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La Reforma a la Educación Superior está muerta (¿vive la reforma?)

Por: José M. Salazar y Peodair Leihy

En esta primera columna escrita por dos académicos de la Universidad de Valparaíso se analiza por qué ha fracasado en su trámite legislativo la Reforma a la Educación Superior, una de las piedras angulares del programa de este gobierno. En momentos en que se espera que el Ministerio de Educación envíe cambios sustantivos al proyecto de ley, las lecciones del actual entrampamiento resultan iluminadoras.

Desde el inicio de su mandato, el gobierno de la Presidenta Bachelet ha apostado por una reforma significativa de la regulación de la educación superior. Luego de años de anuncios, negociaciones y borradores de todo tipo, el país se encuentra casi en punto muerto, aunque no exactamente en la misma situación que heredó su gobierno.

Visto con los ojos del Ministerio de Educación, se ha logrado instalar la política de gratuidad para el pregrado, beneficiando a cientos de miles de estudiantes y familias. Desde la perspectiva de quienes observan críticamente esta política, resulta muy complicado que deba ser negociada en el parlamento anualmente. Tal divergencia se alimenta de la ambigüedad que asumen varias instituciones que se han beneficiado de la gratuidad: adhieren formalmente a los ideales que la inspiran mientras critican en público su contenido.

La posibilidad de avanzar hacia una reforma estructural parece improbable. Hay buenas razones para pensar así. No existe un consenso mínimo –por motivos ideológicos y de diagnóstico– para acordar el conjunto de reglas que gobierne el funcionamiento de la educación superior durante los próximos años. Apostar por un diálogo productivo choca con la realidad de un sector atravesado por la desconfianza, como sugieren los conflictos y rupturas que emergen dentro de foros importantes, como el Consejo de Rectores de Universidades Chilenas (CRUCh) y Vertebral, la organización que reúne a institutos profesionales y centros de formación técnica acreditados.

Si lo anterior no fuera poco, tampoco existen capacidades técnicas instaladas en las instancias gubernativas para forjar una iniciativa legal maciza. Hasta ahora, se aprecia la ausencia de una clara relación de causalidad entre lo que se persigue y las posibilidades que ofrecen las regulaciones propuestas.

Es evidente que el proyecto de reforma yace casi desahuciado en el parlamento. Todavía se apuesta por una estrategia mágica que pueda darle viabilidad, pero casi sin convicción. Los representantes de la soberanía popular, los medios de comunicación y los canales de interacción digital reverberan y amplifican la rica gama de agendas, consignas e intereses –casi siempre inconsistentes– que se ocultan tras los actores que lideran la formación terciaria. Al despuntar el último año de esta administración, tampoco parece existir un liderazgo capaz de articular una conversación político-técnica para convenir unos postulados básicos que enmarquen una agenda de reformas viable.

Es muy probable que los futuros analistas de las políticas sectoriales estudien este proceso fallido con el mayor interés. ¿Cómo fue posible que una sentida y transversal aspiración de cambio terminara de esta forma? Un obvio punto de partida se encuentra en la arquitectura que ha querido darse a la reforma. La introducción de un nuevo régimen de financiamiento, destinado a ampliar responsablemente el subsidio público a las instituciones y los estudiantes, necesitaba un ajuste profundo del marco regulatorio en operación.

La posibilidad de avanzar hacia una reforma estructural parece improbable. No existe un consenso mínimo para acordar el conjunto de reglas que gobierne el funcionamiento de la educación superior durante los próximos años.

Se apostó por avanzar en diferentes líneas de acción, integrándolas en un cambio legal sistemático. Por una parte, se buscó traspasar y fortalecer las potestades de fiscalización sobre las instituciones de educación superior mediante la creación de una superintendencia para monitorear y controlar el uso de los aportes fiscales y proteger de abusos a los estudiantes.

Al mismo tiempo, la revisión del sistema de acreditación se orientó a resolver los problemas de transparencia y legitimidad que ha enfrentado la Comisión Nacional de Acreditación (CNA). Su reemplazo por otra agencia mejor diseñada, quería dejar atrás los defectos y vicios observados en su funcionamiento, además de enfatizar la importancia que tienen los resultados obtenidos por las universidades dentro del proceso de evaluación y objetivizar las decisiones de la nueva agencia para que fueran comparables entre sí.

