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El sistema que está mejorando la lectura en los colegios públicos estadounidenses.

América del Norte/Estados Unidos/22.11.2016/Autor y Fuente:http://www.xataka.com/

La comprensión lectora es uno de los pilares básicos de la educación, junto con las matemáticas. Aprender a leer (y a escribir) es un paso fundamental y elemental en la educación, y el índice de alfabetismo de un país determina en gran parte si es una nación desarrollada, tal y como se entiende según el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la ONU.

Métodos para enseñar a leer y para mejorar la comprensión lectora hay unos cuantos, aparte de los tradicionales de dar un texto a los alumnos y hacerles después preguntas sobre él. Las nuevas tendencias en educación de buscar maneras de involucrar más a los alumnos en las clases, de evitar que éstas sean sólo una lección magistral unidireccional, han alcanzado también a los métodos para mejorar la lectura, y en los colegios estadounidenses está en marcha un sistema que está funcionando bastante bien.

A leer se aprende en casa

En Estados Unidos, el sistema educativo evalúa constantemente a sus alumnos a través de diferentes tests. Anualmente, se realiza uno a nivel nacional entre los estudiantes de educación primaria para comprobarsus aptitudes en matemáticas y comprensión lectora (NAEP, National Assessment of Educational Progress). Ese examen permite discernir si el nivel de los niños en lectura, por ejemplo, mejora año a año o no, y si hay diferencias entre estudiantes de diferentes niveles socioeconómicos, entornos urbanos y rurales y hasta etnicidades distintas.

Alumnos

En 2013, el test de comprensión lectora a nivel nacional determinó que el 60% de los escolares en cuarto grado (entre 9 y 10 años) estaban por debajo de la media para su curso, así que el Departamento de Educación lanza periódicamenteprogramas para mejorar la lectura entre los niños, sobre todo de centros en áreas más pobres, y algunas escuelas se sirven de nuevos sistemas más interactivospara intentar que sus alumnos comprendan mejor los textos que leen.

Muchos de esos sistemas obedecen a lo que se denomina flipped classroom, o clase invertida, que se apoya en el vídeo para fomentar que los estudiantes trabajen la lección en casa y luego, en clase, la comenten con el profesor. De este modo, la experiencia en el colegio pasa a ser más interactiva e involucra más a los alumnos (aunque aún no al nivel de que utilicen su móvil para seguir las lecciones).

La idea detrás de esta clase invertida es que, así, los estudiantes no sean sólo recipientes de la clase del profesor, sino que ellos mismos participen en ella y, de algún modo, contribuyan a darle forma. Sobre esa base funcionan programas como i-Ready, un sistema personalizado que mide el rendimiento de los escolares en comprensión lectora y matemáticas y que adapta sus lecciones a su nivel.

La lectura es un juego

i-Ready se describe como un sistema que diagnostica las áreas donde los estudiantes necesitan mejorar o reforzar su comprensión lectora, por ejemplo, y les ofrece lecciones personalizadas para que trabajen en esas áreas. O, si están por encima de su nivel, prepara sesiones avanzadas para que su aprendizaje no se estanque. Los alumnos siguen completan estas lecciones en internet y luego, en clase, el profesor puede comentarlas con ellos y proponer otras.

Silvia y Alba son dos niñas españolas, de 15 y 12 años, que viven y estudian en Estados Unidos desde hace tres años, y que han utilizado tanto i-Ready como otro método similar, Reading Plus, en sus clases de inglés para mejorar la comprensión lectora y el vocabulario. El primero lo emplearon al principio de su estancia allí y, a partir de quinto grado, en su colegio en Florida se utiliza más Reading Plus.

«Certifica tu nivel de lectura por la rapidez», explica Silvia, que apunta que el objetivo de las sesiones con él es «leer más rápido comprendiendo lo que lees. Está orientado a los exámenes tipo test», que son los que se utilizan a nivel nacional para determinar si los escolares estadounidenses están en la media de comprensión lectora. Para ello, Reading Plus propone a los alumnos, esencialmente, diferentes juegos.

LA GAMIFICACIÓN TAMBIÉN LLEGA A LA ESCUELA, BUSCANDO INVOLUCRAR MÁS A LOS ALUMNOS EN LAS CLASES

«Por cada libro que lees, te dan un test con preguntas en el ordenador. Estas preguntas tienen puntos y, según consigues más puntos, te dan ciertos colores en el arcoiris», sigue explicando Silvia. Esos colores determinan el nivel en esa prueba concreta. El programa también da al estudiante una historia que debe leer y, después, responder a varias cuestiones sobre ella. También se dan puntos por cada respuesta correcta y se establece un mínimo de puntos para que una historia concreta se dé por superada y se pueda pasar a la siguiente. Y todo este proceso se personaliza a las aptitudes de cada estudiante.

Hay hasta combos de puntuación por diferentes respuestas correctas. Esencialmente, el sistema funciona como un videojuego educativo, es una aplicación de la gamificación en la escuela. Estos métodos de mejora de la lectura potencian una habilidad concreta del alumno, le establecen unos objetivos que tiene que conseguir, le dan la sensación de que controla el «juego» y existe también un feedback entre estudiantes y sistema, que va adaptándose a la evolución de sus usuarios en él.

¿Se aprende a leer mejor?

En los tres años que llevan viviendo y yendo al colegio en Estados Unidos, Silvia y Alba han experimentado estos dos métodos de mejora de la comprensión lectora que, de paso, les han ayudado a mejorar su nivel de inglés. «Me ayudó a leer más rápido y a comprender mejor (lo que leo)», explica Alba, y en el mismo sentido se expresa su hermana Silvia sobre la utilidad de estos sistemas:

«Se aprende más, se aprende a leer más rápido y te obliga a estar más centrado».

Teóricamente, esto tiene que ayudar a los alumnos de primaria y secundaria aestudiar mejor otras materias, pues les da las herramientas para sacar más partido a los textos que tienen que leer en esas otras asignaturas. Y acostumbra a los estudiantes a preparar las clases en casa, de tal modo que el aula sea más un lugar de debate que un lugar de comunicación unidireccional del profesor al alumno.

Con estos métodos de lectura, cada estudiante tiene dos sesiones a la semana en casa, de una hora, y Silvia explica que «luego, en clase, se ve lo que se ha aprendido y lo que hay que reforzar». Si se tienen dudas sobre las lecciones, el programa dispone de un modo de consulta que funciona de manera parecida a Facebook, en el que profesor y alumnos pueden comentar y resolver esas dudas en el momento.

Todo se orienta al aprendizaje online, y con un lenguaje que los jóvenes están acostumbrados a utilizar. Se fomenta la interactividad, que no sean sólo receptores pasivos de las lecciones del profesor.

Fuente: http://www.xataka.com/otros/el-sistema-que-esta-mejorando-la-lectura-en-los-colegios-publicos-estadounidenses

Imagen: https://i.blogs.es/9f658f/imagen-lectura/1366_2000.jpg

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Problemas de la paz y la guerra en el capitalismo actual

Por: Atilio Borón

Se me ha pedido que comparta con ustedes algunas observaciones sobre el tema de la paz y la guerra en el capitalismo actual. Es, sin duda, un asunto de la mayor importancia porque el capitalismo estuvo desde su nacimiento asociado a la guerra y al arte militar. Diversos escritos de Marx y Engels así lo confirman, tanto como sus cuidadosos seguimientos de las guerras en curso dentro y fuera del continente europeo. En su Introducción General a la Crítica de la Economía Política, de 1857, Karl Marx nos dice que “la guerra se ha desarrollado antes que la paz: mostrar la manera en que ciertas relaciones económicas tales como el trabajo asalariado, el maquinismo, etcétera, han sido desarrollados por la guerra y en los ejércitos antes que en el interior de la sociedad burguesa.”1 De los dos jóvenes amigos fue Friedrich Engels quien se especializó en el estudio sistemático de la problemática militar. Este, a quien por su pasión por las cuestiones de la guerra Marx lo había apodado como “el general”, dejó innumerables escritos dispersos a lo largo de su obra que son una fuente fundamental de reflexión sobre el tema que nos ocupa.2

Va de suyo que no será el objetivo de esta presentación indagar en las reflexiones de Marx y Engels sobre la materia. Tampoco haré un examen del corpus de teorizaciones en torno a la guerra surgido al calor de la Primera Guerra Mundial, en donde Lenin, Trotksy, Rosa Luxemburg, Kautsky y, más tarde, Gramsci, se refieren extensamente al tema. El propósito de esta intervención está fuertemente signado por las exigencias que impone la coyuntura y, por consiguiente, me limitaré a invitar a los lectores y a quienes están aquí presentes a incursionar en esos escritos militares de los padres fundadores y de las principales figuras del marxismo clásico. En todo caso será suficiente señalar aquí que en la medida en que la tradición marxista coloca en el centro de la dinámica histórica el enfrentamiento social era tan sólo lógico que sus análisis sociológicos y económicos terminaran refiriéndose, de una u otra manera, a la guerra social, desarrollada abierta o encubierta. Por eso en el célebre Manifiesto del Partido Comunista Marx y Engels hablan de “la guerra civil más o menos encubierta” que se desarrolla en las sociedades burguesas y de ahí también la permanente referencia a los escritos sobre la guerra de Carl von Clausewitz, el más importante teórico de la guerra en aquellos tiempos.3

Dicho lo anterior vayamos al grano.

I. Caracterización de la fase actual del capitalismo: la tercera ola de la expansión imperial.

La expansión/mundialización del modo de producción capitalista es un rasgo estructural de este sistema económico. Adquiere un impulso especial luego de la Segunda Revolución Industrial que, a mediados del siglo diecinueve, modificó radicalmente el panorama de los transportes y los medios de comunicación. La revolución en la navegación y el ferrocarril, y la telegrafía sin hilos dieron un nuevo impulso al comercio mundial y a la expansión territorial del capitalismo. Poco más de un siglo después, en la época actual, las telecomunicaciones, la Internet y los avances en los transportes aéreo, marítimo y terrestre producirían idénticos resultados pero en una escala incomparablemente mayor.

Hoy estamos inmersos en lo que apropiadamente podría llamarse “la tercera ola” de la expansión imperialista. La primera tuvo su origen como colofón de la Segunda Revolución Industrial y logró que las principales potencias coloniales europeas se repartiesen el mundo, pillaje consagrado y legalizado en la Conferencia de Berlín de 1884-85 que si bien tuvo como eje de las discusiones el desmembramiento de África también tuvo implicaciones para el resto de los países que luego serían denominados como el Tercer Mundo. Las consecuencias de esta división criminal e irresponsable la sufren muchos pueblos hasta el día de hoy. La tragedia que enluta a muchos países africanos y al Medio Oriente tiene en esa conferencia una de sus causas más significativas. Esta primera ola de expansión imperialista culmina con la carnicería de la Primera Guerra Mundial, el derrumbe de cuatro imperios: el Zarista, el Alemán y el Austro-Húngaro y, en cámara lenta, el Otomano; y nada menos que con el triunfo de la Revolución Rusa, abriendo una nueva etapa en la historia universal.

