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Crean robots que reconocen y asisten a los enfermos

Nuevos robots entrenados en base a avanzadas técnicas de Inteligencia Artificial pueden convertirse en eficientes colaboradores en centros de atención médica y residencias de ancianos. Logran distinguir a las personas y seguirlas en un entorno concreto.

Una nueva generación de robots de asistencia social, capaces de distinguir a los enfermos y al personal de un centro de salud, acompañarlos en sus tareas diarias y participar en actividades sociales como juegos ya es una realidad, según un artículo publicado en Tech Xplore.

Se trata de una nueva plataforma robótica denominada Aether, que fue desarrollada a partir del esfuerzo de un grupo de investigación conformado por científicos y especialistas de la Universidad de Monash, JDQ Systems y la Universidad de Columbia Británica. El estudio fue publicado en arXiv.

La capacidad que poseen los robots para identificar y rastrear a las personas en un entorno determinado, siguiéndolas para prestarles la ayuda requerida, se debe a un nuevo modelo computacional y a técnicas de Inteligencia Artificial desarrolladas por los expertos.

Reconocimiento facial y algoritmo secuencial

Los científicos trabajaron para incorporar herramientas de reconocimiento facial, que permiten a los robots identificar a las personas pero sin seguir sus movimientos de forma permanente. Además, una serie de técnicas de seguimiento de personas anónimas permite a estos dispositivos robóticos de asistencia rastrear los movimientos de una persona sin conocerla.

Ambas habilidades se combinan cuando los robots son entrenados para seguir a personas específicas: logran determinar quiénes son y, al mismo tiempo, pueden rastrear sus movimientos. Esta capacidad combinada se obtuvo a partir de la integración entre el reconocimiento facial de última generación y un algoritmo secuencial especializado, que aplica un método computacional orientado a tareas complejas de clasificación.

El algoritmo tiene la ventaja de colaborar con el robot para que pueda superar múltiples escollos en su tarea cotidiana, como obstrucciones, una iluminación pobre o la recuperación de objetos perdidos. Al superar estos inconvenientes de la vida real, los robots de asistencia social se vuelven más confiables en sus movimientos.

Pruebas auspiciosas

La nueva plataforma se puso a prueba en cinco escenarios diferentes, con excelentes resultados. El robot Aether logró identificar, rastrear y seguir a las personas en cada entorno y realizar las tareas indicadas. Su actividad fue evaluada a partir de los datos de un sistema de captura de movimientos.

Los investigadores compararon incluso el rendimiento del robot con otras herramientas de reconocimiento facial y seguimiento de personas, comprobando que la nueva plataforma supera los estándares existentes.

En los experimentos realizados, los robots lograron con éxito efectuar distintas tareas, como acompañar al personal de un centro de salud a su próximo turno de trabajo o retirar a un enfermo de su hogar y acompañarlo hasta el centro asistencial.

Tecnología en avance permanente

Aether es un robot de servicio diseñado para ayudar a los residentes en hogares de ancianos o a pacientes en otras instalaciones de atención médica, pero que integra esfuerzos científicos que combinan los últimos desarrollos en Inteligencia Artificial y tecnología robótica.

Además, la nueva plataforma podrá ser utilizada por otros dispositivos similares que quieran optimizar sus capacidades en reconocimiento y seguimiento de personas para las tareas de asistencia.

Los nuevos robots de asistencia social podrán extender sus habilidades en el futuro y ser cada vez más autónomos. Los especialistas creen que en breve estos robots serán capaces de comprender los gestos sociales realizados por las personas, proveer entretenimiento a enfermos o residentes, realizar visitas de rutina en los centros de salud y hasta sostener conversaciones interesantes con los pacientes y el personal.

Según Wesley P. Chan, uno de los investigadores que lideró el estudio, “la principal misión de nuestro proyecto es permitir que los robots se conviertan en actores socialmente capaces y con un papel útil en la comunidad. De esta forma, podrán ayudar a mejorar la productividad y la calidad de vida de las personas”, concluyó.

Referencia

Autonomous person-specific following robot. Chan et al. arXiv (2020).

Foto:

El robot interactuando con las personas en el marco de una prueba. Crédito: Chan et al.

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/crean-robots-que-reconocen-y-asisten-a-los-enfermos.html

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Un nuevo tejido robótico desafía la creatividad humana

Un nuevo tejido robótico puede variar en más de 1.000 veces su condición de rigidez o flexibilidad, solamente con calentarlo o enfriarlo. La única limitación para sus aplicaciones es la creatividad humana.

Científicos e ingenieros de la Universidad de Yale han desarrollado un sorprendente tejido robótico que alcanza la flexibilidad del látex y la rigidez del acrílico según sea necesario, una condición prácticamente imposible de hallar en otros materiales. De acuerdo a un comunicado, el tejido “inteligente” podría aplicarse en indumentaria específica, refugios autodesplegables o maquinaria ligera que tenga la posibilidad de cambia de forma, entre muchas otras alternativas.

El tejido se destaca por incluir fibras de activación, detección y rigidez absolutamente variables, pero conservando al mismo tiempo todas las cualidades que le aportan funcionalidad y practicidad: máxima flexibilidad, transpirabilidad o escaso peso, entre otras. Los responsables del estudio, que fue publicado en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), creen que su potencial de uso es prácticamente ilimitado.

¿Cómo se lograron estas condiciones casi “mágicas”? Los investigadores procesaron materiales fibrosos para que pudieran integrarse a las telas, con la idea de conservar las ventajas de ambos contextos. En consecuencia, las fibras de rigidez variable están conformadas por epoxi con incrustaciones de partículas de metal. Precisamente dichas partículas son las que marcan la diferencia: cuando el metal está frío se vuelve sólido y rígido, al calentarse las partículas se licúan y hacen posible que el material se suavice.

Los expertos explicaron que el metal-epoxi que domina la estructura de este tejido robótico puede variar en más de 1.000 veces su condición de rigidez o flexibilidad, solamente con calentarlo o enfriarlo. Sus increíbles características permiten, por ejemplo, que se incorpore como apoyo o sostén de una estructura gracias a su rigidez, pero doblándose o girando al mismo tiempo debido a la flexibilidad que también presenta.

Un tejido inteligente y sin límites

Con el propósito de incorporar sensores que detecten cambios en la estructura o en el entorno ambiental, los científicos colocaron en el tejido robótico una tinta conductora de escasa viscosidad y apta para soportar solventes, que se usó para pintar y “camuflar” a los dispositivos. De esta manera, pueden obtener parámetros vitales para optimizar el rendimiento del material sin afectar su estética ni condiciones de uso.

Para darle movilidad al tejido, los investigadores emplearon alambre de aleación con memoria de forma (SMA), un tipo de material que dispone de una forma programada a la que regresa luego de doblarse o contraerse. Con el propósito de obtener un movimiento de flexión suave, el SMA no se utilizó a modo de cables como se emplea habitualmente en bobinas o mallas, sino que se dispuso en forma de tiras más sutiles y extensas.

Las aplicaciones para este innovador tejido robótico son múltiples y abarcan una gran cantidad de áreas y especialidades. Por ejemplo, podrían diseñarse estructuras desplegables de forma variable según el uso, correas de carga inteligentes tan rígidas como flexibles de acuerdo a cada necesidad, tiendas de campaña con armado automático y hasta paracaídas robóticos. Como puede advertirse, el límite para este tejido inteligente parece estar fijado exclusivamente por la creatividad humana.

Referencia

Roboticizing fabric by integrating functional fibers. Trevor L. Buckner, R. Adam Bilodeau, Sang Yup Kim and Rebecca Kramer-Bottiglio. PNAS (2020).DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.2006211117

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/un-nuevo-tejido-robotico-desafia-la-creatividad-humana.html

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Animalismo e inteligencia artificial ¿Dónde quedamos los humanos?

