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Colombia: Las peligrosas prácticas sexuales que están poniendo en riesgo a jóvenes

América del Sur/ Colombia/ 09.09.2019/ Fuente: noticias.caracoltv.com.

Aparte del reto de tener relaciones con portadores de VIH, registrado recientemente en Cali, otros desafíos prenden las alarmas.

Y es que este fenómeno no solo evidencia una pobre educación sexual en el país, sino que tiene disparadas las cifras de algunas enfermedades de transmisión sexual.

Expertos coinciden en que es importante hablar desde edades tempranas de sexualidad y sus riesgos, pero también del autocuidado y el amor propio.

Fuente de la noticia: https://noticias.caracoltv.com/colombia/las-peligrosas-practicas-sexuales-que-estan-poniendo-en-riesgo-jovenes

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El problema no es el porno, son los padres

Por: Carlota E. Ramírez.

Los jóvenes acceden al porno antes de los 8 años. Sin una educación sexual adecuada, los más pequeños utilizan esta vía para aprender.

No hay más que teclear “porno” en Google y emergen más de 700 millones de páginas que, entre otras muchas cosas, ofrecen al usuario “gozar con españolitas y latinas calientes” y garantizan que esas “folladas, mamadas y enculadas” le van a “encantar”. Si se pincha en la primera sugerencia, varias fotos que no dejan nada a la imaginación ofrecen varios minutos de “placer”. Algunos de los títulos de los vídeos: se encuentra a su hija en lencería y se la folla a escondidas o colegiala follada duramente por un profesor porque necesita un aprobado.

 Uno de cada cuatro menores realiza estos sencillos pasos para consumir porno antes de los 13 años en España, pero según los últimos datos, algunos ya lo hacen desde los 8. En concreto,el 75,8% de los chicos consumen pornografía antes de los 16. En el caso de las chicas el porcentaje disminuye a un 35,5%.

Son algunos de los datos del informe Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales elaborado por la Universitat de Illes Baleares tras entrevistar a 2.500 jóvenes. Según el mismo, el adelanto de la edad de consumo de porno se debe el fácil acceso a la tecnología móvil y que los más pequeños nacen siendo ya nativos digitales . Lo más peligroso de esto es que el porno mainstream (el más consumido) suele ser bastante agresivo y hay una gran ausencia de afectividad y respeto que no se da en la realidad.

El verdadero problema es que no se les da una educación afectiva sexual a los niños»

Pero, ¿el problema es el porno o la forma en la que se consume? Muchos especialistas coinciden en que la raíz del problema es la falta de una educación sexual adecuada y completa. Los niños se hacen preguntas y, si nadie se las responde, recurren a San Google. Pero no siempre se encuentran en el buscador las respuestas adecuadas. Es la opinión de la coeducadora Kika Fumero, que habla desde la experiencia de haber impartido varios talleres de sexo con chavales: “Culpar al porno del aumento de la violencia [machista] es tener una visión un poco perversa. El verdadero problema es que no se les da una educación afectiva sexual a los niños”.

Descubren su sexualidad muy pronto y se hacen preguntas

Fumero asegura que los niños “empiezan a tocarse” a edades muy tempranas, pero no se trata de la misma visión de masturbación que tienen los adultos. Cuando los padres no entienden esto, tienden a regañarlos. “Desde la mirada adulta los coaccionamos y no saben por qué, no son conscientes”, asegura. De esta manera, los jóvenes (cuya adolescencia cada vez es más temprana) “comienzan a curiosear” y la sexualidad acaba convirtiéndose en una parte de su día a día.

Entender la pronta edad a la que los niños empiezan a experimentar es uno de los puntos fundamentales para la educación sexual. Lo afirma también la psicóloga Lucía Martínez, del centro clínico Ágora Relacional: “El niño no empieza a vivir su sexualidad a partir de los 13, sino desde que tiene incluso menos de 4 años. Se exploran, se tocan las partes en público y privado, las muestran, empiezan a mirar los desnudos…”.

Por eso Martínez cree que es esencial tener claro “la confusión que puede haber con el lenguaje sexual de los adultos y el de los niños”. “A veces lo tratamos como si fuese una sexualidad como la nuestra y castigamos a los niños cuando les vemos tocarse tan pronto”, opina, “y eso no es sano”. En estos casos, por ejemplo, “se les puede enseñar a que eso se puede hacer y que da placer, pero que se hace en privado, para que también aprendan a controlarse en público”.

Redes sociales, internet y amigos para encontrar respuestas

¿Y dónde buscan las respuestas a todas estas preguntas si no se les dan? “En las redes sociales y en amigos un poco más mayores. De esta manera llegan al porno y se nutren de ello. Pero el problema no es el porno, es la sociedad”, sentencia Fumero.

Hay que explicarles que el porno no es real y que las relaciones entre dos personas no son así

En este sentido, la exactriz porno Amarna Miller explicaba más a fondo esta cuestión en este mismo diario: “Hablamos de un fallo educacional, no de la pornografía. El porno es ficción y cuando llevas a tu hijo a ver una peli de superhéroes al cine le explicas que no es real. ¿Por qué no hacerlo con la pornografía y decirles a los niños que eso no se puede hacer en la vida diaria?”

“Hay que explicarles que el porno no es real y que las relaciones entre dos personas no son así, sino que también hay caricias y respeto, que el hombre no debería tener poder sobre la mujer y explicar lo que es el consenso”, añade Martínez a esta explicación.

Las consecuencias del porno

Cualquier persona que haya tenido relaciones sexuales satisfactorias y vea un vídeo de porno mainstream, se da cuenta de que los gemidos interminables, los miembros enormes y los pechos perfectos y descomunales no son la realidad. Además, ni todas las mujeres todas las mujeres disfrutan con ciertas prácticas que las denigran ni todos los hombres disfrutan denigrando. Pero cuando un joven llega hasta ahí para saciar su curiosidad, el porno puede pasar a ser su primera fuente de conocimiento sobre sexo.

