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‘Big data’, robótica o inteligencia artificial: llega la FP 4.0 con empleo «absoluto» y buen salario

Por: Marta Aguirre Gomez Corta. 

 

  • Big Data, Robótica o Inteligencia Artificial son algunas de las titulaciones adaptadas a la  demanda del mercado actual

  • El desempleo juvenil en España se sitúa en torno al 35%, mientras que entre los titulados de FP, en un 7,35%

Son las ofertas más potentes de FP que trae consigo el nuevo plan del Gobierno en estos estudios: las nuevas titulaciones ligadas a la industria 4.0. Big data, robótica o inteligencia artificial. Una formación adaptada milimétricamente a la demanda el mercado, a lo que buscan ahora las empresas, con una empleabilidad «absoluta».

Tal es la demanda de este tipo de trabajadores que la propia secretaria general de Formación Profesional, Clara Sanz, reconoce que en muchas ocasiones tienen que negociar con las empresas de esos sectores para que no contraten a estos estudiantes de FP antes de obtener el título. «La mayor parte de las profesiones del futuro tendrán que ver la con la digitalización. Estamos ante una FP que realmente responde a los perfiles y a las cualificaciones que la economía necesita», asegura Sanz.

El atractivo de estas titulaciones hace que su recorrido salarial y proyección sea mayor que cualquier otra. «Disponen de las herramientas necesaria para tener un itinerario profesional excelente«, reconoce la secretaria general de Formación Profesional.

Este curso 2020-2021 ya podrán cursarse Fabricación Inteligente, Digitalización del mantenimiento industrial, Ciberseguridad en entornos de producción, Ciberseguridad en entornos de la tecnología de la información, Telecomunicaciones ferroviarias y videojuegos. Y para el curso que viene, 2021-2022, estarán listos: Fabricación aditiva, Implementaciones de infraestructuras 5-G, Materiales compuestos, Inteligencia artificial y Big Data, Vehículos eléctricos, Instalacion y mantenimiento de infraestructuras eléctricas o BIM (información y modelaje de edificios).

La mayoría de ellas no son titulaciones de FP en sí, sino cursos de especialización para aquellas personas que ya han estudiado un grado medio o superior de FP y quieren especializarse en estas cuestiones. Su duración es inferior a un curso.

«Todas ellas han sido diseñadas de la mano de la empresas punteras en cada una de los sectores para que la formación esté muy ajustada a lo que el mercado requiere en este momento», asegura la secretaria general de Formación Profesional.

El nuevo plan FP, dotado con casi 1.500 millones de euros, contempla la creación de 200.000 nuevas plazas en cuatro años de todas las familias que tengan «empleabilidad». El desempleo juvenil en España se sitúa en torno al 35% mientras que entre los titulados de FP, en un 7,35%.

Más allá de los títulos 4.0, el nuevo plan de FP recoge la incorporación de un módulo formativo de digitalización aplicada a cada sector productivo para todos los títulos del catálogo de Formación Profesional. «La digitalización se impone en todos los procesos productivos, incluso los más alejados de la digitalización están siendo modificados por ésta. Por ejemplo, en la agricultura extensiva, con la utilización de drones, los futuros profesionales de estos sectores también tendrán que saber de digitalización. En todos los títulos del catálogo FP incorporaremos una asignatura de digitalización aplicada al sector productivo para que cualquier técnico de FP, de cualquier título, tenga una cierta formación digital», explica Clara Sanz. Y añade: «Nada tiene que ver un mecánico actual con la imagen que tenemos del clásico con el mono azul manchado de grasa. Ahora se utilizan máquinas súper especializadas en todos los sectores productivos».

En España, el 25% de los empleos están ocupado por personas con una cualificación intermedia. El objetivo europeo es que este porcentaje sea del 50% en 2025 en todos los países. Quizás sea este el momento de dar el empujón definitivo a la FP, unos estudios que en España nunca han terminado de arrancar a diferencia de países como Francia, Alemania, Luxemburgo o Suiza. «El problema en España se ha debido a la historia educativa en nuestro país, a la posguerra. Siempre se ha asociado el éxito social con llegar a la Universidad. Pero esta percepción es anticuada», explica Sanz, convencida de que este última «espaldarazo» del Gobierno a la FP será clave para el crecimiento económico de nuestro país.

Fuente de la reseña: https://www.niusdiario.es/sociedad/educacion/llega-fp-4-0-empleabilidad-absoluta-buen-salario_18_2983845190.html

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Mundo: Inteligencia artificial: un recurso didáctico de UNIR para mejorar la experiencia y cercanía educativa

Mundo/12-05-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

La Universidad Internacional de La Rioja ya cuenta con seis programas de estudio en los que aplica esta tecnología disruptiva. Entre otros beneficios para los estudiantes, permite que realicen prácticas mediante laboratorios virtuales y simuladores con maquinaria real.

