Por Gabriel Brener
En un encuentro de capacitación con directivos de secundarias, un director comentó algo que a mi parecer, quedó muy al pasar, diluido por la conversación general. Mi intención es sacarlo del paso, ponerlo de manifiesto. Contó que un alumno dijo, en medio de un debate sobre el sentido que tiene la escuela para él … “ vengo a la escuela para ser alguien”
A mí me cautivó, no podía salir de esa frase, porque la entiendo reveladora, tanto por la apuesta para con la escuela como por la naturalización del fracaso. Ser alguien a través de la secundaria significa crecer y superarse a sí mismo, incluso a lo alcanzado en términos escolares por la familia de origen. Pero también supone asumir la condición de nadie, que la propia escuela contribuyó a sentenciar al excluir durante tanto tiempo a gran parte del universo de adolescentes y jóvenes de los sectores populares, logrando que los propios sujetos asuman como natural y de responsabilidad propia, el estar por fuera (no me da la cabeza) o el una vez adentro volver a quedar afuera (yo no puedo).
Pone en evidencia esta manera de sentirse afuera, de no asumirse como sujeto de derecho y ciudadano legítimo de la secundaria. Porque es un nivel escolar que ha permanecido vedado para muchísimos argentinos durante mucho tiempo. Este año se cumple una década de la ley de educación que establece el derecho de estar en la secundaria y la obligatoriedad del Estado para garantizarlo. Pero la marca indeleble sobre la secundaria tiene que ver con su diseño histórico selectivo, y con la naturalización de la supervivencia del más fuerte, cotizando en forma débil el esfuerzo de los ” recién llegados” a este nivel educativo y con un alza en la bolsa para los elegidos1, confirmando la fuerza regulatoria de la pertenencia social de origen. Confirmando la vigencia de que …Martin pescador no te dejará pasar, a la secundaria, o del ciclo básico al superior (ese gran filtro de “selección natural” ).
Tenemos que animarnos a desarmar aquella escuela del “al que no le gusta se levanta y se va” que fue eficaz en otra época pero no tiene efectos similares en esta. Además puede ser traicionera, habilitando la retirada al mismo tiempo que la sanciona. No porque tenga que gustar lo que hay para aprender como si fuese el sabor de un helado, sino porque vale la pena volver a pensar el sentido de lo que se enseña y aprende en la secundaria. Como una oportunidad de seducción cultural en la que un sospechado de ser “nadie” pueda arrepentirse de su condena hacia la escuela por el sinsentido y pronunciar “ me cabe la de Lengua, porque nos hizo leer poesía y me gustó, quiero más. Además, a veces nos pone bien los puntos, la banco”…
La secundaria es territorio fértil para poner en práctica la ciudadanía, no para postergar su ejercicio para cuando se egrese. Una escuela que se anime a conjugar pasado, presente y futuro. A contramano de la ética bastante protestada de solo invertir a futuro, hay que hacernos cargo críticamente de la estética de consumo y la eternización del presente, del “no sé lo que quiero pero lo quiero ya”3, aprendiendo a surfear entre la lógica del vértigo, propia de esta época y ritmo cardiaco de pibes y pibas, pero también enseñando con los libros de la imprenta y la necesidad de construir relatos y narraciones algo más duraderos, necesarias para construir identidades, para “armarse” como sujetos. Sorteando simplificaciones binarias como si se tratara de una opción entre los libros o las notebooks, y arriesgándonos a sumergirnos a un mundo de saberes que se sienten pasando las yemas por las hojas de los libros, pero también tecleando y pantalleando, con una secuencia lineal, pero también hipertextual y de recorridos múltiples. Es la escuela de la imprenta, medioambiente en la que nos formamos adultos escolares, conjugándose con la cultura cyberdigital de quienes empuñan su celular como una extensión de su pulgar, una prótesis identitaria, asunto clave para comprender a estudiantes de nuestras secundarias, dispuestos a imaginar y vincularnos con un alguien y alejando los prejuicios sobre los nadies.
Hay que practicar una secundaria de la incomodidad. Porque nada se aprende sin atravesar algún tipo de incomodidad, pero además porque es preciso desarmar los prejuicios de una escuela para pocos o para no tantos, y ello supone un adulto que se arriesgue a las preguntas que no traen respuestas de antemano, que se le anime a destrabar ciertos climas que a veces parecen una conjura de lo imposible, de que no puede, que no le da, que este pibe no puede aprender esto, liberando esos saberes que fueron custodiados y para pocos, ampliando derechos, haciendo inteligible aquello de acceso restringido a ese sujeto inesperado que hoy es arte y parte de la secundaria. Incomodidad de animarse a enseñar con las net y de poner a dialogar viejas y necesarias tradiciones de la enseñanza con el rock chabón o de la cumbia, junto al contacto con la poesía a través de la colección Juan Gelman4 en papel, de la incomodidad de poner a dialogar las culturas escolares con las culturas populares, con las culturas juveniles, las mediáticas, etc.
Hay que practicar una secundaria de la incomodidad en la que cada estudiante sienta que la escuela es al mismo tiempo para todos /as y para cada una/a, que es territorio de ejercicio del derecho y no simplemente de su declamación. Incomodidad que supone respetar y sentirse respetado por la elección sexual y una mirada adulta que acompañe y no que sentencie con la prepotencia del ajuste moral que solo auspicia una sola manera de interpretar el género, el amor y la libertad de sentirse y llamarse de ese modo ante el mundo.
