La mitad de los estudiantes de 13 a 15 años en todo el mundo experimentan violencia entre pares en la escuela y en sus alrededores. Esta violencia afecta a corto plazo el rendimiento académico de los estudiantes, y a largo plazo deja una impronta en su futuro. Este informe detalla la prevalencia de la violencia en las escuelas y sus alrededores, y resalta los esfuerzos de los estudiantes, y de UNICEF y sus aliados para acabar con la violencia en las escuelas.
Centro América/Puerto Rico/30 Agosto 2018/Fuente: Hoy los ángeles
El Movimiento por la Niñez y la Educación Pública de Puerto Rico exigió hoy al Departamento del ramo que resuelva el problema de unos mil estudiantes de educación especial, de un total de 130.000, que aún permanecen sin escuela o no reciben sus servicios desde que el nuevo curso escolar comenzó hace tres semanas.
Ante ello, la portavoz del organismo, Jinnette Morales, hizo un llamado a que organizaciones, como la Comisión de Derechos Civiles y la Unión Americana de Libertades Civiles a que atiendan el asunto como «una emergencia y de flagrante violación de derechos humanos» a algunos de los 130.000 niños de educación especial que hay en la isla.
Según indicó Morales, la problemática mayor que han tenido estos niños con diversidad funcional durante las primeras tres semanas del nuevo año escolar se debe al cierre de las escuelas que propuso el Departamento de Educación, como parte de su plan fiscal para ahorrar capital para el Gobierno.
«Por el cierre de escuelas se han afectado porque aquí no se hicieron con sensibilidad, sino a base de números», sostuvo Morales a Efe, al tiempo en que criticó a la titular de Educación, Julia Keleher, por toda la problemática.
«Ella movió a los estudiantes, como cualquier pupitre. Por esto es que ahora están saliendo todos los problemas, porque las escuelas receptoras están albergando a todos los niños, afectándolos. Esta es una población inexistente para ella», destacó Morales.
Según el Departamento de Educación, existen 13 categorías para catalogar a un niño con educación especial, entre ellas, autismo -del cual sufren 15.000 estudiantes-, retraso mental, ceguera, auditivo, problemas de salud, múltiples impedimentos, dislexia u otras condiciones de aprendizaje.
Por su parte, la directora de la Alianza de Autismo de Puerto Rico, Joyce Dávila, afirmó en rueda de prensa frente a la sede del Departamento de Educación en Hato Rey (San Juan) que «este año ha sido el peor de todos».
«?Cómo es posible que estos niños estén sin clases, sin salones sin maestros y sin asistentes?», cuestionó la portavoz del grupo que representa a 15.000 alumnos en toda la isla.
«El cierre de escuelas no fue aparentemente bien planificado porque de alguna manera es que a los niños cortan la soga, más frágil y nuestros hijos son tan importantes como cualquier niño de educación regular», agregó Dávila.
Ante la falta de clases en su escuela -la Isidro Sánchez de Luquillo (noreste)- el joven Dereck Canales Díaz, de 15 días y estudiante de educación especial, sostuvo que el Departamento de Educación «ha sido bien injusto porque no porque nosotros tengamos una condición, se nos debe tratar diferente».
«Estas cosas que están pasando en este país y este año, a la gente le están obligando a tomar decisiones de irse del país. Y yo me siento bien humillado, porque no se me está tratando como a otros niños y siento que han sido bien injustos. Yo pido justicia por todos nosotros», expresó.
«Me parece muy injusto porque a la gente de corriente regular se le trata de lo más normal posible y a la gente con problemas, como nosotros, no se le está dando la importancia que debemos tener», explicó el joven que sufre de ceguera legal y perlesía cerebral leve.
Por su parte, Diana Rodríguez, madre de un hijo de educación especial, indicó que el problema administrativo del Departamento de Educación «afecta a niños a que se atrasen» en el semestre escolar.
«Yo espero que me ayuden y me den las herramientas para ayudar a mi hijo. Yo entiendo que es injusto que estos niños estén en sus casas y que no comenzaron las clases como los niños regulares. Es muy injusto con todos estos niños de necesidades especiales», afirmó.
