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La violencia en Haití está impidiendo a los niños ir a la escuela

En el último mes, cerca de 60.000 personas fueron desplazadas y los ataques armados dejan cada vez más consecuencias.

La pérdida del derecho a la educación se convirtió en un nuevo efecto de la crisis causada por la violencia de las pandillas en Puerto Príncipe, la capital de Haití.

Según advirtió la organización humanitaria Plan Internacional, que entrevistó a más de 200 personas que viven en campos de desplazados, nueve de cada diez niños, niñas y adolescentes se vieron privados de su derecho a la educación.

La crisis que atraviesa el país les impide acceder a los centros de enseñanza, y desde 2024 cerraron más de 900 escuelas debido a los ataques de grupos delictivos armados o a que los edificios escolares se convirtieron en refugios improvisados para alojar a las personas que huyen de los barrios más violentos de la capital.

Incluso si se toma como referencia a toda la población del país, no sólo a quienes viven en las situaciones más extremas, la restricción del derecho a la educación queda en evidencia. Según la oficina del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, más de medio millón de niños haitianos, uno de cada siete, no puede ir a la escuela a causa de la violencia.

Según señala Plan Internacional, esta situación deja a los niños en una posición más vulnerable porque, al quedar fuera de los centros educativos, están más expuestos a ser reclutados por las bandas armadas y a convertirse en víctimas de violencia sexual y tráfico de menores, informó la agencia Efe. Esto impacta, por ejemplo, en un incremento de los embarazos adolescentes.

También se refleja en las expectativas de niños de apenas diez años que al ser entrevistados por la organización civil manifestaron su voluntad de volver a su barrio en Puerto Príncipe y unirse a las bandas armadas como un camino para conseguir recursos económicos.

En el último mes, más de 60.000 personas se vieron obligadas a huir de sus hogares, un número inusualmente alto, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). “Este alarmante aumento de los desplazamientos pone de manifiesto el incesante ciclo de violencia que asuela la capital haitiana. Nunca habíamos visto a tanta gente desplazarse en tan poco tiempo”, dijo el jefe de la OIM en Haití, Grégoire Goodstein.

El fenómeno se concentra en la capital, Puerto Príncipe, donde las bandas armadas controlan cerca de 85% del territorio. “Las personas que huyen de la violencia necesitan protección inmediata, comida, agua y refugio. La situación empeora día a día y, sin apoyo adicional, corremos el riesgo de asistir a una catástrofe humanitaria aún mayor”, agregó Goodstein.

Los datos de la OIM indican que el número de desplazados creció cada año y llegó a más de un millón de personas en total. A su vez, las cifras de la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos indican que 5.601 personas murieron por la violencia en Haití durante 2024, 1.000 más que en 2023.

Para los periodistas, informar a los haitianos en medio de esta crisis implica correr riesgos graves incluso en coberturas aparentemente sencillas. Por ejemplo, en diciembre, dos periodistas murieron cuando cubrían la inauguración de un hospital y la ceremonia fue interrumpida por un ataque a tiros.

Según informó Radio France International, el representante de la Unesco en Haití, Eric Voli Bi, dijo que las pandillas atacan “metódicamente” a los medios periodísticos para “silenciarlos”. “La situación es muy alarmante, muy preocupante, porque los medios de comunicación se están convirtiendo en objetivos”, dijo el funcionario a la agencia de noticias AFP.

Recientemente fueron atacados un canal de televisión y dos radios, dijo, y consideró que el objetivo es “impedir que llegue a los haitianos una información justa y transparente sobre la situación”. Sin embargo, los medios siguen trabajando en zonas peligrosas, destacó el funcionario de la Unesco.

Frantz Duval, el director del periódico más antiguo de Haití, Le Nouvelliste, describió la gravedad de la situación que enfrenta la capital haitiana en un editorial citado por The Guardian. Dijo que “al igual que Phnom Penh invadida por los Jemeres Rojos, Saigón absorbida por las tropas norvietnamitas, Trípoli tras la caída de Muamar el Gadafi, Saná tomada por los hutíes o Kabul tomada por los talibanes, Puerto Príncipe ha estado pendiendo de un hilo durante tanto tiempo que ahora cabe temer que los rumores y los gritos de angustia no sean meros ecos, sino el sonido de su colapso final”.

