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Reino Unido: Justine Greening presenta una estrategia para aumentar las oportunidades de los niños pobres

Europa/ReinoUnido/The Guardian

La secretaria de Educación, Justine Greening , ha acusado a los laboristas de ofrecer nada más que «dinero y consignas» para abordar los estándares de las escuelas, mientras anuncia una estrategia nacional destinada a cerrar la brecha de logros entre niños ricos y pobres.

Greening utilizará un discurso el jueves para establecer medidas que incluyen £ 50 millones para que las escuelas abran nuevos lugares de guardería.

Los conservadores han estado bajo presión para demostrar su compromiso con el tema después de que la comisión de movilidad social, presidida por Alan Milburn, renunciara a principios de este mes.

Además de la financiación de guardería, las políticas que Greening anunciará incluyen £ 23 millones para un «fondo de talentos futuros», dirigido a estudiantes brillantes de entornos más pobres, y una cooperación más estrecha con las empresas en el suministro de aprendizajes y elaboración de calificaciones técnicas.

La secretaria de educación alternativa, Angela Rayner, que presionó repetidamente al gobierno por los recortes a la provisión de los primeros años, dijo que «a pesar de la retórica del gobierno, son los conservadores los responsables de retrasar a una generación de jóvenes. Los ministros recortaron los fondos para Sure Start, recortaron los presupuestos escolares en £ 2,7 mil millones, impusieron recortes en los términos reales del salario de los docentes y abolieron el subsidio de mantenimiento educativo, lo que ha dificultado que las personas de entornos desfavorecidos permanezcan en la educación «.

«Si hay algo que hemos aprendido en los últimos 30 años, es que si pudieras salir de este problema lo hubiéramos hecho».

Ella dijo que el financiamiento por alumno había aumentado en un 70% en términos reales entre 1990 y 2020, al tiempo que rechazaba la idea de que los cierres Sure Start habían afectado la provisión de los primeros años. «Tenemos que ir más allá de un argumento simplista de que es la cantidad de dinero que gasta, o si hay un Sure Start o no. Se trata de lo que realmente sucede en el terreno y del impacto que produce «.

Ella dijo que el paquete en conjunto crearía «una estructura y una arquitectura» para abordar el problema, pero las soluciones serían diferentes en todo el país.

«Lo que hemos aprendido a lo largo de los años es que sí, necesitamos una estrategia nacional, pero debe adaptarse a comunidades muy diferentes, y cómo podemos hacer esto en Cambridgeshire rural es muy diferente a lo que funcionará mejor, por ejemplo, en Scarborough, o Oldham, o Derby «.

Una de las ambiciones establecidas en la nueva estrategia es cerrar la «brecha de idioma», lo que significa que algunos niños llegan a la escuela menos preparados para la educación.

«Sabemos que algunos niños se presentan en recepción, ya están retrasados, y no pueden sacar lo mejor de sus años escolares», dijo Greening. «No pueden entender también y tampoco pueden articularse cuando quieren comunicarse con su maestro. Y sabemos que van a hacer cosas mucho peores en sus GCSE debido a eso. Siguen teniendo menores oportunidades después de 16 debido a eso; van a tener opciones de carrera mucho más restrictivas y peores por eso «.

Pero la Alianza de Aprendizaje Preescolar, que representa las guarderías, advirtió que el aumento de 50 millones de libras esterlinas para las guarderías escolares no sería suficiente.

«La investigación ha demostrado que la inversión en los primeros años es la forma más efectiva de mejorar las oportunidades de vida a largo plazo de los niños, y sin embargo, durante años, el sector ha sido crónicamente insuficiente», dijo su director ejecutivo, Neil Leitch.

«La secretaria de educación tiene razón al decir que el lugar donde comienzas en la vida a menudo decide dónde terminas. Es hora, entonces, de que el gobierno ponga su dinero donde está la boca e invierta lo que se necesita para garantizar que todos los niños tengan el comienzo que merecen «.

Peter Lampl, presidente de Sutton Trust, cuyo objetivo es impulsar el logro de los alumnos de entornos desfavorecidos, acogió con satisfacción la estrategia del gobierno, que se llama Desbloquear el Talento, Cumplir el Potencial.

Pero advirtió que el gobierno parecía estar evitando la reforma de las políticas de admisión de las escuelas.

«Hay áreas donde se debería hacer más. Debemos asegurarnos de que los recursos estén a la altura de las ambiciones del nuevo plan, particularmente para apoyar la buena enseñanza en áreas desfavorecidas. La política de admisión parece haber sido puesta en el cuadro «demasiado difícil», pero sin reformar las admisiones, los alumnos más pobres seguirán perdiéndose en las mejores escuelas «, dijo.

Lampl también destacó la necesidad de garantizar que los alumnos desfavorecidos tengan acceso a los mejores aprendices y que no se gradúen de la universidad con las deudas más grandes.

La financiación de la educación fue un tema divisivo durante la campaña de las elecciones generales, y algunos diputados conservadores se quejaron de que luchaban por responder al argumento del Partido Laborista de que las escuelas sufrían demasiados recortes.

Greening respondió a esas inquietudes reservando 1.300 millones de libras esterlinas adicionales para el presupuesto de las escuelas centrales en los próximos dos años después de las elecciones generales, pero como el Tesoro se negó a suscribir el compromiso, se vio obligada a buscar otras partes del Departamento El presupuesto de la educación para encontrar el dinero.

Fuente: https://www.theguardian.com/education/2017/dec/14/justine-greening-unveils-strategy-to-increase-poor-childrens-opportunities

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Por qué los niños de bajos ingresos no se encuentran en los Programas académicos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

Theedavocate

Los estudiantes de bajos ingresos están sustancialmente subrepresentados en STEM. Ya sean graduados de la escuela secundaria o graduados de educación superior , los informes muestran que los estudiantes de bajos ingresos ingresan a los programas académicos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. a un ritmo mucho más bajo que sus contrapartes de altos ingresos.

Parte del problema es el hecho de que muchas familias de bajos ingresos ni siquiera pueden pagar una computadora , y mucho menos un buen paquete de Internet. Como autores, Vikki Katz y Victoria Rideout escribieron: «La calidad de las conexiones a Internet de las familias, y los tipos y capacidades de los dispositivos a los que pueden acceder, tienen considerables consecuencias para los padres y los niños por igual».

Estas consecuencias incluyen lagunas en la calidad de la tarea, la desigualdad digital y las disparidades en el desarrollo. Estos efectos conducen a un menor número de graduados postsecundarios de hogares de bajos ingresos, especialmente en programas STEM.

