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Uno de cada seis niños vive en la pobreza extrema y la cifra aumentaría con la pandemia de COVID-19

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Grupo Banco Mundial publicaron este martes un informe que revela cifras alarmantes de la situación de millones de niños que viven paupérrimamente.

Ya antes de que la pandemia de COVID-19 golpeara las economías de todos los países, uno de cada seis menores de edad, o 356 millones, vivía en condiciones de pobreza extrema.

Según el estudio, dos tercios de esos niños habitan en África subsahariana en hogares que luchan por sobrevivir con un promedio de 1,90 dólares al día o menos por persona, mientras que el sur de Asia aloja a casi una quinta parte de estos chicos.

El análisis muestra que el número de personas que viven en la pobreza extrema disminuyó 29 millones entre 2013 y 2017. Sin embargo, agrega que el avance de los últimos años ha sido “lento y desigual, además de que se encuentra en riesgo” debido al impacto económico de la pandemia.

Urge un plan de recuperación para los niños

El director de Programas de UNICEF afirmó que el número de niños que debe luchar para sobrevivir debería escandalizar a cualquiera.

“Y la escala y la profundidad de las dificultades financieras provocadas por la pandemia solo están destinadas a empeorar las cosas. Los gobiernos necesitan con urgencia un plan de recuperación infantil para evitar que muchos más niños y sus familias alcancen niveles de pobreza que no se habían visto durante muchos, muchos años”, apuntó Sanjay Wijesekera.

Aunque los niños representan cerca de un tercio de la población mundial, son casi a mitad de la población extremadamente pobre. Además, tienen más del doble de probabilidades de ser paupérrimos que los adultos.

Los niños más pequeños son los que están en peor situación: el 20% de ellos es menor de cinco años y vive en hogares extremadamente pobres del mundo en desarrollo, destaca el informe.

“El hecho de que uno de cada seis niños viviera en la pobreza extrema y que el 50% de los pobres extremos del mundo fueran niños antes de la pandemia de COVID-19 es motivo de gran preocupación para todos”, recalcó Carolina Sánchez-Páramo, directora global de la División de Pobreza y Equidad del Banco Mundial.

Agregó que la pobreza extrema priva a cientos de millones de niños de la oportunidad de alcanzar su potencial en términos de desarrollo físico y cognitivo, y amenaza su capacidad para conseguir buenos trabajos en la edad adulta.

“A raíz de la desorganización económica masiva causada por la pandemia, es más crucial que nunca que los gobiernos apoyen a los hogares pobres con niños ahora y reconstruyan su capital humano durante la recuperación”, enfatizó Sánchez-Páramo.

PMA/Isheeta Sumra
La familia de Rani vive por debajo de la línea de la pobreza y depende de un programa alimentario para ayudar a mejorar la nutricón de los niños.

Más niños que adultos pobres

La pobreza extrema entre los niños ha disminuido menos que entre los adultos, y una mayor proporción de los pobres del mundo eran niños en 2017, en comparación con la cifra de 2013.

Todas las regiones del mundo experimentaron distintos niveles de disminución de la pobreza extrema entre los niños, excepto en África subsahariana, que registró un aumento de 64 millones en el número absoluto de pequeños que luchan por sobrevivir con 1,90 dólares al día, de 170 millones en 2013 a 234 millones en 2017.

La pobreza infantil es más frecuente en países frágiles y afectados por conflictos, donde más del 40% de los niños viven en hogares extremadamente pobres, en comparación con el 15% de los niños de otros países. Además, el 70% de los niños en situación de pobreza extrema vive en un hogar donde el jefe de la familia trabaja en el campo.

Medidas de largo plazo

La crisis del COVID-19 seguirá afectando de manera desproporcionada a los niños, las mujeres y las niñas, y amenaza con revertir los avances logrados en materia de igualdad de género, prevé el informe, y señala que hace falta protección social para mejorar los mecanismos de supervivencia de la población pobre y vulnerable tanto en la respuesta inmediata a la pandemia, como en la recuperación a largo plazo.

Los datos del Banco Mundial y UNICEF sugieren que la mayoría de los países han respondido a la crisis ampliando los programas de protección social, en particular las transferencias de efectivo, que brindan una plataforma para inversiones a más largo plazo en capital humano.

Sin embargo, muchas de las respuestas son a corto plazo y no son adecuadas para responder a la magnitud esperada a largo plazo de la recuperación, dice el estudio.

Es más importante que nunca que los gobiernos amplíen y ajusten sus sistemas y programas de protección social para prepararse para futuras crisis, incluidas las innovaciones para la sostenibilidad financiera. También precisan fortalecer los marcos legales e institucionales; proteger el capital humano; ampliar los beneficios para niños y familias a largo plazo; e invertir en políticas favorables a la familia, como la licencia parental remunerada y el cuidado infantil de calidad para todos.

Fuente: https://news.un.org/es/story/2020/10/1482662

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México: Padres de familia comienzan acciones para pedir la reapertura de escuelas

A través de la plataforma change.org lanzaron una petición para que las escuelas abran con modalidad mixta y los padres puedan elegir la mejor opción.

Desde que comenzó la reactivación económica del país, han reabierto bares, cines, teatros, casas de apuestas y centros comerciales, sin embargo las escuelas permanecen cerradas desde abril, cuando los menores tuvieron que adaptarse al modelo educativo virtual de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Debido a esto, padres de familia comenzaron a tomar acciones para solicitar la reapertura de instituciones educativas con el objetivo de que los menores puedan continuar sus estudios de manera óptima tomando en cuenta las medidas sanitarias establecidas en el país.

