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Igualdad

Por: El País.

Las variaciones en los exámenes de Selectividad no garantizan la equidad

Cerca de 300.000 alumnos de bachillerato se presentarán a las pruebas de evaluación de acceso a la universidad (Evau), la antigua Selectividad, que ayer comenzaron en Castilla-La Mancha y que en los próximos días se irán celebrando en el resto de las comunidades con contenidos y fechas diferentes. Este es precisamente el talón de Aquiles de una prueba que en términos generales cumple su función de acreditar la preparación de los alumnos para acceder a los estudios superiores. El hecho de que conste de 17 exámenes con contenidos distintos y criterios de corrección diferentes impide que se garantice la igualdad de oportunidades.

En 2018 aprobaron el examen el 93,29% de los alumnos en la convocatoria ordinaria de junio y el 75,4% de los que se presentaron en la extraordinaria de septiembre. El problema que se discute no se refiere al grado de preparación con el que llegan al examen, sino al hecho de que, al ser distintas las pruebas y los criterios de corrección, no hay garantía de que los resultados reflejen objetivamente la variabilidad en la preparación de los aspirantes. La prueba evalúa cuatro materias troncales que puntúan de 0 a 10, más un examen de la lengua cooficial en las comunidades donde la hay. Los alumnos tienen la oportunidad de presentarse a otras dos materias optativas del bachillerato que han elegido, con las que pueden intentar acercarse a la nota máxima de 14 puntos, algo imprescindible para acceder a las carreras más demandadas.

La nota de ese examen representa el 40% de la calificación final que computa para el acceso a la universidad. El otro 60% corresponde a la nota dada por el centro donde se ha cursado bachiller. El resultado final será determinante para poder acceder a la carrera elegida. Todos los estudios tienen una calificación mínima de acceso que depende de la relación entre las plazas disponibles y el número de estudiantes que demandan esos estudios. Cuanta más demanda, más alta es la nota mínima que se exige para poder acceder a ellos.

Dado que esa calificación final obtenida en cada comunidad habilita para acceder a cualquier universidad de España, puede ocurrir que un alumno que ha obtenido buena nota en un examen menos exigente o en el que se han aplicado criterios más laxos de calificación pase por delante de otros que han tenido un examen o una corrección más rigurosos. Una décima de diferencia puede ser determinante para poder acceder a carreras que tienen notas de corte muy altas, como Matemáticas o Medicina.

Resulta difícil determinar si un examen es mucho más fácil que otro, aunque en los análisis que se han hecho se han constatado importantes diferencias. Pero lo que no parece lógico es que en una misma asignatura, por ejemplo la de Lengua y Literatura Española, en Canarias hubiera en 2017 un 32,1% de sobresalientes y en Baleares apenas un 2,2%. Semejante diferencia solo puede explicarse por criterios diferentes sobre qué debe ser considerado sobresaliente.

Esta es la razón por la que debería revisarse el modelo vigente y consensuar un examen único para toda España en las materias comunes y troncales, sin menoscabo de los elementos específicos que la ley reconoce a las diferentes comunidades autónomas. Debería aprovecharse además el debate para plantear otras mejoras, como un modelo de examen que permita evaluar las competencias de los alumnos y no solo sus conocimientos.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2019/06/03/opinion/1559585469_801628.html

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Expansión de la educación superior y desigualdad social

México / 19 de mayo de 2019 / Autor: Rodolfo Tuirán / Fuente: Campus Milenio

Es sabido que la distribución de las oportunidades de acceso a la educación superior está fuertemente condicionada por el origen social de los estudiantes. Se estima que en México la tasa de cobertura de los alumnos de ese nivel educativo provenientes de familias situadas en el primer quintil de ingresos era de aproximadamente 19.6 por ciento en 2016, en contraste con 89.5 por ciento de quienes pertenecen al quintil más alto; es decir, una diferencia de casi 70 puntos entre el grupo más pobre y el más rico. Esto significa que un estudiante del segmento más próspero registraba en 2016 una probabilidad 4.6 veces mayor de participar en la educación superior que un joven de escasos recursos. Esta brecha, aunque aún elevada, se ha venido reduciendo de manera significativa en el último cuarto de siglo, gracias al creciente acceso a la educación superior de los estudiantes en situación de desventaja. La envergadura de este cambio puede advertirse en el hecho de que en 1992 un joven del quintil más rico tenía una probabilidad casi 16 veces mayor de asistir a la educación superior que uno del quintil más pobre.

La dinámica indicada sugiere que transitamos desde hace varias décadas de un modelo elitista, en el cual los estudiantes del nivel superior provienen principalmente de las clases ubicadas en la cúspide de la pirámide social, a un modelo en el que el origen social de la matrícula es crecientemente heterogéneo, con un peso cada vez mayor de los jóvenes de familias de menores ingresos y de otros segmentos tradicionalmente excluidos.
Desde el punto de vista de la desigualdad en el ingreso, los rasgos de esta transición se han dibujado en el país con cierta nitidez en las últimas décadas. De acuerdo con los datos de las encuestas de ingresos y gastos de los hogares de 1992 y 2016:
• La proporción de la matrícula total de educación superior representada por estudiantes de los dos primeros quintiles de ingreso aumentó de 10.3 a 23.8 por ciento.
• A su vez, el peso relativo del tercero y cuarto quintil (que integran los segmentos intermedios) se elevó de 43.8 a 48.6 por ciento de la matrícula total.
• Finalmente, el peso relativo del último quintil disminuyó de 46 a 27.6 por ciento de la matrícula total en ese periodo.
Esta presencia creciente de los segmentos de menores ingresos en la educación superior probablemente se verá acentuada en los años por venir. Los mandatos de obligatoriedad y gratuidad —derivados de la reforma a los artículo 3° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos— podrían convertirse, de ser aprobados en fecha próxima, en un poderoso impulso de la masificación de la educación terciaria, al tiempo que favorecerían la presencia de un alumnado más heterogéneo y con mayor diversidad de orígenes sociales y culturales.

