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Maestros sindicalizados de Colombia anuncian paro nacional para el 20 y 21 de febrero

América del Sur/ Colombia/ 11.02.2020/ Fuente: www.elpais.cr.

La Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) anunció el lunes que realizará un paro de 48 horas en todas las instituciones educativas del país en defensa de la vida, la paz y la democracia la semana próxima.

«El Comité Ejecutivo de Fecode define un paro de 48 horas que iniciará del 20 al 21 de febrero en respuesta a los ataques y amenazas que han sufrido los maestros. ¡A parar para avanzar! ¡Viva el paro nacional!», anunció Fecode a través de Twitter.

Durante los dos días de paro los maestros realizarán diferentes actividades como marchas, protestas y cacerolazos.

Por su parte, el presidente de Fecode, Nelson Alarcón, confirmó que la decisión se tomó luego de una reunión de la Junta Directiva, cuyos integrantes también han sido víctimas de amenazas.

«En los últimos 30 años nos han asesinado más de 1.100 maestros en el territorio colombiano. El año anterior, en el 2019, nos asesinaron 14 profesores y este año asesinaron a una docente en el departamento Arauca (nordeste), hoy nos están amenazando, haciendo atentados a los dirigentes sindicales», dijo Alarcón en declaraciones a la prensa transmitidas en Twitter.

Según Alarcón, en el municipio de Soledad (Atlántico, norte) 40 profesores han sido amenazados, mientras que en Tarazá (Antioquia, noroeste) 12 maestros fueron desplazados, y en la región del Catatumbo (Norte de Santander, nordeste), «los profesores están en medio de los enfrentamientos de los grupos al margen de la ley».

A su vez destacó que en Tumaco (suroeste), Córdoba, Bolívar, La Guajira (norte), Chocó (noroeste) y Putumayo (sur), entre otras regiones, también hubieron informes de amenazas a los profesores.

El paro de maestros de Fecode se realizará en el marco de una huelga nacional que desde noviembre pasado impulsan sindicatos, defensores de derechos humanos, estudiantes e indígenas, entre otros, para pedirle al Gobierno central un mayor presupuesto para estudios, implementación de la paz con la exguerrilla de las FARC y mayor seguridad para los líderes sociales, entre otros. (Sputnik)

Fuente de la noticia: https://www.elpais.cr/2020/02/10/maestros-sindicalizados-de-colombia-anuncian-paro-nacional-para-el-20-y-21-de-febrero/

 

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MINED avanza en la instalación de aulas digitales en Nicaragua

Centro América/ Nicaragua/ 11.02.2020/ Fuente: tn8.tv.

El Ministerio de Educación continuará con la instalación de aulas digitales en institutos de secundaria, en total serán puestas en funcionamiento 35 en distintos centros educativos.

Los colegios beneficiados estarán en Rivas, Carazo, Nueva Segovia, León, Costa Caribe Sur, Río San Juan y Estelí, informó este lunes Salvador Vanegas, asesor de presidencia para temas educativos.

Vanegas dio a conocer estos detalles en la presentación del plan de trabajo del ministerio planteado para la presente semana.

«Aulas digitales móviles, llegando a todos los colegios de secundaria, hasta los más lejanos, a los municipios más lejanos del país para la cobertura del 100% de centros de estudios con uso de tecnologías educativas«, expresó Vanegas.

Otra de las importantes actividades que desarrollarán las autoridades educativas será el encuentro con la Asociación de Sordos de Nicaragua para organizar una estrategia conjunta de capacitación.

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«Una estrategia conjunta de capacitación en lenguajes de señas e intérpretes del lenguaje de señas que vamos a desarrollar con docentes a partir de la próxima semana, también vamos a realizar esta semana el primer encuentro de asesores y docentes de formación de jóvenes y adultos para organizar la ruta de fortalecimiento de esta modalidad educativa», señaló Vanegas.

Proyectos de infraestructura escolar

Por otra parte, las brigadas de infraestructura escolar del Ministerio de Educación inaugurarán las obras de mejoramiento del centro escolar María Luisa Videa, en Estelí.

«Una rehabilitación de aulas, de la batería sanitaria, mobiliario nuevo, entre otros mejoramientos de este centro de estudio e iniciamos otro paquete de obras de infraestructura escolar en centros de los departamentos de Granada, Managua, Sector Minero; entre ellos el centro escolar San Patricio en Laguna de Perlas, en el Caribe Sur», indicó el asesor de presidencia.

Durante esta semana también se desarrollarán proyectos de rehabilitación en espacios educativos.

«Iniciamos también obras de rehabilitación de canchas deportivas en Granada, Rivas, Zelaya Central, Managua, Masaya, Matagalpa, dejando estas canchas para multiuso y la promoción de la actividad física y el deporte«, destacó.

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Más de 100 refugiados en México reciben certificado de educación básica

América del Norte/ México/ 11.02.2020/ Fuente: aristeguinoticias.com.

La ACNUR destacó que México tiene un historial de recibir refugiados, y reconoció el trabajo del gobierno para hacer que se integren a la comunidad y reciban servicios como educación, salud y empleo.

Mediante el programa Educación Sin Fronteras, el Instituto Nacional de Educación para Adultos (INEA) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) entregaron más de 100 certificados de educación básica a refugiados en México.

A través de estas actividades se han certificado 273 refugiados de Honduras, Nicaragua, El Salvador, Cuba, Guatemala, Camerún y Venezuela, informó la Secretaría de Educación Pública (SEP) en un comunicado.

La jefa de la Oficina del Alto Comisionado de la ACNUR en Nuevo León, Shant Dermegerditchian, destacó que México tiene una larga historia de recibir refugiados y reconoció el trabajo del gobierno mexicano para hacer que se integren a la comunidad y reciban servicios como educación, salud y empleo.

A su vez, el titular del INEA, Rodolfo Lara Ponte, afirmó que los procesos de movilidad humana requieren cotidianamente de acciones afirmativas y de equidad, y por ello el Instituto ofrece una oferta flexible y diversificada, “para ser una opción viable y adecuada a las necesidades de quienes requieren una nueva oportunidad para realizar sus estudios básicos”.

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En ese sentido afirmó que Educación sin Fronteras es una estrategia institucional dirigida a connacionales en retorno, migrantes, refugiados, beneficiarios de protección complementaria y extranjeros que viven en México, con opciones educativas para iniciar, continuar, concluir y certificar su educación básica.

Lara Ponte agregó que dicho programa debe tener como principios fundamentales la inclusión y la equidad, para que cumpla con su función principal de brindar oportunidades de desarrollo a todos los integrantes de la población.

Por su parte, la cónsul general de Canadá en la zona norte del país, Sandra Shaddick, comentó que el programa muestra la visión de Canadá y México respecto a la población migrante y reconoce su contribución al desarrollo cultural. Agregó que para ambos países el respeto a las diversas culturas es parte esencial en sus sociedades. (Ntx)

Fuente de la noticia: https://aristeguinoticias.com/0702/mexico/mas-de-100-refugiados-en-mexico-reciben-certificado-de-educacion-basica/

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Jornada única o cómo improvisar en política educativa

Por: Ángel Pérez. 

 

La jornada única, proyectada como una posibilidad para mejorar la calidad y las condiciones materiales en las que estudian los niños pobres en Colombia, se desarrolla de manera improvisada, con obstáculos normativos y financieros, y lo peor con enfrentamientos permanentes entre rectores y maestros que dañan el clima laboral y escolar de los colegios públicos.

La propuesta de avanzar de la media jornada a la jornada única surgió como una posibilidad para mejorar la educación pública. El sistema educativo en Colombia segrega entre colegios privados de buena calidad para los niños de familias ricas y colegios públicos para niños pobres. También, el sistema discrimina entre niños y colegios por el tipo de jornada escolar que tienen unos y otros, por los días al año que asisten a clases, por la calidad de los aprendizajes, por ser o no bilingüe y por las acciones de formación cultural, recreativa, física y hasta de apoyo emocional y de orientación que brindan unos colegios y otros no.

El investigador Eduardo Lora en Revista Dinero señalaba que: “Como los colegios segregan socialmente y además la movilidad social entre generaciones es casi nula, la mayoría de los colombianos pueden pasar toda la vida sin haber conocido de cerca a nadie de una clase social distinta a la de su propia familia”. Él reconoció que, aunque la segregación social es indeseable, tiene la ventaja de lograr que el gasto público en educación básica sea muy redistributivo, pues todo el gasto que se realiza en los colegios públicos se concentra en los pobres.