Por: Alejandro Galliano


Desde hace tiempo, el animalismo y la inteligencia artificial vienen poniendo en cuestión el mundo antropocéntrico: los animales y los algoritmos fueron cambiando su estatus, mientras el lugar del ser humano se tornaba más problemático. Sin una naturaleza adonde volver, el mundo se volvió un artificio humano cada vez más extraño a los propios humanos.

Puede ser que en el futuro hablemos del «lockdown de 2020» como hoy hablamos del «crack de 1929»: un evento absolutamente inesperado para la mayor parte de sus protagonistas, que trastornó el funcionamiento del mundo entero e intensificó una serie de tendencias previas. Si la crisis de 1930 redimensionó debates sobre el funcionamiento del capitalismo, el rol del Estado y los sindicatos que databan de fines del siglo xix, el covid-19 y sus consecuencias reactivan discusiones sobre la automatización del trabajo, el ingreso básico universal y el saneamiento del medio ambiente por el decrecimiento de la producción y el consumo.

La experiencia del covid-19 también afecta a una cuestión más abstracta y especulativa pero que enmarca las anteriores: la relación de la humanidad con su entorno no humano, cuya interacción se altera a partir de tres datos de la pandemia:
– la posible etiología del virus pone en entredicho la viabilidad de la ganadería como actividad económica;
– la aceleración de la digitalización incrementa nuestra dependencia de tecnologías que pueden escapar del control humano;
– finalmente, la pandemia se suma a otros fenómenos, como el calentamiento global, que demuestran que el ser humano está a merced de fuerzas que desató pero que no puede controlar.

Así, los animales y los algoritmos parecen destinados a tener un estatuto diferente al final de la peste. Y, consecuentemente, los seres humanos que hasta ahora nos consideramos sus dueños y creadores, también.

La inviabilidad material del ganado

El rumor que responsabilizó de la propagación del covid-19 al consumo chino de carne de murciélago escondía una verdad menos pintoresca pero más incómoda: quizás sea el consumo de cualquier carne el que favorece la difusión de todo tipo de virus. El biólogo y fitogeógrafo Robert G. Wallace ha estudiado de qué manera los agronegocios se conectan con las etiologías de las epidemias recientes1. La agroindustria presiona en dos extremos: en las poblaciones periféricas y en las zonas salvajes más allá de la frontera agropecuaria. Allí el ganado y los trabajadores entran en contacto con cepas virales previamente aisladas o inofensivas que, en un entorno de monocultivo sin biodiversidad, no cuentan con un cortafuego inmunitario que ralentice su transmisión. El resto del proceso es conocido: las migraciones de trabajadores y los circuitos comerciales introducen esas cepas en entornos vertiginosos que favorecen los rasgos específicos de una epidemia: ciclos virales rápidos, saltos entre especies y vectores de transmisión. Esa fue la historia de la fiebre bovina africana de 1890, cuya devastación dejó el terreno libre para la mosca tsé-tsé. Esa fue también la historia de la mal llamada «gripe española», antigua cepa de la N1H1 que se incubó en los corrales de Kansas durante el boom alimenticio norteamericano contemporáneo a la Primera Guerra Mundial y se esparció primero por las barriadas sucias y mal alimentadas, y luego por las tropas que cruzaron el Atlántico. Y ese fue el circuito del covid desde el mercado húmedo de Wuhan hasta todos los aeropuertos del mundo.

Pero el ganado no es solamente un agente patógeno. En 2006 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (fao) publicó un estudio titulado «La larga sombra del ganado: problemas ambientales y opciones»2 que afirmaba que la ganadería genera 18% de la emisión de los gases de efecto invernadero del mundo, por encima del parque automotor. Semejante dato suscitó un debate sobre la sustentabilidad de la actividad ganadera, además de varias críticas al método de medición que obligaron a la fao a rectificarse. Pero incluso los críticos del informe reconocieron que las emisiones de la ganadería están entre 5% y 10% del total. El problema es intrínseco al consumo cárnico.

El lugar de la carne en la cadena alimentaria es el de un intermediario: sintetiza las proteínas del forraje o las pasturas que consumió el animal. Pero dista de ser un intermediario eficaz: el corte de carne más barato requiere para su producción más agua, tiempo y espacio que las proteínas vegetales que sintetiza. Así, el consumo de carne no resiste el imperativo categórico que proponía Immanuel Kant para juzgar la ética de las acciones: es imposible de universalizar. Si todos los pobres del mundo quisieran comer carne como un rechoncho ciudadano del Norte global, el sistema colapsaría por la cantidad de recursos consumidos, por las emisiones o, incluso, por el riesgo patógeno. Si podemos seguir criando animales para comerlos es porque su consumo sigue siendo tan excluyente como cuando Enrique viii de Inglaterra devoraba un pollo entero con las manos, tal como lo representa la famosa escena de la película de Alexander Korda. Solo que ahora la elite carnívora es global y no palaciega. Y quizás el covid-19, la escasez económica que causa y las restricciones sanitarias de la nueva normalidad sean la guillotina que viene a destronarla. En ese caso, hoy la Declaración de los Derechos del Hombre nos puede quedar corta. Hay nuevos sujetos.

La inviabilidad ética del especismo

A la inviabilidad material de la cría de ganado se le suma un extendido humor social que entiende crecientemente a los animales como «personas no humanas»3, seres que merecen el mismo trato, los mismos servicios y los mismos derechos que cualquier otra persona. O incluso más que cualquier otra persona. «Se intuye que los animales poseen una dignidad, una lealtad, una resistencia al sufrimiento y la injusticia que no tienen sino unos pocos hombres y mujeres. Esto podría explicar el hecho turbador de que un amor y una compasión por los animales especialmente intensos se den en hombres de un temperamento ideológico odioso y despótico», escribió George Steiner en un ensayo en el que termina hablando maravillas de sus perros4.

Más allá de los humores sociales, la condición animal es una cuestión que mantuvo ocupado al pensamiento occidental en los últimos 45 años. En 1975, el filósofo australiano Peter Singer denunció el maltrato animal en su libro Liberación animal. Allí empleó la ética utilitarista para hacer el siguiente razonamiento: si la igualdad humana es una intuición ampliamente compartida y no queremos incurrir en contradicciones morales, no es posible establecer ningún criterio moral para diferenciar a los animales de los humanos sin dejar afuera también a una cantidad de humanos que no lo posean, sea la capacidad de razonar, la comunicación, la autonomía, etc… La especie a la que pertenezca cualquier individuo sintiente es moralmente irrelevante, y establecer distinciones es una forma de discriminación similar al racismo o el sexismo: el especismo.

Desde la publicación de Liberación animal, el abordaje ético de la condición animal recibió aportes, revisiones y ampliaciones. La discusión alcanzó tal intensidad conceptual y relevancia pública que el mismo Singer advirtió que la ética sola no podría resolverlo; sería necesaria la política5. Es la posta que tomaron, entre otros, Sue Donaldson y Will Kymlicka, una pareja de filósofos canadienses que unieron sus especialidades (respectivamente, los derechos de los animales y la filosofía política) para concebir una teoría política «humanimal», como llaman a esta sociedad híbrida en la que la convivencia de humanos y no humanos ya es un dato irreversible6. Allí intentan establecer principios y categorías que abarquen a todos los animales, desde los domésticos, considerados «ciudadanos», hasta los salvajes, considerados «habitantes de territorios extranjeros soberanos», pasando por los «animales liminares» como ratas y palomas, que conviven en un entorno humano sin ser domesticados.Donaldson y Kymlicka establecen diferentes herramientas políticas para atender a los derechos de estas categorías, desde representantes y ombudsmen para los ciudadanos domésticos hasta el estatuto de refugiado para los animales salvajes desplazados. La propuesta tiene límites insalvables (¿cómo garantizar los derechos de un animal ante las necesidades alimenticias o reproductivas de otro?, ¿qué hacer en el caso de que una comunidad liminar sea declarada plaga?), pero demuestra cuán lejos deberían llegar las soluciones a los problemas éticos planteados por el animalismo. Y también cuán borrosa sería la condición humana en una sociedad pluralista que incluya a los animales como sujetos de derechos plenos y positivos.