Los desafíos en puerta
Para valorar la profundidad y alcances de esta eventual transformación, en un estudio reciente sostengo que un escenario de ampliación de las oportunidades educativas de tipo superior, congruente con las promesas de campaña y los mandatos de obligatoriedad y gratuidad, es el que propone alcanzar una cobertura de al menos 56 por ciento en 2024 (con una matrícula de 6 millones 122 mil estudiantes) y de 70 por ciento en 2030 (con 7 millones 580 mil alumnos). La trayectoria que sigue este escenario, que podríamos denominar de obligatoriedad, implicaría llevar a cabo un esfuerzo inédito en la historia de la educación superior mexicana.
La evolución de la matrícula y la cobertura marcada por este escenario trae necesariamente aparejado un esfuerzo por corregir el desbalance de oportunidades educativas entre ricos y pobres por un imperativo de justicia social. Con esta idea en mente, se asume que la tasa de cobertura de los dos primeros quintiles de ingreso se elevaría rápidamente: de 25.1 por ciento en 2018 a 40.2 por ciento en 2024 y a 57.6 por ciento en 2030, propiciando una reducción significativa de la brecha que separa al quintil más rico del más pobre desde el punto de vista de la probabilidad de acceso a la educación superior.
Como resultado de esta dinámica, los jóvenes provenientes de los dos primeros quintiles de ingreso aumentarían de casi 1 millón 100 mil en 2018 a 1 millón 778 mil en 2024, en tanto que en el futuro más distante, en 2030, la cifra se elevaría a 2 millones 500 mil. Como se puede advertir, el escenario de obligatoriedad no podría ser viable sin incorporar en forma masiva a los jóvenes en desventaja. De hecho, ellos aportarían en el periodo 2018-2024 alrededor de 40 por ciento del aumento de la matrícula y cerca de 56 por ciento en 2024-2030.
Esta dinámica sería suficiente para incrementar de manera significativa el peso relativo de los grupos desfavorecidos en la matrícula total (de 25 en 2018 a 33 por ciento en 2030), en contraste con la reducción en la proporción representada por los jóvenes provenientes de familias provenientes del último quintil (de 26.4 a 19.9 por ciento en ese mismo periodo) y la leve caída —en términos relativos— prevista para los quintiles intermedios (de 48.4 a 47.1 por ciento). Bajo el escenario de obligatoriedad, para el 2039, año en el que se prevé que el país alcanzaría una cobertura en el nivel superior de 85 por ciento e ingresaría a la etapa de “acceso universal”, la proporción de la matrícula total representada por los jóvenes de los dos primeros dos quintiles de ingreso se elevaría a casi 40 por ciento. Las cifras enunciadas sugieren pues que, en el futuro, el perfil de los estudiantes mexicanos de educación superior no sería el mismo de aquel que las universidades suelen atender en la actualidad.