A través de la plataforma change.org, los padres de familia lanzaron una petición para exigir la reapertura de escuelas con la opción de la modalidad mixta que contempla clases presenciales y en línea para que los alumnos “tengan la opción de regresar a sus escuelas, trabajar en equipo y tener interacción social con niños de diferentes edades”.

“Afrontemos el reto que nos presenta la situación actual, tomemos precauciones y medidas de acuerdo a las necesidades de cada familia. Tengamos la libertad de elegir qué es lo adecuado para nosotros”, menciona la petición.

Adicionalmente menciona que “el mundo está lleno de peligros”, por lo que se debe enseñar a los niños y jóvenes a superarlos y no a esconderse. “El tiempo perdido es un despropósito, pero el tiempo perdido en la infancia es una tragedia”, finaliza la petición.

Fuente: https://www.adn40.mx/mexico/nota/notas/2020-10-23-11-04/padres-de-familia-comienzan-acciones-para-pedir-la-reapertura-de-escuelas

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Francesco Tonucci: «El error fundamental de este tiempo fue no escuchar a los niños»

El pedagogo italiano Francesco Tonucci habló con La Capital y dijo que cuando se retorne al aula la escuela debe dar un tiempo para que chicas y chicos expresen lo vivido. Y cuestionó que se hayan v

Para Francesco Tonucci uno de los errores que se cometió en este tiempo de pandemia fue no escuchar a los niños y las niñas. Que se hayan vuelto “transparentes e invisibles” para las autoridades a la hora de tomar decisiones. Y que muchas escuelas hayan seguido adelante con sus contenidos escolares a distancia sin incorporar la mirada de las infancias sobre el presente inédito del confinamiento. “¿Qué sentido tiene que mientras los niños están bombardeados por esas noticias horrorosas de la televisión, la escuela siga hablando de dinosaurios, Napoleón o Groenlandia? Esto me parece absurdo e inaceptable”, afirmó Tonucci.

La reflexión parte de las convicciones más profundas de este maestro y pensador nacido en Fano (Italia), autor de las viñetas que firma con el seudónimo de Frato (las iniciales de su nombre y apellido) e impulsor del proyecto “Ciudad de los Niños”, una red que se replica en más de 200 localidades de todo el mundo —entre ellas Rosario— en donde la idea es construir un espacio para que las infancias puedan expresar sus ideas y preocupaciones, además de destinar espacios donde puedan jugar en libertad.

Desde Roma, el pedagogo italiano habló con La Capital e invitó a aprovechar este tiempo para cambiar la escuela. Propuso actividades concretas para trabajar en las casas, destacó el derecho de los niños y niñas a jugar y respecto de la seguridad afirmó: “La calle es peligrosa porque no hay niños. Si los niños vuelven a la calle, ésta vuelve a ser segura”.

—¿Cuál es su mirada sobre cómo se están pensando las infancias en las ciudades?

—Esta una gran oportunidad. Como decía muy bien Einstein, las crisis pueden ser una bendición para las personas y para los países, porque llevan a progresos. Hablar de bendición en este momento es difícil, con todo lo que hemos visto y sufrido especialmente nosotros los ancianos. Pero para quien quiere hacer cambios es un momento propicio. Si me pregunta si noto ganas de cambios me parece que no. Es más fuerte el deseo de volver a lo de antes lo más pronto posible. Y sobre el tema de la infancia creo que como siempre los niños se han hecho transparentes e invisibles exactamente desde el momento de la pandemia. Se habló mucho de los niños, se consultó a expertos para dar consejos a padres y maestros. Pero no se consultó a los niños. No se respetó uno de los artículos más importantes de la Convención sobre los Derechos del Niño, el artículo 12, que dice que los niños tienen el derecho a expresar su opinión cada vez que se toman decisiones que los afectan. Y que las opiniones de los niños hay que tenerlas en cuenta. Que yo sepa, en todos los países se han tomado muchísimas decisiones que afectan a los niños y nadie ha pensado en consultarlos. Creo que haciéndolo se podrían evitar algunos errores bastantes evidentes.

¿Como cuáles?

—Por ejemplo, de los 41 artículos de la primera parte de la Convención, que es el corpus de los derechos de la infancia, lo único que se ha salvado y se ha reconocido como necesario fue el 28 que habla de la escuela. Se consideró que lo más importante para la infancia era seguir con sus clases. Un niño argentino dijo: “De la escuela me han sacado lo que me interesaba más: el recreo y los compañeros”. La escuela se ha quedado como clases y tareas. No creo que consultando a los niños hubiesen dejado lo mismo. ¿Y cuál era la posibilidad alternativa? Por ejemplo, sé que no se llegó a todos, pero las plataformas se podían utilizar de otra manera. Nosotros convocamos los Consejos de Niños en todas las ciudades de nuestra red internacional, muchas en Argentina, y se utilizaron las plataformas para escuchar a los niños y no para que ellos escuchen a un adulto que habla dando una clase.

—En esos Consejos de Niños ¿Qué cosas surgieron? ¿qué angustias, preocupaciones o ideas?