Ya Carl Linneo, naturalista sueco del siglo xviii, había ironizado diciendo que hombre es un «animal que debe reconocerse humano para serlo». En efecto, el pensamiento occidental, desde Aristóteles hasta Heidegger, se esforzó en dividir, distinguir y jerarquizar a los seres humanos como articulación de elementos físicos y metafísicos (logos, alma, razón), de la vida meramente biológica del resto de los seres vivos. Así, detrás del Hombre como «medida de todas las cosas» se esconde mal la voluntad de disponer de esas otras vidas, que a lo largo de la Historia podrán ser animales, bárbaros, esclavos, mujeres, judíos, aborígenes, etc7

El filósofo italiano Giorgio Agamben llama «máquina antropogénica» a ese razonamiento que, luego de la crisis del humanismo en el siglo xx, debería ser dejado atrás. Hoy la biopolítica occidental ha terminado por hacer de todos una mera vida. De manera que es buen momento para detener la máquina antropogénica y pensarnos como comunidad viviente. Ya no hay tareas históricas para el ser humano, hemos alcanzado todas nuestras metas alcanzables –concluye Agamben desde su palazzo veneciano–, solo nos queda asumir nuestra propia mera vida en una comunidad pospolítica y abandonarnos a la animalidad8.

Si los límites materiales nos obligan a abandonar la cría de animales para el consumo, eso nos llevará a una nueva convivencia con ellos. Y esa nueva convivencia no solo puede alterar nuestra comunidad política, sino también nuestro estatuto humano dentro de ella. Pero no es la única convivencia que deberemos resolver.

La inteligencia artificial y sus riesgos

Es muy probable que la experiencia del covid-19 acelere la digitalización de la sociedad y la economía, si no es que ya lo está haciendo. Esto es perceptible desde la experiencia cotidiana del aislamiento preventivo, en el auxilio que prestan las plataformas de ecommerce y otros servicios o la difusión del trabajo a distancia gracias a la conectividad. Pero también se observa en esa suerte de deep state sanitario que emplearon exitosamente para rastrear contagios varios países asiáticos, como China o Corea del Sur, naciones experimentadas en pandemias recientes y, a su vez, Estados de vanguardia en tecnologías de vigilancia como el reconocimiento facial y la geolocalización por medio de dispositivos. Algunos observadores han considerado que esa infraestructura sienta las bases para un modelo de gobernanza digital posterior a la pandemia9.

Aun obviando las suspicacias políticas, los riesgos de la digitalización de la vida son inmanentes. En la medida en que se amplíe el uso de plataformas para un creciente número de actividades, el poder de esas tecnologías y de sus titulares sobre la sociedad crecerá sin ningún contrapeso público o legal. Es el caso de WeChat, la megaplataforma china que opera como red social, billetera virtual y marketplace. A medida que más actividades online se realizan dentro de WeChat, esta va «comiéndose» y privatizando la web como espacio de intercambios online libres10. No es aventurado proyectar dinámicas parecidas para constelaciones de plataformas como Google o Facebook, tal como viene denunciando el creador de la web, Tim Berners-Lee11.

Otro problema es la propia lógica de la actual infraestructura digital. El paradigma tecnológico de nuestro tiempo es el llamado sistema ciberfísico (cps, por sus siglas en inglés), la integración de objetos a la red mediante un triángulo de retroalimentación entre la web 2.0 (difundida mediante la internet de las cosas), las plataformas (que permiten la interacción y la extracción de datos) y los algoritmos (procedimientos que incorporan esos datos). Estos últimos son la caja negra alrededor de la cual danza nuestra vida online. No solo porque su diseño y programación son competencias reservadas a técnicos y coders que operan a espaldas de cualquier protocolo público, sino además porque la capacidad que tiene un algoritmo de «aprender» de un flujo incontrolable de datos puede llegar a emanciparlo de cualquier control humano.

En 2017 un grupo de técnicos de Facebook puso a conversar a dos chatbots o programas de inteligencia artificial, hasta que advirtieron que estaban desarrollando un idioma propio y los desconectaron12. Ya en 1965, Irving John Good, un matemático británico que trabajó como criptólogo junto a Alan Turing, había advertido sobre la posibilidad de que una superinteligencia artificial se rebelara contra sus creadores humanos. De hecho, el propio Good asesoró poco después a Stanley Kubrick para el conocido final de la película 2001, A Space Odyssey. A partir de la década de 1970, los desarrollos de inteligencia artificial entraron en un «invierno», como se llama a un periodo de relativo estancamiento en el interés, las innovaciones y el financiamiento de una tecnología. Con el desarrollo del cps en el nuevo siglo, la inteligencia artificial se aceleró y aquellos temores de Good retornaron.

Hoy hay en el mundo un puñado de instituciones dedicadas a investigar y alertar sobre los riesgos de la inteligencia artificial: el Future Humanity Institute de la Universidad de Oxford, fundado y dirigido por el filósofo transhumanista Nick Bostrom; el Center for Study of Existential Risk de la Universidad de Cambridge, creado por Martin Rees, astrónomo de la Royal Society, y Jaan Tallinn, ceo y fundador de Skype; el Machine Intelligence Research Institute de la Universidad de Berkeley, dirigido por Eliezer Yudkowsky, además de los llamados de atención de científicos como George Church o Stephen Hawking y de empresarios de Silicon Valley como Bill Gates, Elon Musk y el ubicuo paleolibertario Peter Thiel. La proyección que sostiene esa alarma es bastante sencilla: la cantidad de recursos dedicados al desarrollo y perfeccionamiento de la inteligencia artificial es infinitamente superior a los dedicados a tecnologías de seguridad sobre ellas. Según Nate Soares, director ejecutivo del Machine Intelligence Research Institute, es como si supiéramos que en una década van a invadirnos extraterrestres y no hiciéramos nada por evitarlo. Bostrom es más cauto: no es que la inteligencia artificial vaya a ser hostil con nosotros, sino que será indiferente hasta la crueldad, como lo fuimos nosotros con las otras especies. Si le pedimos a una inteligencia artificial que maximice la producción de clips para papel probablemente reducirá todo el material útil del planeta a clips y destruirá el resto13.

Stuart Russell, especialista en inteligencia artificial de la Universidad de Berkeley, opina que se trata esencialmente de un problema de comunicación: debemos aprender a comunicar a las máquinas nuestros deseos de manera lógica, al tiempo que ellas deben aprender a observar la conducta humana, sacar inferencias y jerarquizar acciones. Todo lo cual, paradójicamente, las acercaría a la condición humana.

Los derechos de las máquinas

Un tema discutido por juristas de todo el mundo acerca de los hipotéticos derechos de la inteligencia artificial es el copyright de sus cada vez más frecuentes «creaciones»: textos, imágenes y música hechos por un algoritmo. Hasta ahora hay consenso en no reconocerle derechos de autor a una inteligencia artificial, lo cual deja abierto un importante vacío legal.