Igualdad de oportunidades
Para atraer y retener a los jóvenes de los segmentos de menores ingresos en las universidades, sería necesario, como primera condición, fortalecer los programas de becas. Una intervención de esta naturaleza constituye una herramienta poderosa para impedir que el origen social de los estudiantes condicione su destino educativo.
Si bien la gratuidad en las instituciones públicas de educación superior resolvería parte del problema, pues eliminaría colegiaturas y cuotas, resulta necesario, para asegurar igualdad de oportunidades, contar con programas sólidos de becas que ofrezcan financiamiento adecuado y suficiente a los jóvenes en desventaja para cubrir diversos costos directos e indirectos de la educación (como materiales escolares, libros, transporte o cambios de residencia, entre otros). De no contar con este tipo de apoyos, el esfuerzo financiero recaería sobre sus familias, quienes en muchos casos, por su propia condición, difícilmente podrían sostenerlo, lo que tarde o temprano haría inevitable el abandono escolar.
Afortunadamente, los programas de becas en el nivel superior han experimentado un gradual fortalecimiento en los últimos años. En el periodo 2006-2012 se otorgaron un promedio de 402 mil becas por año a estudiantes en situación de desventaja. La cifra se elevó a cerca de 600 mil becas por año en el periodo 2012-2018, lo que significó una cobertura de más de 6 de cada 10 jóvenes pertenecientes a los dos primeros quintiles de ingreso. Además de universalizar estos apoyos a los estudiantes de escasos recursos, se requiere aumentar de manera significativa el monto de estas becas.
El énfasis en los propósitos de equidad de la iniciativa de reforma constitucional que se debate aún en el Congreso de la Unión haría imprescindible continuar avanzando en la configuración de un sólido y generoso programa de becas para que los jóvenes en desventaja no encuentren barreras financieras que les impidan continuar con su educación en el nivel superior.
Entre sus promesas de campaña, el ahora Presidente López Obrador (AMLO) dijo originalmente que todos los estudiantes en situación de desventaja que cursaran estudios de nivel superior tendrían acceso a una beca (véase por ejemplo los 10 compromisos que presentó al magisterio en Oaxaca el 12 de mayo de 2018). Más recientemente, AMLO al parecer abandonó esa idea y en su lugar anunció la creación del programa Jóvenes escribiendo el futuro, que contempla inicialmente hasta 300 mil becas a jóvenes de escasos recursos por un monto de 4,800 pesos bimestrales, sin que hasta la fecha se haya dado a conocer las metas de este programa. Conviene precisar que, para financiar las 300 mil becas, el programa debería tener previsto un monto aproximado de 8,600 millones de pesos. Sin embargo, en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2019 sólo están contemplados alrededor de la mitad de los recursos, los cuales alcanzarían para apoyar a 150 mil jóvenes durante todo el año. Surge pues la duda: ¿300 mil becas otorgadas a los beneficiarios los doce meses del año? ¿150 mil becas asignadas en el mismo periodo? o ¿300 mil becas o más por unos cuantos meses del año?
Además, la SEP ha informado que seguirá asignando —al parecer temporalmente hasta concluir el ciclo escolar 2018-2019— un total de 290 mil becas adicionales de manutención, consistentes en un apoyo económico por un monto de 9 mil pesos distribuidos en 5 pagos bimestrales por la cantidad de 1,800 pesos cada uno, lo que apunta a una disponibilidad del orden de 2 mil 600 millones de pesos. Sin embargo, esta decisión plantea algunos dilemas: ¿Qué sucederá con el resto de los jóvenes en desventaja que estudian en las universidades y no cuentan con una beca? ¿El nuevo gobierno tiene entre sus prioridades cubrir con el nuevo (o el viejo) programa de becas a los segmentos que se encuentran en situación de desventaja? De ser el caso, ¿En qué plazos se buscaría alcanzar esta meta? ¿Cómo se prevé resolver el problema de contar con un programa nuevo que coexiste con otro ya antiguo que otorga a los beneficiarios becas por un monto casi tres veces menor?
Sobre las becas y la importancia de reforzar el papel de la educación terciaria en la movilidad social, el gobierno federal deberá adoptar definiciones precisas de política pública consistentes con el escenario emergente de obligatoriedad y gratuidad. Aquí, en este renglón, no cabe “hacer más con menos”. La opción es simple: se apoya a los jóvenes con becas para intentar, junto con otras acciones complementarias, retenerlos en la educación o se corre el riesgo de que la abandonen, con los enormes costos sociales que eso implica.
En el nivel medio superior ya se instrumenta el programa de Becas para el Bienestar Benito Juárez, el cual aspira a beneficiar a 4.2 millones de estudiantes de instituciones públicas (con 1,600 pesos bimestrales). De estar acompañado de medidas orientadas a fortalecer la oferta educativa y a dar un acompañamiento integral a los beneficiarios, el programa podría contribuir a favorecer la transición del bachillerato a la educación superior y ejercer cada vez mayor presión sobre el ingreso a este nivel educativo.
A su vez, en el nivel superior, si con el programa Jóvenes escribiendo el futuro se optara por alcanzar en 2024 cobertura universal de los estudiantes en desventaja, incorporando 300 mil nuevos becarios por año (con un monto de 4,800 pesos bimestrales, como aparentemente se está haciendo en 2019), la presión presupuestal sería muy significativa. Sería necesario adicionar alrededor de 8,600 millones de pesos por año, hasta acumular, en el escenario de obligatoriedad, un monto total de 51 mil millones de pesos en 2024 para financiar las becas de casi un millón 800 mil potenciales beneficiarios.
Como se podrá advertir, el componente de becas es estratégico y debe ser definido por el nuevo gobierno como un asunto prioritario. Implicaría una inversión cuantiosa de recursos adicionales por año, equivalente a un tercio del impacto financiero de la obligatoriedad (estimado de manera preliminar en alrededor de 25 mil millones de pesos adicionales por año, sin considerar la previsión correspondiente debido a la gratuidad).

Reformas pendientes
La cambiante composición social de la matrícula de educación superior y el creciente peso relativo de los jóvenes de escasos recursos y en situación de vulnerabilidad (personas con discapacidades, estudiantes procedentes de las poblaciones originarias, afro-descendientes y de otros orígenes) constituirían, como se puede advertir, desafíos clave para la política educativa y para el funcionamiento adecuado de las instituciones del sector en los años por venir. En particular, las  instituciones públicas, que si bien han albergado hasta ahora a la mayoría de los alumnos en situación de desventaja y con menores capitales culturales, verían en el futuro transitar por sus aulas a un flujo inédito de jóvenes con este perfil.
La experiencia internacional enseña que todos los sistemas que atraviesan por procesos de masificación y recomposición social de su alumnado suelen verse  obligados a impulsar reformas dirigidas a transformar la arquitectura institucional de la educación superior, articular el sistema educativo entre tipos y modalidades, transformar las políticas y prácticas de las instituciones educativas, fortalecer los mecanismos de inclusión e igualdad de género, y revisar el modelo de financiamiento, el andamiaje normativo y las pautas regulatorias de la educación superior para adaptarlos a las nuevas realidades.
El nuevo contexto obligaría a las instituciones de educación superior a hacer un esfuerzo sistemático, con nuevos y más eficientes modelos de organización, gestión y administración de las instituciones educativas, con el fin de atender y dar respuesta, sin distinción de ningún tipo, a la diversidad de necesidades educativas de los jóvenes pertenecientes a diversos colectivos. Sería necesario, por ejemplo, llevar a cabo desde adecuaciones a las instalaciones universitarias para facilitar la accesibilidad hasta cambios significativos en el modelo educativo para darle una orientación inclusiva e intercultural, y evitar altas tasas de abandono, reprobación y repetición. Con esa finalidad, constituiría un imperativo acercar a los jóvenes cursos propedéuticos, de nivelación, tutorías y otros apoyos, porque crecientemente se reconoce que estas acciones son necesarias para acompañar los programas de becas, que no son suficientes por sí mismos para mejorar el desempeño escolar de los jóvenes y contener el problema del abandono. Además, se necesita adecuar la oferta educativa a una demanda crecientemente heterogénea, y fortalecer la capacitación y actualización docente, a través de modelos de formación que les permitan construir, en los procesos de aprendizaje, interacciones sustantivas con los alumnos.
Desde el punto de vista social, la creciente incorporación al ámbito universitario de segmentos tradicionalmente excluidos podría constituir una oportunidad extraordinaria para activar y “aceitar” los procesos de movilidad social en el país. Recuérdese que, de acuerdo con el estudio Desigualdades en México 2018, publicado por el Colegio de México, los mexicanos que provienen de hogares situados en el quintil más bajo de la distribución del ingreso registran una probabilidad de alrededor de 76 por ciento de mantenerse, de una generación a la siguiente, en éste o en el siguiente quintil más desfavorecido. Con miras a superar este obstáculo invisible, Savater nos recuerda que la educación es quizá el camino más eficaz para “luchar contra la fatalidad social que hace que los hijos de los pobres sean siempre pobres”.
Para lograr que la educación superior sea motor de una mayor movilidad social en México, será preciso impedir a toda costa que el avance de la masificación redunde en una oferta educativa de baja calidad y poco pertinente para los jóvenes de escasos recursos. Una precaria asignación presupuestal a las universidades no dejaría margen alguno para evitarlo. Todos sabemos lo que está en juego: ofrecer una educación de baja calidad a los jóvenes de escasos recursos no haría más que reproducir un círculo vicioso que acentúa e incluso profundiza la desigualdad. Si la educación que recibirían estos jóvenes no conduce a una formación sólida, difícilmente podrían superar más tarde la fatalidad social a la que se refiere Savater.

