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Mèlich: Pandemia, punto para empezar a educar en una pedagogía de la finitud

Por Carme Picart

La pandemia por coronavirus tiene que ser un punto de inflexión para «empezar a educar en una pedagogía de lo incierto y de la finitud», que son «lagunas del sistema educativo y de la sociedad occidental», ha expresado el profesor de Antropología y Filosofía de la Educación en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Joan Carles Mèlich.

En una entrevista con Efe, el especialista en antropología de la educación ha observado el alcance «suficientemente amplio y profundo de la actual pandemia para tratarla desde el punto de vista pedagógico» e «iniciar un proceso de reflexión sobre la muerte y la condición humana utilizando los recursos adecuados a cada etapa».

Para ello, Joan Carles Mèlich ha propuesto que «los mensajes de fragilidad, precariedad y finitud que nos deja la pandemia se aborden desde el arte, el cine o la literatura» y «no nos limitemos a estudiarla con datos científicos».

En este sentido, el profesor ha recurrido a establecer paralelismos con la obra ‘La Peste’, de Albert Camus, donde se cuenta la historia de unos doctores que descubren el sentido de la solidaridad en su labor humanitaria, para observar que «las relaciones humanas son, a lo largo de la historia, una constante».

«La aceptación del sentido de la culpa y la necesaria autocrítica» son otros legados de la pandemia que «podemos enseñar recordando cómo los griegos culpaban a los bárbaros de sus desgracias y problemas», ha añadido Joan Carles Mèlich.

Como en la Grecia Clásica, «nosotros buscamos culpables externos, que en este caso visualizamos en los chinos o la Organización Mundial de la Salud», en una «manifiesta incapacidad de reconocer que quizás con nuestras conductas hemos favorecido también la aparición del virus que ha provocado la pandemia», ha señalado el profesor.

Para aproximarnos al concepto de finitud, Joan Carles Mèlich propone la observación y análisis del cuadro ‘Triunfo de la muerte’, de Pieter Bruegel, «una antología sobre otra pandemia, la peste negra, donde la muerte es una constante y se refleja en imágenes como las agujas de un reloj en forma de esqueleto humano o en numerosos niños fallecidos».

La pandemia ha significado el fallecimiento de muchas personas, «cuando nosotros nos hemos acostumbrado a silenciar la muerte», ya que los avances científicos y tecnológicos en el primer mundo «son tan potentes que nos han hecho olvidarla», ha subrayado el filósofo.

Hasta el siglo XX, la mortalidad infantil «era tan elevada que todas las familias habían visto morir a alguno de sus pequeños», pero ahora «gracias a los grandes avances médicos, la mortalidad en niños se ha reducido tanto que atribuimos a un fracaso de la ciencia y de la medicina cualquier muerte infantil», lo que «no deja de ser una triste falta de aceptación de nuestras limitaciones y de la finitud», ha remachado Joan Carles Mèlich.

Al primer mundo «le falta conciencia de la finitud», por lo que «sufrimos la muerte siempre como una tragedia», cuando «es tan natural como la vida», ha reflexionado el filósofo.

Otro de los recursos que ha propuesto el profesor para educar en el concepto de finitud desde la pandemia es la película ‘Contagio’, de Steven Soderbergh, porque relata una epidemia similar a la de la COVID-19, aunque en un sentido más profundo ha recurrido al análisis de ‘El Séptimo Sello’, de Ingmar Bergmann, por su «búsqueda de respuestas a las preguntas clave de la vida».

El profesor se ha referido también a enseñar la «gran intuición pedagógica de Montaigne, que en el siglo XVI propugnaba que preparar para la muerte es formar para la vida y para la libertad», porque «quizás el virus acabe, pero la muerte no lo hará».

Desde la literatura, ha propuesto analizar la pandemia y el sentido de la muerte a partir de la ‘Odisea’, de Homero; y de ‘Muerte en Venecia’, de Thomas Mann, un libro entre la belleza y la enfermedad enmarcado en una ciudad que se hunde poco a poco y sufre una epidemia de cólera.

Del mismo modo que la aparición del Sida, que es otra pandemia contemporánea, significó la introducción de la educación sexual en los colegios, el coronavirus debe ser el punto para empezar a educar en una pedagogía de la finitud, «una cita educativa inaplazable» para «normalizar lo efímero y evitar traumas por la no aceptación de la muerte», ha enfatizado el filósofo.

La actual sobreprotección de los niños y los jóvenes en el primer mundo ante la muerte es «un grave error que los desconcierta y los debilita» y un «equivocado mecanismo autoprotector para los adultos ante el sufrimiento del menor», a quienes incluso «se esconde el fallecimiento de sus mascotas», ha observado el filósofo, que ha apelado «a la vital importancia de sentir, con normalidad, que vamos a morir, para poder vivir con plena consciencia».

Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/Melich-Pandemia-empezar-pedagogia-finitud_0_1036596618.html

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La educación emocional, clave para la enseñanza-aprendizaje en tiempos de coronavirus

Por: Mayra Bosada/Redacción de Educaweb

 

Incluir la educación emocional en el currículum y poner el énfasis en el desarrollo de las habilidades socioemocionales del alumnado, profesorado y familias facilitará la mejora de la enseñanza-aprendizaje en un contexto de crisis sanitaria, aseguran las y los especialistas.

La pandemia del COVID-19 ha causado un fuerte impacto psicológico en la comunidad educativa y la sociedad en general. El cierre de los centros educativos, la necesidad del distanciamiento físico, la pérdida de seres queridos, del trabajo y la privación de los métodos de aprendizaje convencionales han generado estrés, presión y ansiedad, especialmente entre los docentes, el alumnado y sus familias, asegura la UNESCO en su informe Promoción del bienestar socioemocional de los niños y los jóvenes durante las crisis (2020).

Para abordar y contrarrestar la ansiedad social y la carga emocional que ha desatado el COVID-19 en la comunidad educativa es más necesario que nunca desarrollar habilidades socioemocionales entre el profesorado, las familias y sobre todo los y las estudiantes, afirman diversos organismos internacionales. Pero ¿cómo conseguir que la educación emocional sea una realidad tanto en tiempos de coronavirus como en circunstancias normales? En este monográfico, expertos y fuentes consultadas aportan propuestas para facilitar que la educación emocional esté cada vez más presente y se incluya de forma explícita en el currículum educativo.

La importancia de la educación emocional antes, durante y después del coronavirus

La educación emocional «es un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo humano, con objeto de capacitar para la vida y con la finalidad de aumentar el bienestar personal y social«, según la definen Rafael Bisquerra y Nuria Pérez, investigadores de la Universitat de Barcelona.

Toda crisis, desde guerras hasta pandemias como la que se vive actualmente por el COVID-19, conlleva fuertes respuestas emocionales negativas, como pánico, estrés ansiedad, rabia y miedo. Desarrollar en las personas habilidades de aprendizaje socioemocional ayuda a que las situaciones estresantes se aborden con calma y con respuestas emocionales equilibradas. Además, estas competencias permiten fortalecer el pensamiento crítico para tomar decisiones mejor informadas en la vida, señala la UNESCO.

«Si no se atiende al desarrollo emocional de forma apropiada, lo más probable es que haya un incremento de ansiedad, estrés, depresión, consumo de sustancias, comportamiento sexual de riesgo, impulsividad descontrolada, violencia, etc. Hay estudios que señalan esto desde antes del coronavirus, y en el contexto actual hay elementos que lo van a incrementar. La conclusión sería tomar conciencia de la importancia de la prevención. Lo cual pasa por una educación emocional que cumpla con los requisitos mínimos señalados por las investigaciones«, afirma por su parte Bisquerra, presidente de la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar (RIEEB) en entrevista a Educaweb.

Asimismo, otros expertos en educación emocional coinciden en que las situaciones de miedo y estrés tienen un impacto negativo en la salud y la habilidad para aprender de todas y todos los estudiantes. Por ello, la Asociación Española de Educación Emocional advierte que el sistema educativo y todos los profesionales de la educación deben ser conscientes de que la enseñanza-aprendizaje solo podrá ser efectiva a partir de un equilibrio emocional y una salud mental adecuada del alumnado. De ahí la importancia de la educación emocional.

La educación emocional, ausente del currículum de todas las etapas

La educación emocional no figura en el currículum de ninguna etapa educativa en España. «La implantación de la educación emocional es claramente insuficiente, cuando no totalmente ausente, tanto en cantidad como en calidad», asegura Bisquerra.

Diversas investigaciones revelan que introducir explícitamente en el currículum la impartición de las habilidades socioemocionales tiene una fuerte correlación con un mejor desempeño académico. Además, la falta de educación emocional en los sistemas educativos puede dar como resultado pérdidas en la productividad de hasta un 29% del Producto Interior Bruto, advierte la UNESCO.

Por todo ello el organismo insta a los gobiernos a integrar el aprendizaje de competencias socioemocionales en toda la educación, formal, no formal e informal, y en todos los niveles, implantándolas como una necesidad en los objetivos fundamentales de la enseñanza-aprendizaje, y asignando tiempo suficiente en el currículum para su desarrollo. También recuerda que los programas de educación emocional eficaces deben ser científicamente rigurosos y empíricos, así como participativos e inclusivos.

En el proyecto de ley de la LOMLOE se menciona de forma explícita la necesidad de trabajarla en todas las áreas de la Educación Primaria y Secundaria. ¿Será este un indicador de que la educación emocional podría cobrar más protagonismo en el currículum?