—Bueno, salieron tres cosas evidentes en Italia, España y Latinoamérica: faltaban los amigos, extrañaban a los amigos; pasaban bastante bien el tiempo con sus padres, un tiempo que nunca habían podido gozar antes en su casa; y estaban hartos de tareas y aburridos de seguir clases en una pantalla. Escuchando a los niños era fácil imaginar alternativas. La plataforma podía ser un medio bueno para conectarse con los amigos, para que la escuela pueda escuchar a sus alumnos, para saber cómo estaban pasando este momento tan duro, cómo lo estaban viviendo, qué habían entendido. Ya sé, me dicen que los maestros no estaban preparados, pero no estoy pensando en maestros preparados para dar respuestas. Ni los expertos las tenían. Pero los maestros tienen —o deberían tener— una competencia especial para hablar con sus alumnos, escucharlos y buscar la manera que entre ellos enfrenten sus opiniones. Este es su papel y todos los buenos maestros hicieron esto. Lo ridículo es que, por ejemplo, la escuela italiana asumió como lema “la escuela no para”. Ahora, ¿cómo es posible que no pare si ha parado el mundo? ¿Qué sentido tiene que mientras los niños están bombardeados por esas noticias horrorosas de la televisión, que me imagino no han podido evitar porque viviendo con sus padres ellos han tenido que informarse, en la escuela sigan hablando de dinosaurios, Napoleón o Groenlandia? La escuela siguió para delante como si no ocurriera nada. Y sobre estos temas, dinosaurios, Napoleón y Groenlandia, daban tareas. Esto es lo que me parece absurdo e inaceptable. Desde las opiniones de los niños salieron las primeras propuestas en las que nosotros avanzamos. Que se resumieron en la imagen de la casa como laboratorio. Porque si los niños están viviendo en casa, aislados y con sus padres, las nuevas tareas que yo proponía eran las actividades domésticas. Que la escuela pidiera a los padres ayudar a sus hijos a aprender a lavar, planchar, coser botones, cocinar, revisar las fotos para reconstruir su historia de la primera infancia, leer un libro juntos toda la familia, media hora cada día leyendo novelas, cuidar una planta en una maceta y observarla a lo largo de estos meses de clausura. O tener un diario secreto para no perder las emociones de esta experiencia tan rara y esperemos única. Pero lo importante es entender que estos no eran pasatiempos, yo lo proponía como tareas escolares.

—Como aprendizajes.

—Exactamente. Y que la escuela trabajara sobre esto como si fueran sus disciplinas. La lengua de las recetas, la matemática de la pasta, la geometría del plano de la casa. Se pueden imaginar muchas cosas que tienen la misma dignidad o más que las tareas tradicionales. Y con un cambio fundamental: que los padres podían ser competentes para ayudar a sus hijos, realizando una cooperación fundamental entre familia y escuela. Y que le gustara a los niños. Otra cosa que yo sugería cuando hacía estas propuestas era ayudar a los niños a escaparse. Nosotros proponemos siempre que los niños se vayan, que salgan solos de casa, que vayan solos a la escuela, que salgan para jugar con los amigos. Claro que estando en una situación de aislamiento escapar de verdad no se puede, pero se puede simular. Con lo cual aconsejaba crear refugios o escondites dentro de la casa. Simplemente moviendo un mueble se puede crear un rincón escondido, o una cabaña con dos sillas y una manta. Inventar cosas.

—Con esto de escaparse, hace un tiempo dijo que cuando esto pase había que regalarle la calle a los chicos. ¿De qué va este concepto?

—Nosotros lanzamos una petición que pedía a los alcaldes hacer un regalo a los niños para agradecerles por cómo se habían portado en esta larga experiencia de aislamiento. Y el regalo que se pedía no era un aplauso, que a los niños no le interesa mucho, sino la ciudad un día para ellos. Las ciudades en el tiempo de cuarentena se encontraron en condiciones muy próximas a lo que desean siempre los niños: vacías, sin autos. Bueno, que este tipo de ciudad por un día fuera para los niños. Algunos administradores lo aceptaron y suscribieron la petición. Para mí es muy importante, porque el lugar del juego no puede ser la plaza hecha a propósito para niños, encerradas y enrejadas como lamentablemente se ve mucho en la Argentina. Estos no son lugares de juego, porque los niños van acompañados por adultos y no se puede jugar vigilados. Decir que nosotros regalamos una calle o una plaza a los niños es darles espacio público donde los niños tienen que inventar cómo jugar.

—También es cierto que en muchas ciudades de Latinoamérica, signadas por la desigualdad, hay situaciones complejas para que los niños puedan vivir su niñez plenamente. Pienso en situaciones de pobreza, trabajo infantil o de chicos que en la calle están expuestos a la violencia. ¿Cómo pensar una ciudad de los niños en ciertos contextos más complejos?

