Page 2 of 2
1 2

El insoportable peso de las rutinas escolares

Por: Guadalupe Jover

Hay rutinas que solo se mantienen por el peso de la tradición. Es el caso de una enseñanza de la gramática reducida al etiquetado y la clasificación de palabras y oraciones. Por más que el tradicional análisis sintáctico no contribuya a mejorar la competencia comunicativa del alumnado sigue ocupando gran parte del tiempo escolar. ¿Hasta cuándo?.

Cuenta Eduardo Galeano en El libro de los abrazos que, cuando Sixto Martínez hacía el servicio militar en un Sevilla, siempre había un soldado de guardia junto a un banco del patio del cuartel. ¿Por qué? Nadie era capaz de dar una explicación; así se había hecho siempre. Los oficiales daban la orden y los soldados obedecían. Solo al cabo de muchos años a alguien se le ocurrió indagar hasta dar con la orden original: “Hacía treinta y un años, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia junto al banquito, que estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre pintura fresca.”

Cualquier docente medianamente crítico podrá enumerar de manera inmediata algunas de las muchas rutinas vigentes en las aulas a las que no se ve hoy sentido alguno; órdenes más o menos explícitas que se siguen transmitiendo y ejecutando sin rechistar.

¿Cuál es el porqué y el para qué de una práctica que consume un tiempo infinito en los centros de Primaria y Secundaria, monótona y repetitiva, caprichosa y acientífica, y que se ha revelado absolutamente estéril? Me refiero a la memorización y repetición de conceptos gramaticales y al inextricable análisis sintáctico de frases desconextualizadas y absurdas. ¿En qué contribuye a la mejora de las destrezas comunicativas de los estudiantes llenar la pizarra de cajas y etiquetas, asumiendo unas convenciones que tal vez cambien con la nueva edición de la Gramática académica -la última desmonta muchísimas de las arraigadas en la tradición escolar- o asignar rótulos inequívocos a construcciones ante las que ni siquiera avezados filólogos se pondrían de acuerdo?

Vaya por delante que la reflexión gramatical, el conocimiento metalingüístico que nos permite observar la lengua a una cierta distancia, es un aprendizaje esencial. Es un saber del que echamos mano al revisar los propios textos -pues nos ayuda no solo identificar los errores sino a precisar su naturaleza y proponer soluciones-, que nos resulta útil en el aprendizaje de segundas y terceras lenguas, y que nos permite “sostener” en el aire nuestras producciones orales: nuestra mente se anticipa a nuestra voz y procuramos respetar la concordancia con el sustantivo que quedó atrás en el discurso, mantener la consecutio temporum de los verbos o controlar que la oración que arrancamos con una subordinada se cierre con la proposición principal. La reflexión metalingüística es la que nos pone en condiciones -o debiera hacerlo- de ajustar nuestras palabras a nuestra intención comunicativa y de proceder a una lectura crítica de enunciados ajenos (al contrastar, por ejemplo, dos titulares de periódico con intenciones comunicativas antagónicas).

A nada de esto contribuyen las clases de gramática dominantes en las aulas. Rara vez se invita a chicas y chicos a la reflexión sobre los propios usos, cuando lo cierto es que todos tenemos un caudal inmenso del que echar mano. Rara vez se favorece la reflexión interlingüística entre las distintas lenguas que conoce el alumnado. Rara vez se pide a los estudiantes que comparen enunciados, aventuren hipótesis, dialoguen entre ellos… Se les exige que memoricen un algoritmo y que lo apliquen. Poco más.

El origen de estas prácticas es bien conocido. El afán de la Lingüística de legitimarse como disciplina científica llevó a priorizar la descripción del sistema abstracto de la lengua por encima del análisis del habla de las personas, de los usos comunicativos reales y contextualizados. Eran los años 60 del siglo pasado y los tiempos de gloria del estructuralismo y el generativismo. Pero de entonces aquí ha llovido. Y no solo porque décadas ya de investigación didáctica atestigüen que el estudio del sistema formal de la lengua tal y como se viene haciendo en las aulas en nada contribuye a la mejora de las capacidades expresivas y comprensivas del alumnado. Es que además las nuevas disciplinas lingüísticas como la Pragmática, la Sociolingüística o el Análisis del discurso, orientadas al fin al estudio de los usos lingüísticos, a lo que las personas hacemos con las palabras, tienen mucho que aportar a la formación de hablantes competentes y críticos. ¿Por qué, entonces, la insólita pervivencia de la “vieja gramática” en el sistema educativo español, hasta el punto de que el análisis sintáctico acaba siendo una de las llaves que da acceso (o no) al título de Secundaria y Bachillerato, la llave de acceso incluso a la carrera que un joven o una joven desea cursar?