Formación en educación emocional, necesaria para toda la comunidad educativa

Más allá de que la educación emocional forme o no parte del currículum, un factor esencial para que esta se desarrolle en el contexto educativo es contar con un profesorado bien formado, que sepa gestionar sus propias emociones y que esté preparado para que los y las estudiantes adquieran las habilidades socioemocionales necesarias para afrontar diversas situaciones.

No obstante, más del 90% de los y las docentes no han recibido nunca formación en educación emocional «de forma sistemática, fundamentada en las investigaciones científicas y suficiente en cantidad (tiempo) y calidad», asegura Bisquerra. «El profesorado que sí se ha formado, en general, lo ha hecho por su cuenta y riesgo, dedicándole tiempo, esfuerzos y presupuestos».

En ello coinciden también Xavi Corbella y Martín Merlo, docentes de la Fundació Siuriana, en su artículo para Educaweb, y señalan que, a diferencia de lo que sucede con las asignaturas ya existentes en el currículum, «la educación emocional implica más que un manejo teórico, involucra el manejo de las propias emociones y este punto no es trabajado en la formación curricular del docente».

Para mejorar la formación de los docentes en el ámbito socioemocional, la UNESCO hace las siguientes recomendaciones en su informe Promoción del bienestar socioemocional de los niños y los jóvenes durante las crisis (2020).

  • Incluir las habilidades socioemocionales en los programas de formación docente, tanto en la formación inicial como en la práctica de la docencia, y en programas de desarrollo profesional, a fin de abordar el estrés e impulsar las competencias emocionales y sociales en el aula.
  • Garantizar que los directores de los centros educativos asignen tiempo a los docentes para su formación socioemocional y les den la oportunidad de adquirir estas habilidades.
  • Promover la comunicación y la creación de redes entre docentes. Es decir, crear comunidades de prácticas entre el profesorado dentro de los centros educativos y entre escuelas distintas para fomentar el aprendizaje de las habilidades socioemocionales, el apoyo mutuo y el bienestar continuos.

Al respecto, Susanna Arjona BorregoMiembro de la Red de Expert@s del Col·legi de Pedagogs de Catalunya, señala en su artículo para Educaweb que «el momento nos reclama flexibilidad y creatividad. También la necesidad de crear red, cooperar entre todos los agentes educativos. Hoy, la gestión de cada centro, el equipo directivo y el director o directora como líder y gestor emocional de su equipo, es básico».

Asimismo, conseguir que el alumnado y el profesorado adquieran competencias socioemocionales no pasa solo por facilitar la formación docente en educación emocional, «y su consiguiente abordaje transversal en el currículo, sino que es igualmente necesario formar a las familias«, propone la orientadora educativa Laura Carpintero en su artículo para Educaweb.

De hecho, la evidencia obtenida en países afectados por crisis similares a la pandemia del COVID-19 indica que se pueden mitigar los efectos adversos del estrés y la ansiedad provocada por esta situación si los niños y las niñas tienen relaciones positivas con sus familias y con docentes que hayan logrado un buen manejo de las habilidades socioemocionales y que desarrollen actividades explícitas de aprendizaje socioemocional. «Esto facilita a los y las estudiantes sanar experiencias traumáticas y regresar a una vida normal», advierte la UNESCO. De ahí la importancia de que la formación en habilidades socioemocionales llegue a toda la comunidad educativa.

La alerta sanitaria, ¿una oportunidad para potenciar la educación emocional?

La alerta sanitaria constituye una oportunidad para que la educación emocional cobre importancia entre la comunidad educativa y las administraciones, coinciden los expertos. De hecho, diversas AMPAS, colectivos de docentes y grupos políticos han propuesto que en el próximo curso escolar se le dé más relevancia y se incluya en el currículum de todas las etapas educativas para que se imparta de forma sistemática y transversal lo antes posible.

La educación emocional está más presente a raíz de la pandemia, según las fuentes consultadas. Así lo indica que durante la crisis sanitaria se haya hecho hincapié, incluso desde el Ministerio de Educación y Formación Profesional, en la necesidad de proporcionar herramientas de educación emocional a la comunidad educativa.

Por lo anterior, se han lanzado diferentes recursos y apoyo, entre ellos el proyecto Emocrea en casa, desarrollado por docentes de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna. Emocrea (Educación emocional y creatividad) es la asignatura obligatoria que se ha establecido en Canarias desde 2014, y que a raíz de la pandemia ha tenido que desarrollarse a distancia creando materiales didácticos para trabajar las competencias emocionales desde los hogares, «para dar una respuesta inmediata a la necesidad de las familias y los y las docentes de paliar los efectos emocionales dañinos del confinamiento», señalan sus creadores.

La oferta formativa al respecto crece en formatos de programas de posgrados i másteres en el país y fuera, y se han organizado eventos virtuales alrededor de esta materia en tiempos de coronavirus. Como ejemplo se encuentra el ciclo de seminarios sobre inteligencia emocional en crisis que ofrece la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar (RIEEB), a los que se puede acceder a través de la página web de esta entidad.