Como otros en el pasado, es muy probable que estos cambios nunca ocurran, a pesar del consenso –y entusiasmo– que generaron en algún momento. Si, por azar, alguna transformación emerge de este proceso (aún existen expectativas en el plano de la fiscalización y la calidad), es muy probable que se trate de ajustes menores, descontextualizados de una agenda coherente y cuya utilidad sólo podrá ser apreciada en el largo plazo.

Además de fallida, esa estrategia revela una limitada comprensión de lo que una reforma sectorial puede ser, según demuestra la propia experiencia chilena. Quizás el camino más tradicional para concebirla sea, precisamente, un cambio en la legalidad, en las normas generales que condicionan indirectamente la operación de un sector como la educación superior. Tales modificaciones aspiran a tener efectos de largo plazo a medida que apuntan a reconfigurar cómo los sectores se organizan y, especialmente, sus límites. La mayor parte de su eficacia, sin embargo, se juega en el proceso de implementación y depende de la convicción y las agendas de las agencias e instancias gubernamentales a las que se confía su puesta en marcha.

El régimen de Pinochet, por ejemplo, creó un sistema de licenciamiento para las nuevas instituciones privadas que fue sustancialmente alterado por el Consejo Superior de Educación (CSE) a medida que lo aplicaba, ya en democracia, sin mediar cambios estatutarios. La integración del CSE no fue azarosa. En su conformación participaron personas clave que también estuvieron tras la Comisión de Estudio de la Educación Superior (formada en 1990) y que luego pasaron a dirigir la Comisión Nacional de Acreditación de Pregrado (CNAP) (creada en 1999). Sus ideas fueron decisivas –y consistentes– para fijar la orientación que tuvo la implementación de los instrumentos de política a su cargo y que definen mucho del entorno regulatorio que hoy existe en el sector.

Otras reformas se orientan a alterar los flujos de recursos que el Estado pone a disposición de los principales actores sectoriales. El desarrollo del sistema de becas fiscales y la magnitud y flujo de los recursos asignados a los sistemas de crédito solidario y Crédito con Aval del Estado (CAE) han sido claves para la configuración de la educación superior. Tales transformaciones se hicieron sin mediar grandes cambios legislativos: las glosas de la Ley de Presupuesto y la regulación reglamentaria han sido suficientes para mantener estas iniciativas operando sostenidamente –y de manera incremental– por largo tiempo.

El trabajo de las comisiones que  los gobiernos constituyen para explorar el desarrollo de nuevas agendas de política ha tendido a ser poco fructífero y quizás por eso, entre otros motivos, sus recomendaciones permanecen sin implementar.

Las reformas también pueden ser agendas, como lo ha sido el desarrollo del proyecto MECESUP (1998-2016), ejecutado en tres etapas por el Ministerio de Educación, con el apoyo técnico e ideológico del Banco Mundial. Esas agendas definen propósitos, asignan recursos y articulan equipos a cargo de su ejecución. Además de identificar objetivos y metas, las agendas de reforma sirven para experimentar soluciones que luego dan origen a nuevos modelos e instrumentos de política.

El Fondo de Desarrollo Institucional (FDI), por ejemplo, partió como un fondo para el mejoramiento de la infraestructura de las universidades tradicionales, para luego orientarse al mejoramiento de las credenciales de los académicos y terminar focalizándose en diferentes necesidades generadas a partir de la expansión y complejización de ese grupo de instituciones. Al mismo tiempo, permitió ir configurando una nueva herramienta –los convenios de desempeño– para que el Estado transfiera recursos para el desarrollo de capacidades en el sector, que luego ha sido exportado por el Banco Mundial como una práctica exitosa de política pública.

Es llamativo que con tan diversas experiencias reformistas durante las últimas dos décadas, el diseño del gobierno no fuera más rico ni se desplegara en diferentes planos. Algún tipo de cortocircuito en los círculos políticos de la coalición gobernante hizo que todo ese aprendizaje fuera rápidamente olvidado. El costo fue la ausencia de una estrategia reformista más granular y multinivel.