Un debate más extraño sobre el trato con seres artificiales se dio hace unos años con la publicación del libro Love and Sex with Robots [Amor y sexo con robots] de David Levy, un maestro internacional de ajedrez que se involucró en el desarrollo de inteligencia artificial ajedrecística hasta terminar en los sexbots. «Un robot sexual –afirma Levy– nos permitiría aliviar nuestro aburrimiento y tensión sexual con nuevas experiencias, aun careciendo de carga emocional». La respuesta provino del colectivo Campaign against Sex Robots, que se preguntó por el tipo de conducta que desarollaría una persona habituada a tener relaciones sexuales con un malebot o una fembot que no puede negarse (o peor, que puede ser programado para negarse solo para alimentar la fantasía de la resistencia y posterior sometimiento)14.

El debate no escapa del cuadrante antropocéntrico: se trata del placer humano contra la posible cosificación humana. Pero en caso de perfeccionar la inteligencia artificial hasta permitirle incorporar las emociones como datos a sus algoritmos y aprender de ellos, ¿qué efecto tendrían las violencias ejercidas contra las máquinas? ¿En qué punto su capacidad de inteligir e interpretar las acciones humanas no nos obligaría a restringir nuestras acciones ante ellas? ¿En qué punto esas restricciones no serían la base de una nueva ética?

No son dilemas que introduzca la inteligencia artificial, esta solo los actualiza. La robótica nació bajo el signo de esa duda. Solo hay que recordar que la palabra «robot» surgió en la obra teatral de 1920 rur (Robots Universales de Rossum) de Karel Čapek. En la obra, rur es una empresa que fabrica androides para trabajar. Hasta que una activista les inocula sentimientos humanos. Los robots se rebelan, pero rur no puede dejar de fabricarlos porque la humanidad depende de ese trabajo. La humanidad es aniquilada y los robots descubren el afecto que les permitirá procrearse y fundar una nueva especie.

Todo esto puede resultar una cuestión excesivamente especulativa en medio del sufrimiento y la urgencia de una pandemia. Pero es precisamente la pandemia la que acelera la digitalización, difunde el cps y alimenta una inteligencia artificial que ya cubre al mundo. O trepa dentro nuestro. Antes de la pandemia, el think tank futurista The Millennium Project auguró para 2050 la emergencia de una Inteligencia Artificial General capaz de reescribir su propio código y de fusionarse con nosotros en un continuo cuerpo-dispositivos-redes: el smartphone como prolongación de la mano, la digitalización como prótesis. Ya con la pandemia en marcha, Paul B. Preciado denunció las tecnologías asiáticas de control y testeo como una nueva biopolítica15. El covid-19 puede entonces acelerar también la digitalización del cuerpo humano. En ese caso, la nueva normalidad hará aún más difícil distinguir entre robots y humanos, inteligencia artificial e inteligencia natural, personas y cosas.

Tres salidas políticas al humanismo

Ninguna catástrofe trae un nuevo mundo bajo el brazo, solo intensifica tendencias previas. La inviabilidad del especismo y la digitalización de la vida no son inventos de la pandemia pero, tal como vimos, pueden acelerarse hasta dejar a la condición humana al borde del abismo. En ese caso, la humanidad deberá enfrentar esa nueva realidad apelando a sus recursos previos. Uno de los cuales es, paradójicamente, el antihumanismo. De Martin Heidegger a Michel Foucault, y de Norbert Wiener a Donna Haraway, gran parte del pensamiento del siglo xx anuncia, denuncia o celebra el fin del humanismo como ideología antropocéntrica. Solo que hay muchas maneras de hacerlo, con diferentes consecuencias políticas.

La primera, la más brutal, es cosificar a la humanidad, desencantar completamente al género humano para devolverlo a la naturaleza como otro ser sintiente o para reducirlo a mero dispositivo físicamente regulable. No es un horizonte muy distinto de aquel al que nos pueden conducir la instrumentalización intrínseca del capitalismo o la escasez de su colapso. Y, sobre todo, no resuelve ninguno de los problemas planteados en este artículo. Reducir al ser humano a la condición de máquina o animal en el preciso momento en que las máquinas y los animales se acercan al estatuto de personas es, en el mejor de los casos, igualar hacia abajo; en el peor, claudicar ante la rebelión de las cosas.

La segunda salida del humanismo es disolverlo en el lenguaje. El ser humano es en gran medida una construcción del ser humano, un sujeto formateado por siglos de discursos y representaciones. El mismo lenguaje que construyó al humano podría deconstruirlo. Es la apuesta de la filosofía continental europea del siglo pasado, y es un buen punto de partida. Pero en este momento el ser humano se enfrenta a fenómenos como la inteligencia artificial, el calentamiento global o el covid-19 mismo, que no solo no son resultado del lenguaje sino que difícilmente se dejen deconstruir por él. Dejar todo librado al lenguaje es someterse a todo aquello que el lenguaje no controla, como el creyente que en medio de un incendio se limita a murmurar sus palabras mágicas.

La tercera salida es crear una nueva convivencia con las cosas. Durante milenios la humanidad estuvo expuesta a la naturaleza incontrolable y desarrolló la técnica para enfrentarla. Es la historia del homínido que construye una choza para protegerse de la lluvia. Pero hoy, cuando pareciera que la naturaleza no tiene misterios para el ser humano, esa tecnología se constituyó en una segunda naturaleza incontrolable. Desde el Antropoceno hasta la inteligencia artificial, el mundo es un artificio humano que se volvió extraño para los humanos. Ya no hay naturaleza adonde volver y el lenguaje por sí solo no podrá con todo esto. Durante milenios la humanidad usó las cosas mientras aprendía a gobernarse a sí misma. Hoy debe gobernar a los algoritmos y ampliar los derechos de los animales. Esto es, incorporar personas no humanas a las cuestiones humanas; convivir con las cosas.

En términos políticos, la izquierda debería ser la mejor preparada para esta tarea. Si su horizonte último siempre fue la igualdad humana, y su praxis, la creación de instituciones y políticas que la facilitaran, hoy solo habría que ampliar ese horizonte y esa praxis hacia una igualdad radical que incluyera a personas no humanas. Y si la «nueva normalidad» nos obliga a pensar en formas de ingreso no salarial, austeridad y digitalización que afecten el estatuto del ser humano como productor y consumidor, esa igualdad radical puede ser el horizonte hacia el cual conducir una nueva relación entre las personas y las cosas.

