Por: educaweb
El profesorado requiere más formación práctica y recursos para desarrollar la educación virtual y emocional que necesita el alumnado, según los investigadores de la Universitat de Barcelona, Miquel Martínez y Ana Marín.
Miquel Martínez Martín (Barcelona, 1951) es catedrático de Teoría de la Educación y miembro del Grupo de Investigación GREM de la Universitat de Barcelona. Sus ámbitos de estudio e investigación son educación, democracia y ciudadanía; política y prospectiva de la educación; formación del profesorado; y política universitaria y educación superior. Ha sido decano de la Facultad de Pedagogía, director del Instituto de Ciencias de la Educación y vicerrector de la Universitat de Barcelona. Fue codirector del Anuario de la Fundación Bofill sobre el Estado de la Educación en Cataluña entre 2010 y 2014 y ha ejercido como coordinador del Programa de Mejora e Innovación en la Formación de maestras del Consejo Interuniversitario de Catalunya entre 2013 y 2018. Entre sus últimas publicaciones destacan La educación, en teoría (2016) y Las paradojas de la innovación educativa (2019). Actualmente también participa como consultor y evaluador en organizaciones y administraciones educativas y de educación superior a nivel nacional e internacional.
Ana Marín Blanco (Vilanova i la Geltrú, 1983) es pedagoga, licenciada en Economía y colaboradora técnica del Programa de Mejora e Innovación de la Formación de Maestras. Ha ejercido como docente en los grados de Educación y Pedagogía de la Universitat de Barcelona y el último curso académico en la Professionhøjskolen Absalon de Dinamarca. También ha trabajado como técnica en la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica de Catalunya y ha participado en estudios de carácter socioeconómico. Su principal línea de investigación se centra en el análisis de los sistemas educativos internacionales. En 2015 publicó el informe TALES junto con Enric Prats y Amèlia Tey y es coautora de diferentes artículos, entre los cuales destaca «La mejora de la formación inicial de maestras: el Programa MIF» (2015), «La formación inicial de docentes: enfoques contrapuestos «(2017) y «Actualidad del pensamiento de Giner: el clima moral y la educación en valores» (2018).
Ambos han participado en la publicación Reptes de l’educació a Catalunya. Anuari 2018 de la Fundació Jaume Bofill, específicamente en el capítulo 9 titulado «De la formació inicial a la professió docent: la inducció a la docència».
¿Qué importancia tiene la formación del profesorado para el bienestar y desarrollo de un país? ¿Pueden aportar evidencias que justifiquen su postura?
Más de la que nos imaginamos. De su formación personal, cultural, académica y profesional dependerá la formación de los futuros ingenieros, médicos, economistas… y de la ciudadanía. Son los que podrán corregir las desigualdades derivadas de los diferentes capitales culturales y sociales de las familias. Es fundamental formar al profesorado para que pueda preparar a las generaciones futuras del país. Más en concreto, la OCDE (2005) afirmaba que la calidad del profesorado es la variable escolar que más influye en el rendimiento del alumno y sabemos que también es la que más puede motivar en el alumnado el interés por aprender, por saber más, estimular su curiosidad y superación personal.
Muchos países han apostado por la educación como elemento clave para el crecimiento de su nación. Es el ejemplo de Singapur o Corea del Sur, países que hace pocos años tenían un alto índice de pobreza y de analfabetismo y que ahora son potencias mundiales; o el caso de Finlandia, donde invirtieron en educación y en la formación del profesorado para recuperarse de los estragos de la II Guerra Mundial. Tanto en Singapur como en Finlandia la figura del profesorado es muy respetada y valorada por la sociedad.
Por tanto, ¿cómo valoran la formación del profesorado en nuestro país, en relación con otros?
Necesita mejorar. No tanto para podernos comparar con otros países como para hacerlo mejor. La formación en nuestro país necesita mas conocimiento práctico y más contacto y presencia de nuestros estudiantes en los centros.
El nivel de formación de nuestro profesorado es perfectamente comparable y en ocasiones superior al de otros países. En los últimos años se ha consolidado la formación del profesorado de educación infantil y primaria al pasar de una diplomatura a un grado y se ha reconocido y organizado la formación del profesorado de educación secundaria y formación profesional como una titulación de máster.