En medio de esta crisis, el diario informaba este lunes de la decisión del gobierno de Donald Trump de terminar con una política de su predecesor, Joe Biden, que daba un estatus legal temporal a migrantes de Haití, Cuba, Nicaragua y Venezuela para residir en Estados Unidos.

Esta medida abarca a más de 530.000 personas. Aquellas que no hayan conseguido otro tipo de protección legal se exponen a deportaciones que las devuelvan al país del que tuvieron que huir.

https://ladiaria.com.uy/mundo/articulo/2025/3/la-violencia-en-haiti-esta-impidiendo-a-los-ninos-ir-a-la-escuela/

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Haití: Niños y niñas soldado. ¿dónde queda la infancia en un conflicto armado?

Por Ana Sánchez Moncayo, activista del Equipo de Infancia de Amnistía Internacional España

A pesar de los compromisos y esfuerzos de los gobiernos a la hora de proteger a los niños y niñas en conflictos armados, el reclutamiento de estos como soldados por las fuerzas y grupos armados sigue representando un problema enorme.

Lejos queda el cumplimiento de la meta número 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobada en el año 2015 por Naciones Unidas que alienta a la comunidad internacional a “adoptar medidas inmediatas y eficaces para erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las formas modernas de esclavitud y la trata de seres humanos y asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldados y, a más tardar en 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas”.

Por eso, como cada 12 de febrero, Día Internacional contra el Uso de Niños Soldado –también conocido como el Día de las Manos Rojas– se quiere poner el foco en cómo la infancia se ha convertido en un objetivo de primera línea en los conflictos armados de todo el mundo y por qué las guerras afectan directamente a los niños y niñas, convirtiéndose en sus primeras víctimas.

Según el informe del Representante Especial del Secretario General sobre niños y los conflictos armados, perteneciente a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el 2023 la violencia contra la infancia en los conflictos armados alcanzó niveles extremos, tras registrarse un impactante aumento del 21% en las violaciones graves, alcanzando el máximo nivel desde que Naciones Unidas comenzara sus registros. Factores como el género, la edad, la etnia, la raza y la discapacidad fueron factores determinantes en la vulnerabilidad de los derechos de los niños y niñas, afectando a un total de 22.557 niños y niñas, siendo los varones los que más frecuentemente fueron objeto de reclutamiento y utilización, asesinato y mutilación, y secuestro; mientras que las niñas sufrieron una incidencia desproporcionadamente mayor de la violencia sexual.

Los datos más recientes ofrecen un panorama desolador, pues en los últimos 30 años, casi se ha duplicado la proporción de niños y niñas que viven en zonas de conflicto en todo el mundo; al mismo tiempo, que ha aumentado de forma drástica en estas últimas décadas el número de niños y niñas que viven cerca de un conflicto.

A pesar de que resulta difícil conocer la cifra exacta de niños y niñas soldado que hay en el mundo, cada día cientos de miles de niños y niñas participan en conflictos armados, siendo las regiones más afectadas Oriente Medio y especialmente África, pues es en este último continente el que presenta mayor número de niños y niñas que se ven afectadas de forma directa por los conflictos.

La silueta de perfil de una niña soldado

Muchas niñas vinculadas a fuerzas o grupos armados sufren habitualmente violencia sexual. © UNICEF/NYHQ2012-0883/Sokol

Proliferación de grupos armados en la República Democrática del Congo

Si no se hace nada, lo peor todavía puede estar por venir para la población de esa zona de la República Democrática del Congo, y también para la que se encuentra más allá de las fronteras”, advirtió Volker Türk, Alto Comisionado de Naciones Unidas ante el Consejo de Derechos.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos expresó una gran preocupación por la escalada de violencia en el este de la República Democrática del Congo (RDC) ya que “nunca había sido tan alto”. Condenó todas las violaciones y abusos cometidos y alertó del riesgo de que el conflicto se extienda a las naciones vecinas.

Desde principios de este año, el grupo armado M23, apoyado por Rwanda, ha intensificado su ofensiva en las provincias del este del país, Kivu del Norte y Kivu del Sur, ricas en minerales y caracterizadas durante décadas por la inestabilidad provocada por una proliferación de grupos armados que han desplazado a cientos de miles de personas.