Fuente del Artículo:

http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=16088:expansion-de-la-educacion-superior-y-desigualdad-social&Itemid=140

ove/mahv

 

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Programación del Portal Otras Voces en Educación del Domingo 19 de mayo de 2019: hora tras hora (24×24)

19 de mayo de 2019 / Autor: Editores OVE

 

Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 19 de mayo de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.

00:00:00 – Miles de brasileños protestan en defensa de la educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309665

01:00:00 – II Simposio Internacional de Inteligencia Artificial Educativa

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309668

02:00:00 – Universidades de Chile se comprometen contra el cambio climático y firman convenio de colaboración a nivel nacional

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309693

03:00:00 – Ya sé que la personalización del aprendizaje mejora los resultados pero ¿cómo se hace sin morir en el intento?

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309674

04:00:00 – Argentina: En 90 escuelas de Moreno no hay gas

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309706

05:00:00 – Conferencia de Henry Giroux en el CCCB

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309671

06:00:00 – Libro: Educaciones y pedagogías Críticas desde el Sur (Cartografía de la Educación Popular). PDF.

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309715

07:00:00 – Expansión de la educación superior y desigualdad social

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309681

08:00:00 – Libro de Paulo Freire: Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa. (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309718

09:00:00 – El fraude de la Reforma Educativa de la 4T – A Contracorriente (Video)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309703

10:00:00 – Libro de Oscar Jara-La sistematización de experiencias: práctica y teoría para otros mundos posibles (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309721

11:00:00 – Usar las series en clase, ¡es posible!

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309684

12:00:00 – Uno de cada quince estudiantes estadounidenses han pensado en suicidarse por elevado endeudamiento

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309724

13:00:00 – Philippe Meirieu: “La escuela debe asumirse como un espacio de desaceleración”

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309690

14:00:00 – ¿Por qué ha disminuido el ingreso a la educación superior en Colombia? Esto dicen los expertos

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309730

15:00:00 – Con este juego, tus alumnos aprenderán geografía con estudiantes de todo el mundo

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309687

16:00:00 – México: Inauguran Seminario Internacional sobre Reformas Educativas en América Latina

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309736

17:00:00 – Entrevista a Pep Aparicio: “Las profesoras y profesores de educación creo que han sido incapaces de leer a Paulo Freire”

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309696

18:00:00 – Estudio proyecta que al 2025 faltarán 32 mil profesores idóneos en Chile

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309727

19:00:00 – De la escuela sola no puede a la escuela sola no quiere

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309677

20:00:00 – México: Publican en el Diario Oficial de la Federación nueva reforma educativa

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309712

21:00:00 – La UNESCO apoya a Ecuador para asegurar la educación a personas en situación movilidad humana

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309733

22:00:00 – Cuba: Universidad de Cienfuegos, eje transformador de la sociedad

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309709

23:00:00 – David Calle: «Los chicos, a veces, ven mis videos durante el examen. Son chuletas tecnológicamente avanzadas» (Audio)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/309700

En nuestro portal Otras Voces en Educación (OVE) encontrará noticias, artículos, libros, videos, entrevistas y más sobre el acontecer educativo mundial cada hora.

ove/mahv

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Ya puedes consultar la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencia en lectura fácil

América del Norte/ México/ 21.01.2019/ Fuente: www.gob.mx.

Con el fin de acercar a más personas al conocimiento de los derechos humanos de las mujeres y niñas, Conavim presenta una versión en lectura fácil de esta ley

Una de las acciones necesarias para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres consiste en difundir sus derechos humanos entre la población. De esta forma, es posible ejercerlos plenamente, lo que permite acudir a las autoridades e instituciones encargadas de su cumplimiento de forma oportuna e informada.

Por ello, y con el fin de acercar a más mujeres y hombres al conocimiento de estos derechos, la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) pone a disposición de la ciudadanía un compendio de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia accesible para personas con discapacidad cognitiva o intelectual, analfabetismo funcional, trastorno de déficit de atención, personas adultas mayores, estudiantes de educación básica e inmigrantes que hablan una lengua distinta al español.

