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Educación superior privada siglo XXI

‘[…] la universidad, […], debe […] estar en el estado del arte en conocimientos, informaciones y propuestas de soluciones’

Eduardo L. Lamphrey R.
opinion@laestrella.com.pa

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“El pensamiento neoliberal hoy es dominante”

Entrevista a Arjun Appadurai sobre la financiarización de la economía mundial

En diálogo con Cash, el antropólogo indio Arjun Appadurai analiza el capitalismo financiero destacando que los instrumentos derivados son centrales en el actual funcionamiento de los mercados. Señala que se calcula que el valor en dólares de los derivados es cinco veces el PIB global y apunta que el gobierno de Macri se ha comprometido firmemente con el mundo financiero.

El estallido del mercado de las hipotecas y, por ende, de las economías centrales en 2007-2008 puede ser entendido como una crisis del lenguaje. Esta hipótesis, propuesta por Arjun Appadurai, tiene un minucioso desarrollo en su libro “Hacer negocios con palabras. El fracaso del lenguaje como clave para entender el capitalismo financiero” (Siglo XXI). Appadurai nació en Bombay. Actualmente, vive en Berlín donde estudia los problemas contemporáneos desde una visión culturalista. En su visita a Buenos Aires invitado por la Fundación Medifé, el antropólogo indio dialogó con Cash sobre el papel del lenguaje –la incertidumbre, el riesgo y la acción mágica– en la debacle económico-financiera de comienzos de este siglo.

¿En qué consiste el riesgo de la forma derivada que fue, según su mirada, la que llevó a la crisis económico-financiera de 2007-2008?

En los últimos 20 años, las finanzas se han vuelto centrales para el capitalismo. Cada vez que alguien solicita un préstamo y contrae deuda, ese contrato en sí es vendible. Se vende a alguien que le coloca cierto valor a algo, algún otro pone un nuevo valor y, entonces, se convierte en un mercado de la deuda. La lógica general de la financiarización se basa en este instrumento: el derivado.

Definamos el término “derivado”, que es central en su análisis.

–Es cualquier cosa cuyo valor se deriva de otra cosa. Una bolsa de seguro de vida es un ejemplo de derivado, porque se deriva del valor de mi vida. En definitiva, un derivado es todo lo que se pueda vender sin que dependa de su valor propio. En Estados Unidos, lo que sucedió en los años anteriores a la crisis es que cada vez había más y más derivados, las cosas derivaban del valor de otras cosas. Una montaña de derivados. En cada etapa, el valor se basa en un compromiso de una de las partes con respecto a la otra parte.

¿En qué consiste ese compromiso?

–Si el valor futuro –dentro de cinco años, por caso– es un valor determinado, yo te voy a pagar ese valor; si es menor, vos me pagarás a mí. Hacemos un trato respecto del valor futuro. El truco es que nadie espera a que pasen esos cinco años; se vuelve a vender antes de que culmine ese período. El derivado más importante que se vendió en Estados Unidos, y generó el colapso, fueron las hipotecas de las casas.

Cuando afirma que el derivado es el corazón de la caída de los mercados de los países centrales en 2007-2008, ¿se refiere a eso?

–Correcto. En Estados Unidos, está en el corazón del problema: todos vendían los derivados pensando que los valores de los inmuebles iban a subir indefinidamente, pero en determinado momento empezaron a caer, y toda esa montaña se vino abajo. Se calcula que el valor en dólares de esos derivados es cinco veces el PIB global. En otras partes del mundo, no son tan importantes las hipotecas, se recurre a otro tipo de préstamos.

Usted afirma que en los países del Sur Global no se vio el mismo impacto que en los países centrales. Sin embargo, tiempo después esos países también sufrieron las consecuencias de la crisis, y en forma muy severa.

–Fue algo global, eso es verdad. Pero el efecto fue distinto en los diferentes lugares. Estados Unidos sufrió el impacto más importante, luego siguió Europa y, tiempo después, América latina también se vio afectada. La cantidad de activos en los mercados financieros era menor en estos otros países. El efecto es mundial pero los países más pobres estaban, en cierta forma, protegidos porque no tenían tanto dinero en este tipo de mercados.

No en el primer momento del estallido, pero tiempo después ya no estuvieron “protegidos”.

–Sí, es cierto, porque son parte de este hemisferio, donde hay un gran comercio de derivados. En América latina debe haber un problema similar, porque el mundo bancarizado está bastante avanzado. Sí, definitivamente Latinoamérica se vio afectada, quizás más que India, más que Medio Oriente, más que África.

Promesas

Al definir la forma del derivado como “contratos hechos con promesas”, usted se basa en conceptos de Max Weber como “incertidumbre” y “acción mágica”. ¿Qué vínculo encuentra entre esos términos y los contratos hechos con promesas?

–Weber postulaba que la ética capitalista occidental está arraigada en ideas protestantes calvinistas –no católicas, ni siquiera luteranas–, tales como “ser salvados”. Ha habido mucho debate sobre las ideas de Max Weber, pero hay un consenso respecto de que hay conexión entre la esfera de la religión y la salvación personal, la virtud y la actividad económica capitalista. Me pregunto dónde entra este elemento religioso en el mercado financiero. Weber analizó el capitalismo en la fábrica.

¿Cómo lleva, entonces, esa conexión a la forma actual de capitalismo financiero y, más precisamente, a la forma derivada?

–Hoy, que tenemos dinero que genera dinero, se puede observar este pensamiento religioso. El primero se refleja en cómo los banqueros y operadores de derivados ven el riesgo y las chances de perder o de ganar dinero; algo de ello surge de esos sentimientos, del rol de la suerte en la vida, de la incertidumbre en el mundo. La dimensión mágica es que el dinero, en cierta forma, genera más dinero. Así como con la multiplicación de los panes, el dinero se multiplica misteriosamente. La gente trabaja con esto y genera la ganancia real; el primer pan viene de nosotros, pero el tercer pan y el cuarto pan no nos los vuelven a nosotros. Podemos entender esta expresión en el estilo de vida que tienen estos financistas. El dinero es real, pero el principio de generación de este dinero es mágico porque no podemos entenderlo del todo. La promesa está en el centro de cada contrato, pero son promesas basadas en un valor financiero abstracto.

¿Y la incertidumbre?

–Frank Knight, un economista estadounidense de principios del siglo XX con una fuerte influencia de Max Weber, estableció la distinción entre respuesta e incertidumbre. El riesgo es la incertidumbre a la que se le pone un número como la probabilidad. Uno puede asumir que el crecimiento de Argentina el año que viene es incierto, pero es posible poner una cifra, se puede decir: “las probabilidades son 3 o 4 por ciento”, eso es un riesgo. Al mercado financiero no le gusta la incertidumbre, les gusta el riesgo.

¿Por qué?

–Porque con el riesgo uno puedo hacer contratos, acuerdos. No podemos generar dinero a partir de la incertidumbre pero sí a partir del riesgo.

¿Cuál de ambos términos cuadra con su análisis de la forma derivada?