La inteligencia artificial no es tangible, pero nos rodea en espacios cotidianos. Lo vemos al entrar en una página de comercio on-line o en actividades de entretenimiento y ocio. En estos espacios, la inteligencia artificial es capaz de observar y aprender sobre nuestros gustos y hábitos de compra. Después, sin que nos demos cuenta, permite recomendar aquello que nos pueda interesar.

“Tiene tantas aplicaciones, en tantos sitios, que cada vez nos rodea más; prácticamente todos los procesos digitales se pueden mejorar o aumentar mediante inteligencia artificial”, dice Pablo Moreno Ger, Director de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología (ESIT) de Universidad Internaciones de La Rioja (UNIR).

Basados en la premisa de que la inteligencia artificial permite mejorar procesos y acercar a las personas, desde 2014, la UNIR ha comenzado a implementar esta tecnología disruptiva en diversos programas de titulación que abarcan ingenierías y ciencias de la salud.

“Con la inteligencia artificial, el estudiante tiene una experiencia práctica de uso de laboratorios y de maquinaria. La tecnología nos permite impartir una docencia de calidad en nuevas áreas”, Pablo Moreno Ger, Director de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología (ESIT) de UNIR.

Laboratorios virtuales y simuladores

Moreno Ger explica que la UNIR ha introducido varios conceptos innovadores. Los laboratorios remotos (que se controlan a distancia) y los aparatos simulados y maquinaria (que se manejan a través de realidad virtual) son dos de los más destacados.

También se aplican en el área de ciencias de la salud: los laboratorios virtuales y simuladores permiten aprender técnicas que tienen que ver con control remoto de maquinaria médica que realiza tareas como ultrasonidos y monitoreo de pacientes.

En las asignaturas de ingeniería, es posible aprender sobre máquinas de resistencias estructurales, o experimentar con conceptos de física que se ponen a prueba con maquinaria ubicada en un laboratorio a la distancia. “En lugar de obligar al alumno a ir al laboratorio, se lo puede hacer desde un simulador”, explica Moreno Ger.

¿Cómo se logra?

La tecnología de tres dimensiones (3D) permite que los alumnos ingresen a un laboratorio virtual y aprendan a manejar maquinaria de forma simulada. Además, existe otra categoría que hace posible controlar de manera remota una máquina real “que está ahí, o acepta un paciente, o cuyo trabajo es industrial y el alumno actúa de forma real con el aparato”, agrega Moreno.

Esta tecnología, señala el experto, ha permitido que UNIR amplíe su oferta académica. Al ser una universidad en línea, no resultaba factible tener carreras que exigiesen la presencia física para, por ejemplo, manipular determinadas maquinarias. Sin embargo, la realidad virtual ha hecho que esto sea posible.

Conexión y experiencia

Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) no son únicamente aplicables a las áreas antes mencionadas, sino que ayudan a mejorar la calidad y calidez educativa que un estudiante necesita.

Los programas cortos tienen una duración de cuatro meses.Moreno explica que, mediante avatares (identidad virtual que representa a los estudiantes en el sitio web), los alumnos de UNIR pueden interactuar unos con otros en un campus virtual compuesto por edificios y aulas. Es decir, se crean -virtualmente- espacios de conexión para la comunidad universitaria.

“La inteligencia artificial es una pieza clave. En UNIR somos conscientes de que no vale solamente con contarle al alumno los contenidos; sino que el alumno tiene que tener una serie de experiencias para poder aprender”, Pablo Moreno Ger, Director de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología (ESIT) de UNIR.

Seis programas de inteligencia artificial

Actualmente, UNIR cuenta ya con seis programas donde se aplican la realidad virtual, la realidad aumentada y otras tecnologías disruptivas. Estos no han sido preparados únicamente para quienes diseñan estas tecnologías, sino también para quienes tienen un enfoque empresarial:

1.- Máster Universitario en Inteligencia Artificial:

Es el programa ‘madre’ de las titulaciones de este tipo. Es un posgrado de 60 créditos que se cursa en un año, donde se aprende la inteligencia artificial en distintas áreas. Este perfil profesional es cada vez más demandado en el sector empresarial.

2. Máster en análisis y visualización de Datos Masivos:

También está muy vinculado al área de la inteligencia artificial, pero centrado en el Big Data. Ofrece formación como experto en el ámbito de la comunicación digital y la visualización de datos. Es una disciplina que cada vez adquiere mayor importancia en medios de comunicación, agencias y organizaciones de todo tipo.
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3. Programa corto de Inteligencia Artificial:

Está acoplado al área ejecutiva, y dirigido a quienes gestionarán equipos que desarrollen la inteligencia artificial.

4. Inteligencia de Negocio:

Se adapta a un público menos técnico. Está orientado a la toma de decisiones empresariales de estudiantes que pertenecen al área de ciencias empresariales.

5. Programa en Big Data ‘for Business’:

Proporciona enseñanza sobre los principales elementos de digitalización y monetización del negocio, trabajando con datos y los algoritmos.