En este contexto, la representante especial y jefa de la misión de paz de la ONU en el país –Bintou Keita– denunció el reclutamiento forzado de los niños y niñas, así como el peligro de ciertos grupos que se han convertido en objetivo. Agregó que el personal de la ONU está verificando múltiples denuncias de violación en grupo y esclavitud sexual en las zonas de conflicto del este de la República Democrática del Congo. Pero no solo se condena este tipo de abusos, sino también los secuestros, las desapariciones forzadas, los trabajos forzados, los ataques selectivos y el bombardeo de lugares de desplazados, hospitales y escuelas.

Los jóvenes son reclutados por la fuerza y los defensores de derechos humanos, activistas de la sociedad civil y periodistas se han convertido en una población en riesgo”,declaró Bintou Keita.

Las guerras de Sudán y Sudán del Sur: alistamiento de niños y niñas como medio de supervivencia

Dos niños soldados de espaldas

Niños reclutados por fuerzas o grupos armados. © UNICEF/UN0202141/Rich

El reclutamiento de niños y niñas soldado se está acelerando también en las guerras de Sudán y Sudán del Sur.

El conflicto en Sudán comenzó en la capital de Jartum el 15 de abril de 2023, y se ha transformado con el tiempo en un importante campo de batalla desde que comenzó la guerra civil entre las Fuerzas Armadas de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) – una fuerza paramilitar independiente-, sin embargo, el conflicto no tardó en extenderse rápidamente por todo el país a zonas como Darfur, Kordofán del Norte y el estado de Gezira.

Sin duda, una de las naciones más castigadas de todo el continente africano es Sudan del Sur, no solo por los conflictos armados sino también por los grandes contrastes climáticos al estar ubicada en pleno centro del África Subsahariana. Ahí se está dando uno de los conflictos más largos de todo el África ya que ha vivido más de 12 años de guerra civil desde que se independizara en el año 2011.

En ambos conflictos, el reclutamiento de niños y niñas se está generalizando y convirtiendo en algo sistemático. El deterioro de la situación humanitaria y la falta de acceso a alimentos y otros servicios básicos convierten a los niños y niñas – especialmente a los no acompañados y separados de sus familias en las calles- en objetivos fáciles para el reclutamiento por parte de los grupos armados, quienes los utilizan especialmente en funciones de combate, así como para hacer funciones de apoyo como porteadores, cocineros u operadores de radio.

Algunos de los niños y niñas reclutados pertenecen asimismo a las tribus de las que proceden la mayoría de los soldados de las FAR y son reclutados a partir de los 14 años, en ocasiones a través de sus familias o bien para vengar a familiares muertos. También existen casos en los que se alista a niños y niñas que han sido detenidos de forma arbitraria o desaparecidos a la fuerza, pues el reclutamiento y uso de niños y niñas soldado también está siendo empleado por las partes gubernamentales con fines propagandísticos.

Sin embargo, son muchos de estos niños y niñas que se alistan al ver en los grupos armados un medio de supervivencia para poder cubrir sus necesidades más básicas.

Haití: el conflicto olvidado

Haití

En Haití, el reclutamiento de niños y niñas por grupos armados ha aumentado un 70%. © Siffroy Clarens/SIPA

Desde que asesinaron al presidente haitiano Jovenel Moïse en julio de 2021, la violencia de las bandas criminales no ha dejado de aumentar, hasta alcanzar cotas sin precedentes en 2024. Ahora las bandas criminales controlan la mayor parte de la capital (Puerto Príncipe), lo que ha provocado una crisis humanitaria de gran alcance y ha llevado al Consejo de Seguridad de la ONU a autorizar una misión multinacional de apoyo a la seguridad.

Amnistía Internacional ha documentado el impacto de la violencia de las bandas criminales sobre la población infantil mediante una investigación desarrollada entre mayo y octubre de 2024, incluida una investigación sobre el terreno llevada a cabo en Puerto Príncipe en septiembre. Las experiencias de de los niños y niñas entrevistadas durante la investigación, cuyos nombres e identidades no se dan a conocer por motivos de seguridad y privacidad, reflejan las de muchos niños, niñas y adolescentes que viven inmersos en el caos que provocan las bandas criminales.