Es posible que los instrumentos de política en operación tampoco hayan contribuido mucho al desarrollo de una agenda de cambios que apunta a reconfigurar las bases estructurales del sistema, aunque hay que tener presente que los objetivos perseguidos no se reflejaron en el conjunto de cambios propuestos, como han revelado varios críticos. Por todo eso, es interesante observar el rol que han jugado expertos y analistas en el debate público para dar contenido a las reformas propuestas. ¿Cuál ha sido su contribución al diseño y desarrollo de estas iniciativas?

Desde las movilizaciones estudiantiles de 2011, ha sido raro que pase una semana sin que los medios de prensa incluyan notas, comentarios y análisis sobre la reforma en curso y sus posibilidades. Si a eso se suman artículos académicos y publicaciones de distintos grupos de interés, uno puede delinear un amplio y variopinto conjunto de actores tratando de influir activa y persistentemente la acción del gobierno y los partidos políticos. Una parte de ellos son personas que cuentan con formación de posgrado en el ámbito de los estudios en educación superior.

Con pocas excepciones, estos analistas y comentaristas han definido su radio de acción de manera similar: felicitan, rechazan, critican o proponen ajustes a las reformas propuestas. Al enmarcar de esa manera su quehacer, conforman el antiguo principio del legalismo chileno, según el cual el contenido de toda reforma es siempre responsabilidad del Ejecutivo pues las reformas son principalmente un problema de cambio de legislación. Su objetivo, entonces, es influenciar el debate parlamentario, en pos de la aprobación, rechazo o ajuste del régimen propuesto.

Esa lógica facilita la mantención del status quo y contribuye a empobrecer el debate sobre el futuro de las políticas educativas. A pesar de su entrenamiento y experiencia, nuestros expertos locales tienden a escarbar los defectos (o virtudes) inherentes que posee cada diseño propuesto. Esa propensión mueve el debate público y parlamentario hacia una toma de posiciones opuestas, en pos de la aprobación o rechazo de los proyectos de ley que se trate. Al proceder de esa manera, olvidan frecuentemente expandir el catálogo de opciones disponibles ante cada disyuntiva de política pública que se plantea.

Precisamente esa parte de su tarea tiende a quedar en un segundo plano. Muy pocas veces los debates académicos o de políticas sugieren vías de acción, sobre la base del estudio riguroso de las experiencias comparadas o sobre un análisis informado sobre el estado de situación que presenta el caso chileno.

Más bien, tienden a caer en debates de principios –como hemos sido testigos a propósito del carácter público de la educación superior– que no contribuyen a enriquecer la caja de herramientas que alimenta el desarrollo de nuevos instrumentos de política. El trabajo de las comisiones que, de manera esporádica, los gobiernos constituyen para explorar el desarrollo de nuevas agendas de política, ha tendido a ser poco fructífero y quizás por eso, entre otros motivos, sus recomendaciones permanecen sin implementar.

La evidencia es consistente. Los informes del Consejo Asesor Presidencial para la Educación Superior (2008), la Comisión de Trabajo de Análisis del Sistema de Aseguramiento de la Calidad (2012), y la Comisión Asesora Presidencial para la Institucionalidad en Ciencia, Tecnología e Innovación (2013) han sido bastante conservadores.

Ninguno de ellos ha avanzado propuestas que introduzcan nuevas estrategias e instrumentos de política que faciliten la actualización y eficacia del marco en operación. Es probable que incida en ese resultado que tales instancias hayan privilegiado la representación de intereses sectoriales consolidados. Falta en estos y otros documentos de política, una orientación más propositiva que, atenta a nuevos desarrollos en otras latitudes, sea capaz de enriquecer nuestro diálogo sobre la forma en que el Estado contribuye y guía el desarrollo del sector. Lo mismo se repite en el abundante comentario que existe en materia de educación superior.

En una segunda parte de esta columna, buscaremos contribuir a gestar un estado de cosas que permita que la política sectorial avance en una dirección que aumente su incidencia y efectividad en la consolidación de una educación superior masiva y de excelencia.