6. Realidad Aumentada y Virtual:

Entrena a los alumnos en temas referentes a avatares, la conexión interpersonal y cómo trasladar los métodos de interacción de un contexto a otro.

Además, evita la deserción

Implementar nuevas tecnologías es clave en la educación a distancia. Cuando la formación es presencial, solo mirando a los estudiantes es posible saber si se están comprendiendo o no. De manera virtual, esto no resulta tan sencillo.

UNIR se apoya en la inteligencia artificial para saber qué alumnos necesitan más apoyo. “Me permite levantar alertas para saber qué alumno necesita más atención por parte del docente, y quiénes pueden tener mayores dificultades durante el curso”, dice Moreno Ger. “La inteligencia artificial puede detectar que al llegar a ‘X’ tema, el ritmo de estudio baja”, agrega.

Todas estas tecnologías ayudan al docente a centrar mejor sus esfuerzos en impactar positivamente a sus alumnos.

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102322192/inteligencia-artificial-un-recurso-didactico-de-unir-para-mejorar-la-experiencia-y-cercania-educativa-

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El capitalismo de la vigilancia

Por: Carlos Fazio

Difuminada en la coyuntura por el apocalipsis mediático desatado por las élites plutocráticas y los poderes fácticos de Estados Unidos a raíz de la irrupción del Covid-19, la guerra comercial y financiera entre los gobiernos de Donald Trump y Xi Jinping profundizará en la pospandemia la carrera por la hegemonía, en momentos en que, parafraseando a Clausewitz, la tecnología es la continuación de la política por otros medios.

En 2016, un informe de Barack Obama sobre el futuro de la inteligencia artificial (IA) reconocía que su sucesor gobernaría un país que está siendo transformado por la IA. Aunque Trump abandonó parcialmente esa visión, Estados Unidos sigue siendo líder en IA gracias a las compañías líderes de la digitalización conocidas mediante el acrónimo Gafa (Google, Apple, Facebook, Amazon), pero el punto de quiebre se está volviendo el control de acceso a datos, ya que las principales plataformas someten a sus usuarios a procesos de supervisión no estandarizados y desfasados con la velocidad de la IA.

Los ingenieros de la IA necesitan datos (materia prima) para crear sus algoritmos y/o perfeccionarlos. Y si bien EU es el país que ha recolectado más datos, a partir del 13 Plan Quinquenal de Informatización Nacional (2016-20) de Xi Jinping, China ha aumentado de manera exponencial sus capacidades a través del Internet de las cosas, el aprendizaje automático y del número de usuarios de sus empresas innovadoras apoyadas por las nuevas tecnologías ( startups).

El gobierno chino ha hecho fuertes inversiones en investigación y desarrollo, subsidia la industria de los chips de procesamiento y tiene una regulación más laxa en tecnologías de automatización y recolección masiva de datos. Así surgieron conglomerados privados de Internet comercial como Baidu, Alibaba y Tencent (conocidos bajo el acrónimo Bat), que de cara a la carrera por la IA han alcanzado tecnológicamente a las corporaciones estadunidenses del sector.

Y al igual que ocurrió en sus orígenes con las Gafa del Silicon Valley, pioneras del capitalismo digital gracias a los programas de inversión militar keynesianos, que después del 11 de septiembre de 2001 −en conexión con el Estado de seguridad nacional de la administración Bush hijo− desarrollaron el enorme aparato de vigilancia y control estatal revelado en 2013 por el ex contratista de la CIA y la NSA Edward Snowden, el apoyo del gobierno chino ha sido clave en el desarrollo de Baidu como la plataforma base de IA para vehículos autónomos, Alibaba para ciudades inteligentes y Tencent para cuidados de la salud.

Alibaba, considerada el Amazon chino, desarrolló un sistema de puntajes de crédito social privado, que se propone recopilar y almacenar todos los rastros que los usuarios dejan en Internet y regular el comportamiento de cada persona sobre acceso al crédito, a la educación formal y al mercado de trabajo, incluido el uso de líneas aéreas comerciales y trenes de alta velocidad. La empresa implementó el proyecto City Brain (cerebro de la ciudad) para conectar a través de un software mapas, cámaras de vigilancia, sensores, datos del gobierno e información compartida en redes sociales, que procesan algoritmos de IA en superordenadores que sirven de alimento para la planeación urbana y la gestión de tráfico en ciudades como Hangzhou y Macau.

La cooperación de Baidu con las autoridades chinas también gira en torno del control de datos y la ciberseguridad. La corporación ha equipado puntos neurálgicos del espacio público con cámaras que cuentan con un sofisticado software de reconocimiento facial que también puede identificar personas encapuchadas por su forma de caminar. Tencent, la tercera integrante del Bat también explota patentes de reconocimiento facial y videovigilancia. Ergo, el capitalismo de la vigilancia.