—Me gusta citar dos ejemplos. Uno justo de Rosario y otro de Buenos Aires. En el Consejo de Niños de Rosario, uno de los más antiguos de la Argentina, en los primeros años yo estaba discutiendo con los niños y las niñas sobre el tema de la seguridad. Ellos decían que había peligro y algunos de los consejeros citaron violencias que habían vivido ellos mismos, como robos y atracos. La petición era cómo podemos salir solos, porque necesitamos jugar. El debate fue largo y salieron primero las propuestas de siempre: necesitamos más policías, cámaras de video en la calle, que los adultos acompañen. Pero un niño, de los más pequeños, que debía tener como ocho años, dijo: “No estoy de acuerdo, los adultos pueden ayudarnos pero desde lejos”. Esta fue una idea sobre la cuál trabajamos mucho porque era innovadora. Nosotros siempre les pedimos a los niños estar cerca y posiblemente de la mano. Desde ese momento todo el debate se enfocó sobre la propuesta de este niño, que los otros reconocieron que era correcta. Se trabajó mucho sobre este tema y al final de varias sesiones un niño dijo: para que la situación sea segura son suficientes dos padres tomando mate en cada cuadra. La propuesta era evidente: la presencia de la gente hace segura la calle. La experiencia de Buenos Aires se desarrolló en el municipio de Almirante Brown, después de un hecho muy grave de violencia contra una niña que iba a la escuela con su madre. Allí se pensó en un proyecto nuestro de caminos seguros hacia la escuela, involucrando a los comerciantes para ayudar a los niños que se movían solos. El proyecto en los años siguientes fue a otros municipios y en un encuentro organizado por la Ciudad de Buenos Aires sobre seguridad urbana se vio que en los barrios donde se había hecho esta experiencia de autonomía de los niños los hechos criminales habían bajado por lo menos un 50 por ciento. Con lo cual hay una paradoja que me gusta citar: nosotros no dejamos salir a los niños a la calle porque pensamos que la calle es peligrosa. Y la verdad, por lo menos lo que yo creo, es que la calle es peligrosa porque no hay niños. Si los niños vuelven a la calle, ésta vuelve a ser segura. Porque los niños obligan a los adultos a hacerse cargo de ellos. No tenemos remedio, si un niño en la calle necesita ayuda tenemos que darla. Y si en un barrio se construye un clima de atención, de preocupación y de ayuda se crea un ambiente muy incómodo para los delincuentes. Un mundo donde la gente está atenta es un mundo que no funciona para ellos y llega a ser más seguro.

—Para esa propuesta hay que tener el oído entrenado o dispuesto para escuchar a las infancias, sus demandas, deseos y su derecho a jugar…

—Aquí entramos en un campo que me interesa muchísimo.No tengo dudas que entre los derechos de los niños lo que vale más es el derecho al juego. Y casi que lo sabían también los que escribieron la Convención sobre los Derechos del Niño. Lamentablemente la versión española no da cuenta de lo que voy a decir: en el artículo 31 cuando se habla que los niños tienen derecho al descanso, al tiempo libre y al juego, la versión inglesa dice “to engage in play”, que significa a comprometerse en el juego. La versión italiana lo ha hecho un poco menos fuerte, diciendo “a dedicarse al juego”. No sé por qué la versión española perdió estos matices y simplemente dice que tienen derecho al juego. Pero es interesante notar que el verbo que utiliza la versión inglesa se utiliza para el juego y no para el estudio. Se da una importancia mucho más fuerte al juego. El tema es que el juego es una competencia de los niños. Menos nosotros entramos en esto mejor. Los adultos no deberían ocuparse del juego, sino simplemente garantizar que los niños puedan jugar. Me gusta mucho decir que el verbo que hay que usar siempre pensando en el juego es el verbo «dejar». No acompañar, aconsejar o regalar. Los niños saben qué significa jugar, y si no lo saben lo aprenden. Pero nosotros tenemos que dejarlos, que salgan de casa, que elijan el juego que quieren y el espacio adecuado para este juego. Lo que no se puede aceptar y entender es que un espacio con columpios y toboganes pueda ser reconocido como espacio de juego, donde un niño va todos los días más o menos a la misma hora acompañado de uno de sus padres a jugar. Esto con el juego no tiene nada que ver. El juego es fantasía, invento, riesgo, aventura. Soy muy radical en esto.

—En este tiempo de educación a distancia, no presencial, ¿Ha tenido contacto con docentes, le ha llegado algún tipo de preocupación común que están atravesando?

Creo que en este tiempo el error fundamental fue no escuchar a los alumnos. Lo más importante era interrumpir el programa escolar y dedicarse a acompañar a los alumnos en esta experiencia nueva, dramática y llena de sentidos. Por lo cual ahora cuando estamos pensando en volver a clases hay que evitar un peligro, que en Italia se habla mucho: que se sume la pregunta sobre cuánto perdieron los alumnos en el tiempo del aislamiento y cómo lo recuperamos. Estoy recomendando que no se haga este discurso sino el contrario: cuánto ganaron los alumnos y las alumnas en el tiempo de clausura, cuánto aprendieron con o sin la didáctica a distancia. Todos los niños y las niñas vivieron una experiencia fundamental que no olvidarán en la vida. La escuela no puede considerarla como nada y volver a sus clases, programas, libros de textos y tareas. Esto sería un error fundamental. Repito: los alumnos y las alumnas aprendieron mucho y creo que la escuela debe ser generosa y dedicar un tiempo largo, al empezar de las clases, a que los niños produzcan estas riquezas, que las expliquen, que la expresen de forma escolar. Escribiendo, dibujando, hablando, haciendo teatro. Lo que la fantasía de los docentes sea capaz. Pero que salga todo lo que tienen adentro y que sobre esto se pueda trabajar. No haciendo sesiones psicoanalíticas. No estoy proponiendo esto. Este puede ser un aprendizaje muy importante para los maestros. Ponerse en una actitud de escucha. Esto vale para siempre, no solo porque ahora tenemos una experiencia tan dura.

—Esto implica que el retorno a clases no sea a la escuela que dejamos en marzo, sino aprovechar esta crisis como oportunidad para el cambio.

—Totalmente. Einstein decía que si queremos que las cosas cambien no podemos seguir haciendo siempre lo mismo. Parece banal pero es muy importante. Depende de cuánto las personas, los docentes y padres, sean conscientes de que la escuela que necesitan sus hijos y sus alumnos es otra. Porque la que tenemos, estoy hablando de la italiana pero cada uno piense en la suya, no funciona. La mayoría de los niños se aburre, no la quiere, aprenden poco. A los niños se les promete el derecho a la instrucción no la suerte. Tener un buen maestro hoy en día es una suerte. Así hablan los padres cuando se encuentran y dicen: “Ah, el primero (de tus hijos) ha tenido buena suerte”. Y eso no es correcto.