De igual forma, es un instrumento que puede ser de gran utilidad para cualquier persona interesada en conocer el contenido de la ley de forma rápida y sencilla, ya que en él se explican y resumen todos los conceptos en un lenguaje accesible y conciso. Su relevancia radica en que para alcanzar una sociedad igualitaria y libre de violencia es necesario que se reconozcan, fomenten y respeten los derechos humanos de todas las personas, sin distinciones de raza, género, edad, nivel socioeconómico, orientación sexual, lengua o ninguna otra.

La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencia en lectura fácil  está disponible para su consulta y descarga en línea, además de que será distribuida físicamente a través de organizaciones encargadas de promover y defender los derechos humanos de mujeres y niñas. Adicionalmente, se distribuirá una versión en braille a personas con discapacidad sordo-ceguera y debilidad visual.

La publicación contribuye al cumplimiento del Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y no Discriminación contra las Mujeres 2013-2018. Con su difusión, se busca fortalecer la cultura de la denuncia, la prevención, el respeto a los derechos humanos y la no violencia.

Para descargar la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencia en lectura fácil, haz clic aquí.

Fuente de la noticia: https://www.gob.mx/conavim/articulos/ya-puedes-consultar-la-ley-general-de-acceso-de-las-mujeres-a-una-vida-libre-de-violencia-en-lectura-facil?idiom=es

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Sin Educación no hay Soberanía

Por: Edgardo Zablotsky.

“Sin educación pública no hay soberanía”. Fue la consigna, en palabras de Rodolfo Baradel, de la Jornada de Protesta llevada a cabo por el Frente de Unidad Docente de la provincia de Buenos Aires, un día después de concretarse un nuevo paro docente que generó 28 días sin clase en lo que va del año lectivo. Un joven que ingresó en 2013 a una escuela pública habrá perdido, durante los seis años de su escolaridad, 90 días de clase.

La Argentina es un país extraño; el líder del sindicato, que ha impedido el dictado de clases durante prácticamente un mes, considera la educación pública como un medio indispensable para gozar de una real soberanía.

Es claro que el Sr. Baradel no se puede estar refiriendo a la soberanía individual, es decir, al derecho natural o moral de todo individuo a controlar su propia vida, mientras no afecte a un tercero. De ser así estaría profundamente confundido pues, como alguna vez señaló el ex presidente de Francia, Nicolás Sarkozy: “El ignorante no puede ser libre”.

Los estudiantes están sistemáticamente perdiendo días de clase y, aunque supuestamente los recuperen, sólo servirán para cumplir las formas. Hace ya mucho tiempo que han perdido la cultura del esfuerzo. El capital humano no lo están adquiriendo, a pesar de cumplir con la formalidad de, eventualmente, terminar sus estudios secundarios.

Sin capital humano, en la globalizada sociedad del conocimiento en que les toca vivir, ¿qué posibilidades tienen para desarrollarse, progresar y alcanzar la movilidad social que alguna vez fue sinónimo de la Argentina? Definitivamente pocas.

Posiblemente el Sr. Baradel entiende que el rol de la educación no es la formación de capital humano sino la transmisión de valores que le son propios, los cuales, por supuesto, respeto pero no comparto.

Retomemos historias de nuestro pasado cercano. Recordemos el accionar de los talleres de la Cámpora en diversas escuelas de nuestro país, con el propósito de difundir los ideales kirchneristas entre los alumnos, sobre todo, de establecimientos secundarios. Franco Vitali, titular por entonces de la llamada Dirección de Fortalecimiento de la Democracia, llegó a señalar: “Creemos que este momento político requiere una participación fuerte de los jóvenes, sobre todo para defender este modelo de país que desde 2003 para acá ha empezado con Néstor y ahora con Cristina necesita consolidarse”. No recuerdo que el Sr. Baradel se haya opuesto a estas prácticas. Yo creo que el rol de la educación es otro.

El vivir en una sociedad en la cual exista la igualdad de oportunidades independientemente de la cuna, en una sociedad donde cada hombre sea libre de realizarse tomando los riesgos que desee afrontar, accediendo al fruto de sus decisiones acertadas y pagando los costos de sus errores, ¿de qué depende sino de la educación?

Sin educación no hay soberanía personal posible. El ignorante no puede ser libre, millones de personas que subsisten en base a planes sociales son cruda evidencia de esta realidad.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/educacion-soberania_0_QqzmAhSJK.html

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La inercia educativa, por José Carlos Saavedra

Por: El Comercio.

“El acceso a la educación superior [en el Perú] aún es muy desigual”, señala el socio de Apoyo Consultoría

Hoy en día, uno de cada cuatro trabajadores peruanos cuenta coneducación superior completa. Si bien la proporción suena baja si se compara con países desarrollados, es alentadora si se toma en cuenta el rápido aumento en el acceso a este nivel educativo observado la última década. Hoy, un joven promedio de 26 años tiene una probabilidad de tener educación superior que es cuatro veces la que tenían sus padres.

Este es uno de los cambios sociodemográficos más importantes del Perú en las últimas décadas. Pero como todo promedio, esta tendencia esconde diferencias importantes que se deben tomar en cuenta para seguir empujando el coche en la dirección correcta.

La primera es que el acceso a la educación superior aún es muy inercial y desigual, porque depende mucho del nivel educativo máximo alcanzado por los padres. Por ejemplo, si bien el 26% de trabajadores en el Perú cuenta con educación superior, dicho porcentaje se reduce a 17% si solo consideramos al grupo de trabajadores cuyos padres no culminaron la primaria. En contraste, ese porcentaje aumenta a 55% si solo consideramos a los trabajadores cuyos padres cuentan con educación superior. Es decir, tener padres educados multiplica por tres la probabilidad de que una persona acceda a educación superior.