Lo que sigue no es la paz sino un armisticio. Para algunos autores, como Immanuel Wallerstein en varios de sus escritos, en realidad no hubo dos guerras mundiales sino una, con una tregua de dos décadas hasta que, realineadas las fuerzas y las alianzas, se produjo la batalla definitiva en lo que normalmente se reconoce como la Segunda Guerra Mundial. Si en la anterior cayeron cuatro imperios, en esta se derrumbaron los dos que quedaban en pie: el imperio británico y el francés, sobreviviendo en extrema precariedad aventuras imperiales marginales como la de los belgas y los holandeses. La Segunda Guerra Mundial, además, observó el imprevisible y hasta increíble fortalecimiento de la Revolución Rusa, que no sólo había sobrevivido a los horrores de la guerra civil y la invasión por una veintena de ejércitos de las “democracias occidentales” dispuestas a hacer lo que fuere necesario para acabar con la peste soviética sino que su protagonismo fue decisivo para derrotar al Nazismo. No sólo eso: con la derrota de las potencias del Eje se hundió también la vieja y compleja estructura del sistema internacional cuya potencia integradora era el Reino Unido para dar lugar a una más simplificada, de carácter bipolar y que enfrentaba en la cúspide a dos potencias y sus aliados y vasallos: Estados Unidos y la Unión Soviética.

La redistribución del poder económico, político y militar internacional unida a la fenomenal destrucción de vidas humanas, territorios y fuerzas productivas provocada por la conflagración no podía sino dejar profundas huellas en la conciencia de la época, especialmente si se tiene en cuenta que fue en ese marco cuando se realizaron los dos mayores atentados terroristas de la historia universal: el bombardeo atómico sobre las indefensas ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Suele decirse que la segunda posguerra abriría el capítulo más esplendoroso de la historia del capitalismo, el famoso “cuarto de siglo de oro” transcurrido entre 1948 y 1973. Fue en ese breve lapso que, según la recientemente fallecida teórica marxista Ellen Meiksins Wood, el capitalismo dio lo mejor que podía ofrecer: expansión de la ciudadanía, de los derechos sociales y laborales, construcción de regímenes democráticos, fortalecimiento de las organizaciones populares, de los sindicatos, de los partidos comunistas. Ese período llegó a su abrupto fin a mediados de los setentas con el auge del neoconservadurismo en los países desarrollados y la implantación de sangrientas dictaduras militares en casi toda América Latina y, tal como lo asegurara Meiksins Wood, ya no volvería a repetirse. Con la desintegración de la Unión Soviética el capitalismo retornó a su normalidad y las antiguas conquistas fueron o bien suprimidas de plano o severamente recortadas, al paso que las democracias burguesas fueron sufriendo una perversa metamorfosis que las convirtió en vergonzantes plutocracias. La soberanía popular europea descansa en los tentáculos de la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) que saca y pone gobiernos a su antojo, como lo demuestran varios casos, siendo Grecia el más resonante de todos, aunque lejos de ser el único. En otras palabras, si la dominación del capital admitió aquellos avances en materia de derechos ciudadanos y organización democrática fue debido a la presencia amenazante de la Unión Soviética y el peligro de un “contagio” con el “virus ruso” que diera por tierra los regímenes burgueses imperantes en la época.

Pero como lo recuerda en su notable obra el historiador catalán Josep Fontana entre el fin de la Segunda Guerra y el inicio del “cuarto de siglo de oro” hubo tres años terribles. La URSS perdió 27 millones de vidas, especialmente de varones jóvenes. La ocupación alemana arrasó 1.710 ciudades y unas 70.000 aldeas. Alemania y Japón vieron destruido gran parte de sus territorios por los bombardeos. Y a esta devastación se sumó el hambre, producto de la destrucción de la agricultura, la sequía que arruinó las cosechas de 1946 y el inusualmente frío invierno de 1946-1947. “A los millones de muertos causados por la guerra” –observa Fontana- “habría que sumarles otros millones de víctimas de las grandes hambrunas de 1945 a 1947.” 4

Un tendal que sumando las gentes que murieron no sólo en el escenario europeo sino también en el asiático, sobre todo a causa de los horrores de la ocupación japonesa, se llega fácilmente a unos 100 millones de personas sacrificadas en el altar de la tasa de ganancia del capital. Este fue el necesario preámbulo de aquellos años “gloriosos” de 1948-1973, que coincidieron con la veloz expansión del imperialismo norteamericano a escala planetaria, cuyos orígenes se remontan a su expansión en la región centroamericana y caribeña en las postrimerías del siglo diecinueve y, sobre todo, a su secuestro de la victoria cubana sobre el colonialismo español en 1898. Después de la SGM con el Reino Unido y Francia desbaratados, sus colonias en franca rebeldía y sin rivales a la vista, la expansión imperial norteamericana parecía que no conocería límites. Esta fue la segunda ola imperialista, que coincide en términos generales con los “años gloriosos”. Sólo que con la recuperación europea y japonesa, visible desde los años sesentas, el paisaje del imperialismo comienza a reconocer múltiples banderas y no sólo la de las estrellas y barras de Estados Unidos. Las transnacionales norteamericanas poco a poco comenzaron a verse desafiadas por la rápida aparición de grandes conglomerados corporativos de origen europeo y japonés primero, y luego de otros países, principalmente Corea del Sur.

La segunda ola imperialista culminó con el abandono del keynesianismo, el retorno de la ortodoxia (al decir de Raúl Prebisch), el auge de la globalización neoliberal impulsada por los enormes avances tecnológicos en el campo de la informática, las telecomunicaciones y el transporte. Todo esto en un clima conservador orquestado por un formidable tridente reaccionario compuesto por Ronald Reagan, Margaret Thatcher y el Papa Juan Pablo II. Al finalizar la década de los ochentas se derrumba el Muro de Berlín y, poco después, se desintegraría la Unión Soviética. Parecía entonces que la victoria de Occidente estaba asegurada y así algunos intelectuales y académicos estadounidenses, de pensamiento rápido que se mueve en la superficie de las cosas, concluyeron que había llegado la hora del “nuevo siglo (norte)americano” y que de ahora en más la estructura del sistema internacional sería “unipolar”. Ni lerdos ni perezosos las corporaciones y las agencias del gobierno federal comenzaron a alimentar financieramente a una fundación creada con el objeto de elaborar la hoja de ruta de ese nuevo siglo que aparecía como tan propicio para Estados Unidos. Centenares de académicos, expertos e intelectuales se dieron a la tarea de diseñar los contornos de tan promisoria jornada. Bill Clinton, en compañía de sus mayordomos británicos hizo lo suyo: desmontó las últimas piezas que quedaban en pie de las regulaciones financieras y creó el mundo soñado por Wall Street y la City londinense. Parecía, efectivamente, que todo estaba bajo control. El ALCA no era sino la manifestación hemisférica de este proceso de reorganización global de un imperio sin rivales.

Pero, como lo dice Rubén Blades, “la vida te da sorpresas” y vaya si las tuvo Washington. Primero que nada, en medio de estos himnos y cantos de alegría por el nuevo siglo americano se producen los atentados del 11 de Septiembre, el primer ataque en territorio norteamericano en casi dos siglos. Recuérdese que Estados Unidos había participado en las dos guerras mundiales sin que un tiro se disparase en su territorio. Súbitamente el país cayó en la cuenta de su terrible vulnerabilidad, y que el enorme presupuesto militar no garantizaba su inviolabilidad. Si militarmente Estados Unidos dejaba de ser inexpugnable, el vertiginoso ascenso de China –no inesperado pero sí prematuro, según los analistas del imperio, que lo estimaban para el año 2030 aproximadamente- junto con el inquietante retorno de Rusia a los primeros planos de la política mundial, la impetuosa entrada de la India en los asuntos internacionales y la consolidación de una serie de potencias regionales como Brasil, Sudáfrica, Indonesia, Corea del Sur y Turquía configuraron un escenario global muchísimo más desafiante que el de la era bipolar. Porque ahora, con la desintegración de la Unión Soviética y los avances de la informática la no proliferación nuclear se convertía en una quimera, y la “seguridad nacional” de los Estados Unidos demostraba ser más incierta que antaño.

Es en este escenario que la liberalización financiera y comercial, junto con la violenta aplicación de las políticas neoliberales en casi todo el mundo dio lugar al tercer ciclo de expansión imperialista, que precisamente cobra impulso en la década de los noventas y que continúa hasta nuestros días, incorporando profundamente como cotos de caza del capital imperialista a regiones y países otrora vedados a sus ambiciones: Rusia, los países del Este europeo, China, Vietnam, todo lo cual permite hablar de un imperialismo recargado y estimulado por nuevos horizontes en los cuales desarrollar sus proyectos. Varios son los signos distintivos de este tiempo, pero quisiera llamar la atención sobre dos. En primer lugar, el acelerado ritmo de concentración de la riqueza en todos los países desde China a Estados Unidos, sin ninguna relevante excepción. Esto ha sido denunciado recientemente por Oxfam en su reporte ante el Foro Económico Mundial de Davos al señalar que según estimaciones oficiales al momento actual el 1 por ciento más rico de la población mundial detenta el control del 51 por ciento de la riqueza del planeta, es decir, más que lo que posee el 99 por ciento de la población mundial.5 En línea con lo anterior, un estudio realizado bajo los auspicios de la Universidad de Zurich ha demostrado que 147 mega corporaciones controlan el 40 por ciento de la riqueza del planeta.6 La segunda seña de identidad de la fase actual ha sido la intensificación de la carrera armamentista, el surgimiento de varias zonas de extrema tensión bélica y el aumento en el número de guerras y de sus víctimas. Hay en la actualidad tres puntos calientes en el sistema internacional: el polvorín del Medio Oriente, infame consecuencia de la rapacidad de Estados Unidos y sus compinches europeos que no han hesitado un minuto en destruir países enteros (Líbano, Siria, Irak, Libia, entre los más recientes) con tal de apropiarse de su petróleo, que es lo único que les interesa. Han desencadenado una serie de dramas humanitarios como el mundo no había visto desde fines de la SGM. Segundo punto caliente: Ucrania y su extensión en Europa del Este, en donde el afán de la Casa Blanca y la Unión Europea de contener al “oso ruso” (¡que no soviético!) ha llevado a promover un golpe de estado en aquel país, con el activo protagonismo del Departamento de Estado en la persona de su Subsecretaria, Victoria Nuland, y desplazar las tropas de la OTAN hacia la propia frontera ruso-ucraniana. Esto pese a que cuando se derrumbó la URSS los líderes de las “democracias” occidentales juraron solemnemente que la OTAN “no se movería ni una pulgada en dirección al Este.” Se movieron varios centenares de kilómetros. El tercer punto caliente se localiza en el Mar del Sur de la China, rico en petróleo, y que es un territorio en disputa entre varios países: China, Japón y Vietnam, entre los más directamente involucrados. Esta es una situación que puede fácilmente salirse de control, al igual que las ya señaladas y de una gravedad especial: Washington puede reaccionar tibiamente ante una invasión de Rusia a Ucrania, o una retaliación de Moscú a Turquía por el derribo del avión ruso. Pero no puede sino reaccionar con toda su fuerza si China, el segundo presupuesto militar del planeta, decidiera atacar a Japón.