“Los chicos lo usan para crear sus fantasías sexuales, mientras que ellas acceden para saber qué se espera que hagan en la cama”, dice Fumero tras varias charlas sobre esto con jóvenes de diferentes edades. “Ellos son conscientes de que no es real y me cuentan que después los chicos sienten frustración y las chicas algo de miedo”, señala.

¿En las escuelas o en casa?

Muchos de los educadores son partidarios de que se imparta este tipo de Educación en las escuelas. En España no existe actualmente ninguna obligación legislativa de incluir en el currículum escolar algo que tenga un contenido relacionado con la sexualidad. Respecto a esto, Fumero es rotunda: hace falta educar a los más pequeños en los centros educativos. Y critica también la escasa información que se da en algunos talleres: “Se les enseña a poner preservativos y las enfermedades, pero nada más. Además, sólo se habla de sexo heterosexual y no les enseñan que el sexo no se centra sólo en el coito. No los educamos bien y encima los abandonamos en el proceso”, sentencia.

La ONU ha concluido también que “la educación sexual de amplio espectro es esencial para la igualdad de género y la salud reproductiva”. Afirman que “ayuda a mejorar la salud y a la reducción de infecciones”.

Fuentes del Gobierno consultadas por El HuffPost aseguran que consideran que “la consecución de la Igualdad real entre hombres y mujeres es un eje prioritario en todas sus polítcas”. Por eso preparan un proyecto de ley que, según el Ministerio de Educación “tendrá un enfoque de igualdad de género a través de la coeducación que fomente, en todas las etapas, el aprendizaje de la igualdad y el respeto a la diversidad afectivo-sexual”.

Pero hay quien no aprueba que sean las instituciones las que den este tipo de formación. El director del Foro de la FamiliaIgnacio García-Juliá, cree que “la educación sexual es una educación que se debe dar en familia” porque “nadie quiere más a los niños que sus padres, por lo que les educarán mejor”. Opina que una de las razones por las que los niños están empezando a acceder más temprano es “la dejadez de los padres”: ”¿Qué hace un niño de 8 años con un móvil o una tablet?”.

En su opinión, “el porno no es bueno para nadie, de ninguna edad” porque “los consumidores a veces reproducen el porno y de ahí derivan algunos episodios de violencia contra la mujer, como La Manada”.

Soy padre y no sé cómo hablar con mi hijo de sexo ¡SEND HELP!

A pesar de que hay distintas opiniones, lo que sí es cierto es que la educación en los colegios no es suficiente. “En casa es importantísimo que se hable de esto”, asegura Leticia Cardenal, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA). Aunque también apuesta por la introducción de la sexualidad de manera “transversal” en más de una asignatura, además de hacer talleres específicos. “Lo que hay ahora lo organizan sólo algunos centros o las asociaciones de padres porque si no, los chicos buscan en internet y encuentran de todo”, afirma.

Martínez secunda esta opinión y aclara que “no se puede empezar la educación sexual cuando nos damos cuenta de que nuestros hijos ven porno o han tenido alguna conducta sexual a los 10, 11 ó 12 años”. La psicóloga opina que este tipo de educación debe darse “desde que son pequeños” y “hablándoles naturalmente de sexo, sin castigarlo”. Para los más pequeños recomienda “control parental”, pero “explicándoles por qué se lo pones”.

“Hay que hablarles de sexualidad desde un tono neutral, sin castigarlo ni convertirlo en tabú”, explica Martínez, “si se castiga ellos lo ven como algo que está mal y eso repercutirá en sus relaciones sexuales futuras”.  Eso sí, advierte a los padres de que también deben ser comprensivos: “Hay que entender que, según va creciendo el niño, también necesitará su privacidad y su intimidad, aunque siga habiendo un control parental sobre las horas del ordenador o lo que puedan ver en internet”.

Fuente del artículo: https://www.huffingtonpost.es/entry/educacion-sexual-cuando-el-problema-no-es-el-porno-sino-la-sociedad_es_5d00eddfe4b07551039ab92f

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Sudáfrica: Una clase para frenar la epidemia de agresiones sexuales a menores

África/Sudáfrica/29 Agosto 2019/El país

Sudáfrica asiste conmocionada al incremento de la violencia sexual, que afecta como mínimo al 35% de los estudiantes. Un programa escolar trata de atajar la estructura social sobre la que se sustenta

Los alumnos del último curso de secundaria de la escuela Rauwane Sepeng, ubicada en uno de los escasos descansos orográficos que concede el corredor del platino, en el noroeste de Sudáfrica, están calculando la fricción entre dos cubos de cuatro y ocho kilogramos dibujados en la pizarra. Al poco de tocar el timbre, Lydia Ganda deja sus cosas sobre la mesa del profesor. Ella no viene a hablar de física. Ni siquiera de algo que vaya a computar para la media académica. Va a hablar de sexo.

«Antes de iniciar cualquier relación sexual necesitamos consentimiento. Tenemos que preguntar. La respuesta solo puede ser  o No. No hay proceso más correcto que el de preguntar, esperar la respuesta y respetarla», escribe para empezar en la pizarra, donde antes estaban los cubos y las fórmulas matemáticas.

—¿Y si no dice nada, si se queda en silencio? Hay que darle tiempo, se responde Lydia a sí misma.

—A lo mejor quiere decir que sí, interviene un chico sentado en medio de la clase. Es el primero que se aviene a hablar. Su compañera de atrás le da una colleja al escuchar su respuesta. Los demás ríen.

Exacto. El silencio no es consentimiento. Ningún silencio es aceptable. Solo un sí es aceptable, repite Lydia.

Hay más alumnos que quieren participar.

