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La educación en 2030

27 de octubre de 2016/

¿Cómo será la escuela dentro de 14 años? Expertos de más de cien países han llegado a sus conclusiones: no habrá cursos separados por edades ni exámenes… No solo se generalizarán las herramientas tecnológicas, el concepto mismo de pedagogía cambiará… Por Carlos Manuel Sánchez

Usted piensa que un niño pequeño es un nativo digital, pero en realidad es un mutante. No se alarme, solo tiene que actualizar su información sobre la criatura, que nació con un smartphone bajo el brazo. Es un posmillennial, pertenece a la generación que vino interconectada a este mundo desde 2006 en adelante. En Estados Unidos los llaman homies, por Homeland Security, el Departamento de Seguridad Nacional creado a raíz de los atentados del 11-S. Y es que sus existencias están marcadas por la incertidumbre. El 65 por ciento de los alumnos de Primaria desempeñará trabajos que aún no se han inventado, los que dejen los robots. Así que ‘resetee’… Si es usted padre, está criando a un ‘iNiñ@’.

¿Cómo educar a esta generación?

El reto es inmenso. Porque es una generación que transformará el modelo de escuela que ha estado vigente en los últimos tres siglos. Un modelo de profesores y alumnos con roles jerárquicos bien definidos; aulas con pizarra y pupitres; exámenes, deberes… Es una generación de early adopters -los primeros en catar una novedad- que marcará el camino a las siguientes. Ellos no lo saben, pero son conejillos de Indias. Unos pioneros autodidactas, que se manejan simultáneamente con tres y cuatro pantallas, que están acostumbrados a consultar tutoriales en YouTube, a leer en tabletas, a documentar su vida en las redes sociales… Es su entrenamiento básico. Y viene de ‘fábrica’.

Afinar y adaptar

Las experiencias educativas que se generalizarán a finales de la próxima década se están ensayando ahora. Las herramientas tecnológicas ya están inventadas, a falta de afinarlas y adaptarlas. Pero no es solo la tecnología la que marca el camino. Es el concepto mismo de pedagogía el que se está redefiniendo. ¿Cómo será un día de clase en el curso 2029-2030? Trasladémonos con la imaginación a un colegio del futuro. Un colegio inspirado en las últimas predicciones de WISE, la cumbre mundial de la innovación educativa que reúne cada año a miles de expertos. La iniciativa WISE, es un think tank del que forman parte 20.000 sabios de 149 países. Entre ellos hay figuras de la talla de Sir Ken Robinson, el lingüista Noam Chomsky o el profesor Sugatra Mitra. Las dos últimas citas han tratado sobre la enseñanza en el año 2030.

El profesor no repartirá suspensos ni sobresalientes. Ya no será su misión. No existirán las notas porque no habrán asignaturas

Viajemos, pues, hasta allí. Adelantemos el reloj y pongámonos en la piel de un estudiante de doce años en 2030, esa edad marcaría hoy en España el inicio de la Secundaria y probablemente el traslado, con frecuencia penoso, de una escuela a un instituto, pero debemos romper unos cuantos esquemas mentales muy arraigados. Ya no existirán los cursos clasificados por edades. No pasarás de sexto de Primaria a primero de la ESO, previo ‘peaje’ obligatorio por unos exámenes que hay que aprobar e incluso una temible reválida en la que te juegas tu futuro en unas horas. Ya no repites curso si suspendes, ya que nadie suspende. El profesor no reparte calabazas o sobresalientes, porque no es su misión. El fracaso escolar ha desaparecido debido a que nos hemos replanteado el significado profundo de lo que significa valorar, y el sistema ya no se basa en la administración más o menos justa de premios y castigos, donde el 5 es la frontera entre seguir adelante o quedarte estancado. No existen las notas tal y como las entendemos hoy porque, ¡vaya!, no hay asignaturas.

El Aula invertida

¿Da vértigo? Pues solo es el principio. Pensemos en nuestro estudiante. Imaginemos que es miércoles y que toca ir a clase. Lunes y martes no fue, no porque hiciera novillos; la asistencia diaria, en jornada partida o intensiva, ya no es la norma. El aprendizaje es semipresencial, gracias al modelo de flipped classroom (aula invertida). Se trabaja mucho desde casa, conectado a las redes y orientado por el profesor. La documentación, los tutoriales, las lecturas previas…

La asistencia a clase no será la norma. El colegio y el hogar estarán más conectados que nunca. Padres y alumnos verán las clases en ‘streaming’

El calendario es personalizado; el horario, flexible, y se adapta a los diferentes grupos en los que trabaja nuestro alumno, grupos en los que se mezclan las edades y que colaboran en proyectos. Así que olvídese del rutinario madrugón de lunes a viernes, el día lectivo dividido en lecciones. ‘Mates’ a las 9, Ciencias a las 10, bocata en el recreo… El día es fluido. El aprendizaje es 24/7. las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Las clases duran lo que duran las reuniones de trabajo del grupo.

El colegio, arquitectónicamente, no se parece a un colegio. Lo que Richard Gerver -uno de los más influyentes educadores actuales- llama la «escuela prisión», donde todas las aulas son parecidas, con parecido mobiliario, un patio, ‘inquilinos’ con uniformes, tareas rutinarias y previsibles, profesores que pasan más tiempo vigilando que enseñando…, pasó a la historia.
Fue un modelo que sirvió para adiestrar a los operarios manuales de las fábricas, donde la creatividad no tiene hueco, pero la primera Revolución Industrial fue en el siglo XVIII y ahora estamos estrenando la tercera, la de la inteligencia, como la bautizó el economista Jeremy Rifkin. Una revolución digital que precisa otros entornos. La escuela se parece a un espacio de coworking, esas oficinas compartidas, diáfanas, con salas de reuniones, taller, cocina, wifi… Sí, hubo que tirar unos cuantos tabiques para remodelar miles de centros. Nada grave.
Nuestro alumno va en ocasiones con sus padres al colegio. No solo para entrevistarse con el tutor, sino para trabajar con su hijo y aprender juntos. La enseñanza no es un proceso vertical donde un señor ilustrado suelta su discurso y un público despistado o atento toma apuntes o escucha pasivamente. Se trata de aprender a aprender. Además, hogar y colegio están más vinculados que nunca gracias al Internet de las cosas. Pizarras holográficas y materiales reactivos son habituales, incluso es normal que los padres presencien algunas clases en streaming desde el móvil o el ordenador.

Modelo Vitra. Esta escuela sueca ha sido diseñada para priorizar el desarrollo de métodos de aprendizaje que promuevan la interacción. Kim Wendt / Rosan Bosch Studio

En las etapas tempranas, cuando nuestro protagonista era un infante que aprendía a leer, escribir y otras competencias básicas, una pulsera cuantificadora o un reloj inteligente formaban parte de su vestuario. Controlaba sus constantes vitales e informaba de si estaba agotado, nervioso, concentrado… o incluso si se estaba peleando. Algunos días llevaba una diadema cerebral, capaz de detectar las ondas gamma (presentes cuando hay gran actividad neuronal) y delta (si se quedaba traspuesto). Asimismo, las mediciones biométricas de la retina informaban de si tenía dificultades en la lectura de un texto y permitieron la detección y el tratamiento temprano de algunos problemas de aprendizaje, como la dislexia. Todos los parámetros físicos y emocionales se tenían en cuenta. el pulso, el sudor, la expresión de los músculos faciales… Y la ‘seño’ cambiaba una lección sobre la marcha o la personalizaba, dependiendo de la información que fuese capaz de asimilar ese día, guiándose por su experiencia y por un asistente digital que funciona con algoritmos.

Tecnología de vestir

Pero ya se ha hecho mayor. Sigue llevando la pulsera, más que nada por costumbre, aunque la verdad es que no le presta demasiada atención, excepto cuando hace deporte y compara sus marcas con las de sus amigos. Entre la tecnología que ‘viste’ lleva ahora una microcámara, tipo Narrative Clip, prendida en el pecho, que hace fotos cada 30 segundos y las sube a los servidores del colegio. Se pusieron de moda para evitar el acoso escolar.

Una diadema cerebral medirá si el alumno tiene problemas de lectura

Pero a él le sirve para ayudarlo a documentar las reuniones.
El grupo de nuestro chaval trabaja en una maqueta interactiva y a gran escala de la Alhambra. [Lo que sigue está basado en un trabajo real de los alumnos del CEIP Federico García Lorca de Güevéjar, Granada, coordinados por su tutor Diego García, y presentado en el último Salón de Tecnología para la Enseñanza]. Y combina tecnología 3D, realidad aumentada y robótica, con un toque de cultura maker (la filosofía de aprender a través de la experiencia) que convierte a los niños en diseñadores de sus propias creaciones.