Los colegios a donde asisten los niños de estrato 0 o 1, ofrecen media jornada escolar, están ubicados en los barrios más pobres o en las zonas rurales más alejadas y abandonadas por la acción del Estado;  el resto de los colegios oficiales atiende una combinación de estudiantes que provienen de familias de estratos 2 y 3; mientras los de estratos 4, 5 y 6 van a colegios privados, y en ciudades como Bogotá incluso parte del estrato 3 asiste a estos últimos, el 40% de la educación básica y media de Bogotá es privada y cuenta con jornada única.

Con la media jornada escolar, los profesores de preescolar tienen la obligación de trabajar con los estudiantes 20 horas a la semana; conclusión, en la mayoría de colegios públicos los niños entre 3 y 5 años ingresan a las 7 a.m. y los adultos responsables los deben recoger a las 11 a.m. Imaginen una madre cabeza de hogar que trabaja (según Dane el porcentaje de hogares con jefatura femenina, en cabeceras alcanza el 40 %), no puede recoger a su hijo, ella debe buscar otra opción para su hijo, dejarlo con una vecina o un familiar. Igual sucede en primaria, los profesores están obligados a trabajar con los estudiantes solo cinco horas diarias. Según la encuesta de calidad de vida del Dane 2018, solo el 39,9% de los niños entre 0 y 5 años son atendidos en establecimientos tales como hogares comunitarios, jardines, centros de desarrollo infantil o colegios, el 14,4% de los niños queda al cuidado de personas diferentes a los padres.

Conocemos que en condiciones normales mientras más disfuncional es la familia y existe mayor pobreza y problemas tales como embarazo juvenil, violencia y otros desafíos sociales, los padres de familia colaboran menos con los colegios y los maestros; al contrario, los colegios se desgastan enfrentando entornos violentos, padres o cuidadores maltratadores y en mejorar el clima escolar. El efecto familia y entorno social es muy negativo para los niños y adolescentes, ellos necesitan más colegio, mejor educación, mejores maestros, eso lo sabemos desde el siglo pasado, por eso bienvenida la jornada única.

Con la jornada única el Gobierno pretende que los docentes pasen de seis a ocho horas diarias en los colegios e incrementen la cantidad de horas efectivas con los estudiantes en aula, sin embargo, no existe un acuerdo de salario, ni de prórroga del tiempo laboral en el colegio y en el aula con los 320.000 docentes de la educación oficial.

Para poder funcionar con la jornada única, algunas secretarías autorizan horas extras, otras tienen poder económico y contratan docentes provisionales, sin concursos, en algunos colegios los rectores negocian (o imponen)  con los docentes para que trabajen tres días seguidos ocho horas y un día seis, así completan las 30 horas a la semana, lo que significa que no van un día entre semana (todos se pelean el lunes o el martes); en otros colegios los docentes están trabajando en diferentes horarios durante el día hasta completar las 30 horas a la semana y a otros docentes, de manera especial los provisionales, los obligan a permanecer hasta 40 horas a la semana. Esta falta de normatividad y de recursos para la jornada única conlleva a la guerra entre docentes y rectores y explica por qué la mayoría de los directivos de los colegios no quieren comprometerse con la jornada única y los que ya están funcionando en jornada única, cerca del 15% del total de la matrícula, exigen su revisión o devolverse a la media jornada escolar.

Al final de estas lamentables discusiones y desencuentros entre adultos, están los 7,5 millones de niños de Colombia que requieren una mejor educación, pero que no tienen a nadie para que luche por ellos, a las familias más pobres no les interesa la calidad, por eso no protestan para mejorar la calidad, con el hecho de que exista colegio y puedan matricular a sus hijos basta.

Fecode no se opone, existe un acuerdo con el MEN para que la jornada única avance, previo cumplimiento de requisitos (condiciones de infraestructura, bienestar de los estudiantes y aprobación del nuevo plan de estudios por parte de los consejos directivos) y respeto por la jornada laboral de los docentes. En el fondo el problema es de recursos, por qué no lograr un acuerdo para que el incremento de los recursos del Sistema General de Participaciones acordado con Fecode, por este gobierno, se destine de manera exclusiva a hacer viable, con gradualidad, la jornada única.

Fuente del artículo: https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/jornada-unica-en-colombia-o-como-improvisar-en-politica-educativa-por-angel-perez/281610

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¡Cuánto sabemos! 3.0: Aprendizaje constructivista basado en proyectos

Por: Rosario3. 

Partiendo de la premisa de que la motivación y la curiosidad por aprender y descubrir son el motor fundamental para el aprendizaje, Santillana propone para el alumnado de Educación Infantil un proyecto que aplica los avances de la neuroeducación a la metodología del ABP: ¡Cuánto sabemos! 3.0.

¿De qué se trata?

Gracias a esta iniciativa, se potencian la atención plena, las emociones, la motivación, la creatividad y la curiosidad entre el alumnado de Infantil. El objetivo es formar a estudiantes capaces de formular preguntas y buscar respuestas y que sean, además, participativos y autónomos. Todo ello se trabaja a partir de rutinas y destrezas de pensamiento, de la expresión corporal, el trabajo cooperativo, el juego y el desarrollo de las inteligencias múltiples, tal como publica el portal educaciontrespuntocero.com.

¡Cuánto sabemos! 3.0 ofrece el material necesario para que el alumnado pueda adquirir estas destrezas y, además, cuenta con un portal web en el que encontrar multitud de materiales de apoyo para el docente:

– Distintos elementos expositivos para el desarrollo del proyecto, como un dosier, la canción y el mural del proyecto, así como documentos de ampliación, material para la evaluación y adaptaciones curriculares.

– Recursos para el aula: un mural con las fases del proyecto, bits y láminas digitales.

– Documentos en distintos formatos: videos, audios y animaciones.

– Programación en formato Word.

– Selección de páginas web recomendadas para desarrollar el proyecto.

– Y “El laboratorio de la doctora Wells”, un espacio de juego con seis actividades interactivas para cada proyecto que incluye un premio final.

Fuente de la reseña: https://www.rosario3.com/educacion/Cuanto-sabemos-3.0-Aprendizaje-constructivista-basado-en-proyectos-20200129-0058.html

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México: Docentes llevan 38 días en huelga

América del Norte/ México/ 10.02.2020/ Fuente: diariodechiapas.com.

Alrededor de 38 días han transcurrido desde que 160 niños y niñas de la Escuela Primaria Federal Bilingüe “Miguel Hidalgo y Costilla” de la colonia Lomas del Serrano de Tuxtla Gutiérrez, dejaron de asistir a clases, porque sus maestros se fueron a paro a fuera de Palacio de Gobierno.

Araceli Espinosa, maestra interina de la Primaria Federal Bilingüe “Miguel Hidalgo y Costilla”, indicó que desde el 30 de diciembre de 2019, un grupo de cinco docentes mantiene una huelga laboral frente a Palacio, por la retención de salarios, bonos y aguinaldo.

Expuso que la falta de espacios a docentes acreditados no es el único problema que actualmente atraviesa la Secretaría de Educación Pública Estatal (SE), ya que desde hace un mes y medio maestros y maestras de la escuela continúan exigiendo un puesto laboral de base.

“Nos dicen el día martes, acudimos, que no ha llegado e director de la Secretaría, se cancela para otro día y así nos han tenido desde el 30 de diciembre… órdenes de comisiones, ya que somos cinco maestros que estábamos laborando en la escuela y las órdenes de salarios desde hace seis meses”, apuntó.

Comentó que los huelguistas, piden la recontratación de cinco interinos y el pago de maestros, que no han percibido su salario desde hace siete meses. Aunque sí se les ha anunciado que la Secretaría de Educación los atenderá, las reuniones se han postergado, por ello, continúan exigiendo respuesta.

Fuente de la noticia: https://diariodechiapas.com/metropoli/docentes-llevan-38-dias-en-huelga/115113
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El Imaginario Político de las Profesoras Universitarias

Por: Dra. Mitzy Flores.