En resumen, esta fase, tercera en la historia de la expansión imperialista, presenta como todas las demás la guerra como su necesaria contrapartida. Esta lacerante realidad demuestra, por enésima vez, los errores de la teoría del super-imperialismo, o ultraimperialismo, desarrollada en primer lugar por Karl Kautsky y continuada por muchos de sus seguidores contemporáneos que insisten en rechazar la tesis de que el imperialismo podría hoy, no necesariamente en el pasado pero sí hoy, desembocar en una guerra entre potencias capitalistas. Pese a su glorioso pasado soviético Rusia lo es, y con sus peculiaridades, también lo es China. Y para los más recientes documentos del Pentágono y el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos Rusia es, explícitamente, el enemigo a derrotar. Aparte de ello hay que tener en cuenta que aún durante los años del bipolarismo Estados Unidos-Unión Soviética, las guerras proliferaron sin cesar en la periferia del sistema, y en la actualidad el panorama lejos de haber mejorado no hizo sino agravarse.

II. Factores explicativos

¿Cómo entender esta delicada situación actual? Sucintamente hablando, y a riesgo de simplificar demasiado esta presentación, digamos que hay tres rasgos del sistema internacional que pueden ofrecer algunas claves interpretativas para comprender esta escalada guerrerista.

En primer lugar, la inestabilidad del equilibrio geopolítico mundial es un elemento de decisiva importancia. Uno tras otro los diversos documentos elaborados por los organismos militares y de inteligencia de Estados Unidos insisten en señalar que el nuevo escenario mundial está erizado de amenazas a la seguridad nacional y que, en consecuencia, el país debe prepararse para varias décadas de guerras. La paz es algo que ni se menciona en estos documentos; el supuesto básico es la continuación indefinida de la guerra, sea de carácter “preventivo”, como lo planteara George W.Bush; sea de tipo “retaliatorio” ante un ataque a los Estados Unidos, a sus aliados o a sus ciudadanos. El multipolarismo actual es un formato del sistema internacional relativamente novedoso. Hubo en el pasado algo que se llamó “Concierto de Naciones” pero era un sistema exclusivamente europeo: ni Estados Unidos, ni Japón y menos aún la China tenían parte en esos acuerdos que perduraron desde la paz de Westfalia (1648) hasta su estrepitoso derrumbe con la Primera Guerra Mundial. Durante esos casi tres siglos ningún país extra-europeo tenía algo que decir en las mesas de negociaciones. Hoy es muy diferente, porque las potencias extra-europeas han empequeñecido a la declinante y decadente Europa y los consensos difíciles del pasado, entre naciones que compartían básicamente una misma cultura, son muchísimo más difíciles de lograr en la actualidad cuando quienes toman parte de la discusión son naciones y gobiernos portadores de cosmovisiones muy diferentes y, en cierto sentido, incompatibles. Y, por supuesto, intereses muy diferentes y claramente incompatibles. Bajo estas condiciones, la paz se convierte en una empresa que debe sortear enormes dificultades para su concreción y marca también la excepcionalidad de América Latina que, de lejos, es la macroregión más pacífica del planeta. Los principales líderes de la izquierda y el progresismo latinoamericano no han dejado de marcar esta singularidad, ratificada además formalmente por la aprobación, en Enero de 2014, en el marco de la Segunda Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que tuvo lugar en La Habana, de América Latina y el Caribe como una zona de paz.

Segundo, un factor que alienta y promueve las guerras y la violencia es la creciente gravitación del complejo militar-industrial-financiero en el proceso decisorio del gobierno norteamericano y, en poca menor medida, de sus aliados europeos. Esa infernal maquinaria vive de la guerra y para la guerra. Para ellos la paz significa su ruina, la bancarrota, y la única estrategia razonable para estas megacorporaciones es estimular los conflictos y las rivalidades por todos los medios posibles. Su tasa de ganancia está directamente asociada con la guerra y es inversamente proporcional a la paz. Su poderío es inmenso: fue denunciado nada menos que por el presidente Dwight Eisenhower en su discurso de despedida del 17 de Enero de 1961 y lo describió como la más seria amenaza para la libertad y la democracia de Estados Unidos. A lo largo de más de medio siglo ese inmenso poder no hizo otra cosa que acrecentarse, hasta asumir proporciones monstruosas. Si en aquella época era una amenaza hoy es quien realmente manda en Estados Unidos, acelerando el tránsito de una república democrática a un régimen plutocrático.7 Es decir una forma política que, parafraseando a Lincoln, es el gobierno del dinero, por el dinero y para el dinero. Y dado que el gasto militar de Estados Unidos es el principal motor de la economía, aglutinando en su seno a sectores industriales, financieros y petroleros, es en interés de los gobiernos otorgar toda clase de garantías a las empresas de ese sector. Y estas, a su vez, disponiendo de fenomenales recursos, se convirtieron en las principales e indispensables financiadoras de las carreras políticas de representantes, senadores, gobernadores y presidentes, prostituyendo definitivamente el funcionamiento de la democracia en Estados Unidos y abriendo las puertas para la constitución de la plutocracia que hoy gobierna a ese país. No es de extrañar, en consecuencia, que desde la Guerra de Corea en adelante Estados Unidos no haya conocido un solo año sin estar en guerra. Tampoco lo es que, pese a los optimistas anuncios, el gasto militar haya aumentado aún luego de la desaparición de quien durante los largos años de la Guerra Fría fuera su enemigo fundamental: la Unión Soviética. En este sentido, la operación propagandística del imperio en el sentido de exaltar los “dividendos de la paz” como fuente de una renovada ayuda al desarrollo quedó rápidamente al desnudo. Ni se mejoró la asignación de recursos para facilitar el progreso económico y social de los países de la periferia ni se redujo la escalada del gasto militar. Según los cálculos más rigurosos el gasto militar total de Estados Unidos superó el umbral considerado hasta no hace mucho como absolutamente insuperable de un billón de dólares, es decir, un millón de millones de dólares, lo que equivale aproximadamente a la mitad del gasto militar mundial.8 Con perfiles menos acusados que en Estados Unidos el complejo militar-industrial-financiero también opera en los países europeos, Japón y Corea del Sur. En otras palabras, la acumulación capitalista siempre estuvo signada por la violencia (si no, cómo explicar la “Conquista de América”, o el masivo despojo del campesinado en los países del capitalismo metropolitano) y en tiempos recientes esta violencia se ha institucionalizado y profundizado pari passu con el fenomenal crecimiento del aparato militar, lo que impulsa las guerras a la vez que socava los fundamentos de la democracia tanto en el mundo desarrollado como en la periferia del sistema.

Un tercer elemento que impulsa las guerras es lo que un autor como Michael Klare ha denominado “la cacería de los recursos naturales”.9 En un mundo cada vez más amenazado por el agotamiento de ciertos bienes comunes de carácter estratégico, comenzando por el agua y siguiendo por el petróleo, la biodiversidad, los minerales estratégicos y los alimentos, y frente a un imparable aumento de la población mundial que, hacia mediados de este siglo, cruzaría la barrera de los 10.000 millones de habitantes, las principales potencias se han lanzado con toda su fuerza en una campaña mundial para asegurarse los insumos básicos requeridos por un patrón de consumo capitalista caracterizado por la utilización irracional y el derroche de los recursos naturales. Para nadie es un misterio que la vigorosa expansión de China en los países del Tercer Mundo tiene como objetivo fundamental asegurarse el suministro de ciertos recursos naturales imprescindibles para su economía, fenómeno este que se manifiesta sobre todo en África pero también, aunque en menor medida, en América Latina. No es necesario ser un pesimista radical para reconocer que muy a menudo lo que comenzó como una guerra comercial termina siendo una guerra en el sentido más integral del término.

III. El lugar de América Latina y el Caribe

En este escenario en donde la guerra –o la amenaza de su estallido- es el telón de fondo sobre el cual se desenvuelven las relaciones internacionales América Latina y el Caribe juegan un papel de especialísima importancia.

Por empezar, somos la región del mundo mejor dotada de recursos naturales: con 7 por ciento de la población mundial disponemos entre el 42 y el 45 por ciento del agua dulce de la Tierra. Somos, además, el pulmón del planeta, dueños de la mitad de la biodiversidad mundial, sede de enormes depósitos de petróleo, gas y minerales estratégicos y de tierras extraordinariamente bien dotadas para la producción de todo tipo de alimentos de origen vegetal o animal. Esta formidable dotación suscita los apetitos del imperio norteamericano por subordinar, a cualquier costo, a un país como Venezuela, cuyas reservas comprobadas de petróleo son las mayores del mundo, hoy superiores a las de Arabia Saudita. Un continente que cuenta con el 80 por ciento de las reservas mundiales de litio, fuente energética fundamental para toda la industria microelectrónica y sus derivados (teléfonos móviles, computadoras en sus diversas variantes, cámaras fotográficas corrientes y satelitales, filmadoras, automotores híbridos y así sucesivamente). La nanotecnología y sus increíbles aplicaciones tienen como fundamento práctico la biodiversidad, de la cual América Latina (y especialmente Sudamérica) tienen el mayor caudal del planeta. Ni hablemos del agua, crucial para un país como Estados Unidos cuyo derroche de ese líquido elemento lo ha llevado a convertir el otrora impetuoso río Colorado, capaz de cavar un profundo cañón en Arizona en un arroyo que a menudo no llega ni siquiera a desaguar en el Océano Pacífico. Tendrían que ser unos tremendos ignorantes los administradores imperiales (y no lo son) como para ser indiferentes ante una realidad tan exuberante como la que ofrece nuestra región. Por eso, desde los inicios de su vida independiente, Estados Unidos consideró a esta parte del mundo como su “patio trasero”, su zona de seguridad. Y por eso también tanto Fidel como el Che no se cansaron de decir que América Latina y el Caribe eran “la retaguardia estratégica del imperio.”