La segunda es que los ingresos esperados de un trabajador con educación superior parecen depender también de las condiciones iniciales de la familia. El trabajador peruano con educación superior gana, en promedio, S/15 por hora, pero ese ingreso esperado también está marcado por el nivel educativo de los padres. Si estos no culminaron la primaria, el ingreso esperado es de S/11, mientras que ese ingreso esperado salta hasta S/24 si sus padres cuentan con educación superior. Es decir, tener padres educados duplica el ingreso esperado por tener educación superior completa.

Esto no debe ser así: si queremos llegar a ser una sociedad que ofrece igualdad de oportunidades a sus ciudadanos, tenemos que asegurarnos de que las condiciones de partida, como la educación de los padres, el lugar de nacimiento, la lengua materna o el grupo étnico no sean tan determinantes del futuro de las personas.

Algunas acciones claves para alcanzar este ideal tienen que ver con que los colegios públicos ofrezcan educación de calidad, con que se fortalezca el sistema de financiamiento de la educación superior (de manera que el acceso dependa del mérito y no de la capacidad de pago de los padres) o con procurar que la oferta educativa cumpla con condiciones mínimas de calidad y que la población pueda diferenciar entre buenas y malas alternativas. En ese sentido, el cierre de la primera universidad por parte de la Sunedu –por no cumplir con las condiciones básicas de calidad– es una buena noticia.

Fuente del artículo: https://elcomercio.pe/economia/opinion/inercia-educativa-jose-carlos-saavedra-noticia-569510

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La educación pública universitaria en estado de coma

Colombia / 21 de octubre de 2018 / Autor: Miguel A. Herrera Zgaib / Fuente: Radio Macondo

En este último año, 2018, se incrementó la letanía de la Ley 30 de 1992, que estableció las bases para el estatuto que rige la educación superior en Colombia. Ley que volvió a la liza política, una vez que los estudiantes colombianos, organizados en la Mane impidieron la contra-reforma educativa, pero no tuvieron la fuerza y el consenso suficiente para darle curso, vía Congreso, a una reforma progresista a dicho estatuto.

Este estatuto ya había revelado un diseño financiero inapropiado, en materia de presupuesto para la educación superior, cuando estableció que el incremento de la financiación estatal quedaba atado al incremento anual del IPC, mientras que a partir de 1993, al mismo tiempo se producía un incremento exponencial en la demanda de estudiantes al Sistema Universitario Estatal, SUE, sin que los recursos tuvieran un aumento siquiera proporcional a la nueva población estudiantil in crescendo.

La ley 32 decía corresponder a los primeros años de la reforma del Estado autoritario y excluyente que fue creado en 1886, el que después de guerras intestinas, dirigidas por los señores de la tierra, se reproducía, con poquísimas reformas; ninguna apta para romperle el espinazo a los privilegios socio-económicos celosamente mantenidos desde la colonia por una intelectualidad en su gran mayoría obsecuente y sumisa.

Todo esto a pesar de lo sostenido por Darío Echandía, cancerbero de la reforma del 36, durante los años dorados de “la revolución en marcha” de Alfonso López Pumarejo, un avezado centenarista a quien la Nacional rinde homenaje en un espacio rebautizado con su nombre, que hace parte de las que fueran las residencias Uriel Gutiérrez, cuya parte posterior colapsó hace varios años, disimulada por un improvisado corral de latas de zinc.

Este grotesco cercamiento simboliza bien el abandono presupuestal de la principal universidad de la nación, que empezó llamándose Central, de acuerdo con la Ley de 18 de marzo de 1826, junto a su otras dos hermanas en el fugaz tiempo de la Gran Colombia, la de Quito y de Caracas, que aún conservan el nombre original que le dieron los próceres masones e ilustrados, Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, removido de la plaza central de la Ciudad Blanca, para rebautizarla como Ché hasta nuestros días.

La joya de la corona de la educación pública, bajo el cobijo de la sentencia latina “omnium potentior est sapientia”, esto es, que “la sabiduría todo lo puede”, por el contrario, ha estado sometida por largos años a una sequía presupuestal regada por un rosario impenitente, despiadado de años de desidia y olvido gubernamental, que la tienen en literal estado de coma, jugándose sus restos.

Tal abandono y postración se encuentran probados de sobra, hasta el absurdo, para todo el que haga la experiencia de recorrer sus vías, principales y adyacentes, para descubrir con estupor, que la Nacho, como le decimos cariñosamente, es un “fractal negativo”, que copia la situación de la ciudad capital que la aloja.

Este recorrido digno de un camino de herradura, hasta la fecha no lo hizo, ni el atento presidente de Colombia, Iván Duque, formado en el exterior, bajo el generoso cobijo del BID, que paga en parte la riqueza social colombiana, y mucho menos la actual ministra de educación, María Victoria Angulo, salida de las canteras de la administración distrital.

Sin embargo, en el papel, y para la Ley que rige el gobierno antidemocrático de la Universidad Nacional, el presidente es quien encabeza el CSU, la instancia máxima del gobierno universitario, donde el (a) ministr@ del ramo, lo reemplaza casi de manera inveterada.

La saga incumplida de la igualdad social

La educación pública superior era, y pretende seguir siéndolo una de las ventanas para la promoción del principio liberal de la “igualdad de oportunidades”, tantas veces negado en la práctica, que primero exige para su materialización igualdad de condiciones básicas en términos de vida, condiciones que nunca ha ofrecido la maltrecha república nacida en 1819. Para el año 1993, los privilegiados, porque accedían a los pregrados, eran 159.218, que para el año 2016, ascendieron a 611.800.