Los padres verán cómo sus hijos estudian ‘código’ el nuevo idioma universal. Los alumnos ya no memoriza conocimiento, los asimilan y los reciclan

Nuestro alumno tiene nociones de programación en código abierto a nivel de usuario con Arduino y Scratch, e incluso ha aprendido a generar códigos QR, esos sellos de barras de los carteles que permiten enlazar la información mediante un smartphone. Los papás que estudiaron latín ven cómo sus hijos estudian código, el nuevo idioma universal, que a diferencia del latín es una lengua viva.

gafas playstation

Las gafas de realidad virtual -como las PlayStation VR (PSVR) de la imagen- ya se emplean para educar

Sin tiempo para aburrirse

Así que nuestro pequeño investigador ha buscado información sobre la arquitectura de la Alhambra y las costumbres en la época nazarí. No, esto no tiene nada que ver con un ‘cortapega’ de Wikipedia para plagiar deberes. Porque no solo ha recopilado lo más interesante sobre las matemáticas de los árabes, la astronomía, el uso del agua, la historia y todo lo que ha despertado su curiosidad. Ha actualizado el día a día del proyecto en un videoblog. Ha buscado planos para confeccionar la maqueta y los ha calcado en papel continuo sobre una pizarra táctil. Ha trabajado con diferentes dispositivos electrónicos y ha desarrollado aplicaciones para móviles. Ha grabado y editado una presentación final de vídeo. Ha manejado una impresora 3D y hoy toca ensayar una presentación ante una ronda de supuestos inversores -otros grupos de la clase-, como si de una start-up se tratase en la que sus compañeros son sus socios. Y, lo más importante, para llegar hasta aquí se ha ejercitado en el trabajo en equipo, en sus habilidades sociales y de organización, en la resolución de conflictos, en la presentación de un producto… Lo lleva haciendo desde muy pequeño y es lo que le prepara para la vida. No memoriza conocimientos; los asimila, los asocia, los usa y los recicla.

La firma de arquitectos Fielding Nair International está revolucionando el diseño de colegios con sus espacios educativos flexibles

Nuestro estudiante nunca tendrá tiempo de aburrirse. Los cascos de realidad virtual, que permiten la inmersión en un escenario envolvente y tridimensional, serán tan corrientes como lo son hoy los estuches de lápices. Ya hay decenas de aplicaciones para Oculus Rift que permiten a los niños, por ejemplo, ponerse en la piel de los astronautas del Apolo 11, aprendiendo de paso el contexto político que permitió al hombre pisar la Luna; o saltar a la arena con los gladiadores del Coliseo para estudiar el Imperio romano. El factor precio será decisivo. Google lo ha entendido así y apuesta por el low cost -unas lentes montadas sobre gafas de cartón que se acoplan al móvil-, sabiendo que su potencial pedagógico está en aplicaciones como Expeditions, que permite realizar excursiones desde la Antártida a la Muralla China.

Premios y calificaciones

Cómo calificaremos a los estudiantes? Vale la pena premiar a los resolutivos y castigar a los que se dejaron llevar por el esfuerzo de los demás? La vida -léase las empresas, o la capacidad para emprender proyectos por cuenta propia- pondrá a cada uno en su lugar, no es así? Es un asunto controvertido en el que los expertos no se ponen de acuerdo. Sí que hay cierto consenso en que diremos adiós al clásico boletín de notas, sustituido por tres métodos de valoración. Uno, en las etapas básicas, será el seguimiento diario del alumno con un sistema híbrido entre las observaciones de sus profesores y los datos que aportarán en tiempo real los gadgets inteligentes. Y que serán procesados con Inteligencia Artificial para diagnosticar necesidades y potencialidades, así como el nivel de madurez.

Los libros de texto estarán jubilados, pero no el buen profesor

El segundo, cuando el alumno haya elegido sus intereses profesionales y empiece con su itinerario académico personalizado, será el currículum. Uno estándar europeo, automatizado y accesible en la nube a petición de posibles empleadores. Y en el que también será importante la reputación, basada en las críticas y comentarios de profesores y compañeros. Un currículum, por tanto, que se asemeja a un perfil de LinkedIn. Pero no importarán tanto las titulaciones como lo que uno sepa hacer y, sobre todo, lo ágil que sea para aprender nuevas tareas.

El tercero serán los test internacionales, tipo Pisa. Las grandes editoriales, como Pearson, tienen mucho interés en que estas pruebas sigan existiendo, pues han diversificado su negocio ante la jubilación anunciada de la gallina de los huevos de oro. los libros de texto. El que nunca debería jubilarse es el buen profesor, aunque ya no tanto en el papel de transmisor del saber, sino de orientador. un amigo de confianza que contagia curiosidad, filtra lo útil y selecciona fuentes fiables con espíritu crítico.


EVOLUCIÓN: DE LA TABLILLA A LA REALIDAD AUMENTADA

Tecnología primitiva en las aulas

1650
La tablilla
Para aprender a leer y contar se usaban pequeñas tablas de madera (llamadas hornbooks) con abecedarios y números impresos, así como versos sencillos. Muy populares en Inglaterra durante la época colonial, en España se prefería el uso de los silabarios.

1870
La linterna mágica
Predecesora de las máquinas de diapositivas. Proyectaba imágenes coloreadas y dibujos en placas de vidrio. Algunos atribuyen su uso como recurso educativo al sacerdote alemán Kircher, que pudo haberla utilizado en un centro de los jesuitas en Roma.

1890
La pizarra
A un profesor escocés se le ocurrió colgar en la pared la pizarrilla individual de un alumno y estrenaba así el icono más universal de la escuela. un rectángulo de madera pintada de negro o verde oscuro, tiza y borrador. Los lápices de grafito se generalizaron a principios del XX.

1920
La radio
Las emisiones radiadas facilitaron la educación a distancia. En España, la colaboración entre la UNED y Radio 3 permitió la difusión de lecciones universitarias desde los años ochenta. Hoy, los podcasts permiten las emisiones a la carta.

1930
Proyector y boli
Al proyector de transparencias le siguió el bolígrafo, inventado por Ladislao Biro y bautizado ‘pluma esferográfica’, porque una bolita en la punta distribuye y seca la tinta, sin los manchurrones de la estilográfica. El francés Marcel Bich diseña en los cincuenta el popular Bic, la solución low cost.

1972
Scantron
El reconocimiento de marcas en los documentos mediante un escáner óptico que desarrolla la compañía Scantron facilitó a los profesores la corrección rápida de exámenes tipo test, que se popularizan desde entonces. IBM había probado antes con tarjetas perforadas.

La era del ordenador

1981
El ordenador personal
La informática se democratiza en los años ochenta con el PC, que fue la respuesta de IBM al éxito del Apple II. El ordenador portátil irrumpe en los noventa gracias al sistema operativo Windows 95.

1985
La calculadora
La marca japonesa Casio populariza la calculadora científica, aunque hubo cierta resistencia inicial a su uso educativo por miedo a que decayeran las destrezas aritméticas. El CD-ROM llega por las mismas fechas. Un solo disco almacenaba toda una enciclopedia.

1996
Internet
Internet deja de ser una herramienta de académicos e ingenieros de la NASA para convertirse en una red global con los primeros navegadores, pero el gran hito que convierte el conocimiento en un bien accesible es Google, que, en 1998, con su algoritmo, facilita las búsquedas.

1999
La pizarra interactiva
Las pizarras que permiten combinar notas manuscritas con tecnología inauguran la era de los materiales que posibilitan la interactividad. Las pantallas táctiles y los materiales reactivos añadirán la ventaja del uso intuitivo.

2007-2010
Móvil y tableta
El smartphone y el iPad convierten la tecnología en un elemento más de nuestros cuerpos. Van con nosotros a todas partes. En el colegio se libra una batalla entre prohibir el móvil o apostar por sus usos educativos. Ya hay miles de aplicaciones para estudiantes.


Tecnología docente del futuro

2016-2030
Biometría
Las mediciones biométricas, que estaban enfocadas a la creación de contraseñas, como el escáner de retina, saltan a la enseñanza. Se puede extraer información sobre cómo asimilan los niños un texto por datos como las constantes vitales que proporciona una pulsera, las reacciones del ojo…

2016-2030
Realidad aumentada
Visión, experiencia e información se solaparán gracias a bases de datos accesibles en tiempo real, con contenidos relevantes sobre cualquier objeto, lugar o persona que miremos con nuestras gafas de realidad aumentada o que encuadremos con la pantalla del móvil.