Varios factores han propiciado una escasez de personal docente en Alemania. Expertos señalan que no se había registrado una carencia tan dramática desde hacía tres décadas. En total faltan aproximadamente 40.000 maestros
Durante meses, alentados por políticos cuyos discursos imitan el estilo provocador de los populistas de derecha, los medios de Alemania abordaron la concesión de asilo a refugiados y la integración cultural de los extranjeros y sus descendientes en su territorio como si esas fueran las principales fuentes de preocupación de la sociedad germana. Hace algunas semanas, sondeos de opinión revelaron que las inquietudes de la población giraban preponderantemente en torno a otros temas: la pobreza y la desigualdad socioeconómica, el desempleo, la seguridad social, la violencia criminal y la corrupción administrativa. También causa alarma el estado de la educación en la primera potencia financiera de la Unión Europea. Y no es para menos.
La prensa reporta que –aún sin considerar los flujos migratorios más recientes– el aumento de la tasa de natalidad entre los habitantes de Alemania, la jubilación de una generación numerosa de maestros y profesores, la falta de inversión pública y privada en el sistema educativo, y los requisitos para acceder a los programas de formación pedagógica en las universidades han propiciado una escasez de personal docente. «No habíamos registrado una carencia tan dramática desde hacía tres décadas. En total nos faltan 40.000 docentes”, comentó Heinz-Peter Meidinger, presidente de la Federación Alemana de Maestros (DL), tras el reinicio de las clases. Desde luego, las escuelas con más vacantes son aquellas donde los sueldos son más bajos.
Neófitos al rescate
Las escuelas primarias, las de formación profesional y aquellas que enseñan a los niños y jóvenes con discapacidades cognitivas tienen problemas para contratar personal nuevo. Lo mismo vale para los centros educativos de las zonas rurales de Alemania y de los distritos más pobres de grandes urbes como Berlín. «Nuestro país se encamina gradualmente hacia una emergencia educativa”, señaló este lunes (27.8.2018) el político democristiano Volker Kauder al ser consultado por la agencia de noticias alemana, dpa. En algunos casos, el vacío está siendo llenado temporalmente por docentes novatos y jubilados; en otros, se ha recurrido a personas con títulos universitarios, pero sin formación previa para educar a otros.
En Renania del Norte-Westfalia se apuesta a que, tras dos años de teoría y práctica, esos Quereinsteiger (neófitos provenientes de otros campos) puedan convertirse en maestros cualificados. Esa es una noción controversial en Alemania, donde se exigen diplomas y títulos de maestría para el ejercicio de oficios que en otros países pueden ser practicados sin credencial alguna. En 2013, los ministros de Educación de los dieciséis Estados alemanes acordaron permitir que personas sin experiencia en la enseñanza fueran empleadas como docentes, pero sólo en última instancia y de manera provisional. Hoy, un lustro más tarde, esa respuesta al problema se ha transformado en una solución a largo plazo, advirtió Udo Beckmann en entrevista con la estación de TV ZDF.
Tiempo y calidad de formación
El sindicato Federación Educación y Crianza (VBE), dirigido por Beckmann, ha exigido que se estandarice la formación de quienes se unen de golpe a las filas de los maestros y profesores. Bajo las apremiantes circunstancias descritas, unas 4.400 personas fueron entrenadas en 2017 para cubrir puestos desocupados; la mayoría de ellas se concentran en Renania del Norte-Westfalia (800), Sajonia (1.100) y Berlín (1.270). Los últimos dos Estados alemanes son los más desesperados por la falta de docentes en las escuelas, pero son también los que menos seguridad laboral ofrecen. En la mayoría de los otros Estados federados, los maestros son funcionarios públicos con contratos permanentes y beneficios atractivos.
En Alemania abundan los críticos de estas medidas. Uno de ellos, Jörg Ramseger, profesor emérito de Pedagogía Primaria, arguye que quienes llegan a la enseñanza sin transitar la ruta tradicional no tienen tiempo para confirmar si tienen la vocación para el trabajo. «En la universidad, los estudiantes tienen cinco años para entender cómo piensan los niños, cómo aprenden y cómo se influye sobre los entornos de aprendizaje moderno”, esgrimió el experto en conversación con el diario berlinés Der Tagesspiegel. Por su parte, Peter Struck, exmaestro y profesor de Educación en la Universidad de Hamburgo, refutó el planteamiento de Ramseger, alegando que exigencias demasiado altas han derivado en la actual escasez de docentes.