—Muchos chicos piensan que si nos invitan a salir a cenar fuera quiere decir que les tenemos que dar algo a cambio.

¿Acaso no es así?, bromea, o quizá no tanto, otro de los chicos. Es alto y muy delgado. Parece mayor que los demás. Varias alumnas a su alrededor le increpan, tampoco demasiado en serio.

—¿Cómo va a ser así?

—Lo que dices, —vuelve a contestar la trabajadora comunitaria del programa de educación sexual puesto en marcha por Médicos sin Fronteras en Rustenburg—, no deja de ser una coerción, aunque sea psicológica. Porque la coerción no es solo física, la que deja moretones, si también moral, la que no se ve.

—¿Y si yo solo quiero hacer hasta un punto? ¿O si de pronto aparece alguien?

Un sí es solo sí hasta aquí y hoy. No es un permiso para hacer lo que queramos cuando queramos. Tenemos que preguntar a nuestra pareja lo que quiere hacer en cada momento, porque igual solo quiere ir de la mano; o al centro comercial por si aparecen sus padres; o puede que quiera cierta intimidad sexual. Lo importante es que preguntéis y respetéis lo que quiera la otra persona, insiste Lydia. Está hablando para chicos de entre 16 y 18 años.

¿Y si ella piensa que voy muy despacio?, pregunta un chico.

—Lo que tienes es que pedir permiso para pasar a la siguiente fase.

—¿Y si acordamos algo por WhatsApp, pero luego me arrepiento?

Las preguntas fluyen una detrás de otra. Les interesa más que la clase de física

—Siempre vas a tener la posibilidad de echarte para atrás. O de decir sí a la intimidad sexual, pero no a la penetración.

—Pero si decimos que no, después nos van a hacer sentir culpables. O, por ejemplo, si vamos a casa de un chico entiende que vamos a tener sexo.

—Pero no tenéis que hacerlo. Siempre, en cualquier circunstancia tenéis derecho a parar. Si una chica dice “para” —habla ahora para los chicos de la clase— tenéis que parar.

—Y de esto, de sexo, ¿habláis con vuestros padres?

La clase se vuelve a alterar. En el grupito de chicas que ocupa los pupitres junto a la puerta se atropellan unas a otras al hablar. «Con los míos no, cada vez que se menciona algo relacionado con el sexo se vuelven locos». «La mía —dice otra— si se entera empieza a tirar cosas. Amenaza con la zapatilla».

Mientras termina de reír, la primera de las jóvenes, la más menuda de todas, vuelve a tomar la palabra: «Lo importante es que no vamos a ser como nuestros padres. Ellos entienden el sexo de otra manera, pero nosotras cuando seamos adultas vamos a hacerlo de otra forma. Vamos a ser madres más abiertas».

Lydia, que lleva desde 2015 recorriendo una veintena de escuelas de esta región minera de Sudáfrica, no esconde una sonrisa de satisfacción. Una sonrisa que es una pequeña victoria.

«Pase lo que pase, chicas, no os debéis sentir jamás culpables. Acudid al médico o a nosotros para prevenir cualquier enfermedad. Porque sabéis las consecuencias de tener conductas sexuales de riesgo, ¿verdad? No solo que podéis contraer una enfermedad sexual o VIH, sino que también os podéis quedar embarazadas. ¿Sabéis lo que eso supone? Eso también va por vosotros, chicos».

Sus palabras las animan a no tener miedo a informarse en una sociedad en la que estos temas continúan siendo tabú, pero en la que los jóvenes quieren saber y hablar. En un informe realizado por Unicef en 2017, los investigadores concluyeron, por ejemplo, que el 84% de los jóvenes encuestados quería obtener información sobre obtener salud sexual mediante sus teléfonos móviles, si era gratis. No obstante, expresaron dudas sobre si preferirían comunicarse directamente con un profesional por mensaje de texto o llamada de voz. Algunos estaban a favor del anonimato de hablar con un extraño.

Violencia sexual contra menores

En octubre de 2017, la sociedad sudafricana asistía consternada al escándalo por los supuestos abusos sexuales cometidos por un guardia de seguridad en una escuela primaria de Soweto, el histórico barrio al oeste de Johannesburgo. Hasta 87 estudiantes denunciaron haber sido agredidas, incluidas varias violaciones. Un año después, el acusado fue absuelto después de que la Corte Suprema de South Gauteng calificase de burda la cadena de errores cometidos durante la investigación policial.

“Se está produciendo un ataque a gran escala contra la infancia en Sudáfrica. Hay un gran problema en el sistema educativo, familias rotas, niños que crecen huérfanos a consecuencia de la epidemia del VIH y que no reciben la educación que necesitan porque sus padres tampoco la tuvieron… Pero también existe un problema con una policía mal pagada, profesionales sanitarios sin la preparación adecuada y un sistema judicial colapsado. Al final, los niños, que son los más vulnerables, son los que sufren las consecuencias”, resume Christina Rollin, una de las mayores expertas de un país en plena emergencia contra la violencia sexual a menores.

Un estudio publicado por The Lancet alerta de que uno de cada tres estudiantes sudafricanos ha sufrido algún tipo de agresión sexual en su vida y el propio Gobierno reconoció en el Parlamento que hasta el 9,1% de las violaciones denunciadas en el país —ya de por sí con una de las tasas más elevadas del mundo, 70,5 por cada 100.000 habitantes— correspondían a niños de nueve años o menos. Casi siempre, hasta en un 80% de los casos, los responsables son personas cercanas.

Lydia, que lleva desde 2015 recorriendo una veintena de escuelas de esta región minera de Sudáfrica, no esconde una sonrisa de satisfacción. Una sonrisa que es una pequeña victoria.