Además, las familias de bajos ingresos tienden a vivir en vecindarios menos privilegiados donde la calidad y la situación financiera de las escuelas también es baja. Las » escuelas pobres » también se quedan atrás ya que su capacidad para adquirir y acceder a los recursos es limitada. Esto se manifiesta en una menor calidad de la educación, lo que limita las oportunidades de los estudiantes y las opciones de carrera.

De hecho, los estudiantes de bajos ingresos generalmente ingresan a colegios comunitarios locales ya que no conocen la ayuda financiera disponible en instituciones más prestigiosas o carecen de algunos requisitos de admisión.

Las instituciones postsecundarias a las que asisten la mayoría de los estudiantes de bajos ingresos también carecen de recursos y tienen tasas de graduación más bajas. Una vez más, el estudiante de bajos ingresos está en una gran desventaja.

Todos estos efectos secundarios de ser de bajos ingresos contribuyen a una inequidad en la educación y la preparación postsecundaria, particularmente en los programas STEM. Para los estudiantes de bajos ingresos que asisten a escuelas de bajos ingresos es más probable que tengan un acceso muy limitado a los recursos , clases y experiencias de STEM .

Es probable que dichos estudiantes se hayan retrasado en su educación, específicamente en STEM, y por lo tanto, pueden carecer del conocimiento o los requisitos necesarios para ingresar y graduarse de una institución superior postsecundaria. Por otro lado, algunos de los estudiantes de más alto rendimiento son de bajos ingresos, pero ni siquiera se postulan para las instituciones más selectivas , ya que carecen de los recursos y el apoyo.

Sin embargo, Eve Riskin, vicedecana de ingeniería de UW, entiende que «la educación en ingeniería necesita adaptarse a las tortugas, no solo a las liebres «. Ella es parte de una iniciativa para atraer a más estudiantes de bajos ingresos a sus universidades para completar año de licenciatura en ingeniería. El año extra permitirá a los estudiantes ponerse al día y construir una base en ingeniería.

Otras universidades están tomando iniciativas similares, tratando de aumentar el número de estudiantes de bajos ingresos que ingresan y se gradúan de los programas de STEM. Los estudiantes de bajos ingresos en los EE. UU. Solo representan el 14% de los estudiantes en las 200 instituciones postsecundarias más importantes del país, sin embargo, miles de estos estudiantes obtienen excelentes puntajes de GPA y SAT.

Además, sin culpa propia, los niños de bajos ingresos no pueden adquirir habilidades STEM al mismo nivel que los niños de altos ingresos, y se quedan atrás. Teniendo el deseo y tratando desesperadamente de mantener el ritmo, pero sin los recursos adecuados, algunos niños incluso han recurrido a escribir códigos en papel con un lápiz .

Afortunadamente, algunos educadores e instituciones están abordando el hecho de que los niños de bajos ingresos no se encuentran en STEM al proporcionar educación adicional, mejores recursos y más ayuda financiera.

Fuente: http://www.theedadvocate.org/low-income-kids-nowhere-found-stem/

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Las bibliotecas de calle de ATD Cuarto Mundo para niños mexicanos

México / 22 de octubre de 2017 / Autor: Patrick John Buffe / Fuente: Radio Francia Internacional

Presente en México desde el 2007, ATD Cuarto Mundo desarrolla proyectos en barrios de la ciudad. Uno de ellos es el de Biblioteca de Calle. Permite trabajar con niños de colonias desfavorecidas para que aprendan junto con sus familias el placer de leer libros, contar y crear historias, además de desarrollar su creatividad.

 

 

Al igual que los otros niños del barrio, Emily y Mari Cruz siempre acuden a la Biblioteca de Calle que instalan cada quince días los integrantes de ATD Cuarto Mundo México. Como lo hacen desde hace ya cuatro años, estos voluntarios llegan a la colonia Los Hornos con mochilas llenas de libros. Avisan a los padres. Instalan lonas en la calle, en el mismo suelo. Y se sientan con los niños, ayudándolos a leer o a realizar actividades manuales, en el marco de este proyecto de lucha contra la pobreza que lleva a cabo Matt Davies, el coordinador de esta organización:

“La meta es que los niños puedan crecer en confianza en sí mismo. A menudo vemos que la experiencia de los niños en la escuela no es positiva, entonces el libro puede ser un objeto asociado al fracaso. Y en la Biblioteca de calle es todo lo contrario.”

Los padres de familia valoran mucho esta biblioteca de calle y la convivencia que propicia, como lo recalca Doña Socorro: “Antes los niños se peleaban en la calle. Ahora no, se ponen a jugar entre ellos. Mis hijas no leían bien y ahora agarran sus libros y se ponen a leer.”

Un niño que lee muy bien es Samuel, de10 años y a quien la iniciativa Bibliotecas de calle le despertó una gran ambición: “aprender a leer me va a servir para que cuando sea grande pueda enseñar a leer a los demás”

Con Bibliotecas de calle, lo que busca ATD Cuarto Mundo es erradicar poco a poco la pobreza.

Fuente de la Noticia:

http://es.rfi.fr/americas/20171016-las-bibliotecas-de-calle-de-atd-cuarto-mundo-para-ninos-mexicanos

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China: One in three Chinese children faces an education apocalypse. An ambitious experiment hopes to save them

China/Septiembre de 2017/Fuente: Science

Resumen:  En otros lugares de este centro de educación infantil en el centro de China, los jóvenes están montando caballos en balsa, trepando en un gimnasio en la selva, pulgares a través de libros ilustrados o participando en la lectura en grupo. Una vez a la semana, los cuidadores reciben entrenamiento individualizado sobre cómo leer a los niños pequeños y jugar juegos educativos. El centro forma parte de un ambicioso experimento que Rozelle está dirigiendo, que busca encontrar soluciones a lo que él ve como una crisis de proporciones gigantescas en China: el retraso intelectual de aproximadamente un tercio de la población. «Este es el mayor problema que China está enfrentando que nadie ha oído hablar nunca», dice Rozelle, profesor de la Universidad de Stanford en Palo Alto, California. Las encuestas realizadas por el equipo de Rozelle han encontrado que más de la mitad de los estudiantes de octavo grado de las zonas rurales pobres de China tienen coeficientes de inteligencia por debajo de 90, dejándolos luchando para mantenerse al día con el currículo oficial. Un tercio o más de los niños rurales, dice, no completan la secundaria. Rozelle hace un pronóstico sorprendente: Alrededor de 400 millones de chinos en edad laboral, dice, «están en peligro de convertirse en discapacitados cognitivos».

Glasses askew and gray hair tousled, Scott Rozelle jumps into a corral filled with rubber balls and starts mixing it up with several toddlers. The kids pelt the 62-year-old economist with balls and, squealing, jump onto his lap. As the battle rages, Rozelle chatters in Mandarin with mothers and grandmothers watching the action.