Puede aducirse que es porque lo dice el currículo, pero esta es solo una verdad a medias. Durante los años de vigencia de la LOE, y pese a la sobreabundancia en ella de contenidos gramaticales, estos habían de evaluarse exclusivamente en función de su contribución a la detección de problemas de comprensión y expresión oral y escrita. Pero las pizarras y los exámenes siguieron llenándose de cajas.

Puede aducirse también que porque lo piden en Selectividad. Es cierto que cuando un docente se ve en la tesitura de poner en condiciones o no a su alumnado de acceder a los estudios de sus sueños, aun a costa de estafarle un tiempo preciosísimo con unos aprendizajes que no tienen ningún valor de uso en sus intercambios comunicativos pero si un inmenso valor de trueque en el mercado educativo, no tiene más alternativa que claudicar o retirarse. Pero son mayoría aún quienes no lo discuten y cuya mayor preocupación es conocer de primera mano las instrucciones dictadas por el coordinador de la Universidad de turno. Resulta inexplicable el poder absoluto conferido en muchas comunidades a quien apenas tiene contacto alguno con la educación secundaria más allá del ritual de la reunión anual. Y como para esquivar los problemas lo más socorrido es perpetuar las rutinas, seguiremos dedicando una infinidad de horas al análisis sintáctico en bachillerato porque lo piden en la PAU -ahora EvAU-; en la ESO porque lo piden en el bachillerato; y en Primaria porque lo necesitarán en Secundaria.

Una tercera razón suele aducirse. Aquello que se exige a los futuros docentes en las pruebas de acceso al ejercicio de la profesión es interiorizado por estos como una saber indispensable que han de transmitir a su alumnado. Causa estupefacción ver a futuras maestras y maestros de Primaria rompiéndose la cabeza con los valores del “se” en centones de oraciones, y pánico imaginar que algunos de ellos pudieran luego trasladar a sus aulas este formidable sinsentido.

Pero probablemente la razón última de la pervivencia de esta rutina escolar es mucho más desoladora. El análisis sintáctico da prestigio. Posee el aura de un cierto cientificismo, un lenguaje abstruso y una gran complejidad. Crea la ilusión de “calidad” en el aprendizaje: cuanto más larga y complicada sea la oración, más “nivel” tiene la clase; más competencia el docente.

El análisis sintáctico refuerza la zona de confort del profesorado. No hay necesidad de ponerse al día; de estudiar, de formarse. No hay tampoco mechas que prender ni contextos que crear para suscitar el deseo de aprender. Basta un encerado y una tiza y da igual que en la clase haya ocho que ochenta estudiantes: frase, solución, corrección. Sonrisa condescendiente ante el error mil veces repetido. Guiño cómplice al intercalar una referencia irónica a la actualidad.

El análisis sintáctico crea además el espejismo de asepsia y justicia en la evaluación. Revisar y mejorar un texto escrito es complejo y delicado: requiere un diálogo cara a cara entre experto y aprendiz. Diseñar secuencias didácticas que estimulen la reflexión metalingüística y el diálogo entre los estudiantes, y calibrar luego en qué medida ese trabajo ha redundado en una mejora de los usos lingüísticos requiere, qué duda cabe, de otras herramientas de evaluación. La sintaxis en cambio se corrige con calculadora. Y hasta puede expresarse en decimales. La pregunta esencial
es qué diablos estamos evaluando.

Y entiéndaseme bien: no estoy proponiendo la eliminación de la reflexión sobre la lengua en la educación primaria y secundaria. Lo que defiendo es la necesidad de repensarla a fin de orientarla a los usos lingüísticos reales, a aquello que las personas hacemos con las palabras: informar o manipular, persuadir o seducir, elogiar o halagar, discrepar o zaherir. En caso contrario, lo de menos es que nuestro alumnado no aprenda nada verdaderamente relevante y dilapide un tiempo que podría ser enormemente fecundo si se dedicara a otros quehaceres. Lo verdaderamente inquietante es que chicas y chicos aprenden a ser fieles ejecutores de órdenes por cuyo sentido ni siquiera se preguntan. Como tantos docentes.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/05/23/el-insoportable-peso-de-las-rutinas-escolares/

Comparte este contenido:

Estados Unidos: Una escuela tradicional y una charter comparten un mismo techo; esto podría ser una ventana al futuro

Estados Unidos/22 mayo 2017/Fuente: Hoy Los Angeles

Bajo la sombra en una calle del lado oeste de L.A., acurrucada justo debajo de la curva donde la Autopista 10 se encuentra con la 405, dos visiones diferentes de cómo enseñar a los estudiantes en Los Ángeles se ubican una al lado de la otra.