«Pase lo que pase, chicas, no os debéis sentir jamás culpables. Acudid al médico o a nosotros para prevenir cualquier enfermedad. Porque sabéis las consecuencias de tener conductas sexuales de riesgo, ¿verdad? No solo que podéis contraer una enfermedad sexual o VIH, sino que también os podéis quedar embarazadas. ¿Sabéis lo que eso supone? Eso también va por vosotros, chicos».

Sus palabras las animan a no tener miedo a informarse en una sociedad en la que estos temas continúan siendo tabú, pero en la que los jóvenes quieren saber y hablar. En un informe realizado por Unicef en 2017, los investigadores concluyeron, por ejemplo, que el 84% de los jóvenes encuestados quería obtener información sobre obtener salud sexual mediante sus teléfonos móviles, si era gratis. No obstante, expresaron dudas sobre si preferirían comunicarse directamente con un profesional por mensaje de texto o llamada de voz. Algunos estaban a favor del anonimato de hablar con un extraño.

Violencia sexual contra menores

En octubre de 2017, la sociedad sudafricana asistía consternada al escándalo por los supuestos abusos sexuales cometidos por un guardia de seguridad en una escuela primaria de Soweto, el histórico barrio al oeste de Johannesburgo. Hasta 87 estudiantes denunciaron haber sido agredidas, incluidas varias violaciones. Un año después, el acusado fue absuelto después de que la Corte Suprema de South Gauteng calificase de burda la cadena de errores cometidos durante la investigación policial.

“Se está produciendo un ataque a gran escala contra la infancia en Sudáfrica. Hay un gran problema en el sistema educativo, familias rotas, niños que crecen huérfanos a consecuencia de la epidemia del VIH y que no reciben la educación que necesitan porque sus padres tampoco la tuvieron… Pero también existe un problema con una policía mal pagada, profesionales sanitarios sin la preparación adecuada y un sistema judicial colapsado. Al final, los niños, que son los más vulnerables, son los que sufren las consecuencias”, resume Christina Rollin, una de las mayores expertas de un país en plena emergencia contra la violencia sexual a menores.

Un estudio publicado por The Lancet alerta de que uno de cada tres estudiantes sudafricanos ha sufrido algún tipo de agresión sexual en su vida y el propio Gobierno reconoció en el Parlamento que hasta el 9,1% de las violaciones denunciadas en el país —ya de por sí con una de las tasas más elevadas del mundo, 70,5 por cada 100.000 habitantes— correspondían a niños de nueve años o menos. Casi siempre, hasta en un 80% de los casos, los responsables son personas cercanas.

“En nuestras charlas tenemos que explicarles lo que es normal y lo que no lo es porque muchos menores crecen en entornos sexualizados en los que algunas acciones están implícitas. Crecen viendo a sus tíos u otros familiares tocándolas y pasando sus manos por su cuerpo”, señala Lydia. “Esto”, añade Rollin, “hace que normalicen la situación y los casos de abusos prolongados se alarguen en el tiempo. ¿Quién va a ir a preguntar a otra casa cómo se lavan los dientes si en la tuya siempre se ha hecho así?”.

Esta normalización es lo que más preocupa a los expertos como Christina Rollin. “Cuando la sociedad asume que cada caso”, como la agresión a una joven en un restaurante la capital o la de un niña huérfana de 14 años en la escuela secundaria de Aha-Thuto el pasado junio, “es solo otro caso. Otra violación más”. Es ahí donde anidan las estructuras que sustentan la violencia sexual.

La primera, la de los propios menores, también chicos. “Hay una reacción física en el hombre que hace que, aunque sea agredido, su cuerpo reaccione, lo que provoca que muchos cuestionen su identidad sexual y se culpen a sí mismos por haber disfrutado”. Asumen los abusos como un marco aceptable de comportamiento y lo transmiten al formar su propia familia: “Padres que son padres sin haber aprendido a serlo, sin haber recibido ejemplos adecuados y que vuelcan en sus hijos sus propios problemas (…) Madres, continúa Rollin, que se niegan a creer que esa violencia esté ocurriendo en su casa”.

La segunda, la del propio Estado que esconde el problema para no tener que enfrentarse a su propio espejo. Teniendo en cuenta que apenas uno de cada nueve casos son denunciadosextrapolaciones de investigadores de la Universidad de Ciudad del Cabo elevan la cifra de abusos por encima del 35% del alumnado.

“Muchas mujeres prefieren no denunciar por temor a quedarse sin fuentes de ingresos para ellos y para sus hijos; y por miedo a ser discriminadas por otras mujeres de la comunidad. No debería ser así, las mujeres deberíamos ayudarnos unas a otras, pero la realidad es que todavía son señaladas si denuncian”, apunta Jennifer, la consultora psicológica del centro de salud de Rustenburg. “Que si no vestía de forma adecuada, que si en realidad fue ella la que tentó al hombre”, traduce Lydia.

La tercera estructura, la judicial, también alimenta impunidad. Entre un 40% y un 60% de los casos denunciados son retirados antes de llegar a la Corte y cuando lo hacen suele haber pasado tanto tiempo que se han perdido testigos, pruebas o la propia vida de las víctimas. “Muchas mujeres viven con miedo mientras se instruye el caso porque las amenazan o las agreden de nuevo”, confirma Jennifer.

La justicia va con retraso y al Gobierno no le molesta. Un estudio de Médicos Sin Fronteras (MSF) —que colaboró con la logística para este reportaje— reveló que el 20% de los centros de atención a víctimas de violencia sexual, incluidos los famosos Thuthuzela Care Centers, carecían de medios para realizar pruebas clínicas forenses. “Y un centro incapaz de realizar esos exámenes y de cumplimentar los formularios necesarios”, señalan los investigadores, “obstaculiza la capacidad de los supervivientes para denunciar su caso”.