2016-2030
Realidad virtual
Las posibilidades didácticas de los cascos de realidad virtual, que permiten la inmersión en un entorno envolvente, harán que la educación se transforme en una experiencia cuasi real. No es lo mismo memorizar la lista de los reyes godos que meterse en la piel de don Rodrigo.

Fuente: http://www.xlsemanal.com/actualidad/20161017/la-educacion-2030.html

Imagen: blogs.sonymobile.com/es/files/2012/12/synergynet.jpg

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España: Educación aumenta los profesores y la inversión contra el fracaso escolar

Publicado Originalmente desde: El Levante Valenciano

La Conselleria de Educación, Investigación, Cultura y Deporte va a destinar más de 65 millones y un total de 1.627 docentes –400 más que el curso pasado– a diversos programas para la mejorar el rendimiento escolar del alumnado valenciano, informa este departamento del Ejecutivo autonómico.

La administración ha publicado las resoluciones por las que autoriza a un total de 229 centros de Secundaria sostenidos con fondos públicos a poner en marcha los Programas de Aula Compartida (PAC), Plan de Actuación para la Mejora (PAM), Programa de Refuerzo para 4º de ESO (PR4) y de Mejora del Aprendizaje y del Rendimiento (PMAR), durante este curso 2016-2017.

Se trata de los programas puestos en marcha por la Conselleria para mejorar el rendimiento del alumnado valenciano y combatir y reducir el fracaso escolar en la enseñanza Primaria y Secundaria valenciana.

Para ello, Educación tiene prevista una dotación de recursos a los centros sostenidos con fondos públicos que se traduce en una inversión de más de 65 millones de euros, ya que incluye que se destinen más de 1.600 docentes para llevarlos a cabo, de los cuales 456 trabajarán en Educación Primaria, y 727 en Educación Secundaria. En total, 427 docentes más que el curso pasado, detallan.

El conseller de Educación, Vicent Marzà, ha explicado que «este esfuerzo inversor se enmarca dentro de las líneas de trabajo que hemos marcado como las prioridades para este curso 2016-2017, que con el nombre de ‘Escola pública, garantia de qualitat: igualtat, innovació, implicació’ dan un nuevo impulso para garantizar la calidad de la educación valenciana». «Es, por tanto, una muestra más de la gestión eficiente de recursos públicos por parte del gobierno del Botánico», ha aseverado.

El Programa de Mejora del Aprendizaje y el Rendimiento (PMAR) tiene como objeto de actuación el alumnado tanto de Educación Primaria como Educación Secundaria. Lo llevarán a cabo 444 docentes y la Conselleria ha autorizado la puesta en marcha de este programa de mejora del aprendizaje y del rendimiento en un total de 200 centros, de los cuales 59 concertados y 141 públicos, pertenecientes 102 a Valencia, 79 a Alicante y 19 a Castellón.

Se trata de otra de las medidas extraordinarias de atención a la diversidad y otorga a los centros autonomía para adoptar las medidas más adecuadas a las características de su alumnado y que permitan el mejor aprovechamiento de los recursos que disponga.

Por su parte, el Programa de Refuerzo para 4º de ESO (PR4) es específico de atención a la diversidad para facilitar el éxito escolar y la obtención del título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria a la totalidad del alumnado de los centros sostenidos con fondos públicos que imparten este nivel educativo. Con el PR4 se garantiza la continuidad de mejora del aprendizaje y del rendimiento escolar del PMAR de 3º de ESO. Se trata de ayudar a los alumnos de 4º con dificultades para que continúen con el apoyo que se daba en el curso anterior. A este programa se destinarán 142 docentes.

Reducir el abandono escolar
El Plan de Actuación para la Mejora (PAM) tiene como objetivo potenciar el desarrollo personal, intelectual, social y emocional del alumnado para reducir las tasas de abandono escolar prematuro, así como proporcionar atención educativa para compensar desigualdades en la educación, desde una perspectiva inclusiva. Este plan se destina a los centros sostenidos con fondos públicos de Infantil, Primaria, Secundaria, Educación Especial, FPB y Formación de Personas Adultas. A este programa se destinarán 1.015 docentes, 456 para los centros de Infantil y Primaria y 559 para el resto de etapas.

Por lo que respecta a la Programa de Aula Compartida (PAC) tiene como finalidad optimizar el desarrollo personal, intelectual, social y emocional del alumnado que presenta dificultades de adaptación en el entorno escolar y educativo, conductas disruptivas, riesgo de exclusión social, tendencia al abandono y al absentismo escolar, o escasas expectativas de obtener el título de Graduado en ESO de manera ordinaria. El programa establece un entorno alternativo de cooperación entre uno o más centros docentes y otras entidades, públicas o privadas. A este programa se destinarán 26 docentes.

El número total de centros autorizados para realizar el PAC asciende a 29, de los cuales 4 pertenecen a la provincia de Alicante, 2 a la de Castellón y 23 a la provincia de Valencia. Además, los centros públicos recibirán profesorado adicional para el desarrollo del programa y los centros concertados utilizarán los recursos asignados a su programa de compensación educativa y sus propios recursos.

Imagen: http://www.publico.es/files/article_main/uploads/2016/06/19/57666ac5d2d9a.jpg

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Educación pública y gratuita como garante del derecho a la educación

Por. Enrique Javier Díez 

Una enseñanza pública y gratuita es condición necesaria para que la educación siga siendo un derecho garantizado por la comunidad social, a través de su financiación pública, y no se convierta en una “oportunidad” o una “inversión” particular de quienes puedan pagársela, con vistas a conseguir una posible ventaja competitiva en su futuro laboral, como pretende el modelo neoliberal.

Garantizar un derecho

El DERECHO UNIVERSAL (con mayúsculas) a la educación tiene que garantizarse para todos y todas por igual. Ello requiere un servicio educativo público (de titularidad y gestión pública) que sea gratuito en todas las etapas y en sentido pleno, es decir, que incluya también el acceso y los materiales didácticos que profesorado y alumnado necesiten para su proceso de aprendizaje.

El derecho a la educación debe entenderse también como derecho de todo el alumnado a aprender con éxito, al margen de su origen o condiciones socioeconómicas, culturales o de índole personal. Se trata de no trasladar el modelo de competitividad y lucha darwinista económica y social a la escuela. No podemos tolerar que el sistema educativo, por falta de recursos y medios suficientes, permita que solo algunos tengan éxito y puedan acceder a todos los niveles educativos, mientras otros fracasan y quedan excluidos de las distintas posibilidades formativas actualmente existentes, o segregados en itinerarios de menor nivel, destinados a vías sociales y laborales de segundo orden. El fracaso escolar acaba siendo la plasmación del “fracaso social” en una sociedad que sigue sin considerar la educación como una prioridad irrenunciable para garantizar el derecho de todos y todas a una educación de calidad en condiciones de igualdad. Y la única posibilidad real para asegurarlo es un sistema educativo público y gratuito.

Competir por un bien de consumo

Sin embargo, las políticas educativas neoliberales y conservadoras tratan de destruir la concepción de la educación como un derecho social fundamental que ha de ser protegido por el Estado. Bajo este enfoque lo que se persigue, de hecho, es separar progresivamente la educación de la esfera pública, regida por la autoridad política, para confiarla al mercado. En el mercado, cada cual, tanto ofertante como demandante, teóricamente se regula por su cuenta, en función de su fuerza y sus posibilidades. La educación pasa así a ser un elemento de consumo individual, variable según el mérito y la capacidad de los consumidores y las consumidoras. Pasa así del ámbito prioritario de los valores culturales y educativos a la lógica urgente del valor económico.

Este replanteamiento se asienta sobre una suposición básica: la educación, como cualquier otro producto que se compra y vende, es una mercancía con la que aseguramos que determinados niños y las niñas (en algunos casos de nuestra propia familia o grupo) tengan la mejor posibilidad de salir adelante en la lucha despiadada y competitiva de cada uno contra todos en el sistema de darwinismo social del mercado. Y a “los míos” trato de conseguirles las mejores “oportunidades” para que puedan competir en las mejores condiciones.

De esta forma, lejos de ser un derecho del que gozan todas las personas, dada su condición de ciudadanas, la educación se concibe como una “oportunidad” que quien tiene recursos le ofrece a los suyos, en la esfera de un mercado regulado por la oferta y la demanda (el mercado escolar). La ciudadanía, más preocupada por lograr mayores cotas de justicia social e igualdad de oportunidades, queda desplazada por los consumidores y consumidoras para quienes rigen las leyes del mercado: seleccionar las mejores posibilidades y competir para triunfar con ellas.

