Gerson José Gómez Escobar

La integración latinoamericana ha estado signada por un proceso histórico complejo, que ha pasado contraproducentemente de una dinámica político – económica a un orden eurocéntrico impuesto, ordenado por la estructura colonial, dirigido por la corona y el clero en el orden latifundista imperante, conocido como Período Colonial. Este régimen semifeudal, orientó la economía de las colonias durante y después de dicho período en todo el territorio latinoamericano, fundamentalmente la de tipo agrícola, siendo el cacao y el café los rubros predominantes en los casos de la economía colombiana, brasilera y venezolana, mono-productor de dichos rubros, fundamentales en el consumo de las grandes metrópolis.
La política y el discurso entre Conservadores y Liberales y la relación intrincada entre éstos y los centros hegemónicos de poder, dieron origen a las relaciones comerciales y el desarrollo intelectual, imperantes durante todo el período colonial; siendo la formación intelectual, un privilegio que fundamentalmente se le otorgaba a quiénes formaban parte de las clases más preponderantes (Liberales o Conservadores), que se ligaban al ejercicio del poder como la lucha por éste, y las versiones intelectuales más innovadoras (el Liberalismo, el Enciclopedismo, el Teísmo Político y la acción de la Revolución Francesa y los Derechos del Hombre) reorientaron esta visión en pro de los nuevos tiempos.
Sobre la base de esta perspectiva, considerando lo anteriormente expuesto, el desarrollo del presente ensayo busca exaltar la Perspectiva Crítica Constructiva de la Educación en América, haciendo énfasis en los valores de cooperación y solidaridad, a fin de reorientar el discurso pedagógico de “Nuestra América”, realizando una comparación desde la perspectiva histórico cultural de la educación colonial con la evolución de la educación contemporánea y el discurso pedagógico de la América Latina
Para ello, primeramente, se inicia el estudio de la educación durante el período colonial, entre mediados del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, resaltando las características principales que definen este proceso educativo, siendo de carácter netamente religioso y dogmático, donde el fin de la educación se orientaba a la adaptación y subordinación de los habitantes del nuevo continente a estos preceptos, regida por los comienzos del movimiento racionalista, apareciendo la concepción civilizadora como modelo educativo.
Es digno de mencionar que en la segunda mitad del siglo XIX en contraposición a las ideas imperantes, surgen grupos anarquistas y socialistas y gobiernos nacionalistas populares que proponen algunas prácticas pedagógicas de trascendencia política. Aunque la educación tenía la concepción de popular, el acceso a la misma era un privilegio sólo para las clases pujantes y poderosas predominantes (Liberales y Conservadores) del momento, ya que el fin de la educación consistía en formar a las élites que ocuparían puestos de poder, y era excluyente en el resto de los sectores de la sociedad (blancos de orilla, pardos, negros e indios).
La influencia de los Estados Unidos de América va a obstaculizar toda iniciativa de unión entre las Naciones Latinoamericanas, una de ellas es la propuesta de Simón Bolívar en el Consejo Anfictiónico de Panamá, en donde se plantea por primera vez, desde la Nueva Granada la visión histórica de la construcción de una Gran Nación. Este ideal se ve truncado por la falta de lealtad de quiénes participaban en la empresa “Libertaria Bolivariana Emancipadora de los Países Participantes”. Sin embargo, más adelante, en el siglo XX, surgen nuevas iniciativas con miras de integración de los pueblos de América, entre ellas cabe destacar el Pacto Andino, la Comunidad del Caribe (CARICOM), la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA), entre otras.
En la actualidad, el Estado como estructura juega un papel importante en el seguimiento y control de los procesos educativos alineados con las instituciones a través de los organismos internacionales, pactos y convenios, que aún a pesar de los cambios y transformaciones que han ocurrido en la humanidad, siguen respondiendo a los intereses del orden mundial de la posguerra, ya no con el concepto de colonialismo sino con una visión neocolonial, siendo la Organización de las Naciones Unidas (UNESCO) el organismo que rige los lineamientos y principios educativos y/o culturales para la preservación de la estructura del poder imperante en el mundo occidental.
La formación en la América del siglo XXI debe tener en cada uno de los niveles de los sistemas educativos de los países que integran la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) el tema de las tecnologías de la Información y Comunicación (TIC); su uso académico debe estar direccionado desde la conformación curricular sobre todo en el tema desde las Políticas Públicas, ya que entre los miembros del ALBA las TIC, solo conforman el currículo de Educación en Ecuador y Venezuela; en el primero de los casos incluida en las Universidades Pedagógicas; y, en el segundo de los casos, en el Programa Nacional de Formación de Educadores (PNFE) en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV).
ALBA e Innovación en América Latina