—¿Y qué es un buen maestro para usted?

—Bueno, yo creo que un buen maestro conoce la ley y la respeta. ¿En qué ley estoy pensando? El artículo 29 de la Convención sobre los Derechos del Niño lo dice muy bien: la educación, que involucra a padres y maestros, tiene como objetivo el desarrollo de la personalidad del niño y de sus aptitudes hasta el máximo nivel posible. Un buen maestro no es aquel que propone a los alumnos su programa y evalúa a los que llegaron a los niveles previstos o no llegaron. Un buen maestro ayuda a cada uno de sus alumnos a encontrar sus aptitudes, que muchas veces están escondidas. El tema es que las aptitudes son varias. No siempre son de lengua y matemática. Puede ser en mecánica, baile, música o investigación. Lo dice la ley, no yo: el objetivo debe ser ayudar a cada uno de sus alumnos y alumnas a encontrar sus aptitudes. Y segundo, ofrecerles los instrumentos adecuados para desarrollarlas hasta el máximo de sus posibilidades. Un buen maestro hace una escuela no solo inclusiva sino exclusiva, es decir hecha a propósito para cada uno de sus alumnos. No porque es un mago o tiene capacidades extraordinarias, sino porque sabe escuchar y reconocer en sus alumnos sus capacidades y los ayuda a desarrollarlas.

—¿Tiene esperanza que como sociedad aprendamos del cuidado del otro o el respeto hacia el medio ambiente de esta crisis que estamos viviendo?

—En este verano, que para nosotros en Italia debería ser de vacaciones, no he tenido ni una semana de descanso. Si no tengo esperanza sería loco hacer este trabajo. Sigo pensando que es posible, no es fácil pero hasta los que tenemos hijos y nietos tenemos que pensar que es posible.

—¿Qué mensaje le pude dejar a los maestros y maestras, y a los niños y niñas?

A los maestros le digo: escuchar a vuestros alumnos es la mejor forma para ser buenos maestros. No necesitan ser de una forma especial, se necesita de mucha humildad y ponerse al servicio de los alumnos. Por los objetivos que dice la ley, para conocerlos, porque solo conociendo podemos ayudarlos a descubrir sus aptitudes, las que García Márquez llamaba sus juguetes preferidos. Cada niño tiene un juguete preferido, tenemos que ayudar a descubrirlo. A los padres les digo que confíen en sus hijos, porque los niños necesitan confianza, que significa pensar que son capaces. Siempre nuestros hijos son más capaces de lo que nosotros pensamos. Comprobarlo es un regalo recíproco, no solo para los niños sino para los padres que pueden descubrir que sus hijos son mejores de lo que ellos piensan. Y a los niños, que busquen todas las posibilidades para jugar con sus amigos. Se pude jugar hasta en pandemia. Hay niños que inventaron nuevos juegos tanto con pantallas o plataformas como con distancia o mascarillas. El juego es un invento extraordinario, se puede jugar en todas las condiciones y en todas las situaciones. Y si los dejamos lo harán. Con lo cual les digo: no tengan miedo, adelante, con valor, que esto pasará. Pasará el virus y van a poder recordar una experiencia extraordinaria que habrán vivido en vuestra infancia.

 

  • A continuación, la entrevista completa de Francesco Tonucci con La Capital: 

Fuente: https://www.lacapital.com.ar/educacion/francesco-tonucci-el-error-fundamental-este-tiempo-fue-no-escuchar-los-ninos-n2615347.html

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Los niños fantasean con la violencia para gestionar el mal genio de otros niños

Los juegos infantiles que incluyen acciones imaginarias de tipo violento o agresivo tienen su origen en una cuestión de adaptación social: los niños los incluyen al jugar con amigos o compañeros fácilmente irritables, para así poder manejar mejor sus comportamientos.

Un estudio desarrollado por científicos de la Universidad de Cambridge ha descubierto un patrón psicosocial que explicaría la inclusión de escenas violentas en los juegos de simulación desarrollados por los niños. De acuerdo a un comunicado, estos juegos imaginarios estarían basados en la necesidad de controlar con mayor eficacia el comportamiento de compañeros irascibles o de mal genio.

La introducción de la violencia imaginaria, por ejemplo simulando peleas o asesinatos, sería en realidad parte de una estrategia de inteligencia emocional que desarrollan los niños más equilibrados, para lograr cierta armonía con sus compañeros más irritables o que presentan mayores dificultades para controlar sus emociones.

De esta forma, los niños utilizan la simulación de actos violentos para “ensayar” respuestas y estrategias frente a compañeros que se encuentran identificados como irascibles o de mal genio. La investigación concluye que los niños tienen muchas más posibilidades de desarrollar este tipo de juegos cuando están en compañía de sus amigos más proclives a la ira y las reacciones intempestivas.

A partir de un estudio observacional desarrollado con la participación de 104 niños de una escuela en China, los científicos determinaron que existe un 45% más de probabilidades de elegir escenas de violencia imaginaria en los juegos cuando algunos de los integrantes es considerado como de mal genio o de temperamento complejo. Asimismo, esta solución es más elegida por los niños que por las niñas, entre las cuales se aprecia un menor porcentaje de uso de esta clase de juegos simulados.

Canalizar emociones y probar estrategias

Según el Dr. Zhen Rao, autor principal de la investigación, “cuando los niños tienen un amigo que se enoja fácilmente es posible que exploren formas de lidiar con su comportamiento a través del juego de simulación. Esto les brinda un contexto seguro en el cual probar diferentes formas de manejar situaciones difíciles, pensando en la próxima vez que surjan en la vida real”, indicó.