En la pospandemia del Covid-19, la guerra fría política, comercial y tecnológica entre EU y China se calentará. Después de que Trump lanzó su estrategia de decoupling (desconexión) para contener el crecimiento económico de China, Xi llamó a poner énfasis en el desarrollo del mercado interno, y no en las exportaciones. Aunque en el plano exterior, a través de Alibaba, el soft power chino aumentará su infraestructura ferrocarrilera, portuaria y digital (fibra óptica, antenas de telecomunicaciones, 5G) en su área de influencia: Vietnam, Tailandia y Singapur, y eventualmente Bangladesh y Pakistán. Aun en África.

Es en ese contexto que hay que ubicar los discursos de Xi del pasado 26 de mayo ante la Comisión Militar Central (la versión china del Pentágono) y de Trump en la academia militar de West Point, el 13 de junio. Xi ordenó a las fuerzas armadas pensar en el peor de los escenarios para salvaguardar la soberanía nacional, la seguridad y los intereses de desarrollo. Trump insinuó cambios doctrinarios para un conflicto con China en pos de mantener la hegemonía global.

La hegemonía de EU se basa en el dominio de las rutas marítimas y su superioridad tecnológica. Según fuentes del Pentágono citadas por el periódico inglés The Times, con base en unos juegos de guerra simulados, en 2030 EU perdería una guerra naval con China en el Pacífico. El análisis concluye que todas las bases de EU en la región del Comando Indo-Pacífico serían abrumadas por los misiles balísticos de alcance medio chinos, incluida la isla de Guam, principal base de los bombarderos estratégicos B-2. La disputa geopolítica está en pleno desarrollo.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/06/29/opinion/019a1pol

Imagen: SpaceX-Imagery en Pixabay

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La pandemia y la ignorancia tecnologizada al asedio de la universidad

Por: Isaac Enríquez Pérez

Formada en Europa a lo largo del siglo X como una organización –si bien bajo el control de la iglesia católica– orientada a la sistematización del conocimiento, y consolidada durante los siglos XVIII y XIX como un bastión de la reflexión y el pensamiento crítico y anticlerical, la universidad contemporánea –al menos desde la década de los setenta del siglo XX– está bajo el acecho del burocratismo, la corrupción, los intereses creados, la instauración de un pensamiento hegemónico neoconservador y postmoderno, el negacionismo, y de la ultra-especialización de sus disciplinas y saberes compartimentalizados.

A estas amenazas se suman varias crisis; a saber: a) los recortes presupuestales, que se traducen en una privatización de facto de la universidad pública y en una reconversión silenciosa del derecho ciudadano a la educación en un servicio orientado a los usuarios o consumidores. b) El fundamentalismo de mercado no solo se expresa en la disciplina fiscal y en el «austericidio» de la universidad pública, sino en la sutil irradiación de una racionalidad tecnocrática que privilegia el individualismo y la gestión empresarial (la supuesta meritocracia que priva en las evaluaciones y acreditaciones del trabajo académico). c) La mercantilización de la ciencia y de los saberes y su despojo como bienes públicos globales, con miras a conformar un paradigma tecnocientífico sujeto a la rentabilidad de las grandes corporaciones. d) La precarización de sus relaciones laborales en las universidades; especialmente de aquellos académicos que laboran por horas y bajo contratos temporales. Y e) la crisis epistemológica, que se cierne sobre las formas convencionales de construcción y transmisión del conocimiento, y que se origina en la fragmentación y dispersión de los saberes, así como en el fin de las certidumbres y en las cegueras del conocimiento.

No bastando las grises nubes que posiciona la tecnificación del conocimiento y la trivilalización de valores como la verdad, en los escenarios abiertos por la crisis epidemiológica contemporánea, resalta la difusión e imposición de la formación universitaria telemática como un mecanismo para evitar contagios tras la irradiación del coronavirus SARS-CoV-2. Países europeos como Italia y España anuncian la extensión de la actividad docente en línea para el próximo curso académico. Incluso, universidades estadounidenses y de otras latitudes anuncian el retorno a las aulas presenciales hasta el año 2022, aún sin existir riesgos epidemiológicos.

Cabe hacer una acotación respecto a la noción de universidad o educación a distancia: si bien las tecnologías de la información y la comunicación contribuyen a la masificación del conocimiento y a acercar el proceso de enseñanza/aprendizaje a amplias capas de la población que padecen la exclusión social en los sistemas educativos tradicionales, la educación a distancia es un complemento a la universidad presencial y no su sustituto. Con la universidad en línea es posible llegar a poblaciones rezagadas que, en su momento, no disfrutaron del derecho a la educación, sea por falta de ingresos, tiempo, motivación o disposición. Mujeres que interrumpieron su formación escolar ante la maternidad prematura; jóvenes que se vieron obligados a incorporarse al campo laboral y que cancelaron o postergaron sus expectativas educativas; personas adultas que abandonaron, desde su juventud, la posibilidad de formarse; y demás aspirantes rechazados en los procesos de admisión de las universidades públicas, tienen ante sí la oportunidad de retomar sus estudios con las ventajas que ofrece la educación en línea en cuanto a tiempos y formas de aprendizaje flexibles y adaptables.