En Haití se ha disparado en un 70% el número de niños y niñas reclutados por grupos armados y la violencia sexual contra ellos en un 1.000% en el plazo de un año.

Según las últimas estimaciones de UNICEF, los grupos armados controlan ahora el 85% de Puerto Príncipe –siendo hasta la mitad de los miembros de estos grupos niños, niñas y adolescentes– y 1,2 millones de niños y niñas viven expuestos a numerosas amenazas, entre ellas a la violencia armada.

En Haití, los niños y las niñas quedan atrapados en un círculo vicioso al ser reclutados por los mismos grupos armados que alimentan su desesperación, pues el incremento de los casos de reclutamiento se ve fomentado no solo por la creciente violencia sino también por la pobreza generalizada, la falta de acceso a la educación, el colapso casi total de las infraestructuras y los servicios sociales. Como en Sudán y en Sudán del Sur, a menudo los niños y niñas se ven obligados a alistarse en estos grupos como medio para sostener a sus familias o cuando su seguridad se ve amenazada. Muchos de ellos también se alistan tras haber sido separados de sus cuidadores, como una manera de sobrevivir y estar protegidos.

Las agresiones sexuales y las violaciones se han generalizado y el número de niñas y niños expuestos a la violencia sexual se ha multiplicado por diez en este último año. El aumento de la violencia sexual en el país no representa solo un ataque para los niños y niñas, sino que, además, el dolor se extiende a las familias, pues destroza las comunidades y deja cicatrices en la sociedad en su conjunto.

Amnistía Internacional ha documentado los casos de 18 niñas que fueron violadas y sometidas a otras formas de violencia sexual por miembros de bandas criminales. Algunas de ellas fueron atacadas más de una vez. En 10 casos, las niñas fueron sometidas a violación colectiva y, en 9 casos, secuestradas. El derecho internacional exige a los Estados que protejan a los menores frente a la explotación y los abusos sexuales, incluida la prostitución.

Entretanto, los niños y las niñas que viven en las zonas no controladas por los grupos armados –cada vez más escasas– suelen ser vistos con recelo y corren el riesgo de ser considerados espías o incluso ser asesinados por movimientos de autodefensa. Si huyen o se niegan a participar en actos de violencia, sus vidas y su seguridad se ven inmediatamente amenazadas.

Demasiados niños y niñas en Haití están viendo su vida destrozada, y no tienen donde acudir para obtener protección o justicia. Sufren persecución y, en ocasiones, homicidio a manos de grupos de autodefensa, mientras las autoridades los detienen arbitrariamente. Les están robando la infancia”, afirma Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.

Los parques, las escuelas y los hogares se han convertido en campos de batalla, obligando a muchas familias a huir, con más de 500.000 niños, niñas y adolescentes desplazados. Asimismo, se calcula que tres millones necesitarán ayuda humanitaria urgente este año.

La situación en Haití es crítica tras el aumento de los abusos y el reclutamiento de niños y niñas por parte de los grupos armados, por lo que asombra la escasa cobertura que han recibido estas espantosas estadísticas.

Los niños y las niñas asociados con bandas criminales son ante todo víctimas. Amnistía Internacional pide a la comunidad internacional, incluidos los donantes, que trabaje con las autoridades y la sociedad civil de Haití para diseñar una hoja de ruta encaminada a introducir cambios que traigan consigo soluciones duraderas basadas en los derechos humanos, y a prevenir ciclos futuros de violencia. Los programas para desmovilizar y reintegrar de forma efectiva a los niños y niñas asociados a bandas criminales, y a proporcionar asistencia médica y jurídica completa a quienes sobreviven a la violencia sexual, son una prioridad.