Pelear por las migajas

Este enfoque no considera que debamos invertir más en educación, sino que justifica incluso la conveniencia de recortar el gasto en educación, dado que hay otros campos, igual o más prioritarios (pagar los intereses de la deuda generada por el rescate bancario, gastos militares, etc.). Sostiene que se trata de gastarlo de forma “eficaz y eficiente”. Lo cual presupone que no se hace así actualmente y que, efectivamente, saben cómo hacerlo eficazmente (ejemplo de ello debe ser el modelo de gestión financiera, abanderado por este modelo neoliberal, que ha provocado una de las mayores crisis del planeta).

Aparecen así ciertos teóricos de la educación hablando de “reducir” el gasto con la excusa de la crisis. Buscando delimitar qué debe ser gratuito y qué no, incluso en el período de educación obligatoria; o proponiendo aumentar todavía más el coste de los estudios de educación superior, argumentando que así se podrá invertir más en las etapas iniciales. Avalan incluso seguir recortando profesorado manteniendo clases masivas (a no ser que “se demuestre” que esto tiene efectos sobre la educación, lo cual sitúa la carga de la prueba a la inversa); o piden eliminar la jubilación a los 60, con la retórica de “aprovechar el conocimiento y la experiencia de docentes más mayores”. Estos “expertos” no solo parecen pretender gestionar la miseria, sino que acaban justificando el brutal “recorte” educativo que ha tenido la educación en nuestro país.

España destina entre 1.335 y 2.670 euros menos por alumno y año, según los datos de 2013; y los recortes han seguido después. El último informe de la OCDE sobre educación afirma que “el gasto español en educación está por debajo de la media de la OCDE”. Nos sitúa en el puesto 25 de los 35 países de la OCDE, por detrás de Francia, USA, Alemania, Finlandia, Reino Unido, Italia, Portugal, Corea del Sur, etc. Analiza que la inversión en educación es solo de un 8% del gasto público total, frente al 11% de media de la mayoría de los países. Es más, si se mide en términos de Producto Interior Bruto (PIB), hemos pasado del 5% a solo el 4,3% (7.000 millones menos) frente a un 6,2% de media europea. Y lo peor es que el Gobierno de Mariano Rajoy se ha comprometido con la Troika a que no pase del 3,9% del PIB en 2017. Por el contrario, hasta este informe de un organismo internacional económico de corte neoliberal, asegura que “una educación de calidad necesita una financiación sostenible”.

¿Podemos pagar el precio de la gratuidad?

Como dice el que fuera durante veinte años Rector de la Universidad de Harvard, Derek C. Bok, “si usted cree que la educación es cara, pruebe con la ignorancia”. Ya expresaba esta convicción de forma contundente el famoso dramaturgo Víctor Hugo afirmando: “Cada vez que se abre una escuela se cierra una cárcel”.

Por eso, aparte de la derogación de la LOMCE, que es la consagración normativa de los recortes educativos de este modelo neoliberal, urge revertir todos los recortes y llegar a un pacto estable de inversión educativa que nos sitúe en la senda de alcanzar a medio plazo el 7% del PIB. Es necesario blindar constitucionalmente una financiación adecuada al sistema educativo y no solo por razones de igualdad de oportunidades, de equidad y justicia social, que serían suficientes, pues el alumnado de familias con estudios básicos tienen cinco veces más posibilidades de dejar pronto la escuela. También porque es lo más rentable que puede hacer una sociedad. El Nobel de Economía James Heckman decía que por cada euro invertido por niña/o el rendimiento es de entre el 7 y el 10% anual a lo largo de su vida. Es decir, que cada euro invertido en educación inicial revierte en ocho euros del producto social en las etapas posteriores, una rentabilidad mucho mayor que la de los fondos de inversión, añadía irónicamente.

Blindar constitucionalmente la financiación necesaria

Para ello hay que constitucionalizar la aplicación del porcentaje del PIB destinado al Sistema Educativo, Universitario e Investigador como suelo de financiación en la Constitución, de tal forma que anualmente no se pueda dedicar menos de ese PIB. Claro que para esto necesitamos creernos realmente y poner en práctica las declaraciones que hacemos sobre la “educación como un tesoro”, que pronunciaba el expresidente de la Unión Europea Jacques Delors, y dar prioridad a la inversión en educación. ¿De dónde? Algunas propuestas económicas inmediatamente realizables serían: detraer al menos un 25% de la financiación de gastos militares (5.843,25 millones); dejar de financiar a la jerarquía católica, suprimiendo sus beneficios fiscales y de exención del IBI de sus edificios (11.000 millones); aumentar el impuesto de sociedades al 35% a multinacionales que ganen más de un millón de euros al año (14.000 millones); declarar ilegítimo el pago abusivo de intereses de la deuda (100 millones diarios); suprimir los paraísos fiscales y el fraude fiscal, etc. Si se quiere, se puede.

Es imprescindible establecer además una Ley de Financiación del sistema educativo para garantizar las inversiones y los recursos necesarios al conjunto del servicio público educativo, desde la Educación Infantil hasta la Superior, en sus diferentes etapas y modalidades, evitando vaivenes y drásticos recortes presupuestarios con pretextos como la crisis, el control del déficit público, etc. La financiación educativa ha de ser suficiente, sostenida y equitativa garantizando que la gratuidad incluya la dotación a los centros públicos de enseñanza básica de los libros, recursos y materiales didácticos de uso libre (licencia creative commons) que deba utilizar el alumnado y el profesorado, así como la gratuidad de los servicios de comedor y transporte escolar. Lo cual se debe complementar con un sistema integral de becas, becas de residencia, becas-salario y ayudas al estudio.

La lucha por defender la educación pública de las garras del neoliberalismo y su filosofía de convertir todo lo público y común en negocio y beneficio para unos pocos es más necesaria que nunca. A quienes la defendemos nos mueve ante todo y sobre todo la convicción de que educarse y acceder al conocimiento es un derecho universal, que solo puede ser garantizado por un sistema educativo público y gratuito, desde la Educación Infantil hasta la Universidad. Recordemos además que incluso la Universidad es gratuita en trece países europeos. La gratuidad de los estudios universitarios no solo debe ser defendida porque nadie debe verse excluido del acceso a todos los niveles formativos, sino porque tener estudios universitarios permite que los hijos e hijas sufran menos “abandono y fracaso escolar” posterior, como así lo indica el informe anual elaborado por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa sobre indicadores de Educación 2016.

Si se quiere, insistimos, se puede.

Enrique Javier Díez Gutiérrez, Profesor de la Universidad de León y miembro del Foro de Sevilla. Loles Dolz, Catedrática de Secundaria y activista en defensa de la escuela pública.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/2016/09/29/educacion-publica-gratuita-garante-del-derecho-la-educacion/

Fotografía: youtube

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/educacion-publica-y-gratuita-como-garante-del-derecho-a-la-educacion/

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¿Quién fracasa cuando hay fracaso escolar?

Europa/España/Octubre 2016/Gimeno Sacristan/http://www.fracasoescolar.com/

El fracaso escolar existe. Sabemos qué variables están asociadas a él. También sabemos quienes son los que fracasan. Lo que no sabemos y no podemos aceptar es que el fracaso escolar es inevitable. El fracaso escolar es un producto resultante de la propia institucionalización de la educación En el sistema escolar es normal fracasar y la educación lo que tiene que hacer es evitar que las persones fracasen. Pero dejadas las cosas a su curso, el fracaso escolar es un producto lógico e inevitable del mismo sistema. De ahí que al hablar de las causas del fracaso escolar y, más tarde, pasar al terreno propositivo para abordar las vías de mejora, se comience por decodificar i deconstruir el aparato escolar, que es el que lo produce.

De poco sirve detectar, analizar y calibrar las variables asociadas al fracaso escolar, si después no aborda la intervención para eliminarlo. Por eso mi intención será centrarme en esta deconstrucción del sistema escolar porque es la única forma de encontrar causas más profundas que las que aluden a las variables de tipo personal, familiar, de contexto inmediato, etc.

Empezaré deconstruyendo los términos y expresiones más habituales en este territorio. El fracaso escolar se contrapone al éxito escolar. Parece una verdad de Perogrullo, pero éxito y fracaso son conceptos que aluden a realidades bastante asimétricas. Aunque a primera vista parecen contrapuestas en una especie de simetría conceptual.

El fracaso escolar es el fracaso académico. Se presenta como una especie de derrota del sujeto en las instituciones escolares, cuando en realidad es un fracaso académico. Un fracaso académico con graves consecuencias.

En la medida en que hemos reducido el derecho a la educación al derecho a la escolaridad, al fracasar en la escolaridad se fracasa en la realización del derecho a la educación. Al no cumplir los requisitos que plantea la concreta concepción actual de la escolaridad, algunos individuos fracasan i les queda cercenado el derecho a la educación.

