Por: Javier Tolcachier
En la reciente VII Cumbre de Jefes y Jefas de Estado de la CELAC realizada en Buenos Aires, Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y Las Granadinas, fue electo para liderar la Presidencia Pro-Témpore durante 2023.
Es la primera vez desde la creación de este mecanismo de integración en 2011 que una nación insular del Caribe asume esta función.
¿Qué significa esta elección para la CELAC? ¿Qué importancia tiene para el Caribe y sus habitantes?
Dejando atrás la tutela monárquica
Siguiendo el reciente ejemplo de Barbados, que se convirtió en república en noviembre de 2021, la agenda de las demás naciones independientes del Caribe contempla dejar de ser súbditos de la corona británica.
Gaston Browne, recientemente reelecto como primer ministro de Antigua y Barbuda, anticipó tras la muerte de Isabel II su intención de realizar un referendo en los próximos años para desembarazarse de la supervisión gubernamental del Reino Unido.
Por su parte, el primer ministro jamaiquino Andrew Holness apuntó el pasado Agosto, en ocasión del 60 aniversario de la independencia: “Hablando de soberanía, ya hemos empezado a trabajar para convertirnos en una república.”
En Bahamas, su primer ministro Philip David, después de firmar el libro de condolencias tras la muerte de la reina Isabel II dijo que los bahameños tendrán que decidir si el país debe convertirse en una república y añadió: «Haré un referéndum y el pueblo de Bahamas tendrá que decirme ‘sí’».
A su vez en Belice, el gobierno de John Briceño lanzó el pasado Noviembre en Belmopán una comisión de reforma de la Constitución para posibilitar la transformación del sistema institucional del país. “En este mandato consultivo se incluye la sugerencia de eliminar cualquier vestigio del colonialismo de este documento, es decir, buscar y modernizar simultáneamente una nueva constitución poscolonial que refleje la voluntad del pueblo y nuestro futuro colectivo», declaró el presidente de la comisión Anthony Chanona.
En Granada, el Congreso Nacional Democrático (NDC), partido de centroizquierda liderado por el recientemente electo Dickon Mitchell, señalizó un rumbo similar ya en ocasión de la decisión de Barbados de ser república independiente. Entonces, Claudette Joseph, a cargo de las Relaciones Públicas de la agrupación dijo que “dar el paso definitivo para destituir a su majestad como jefa de Estado de Granada será uno de los principales puntos que el NDC someterá al pueblo en referéndum.”
La opción también es considerada por San Cristóbal y Nieves. Su ministro de Asuntos Exteriores y anterior primer ministro, Denzil Douglas, dijo a la agencia periodística Axios que es hora de trazar el camino para convertirse en un «país verdaderamente independiente». A lo que agregó que “no hay ningún calendario concreto para un referéndum constitucional en su país, pero es hora de que empiece la conversación”.
Y en la tierra de origen del flamante presidente pro témpore de la CELAC, San Vicente y las Granadinas, había fracasado un referéndum con el mismo objetivo en 2009, ya que si bien la propuesta de independizarse definitivamente obtuvo mayoría simple, no se alcanzaron los dos tercios constitucionalmente necesarios.
En una carta a la primera ministra de Barbados, Mia Mottley con motivo de la celebración del hito republicano en aquel país, Gonsalves explica uno de los principales impedimentos en el camino de la emancipación: “La verdad es que la alteración de las arraigadas disposiciones de las Constituciones de los países de la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECO), incluido San Vicente y las Granadinas, es una tarea hercúlea. En San Vicente y las Granadinas, tales alteraciones requieren primero una mayoría de dos tercios en la asamblea legislativa unicameral, seguida de una mayoría de dos tercios en un referéndum popular. La amplitud de la mayoría exigida en este último aspecto es sin duda antidemocrática.”
Algo similar a lo que sucede en otros países de América Latina y el Caribe, sujetos a cerrojos constitucionales impuestos por dictaduras y neocolonialismos para dificultar cambios estructurales futuros.
El vicentino continúa esclareciendo sobre el origen de estas dificultades en la subregión así: “Esto sigue el requisito constitucional impuesto en la Constitución independentista de 1974 de Granada por la potencia colonial saliente, Gran Bretaña. Granada fue el primero de los países más pequeños del Caribe en acceder a la independencia; lo hizo bajo el liderazgo de Eric Matthew Gairy. Hubo tanta oposición en Granada a la independencia bajo Gairy que los británicos le cobraron un alto precio.”
Sin ninguna duda, el deceso de Isabel II, quien reinó durante setenta años, ha acelerado los vientos de libertad en sus otrora colonias, hoy territorios independientes pero todavía formalmente unidos a la corona y bajo su égida a través del sistema de la Mancomunidad de Naciones (anteriormente Mancomunidad Británica o Commonwealth).