–En mi análisis están tanto el riesgo como la incertidumbre. El riesgo existe porque los que venden y compran estos derivados necesitan ese riesgo; la incertidumbre se ubica en la parte trasera, en un segundo plano. No se le puede poner un número a la incertidumbre pero sí sentimientos, emociones. Cuando el mercado inmobiliario cayó en 2007, había gente que sentía que esto iba a pasar y generó mucho dinero, ganó mucho dinero. Intuían que podía llegar a pasar y pasó.

El Estado

¿Cuál ha sido el rol del Estado en esta crisis?

–Esa es una pregunta fundamental. En el mundo de hoy, hay una tendencia dominante hacia el pensamiento neoliberal: el Estado debe ayudar a los mercados financieros y a otros mercados a que les vaya bien; no sólo controlar que sean honestos, ayudarlos. Cuando les va mal hay que salvarlos, y cuando les va bien también hay que ayudarlos. El Estado debe brindar soporte y asistencia a esta generación del dinero por parte del capitalismo. No se trata de que el gobierno se mantenga alejado de la economía, debe ayudar activamente.

¿A qué se refiere?

–La regulación está muy activa en muchas partes del mundo, para asegurarse que los bancos no generen ganancias excesivas, no abusen de la confianza de la gente, no sean fraudulentos. Los bancos centrales tienen que hacerlo, aunque tienen mucha presión para dejar de hacerlo y, simplemente, ayudar. En Argentina, ¿cuál es ese ratio, cuánto ayuda el Estado y cuánto controla? Entiendo que en la época de los Kirchner había mayor nivel de regulación y que ahora hay más ayuda.

¿Qué consecuencias cree que puede ocasionar este cambio del rol del Estado en Argentina?

–Mi impresión es que el gobierno actual en Argentina, se ha comprometido firmemente con el mercado financiero y con otras formas de globalización. Veo que este gobierno quiere ser competitivo y activo en el campo global más que crear una independencia nacional argentina, por fuera del alcance del Fondo Monetario y de los grandes bancos. A este gobierno no le importa tal independencia. No soy experto en la situación de Argentina, pero creo que hay una mayor inclinación a la participación de los mercados financieros internacionales.

La deuda contraída por el gobierno argentino en 2016 fue de 43.000 millones de dólares, superior a la de todos los años del período 1976-2016 en dólares constantes. ¿Cómo ve esa decisión financiera a futuro?

–No es posible escapar del mundo financiero global. La pregunta es cómo participamos en él, para obtener el máximo beneficio para las personas comunes que están tomando préstamos. No digo: “no tomen préstamos, cerremos los bancos, aléjense de las instituciones financieras”. Ya es muy tarde para eso. Hoy no hay una opción para escapar de la financiarización, pero en mi libro sugiero que hay una forma de que esta participación sea más justa. Hoy sólo se utiliza para generar, recibir y obtener ese dinero. Las ganancias quedan en los bancos, no veo por qué deba ser así. De todas formas, yo discrepo de otros colegas de la izquierda que proponen detener todo.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/86066-el-pensamiento-neoliberal-hoy-es-dominante

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Globalizaciones Discretas: Hacia una nueva geografía de los intercambios mundiales.

Por: Armelle Choplin / Olivier Pliez. Nueva Sociedad. 12/01/2018

Las grandes transnacionales no son los únicos actores de la globalización. Esta se encarna también en formas menos visibles de intercambio, que se materializan en espacios que suelen considerarse marginales. Este es el caso de los comerciantes árabes que «se hicieron la China». Los modelos de mercado concebidos en las «globalizaciones discretas» se difunden actualmente en todas partes del mundo, tanto en el Norte como en el Sur, siguiendo los pasos de la densificación de los flujos de intercambios.

Si bien las manifestaciones de la globalización son omnipresentes, sus actores y espacios, en cambio, pueden ser discretos. Las rutas del intercambio transnacional, más marítimas que terrestres, viven así desde hace unos 30 años profundas mutaciones. En un extremo de estas rutas se celebra el surgimiento de uno de estos nuevos centros, China, desde donde parten productos manufacturados hacia el conjunto del planeta. En el otro extremo, el «Made in China» es particularmente visible, tras su reciente penetración en el «mercado de los pobres».

Sin embargo, entre los grandes centros de abastecimiento que se multiplicaron en el conjunto del continente asiático y un mercado emergente de alrededor de 2.000 millones de consumidores, las ramificaciones de estas rutas, los centros comerciales que unen, la pluralidad de actores que los dinamizan, los imaginarios que estimulan, los relatos que allí se generan, así como los lugares que los caracterizan, siguen siendo poco conocidos. En este artículo, proponemos analizar formas menos visibles de intercambios que las que suelen considerarse desde el punto de vista de las grandes empresas internacionales o los flujos de mercaderías. Este enfoque implica apartarse de una visión centrada en Occidente y desplazar la mirada hacia espacios considerados marginales, donde se inventan prácticas de intercambio actualmente globales.

Yiwu, emporio mundial para los mayoristas

Yiwu, agosto de 2012. Las noches de verano de esta ciudad china muy conocida por los mayoristas del mundo entero son calurosas y húmedas. En este periodo de Ramadán, la caída de la noche y el cierre de los salones de exposición de productos conducen a los transeúntes, hombres en su mayoría, a las terrazas de algunos de los numerosos cafés y restaurantes del «barrio árabe» de la ciudad para romper allí el ayuno, distenderse, conversar. Son decenas de miles, provenientes del mundo entero, los que vienen aquí cada año, ya que todos saben que los precios son bajos y hay una abundante oferta de pequeños artículos de papelería, decoración, suvenires, joyas… Arcan es uno de esos traders, un intermediario que recibe a los compradores que vienen a Yiwu por unos días. Les ofrece sus servicios para encontrar el producto que buscan en los recovecos de los salones de exposición, los ayuda luego a asegurar la recepción de la mercadería encargada, su correcto embalaje, su cargamento a bordo de contenedores, los trámites aduaneros y su envío hasta el puerto indicado por el comprador.

Son miles los que hacen este trabajo en Yiwu, el mercado mayorista más importante de China. La mayoría trabaja en un contexto familiar y son el relevo local de familias de comerciantes. Algunos se independizaron de ese vínculo demasiado exclusivo para entrar en la escena de los intercambios a escala global. A veces, el éxito nace de un fracaso. Es el caso de Arcan y su hermano. Tras completar sus estudios secundarios en Antioquía, emigraron a Arabia Saudita, trabajaron en el sector de los hidrocarburos durante siete años, ahorraron un pequeño capital y decidieron iniciar su propia actividad, un restaurante, gracias a un préstamo de su patrón. El restaurante no funcionó bien. Se endeudaron. Oyeron hablar de China, de Yiwu, de las oportunidades de ganancia rápida que ofrecía este centro comercial en plena expansión. El hermano mayor de Arcan viajó allí primero para comprar productos, luego se dedicó al trading. Arcan lo siguió y abrió una peluquería, típica pantalla de las actividades de intermediarios, que le permitió enriquecer una agenda de contactos aún modesta. Al igual que su hermano, se casó. Sus esposas, turcas, y sus hijos, aún pequeños, se instalaron en Yiwu, donde permanecerán hasta que los niños tengan edad de ir a la escuela.