El ALBA es una forma de integración nueva que surge como una alternativa a la pretensión de los Estados Unidos de América (EUA) por la caída del Muro de Berlín, en la creación de un mundo unipolar con la hegemonía del país antes mencionado y sus aliados del bloque capitalista como son la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la Unión Europea (UE), la Comunidad Económica Europea (CEE), entre otros, que en América pretendían imponer la Alianza de Libre Comercio de las Américas (ALCA) bajo la línea de la supervivencia del más apto y el más fuerte y el robusto cimiente de la tendencia neokeynesciana de capitalismo de Estado, donde la economía funciona en pro de los intereses del Estado Nación E.U.A, libertades hacia afuera y proteccionismo de mercado dentro y fuera según el caso, tendencia que nace del Liberalismo Puro de Adams Smith que premia el individualismo con una tendencia naturalista.
El ALBA, es una visión que reacciona o pretende crear un nuevo clima geo-político regional, a partir de una nueva visión de las relaciones internacionales impulsadas por el Expresidente Hugo Rafael Chávez Frías, quién toca elementos de manera integral: Políticos, económicos, sociales, educativos, del cuidado del ambiente, entre otras cosas de importancia en el mejoramiento de la calidad de vida de los pueblos de la Región. En este orden de ideas, y en lo que se refiere a la materia educativa, es necesario argumentar en tormo a posiciones asumidas y por asumir desde la integración del ALBA y el Discurso Pedagógico Latinoamericano como esencia de los pueblos de la Región.
Las grandes figuras públicas intencionales, promovidas por los grandes medios de comunicación, hacen gala de sus habilidades y destrezas para hegemonizar desde el discurso a las masas populares, donde el uso práctico del lenguaje y las imágenes de distintos planos es esencial para el uso y abuso del poder. La educación en valores iría en detrimento de ese uso práctico del lenguaje hacia la creación de una nueva conciencia crítica transformadora, que permita al ciudadano establecer un criterio con valores propios y de existencia digna. Para exaltar lo antes expuesto, se enfatiza en el discurso de Hugo Rafael Chávez Frías realizado el 27 de Febrero de 2005, en el cual señala, entre otras cosas, que:
“La democracia no es sustentable dentro de un modelo capitalista… Es necesario desde América Latina construir un socialismo al estilo del siglo XXI, que mueran los anteriores socialismos derrotados, y este socialismo puede tener su punto de partida en el desarrollo de espacios de integración de la economía, la política y la cultura, que como el ALBA. Busquen autonomía en los países oprimidos contra los habituales mecanismos disgregadores del imperialismo”.
Incuestionablemente, que el asunto de la educación es fundamental en el proceso transformador, con ética y todo un sinnúmero de valores que deben ser trabajados de manera integral en pro de la creación de una nueva cultura regional (ALBA), se debe hacer un estudio sistemático de los profesionales de la docencia, donde se profundice en el campo de las ciencias sociales, que rescate el discurso historio-geográfico y cultural como elemento esencial en el proceso de desarrollo de los pueblos de “Nuestra América”. De la misma manera, Calello y Neuhaus (2006, p.p. 70), en Hegemonía y Emancipación, señalan que:
“La propuesta no sólo implica construir la civilidad desde la más amplia participación y para derrotar las más antiguas representaciones, sino revertir la dirección del poder militar para enfrentarse al fundamentalismo que intenta saltar las fisuras del discurso hegemónico que engendra el aumento progresivo de la violencia planetaria… Sobre todo lograr la construcción ética de una nueva sociedad política, a través de la erradicación de la corrupción y el fanatismo y el travestismo político”.
Esto es indudable que la propuesta señalada por los autores citados, es indispensable en el plano de la geo-política de América Latina en correspondencia a los centros hegemónicos de poderes tradicionales, señalado al inicio de la redacción. En el campo educativo existe una estructura de poder que según los autores Calello y Neuhaus (2006, p.p. 72): “Está fraccionada por múltiples intereses, corruptela y complicidades que han caracterizado a los partidos políticos”. Son de manera reaccionaria la forma más compleja de resistencia a los cambios reales dentro del sistema educativo en Venezuela y su proyección en América Latina.
Hay que resaltar la importancia y el éxito que en los últimos 7 años ha tenido el gobierno del Expresidente Hugo Rafael Chávez Frías en cuanto al protagonismo internacional y la reestructuración del mapa geo-económico en América Latina, apelando a la fundamentación filosófica del marco legal de la LOE y a la proyección pedagógica de los grandes pensadores latinoamericanos como son Simón Bolívar, Simón Rodríguez, José Martí, Luis Beltrán Prieto Figueroa, entre otros. La educación latinoamericana debe orientarse en pro de las propias raíces culturales e idiosincrasia, características físico-naturales y potencialidades, lo cual implica que el pensamiento liberal tradicional latinoamericano tendría el trabajo acucioso de revisar el Discurso Pedagógico en América Latina.