Asimismo, existen diferentes proyectos educativos, iniciativas y redes de centros que, más allá de la pandemia, promueven la educación emocional. Se trata de proyectos de centro o incluso de comunidades autónomas.  Es el caso del programa Educación responsable de la Fundación Botín y la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria; o bien la Red Extremeña de Escuelas de Inteligencia Emocional. También existen recopilaciones de buenas prácticas de educación emocional en los centros escolares, como las de la Generalitat de Catalunya.

No obstante, hay que tener presente que, si bien se hacen esfuerzos por llevar la educación emocional a los centros educativos, esta solo será efectiva si cumple ciertas pautas. «Cuando se analizan con un poco de profundidad las prácticas reales se observa que no tienen la efectividad esperada. Muchas veces esto es debido a que no se cumplen los requisitos necesarios y a que todavía hay gente que cree que a cualquier cosa se la puede denominar educación emocional. Pero esto no es así», afirma Bisquerra.

Recomendaciones para que la educación emocional sea efectiva

Para una educación emocional efectiva, sea en un contexto de crisis o no, se necesitan los siguientes ingredientes, según los expertos y fuentes consultadas:

  1. Implantar la educación emocional explícitamente en el currículum de todas las etapas educativas y como parte de los objetivos fundamentales de la enseñanza-aprendizaje.
  2. Determinar las competencias socioemocionales a desarrollar en cada nivel educativo.
  3. Formar al profesorado en educación emocional, tanto en su formación inicial como en la permanente. Para que la formación tenga garantías de éxito es necesario que los y las docentes estén sensibilizados sobre la importancia de la educación emocional, además de aprender a gestionar sus emociones y así alcanzar también una salud emocional.
  4. Desarrollar actividades de educación emocional cuya eficiencia haya sido comprobada.
  5. Coordinar al profesorado para que la educación emocional sea un trabajo en equipo por parte de la comunidad educativa, incluyendo a las familias.
  6. Adoptar un modelo de educación emocional que sea a largo plazo y que cubra toda la escolarización, con técnicas activas, participativas y experienciales.
  7. Llevar a cabo un plan de evaluación de estos programas que permita analizar el impacto de su realización y obtener la información necesaria para la mejora de estos.

Fuente e imagen:  https://www.educaweb.com/noticia/2020/05/27/educacion-emocional-clave-ensenanza-aprendizaje-tiempos-coronavirus-19205/

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Educación emocional Resiliencia en tiempos de pandemia

Por: Educación 3.0.

 

Una buena autoestima, autonomía, empatía y un entorno familiar afectivo son claves para desarrollar la resiliencia, una cualidad necesaria en estos tiempos de crisis sanitaria. Silvia Arribas, Joana Jauregizar e Itziar Kerexeta, profesoras de la Universidad Pública del País Vasco y colaboradoras de airea-elearning, ahondan en el significado y claves de este concepto.

El concepto de ‘resiliencia’ procede de la palabra latina ‘resilio’ (Kotliarenco, Cáceres y Fontecilla, 1997), que significa volver atrás o rebotar. Se trata de un concepto originariamente utilizado en el ámbito de la física para hacer referencia a la capacidad de un material para recobrar su forma original o su resistencia a un golpe, choque o percusión. Posteriormente, el concepto fue adaptado a las ciencias sociales para hacer referencia a la resistencia al sufrimiento y a la capacidad de, además, salir fortalecido de dichas experiencias de sufrimiento.

Así, el origen del estudio de la resiliencia en el ámbito de la Psicología y Psiquiatría se centró en investigaciones que trataban de entender por qué algunos niños que vivían en contextos muy adversos (enfermedades mentales de los padres, problemas perinatales, abandono, abuso, guerra, hambre…) no desarrollaban problemas psicológicos.

Precisamente, fue en uno de estos contextos extremadamente adversos en el que vivió Boris Cyrulnick, autor de múltiples publicaciones sobre la temática, que fue testigo del holocausto nazi durante su infancia. Nacido en Burdeos en 1937 en una familia judía, Boris Cyrulnik sufrió la muerte de sus padres en un campo de concentración nazi del que logró huir cuando sólo tenía 6 años. Tras la guerra, deambuló por centros de acogida hasta acabar en una granja de la beneficencia. Por suerte, unos vecinos le inculcaron el amor a la vida y a la literatura y pudo educarse y crecer superando su pasado.

Resiliencia en tiempos del COVID-19

Resiliencia en tiempos de pandemia

Sin caer en la ingenuidad y siendo conscientes de que las situaciones traumáticas o las crisis globales como la que estamos atravesando a raíz del COVID19 afectan en mayor medida a personas más vulnerables, vemos en el ejemplo de Boris Cyrulnick una llamada a la esperanza y a creer en lo positivo de estos procesos.