Fuente: http://ciperchile.cl/2017/03/23/la-reforma-a-la-educacion-superior-esta-muerta-vive-la-reforma/

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Destacados catedráticos y académicos defienden logros de Ecuador en educación superior

Ecuador/30 marzo 2017/Fuente: El Telegrafo

Catedráticos, académicos, escritores, periodistas, economistas, entre otros destacados profesionales de distintos países, consideran que «los logros alcanzados en Ecuador no pueden dar marcha atrás y deben ser parte de una agenda de futuro y de continuidad, de manera independiente de quién o quiénes encabecen los sucesivos gobiernos», según destacan en un manifiesto.
Los firmantes, en total 242, subrayan que «la educación, la investigación, la ciencia y la vida universitaria no deben estar sujetas a los vaivenes de los cambios políticos administrativos, como tantas veces ha ocurrido en nuestros países».
Al escrito, en favor del «Reconocimiento y Defensa de la Educación Superior y la Economía Social del Conocimiento en Ecuador», se adhirió también la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), autorizado por intermedio de su secretario general, Paulo Speller.
Recalcan que el Ecuador ha optado por un modelo de desarrollo y de políticas públicas que «conciben la naturaleza del conocimiento como bien público social y colectivo cognitivo».
«La democracia cognitiva que se impulsa en Ecuador es una alternativa para el desarrollo de las nuevas sociedades, porque concede un papel prioritario a la formación de la ciudadanía, actor principal del conocimiento, en su proceso de producción y de gestión social que apunta a la reducción de las brechas e inequidades de los derechos fundamentales, así como para la incursión en las ciencias de frontera que posibilitan metodologías transdisciplinarias y transculturales, que potencian un futuro de soberanía del pensamiento, la interculturalidad y la diversidad característica de nuestros países», añade.
En ese sentido, los firmantes sostienen que el período 2006-2016 constituye uno de los logros sociales más importantes que ha experimentado el Ecuador republicano. «Las bases estructurales de las transformaciones del sistema de educación superior ecuatoriano han sido establecidas, y sus cimientos tienen que ver con la expedición de normatividad y políticas públicas de carácter sistémico y de amplia visión».
Destacan la recuperación de la rectoría, regulación y control del Estado sobre las políticas de educación superior, el despliegue de la nueva concepción del conocimiento y de la educación superior como bien público y social, el fortalecimiento de la institucionalidad del sistema, la política de becas, la apertura de las cuatro universidades emblemáticas; la organización del conocimiento en base a dominios científicos, tecnológicos y humanísticos en función de los contextos y las demandas que presentan los territorios y enmarcados en los horizontes que marcan lineamientos programáticos como el cambio de la matriz productiva, energética, de servicios y los derechos del Buen Vivir, entre otros.
«En Ecuador, por lo anterior, se debe garantizar que el proceso de democratización del saber y de cambio en la matriz cognitiva, debe ser consolidado e institucionalizado como política de Estado, para continuar la subsiguiente fase de la transformación relacionada con la democratización del conocimiento y la construcción del ecosistema de innovación social, lo que implica la implementación de estrategias de ciudadanización y regionalización de la educación superior a nivel macro», puntualizan en el manifiesto.
Subrayan que Ecuador está demostrando que la educación puede y debe ser una prioridad y que las universidades deben estar al frente de la transformación social de nuestro tiempo, y del mejoramiento y el desarrollo de la vida y de su sustentabilidad.
«Por lo anterior nos pronunciamos por la defensa y el más amplio reconocimiento de lo logrado en Ecuador, y decimos con toda la fuerza de la razón, que son avances y resultados que habrá que defender con dignidad y valentía», finalizan. (I)
Fuente:http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/politiko-2017/49/profesionales-destacan-modelo-de-politica-publica-del-ecuador-en-los-ultimos-10-anos
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Los destinos de la educación superior

Por: Sebastián Vallejos

La política de educación superior de los últimos diez años no ha venido sin sus altibajos. Los niveles de inversión son evidentes. Es la primera vez que ha existido una política al respecto, criticable, mejorable, pero una política al fin. Tanto así que dentro del debate electoral, si a esto se le puede llamar debate, los destinos de la educación superior son temas que te pueden dar votos.