Elsewhere in this early childhood education center in central China, youngsters are riding rocking horses, clambering on a jungle gym, thumbing through picture books, or taking part in group reading. Once a week, caregivers get one-on-one coaching on how to read to toddlers and play educational games. The center is part of an ambitious experiment Rozelle is leading that aims to find solutions to what he sees as a crisis of gargantuan proportions in China: the intellectual stunting of roughly one-third of the population. «This is the biggest problem China is facing that nobody’s ever heard about,» says Rozelle, a professor at Stanford University in Palo Alto, California.

Surveys by Rozelle’s team have found that more than half of eighth graders in poor rural areas in China have IQs below 90, leaving them struggling to keep up with the fast-paced official curriculum. A third or more of rural kids, he says, don’t complete junior high. Factoring in the 15% or so of urban kids who fall at the low end of IQ scores, Rozelle makes a stunning forecast: About 400 million future working-age Chinese, he says, «are in danger of becoming cognitively handicapped.»

Among Chinese academics, that projection «is controversial,» says Mary Young, a pediatrician and child development specialist formerly of the World Bank Institute in Washington, D.C. But although experts may debate the numbers, they are united on the enormity of the problem. «There is definitely a tremendous urban-rural gap» in educational achievement, says Young, who is leading pilot interventions for parents of young children in impoverished rural areas for the government-affiliated China Development Research Foundation in Beijing.

RURAL EDUCATION ACTION PROGRAM

While China’s dynamic urban population thrives, much of rural China is mired in poverty. More than 70 million people in the countryside live on less than $1 a day, according to the World Bank, and children have it particularly hard. On a recent visit to Shaanxi province, at a group of farmsteads isolated in a remote valley, a 27-year-old mother of two says that she would like to send her kids to preschool. But she would have to rent an apartment in town to do so—a prohibitive expense.

Many parents migrate to the booming cities for work, leaving children with grandparents. (China’s household registration system requires that children enroll in schools in the district where their parents are registered.) Left-behind children tend to leave school early, eat poorly, and have little cognitive stimulation in the crucial first years of life. Grandparents, with limited education themselves, are poorly equipped to read to the next generation. They sometimes carry swaddled infants on their backs while working their fields, which delays infant motor development, Young says.

Such early deprivation, Rozelle and others say, limits kids’ potential for success in life. «There is a massive convergence of evidence» that development in the first 1000 days after a baby’s conception sets the stage for later educational achievement and adult health, says Linda Richter, a developmental psychologist at the University of the Witwatersrand in Johannesburg, South Africa, who doesn’t work with Rozelle.

China’s millions of at-risk children could threaten its future. Economic modeling shows that in some low- and middle-income countries, such as India and Tanzania, «the gross domestic product lost to stunting can be more than a country’s spending on health,» explains Richter, who helped produce a series of papers on early childhood development published online in The Lancet last October. Conversely, she says, «There is a special window of opportunity» for interventions that bolster health and improve parenting.

Luo Lie, 5, does eye exercises at a rural school. Like many of his peers, he is being raised by grandparents.

KEVIN FRAYER/GETTY IMAGES

That’s what Rozelle is setting out to prove—on an unprecedented scale. In 100 villages across Shaanxi, his team of Chinese and foreign collaborators is following 1200 baby-caregiver pairs; half attend the enriching early education centers and half serve as controls. If the intervention works, Rozelle says his team will seek to convince authorities to establish early education centers nationwide. «It will keep China from collapsing,» he says.

Rozelle’s earlier experiments on health interventions in China had «a real impact on the lives of poor people,» says Howard White, a developmental economist with the Oslo-based Campbell Collaboration, which reviews economic and social studies. Rozelle’s group, he says, has been «very successful testing things on a small scale, taking them up to the provincial level, and using the findings to influence national policy.» Now, Rozelle hopes to have a similar impact with parenting.

Rozelle followed an unlikely path to becoming a crusader for China’s infants. He started studying Mandarin in middle school because his father thought it would be a useful skill, and he pursued finance as an undergraduate at the University of California (UC), Berkeley. But he put his courses on hold to spend 3 years studying Chinese in Taiwan. Seeing the island’s emergence as an Asian Tiger «got me excited about Asian development,» he says.

Later, the poverty he observed backpacking through Southeast Asia and in South America, where he spent 2 years studying Spanish, instilled in him a concern about economic inequality. That led him to pursue a master’s degree in development economics at Cornell University. Development economics was «a new, wide-open field,» he says. And he had an advantage. «Not too many development economists speak Chinese.»

Returning to Cornell for his Ph.D., he began a varied academic career in which China was the one constant. At Stanford and UC Davis, he explored such topics as irrigation investment, genetically modified cotton, and microcredit programs for rural poor. These efforts netted him a national Friendship Award, the highest honor given to foreigners for contributions to China, in 2008. He is also the longtime chairperson of an advisory board to the Chinese Academy of Sciences’s (CAS’s) Center for Chinese Agricultural Policy.

Rozelle’s unorthodox path through academia is matched by his quirky sense of humor. At a recent public talk in English to a general audience in Shanghai, China, he mimed cradling an infant in his arms while he talked about rural parenting. He explained that studies show that investing in early childhood education pays off for society, whereas spending on adult education has negative returns. «You guys are done, sorry,» he told the crowd.

In the mid-2000s, Rozelle and his colleagues shifted their focus from agriculture to education. China’s economy was growing rapidly, but «children from rural areas with poor educations or in bad health didn’t have the capabilities» to take advantage of new economic opportunities, says Luo Renfu, a longtime Rozelle collaborator and economist at Peking University in Beijing.

In Anshun, China, Luo Hongni, 11 (left), and her brother Luo Gan, 10 (right), carry flowers to be used as animal feed.

KEVIN FRAYER/GETTY IMAGES

The result is a widening gap between urban and rural educational achievement in China, Rozelle says. Many urbanites fit the stereotype of «tiger» parents, pushing kids to excel in school. After hours, their schedules are packed with music and English lessons and sessions at cram schools, which prepare them for notoriously competitive university entrance exams. More than 90% of urban students finish high school.

But only one-quarter of China’s children grow up in the relatively prosperous cities. Rural moms have high hopes for their children; Rozelle’s surveys have found that 75% say they want their newborns to go to college, and 17% hope their child gets a Ph.D. The statistics belie those hopes: Just 24% of China’s working population completes high school.

Rozelle believes such numbers bode ill for China’s hopes of joining the ranks of high-income countries. Over the past 70 years, he explains, only 15 countries have managed to climb from middle- to high-income status, among them South Korea and Taiwan. In all those success stories, three-quarters or more of the working population had completed high school while the country was still in the middle-income bracket. These workforces «had the skills to support a high-income economy,» Rozelle says. In contrast, in the 79 current middle-income countries, only a third or less of the workforce has finished high school. And China is at the bottom of the pack. School dropouts don’t have the skills needed to thrive in a high-income economy, Rozelle says. And, worryingly, the factory jobs that now provide a decent living for those with minimal training are moving from China to lower-wage countries.