Existen algunos factores personales que favorecen la resiliencia como es una buena autoestima, la orientación y motivación al logro, la conciencia de la auto-capacidad para la superación, la autonomía y la empatía. A nivel socio-cultural también será de ayuda contar con una buena red de apoyo, una figura o tutor de resiliencia y un entorno familiar cohesionado y afectivo.

Pero, ¿qué es un tutor de resiliencia? Es una persona que, siendo consciente de ello o sin percatarse, es investido de una influencia orientadora sobre la persona que vive alterada su seguridad después de un trauma. En palabras de Boris Cyrulnik (1999), “un tutor de resiliencia es alguien, una persona, un lugar, un acontecimiento o una obra de arte que provoca un renacer del desarrollo psicológico tras el trauma. Casi siempre se trata de un adulto que encuentra al menor y que asume para él o ella el significado de un modelo de identidad, el viraje de su existencia. No se trata necesariamente de un profesional”. Un encuentro significativo puede ser suficiente “para permitir a la persona desarrollar sus fortalezas internas, su capacidad de resolver problemas y de entablar relaciones con los demás”, añadiría Grotberg (2006), “desarrollándose de manera óptima a pesar de su vulnerabilidad”.

¿Recuerdas quién pudo jugar este papel de tutor de resiliencia para ti cuando eras menor? ¿Crees que estás siendo el modelo de alguno de tus alumnos menores con los que te relacionas?

Fuente del artículo: https://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/educacion-emocional/resiliencia-en-tiempos-de-pandemia/

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Vídeo: ¿Cómo abrir el corazón desde la educación? por Amanda Céspedes

Por: TEDxUCHILE.

El buen trato y la sana convivencia vienen instalados en el cerebro infantil desde antes de nacer; son un espléndido potencial que muestra que la especie humana es una especie programada para la paz, pero este potencial debe ser actualizado desde el papel educador del adulto. Médico cirujano, egresada de la Universidad de Chile, especializada en Psiquiatría Infanto Juvenil en la misma universidad. Posee posgrados en Psiquiatría y Neurología Infanto Juvenil, y en Neuropsicología, por la Universidad Degli Studi, Turín, Italia. Se desempeña como neuropsiquiatra infanto juvenil y es académica en diversas universidades chilenas. Especialista en desarrollo emocional y afectivo de niños y niñas, ha sido directora del Instituto de Neurociencias Aplicadas a la Educación y la Salud Mental del Niño. Ha puesto al servicio de la educación su experiencia como médico especializada en psiquiatría infantil y juvenil, proponiendo una visión innovadora para aplicar el modelo de neurociencias como una teoría integradora, no sólo para la pedagogía, sino para la educación en su concepción más amplia. Es autora y co-autora de libros como “100 preguntas sobre educación escolar” (2015) y “Esos locos bajitos” (2015).

Fuente de la reseña: https://www.youtube.com/watch?v=o1eEAd0Inew

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Entrevista a Silvia Congost: “Debemos educar para prevenir la dependencia emocional en los jóvenes”

Por: Jennifer Tejada

Hablamos con Silvia Congost, experta en dependencia emocional y autoestima, sobre la necesidad de educar a los jóvenes en la gestión y autorregulación emocional y sobre cómo factores como la familia, la escuela o las nuevas tecnologías influyen en su desarrollo personal.

“Más educar en emociones y menos memorizar datos que podemos encontrar en Internet con un solo clic”. Así defiende Silvia Congost, psicóloga experta en dependencia emocional y autoestima y autora de varios libros sobre esta materia, la necesidad de un cambio en la forma actual en la educación de los jóvenes.

Congost habla sobre la dependencia emocional, cómo prevenirla y contribuir así a que los menores se conviertan en adultos emocionalmente independientes. Además, explica cómo la baja autoestima y el mal uso de la tecnología influyen en cómo se relacionan con los demás.

Pregunta: ¿Qué es la dependencia emocional?

Respuesta: Es la incapacidad que sentimos a la hora de querer terminar una relación, cuando es evidente que deberíamos cortarla, ya sea porque se acabó el amor por parte de uno de los dos o ambos o porque uno no encaja con lo que el otro busca. Otro motivo puede ser que por el hecho de estar en pareja uno no puede ser quien es al cien por cien y se va perdiendo a sí mismo, o porque hay maltrato psicológico o físico.

Cuando vivimos uno de estos tres casos y aun así la idea de dejar la relación nos genera pánico, nos paraliza y hace imposible que lo dejemos, es entonces cuando existe dependencia emocional y, por tanto, iniciamos una lucha para conseguir estar bien, que la relación funcione, que dejemos de sufrir y todo vaya según lo esperado (de acuerdo con esa idea romántica del amor que nos han contado).

dependencia emocional

P: ¿Tiene relación directa con la autoestima?