En segundo lugar, las concepciones estratégicas militares de Estados Unidos desde los años fundacionales de la república siempre adhirieron a la tesis de la “gran isla americana”, extendiéndose desde Alaska hasta Tierra del Fuego. Esta concepción militar asume que la seguridad nacional de Estados Unidos depende de la capacidad de Washington para evitar que poderes extracontinentales hagan pie firme en algún sector de la isla americana, o que existan en ella gobiernos hostiles a los designios de Estados Unidos. Esta concepción se perfeccionó desde mediados del siglo diecinueve y adquirió connotaciones claramente belicosas hacia el final de ese siglo con sucesivas invasiones a varios países de Centroamérica y el Caribe, incluyendo a México. La “Doctrina Monroe” de 1823 y el Corolario a dicha pieza doctrinaria formulada por Theodore Roosevelt en 1904 plantean abiertamente la aspiración hegemónica de Estados Unidos sobre esta dilatada geografía que yace al sur del Río Bravo. A resultas de ello Washington puede tolerar, aunque sea a regañadientes, un gobierno socialista en algún país africano (casos de Mozambique, Zimbawe o Angola, en determinadas épocas) pero responde con fulminante brutalidad cuando una pequeña isla de 344 km2 y 90.000 habitantes como Granada comete “el error” de elegir, en 1979 un gobierno socialista radical bajo el liderazgo de Maurice Bishop. La respuesta de la Administración Reagan no se hizo esperar: en Octubre de 1983 despachó un poderoso contingente militar compuesto por casi 8.000 hombres (poco menos que el 10 por ciento de la población invadida) y en pocos días depuso al gobierno y ejecutó al Primer Ministro Bishop y sus principales colaboradores. La justificación por este crimen: la construcción de un nuevo aeropuerto para facilitar el turismo a la isla, lo cual fue interpretado por los criminales de Washington como un perverso plan para facilitar el aterrizaje de aviones de guerra soviéticos en el Caribe. Nada siquiera remotamente semejante fue jamás hecho por Estados Unidos en ninguna otra región del planeta ante un país de las pequeñas dimensiones y casi nula gravitación de Granada, salvo en América Latina y el Caribe, díscola y turbulenta frontera de un imperio protegido por un enorme hinterland y dos grandes océanos.10 El único peligro proviene del Sur, del mundo del subdesarrollo latinoamericano. Es a causa de ello que, si bien con algunos matices, argumentos semejantes a los expresados en el caso de Granada sobre una supuesta amenaza a la “seguridad nacional” han seguido esgrimiéndose hasta el día de hoy. Se hizo antes con la Guatemala de Arbenz en 1954, con Cuba desde el 1° de Enero de 1959, después con la revolución nicaragüense en 1979 y, apenas ayer, en Marzo del 2015, lo reiteró el presidente Barack Obama cuando emitió una orden ejecutiva estableciendo una “emergencia nacional” por la amenaza “inusual y extraordinaria” a la seguridad nacional y a la política exterior causada por la situación en Venezuela.

De todo lo anterior se desprende que Washington se opondrá a cualquier proceso genuinamente democratizador que se escenifique en nuestros países. Cualquier fuerza política que acceda al gobierno y trate de hacer verdad aquello de la soberanía popular -que se asienta sobre la soberanía económica y política en un mundo de naciones poderosas, imperialistas y colonialistas, y países débiles y sometidos- será ferozmente combatido por el imperio. Cuando Obama y sus colaboradores hablan de la “normalización” de las relaciones con Cuba y con los países del hemisferio lo que entienden por ello es regresar a la situación en que se encontraba esta parte del mundo al anochecer del 31 de Diciembre de 1958, es decir, en las vísperas de la Revolución Cubana. “Normalizar” es un eufemismo que oculta la intención de encuadrar y subordinar a los países de Nuestra América para que sirvan de apoyatura a las aventuras imperiales de Washington, tanto en esta parte del mundo como en otros continentes. Piénsese si no en la parafernalia de vínculos existentes entre los aparatos de inteligencia norteamericanos (nada menos que dieciséis según la última cuenta) y los organismos militares y policiales del imperio con sus homólogos de América Latina y el Caribe. El gobierno de Estados Unidos entrena a nuestros espías, soldados y policías; les enseña tácticas de interrogatorio; les aporta las armas, y junto con las armas, la definición doctrinaria de quienes son los amigos y quienes los enemigos a los cuales habrá que disparar; coordina con sus ejercicios conjuntos las labores de nuestros ejércitos de aire, mar y tierra; tiene escuelas especiales, como la remozada Escuela de las Américas, ahora cambiada de nombre pero que sigue cumpliendo las mismas funciones; mantiene en vigor la Junta Interamericana de Defensa, para coordinar los estados mayores de nuestras fuerzas armadas en función de las prioridades y necesidades militares de Estados Unidos. Todo esto sigue en pie, pese a los esfuerzos de la UNASUR y sus tentativas de concebir y coordinar una estrategia sudamericana de contención de la virulencia imperial. Hay, eso sí, algunas valiosas excepciones como Cuba, naturalmente; Venezuela y, sólo parcialmente, Bolivia y Ecuador. Hablar de imperialismo, violencia y guerra es algo tan elemental que no debería exigir mayores argumentaciones.

IV. Conclusiones.

Nuestro continente es prioridad número uno para la política exterior de Estados Unidos. Es la región más importante del mundo, de lejos. Hemos planteado esto en todo detalle en un trabajo previo y no tiene sentido insistir sobre el tema en este lugar.11 Washington puede perder Angola, Namibia, Nigeria, Cambodia, Vietnam, pero no se quedará de brazos cruzados ante la perspectiva de perder Granada, Nicaragua, Cuba, Chile, ni digamos Brasil o Venezuela. Puede esforzarse por “contener al comunismo” como lo hizo en los años de la Guerra Fría y, para ello, elaborar una serie de alianzas regionales. Siendo que el eje articulador de la revolución comunista mundial (como se decía en esos años en Washington) estaba en Europa, en Moscú para ser más precisos, ¿fue Europa la primera beneficiaria de la estrategia de contención que elaborara George Kennan para el presidente Harry S. Truman? ¡No! Fue América Latina. En un mundo amenazado por el riesgo mortal de la dominación comunista la primera región que Estados Unidos puso a salvo de esa indeseada eventualidad fue América Latina. En 1947 firma el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) con ese propósito. ¿Y Europa? Tendría que esperar dos años más, pues recién en Abril de 1949 se crearía la OTAN. Y en el apogeo del auge progresista en la región y en coincidencia con los anuncios del presidente Lula da Silva informando al mundo el descubrimiento de los grandes yacimientos petrolíferos en el litoral paulista la respuesta de la Casa Blanca fue ordenar la reactivación de la Cuarta Flota, que había sido desactivada en 1950. Como lo dice un conocido aforismo estadounidense, “first things first”, o sea, “lo primero es lo primero”. Y lo primero es América Latina. Si Africa cae en manos del comunismo es un problema; si cae Asia es un problema mayor; si cae Europa es una tragedia; pero si cae América Latina es una catástrofe de incalculables proyecciones. Porque Asia, África y Europa están lejos, separadas por grandes océanos. Pero desde América Latina los enemigos del imperio ¡pueden llegar caminando!, como en medio de la psicosis despertada por la revolución sandinista se escuchaba en los pasillos del gobierno estadounidense en Washington. Los cambios en el paisaje sociopolítico latinoamericano desde finales del siglo veinte marcaron un importante retroceso de la influencia norteamericana en la región. El rechazo del ALCA fue una durísima derrota para el imperio, y la consolidación de una serie de gobiernos progresistas, algunos de izquierda y la heroica sobrevivencia de la Revolución Cubana marcaron a fuego todo el período abierto desde la elección presidencial de Chávez en Diciembre de 1998 hasta nuestros días. La victoria del líder bolivariano fue la chispa que incendió la pradera: su carisma y su fenomenal capacidad didáctica movilizó y excitó las ansias emancipatorias de los pueblos y naciones del área abatidos y humillados por siglos de opresión colonial y neocolonial. Chávez voltea en Venezuela la primera ficha de un dominó que luego recorrería todo el continente: la segunda caería en Brasil con Lula en el 2002 para seguir con Kirchner en Argentina, en el 2003; con Evo y Tabaré Vázquez en Bolivia y Uruguay, en el 2005; con Correa en Ecuador, en el 2006 y en ese mismo año con Ortega en Nicaragua y Zelaya en Honduras; con Cristina en el 2007; con Lugo en Paraguay en el 2008 y Funes en El Salvador, en el 2009, despejando el camino para que el ex Comandante del FMLN, Salvador Sánchez Cerén, asumiera la presidencia de ese país en el 2014. En el 2010 José “Pepe” Mujica ratificaría la hegemonía del Frente Amplio y conquistaría la presidencia del Uruguay, misma que en el 2015 volvería a recaer en las manos de Tabaré Vázquez. En una revisión actualísima Angel Guerra plantea una tesis que hacemos nuestra al decir que “califico como gobiernos que en distintos grados son independientes de Estados Unidos, se distancian de los dictados del Consenso de Washington, abogan activamente por la unidad y la integración latino-caribeña y por un mundo multipolar. Si atendemos a estos rasgos podemos decir que cumplen con ellos en alguna medida: Antigua y Barbuda, Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Nicaragua, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Uruguay y Venezuela.”12 En suma: basta con recordar esta radical modificación del mapa sociopolítico latinoamericano para calibrar el imperecedero espesor político de la herencia chavista y la ansiedad de la burguesía imperial para retomar la “normalidad” en las relaciones hemisféricas. La contraofensiva estadounidense no se hizo esperar: comenzó con un golpe de estado contra Chávez en Abril del 2002 y siguió, ante su fracaso, con el paro petrolero de Diciembre 2002-Febrero del 2003. Derrotadas estas iniciativas, que tuvieron un efecto boomerang y liquidaron el ALCA en el 2005, el imperio volvió a la carga: tentativa de golpe y secesión de Bolivia en 2008; golpe “jurídico-parlamentario” contra Zelaya en 2009; golpe frustrado contra Correa en 2010; golpe exitoso, también “jurídico-parlamentario” contra Lugo en 2012 y violentas protestas (“guarimbas”) en Venezuela en Febrero de 2014.