Quienes aspiran a ser maestros y profesores deben tener un cuadro de calificaciones casi perfecto en numerosas cátedras para poder ser aceptados en programas de formación pedagógica que duran entre siete y ocho años, reprochó Struck al ser entrevistado por el semanario Die Zeit. Un estudio reciente de la Fundación Bertelsmann, estima en 105.000 la cifra de docentes que deberían ser contratados de aquí a 2025 para poder satisfacer las necesidades de las escuelas primarias alemanas y que, en ese lapso, un máximo de 70.000 personas con título universitario podría empezar a llenar los vacíos. Si esas cifras se convierten en realidad, los neófitos dejarán de ser una rareza en las escuelas germanas.
Centro América/Puerto Rico/29 Agosto 2018/Fuente: Prensa Latina
La presidenta de la Federación de Maestros de Puerto Rico (FMPR), Mercedes Martínez Padilla, previno hoy por la forma en que el gobierno intenta disponer de los recursos del pueblo para beneficiar a sus allegados.
‘Es la manera de premiar a amigos del alma y contribuyentes políticos’, manifestó la dirigente gremial al referir que la administración de Ricardo Rosselló Nevares ha cedido planteles escolares a entidades privadas por la suma de un dólar.
Martínez Padilla aseguró que con la mayor desfachatez y cinismo, el gobierno de Puerto Rico circuló un aviso donde detalla las propiedades inmuebles que el Departamento de Educación ha declarado en desuso.
‘De esta manera se inicia el proceso para arrebatarle al pueblo cientos de sus escuelas’, señaló sobre las 273 estructuras que el gobierno traspasará.
Para la dirigente de la izquierdista FMPR, de este modo se cocina uno de los más grandes robos al país, ya que se trata de ‘la entrega de nuestras escuelas al mejor postor’.
‘Es una invitación abierta a entidades privadas, colegios y promotores de las charter para que se apoderen de los planteles escolares que sirvieron a nuestros niños y niñas’, reiteró.
La líder gremial sostuvo que esas escuelas las cerraron y desgarraron el corazón de miles de niños, madres y maestras.
‘Niños y niñas a los que la secretaria de Educación, Julia Keleher, prometió mayores recursos y han encontrado hacinamiento y falta de maestros en las escuelas receptoras’, añadió Martínez Padilla.
Señaló que con ese acto el gobierno pretende asegurarse de que no haya manera de rectificar el caos que provocará la aplicación de la falsa reforma educativa y la privatización de las escuelas.
La presidenta de los maestros federados llamó a cada comunidad a defender sus escuelas, porque es la manera de mantener viva la posibilidad de que se reabran y vuelvan a dar servicio a los niños y niñas.
Tal como revela The New York Times, existe un documento en el que Betsy DeVos utilizará un vacío legal para llevar a cabo la medida
La secretaria de Educación de Estados Unidos, Betsy DeVos, está estudiando si, a través de un vacío legal, puede destinar los fondos federales previstos para la educación para comprar armas para los profesores, y poder defenderse así de posibles tiroteos o ataques que haya en las escuelas, según informa este jueves The New York Times.
De llevarse a cabo, esta medida sería histórica, pues la posición adoptada por el Gobierno de Estados Unidos durante años ha sido la de alejar las armas de fuego de los centros educativos. Además, acabaría con los esfuerzos del Congreso por impedir que los fondos federales se utilicen para la compra de armas. Precisamente el pasado marzo, el Congreso estadounidense aprobó una Ley de Seguridad Escolar por la que se asignaban 50 millones de dólares al año destinados a las escuelas, pero con una prohibición expresa de que se invirtieran en la compra de armas de fuego.
Por ello, lo que examinan DeVos y su equipo son las subvenciones destinadas al apoyo estudiantil y al enriquecimiento académico, donde no se menciona expresamente ninguna prohibición relativa a lacompra de armas. Este vacío legal es el que permitiría a la secretaria de Educación utilizar parte de los fondos para suministras al personal docente de armas de fuego. Lo que podría impedir esta situación sería que el Congreso, del mismo modo, rellene ese vacío y prohíba esta utilización a través de leyes.
«El departamento está constantemente considerando y evaluando asuntos de política, particularmente relacionados con la seguridad escolar», dijo Liz Hill, portavoz del Departamento de Educación a The New York Times.
Este programa de subvenciones al apoyo estudiantil surge de la Ley «Every Student Succeeds», y está destinado a dar más oportunidades académicas y de enriquecimiento a las escuelas más pobres de Estados Unidos. La utilización de este dinero tiene tres objetivos: brindar una educación integral, mejorar las condiciones escolares de aprendizaje y mejorar el uso de la tecnología en las aulas.