 

RESUMEN

Si bien el voto se ha constituido en la forma de participación política más reconocida sabemos que existen muchas otras maneras de ejercer la ciudadanía y de situarse como sujeto/a en nuestra sociedad, todas las cuales se traducen en un intento por influir directamente o no en las decisiones de los gobiernos y por transformar la realidad individual  y colectiva, como coinciden en acotar diversas/os autoras/es. A pesar de que en el contexto universitario como en el resto del país se comparten imaginarios de poder anclados en el patriarcado, podríamos suponer que por el hecho de tener en su haber una formación académica más dilatada, las mujeres que allí se desempeñan como docentes e investigadoras deberían diferenciarse del común de la población en cuanto a sus prácticas de participación política. No obstante los hallazgos que emergieron de una reciente investigación sobre la propia construcción de su identidad de género en esos espacios, apuntan en dirección contraria. En estas mujeres predomina la idea esencialista de que su género les impone una pasividad “natural” para la política que las inhibe de: a) participar en los debates públicos sobre temas políticos, b) protagonizar acciones de resistencia, e c) incorporarse directamente en acciones de protesta/apoyo contra/en favor las instancias de gobierno. Este artículo se propone discutir desde la teoría feminista el cimiento androcéntrico que según inferimos, es el argumento de tal pasividad en el imaginario político de estas mujeres y ulteriormente, propiciar la reflexión sobre nuestros actos de habla.

Descriptores: género, imaginario político, discurso.

 

The Political Imaginary of University Professors

 

ABSTRACT

 

While the vote has become a form of political participation as we recognized that there are many other ways to exercise their citizenship and placed as subject / a in our society , all of which result in an attempt to influence directly or not decisions of governments and to transform individual and collective reality as several narrow agree / os authors / s. Although in the university context as in the rest of the country are shared imaginary of power rooted in patriarchy , we might assume that having to his credit a more extensive academic training , women here work as professors and researchers should differ from the common people in their practice of political participation. However the findings that emerged from recent research on the actual construction of gender identity in these spaces are pointing in the opposite direction. In these women predominantly essentialist idea that her gender imposes a «natural » for political passivity that inhibits a) participate in public debates on political issues , b) star in acts of resistance , and c) incorporated directly into actions protest / support against / for the local councils. This paper aims to discuss feminist theory as androcentric foundation to infer, is the argument that passivity in the political imaginary of these women and subsequently promote reflection about our speech acts.

Keywords: gender, political imagery, speech.

*Publicado en: Revista Memoria Política. Nueva Etapa • N° 3. Págs: 236-252. Año: 2014 http://servicio.bc.uc.edu.ve/derecho/revista/mp2014/art10.pdf

 

El Imaginario Político de las Profesoras Universitarias de la UC

Autora: Dra. Mitzy Flores

Facultad de Ciencias de la Educación

ucmitzyflores@gmail.com

 

 

“como adultas,(las mujeres)  han tenido mucha experiencia de subordinación

y esto les permite reconocer muy bien este problema,

a pesar de no reconocerlo como tal”

Nelly Stromquist

 

Si bien el voto se ha constituido en la forma de participación política más reconocida existen muchas otras maneras de ejercer la ciudadanía y de situarse como sujeto/a en nuestra sociedad, como expresan Gisela Delfino y Elena Zubieta (2010), todas las cuales suponen un intento por influir directamente o no en las decisiones políticas y por transformar nuestra realidad individual  y colectiva. En este sentido, los relatos de mujeres que laboran como docentes e investigadoras en la Facultad de Ciencias de la Educación de nuestra  universidad, -algunos de los cuales se insertarán oportunamente para ilustrar la discusión- nos permiten inferir que están lejos de posicionarse como “sujetas empoderadas políticamente” al decir de Margaret Schuler (1997), pues aunque efectivamente sufragan, resulta casi nulo  su interés por incorporarse públicamente en los debates sobre política; y lo que es más interesante aun: consideran que su género les impone una pasividad “natural” para los asuntos políticos.

 

Esto las mantiene al margen de protagonizar actos de resistencia (como acciones pacíficas de desobediencia), descritos por Elio Parisi y Marina Cuello (2012) o de protestar abiertamente (hacer peticiones escritas, firmar declaraciones, organizar tomas pacíficas de instancias de poder, participar de boicots, entre otras). Como producto de esta inhibición quedan excluidas permanentemente de las decisiones políticas de su contexto laboral y comunitario y comparten la percepción de que las decisiones importantes en sus espacios laborales dependen de agentes externos.

 

Como en otros documentos y apoyada en múltiples trabajos de sobrada solidez académica,  sostenemos que la esencialización de las cualidades femeninas o masculinas derivan de las estructuras y construcciones socioculturales y que por tanto, no dependen del fenotipo ni directamente del sexo, sino de las atribuciones que se constituyen en el género. Un reciente estudio de autoría propia (Flores, 2014) sobre los imaginarios que las docentes universitarias comparten sobre su propia identidad de género, develó que la percepción que estas mujeres tienen sobre sí mismas está fuertemente mediada por el esquema esencialista de la feminidad y que su discurso legitima la condición de subalternas.

 

Fue notorio que en sus relatos predominara el uso de recursos como la comparación con sus pares masculinos y la obligación como imposibilidad de evadir el cumplimiento de determinadas tareas o roles (pareada casi siempre con la justificación -entendida como el razonamiento en favor de la norma que las oprime-). Todas estas son formaciones discursivas naturalizadoras (Foucault, 1997) que, como podemos deducir, sustentan la dominación y son muy eficaces para el mantenimiento status quo.  Así como éstas, también aparecieron las formaciones desnaturalizadoras, que desmontan a partir de la confrontación los mandatos hegemónicos inscritos en el imaginario colectivo, a pesar de que fueron la excepción.

 

Lo que intentaremos en este documento será discutir desde la teoría feminista el cimiento androcéntrico que según inferimos, es el argumento de tal pasividad en el imaginario político de estas mujeres y, ulteriormente, propiciar la reflexión sobre nuestros actos de habla.

 

Un asunto de esencia… y de lenguaje

 

Es oportuna una breve referencia a la línea de la lingüística crítica desarrollada por Norman Fairclough (1989, 1995) y Ruth Wodak (2002) pues propone el análisis del lenguaje como unidad de textos y expresiones dentro de un contexto social y real con la idea de ofrecer explicaciones sobre el cómo y por qué usamos el lenguaje de determinada manera en relación con el poder. Esta línea otorgó relevancia al impacto político y a la función ideológica que le imponemos al texto (sea éste oral o escrito) como producto de una realidad histórica particular. Esta vertiente recibió una fuerte influencia de los trabajos de Michel Foucault relacionados con poder y las instituciones -además de la impronta que en la década de los sesenta y setenta representó la irrupción del feminismo-, tales relaciones de poder caracterizadas por la hegemonía androcéntrica, tan invisibilizadas como naturalizadas en nuestra cultura, quedarían reveladas a través de un análisis crítico del discurso (ACD) de los relatos verbales que sobre su identidad expresaron estas docentes.

 

Este enfoque crítico aportó una visión propia sobre la relación existente entre el lenguaje y la sociedad, una relación dialéctica entre un suceso discursivo particular y las situaciones, instituciones y estructuras sociales que lo enmarcan. Entendemos que como relación dialéctica, es bidireccional de modo que el discurso está moldeado por esas situaciones, instituciones y estructuras, pero a su vez, les da forma, contribuye a sustentar y reproducir el statu quo social. Por tanto también puede contribuir a transformarlo, puede ayudar a reproducir o a cambiar las relaciones desiguales de poder entre las clases sociales, las mayorías y minorías étnicas y entre las mujeres y los hombres. Siguiendo a Meersoonhn (2005), el discurso está implicado en la dominación de dos maneras:

 

en primer lugar, a través de la representación de la dominación en el texto y habla en contextos específicos, y más indirectamente, en segundo lugar, a través de la influencia del discurso en las mentes de otros. En el primer caso, los hablantes dominantes pueden efectivamente limitar los derechos comunicativos de otros, restringiendo el libre acceso a los eventos comunicativos, actos de habla, géneros discursivos, participantes, tópicos o estilo. En el segundo caso, los hablantes dominantes controlan el acceso al discurso público y así son capaces de manejar indirectamente la opinión pública. (:298)

 

Cita que expone la imbricación entre los actos de habla como discurso y el poder.