Los niños y niñas tanto de Haití, como del resto de países en situación de conflicto armado son los más afectados por una serie de crisis que ellos no han creado. Por eso se insta a todas las partes involucradas a que cesen inmediatamente las hostilidades y pongan fin a las violaciones de los derechos de los niños y niñas, incluido el reclutamiento por parte de grupos armados y todas las formas de violencia sexual. También que adopten de inmediato medidas de prevención y mitigación para evitar y minimizar los daños y proteger mejor a los niños y niñas, así como a proteger las infraestructuras civiles, especialmente las escuelas y hospitales, y a que faciliten el acceso seguro de la ayuda humanitaria para garantizar su asistencia vital.

https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/ninos-y-ninas-soldado-donde-queda-la-infancia-en-un-conflicto-armado/

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UNICEF alerta sobre el aumento de violencia sexual contra niños y niñas en Haití

Informe revela alarmante aumento de violencia sexual contra menores de edad en Haití

Las denuncias por violencia sexual contra menores de edad en Haití han aumentado un alarmante 1.000 % en lo que va de 2024, revelando la magnitud de la “catástrofe humanitaria” que enfrenta el país, según informó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

En un informe presentado ante el Consejo Económico y Social de la ONU, la directora ejecutiva de Unicef, Catherine Russell, destacó que los grupos armados están abusando de los niños de manera “recurrente”, y sus acciones incluyen asesinatos o mutilaciones.

Each day, Haitians endure some of the worst abuses, and threats to their lives that we are seeing anywhere in the world.

Russell calificó estos hechos como una “aberración” y el “colmo del horror”, y señaló que las bandas paramilitares han comenzado a reclutar menores para aumentar sus filas. Se estima que hasta el 50 % de los integrantes de estas pandillas son niños y adolescentes, lo que representa un incremento del 70 % en la captación de este grupo vulnerable durante el último año.

“Se les utiliza como informadores, cocineros y esclavos sexuales, y se les obliga a perpetrar actos violentos”, afirmó Russell, quien hizo un llamado a la comunidad internacional para que preste más atención a la población haitiana, que “ha sufrido demasiado” y “durante demasiado tiempo”.

Según estimaciones de la ONU, de las 5,5 millones de personas que requieren ayuda humanitaria en Haití, tres millones son niños, quienes representan cerca de la mitad de los más de 700.000 desplazados internos. La situación se agrava aún más debido a que las organizaciones humanitarias enfrentan serias dificultades para llevar a cabo su labor a causa de la violencia, que afecta directamente a 2,7 millones de personas.

La comunidad internacional se enfrenta a un urgente llamado a la acción para abordar esta crisis humanitaria y proteger a los más vulnerables en Haití.

TELESUR

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La educación, otra víctima más de la violencia en Haití

Por Milo Milfort/Puerto Príncipe (EFE).-

La educación es otra de las muchas víctimas de la violencia en Haití: las escuelas son objetivos de las bandas armadas, refugio de desplazados y los alumnos pierden decenas de días al año de horas lectivas.

Y, si hay algo en lo que creen los haitianos, es en la educación. Los padres prefieren pasar hambre para gastar el dinero en la educación de sus hijos, apuestan por ella para salir de la pobreza y contribuir al progreso de Haití, como queda patente con el dicho ‘Si la escuela vale algo, la nación lo vale todo’, pues se considera que, cuando la escuela no funciona, el país se paraliza.

En el pasado las escuelas se conservaban y respetaban, pero ahora se están convirtiendo en objetivo de bandas armadas. Profesores, alumnos y directores han sido secuestrados y asesinados y muchos centros educativos han sido blanco de tiroteos, saqueos e incendios.

En 2023, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estimó que la violencia armada contra las escuelas deHaití se había multiplicado por nueve en un año.

Ejemplo de ello es una escuela cuyas paredes están plagadas de agujeros de bala de todos los calibres en el barrio de Cité-Soleil, en la zona de Brooklyn, centro de un conflicto entre dos coaliciones armadas que luchan por controlar el territorio.

“Se puede ver lo nueva que es nuestra escuela, pero tenemos que abandonarla y dar clase a los niños en un espacio estrecho”, dice la responsable de una institución humanitaria que trabaja en Cité-Soleil, donde miles de personas viven en la miseria extrema, lejos de servicios básicos como el agua, la electricidad y la sanidad.

Las escuelas se vacían

La educación en Haití ya no es la misma, se deteriora, por lo que las escuelas tienen que revisar su funcionamiento, reinventarse o desaparecer, lo que repercute en el rendimiento escolar.

Michelle, que se dedica a la enseñanza desde hace al menos diez años, puede dar fe de ello: “Hacemos muy pocos ejercicios. Solo nos centramos en lo esencial. Es como si preparáramos a los niños para los exámenes, mientras que antes la escuela preparaba a los niños para la vida”.