Varios funcionarios del departamento de Educación han reconocido a The New York Times que, en caso de que se lleve a cabo esta medida, sería la primera vez que se autoriza la compra de armas sin que haya una orden del Congreso de por medio.
Ya el pasado mes de marzo, tras la matanza de Parkland, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, planteó la posibilidad de armar a todos los profesores, pese a las voces contrarias que consideran que no solo no sería una solución, sino que favorecería el aumento de los tiroteos.
Más de 4.500 escuelas en todo el país tienen letrinas u otras instalaciones sanitarias inapropiadas
Una de cada cinco escuelas sudafricanas tienen sanitarios con letrinas de pozo, o lo que es lo mismo más de 4.500 de los casi 25.000 colegios que hay en Sudáfrica dispone de instalaciones sanitarias deficientes. A pesar de que el acceso a un saneamiento adecuado es un derecho humano básico recogido en la constitución del país, muchos alumnos no tienen más remedio que usar letrinas de pozo que, en su mayoría, están hechos de metal barato y de mala calidad. Este tipo de inodoros están clasificados como saneamiento básico, sin embargo la realidad es que ni son higiénicos ni mucho menos seguros, especialmente para los más pequeños.
En marzo de este año una niña de cinco años se ahogó tras caer a una letrina de este tipo ubicada en el Colegio de Primaria Luna, en Bizana, en la provincia rural de Eastern Cape (lugar de nacimiento de Winnie Madikizela-Mandela y Oliver Tambo). El cuerpo de la pequeña Lumka Mkhethwa fue encontrado por los perros rastreadores en el fondo de un inodoro lleno de heces. Su muerte indignó a la sociedad como ya lo hiciera la del joven Michael Komape en 2014. El pequeño, también de 5 años, se cayó y murió en una letrina en la escuela de primaria Mahlodumela en Limpopo. La familia de Komape está inmersa en una batalla legal contra el departamento de educación de dicha provincia por negligencia y pide 3 millones de rands (unos 180.00 euros) por daños y perjuicios. A estas dos trágicas muertes hay que sumar la de otro pequeño de 3 años, que se ahogó después de precipitarse por la letrina de casa de su tía el pasado mes de julio en Limpopo.
Esfuerzo colectivo
Tras la muerte de Lumka, el presidente Cyril Ramaphosa pidió que se eliminaran todas las letrinas de pozo de las escuelas sudafricanas para finales de 2018 y encargó a la Ministra de Educación Básica, Angie Motshekga, que realizara una auditoría en los centros educativos con estructuras inseguras.
Por su parte, la organización Educación equitativa acudió a los tribunales para presionar a la ministra para que reemplazase todas las escuelas inseguras del país, algo se aprobó en 2013 y que tenía como fecha límite noviembre de 2016. El departamento de educación no cumplió con este cometido y, a día de hoy, en Eastern Cape hay 61 escuelas sin ningún tipo de inodoros y 1.585 centros solo disponen de letrinas de pozo; además 171 colegios no tienen agua corriente y 569 escuelas no disponen de electricidad. KwaZulu-Natal y Limpopo son las otras provincias que presentan más deficiencias sanitarias en los centros educativos.
Dos meses después de la fecha límite inicial del Departamento de Educación Básica (DEB) para elaborar un plan de emergencia en relación a la inseguridad en las escuelas, el presidente Ramaphosa anunció el martes el lanzamiento de la iniciativa de Saneamiento Adecuado para la Educación (Safe). El gobierno ha recaudado más de 100 millones de rands (unos 6 millones de euros) para reemplazar todas las letrinas de los centros educativos, una cifra muy por debajo de los 7.800 millones de rands (unos 480 millones de euros) que el departamento de educación estima que costará dicho proyecto. Por ello, el jefe del ejecutivo pidió una «acción colectiva», que espera contar con el apoyo del sector privado, para garantizar que esta iniciativa se haga realidad : «Estamos aquí para pedirle que forme parte de una iniciativa social para garantizar que todas las escuelas del país cuenten con instalaciones sanitarias seguras y adecuadas», dijo el presidente. La nueva fecha límite propuesta por Cyril Rampaphosa para lograr este objetivo es el año 2020.
Esta iniciativa, que cuenta con el apoyo de la Presidencia, la Fundación Nelson Mandela y Unicef entre otras, está destinada a salvar vidas y a restaurar la dignidad de decenas de miles de niños sudafricanos.