Como, para mi, el derecho a la educación es un valor prioritario y ese bien es superior a las dificultades que en la escuela puede encontrar el estudiante, resulta que hay que desbordar el concepto de fracaso escolar o las instituciones que lo producen y que niegan el derecho a la educación. Especialmente en el ámbito de la educación obligatoria que es el territorio al cual me refiero en el discurso que estoy utilizando.

En este ámbito, el fracaso escolar es la negación al alumno a poder seguir beneficiándose del derecho a la educación. El éxito escolar tampoco es el éxito educativo. Lo que pasa es que el hecho de resolver las exigencias del sistema escolar produce la sensación del éxito educativo.

Quien crea que los “productos” que salen de nuestra institución escolar son los mejores, comete un error o le falta la visión transformadora que supone la educación. Planteado el problema en estos términos, el concepto de calidad como criterio de excelencia tiene traducciones muy distintas.

Porque la calidad como equivalente a “no fracaso” es diferente al concepto de cualidad valorable positivamente de la educación. Los buenos estudiantes no necesariamente representan los que han acumulado la buena educación.

Mientras que los malos estudiantes sí que representan la no educación porque el fracaso escolar les supone no poder beneficiarse de la continuación de la escolarización o estar escolarizados en malas condiciones. Seria interesante que nos atreviésemos a pensar que el orden escolar vigente no es el único posible. Y que, tener éxito en ese orden, no es necesariamente el éxito al que podríamos aspirar

 Desde este enfoque, hablar de las causas del fracaso escolar supone abordar las causas estructurales que lo producen, más allá de los análisis correlacionales de las variables de carácter psicopedagógico que normalmente se usan en los estudios de este problema. Modificar las circunstancias y los parámetros escolares seria la forma de combatir el fracaso.

Más allá de terapias y de medidas de asistencia de índole psicopedagógica, abordar políticamente el problema del fracaso escolar lleva a la transformación de la escuela. Porque, en definitiva, el fracaso sería la manifestación de la incapacidad que la escuela tiene para acoger a los sujetos, que tienen infinidad de diferencias y desigualdades entre ellos.

La diversidad entre los que asisten a la escuela confrontada a los parámetros homogéneos con los cuales funciona es lo que produce la dispersión de rendimientos, la desigualdad de rendimientos.

Y la desigualdad de rendimientos la concebimos como fracaso escolar. Este fenómeno del fracaso escolar viene del hecho histórico y progresista de haber universalizado la escolarización. Porque cuanto más se universaliza, mas individuos y más variabilidades se incorporan a ella, más productos atípicos produce. Ya que se trata de una institución que no ha sido configurada históricamente y que no funciona para acoger esa diversidad.

El fracaso escolar es un desajuste entre las expectativas y las posibilidades reales que la institución ofrece. Un desajuste entre la variabilidad de los sujetos y la capacidad de la institución para acoger esa diversidad.

De ahí que no quepa alarmarse cuando en la ESO se produzca un alto nivel de no-éxito y de dificultades escolares, porque es la estricta consecuencia de haber acogido agentes para los cuales el sistema no estaba previsto en cuanto al tipo de cultura, exigencia, ritmo de aprendizaje, etc.

El juicio que el abordaje del fracaso escolar nos lleva a hacer sobre el sistema educativo es el juicio a un planteamiento que históricamente surgió para realizar un sentido elitista o selectivo de la educación y que posteriormente fue elevado a la categoría de modelo universal.

Ello nos lleva al dilema entre la exclusión o la transformación del sistema. Y en cualquier caso, aunque transformemos el sistema, siempre quedaran residuos de desajuste entre las diversidades de los sujetos y los parámetros con los que funciona la escuela.

Por esa razón en la actualidad ya se contemplan y proponen una serie de medidas correctoras que afectan al currículum, a la metodología, a la organización del centro y del mismo sistema escolar para atender a las diferencias de competencias, de intereses, de ritmo de aprendizaje, etc. que se detectan entre los escolares.

La historia de la práctica escolar muestra ejemplos de como continuamente se necesita adaptar los esquemas de funcionamiento escolar para poder lograr la diversificación en la oferta escolar de manera que sea más fácil la integración de la diversidad que entra en el sistema para que se produzcan los menos desajustes posibles. Dada la variedad de alumnado existente, cuanto más restringida sea la oferta, mayor posibilidad de exclusión ofrece.

La diversidad hay que atenderla desde la variedad de la oferta. No clasificando los diversos para introducirla en el casillero del sistema. Y este es el reto político, pedagógico y global que tenemos en este momento. Reto al que actualmente se le está ofreciendo un modelo alternativo en forma de ley, que veremos como queda.

Será un nuevo intento para abordar una de las causas del malestar docente, del malestar de los padres y de la sensación de fracaso de un sistema que no responde a los sujetos. Aunque a veces lo presentan como que son los sujetos que no parecen acomodarse al sistema. Desde una perspectiva de progreso, no se trata de buscar en que fallan los sujetos para tratar de acomodarlos a los parámetros existentes, sino en que fallan los parámetros existentes para no ajustarse a los sujetos.

El aparato escolar que tenemos es un producto, por una parte del nacimiento i del crecimiento de las burocracias i, por otra, de los planteamientos tayloristas del trabajo y de la organización escolar. Con estos planteamientos pedagógicos, las disonancias de los sujetos son inevitables. El término fracaso escolar es muy reciente. En nuestro país empieza a utilizarse en los años setenta, reflejando una preocupación relevante dentro de la ideología y la práctica pedagógica. Porque cuando se generaliza y se hace obligatoria ha de atender a personal más heterogéneo.

Las instituciones escolares y los profesores no han cambiado en sus prácticas y comportamientos en la medida en que han cambiado las personas que acceden al sistema. El juicio al fracaso escolar es un juicio al funcionamiento de la escuela. Y el fracaso escolar es una manifestación, un resultado, de la evaluación: hay fracaso escolar porque hay evaluación escolar. Antes de los setenta, en la escolaridad primaria, la obligatoria, no había exámenes.

Los maestros ponían las calificaciones a su albedrío, rigiéndose por sus personales apreciaciones. Después, con la reforma del ministro Ruiz Giménez, se estableció el planteamiento de la evaluación y el registro de los rendimientos en las cartillas escolares. Y con este planteamiento, aparece la presión evaluadora.

Una presión diagnóstica, de constatación del rendimiento. Cuanto más preocupación evaluadora haya, más detección de desviaciones se producen. La información que el sistema escolar ofrece al sistema social aumenta a medida que las prácticas de evaluación se establecen y generalizan y se certifican los resultados de las mismas. Porque, como decía Foucault, una cosa es evaluar y otra dejar constancia de la evaluación.

En la práctica diaria continuamente se hacen evaluaciones, pero dejar constancia por escrito de lo que se evalúa ocurre en pocos casos. En la inspección policial, en la práctica médica, en la pedagógica y en pocos campos más.

En el sistema escolar a partir de la segunda mitad del siglo XX (a España llega en los años setenta) se ha ido instaurando un esquema tecnocrático, por el cual la evaluación forma parte de forma más o menos explícita de la racionalidad pedagógica. Una racionalidad basada en la idea que una enseñanza correctamente planteada y desarrollada consiste en establecer lo que se pretende enseñar, ajustar las actividades que se hacen y el tiempo y los recursos a ese objetivo y constatar lo que se ha conseguido.

Es un esquema simple y normal en cualquiera de las actividades humanas, pero que elevado a nivel de categoría formal supone empobrecer los planteamientos pedagógicos. La mayoría de las finalidades educativas, las densas, las más valiosas, son finalidades a medio y largo plazo que no quedan reflejadas ni en el éxito ni en el fracaso escolar. La evaluación escolar se reduce a la toma en consideración de los resultados fácilmente constatables, ya que se sigue el criterio que lo constatable, lo registrable y lo plasmable en un expediente es lo que cuenta. Aunque se sepa que detrás de los procesos hay una serie de mecanismos subjetivos y de deformación personal sumamente importantes.

Esto suena a una boutade, pero encierra una profunda verdad: cuanto más se evalúa más fracaso hay. A lo mejor hay que evaluar menos y preocuparse más de los procesos, de las intenciones, de cómo se degradan o como se realizan en educación, en lugar de preocuparse prioritariamente en la constatación. Esta racionalidad dominante tylleriana, de origen norteamericana, es la que fundamentó aquella jerga de las “programaciones” típica de los setenta y que, después, en los noventa se tradujo en la incorporación de los conceptos de conocimientos, habilidades y actitudes para condensar en términos observables las intenciones de la educación.