Esto no ha cesado y en los momentos actuales esta ofensiva restauradora se encuentra en pleno desarrollo. “Normalización” tramposa con Cuba, necesaria para despejar el descontento de los gobiernos de la región con la absurda e injusta política del bloqueo pero sin que éste se haya modificado; “guerra económica”, ofensiva diplomática y terrorismo mediático contra Venezuela; campañas sucias y difamatorias contra Evo Morales en Bolivia; agresión financiera y mediática en contra de Rafael Correa en Ecuador; intensas presiones desestabilizadoras desde la re-elección de Dilma Rousseff, obligándola a desnaturalizar por completo el programa del PT adhiriendo a una orientación claramente neoliberal; “golpe judicial por etapas” para sacar a Lula del juego y de su posible candidatura en el 2018; acoso también judicial contra Cristina Fernández en la Argentina y, de paso, apoyo explícito de la Casa Blanca a la Alianza del Pacífico, ardid norteamericano para atenuar o neutralizar por completo la influencia de China en el hemisferio. No es un dato menor que sobre tres de los cuatro países originalmente signatarios de la Alianza: México, Colombia y Perú recaen fuertes sospechas sobre la penetración en sus aparatos estatales del narcotráfico y el paramilitarismo. Sólo Chile, por ahora, se encuentra libre de esa acusación en los propios medios norteamericanos.

Dadas estas circunstancias, o mejor dicho, habida cuenta de las condiciones estructurales que pautan la relación entre el imperio y su principal región tributaria, se comprende que América Latina y el Caribe haya sido una región en estado de permanente agitación y no por casualidad la vanguardia a nivel mundial de la resistencia a las exacciones del imperialismo desde las primeras décadas del siglo veinte. Y en este contexto hay un país que juega un papel de excepcional importancia en Nuestra América: Colombia.

En este sentido la firma, en Junio del 2013, de un acuerdo de cooperación entre Colombia y la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) ha causado una previsible preocupación en Nuestra América. Para justificar su decisión el presidente Santos señaló que Colombia tiene derecho a «pensar en grande», y que él va a buscar que su país sea de los mejores «ya no de la región, sino del mundo entero». Continuó luego diciendo que «si logramos esa paz” –refiriéndose a las conversaciones de paz que están en curso en Cuba, con el aval de los anfitriones, Noruega y Venezuela- “nuestro Ejército está en la mejor posición para poder distinguirse también a nivel internacional. Ya lo estamos haciendo en muchos frentes», aseguró Santos. Y piensa hacerlo nada menos que asociándose a la OTAN, una organización sobre la cual pesan innumerables crímenes de guerra y masiva violaciones a los derechos humanos perpetrados en la propia Europa (recordar el bombardeo a la ex Yugoslavia y las masacres de los Balcanes) la destrucción del Líbano, Irak, Libia; su complicidad con el gobierno fascista de Israel en su continuo genocidio del pueblo palestino y ahora su colaboración con los terroristas que han tomado a Siria por asalto y sembrando de muerte y destrucción todo el Medio Oriente.13 Jacobo David Blinder, ensayista y periodista brasileño, fue uno de los primeros en dar la voz de alarma ante las implicaciones de la decisión del presidente colombiano. Hasta ahora el único país de América Latina “aliado extra OTAN” había sido la Argentina, que obtuvo ese deshonroso status durante los nefastos años de Carlos S. Menem, y más específicamente en 1998, luego de participar en la Primera Guerra del Golfo (1991-1992) y aceptar todas las imposiciones impuestas por Washington en muchas áreas de la política pública, como por ejemplo desmantelar el proyecto del misil Cóndor y congelar el programa nuclear que durante décadas venía desarrollándose en la Argentina. Dos gravísimos atentados que suman más de un centenar de muertos –en la Embajada de Israel y en la AMIA- fue el saldo que dejó en la Argentina la represalia por haberse sumado a las actividades de la organización terrorista noratlántica.

El status de “aliado extra OTAN” fue creado en 1989 por el Congreso de los Estados Unidos –no por la organización sino por el Congreso estadounidense- como un mecanismo para reforzar los lazos militares con países situados fuera del área del Atlántico Norte y que podrían ser de ayuda en las numerosas guerras y procesos de desestabilización política que Estados Unidos despliega en los más apartados rincones del planeta. Australia, Egipto, Israel, Japón y Corea del Sur fueron los primeros en ingresar, y poco después lo hizo la Argentina, y ahora Colombia. El sentido de esta iniciativa del Congreso norteamericano salta a la vista: robustecer y legitimar sus incesantes aventuras militares -inevitables durante los próximos treinta años, si leemos los documentos del Pentágono sobre futuros escenarios internacionales- con un aura de “multilateralismo” que en realidad no tienen. Esta incorporación de los aliados extra-regionales de la OTAN, que está siendo también promovida en los demás continentes, refleja la exigencia impuesta por la transformación de las fuerzas armadas de los Estados Unidos en su tránsito desde un ejército preparado para librar guerras en territorios acotados a una legión imperial que con sus bases militares de distinto tipo (más de mil en todo el planeta), sus fuerzas regulares, sus unidades de “despliegue rápido” y el creciente ejército de “contratistas” (vulgo: mercenarios) quiere estar preparada para intervenir en pocas horas para defender los intereses estadounidenses en cualquier punto caliente del planeta. Con su incorporación como “aliado extra OTAN” Colombia se pone al servicio de tan funesto proyecto y, puertas adentro, refuerza la militarización de un país que lleva más de medio siglo de guerra civil y que clama por la paz.

Si bien la Argentina es un lamentable precedente (que en el año 2012 afortunadamente perdió el status de “aliada extra-OTAN”) el caso colombiano es muy especial, porque desde hace décadas ese país recibe, sobre todo en el marco del Plan Colombia, un muy importante apoyo económico y militar de Estados Unidos –de lejos el mayor de los países del área- y sólo superado por los desembolsos realizados a favor de Israel, Egipto, Irak y Corea del Sur y algún que otro aliado estratégico de Washington. Cuando Santos declara su vocación de proyectarse sobre el “mundo entero” lo que esto significa es su voluntad para convertirse en cómplice de Washington, para movilizar sus bien pertrechadas fuerzas más allá del territorio colombiano y para intervenir en los países que el imperio procura desestabilizar.14 Y no es un secreto para nadie que la primera en esa lista no es otra que Venezuela. Es poco probable que su anuncio signifique que está dispuesto a enviar tropas a Afganistán, a Siria u a otros teatros de guerra. La pretensión de la derecha colombiana, en el poder desde siempre, ha sido convertirse, especialmente a partir de la presidencia de Álvaro Uribe Vélez, en la “Israel de América Latina” erigiéndose, con el respaldo de la OTAN, en el gendarme regional del área para vigilar, amenazar y eventualmente agredir a vecinos como Venezuela, Ecuador y otros -¿Bolivia, Nicaragua, Cuba?- que tengan la osadía de oponerse a los designios imperiales.

A nadie se le puede escapar que con esta decisión el gobierno del presidente Santos tensiona los Diálogos de Paz en curso en La Habana porque cómo podría la insurgencia colombiana confiar en las promesas de un gobierno que con su asociación a la OTAN acentúa una perniciosa vocación injerencista y militarista. Por otra parte, esta decisión no puede sino debilitar los procesos de integración y unificación supranacional en curso en América Latina y el Caribe. La tesis de los “caballos de Troya” del imperio, que repetidamente hemos planteado en nuestros escritos sobre el tema, asumen renovada actualidad con la decisión del mandatario colombiano. ¿Qué hará ahora la UNASUR y cómo podrá actuar el Consejo de Defensa Suramericano cuyo mandato conferido por los jefes y jefas de estado de nuestros países ha sido consolidar a nuestra región como una zona de paz, como un área libre de la presencia de armas nucleares o de destrucción masiva, como una contribución a la paz mundial para lo cual se requiere construir una política de defensa común y fortalecer la cooperación regional en ese campo? ¿Qué implicaciones tiene sobre la UNASUR y, más generalmente, sobre los diversos proyectos de integración y coordinación de políticas en América Latina, el hecho de que Colombia, al asociarse a la OTAN adhiere a la postura británica en el diferendo con la Argentina por las Islas Malvinas?

Un proyecto largamente acariciado por nuestros pueblos es lograr que América Latina sea un continente desnuclearizado. Si durante décadas pudimos estar seguros de ello ya no más. Hay evidencias que sugieren que existe armamento nuclear en las Islas Malvinas, y no sabemos que clase de armamentos hay en las 7 bases que Washington dispone en territorio colombiano, o en las 11 existentes en Perú.15 Los acuerdos que hicieron posible la instalación de esas bases contienen cláusulas que le confieren a Estados Unidos el derecho a ingresar cargamento militar sin tener que ser sometido a control alguno de los estados anfitriones. Por algo cuando en una de las reuniones de la UNASUR Chávez solicitó a la organización que se procediera a verificar que era lo que había en cada una de las bases norteamericanas en la región tropezó con la cerrada negativa de Álvaro Uribe y Alan García, no por casualidad los dos países que abrieron de par en par sus puertas para la penetración de tropas y pertrechos militares estadounidenses en sus territorios. Es imposible que este continente conquiste la paz con las ochenta bases militares norteamericanas existentes en nuestros países. Esas bases son dispositivos para la guerra, no para la paz. Y entrarán plenamente en funciones a medida que el deterioro de la situación internacional impulse a Washington a consolidar su reaseguro en el patio trasero y a sofocar cualquier intento de autodeterminación nacional o avance democrático. Deberíamos lanzar una campaña continental para expulsar a todas las bases norteamericanas, y las pocas que existen del Reino Unido, Holanda y Francia, de la región. Ellas sólo traerán violencia y muerte, y los latinoamericanos y caribeños queremos la paz. Es una propuesta razonable, que atraviesa la gran mayoría de las fuerzas políticas y movimientos sociales de la región. Y nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos jamás nos perdonarán que no hayamos hecho todo lo que esté a nuestro alcance para acabar con esas amenazas.

Notas

1  En Cuadernos de Pasado y Presente 1 (Córdoba: 1974), pp. 56-57.

2  En una carta a Joseph Weidemeyer en la cual le pedía libros y artículos sobre la cuestión militar y las guerras le dice que se había propuesto estudiar a fondo el asunto “por la inmensa importancia que le debemos asignar al mismo con vistas a la próxima insurrecciòn de la clase obrera.” Cf. F.E., “Carta Weydemeyer”, 19 de Junio de 1851.  

3 Agradezco a Paula Klachko por haberme llamado la atención sobre este asunto, así como su muy cuidadosa lectura de la primera versión de este trabajo. De esta misma autora recomiendo muy especialmente el libro escrito conjuntamente con Katu Arkonada: Desde abajo, desde arriba. De la resistencia popular al gobierno. Escenarios y horizontes del cambio de época en América Latina (en prensa en Cuba,México y País Vasco)

4  Josep Fontana, Por el Bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945 (Barcelona: Pasado & Presente, 2011), p. 25

5  Cf. https://www.oxfam.org/en/pressroom/pressreleases/2015-01-19/richest-1-will-own-more-all-rest-2016

6  Stefania Vitali, James B. Glattfelder, and Stefano Battiston, “The Network of Global Corporate Control”, PLoS ONE, October 26, 2011,http://www.plosone.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pone.0025995. El estudio fue el primero en observar 43.060 sociedades transnacionales y estudiar la tela de araña de la propiedad entre ellas. La investigación creó un “mapa” de 1.318 compañías del núcleo de la economía global. El estudio encontró que 147 corporaciones forman una “súper entidad” dentro de este mapa, controlando un 40 por ciento de la riqueza del planeta.