R: Siempre que hay dependencia emocional, nuestra autoestima se ve dañada porque el miedo a quedarnos sin la otra persona nos hace conectar con una sensación de incapacidad, de poca valía, de miedo a no encontrar a nadie más y en consecuencia, nuestro autoconcepto se vuelve más negativo. Hay ocasiones en las que la falta de autoestima es la que nos lleva a generar ese enganche tóxico. Otras veces es la propia relación tóxica y el hecho de no alejarnos de ella lo que provoca que nuestra autoestima acabe resintiéndose.

R: Creo que uno de los principales motivos, aparte de tener una baja autoestima, que eso seguirá existiendo siempre, son nuestros modelos de referencia. Es decir, mientras los jóvenes sigan viendo en sus padres un modelo de relación tóxico: padres que no se aguantan pero siguen juntos, que no se aman y lo demuestran por cómo se tratan, los que siguen juntos solo por los hijos, los que aguantan situaciones de maltrato, de infidelidades, etcétera… es muy probable que ellos perpetúen las relaciones tóxicas. Los jóvenes viven el amor de otra forma, pero cuando se comprometen al madurar, repiten los mismos errores que sus padres.

«Los jóvenes viven el amor de otra forma, pero cuando se comprometen al madurar, repiten los mismos errores que sus padres»

P: ¿Cómo están afectando las nuevas tecnologías y las redes sociales a las relaciones amorosas de los adolescentes? ¿qué peligros implican?

R: El problema más común es que si se acostumbran a hablar mucho a través de las redes, después cuando están cara a cara tienen más dificultades para comunicarse, expresar sentimientos, etcétera. A veces incluso no saben qué decirse. Las redes tienen muchos aspectos positivos, pero no debemos permitir que los aíslen o que lleguen a sustituir quedadas con los amigos o participar en actividades sociales.

«Las redes tienen muchos aspectos positivos, pero no debemos permitir que los aíslen o que sustituyan quedadas con los amigos y actividades sociales»

El uso continuado de las redes también hacen mucho más fácil el contacto inmediato con otras personas que les puedan atraer, y eso si tienen pareja puede tener consecuencias devastadoras para quien es engañado. Aunque eso ya depende de los valores y la forma de ser de cada uno.

P: ¿Existen pautas para asegurar que las generaciones futuras sean más independientes (emocionalmente) y tengan relaciones sanas? ¿Cómo se previene la dependencia emocional?

R: Yo creo que los principales responsables de eso, sin ninguna duda, son los padres. Ellos deberían preguntarse: ‘¿Si mi hijo el día de mañana tiene una relación exactamente como la mía y se siente igual que me siento yo con mi pareja, me sentiré orgulloso de lo que le he enseñado?’. Es clave tener en cuenta de que son ellos los que educan con el ejemplo. Eso de decirle al hijo ‘Cariño, no cometas los mismos errores que yo’ no sirve de nada. Hay que enseñar con nuestra conducta, no con las palabras. Hazlo primero tú, y verás como ellos lo aprenden.

 

«Los padres deben enseñar con su conducta, no con las palabras»

Por otro lado, está claro que en las escuelas falta mucha conciencia y muchísima educación emocional en ese sentido. Más educar en emociones y menos memorizar datos que podemos encontrar en Internet con un solo clic. La responsabilidad de educar a los jóvenes en este sentido es tanto de los docentes como de las familias.

R: Desde que empiezan a ir a la escuela, adaptando a su edad el tipo de lenguaje, cuentos, historias, dinámicas… Es importantísimo identificar y poner nombre a las emociones y desarrollar la empatía y la compasión para relacionarnos desde el amor con los demás, y la autoestima para tener una buena relación con uno mismo.

P: ¿Qué formación necesita el profesorado para evitar este problema?

R: En mi opinión, en primer lugar deberían someterse ellos mismos a un proceso de autoconocimiento y crecimiento personal para sentirlo y vivirlo en primera persona. Para saber qué es lo importante a potenciar, qué es lo que hay que tratar de identificar y lograr. Cada niño es diferente y viene de un entorno diferente, de una familia diferente, con unos padres diferentes. Y cada niño es un ser humano con unas carencias, algunos más, otros menos. Pero todos tienen hambre de amor, de cariño y una gran necesidad de aprender a amarse a sí mismos, a valorarse y de aprender a ser su mejor versión. Solo así podrán desarrollar una buena autoestima y serán capaces de poner límites en el futuro cuando estén en una relación que no les convenga y sea tóxica para ellos.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/silvia-congost-educar-prevenir-dependencia-emocional-jovenes/

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Así se sabe si un niño es feliz en clase

Por: Ana Camarero

Las buenas relaciones sociales son el primer factor para fomentar el bienestar subjetivo de los menores