“Organizábamos días de recreo y días llenos de color. Dada la situación del país, ya no podemos hacerlo. Antes podíamos hacer visitas, llevar a los niños a sitios históricos, pero ya no podemos hacerlo. Ya no es posible por la inseguridad”, afirma Michelle, quien se queja de que hace dos semanas que no puede dar clase ni llevar a su hija a la escuela.

Educación en Haití, bloqueada por la brecha de desigualdad

Para suplir las carencias y seguir funcionado, algunas escuelas recurren a la tecnología, como los grupos de WhatsApp o las plataformas de aprendizaje virtual, pero en un país donde solo alrededor del 25 % de la población tiene acceso a la electricidad y donde la alimentación prima sobre otras necesidades lo que esto hace es crear desigualdades.

“Los deberes que se dan en la escuela exigen que los niños investiguen en internet. Se dan muy pocas clases. Ya no se trabaja los sábados”, explica a EFE Sandrine, una joven educadora.

La educación es otra víctima de la violencia en Haití: las escuelas son objetivos de las bandas armadas y refugio de desplazados.
Fotografía de personas refugiadas en una escuela tras abandonar sus hogares debido a la violencia de las pandillas en Puerto Príncipe (Haití). EFE/ Johnson Sabin

Además, las escuelas y también las universidades se enfrentan a una importante pérdida de alumnos en los últimos años, o bien disminuye la cifra de matriculados o bien el número de estudiantes que van a diario a clase se reduce jornada tras jornada. La culpa de ello la tienen los ataques de bandas que obligan a las familias a abandonar sus casas y los programas humanitarios que facilitan a los haitianos la salida del país

También escuelas y universidades se están vaciando de profesores que optan por abandonar el país. Además, unas familias cada vez más empobrecidas no pueden mandar a sus hijos al colegio.

El fracaso escolar

La vida ha cambiado para los alumnos, que pierden decenas de días al año de clase con el consiguiente impacto en el nivel escolar. Cuando no son las bandas las que ocupan los colegios, lo hacen los desplazados que huyen del terror de las bandas armadas (hay más de 300.000 desplazados, según las últimas cifras de la Organización Internacional para las Migraciones).

Tampoco se ven ya imágenes antes habituales, como cuando caía la noche a finales de año y los estudiantes se preparaban para los exámenes finales u oficiales bajo las torres eléctricas y en las plazas públicas. Ahora, cuando cae la noche, las calles se vacían.

Niños juegan en una escuela donde varias familias permanecen refugiadas tras abandonar sus hogares debido a la violencia de las pandillas, el 13 de marzo de 2024, en Puerto Príncipe (Haití). EFE/ Johnson Sabin

A ello se une unos alumnos cada vez menos motivados e interesados, lo que provoca un aumento del fracaso escolar.

La infancia ya no es la misma. Vive al ritmo de los disparos, los desplazamientos forzosos y la pérdida de sus padres. En la escuela, las calles y los barrios, los tiroteos forman parte de su vida cotidiana. Ahora los niños no necesitan estar enfermos o que lleguen los fines de semana para no ir al colegio, simplemente muchas veces no pueden acudir.

*Foto de portada:

Fotografía de la Escuela de Nacional de Guatemala donde varias familias permanecen refugiadas tras abandonar sus hogares debido a la violencia de las pandillas, el 13 de marzo de 2024, en Puerto Príncipe (Haití). EFE/ Johnson Sabin

https://efe.com/mundo/2024-03-20/la-educacion-otra-victima-mas-de-la-violencia-en-haiti/

 

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Haití destina sólo el 1,1 por ciento del PIB a la educación

Prensa Latina
El gobierno del primer ministro de Haití, Ariel Henry, sólo destina un 1,1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) a la educación, un presupuesto que hoy sigue sin cubrir las necesidades esenciales de ese sector.

Esto demuestra la debilidad de la inversión pública en el sistema educativo, declaró la especialista, Marie Evane, quien explicó que este porcentaje del PIB está muy por debajo de la media, que es de un 4,3 por ciento.