Más aún, estas tecnologías contribuyen a la difusión masiva del conocimiento. A través del llamado acceso libre, es posible poner al alcance de la humanidad invaluables acervos científicos, humanísticos y artísticos que ofrecen respuestas en torno a los grandes problemas mundiales.

Sin embargo, con la pandemia del Covid-19 se atiza la obsesión por prefigurar una ciudad virtual que no solo apela al distanciamiento físico, sino al distanciamiento en las formas de socialización. Entronizando con ello la atomización de la sociedad y el individualismo hedonista.

El conocimiento es, por su propia esencia, una construcción social; un proceso colectivo de creación que amerita de la interacción y cercanía con los otros. No es una labor estereotipada de individuos aislados en un laboratorio y al margen del mundo externo u orientada al seguimiento de ciertos protocolos. Existe una estrecha interacción gnosia/praxis, que adquiere el carácter de totalidad articulada en cuanto se construyen diálogos multidireccionales y se conforma la noción de comunidad académica con miras a crear significaciones que configuran el sentido de la realidad a través de un lenguaje dotado de conceptos y categorías. Ese lenguaje solo es posible crearlo en interacción con «el otro» y en el marco de un proceso de sensibilización y empatía que amerita de la cercanía física y que además, en el caso de las universidades, precisa de la fusión de la docencia y la investigación, en tanto mancuerna indisoluble que le da forma al conocimiento y a su transmisión.

La interacción física es fundamental en la relación docente/estudiante y estudiante/estudiante, pues reproduce simbólicas y pautas de convivencia que, con mucho, trascienden lo estrictamente escolar. Los debates colectivos en el aula, en los pasillos, en los espacios comunes de las universidades, son cruciales para la construcción de conocimiento y para la formación de la ciudadanía.

La instauración masiva de la universidad a distancia supone aislar al estudiante en una habitación, acompañado de una pantalla que, si bien crea acción social desanclada de la presencia física en un espacio determinado, no trasciende a una lógica de comunicación multidireccional y a prácticas colectivas que permitan la deliberación razonada más allá de lo efímero y de las ansiedades que genera. En ese sentido, la universidad a distancia forma parte del llamado Screen New Deal y de la reproducción de relaciones de poder asimétricas, asociadas con el nuevo patrón de acumulación bio/tecno/científico.

La universidad, históricamente, fue la trinchera para luchar –a través de las ideas– contra los dogmatismos teológicos, los totalitarismos, el racismo, la inequidad de género, y el carácter excluyente del capitalismo. Sin embargo, ante la bioseguridad, el higienismo y el Estado sanitizante que le es consustancial, el pensamiento crítico emanado de las universidades prácticamente está adormecido, domesticado y postrado; vaciado de contenido ante la andanada del apocalipsis mediático (https://afly.co/7td3), la desinfodemia y el asalto al conocimiento razonado (https://afly.co/7tx3) que sobredimensionan los rasgos e impactos de la pandemia. Esto significa que, en medio de una nueva crisis civilizatoria, la universidad está ausente de los contrapesos que es necesario anteponer a los dogmatismos contemporáneos, a la industria mediática de la mentira y a la construcción de infraestructura para la biovigilancia a través de la alta tecnología (inteligencia artificial, la nube virtual, el Internet 5G y la robotización).

El aprendizaje remoto es una de las tendencias que se aceleró con el advenimiento de la pandemia del Covid-19. La infraestructura digital para la conectividad es parte consustancial de ello. Sin embargo, como la tecnología no es neutral, está anclada a la contradictoria y desigual estructura de poder y riqueza.

El problema de la universidad ante la gran reclusión, radica en la incapacidad de la primera para organizar, de manera sistemática, la reflexión en torno a los problemas públicos contemporáneos. A contracorriente de su milenaria historia y de su crítica a los poderes fácticos, la universidad contemporánea sucumbe ante sí misma y orienta sus energías, confrontaciones e intereses facciosos a erradicar el pensamiento crítico y la construcción de alternativas y de vanguardias teóricas, artísticas, humanísticas e ideológico/políticas. Subyugada por las tecnocracias universitarias y por los laberintos y látigos del mercado, la universidad rompe con su esencia y funciones históricas, al tiempo que instaura e institucionaliza la ignorancia tecnologizada en sus entrañas.

Semilleros de teorías críticas y de tradiciones de pensamiento; templo de la duda y el cuestionamiento respecto al statu quo; formadora de élites políticas, artísticas e intelectuales; hábitat natural del estudiantado como forma de vida; y escenario de la innovación científica y tecnológica, la universidad es amenazada por la masiva digitalización del proceso de enseñanza/aprendizaje  A su vez que se enfrenta a los riesgos y ansiedades que gesta y despliega el ciberleviatán, el panóptico digital y el régimen bio/tecno/totalitario, que apuestan por anteponer las emociones a la razón y por controlar los cuerpos, la mente y las conciencia en el contexto de la era post-factual.