Relacionados
  • 1.R. Wallace: Big Farms Make Big Flu: Dispatches on Influenza, Agribusiness, and the Nature of Science, Monthly Review, Nueva York, 2016.
  • 2.Henning Steinfeld, Pierre Gerber, Tom Wassenaarm, Vincent Castel, Mauricio Rosales y Cees de Haan: Livestock’s Long Shadow, FAO, Roma, 2006.
  • 3.El concepto de «persona no humana» adquirió relevancia jurídica y mediática a partir del «caso Sandra», una orangutana mestiza a la que la justicia argentina le reconoció ese estatuto para devolverle sus derechos y ordenar su traslado desde el Zoológico de Buenos Aires a una reserva. Ver Enric González: «‘Sandra’, la orangutana que se convirtió en ‘persona’» en El País, 22/6/2019. Recordemos que para el derecho argentino, como para casi todo el derecho occidental, un animal tiene el estatuto de «cosa».
  • 4.G. Steiner: «Del hombre y la bestia» en Los libros que nunca he escrito, Siruela, Madrid, 2008.
  • 5.Catia Faria: «Liberación animal, de Peter Singer: 40 años de controversia» en eldiario.es, 22/4/2015.
  • 6.S. Donaldson y W. Kymlicka: Zoopolis. Una revolución animalista, Errata Naturae, Madrid, 2018.
  • 7.Paula Fleisner: «Hominización y animalización. Una genealogía de la diferenciación entre hombre y animal en el pensamiento agambeniano» en ContrastesRevista Internacional de Filosofía vol. XV, 2010.
  • 8.La animalización también podría tener un sentido emancipador. Para el filósofo francés Mark Alizart, el desprecio cultural hacia los perros («perro» es un insulto en casi todos los idiomas) esconde la vergüenza humana ante un rasgo que la humanidad solo comparte con ellos: la servidumbre voluntaria. Reconocer a los perros es reconciliarnos con nosotros mismos, «es al experimentar un devenir-perro que verdaderamente se podría experimentar un devenir-humano». Ver M. Alizart: Perros, Ediciones La Cebra, Adrogué, 2019.
  • 9.Byung-Chul Han: «La emergencia viral y el mundo de mañana» en El País, 22/3/2020.
  • 10.Yiren Lu: «China’s Internet Is Flowering. And It Might Be Our Future» en The New York Times Magazine, 13/11/2019. V. tb. Connie Chan: «When One App Rules Them All: The Case of WeChat and Mobile in China» en a16z.com, 6/8/2015.
  • 11.«Tim Berners-Lee on Re-Engineering the Web Around People», entrevista en Techonomy, 19/11/2018.
  • 12.Andrew Griffin: «Facebook’s Artificial Intelligence Robots Shut Down after They Start Talking to Each Other in Their Own Language» en Independent, 31/7/2017.
  • 13.Para un resumen de las posturas sobre los riesgos de la inteligencia artificial, v. Mark O’Connel: To Be a Machine, Granta, Londres, 2017, cap. 5.
  • 14.Adam Rogers: «The Squishy Ethics of Sex With Robots» en Wired, 2/2/2018.
  • 15.P.B. Preciado: «Aprendiendo del virus» en El País, 28/3/2020

Fuente e imagen: https://nuso.org./articulo/animalismo-e-inteligencia-artificial/

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¿Cómo aplicar Inteligencia Artificial en educación?

Por: Eduardo Hernández de la Rosa

“Podemos crear un auxiliar pedagógico inteligente para agilizar la atención a nuestros estudiantes y garantizar una docencia extendida de calidad”.

 

El sueño de crear una máquina que emule el comportamiento humano ha sido una obsesión en la historia de la humanidad. La Inteligencia Artificial (IA) ha estado en nuestra mente por muchos años. Desde la creación de Adán, “Dios lo crea a partir de un material moldeable, lo programa y le da las primeras instrucciones” (Sánchez-Martín et al 2007); hasta en la mitología griega con relato de Ovidio sobre Pigmalión que esculpe a una figura de una mujer hermosa a la cual se le concede la vida para que Pigmalión la amara; en la mitología hebrea el Gólem también fue creado y animado con barro para salvar a los habitantes de una ciudad judía; y la mitología nórdica con el gigante Mökkurkálfi o Mistcalf, también de barro creado para apoyar al troll Hrungnir en su lucha con Thor; por cada época los ejemplos continúan.

La Inteligencia Artificial (IA), en su sentido más natural, está referida al modo de simular las capacidades de la inteligencia del cerebro humano, por lo que pensar en IA, es también pensar en aquello que nos hace posible interactuar y aprender; por ello, sus aplicaciones pueden contribuir enormemente en la educación (Ocaña-Fernández, Valenzuela-Fernández y Garro-Aburto, 2019).

La pandemia por COVID-19 ha provocado cambios educativos sustanciales entre ellos la migración a ecosistemas virtuales de aprendizaje. Los docentes se han enfrentado a la tarea de atender una gran variedad de necesidades para asegurar la continuidad educativa de los estudiantes. La IA puede ser un auxiliar pedagógico perfecto para agilizar la atención a nuestros estudiantes en todo momento. Imagínate que te ayude respondiendo dudas en tiempo real de cada estudiante teniendo la certeza de que el alumno está siendo orientado correctamente, y tu puedas aprovechar ese tiempo para capacitarte en algún tema de tu interés, profundizar en el desarrollo de tu clase, realizar investigación, construir secuencias didácticas, realizar actividades de Mindfulness para potenciar tu creatividad e innovación, solo por citar algunas ideas. ¿Sería fabuloso, cierto?

“El objetivo principal es impulsar a nuestros colegas con la oportunidad de construir un auxiliar pedagógico inteligente a través de un chatbot, que contribuya a resolver gran parte de las inquietudes de los estudiantes. La estructuración de las respuestas se diseñó con el enfoque de aprendizaje invertido para retroalimentar sobre inquietudes de la clase”.

¿Cuáles son las posibilidades reales de aplicar la IA en la educación? ¿Podría ser la IA un componente clave en un nuevo modelo educativo? ¿Te imaginas tener un colega que nos ayude a responder cientos de preguntas comunes de nuestros estudiantes en cualquier momento?  o ¿retroalimentar a quienes no se hayan podido conectar a la clase a tiempo? Seguramente pensarás que esto significa tener un asesor adjunto o un auxiliar pedagógico, pues bien, esto no está tan lejos de nuestro alcance.

Historia de la Inteligencia Artificial

El viaje de la inteligencia artificial inició con Alan Turing en 1936 con la publicación de su famoso artículo “On computable numbers, with an application to The entscheidungsproblem”, donde se establecen las bases de la informática teórica así como el origen del concepto “Máquina de Turing”, se formalizó el concepto de algoritmo y sería el proceso precursor de las computadoras digitales. En 1956, en la mítica conferencia de Dartmouth, John McCarthy, Marvin Minsky y Claude Shannon acuñaron el término de Inteligencia Artificial, aunque había buenas especulaciones sobre esta tecnología, sería hasta 1997 con Deep Blue el ordenador de IBM que vencería al campeón mundial de ajedrez Gari Kaspárov lo que pondría en la escena mundial una reflexión profunda desde diferentes campos, la ciencia ficción, la informática, la matemática, sociales e incluso las humanidades.

Un poco más tarde el ordenador Watson, también de IBM, ganaría un duelo contra el cerebro humano en “Jeopardy” el famoso concurso de preguntas y respuestas de la cadena norteamericana ABC. Isaac Asimov planteó las famosas tres leyes de la robótica que nos acercaron a pensar el problema ético que nos trae el desarrollo de una inteligencia artificial, evitando las revelaciones de la ciencia ficción como la de Hal 9000 de Odisea en el Espacio.

En los últimos años hemos visto avances importantes. En marzo de 2019, un Grupo de expertos de alto nivel sobre IA de la Comisión Europea (AI HLEG) xew definieron un borrador de las Directrices éticas de IA que nos ayudan a comprender la relevancia de ser atendido el tema no solo por el área de tecnología sino por las ciencias sociales y humanidades.

Categorías de la Inteligencia Artificial

La Inteligencia Artificial puede ser categorizada en tres niveles que nos permiten ubicarnos para navegar en el continuum de la innovación incremental, a partir de la incorporación de esta tecnología en nuestra vida cotidiana y especialmente en la educación.

  • Nivel 1: Revolucionaria. Es aquella que nos muestran las grandes empresas tecnológicas como Google, Microsoft y Hanson Robotics que buscan mejorar las condiciones de vida tanto en lo cotidiano como en el hogar, autos, alimentación, salud. Ejemplo de ello es la supercomputadora de Google y Sophia, el robot humanoide.

  • Nivel 2: Ampliación. Es aquella que busca impulsar la producción a escala, la comunicación, el mercado cotidiano y el análisis de riesgos en la bolsa de valores. Ejemplo de ello son los sistemas de aprendizaje automático de Amazon.