 

Por otra parte es necesario advertir que no faltan críticas al ACD por ser una interpretación ideológica, sesgada y prejuiciada; por que se realiza desde algún tipo de compromiso ideológico y por que selecciona para el análisis aquellos textos que apoyarán la interpretación predilecta. A ello responde  Fairclough (2003) que la condición abierta de los resultados es una apertura que exigen los principios del ACD, sumado al hecho de que el ACD es siempre explícito respecto a su propia posición y compromiso.  Controversia que no cesa, como expresa Michael Meyer (2003), pues:

 

la concreción de dos posturas aparentemente irreconciliables existentes en el seno del debate metodológico en la investigación social: ¿es posible efectuar cualquier tipo de investigación sin estar ligado a ningún juicio de valor a priori? Y, ¿es posible obtener conocimiento a partir de información puramente empírica sin utilizar ninguna categoría o experiencia preconcebida? (:38-39)

 

Van Dijk (2003a) entiende que quien hace este tipo de análisis adopta una perspectiva crítica o una actitud “…que se centra en los problemas sociales y analiza el papel del discurso en la producción y en la reproducción del abuso de poder o de la dominación.” (:82). De modo que se está del lado de los grupos dominados, manteniendo una perspectiva coherente con los intereses de estos grupos como apoyo a su propia lucha contra la desigualdad. De allí que “… sea válido explicitar la posición social y política, tomar partido, a fin de poner de manifiesto, desmitificar o cuestionar la dominación a través del análisis del discurso” (:84), según sentencia.

 

-El discurso que nos compara

 

El recurso discursivo que predominó en los relatos fue la comparación, que funcionó mayormente desde la superioridad o comparación positiva (dejando entender explícitamente que las mujeres hacemos más/mejor las cosas que nuestros pares masculinos), a veces acompañado de carga emotiva exagerada y siempre con el cuidado de omitir deliberadamente la categoría “hombre”. Ello parece revelador en tanto que ingenuamente podría entenderse como una invisibilización en el sentido de discriminarlo con ocultamiento; sin embargo queda claro que esta comparación no cumple con tal propósito sino con el inverso pues desde el imaginario de las mujeres que usaron este recurso discursivo, la diferencia sexual apareció como una carencia o limitación explícitamente negada, mientras que “el hombre” es considerado ulteriormente como referencia y medida de lo humano. Así se expresa en los siguientes relatos:

 

Las mujeres somos lo que somos: seres distintos a los hombres… seres especiales, distintos, llenos de cualidades… Para decirlo más exactamente: somos las más dotadas por la naturaleza para las cosas más arduas de la vida: el parto, el trabajo en la calle, el cuidado de la familia ¡y todo a la vez…!

 

Ser mujer nos da privilegios: el de poder mostrarnos sutiles y fuertes a la vez, el de gozar cosas que solo pueden ser vividas si se es mujer… Es algo más allá de lo que nos da el cuerpo femenino…

 

Esto puede explicarse con la tesis de Linda Alcoff (1989) respecto a la esencialización de lo humano planteada desde diversas miradas en la obra de Michelle Foucault, Julia Kristeva, Jacques Derrida y Lacan como modelo en nuestra cultura occidental y que en tanto subsidiaria del pensamiento masculinizante nos niega; por lo que es preciso deconstruirla desde otra perspectiva de Humanidad, con un discurso crítico y feminista. Podemos recurrir a la obra de Jacques Derrida (1977) para sostener que mientras mantengamos los mismos ideales de argumentos humanistas y liberales (basados en la diferencia como en la superioridad masculina), estaremos muy lejos de afrontar tal contradicción y mas bien favoreceremos el mantenimiento de las mismas estructuras mentales y por tanto, asuntos urgentes en nuestras sociedades, como las exigencias de paridad en los cargos de representación, quedarán relegados.

 

Este fenómeno puede explicarse también con el aporte de Joan Scott (1990) según el cual la jerarquía de poder entre hombres y mujeres proviene de las representaciones simbólicas que construimos sobre la diferencia sexual y deja claro que la diferencia sexual es transformada en desigualdad y subordinación social para nosotras, mientras que para los hombres es el argumento de la dominación.

 

Todas estas expresiones se oponen a la postura de Simone de Beauvoir, (1949/2000) quien contribuye desde la filosofía con su frase célebre “la mujer no nace, se hace” y deja ver una mujer como sujeto/a que se construye identitariamente a sí misma durante toda la vida, en un marco procesual, existencial y constructivo que nos es afín. De allí que acoplamos su visión con la de Judith Butler (1999) no solo porque incorpora el discurso como elemento constitutivo de nuestra identidad, sino porque además denuncia la falsa naturalidad del género para presentarlo como un significado que desde el discurso androcéntrico se apegó a un binarismo sexual heredado de Platón como argucia negadora de toda sexualidad fuera de la que aconseja la norma legal del matrimonio heterosexual. Ello reivindica la existencia de otras identidades de acuerdo a la vivencia de su sexualidad y acuña la idea de performatividad del género que presenta una identidad inacabada del sí misma, útil para entender las prácticas sociales como actuación y articular la construcción social de la subjetividad con las relaciones de poder.

 

En cuanto al tema de la reproducción (embarazo y parto) entendida como hecho natural, propio y exclusivo de las mujeres, aparece como comparación positiva haciendo uso del recurso emotivo de la exageración en los relatos.

 

Somos como algo especial, lo más complejo de la creación divina. Las mujeres somos siempre inexplicables, impredecibles pero con un corazón inmenso. A una mujer no le debe faltar fuerza para abrirse camino en el mundo porque somos eso precisamente, fuerza. Si podemos quedar embarazadas y dar a luz, imagínate! ¿Qué es lo que no podemos hacer?!

 

De regreso al argumento esencialista, esta comparación expone enfáticamente las diferencias entre hombres y mujeres con el fin de mantener la heteronormatividad compulsiva, en expresión de Gayle Rubin (1986) como mecanismo para diferenciar los sexos, mantener la imposición de la norma heterosexual sin “variedad sexual benigna” y, en especial para garantizar la procreación, que según término de Amelia Valcárcel (2002, 2004), ratifica las heterodesignación.

 

En otras comparaciones el hecho de jugar diversos roles sociales nos equipara más abiertamente con la categoría hombre, lo que históricamente sitúa la postura de las hablantes en los debates que tuvieron su auge en Norteamérica y Europa en los años sesenta del siglo pasado y que, desde el discurso del feminismo de la igualdad, formulaban demandas desde la lógica de “alcanzar a los hombres o ser sus iguales” y que en Venezuela tuvieron otra resonancia y se interpretaron como reivindicaciones sufragistas. Por ello es tan común que se pretenda una supuesta igualdad por el hecho de que las mujeres hemos alcanzado el voto en todos los escenarios y somos capaces de profesionalizarnos, como puede leerse:

 

Ser mujer me permite demostrar al resto de la sociedad que se pueden desarrollar ciertos roles, ya no sólo dedicarse a la casa como en tiempos pasados, también podemos ocupar un espacio importante en la sociedad, dejarnos ver como profesionales. 

 

Esta circunstancia mantiene la comparación como mecanismo que, como hemos visto, nos desvirtúa en cuanto existimos solo como alteridad, además de poner en el tapete nuestro lugar en el mundo de la vida privada en el que el trabajo del hogar parece seguir siendo exclusivamente femenino (al menos en los relatos revisados), lo que representa una doble o triple jornada laboral;todo en desmedro de nuestra participación en la esfera pública en la que discutir sobre los temas de actualidad política, hacernos de una opinión sobre la conformación de los espacios de poder y tomar decisiones sobre el destino político de nuestros contextos, se soslaya.

 

En este aspecto coincidimos como José Miguel Flores (1999), en que es precisamente el ejercicio de la ciudadanía lo que la caracteriza una democracia, ello implica además del ejercicio del sufragio, el reclamo de los propios derechos a través de vías convencionales o alternativas como pintar grafitis, unirse a un boicot y ocupar espacios públicos, entre tantas otras. Maritza Montero (1987), refiere que esos modos de participación, pueden tener visos de ilegalidad e implican un compromiso personal (incluso corporal) con las causas; ello desde luego supone un mayor esfuerzo por parte de quienes se asumen como actores/actrices sociales pues son acciones en las que la perseverancia “exige no sólo motivación y esfuerzo sostenidos, sino además tiempo, e incluso cierta forma de entrenamiento especial”, como destacan Elio Parisi y Marina Cuello (2012:48) y que según el siguiente relato, es algo de lo que carecemos las mujeres.