Si bien las tecnologías contribuyen a solucionar problemas públicos, cabe enfatizar que tampoco son la panacea, ni todas las soluciones atraviesan por el tamiz tecnológico. Por el contrario, su uso indiscriminado puede abrir otros problemas públicos que ahonda los abismos sociales y exacerban las desigualdades. La universidad a distancia no marchará al margen de esas tendencias y de procesos más amplios como la (re)concentración del conocimiento y del poder derivado de su posesión y uso.

En su obra La metafísica de la juventud, el filósofo alemán Walter Benjamin habló de la unidad de la conciencia y la voluntad contestaría que se forman en la época estudiantil. Alcanza a observar que en las universidades berlinesas de principios del siglo XX predomina la desvinculación del aparato profesional respecto a los saberes y que la vida estudiantil es mermada por la miseria espiritual. Hoy en día no estamos al margen de estas acechanzas.

El carácter distante y efímero que genera en sus ambientes la educación a distancia puede exacerbar estas miserias y acentuar la ignorancia de los estudiantes y la petrificación de los docentes. Ello no solo es un riesgo para la formación escolar y el ejercicio profesional, sino para la misma construcción de la cultura ciudadana y la resolución de los problemas públicos. Reivindicar críticamente y al margen de intereses creados la noción de universidad y sus funciones clásicas, no solo implica colocar en su justa dimensión la digitalización –en tanto un complemento–, sino erradicar el mantra del mercado como único camino. De lo contrario, la humanidad no contará con los instrumentos mínimos para enfrentar problemas globales como las epidemias –cada vez más recurrentes y desconocidas–, el colapso climático que amenaza con la extinción de las poblaciones humanas, y los riesgos propios del cambio de ciclo histórico que se avecina (https://afly.co/7tg3).

Fuente: https://rebelion.org/la-pandemia-y-la-ignorancia-tecnologizada-al-asedio-de-la-universidad/

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Tecno-optimismo escolar en línea

Por: Erick Juárez Pineda

Uno podría presumir que la transición de la educación formal a los instrumentos en línea sería temporal y, terminada la cuarentena después de que la población sea inoculada por COVID-19, la infancia y juventud en el mundo regresará a los salones de clase. Sin embargo, conforme pasan los días, señales desde las instituciones de educación superior y del sector privado en todo el mundo muestran que hay un tecno-optimismo preocupante que quiere aprovechar la coyuntura para convencer que la transición a la educación en línea es urgente y, con ello, continuar, por otras vías, las tendencias estrictamente métricas de la educación. Me explico.

Alex Beard hizo un reportaje fascinante para The Guardian titulado “Can computers ever replace the classroom?”. En el reportaje, Beard nos lleva de la mano por la historia de Derek Haoyang Li, uno más de los emprendedores de la industria digital en China, quien, en una especie de paralelo con Elon Musk en el terreno de la educación, quiere revolucionar el campo. ¿La vía? El uso de inteligencia artificial para medir y diseñar en tiempo real las experiencias de aprendizaje de aquellos quienes usan las plataformas diseñadas por su compañía, Squirrel AI, la cual se ha introducido en el mercado de la educación privada asiática (en particular de China) como una potente herramienta para garantizar grandilocuentes resultados: desde pasar exámenes hasta ‘crear genios’. El apetito de Haoyang Li es tanto como la egolatría usual desplegada por los nuevos emprendedores de la industria tecnológica: aspira, abiertamente, en transformar a la profesión docente en una herramienta auxiliar de la inteligencia artificial, crear profesiones precarizados de la gig economy, al igual que Uber o cualquier otra apliación de celular.

Los empresarios de la industria de la inteligencia artificial en la educación, como cualquier otro empresario cuyo negocio depende del internet, están más conscientes de la brecha digital que el resto de nosotros, de ello depende su mercado. Aunque muchos consumidores (familias) del mundo en desarrollo no se han integrado, los de las economías más desarrolladas son el laboratorio. Sus resultados servirán para la expansión. Luego entonces, estos días de pandemia son oro para experimentar con plataformas digitales, productos en línea, para comprometer a universidades y otras instituciones a comprar licencias, e incluso, convencer a gobiernos de nuevamente gastar millones en software y contenidos pre-cargados. Más allá de la crítica usual -pero relevante- de que estas tecnologías crean brechas entre alumnos sin acceso a tecnologías y profesores no entrenados en ellas y aquellos que sí, la aspiración fundamental es desmantelar a la institución escolar formal para transformarla a la escolarización en pequeños productos: una vez más, menús adaptables al usuario.