Del mismo modo, el movimiento Black Lives Matter en los Estados Unidos reavivó la llama del despertar del activismo por los derechos de la ciudadanía negra, ferozmente relegada y discriminada todavía a consecuencia de un ayer lejano pero demasiado cercano.
El resurgir del movimiento emancipatorio anticolonial es de particular importancia en el Caribe anglófono, donde se encuentran ocho de los catorce países que todavía reconocen al ahora rey Carlos III como su gobernante.
Con anterioridad, otras naciones de la Comunidad del Caribe (CARICOM) establecieron una forma de gobierno republicana, dejando atrás los vestigios monárquicos. Haití, desde su fundación revolucionaria en 1804; Surinam, antigua colonia holandesa, se independizó en 1975. Guyana y Dominica son repúblicas desde su misma independencia en 1966 y 1977 respectivamente. Trinidad y Tobago, que logró su status independiente en 1962, se constituyó en república en 1976.
Verdad, memoria y justicia
Más del 80 por ciento de la población de las naciones insulares del Caribe está conformada por descendientes de personas esclavizadas, que fueron secuestradas y transportadas en cadenas en barcos negreros desde África. Reducidos a condición infrahumana, debieron cumplir un régimen de trabajo forzado so pena de castigo o muerte en las plantaciones propiedad de hacendados blancos venidos de las feroces “madres patrias” o de su prosapia.
Luego del genocidio devastador de la población indígena local, la economía colonialista y la transferencia de riquezas hacia los centros coloniales (España, Francia, Gran Bretaña, Portugal, Países Bajos y Bélgica, sobre todo), pudo solo efectuarse a través del indecible sufrimiento humano que significó el tráfico y la compraventa de seres humanos en condición de absoluta enajenación.
Este crimen de lesa humanidad, hoy conocido por cualquier escolar del mundo, sigue sin ser reconocido plenamente por aquellos que se beneficiaron – en términos de desarrollo económico – de su perversidad.
Recientemente, con flagrante omisión, atraso y lentitud, el gobierno holandés, sucesor legal y responsable jurídico de la atrocidad cometida (al igual que los demás gobiernos europeos de ex poderes colonialistas), hizo un gesto y comenzó a pedir “disculpas” por tanto atropello.
En ocasión de una visita a los Archivos Históricos, el 19 de diciembre de 2022, el primer ministro del Reino de los Países Bajos, el derechista Mark Rutte emitió en La Haya un pronunciamiento en el que señaló que hasta 1814, “más de seiscientas mil personas, mujeres, hombres y niños africanos esclavizados fueron enviados al continente americano en condiciones espantosas por traficantes de esclavos holandeses, la mayoría a Surinam, pero también a Curazao, Sint Eustatius y otros lugares, donde fueron separados de sus familias, deshumanizados, transportados y tratados como ganado, a menudo bajo la autoridad gubernamental de la Compañía de las Indias Occidentales”.
Y en Asia, “entre 660.000 y más de un millón de personas fueron traficadas dentro de las áreas bajo la autoridad de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales”.
Poco antes, una junta asesora había recomendado al gobierno ofrecer disculpas y reconocer que el comercio de esclavos desde el siglo XVII hasta su abolición “fueron crímenes de lesa humanidad”. Agrega el mencionado informe que el racismo institucional en Holanda “no se puede ver aisladamente de los siglos de esclavitud y colonialismo y las ideas que han surgido en este contexto”.
“El Estado holandés fue el pionero europeo de la empresa global de la esclavitud. Durante la mayor parte del siglo XVII monopolizó el comercio transatlántico de esclavos y proporcionó las finanzas y la tecnología que permitieron a ingleses, franceses, españoles y portugueses establecer sus propios imperios basados en la esclavitud.”, señaló en respuesta el profesor Sir Hilary Beckles, Vicerrector de la Universidad de las Indias Occidentales y Presidente de la Comisión de Reparaciones de CARICOM. “Como resultado”, agregó, “Ámsterdam se convirtió en el centro financiero de Europa y en el principal proveedor mundial de capital para la colonización.”
No solo en el Caribe, sino también en la India, Irak, Tasmania, Malasia, Afganistán y en la mitad de África, el imperio británico fue responsable de la esclavitud y de innumerables masacres. Con ello, se vieron confrontados recientemente miembros de la familia real en visita a distintos países del Caribe.