Rozelle thinks a lack of opportunity isn’t the only factor holding back China’s rural children. Physically and mentally, they are also at an increasing disadvantage, hampering their performance in school and their prospects in life.

Childhood in the other China

Compared with peers in the cities, rural kids have higher rates of malnutrition, uncorrected vision problems, and intestinal parasites. Many rural parents leave kids in the care of grandparents. The result, according to a team of economists: the intellectual stunting of roughly one-third of China’s population.

CREDITS: (GRAPHIC) G. GRULLÓN/SCIENCE; (DATA) SCOTT ROZELLE

In 2006, Rozelle gathered many of his research collaborators into a Rural Education Action Program (REAP). Based at Stanford, it has key partner institutions in China, including top schools, such as Peking University, and CAS’s Center for Chinese Agricultural Policy in Beijing, which gives REAP credibility with national authorities. REAP also has connections with provincial universities and, through their professors, ties to local officials. (To avoid the scrutiny China gives nongovernmental organizations, Rozelle emphasizes that REAP is an academic entity conducting research.)

REAP’s initial studies focused on the quality and cost of rural education. But Rozelle became aware of health issues during a 2009 visit to a rural school with Reynaldo Martorell, a maternal and child health and nutrition specialist at Emory University in Atlanta. «After lunch, all the kids were napping; Rey said they should be running around,» Rozelle recalls. Martorell suspected malnutrition, and a preliminary survey proved him correct. Over several years, Rozelle’s team conducted 19 surveys in 10 poor provinces covering 133,000 primary school kids. They found that 27% were anemic, an indication of malnutrition; 33% had intestinal worms; and 20% had uncorrected myopia. «If you’ve got one of these three things,» Rozelle says, «you’re not going to learn because you’re sick.»

REAP followed up with trial interventions. At 200 schools, they checked each child’s vision and gave them a math test. Then, in half the schools, the kids who needed them got free glasses. A year later, the math scores of the kids with glasses had improved far more than those of peers in the other schools. Vitamin supplements and deworming yielded similar results. Luo says these and other findings helped convince the central government in 2011 to establish a school lunch program now benefiting 20 million rural students daily. «What impresses me about Scott,» says Martorell, «is that his work does not end with just publications; he is deeply committed to making sure government officials become aware of the problems and solutions.»

But Rozelle believed that he might achieve more by starting with younger children, persuaded by the work of economists showing that investment in the first 1000 days of life yields economic dividends. As he puts it: «The development economics field discovered babies in the past five or so years.» Adversity early on—malnutrition or neglect of an infant’s physical and emotional needs, for example—can leave cognitive deficits that persist for life. And in REAP, Rozelle had an organization that could do rigorous studies of interventions and their benefits.

Fluent in Mandarin, Stanford University economist Scott Rozelle enjoys interacting with the rural children in his intervention programs.

RURAL EDUCATION ACTION PROGRAM

In 2013, REAP launched a study enrolling more than 1800 babies, ages 6 to 12 months, and their caregivers from 348 villages in impoverished Shaanxi province. A team took blood samples and measured the height and weight of each infant. An evaluator gave each baby a widely used test—the Bayley Scales of Infant and Toddler Development—that measures cognitive, language, and motor skills. Each caregiver answered a questionnaire used to assess the infant’s social and emotional status. The tests were repeated three times at 6-month intervals. The team also tracked whether and when a mother had migrated away for work.

On the bright side, Rozelle says, the tests indicated rural kids «don’t need help with their motor skills.» But 49% of the babies were anemic. And 29% scored below normal on the Bayley test: nearly twice the 15% of babies that naturally fall at the low end of intelligence tests in any population.

The researchers initially focused on nutrition, providing vitamins in the trial’s intervention arm. But follow-up tests showed that the supplements had marginal impact and that mental development scores deteriorated in both intervention and control groups.

At that point, Rozelle recalls, the team began to think, «Maybe it’s a parenting problem.» In spring 2014, REAP started asking caregivers in their study about parenting practices. Only 11% had told a story to their children the previous day, fewer than 5% had read to their children, and only a third reported playing with or singing to their children.

The situation is particularly fraught for «left-behind» children. Fully one-quarter of Chinese children under age 2 are left in the care of relatives at some point, according to UNICEF statistics. Grandparents often end up as the caretakers—and many «are still in a survival mode of thinking,» without the time, energy, or education to read to their grandchildren, Young says. The test scores confirm a devastating impact: After mothers left home to work in another city, mental development scores among their children declined significantly and socio-emotional indices «fell apart,» Rozelle says. The declines were greatest when a mother left during the child’s first year.

REAP was already adapting what’s known as the Jamaican intervention. Sally Grantham-McGregor, a physician and child development specialist, devised the strategy to help developmentally stunted children she observed while at the University of the West Indies in Kingston in the 1970s and 1980s. The Jamaican intervention relied on home visits to teach mothers, one-on-one, how to interact with their toddlers using books and toys designed to raise cognitive, language, and motor skills. The REAP team enlisted child education specialists and psychologists at Shaanxi Normal University in Xi’an, the province’s capital, to translate and adapt the teaching materials. For coaches, REAP turned to China’s National Health and Family Planning Commission, which was seeking new roles for its 1.5 million workers, who had enforced the country’s now-ended one-child policy.

REAP then took 513 children-caregiver pairs from the 1800 participants and split them into intervention and control groups. For the next 6 months, the newly trained family planning workers visited intervention homes weekly for coaching using the Jamaican method. In the intervention group, when the mother was present the baby’s Bayley scores rose to normal. But when a grandmother was raising the child, the Bayley score barely budged. «We’re working hard to figure out why,» Rozelle says.

The in-home visits were expensive, trainers sometimes skipped the most isolated families, and caretakers did not always comply. The coaching also did little to relieve the isolation of kids who did not have playmates, or of their mothers. A questionnaire given to mothers who remained at home with their children—often living with in-laws far from their own families and friends—suggested that 40% of them show signs of depression and could benefit from psychiatric help.

At early childhood development centers, coaches work with caregivers to bolster such parenting skills as reading to children.

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Those findings set the stage for REAP’s most ambitious experiment yet. To deliver services more cost-effectively, ensure that coaching sessions take place, and relieve isolation for toddlers and caregivers, the team over the past year set up 50 early childhood development centers in villages in Shaanxi province. The centers cost an average of $10,000 each to furnish and equip; their annual running costs range from $60,000 to $100,000. REAP raised the money from charitable foundations and philanthropists. The Shangluo facility, opened in May, is the first of several «supercenters» that will be located in apartment complexes being built in provincial towns to encourage rural residents to move off their isolated plots.