7  Sobre esto ver Tom Engelhardt, “El nuevo orden estadounidense”, en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196927

Ver asimismo dos textos clásicos sobre este tema: Peter Dale Scott, The American Deep State: Wall Street, Big Oil and the Attack on U.S. Democracy . (ediciones varias)

Sheldon Wolin, Democracia S.A. La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido (Buenos Aires: Katz Editores, 2009)

También Juan Bosch, El Pentagonismo, sustituto del imperialismo (Santo Domingo: Fundación Juan Bosch, 2015)

8  Hemos desarrollado este cálculo en nuestro América Latina en la Geopolítica del Imperialismo (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2012).

9  Cf. su The race for what is left (New York: Metropolitan Books, 2012)

10  Sobre este tema del intervencionismo norteamericano en Nuestra América es insoslayable la referencia a la monumental obra de Gregorio Selser, Cronología de las intervenciones extranjeras en América Latina (México DF: Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades/Universidad Autónoma de la Ciudad de México/Centro Académico de la Memoria de Nuestra América, s/f). Véase asimismo la obra, más reciente, del politólogo e historiador cubano Luis Suárez Salazar, Madre América. Un siglo de violencia y dolor (1898-1998)originalmente publicada en Cuba en 2006 pero de inminente publicación en Colombia con un prólogo de Atilio A. Boron

11  Cf. América Latina en la geopolítica del imperialismo, op. Cit.

12 Ver la nota de Guerra en su blog en Telesur: http://www.telesurtv.net/bloggers/El-presunto-fin-del-ciclo-progresista-20150820-0001.html”)

13  Las declaraciones de Santos se encuentran en http://www.infobae.com/2013/06/01/1072485-santos-solicitara-el-ingreso-colombia-la-otan Sobre el siniestro papel de la OTAN ver el completo estudio publicado como libro bajo el título de OTAN: la globalización del terror, de Mahdi Darius Nazemroaya (Managua: PAVSA, 2015) Prólogo de Atilio A. Boron.

14  No es un secreto para nadie que las fuerzas armadas colombianas son las únicas en la región que cuenta con una experiencia de combate de varias décadas. Ningún otro ejército de la región cuenta con una un antecedente siquiera remotamente similar.

15  Sobre el tema de las bases consultar el fundamental estudio de Telma Luzzani, Territorios vigilados. Como opera la red de bases militares norteamericanas en Sudamérica (Buenos Aires, Debate, 2012)

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=209873

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EEUU muestra de nuevo abiertamente su política injerencista en Nicaragua

Por: Herman Van de Velde

Soy Herman Van de Velde, de nacionalidad belga y con 33 años de trabajar en y desde Nicaragua, en el área de la educación. Comparto mis sentires respecto a acontecimientos relacionados con la coyuntura electoral en Nicaragua.

La oposición nicaragüense, ante su incapacidad de proyectarse como una alternativa dentro de Nicaragua, va a llorar a EEUU, llamando a su amo para que haga más explícita su injerencia política. Desde hace mucho tiempo, esta (mal llamada) oposición más bien en vez de dedicarse a una oposición constructiva utiliza sus canales y medios de comunicación hacia el exterior, principalmente EEUU, pero también Europa y otros países latinoamericanos, para descalificar todo lo que ocurre en Nicaragua. Desquitan su frustración ‘interna’ (no representan ni un 10% todos juntos, en las encuestas nacionales e internacionales independientes) con una divulgación de falsedades en el exterior.

Antes de seguir y puntualizar sobre algunos acontecimientos políticos actuales, quiero hacer una breve referencia a los procesos electorales y contextos políticos pasados. Hace unos años, en una entrevista que me hiciera una periodista danesa, le expresé que en Nicaragua, desde mi punto de vista, las primeras elecciones relativamente libres, no fueron ni las del 90, ni las posteriores donde ganó Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, tampoco las de 2006 donde ganó el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), sino más bien las de 2011 donde ganó el FSLN, con Daniel Ortega, con el 62%. Totalmente libres no ha habido porque EEUU nunca ha dejado de intervenir. ¿Por qué confirmo esto?

1990: el contexto de guerra (contrarrevolución financiado por EEUU, bloqueo económico,…) no permitió una elección libre, en ningún sentido (gana la Unión Nacional Opositora (UNO) con doña Violeta Barrios). Existe una injerencia directa y abierta de EEUU en las elecciones.

1996: las elecciones fueron un relajo nunca visto, gracias a una pésima coordinación del Consejo Supremo Electoral (CSE) de parte de Rosa Marina Zelaya… las papeletas fueron encontradas en calles, basureras, causes, etc. En varios municipios, la gente ni pudo votar porque nunca llegó el material electoral. Hubo un fraude bien marcado, sin embargo la misma OEA y el Centro Carter, como observadores, solicitaron al FSLN aceptar los resultados procurando la tranquilidad en el país. Con esta actitud, las mismas comisiones de organismos internacionales se descalifican por si solas, aceptando y legitimando un fraude comprobado. Rosa Marina Zelaya manipuló el fraude tal que también su marido (del Movimiento Renovador Sandinista – MRS) pudiera quedar como diputado en la asamblea (Jorge Samper). Ganó Arnoldo Alemán con el Partido Liberal Constitucionalista (PLC). La injerencia de EEUU, nuevamente, fue abierta y directa.

2001: a pesar de que Nicaragua vive una situación de mucha inestabilidad social y política (altos niveles de corrupción), nuevamente gana el PLC, esta vez con Enrique Bolaños. Igual como en 1996 hubo una campaña sucia, siempre refiriéndose a la situación de los años ’80 (guerra y bloqueo económico) que regresaría si ganara el FSLN… una campaña sucia y mentirosa que crea un ambiente que ya no permita una elección realmente libre. Hay otra vez una injerencia directa y abierta de EEUU. El Partido Liberal Independiente (PLI) participa en estas elecciones del 2001, en alianza con el Partido Liberal Constitucionalista (PLC). Bolaños, una vez electo, echa preso a Alemán por corrupción… la derecha (los liberales) se divide profundamente. Surge el partido Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) como alternativa ante el PLC, bajo el mando de Eduardo Montealegre. De esta manera hay tres opciones liberales a partir de este momento: PLC, ALN, PLI.

En el período de Bolaños, el FSLN negocia con el PLC y logran acuerdos sustanciales, como: ya no es necesario ganar con el 50% + 1 sino puede ser con un 40% y hasta con un 35%, siempre y cuando la diferencia con el segundo lugar es más de 5 puntos porcentuales.

2006: Nuevamente una campaña muy sucia, llena de mentiras como: si gana el FSLN habrá nuevamente guerra, bloqueo económico, se quitarán las remesas que vienen del exterior, habrá servicio militar obligatorio, etc. TAMPOCO SON ELECCIONES LIBRES, ya que bajo campañas tan sucias, el pueblo no se le permite votar por su opción política libremente, se manipula abiertamente el voto popular. Hubo intervención e injerencia directa de parte de los EEUU, solo 3 ejemplos: el Secretario de Comercio de Estados Unidos en ese entonces, Carlos Gutiérrez, hizo saber que las relaciones económicas con un eventual gobierno sandinista serían objeto de revisión de parte del gobierno de Bush; vino a Managua el entonces presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado Dan Burton a apoyar públicamente a la ALN, todavía de Montealegre; el embajador Trivelli se expresó públicamente a favor de ALN, apoyando abiertamente y activamente una posible unidad entre las fuerzas de la derecha (liberales). En cualquier otro país, un embajador sería expulsado del país con este tipo de injerencia directa en asuntos internos.

Gana el FSLN con 38% de los votos… las fuerzas políticas liberales (PLC José Rizo 27.1% y ALN – Eduardo Montealegre 28.3%) llegan a un % entre el 25 y 30. La diferencia con el segundo lugar es más del 5%. Tal que gana el FSLN, y, aunque con una minoría en la Asamblea, inicia un nuevo período con gobierno sandinista a partir del 2007. Esto a pesar de la campaña sucia que no permitió elecciones libres. En una encuesta de Cid Gallup, dada a conocer en junio del 2006, el 73% de la población indicaba que el país iba por el camino equivocado. En estas elecciones participa el MRS con su candidato Edmundo Jarquín y saca un 6.3%.

Durante este período, en el año 2008, el CSE cancela la personería jurídica a algunos partidos políticos por no cumplir con la ley electoral, ya sea por razones de no registrar el % mínimo de candidatos en las elecciones municipales o por no cumplir asuntos administrativos, establecidos en la ley electoral. Uno de los partidos que no cumplió la ley electoral fue el MRS. Por el pleito interno muy intenso entre liberales (ni lograron juntarse para presentarse unidos a las elecciones del 2006), Eduardo Montealegre (con su Movimiento ‘Vamos con Eduardo’) se separa de ALN. Surge la UNE (Unidad por la Esperanza). Ya preparándose para las nuevas elecciones en el 2011, Montealegre hace un negocio sucio con alguna gente del PLI (ya fragmentado en ese entonces). Usa a una de las corrientes del PLI como paraguas para poder ir a las elecciones, corriente reconocida por el CSE mientras que haya una solución definitiva en cuanto al pleito interno del PLI.

2011: En estas nuevas elecciones participan alianzas y un partido solitario: una alianza libero-conservadora (GANA de PLC-PC); la alianza por la esperanza (UNE) bajo la bandera del PLI y junto al MRS; ALN participa solo; Alianza por la República (APRE) participa junto con el PUCA y el PALI. El FSLN participa como alianza ‘Unida Nicaragua Triunfa’, integrada por 8 partidos y 6 movimientos políticos.

Para estas elecciones el contexto es diferente, porque ya pasó un primer nuevo gobierno sandinista sin guerra, con cada vez más remesas, sin bloqueo económico y muchos proyectos sociales, etc. Se ha establecido una relación de armonía entre gobierno – empresarios – sindicatos, contribuyendo en alianza a la creación de más empleo y crecimiento económico. Se restableció la gratuidad de la educación y la salud públicas. Programas sociales han contribuido a mejorar las condiciones de vida de muchas personas. La disminución significativa de los niveles de pobreza y extrema pobreza es reconocida formalmente a nivel nacional e internacional. El gobierno del FSLN (Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional) logra establecer una política, aún con minoría en la Asamblea, que lleva a que en Nicaragua disfrutáramos desde 2007 de estabilidad económica, estabilidad política y estabilidad social. Esto fue posible gracias a una gran cantidad de proyectos socioeconómicos, tanto de carácter de apoyo directo como de carácter productivo.