En este caso es necesario que los maestros asuman el reto como prioridad de afianzar el poder popular y la aplicación de la LOE en políticas públicas, que se le permita a los sectores involucrados promover y consolidar la transformación real del sistema educativo en los distintos planos que amerite, ya sea por medio de Diplomados “Aplicación del Plan de la Patria” y Maestrías en Educación Comparada, que conlleve al maestro a ser educador e investigador al mismo tiempo, que permiten aplicar las estrategias transformadoras de la educación hacia la construcción del Socialismo del Siglo XXI, propuesto por Chávez en sus discursos.
Calello y Neuhaus (2006), en “Hegemonía y Emancipación” manifiestan que “la proclama <> le ha permitido a Chávez construir un escenario de gran protagonismo internacional, ha servido para algunos voceros mediáticos de la contra globalización lo asuman como una de sus figuras emblemáticas…” (p. 53). Partiendo de esta premisa, se tiene entonces que, estos diplomados y maestrías deben entonces vislumbrar logros, alcances y proyecciones en el proceso de trasformación venezolano como plataforma política con una visión de liderazgo regional y desde la perspectiva pedagógica de Venezuela hacia América Latina. Sería una necesidad de quiénes de una u otra manera, están inmersos en este proceso estimular la discusión teórico-metodológica en la cual ha estado inmersa la Nación Venezolana y proyectarlas regionalmente. Valderrama (2004), en “Rumbo Al Socialismo”, plantea que “el gran reto es integrar las ventajas de las empresas públicas (entre ellas la educación), generar una base económica sólida, un paraguas que permita la sostenibilidad de los distintos sectores nacionales, e incluye al 80% excluido e inmerso en una economía de subsistencia y la informalidad, en una economía participativa y protagónica” (p. 52).
Se hace indispensable mencionar que los Estados involucrados en esta forma de integración (ALBA) deben incorporar a los profesionales de la docencia en la formación y en el uso práctico de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, ya que en cada uno de los niveles del sistema educativo el uso de éstas como herramienta puede ser indispensable en los procesos de aprendizaje dentro y fuera del aula; por último, si la intención de las políticas educativas de los organismos internacionales está dirigida a la mejora de (la educación para la vida) en un mundo cada día más exigente, el Estado como política pública debe incluir a las nuevas tecnologías dentro de los programas de educación popular, (no debe ser solo atenuante a la educación privada por todas las limitantes) que genera en cuanto a la apropiación de éstas como herramientas en la vida cotidiana.
Partiendo de estas determinaciones fundadas en el autor citado por Rufino (2010), se puede afirmar que existe un orden que se debe tener en cuenta para organizar una estructura curricular y que las necesidades sociales deben ser determinantes al establecer la organización del mismo, en función a las necesidades reales que se determinen de manera sistemática en un espacio-tiempo determinado. En este sentido, debe haber un compromiso ligado al ejercicio de la profesión que tiene que ver con cualidades atenuantes a ésta, tal como lo señala Moacir (2008), cuando cita a Pablo Freire de “La Escuela y el Maestro”, en donde se argumenta que:
“Para ser maestro se necesita: Rigurosidad metodológica, investigación, respeto a los saberes de los educandos, criticidad ,ética, estética, dar cuerpo a las palabras a través del ejemplo, tomar riesgos, aceptar lo nuevo, rechazar cualquier forma de discriminación, reflexión crítica sobre la práctica y asumir identidad cultural, tener conciencia de lo infinito, reconocerse como un ser condicionado, respetar la autonomía del ser educando, tener buenos sentidos, ser humilde, tolerante, aprender de la realidad, ser alegre y esperanzador, estar convencido de que el cambio es posible, ser curioso. Ser competente a nivel profesional, ser generoso y comprometido y ser capaz de intervenir en el curso del mundo”.
Con lo antes mencionado, se puede afirmar que estas cualidades están estrechamente ligadas al compromiso con la sociedad, la pedagogía, la ciencia, el desarrollo emocional y ¿por qué no? con los procesos históricos en la formación de las nuevas generaciones.
REFERENCIAS
Bergoya W., y Sierra R. (2005). Pedagogía de los Valores. Colombia: Editorial San Pablo.
Calello, Hugo. (1970). La Ciencia en Venezuela. “Desintegración del Estado Liberal en América Latina.
Moacir, G. (2008). La Escuela y el Maestro. Centro Internacional Miranda. Caracas – Venezuela: Ediciones Río Turco.
Calello, H., y Neuhaus, S. (2006). Hegemonía y Emancipación. Caracas – Venezuela: Monte Ávila Editores, C.A.
Ruffino, J. (2010). Educación y Currículo. Venezuela: Universidad de Carabobo. Disponible en: http:/www.sihare.net. (Consultado en fecha, 12 de Septiembre de 2014).
Valderrama, T. (2004). Rumbo al Socialismo. Ediciones de la Gobernación de Anzoátegui
Santaella, C. (2010). Ética y Deontología. Venezuela – Maturín. Disponible en: http://www.monografias.com/trabajos87/etica-y-deontologia/etica-ydeontologia.shtml. (Consultado en fecha, 12 de Septiembre de 2014).