  • Nivel 3: Comunicación. En este nivel aparecen procesos básicos de interacción con software libre que buscan responder sea por programación o emulando el aprendizaje de forma mecánica las respuestas probables que puedan brindar para satisfacer las necesidades de los usuarios. Ejemplo de ello son las plataformas de comprensión del lenguaje natural como Dialogflow, Botmake.io, Cliengo, Snatchbot.me y Manychat, por citar algunas.

En la educación se han iniciado pruebas para trabajar con herramientas de nivel 3, con el objetivo de construir alternativas que respondan a las necesidades de la docencia, particularmente hablaré de lo que se pueden denominar chatbot, que son plataformas que comprenden el lenguaje natural y que permiten programar respuestas automáticas, emulando conversaciones humanas.

Implementación de IA en el contexto universitario

En la Universidad de Oriente en México utilizamos la herramienta Dialogflow para procesos orientados al acompañamiento de nuestros estudiantes con ventajas significativas que les comparto a continuación.

El objetivo principal es impulsar a nuestros colegas con la oportunidad de construir un auxiliar pedagógico que contribuya a resolver gran parte de las inquietudes de los estudiantes. La estructuración de las respuestas se basó específicamente con el enfoque de aprendizaje invertido, lo cual contribuye a retroalimentar sobre inquietudes de la clase, pero dotándolos de una respuesta accesible y remitiendo a los alumnos a fuentes de consulta multimedia para extender y mejorar su experiencia.

Se buscó que la aplicación pudiera montarse en la plataforma institucional de refuerzo académico basada en Moodle, esto aseguró que los auxiliares pedagógicos fueran personalizados a las necesidades de los grupos en cuestión.

Los resultados esperados de esta implementación fue dotar a nuestros docentes con herramientas más competitivas y funcionales apoyando en actividades de acompañamiento a nuestros estudiantes dentro de un contexto de comunicación constante. El reto principal para quienes participamos en este proyecto es garantizar que las respuestas sean mucho más dinámicas y lleven a construir aportaciones más significativas.

El trabajo académico con este tipo de chats nos permite además de mantener una relación de comunicación con nuestros estudiantes, vincular el chat a otras herramientas que ayuden a nuestros estudiantes a establecer retos de aprendizaje, a través de cápsulas que profundizan o enganchan a nuestros estudiantes en contextos de desarrollo profesional.

Tabla 1. Estructuración del chatbot 

Fuente: Elaboración propia.

Fuente: Elaboración propia.

Las oportunidades que trajo el chatbot a nuestros estudiantes fueron muy variadas desde poder atender dudas sobre fechas de entregas y características de trabajos, hasta profundizar en ideas vistas en clase, por supuesto, uno de los puntos fundamentales a trabajar, fue alimentar al chatbot constantemente ello, permite tener mayor fluidez y ser más asertivo. Al final, no habrá nada mejor que hablar con el profesor, sin embargo, la atención a los estudiantes fue sin duda un acierto para poder optimizar el tiempo de docencia del profesor. Algunos comentarios que ayudaron a enriquecer el chatbot fueron: otorgarle mayor flexibilidad en las palabras y los saludos, incluso agregar stickers o memes, un nuevo lenguaje que hace más afable cualquier conversación online.

La construcción de un chatbot deberá contar con al menos los recursos que se muestran en el Tabla 1 para tener claridad de los elementos generales en la construcción de cada una de las preguntas y respuestas que se programaran en el chatbot. Algo que no debemos pasar por alto es la experimentación de cada uno de los elementos que se integran en el chat, con el objetivo de que este pueda ser funcional, lo más importante de este ejercicio es la síntesis de los puntos realmente importantes y vitales, así como su vinculación concreta con la aplicación del conocimiento o habilidad a desarrollar.

Esta aportación es un breve ejemplo de los beneficios que tiene la IA en contextos de aprendizaje, aprovechando las ventajas que ofrece esta tecnología. Cada vez más veremos ejemplos de cómo garantizar una docencia extendida con IA. Si desean aplicar esta herramienta en sus centros educativos sin duda podremos apoyarlos compartiendo los beneficios que estas herramientas nos otorgan a todos los que aman el quehacer de ser docentes.

Referencia

Ocaña-Fernández, Yolvi, Valenzuela-Fernández, Luis Alex, Garro-Aburto, Luzmila Lourdes (2019). Inteligencia artificial y sus implicaciones en la educación superior. Propósitos y Representaciones, 7(2), 536-568. https://dx.doi.org/10.20511/pyr2019.v7n2.274

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-bits-blog/inteligencia-artificial-en-educacion

 

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El principio de autodestrucción y el combate contra la Covid-19

Por: Leonardo Boff

 

Desde que se lanzaron dos bombas atómicas primarias en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, la humanidad ha creado para sí una pesadilla de la que no ha podido liberarse. Por el contrario, se ha transformado en una realidad que amenaza la vida sobre este planeta y la destrucción de gran parte del sistema-vida. Se han creado armas nucleares mucho más destructivas, químicas y biológicas que pueden acabar con nuestra civilización y afectan profundamente a la Tierra viva.

Aún peor, hemos diseñado la inteligencia artificial autónoma. Con su algoritmo, que combina miles de millones de informaciones recogidas en todos los países, puede tomar decisiones sin que nosotros lo sepamos. Eventualmente, puede, en una combinación enloquecida, penetrar en los arsenales de armas nucleares o en otros de igual o mayor poder letal y lanzar una guerra total de destrucción de todo lo que existe, incluso de sí misma. Es el principio de autodestrucción. Es decir, está en manos del ser humano poner fin a la vida visible que conocemos (ella es sólo el 5%, el 95% son vidas microscópicas invisibles).

Debemos enseñorearnos de la muerte. Ella puede ocurrir en cualquier momento. Se ha creado ya una expresión para nombrar esta fase nueva de la historia humana, una verdadera era geológica: el «antropoceno», es decir, el ser humano como la gran amenaza al sistema-vida y al sistema-Tierra. El ser humano es el gran satán de la Tierra, que puede diezmar, como un anticristo, a sí mismo y a los otros, a sus semejantes, y liquidar los fundamentos que sostienen la vida.

La intensidad del proceso letal es tan grande que ya se habla de la era del «necroceno», es decir, la era de la producción en masa de la muerte. Ya estamos dentro de la sexta extinción masiva. Ahora se ha acelerado irrevocablemente, dada la voluntad de dominación de la naturaleza y de sus mecanismos de agresión directa a la vida y a Gaia, la Tierra viva, en función de un crecimiento ilimitado, de una acumulación absurda de bienes materiales hasta el punto de crear la sobrecarga de la Tierra.

En otras palabras, hemos llegado a un punto en el que la Tierra no consigue reponer los bienes y servicios naturales que le fueron extraídos y comienza a mostrar un proceso avanzado de degeneración a través de tsunamis, tifones, descongelación delos casquetes polares y del permafrost, sequías prolongadas, tormentas de nieve aterradoras y la aparición de bacterias y virus difíciles de controlar. Algunos de ellos como el coronavirus actual pueden llevar a la muerte a millones de personas.

Tales eventos son reacciones y puede que sean represalias de la Tierra ante la guerra que realizamos contra ella en todos los frentes. Esa muerte en masa ocurre en la naturaleza, millares de especies vivas desaparecen definitivamente cada año, y en las sociedades humanas, donde millones pasan hambre sed y toda suerte de enfermedades mortales.

Crece cada vez más la percepción general de que la situación de la humanidad no es sostenible. De continuar con esta lógica perversa se va a construir un camino que lleva a nuestra propia sepultura. Demos un ejemplo: en Brasil vivimos bajo la dictadura de la economía ultra neoliberal, con una política de extrema derecha, violenta y cruel para las grandes mayorías pobres.