 

…la verdad es que a las mujeres no nos queda tiempo más que para cumplir con las exigencias del día a día aquí (en la universidad). Mientras que ellos pueden hacer tranquilamente un doctorado a nosotras nos cuesta el doble del tiempo y de esfuerzo…eso lo he vivido yo

 

A pesar de que no me he sentido excluida como dicen por ahí, en el espacio laboral siempre hay hombres que se postulan para los cargos con más frecuencia que las mujeres. Eso será porque ellos tienen más tiempo libre que nosotras, tienen entre ellos una camaradería de años y se quedan en los puestos hasta que se jubilan.

 

Como es notorio en el último relato se empieza por negar la propia exclusión pero en la segunda proposición se confirma que las mujeres quedan relegadas a puestos subalternos en la administración; al cierre, esta realidad se adjudica a la mayor posibilidad de establecer alianzas y negociaciones que tienen los hombres con respecto a las mujeres, lo que es atribuido al uso que ellos le dan a su tiempo libre.

 

-La obligación y la transgresión

 

En cuanto al recurso de obligación que también fue utilizado muy ampliamente, hay que decir que en algunos casos se torna en justificación y ocasionalmente en resignación. Para Pierre Bourdieu (2005) la lógica de la dominación es ejercida en nombre de un principio simbólico admitido tanto por el dominador como por el/la dominado/a y así la violencia simbólica se instituye a través de la adhesión que el/la dominado/a se siente obligado/a a conceder al dominador y que hace que la relación parezca natural. Siguiendo a este autor:

 

…son las apariencias biológicas las que han producido un trabajo colectivo de socialización de lo biológico y de biologización de lo social que se conjugan para invertir la relación  entre las causas y los efectos y la hacen aparecer como una construcción social  naturalizada. (:14).

 

A propósito, es propicia la cita de Fernández Poncela, (1998) quien sentencia que “…la historia está configurada en el ordenamiento reproductivo cimentado en la maternidad, en el que descansan la superestructura política, jurídica, económica e ideológica de nuestras sociedades” (:80). En este sentido, no es de extrañar como hemos visto, que los relatos apunten a la exaltación de la maternidad como realización idealizada de las mujeres por sobre otras metas.

 

También destaca el reconocimiento casi unánime de que las mujeres universitarias son quienes asumen las grandes tareas en todos los espacios aunque no sean reconocidas por ello, es otro de los aspectos que nos ayudan a entender la invisibilización de estas mujeres aunque expuesta desde la crítica en lugar de la resignación. Aquí las relaciones polémicas (que no admite nada como tal, más bien invitan al debate, a la discusión) aparecen para reconocer y denunciar que en el espacio laboral que es la universidad, las mujeres no han alcanzado el estatuto epistémico de sujeto/a, lo que se recoge además en relatos que tienen como argumento la experiencia personal de quienes hablan y pone en entredicho la idea generalizada de que la universidad es un espacio en el que se propician las discusiones “de avanzada” sobre los distintos tópicos del saber científico y humanístico.

 

Como ejemplo está la vida en la universidad: aquí es donde es más difícil que se nos considere sujetos pensantes, más bien la mayoría cree que estamos llenando un asiento todos los días, a pesar de que hay muchísimas mujeres que trabajan como esclavas para esto camine…En muchos departamentos quienes dan la cara son las mujeres pero quienes firman los oficios y “salen en las fotos” son ellos.

 

Esta reflexión apoya la inferencia sobre la que sustentamos este artículo: nuestras docentes universitarias difícilmente se sitúan como sujetos/as en nuestra sociedad (creen que no se las considera sujetas de conocimiento) y están lejos de posicionarse como “sujetas empoderadas políticamente” al decir de Margaret Schuler (1997) por su escasa participación política.

 

La primera afirmación revela una dificultad mayor para las mujeres en la aspiración de ser considerada como sujeto/a inteligente, pensante en los espacios universitarios, esta puede leerse como autodescalificación y se conecta a la segunda proposición con el “más bien” que da énfasis a la creencia generalizada de que las mujeres no generan saberes, conocimientos. Al aparecer, dos ideas en contraposición que presentan nuevamente la figura de la relación polémica para resaltar que el deber ser institucional que supone un empleo como docente universitaria está cargado de los obstáculos propios del pensamiento androcéntrico que anteponen como prejuicio, las personas que allí hacen vida. Esta expresión viene seguida de la valoración positiva del trabajo que realizan las mujeres y que, según su juicio no es reconocido. Más bien parece quedar relegado a un segundo plano por el protagonismo que estructuralmente mantienen los hombres que dirigen solo en apariencia y gozan de mayor exposición social y mediática.

 

Haber quedado históricamente asociadas a la naturaleza, e in-definidas como “lo otro”; como expresara Simone de Beauvoir (1949/2000) hace que se piense que nosotras solo podemos participar de la racionalidad de manera inapropiada.  Ello puede explicarse con otro argumento esgrimido por ellas mismas desde la experiencia cuando describen las dificultades que deben sortear para hacer investigación y generar conocimiento, lo que resulta en una denuncia por las desiguales condiciones para  hacerlo:

 

(La investigación) … como trabajo intelectual es una cosa que hacemos porque nos exigimos, la verdad es que a las mujeres no nos queda tiempo más que para cumplir con las exigencias del día a día aquí (en la universidad). Mientras que ellos pueden hacer tranquilamente un doctorado a nosotras nos cuesta el doble del tiempo y de esfuerzo…eso lo he vivido yo.

 

Por su parte la justificación viene dada nuevamente por la naturalización y esencialización del cuerpo femenino que, como hemos explicado, son fenómenos culturales que cumplen la misión asignarnos atribuciones fijas como propias e inmutables. Mientras, la resignación queda sujeta a esta identificación con el propio sexo que es leída como desventaja. Si bien ello nos refiere a la obra de Victoria Sau (1993, 2004) cuando apunta que el sexo es una clave diferenciadora que nos permite hacernos juicios sobre nuestros/as semejantes y que es uno de los primeros criterios que se consideran para la vida en sociedad; también hay que exponer que según la reflexión de Sara Tapia (2009), las capacidades, aptitudes o actitudes de las personas no quedan determinadas por él. Por tanto, entendemos como Purificación Mayobre (2007) que la feminidad se adquiere en el complejo proceso de socialización por lo que sería erróneo creer que es solo un derivado o una consecuencia de nuestra naturaleza biológica.

 

Regresamos a Judith Butler (1999) porque para ella es necesario revisar estas nociones pues solo así se rompería con lo binario y ello nos ayudaría a desenmascarar las estrategias manipuladoras y arbitrarias empleadas por la estructura hegemónica de la heterosexualidad obligatoria sin que ello signifique, como más tarde expone la misma Bultler (2000), que haya que asumir una identidad travesti para identificarnos como seres transgresores/as de la regla normalizadora.

 

Así pues…

 

El cuerpo de la mujer es en sí mismo la justificación de las obligaciones que debe cumplir bajo el argumento de que así nacimos (sea por designio divino o de la naturaleza) y por tanto su sexo las obligaría a actuar de determinada manera, dejando expresas las relaciones sociales de asimetría que actúan como mecanismo de poder, lo que finalmente termina por asimilarse como condición permanente y que eventualmente puede conducir a la resignación. Solo en un caso de quince, el significado de lo femenino fue descrito con adjetivos que lo presentan como algo no definido completamente, que tiende a lo procesual y a la construcción; lo que nos deja entender que ha habido alguna reflexión que permite poner en distancia la “esencia femenina” que naturaliza y condiciona nuestra identidad; esto se constituye en una oportunidad para la permanente revisión de nuestro lugar en el mundo con una clara inclinación a la toma de posición que transgrede lo normado socialmente.

 

Finalmente mostramos un relato en el que se alude la posibilidad encubierta de que también en política las mujeres son quienes deciden, pero contradictoriamente al final se hace necesario el ocultamiento:

 

En este país ser mujer es sinónimo de trabajo, de responsabilidad, de cumplimiento. La que dispone lo que se debe hacer, la que lleva las riendas de las familias y a veces creo que también en la política –eso sí, solapadamente–…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Referencias

 

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Van Dijk, Teun (2000): El Discurso como interacción social. Vol II. Barcelona. Gedisa.