Una niña, estudiante de cuarto de primaria del colegio Fernando de Rojas de Burgos, pidió un “banco de la amistad” para el patio del colegio, con el objetivo de combatir la soledad que muchos niños sufren durante el recreo. Un recurso para que los estudiantes que se sintieran solos encontraran un compañero al que poder contarle cómo se sienten o si hay algo que les preocupa. Un lugar donde poder compartir. Una propuesta nada baladí puesto que, como afirma Rafael Bisquerra, director del posgrado en Educación Emocional y Bienestar de la Universidad de Barcelona, en cualquier edad y, sobre todo, durante la infancia y la adolescencia, “las buenas relaciones sociales son el primer factor en importancia para favorecer el bienestar subjetivo. Pero también hay otros como son: la salud, si bien lo que afecta es la pérdida de la salud como factor de malestar; la autoestima; y sentirse útil e importante (saber que los adultos, padres y profesores saben que el niño sirve para algo)».

Por eso, el bienestar subjetivo de los niños y niñas es motivo de estudio desde hace algún tiempo. Expertos de distintas partes del mundo lo estudian y analizan con el objetivo de conocer qué percepción tienen de su vida los seres humanos durante su infancia, adolescencia y primera juventud. Para acercarse más a este conocimiento, Unicef-Comité Español ha hecho público el primer Barómetro de opinión de infancia y adolescencia 2019, recogiendo las opiniones de 8.500 niños, niñas y adolescentes, de entre 11 y 18 años, que ayuden a definir y orientar las políticas públicas para esta franja de la población española. Unos resultados que muestran que los niños y adolescentes valoran positivamente su vida, asignándole 7,6 puntos sobre 10, una nota que se reduce a mayor edad y, sobre todo, en el tránsito de 12 a 13 años.

Lucía Losoviz, responsable del programa Ciudades Amigas de la Infancia de Unicef España, explica que este documento es una herramienta que les permite extraer conclusiones de los motivos o causas que llevan a los niños y niñas a tener esas opiniones/respuestas, ofreciendo una información cualitativa. “Los motivos por los que existe una reducción de bienestar durante ese tránsito de edad están relacionados con distintas causas. Primero, con el paso de la escuela primaria a la secundaria. La escuela en primaria es un espacio protector, afectivo, donde existe una relación cercana con el profesorado, a diferencia del instituto donde, según el mismo barómetro, las relaciones con el profesorado decaen. Segundo, con el hecho de que las niñas manifiestan estados más bajos de bienestar, a diferencia de los chicos, debido a los cambios hormonales y la aparición de la menstruación, que influyen en las relaciones con sus pares, en sus estados de ánimos, etcétera”, agrega Losoviz.

Ferrán Casas, catedrático de Psicología Social y coordinador del Equip de Recerca en Infància, Adolescència, Drets dels Infants i la seva Qualitat de Vida (ERIDIQV) de la Universitat de Girona, define el bienestar subjetivo como la valoración que cada persona hace de su propia vida. Sin embargo, si se profundiza un poco más, afirma Ferrán Casas, “hablamos de la teoría tripartita del bienestar que recoge afectos positivos y negativos más cogniciones porque, desde hace mucho tiempo, sabemos que los humanos pueden convivir con afectos negativos y positivos; es decir, que no son contrapuestos. Las personas podemos sentirnos felices e infelices al mismo tiempo. Por lo tanto, para decidir si una persona tiene o no tiene bienestar subjetivo hay que preguntarle por estos tres elementos”.

Hoy en día se discute mucho si durante la infancia y la primera adolescencia realmente los aspectos cognitivos se pueden valorar igual que en los adultos. Ferrán Casas señala que “no del todo igual. Existe algo en el proceso de desarrollo cognitivo que evidentemente es distinto en la infancia y en la primera adolescencia. Se puede hablar con un poco de objetividad de bienestar subjetivo a partir de los ocho años, porque por debajo de esta edad no tenemos instrumentos fiables”.

Hasta mediados del siglo pasado, los indicadores de bienestar se recogían en muestras de población adulta y tenían que ver con el cambio, entendido como cambio social positivo asociado a indicadores económicos más otros indicadores de condiciones materiales de vida. Ferrán Casas comenta que “la verdadera revolución en las ciencias sociales tuvo lugar cuando se incorporaron indicadores que reflejaban también datos subjetivos que fueran útiles en la toma de decisiones de gobierno”. Actualmente, prosigue este catedrático en Psicología Social, “nos hemos dado cuenta de que hay datos proporcionados por los niños y niñas que ofrecen la mejor información. Por ejemplo, si un niño está satisfecho o no con la escuela o si a un niño le hacen bullying en ella, quien mejor lo sabe son los niños y niñas. Preguntar a los adultos, que es lo que se hacía antes, es perder calidad en la información porque el maestro no lo ve todo y las madres no lo saben todo de la escuela. Cuando uno asume esto y se plantea mejorar las políticas de infancia en el sentido amplio o más restrictivo (por ejemplo, mejorando la seguridad de los niños o luchando contra el bullying en la escuela), es imprescindible recoger datos en la fuente primaria, que son los niños y las niñas”.