Perplejos, hemos visto las maldades que se han hecho, anulando los derechos de los trabajadores e internacionalizando riquezas nacionales que sostienen nuestra soberanía como pueblo.

Los que en 2016 dieron en Brasil un golpe contra la presidenta Dilma Rousseff aceptaron la recolonización del país, convertido ahora en vasallo del poder dominante, Estados Unidos, condenado a ser sólo un exportador de commodities y un aliado menor y subordinado del proyecto imperial.

Lo que se está haciendo en Europa contra los refugiados, rechazando su presencia en Italia e Inglaterra y peor aún en Hungría y en la muy católica Polonia, alcanza niveles de inhumanidad de gran crueldad. Las medidas del presidente de Estados Unidos, Trump, arrancando a los hijos de sus padres inmigrantes y colocándolos en jaulas, denotan barbarie y ausencia de todo sentido humanitario.

Ya se ha dicho: “ningún ser humano es una isla… no preguntes por quién doblan las campanas. Doblan por ti, por mí, por toda la humanidad“. Si grandes son las tinieblas que abaten nuestros espíritus, aún mayores son nuestras ansias de luz. No dejemos que la demencia antes mencionada tenga la última palabra.

La palabra mayor y última que grita en nosotros y nos une a toda la humanidad es de solidaridad y compasión por las víctimas, es por paz y sensatez en las relaciones entre los pueblos. Las tragedias nos dan la dimensión de la inhumanidad de la que somos capaces, pero también dejan surgir lo verdaderamente humano que habita en nosotros, más allá de las diferencias de etnia, ideología y religión. Lo humano en nosotros hace que nos cuidemos juntos, nos solidaricemos juntos, lloremos juntos, nos enjuguemos las lágrimas juntos, recemos juntos, busquemos juntos la justicia social mundial, construyamos juntos la paz y renunciemos juntos a la venganza y a todo tipo de violencia y guerra.

La sabiduría de los pueblos y la voz de nuestros corazones lo confirman: no es un estado convertido en terrorista, como Estados Unidos bajo el presidente estadounidense Bush, el que vencerá el terrorismo. Ni el odio a los inmigrantes latinos, difundido por Trump, el que traerá la paz. El diálogo incansable, la negociación abierta y el trato justo eliminan las bases de cualquier terrorismo y fundan la paz. Las tragedias que nos golpearon en lo más hondo de nuestros corazones, particularmente la pandemia viral que ha afectado a todo el planeta, nos invita a repensar los fundamentos de la convivencia humana en la nueva fase planetaria, y cómo cuidar la Casa Común, la Tierra, como pide el Papa Francisco en su encíclica sobre ecología integral “sobre el cuidado de la Casa Común” (2015).

El tiempo apremia. Y esta vez no hay un plan B que pueda salvarnos. Tenemos que salvarnos todos, pues formamos una comunidad de destino Tierra-Humanidad. Para eso necesitamos abolir la palabra «enemigo». El miedo crea al enemigo. Exorcizamos miedo cuando hacemos del distante un próximo y del próximo, un hermano y una hermana. Alejamos el miedo y al enemigo cuando comenzamos a dialogar, a conocernos, a aceptarnos, a respetarnos, a amarnos, en una palabra, a cuidarnos.

Cuidar nuestras formas de convivir en paz, solidaridad y justicia; cuidar nuestro medio ambiente para que sea un ambiente completo, sin destruir los hábitats de los virus que provienen de animales o de los arborovirus que se sitúan en los bosques, un ambiente en el que sea posible el reconocimiento del valor intrínseco de cada ser; cuidar de nuestra querida y generosa Madre Tierra.

Si nos cuidamos como hermanos y hermanas, las causas del miedo desaparecen. Nadie necesita amenazar a nadie. Podemos caminar de noche por nuestras calles sin miedo a ser asaltados y robados. Este cuidado solo será efectivo si viene acompañado de la justicia necesaria para satisfacer las necesidades de los más vulnerables, si el Estado está presente con medidas sanitarias (lo importante que fue el SUS frente a la Covid-19), con escuelas, con seguridad y con espacios de convivencia, cultura y ocio.

Sólo así disfrutaremos de una paz posible de ser alcanzada cuando hay un mínimo de buena voluntad general y un sentido de solidaridad y benevolencia en las relaciones humanas. Ese es el deseo inquebrantable de la mayoría de los humanos. Esta es la lección que la intrusión de la Covid-19 en nosotros nos está dando y que tenemos que incorporar en nuestros hábitos en los tiempos pos-coronavirus.

Fuente: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=996

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‘Big data’, robótica o inteligencia artificial: llega la FP 4.0 con empleo «absoluto» y buen salario

Por: Marta Aguirre Gomez Corta. 

 

  • Big Data, Robótica o Inteligencia Artificial son algunas de las titulaciones adaptadas a la  demanda del mercado actual

  • El desempleo juvenil en España se sitúa en torno al 35%, mientras que entre los titulados de FP, en un 7,35%

Son las ofertas más potentes de FP que trae consigo el nuevo plan del Gobierno en estos estudios: las nuevas titulaciones ligadas a la industria 4.0. Big data, robótica o inteligencia artificial. Una formación adaptada milimétricamente a la demanda el mercado, a lo que buscan ahora las empresas, con una empleabilidad «absoluta».

Tal es la demanda de este tipo de trabajadores que la propia secretaria general de Formación Profesional, Clara Sanz, reconoce que en muchas ocasiones tienen que negociar con las empresas de esos sectores para que no contraten a estos estudiantes de FP antes de obtener el título. «La mayor parte de las profesiones del futuro tendrán que ver la con la digitalización. Estamos ante una FP que realmente responde a los perfiles y a las cualificaciones que la economía necesita», asegura Sanz.

El atractivo de estas titulaciones hace que su recorrido salarial y proyección sea mayor que cualquier otra. «Disponen de las herramientas necesaria para tener un itinerario profesional excelente«, reconoce la secretaria general de Formación Profesional.

Este curso 2020-2021 ya podrán cursarse Fabricación Inteligente, Digitalización del mantenimiento industrial, Ciberseguridad en entornos de producción, Ciberseguridad en entornos de la tecnología de la información, Telecomunicaciones ferroviarias y videojuegos. Y para el curso que viene, 2021-2022, estarán listos: Fabricación aditiva, Implementaciones de infraestructuras 5-G, Materiales compuestos, Inteligencia artificial y Big Data, Vehículos eléctricos, Instalacion y mantenimiento de infraestructuras eléctricas o BIM (información y modelaje de edificios).

La mayoría de ellas no son titulaciones de FP en sí, sino cursos de especialización para aquellas personas que ya han estudiado un grado medio o superior de FP y quieren especializarse en estas cuestiones. Su duración es inferior a un curso.

«Todas ellas han sido diseñadas de la mano de la empresas punteras en cada una de los sectores para que la formación esté muy ajustada a lo que el mercado requiere en este momento», asegura la secretaria general de Formación Profesional.

El nuevo plan FP, dotado con casi 1.500 millones de euros, contempla la creación de 200.000 nuevas plazas en cuatro años de todas las familias que tengan «empleabilidad». El desempleo juvenil en España se sitúa en torno al 35% mientras que entre los titulados de FP, en un 7,35%.