Desde mi propia valoración crítica, LAS ELECCIONES DEL 2011 FUERON LAS PRIMERAS ELECCIONES RELATIVAMENTE LIBRES EN NICARAGUA, porque ya no cabía la campaña sucia como en las elecciones anteriores e igual la injerencia de EEUU, aunque siempre se dio, estaba a un nivel más bajo, menos explícito.

El FSLN gana las elecciones con el 62% y mayoría absoluta en la Asamblea. En segundo lugar queda la fracción del PLI que ocupó Eduardo Montealegre para presentarse en las elecciones con su candidato Fabio Gadea; alcanzan un 31%. En tercer lugar queda el PLC con 5.91%. ALN y APRE no alcanzan ni el 1%. En la Asamblea, el FSLN logra 63 diputadas/os, la Alianza PLI 27 y el PLC 2.

Sigue el pleito entre las fracciones del PLI, tal que solicitan a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que les resuelva el asunto. La CSJ más bien les llama al diálogo interno procurando que sea entre las 4 fracciones que tomen la decisión cuál de ellas quede con la firma y el sello oficial. Como nunca resuelven y ya de cara a las nuevas elecciones en el año 2016, por fin la CSJ decide y otorga la personería jurídica a la fracción PLI-histórico de Pedro Reyes. La fracción del PLI sostenida por el Movimiento ‘Vamos con Eduardo’ no era el PLI histórico. El PLI histórico siempre criticó el hecho que le permitieron a Eduardo Montealegre usar el PLI, violando muchos estatutos partidarios, y presentarse a las elecciones 2011.

Como Presidente del PLI, Pedro Reyes llama a reunión a sus diputadas/os y solicita que reconozcan la nueva junta directiva. Solo algunas/os aceptan, otra parte no y plantean pretender reorganizarse en un nuevo movimiento político llamado ‘Ciudadanos por la Libertad’. La ley electoral de Nicaragua plantea que las personas son electas por el partido, tal que el escaño pertenece al partido. Cuando un grupo de diputados del PLI no reconocen a su Junta Directiva, entonces su presidente solicita al CSE su destitución y reemplazo por otras/os igual electas/os por el PLI. El CSE actúa conforme la ley y ordena su sustitución en la Asamblea. Queda claro que fueron las disputas internas del PLI y su falta de voluntad a ponerse de acuerdo que llevaron a que la CSJ al final entregó la personería jurídica a la fracción dirigida por los cuadros históricos del PLI.

2016: Están inscritas para las elecciones dos alianzas (PLI y FSLN), así como partidos solitarios como Partido Conservador, PLC, APRE y ALN. En total son 16 partidos registrados con personalidad jurídica ante el CSE que participan en estas elecciones, ya sea en alianza con otros o solos. Se prevé unas condiciones similares a las del 2011, sin embargo gente de la oposición, que no tiene arraigo alguno (menos del 1%) dentro de Nicaragua, se ha dedicado a visitar su amo (EEUU) y gestionar medidas contra el pueblo de Nicaragua por seguir siendo mayoritariamente sandinista, tal como lo indican todas las encuestas, nacionales e internacionales. Esto aquí se le llama ‘sinvergüenzada’ y ‘vendepatrias’. Muchas/os de ellas/os son políticas/os frustradas/os, muchas/os de las filas del FSLN, partido en el cual pretendieron escalar, lo que no lograron por falta de apoyo interno a nivel del partido. Así Vilma Núñez fue pre-candidata a presidente por el FSLN y perdió; Sergio Ramírez fue candidato a ser miembro de la Dirección Nacional del FSLN en el primer congreso del FSLN y perdió; etc. Son individuos, con relaciones internacionales importantes gracias a la Revolución en su primera etapa, pero que no lograron consolidar sus pretensiones políticas personales dentro del FSLN, por lo que optaron por otros caminos, sin embargo nunca lograron arraigo en Nicaragua. Ahora pretenden desquitar sus frustraciones personales con un castigo de EEUU al pueblo de Nicaragua.

Denuncio públicamente al gobierno de EEUU de involucrarse nuevamente de manera indebida, de ser totalmente injerencista y querer intervenir directa y explícitamente en las elecciones de este año en Nicaragua, ahora a través de la Ley Nica-ACT. Solo me hace recordar la frase ilustre del Comandante Che Guevara, refiriéndose a EEUU: “NO SE PUEDE CONFIAR EN EL IMPERIALISMO, PERO NI UN TANTICO ASÍ, NADA” (https://youtu.be/18wUbel2-Y8)

Herman Van de Velde

Link a artículo sobre (el desastre de las) ‘elecciones en EEUU’: http://abacoenred.com/wpcontent/uploads/2016/09/Elecciones-en-EEUU-espa%C3%B1ol-completo.pdf

Fuente: http://abacoenred.com/wp-content/uploads/2015/10/EEUU-muestra-de-nuevo-abiertamente-su-pol%C3%ADtica-injerencista-en-Nicaragua.pdf

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HRW: Brindar refugio genuino a la población desplazada en el mundo

Estados Unidos/Septiembre de 2016/hrw.org

Asumir un compromiso con la reubicación y la ayuda en Cumbres Globales sobre Refugiados

La crisis masiva de refugiados exige una respuesta global sin precedentes, señaló hoy Human Rights Watch. En dos cumbres que se celebrarán el 19 y el 20 de septiembre de 2016 en las Naciones Unidas, los líderes mundiales deberían adoptar medidas audaces para repartir la responsabilidad por los millones de personas desplazadas debido a violencia, represión y persecución.

Los líderes se reunirán en Nueva York para analizar la posibilidad de brindar mayor asistencia a los países donde primero llegan los refugiados, en un momento en que esas naciones están al límite de sus capacidades. La situación ha puesto en jaque el principio fundamental de la protección de los refugiados, que es la prohibición de la devolución, es decir, no obligar a los refugiados a regresar por la fuerza a sitios donde podrían ser perseguidos o sufrir otras graves amenazas. Estas personas huyen de contextos de violencia en Afganistán, Birmania, la República Democrática del Congo, Eritrea, Honduras, Irak, Somalia y Siria, entre otros.

“Están en juego millones de vidas”, sostuvo Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch. “No se trata solamente de asegurar más dinero o mayores cupos de reasentamiento, sino también de fortalecer los principios legales de protección de refugiados, que están más en riesgo que nunca”.

Este año, Human Rights Watch ha documentado instancias en que guardias fronterizos turcos dispararon y obligaron a retroceder a civiles que aparentemente pedían asilo; la negativa de Jordania a permitir el ingreso de solicitantes de asilo sirios o brindarles asistencia en su frontera; el anuncio de Kenia de que cerrará el campamento de refugiados más grande del mundo en noviembre y obligará a los somalíes a regresar a su país, a pesar de los posibles peligros que enfrentan allí; y los actos de Paquistán e Irán para hostigar y excluir de los registros a refugiados afganos, y para coaccionarlos con el fin de que regresen a un país en conflicto.

La Asamblea General de la ONU ha convocado a la cumbre del 19 de septiembre “con el finde unir a los países en torno a un enfoque más humanitario y coordinado” en materia de refugiados. La declaración final, cuya versión preliminar ya se ha redactado, hadesperdiciado una oportunidad de ampliar el alcance de la protección y reduce la expectativa de que haya nuevos compromisos concretos. No obstante, reivindica los derechos de los refugiados y exige que la responsabilidad por esta cuestión se distribuya de manera más equitativa. Debido a la magnitud de la crisis de refugiados y el rebrote populista en muchas regiones del mundo, esta reivindicación debería servir de base para la acción colectiva, apuntó Human Rights Watch.

El 20 de septiembre, el presidente de EE. UU. Barack Obama auspiciará una “Cumbre de Líderes” para incrementar los compromisos sobre asistencia, aceptación de refugiados y oportunidades laborales y educativas para estas personas. Se espera que los gobiernos asuman compromisos concretos para cumplir las metas de duplicar la cantidad de cupos de reasentamiento y otras admisiones, incrementar el volumen de asistencia en un 30 por ciento, escolarizar a 1 millón más de niños refugiados y reconocer a 1 millón más de adultos refugiados el derecho a trabajar. Aunque los participantes no han sido anunciados, se espera que asistan entre 30 y 35 países. Canadá, Etiopía, Alemania, Suecia y Jordania se sumarán a Estados Unidos como cofacilitadores.

Promover la asistencia humanitaria a los países de primera llegada
La gran mayoría de los 21,3 millones de refugiados del mundo se encuentran en el sur global, donde con frecuencia están expuestos a nuevos peligros, discriminación y abandono. Human Rights Watch exhortó a países de primera llegada como Turquía, el Líbano,Jordania, Tailandia, Kenia, Irán y Pakistán a adoptar propuestas para ofrecer a los refugiados un mayor acceso a trabajo y educación.

Las naciones más ricas del mundo en general no han ayudado a los países que están en primera línea a afrontar la crisis de desplazados. Al 9 de septiembre, se habían cubierto un 39 por ciento de los llamamientos de asistencia de la ONU. Los niveles más bajos de financiamiento se registraban en África, donde el llamamiento para los refugiados procedentes de Sudán del Sur se situaba en el 19 por ciento. La planes regionales de respuesta a refugiados para Yemen y Siria alcanzaban un financiamiento del 22 y el 49 por ciento.

Incrementar el número de reasentamientos en otros países
Aunque el reasentamiento desde los países de primera llegada es clave para ayudar a los refugiados a reconstruir sus vidas y aliviar la situación de los países receptores, la solidaridad internacional brilla por su ausencia. En 2015, la agencia de la ONU para los refugiados facilitó el reasentamiento de 81.000 de los  960.000 refugiados que se proyectaba que necesitarían ser reubicados a nivel global. La agencia calculó que más de 1,1 millón de refugiados necesitarían ser reasentados durante 2016, pero previó que los países solamente ofrecerían 170.000 lugares. Durante una reunión de alto nivel de la ONU celebrada en marzo, los representantes de 92 países se comprometieron únicamente a un leve incremento en el cupo de reubicaciones para refugiados sirios.

En la Unión Europea, la llegada por vía marítima durante 2015 de más de 1 millón de solicitantes de asilo y migrantes —y las más de 3.700 muertes en el mar— pusieron en evidencia la necesidad de establecer vías seguras y lícitas para el desplazamiento de refugiados, como las reubicaciones. Sin embargo, numerosos países de la UE, como Austria,Bulgaria y Hungría, centran su estrategia principalmente en prevenir las llegadas espontáneas, desviar responsabilidades a tercero y provocar una regresión de los derechos de refugiados.