Legado del Apartheid
A la hora de señalar culpables de esta situación, algunos analistas apuntan a que es parte del legado del apartheid debido a que el gobierno de la minoría blanca no asignó los recursos necesarios para desarrollar escuelas para los más pobres, que eran mayoritariamente negros. Por su parte, los gobiernos demócratas que le siguieron también han fallado en su deber de mantener en buen estado la infraestructura existente y de hacer que se cumplan las normas básicas de saneamiento.
Veinticuatro años después de que se celebraran las primeras elecciones democráticas, se han logrado algunos hitos muy importantes, pero a menudo estos se han visto afectados por la continua marginación de grandes segmentos de la sociedad sudafricana, que viven sin las necesidades básicas necesarias. Se estima que el 27% de los sudafricanos no tienen acceso ni siquiera al saneamiento básico, según denuncia la organización benéfica Water Aid.
En Chile hay 47 escuelas que funcionan dentro de hospitales y clínicas. Sólo en los últimos tres años, más de 59 mil niños se matricularon en ellas. Reconocidos por el Ministerio de Educación, a estos colegios asisten niños y jóvenes que están internados o que siguen tratamientos largos en esos centros de salud. Muchas veces es más que enseñanza: es sobre todo un espacio de compañía y vínculos. Así ocurre en el Calvo Mackenna. Así lo siente la pequeña Isidora Galleguillos.
¿Por qué te gusta tanto estar hospitalizada?, preguntará la madre.
Porque así no me siento tan sola, contestará la hija.
Para conversar con Isidora Galleguillos (12) hay que seguir cuatro pasos: ponerse un traje celeste desde el cuello a los tobillos, lavarse las manos y muñecas en el lavamanos a la entrada de su habitación en el Hospital Luis Calvo Mackenna, ponerse guantes quirúrgicos y correr las dos mamparas que anteceden su cama. Recién entonces se puede escuchar el tono grave y fuerte con el que la niña recibe a sus invitados, como les dice ella, que en realidad son su madre, algunos familiares y los doctores que van a examinarla o a mirar que el oxígeno llegue bien por las mangueras.
El cubículo donde está Isidora tiene vista a los edificios aledaños de Providencia, en los que de noche ella ve la vida que se hace afuera de un hospital. Al otro costado de la pieza están las camas vecinas de dos adolescentes aislados, como ella, separadas por puertas de vidrio. Los tres niños, que no tienen contacto entre sí, forman parte del “sector agudo”. Ese donde habitualmente llegan pacientes oncológicos graves. Pero hay excepciones médicas, e Isidora es una de ellas: su diagnóstico no es cáncer, sino una fibrosis quística severa, que perjudica progresivamente sus pulmones y el páncreas.
Un resfriado o una infección pequeña en Isidora pueden convertirse en un caos de salud que a veces culmina en una hospitalización de no menos de 14 días. Junto a la niña siempre está Elizabeth Mardones (36), su madre. Hoy le trajo una caja con 25 lápices de colores y una bolsa de útiles escolares para que su hija menor se entretenga en esta primera hospitalización del año.
El aspecto de la niña no es de alguien que tiene un mal crónico. “La Isi es enérgica, habla, se mueve harto. A veces se cansa, pero no parece estar enferma”, dice su madre. La fibrosis quística, la mayoría de las veces, es asintomática en ella, pero cuando hay síntomas la niña sufre vómitos, fatiga y falta de oxigenación. Esta vez el ingreso fue porque el malestar era evidente, aunque nunca invalidante hasta el punto de no hacer las tareas que le asignan en séptimo básico.
Ese dato no es trivial: para Isidora, el hospital es su colegio.
Educación, también compañía
Sólo una calle interior los divide. A un costado, el Hospital Calvo Mackenna. Al otro, el colegio Con todo el Corazón. La profesora Macarena Cid cruza de un lado a otro para visitar a Isidora cuando está hospitalizada.
Macarena Cid sabe de memoria los cuatro pasos antes de entrar a ver a Isidora, e Isidora sabe que puede obtener fácilmente la atención de su profesora enviándole al menos cinco WhatsApps para saber a qué hora pasará a verla en su día 13 de hospitalización. “¡Menos mal que llegó!”, le dice su alumna al verla entrar .