Sin embargo, el modelo formativo todavía precisa mejoras sustanciales. Necesitamos intensificar la formación que se recibe en las universidades con la formación en los centros educativos, con la realidad de las aulas, las escuelas y las familias hoy.
La universidad debe incorporar a la actividad docente e investigadora de sus departamentos profesorado de reconocida experiencia o en activo en centros educativos que haga más permeable el modelo formativo a la realidad educativa.
Por último, no podemos olvidar que la calidad de la formación del profesorado también depende de la calidad académica y personal de los que quieren ser docentes. Por ello conviene que la profesión docente resulte atractiva para los mejores estudiantes de las diferentes modalidades de Bachillerato y grados superiores de Formación Profesional.
¿El coronavirus ha añadido nuevos desafíos?
Si alguna vez se ha considerado que una de las dimensiones del docente es su carácter conservador, conviene ahora combinarla con un carácter innovador, más disruptivo y dispuesto al cambio, abierto a lo nuevo.
La incertidumbre de nuestra sociedad se ha visto ampliada con la pandemia. La necesidad urgente de adaptarnos a lo nuevo y reinventarnos en la docencia, en nuestras metodologías y prioridades educativas es algo que no nos dejará.
Los buenos docentes están acostumbrados a reinventarse- cada curso tiene nuevas cabezas pensantes y actuantes ante ellos-, pero ahora esta debe ser una característica de todo docente. Nadie puede quedarse rezagado, ni un solo alumno y alumna, y tampoco ningún docente.
Es el momento de repensar la escuela con mayor énfasis que nunca. ¿Cuáles son las auténticas prioridades educativas: los aprendizajes que señala el currículum? ¿La atención al desarrollo de la personalidad de los alumnos y alumnas, el trabajo con las familias para tejer alianzas que favorezcan el trabajo de la escuela y del profesorado, la formación en competencias digitales y el desarrollo de pensamiento crítico en momentos de posverdad y de populismos? En función de estas prioridades deberían establecerse las de la formación del profesorado.
«Los buenos docentes están acostumbrados a reinventarse, pero ahora esta debe ser una característica de todo docente. Nadie puede quedarse rezagado, ni un solo alumno y alumna, y tampoco ningún docente».
¿Cómo podría mejorar la formación inicial del profesorado y su acceso a la docencia?
Hay muchos elementos que podrían incorporarse para mejorar la formación inicial y el acceso a la profesión, pero no todos funcionan en todos los sistemas por igual, sino que depende de las características de cada sistema/país.
La UNESCO (2006) publicó un informe en el que destacaba 4 elementos esenciales para que los programas de preparación del profesorado fuesen más efectivos. Estos eran: altos estándares de entrada, fuerte componente pedagógico en los programas de formación, así como un contenido sólido de la materia y, por último, disponer de experiencias clínicas supervisadas en la formación inicial que estuviesen planificadas y conectadas con la teoría. Asimismo, la Comisión Europea en 2010 señaló otros elementos como condicionantes mínimos para asegurar el éxito de los programas de inducción: apoyo financiero para aplicar las medidas de apoyo al profesorado, una definición clara de los roles y responsabilidades, cooperación entre las diferentes fases y participantes del sistema, un entorno que favorezca el desarrollo profesional mutuo y colaborativo y disponer de profesionales implicados y competentes.
¿Qué es la inducción del profesorado novel y cómo se puede enfocar?
Existe un consenso generalizado en la definición de inducción, entendido como un programa de soporte al profesorado novel, de iniciación real en la docencia. Pero tanto, las definiciones oficiales como las formas que puede tomar y las maneras de organizarla pueden variar mucho.
La inducción, en algunos países, se dirige a los nuevos docentes que han finalizado la formación inicial, han obtenido la titulación correspondiente y también la correspondiente licencia o permiso para enseñar. En otros, la inducción está dirigida al nuevo profesorado que tiene la titulación requerida pero todavía no tiene una licencia para enseñar; en estos casos, se consideran candidatos «en prácticas» o «aprendices», y la fase de inducción puede acabar con una evaluación formal de sus habilidades docentes y una decisión sobre su entrada a la profesión. Hay países donde la inducción se dirige al profesorado que todavía no están cualificado y que no tiene licencia para enseñar; en estos casos, la división entre la formación inicial y la inducción es borrosa (Comisión Europea, 2010).