Los amigos de Arcan también son traders, como Nasser, libanés, que se encuentra con él en la terraza de un café. Creció en África Central, forma parte de la diáspora libanesa diseminada por el continente y vino a comprar productos para abastecer las tiendas familiares, en Nigeria, Camerún y República Democrática del Congo. En Yiwu, se encontró con otros libaneses de América Latina y amplió así su agenda de contactos, yendo primero a trabajar a Ciudad del Este y luego a San Pablo. Esta diversificación se volvió necesaria por la difícil situación que atraviesan los comerciantes de origen árabe. En efecto, estos se apoyan en redes de abastecimiento basadas en la confianza y el conocimiento mutuo, que se vieron alteradas como consecuencia de la inestabilidad generada por las «primaveras árabes». Sin embargo, Nasser sigue siendo optimista, ya que, según él, la crisis económica que atraviesan los países occidentales los llevará a comprar cada vez más productos de bajo precio, los que se venden en Yiwu.

Nabil, en cambio, es un comprador sudafricano, y su rubro está en plena expansión. De origen indo-musulmán, vende artículos de seguridad para el hogar. Antes compraba en Estados Unidos, pero oyó hablar del lugar predominante de los musulmanes en Yiwu. Tras cambiar de fuente de abastecimiento, «gana en dos años lo que antes ganaba en diez».

Arcan, Nasser y Nabil, quienes se encuentran regularmente en las terrazas de los cafés y restaurantes de Yiwu, son las nuevas figuras de la globalización de los intercambios. Las mercaderías que compran allí son vendidas luego a cientos de millones de consumidores, mayoritariamente en el Sur. Son actores importantes, aunque poco visibles, del llamado mercado de la «base de la pirámide» (base of the pyramid o bop). Este mercado, que durante mucho tiempo fue considerado no rentable y limitado al Sur, es hoy prometedor por su peso demográfico (4.000 millones de personas que ganan menos de 3.000 dólares anuales) y económico (5.000 millones de dólares anuales), y por su flexibilidad (según la Organización Internacional del Trabajo, se trata en más de 70% de una economía informal).

Una nueva geografía de la globalización se perfila. Sus rutas, sus espacios y los vínculos que los sostienen van más allá de la fractura Norte-Sur y reflejan el crecimiento de los intercambios comerciales entre regiones del mundo hasta ahora marginadas en el comercio mundial.

¿De las globalizaciones desde abajo a las globalizaciones discretas?

La distinción entre dos procesos de globalización se impuso alrededor de los años 2000. Se le debe a Alejandro Portes la difusión de la expresión «globalización desde abajo». Portes consideraba entonces que

en respuesta al proceso de globalización, los individuos crearon comunidades que atraviesan las fronteras nacionales y que, en un sentido muy concreto, no se sitúan realmente «ni aquí ni allá», sino aquí y allá al mismo tiempo. Las actividades económicas que sostienen a estas comunidades se basan precisamente en las diferencias en los beneficios creadas por las fronteras. Al respecto, no funcionan de manera distinta de las multinacionales, salvo por el hecho de que surgen «desde abajo» y sus actividades suelen ser informales.

Programáticos, los análisis de Portes alternan en el mismo periodo con las investigaciones realizadas en torno del Mediterráneo por Alain Tarrius, quien contextualiza la «globalización desde abajo», observando en el seno de las poblaciones magrebíes «verdaderas redes de empresarios nómades… [que dan vida a] una economía subterránea de alcance mundial (…) allí donde el Estado (…) no los espera: en territorios que escapan a este y que no sabe administrar». Tanto para Portes como para Tarrius, las comunidades transnacionales son portadoras de esta otra globalización: latinoamericanos, por un lado, magrebíes, por el otro, frente a la región del Norte hacia la cual emigran, eeuu o Europa occidental. A partir de allí, contribuyeron a tejer espacios de circulación densos que combinan una serie de intercambios humanos, materiales, económicos y simbólicos, basados en el control de dos espacios, aquí y allá.

Durante los años 2000, la globalización de las rutas de abastecimiento se fortaleció: en torno del Mediterráneo, investigadores exploraron la ampliación del espacio transnacional hacia el este, donde Estambul (Turquía) y Dubái (Emiratos Árabes Unidos) crecieron como centros comerciales globalizados. Dubái es particularmente emblemática de ese momento en el cual las rutas del comercio mediterráneo, de Oriente Medio, el este africano y Europa oriental convergen y se entrecruzan.

Estos intercambios ya no se limitan como en el pasado a las áreas construidas durante los periodos coloniales y poscoloniales. El pasaje de los contextos regionales (Caribe y México/eeuu; Magreb/Francia) al de la globalización de los intercambios lleva a cuestionar la evolución de los marcos sociales y espaciales del intercambio en términos nuevos.

¿Qué escalas de lectura?

A medida que las rutas comerciales transnacionales se extienden, los factores de esta globalización se diversifican. A partir de los años 1990, la apertura de mercados mundiales tras la caída de la Unión Soviética, la generalización de las reglas del librecambio comercial y el creciente peso de la falsificación favorecieron el intercambio a escala global. El 11 de septiembre de 2001 también tuvo un fuerte impacto, al convertir a China y la India en fuentes regulares de abastecimiento para los comerciantes musulmanes. La amplitud de la crisis económica de 2008, el debilitamiento de los mercados en el Norte, el papel de las diásporas comerciales y la creciente prospección de nuevos mercados de consumo incrementaron estos movimientos Sur/Sur. Más recientemente, las revueltas árabes o las estrategias fronterizas en torno de China, Europa o eeuu, que cierran, abren y reorientan rutas a los empresarios inmigrantes, son también factores que influyen en las modalidades de estos intercambios.

La creciente presencia de China en este mapa global de intercambios transnacionales nada tiene de sorprendente: actores y observadores de la globalización discuten hoy sobre el resurgimiento de las Rutas de la Seda, el crecimiento de «Chináfrica» o incluso el creciente peso de los brics (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) en el seno de la economía mundial. Algunos, como Ben Simpfendorfer, destacan la mutación del contexto geopolítico después del 11 de septiembre para entender cómo un mundo árabe en plena expansión se aparta de Occidente para redescubrir China. Instituciones internacionales como el Banco Mundial ven en la Ruta de la Seda entre el continente africano, China y la India una nueva frontera económica.

En efecto, es una nueva escala de análisis, global, la que se construye. Sin embargo, los Estados siguen siendo importantes actores, que incitan o frenan el desarrollo de los intercambios transnacionales. Así, Gustavo Lins Ribeiro habla de «globalización no hegemónica». No es que sus actores busquen destruir el capitalismo mundial o instaurar alternativas radicales al orden establecido. Es no hegemónica porque sus actividades desafían en todas partes al establishment, ya sea a escala local, nacional, internacional o transnacional. En ese contexto, las lógicas de gobernanza se vuelven más complejas.