El modelo que se propuso desde PAIS no ha logrado salir del patrón neocolonial de la academia y la generación del conocimiento. Es un modelo que no cuestiona las bases de un campo guiado por corporaciones, enfocado en la generación de utilidades, a través de alineamiento ideológico a la matriz occidental, liberal y de mercado. Es algo que mejor se ve reflejado en Yachay. El sistema de entrega de becas ha tenido su propio problema de raíz: si bien se puede pretender la democratización del acceso a la educación superior, tanto de manera internacional y nacional, hay un prerrequisito determinado por las condiciones estructurales que no se han podido cambiar.

Es decir, para acceder a la educación superior, es necesario democratizar, primero, la manera en que se llega al momento de acceder a la educación superior, y quiénes llegan a ese momento. Un estudiante graduado de colegio privado, de calidad, y bilingüe, tiene una ventaja estructural sobre alguien que viene del sistema público, deficiente todavía en muchos aspectos.

A pesar de esto, la política de educación superior sí ha significado mayor acceso para quienes antes no lo tenían, pero se debería buscar ampliar esa base. Eso no significa que no se debió iniciar el proceso, pero es importante repensar la manera en que este proceso se ha dado. Se debe dar una mirada crítica a lo que se propuso, a los resultados y a lo que se busca llegar. Lo cual a veces parece, como en muchos otros campos, pedir mucho a una administración que no se ha mostrado abierta a ese tipo de críticas, menos a aquellas que vienen desde afuera.

Pero la mayor y más radical de las críticas parece venir desde Guillermo Lasso. Lasso ha propuesto, sin matices, cerrar la Senescyt. Su propuesta busca reducir el tamaño del Estado, darle ‘libertad’ a las universidades y, con el ahorro, ampliar el número de becas. Dejando de lado los dejos demagógicos, que esto es, al final del día, una campaña electoral, la desregulación del sistema universitario es, en parte, dotarlo de ‘libertad’, pero en el sentido comercial, agravando el problema de acceso y oferta, que fue una de las razones que llevó a la creación de tantas universidades mediocres, emitiendo títulos sin valor y estafando a aquellas personas que no pudieron participar en el sistema privado de élite.

También está lo de la oferta de becas. Una propuesta que no corrige el actual problema de acceso. Ampliar el sistema de becas debe ser un objetivo de Estado, y es uno loable. Pero ampliarlo sin repensar el modelo, sin cuestionarse los problemas sobre desigualdad al momento de acceder a estas becas, es perpetuar y empeorar un problema.

Si las becas y, en general la educación superior, siguen encontrando su nicho únicamente en una clase que ya podía acceder a la educación superior, y que ahora tiene una abanico más amplio de opciones, entonces la propuesta de Lasso no es una que está enfocándose en democratizar la oferta de becas, únicamente en ampliarla. Un problema epistemológico dentro de la visión del plan de Lasso, en general. Algo que Lenín Moreno debería criticar, especialmente porque esto significaría una necesaria autocrítica.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=224490

 

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Refugiados sirios se enfrentan a duras probabilidades para acceder a la educación superior

Siria/23 marzo 2017/Fuente: Acnur.org

Desde que estaba en la secundaria en Siria, Jankidar sabía que quería estudiar ciencias políticas. Pero poco después de matricularse en la Universidad de Alepo, él tuvo que abandonar sus estudios para mantener a su familia.

Después irrumpió la guerra en Siria en 2011, y él se vio obligado a huir de su ciudad natal de Kobane hacia Líbano, donde intentó matricularse una vez más en la universidad. Esta vez, tuvo que balancear cuatro trabajos para pagar sus clases y poder mantenerse.

“Trabajaba en mantenimiento de elevadores, como conserje, como pintor y como extra en películas y shows de televisión de Líbano y Siria”, recordó.

La lucha del joven de 31 años para obtener un grado universitario resulta muy común para los refugiados sirios en Líbano, donde solo uno de cada ocho de ellos logra tener acceso a la educación superior.