 

 

Autora: Dra. Mitzy Flores

Nov 2014

 

RESUMEN

Si bien el voto se ha constituido en la forma de participación política más reconocida sabemos que existen muchas otras maneras de ejercer la ciudadanía y de situarse como sujeto/a en nuestra sociedad, todas las cuales se traducen en un intento por influir directamente o no en las decisiones de los gobiernos y por transformar la realidad individual  y colectiva, como coinciden en acotar diversas/os autoras/es. A pesar de que en el contexto universitario como en el resto del país se comparten imaginarios de poder anclados en el patriarcado, podríamos suponer que por el hecho de tener en su haber una formación académica más dilatada, las mujeres que allí se desempeñan como docentes e investigadoras deberían diferenciarse del común de la población en cuanto a sus prácticas de participación política. No obstante los hallazgos que emergieron de una reciente investigación sobre la propia construcción de su identidad de género en esos espacios, apuntan en dirección contraria. En estas mujeres predomina la idea esencialista de que su género les impone una pasividad “natural” para la política que las inhibe de: a) participar en los debates públicos sobre temas políticos, b) protagonizar acciones de resistencia, e c) incorporarse directamente en acciones de protesta/apoyo contra/en favor las instancias de gobierno. Este artículo se propone discutir desde la teoría feminista el cimiento androcéntrico que según inferimos, es el argumento de tal pasividad en el imaginario político de estas mujeres y ulteriormente, propiciar la reflexión sobre nuestros actos de habla.

Descriptores: género, imaginario político, discurso.

 

The Political Imaginary of University Professors

 

ABSTRACT

 

While the vote has become a form of political participation as we recognized that there are many other ways to exercise their citizenship and placed as subject / a in our society , all of which result in an attempt to influence directly or not decisions of governments and to transform individual and collective reality as several narrow agree / os authors / s. Although in the university context as in the rest of the country are shared imaginary of power rooted in patriarchy , we might assume that having to his credit a more extensive academic training , women here work as professors and researchers should differ from the common people in their practice of political participation. However the findings that emerged from recent research on the actual construction of gender identity in these spaces are pointing in the opposite direction. In these women predominantly essentialist idea that her gender imposes a «natural » for political passivity that inhibits a) participate in public debates on political issues , b) star in acts of resistance , and c) incorporated directly into actions protest / support against / for the local councils. This paper aims to discuss feminist theory as androcentric foundation to infer, is the argument that passivity in the political imaginary of these women and subsequently promote reflection about our speech acts.

Keywords: gender, political imagery, speech.

*Publicado en: Revista Memoria Política. Nueva Etapa • N° 3. Págs: 236-252. Año: 2014 http://servicio.bc.uc.edu.ve/derecho/revista/mp2014/art10.pdf

 

El Imaginario Político de las Profesoras Universitarias de la UC

Autora: Dra. Mitzy Flores

Facultad de Ciencias de la Educación

ucmitzyflores@gmail.com

 

 

“como adultas,(las mujeres)  han tenido mucha experiencia de subordinación

y esto les permite reconocer muy bien este problema,

a pesar de no reconocerlo como tal”

Nelly Stromquist

 

Si bien el voto se ha constituido en la forma de participación política más reconocida existen muchas otras maneras de ejercer la ciudadanía y de situarse como sujeto/a en nuestra sociedad, como expresan Gisela Delfino y Elena Zubieta (2010), todas las cuales suponen un intento por influir directamente o no en las decisiones políticas y por transformar nuestra realidad individual  y colectiva. En este sentido, los relatos de mujeres que laboran como docentes e investigadoras en la Facultad de Ciencias de la Educación de nuestra  universidad, -algunos de los cuales se insertarán oportunamente para ilustrar la discusión- nos permiten inferir que están lejos de posicionarse como “sujetas empoderadas políticamente” al decir de Margaret Schuler (1997), pues aunque efectivamente sufragan, resulta casi nulo  su interés por incorporarse públicamente en los debates sobre política; y lo que es más interesante aun: consideran que su género les impone una pasividad “natural” para los asuntos políticos.

 

Esto las mantiene al margen de protagonizar actos de resistencia (como acciones pacíficas de desobediencia), descritos por Elio Parisi y Marina Cuello (2012) o de protestar abiertamente (hacer peticiones escritas, firmar declaraciones, organizar tomas pacíficas de instancias de poder, participar de boicots, entre otras). Como producto de esta inhibición quedan excluidas permanentemente de las decisiones políticas de su contexto laboral y comunitario y comparten la percepción de que las decisiones importantes en sus espacios laborales dependen de agentes externos.

 

Como en otros documentos y apoyada en múltiples trabajos de sobrada solidez académica,  sostenemos que la esencialización de las cualidades femeninas o masculinas derivan de las estructuras y construcciones socioculturales y que por tanto, no dependen del fenotipo ni directamente del sexo, sino de las atribuciones que se constituyen en el género. Un reciente estudio de autoría propia (Flores, 2014) sobre los imaginarios que las docentes universitarias comparten sobre su propia identidad de género, develó que la percepción que estas mujeres tienen sobre sí mismas está fuertemente mediada por el esquema esencialista de la feminidad y que su discurso legitima la condición de subalternas.

 

Fue notorio que en sus relatos predominara el uso de recursos como la comparación con sus pares masculinos y la obligación como imposibilidad de evadir el cumplimiento de determinadas tareas o roles (pareada casi siempre con la justificación -entendida como el razonamiento en favor de la norma que las oprime-). Todas estas son formaciones discursivas naturalizadoras (Foucault, 1997) que, como podemos deducir, sustentan la dominación y son muy eficaces para el mantenimiento status quo.  Así como éstas, también aparecieron las formaciones desnaturalizadoras, que desmontan a partir de la confrontación los mandatos hegemónicos inscritos en el imaginario colectivo, a pesar de que fueron la excepción.

 

Lo que intentaremos en este documento será discutir desde la teoría feminista el cimiento androcéntrico que según inferimos, es el argumento de tal pasividad en el imaginario político de estas mujeres y, ulteriormente, propiciar la reflexión sobre nuestros actos de habla.

 

Un asunto de esencia… y de lenguaje

 

Es oportuna una breve referencia a la línea de la lingüística crítica desarrollada por Norman Fairclough (1989, 1995) y Ruth Wodak (2002) pues propone el análisis del lenguaje como unidad de textos y expresiones dentro de un contexto social y real con la idea de ofrecer explicaciones sobre el cómo y por qué usamos el lenguaje de determinada manera en relación con el poder. Esta línea otorgó relevancia al impacto político y a la función ideológica que le imponemos al texto (sea éste oral o escrito) como producto de una realidad histórica particular. Esta vertiente recibió una fuerte influencia de los trabajos de Michel Foucault relacionados con poder y las instituciones -además de la impronta que en la década de los sesenta y setenta representó la irrupción del feminismo-, tales relaciones de poder caracterizadas por la hegemonía androcéntrica, tan invisibilizadas como naturalizadas en nuestra cultura, quedarían reveladas a través de un análisis crítico del discurso (ACD) de los relatos verbales que sobre su identidad expresaron estas docentes.

 

Este enfoque crítico aportó una visión propia sobre la relación existente entre el lenguaje y la sociedad, una relación dialéctica entre un suceso discursivo particular y las situaciones, instituciones y estructuras sociales que lo enmarcan. Entendemos que como relación dialéctica, es bidireccional de modo que el discurso está moldeado por esas situaciones, instituciones y estructuras, pero a su vez, les da forma, contribuye a sustentar y reproducir el statu quo social. Por tanto también puede contribuir a transformarlo, puede ayudar a reproducir o a cambiar las relaciones desiguales de poder entre las clases sociales, las mayorías y minorías étnicas y entre las mujeres y los hombres. Siguiendo a Meersoonhn (2005), el discurso está implicado en la dominación de dos maneras:

 

en primer lugar, a través de la representación de la dominación en el texto y habla en contextos específicos, y más indirectamente, en segundo lugar, a través de la influencia del discurso en las mentes de otros. En el primer caso, los hablantes dominantes pueden efectivamente limitar los derechos comunicativos de otros, restringiendo el libre acceso a los eventos comunicativos, actos de habla, géneros discursivos, participantes, tópicos o estilo. En el segundo caso, los hablantes dominantes controlan el acceso al discurso público y así son capaces de manejar indirectamente la opinión pública. (:298)

 

Cita que expone la imbricación entre los actos de habla como discurso y el poder.

