España/01 diciembre 2016/Fuente: Redem
Actualmente se diagnostican muchos niños de hiperactividad y déficit de atención. ¿Por qué es tan común este trastorno?
Lamentablemente, hay muchos niños diagnosticados de trastorno por déficit de atención, y eso tiene que ver con una nueva manera (que existe desde hace años) que tienen los médicos y psiquiatras de describir y clasificar las enfermedades y, lamentablemente, también tiene que ver con intereses económicos de la industria farmacológica.
O sea, que no son todos los que están. ¿Cómo define usted el THDA?
G.K.: En el trastorno por déficit de atención, al niño le cuesta mucho concentrarse, no puede seguir una lectura o una secuencia de juego acorde con su edad y se mueve sin motivo. Digo «acorde con su edad» porque en los niños pequeños, de dos o tres años, es normal que su atención sea breve y que pasen de una lectura a otra o de un juego a otro.
¿Cuál es la causa de este trastorno?
Por desgracia se ha focalizado en una sola causa: una posible alteración cerebral. Pero en un gran porcentaje de niños diagnosticados de trastornos por déficit de atención las causas no son neurológicas, sino emocionales. Así lo atestiguan los neurólogos, que conocen a los niños y a su entorno familiar y social y que están en contacto con sus psiquiatras y psicólogos.
¿A qué se refiere?
Muchos niños diagnosticados con síndrome de hiperactividad y déficit de atención están padeciendo una situación de ansiedad familiar, y responden con un síntoma: no atienden, no se concentran. En esos casos, tratarles con un medicamento no solo no está indicado, sino que es perjudicial, porque aparentemente mejoran, aparentemente pueden concentrarse más, pero los motivos reales por los cuales fallan en su atención no se tratan.
¿Cuál es el tratamiento cuando no hay un trastorno neurológico?
Consiste en hacer psicoterapia al niño y entrevistas a los padres para averiguar qué es lo que ha originado esa hipermotilidad y ese exceso de ansiedad en el niño. Hay que hacer sesiones individuales al pequeño en las que pueda expresar, a través del juego o del dibujo, los conflictos que «nos está mostrando» a través de su «no poder estar ni un minuto quieto».
Porque cuando nosotros vemos por primera vez a un niño con hiperactividad y déficit de atención, descubrimos que tiene fallas en la atención y el aprendizaje, pero que él, en realidad, y aunque no lo sepa conscientemente, está muy atento a las preocupaciones de su mundo interior. Esos conflictos le producen angustia y su única manera de expresarlo es moviéndose continuamente, tocando las cosas sin motivo, durmiendo mal y con otros síntomas que se incluyen en este síndrome.
¿Una vez que empieza a tratarse, mejora pronto?
En las primeras sesiones el niño juega con varios elementos lúdicos, toca y deja objetos, empieza a armar construcciones y las abandona sin terminarlas, va al servicio varias veces sin necesidad, pide agua aunque no tenga sed…, no puede quedarse quieto, pero una vez que comienza a expresar sus conflictos inconscientes, y cuando puede manifestarlos a través de la palabra, los dibujos y los juegos, notamos que cambia su modo de comportarse: comienza a concentrarse y puede dedicar más tiempo a una actividad.
Si el terapeuta es un buen profesional y hay colaboración de los padres, en pocas semanas ese niño que era un torbellino está más atento, más tranquilo y tiene mejor rendimiento escolar.
¿Qué es lo que produce tanta ansiedad en el niño?
No existe un tratado de causas y sus efectos: puede haber muchas causas y muchos síntomas. Con frecuencia son problemas «normales» que el niño no ha podido superar adecuadamente: la muerte de un familiar que quizás los padres no le dieron la importancia que tenía para él, la muerte de una mascota que quería mucho, la separación de los padres, cuando no ha sido bien manejada en el ámbito familiar, los celos «no superados» ante el nacimiento de un hermanito, el ingreso de la madre después de un parto por alguna complicación o muchas otras causas que forman parte de nuestra vida cotidiana.
Estas situaciones merecen un estudio y un tratamiento intenso, son traumas psíquicos o físicos que el niño pudo haber sufrido y que han desencadenado el síndrome de hiperactividad.
¿Entonces, no es cierto que el niño será hiperactivo toda la vida?