The REAP team will chart the progress of kids who visit the centers against children in 50 villages lacking them. Typical among those children is a 26-month-old girl being raised by her paternal grandparents in the village of Wanghe. Their house sits among a cluster of ramshackle buildings at the end of a dirt track. There are no playmates her age nearby. Her father works a 2-hour drive away in Xi’an, making it home only several times a year. Her mother has deserted the family. The grandmother, the main caregiver, did not even attend primary school. No toys or books are in sight. At an age when most kids have started forming two-word phrases, the girl barely talks. Not surprisingly, she scores dismally on the development test.

Rozelle says that when he sees kids in the randomly selected control villages, «I often want to take them in my arms and move them to the treatment village.» But randomized trials are key to demonstrating the benefits of the intervention. Few countries have comparable programs providing all-around support for mothers and babies during a child’s first 1000 days. Richter says there are a lot of unanswered questions about how to scale up interventions and adapt them to different cultures, how to support mothers at risk of depression, and how early interventions dovetail with later educational programs.

REAP’s studies might provide some answers. The first assessment of the childhood education centers will be done in early 2018. «We hope to follow the kids for as long as we can find funding,» says Wang Lei, a Shaanxi Normal University economist and a REAP affiliate. And Rozelle is already trying to convince the central government to set up centers in 300,000 villages across the country. Authorities could solve China’s rural cognitive deficit problem, Rozelle says, «if they knew about it and put their minds to it.»

The caregivers taking advantage of the centers are convinced of their value. At a center in Huangchuan, a village 30 kilometers north of Shangluo, Zhang Yanli says she has learned a lot about parenting and can see how quickly her 18-month-old daughter is picking up verbal and social skills. The young mother gestures to her older daughter, who is four-and-a-half years old. «I wish there had been a center for her.»

Fuente: http://www.sciencemag.org/news/2017/09/one-three-chinese-children-faces-education-apocalypse-ambitious-experiment-hopes-save

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Camerún: Alimentos para la educación

Camerún/11 septiembre 2017/Fuente: El País

Una campaña con imágenes de desayunos procura concienciar a la sociedad para reducir la malnutrición entre los menores pigmeos del sur de Camerún.

“Teníamos un problema de malnutrición entre los menores de los campamentos y cuando comenzó el proyecto de la bouillie (papilla) la situación cambió. Los menores volvían a estar sanos y con ganas de ir al colegio. Se redujeron mucho los casos de enfermedad y todos los pueblos estaban motivados para enviar a sus niños a la escuela. Hace dos años, este proyecto se paró con todas sus consecuencias: las enfermedades han vuelto a los pueblos y los alumnos vuelven a tener malnutrición”. Quien habla es Theopold Essono, coordinador de los Centros preescolares comunitarios de Educación de Base No Formal (CEBNF) de Djoum y Mintom, en Camerún.

Hasta hace dos años, los menores de los 22 centros, de entre tres y seis años, mejoraron su alimentación gracias al programa de bouillie por el que cada mañana recibían una taza de papilla con ingredientes que son difíciles de encontrar en el sur de Camerún y que contienen un importante aporte nutritivo a la dieta tradicional. Entre sus componentes se encuentran leche, cereales, trigo, soja y aceite. Sin embargo, la falta de fondos económicos ha provocado la suspensión del programa en todos los centros educativos. Una medida que ha tenido como consecuencia la reaparición de los casos de malnutrición entre los menores de los pueblos pigmeos baka.

El 26,6% de los menores pigmeos baka está en riesgo de malnutrición aguda y la mitad de ellos sufren de malnutrición crónica lo que causa retraso en el crecimiento, según un estudio de que la ONG Zerca y Lejos realizó en 2016 sobre 580 alumnos repartidos entre 22 centros de Educación preescolar del sur de Camerún. Con el objetivo de disminuir la malnutrición entre los menores pigmeos del sur de Camerún, esta ONG ha lanzado una campaña de sensibilización y recaudación de fondos para reactivar los desayunos en los 22 centros de Educación preescolar, por lo que anima a compartir el desayuno en redes sociales junto con la etiqueta #AlimentaLaEducación. Una iniciativa apoyada por referentes en el mundo de la alta cocina como Martín Berasategui.

“Con la bouillie los niños estaban sanos. Ahora, hay muchos que han caído en la malnutrición y han perdido peso”, comenta Desiré Mobeka que es padre de uno de los 25 alumnos que cada día asisten a la escuela en el pueblo de Odomou. “Todo lo que hacemos es insuficiente para dar de comer a nuestros hijos”, explica Bombi Anne, mujer de Desiré. Ella trabaja los campos de los bantúes por menos de un euro al día. De sus 10 hijos, cuatro tienen malnutrición. Una situación a la que han llegado debido a la falta de medios económicos y de acceso a una alimentación adecuada.

“La bouillie mejora el rendimiento de los alumnos”, afirma Pauh Ebo Niyam, profesor de CEBNF de Odomou. Tanto él como las familias del pueblo han comprobado cómo han aumentado los casos de malnutrición entre los alumnos causados por la falta de alimento tras cortarse el programa por falta de fondos. Odomou es un pueblo que carece de letrinas y fuente de agua potable, por eso, cada día, los vecinos caminan 20 minutos hasta llegar a una laguna para recoger agua; igualmente, dos agujeros sirven como aseo.

Los niños esperan impacientes a que se cocine la papilla.

Los niños esperan impacientes a que se cocine la papilla. MARÍA MARTÍN
Juliénne Meyinna, auxiliar de salud, visita cada día unos nueve pueblos de la región de Djoum y Mintom y ha sido testigo del aumento de los casos de malnutrición en los menores en la zona tras el cese del programa de alimentación en las escuelas. “Antes se daba el tratamiento alimentario y estaban mejor pero ahora la situación está peor en los colegios debido a la falta de financiación”. Cada día, Juliénne encuentra enfermedades producidas por la diarrea y la malnutrición. Esta última, causada por la falta de alimentos y las malas condiciones higiénicas presentes en muchos pueblos baka.

El pueblo de Bemba II es otro ejemplo de la consecuencia de la falta del suplemento alimenticio entre los menores. De 21 niños escolarizados, tres de ellos sufrieron malnutrición el pasado año, lo que provocó la muerte de uno de ellos. “Los casos de malnutrición habían desaparecido en la zona, pero ahora se han vuelto a reproducir. Los padres están sensibilizados, pero al no tener acceso a los alimentos, la malnutrición vuelve a reproducirse entre los menores del pueblo”, explica Blaise Amgo Ze, coordinador de CEBNF y supervisor de los proyectos de agricultura, salud y educación de la región de Mintom.