La “fiebre evaluadora” produce sensación de alarma. Y, probablemente, menos fiebre le da más tiempo al doctor y al paciente para entretenerse en procesos que lleven a la mejora de la calidad de la educación. La “fiebre evaluadora” produce alarma porque afecta a todo el sistema educativo. Porque no se limita a los procesos didácticos a nivel de aula sino que ha saltado a otros niveles, a nivel del propio sistema.

Y se realizan informes por parte de organismos regionales, estatales, internacionales,… con comparaciones entre países, entre momentos, que forman parte de la racionalidad de la discusión política y especialmente de las políticas educativas. Tal es el caso del Informe Pisa de la OCDE. Se ha elevado el número, fundamentalmente el número, la tasa de éxito y de fracaso escolar, a la categoría de criterio universalizable para hablar de la educación en general.

Ya no en términos de proyecto concreto, sino en términos de sistemas nacionales, de comparaciones en el plano internacional, etc. Se dice que el sistema educativo es malo, no porque sea malo intrínsecamente sino porque los parámetros constatados en lectura y matemáticas no obtienen buenos lugares en el ranking de países de la OCDE, UE, etc.

Si se tiene en cuenta que estos parámetros se obtienen de datos obtenidos de actividades con lápiz y papel, se comprenderá que hablar de fracaso escolar es hablar de una sanción negativa a un concepto pobre del proceso educativo, de su planteamiento y de sus rendimientos.

Combatir el fracaso escolar no es un problema de estructurar unas medidas de tipo técnico, “milagrosas”, más o menos acertadas y eficaces. Combatir el fracaso escolar implica deconstruir el sistema conceptual que hemos elaborado en torno a él y deconstruir y transformar el aparato escolar que da lugar a su producción. Ello no significa propiciar la actitud de “laisez faire” y que cada cual haga lo que quiera en el sistema.

Lo que se apunta es a que es precisamente la necesidad de sancionar con procedimientos constatables y registrables los procesos y los resultados de la educación lo que produce la comparación y la jerarquización de las personas en función de unas exigencias que pueden ser otras. Y que, de hecho, en algunas ocasiones y en distintos sistemas son otras.

El fracaso es el resultado de un pronunciamiento, de un veredicto o de una valoración. El hecho de que el veredicto se materialice en unas calificaciones o en unos números es lo que produce la evidencia sobre la cual discutimos sobre qué es éxito y qué es fracaso escolar. No nos damos cuenta de que el fracaso escolar no es ninguna cosa misteriosa sino que es el resultado de suspender los exámenes o de recibir una sanción negativa por determinados comportamientos dentro de la institución.

El fracaso escolar no es el resultado de una incompatibilidad entre un sujeto y el proyecto escolar ni de una incapacidad esencial del sujeto delante de la institución; simplemente es un diagnóstico producido por un sistema en el que unas personas con unas técnicas y unos hábitos hacen pronunciamientos, valoraciones, que se concretan en notas o calificaciones.

Con ellos enjuician la actuación o los productos del estudiante en el sistema escolar. En este país la evaluación también ha sido un instrumento utilizado por el profesorado como herramienta de control y, a veces, de castigo. Insistimos que la calificación es un pronunciamiento de un juez, en este caso, el profesor. Y los estudios sobre la docimologia (de docimo = medir) tratado de la medición han demostrado que las notas son relativas, arbitrarias, que pueden variar de la noche a la mañana y de un ejercicio a otro. Basta comprobar como un profesor corrigiendo un mismo ejercicio dos días consecutivos produce resultados sorprendentemente diferentes. Lo que vale en un momento, no vale en otro y lo que se aprecia en una circunstancia no se aprecia en otra.

En España los sistemas de codificación de evaluaciones y de elaboración de informes para saber lo que funciona y lo que no funciona se han basado históricamente en las pruebas internas que cada profesor produce, aplica y evalúa. Aquí no hay tradición de pruebas externas bien realizadas por departamentos de profesores o por la misma administración para realizar la evaluación.

Afortunadamente, este sistema es mejor que la aplicación de pruebas externas. Pero cuando se trata del plano institucional, a veces se pueden usar las dos modalidades, las internas y las externas. En este caso se producen diagnósticos que dan lugar a interpretaciones contradictorias o que descubren aspectos polémicos. Por ejemplo, si se constata la eficacia, la calidad, de la enseñanza pública respecto a la enseñanza privada se pueden encontrar estas dos situaciones: 1.

Las pruebas para el alumnado de 12 años que se aplicaron en todo el estado para calibrar los rendimientos del final de Primaria dan una diferencia entre pública y privada de 4 puntos en la escala de 100. 2. Si se observan los datos de calidad, relativos a la promoción de nivel en términos de idoneidad, que recoge el porcentaje de alumnado que sigue el curso correspondiente a su edad, la diferencia entre pública y privada al final de la ESO alcanza el 20 por ciento.

El sistema es tan arbitrario que puede dar lugar a dos interpretaciones absolutamente diferentes de los dos tipos de educación: con los resultados de las pruebas internas se muestra una imagen deplorable de la enseñanza pública mientras que con los aportados por las pruebas externas se muestra una imagen bastante similar. Sin embargo, como el sistema de información que públicamente se utiliza se basa en la evaluación interna, la enseñanza privada aparece como productora de éxito y la pública como productora de fracaso.

Este tipo de juegos de procedimientos y de juegos lingüísticos que se montan sobre falsificaciones respecto a la validez de los procesos que sustentan los resultados dan lugar a manifestaciones a interpretaciones y a políticas para combatir el fracaso escolar diferentes. El reconocimiento que la evaluación y que el éxito o fracaso escolar se basa en un pronunciamiento abre la posibilidad de hacer análisis críticos bastante interesantes en el sistema escolar. Todo el mundo sabe que hay profesores más duros y otros más blandos.

Y que en el mismo profesor su estado de humor (y de exigencia) varía. Incluso el orden con que los alumnos entregan y el orden con que se corrigen los ejercicios influyen a la hora de calificarlos. Propongo una prueba: cojan un ejercicio y hagan tres copias, a dos, atribúyanlas dos notas diferentes, arbitrarias (por ejemplo, a una copia un 4 y a la otra un 6) la otra déjenla sin nota. Entreguen las copias a tres evaluadores para que las corrijan. Normalmente la copia marcada con la nota de 4 es calificada entre 3 y 5, la marcada con un 6 es calificada entre 5 y 7, mientras que la que no tiene nota puede obtener una variación desde 3 hasta 8. Henry Pieron ya en los años cincuenta hizo la experiencia de calificar los exámenes de análisis de literatura a base de lanzarlos al aire y si salían cara aprobaban mientras que si salían cruz los suspendía. Los que habían salido cara, los lanzaba otra vez, a unos les ponía aprobado y a otros notable.

La distribución de notas resultante se podía hacer corresponder con las calificaciones serias. Los índices de variabilidad entre las calificaciones al azar y las resultantes de las correcciones también se correspondían. Y otra prueba: pídanle a un profesor que evalúe la lista de sus alumnos según lo buen alumno que es, lo obediente, lo disciplinado,… Si se comparan las diferentes ordenaciones se encuentran unas correlaciones altísimas.

De ahí que los estudiantes que no tienen buen aspecto no suelen recibir buenas calificaciones. Todas estas pruebas de la poca objetividad de las notas indican la necesidad de deconstruir los mecanismos internos del profesorado, los esquemas mentales, para desvelar hasta qué punto el fracaso escolar es la manifestación de una serie de mecanismos arbitrarios que operan en el sistema. Analizar las causas del fracaso pasa por discernir los criterios de quien hace los pronunciamientos o los juicios dentro del sistema. Supone cuestionar las raíces mentales, actitudes y valores que hay en el sistema y, sobre todo, en quien produce el pronunciamiento, en este caso, los profesores.

La evaluación hace una valoración de sujetos, de cada sujeto. Pero es una valoración que se basa en una parte muy reducida, muy elemental, de la realidad de ese sujeto. Ya que la realidad del sujeto y la actividad que desempeña son mucho más ricas y amplias que lo que observa, valora y registra el evaluador. Se habla de evaluación continua, formativa, integral,… pero de hecho se basa en aspectos e informaciones muy reducidos.