Redes y rutas

La idea de rutas de intercambios remite a una noción económica hoy clásica: la «cadena global de valor» que, del abastecimiento de materias primas al consumo, pasando por la producción y la distribución, articula mediante conexiones en red todas las etapas desde la fabricación hasta la venta final de un producto. Sin embargo, un enfoque semejante no siempre es pertinente cuando se trata de analizar «otras economías mundiales» (world’s other economies).

En estos casos, la ruta se vuelve una noción más «flexible», pero que permite también comprender mejor la dimensión reticular de los intercambios en lo que tienen de lábiles, poco visibles, y abre el campo al estudio del seguimiento de los objetos materiales (thing-following studies). Se analiza entonces un tramo de la cadena o bien su conjunto, eligiendo un objeto banal, como las camisetas, las ojotas, seguidas desde los lugares de extracción de las materias primas hasta los consumidores, o los jeans, de los mercados de transacción a los mercados locales. «Siguiendo la ruta», se pueden comprender de manera más precisa las interacciones entre varios lugares con funciones bien definidas (cultivo, confección, negocio) que permiten a un mercado crearse y perpetuarse a escala mundial. Se pueden también deconstruir clisés (el Norte frente al Sur, del productor al consumidor…) y arrojar luz sobre «una compleja cadena de actores involucrados en un enfoque alternativo de las economías del reciclaje».

La urbanización subalterna, caldo de cultivo de esas globalizaciones que no se ven

Las investigaciones sobre las «ciudades globales» generaron una mirada occidental sesgada que durante mucho tiempo excluyó a las ciudades del Sur de las investigaciones sobre las redes mundiales del intercambio. Ahora bien, lejos de Nueva York, Tokio y París, esta globalización discreta se basa en una serie de ciudades más o menos (des)conocidas. Shanghái, Dubái o Mumbai (Bombay) se convirtieron en lugares ineludibles de esta nueva geografía de los intercambios internacionales, frecuentados por elites, comerciantes e inmigrantes provenientes de los cuatro rincones del planeta y símbolos posmodernos del éxito de algunos países emergentes.

Estas ciudades nos invitan a desoccidentalizar nuestra manera de aprehender el mundo. Más allá de este número restringido de grandes metrópolis que llaman actualmente la atención, rara vez se recuerda, en efecto, que la invisible mayoría de los ciudadanos vive en ciudades secundarias. Definidas por onu-Hábitat como espacios urbanos de 100.000 a 500.000 habitantes, estas ciudades tienden de manera creciente a integrar centros comerciales, generalmente creados por las poblaciones.

Yiwu pero también San Pablo constituyen hoy lugares de innovación en términos de urbanismo comercial. Son verdaderos laboratorios donde se imbrican lógicas plurales, a menudo opuestas unas a otras: «por arriba», las de numerosos actores institucionales, públicos y privados, y «por debajo», las de empresarios transnacionales. Esta función de almacén es desde hace mucho tiempo visible allí donde era casi exclusiva, en ciudades de convergencia como la emblemática Dubái en Emiratos Árabes Unidos, pero también Ciudad del Este en Paraguay o Trípoli entre África del Norte y el Sahel. A 30 kilómetros de Sétif (Argelia), en el cruce de dos rutas, nació en el corazón del complejo de viviendas sociales de El Eulma un «zoco Dubái», mercado mayorista ineludible para muchos minoristas de Argelia, Marruecos y Túnez, pero también para las comunidades argelinas de Europa. El mercado se organiza por tipo de objetos vendidos, que provienen en su mayoría de China. Alrededor, hay edificios en construcción. Otros, recién construidos, permanecen vacíos, como tantas inversiones de dinero y objetos de especulación a largo plazo. En sintonía con las influencias que esta globalización acarrea, nuevas formas arquitectónicas surgen también en las viviendas particulares. Casonas con forma de pagodas chinas aparecieron así en el paisaje urbano y son actualmente símbolo de éxito para estos comerciantes argelinos que «se hicieron la China». Esta función de almacén suele durar solo un tiempo, ya que se construye en un contexto favorable para los intercambios que puede ser cuestionado.

Sin embargo, los modelos de mercado allí concebidos se difunden actualmente en todas partes del mundo, tanto en el Norte como en el Sur, siguiendo los pasos de la densificación de los flujos de intercambios. En Europa, se la encuentra cerca de lugares estratégicos: el mercado cifa (Centro Internacional de Comercio Mayorista Francia-Asia) de Aubervilliers en los suburbios parisinos, que agrupa a más de 250 mayoristas, sobre todo asiáticos, en prêt-à-porter, calzado y accesorios es un claro ejemplo de ello. Se puede establecer un paralelo con Prato, en la periferia de la ciudad de Florencia en Italia, o incluso con Fuenlabrada en las afueras de Madrid, que también son ejemplos de esta nueva generación de mercados mayoristas urbanos que ya no están relegados a las economías periféricas. La inauguración de líneas ferroviarias de transporte de mercaderías entre ciudades europeas y chinas –Chongqing-Duisburgo (2011), Chengdú-Lodz (2012), Zhengzhóu-Hamburgo (2013), Suzhou-Varsovia (2014), Yiwu-Madrid (2014) o incluso Wuhan-Vénissieux Saint-Priest (2016)– dan cuenta del crecimiento de estos intercambios multimodales.

Lábiles e inventivas, las globalizaciones discretas permiten ver de qué manera los intercambios se arraigan actualmente en el espacio. Observar estos centros comerciales en el conjunto del planeta se vuelve una verdadera búsqueda del tesoro. Estos pueden ser tanto salones de venta privada organizados por particulares como almacenes en mercados rurales, tanto malls como centros de exposición de productos de venta al por mayor. Ya sean confidenciales, conocidos por una corporación de comerciantes determinada o situados en los intersticios de las grandes metrópolis, no dejan de ser nodos de redes globales que estructuran el espacio con una intensidad que sorprende por su dimensión y la pluralidad de sus formas.

Fuente: nuso.org/articulo/globalizaciones-discretas/

Fotografía: nueva sociedad

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El centro como eje del cambio

Mariano Fernández Enguita 
(Prólogo al libro de J. Moya y F. Luengo)

Mejoras educativas en España reúne los relatos de varias experiencias tales –que otros habrían llamado innovación– en distintos centros educativos, reforzadas con otros tantos análisis de más largo alcance, que muestran la viabilidad y la realidad del buen trabajo en los centros escolares, incluso en condiciones de elevada dificultad. Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de la transparencia de la institución escolar y la difusión de mejoras, innovaciones, buenas prácticas, experiencias de éxito o como se prefiera denominarlas (así como de la detección, visibilidad, análisis y evaluación de los fracasos y errores, aunque aquí no sea el caso).