Más allá de los títulos 4.0, el nuevo plan de FP recoge la incorporación de un módulo formativo de digitalización aplicada a cada sector productivo para todos los títulos del catálogo de Formación Profesional. «La digitalización se impone en todos los procesos productivos, incluso los más alejados de la digitalización están siendo modificados por ésta. Por ejemplo, en la agricultura extensiva, con la utilización de drones, los futuros profesionales de estos sectores también tendrán que saber de digitalización. En todos los títulos del catálogo FP incorporaremos una asignatura de digitalización aplicada al sector productivo para que cualquier técnico de FP, de cualquier título, tenga una cierta formación digital», explica Clara Sanz. Y añade: «Nada tiene que ver un mecánico actual con la imagen que tenemos del clásico con el mono azul manchado de grasa. Ahora se utilizan máquinas súper especializadas en todos los sectores productivos».

En España, el 25% de los empleos están ocupado por personas con una cualificación intermedia. El objetivo europeo es que este porcentaje sea del 50% en 2025 en todos los países. Quizás sea este el momento de dar el empujón definitivo a la FP, unos estudios que en España nunca han terminado de arrancar a diferencia de países como Francia, Alemania, Luxemburgo o Suiza. «El problema en España se ha debido a la historia educativa en nuestro país, a la posguerra. Siempre se ha asociado el éxito social con llegar a la Universidad. Pero esta percepción es anticuada», explica Sanz, convencida de que este última «espaldarazo» del Gobierno a la FP será clave para el crecimiento económico de nuestro país.

Fuente de la reseña: https://www.niusdiario.es/sociedad/educacion/llega-fp-4-0-empleabilidad-absoluta-buen-salario_18_2983845190.html

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Mundo: Inteligencia artificial: un recurso didáctico de UNIR para mejorar la experiencia y cercanía educativa

Mundo/12-05-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

La Universidad Internacional de La Rioja ya cuenta con seis programas de estudio en los que aplica esta tecnología disruptiva. Entre otros beneficios para los estudiantes, permite que realicen prácticas mediante laboratorios virtuales y simuladores con maquinaria real.

La inteligencia artificial no es tangible, pero nos rodea en espacios cotidianos. Lo vemos al entrar en una página de comercio on-line o en actividades de entretenimiento y ocio. En estos espacios, la inteligencia artificial es capaz de observar y aprender sobre nuestros gustos y hábitos de compra. Después, sin que nos demos cuenta, permite recomendar aquello que nos pueda interesar.

“Tiene tantas aplicaciones, en tantos sitios, que cada vez nos rodea más; prácticamente todos los procesos digitales se pueden mejorar o aumentar mediante inteligencia artificial”, dice Pablo Moreno Ger, Director de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología (ESIT) de Universidad Internaciones de La Rioja (UNIR).

Basados en la premisa de que la inteligencia artificial permite mejorar procesos y acercar a las personas, desde 2014, la UNIR ha comenzado a implementar esta tecnología disruptiva en diversos programas de titulación que abarcan ingenierías y ciencias de la salud.

“Con la inteligencia artificial, el estudiante tiene una experiencia práctica de uso de laboratorios y de maquinaria. La tecnología nos permite impartir una docencia de calidad en nuevas áreas”, Pablo Moreno Ger, Director de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología (ESIT) de UNIR.

Laboratorios virtuales y simuladores

Moreno Ger explica que la UNIR ha introducido varios conceptos innovadores. Los laboratorios remotos (que se controlan a distancia) y los aparatos simulados y maquinaria (que se manejan a través de realidad virtual) son dos de los más destacados.

También se aplican en el área de ciencias de la salud: los laboratorios virtuales y simuladores permiten aprender técnicas que tienen que ver con control remoto de maquinaria médica que realiza tareas como ultrasonidos y monitoreo de pacientes.

En las asignaturas de ingeniería, es posible aprender sobre máquinas de resistencias estructurales, o experimentar con conceptos de física que se ponen a prueba con maquinaria ubicada en un laboratorio a la distancia. “En lugar de obligar al alumno a ir al laboratorio, se lo puede hacer desde un simulador”, explica Moreno Ger.

¿Cómo se logra?

La tecnología de tres dimensiones (3D) permite que los alumnos ingresen a un laboratorio virtual y aprendan a manejar maquinaria de forma simulada. Además, existe otra categoría que hace posible controlar de manera remota una máquina real “que está ahí, o acepta un paciente, o cuyo trabajo es industrial y el alumno actúa de forma real con el aparato”, agrega Moreno.

Esta tecnología, señala el experto, ha permitido que UNIR amplíe su oferta académica. Al ser una universidad en línea, no resultaba factible tener carreras que exigiesen la presencia física para, por ejemplo, manipular determinadas maquinarias. Sin embargo, la realidad virtual ha hecho que esto sea posible.

Conexión y experiencia

Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) no son únicamente aplicables a las áreas antes mencionadas, sino que ayudan a mejorar la calidad y calidez educativa que un estudiante necesita.

Los programas cortos tienen una duración de cuatro meses.Moreno explica que, mediante avatares (identidad virtual que representa a los estudiantes en el sitio web), los alumnos de UNIR pueden interactuar unos con otros en un campus virtual compuesto por edificios y aulas. Es decir, se crean -virtualmente- espacios de conexión para la comunidad universitaria.

“La inteligencia artificial es una pieza clave. En UNIR somos conscientes de que no vale solamente con contarle al alumno los contenidos; sino que el alumno tiene que tener una serie de experiencias para poder aprender”, Pablo Moreno Ger, Director de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología (ESIT) de UNIR.

Seis programas de inteligencia artificial

Actualmente, UNIR cuenta ya con seis programas donde se aplican la realidad virtual, la realidad aumentada y otras tecnologías disruptivas. Estos no han sido preparados únicamente para quienes diseñan estas tecnologías, sino también para quienes tienen un enfoque empresarial:

1.- Máster Universitario en Inteligencia Artificial:

Es el programa ‘madre’ de las titulaciones de este tipo. Es un posgrado de 60 créditos que se cursa en un año, donde se aprende la inteligencia artificial en distintas áreas. Este perfil profesional es cada vez más demandado en el sector empresarial.

2. Máster en análisis y visualización de Datos Masivos:

También está muy vinculado al área de la inteligencia artificial, pero centrado en el Big Data. Ofrece formación como experto en el ámbito de la comunicación digital y la visualización de datos. Es una disciplina que cada vez adquiere mayor importancia en medios de comunicación, agencias y organizaciones de todo tipo.
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3. Programa corto de Inteligencia Artificial:

Está acoplado al área ejecutiva, y dirigido a quienes gestionarán equipos que desarrollen la inteligencia artificial.

4. Inteligencia de Negocio:

Se adapta a un público menos técnico. Está orientado a la toma de decisiones empresariales de estudiantes que pertenecen al área de ciencias empresariales.

5. Programa en Big Data ‘for Business’:

Proporciona enseñanza sobre los principales elementos de digitalización y monetización del negocio, trabajando con datos y los algoritmos.

6. Realidad Aumentada y Virtual:

Entrena a los alumnos en temas referentes a avatares, la conexión interpersonal y cómo trasladar los métodos de interacción de un contexto a otro.

Además, evita la deserción

Implementar nuevas tecnologías es clave en la educación a distancia. Cuando la formación es presencial, solo mirando a los estudiantes es posible saber si se están comprendiendo o no. De manera virtual, esto no resulta tan sencillo.

UNIR se apoya en la inteligencia artificial para saber qué alumnos necesitan más apoyo. “Me permite levantar alertas para saber qué alumno necesita más atención por parte del docente, y quiénes pueden tener mayores dificultades durante el curso”, dice Moreno Ger. “La inteligencia artificial puede detectar que al llegar a ‘X’ tema, el ritmo de estudio baja”, agrega.

Todas estas tecnologías ayudan al docente a centrar mejor sus esfuerzos en impactar positivamente a sus alumnos.

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102322192/inteligencia-artificial-un-recurso-didactico-de-unir-para-mejorar-la-experiencia-y-cercania-educativa-

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