La cifra refleja la falta de interés del gobierno haitiano por la educación, satisfacer las necesidades de las escuelas, e incluso la calidad de la enseñanza, parece una misión imposible, puntualizó la experta en una reunión organizada por el Banco Interamericano de Desarrollo

En ese contexto, la ministra de Educación Nacional y Formación Profesional, Nesmy Manigat, abogó por una reforma prioritaria de los planes de estudios, con exigencias como la educación integradora, la innovación, el papel de los padres y las comunidades, y la elección de un multilingüismo funcional y abierto.

Para pasar de las palabras a los hechos, la titular anunció su intención de digitalizar próximamente el registro de escuelas y alumnos en el ministerio.

No faltan proyectos, pero es vital el aumento de la cantidad del gasto público en educación como uno de los factores clave para garantizar el éxito, resaltó Manigat citada por el diario Le Nouvelliste.

El Director General del Fondo Nacional de Educación, Jean Ronald, se refirió a la Constitución de 1987 para subrayar la responsabilidad de los poderes públicos en materia de educación.

Pues la carta magna estipula que “la educación es responsabilidad del Estado y de las autoridades locales. Deben poner la escolarización gratuita al alcance de todos y velar por que los profesores de los sectores público y no público reciban una formación adecuada», citó Ronald.

mem/joe

Haití destina sólo el 1,1 por ciento del PIB a la educación

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Haití: Agrupación Educación para todos demanda medidas para combatir la violencia contra las mujeres y niñas

Declaración con motivo del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres

La Agrupación Educación para Todos (REPT) expresa su preocupación por el aumento de los actos de violencia contra las mujeres y las niñas con motivo del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, que se celebra cada 25 de noviembre.

La difícil situación que atraviesa el país, donde la inseguridad hace estragos en muchas zonas de Puerto Príncipe y en las provincias, expone a las mujeres y las niñas a todo tipo de violencia. En este contexto, las mujeres y las niñas siguen siendo víctimas de violaciones y secuestros colectivos o individuales.

Los bandidos armados utilizan el cuerpo de las mujeres como arma en las violaciones colectivas en los barrios populares, mientras que las autoridades estatales se niegan a tomar las medidas adecuadas para poner fin a estas malas prácticas.

Al mismo tiempo, a la Agrupación Educación para Todos (REPT) también le preocupa que, incluso en las escuelas, las niñas y las jóvenes sigan siendo víctimas de violencia sexual y de otras violencias distintas de la violencia contra las mujeres.

La Agrupación Educación para Todos (REPT) hace un llamamiento a las autoridades para que tomen las medidas adecuadas para combatir todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas en el país. El REPT pide a los responsables gubernamentales que tomen medidas para prevenir la violencia en las escuelas y que presten el apoyo necesario a todas las víctimas de la violencia.

William Thélusmond Director Ejecutivo del REPT

https://redclade.org/noticias/haiti-agrupacion-educacion-para-todos-demanda-medidas-para-combatir-la-violencia-contra-las-mujeres-y-ninas/

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Haití y la “ayuda humanitaria” como doctrina de intervención imperialista

Por: Ana Dagorret

 

El último Informe Global sobre la Crisis Alimentaria, publicado en 2023, alerta sobre las posibilidades de una hambruna en Haití, país donde las sucesivas intervenciones extranjeras -para su “normalización”- han consolidado una crisis de carácter estructural.

La crisis humanitaria que vive Haití no es ninguna novedad. Tanto el terremoto de 2010, que dejó más de 200.000 muertos y millones de desplazados, las “intervenciones humanitarias” plagadas de denuncias de abuso sexual y participación en diferentes masacres contra organizaciones barriales, así como las constantes crisis políticas -desde golpes de Estado hasta el asesinato del presidente Jovenel Moïse- han servido de excusa, por parte de los organismos internacionales, de una acción conjunta internacional para “normalizar” el país.

De los 11,4 millones de habitantes que tiene Haití, al menos 5 millones sufren inseguridad alimentaria. A esta situación de miseria generalizada, se le suma la violencia que padece la población frente a las bandas criminales, que controlan gran parte del territorio ante la omisión (o acción) del gobierno de turno.

Sólo en 2023, se cometieron 1.446 asesinatos en el territorio, un promedio de 14 por día. A su vez, se registró 28% más secuestros que en 2022, con un total de 395 hasta la fecha. Estos datos reflejan la situación de violencia sistemática, pese a las sucesivas misiones humanitarias que llegaron al país a instancias de los organismos multilaterales.