En el estudio, los niños de entre 7 y 10 años fueron divididos en parejas y se registraron sus juegos durante 20 minutos. Se les proporcionaron juguetes neutros, sin incorporar por ejemplo armas de juguete, y se les brindó máxima libertad en cuanto a los juegos a desarrollar. Al mismo tiempo, se les pidió a los participantes que calificaran a sus compañeros de acuerdo a su comportamiento y carácter.

Empleando un esquema estadístico denominado Modelo de Interdependencia Actor-Socio, que sirve para evaluar la influencia psicológica que presentan dos personas entre sí, los expertos arribaron a interesantes conclusiones. En promedio, más de la mitad de los niños (53,5%) mostró al menos una instancia de juego de simulación agresivo, pero las parejas de jugadores que incluían un integrante considerado conflictivo fueron más proclives a desarrollar esta clase de juegos imaginarios.

Para el Dr. Rao, “que los niños estén averiguando cómo manejar situaciones difíciles a través del juego de simulación sugiere que para algunos de ellos se trataría de una estrategia para desarrollar sus habilidades sociales y emocionales”, concluyó. En consecuencia, aunque es lógico que los padres y docentes busquen limitar los juegos violentos, también se debe tener en cuenta que en determinados contextos pueden ser beneficiosos para la salud emocional y la adaptación social de los niños.

Referencia

Dyadic association between aggressive pretend play and children’s anger expression. Zhen Rao, Elian Fink, Jenny Gibson. British Journal of Developmental Psychology (2020).DOI:https://doi.org/10.1111/bjdp.12352

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/los-ninos-fantasean-con-la-violencia-para-gestionar-el-mal-genio-de-otros-ninos.html

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Pobreza multidimensional impacta a primera infancia en Panamá

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El rugby salva a las niñas de la escuela del matrimonio infantil en las zonas rurales de Zimbabwe

Catherine Muranganwa, cuyas dos hermanas se casaron antes de cumplir 18 años, dice que el deporte le abrió los ojos a diferentes posibilidades.

Cuando las niñas de la escuela secundaria Sahumani en el este de Zimbabwe comenzaron a jugar al rugby, tuvieron que arreglárselas con el campo de fútbol y las camisetas de fútbol de gran tamaño que usaban los niños.

Cinco años después, varios han representado a su país en el deporte, y muchos más le atribuyen haberlos salvado de convertirse en novias en una nación donde el matrimonio precoz sigue siendo común a pesar de haber sido ilegalizado en 2016.

«Solía ​​odiar el rugby. En ese momento creía que el deporte era solo para la élite y para los hombres, no para las niñas como yo», dijo Catherine Muranganwa, de 20 años, quien ha jugado para el rugby nacional femenino Sub-18 y Sub-20 de Zimbabwe. equipos.

Muranganwa, cuyas dos hermanas se casaron antes de cumplir los 18 años, la edad legal para contraer matrimonio en Zimbabue, dijo que el juego la despertó a diferentes posibilidades.

«Cuando viajo para jugar rugby, conozco mujeres increíbles y me he dado cuenta de que casarme temprano no es la elección correcta», dijo a la Fundación Thomson Reuters en su aldea en el valle de Honde, a unos 90 km (55 millas) de la ciudad de Mutare.

El rugby ahora es obligatorio para todas las niñas en la escuela de Muranganwa.

«Cuando los de Form 1 se inscriben con nosotros, les presentamos el rugby. Hay una mejora positiva con respecto a los matrimonios precoces», dijo el director Mwaradzika Makazouya, y agregó que el cierre prolongado de la escuela había aumentado el riesgo de que las niñas se casaran.

En 2019, el 32,6% de una muestra representativa de unas 8.000 mujeres de 20 a 49 años se habían casado antes de los 18, según la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados de Zimbabwe 2019.

Si bien ha habido avances en la lucha contra el matrimonio precoz en la nación del sur de África desde que fue prohibido, la pobreza y las prácticas religiosas obstaculizan los esfuerzos para erradicarlo.

Velme Nyarumwe, con su entrenadora Patricia Mukunike-Chakanya, Cathrine Muranganwa y Trish Kandemiri en el gimnasio de jungla recién construido en Sahumani Secondary. Honde Valley, 11 de septiembre de 2020.

La educación es un factor clave para determinar el riesgo, y con la mayoría de las escuelas aún cerradas debido a la pandemia de coronavirus, los activistas advierten que podría haber un aumento en la práctica.

En todo el mundo, se estima que 500.000 niñas más corren el riesgo de ser obligadas a contraer matrimonio infantil en 2020 como resultado del impacto económico del COVID-19, mostró un informe de Save the Children el jueves.

Eso marcaría un aumento interanual del 4%, revirtiendo el progreso para reducir el matrimonio temprano en los últimos 25 años, dijo la organización benéfica.

James Maiden, jefe de comunicación del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), dijo que los bajos niveles de educación y el estatus socioeconómico aumentan el riesgo de casarse temprano en Zimbabwe.

«Las mujeres de 20 a 49 años con educación preescolar o sin educación tenían 13 veces más probabilidades de (haber estado) casadas a los 18 años en comparación con las que tenían educación superior», dijo.

Las niñas de hogares pobres tenían casi cuatro veces más probabilidades de casarse en comparación con las niñas de hogares ricos en comparación con la edad legal para contraer matrimonio, agregó.