El educativo es mundo altamente complejo e incierto en el que ningún ambicioso diseño previo puede garantizar el resultado; al contrario, los avances se basan en la experimentación, el ensayo y error, el conocimiento tácito… Paradójicamente, el medio escolar, tan hostil en muchos aspectos a la economía –la autoproclamada “reina” de las ciencias sociales–, parece a veces asumir la obsoleta pretensión de que existe un modo óptimothe one best way (el mejor modo posible) de hacer las cosas, frente al cual todos los demás serían subóptimos, o en el mejor de los casos menos buenos, y ello cuando aun la propia economía hace ya tiempo que reconoce los fallos del mercado, la racionalidad limitada, la mera satisfacción (inferior a la optimización), la resignación a limitarse a salir del paso (muddling through), etc. (y no hablemos de la sociología, cuyo principal material de trabajo son las consecuencias imprevistas –los efectos perversos, no deseados– de la acción). El mejor maestro de un maestro, se ha dicho a menudo, es otro maestro; el mejor modelo para un centro, podríamos añadir, será siempre otro centro. De ahí la necesidad y la utilidad de dar a conocer lo que estos centros, empeñados en la mejora del desempeño de su misión, han hecho y están haciendo.

Un aspecto esencial de los capítulos que siguen es que se trata precisamente de experiencias de centro. La afirmación parece banal pero no lo es. Las decisiones en materia escolar, incluso sin contar con las actitudes de la sociedad más amplia (esa de la que siempre decimos que no se preocupa lo suficiente) y de poderosos actores externos (empleadores, profesiones, consistorios, editores, etc.), ni con el público de la institución (los alumnos y las familias) se distribuyen entre una amplia serie de instancias o ámbitos que van desde las autoridades gubernamentales (sean estatales o regionales) hasta el profesor en el aula, que podríamos identificar como los niveles macro y micro de decisión. Pero todo indica –sin que esto deba entenderse como una coartada ni para las autoridades políticas ni para los profesionales, que tienen cada uno su papel–, que el nivel relevante es, cada vez más, el que está  en medio, el nivel meso cuyo principal actor son los centros mismos, aunque también los grupos y redes de centros y los equipos y redes de profesores (intra e intercentros).

Se ha dicho del Estado que, en la era de la globalización (incluso desde antes), es demasiado pequeño para los problemas grandes y demasiado grande para los problemas pequeños. Tengo la firme convicción de que, en tiempos de creciente diversidad y cambio acelerado, solo estos niveles meso, a saber, centros, redes y equipos, son lo bastante pequeños para los problemas pequeños y lo bastante grandes para los problemas grandes. Lo bastante pequeños quiere decir aquí que están lo bastante cerca de esos problemas (y de sus posibles soluciones) como para apreciarlos en su singularidad y encontrar la mejor respuesta, incluyendo la toma en consideración de las propias fuerzas, apoyándose en su conocimiento directo y local (en todos los sentidos del adjetivo: sobre el terreno, basado en la experiencia, adaptativo, tácito).

Lo bastante grandes significa que pueden alcanzar economías de escala fuera de las posibilidades del docente individual, distribuir y amortiguar el riesgo de error, beneficiarse de la diversidad de perspectivas, acompañar y proteger las prácticas individuales, asegurar la continuidad más allá de los cambios de personal o los vaivenes personales… Y el plural inevitable (centros, proyectos, experiencias…), a diferencia de los singulares inevitables (la política, la ley…) o francamente evitables (el modelo, la alternativa, el consenso…), promete una diversidad necesaria por la variedad tanto de los contextos de trabajo como de los recursos (variedad, repito, siempre presente, no desigualdad, que es ya otra cosa, presente o no) con que intervenir en ellos, empezando por el primero de ellos, el profesorado. El hecho de que todas y cada una de las experiencias aquí recogidas sean de centro, incluso de centro y comunidad, de escuela-red, les da por ello un valor adicional.

Todo esto puede considerarse un lugar común en el análisis y la dirección de las organizaciones, pero no lo es en las escuelas, menos aún en el mayoritario sector público. Si bien hoy la tecnología, con sus elevados costes de entrada y sus bajos costes marginales, está forzando que tengan más peso los proyectos a escala, al menos, de centro –y, si es posible, de varios centros, sean redes o distritos–, la tradición institucional y profesional dominante, tanto en la cultura heredada como en la práctica cotidiana, es más bien otra: cada maestrillo tiene su librillo, como reza un más que viejo adagio; es decir, cada cual hace lo que quiere, sabe y puede (si es que quiere, sabe y puede) en su aula. En la escuela en general, y en la pública, en particular, el profesor es el rey (un rey que no solo reina, sino que gobierna) de su aula, su grupo o su materia, lo que se traduce en que mejoras, innovaciones, experimentos, etc. son casi siempre individuales, o poco más, algo que a menudo hace de ellas fuegos fatuos, o flores de un día, de viabilidad, eficacia, visibilidad y sostenibilidad más bien reducidas.

Las experiencias aquí recogidas tienen como escenarios y por protagonistas centros tanto privados como públicos, dos buenas noticias tanto para el alumnado, en todo caso como, para cualquiera que no viva inmerso en una contienda ideológica. Que tantos centros públicos presenten tan ambiciosas experiencias es muestra de la posibilidad e indicio de la necesidad de que la jurisdicción y las competencias de las direcciones de estos sean lo bastante reforzadas para poder abordar verdaderos proyectos de centro, sin caer en una dependencia extrema, y agotadora, de la buena voluntad de todos y cada uno de los funcionarios docentes –ni de los interinos, a estos efectos no menos ingobernables. Si no es así, la escuela pública perderá en los próximos años la carrera de la innovación frente a la privada y la concertada, en las que direcciones más fuertes, docentes con más mentalidad de equipo y, a menudo, el hecho de ser parte de agrupaciones de centros, suponen una importante ventaja a la hora de actuar en el nivel meso antes mencionado.

Por otra parte, la presencia de centros privados, en particular religiosos concertados, viene a demostrar que razón y fe son ampliamente compatibles –como sabemos, al menos, desde Newton, que las compatibilizó con bastante éxito–, en todo caso a estos efectos. Pese al conservadurismo que se les suele imputar por su origen, su ideología o su dependencia, estos centros están mostrando una notable capacidad de innovación, sin duda favorecida por una jerarquía organizativa más eficaz, su mayor capacidad de selección y dirección de recursos humanos y la mayor necesidad de responder de manera expresa a las expectativas de las familias.

El valor de este puñado de experiencias reside justamente en que vienen de puntos de partida dispares, sortean los condicionantes omnipresentes del dirigismo administrativo, el sesgo ideológico o el inmovilismo corporativo y confluyen en la innovación y la mejora educativas, la apertura institucional y el compromiso profesional, que no es poco.