Un plan europeo de 2015 para reubicar a 22.500 refugiados procedentes de otras regiones durante un lapso de dos años ha conseguido reubicar solamente a 8.268 de estas personas, según cifras de julio de 2016. La mayoría de los países de la UE tuvieron resultados inferiores a los esperados, y 10 directamente no reubicaron a ninguna persona en el marco del plan.

Terminar con sistemas abusivos y acuerdos con graves falencias
En marzo, la UE concluyó un acuerdo con Turquía para permitir el regreso a ese país de casi todos los solicitantes de asilo, sobre la base del endeble argumento de que Turquía es un país seguro para el asilo, cuando en realidad está al borde de la desintegración. Australia transfiere de manera forzada a todos los solicitantes de asilo que llegan por vía marítima acentros de procesamiento extraterritoriales, donde estas personas sufren abusos, un trato inhumano y abandono.

La UE y Australia deberían renunciar a estas políticas abusivas. Los países de la UE deberían adoptar sin demora una propuesta de marco permanente de reubicación con metas más ambiciosas y un compromiso claro de cumplimiento, destacó Human Rights Watch. Deberían compartir de manera justa la responsabilidad por los solicitantes de asilo que lleguen espontáneamente, y ayudar a mitigar las presiones sobre Grecia e Italia.

Los gobiernos también frustran la posibilidad de asilo al cerrar campamentos, como KeniaTailandia, y al detener a solicitantes de asilo, como ocurre en Australia, Grecia, Italia,México y Estados Unidos.

Si bien en muchos aspectos EE. UU. ha estado a la delantera en la reubicación de refugiados y la respuesta a los llamamientos de ayuda humanitaria de la ONU, ha actuado con suma lentitud y escasa generosidad en la recepción de refugiados sirios. Y ha mostrado considerables puntos débiles, como sus políticas sobre fronteras para menores y otras personas que huyen de la violencia de pandillas en América Central, y el uso de México como filtro para evitar que lleguen a la frontera estadounidense.

El gobierno de Obama cumplió su meta de aceptar a 10.000 refugiados sirios durante este año fiscal, aun con la oposición de más de la mitad de los gobernadores del país y sin que el Congreso asignara fondos de reasentamiento; sin embargo, Estados Unidos tiene capacidad para reubicar a una cantidad de personas muchas veces superior. Debería comprometerse a cumplir los objetivos de la Cumbre de Líderes, lo cual implicaría duplicar el total de 85.000 refugiados acogidos este año a 170.000.

Varios otros países con capacidad para recibir a muchos más refugiados, como Brasil, Japón y Corea del Sur, han tenido una contribución bochornosamente pobre. Japón admitió a 19 refugiados en 2015, Corea del Sur solamente a 42 (además de los ciudadanos norcoreanos) y Brasil apenas a 6.

Rusia no recibe a refugiados reubicados. Los Estados del Golfo no responden a los llamamientos de reubicación de la ONU, aunque Arabia Saudita afirma que ha suspendido la deportación de cientos de miles de sirios que excedieron el plazo previsto para las visas de visitante. La mayoría de los Estados del Golfo, salvo Kuwait, también han respondido insuficientemente a los llamamientos de la ONU relativos a refugiados sirios, conforme se indica en un análisis de Oxfam.

“Cada país tiene una responsabilidad moral de asegurar los derechos y la dignidad de las personas que se ven obligadas a huir de su hogar”, observó Roth. “Cuando más de 20 millones de personas dependen de un esfuerzo internacional genuino para resolver su difícil situación, no basta con efectuar declaraciones grandilocuentes”.

Fuente: https://www.hrw.org/es/news/2016/09/13/brindar-refugio-genuino-la-poblacion-desplazada-en-el-mundo

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Película: La Historia de Ron Clark.

América del Norte /Estados Unidos

Inspirada en hechos reales, narra la historia de Ron Clark, un apasionado y voluntarioso profesor que abandona su pequeña ciudad natal para dar clase en uno de los centros más problemáticos de Harlem, el barrio negro por excelencia de Nueva York. Para abrirse camino, deberá usar métodos poco convencionales, implantando reglas innovadoras en las aulas.

Fuente: https://youtu.be/A0Gn3pLVYbw?list=PLEegDkopZ-SpC7FS9bgAI5hoK703SVZFv

Imagen:

http://2.bp.blogspot.com/-7nEJLWK9GoA/T_SXfHomP-I/AAAAAAAAAMc/znM4ZyEEPm0/s1600/ron-clark-story.jpg

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Tecnologías educativas, la clave en el nuevo aprendizaje.

Incorporar las TIC en el sistema educativo puede tener un efecto multiplicador.

Por: Simón Vargas Aguilar.

El modelo educativo ha sufrido una serie de transformaciones importantes en la última década, a través de los programas educativos se ha visto imperativo la introducción de equipos de cómputo, redes de internet en las escuelas y la contratación de profesores de tiempo completo han sido los primeros cambios.

Las tecnologías educativas vinieron a conformar parte de la agenda en la educación desde los años 50 en Estados Unidos, se concebía como un nuevo paradigma que revolucionaría el futuro de las generaciones nacidas en siglo XXI.

Con ello, el tema de las reformas educativas se viene gestando desde hace más de una década en todo el mundo, dentro de esta renovación, se han venido a integrar políticas transversales de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).

En 1968, México destacó en América Latina y el Caribe por la implementación del programa Telesecundaria, como estrategia para extender la educación secundaria en las comunidades lejanas utilizando la televisión como herramienta de aprendizaje, a un costo menor.

Hoy día, los efectos de la conectividad mundial y la evolución tecnológica han convertido al conocimiento como el eje central de competitividad en el mercado económico y laboral.

Como resultado de este cambio en el mundo moderno, fue que se dio a conocer el término de la Sociedad del Conocimiento, es decir, aquella sociedad donde se centra la educación y el conocimiento como factor para impulsar la innovación, el desarrollo empresarial y la economía. http://bit.ly/1uE5cLk

Incorporar las TIC en el sistema educativo puede tener un efecto multiplicador, por un lado, enfatiza el aprendizaje en la formación integral del estudiante; y por otro lado, mejora las oportunidades de competir en el mercado global, con una visión en el desarrollo inclusivo y la reducción de la pobreza.

A lo largo de los años se han desarrollado las estrategias necesarias para ir incorporando los equipos y el software necesario para actualizar las aulas e incluir en los programas educativos aquellos contenidos relacionados a la informática y la programación.

Ejemplo de esto sucedió en el 2004 con la introducción de Enciclomedia, un sistema de e-learning conformado por una base de datos, cuyo funcionamiento fracasó, pues se hicieron modificaciones en el programa de educación básica pero no incluyeron este sistema digital.

El desafío que implica la introducción de las tecnologías educativas, para que esto funcione, además del compromiso de los gobiernos, es necesario la revisión de la infraestructura y el análisis del contexto, debido a que muchas veces no se capacitan a los docentes y los estudiantes les llevan la ventaja en el funcionamiento de los equipos y el manejo de internet.

En los ciclos escolares, 2013-2014 y 2015-2016, el gobierno federal entregó dos millones de lap tops y tablets a niños de quinto y sexto de primaria en diferentes partes del país, con una inversión de 6 mil millones de pesos, como parte de la estrategia de transformar la educación tradicional mediante la tecnología.

La estrategia también fracasó debido a que los equipos no cumplieron con los requerimientos necesarios, se convirtieron en distractores en lugar de una herramienta de aprendizaje, las licencias vencieron, y algunos de los equipos les fueron robados a los alumnos.

Este escenario demuestra que introducir equipos de cómputo de bajo costo a los estudiantes de escasos recursos no ha demostrado que haya un incremento en el desarrollo de habilidades en lenguaje o matemáticas.

Por el contrario, se debe comprender que las soluciones no fueron diseñadas para encajar del todo en contextos donde los retos son más complejos, es decir, cada estrategia debe ajustarse a las necesidades de cada país, en lugar de replicar los modelos existentes.

Una aproximación alternativa, en lugar de introducir equipamiento centrado en la educación, otra opción sería cómo aprovechar la tecnología existente que ya se encuentra en el lugar. En muchas comunidades de escasos recursos, la mejor tecnología es aquella que la gente ya tiene, sabe usarla y puede costearla, por ejemplo, el celular.

En lugares remotos como África, se han implementado programas donde llevan el internet a las comunidades a través de camionetas equipadas que permiten la conexión de los estudiantes a través de celulares o computadores que ellos mismos les proporcionan. http://bit.ly/26wmxXB

Se dice que con las nuevas tecnologías se reemplazarán a los maestros que no saben utilizarlos por los que sí, pero en la práctica se ha demostrado que en realidad son el eje central de las TIC para el éxito en la implementación de las estrategias educativas.

México requiere hacer ajustes en los programas antes que en los equipos, además se debe integrar la preparación de los docentes para adoptar técnicas efectivas que potencialicen el proceso de aprendizaje, a través de metodologías que puedan alinearse al programa académico con los procesos pedagógicos de las nuevas generaciones.

Fuente: 

http://lasillarota.com/tecnologias-educativas-la-clave-en-el-nuevo-aprendizaje#.V9GxkNLhAts

Imagen: http://lasillarota.com/pub/uploads/thumbs/educacion-nino_460x290_pub-uploads-columnistas-Imagenes2016-2.jpg

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Tiroteo en centro educativo de Estados Unidos deja al menos herido

Estados Unidos/Septiembre de 2016/Wradio

Tras un tiroteo sucedido en el condado de Brewster, Estados Unidos una persona murió en las inmediaciones de la escuela preparatoria Alpine High School.

De acuerdo a declaraciones de medios locales del estado de la estrella solitaria, el tiroteo que se suscitó a las 8:30 horas local (14:30 GMT), aún no ha sido controlado; y de igual forma éstos señalan que son dos las personas armadas las que provocaron dicha situación.

El alguacil Ronny Dodson expresó en una entrevista esta mañana con la radioemisora KVLF, que el tiroteo forma parte de una serie caótica de acontecimientos que incluyó una amenaza de bomba en un recinto universitario ubicado en el mismo estado texano.

Por el momento la escuela, que cuenta con 280 estudiantes, ha sido cerrada siguiendo los lineamientos de precaución y se prevé que su reapertura sucederá cuando se determine que existen condiciones de seguridad.

En el condado ubicado al suroeste, a unos 320 kilómetros de la ciudad de El Paso, fronteriza con México cuenta con una densidad de 6.500 personas.

Fuente: http://wradio.com.mx/radio/2016/09/08/internacional/1473357705_959900.html

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