Las preocupaciones sobre estas transformaciones pueden ser fácilmente descalificadas. El tecno-optimismo suele calificar a las críticas como atavíos que niegan el progreso humano, como reacciones conservadoras que gustan de instituciones caducas en su diseño, o aún más, en trasnochismos de izquierda que niegan el panegírico de las buenas nuevas de la computadora. Sin embargo, más allá de las críticas usuales, indispensables, sobre desigualdades, gasto público ineficiente, calidad (que quizás sea más débil conforme estas plataformas logren tener mejor rendimiento), quiero hacer una defensa breve del salón de clase en otros términos.

Una de las funciones no-escolares más importante de las escuelas es la socialización. Efectivamente, en sistemas educativos fragmentados, la falta de diversidad en las escuelas puede hacer que la socialización pueda terminar reproduciendo desigualdades, por ejemplo, que padres busquen escuelas para que sus hijos tengan compañeros de la misma clase social. Pero, igual, en la escuela se crean redes de solidaridad, aprendizajes para la vida, además de la difusión del positivo efecto del juego y la amistad en el desarrollo infantil. En estos días en que el mundo digital nos absorbe, y más con la pandemia, estamos recordando lo importante y relevante de nuestra socialización. Somos, a final de cuentas, seres que aprendemos y vivimos en comunidades. Digitalizar la escuela implica separar a los infantes de sus congéneres, de su comunidad.

Pretender que el chat de WhatsApp o Zoom resolverán esas brechas es ilusorio. La investigación en psicología en estos días lo ha dejado claro: Brooks y colegas argumentan en The Lancet que el distanciamiento social puede causar problemas emocionales, depresión, estrés, insomnio, estrés postraumático y agotamiento emocional. Igualmente en The LancetLee argumenta que el incremento de enfermedades mentales en el aislamiento durante la pandemia en toda la infancia y juventud alejada del salón de clase en la pandemia será considerable, sobre todo porque un sostenimiento importante de la salud de muchos son las amistades en los salones de clases.

El salón de clase es también un modelador del comportamiento social. Las escuelas son para muchos segundos hogares, sistemas de protección ante el abuso, y crean expectativas sobre el futuro que no se consiguen en línea. Entiendo que, ante las crisis pedagógicas de la educación enciclopedista y el abuso escolar, substituir al salón suene tentador, pero puede tener un efecto perverso: dejar abandonadas a juventudes en desarrollo. La escuela, el edificio y sus maestros, son un brazo del Estado para dirigir generaciones. Dejar en manos del mercado digital esa función sería irresponsable, más cuando los Estados buscan soluciones más baratas para suplantar instituciones.

La digitalización absoluta, en lugar de ser complementaria, amenaza la profesión magisterial y su rol de guía en la formación de generaciones. Al igual que los médicos, el magisterio es uno de esos cuerpos del Estado que proveen servicios fundamentales. Reducirlos a ser apoyos en línea cuando la plataforma no alcanza a cubrir las necesidades inmediatas de los alumnos es subestimar el efecto que tienen los maestros en la creación de expectativas, sueños y formas de socialización para la vida. Quizás un buen crítico dirá que he romantizado a la escuela ante sus defectos, pero más bien creo en su mejora, no en su reemplazo.

Finalmente, el proyecto digitalizador, que seguramente aprovecha estos días en vender sus productos a los gobiernos gracias a los adultos que creen ingenuamente que, como sus hijos se la pasan revisando el celular, ya no hay más que adaptarse haciendo de la escuela un celular, es una nueva fase del proyecto educativo de la métrica por sobre la experiencia escolar completa. Aunque muchas reformas educativas incentivadas por PISA han sido derrotadas por los sindicatos magisteriales en el mundo, la obsesión con reducir los malos números de PISA sigue causando pesadillas nocturnas a los ministros de educación del mundo. Nuevamente creerán que transformar la educación en una tableta resolverá el problema de que los niños no sepan responder problemas en un examen. El sueño evaluativo de mercado no ha muerto. Sin embargo, espero que, como en otras pandemias y calamidades, las instituciones como la escuela resistan el embate.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/tecno-optimismo-escolar-en-linea/

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Mundo: Cinco tecnologías de aplanamiento de curvas que están desarrollando los jóvenes

Mundo/06-06-2020/Autor(a) y Fuente: gestion.pe

Los jóvenes de todo el mundo están desarrollando nuevas tecnologías para ayudar en la lucha contra la COVID-19.

Estas innovaciones incluyen ventiladores de bajo coste, suministros médicos impresos en 3D y contenedores de transporte reutilizados como salas de UCI, según Weforum.

La COVID-19 ha infectado a casi 5 millones de personas en todo el mundo y sigue propagándose rápidamente. Aunque los bloqueos se están reduciendo en algunos países, los efectos de este virus seguirán sintiéndose hasta que se encuentre una solución o vacuna viable. Y mientras el mundo espera esa solución, los jóvenes adoptan una actitud de «hazlo tú mismo» y utilizan tecnologías emergentes para fortalecer los esfuerzos de ayuda local, a menudo en algunos de los lugares más afectados y vulnerables del planeta.

