Por: Mirna Sojo
Estamos celebrando durante esta semana, el nacimiento del ilustre maestro Simón Rodríguez, a propósito de su proyecto educativo que quedó no solo olvidado sino atomizado y disperso política y metodológicamente, a lo largo de nuestra historia Republicana. Son tres las razones que me llevan a seguir reflexionando sobre la educación para estos tiempos, pero esta vez estará atravesada por el problema estructural y de fondo como los es la división social del trabajo.
- La sociedad burguesa se apropió desde hace siglos de la técnica y en nombre de sus inventos, ha dominado al resto de la humanidad. Los capitales en las fábricas se mueven y se multiplican por un lado, gracias a los inventos, lo cual implicó pensar en escuelas para ricos y escuelas para los empobrecidos. Si bien es cierto, que por la escolaridad pasa una gran cantidad de niños, jóvenes y adultos aprendiendo lo que la burguesía instauró para los empobrecidos, también es cierto que lo que aprenden a medias, las grandes masas empobrecidas tiene que ver con dos fragmentaciones bien evidentes. La primera, cuando nos graduamos de alguna profesión universitaria o técnica, y vendemos nuestra mano de obra para poder trabajar en donde sea y cobrar un salario. Segundo, el que no pudo seguir, le corresponden las salidas ocupacionales del INCES, que siendo una institución noble donde se enseñan oficios, encontramos que sus estudiantes pasan al campo laboral capitalista a vender su mano de obra o a reproducir las formas del mercado burgués montando alguna empresita privada.
En ambas opciones nos encontramos con el mismo muro que separa, ¿Quién pensó este tipo de educación? ¿Quién separó lo manual de lo intelectual? ¿Quién se beneficia? Entendiendo que la burguesía pensó en esta fragmentación del saber y del conocer, el maestro Simón Rodríguez, nos dice como para que nos quede claro: «Pregúntese a nombre de los POBRES. Si tienen derecho a saber, si se les enseña…y qué, quién los enseña y…cómo, quién tiene obligación de enseñarlos, si se cumple con esta obligación, porque… enseñar, a medias no es enseñar, ni las cosas van a estar a medio hacer, sino mientras se están haciendo» entonces imperioso y urgente la tarea de pensar un sistema educativo que tome en cuenta estos detalles que pueden hacer avanzar la rueda de la historia educativa. El binomio INCES-Escuela es vital para superar esta división social y abarcar la visión rodrigueana de enseñar completo y bien (lo manual- intelectual). Ambas escuelas mitigarían cualquier cantidad de desperfectos que arrastramos desde 1826. Me atrevería a decir que hay que fletar de talleres a todas las escuela para que Rodríguez, Martí celebren por algún lado en el plano por donde se encuentren sus sueños. Tenemos que entender que educación y trabajo es el norte liberador para hacer generaciones LABORIOSAS. ENSEÑEN nos dice el maestro.
- La premisa Formar Produciendo, Producir Formando, impulsa la idea del maestro en cuanto a los procesos de transformación social, entendiendo la educación como un bastión importante para su logro, es en la educación donde se crean las voluntades, y ¿Qué es la voluntad? Esa fuerza interior que nos mueve a realizar las cosas con decisión, sin flojera ni desgano. Pero esto solo los logra el trabajo liberador. Mantener a los niños y jóvenes ocupados realizando las labores manuales permiten dos cosas. 1.- La posibilidad de poder vincular lo que hace con el conocimiento universal y así aprender bien lo que realiza y encontrar respuestas a sus problemas cotidianos. 2.- Aprender que las cosas merecen un trato, además de valorar lo que hace. El esfuerzo es el enemigo de la flojera. Mi abuela siempre decía que había que buscar oficio, estar flojeando en casa no era digno ni siquiera de comerse una arepa.
Para el caso del INCES, se hace un esfuerzo por incorporar aparte de los oficios que se aprenden, la voluntad en el pueblo para producir lo que puede consumir y mucho más allá, organizarse para emprender, «porque no emprender es padecer». Claros en la conciencia de entender cuál producción y cuál organización decimos, que es emprender y organizarse para el bien común, para la vida en sociedad, pensando en el otro, en el hermano que necesita al igual que él de resolver la vida. De igual manera convertir los espacios INCES en motor y escuela para producir sus propios ingresos y esfuerzos productivos. Implica entonces un cambio de conciencia en todos el personal que dirige los Centros de Formación Socialista.
Entonces una educación para la vida en este tipo de libertad, resolvería mucho los males sociales que tenemos, porque todos estaríamos ocupados aprendiendo desde la práctica, conociendo y entendiendo, además de ello asociándonos para generar producción. Otro tanto debe hacer la escuela, motivar la voluntad hacia el trabajo liberador a partir de una educación que piense el potencial que posee en los niños y jóvenes para hacer diversas obras que abran las posibilidades del humilde pueblo. Historia de escuela productivas sobran en Nuestra América, así que volvamos a ellas, a la historia. Mientras que el INCES, se vea como un espacio de minusvalía social y la escuela formal, se vea como la señora razón, no podremos combinar lo arriba expresado como una idea potente dentro de la revolución.
«La fuerza material está en la MASA, y la fuerza moral está en el MOVIMIENTO». La idea burguesa de que la escuela formal hasta la universidad es la única razón para «ser alguien en la vida» y, la idea burguesa de que el INCES está para los incapaces, es parte de lo que hay que superar, pues hasta ahora unos piensan y otros ejecutan…La moral en la burguesía, idea esta que brota por los poros de quienes reproducen la educación bancaria y, la fuerza material en el pueblo que será siempre el explotado por los burgueses. Es necesario pensar en esto y conjuntar ambas ideas, la moral y la material pero con y desde el pueblo y hacerla potente.
- El INCES, como institución viene abriendo el debate en relación a los temas referidos al proceso social del trabajo, el encadenamiento productivo, la pedagogía crítica, la división social del trabajo, viene interrogándose cómo ha de ser una educación pensada desde la burguesía y su tránsito hacia la educación popular para generar organización comunal y un tejido socioproductivo. Pero también tiene desafíos en relación a la manera en cómo se planifica, se evalúa, se programan los cursos además de la dignificación de sus maestros Promotores Técnicos Productivos (PTP) con su inserción laboral y no a destajo (maquila). Esto implica cualificar también al maestro desde las universidades con programas cónsonos para completar el perfil social y profesional (labor manual-intelectual) que requiere nuestras instituciones. Esto ayudaría mucho pues tendríamos los Maestros INCES disponibles durante todo el año y por un buen tiempo. Otro tanto igual para los Maestros y profesores de las escuelas del sistema educativo formal, les correspondería aprender un oficio para completar el binomio teoría-práctica, trabajo manual-intelectual. En el plano de la formación docente y profesional queda mucho terreno por andar.
Todos los elementos tratados orientan la acción necesaria para seguir construyendo el sistema bolivariano de la educación revisando, poniendo en balanza, revirtiendo todas las formas que fomentan las relaciones sociales de producción capitalista y la división social del trabajo y más aún si el sistema educativo lo lleva dentro de si. De allí … «Ideas, ideas primero que letras»
Fuente noticia: https://www.aporrea.org/educacion/a254076.html
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