La niña usa unas orejas de conejo hechas de tela rosada con brillos y lentejuelas del mismo color. Las enciende con un dedo para alumbrar su cara mientras empieza la revisión de las tareas. Ha avanzado bien, por lo que la menor, ahora alumna, recibe una felicitación de su maestra. Ambas se abrazan. Entra el infectólogo José Cofré, médico tratante de Isidora, que está haciendo ronda de despedida, porque no trabajará más en el Calvo Mackenna. La niña, ahora paciente, lo echa: “Todavía no termino la carta que le estoy haciendo, ¡váyase!”.
La visita de la profesora dura una hora. Luego sale de la habitación, camina por el hospital, cruza la calle interior y entra de nuevo al colegio. No tarda más de dos minutos. Con todo el Corazón es un establecimiento de madera pintada de colores. En el patio delantero hay taca-taca, una mesa de pimpón, una bodega y, a la entrada, un muro con dibujos hechos por los niños que han sido alumnos del lugar, que desde 2009 -año de su creación- suman 1.030 estudiantes matriculados. Frente al muro de entrada, hay dos salas: la oficina de la directora, Constanza Labbé, y el comedor donde las madres esperan a que avance la jornada escolar de sus hijos. De 9 a 14 horas. De lunes a viernes.
Entre los años 2000 y 2008 existía aquí otro establecimiento que funcionaba bajo la tutela de la Sociedad Pro Ayuda del Niño Leucémico. Luego la pedagoda Constanza Labbé formó un nuevo proyecto que es el colegio que hoy tiene el Calvo Mackenna y que es parte de las 47 escuelas intrahospitalarias que existen en Chile (ver recuadro*). Según cifras del Ministerio de Educación, entre 2014 y 2017 se matricularon 59.583 niños en todas estas escuelas.
Las clases tienen un ritmo distinto a los colegios tradicionales, aunque nunca dejan de ceñirse a las bases curriculares que entrega el Mineduc. En Con todo el Corazón, si un niño está en horario de clases y no quiere estudiar o no se concentra, no hay reproches. Al contrario, los profesores se adaptan al momento que ellos viven. “Si están hospitalizados y cansados, o tienen la guata revuelta después de una quimioterapia y no se sienten bien, o simplemente quieren hacer otra cosa, lo hacemos y les leemos un cuento, o pintamos mandalas, o vemos tele y conversamos”, dice la directora.
En el colegio hay salas de clases para cada ciclo: de prekínder a kínder, de primero a cuarto básico, de quinto a octavo y otra para alumnos de primero a cuarto medio. En todas abundan los colores; y algunas, incluso, tienen pizarrón con tecnología touch. Hay una biblioteca con autores como José Luis Borges, Roberto Bolaño y Julio Cortázar, y una sala de computación. En el pasillo que da a las salas hay siempre jabón líquido para las manos, porque la higiene es vital con los pacientes-alumnos.
Este año, Constanza Labbé creó un espacio que llama la Sala del Alma. “Aquí los niños pueden venir durante o fuera de clases a pensar, pintar, reflexionar. Pondremos un altar para honrar a los niños que se han ido o para que los niños recen si son creyentes”, dice.
Actualmente, el colegio tiene 72 alumnos. Sólo se pueden matricular niños que se atienden en el Calvo Mackenna y que por indicación médica no están aptos para ir a colegios tradicionales. La mayoría tiene enfermedades crónicas o terminales y, según la directora, quienes padecen insuficiencia renal o fibrosis quística son los que reciben una educación hospitalaria más prolongada. “Su tratamiento es extendido y se les dificulta más ir a un colegio normal”, dice. Cuando los alumnos son hospitalizados y no pueden asistir al colegio, son los 13 profesores de la escuela los que se mueven hasta ellos.
Los estudiantes no sólo son de Santiago; en muchos casos vienen de regiones, porque el tratamiento que necesitan sólo se puede hacer en el Calvo Mackenna. “Muchas de esas familias tienen que dividirse. Los hogares y casas de acogida reciben sólo a las mamás con el hijo enfermo, entonces empiezan una nueva vida muy solitaria. En esos casos, el colegio les sirve también para hacerse amigos y compañía”, dice la profesora Macarena Cid.
Todos graduados
En 2017, varios alumnos del colegio del Calvo Mackenna fueron dados de alta. Otros fueron reenviados a sus colegios de origen. Otros, cerca de 15, fallecieron. “Este colegio nos aporta una sensibilidad maravillosa que nos hace bien como hospital. Son nuestros socios para fortalecer a los niños y niñas en su lucha frente a la enfermedad”, dice Jorge Lastra, director de hospital.