Entonces, el presupuesto asignado a las universidades públicas era de 1,72 billones, mientras que para el 2016 se incrementó en 2,93 billones, cuando con una operación simple queda claro que la población estudiantil se triplico en 23 años, el presupuesto para la educación superior ni siquiera alcanzó a duplicarse. Un estudiante en 1992, recibía en promedio $10.825.890, mientras que uno que estudiaba en 2016, apenas le correspondía $ 4.785.338.

Tal y como lo recordó en una conversación histórica, Estanislao Zuleta hablándole a la guerrillerada de clase media y popular, al M-19 reunido en las montañas del Cauca, que preparaba con optimismo el frustrado diálogo nacional de aquel entonces, que la democracia requiere condiciones que la Colombia ni tiene ni obtiene.

Este aserto, la gran brecha de la desigualdad social, no sólo persiste, sino que se amplía. Lo recordó con cifras actualizadas el pasado martes, Alicia Puyana, economista formada en Praga, en interlocución directa con Ota Sick, y en Oxford, en las líneas principales, más sustanciosas, del discurso de aceptación de su ingreso como miembro de número de la Academia Colombiana de Economistas.

Esta realidad se reafirmó en la respuesta que le dio la otra académica, Consuelo Ahumada, para corroborar su decir, a la vez que resaltaba el tremendo drama de las minorías étnicas, que, en número superior a dos millones, prueban que la igualdad social es un “trágico sueño guajiro”.

Es lo que se establece 27 años después de que se inauguró el nuevo orden con optimismo circunspecto de los subalternos, de los trabajadores, de los pobres, de los excluidos, de la insurgencia subalterna. Era el promisorio debut de la nueva estructura constitucional sancionada en 1991, cuya arquitectura normativa definía al orden político de Colombia como un estado social de derecho, con una explícita participación ciudadana, y la protección efectiva de los derechos humanos fundamentales, que han hecho célebres millones de veces el socorrido derecho de amparo, la célebre tutela que por estos días quería suprimirse de un plumazo.

A la muerte de la Constitución de 1886, longeva hasta más no poder, en beneficio de los privilegios decimonónicos del bipartidismo forjado al calor de heroísmo y cálculo de los “patricios” que hicieron la guerra de independencia, al frente de sus peones, el ponente de la Ley 30 era el senador Ricardo Mosquera Mesa, probado antes como rector de la Nacional al final de la segunda mitad de la década del 80.

Ahora, en la crisis más severa en la existencia de la Universidad Nacional, de modo paradójico, le toca liderar su salvación en articulo mortis a una rectora, Dolly Montoya, esposa del rector citado, quien fuera activista estudiantil en el año 1971, como ella misma lo ha recordado, cuando enfrentaba la imposición del modelo Atcon, de reforma universitaria, y la financiación injerencista de los Estados Unidos.

Tal reforma, como la reforma agraria eran parte de la prueba dizque de la Alianza para el Progreso, apuntalada a comienzos de los años 60, por la visita de la pareja destruida por los tristes augurios del reino de Camelot. Aquella vez el anfitrión fue Alberto Lleras Camargo, primer secretario de la OEA, el denominado ministerio de colonias del hegemón estadounidense.

La reforma de la Nacho era prenda de garantía para espantar el fantasma del comunismo, cuya tormenta ya había barrido a la vecina Isla de Cuba, donde pronto se estableció la educación pública gratuita, y se alfabetizó a millones de analfabetos, a pocas millas, con brigadas de voluntarios movilizados de la ciudad al campo.

De la consulta anticorrupción a la defensa de la universidad pública

Cuando el nuevo orden de la participación, cuando la democracia, cuando la paz están detenidos, cuando no corrompido el orden constitucional de 1991, por el repetido incumplimiento de la promesa de promover de manera inmediata que la igualdad sea real y efectiva, y en cambio hacer la guerra de exterminio interno de insurgentes y disidentes, el conjunto de los colombianos, y de modo particular, las minorías, cada vez más excluidas, explotadas y oprimidas, se toman las calles a través del estudiantado universitario, y los demás grupos subalternos.

Unos y otros desfilaron, como multitud abigarrada, sin desmanes el pasado miércoles, en las grandes capitales, Bogotá y Medellín, y en las otras superando de acuerdo a cálculos conservadores el medio millón de personas. Todos reclaman el futuro en términos de presente a cumplirse, sin tretas ni engaños.

Así, los jóvenes de Colombia han tomado, cuando no arrebatado simbólicamente, cuando más lo necesita, la batuta de la mano de los mayores, expectantes ante el triunfo electoral de la reacción, la derecha y los tibios en sordina, pegados como lapa a las vetustas fórmulas bipartidistas ampliadas, que, en la sesión de la cámara, con los rectores a borde, apenas tuvo en el coro de representantes a 8 de ellos.

Estas minorías del país político siguen saboteando el tránsito de toda la nación envilecida y desplazada, por millones, de la guerra civil interna, regionalizada a la paz incluyente con las reformas exigidas. Prueba fehaciente de ello fue la actitud del presidente del senado, Macías, del CD, cabeza del bloque reaccionario, hoy dominante, quien descalificó la intervención de la estudiante Jennifer Pedraza, representante al CSU de la Universidad Nacional, para sabotear y cortar su intervención, durante el mismo día en que algo más de 50.000 personas llenaban las principales vías, y copaban la plaza de Bolívar.

El actual presidente y sus coequiperos, de manera descarada, vienen aplazando el avance real de los acuerdos propios de una paz incluyente, porque la paz de Santos, con todo, quedó encerrada en los postulados neoliberales, que le señalaron una suerte de muerte prematura a éstos, y a la educación pública superior, desangrando sus presupuestos; aplicándole el préstamo gota a gota.