La ministra de educación del anterior gobierno, que estableció la LOCE, dijo que lo que no se evalúa no existe y que el sujeto no evaluado no aprende. Cuando sabemos que todo sujeto aprende de una manera u otra, se refleje en la evaluación o no. La LOCE también suprimió las calificaciones y reintrodujo los números que reflejan un positivismo con connotaciones de autoritarismo. Las notas, incluso con décimas y centésimas, han cuajado también en la universidad. Pensemos que si a veces resulta difícil decidir entre aprobado y suspenso, como debe resultar discernir entre 4 i 4,05 (¡). La única ventaja que proporciona este sistema es que permite al profesor negociar la nota con el alumno sin aprobarlo: “Si tenias un 4,65, te la subiré a un 4,70”.

Y el alumno se va contento porque se le ha subido la nota, pero continúa suspendido. El inconveniente de este sistema numérico, que cuantifica y jerarquiza, es que anula otras posibilidades y no deja lugar a entender la evaluación de otra manera más racional, más humana y, por lo tanto, más cercana al sujeto. Giner de los Ríos decía que evaluamos porque no conocemos a los sujetos. El examen es una manera de discernir qué hace o qué ha hecho el estudiante cuando no podemos conocerlo personalmente.

Y, como en el sistema educativo cada vez se puede conocer menos al estudiante porque lo tratan muchos profesores a la vez y ninguno lo ve, se da una desconexión de las informaciones sobre el sujeto que afianza la necesidad de las pruebas. Entre el profesorado predomina la mentalidad que le lleva a sobreponer el juicio a partir de una prueba al juicio que puede adquirir del trato cotidiano con el estudiante. En parte porque como lo que se le pide para el expediente es una nota numérica y de su juicio y de su conocimiento personal es difícil extraer una nota. En cambio, se aplica una prueba y a partir de ella es fácil extraerla.

Es decir, se sustituye el conocimiento personal por el conocimiento técnico, desconociendo al sujeto en una pretendida valoración más científica del estudiante. El hecho que la enseñanza secundaria y, también, cada vez más la primaria, está altamente fragmentada por los profesores de cada materia implica una proliferación del desconocimiento personal y una mayor referencia al alumnado a través de los números.

Hay profesores que llevan unas libretas de notas con profusión de números y símbolos en diferentes colores y con subrayados. El rojo se usa para resaltar la nota negativa. Cuando en reuniones con profesores me preguntan que cómo arreglaría la evaluación, les respondo que quitándola. En la educación obligatoria no tiene por qué evaluarse, salvo que sea para conocer mejor al sujeto y de esta manera ayudarle.

Y cuando me preguntan como hacer para conocer a un alumno. Yo les contesto: “Pregúntale a tu madre, como te conoció”. Y es que el positivismo ramplón que orienta la tecnocracia pedagógica que domina el sistema ha llegado a ponderar más la evaluación “científica” que la informal.

La evaluación informal ha sido eliminada por los planteamientos objetivistas de la medición. El objetivismo ha despreciado el conocimiento subjetivo. Descarta la observación y la entrevista por subjetivos. Por ejemplo, en la selección de profesorado para la universidad los miembros de la comisión no ven a los candidatos, sólo se estudian los dossieres y papeles que presentan. A los candidatos se les elige o se les rechaza sin ningún contacto directo, sin verlos actuar.

La entrevista se rechaza por arbitraria. De esta manera, entra cada individuo que resulta increíble. La despersonalización de los procesos educativos supone la atribución de autoridad a los procesos técnicos de conocimiento del sujeto. Y la creencia que eso representa la objetividad muestra el triunfo de la ignorancia. Ya que esos procesos no son más que la arbitrariedad tecnificada. ¿Una prueba objetiva para la evaluación es más objetiva que un examen amplio?

La elección de las preguntas es mucho más arbitraria en el caso de la prueba objetiva que en el caso del examen. Y la relevancia del conocimiento que se puede expresar en el examen es mucho más elevada y rica que la del conocimiento que se usa en la prueba objetiva. Las pruebas objetivas, entre ellas las de verdadero o falso, suponen un mecanismo que elimina conflictividad para el profesorado ya que despersonaliza la relación con el examinado. Y el alumnado está tan alienado que lo prefiere porque cree que con este mecanismo sabe a que atenerse. A partir de la prueba obtiene un 4,3 y no discute. La perversión ha llegado a tal punto que los tests se consideran el mejor mecanismo de conocimiento del sujeto.

Yo en unos tests que me aplicaron en la escuela de magisterio salí subnormal. Afortunadamente la profesora de pedagogía, que me conocía, dijo que no podía ser y no hizo caso al resultado del test. Estas pruebas constituyen un medio para evaluar determinados aspectos superficiales, pero no, para entrar en la relación profunda del conocimiento de los procesos educativos y de aprendizaje. Conocimiento profundo que la educación obligatoria reclama por parte del profesorado.

Porque en la educación obligatoria lo que procede es conocer al alumno, hacerle avanzar desde donde se encuentra y no juzgarle, clasificarle y ejecutar sentencias (de inclusión/exclusión). Lo que es susceptible de ser evaluado depende de la situación en la que es posible manifestar determinadas conductas o capacidades del sujeto. En cada situación el ser humano es susceptible de manifestar un tipo de conductas.

La destreza o la flexibilidad en la educación física no puede ser medida con pruebas de lápiz y papel. El aprecio por el conocimiento científico no se puede medir mediante la realización de clasificaciones de las especies vegetales. Y la capacidad de descubrimiento de las leyes matemáticas no se refleja en los ejercicios rutinarios de matemáticas.

Un objetvo de la educación primaria es desarrollar la capacidad de expresión oral. ¿Hay algún procedimiento en el funcionamiento del sistema educativo que eduque la expresión oral y que la evalúe? Sólo se utilizan procedimientos de evaluación basados en pruebas escritas. La oralidad está muy limitada, penalizada y cercenada como objetivo educativo.

De manera que del lenguaje sólo evaluamos los aspectos condicionados por las normas de funcionamiento de la institución escolar. La evaluación y el éxito o el fracaso escolar son siempre relativos al tipo de actividades que se pueden practicar o que son usuales en la institución escolar. Como el pupitre da para poco (por sus reducidas dimensiones) la actividad evaluable es la que cabe en él.

Y como la actividad de aprendizaje se circunscribe básicamente al aula, la biblioteca, el laboratorio, la sala de ordenadores, el campo de experimentación,… no son espacios generales en la educación obligatoria. Y además, la reducción de la variabilidad de actividades que se consideran aceptables y legítimas en el desempeño de la actividad escolar se va reduciendo a medida que se avanza hacia los niveles superiores. Por ello, la evaluación se hace sobre manifestaciones cada vez más restringidas de su actividad y personalidad.

Y esta reducción lleva a una estereotipación muy fuerte de los datos que sirven de base para atribuir el éxito y el fracaso escolar. He podido comprobar que el índice de fracaso en lenguaje aumenta a medida que aumenta la edad de los sujetos. También aumenta el número de sujetos que se retrasan, que cursan un nivel escolar inferior al que les corresponde por edad. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué a medida que crecen los alumnos desciende su capacidad de lenguaje o su capacidad general de aprendizaje? Lo que ocurre es que a medida que aumenta la edad aumentan, no sólo las exigencias escolares, sino también las presiones relativas al comportamiento. Lo que se premia como éxito está sujeto a los parámetros del evaluador, a la situación donde se aprecian y al tipo de conductas posibles de manifestar en la situación en la cual se evalúan. En definitiva, el fracaso escolar es la constatación del comportamiento de un sujeto ante una norma explícita o implícita, una norma que puede basarse en un conocimiento, una actividad, un resultado. Preguntémonos si el conocimiento evaluado es relevante, si la situación y la actividad que proponemos en la evaluación es la adecuada para evaluarlo, si el tiempo destinado es suficiente, si el sistema de calificación que utilizamos es funcional,… Experimentaremos una sensación de arbitrariedad manifiesta, aunque la práctica que usamos esté institucionalmente establecida y admitida. También sabemos que el tiempo requerido para una actividad no es igual para los diferentes sujetos. Cuando evaluamos comparando el sujeto con la norma, lo hacemos en un tiempo predeterminado.

Los tiempos en el sistema educativo están muy estandarizados, mientras que los tiempos de aprendizaje son singulares, idiosincrásicos. Los lentos necesitan más tiempo, pero no se les da. La evaluación no espera a los lentos. Cuantas más veces evaluemos en actividades iguales para todos y con tiempos limitados más premiamos a los rápidos y penalizamos a los lentos.

El desajuste frente a la estructura y funcionamiento del sistema escolar debería provocar una revisión de la institución escolar en el sentido de ser más acogedora en lugar de exigir normas tan estrictas. Desde el punto de vista del alumnado, el fracaso escolar se eleva a la categoría de culpabilización personal.