Daniel Webster Middle School es una escuela pública tradicional, que atiende a unos 430 estudiantes tanto del vecindario como de otros lugares de la ciudad. En la orilla del campus, más allá de un pequeño estacionamiento, está Magnolia Science Academy 4, una charter (o ‘independiente’) que recibe financiamiento público pero se administra de forma independiente, y recibe a cerca de 200 estudiantes entre los grados 6 a 12, con clases más pequeñas.

El próximo año, una segunda escuela charter, Citizens of the World Charter Mar Vista, se unirá al campus y colocará a los niños de kindergarten en aulas junto a los preadolescentes de Webster.

Esta ha sido la forma de las escuelas en L.A. en los últimos años, mientras las charter aumentan de forma rápida. El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) ya tiene más escuelas independientes y más estudiantes en ellas que cualquier otro sistema escolar, aunque aún representan sólo el 16% de la matrícula.

Los resultados de las elecciones han traído esperanzas y temores al campus de Webster y a otras escuelas de toda la ciudad. Algunos creen que el cambio de política proporcionará más opciones para educar a sus hijos. Pero otros se preocupan de lo que podría suceder con las escuelas tradicionales del LAUSD, y están alarmados por el enorme gasto realizado por las fuerzas pro-charter, que superó los $14 millones de dólares, gran parte de los cuales fueron recaudados por partidarios de estas instituciones.

Fuente: http://www.hoylosangeles.com/noticias/educacion/hoyla-lat-un-campus-de-l-a-compartido-por-una-escuela-tradicional-y-una-charter-podria-ofrecer-una-ventana-al-20170518-story.html

Comparte este contenido:

César Bona: “Educar es un acto de amor”

19 Febrero 2017/Fuente: diariojaen/Autor: DIANA SÁNCHEZ PERABÁ

El profesor César Bona llena el Aula Magna para reflexionar sobre educación y sociedad

Sentado en las escaleras del Aula Magna, junto a dos niños y una niña, y ante un foro que llenó el auditorio al completo, el profesor César Bona comenzó su conferencia “Mira a tu alrededor”. Al mismo nivel que los pequeños, el maestro les “arrancó” algunas confesiones sobre sus colegios y lo que les gusta hacer en su tiempo libre.

Era la segunda vez que Bona visitaba la Universidad jiennense y su público, principalmente aprendices de maestro, le escuchó con gran entusiasmo. “Estamos deseando formarnos”, comprobó el ponente, quien advirtió que, durante su intervención, no diría “nada extraordinario”. “Os invitaré a reflexionar”, indicó. De ahí que justificara el título de la conferencia. “Tenemos que mirar alrededor para mejorar. Normalmente, esperamos que el cambio llegue de fuera, pero tiene que ser desde uno mismo”, afirmó el pedagogo, quien abogó por concebir la escuela y la sociedad como dos partes “indivisibles”. Bona ambientó el Aula Magna con el sonido de un timbre para “comenzar la conferencia oficialmente”. Luego proyectó imágenes de escolares con una canción de amor. “Educar es un acto de amor”, dijo.

Entre sus reflexiones, el ponente recordó que el talento de cualquier maestro es descubrir el talento de los niños. Asimismo, subrayó la importancia del modelo en que pueden llegar a convertirse los docentes ante su alumnado. “Queremos que los pequeños sean educados, respetuosos, que acudan a clase con ilusión, pero no se lo podemos pedir si nosotros como profesores no lo somos”, aseveró. En este sentido, insistió en la educación en valores —“tendría que ser una redundancia”, apuntó— y en el respeto. “Cada gesto que haces influirá en los de alrededor, por eso haz que influya en los niños de manera positiva”, manifestó.

Ante el enfrentamiento que puede existir entre la escuela tradicional y la de la innovación, Bona se mostró en contra de tal dicotomía. “Mis grandes maestros son de la escuela tradicional. En todos los ámbitos hay cambios. Se trata de rescatar lo que se hacía bien y mejorarlo en beneficio de los niños”.

Asimismo, el maestro contó sus experiencias en diferentes centros educativos de España y los variados proyectos puestos en marcha. Niños, como el gallego Lucas, de 8 años, que elaboró un monográfico sobre el alzhéimer porque su abuelo murió de esta enfermedad; iniciativas para integrar a alumnado de múltiples nacionalidades, o la creación de un “bibliopatio” fueron algunos de los ejemplos.