Los casos de malnutrición habían desaparecido en la zona, pero se han vuelto a reproducir

La malnutrición en esta zona es una problemática difícil de detectar debido a la tradición nómada de la población baka, debido a la cual muchos casos salen a la luz solo cuando las familias regresan de pasar largas temporadas de caza adentradas en la selva. “Para poder hacer una comparativa sobre el aumento o disminución de la malnutrición entre los menores necesitaremos realizar un seguimiento durante varios años, siempre con los mismos pueblos con los que trabajamos”, dice Belén Palomo, coordinadora del plan de salud de Zerca y Lejos.

La bouillie supone un complemento alimenticio para los menores de los 22 CEBNF del sur de Camerún cuya dieta tradicional se basa en un par de alimentos como son la yuca y el plátano macho a los que se añade carne o pescado, dependiendo de la temporada. De ahí, la importancia del complemento alimenticio, al que también se recurre cuando se detectan casos de malnutrición.

Los pigmeos baka encuentran cada vez mayores dificultades para sobrevivir como pueblo

“Esperamos poder volver a recomenzar el proyecto, no solo por la salud de los menores, sino también para que vuelvan al colegio y puedan tener un futuro mejor”, explica Theopold. Y es que la papilla sirve no solo para salvar vidas, sino que igualmente constituye un reclamo para que los alumnos acudan a la escuela cada día.

Niño pigmeo con malnutrición.
Niño pigmeo con malnutrición. MARÍA MARTÍN
 Este proyecto suple la falta de acceso a los alimentos que es un derecho no reconocido por la Constitución de la República de Camerún, según la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO), en un país donde el 7,97% de la población está subalimentada. Una cifra que cada año disminuye entre la mayoría de la población, pero que, sin embargo, pende de un hilo entre la población pigmea baka, que cada vez se encuentra mayores dificultades para poder sobrevivir como pueblo, empezando por sus niños

El blog África No es Un País no se hace responsable ni comparte siempre las opiniones de los autores.


 Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/09/09/africa_no_es_un_pais/1504949294_040193.html
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Calidad educativa frente al fracaso escolar en Benín

Un proyecto de un beninés formado en España impulsa la enseñanza de excelencia frente al hacinamiento y la falta de profesores y recursos en un barrio de la ciudad de Parakou

Africa/Parakou (Benín)/Elpais

Calles polvorientas, falta de alcantarillado, decenas de motos, niños jugando o mujeres vendiendo casi cualquier cosa conforman el paisaje de Tibona, un barrio joven situado a ocho kilómetros del centro de Parakou, la ciudad más importante del norte de Benín. La falta de infraestructuras y urbanización se hace patente una vez que se accede a él. La zona está poblada en su mayoría por personas venidas de otras partes del país en busca de trabajo. No son de la etnia bariba dominante en la región, lo que provoca la marginalidad, que se acentúa con la ausencia de centros educativos.

 El gran número de jóvenes sentado bajo cualquier atisbo de sombra es indicativo de la alta tasa de desempleo juvenil que reina en el área. Ni siquiera ahora, que las fábricas de algodón de la ciudad están trabajando día y noche para empaquetar todo el producto que les llega en plena campaña de recolección, se les ofrece una oportunidad. Solo les queda el trapicheo y la economía informal para sobrevivir. El abandono que sufre la población de esta zona se nota de manera muy especial en la educación. El hacinamiento, la falta de profesores y de facilidades de los pocos colegios que existen en Tibona son, entre otras muchas razones, causa directa del alto índice de fracaso escolar que se registra en el barrio.

Estas son las principales razones que impulsaron a la Fundación Vie pour Tous (Vida para Todos) a ofrecer oportunidades a los menores de Tibona con la apertura de centros escolares. Tras realizar en 2011 una escuela infantil con la colaboración de Caja Segovia y edificar en 2013 un centro de primaria con la aportación de la Fundación Salvador Soler, en septiembre de 2016, se ha abierto la sección de secundaria. El edificio, separado unos cuantos metros de los anteriores, todavía está en construcción. Los trabajos que han permitido acomodar a los alumnos de los tres primeros años de este ciclo se han desarrollado por la herencia dejada a la fundación de un sacerdote de la diócesis de Bilbao.

No es el primer centro escolar que esta organización abre en un lugar remoto. Más al norte, en Kandi, una zona de fuerte influencia musulmana, han sido pioneros en establecer un internado y clases mixtas; y llevan siete años seguidos siendo la mejor escuela de todo el país, según la inspección del Ministerio de Educación en Parakou. La clave está en la calidad de la educación ofrecida, comenta el beninés Theodore Soume, fundador de Vie pour Tous, que ostenta un MBA por la Escuela Europea de Negocios de Bilbao, un doctorado en teología dogmática por la Universidad Pontificia de Salamanca, un máster en cooperación por la Universidad del País Vasco y que escribe su tesis doctoral sobre la cultura como base del desarrollo humano integral.

En Benín se han conseguido avances considerables en la matriculación de menores en la enseñanza primaria desde que se adoptaran los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), en el año 2000, pero mantener a los alumnos en la escuela sigue siendo un reto importante, según se  vislumbra del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). A pesar de ello, se ha logrado que el 55,8% de los inscritos terminen la primaria, lo que supone en sí un gran logro.

Sin embargo, preocupa la gran cantidad de jóvenes de entre 15 y 24 años que están fuera del sistema educativo. Entre 2010 y 2014 se consiguió reducir la tasa en 13 puntos, pero todavía son muchos, especialmente chicas, los que no reciben educación. Esto tiene como consecuencia directa que más de la mitad de las mujeres del país (56.1%) no sepa leer ni escribir. Entre los hombres jóvenes la tasa también es alta, aunque algo menor, el 40,1%.  El Gobierno de Benín se esfuerza para escolarizar a su población. El 18,2% está en edad de acudir a la escuela, y la mayoría vive en zonas rurales, por lo que la tarea no es fácil. «El ejecutivo responde de manera adecuada a este reto destinando recursos a la educación, según afirma el PNUD», que reasalta que el país está a punto de alcanzar la paridad en educación primaria.

«Yo he aprendido que la práctica religiosa no define la calidad de una persona”, dice el fundador de Vie pour tous

Sin embargo, Benín debe poner más esfuerzo en el nivel pre-primario y en la alfabetización de adultos, reconoce el PNUD. Además, la gran asignatura pendiente del país, en materia de educación, es su calidad. Por ejemplo, Benín tiene una ratio media de 48 estudiantes por profesor, que en zonas rurales es superada con bastante frecuencia y muchos maestros carecen además de la formación adecuada. El material escolar es también difícil de adquirir por la mayoría de las familias, por o que el organismo internacional pide que se dediquen más esfuerzos a la formación profesional y a becas para ayudar a todos los alumnos a continuar sus estudios.