 

Por otra parte es necesario advertir que no faltan críticas al ACD por ser una interpretación ideológica, sesgada y prejuiciada; por que se realiza desde algún tipo de compromiso ideológico y por que selecciona para el análisis aquellos textos que apoyarán la interpretación predilecta. A ello responde  Fairclough (2003) que la condición abierta de los resultados es una apertura que exigen los principios del ACD, sumado al hecho de que el ACD es siempre explícito respecto a su propia posición y compromiso.  Controversia que no cesa, como expresa Michael Meyer (2003), pues:

 

la concreción de dos posturas aparentemente irreconciliables existentes en el seno del debate metodológico en la investigación social: ¿es posible efectuar cualquier tipo de investigación sin estar ligado a ningún juicio de valor a priori? Y, ¿es posible obtener conocimiento a partir de información puramente empírica sin utilizar ninguna categoría o experiencia preconcebida? (:38-39)

 

Van Dijk (2003a) entiende que quien hace este tipo de análisis adopta una perspectiva crítica o una actitud “…que se centra en los problemas sociales y analiza el papel del discurso en la producción y en la reproducción del abuso de poder o de la dominación.” (:82). De modo que se está del lado de los grupos dominados, manteniendo una perspectiva coherente con los intereses de estos grupos como apoyo a su propia lucha contra la desigualdad. De allí que “… sea válido explicitar la posición social y política, tomar partido, a fin de poner de manifiesto, desmitificar o cuestionar la dominación a través del análisis del discurso” (:84), según sentencia.

 

-El discurso que nos compara

 

El recurso discursivo que predominó en los relatos fue la comparación, que funcionó mayormente desde la superioridad o comparación positiva (dejando entender explícitamente que las mujeres hacemos más/mejor las cosas que nuestros pares masculinos), a veces acompañado de carga emotiva exagerada y siempre con el cuidado de omitir deliberadamente la categoría “hombre”. Ello parece revelador en tanto que ingenuamente podría entenderse como una invisibilización en el sentido de discriminarlo con ocultamiento; sin embargo queda claro que esta comparación no cumple con tal propósito sino con el inverso pues desde el imaginario de las mujeres que usaron este recurso discursivo, la diferencia sexual apareció como una carencia o limitación explícitamente negada, mientras que “el hombre” es considerado ulteriormente como referencia y medida de lo humano. Así se expresa en los siguientes relatos:

 

Las mujeres somos lo que somos: seres distintos a los hombres… seres especiales, distintos, llenos de cualidades… Para decirlo más exactamente: somos las más dotadas por la naturaleza para las cosas más arduas de la vida: el parto, el trabajo en la calle, el cuidado de la familia ¡y todo a la vez…!

 

Ser mujer nos da privilegios: el de poder mostrarnos sutiles y fuertes a la vez, el de gozar cosas que solo pueden ser vividas si se es mujer… Es algo más allá de lo que nos da el cuerpo femenino…

 

Esto puede explicarse con la tesis de Linda Alcoff (1989) respecto a la esencialización de lo humano planteada desde diversas miradas en la obra de Michelle Foucault, Julia Kristeva, Jacques Derrida y Lacan como modelo en nuestra cultura occidental y que en tanto subsidiaria del pensamiento masculinizante nos niega; por lo que es preciso deconstruirla desde otra perspectiva de Humanidad, con un discurso crítico y feminista. Podemos recurrir a la obra de Jacques Derrida (1977) para sostener que mientras mantengamos los mismos ideales de argumentos humanistas y liberales (basados en la diferencia como en la superioridad masculina), estaremos muy lejos de afrontar tal contradicción y mas bien favoreceremos el mantenimiento de las mismas estructuras mentales y por tanto, asuntos urgentes en nuestras sociedades, como las exigencias de paridad en los cargos de representación, quedarán relegados.

 

Este fenómeno puede explicarse también con el aporte de Joan Scott (1990) según el cual la jerarquía de poder entre hombres y mujeres proviene de las representaciones simbólicas que construimos sobre la diferencia sexual y deja claro que la diferencia sexual es transformada en desigualdad y subordinación social para nosotras, mientras que para los hombres es el argumento de la dominación.

 

Todas estas expresiones se oponen a la postura de Simone de Beauvoir, (1949/2000) quien contribuye desde la filosofía con su frase célebre “la mujer no nace, se hace” y deja ver una mujer como sujeto/a que se construye identitariamente a sí misma durante toda la vida, en un marco procesual, existencial y constructivo que nos es afín. De allí que acoplamos su visión con la de Judith Butler (1999) no solo porque incorpora el discurso como elemento constitutivo de nuestra identidad, sino porque además denuncia la falsa naturalidad del género para presentarlo como un significado que desde el discurso androcéntrico se apegó a un binarismo sexual heredado de Platón como argucia negadora de toda sexualidad fuera de la que aconseja la norma legal del matrimonio heterosexual. Ello reivindica la existencia de otras identidades de acuerdo a la vivencia de su sexualidad y acuña la idea de performatividad del género que presenta una identidad inacabada del sí misma, útil para entender las prácticas sociales como actuación y articular la construcción social de la subjetividad con las relaciones de poder.

 

En cuanto al tema de la reproducción (embarazo y parto) entendida como hecho natural, propio y exclusivo de las mujeres, aparece como comparación positiva haciendo uso del recurso emotivo de la exageración en los relatos.

 

Somos como algo especial, lo más complejo de la creación divina. Las mujeres somos siempre inexplicables, impredecibles pero con un corazón inmenso. A una mujer no le debe faltar fuerza para abrirse camino en el mundo porque somos eso precisamente, fuerza. Si podemos quedar embarazadas y dar a luz, imagínate! ¿Qué es lo que no podemos hacer?!

 

De regreso al argumento esencialista, esta comparación expone enfáticamente las diferencias entre hombres y mujeres con el fin de mantener la heteronormatividad compulsiva, en expresión de Gayle Rubin (1986) como mecanismo para diferenciar los sexos, mantener la imposición de la norma heterosexual sin “variedad sexual benigna” y, en especial para garantizar la procreación, que según término de Amelia Valcárcel (2002, 2004), ratifica las heterodesignación.

 

En otras comparaciones el hecho de jugar diversos roles sociales nos equipara más abiertamente con la categoría hombre, lo que históricamente sitúa la postura de las hablantes en los debates que tuvieron su auge en Norteamérica y Europa en los años sesenta del siglo pasado y que, desde el discurso del feminismo de la igualdad, formulaban demandas desde la lógica de “alcanzar a los hombres o ser sus iguales” y que en Venezuela tuvieron otra resonancia y se interpretaron como reivindicaciones sufragistas. Por ello es tan común que se pretenda una supuesta igualdad por el hecho de que las mujeres hemos alcanzado el voto en todos los escenarios y somos capaces de profesionalizarnos, como puede leerse:

 

Ser mujer me permite demostrar al resto de la sociedad que se pueden desarrollar ciertos roles, ya no sólo dedicarse a la casa como en tiempos pasados, también podemos ocupar un espacio importante en la sociedad, dejarnos ver como profesionales. 

 

Esta circunstancia mantiene la comparación como mecanismo que, como hemos visto, nos desvirtúa en cuanto existimos solo como alteridad, además de poner en el tapete nuestro lugar en el mundo de la vida privada en el que el trabajo del hogar parece seguir siendo exclusivamente femenino (al menos en los relatos revisados), lo que representa una doble o triple jornada laboral;todo en desmedro de nuestra participación en la esfera pública en la que discutir sobre los temas de actualidad política, hacernos de una opinión sobre la conformación de los espacios de poder y tomar decisiones sobre el destino político de nuestros contextos, se soslaya.

 

En este aspecto coincidimos como José Miguel Flores (1999), en que es precisamente el ejercicio de la ciudadanía lo que la caracteriza una democracia, ello implica además del ejercicio del sufragio, el reclamo de los propios derechos a través de vías convencionales o alternativas como pintar grafitis, unirse a un boicot y ocupar espacios públicos, entre tantas otras. Maritza Montero (1987), refiere que esos modos de participación, pueden tener visos de ilegalidad e implican un compromiso personal (incluso corporal) con las causas; ello desde luego supone un mayor esfuerzo por parte de quienes se asumen como actores/actrices sociales pues son acciones en las que la perseverancia “exige no sólo motivación y esfuerzo sostenidos, sino además tiempo, e incluso cierta forma de entrenamiento especial”, como destacan Elio Parisi y Marina Cuello (2012:48) y que según el siguiente relato, es algo de lo que carecemos las mujeres.