La responsable del programa Ciudades Amigas de la Infancia de Unicef España apunta que los factores que incrementan el bienestar subjetivo en niños, niñas y adolescentes son “las relaciones con sus amigos, amigas y familia, sus aficiones, tener tiempo para jugar principalmente con sus amigos, pero también con sus familias y, especialmente, fuera de casa”. Por el contrario, lo que menos valoran y lo que menos felicidad les aporta, según Losoviz, es “jugar solos (a medida que crecen lo valoran un poco más) y también el rendimiento escolar, la vida en el centro educativo y las relaciones con el profesorado”.

Las escuelas y las familias son entornos idóneos para ayudar a niños, niñas y jóvenes a desarrollar una conciencia de bienestar. Bisquerra hace hincapié en que es necesario que “los adultos actúen como modelos de comportamiento y contribuyan a crear climas emocionales de bienestar en la familia y en la escuela. Sabiendo que esto es la mejor estrategia de prevención de la violencia y otros comportamientos de riesgo”.

Hace un par de años, Andy Hargreaves, profesor de Dennis Shirley, profesor en educación, publicó el artículo Well-being and success en EdCan Network [portal educativo de Canadá] donde demostraba el impacto que tiene el bienestar subjetivo en el logro académico. Por eso es tan importante, en opinión de Carmen Pellicer, presidenta de la Fundación Trilema, que la escuela se convierta en un agente para que este bienestar subjetivo se incremente durante las edades escolares, porque asegura que “el logro académico no implica necesariamente que un niño se sienta bien consigo mismo; es decir, puede haber niños que tengan una vida académica espectacular pero que estén deprimidos o se sientan mal, pero no hay ningún niño que con fracaso escolar tenga bienestar subjetivo. El bienestar subjetivo, sí o sí, requiere que el niño tenga una vida escolar estable, además de éxito académico”.

Para lograr ese bienestar vinculado con lo académico, la presidenta de la Fundación Trilema asegura que “el sistema tradicional de notas, de aprendizaje mecánico y de centrarse solo en matemáticas o lengua, no es el más adecuado para que los niños triunfen en el sistema”. En su opinión, “es necesario un cambio real del sistema, sobre todo, en educación infantil y primaria, que son los años críticos para que el niño adquiera el tono vital. Porque pensamos mucho en la adolescencia, pero también es necesario trabajarlo en etapas anteriores. Es necesario un cambio y, sobre todo, que el currículum integre otro tipo de aprendizajes en la escuela, como es el aprendizaje de habilidades 21, especialmente las socioemocionales, las de autorregulación, de pensamiento crítico, etcétera. Todo lo que prepara la educación del carácter del niño -no solo cuánto sabe, sino cómo es, qué tipo de personalidad adquiere-, es fundamental. Porque ver la botella medio llena en lugar de medio vacía se aprende, no es innato. Y no depende única y exclusivamente de las circunstancias; depende en gran medida de cómo se educa a un niño”. Carmen Pellicer concluye que “el niño no elige la familia en la que nace, pero la escuela sí puede ayudarle a afrontar sus circunstancias de una manera distinta. Al final, el sistema educativo puede ayudar a que los niños que nacen en entornos desfavorecidos, emocionalmente dañados o inseguros, no se hundan”.

Ferrán Casas se pregunta si el rendimiento escolar es el único objetivo a alcanzar en la vida, o si queremos que los niños sean felices y que su felicidad contribuye a la propia satisfacción con la escuela a la que asisten. Ante esta cuestión, el miembro de ERIDIQV asevera que “lo idóneo sería que la escuela fuera capaz de articular dos mundos, el mundo de las relaciones con los iguales, con los amigos, que desborda a la escuela y enriquece la vida de estudiante, y el mundo de la escuela, en el que se obtengan buenas notas o tenga buenas relaciones con los profesores, haciéndoles sentir orgulloso de ella. Hoy en día, la escuela está creada solo para articular uno de esos mundos. Esto nos ha de hacer reflexionar, porque el mundo de los iguales es muy importante para la vida global de los niños y niñas, para su satisfacción global”.

Para alcanzar esta satisfacción global, Ferran Casas apuesta por desarrollar acciones distintas en las etapas de primaria y de secundaria. En la primera, este psicólogo apuesta porque los niños “perciban que tienen derechos y que sus derechos son respetados por los adultos”. En secundaria, los amigos adquieren una mayor relevancia, “las redes que se establecen con iguales, el uso del tiempo y el sentimiento de que se tiene un margen de libertad para utilizarlo como se quiere. Según vayan avanzando en su madurez, adquirirá más relevancia la satisfacción con los logros conseguidos e irá apareciendo todo lo relacionado con el sentido de la vida”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/02/10/mamas_papas/1581328892_642487.html

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