España / 30 de diciembre de 2017 / Autor: Carlos Magro / Fuente: Co.labora.red
“Cuando el corto plazo, cada vez más común, desplaza a una praxix vinculadora a largo plazo, que sería, a su vez, una forma de final, aumenta la atemporalidad, reflejada en el ámbito psicológico como angustia e inquietud. La creciente discontinuidad, la atomización del tiempo, destruye la experiencia de la continuidad. El mundo se queda sin tiempo.”
Byung-Chul Han. El aroma del tiempo
Te propongo que respires, que cojas aire y aminores un poco tu ritmo. Si estás caminando, que apacigues tu ritmo. Dejes, por un momento, de dirigirte hacia un punto concreto y comiences a pasear, a vagabundear, a deambular y a callejear. Te propongo que te tomes los próximos minutos (lo que tardes en leer esto) con un poco más de calma de lo normal. Que te demores en pensar y te pares a escuchar a tu alrededor. Que te des un poco de tiempo para hablar no solo sobre lo urgente, sino también de lo importante. Te propongo que abandones por un momento las opiniones apresuradas, dejes de lado las afirmaciones rotundas y suspendas por un rato los juicios taxativos. Y que, después, te demores un rato en hablar con otros no solo sobre lo que hay que hacer, sino también sobre lo que queremos hacer. No solo sobre lo que pasa sino, sobre todo, sobre lo que nos pasa. Te propongo que hablemos de educación.
Aprender se ha vuelto una actividad imprescindible. Educar también. Nunca como hasta ahora había habido tanto interés social por la educación, ni tanta demanda de formación. La educación importa, nos importa. La educación interesa a la sociedad, nos interesa, nos interesa mucho.
Podemos decir que vivimos, por fin, en la sociedad del aprendizaje anunciada hace casi cinco décadas. Una sociedad en la que, paradójicamente, se está produciendo una brecha creciente entre las necesidades sociales de educación y los resultados que los sistemas educativos son capaces de generar, y que nos reclama un cambio profundo en nuestras formas de aprender y de enseñar, desafiándonos a repensar la educación. Cada día pedimos más a la educación porque sabemos que solo las personas capaces de aprender podrán encarar con alguna garantía el futuro.
Estamos viviendo, probablemente, la mayor oportunidad de reescritura de la educación tradicional de las últimas décadas. Tenemos la oportunidad, pero también la responsabilidad de trabajar por una educación mejor, por una educación transformadora. Es un buen momento para soñar y trabajar por la escuela que queremos.
El acuerdo social y profesional sobre la necesidad de la transformación educativa es lo suficientemente amplio como para extender al conjunto del sistema educativo los procesos de cambio que ya se están produciendo, liderados por miles de docentes, en cientos de centros educativos. Hay un enorme (y real) interés social por dialogar sobre educación y por contribuir a su transformación. Interés que está condicionado por la falta de espacios en donde el debate educativo se produzca sin manipulación.
El debate educativo está secuestrado y mal alimentado. Sufre la anemia provocada por su altísima polarización en torno a enfrentamientos partidistas, intereses corporativos y, últimamente, por la estrechez interpretativa provocada por los datos de las agencias económicas internacionales. Carece de profundidad y de diversidad. Ni hablamos sobre los temas relamente importantes, ni hablamos todos.
En este escenario, buscar el acuerdo no parece un objetivo necesario, como tampoco lo es la preocupación por los intereses de los alumnos. Sin embargo, más allá de los debates partidistas, comerciales, corporativos o académicos que atraen la mayor parte de la atención de los medios, hay mucha vida en la educación española.
En la Asociación Educación Abierta llevamos tiempo pensando que ha llegado el momento de hablar de educación. Hablar, de verdad, de educación. Pensamos que ha llegado el momento de abrir un debate, pausado y razonado, que nos permita ampliar el campo del diálogo, incorporando voces y experiencias al debate educativo.
Si realmente queremos cambiar la educación es necesario crear espacios en donde podamos escuchar las voces de todos los que nos consideramos afectados por la educación. La mejora de la educación es una responsabilidad social. Es una responsabilidad de todos.