 

…la verdad es que a las mujeres no nos queda tiempo más que para cumplir con las exigencias del día a día aquí (en la universidad). Mientras que ellos pueden hacer tranquilamente un doctorado a nosotras nos cuesta el doble del tiempo y de esfuerzo…eso lo he vivido yo

 

A pesar de que no me he sentido excluida como dicen por ahí, en el espacio laboral siempre hay hombres que se postulan para los cargos con más frecuencia que las mujeres. Eso será porque ellos tienen más tiempo libre que nosotras, tienen entre ellos una camaradería de años y se quedan en los puestos hasta que se jubilan.

 

Como es notorio en el último relato se empieza por negar la propia exclusión pero en la segunda proposición se confirma que las mujeres quedan relegadas a puestos subalternos en la administración; al cierre, esta realidad se adjudica a la mayor posibilidad de establecer alianzas y negociaciones que tienen los hombres con respecto a las mujeres, lo que es atribuido al uso que ellos le dan a su tiempo libre.

 

-La obligación y la transgresión

 

En cuanto al recurso de obligación que también fue utilizado muy ampliamente, hay que decir que en algunos casos se torna en justificación y ocasionalmente en resignación. Para Pierre Bourdieu (2005) la lógica de la dominación es ejercida en nombre de un principio simbólico admitido tanto por el dominador como por el/la dominado/a y así la violencia simbólica se instituye a través de la adhesión que el/la dominado/a se siente obligado/a a conceder al dominador y que hace que la relación parezca natural. Siguiendo a este autor:

 

…son las apariencias biológicas las que han producido un trabajo colectivo de socialización de lo biológico y de biologización de lo social que se conjugan para invertir la relación  entre las causas y los efectos y la hacen aparecer como una construcción social  naturalizada. (:14).

 

A propósito, es propicia la cita de Fernández Poncela, (1998) quien sentencia que “…la historia está configurada en el ordenamiento reproductivo cimentado en la maternidad, en el que descansan la superestructura política, jurídica, económica e ideológica de nuestras sociedades” (:80). En este sentido, no es de extrañar como hemos visto, que los relatos apunten a la exaltación de la maternidad como realización idealizada de las mujeres por sobre otras metas.

 

También destaca el reconocimiento casi unánime de que las mujeres universitarias son quienes asumen las grandes tareas en todos los espacios aunque no sean reconocidas por ello, es otro de los aspectos que nos ayudan a entender la invisibilización de estas mujeres aunque expuesta desde la crítica en lugar de la resignación. Aquí las relaciones polémicas (que no admite nada como tal, más bien invitan al debate, a la discusión) aparecen para reconocer y denunciar que en el espacio laboral que es la universidad, las mujeres no han alcanzado el estatuto epistémico de sujeto/a, lo que se recoge además en relatos que tienen como argumento la experiencia personal de quienes hablan y pone en entredicho la idea generalizada de que la universidad es un espacio en el que se propician las discusiones “de avanzada” sobre los distintos tópicos del saber científico y humanístico.

 

Como ejemplo está la vida en la universidad: aquí es donde es más difícil que se nos considere sujetos pensantes, más bien la mayoría cree que estamos llenando un asiento todos los días, a pesar de que hay muchísimas mujeres que trabajan como esclavas para esto camine…En muchos departamentos quienes dan la cara son las mujeres pero quienes firman los oficios y “salen en las fotos” son ellos.

 

Esta reflexión apoya la inferencia sobre la que sustentamos este artículo: nuestras docentes universitarias difícilmente se sitúan como sujetos/as en nuestra sociedad (creen que no se las considera sujetas de conocimiento) y están lejos de posicionarse como “sujetas empoderadas políticamente” al decir de Margaret Schuler (1997) por su escasa participación política.

 

La primera afirmación revela una dificultad mayor para las mujeres en la aspiración de ser considerada como sujeto/a inteligente, pensante en los espacios universitarios, esta puede leerse como autodescalificación y se conecta a la segunda proposición con el “más bien” que da énfasis a la creencia generalizada de que las mujeres no generan saberes, conocimientos. Al aparecer, dos ideas en contraposición que presentan nuevamente la figura de la relación polémica para resaltar que el deber ser institucional que supone un empleo como docente universitaria está cargado de los obstáculos propios del pensamiento androcéntrico que anteponen como prejuicio, las personas que allí hacen vida. Esta expresión viene seguida de la valoración positiva del trabajo que realizan las mujeres y que, según su juicio no es reconocido. Más bien parece quedar relegado a un segundo plano por el protagonismo que estructuralmente mantienen los hombres que dirigen solo en apariencia y gozan de mayor exposición social y mediática.

 

Haber quedado históricamente asociadas a la naturaleza, e in-definidas como “lo otro”; como expresara Simone de Beauvoir (1949/2000) hace que se piense que nosotras solo podemos participar de la racionalidad de manera inapropiada.  Ello puede explicarse con otro argumento esgrimido por ellas mismas desde la experiencia cuando describen las dificultades que deben sortear para hacer investigación y generar conocimiento, lo que resulta en una denuncia por las desiguales condiciones para  hacerlo:

 

(La investigación) … como trabajo intelectual es una cosa que hacemos porque nos exigimos, la verdad es que a las mujeres no nos queda tiempo más que para cumplir con las exigencias del día a día aquí (en la universidad). Mientras que ellos pueden hacer tranquilamente un doctorado a nosotras nos cuesta el doble del tiempo y de esfuerzo…eso lo he vivido yo.

 

Por su parte la justificación viene dada nuevamente por la naturalización y esencialización del cuerpo femenino que, como hemos explicado, son fenómenos culturales que cumplen la misión asignarnos atribuciones fijas como propias e inmutables. Mientras, la resignación queda sujeta a esta identificación con el propio sexo que es leída como desventaja. Si bien ello nos refiere a la obra de Victoria Sau (1993, 2004) cuando apunta que el sexo es una clave diferenciadora que nos permite hacernos juicios sobre nuestros/as semejantes y que es uno de los primeros criterios que se consideran para la vida en sociedad; también hay que exponer que según la reflexión de Sara Tapia (2009), las capacidades, aptitudes o actitudes de las personas no quedan determinadas por él. Por tanto, entendemos como Purificación Mayobre (2007) que la feminidad se adquiere en el complejo proceso de socialización por lo que sería erróneo creer que es solo un derivado o una consecuencia de nuestra naturaleza biológica.

 

Regresamos a Judith Butler (1999) porque para ella es necesario revisar estas nociones pues solo así se rompería con lo binario y ello nos ayudaría a desenmascarar las estrategias manipuladoras y arbitrarias empleadas por la estructura hegemónica de la heterosexualidad obligatoria sin que ello signifique, como más tarde expone la misma Bultler (2000), que haya que asumir una identidad travesti para identificarnos como seres transgresores/as de la regla normalizadora.

 

Así pues…

 

El cuerpo de la mujer es en sí mismo la justificación de las obligaciones que debe cumplir bajo el argumento de que así nacimos (sea por designio divino o de la naturaleza) y por tanto su sexo las obligaría a actuar de determinada manera, dejando expresas las relaciones sociales de asimetría que actúan como mecanismo de poder, lo que finalmente termina por asimilarse como condición permanente y que eventualmente puede conducir a la resignación. Solo en un caso de quince, el significado de lo femenino fue descrito con adjetivos que lo presentan como algo no definido completamente, que tiende a lo procesual y a la construcción; lo que nos deja entender que ha habido alguna reflexión que permite poner en distancia la “esencia femenina” que naturaliza y condiciona nuestra identidad; esto se constituye en una oportunidad para la permanente revisión de nuestro lugar en el mundo con una clara inclinación a la toma de posición que transgrede lo normado socialmente.

 

Finalmente mostramos un relato en el que se alude la posibilidad encubierta de que también en política las mujeres son quienes deciden, pero contradictoriamente al final se hace necesario el ocultamiento:

 

En este país ser mujer es sinónimo de trabajo, de responsabilidad, de cumplimiento. La que dispone lo que se debe hacer, la que lleva las riendas de las familias y a veces creo que también en la política –eso sí, solapadamente–…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Referencias

 

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Fuente del artículo: http://servicio.bc.uc.edu.ve/derecho/revista/mp2014/art10.pdf

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