Después, en 2015, él supo del programa de becas para educación superior del ACNUR, llamado DAFI. Él aplicó, y poco después, venció las probabilidades al ganar una beca completa para estudiar un Master en Ciencias Políticas y Administrativas en la Universidad Libanesa.

Solo uno de cada ocho de ellos logra tener acceso a la educación superior.

Desde su nacimiento en 1992, el programa DAFI ha crecido considerablemente, permitiéndoles a más de 2.240 estudiantes refugiados estudiar en universidades y colegios universitarios en 41 países de asilo en 2014. En Líbano, 315 estudiantes se benefician actualmente de este programa.

Pero para la mayoría de los refugiados jóvenes los obstáculos que se presentan en el acceso a la educación superior continúan siendo enormes. Mariam, una estudiante siria de 23 años, huyó de Damasco hace cuatro años, ella ya tenía un bachillerato en ciencias y planeaba continuar sus estudios tan pronto regresara a Siria.

“Yo estaba convencida de que no estaríamos en Líbano por dos semanas, los más un mes”, dijo Mariam. “Pero pronto se le prohibió volver a quienes habían huido del vecindario, toda el área estaba sitiada”.

Mariam pasó los siguientes dos años en Líbano dando clases privadas a niños de escuela. “Mi padre tiene una discapacidad y mi madre no podía encontrar un trabajo. Yo estaba preocupada por mi familia y no podía continuar estudiando y trabajar al mismo tiempo”.

A nivel mundial hay más de 65 millones de personas desplazadas por las guerras y la persecución, incluyendo a más de 21 millones de refugiados, siendo más de la mitad de estos son niños. De acuerdo con un informe del ACNUR, solo 50 por ciento tienen acceso a la educación primaria, 22 por ciento a la secundaria y únicamente un uno por ciento tiene acceso a la educación superior.

En Líbano, más de un tercio de los beneficiarios de DAFI han dicho que no tienen tiempo para estudiar debido a la presión que reciben en sus hogares para trabajar y apoyar a sus familias, de acuerdo con una evaluación hecha en 2016.

Mariam nunca se dio por vencida con su sueño de una educación superior. Un año después de estar en Líbano, ella se dio cuenta de que para poder aplicar a las universidades, necesitaba recuperar su certificado de bachillerato de Damasco, algo que no había considerado cuando ella y su familia huyeron de Siria.

“Hice todo lo posible para que algún familiar obtuviera mi certificado, pero no fue posible. Estaba atrapado en la Universidad de Damasco, donde yo estaba matriculada inicialmente y necesitaba una decisión gubernamental para que lo liberaran”.

Agatha Abi Aad, Oficial Asistente de Educación del ACNUR, explicó que la falta de documentos administrativos, incluyendo los certificados de educación anteriores, es uno de los muchos obstáculos que enfrentan los jóvenes sirios que desean inscribirse en la universidad.

“Las universidades ahora emiten un documento al registrarse, antes de la matricula oficial, eso ayuda a que los estudiantes puedan recibir la residencia temporal, lo es un requisito para la matrícula universitaria. Pero la mayoría de los refugiados en Líbano son incapaces de pagar la matrícula anual de $200 dólares”, dijo Abi Aad.

“Estoy ayudando a los niños sirios porque temo que no tengan otra oportunidad de obtener una educación”.

El Gobierno del Líbano anunció el mes pasado que los refugiados sirios registrados con el ACNUR pueden ahora renovar sus permisos de residencia de manera gratuita, un cambio queacogen los refugiados y el ACNUR, que desde hace tiempo aboga por la exoneración en las tasas de renovación.

Cuando Mariam se enteró de DAFI en 2015, inmediatamente aplicó y fue seleccionada. Contrató a un abogado con la ayuda de un pariente lejano que aún vivía en Siria y logró obtener una copia de su certificado de bachillerato. Siguió meticulosamente los pasos necesarios para inscribirse en la Universidad Libanesa. Validó su certificado en el Ministerio de Relaciones Exteriores y se dirigió al Ministerio de Educación para obtener la equivalencia.