 

Fuente del articulo: http://blog.enguita.info/2017/03/el-centro-como-eje-del-cambio.html

Fuente de la imagen:: http://blog.enguita.info/2017/03/el-centro-como-eje-del-cambio.html

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España: Rector de la Universidad de Salamanca defiende un modelo global de educación

España – Salamanca / 27 de agosto de 2017 / Autor: EFE / Fuente: El Economista América

Latinoamérica y España deben realizar una «reflexión de futuro» y abogar por un «modelo global» de educación superior, afirma el rector de la Universidad de Salamanca, Daniel Hernández Ruipérez, en una entrevista con Efe.

Esta institución cumplirá 800 años en 2018, una efeméride que debería aprovecharse «para ir construyendo naturalmente sobre el pasado, pero con la vista en el futuro para producir un cambio completo», asevera.

El rector se encuentra en México con motivo de la primera Feria Internacional del Libro Universitario (Filuni) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la que la USAL es invitada de honor entre las 150 casas de estudio iberoamericanas congregadas.

Hernández dice que caminan hacia la definición de un espacio europeo, latinoamericano y caribeño de educación superior que permita el intercambio de estudiantes, a través del reconocimiento automático de los estudios.

«Hagamos un modelo global que tenga similitud en sus objetivos», defiende el rector, quien argumenta que una de las responsabilidades de las universidades es «formar ciudadanos despiertos, críticos, no manipulables, que sean capaces de recibir información, filtrarla».

Sin embargo, el sistema universitario actual «no sirve para que las sociedades progresen en el siglo XXI», apunta.

Sobre el sistema español, considera que el modelo está «agotado» y es «producto de otros tiempos», lo que impide a las universidades progresar «tan deprisa» como las de otros países.

La pasada semana, el llamado «Ránking de Shanghái» determinó que ninguna universidad española está entre las 200 mejores del mundo. La Pompeu Fabra, de Barcelona, es la que está mejor posicionada en el lugar 239.

«Los recortes de presupuestos en una universidad empiezan a tener efecto a lo largo de una serie de años, y ahora empezamos» a verlo, comenta Hernández, quien dice estar sorprendido de que las instituciones españolas no hayan descendido «muchísimo más».

En España se paga alrededor de «un 50 % menos» del costo que representa en otros países europeos. «Es imposible pretender que los niveles de rendimiento sean los mismos, no se puede pretender jugar la Champions con el presupuesto de un equipo de segunda», señala.

El rector opina que la sociedad española debe ser consciente que necesita un modelo diferente, «y una universidad que le va a costar más dinero»; cómo va a financiarse esto, matiza, es un asunto diferente.

Ya ha habido numerosos informes que han diagnosticado el sistema universitario, así como mucho debate, por lo que «es el momento de decidir» entre todos los modelos que se han propuesto para comenzar un cambio, afirma.

Dentro de la Filuni, los representantes de las instituciones han tenido espacio para debatir sobre las editoriales universitarias, cuya oferta está presente en los 66 expositores que alberga el Centro de Exposiciones y Congresos de la UNAM hasta la clausura de la Feria, el próximo domingo.

Al respecto, el rector de la USAL señala que aunque las universidades editan «muy bien», persiste un «problema de comercialización y de promoción de los libros y los productos audiovisuales».

Aunque no se puede pensar en una editorial universitaria como «una empresa que tenga que tener necesariamente un beneficio económico» -lo que implica que no va a alcanzar ciertos niveles de rentabilidad-, sí existe la obligación de dar «difusión» a los contenidos que trabajan los académicos y que sean accesibles al público.

Fuente de la Noticia:

http://www.eleconomistaamerica.com/educacion-eAm/noticias/8568592/08/17/Rector-de-la-Universidad-de-Salamanca-defiende-un-modelo-global-de-educacion.html

Fuente de la Imagen:

http://www.minube.com/fotos/rincon/3731

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Entrevista a Shujiro Urata: «El problema es la inequidad, no la globalización»

27 Agosto 2017/Fuente: clarin/Autor:Júan Décima

Para el profesor japonés, doctor en Economía por la Universidad de Stanford, la solución no es restringir los intercambios comerciales entre países sino implementar políticas de redistribución del ingreso.

Si bien hace muchos años que el profesor y doctor Shujiro Urata (67) no está en contacto con la realidad argentina, tiene un vínculo singular con la historia reciente del país.

Pocos años después de la recuperación de la democracia, fue uno de los autores del Informe Okita. Liderado por el economista Saburo Okita, uno de los artífices de la planificación económica de Japón de la posguerra, fue un trabajo realizado entre 1985 y 1986 por una treintena de especialistas japoneses en colaboración con funcionarios y técnicos locales.

El informe hizo un profundo diagnóstico sobre la macroeconomía, la agricultura, la industria, el transporte y el comercio exterior y ofreció una serie de recomendaciones para la reactivación de la economía argentina basadas en la experiencia japonesa de posguerra, con un fuerte énfasis en la competitividad de la industria, la expansión de las exportaciones y el rol del estado como orientador.

Urata estuvo a cargo del capítulo sobre intercambio comercial y apertura económica. “Debo decir que mis ideas sobre estas cuestiones se han mantenido relativamente constantes a lo largo del tiempo, y las nociones que expuse en ese momento las sigo considerando valiosas hasta el día de hoy”, remarca.

Invitado por la Embajada de Japón en la Argentina, donde disertó sobre la recuperación económica japonesa y sus implicancias para América Latina, fue entrevistado por Clarín acerca del escenario económico actual en la región del Pacífico, y cómo ve las potenciales oportunidades de integración entre Latinoamérica y los países asiáticos.

– ¿En qué áreas pueden encontrar lugar para colaborar y beneficiarse mutuamente las economías del Pacífico y Latinoamérica?

–En cuanto a sus producciones estructurales, las economías de América Latina y el Pacífico actualmente son complementarias. En ese sentido, el Mercosur y los países de la región cuentan con ventajas comparativas en lo que se refiere a productos primarios derivados de recursos naturales, como ser alimentos, pulpa o papel. Los países asiáticos, por su parte, cuentan con ventajas comparativas en el área de manufactura y maquinaria. A pesar de que la población de Japón está decreciendo, la región sigue contando con una gran cantidad de habitantes, empezando por China. El principal desafío para estos países es poder asegurarse una provisión estable y constante de alimentos y recursos naturales. A su vez, los países del Pacífico encuentran su fuerte en el suministro de autos o productos electrónicos y heladeras. Obviamente, las relaciones económicas entre las dos regiones pueden cambiar, dependiendo del marco temporal que uno analice.

– ¿Esta relación puede evolucionar de cara al futuro?

–Por supuesto. A mí me gustaría a ver más industrialización y capacidad de manufactura por parte de los países del Mercosur y la región. Así podrían ser más competitivos en el escenario internacional. El modelo que rige la dinámica del Pacífico está dado por una división del trabajo, redes regionales de producción donde cada país está especializado en ciertos rubros, y por ende se dedica a producir piezas y componentes para un área específica. Este sistema complementario es una de las bases para el crecimiento económico. América Latina podría ocupar un lugar dentro de esta cadena de abastecimiento como un proveedor de maquinaria y productos terminados, y no solo como un centro especializado en productos primarios.