“El gobierno beninés no prioriza la educación, muy al contrario, está poniendo todo su esfuerzo en industrializar el país descuidando todos los demás sectores”, afirma Soume aún con los datos oficiales. Un ejemplo es la campaña contra los pequeños negocios gracias a los que viven cientos de familias. Estos son la base de la llamada economía informal. Se han destruido quioskos, tenderetes, puestos y tiendas que se levantaban en las aceras de las ciudades y al borde de las carreteras de entrada y salida de las grandes urbes y en los que se ofrecía de todo: comida, bebidas, recambios para motos y otros vehículos… y mucho combustible traído clandestinamente desde la vecina Nigeria.

Ahora, un reguero de escombros sustituye al bullicio que hasta hace poco caracterizaba a esos lugares. La excusa utilizada por el ejecutivo es que hay que modernizar el país y esa faceta anárquica que ofrecían esos mercadillos no cuadra con la nueva imagen. Además, como estas edificaciones suelen estar construidas sobre suelo público, los dueños no son indemnizados, por lo que a los políticos les sale casi gratis la operación. Una consecuencia directa de esta medida es que muchas personas se han quedado sin ingresos y eso ha repercutido en una retirada masiva de los hijos de los colegios. “Puede que lo que las autoridades están haciendo sea legal, pero no es humano”, concluye el fundador de la entidad.

Escudo con iglesia y mezquita

En el colegio del barrio Tibona se buscan fórmulas para dar respuesta a estos problemas. Al entrar en él llama la atención el orden y la limpieza. Las aulas no tienen más de 15 alumnos, existen ayudas para evitar el abandono escolar y la fundación corre con el gasto de los sueldos de los profesores. La tolerancia y la convivencia entre alumnos de distintas etnias y religiones son algunos de los valores difundidos. De hecho, el escudo de la fundación luce una iglesia y una mezquita. “Nadie puede perder su cultura, su tradición y sus creencias por venir a la escuela”, afirma Soume.

Creó la Fundación Vie pour Tous en 2005 basándose en su experiencia personal. “Soy de una familia muy rica en confesiones religiosas”, comenta el beninés en un perfecto castellano. “Mi padre viene de una familia que es cuidadora de nuestros ancestros y mi madre es musulmana. Todos hemos vivido unidos respetándonos unos a otros. Yo he aprendido que la práctica religiosa no define la calidad de una persona”, reflexiona. La primera escuela se abrió en Kandi, luego vino N’Dali donde la fundación tiene varias bibliotecas infantiles, centros de formación para mujeres y una escuela de soldadura. Y finalmente llegó a Parakou, donde gestiona cuatro escuelas y un centro de formación para mujeres.

«Si se ofrecen oportunidades, todos los niños,  de forma independiente  a su condición social, pueden conseguir las mismas metas», dice Soume

En la clase del último curso de primaria de Tibona impera un silencio absoluto. Todos los alumnos están concentrados sobre sus cuadernos resolviendo los ejercicios de matemáticas que el profesor ha escrito en la pizarra. Soume comenta que este grupo recibe especial atención por parte de los profesores porque tiene que hacer el examen para acceder a la escuela secundaria y quieren conseguir los mejores resultados del país para demostrar que si se ofrecen oportunidades, todos los niños, de forma independiente a su condición social, pueden conseguir las mismas metas. Es la falta de recursos y el abandono de las instituciones lo que condena a los menores de las zonas menos privilegiadas al fracaso.

“No basta con dar a los niños la oportunidad de estudiar, hay que ofrecerles la mejor educación posible para ayudarles a progresar en la vida”, comenta Mindo Gore, director de la escuela primaria. La fundación, entre otras cosas, ha optado por los idiomas. La educación es en francés, pero se estudia también castellano e inglés y son pioneros en la enseñanza en bariba (idioma predominante en la zona).

En la clase de segundo de primaria una niña recita un poema delante de todos sus compañeros y a mitad del mismo se le une un chico que continúa con las rimas. En esta clase hay total paridad de género, pero recorriendo las aulas se puede apreciar como el número de chicas disminuye a medida que se sube de curso. Por eso la fundación hace un gran esfuerzo para evitar que las niñas abandonen el colegio.

Una profesora supervisa los trabajos de sus alumnos en una clase de primaria.
Una profesora supervisa los trabajos de sus alumnos en una clase de primaria. CH. C.
 Trabajan con las familias para concienciar de la importancia de educar a las hijas igual que a los hijos. “Muchos padres retiran a sus hijas para que trabajen en casa o para casarlas”, explica Pascualine Abo, directora de la fundación. Cuando eso sucede los trabajadores sociales de la organización visitan a la familia y hablan con ella. “En algún caso, incluso, hemos tenido que dar a los padres una pequeña ayuda para que no pongan a la niña a trabajar y ellas puedan continuar con sus estudios”, dice Abo.

Pero para no tener que depender siempre de fuera, la fundación ha empezado un proceso de autofinanciación con la puesta en marcha de varios negocios como venta de agua o el alquiler de algunos de los coches que les han donado. Pequeñas ayudas para ofrecer una educación de alta calidad a los más vulnerables.“Para poder ofrecer calidad hay que invertir en ella y pagar bien a los maestros”, afirma Soume.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/07/14/planeta_futuro/1500022755_679026.html

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Pobre la educación de los pobres

Por: Rosa María Torres

Guerras calladas

Hoy es el día contra la pobreza.
La pobreza no estalla como las bombas, ni suena como los tiros.
De los pobres sabemos todo: en qué no trabajan, qué no comen, cuánto no pesan,
cuánto no miden, qué no tienen, qué no piensan, qué no votan, en qué no creen.
Sólo nos falta saber por qué los pobres son pobres.
¿Será porque su desnudez nos viste y su hambre nos da de comer?
Eduardo Galeano, «Los hijos de los Días»,  Siglo XXI. Mayo 2012, pág. 329

(Fotos tomadas de diversas fuentes en internet. Pertenecen a Argentina, Ecuador, México, Perú)
Si la oferta educativa es de por sí pobre, paupérrima es la que les toca a los pobres.

Los pobres: sectores de «bajos ingresos», estratos populares, áreas rurales, zonas urbano-marginales,  grupos indígenas, «grupos vulnerables», «carenciados»… Los contados y clasificados como pobres o indigentes a partir de insondables criterios y siempre renovadas metodologías, por organismos internacionales, gobiernos e institutos nacionales de estadística. Los que se las arreglan – oficialmente, y en los llamados «países en desarrollo» – para vivir ¡con 1, 2 ó 3 dólares diarios!. Los que se consideran afortunados si llegan a calificar para recibir algún tipo de bono, a cambio de votos y bajo la promesa de que algún día las cosas cambiarán y tendrán trabajo digno en vez de limosnas.