‘DEMASIADO TARDE PARA EL MATRIMONIO’

El padre de Muranganwa, que era polígamo y tenía cuatro esposas, murió cuando ella tenía 12 años y la vida no ha sido fácil para su madre, una campesina y el resto de su familia.

Era miembro de una iglesia conocida por la poligamia y por casar a niñas antes de que alcanzaran la edad legal para contraer matrimonio.

Muranganwa, que camina 10 km (seis millas) para llegar a la escuela secundaria Sahumani todos los días, dijo que la mayoría de las niñas que asisten a su iglesia se casan antes de terminar su educación primaria.

«Las niñas suelen casarse con hombres polígamos mayores en una reunión anual de la iglesia», dijo, y agregó que su madre la ha apoyado para rechazar una serie de propuestas de matrimonio a pesar de la presión de otros parientes.

Velme Nyarumwe, de 20 años, una de las compañeras de Muranganwa en el equipo de rugby femenino Sub-20 de Zimbabwe, dijo que sus cuatro hermanas se casaron antes de cumplir los 18 años.

Las jugadoras de rugby Cathrine Muranganwa, Velme Nyarumwe y Trish Kandemiri haciendo flexiones en un gimnasio en la jungla recién construido en la secundaria Sahumani. Honde Valley, 11 de septiembre de 2020.

«Para mi familia, a los 20 ya soy demasiado tarde para casarme. A diario aumentan la presión», dijo.

Muchas de las niñas que juegan al rugby son las primeras en sus familias en alcanzar la Forma 4, el último año de educación de nivel Ordinario en Zimbabwe, dijo la entrenadora de rugby de la escuela Patricia Makunike-Chakanya.

Sahumani comenzó a enseñar rugby a niñas en 2015 en una iniciativa encabezada por maestras que también se habían capacitado como entrenadoras bajo la bandera de la Unión de Rugby de Zimbabwe.

Makunike-Chakanya, ella misma víctima de violencia de género, se interesó en el juego en la década de 1980, cuando solo lo jugaban hombres. Más tarde se entrenó como entrenadora, con la esperanza de que el deporte también fuera popular entre las niñas.

Además de perfeccionar sus patadas, pasa tiempo hablando con las chicas, escuchando sus preocupaciones y dándoles consejos.

«Quedarme con algunas de las niñas en la escuela me da la oportunidad de aconsejarlas y protegerlas de los hombres depredadores en la aldea», dijo Makunike-Chakanya.

La mayoría de los padres se han unido al equipo de rugby femenino, llamado «Los Gigantes del Valle», y ya no tienen que usar camisetas de fútbol viejas gracias a un acuerdo de patrocinio con una empresa de semillas local.

«Nos dimos cuenta de que al no apoyarlos abandonarían el deporte y entrarían en la comunidad, donde se volverían vulnerables a todo tipo de abuso», dijo Ivan Craig, director responsable de ventas y marketing de Agriseeds.

Muranganwa ahora sueña con hacer una carrera en el rugby para poder ayudar a mantener a su familia y al mismo tiempo ver el mundo.

«El matrimonio no es mi prioridad ahora», dijo.

«Deseo jugar para clubes independientes en Botswana y Sudáfrica, así como en Europa. Sé que con el rugby voy a cambiar la vida de mi familia».

Fuente: https://allafrica.com/stories/202010020026.html

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Infancia en Ucrania: jugar a 500 metros de la guerra

Unos 50.000 niños continúan viviendo en la línea del frente ucraniano seis años después del inicio de la guerra del Donbás en un estado de desprotección y vulnerabilidad que ha empeorado con la crisis de la covid-19