En la comisión del presupuesto actual, la senadora Aída Abella se enteró que los anunciados $500.000 millones para la educación superior no serían ejecutados, entregados para la vigencia presente de 2018, donde las universidades públicas están estranguladas, empezando por la Universidad Nacional. El plan era que esto ocurriera para el año 2019, y con una orla de exigencias múltiples para su desembolso.

La denuncia pública de la senadora electa por la lista de la decencia, sobreviviente de la masacre de la UP, y sobre todo, la multitudinaria presencia estudiantil en las calles, hicieron que al día siguiente el gobierno de Duque/Uribe cambiara los planes y anunciara que dicha partida, sin afectar el presupuesto tendrá ejecución inmediata.

Hoy, más que nunca con el estudiantado movilizado quedó más que claro, que los acuerdos de paz de La Habana, en sus más de 400 páginas guardaron silencio sobre la suerte del SUE, y la educación pública estatal, porque en ellos no tuvo la comunidad universitaria una vocería real, una representación en las negociaciones.

Todo lo cual prueba que la disputa hegemónica de los subalternos, sociales e insurgentes, adolecía para entonces de una propuesta que encare el agujero negro de la reforma intelectual y moral, de la que es pieza maestra la reforma educativa integra, herencia abandonada, por una modernidad contrahecha como la de Colombia, “conducida” casi sin excepción por una intelectualidad cosmopolita, separada de los grupos y clases subalternas, con notables excepciones.

Saldando una deuda histórica

Tal divorcio histórico, entre intelectuales y pueblo que Jorge E. Gaitán, advirtió para los tiempos de la generación de los nuevos, se mantiene. A él han respondido los herederos del grito de Córdoba de 1918, cuando organizaron el paro nacional universitario del año 1971, que acordó un Plan Mínimo.

Era la respuesta a la reforma Patiño, que no pocos alaban, porque aclimató en últimas la universidad de entonces a los imperativos de la modernización capitalista, como antídoto al socialismo triunfante en la Cuba de entonces.

De nuevo, en 2011, el estudiantado en lucha recogió y amplió con lucidez las banderas de 1971, pero sucumbió ante un Congreso reaccionario, que impidió la prosperidad de una reforma progresiva de la Ley 30 de 1992, a la cual respondieron en el clímax del movimiento con un proyecto que quedó sepultado en los cajones del Congreso entonces controlado por el bloque en el poder del reformista neoliberal, Juan Manuel Santos.

Esta contra-reforma siguió, sin embargo, avanzando, a través de la asfixia al presupuesto de las universidades públicas, drenándolas con el “invento” del programa “ser pilo paga”, que utilizó a los pobres inteligentes y aprovechados, en número superior a 40.000, para subsidiar groseramente a la universidad privada de elite.

Ahora, siete años después, con renovadas banderas, y dos organizaciones estudiantiles nacionales, animadas por dos proyectos políticos de signo diverso, la responsabilidad con la reforma y la salvación de la universidad colombiana, experimentan su prueba de fuego en público y en privado.

En la plaza pública, ante una imponente movilización, se dieron dos indicios contraproducentes, el intento de impedir la intervención de Jennifer Pedraza, militante del proyecto organizativo de la OCE, del que es animador político el PDA/MOIR. Ella hablaba en nombre del estudiantado como representante electa ante el CSU, de la U. Nacional.

El segundo fue la censura, a posteriori, de la participación de Gustavo Petro, el candidato presidencial de la oposición, senador comprometido con la causa de la educación pública; a la que se sumó la imposibilidad que interviniera la senadora Angélica Lozano, de la Alianza Verde, que apenas le fue permitido subir a la tarima.

Después de la movilización del 10 de octubre, las 32 universidades están deliberando, y más de 10 han decretado como resultado, un paro hasta el 21 de octubre, al ser notificados de los $500.000 millones que entregará el gobierno nacional para paliar la crisis, cuando el funcionamiento de las universidades públicas requiere $ 4,5 billones para el año 2019.

Todas las universidades en paro, o en asamblea permanente han convocado a una mega manifestación nacional para el 17 de octubre. Las direcciones del movimiento estudiantil, y en particular, dos, la UNES, y la ACRES, tienen que rescatar la pluralidad, y corregir los errores del inmediato pasado, ahora cuando han vuelto a la calle con cientos de miles de estudiantes, profesores y padres de familia. Ellos que encarnan, la parte de los sin parte, tienen que convocar con el ejemplo, sin exclusiones.

Para mostrar la madurez del conjunto del movimiento estudiantil, y el empuje de la democracia subalterna. Y convencer a la gran mayoría de la nación que los respalda como respuesta a su efectiva pedagogía ciudadana, azotada como está, por demás, por las afujías producto la crisis del modelo minero energético y agro-exportador impuesto por la vulgata neoliberal.

El curso de este y los siguientes días nos probarán a todos si la intelectualidad joven corrige con audacia e ingenio propositivo el mundo de los mayores, y que está preparada para hacer las reformas urgentes, así como para convocar, si la negativa gubernamental se empecina en quemarle billones a la guerra, en vez de invertirlos en desmontar la desigualdad social, a una Constituyente Educativa.

Ella será el portal de entrada a la Constituyente Social que le de concreción a los acuerdos de paz, que la reacción y la derecha quieren “festinarse” impunemente, como si la nación colombiana aguantara otra guerra. Mientras hacen sonar en contravía de la paz los tambores a somatén.

Fuente del Artículo:

La educación pública universitaria en estado de coma

ove/mahv

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