La protesta popular exigiendo disculpas y compensación se hizo sentir a la llegada del príncipe Eduardo y la condesa Sofía, quienes recalaron en Abril 2022 en Antigua y Barbuda, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas. La parada prevista en Granada fue pospuesta, dijo el Palacio de Buckingham. Otro tanto sucedió al príncipe Guillermo y a la duquesa Kate, quienes estuvieron en Belice, Jamaica y las Bahamas en marzo.
Por su parte, el reino belga, que acabó con la vida de millones de personas en el Congo, no ha ofrecido ninguna disculpa formal. Los monumentos al rey Leopoldo, uno de los principales ejecutores del sangriento latrocinio, siguen allí.
El neoliberal Macron, dio incluso marcha atrás en un esbozo de disculpas por la colonización francesa de Argelia, intentando captar el voto derechista de los descendientes de los “pied-noirs”, colonos nativos que huyeron del país luego de la independencia en 1962. Nada dijo de los haitianos, quienes en 2015 exigieron durante la visita del entonces presidente francés Hollande, que pague 19 mil millones de dólares como reembolso de la deuda contraída hace dos siglos para obtener su independencia.
Ante el silencio español, fue el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador quien instó en 2019 al rey Felipe VI de España y también al papa Francisco en representación de la iglesia que pidan perdón por los abusos cometidos durante la conquista. Tampoco Portugal ha ofrecido disculpa pública alguna por su pasado colonial.
Reparación
Pero las disculpas hoy magras o inexistentes de gobiernos europeos que aun continúan con una intencional amnesia histórica, no serán suficientes.
En 2013, los jefes de gobierno establecieron la Comisión de Reparaciones de la CARICOM (CRC) con el mandato de elaborar el caso de justicia reparatoria para las comunidades indígenas y afrodescendientes de la región, víctimas de crímenes contra la Humanidad en las formas de genocidio, esclavitud, trata de esclavos y apartheid racial.
La CRC afirma que las víctimas y los descendientes de estos crímenes tienen el derecho legal a la justicia reparatoria, y que aquellos que cometieron estos crímenes, y que se han enriquecido con las ganancias de estos crímenes, tienen un caso reparatorio que responder.
El programa elaborado, señala el especial papel de los gobiernos europeos en este sentido, por “ser los órganos legales que instituyeron el marco para el desarrollo y mantenimiento de estos crímenes. Estos gobiernos, además, sirvieron como los principales organismos a través de los cuales se produjo el enriquecimiento basado en la esclavitud, y como custodios nacionales de la riqueza acumulada criminalmente.”
A estos efectos, la Comisión ha elaborado un Plan de Reparación de 10 Puntos, entre los que figuran la manifestación de disculpa formal, la posibilidad de repatriación y el apoyo a un programa de reintegración de aquellos descendientes que así lo soliciten, un plan de desarrollo para comunidades indígenas expropiadas, asesinadas y marginalizadas como así también la creación de instituciones de formación de investigadores y docentes en el Caribe sobre tan doloroso pasado.
Del mismo modo, la propuesta exige la participación europea para aliviar el desastre sanitario provocado por cinco siglos de colonialismo y cuatrocientos años de esclavitud legalizada. El deficiente estado de salud crónico de los negros del Caribe constituye actualmente una gran dificultad para la zona. Frenar esta pandemia requiere una inyección de ciencia, tecnología y capital superior a la capacidad de la región.
Otros puntos del plan son el apoyo a la erradicación del analfabetismo, el establecimiento de puentes de pertenencia identitaria con África en las escuelas o mediante viajes y la puesta en marcha de programas de rehabilitación psicológica.
De gran relevancia consideran los gobiernos la cancelación de la deuda externa, que hoy imposibilita la inversión social y la transferencia de tecnología, imprescindible hoy para el desarrollo humano.
La emancipación definitiva y la CELAC
El camarada Ralph, como es conocido el primer ministro sanvicentino en el entorno cercano y político, tiene por delante una tarea significativa pero nada fácil al frente de la CELAC.
Por una parte, abordar los consensos necesarios para avanzar en temas urgentes como la erradicación del hambre y la mejora de las condiciones sociales a nivel regional, como así también la defensa y profundización democrática frente a los ataques que la reacción de derecha neofascista, los grupos de medios concentrados, el poder económico y los diferentes dispositivos diplomáticos de los Estados Unidos continuarán lanzando contra los gobiernos progresistas y revolucionarios.
La protección medioambiental y la soberanía sobre los recursos naturales serán temas de agenda centrales como así también en respeto a su proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, la Comunidad de Estados tendrá el desafío inmediato de impedir de manera tajante los intentos de involucrar a la región en cualquier tipo de estrategia belicista o injerencista. Lo que incluye el rechazo absoluto a las medidas de bloqueo o coerción que hoy afectan a los habitantes de Cuba, Venezuela y Nicaragua y que son promovidas por las sucesivas administraciones estadounidenses para forzar cambios políticos favorables al ilegítimo proyecto de recolonización.