  • Unos 50.000 niños continúan viviendo en la línea del frente. Se encuentran en una situación de desprotección y vulnerabilidad que ha empeorado con la crisis de la covid-19. Cerca del puesto de control fronterizo de Mayorsk, uno de los cinco del este de Ucrania, se reúnen cada sábado los niños de Zaitseve. Esta pequeña población de 3.000 habitantes antes de la guerra quedó dividida en cuatro por el conflicto. La escuela, la iglesia y un amplio territorio quedaron en la República Popular de Donetsk (DNR, por sus siglas en ruso). Tres fragmentos más, alejados entre sí, terminaron bajo control del Gobierno ucraniano.Unicef estima que más de 100.000 niños viven a una distancia menor de diez kilómetros de la línea del frente. En la imagen, Helena Rozvadovska (35), exportavoz de la Oficina Presidencial de Defensa de la Infancia y actualmente voluntaria en la asociación Voices of Children, acompaña a dos niñas a casa para solicitar el permiso a los padres y llevarles una semana de excursión a Leópolis, en la otra punta del país, con el resto de sus compañeros.
  • Alrededor de 150 menores han perdido la vida en el este de Ucrania. Algo más de 220 si se suman los 80 que perecieron en el avión derribado de Malaysia Airlines en julio de 2014, según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). El aparato, un Boeing 777 que cubría la ruta entre Ámsterdam y Kuala Lumpur, fue alcanzado por un misil cerca de Donestk. No hubo supervivientes, según el Gobierno ucranio, que culpó a los separatistas prorrusos. En la imagen, Yaroslav (11) y Vadym (9) juegan en el parque.
    2Alrededor de 150 menores han perdido la vida en el este de Ucrania. Algo más de 220 si se suman los 80 que perecieron en el avión derribado de Malaysia Airlines en julio de 2014, según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). El aparato, un Boeing 777 que cubría la ruta entre Ámsterdam y Kuala Lumpur, fue alcanzado por un misil cerca de Donestk. No hubo supervivientes, según el Gobierno ucranio, que culpó a los separatistas prorrusos. En la imagen, Yaroslav (11) y Vadym (9) juegan en el parque.
  • Todos los sábados, los niños de las tres zonas controladas por el Gobierno se juntan en la fracción del pueblo ubicada en los 500 metros que separan los controles militares de uno y otro bando. Allí disponen de un edificio y un pequeño patio cuya ubicación exacta piden no desvelar por seguridad.
    3Todos los sábados, los niños de las tres zonas controladas por el Gobierno se juntan en la fracción del pueblo ubicada en los 500 metros que separan los controles militares de uno y otro bando. Allí disponen de un edificio y un pequeño patio cuya ubicación exacta piden no desvelar por seguridad.
  • Las personas que decidieron quedarse conviven con las propiedades destruidas de los que fueron sus familiares o amigos. Según el Gobierno ucranio, continúa habiendo 1,4 millones de desplazados internos en el país. Otros organismos internacionales como el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC), reducen la cifra hasta los 730.000.
    4Las personas que decidieron quedarse conviven con las propiedades destruidas de los que fueron sus familiares o amigos. Según el Gobierno ucranio, continúa habiendo 1,4 millones de desplazados internos en el país. Otros organismos internacionales como el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC), reducen la cifra hasta los 730.000.
  • Ir al parque o conducir el coche automático de la voluntaria Helena Rozvadovska son otras de las actividades preferidas de los más pequeños. Anton (12) acostumbra a llevar un gorro negro para ocultar los restos de metralla de una bomba que también destrozó su casa.
    5Ir al parque o conducir el coche automático de la voluntaria Helena Rozvadovska son otras de las actividades preferidas de los más pequeños. Anton (12) acostumbra a llevar un gorro negro para ocultar los restos de metralla de una bomba que también destrozó su casa.
  • Las únicas ONG que llegan a este lugar lo hacen a través de voluntarios independientes. En el pueblo, los más pequeños juegan cerca de minas, militares o parques con alambre de cuchilla. En los inicios del conflicto estuvieron más de un año sin electricidad y todavía hoy siguen sin contar con asistencia médica civil.
    6Las únicas ONG que llegan a este lugar lo hacen a través de voluntarios independientes. En el pueblo, los más pequeños juegan cerca de minas, militares o parques con alambre de cuchilla. En los inicios del conflicto estuvieron más de un año sin electricidad y todavía hoy siguen sin contar con asistencia médica civil.
  • La mayoría de padres no valora invertir en la formación de sus hijos y tan solo unos pocos tienen la fortuna de alejarse unas decenas de kilómetros. Todo para continuar sus estudios en un país cuyo salario mínimo no alcanza los 155 euros, pese a haberse triplicado desde 2016. A la izquierda de la foto, una pareja de adolescentes que comenzó su relación en mitad de la guerra. A la derecha, Mykyta (14) lleva a hombros a su hermano Artem (7) y Mykola (16), otro amigo del grupo.
    7La mayoría de padres no valora invertir en la formación de sus hijos y tan solo unos pocos tienen la fortuna de alejarse unas decenas de kilómetros. Todo para continuar sus estudios en un país cuyo salario mínimo no alcanza los 155 euros, pese a haberse triplicado desde 2016. A la izquierda de la foto, una pareja de adolescentes que comenzó su relación en mitad de la guerra. A la derecha, Mykyta (14) lleva a hombros a su hermano Artem (7) y Mykola (16), otro amigo del grupo.
  • La guerra cumple el sexto aniversario y lo más pequeños no tienen ningún otro recuerdo de infancia. Han crecido rodeados de pobreza, odio y armas. Las consecuencias económicas de la crisis sanitaria son un nuevo desafío en un lugar sin oportunidades. 2019 fue el primer año en el que ningún menor de Zaitseve tuvo que cruzar la línea cada mañana para ir a la escuela.
    8La guerra cumple el sexto aniversario y lo más pequeños no tienen ningún otro recuerdo de infancia. Han crecido rodeados de pobreza, odio y armas. Las consecuencias económicas de la crisis sanitaria son un nuevo desafío en un lugar sin oportunidades. 2019 fue el primer año en el que ningún menor de Zaitseve tuvo que cruzar la línea cada mañana para ir a la escuela.
  • Olexandra (12) y Maria (11) viven en el enclave más alejado de Zaitseve. Necesitan conducir una hora en coche por una carretera llena de socavones y peligro real de fuego cruzado para llegar al punto de encuentro con el resto. Además, desde 2014, el este de Ucrania se ha convertido en una de las zonas más minadas del planeta, según la organización Cluster Munition Monitor.
    9Olexandra (12) y Maria (11) viven en el enclave más alejado de Zaitseve. Necesitan conducir una hora en coche por una carretera llena de socavones y peligro real de fuego cruzado para llegar al punto de encuentro con el resto. Además, desde 2014, el este de Ucrania se ha convertido en una de las zonas más minadas del planeta, según la organización Cluster Munition Monitor.
  • Ya son más de 13.000 las vidas perdidas en un conflicto que llega a los seis años y que sigue sin resolver el problema identitario. La cicatrización y la respuesta al odio quedarán en manos de una generación criada en la guerra y cuyo futuro es una gran incógnita.
    10Ya son más de 13.000 las vidas perdidas en un conflicto que llega a los seis años y que sigue sin resolver el problema identitario. La cicatrización y la respuesta al odio quedarán en manos de una generación criada en la guerra y cuyo futuro es una gran incógnita.Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/08/25/album/1598365687_042846.html#foto_gal_10

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