Fuente: http://www.diariojaen.es/jaen/educar-es-un-acto-de-amor-DL2580713

Fuente de la imagen:  http://www.diariojaen.es/documents/10157/0/758×430/44c0/670d430/none/10717/NOLK/image_content_12624333_20170214113116.jpg

Comparte este contenido:

La escuela tradicional se convirtió en obsoleta y exige un gran cambio

Agustina Blanco/Inés Aguerrondo

Un sistema de educación equitativo y de calidad debe garantizar inclusión y aprendizaje significativo para todos los niños, niñas y jóvenes del país, asegurando en ellos el desarrollo de competencias apropiadas para la sociedad actual.

La escuela tradicional ya no responde a las demandas de capacidades y conocimiento de nuestra era, siendo que los saberes disciplinares, desconectados unos de otros, incorporados en gran medida a través de la memorización, representan un modelo pedagógico que ya es, indiscutiblemente, obsoleto.

Hoy en día la escuela produce y reproduce desigualdades. Es necesario modificar la propuesta para reconciliar el hacer con el conocer. Lograr que la escuela sea una posibilidad más equitativa para todos los grupos sociales exige hacer cambios en la propuesta de enseñanza.

Garantizar la equidad

El Estado es el garante para elevar los niveles de equidad de la sociedad. El ideal de una república con una democracia representativa conformó el «Estado docente» que, a través de su red de instituciones escolares, ejercía el monopolio de la función educativa, y permitió «educar al ciudadano». La ley 1420 del año 1884 estableció la obligatoriedad de asistir a las escuelas para completar la primaria. Hoy esta obligación se transformó en el derecho de educarse durante toda la vida.

El carácter «público» del bien educación es irrenunciable. Aún si pueden coexistir otros actores que provean educación, es el Estado el único capaz de garantizar la equidad a través de una propuesta democrática e inclusiva que logre brindar la posibilidad de asirse de los saberes y competencias necesarias para participar con plenitud en el mundo actual.

La tecnología en las escuelas es un componente indispensable a considerar, si el sistema busca reducir las brechas de oportunidades. El hecho de acceder a la información y al conocimiento no garantiza su comprensión, su apropiación y su uso. Es necesario dotar a las generaciones jóvenes de herramientas para sumergirse de modo eficaz en el océano de información que hoy está al alcance inmediato de todos, poder diferenciar lo importante de lo irrelevante, lo confiable de lo espurio, así como saber analizar las fuentes de información.

Hay múltiples hechos que muestran evidencia de que el cambio en educación ya empezó. Reformas educativas llevadas a cabo desde las más altas esferas del gobierno, propuestas de cambio del mundo académico, diversos aportes y ensayos por parte de la sociedad civil, esfuerzos múltiples llevados a cabo en las escuelas por comunidades de docentes sensibles y creativos.

La nueva educación incorpora elementos fundamentales como el pensamiento tecnológico, el desarrollo de competencias, la metacognición, la resolución de problemas reales, la evaluación con objetivo de retroalimentación.

El gran dilema que debemos resolver en nuestro país es cuál es el sistema de educación que queremos, y cómo lograr transitar gradual pero sostenidamente hacia un modelo pedagógico apropiado para el siglo XXI. Es fundamental no caer en la simplicidad de creer que sólo trasplantando modelos educativos exitosos, ajenos al contexto nacional, pueden superarse nuestros problemas. Aprovechando la experiencia de afuera, debemos revisar lo existente en nuestro país, evaluar las posibilidades de acuerdo a nuestros recursos, así como qué de lo que tenemos debe ser superado porque constituye un obstáculo para marchar hacia la transformación necesaria.

Argentina requiere acuerdos sociales amplios y una férrea convicción sobre el nuevo rumbo de la educación. El compromiso con el cambio requiere generar las condiciones para poderlo gestionar: el protagonismo del Estado como rector fundamental, una reforma de la estructura burocrática, recursos y conectividad en todas las escuelas. Por sobre todo, mantener el foco en lo que debe ser la gran apuesta, el docente como agente de transformación, comprendiendo su nuevo rol, una nueva carrera de formación, y condiciones satisfactorias en su contratación.

Fuente del articulo: http://www.lanacion.com.ar/1982057-la-escuela-tradicional-se-convirtio-en-obsoleta-y-exige-un-gran-cambio

Fuente de la imagen:http://bucket3.glanacion.com/anexos/fotos/65/2356165h765.jp

Comparte este contenido:

¿Estandarizar o cambiar prácticas educativas?

La educación de aula, tablero y marcador, con niños en fila, sentados, en silencio, juiciosos y con un profesor expositor se constituye en la práctica educativa dominante en los colegios de Colombia.