– Los tratados de libre comercio no son muy populares en este momento. ¿Por qué cree que pasa esto?

–Por un lado, la brecha entre salarios y la inequidad es un problema serio a nivel mundial. En Estados Unidos esto se visibilizó no solo por la elección de Donald Trump, que construyó su campaña atacando los tratados de libre comercio, sino también por el discurso predominante entre los candidatos demócratas. que dudaban de los beneficios del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés). Según algunos especialistas, la globalización puede ser la causante de estos desequilibrios, y son quienes por lo general se autodenominan “antiglobalistas”. Hay algo de cierto en esto, pero la inequidad no se corrige deteniendo la globalización. Si una sociedad está de acuerdo en que esto es un problema que debe ser solucionado, debería apoyar políticas de redistribución de ingreso en su país. Es muy triste ver que en Estados Unidos, por ejemplo, el 1% de la población representa aproximadamente el 30% del PBI.

– ¿Qué medidas pueden emplearse para lograr redistribuir el ingreso?

En el caso de EE.UU., el gobierno podría emplear ciertas políticas que tiene a su alcance, como un impuesto a las ganancias que sea progresivo, o aumentar el impuesto a la herencia. Pero es muy difícil implementar esto porque los más ricos del país no quieren saber nada con este tipo de iniciativas. Es muy difícil hacerles entender a los estadounidenses más acomodados que si quieren tener una sociedad próspera y pacífica, ellos tienen que hacer algún tipo de sacrificio. Este tipo de mentalidad, la de sacrificarse por el bien común, tiene que partir de los que más tienen, y en EE.UU. eso es un problema.

–Además de las políticas de redistribución de ingreso, ¿qué área se debe apuntalar para tratar de paliar la inequidad social?

–Se debe poner énfasis en la educación. En EE.UU., las escuelas públicas se financian de manera local en parte a través del impuesto inmobiliario a la propiedad. De allí se desprende que la inequidad empieza a moldearse desde la primaria, ya que quienes viven en distritos de altos ingresos cuentan con mejores escuelas, mientras que la gente que se forma en zonas más pobres, ya empieza en desventaja.

– ¿Cómo es la situación en Japón?

-Si bien todavía es un problema pequeño, también estamos viendo un aumento en la inequidad. El Primer Ministro Shinzo Abe introdujo recientemente un impuesto más oneroso a la herencia, que es una medida que impacta más fuertemente entre los sectores más adinerados. También hay un impuesto a las ganancias, que se acrecienta a medida que la persona gana más. Estas soluciones parten de una lógica que considera que quienes más tienen también deben contribuir más para el bienestar de todos. Es necesario construir esta mentalidad comunitaria, introducirla dentro de una sociedad. No sé cómo se logra dentro de país tan diverso como EE.UU., por ejemplo, pero debería ser una empresa a lograr. Dicho esto, la globalización es el mejor método para lograr el crecimiento económico, creo que nadie discute esto, pero tiene un efecto colateral no deseado, que es el aumento de la inequidad. Esto debe solucionarse a través de medidas implementadas por cada país.

– ¿Cómo impactan en la región las tensiones políticas y militares constantes entre EE.UU. y Corea del Norte?

–Las preocupaciones por la hipótesis de conflicto entre Corea del Norte y otros países tienen un efecto en el aumento de gastos militares y en presupuestos de Defensa. Siempre habrá empresas y sectores que se beneficiarán con las crisis de este tipo pero no es lo más deseable para un crecimiento económico armónico, ya que se desvían importantes recursos que se podrían haber implementado en otros campos, como ser educación o ciencia e investigación.

– ¿Cómo ve la posible integración de China al TPP a futuro?

–Podría integrarse sin problemas una vez que alcance un cierto nivel de desarrollo económico. Dentro de los acuerdos, hay ciertas reglamentaciones referidas a la mano de obra, el medioambiente, las empresas estatales, la propiedad intelectual y el comercio electrónico con las que China deberá encuadrarse antes de poder ingresar a este marco de intercambio. Tomemos el caso de la mano de obra, por ejemplo. El país no cuenta con los mejores antecedentes en cuanto a la forma en qué trata a sus trabajadores, pero en cuanto su economía logre una madurez similar a la de los países desarrollados, no debería tener mayores inconvenientes en mejorar sus prácticas. Lo mismo pasa con el medioambiente. Es una cuestión que les preocupa, pero actualmente no puede encarar un plan para mejorar su comportamiento ambiental por un tema de costos, ya que le resultaría demasiado oneroso. Alcanzado el desarrollo necesario, será algo que podrán pagar. Es una cuestión de esperar a que China alcance esa madurez, y ahí sí abrirle las puertas para que pueda formar parte de TPP, o alguna alianza similar.

– ¿Cuáles son los beneficios de plegarse a este tipo de reglamentaciones?

–Ingresar a un acuerdo de este tipo también es algo que a China le conviene. Hasta hace aproximadamente 10 años, a China no le interesaba ingresar en tratados bilaterales de inversión ya que quería tener un control más firme sobre las empresas que operaban dentro del país. En la actualidad, el país es un gran inversor a nivel mundial y tiene intereses en numerosos países. Dentro de este contexto, ellos ahora quieren regímenes económicos más libres y menos restrictivos para sus empresas, y están apoyando tratados de integración. A medida que su economía ha ido creciendo y diversificándose, su alcance se ha hecho más global y sus actitudes respecto a los tratados se han ido modificando.

El problema demográfico de Japón

Que la población de Japón está decreciendo no es una sorpresa para nadie. En 1997 fue la primera vez que la población mayor de 65 años superó a la población infantil (de 14 años para abajo), mientras que en 2016 el número de nacimientos cayó por debajo de 1 millón anual por primera vez desde que hace más de 100 años se comenzó a censar la población. Según los más recientes estudios demográficos, se estima que en 2060 el 40% de los habitantes será mayor a 65 años, mientras que población total sería de 87 millones de habitantes, un tercio menos de los 128 millones registrados en 2010.

– ¿Cómo impacta la disminución de la población japonesa en el desarrollo económico?

– Es importante tener una población en alza para lograr crecimiento económico, tanto por la disponibilidad de mano de obra como por la necesidad de apuntalar el consumo. Uno también podría argumentar que para aumentar la productividad no hace falta más gente, ya que se puede lograr mediante automatización y mayor desarrollo de la tecnología. Pero es innegable que debe haber una demanda de consumo para que una economía se mueva.

– ¿Cuáles son las causas de la caída de la natalidad?

Uno de los factores es la cuestión de los ingresos: hay pocas personas que pueden dejar de trabajar para acompañar la crianza de sus hijos, y el costo de niñeras, guarderías y educación es muy alto. Este tipo de asistencia debería ser provista por el Estado, y en Japón es todavía una materia pendiente.

– ¿Qué soluciones se están barajando para hacer frente a la situación?