Al tiempo, cada vez hay menos enfermeras especializadas, tentadas por sueldos más altos en el golfo Pérsico; y muchos médicos evitan involucrarse, en ocasiones por miedo a los perpetradores, en otras por simple hastío en casos de violencia sexual. “Emiten informes diciendo que no habido agresión para no tener que testificar”, asegura Rollin, quien ha participado en más de 300 juicios. Por su clínica Sexual Assault Clinic, a las afueras de Johannesburgo, pasan al mes una docena de casos de víctimas de violencia sexual. “El propio sistema judicial acaba por revictimizarlas al hacerles revivir el trauma hasta cuatro años después de haber ocurrido”.

Tesultado de esta estructura social de abusos normalizados e impunidad judicial es, en palabras de Rollin, una “generación de jóvenes enfadados” que reproducen los modelos de comportamiento en los que son criados. De ahí que en clase de decimosegundo grado haya chicos que entiendan que tienen derecho a tener sexo con una chica solo por invitarla a cenar.

Abusos, enfermedades y embarazos no deseados

Afuera del despacho de atención psicológica hay más sillas vacías que ocupadas. Un grupo de jóvenes trabajadoras del centro de salud aprovechan su descanso matutino para charlar. Ahora están debatiendo acaloradamente sobre el novio que le conviene a una de ellas: “Mi hermana me dice que no salga con un hombre que no tiene coche”.

La llegada de Helena (nombre ficticio para proteger su identidad) interrumpe la conversación. El examen médico no ha encontrado síntomas de agresión, pero sí una enfermedad de transmisión sexual. “Que no se haya detectado nada no quiere decir que no haya habido una agresión. Aquí las fronteras de la coerción son muy finas”, subraya Lydia una vez cerrada la puerta de la consulta. “Por eso vamos a hacer seguimiento de su caso. Va a tener reuniones periódicas con nuestro equipo de trabajadoras comunitarias y con la enfermera. Es con ella con quien suelen sincerarse. Empiezan a hablar y a contarles lo que ha sucedido. Es entonces cuando muchas veces se dan cuenta de que han sufrido una agresión sexual”.

Helena, alumna de la escuela Rauwane Sepeng, fue la única que, tras la charla en el colegio, se acercó a las trabajadoras comunitarias de MSF. Hay días que lo hacen pequeños grupos de jóvenes, casi siempre chicas, y otros en los que no acude nadie. Pero el programa sigue en marcha porque la violencia de género tiene un efecto social devastador: embarazos no deseados en menores, estrés postraumático, enfermedades de transmisión sexual. Hasta el 16% de las infecciones por VIH en mujeres podrían evitarse poniendo freno a la violencia de género. Incluso económicamente es un suicidio para el país, que pierde a causa de la misma entre el 0,9 y el 1,3% de su PIB.

En Rustenburg, uno de esos rincones de Sudáfrica donde impera la violencia como fórmula para la supervivencia, nadie espera que las agresiones sexuales vayan a ser cosa del pasado. No al menos hasta que los estudiantes de Rauwane Sepeng hayan educado a sus hijos en ese otro habitus de las relaciones que están aprendiendo. Mientras, Lydia Ganda tendrá que seguir yendo a sus clases a hablar de lo que es Sí y de lo que es No. Y a recordarle a Helena que tiene que tomar la pastilla que le recetó el médico todos los días. “Todos los días. Acuérdate de que es todos los días”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/08/12/planeta_futuro/1565622828_385287.html

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Miradas: Religión sí, educación sexual no

América del Sur/ Argentina/ 26.08.2019/Por: Mariana Iglesias/ Fuente: www.clarin.com.

La Educación Sexual Integral (ESI) es ley en Argentina desde 2006. Sin embargo, hay escuelas que se resisten.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ubica a Corrientes entre las provincias menos desarrolladas de Argentina. En el ranking de calidad de desarrollo humano del Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD) figura 20 entre las 24 provincias. Ninguna de las jurisdicciones del NEA está en los primeros puestos. Chaco es la antepenúltima, seguida por Formosa. Corrientes, además, es la provincia que tiene el puntaje más bajo en inclusión social. Esta semana se supo que colegios católicos de Corrientes impidieron la participación de sus alumnos en un Congreso Estudiantil que realiza el simulacro de ONU. La Organización Argentina de Jóvenes para las Naciones Unidas (OAJNU) incentiva el debate escolar en torno a problemáticas mundiales promoviendo los derechos de la juventud. Entre sus proyectos está el simulacro del debate de la ONU, en el que las y los estudiantes exponen sobre los problemas del país. Este año el tema era Educación Sexual Integral y el debate por el aborto. A los colegios religiosos no les gustó. En Formosa, por el contrario, en una escuela pública se permitió que monjas vayan a hablar con las y los alumnos. Una monja dijo que no tenían que leer a “Harry Potter porque las historias de hechiceros lo ponen mal a dios’. Formosa es la provincia con mayor índice de mortalidad materna en el país, y la primera en maternidad adolescente. Corrientes también supera la media del país.

Evangelistas por la ESI

Evangelistas a favor de la Educación Sexual Integral

Evangelistas a favor de la Educación Sexual Integral

Para despegarse de los evangelistas «celestes», instituciones educativas protestantes de todo el país se manifestaron en favor de la educación sexual integral y de integrar en la currícula los derechos sexuales y reproductivos. Desde la Mesa de Colegios Evangélicos por la ESI reafirmaron «su compromiso histórico con la implementación de la ley 26.150 de educación sexual integral».

Fuente de la noticia: https://www.clarin.com/opinion/religion-educacion-sexual_0_MDrW9oCJ2.html

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Educación sexual: ¿morbo o necesidad?

Por: Daniel Charaf.