La familia se ve afectada (hay familias que ocultan el fracaso escolar, como una lacra). Del fracaso escolar se derivan conflictos, falsificaciones de las calificaciones, traumas, depresión,… incluso suicidios. En la educación obligatoria la calidad no debería medirse sólo por criterios de éxito sino por criterios de justicia y de ética. El éxito de las instituciones, de los niveles, de las reformas no deben quedar al albur de las informaciones proporcionadas por las evaluaciones internas o externas, sino que deben basarse en otros criterios, en valores y fundamentalmente en la equidad.

La evaluación del sistema se ha de hacer en función de la mejora que produce en la calidad del servicio para todos. Y eso supone que debe primar la compensación que deben recibir los que están menos capacitados o preparados. Y la evaluación escolar de la educación obligatoria debe desdramatizar la situación, reducir las ocasiones específicas de evaluación y dar más lugar a la comunicación. Todo se puede evaluar (sobre cualquier aspecto de la realidad se puede establecer un juicio), pero en educación no todo se debe evaluar. Hay elementos de la vida que no se evalúan. Los elementos más importantes son los que no se evalúan.

Los objetivos educativos más valiosos (provocar el deseo de aprender, de comprender i mejorar el mundo, el pensamiento crítico, la solidaridad,…) son difícilmente evaluables y, cuando se intentan evaluar, se destruyen. Porque el acto de evaluación violenta los procesos más sutiles.

En la educación obligatoria se ha de priorizar más el conocimiento del sujeto y sus procesos que la constatación de si ha conseguido un nivel determinado. Y no perder de vista que el éxito escolar no implica el éxito educativo. Este texto es una trascripción resumida de la conferencia.

Fuente:

http://www.fracasoescolar.com/conclusions2004/gimeno.pdf

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/E_XbKIzoefd_Od4zZepQDa0r-JRdtNA1kHwSllTnEY3Au70Ny7KVXZq6tHJmLqmcDSuY=s113

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España: Más formación docente y menos alumnos por clase para atajar el fracaso escolar

España/13 octubre 2016/Fuente: Diario de Mallorca

El conseller de Educación, Martí March, anunció ayer que el próximo lunes presentará un plan global para hacer frente al fracaso escolar. Se llamará Plan de Éxito Educativo y actuará básicamente en el ámbito de los centros, con más formación para el profesorado, reducción de ratios y potenciación de algunos ciclos formativos, como es el caso de la Formación Profesional. El titular de Educación lo definió como un «documento de reflexión y debate».

El nuevo plan será puesto sobre la mesa de toda la comunidad educativa: docentes, padres, escuela concertada y pública. «Por primera vez Balears va a tener un plan específico que intentará abordar los verdaderos problemas que tiene nuestra educación», aseveró el conseller March.

Sin duda, el principal problema del sistema educativo balear es el abandono escolar. El anuncio del plan por parte de Martí March se produjo como respuesta a una pregunta parlamentaria de la diputada de Podemos Laura Camargo. Pedía las impresiones del conseller de Educación sobre el estudio del Centro Reina Sofía que sitúa a Balears a la cola de Europa en cuanto a resultados y a la cabeza en abandono escolar.

El conseller explicó que «en Educación, muchas veces, los recursos económicos no se traducen en resultados». Martí March quiso explicar que hay muchos factores que inciden en ese objetivo: «Es evidente que queremos más recursos y una mayor financiación educativa, pero también hay que tener en cuenta que inciden otras muchas cuestiones en los resultados . Este es el caso de la llegada de inmigración o el hecho de que nuestra industria turística permita que en años de bonanza jóvenes de 16 años rápidamente encuentren trabajo y dejen la escuela».

Una de las cifras que ofreció ayer el conseller March fue que, una vez concluido el plazo de escolarización, han llegado 1.600 nuevos alumnos que precisaban plaza en centros públicos o concertados.

«Nosotros ?indicó el titular de Educación? no podemos abrir ahora el debate de las consecuencias que genera el sistema económico que tenemos. En comunidades como el País Vasco, mucho más industrializadas, para encontrar un trabajo se necesita mucha más cualificación que en el turismo y por ello tienen un abandono escolar mucho menor que nosotros».

Desde la Conselleria de Educación reconocen el difícil panorama en el que sitúa a la educación balear el informe del Centro Reina Sofía: la comunidad con mayor abandono escolar temprano; menor proporción de jóvenes de 15 años que estudian; menor porcentaje de chavales de 18 años que siguen formándose; o la tasa más baja de veinteañeros estudiando en la universidad.

No hay conflictividad

March quiso hacer especial incidencia en que las cosas han cambiado con este Govern: «Hemos conseguido tener cierta normalidad en las aulas puesto que no se puede trabajar desde la conflictividad», apuntó en alusión a los conflictos educativos de la pasada legislatura. También recordó que se «ha incrementado el número de profesores en un total de 600, se han aumentado las ayudas y se ha intentando que la diversidad se reparta entre todos los centros escolares».

Fuente: http://www.diariodemallorca.es/mallorca/2016/10/12/formacion-docente-alumnos-clase-atajar/1156770.html

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España: El 43% de los niños más pobres abandona de forma prematura los estudios

España/10 de Octubre de 2016/El Huffington Post

El 43% de los niños más pobres (la quinta parte de la población infantil) abandona de forma prematura los estudios, es decir que una vez que han logrado el título en Educación Secundaria Obligatoria (ESO) no continúan con el Bachillerato o la Formación Profesional, según Save the Children.

En su informe Necesita mejorar. Por un sistema educativo que no deje a nadie atrás, la ONG denuncia que la educación española no trata a todos los niños de forma equitativa, sino que perpetúa o acentúa las desigualdades sociales.

El estudio revela que la mayoría de los niños con los que el sistema educativo fracasa son varones, de menor renta, y, en muchos casos, pertenecientes a minorías étnicas, de origen extranjero y con discapacidad.

LUCHA CONTRA EL FRACASO ESCOLAR

La organización de defensa de la infancia pide un Pacto por la Educación que sitúe la lucha contra el fracaso escolar y el abandono escolar prematuro en «el corazón» del acuerdo con el objetivo de generar oportunidades para los niños de entornos desfavorecidos.

El director general de Save the Children, Andrés Conde, ha señalado durante la presentación del informe, que los amplios recortes que ha sufrido en el presupuesto de educación han repercutido especialmente en los estudiantes en peor situación.

«La Lomce puede conllevar un aumento de la segregación educativa y de la rigidez del currículum y evaluación, dificultando la atención  la diversidad», ha resaltado Conde.

Fuente: http://www.huffingtonpost.es/2016/09/22/ninos-pobres_n_12135160.html

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España: Consejero de Educación cree que las reválidas dispararán el fracaso escolar

España/ 29 septiembre 2016/Fuente: La Nueva España

El consejero Genero Alonso aboga por mantener una prueba análoga a la PAU.

El consejero de Educación del Gobierno asturiano, Genaro Alonso, ha vuelto a advertir este martes de las consecuencias negativas que van a tener las pruebas de evaluación externa, conocidas como ‘reválidas’, recogidas en la Ley Orgánica para la mejora de la calidad educativa (LOMCE). Según Alonso, su implantación, tal y como señala la ley, supondrá que los índices de fracaso escolar se dispararán «de modo asombroso».

Según Alonso, las ‘reválidas’ constituyen un «choque brutal» que «echa por tierra el trabajo de profesores y alumnos». Asturias ultima en este momento un recurso judicial que paralice la aplicación del decreto por el que se regulan las evaluaciones finales de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y Bachillerato. Se presentará ante el Tribunal Supremo en los próximos días, apuntó.

El decreto de julio de este año establece que se implanten las ‘reválidas’ de cuarto curso de ESO y de segundo de Bachillerato, ambas pruebas vinculadas a la obtención del curso.

Alonso, que también ha criticado que las pruebas tengan que ser sufragadas por las comunidades autónomas, subrayó que el Gobierno central debería convocar una reunión sectorial sobre el asunto, porque son muchas comunidades autónomas las que se oponen a un modelo que está causando «muchas incertidumbres» en familias y alumnos.

Como alternativa transitoria, Alonso se ha mostrado partidario de mantener una aprueba «análoga» a la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), en sustitución de la prevista ‘reválida’ de segundo de Bachillerato. «Mi esperanza es que la fortuna esté de nuestro lado y que podamos no aplicar revalidas», remarcó el consejero.

Fuente noticia: http://www.lne.es/asturias/2016/09/27/foro-plantea-mejoras-fiscales-evitar/1989591.html

Fuente imagen: http://imagenes.lainformacion.com/2016/08/02/educacion/revalida-provocara-aumento-escolar-expertos_940717058_110755565_626x472.jpg

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