Calmar la educación nace con la voluntad de abrir un diálogo crítico sobre educación. Abrir un diálogo distinto para conseguir un sistema educativo distinto. Abrir un debate sobre aquello que nuestros esfuerzos educativos deben tratar de conseguir. Debatir sobre cuáles deben ser los parámetros de una buena educación y sobre qué entendemos que es educativamente deseable. Calmar la educación propone retomar el debate sobre los fines de la educación (por qué educamos). Calmar la educación aspira a redefinir el mapa del debate educativo, liberandolo de sus inercias, ampliando sus escenarios, aumentando los temas de debate e integrando nuevos participantes y nuevas voces. Superar la manera generalmente crispada con que se han planteado los temas educativos.
Calmar la educación busca poner como prioridad lo que sucede a los alumnos, y por tanto, a sus familias. También lo que les sucede a los docentes.
Calmar la educación parte de la evidencia de que la enseñanza hoy en día es complicada, no es sencilla, como bien han señalado Andy Hargreaves y Michael Fullan. Y que ser docente es una tarea compleja, laboriosa, paciente y difícil. Mucho más de lo que la gente cree y muchísimo más de lo que piensan los políticos, como bien ha apuntado Francisco Imbernón. Y por tanto, que no se trata de innovar contra las escuelas, sino con ellas y que para cambiar la educación es necesario hacerlo con los docentes.
#CalmarEdu pasa por implicar a los actores tradicionales, pero también a los emergentes. Facilitando miradas alternativas para transformar el sistema educativo, prestando atención no solo a lo cuantitativo, los grandes datos y las estadísticas sino también a lo cualitativo, lo pequeño, las múltiples conexiones que se dan cada día, los matices, lo efímero y lo contingente. Hablando más de slow school que de smart school y más de small data que de big data.
El pasado 17 de junio, en Medialab Prado, reunimos a más de 100 personas interesadas en educación, desde alumnos a familias, pasando por docentes, académicos, gestores, agentes sociales, empresarios, responsables educativos, responsables de la administración. Todos ellos participaron a nivel personal.
Como punto de partida pusimos sobre la mesas de trabajo 9 temas de trabajo y 90 preguntas (los alumnos, la inclusión, el currículo, la evaluación, la formación, los espacios y los tiempos en educación,…). 9 temas y 90 preguntas del tipo: ¿Para qué ir a la escuela en el siglo XXI?, ¿De qué hablamos cuando decimos educación inclusiva?, ¿Cómo deben contribuir las familias a la definición y seguimiento de los proyectos de centro?, ¿Cómo promover el aprendizaje entre los profesionales de la educación?, ¿Cómo debe ser un aula?, ¿Cómo integrar el barrio o el pueblo en el aprendizaje escolar?, ¿Cómo organizamos el curriculum?, ¿Es evaluar un elemento imprescindible del sistema educativo?.
Una jornada intensa en la que buscábamos propuestas para cambiar los tiempos en la escuela y para la escuela. En la que buscábamos menos presión y más comprensión para un sistema educativo que ha cumplido de manera más que razonable sus objetivos en los últimos 50 años. Una jornada que nos confirmó el enorme interés que hay por dialogar sobre educación y contribuir a su transformación. Una jornada en la que pudimos escuchar la voz clar y sabia de los alumnos. Una jornada emocionante e ilusionante.
Ha llegado el momento de someter a debate las propuestas que de allí salieron y que se han ido consolidando estos últimos meses para, sobre ellas, elaborar una nueva. Nuestro objetivo ahora es que todo el que esté interesado pueda aportar su experiencia, porque todos estamos concernidos por la educación. La legitimidad de las propuestas no pretende ser otra que la que le otorgemos quienes participemos en su elaboración.
Necesitamos tiempo para reflexionar en la escuela, sobre la escuela, con la escuela y para la escuela. Necesitamos tiempo para cuestionarnos cómo construir los valores de una convivencia democrática y cómo deben encarnarse en los alumnos, docentes y familias.
Os invito a entrar en http://calmaredu.educacionabierta.org/propuestas, leer las propuestas con calma y a dejar vuestra contribución en forma de comentario si así lo consideráis. ¡Gracias!
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