Nuestra posición es a favor de una iniciación a la docencia posterior a la titulación, con fines de evaluación formativa y acreditación docente para el ejercicio de la profesión.
¿Qué requisitos deberían cumplir los programas de formación continua para docentes?
Que formen parte de un programa de formación y desarrollo profesional de centro, y que respondan a un compromiso de centro sobre las necesidades formativas de sus docentes: formación en centro.
Obviamente deben existir también ofertas formativas a título personal sobre temas emergentes o de actualización de conocimientos, gamificación, neurociencia, psicología de la personalidad, educación democrática en valores… en los que docentes de un centro compartan experiencias y espacios formativos con docentes de otros centros.
La interacción entre docentes y el intercambio de experiencias, inquietudes y oportunidades pedagógicas es fundamental y se produce con mayor facilidad en las actividades de formación fuera del centro, pero la formación en centro genera pertenencia, fortalece proyectos educativos compartidos, favorece el liderazgo distribuido y la confianza activa de equipo. En cualquier caso, la dedicación a la formación continua debe ser contemplada como actividad laboral y en horarios que permitan conciliación personal y familiar.
¿Qué países son referentes en formación inicial del profesorado y por qué?
Hay muchos países con elementos e iniciativas que son muy interesantes de analizar, pero a nivel global destacaríamos Finlandia. Este país ha creado un sistema que conecta los diferentes elementos que lo componen, con la finalidad de reducir la brecha existente entre la teoría (lo que el docente aprende en la universidad) y la práctica (lo que se encuentra en la realidad escolar). Otro modelo de referencia europeo sería Alemania: aparte de una formación inicial de 5 años (3 de grado y 2 de máster), han implementado un año y medio (3 semestres) de programa de inducción. Este incorpora elementos de desarrollo personal, profesional y social, y enfatiza el seguimiento y la formación del profesorado novel durante los primeros años de ejercicio, así como la evaluación del proceso.
¿Cómo podría un centro educativo o formativo mejorar la formación de su profesorado?
Estableciendo acuerdos de cooperación para desarrollar proyectos de innovación e investigación en centros en colaboración con las universidades; fomentando doctorados en programas de desarrollo e innovación en centros educativos en los que participen estudiantes becarios de doctorado y profesorado de los centros educativos semejantes a los «doctorados industriales».
En estos momentos de incertidumbre ¿qué priorizarían en la formación del profesorado?
Después de lo sucedido, el profesorado necesita en primer lugar más formación para poder llevar a cabo de manera eficiente las clases virtuales; pero no solo formación, sino también recursos. Las escuelas se han visto sin una plataforma adecuada. Pasar de una docencia presencial a una virtual es un cambio considerable no sólo para el profesorado sino también para el alumnado. La relación y la comunicación con el profesorado ha cambiado, así como la manera de trabajar con sus iguales. Y, en segundo lugar, esmerar sus competencias para el trabajo con familias y el acompañamiento personal de sus alumnos y alumnas.
¿Es suficiente la formación disciplinar- en contenidos de aprendizaje y conocimientos – y la formación en competencias profesionales docentes de nuestro profesorado?
Podemos sintetizar nuestra respuesta diciendo que necesitamos maestros y maestras que sean más profesores y profesoras y profesoras y profesores que sean mas maestros y maestras. En el profesorado de Educación Infantil y Primaria falta más formación en contenidos disciplinares y en el de secundaria más formación profesional para ser docente.
Bibliografía utilizada
- Comisión Europea (2010). Developing coherent and system-wide induction programmes for beginning teachers: a handbook for policymakers. Staff Working Document SEC (2010), 538 final.
- Cooper, J.m. i Alvarado, A. (2006). «Preparation, recruitment, andretention of teachers». Education policy series, UNESCO. Recuperado de: http://www.unesco.org/iiep.
- OCDE (2005). Attracting, Developing and Retaining Effective Teachers – Overview: Teachers Matter.
Fuente e Imagen: https://www.educaweb.com/noticia/2020/07/01/entrevista-miquel-martinez-ana-marin-19251/