No, en absoluto. El problema se ha exagerado de tal manera que se habla en la prensa de presidentes de gobierno o de actores famosos que tienen hiperactividad. Pero yo creo que si una persona ha llegado a esos puestos de prestigio profesional y de gran responsabilidad, es porque su déficit de atención, después del tratamiento, ha desaparecido o es muy leve.
Ahora bien, un niño que tiene un estado de ansiedad crónico y que no recibe ayuda, sí está condenado a tener fracaso escolar y problemas laborales en el futuro.
¿Cuánto tiempo tarda en curarse una vez que inicia la terapia?
Depende de cada niño. Si la hiperactividad se debe a un trastorno neurológico, es probable que necesite llevar una medicación bastante tiempo, pero si el trastorno es de origen emocional –que es muy frecuente, aunque los laboratorios farmacéuticos digan lo contrario– en poco tiempo se logran efectos muy, muy buenos. Lo primero que mejora es el rendimiento escolar: el niño comienza a asimilar conceptos, a memorizar temas, a prestar atención, a fijar su atención y a controlar sus movimientos.
¿Y sin tomar medicamentos?
El medicamento que se prescribe es un derivado anfetamínico que mejora los síntomas, pero el organismo se acostumbra a él. Ayuda a corregir el déficit de atención solo cuando el origen es neurológico y se han descartado causas emocionales; si las causas son problemas afectivos, hay que trabajar con el niño y con la familia y no es necesaria la medicación.
¿Cuáles son los problemas neurológicos que producen hiperactividad?
La disritmia cerebral, las alteraciones en el embarazo, los traumatismos craneoencefálicos, ciertas infecciones virales o bacterianas que dejan secuelas y pueden producir este trastorno o no.
¿Cómo se sabe si la hiperactividad se debe a un problema emocional o a un trastorno neurológico?
Los psicólogos tienen tests muy complejos y precisos para averiguar cuándo el déficit de atención se debe a una u otra causa.
En psicología hay varias tendencias, ¿con cuál se obtienen mejores resultados en el tratamiento de niños hiperactivos?
Psicoanalistas, psicólogos cognitivos, gestálticos, comportamentalistas… los buenos profesionales de todas las escuelas saben que la solución de la hiperactividad no pasa siempre por la medicación.
¿Cuál es la edad ideal para empezar a tratar estos síntomas?
Los síntomas de hipermotilidad llaman la atención a los padres suele ser a partir de los cinco o seis años –antes de esa edad el niño normalmente es inquieto y movedizo–, y a los seis años los maestros suelen advertir a los papás de que el niño «no atiende como los demás».
Ahora que está tan de moda la hiperactividad con déficit de atención, algunos padres de niños de dos o tres años que son muy inquietos vienen a consulta y en ese caso es mejor informarles y tranquilizarles, ya que esas reacciones que les llaman la atención pueden ser comportamientos evolutivos normales. Es alarmante el aumento de niños con estos trastornos y lamentablemente en muchos casos son diagnosticos erróneos e influidos por las tendencias actuales.
¿Los padres también deben hacer psicoterapia?
No tienen que hacer psicoterapia (excepto casos particulares que sí lo requieran), sino unas entrevistas para aclarar cuáles pueden ser los conflictos que preocupan al niño.
¿Los psicofármacos pueden tener efectos secundarios?
Todos los medicamentos tienen efectos secundarios. Por ese motivo desde hace ya varios años los laboratorios médicos adviertan en sus prospectos de los posibles inconvenientes. La cuestión es utilizarlos adecuadamente en los niños que realmente lo necesitan
¿En esos casos, puede prescribirlos el médico de cabecera?
Es recomendable que esta medicación sea pautada y controlada por un psiquiatra infantil.
También debe de tener efectos secundarios poner una etiqueta a un niño, decirle: «Eres hiperactivo».
Sí, es un peligro, pero los padres buscan un diagnóstico y una etiqueta porque ingenuamente les tranquiliza. Decir «tengo un niño con hiperactividad y déficit de atención» en muchos casos quita a la familia la responsabilidad que pueda tener en ese trastorno.
Fuente: http://www.redem.org/muchos-ninos-diagnosticados-como-hiperactivos-lo-que-tienen-es-ansiedad/