 

Los adolescentes en Panamá inician, en promedio, su vida sexual a los 13 años. Hasta julio del 2019 han ingresado 6 mil 524 menores de edad embarazadas a la Caja de Seguro Social. Datos del Ministerio Público indican que este año llevamos 3 mil 847 delitos contra la libertad e integridad sexual y estadísticas del Ministerio de Salud de 2018 cifraron en 29 mil 764 los infectados por VIH, diagnosticados en nuestro país. Numerosos estudios han demostrado la eficacia de la educación sexual para prevenir estas situaciones que son un problema social, económico y de salud pública.

“¡Con mis hijos no te metas!” y “¡a mis hijos los educo yo!” son las consignas de algunos que se oponen a la ley para la educación sexual. ¿La realidad? En Panamá, 6 de cada 10 familias son disfuncionales, en el censo de la última década, el 5.5% de nuestra población era analfabeta y solo un 15% de quienes finalizaron estudios básicos tuvo la oportunidad de ir a la universidad. Y a los hijos de estas personas, que no reciben educación en sus casas ni en la escuela, ¿quién los educa?

La Universidad de Columbia, liderada por el pediatra John Santelli, reportó que la educación sexual tiene un efecto de protección ante los abusos sexuales. El estudio encontró que los estudiantes que recibieron educación sexual antes de los 18 años tuvieron menos riesgo de experimentar abuso sexual en el resto de sus vidas. Estudios de la OMS, Onusida y Unfpa demuestran que el uso sistemático y correcto del preservativo reduce el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual, incluidas las verrugas genitales y el cáncer de cuello de útero, con una eficacia del 98% utilizado de manera sistemática y correcta, además de su eficacia comprobada para la prevención de embarazos no deseados.

Los hijos de Panamá somos todos, cada uno con una realidad económica, social y cultural muy diferente del resto. El privilegio y las influencias religiosas de algunos grupos tienden a querer cegar al resto de la población de las distintas realidades que nuestro país tiene, en donde no todos han tenido la oportunidad de tener un “buen ejemplo” en casa o una educación correcta de parte de su familia. Vivimos en un círculo vicioso de mentiras, falta de educación, embarazos no deseados, violaciones y enfermedades de transmisión sexual, que están acabando con el futuro de nuestros jóvenes y de nuestro país.

Todos estos hechos son prevenibles con educación sexual. Hoy más que nunca necesitamos luchar por la educación en todos los ámbitos para generar el cambio urgente que nuestro país necesita. Hablemos con nuestros diputados para promover la ley, conversemos con nuestros familiares y sobre todo, cuidemos de nuestros jóvenes, de nuestros hijos y de nuestro futuro.

Fuente de la reseña: https://www.prensa.com/opinion/Educacion-sexual-morbo-necesidad_0_5379212114.html

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ESI: rompiendo los mitos

Por: Emiliana Lilloy.

Bajo el lema “con mis hijos no te metas” se ha articulado una campaña que se propone que no se implemente la ley de educación sexual integral en Argentina. ¿Por qué hay tanta resistencia a su aplicación?

En la Argentina, la Ley 26.150 estableció la Educación sexual integral como un derecho de los/as niños/as y adolescentes ¿De qué se trata la Esi y cuáles son los mitos asociados a ella que asustan a nuestras familias?

Algunas aclaraciones previas para que podamos analizar los mitos y resistencias:

1-La ESI aborda cinco ejes conceptuales definidos a partir de los lineamientos curriculares: cuidado del cuerpo y la salud, género, derechos, diversidad y afectividad.

2-La educación se plantea de manera progresiva teniendo en cuenta el desarrollo y la edad de niños, niñas y adolescentes.

3- La ESI es acorde con el marco de los derechos humanos receptado por la argentina y es válida para todas las escuelas del país, sean de gestión estatal o privada, confesionales o laicas.

La demanda de que nuestra educación quedó obsoleta con la nueva sociedad en que vivimos y la sensación de que a nuestras generaciones la escuela nos brindó sólo información o herramientas técnicas pero que no nos enseñó a lidiar con nuestras emociones, a saber estar en el mundo, a construir relaciones sanas y sobre todo a ser felices, es algo en que todas las personas coincidimos.

¿Por qué ahora que hemos legislado sobre esta nueva forma de abordar la educación nos resistimos?

Una posibilidad es que lo hagamos porque no la entendemos. No sólo por no haber investigado a fondo de qué se trata la ESI, sino porque al no haber recibido esta formación nosotras/os mismas/os, nos asusta y da miedo lo que pueda surgir de ella en nuestros hijas/os.

El caso es paradójico: queremos un cambio porque sabemos que lo anterior no funciona, pero no queremos hacerlo por miedo a lo desconocido.

¿A qué tenemos miedo?

1-El nombre: Educación sexual integral

Si bien el nombre de la ley puede conducirnos a confusión, la ESI no es sólo “hablar de relaciones sexuales”. Esta educación se propone enseñarnos a expresar emociones y sentimientos, a reconocer y respetar valores como la solidaridad, el amor, la amistad, la intimidad propia y ajena y a cuidarnos y cuidar a los demás. En ella se habla de los derechos de las personas: a ser bien tratados/as, a no sufrir presiones para tener relaciones sexuales si es que no queremos, a que se trate de igual manera a varones y a mujeres, a ser respetados no importa cuál sea la orientación sexual, a detectar y evitar las relaciones de pareja violentas, entre otras cosas

2-La ESI dice que no existen varones ni mujeres.

Falso. La ESI explica a niñas y niños (proporcionalmente a su edad) justamente cuáles son sus diferencias corporales, su constitución, sus órganos y sobre todo (en la infancia) se hace especial hincapié en explicar la principal característica de sus órganos sexuales: la intimidad. La ESI plantea abandonar los tabúes y ficciones al respecto porque constituyen un terreno fértil para abusadores de todo tipo. Así, desde la infancia niños y niñas aprenden a identificar con nombres reales sus partes íntimas y de esta manera comprenden que ninguna persona extraña puede acceder a ellas. Al nombrarlas (abandonando denominaciones lúdicas como pajarito, chuchita) y darles el valor de la intimidad, se evitan confusiones (“mi pajarito quiere ver tu pajarita”) y logran identificar los hechos para poder avisar a maestras/os y familias.