Cuando un niño lleva muchos días hospitalizado o empeora su salud, las madres corren la voz y sus hijos se organizan para ir a visitarlos. Sergio Ramírez (20) vivió esa solidaridad de cerca. Llegó al colegio en 2006, cuando éste aún no era reconocido por el Ministerio de Educación. Entró a cuarto básico, con un problema congénito al corazón. Tuvo que someterse a múltiples cirugías. A los 10 años, incluso, le instalaron un marcapasos. “Entrar en este colegio me sirvió mucho, porque uno ve cosas que otros niños de colegios normales nunca van a ver. Se valora distinto la amistad, porque en un colegio hospitalario un niño puede morir en cualquier momento”, dice el joven, que en diciembre egresó de cuarto medio y hoy estudia Trabajo Social en la Universidad Alberto Hurtado.
Ramírez es un caso emblemático en el colegio. Es el estudiante que más tiempo ha estado aquí. Que haya ingresado a la universidad es una muestra, dice la directora, de que el colegio funciona como cualquier otro en cuanto a la educación que entrega.
Nueve estudiantes se han graduado de cuarto medio. Sin embargo, aquí todos los alumnos se gradúan a fin de año, sin importar el curso que estén ni si continuarán el siguiente. “Lo hacemos porque le han ganado a todo en un año. Es simbólico”, explica Labbé.
Paola Góngora, madre de Martina Aguilera (10), quien está en tratamiento por un sarcoma de Ewing, agradece la dedicación del colegio: “A los niños los tratan como si fueran sus propios hijos y eso es una ayuda enorme”. Las madres son las que generalmente acompañan y esperan a sus hijos mientras estudian. Conversan entre ellas, generan vínculos. Casi todas llevan una pulsera roja en su muñeca.
Deja vu
La mamá de Isidora, Elizabeth Mardones, ha delegado la tarea de explicarle el desarrollo de su fibrosis quística a la sicóloga que la atiende desde los cuatro años en el Calvo Mackenna. Una vez, la niña llegó a la casa preguntándole a la madre por qué era ella la que se había enfermado y no su hermano mayor. Lo que aún no sabía era que había existido Antonia, una hermana que nació antes que ella y que murió de esa misma enfermedad. A los cuatro meses de vida.
Dos meses después de esa muerte, Elizabeth quedó embarazada de Isidora. “Me morí de miedo, no quería pasar por lo mismo”, recuerda. El embarazo no tuvo sobresaltos. La complicación fue después del parto: Isidora nació con un reflujo severo, aunque sin sospechas de que podía padecer fibrosis quística. A los dos meses tenía cuadros de vómitos y fiebre esporádicos, y pese a que se alimentaba correctamente, no subía de peso. Hasta que en el Calvo Mackenna le dieron un diagnóstico.
Entonces Elizabeth y su marido vivieron un deja vu. El médico les dijo que Isidora tenía fibrosis quística severa. Pero, a diferencia de su hermana, había optimismo: con buena alimentación y tratamiento, podía durar muchos años. Para acortar los riesgos, sus padres se compraron un departamento al lado del hospital. Elizabeth, hoy separada, es quien lleva a la niña a los controles médicos y al colegio Con todo el Corazón. Isidora llegó allí a primero básico.
Faltar un día a clases, hasta hoy, hace llorar a Isidora. De este colegio han salido sus mejores amigos. También sus primeros signos de líder. “La Isi llena de vida el colegio. Tiene mucha energía y es muy buena liderando cosas”, dice Sergio Ramírez, quien coincidió varios años con ella.
Como los zorros
La muerte de un zorro viejo y querido remece a todos los animales del bosque. Poco a poco, cada uno llega para rodear el cadáver de su amigo al que lloran hasta que uno de ellos toma la palabra y cuenta una historia que vivieron los dos. El ejercicio se replica y de la pena se pasa a la alegría de haber conocido a su amigo zorro.
Esa historia aparece en el libro El árbol de la vida, de Britta Teckentrup y es la elegida por Constanza Labbé para reflexionar con sus alumnos de básica sobre la muerte. Un tema necesario en un lugar como éste, donde la lucha por la vida es diaria y no siempre con éxito.