Si bien los números son escalofriantes, la solidaridad internacional para con Haití está lejos de ser verdadera. Las sobradas muestras de preocupación y exigencias de una normalización del país se reducen únicamente a pedidos de intervención extranjera, algo que las y los haitianos conocen bien, y que sólo ha servido para empeorar la situación.


Según explican Mamyrah Prosper y Lautaro Rivara en el artículo “El intervencionismo humanitario. Misiones de paz, ONG coloniales y violencia sexual: el caso Haití”, este llamado a la intervención por cuestiones humanitarias “es una de las modalidades, cada vez más dominantes, del cambio de régimen”, cuyo carácter es indirecto y subsidiario.


Bajo el paradigma de “ayuda humanitaria”, tanto las potencias imperialistas como los organismos internacionales por ellas creadas pretenden una recolonización permanente del territorio. El argumento es que tanto el gobierno como la sociedad civil son incapaces de propiciar las condiciones para una normalización a la medida de Occidente, lo cual no sólo deshumaniza a las poblaciones receptoras de dicha ayuda, sino que las entiende incapaces de gestionar por sí mismas los aspectos más elementales de su existencia.

Bajo esta lógica es que, en Haití, se llevan a cabo una serie de intervenciones desde 2004, año en que una crisis política doméstica motivó el despliegue de más de 10.000 soldados de diferentes países, en lo que se denominó como Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH). La decisión fue impulsada por la ONU y la Organización de Estados Americanos (OEA), quienes, a instancias de Estados Unidos, Canadá y Francia (con fuertes intereses en el territorio), determinaron de forma deliberada que Haití representaba una amenaza a la seguridad internacional.

Si bien la MINUSTAH fue concebida para actuar en el territorio durante seis meses, su presencia se extendió por 13 años, durante los cuales se aplicó una política sistemática de violencia sexual contra la población y se cometieron una serie de masacres con el fin de diezmar a la resistencia y someter a la sociedad civil.

A lo largo de su historia como nación, la violencia sexual en Haití sirvió como forma de generar terror en las personas y su consecuente desplazamiento, algo que permitió a las potencias imperialistas consolidar su dominio sobre territorios ancestrales de las comunidades. A su vez, las masacres en barrios populosos de la zona metropolitana (la más famosa ocurrida en Cité Soleil), atribuidas a los Cascos Azules, tuvieron como fin desmembrar organizaciones sociales y la desmovilización popular para romper los lazos comunitarios. En esos territorios es donde hoy crece el dominio de las bandas criminales y organizaciones armadas.

Estas intervenciones humanitarias contaron también con otro factor: problema de las organizaciones no gubernamentales. Con las ONG, que comenzaron a ganar peso en la década de 1990 con la consolidación del neoliberalismo como política económica, se dio una instrumentalización particular del intervencionismo humanitario. A través de la captación de ayuda internacional, las ONG hicieron de la ayuda humanitaria un mecanismo de intervención para la defensa de los intereses geoestratégicos de los Estados centrales.

En palabras de Rivara y Prosper, “en el caso haitiano, los cuantiosos flujos de cooperación internacional ayudaron a inhibir aún más el deficitario accionar estatal, privatizando y fragmentando la oferta de servicios públicos en materia sanitaria, educativa, productiva y habitacional”.

La narrativa de la ayuda humanitaria sirvió durante años para Haití y, con el tiempo -y su éxito en la opinión pública debido al abordaje que de ella se hace en los medios hegemónicos-, otros países como Venezuela y Cuba fueron objeto de pedidos de intervención humanitaria, cuyo fin último es forzar el cambio de régimen en favor de los intereses del imperialismo.

La situación de Haití, con la violencia social y la extrema pobreza como características estructurales, es consecuencia directa de la lógica intervencionista humanitaria. No se trata de “normalizar” el país para imponer allí una democracia que responda a los intereses de Occidente, sino de una estrategia sostenida y sistemática de recolonización, la cual comienza a vislumbrarse como una nueva forma de intervención en los países donde el imperialismo pretende mantener su influencia.

Foto de portada: Andrés Martínez Casares – Reuters

Fuente de la información e imagen:  La Tinta

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