“No tener residencia válida significa no recibir la equivalencia”, le dijo la secretaria. En ese momento, Mariam sintió como si hubiera golpeado una pared de ladrillo. “Tuve que pagar $ 600 dólares en multas por haber sobrepasado mi residencia”, dijo. Mariam espera que el cambio de política más reciente le permita seguir su sueño y continuar su educación.

Ahora trabaja como maestra de niños sirios con la Fundación Save the Children. “Estoy ayudando a los niños sirios ahora porque temo que no tengan otra oportunidad de obtener una educación”, explica.

Por ahora, sin embargo, el sueño de Mariam de continuar su educación permanece en suspenso.

Fuente: http://www.acnur.org/noticias/noticia/refugiados-sirios-se-enfrentan-a-duras-probabilidades-en-busca-de-educacion-superior/

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Bolivia: Revitalizan convenio Andrés Bello de unidad basada en educación.

América del Sur/Bolivia/21.03.2017/Autor y Fuente: http://www.prensa-latina.cu/
EL Convenio Andrés Bello (CAB), iniciativa de integración iberoamericana en materia educativa, científica, tecnológica y cultural, vive hoy un proceso de revitalización tras la ratificación de sus miembros de mantenerlo activo.

La decisión se tomó durante una reunión extraordinaria, efectuada en Quito, entre funcionarios de 11 de los 12 países que forman el acuerdo: Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, España, México, Panamá, Perú, Paraguay, República Dominicana y Venezuela. Solo faltó Bolivia.

Previo al encuentro ministerial, los secretarios nacionales de cada territorio sostuvieron una cita de dos días, con el objetivo de formular ajustes y recomendaciones como preparación de la agenda del posterior intercambio ministerial.

Al respecto, la representante de Cuba, Lissette Sánchez, reveló en entrevista con Prensa Latina que el programa incluyó un análisis de la situación financiera del CAB, así como un balance de la gestión de Colombia en su condición de secretario general, por dos períodos consecutivos, desde 2012 a 2016.

La meta fundamental fue garantizar la viabilidad del Convenio, mecanismo de gran importancia para mantener y profundizar la unidad iberoamericana en materia de educación, cultura, ciencia y tecnología, precisó.

Uno de los momentos relevantes, a su juicio, fue el análisis de la propuesta de Panamá de acoger una segunda sede de CAB, además de Colombia, para lo cual el gobierno local garantizará el financiamiento.

Sobre el tema financiero, comentó la decisión de solicitar nueva inyección de capital por parte de los miembros, teniendo en cuenta que los fondos actuales cubren el programa hasta 2018.

Algunos países se comprometieron a ofrecer recursos, mientras otros expresaron voluntad de buscar mecanismos para generar los ingresos necesarios y en el caso de Cuba todos avalaron que continúe con su aporte de servicios profesionales y como sede de eventos, añadió.

‘Todo el debate se centró en buscar formas de fortalecer la integración regional con el Convenio’, enfatizó.

Entre los principales acuerdos, mencionó la creación de un sistema de contenidos educativos, que comienza con una propuesta de observatorio curricular, en el que los Estados pueden ofrecer y recibir, de acuerdo con sus necesidades.

Una segunda etapa comprende la sistematización de materiales educativos y recursos digitales que estarán a disposición de territorios, más allá de su uso solo para miembros del CAB.

Tal iniciativa resulta altamente valorada teniendo en cuenta que naciones como Brasil y México invierten millones de dólares para completar los libros de cada nivel de enseñanza.

Mientras, en educación superior se busca homologar y certificar los títulos universitarios, una de las tareas pendientes del tratado, suscrito inicialmente en 1970, operativo desde 1972 y ratificado en 1990.

Sánchez aprovechó la oportunidad para hacer público el reconocimiento de los delegados a la labor realizada por Ecuador como presidente protémpore del Convenio, y al desempeño de Colombia.