Incomodidad para la impronta patriarcal aun dominante en nuestra sociedad que aún es demasiado complaciente con una distribución sexual injusta de las oportunidades, educativas y de las otras, naturalizando aquello de que las alumnas son para las ciencias blandas y para las duras los muchachos (las investigaciones /estadísticas sobre pensamiento y acción del profesorado al respecto y de rendimiento escolar siguen en esa distribución). Hay que bregar por una secundaria que desarme como natural esa manera de repartir la relación con los saberes y las vocaciones, o los estereotipos de una sola manera de ser varón y mujer. Desafíos de una educación corporal más democrática, lejos de complicar y confundir, pueden ser oportunidades para aprender entre chicos y chicas a respetarse y convivir mejor, aprendiendo a cuidar el propio cuerpo y el de los y las demás. Porque si en la secundaria nos animamos a poner en palabras, desnaturalizar y condenar los noviazgos violentos5 estamos actuando en forma directa para que algún día los femicidios6 sean asunto doloroso pero del pasado, democratizando las relaciones entre géneros, que se sostengan por el amor y los proyectos de vida y no queden atrapadas en relaciones de propiedad, violencias y sometimiento
Una secundaria en la que los chicos o chicas se le animen a la incomodidad de que aprender cuesta esfuerzo así como vivir cuesta vida, y que el facilismo muchas veces es primo hermano de la trampa, animarse a la complejidad de aprender más y mejor con adultos dispuestos que ofrecen pistas y medios de orientación. La contraparte de un estudiante que asume ese esfuerzo es un adulto que sostiene y acompaña. Allí reside la diferencia entre un adulto que interpreta la exigencia escolar como un abogado o fiscal que va en busca de pruebas para sentenciar ignorancia, alimentando una pedagogía de la punición y un adulto que asume la responsabilidad ética y pedagógica de una exigencia que se autoriza en la confianza y el asumir un riesgo por el otro, con la convicción de que podrá y si hay tropiezo, servirá como error y fuente de aprendizaje y no como excusa para la sanción como descalificación.
Se hace necesario creer y estar convencidos que la secundaria es uno de los mejores lugares para construir y practicar ciudadanía democrática, desanimando esos pensares y decires que son condenas anticipadas que sentencian como a un “nadie” a quien siente necesidad de mostrar su condición de “alguien”, con dignidad, con el orgullo de lo propio, con las ganas de sacarle punta, enriquecerlo y empoderarlo. Se hace necesario reafirmar la necesidad de una secundaria que fortalezca lazos uniendo lo diverso para confrontar con la adversidad de los destinos anticipados.
1 Ampliar con Bourdieu, Pierre y Passeron, J-C. (2003). “Los Herederos. Los estudiantes y la cultura. Argentina”. Argentina: Siglo XXI Editores. Sobre la elección de los elegidos, herederos pero sobre los becarios.
2 Esta escena pertenece a Luna de Avellaneda, que forma parte del Archivo Fílmico Pedagógico (AFP) “Jóvenes y Escuelas”, una herramienta pedagógica que ha sido entregada por el Ministerio de Educación de la Nación a todas las escuelas secundarias estatales del país y a todos los ISFD, durante 2015. Reúne 41 películas argentinas, latinoamericanas y del resto del mundo, y cuadernillos para docentes , directivos, estudiantes y familias con análisis y propuestas de actividades en tornos a diversas temáticas vinculadas a los jóvenes ( sexualidad, violencias, embarazo en adolescencia, convivencia, relación entre generaciones, arte y cultura, prevención de adicciones, etc.) así como a diferentes tópicos, estéticas y lenguajes cinematográficos. Para conocer el AFP puede ingresarse a http://www.educ.ar/sitios/educar/seccion/?ir=archivo_filmico
3 Parte de un tema de la banda de rock SUMO, “Lo quiero ya” (1987)
4 La colección Juan Gelman está integrada por 80 libros de poesías de más de 500 autores de la Argentina y el mundo, como el citado Gelman, Alejandra Pizarnik, Francisco Urondo, Jorge Luis Borges, Olga Orozco, Atahualpa Yupanqui, Vinicius de Moraes, Octavio Paz, Fernando Pessoa y Rafael Alberti, entre otros. Fue realizada por el Ministerio de Educación y distribuida en todas las secundarias estatales del país.
5 Para ampliar sobre noviazgos violentos ingresar a este material distribuido en las secundarias http://portal.educacion.gov.ar/secundaria/files/2013/03/Cuaderno-ESI-Secundaria-2-webpdf.pdf
6 La cifra de femicidios anuales en Argentina no baja y se mantiene por encima de los 200 desde 2008, ya que el año pasado fueron 286.Los datos surgen del informe 2015 presentado por el Observatorio de Femicidios Marisel Zambrano, de la ONG La Casa del Encuentro, que se realiza en base a las noticias publicadas por 120 medios nacionales y las agencias de noticias DyN y Télam. http://www.telam.com.ar/notas/201603/141526-femicidios-cifras.html
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Gabriel Brener es profesor de Enseñanza Primaria (Normal Nº 4) Lic. En Cs. Educación (UBA) Especialista en Gestión y Conducción del Sistema educativo y sus instituciones (FLACSO). Docente de la cátedra de Didáctica General del Profesorado en la Facultad de Filosofía y Letras de UBA y de la carrera de Especialización en Conducción Educativa del ISFD J.V González, así como profesor del Diploma y de la Especialización en “Curriculum y Practicas Escolares en Contexto”, de la FLACSO y de la Universidad Nacional de Hurlingham. Ex Subsecretario de Equidad y Calidad Educativa del Ministerio de Educación de la Nación. (2013-2015).Co-autor “Violencia escolar bajo sospecha “(Comp. Carina Kaplan ) Ed. Miño y Dávila Bs As. 2009. Co autor de “La escuela inquieta. Explorando nuevas versiones de la enseñanza y del aprendizaje” Comp. Carina Rattero. Ediciones
http://www.alainet.org/es/articulo/178350
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