El domingo se cumplieron tres meses de la muerte de Sebastián San Martín, el mejor amigo de Isidora. Tenía 12 años y hace cinco se conocieron mientras se hacían los mismos exámenes y tratamientos para la fibrosis quística. Eran cuatro amigos inseparables: tres niñas y él. “Cuando falleció, no sabía cómo decirle a la Isidora. Cuando lo hice, ella se quedó callada”, recuerda Elizabeth. La niña no habló con nadie en el colegio ni en el funeral. Días después, le explicó a su mamá que era mejor así para evitar la pena.
Cuando muere un niño del colegio Con todo el Corazón, hacen algo parecido a la historia de los zorros. Se juntan todos en la sala en la que estudiaba el niño, forman un círculo, encienden una vela y conversan sobre las travesuras y alegrías que vivieron con él. Luego escriben cartas, las queman y las depositan en un árbol del patio delantero para que, simbólicamente, el niño se convierta en vida.
“Tuve que darle la vuelta a la perspectiva que tenía sobre la muerte para poder ser un aporte y no hundirme con los niños”, dice la profesora Macarena Cid. Pese a eso, siempre la muerte duele. “Muchos niños en estado terminal vienen en las últimas a vernos; y si no pueden, nosotros vamos y los acompañamos en lo que queda”, dice Constanza Labbé. La última partida fue hace casi dos semanas: una niña de prekínder con una leucemia fulminante. “No tengo cuero de chancho con esas cosas -explica la directora- y cuando lo tenga voy a irme, porque nosotros no somos sólo un colegio: somos un sostén emocional”.
De salida
Antes de que Macarena Cid abandone el cubículo donde Isidora está internada, la niña le dice que está triste porque el rumor, dice ella, es que le van a dar el alta.
La niña acierta.
Al día siguiente, Elizabeth Mardones firmará los papeles que le devolverán a su hija la vida fuera del hospital. Pero Isidora se pondrá a llorar. Entonces la madre le hará esa pregunta:
-Ay, Isidora, ¿por qué te gusta tanto estar hospitalizada?
Y la niña le responderá:
-Porque así no me siento tan sola.
Ya son 47
A lo largo de Chile existen 47 escuelas hospitalarias, las cuales dependen de la Unidad Especial de Educación (UEE) del Mineduc. De ellas, 23 se concentran en Santiago; 14 en el sur -en lugares como Talca, Cañete, Osorno y Puerto Montt, entre otros-; siete en el norte -Copiapó, La Serena, Ovalle, Calama, Iquique y Antofagasta-, y 3 en la Región de Valparaíso.
El colegio del Hospital Calvo Mackenna es el más grande y con mayor flujo de estudiantes, indica Tomás Arredondo, director de la UEE.
Sólo cinco de estas escuelas funcionan de manera privada. El resto depende de una subvención entregada por el Mineduc, que varía de acuerdo a la asistencia de los alumnos. “El problema es que eso es algo que no podemos controlar. A veces los niños dejan el colegio en el camino, se van porque les dan el alta o mueren”, explica Constanza Labbé, directora del colegio Con todo el Corazón.
El promedio de subvención mensual que cada escuela recibe por alumno, según la Coordinación Nacional de Subvenciones del Mineduc, es de $ 258.597.
Las escuelas hospitalarias son unidades de apoyo cuyo objetivo es proporcionar atención educativa y garantizar, según explica Arredondo, “la continuidad del proceso educativo de los escolares de educación parvularia, básica, especial y media que estén hospitalizados, en tratamiento médico ambulatorio o domiciliario”. El impulso para fomentar estas iniciativas partió el 15 de agosto de 1990 cuando Chile adhirió al artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos del Niño, donde se reconoce el derecho a la educación en igualdad de oportunidades para todos los niños, independiente de su estado de salud. Nueve años después esto se formalizó y se dio reconocimiento oficial a las escuelas y aulas hospitalarias.
La administración de los colegios depende de cada sostenedor, que puede ser una fundación, una corporación, una asociación sin fines de lucro o un municipio. Cada escuela debe funcionar en el mismo recinto hospitalario y contar con la aprobación por escrito del director del hospital. El trámite de creación se realiza en la Secretaría Ministerial de Educación de la respectiva región donde va a funcionar el proyecto educativo. Cada aula debe disponer de mobiliario, equipamiento, elementos de enseñanza y material didáctico adecuados al nivel y modalidad que se imparta en cada curso, además de ceñirse a las bases curriculares por las que se rige todo el sistema educativo chileno.
En la última década, dice el director de la UEE, “se han creado 30 escuelas y aulas hospitalarias y se han atendido cerca de 200 mil niños y jóvenes”.
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