Se trabajan además conceptos como el secreto, visibilizando que ellos/as pueden hablar con su familia sobre estos temas y que no deben guardarle ningún secreto a nadie respecto de estas partes.

Lejos de alertarnos porque a nuestras/os hijos/as les hablen de su constitución física y sus órganos sexuales, debemos comprender que esta es la forma de prevenir que sean engañadas/os; y sabiendo lo que realmente sucede, puedan comunicarlo.

3-La ESI promueve la ideología de género.

Falso. Lo que en realidad se busca es eliminar toda esas diferenciaciones que hacemos con nuestras/os hijas/os según hayan nacido con uno u otros sexo para evitar la reproducción de las desigualdades. Así, niñas y niños son tratados como iguales y pueden acceder a actividades y juguetes independientemente de su sexo.

Cuando hablamos de género queremos decir algo muy simple: que hemos naturalizado que los varones jueguen con autitos, no llores, de defiendan físicamente para hacerse valer etc. A la inversa, que las niñas sean sensibles, jueguen con muñecas y no reaccionen físicamente ante las agresiones sino que lloren o acusen con la maestra. Esta simplificación de la cosa, por ser simple no deja de ser real. La ESI propone cosas tan básicas a este respecto, como que en los manuales de estudio en vez de poner “mi mama cocina y cuelga la ropa”, pondremos “Quiero a mi mamá porque sale a trabajar cada día al estudio contable”. Y como los ejemplos nunca sobran, agreguemos este: “Quiero mucho a mi papá porque me cuida en casa y me lleva todos los días al cole”

Se propone construir un mundo simbólico-educativo en donde por ejemplo, ser mujer no signifique estar en el hogar y cuidar niños/as y ser padre estar fuera del mismo y ganar dinero, sino que cada una de estas actividades sean llevadas a cabo los las personas de manera pactada y electiva sin tener en cuenta el sexo con el que nacieron.

Perderle el miedo a desarmar los estereotipos, es avanzar a una igualdad en que ninguna persona necesitará identificarse con un género igual o distinto al suyo, porque como no habrá diferencias en el trato, roles y en el acceso a los que deseamos, no habrá tampoco necesidad de esto.

Por demás, si educamos a los varones, por ejemplo, dejándolos jugar con bebotes y a las mujeres con deportes y juegos de ingenio, las consecuencias más trágicas que podemos tener es que el varón “nos salga” un buen padre y la mujer ingeniera nuclear o astronauta.

4-La ESI promueve la homosexualidad

Falso. Uno de los lineamientos de la ESI es la no discriminación. Lo primero que tenemos que saber respecto a nuestra sexualidad es que la homosexualidad o heterosexualidad no se elige ni se enseña. ¿Quién en su sano juicio elegiría la homosexualidad sabiendo la condena social que implica o sabiendo que en su país por ejemplo, es considerado delito? Enamorarse o sentirse atraída por una persona de nuestro de su mismo género es algo que nos sucede, no es electivo, no es responsabilidad de nadie y por demás, no es algo malo o negativo. La ESI no nos enseña que “está bien ser homosexual o heterosexual”, sino que propone generar un espacio en donde no existan discriminaciones por nuestros deseos u orientación sexual y que ésta pueda ser expresada y tratada con respeto.

La orientación sexual no se aprende ni se enseña, es algo que simplemente es. Si esto no fuera así, las/os hijas/os de parejas heterosexuales jamás podrían ser homosexuales, y lo son.

Esto nos interpela como personas adultas para acoger a nuestros/as hijas/os y enseñarles que serán aceptados/as y que al mismo tiempo deben aceptar la diversidad para lograr una sociedad más sana.

5-La ESI enseña a masturbarse, tener sexo, facilita la promiscuidad y enseña pornografía.

Ya en la etapa de la adolescencia la ESI aborda temas como la sexualidad y las relaciones afectivas.

Que las/os adolescentes a cierta edad comienzan a explorar y masturbarse, sienten curiosidad por las relaciones sexuales y que las llevan a cabo, que acceden a material de contenido erótico y pornográfico en la web y las redes sociales etc, nos agrade o no, es un hecho. ¿Queremos intervenir y guiar este proceso o queremos negarlo como si no sucediera?

Un dato relevante es que de los estudios realizados hasta la actualidad, surge que en las escuelas secundarias con mayor recorrido e institucionalidad de la ESI se observa la postergación de la llegada de embarazos no intencionales y de las relaciones sexuales.

¿Por qué sucede esto?

Porque la ESI propone abordar las relaciones sexuales como vínculos de afecto, placer y responsabilidad. Hace especial hincapié en que nuestra sexualidad es una cuestión individual evitando presiones que todas las personas vivimos como: que ya tienes una edad para hacerlo, que todas tus amigas ya lo han hecho, que no me quieres lo suficiente, que tienes que demostrarme tu amor, etc. Se enseña a decir “no” frente a las presiones y se explican los procesos y cambios biológicos, sociales, psicológicos y afectivos en la pubertad y la adolescencia logrando que se sientan contenidos/as y evitando así decisiones impulsivas o apresuradas.

Asimismo, al despejar las relaciones sexuales de los tabúes y mitos asociados, las personas que decidan tenerlas, acceden a toda la información evitando enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados.

Al plantearse las relaciones sexuales en este contexto, es decir como una decisión individual y no social, y dotándolas de responsabilidad y contenido afectivo, se posibilita a que cada persona elija libremente y sea escuchada y respaldada en su elección de tenerlas o no.

No hablar de estos temas no evita que nuestros/as hijos/as tengan relaciones sexuales, sólo logra que las tengan a escondidas sin mediar la información y contención necesaria para que si así lo eligen, tengan una relación sana.