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Metas de la Educación Crítica

Una educación crítica y liberadora debe tender a construir una civilización solidaria, libre de opresión y desigualdad social.

Todos vivimos bajo la hegemonía del pensamiento único neoliberal y de la economía capitalista centrada en la apropiación privada de la riqueza. El neoliberalismo, cual virus que se esparce de manera apenas perceptible, se introduce en los métodos pedagógicos y en las teorías científicas; en fin, en todos los ramos del conocimiento humano. De ese modo se afianzan progresivamente ideas y actitudes que fundamentan la ética (o la falta de ética) de las relaciones entre los seres humanos y de los seres humanos con la naturaleza.

En la lógica neoliberal la inclusión del individuo como ser social es medida por su inserción en el mercado como productor y consumidor. Las relaciones humanas son determinadas por la posesión de mercancías revestidas de valor. Es el fetiche denunciado por Marx.

Esa inversión relacional, según la cual la mercancía tiene más valor que la persona humana, y la persona humana es valorada en la medida en que ostenta mercancías de valor, contamina todo el organismo social, incluyendo la educación y la religión, según denunció el papa Francisco el 22 de diciembre al señalar las “15 enfermedades” que corroen a la Curia Romana.

De ahí se deriva una ética perversa, que destaca como valores la competitividad, el poder de consumo, los símbolos de riqueza y poder, la supuesta mano invisible del mercado. Tal perversión ética debilita los organismos de fortalecimiento de la sociedad civil, como los movimientos sociales, los sindicatos, las asociaciones de barrio, las ONGs, los partidos políticos… El patrón adoptado ya no es el de la alteridad y de la solidaridad sino el del consumismo narcisista y el de la competitividad.

¿Cómo superar hoy ese patrón de vida capitalista que, aunque no se afiance en nuestro ambiente social, predomina muchas veces en nuestra mentalidad? En ello la educación ejerce un papel preponderante para que las nuevas generaciones no se sientan obligadas a adaptarse al nuevo “determinismo histórico”: la hegemonía del mercado.

Hoy día un arma poderosa para la superación del neoliberalismo es la educación critica y cooperativa, capaz de crear nuevos parámetros de conocimiento y de suscitar nuevas prácticas emancipatorias. Sobre todo cuando ella se vincula con movimientos sociales de defensa de los derechos humanos y de mejoramiento de la democracia.

Es a través de la educación como se moldean las subjetividades que imprimen significado a los fenómenos sociales. Con frecuencia sucede que se vive un antagonismo entre lo microsocial (normado por la subjetividad) y lo macrosocial (normado por las estructuras). Profesamos una ética que no practicamos y una democracia que no admitimos cuando ocupamos una función de poder.

Buenos ejemplos de coherencia entre lo micro y lo macrosocial son Gandhi, Luther King y Chico Mendes: a partir de sus ideales específicos -lucha contra el imperialismo británico, la discriminación racial y la degradación ambiental- lograron modificar las estructuras e implantar nuevos parámetros éticos en las relaciones personales y sociales.

Frei Betto es escritor, autor de “reinventar la vida”, entre otros libros.
www.freibetto.org/> twitter:@freibetto.
Traducción de J.L.Burguet

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2015/03/14/metas-de-la-educacion-critica/#.V3FFnWjhCUk

Imagen: http://2.bp.blogspot.com/-bgUkdG9qQPI/VQFt6vly1II/AAAAAAAArpo/BMGMFW8UQ8c/s1600/Untitled-1.png

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