“Crecí en un hogar unido y muy temeroso de la religión. Por temor a destruir mi familia nunca revelé que era gay, aunque era evidente. Cierto día, mi padre, al llegar de la iglesia, me pidió conversar en privado. Allí me hizo la pregunta —que sin saber— me iba a liberar de una carga muy pesada: ‘¿Te gustan los hombres o las mujeres?’. Soy una persona sentimental y aquella interrogante me produjo una sensación de miedo e incertidumbre y lo único que pude hacer fue echarme a llorar”, relata Emil.
Luego de eso, dice que su padre entendió el mensaje y le dijo que aunque las cosas en la familia no iban a cambiar, era un tema que no le gustaría tocar. “Hasta el día de hoy, el tema de mi homosexualidad no se toca en mi casa, aunque nunca me han hecho sentir mal ni discriminado”, agrega.
Es solo un ejemplo sobre un tema que, tanto para los jóvenes como para los padres, es muy incómodo conversar y que, generalmente, se evita. Una situación que, a la larga, provoca desinformación o desconocimiento, estigma y prejuicios. Además del agravante de que hoy día, el acceso fácil a las redes sociales y a información en Internet de dudosa procedencia es, obviamente, un arma muy filosa, sobre todo para niños y adolescentes que no tienen todavía la capacidad de discernir sobre lo que es saludable o bueno para ellos y lo que no.
Según cuenta Emil, hay aplicaciones —como Grindr y Tinder— que son gratuitas y que son descargadas sin pensar en los riesgos que esto puede traer. “Nunca utilicé una aplicación para encuentros casuales. Pero un amigo me contó que una vez coordinó un encuentro con un extraño a través de una de estas aplicaciones y tras llevarlo a un lugar lejano y desconocido, le sacó un arma por no querer acostarse con él”, relata el joven, quien asegura que historias como estas se repiten día tras día.
“Alguien dijo una vez que desde que el sexo se convirtió fácil de conseguir, el amor se volvió difícil de encontrar. Y no me refiero únicamente al amor de pareja. También al amor propio, al valor que tengo como persona y la importancia que le doy a mis relaciones”, enfatiza Emil.
Precisamente, uno de los problemas frecuentes es que casi siempre se tiende a “relacionar la sexualidad solo con el coito o los genitales, cuando en realidad es un concepto mucho más amplio que va más allá de comportamientos”, señala la psiquiatra Arlene Martínez Nieto, subespecialista en niños y adolescentes de la Unidad de Adolescentes del Sistema San Juan Capestrano y consultora de los Hospitales HIMA-San Pablo de Caguas y Humacao.
“Va más allá del género físico o biológico, la identidad de género (con el cual el individuo se identifica más allá de su sexo biológico), la preferencia sexual y/o los comportamientos basados en roles dictados por la sociedad”, agrega Martínez Nieto, tras destacar que la sexualidad está relacionada a la experiencia humana y a cómo nos expresamos como seres sexuales. “Pero tiene aspectos sociales, religiosos, culturales, políticos y biológicos”, afirma.
Sexualidad en desarrollo
Según explica la psiquiatra, la adolescencia es una etapa en la que el interés en el tema de la sexualidad se intensifica en la pubertad y se convierte en un aspecto vital en la vida de los jóvenes. “En los humanos, el interés sexual puede ser expresado de manera diversa, es un espectro amplio de conducta y comportamiento que va desde el coqueteo, los besos y la masturbación hasta tener sexo con una pareja”, explica.
Es, además, una etapa en que se están descubriendo y están intentando definirse en el concepto más amplio: quiénes son en el contexto de su mundo. “El interés sexual de los adolescentes puede y es influenciado por normas culturales, la educación sexual en sus hogares y escuelas, entre otros”, agrega la psiquiatra.
Por eso, se recomienda la supervisión de los padres y cuidadores. Sobre todo, porque el acceso a redes sociales y al mundo virtual sin supervisión puede ser peligroso.
“La adolescencia se caracteriza por la exploración, la experimentación, la toma de riesgos, el sentido de invulnerabilidad, de omnipotencia, de ser invencibles, de pensar que nada malo va a pasar”, advierte Martínez Nieto, mientras menciona el riesgo de embarazos no planificados y enfermedades sexualmente transmitidas.
De ahí que la educación, el empoderamiento y la comunicación diáfana, abierta con los adolescentes sean tan vitales, recomienda la psiquiatra, quien también menciona que los riesgos son más altos en preadolescentes debido a que sus cerebros aún no han madurado. “Ciertas regiones en el cerebro, tales como el lóbulo frontal de la corteza cerebral y el hipotálamo, que son áreas importantes en cuanto al desarrollo del autocontrol, posponer gratificación, analizar riesgos, apreciar y valorar experiencias, no están aún maduros”, destaca.
Lo que encuentran en Internet
Según la psicóloga clínica Delmara Rivera Rivera, en su oficina ve preadolescentes que han contado cómo interactúan sexualmente a través de grupos o chats a través de Internet.
“Hay unos grupos que están relacionados a unos famosos muñequitos japoneses, Animé, donde los adolescentes entran y hacen como mininovelas o minihistorias que giran en torno a temas de sexualidad y donde ellos asumen distintos roles y actitudes”, explica.
Por ejemplo, dice que se desarrollan personajes que tienen conversaciones y fantasías de alto contenido sexual con personas que no conocen. “Son historias en las que la otra persona le dice lo que les están haciendo o lo que quieren que le hagan en términos sexuales. En estos chats pueden encontrar a personas que están identificadas como del mismo género, lo que puede confundir al adolescente”, advierte Rivera, quien destaca que el riesgo de esto no tiene que ver con que la persona vaya a desarrollar una preferencia sexual.
“El riesgo estriba en involucrarse en unas actividades que no son apropiadas para un menor de edad, independientemente de sus preferencias sexuales”, enfatiza la psicóloga, mientras recomienda orientar a los jóvenes en cuanto a la etapa del desarrollo en que se encuentran y que no es un momento para determinar si tienen una preferencia sexual o no.
“Deben saber que es un proceso de desarrollo normal que se está dando y la intervención que realizamos es más bien con los padres para que estén pendientes de las redes sociales y grupos de chats en las que están sus hijos y la información cibernética que están accediendo”, advierte Rivera.
Algunas recomendaciones
Más que hablar sobre sexualidad o emitir juicios, los padres deben preguntarle directamente al adolescente si tiene alguna duda sobre su sexualidad, qué es lo que le inquieta o qué quiere saber, recomienda Víctor Montes Martínez, director de servicios clínicos del Hospital Capestrano.
– Establece controles parentales para el acceso a Internet que puede tener el niño o niña con el teléfono celular y la computadora. (Además, no debe irse a su cuarto a la hora de dormir con el teléfono y la computadora debe estar en un área transitada, no dentro de su habitación).
– Preséntate ante tus hijos en un marco de confianza y de no juicio. Si el joven o la joven perciben que vas a enjuiciar, no te van a preguntar o hablar de sus dudas.
– Es primordial que al acercarte a tus hijos, le dejes saber que “no hay cosa en el mundo que haga que yo deje de amarte”.
– Si intuyes que te va a decir que es homosexual o lesbiana, “te los comas a besos y los abrazas”, no lo juzgues.
– Busca ayuda profesional para aprender a trabajar con los estigmas y prejuicios.
– Debes recordar que la adolescencia es la etapa en que mamá y papá no saben nada, son anticuados y son viejos, aunque tengan 45 años.
*Fuente: https:///2018/04/10/por-que-es-tan-importante-hablar-de-sexo-con-tus-hijos-en-la-adolescencia/