6-La ESI le quita a los padres la potestad de educar a sus hijos y la educación sexual debe darse en la casa.

La familia es la primera y principal fuente de educación. Las escuelas que actualmente implementan la ESI destacan la importancia de involucrar a las familias y por otro lo difícil que resulta hacerlo.

La ESI es una oportunidad para las familias de aprender, crear puentes y educar conjuntamente logrando así que el lenguaje sea coherente. ¿Por qué es una oportunidad?

Porque la ESI abre un espacio que las/os adultas/os no tuvimos, y que por tanto muchas veces no sabemos cómo hablar estos temas con nuestras/os hijos. Nos da la oportunidad de mediar los contenidos con nuestros valores familiares y abrir un espacio de consenso, un puente con la escuela para educar en valores conjuntamente.

¿Y si tenemos miedos legítimos a los contenidos que pueden darse? Con más razón, lejos de negarles a nuestros hijos/as el acceso a la información, la mejor opción que ocupar el espacio como familias y colaborar en la construcción de ese conocimiento.

En este sentido, la incorporación de la Esi no se propone como una cuestión autoritaria, sino que cada comunidad educativa debe incluir en su proyecto institucional la adopción de las propuestas a su realidad sociocultural e ir implementando progresivamente los contenidos de la ley de acuerdo a sus necesidades, circunstancias y respetando sus tiempos de incorporación

Con mis hijos no te metas vs. la Esi salva vidas.

Los miedos, soledades e incertidumbre que vivimos nosotros/as en la infancia y adolescencia nadie nos las cuenta. Cada una de las personas que hoy es adulta vivió en mayor o menor medida el terror a esa persona que en la calle, la escuela, el club o incluso la casa se nos acercaba con intenciones que no podíamos entender. Sentimos la vergüenza o la incertidumbre ante los cambios que se producían en nuestro cuerpo y deseos en la adolescencia. Sufrimos las discriminaciones por ser diferentes en algún momento de nuestro crecimiento e hicimos lo posible (incluso cosas contra nuestra voluntad) por ser aceptadas.

La Esi viene a explicarnos todo esto, a decirnos quienes y como somos en esta tierra, a explicarnos qué es íntimo y qué no, a que sepamos qué está pasando en nuestras vidas y nuestros cuerpos para que no sintamos incomodidad ante el mundo, a decirnos que no hay que ser igual a todos/as y que por eso tenemos derecho a tomar nuestras decisiones y no ser discriminados/as.

Finalmente ¿La educación sexual salva vidas? Quizás sí, si tenemos en cuenta que:

-El conocimiento por parte de nuestros/as hijos de su cuerpo, de la intimidad mismo y de las situaciones peligrosas por las cuales deben avisar a maestras/os y familia previene abusos sexuales

-El conocimiento de los procesos menstruales, el embarazo, los medios anticonceptivos, la enseñanza de que podemos decir no a las presiones y de que debemos tener relaciones sexuales consentidas y responsables previene embarazos no deseados.

-La enseñanza de que tenemos que vivir en la diversidad aceptando a otras personas sin discriminarlas, protege a todas las personas de sufrir todo tipo de acosos y rechazos en su vida.

La Esi tiene mucho más virtudes que exceden esta nota. Sin embargo el objetivo es empezar a despejar o romper algunos mitos para poder acercarnos a ella. Mientras más nos acerquemos, nuestro lema cambiará, o entenderemos que la Esi y la educación familiar sirve justamente para que nadie pueda meterse con nuestros/as hijos/as en esta etapa tan vulnerable como son la infancia y la adolescencia.

Sólo si educamos y protegemos con información y espacios de confianza escolares y familiares a niños/as y adolescentes, podremos darles herramientas para decir de verdad “con mis hijos/as no te metas, porque no podrás hacerlo”.

Fuente del artículo: https://www.mdzol.com/sociedad/esi-rompiendo-los-mitos-20190818-40567.html

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Panamá: La educación sexual es necesaria

Centro América/ Panamá/ 19.08.2019/ Fuente: laestrella.com.pa.

El director general del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (Icges), Juan Miguel Pascale, afirmó en una entrevista con La Estrella de Panamá que en el país ‘la educación sexual’ en las escuelas ‘es necesaria’.

‘Si existiese un sistema de información eficiente en la familia, no habría necesidad de fortalecer la escuela. Pero es lo contrario’, dijo el médico, quien recordó que en 2016 se difundió la primera parte de un estudio del Icges que aborda, entre otros temas, las infecciones de transmisión sexual en los adolescentes.

La investigación, que también da luces sobre los conocimientos de la sexualidad en los adolescentes de Panamá, Colón y Panamá Oeste, indica que, solo en la capital, donde fueron encuestados alumnos de diez escuelas oficiales, el 98% de los jóvenes posee ‘pobre conocimiento’ del virus de inmunodeficiencia humano (VIH).

Este año, añade el especialista, el estudio se continúa en la comarca Ngäbe Buglé, a cargo de la doctora Amanda Gabster.

‘¿Sabes cómo aprenden los muchachos sobre sexualidad? Practicando. Aprenden de sexualidad teniendo sexo, y ahí es donde se infectan. Esa es la triste realidad’, lamenta el médico, con más de 30 años de experiencia en el campo de la ciencia.

Lo preocupante, dice Pascale, es que esta falta de información se extiende hacia los tutores de los jóvenes. En una reunión con una asociación de padres de familia, una mujer le confesó al doctor que no sabía nada sobre infecciones de transmisión sexual.

‘Debemos de establecer programas de educación sexual para padres y para hijos, porque si no, no hay comunicación’, concluyó el subdirector.

Fuente de la noticia: http://laestrella.com.pa/panama/nacional/educacion-sexual-necesaria-panama-icges/24134603

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