La integración es cuestión de voluntad política y desde el Convenio Andrés Bello esa fue la señal que enviamos al mundo, concluyó.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=72054&SEO=revitalizan-convenio-andres-bello-de-unidad-basada-en-educacion

Imagen: http://www.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2013/10/Andres_Bello_2-e1381845258693-540×445.jpg

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Culmina hoy II Conferencia de Extensión Universitaria en Cuba

Centro América/Cuba/21.03.2017/Autor y Fuente:http://www.prensa-latina.cu/
Debates, conferencias y paneles sobre el rol de los jóvenes y la Educación Superior en la sociedad cubana centraron la II Conferencia de Extensión Universitaria que culmina hoy en esta central provincia.

El encuentro centró su análisis en la relación universidad-comunidad en l.a cual la primera constituye el escenario idóneo para el desarrollo cultural, según reconoció en viceministro cubano de Educación Superior Gil Ramón González en la conferencia inaugural.

Con la participación más de 160 investigadores y estudiantes de 11 provincias y del municipio especial Isla de la Juventud, la cita abordó, además, la vigencia del pensamiento del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro; y el Héroe Nacional, José Martí, en las nuevas generaciones cubanas.

La integración latinoamericana en movimientos estudiantes, el desarrollo de políticas de igualdad de género en la isla, así como la promoción cultural y la transformación desde la universidad fueron otros de los temas tratados en esta conferencia.

El vicepresidente de la Sociedad Cultural José Martí, René González, y el intelectual y periodista Luis Toledo fueron otros de los invitados al encuentro académico celebrado entre el 15 y el 18 de marzo.

La cita propició además el análisis del trabajo extensionista a casi un siglo de la reforma de Córdoba 1918, que estableció la ‘Extensión universitaria y el compromiso con la sociedad’ como una de sus bases.

Fuente:http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=71959&SEO=culmina-hoy-ii-conferencia-de-extension-universitaria-en-cuba
Imagen:http://www.radiosanctispiritus.cu/es/wp-content/uploads/2017/03/universidad-sanctispiritus-350×232.jpg
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Educación en Nicaragua hace historia con la Universidad Abierta en Línea

Nicaragua/20 marzo 2017/Fuente: tn8.tv

La formación universitaria de Nicaragua toma un nuevo rumbo, los bachilleres podrán optar por graduarse con una carrera en línea y de manera gratuita.

Ademas habrán cursos para especializarse tanto para estudiantes como docentes.

«Verdaderamente hay una revolución educativa, Nicaragua está dando un paso trascendental con este lanzamiento y la verdad que nosotros también estamos aprendiendo de esta historia», compartió Juan Carlos Casco de una de las universidades de Extremadura (España) que aportó a la ejecución de este proyecto, al brindar el conocimiento por tener experiencia en esta materia.

Este miércoles en el auditorio Fernando Gordillo de la Universidad Autónoma de Nicaragua, UNAN Managua, se realizó el lanzamiento del año lectivo de la Universidad Abierta en Línea.

Al evento asisten los asesores presidenciales Telémaco Talavera, Salvador Vanegas, las ministras Miriam Raudez del Ministerio de Educación; Loyda Barreda del Tecnológico Nacional, el vicecanciller Valdrack Jeantschke, representantes de las universidades adscritas al CNU, la jefatura de la Policía Nacional y el cuerpo diplomático acreditado en nuestro país.

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¿Cómo matricularse?

Roberto Blandino, Coordinador de la Universidad Abierta en Línea explicó que todo nicaragüense bachiller puede matricularse, el trámite es en línea, solo tiene que llenar una solicitud en la página web y tener listo la documentación digital como la copia del diploma y la cédula de identidad.

Oferta académica

En todo el país las universidades ofrecen 250 carreras.

La universidad en línea de momento tendrá 33 carreras y más de 20 cursos.

Estas carreras están ligadas a las facultades administrativas y jurídicas.

En una primera etapa unos 10 mil bachilleres puede inscribirse, las carreras serán por 5 años y estarán certificadas.

Emprendedurismo universitario

También se perfila la plataforma para promover lo que en primaria y secundaria aprendieron los estudiantes a través de la asignatura Aprender, Emprender y Prosperar, es decir un seguimiento pero ahora desde el ámbito universitario.

Fuente: http://www.tn8.tv/nacionales/414953-educacion-nicaragua-hace-historia-universidad-abierta-linea/

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