En el mismo sentido descolonizador, la urgencia de salvaguardar la autodeterminación del pueblo haitiano, jaqueado hoy por la intervención extranjera y el gobierno de facto de Henry como así también la denuncia del golpe contra el presidente Castillo y el cese de la persistente represión contra el pueblo peruano siguen siendo temas que la CELAC debe reconsiderar para mediar en la coyuntura de manera valiente.
La cuestión migratoria como los intentos de acometer posibles soluciones al flagelo de la delincuencia generada por un modelo económico estructuralmente excluyente, ocuparán buena parte de las discusiones en los ámbitos correspondientes de intercambio ministerial.
La construcción de estrategias para la mitigación de desastres naturales, la cancelación o recorte de deudas asfixiantes, el desarrollo de energías limpias en el marco de modelos económicos de comercio justo, como así también la elaboración de arquitecturas financieras alternativas al actual monopolio controlado por los Estados unidos, son de asuntos de especial relevancia para el Caribe, pero también para los demás miembros de la CELAC en la coyuntura de múltiples crisis sistémicas.
Del mismo modo, serán sumamente importantes los pasos que pueda dar la presidencia pro témpore de San Vicente y las Granadinas hacia una reconfiguración de la tecnología y los espacios digitales, centrada en los derechos humanos y encarada desde la cooperación regional.
Pero sobre todo, espera en este período a la CELAC un asunto de trascendencia histórica para los pueblos del Caribe y de la América toda, la descolonización definitiva.
“Tengo la esperanza de que, durante mi vida, todos o la mayoría de los países independientes de la CARICOM pasen de un sistema monárquico a uno republicano”, expresaba Gonsalves en la carta a su par barbadense citada antes. “Espero sinceramente que se produzca ese cambio en Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Granada, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas.”, precisaba.
En relación a los demás territorios coloniales todavía existentes en el Caribe[1], escribió: “También es de esperar que todos estos territorios coloniales impulsen su independencia dentro de la comunidad mundial de naciones. Sería bueno ver el fin del colonialismo en nuestro Caribe. Pero esa iniciativa no me corresponde a mí, sino a los pueblos de esa veintena de colonias o territorios y a sus dirigentes nacionales.”
Propósito firme que, sin duda, incluye la evacuación del Reino Unido de las Islas Malvinas y demás islas del Atlántico Sur, tal como reza el documento elaborado en la Cumbre.
Es claro que la CELAC será un foro privilegiado para amplificar y acelerar esos procesos.
Finalmente, reflexionando sobre un asunto esencial, Gonsalves citó en su carta a Mottley al literato y político de Martinica Aimé Césaire, advirtiendo sobre los efectos que produce la violencia en quien la ejerce: «La colonización deshumaniza incluso al hombre más civilizado; la empresa colonial, la conquista colonial, que se basa en el desprecio del nativo y se justifica por ese desprecio, tiende inevitablemente a cambiar a quien la emprende; que el colonizador, que para tranquilizar su conciencia se acostumbra a ver al otro hombre como un animal, se acostumbra a tratarlo como un animal, y tiende objetivamente a transformarse él mismo en un animal. Este es el resultado, el efecto boomerang de la colonización…».
Hemos entonces de desear a Ralph Gonsalves la mejor de las suertes en su esfuerzo y aportar todo el apoyo del movimiento popular latinoamericano y caribeño a su gestión.
(*) Javier Tolcachier es investigador en el Centro Mundial de Estudios Humanistas y comunicador en Pressenza, agencia de noticias con enfoque de Paz y No Violencia.
[1] “En el conjunto del Caribe existen las siguientes cinco colonias o territorios británicos de ultramar: Anguila, Islas Caimán, Islas Vírgenes Británicas, Montserrat e Islas Turcas y Caicos. Las Bermudas, situadas en el Atlántico pero con conexiones caribeñas, también están bajo soberanía británica. El Gran Caribe también está plagado de territorios coloniales o departamentos de potencias coloniales de Estados Unidos, Francia y Holanda. En el caso de los Estados Unidos coloniales, están Puerto Rico y las Islas Vírgenes estadounidenses (Santo Tomás, Santa Cruz y San Juan); en relación con Holanda: San Martín, Curazao, Aruba, Bonaire, San Eustaquio y Saba; en el caso de Francia: San Martín, Martinica, Guadalupe, San Bartolomé y la Guayana Francesa en la vecina Sudamérica.” Carta a Mia de Ralph en ocasión de convertirse Barbados en república. 22/11/2021