Los ubicados abajo en los gráficos de ingreso, nutrición, salud, vivienda, alimentación, educación, acceso a información y a internet. Los ubica­dos arriba en los gráficos de analfabetismo, enfermedad, morta­lidad, fecundidad, trabajo infantil, desempleo adulto, desesperanza. Los que desconocen qué es la evasión de impuestos y quedan excluidos, por default, de los índices de corrupción.

Los que llenan las barras bajas de acceso, permanencia y completación en el sistema escolar, y las barras altas de «bajo rendimiento», «repetición», «deserción» y «fracaso escolar». Los que, desde pequeños, deben movilizarse por las suyas para llegar a la escuela, en campos y ciudades, a menudo caminando largos trechos. Los que, a merced de las políticas de «alivio de la pobreza», no pueden faltar a la escuela pues de ello depende que sus familias cobren los codiciados bonos de pobreza que permiten sobrevivir y «salir (estadísticamente hablando) de la pobreza». Prestaciones monetarias condicionadas: moderna modalidad de trabajo infantil…

Los que llegan a la escuela con hambre, sueño y cansancio. Los que comen poco y mal. Los que duermen poco y mal, hacinados, en el suelo o en camas atiborradas. Los que carecen de vivienda digna, agua potable, alcantarillado, energía eléctrica, teléfono. Los que no tienen material de lectura en el hogar ni ven gente leyendo y escribiendo a su alrededor. Los que cuidan a los hermanos menores, ayudan en las tareas domésticas y deben trabajar desde niños para contribuir al ingreso familiar. Los que no tienen tiempo para jugar. Los bajo sospecha por sus condiciones de «educabilidad«…

Los bilingües y trilingües, pero en lenguas subordinadas que a nadie importa. Los con saberes y habilidades prácticas, útiles para la vida cotidiana, pero ignorados y despreciados en el currículo escolar y en la evaluación. Los analfabetos o con «educación incipiente», dados por ignorantes y eternamente tildados de «analfabetos funcionales». Los con padres y abuelos temerosos de la escuela e impotentes frente a las fatídicas tareas escolares.

Los con mal pronóstico escolar desde el primer día de clases. Los que no tienen voz ni padri­nos para pelear por la calificación o el pase de año. Los de la «paradoja de las aspiraciones«: se conforman con poco, agradecen lo que les dan, ignoran que la educación es un derecho y la buena educación algo por lo que hay que luchar. Los que aspiran solo a una escuela gratuita que dé de comer y a un profesor que no falte y no maltrate mucho. Los que votan al candidato que ofrece computadoras, sin exigirle la luz eléctrica indispensable y los profesores idóneos para manejarlas.

Los que asisten a las escuelas pobres, semivacías o desbordantes de alumnos, que carecen de todo, muchas veces hasta de pizarra, tiza, mesas y bancas. Las distantes, las con profe­sor o profesora orquesta, las sin agua potable o baterías higiénicas, las con artefactos arrumados que nunca llegaron a usarse, las con menos días y horas de clase al año. Las con profesores recién estrenados y sin calificación, deseo­sos de huir y avanzar hacia un lugar mejor, en la ciudad.

Muestran los estudios que los mismos profesores se comportan distin­to en las escuelas a las que asisten los pobres y aquellas a las que van los de familias acomodadas. Los estereotipos asociados a la pobreza y el desprecio hacia los pobres no se abordan como capítulo esencial de la formación docente, ni se desmontan las bajas expectativas respecto de los alumnos y sus capacidades. Al alumno pobre, con­siderado «caren­te», se le da menos y se le exige menos. Políticos y expertos, por su parte, proponen «reducir el fracaso escolar», no asegurar el éxito escolar.

Y es que, en lo que hace a la educación, a los pobres les toca por todos lados: por lo extra-escolar y por lo intra-escolar. A las condiciones socio-económicas des­favorables se agregan las malas condiciones de enseñanza y de aprendizaje. Los pobres no solo tienen menos acceso a la educación escolar sino que la que reciben es la más irrelevante y la de peor calidad.

Las estadísticas deshumanizan los problemas: los números sustituyen a las personas, los promedios desfiguran la realidad educativa de los pobres, semioculta tras los indicadores de los más favorecidos, tras los diagnósticos y evaluaciones que terminan dejando todo en su lugar, sin afectar las condiciones estructurales que explican y reproducen la pobreza en sus múltiples dimensiones.

Un estudio pionero sobre pobreza y educación en América Latina, basado en bibliografía producida en la región entre 1983 y 1987 (J.E. García Huidobro y L. Zúñiga, ¿Qué pueden esperar los pobres de la educa­ción?, CIDE, Santiago, 1990) indicaba que: a) la relación entre educación y pobreza empezó a introducirse como tema en la región a partir de 1983; b) aparecía mencionado de manera vaga y gene­ral; c) quienes más lo mencionaban eran los organis­mos inter­naciona­les (la mitad de los 912 documen­tos analiza­dos); d) a nivel nacional, quienes más se ocupaban del problema eran los cen­tros privados (dos tercios de los documentos de origen nacional); e) el tema no era tema para estados y gobiernos; f) de cualquier modo, eran principalmente los estados y la educación pública los que asumían la educación de los pobres.

Muchas cosas han cambiado desde entonces. En la últimas décadas la pobreza se instaló como tema central en las políticas económicas y sociales. Del objetivo de «erradicar la pobreza» se pasó al de «reducir la pobreza» y finalmente al de «reducir (a la mitad) la pobreza extrema». Al mismo tiempo, de «educación general básica para toda la población» se pasó a «educación primaria» y a «cuatro años de escolaridad» como meta mundial deseable y alcanzable para los pobres (Objetivos de Desarrollo del Milenio – ODM) para el año 2015.

La retórica educativa se llenó de calidad y equidad, pero poco se avanzó en los hechos. Cualquier cosa se da por «calidad»; la «equidad» se establece con parámetros de mínima.

Si nuestras sociedades se rigieran realmente por el sentido de la jus­ticia y la igualdad, los pobres deberían ser los mejor atendi­dos, los servidos con los mejores profesores, instalaciones, equipos y materiales, los prioritarios en términos de condiciones básicas de aprendizaje (nutrición, salud, vivienda, bienestar familiar, calidad docente, etc.). No solo porque los pobres están objetivamente en desventaja y en situación de vulnerabilidad permanente, y porque ya sabemos que la pobreza es un limitante de primer orden para el aprendizaje, sino porque  – digan lo que digan los cálculos y los indicadores oficiales – los pobres siguen siendo la mayoría de la población.

Fuente: http://otra-educacion.blogspot.com/2012/08/pobre-la-educacion-de-los-pobres.html

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