Por: Angel Pérez Martínez.

Esta práctica o rutina de aula se opone a los procesos de innovación y creatividad del maestro, y en general, de cambio en los procesos educativos de los colegios. Los maestros deberían preguntarse: ¿Hasta dónde el trabajo tradicional en el aula escolar es un espacio de confort y tranquilidad en el desarrollo de su quehacer educativo?, en un mundo donde la escuela guardería impera, y a la mayoría de los padres de familia y aún a los estudiantes sólo les interesa tener un cupo y obtener un grado, no importa si el sistema educativo o la escuela es de buena o mala calidad.

Esta práctica o rutina de la escuela tradicional va contra la necesidad que tiene el sistema educativo de aceptar que la sociedad evolucionó y rompió las barreras de acceso al conocimiento, el cual ya no le pertenece de manera preponderante a la escuela.

El maestro ya no es el único depositario del saber y del conocimiento, sin embargo, la rutina de la clase tradicional ha cambiado muy poco. Lo anterior a pesar de que los sistemas de información modificaron el mundo, apoyados en redes, computadoras, programas y el uso intensivo en tecnologías de la comunicación. La escuela y los procesos de enseñanza en la mayoría de ellas no cambiaron, han subsistido por más de 50 años los usos al espacio escolar, el rol del profesor, las horas de clase y el calendario escolar.

También, los hacedores de políticas educativas deben preguntarse en cuánto contribuye al problema la estandarización de la escuela, la cual se da a partir de políticas donde la calidad depende del resultado de las pruebas SABER. De alguna manera la escuela y los maestros son obligados desde afuera a centrarse en competencias, a enseñar y evaluar en competencias; los estudiantes y los colegios se clasifican por los resultados en competencias, a los maestros se les otorgan incentivos por los logros en competencias y se les dice a los padres y a la sociedad lo que el Ministerio considera deben aprender por cada una de las competencias: los denominados derechos de aprendizaje. Esto es control y rutina para la escuela. Padres y maestros deberían ver el documental sobre la educación de Finlandia que publicó el cineasta americano Michael Moore y que Revista Semanareprodujo con el título: ¿Por qué Finlandia tiene uno de los mejores sistemas educativos?

Imaginación, creatividad e innovación son las fuentes de todos los logros humanos, sostiene ken Robinson. Luchar contra la rutina del salón de clase, no es una tarea fácil, el maestro, de manera normal, está dedicado a enseñar en el mismo centro educativo durante 10 o más años clase similares, en el mismo colegio y salón, lo único que cambia año a año es el grupo de estudiantes. Los maestros en ese espacio de confort no investigan, no se actualizan y menos innovan en sus prácticas de aula; al contrario, el contenido del curso es siempre el mismo, por fortuna no son todos los maestros. A ello también contribuye la estandarización de la educación y la definición de la calidad de la educación por los resultados obtenidos en las pruebas.

De otra parte, los entornos de familia y vecinos que ayudaban a la formación de la persona, a crear y a desarrollar valores, a motivar para el esfuerzo y para éxito escolar hoy están superados y avasallados por los medios de comunicación (radio, televisión, cine y redes sociales). Así mismo, el valor social y la importancia de la educación como formación y posibilidad de acenso social se ha perdido, quién de los adultos no recuerda a los padres con afirmaciones tales como: “hijo si no estudia no será nadie en la vida” o “yo lo único que le daré será educación”. La familia actual cada vez contribuye menos con el proceso de formación de los niños, queja generalizada de los docentes de la educación oficial.

Cambiar significa aceptar que hay nuevos paradigmas para aplicar en la escuela: trabajo en grupo desde el primer día, que los estudiantes aprendan a convivir y autorregularse, que los docentes promuevan lo que les gusta aprender a los niños y a los jóvenes, lo cual encamina a la escuela a lograr que los estudiantes y hasta los padres de familia (escuelas de padres) aprendan a hacer preguntas inteligentes y a buscar respuestas. Un reto nuevo es enseñar a los estudiantes a usar al señor Google, u otro buscador en la red, para que ellos aprendan a manejar y a ordenar el caos de la información que tiene y produce el señor Google. El educador Bernardo Toro sostiene que un estudiante puede estar al frente a la mejor dotada de las bibliotecas del mundo, pero si no tiene una pregunta clara y precisa, de nada sirve entrar a esa biblioteca.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/estandarizar-o-cambiar-practicas-educativas-por-angel-perez/237449

Imagen: https://static.iris.net.co/dinero/upload/images/2016/10/28/237459_1.jpg

Comparte este contenido:
Page 2 of 2
1 2