El gobierno y las empresas japonesas están empezando a hablar sobre la posibilidad de contratar mano de obra extranjera para cubrir vacantes. La construcción es una industria que tiene una necesidad intensiva de mano de obra, y es una de las que más presión está haciendo para que se implemente esta medida, teniendo en cuenta que Tokio va a ser la organizadora de los Juegos Olímpicos 2020. Introducir mano de obra extranjera es un primer paso para solucionar un problema acuciante, pero a largo plazo Japón tal vez deba modificar sus políticas de inmigraciónpara hacer frente al problema demográfico.

 

Fuente de la entrevista: https://www.clarin.com/mundo/shujiro-urata-problema-inequidad-globalizacion_0_H18OPpTd-.html

Fuente de la imagen: https://images.clarin.com/2017/08/24/rkyhwpaOW_930x525.jp

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Etnocentrismo Versus Diversidad

María del Pilar Cordero César

¿Por qué tenemos que aceptar la diferencia?

El mundo cambia, la sociedad cambia, la globalización (cosificando todo dentro de un valor de mercado), nuevos paradigmas que aparecen como contradictorios, utópicos y poco confiables, nuevas tecnologías que modifican la conducta, nuevos trabajos, nuevos empleos, nuevos roles sociales de la mujer, de los indígenas, los niños y su realidad virtual, los tribalismos, los integrismos islámicos, etc. Dice Pérez Lindo, “en todo caso estamos más cerca de un proceso de hibridación de culturas  que de la guerra de civilizaciones que anunciara Samuel Huntington”. Sin embargo, ¿nos acercamos más a la guerra que a la integración?

El tema que aborda Pérez Lindo sobre filosofía del nuevo mundo[i] es actual, polémico, real y da para análisis de cómo el etnocentrismo está vigente y funcionando cuando las políticas sociales y educativas insertan como tema innovador la multiculturalidad o diversidad cultural como un reconocimiento de la naturaleza humana hacia la búsqueda del bien común (o patrimonio común). Sin embargo, este bien, en la realidad sigue sin existir.

El pensamiento y la cultura de la humanidad han estado marcados por el etnocentrismo durante los últimos siglo -hasta hoy-, sin embargo, por otro lado, se dice que se ha avanzado en el reconocimiento de derechos humanos y las democracias, con esto se cree que se ha superado las ideologías dominantes, únicas, conocedoras de la verdad pero de conceptos manipuladores.

Entre los aportes del pensamiento contemporáneo se debe destacar, dice Pérez Lindo, la crítica al etnocentrismo, al reduccionismo racionalista, al cientificismo y a otras desviaciones que llegaron con la Modernidad (2010). De estas malformaciones, el etnocentrismo figura entre las más destacadas porque legitimó el colonialismo y la destrucción de otras culturas. El “Etnocidio” no fue una práctica exclusiva de occidente (Pérez L.2010).

Continua Pérez, el pos modernismo estimuló la crítica filosófica pero también el egocentrismo, propio del individualismo occidental. La civilización moderna burguesa occidental llevó adelante la individuación del hombre y de la mujer, más allá de los límites que impone en cualquier cultura los procesos de socialización. Europa inventó el individualismo moderno y, aclara el autor, la individuación se considera una etapa evolutiva de la especie, individualismo es una modalidad de la cultura (2010).

La contradicción entre el mundo globalizado con su cultura capitalista, tecnológica, mediática y consumista y el reconocimiento en declaraciones internacionales sobre la dignidad, la solidaridad, la igualdad y hoy la diversidad es una realidad. En la dinámica de los conflictos actuales, dice Pérez, la regla parece ser la diversidad mientras que en la mayor parte del siglo XX eran los denominadores comunes los que daban sentido a los grandes movimientos sociales (socialismo, comunismo, fascismo, nacinalismos, tercermundismo, populismo, etc) (Pérez L. 2010).

Ahora estamos asistiendo al reconocimiento de las diversidades culturales, a la contemporaneidad de las culturas. Esto constituye un verdadero acontecimiento en la historia de la humanidad. Implica una reconciliación con las “diferencias”, una afirmación de pluralismo cultural. Hoy coexisten culturas propias del Neolítico con tribus urbanas y tribus informáticas (Pérez L. 2010).

Estamos en la era de las contradicciones, lo que es, que parece, no es, atiende la diversidad mientras fomentas el individualismo y la competencia.

¿Será que no hay contradicción?, sino que sencillamente no hemos comprendido lo que somos los seres humanos, nos interesa más el tener que el ser, olvidamos reconocernos como seres solidarios, ¿no será que la insistencia en la lucha por el reconocimiento de la diversidad se ha puntualizado por que es tanta la “diferencia” que hemos fomentado y nos ha orillado a la desconfianza, a la falta de identidad, a la tolerancia, a las guerras, conflictos, abusos? Todos éstos son el origen de un NO reconocimiento a la identidad de las personas, su sociedad y sus culturas. Dice Pérez, pese a las declaraciones Internacionales sobre diversidad cultural, hacia el 2009 el mundo padece guerras y conflictos en todo los continentes que tiene que ver con la negación de las identidades culturales o del derecho de autodeterminación de distintos pueblos. El reconocimiento del “otro”, de la diversidad, es todavía precario (2010). Es tan precario, que está generando en el mundo la idea que la diferencia es peligrosa, basta ver las políticas de Trump, los grupos radicales que crecen en miembros y en acciones, desde los fundamentalistas religiosos, los ecologistas, los altermundistas hasta los movimientos los sin tierra.

El reconocer en el otro lo que yo soy como ser humano y lo que puedo ser con la colaboración del otro, es parte del conocimiento de la realidad, pero si esta realidad está fragmentada ¿qué podemos esperar de las acciones del hombre con el hombre mismo?, ¿cuál es su parámetro de medición respecto a los otros y lo otro? sería mejor empezar a desarrollar la solidaridad y el pensamiento de que un yo, más un tú, da un nosotros, y esto es la fuerza del cambio, de la aceptación de la persona a la diversidad que suma.

La defensa de los derechos sigue siendo una lucha desde su declaración en 1789 pero ¿entendimos que éstos derechos incluye todo en cuanto pertenece a la naturaleza humana completa? así, no sería necesario elaborar consignas, leyes, declaraciones por los que tenemos que luchas cuando son de las personas. Nos olvidamos que están ahí…pero las olvidamos por que no las usamos.

Nadie nos tiene que otorgar derechos humanos, sin embargo, nos los han dado, y por lo tanto, nos los pueden quitar. ¿Se pueden quitar por decreto?

Como última reflexión, la migración, que es un grave problema de reconocimiento a la identidad del otro, es la que ha creado las grandes civilizaciones.

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Referencia:

Pérez Lindo A, (2010) ¿Para qué educamos hoy? Filosofía de la educación para un nuevo mundo. Argentina, Edit. Bibios

Fuente del articulo: http://www.ruizhealytimes.com/opinion-y-analisis/etnocentrismo-versus-diversidad

Fuente de la imagen:

 http://www.ruizhealytimes.com/sites/default/files/styles/articles_vertical/public/articles/2017/03/etnocentrismo.jpg?itok=_jarYlz

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