Desde protectores faciales impresos en 3D hasta una aplicación impulsada por IA que puede clasificar a pacientes en situación de riesgo, estos son solo algunos ejemplos de las transformaciones tecnológicas que Global Shapers y Young Global Leaders (YGL) del Foro Económico Mundial han desarrollado para responder a la pandemia global:

1. Barcelona Hub e YGL Javier García Martínez han producido un ventilador artificial escalable para aliviar la presión sobre los hospitales en medio de una escasez grave. Su dispositivo utiliza piezas certificadas que pueden obtenerse fácilmente en instalaciones médicas y tiendas en línea, y cumple con toda la normativa médica en España. Tres hospitales ya están probando el dispositivo en sus UCI, ofreciendo a los pacientes que sufren los síntomas más graves una mayor oportunidad de supervivencia. El equipo detrás del proyecto, Open Ventilator, ha producido ocho prototipos y ha obtenido fondos para desarrollar otros 25 dispositivos.

2. Madrid Hub está imprimiendo en 3D mascarillas faciales, filtros respiratorios y respiradores automáticos para algunos de los hospitales más afectados del mundo. Para ampliar su trabajo, se unieron a Coronavirus Makers, una comunidad compuesta por más de 17.000 jóvenes científicos, ingenieros y diseñadores que utilizan sus habilidades para ayudar a poner fin a la escasez de equipos que salvan vidas en España.

Del mismo modo, Boston Hub está apoyando al Hub de Gaza en la impresión de equipos 3D para trabajadores médicos de primera línea en una ciudad poco equipada para responder a la pandemia, dada la debilidad de sus infraestructuras sanitarias tras décadas de conflicto. Juntos, Global Shapers han imprimido 1.000 protectores faciales, 50 gafas protectoras y 20 piezas de respiración para apoyar las respuestas locales en Gaza, al tiempo que proporcionan a las familias empobrecidas acceso a las necesidades básicas y a comidas regulares.

«En lugares donde las infraestructuras sanitarias son prácticamente inexistentes, los jóvenes pueden desempeñar un papel vital en la experimentación de nuevas tecnologías que realmente tienen la capacidad de salvar millones de vidas en esta pandemia. Y esto es muy necesario en un contexto como el nuestro», afirmaba Shahd Alfarra de Global Shapers Gaza Hub.

3. Los jóvenes también están detrás de soluciones innovadoras de cuidados intensivos. Emma Greer, del Milan Hub, está detrás de un proyecto llamado CURA (Unidades conectadas para enfermedades respiratorias), que reutiliza los contenedores de transporte como UCI. El primer contenedor se desplegó en Turín en abril y está previsto que se amplíe a hospitales de toda Italia, así como en Europa y América Latina. El proyecto está siendo fabricado por jóvenes diseñadores, ingenieros y profesionales médicos voluntarios.

Siguiendo un camino similar, YGL Cameron Sinclair y su equipo en Jupe Health han lanzado una nueva empresa para desplegar refugios médicos para uso de tres grupos diferentes: trabajadores de la salud agotados mental y físicamente, pacientes de UCI que están gravemente enfermos o pacientes cuyos síntomas no son potencialmente mortales. Los espacios móviles se producen a 1/30 del coste de las habitaciones de hospital estándar y se pueden enviar a cualquier lugar utilizando la infraestructura logística existente.

4. Trabajando con un equipo de médicos venezolanos, YGL Andres Simon Gonzalez-Silen ha desarrollado Telesalud COVID-19, una solución de telemedicina digital gratuita. La plataforma proporciona servicios de salud virtuales que incluyen consultas remotas y supervisión entre médicos y pacientes, con el objetivo de descongestionar los sistemas de salud que ya eran deficientes y se han visto debilitados por la crisis humanitaria actual. Desde su inicio, Telesalud COVID-19 ha apoyado a más de 80.000 venezolanos en el extranjero, realizando más de 25.000 pruebas y derivando a 1.150 pacientes de alto riesgo a hospitales locales.

5. Zebra Medical Vision, liderado por YGL Eyal Gura, ha creado un método escalable basado en inteligencia artificial para rastrear la propagación de COVID-19. Esta solución, junto con un algoritmo de aprendizaje automático, analiza las tomografías computarizadas para detectar la capacidad pulmonar de los pacientes y predecir mejor su recuperación. Cuando el equipo se necesita urgentemente, esta tecnología es compatible con la clasificación de pacientes, basada en la progresión comprobada de la enfermedad. Este mes, Gura desplegará su producto en los Hospitales Apollo, el proveedor de atención médica más grande de la India, que atiende a más de 40 millones de pacientes.

«Los jóvenes no pueden esperar a que otros tomen medidas ante la COVID-19. Esta es nuestra nueva normalidad y es la oportunidad perfecta para actuar con un propósito hoy», afirmó González-Silen.

Fuente e Imagen: https://gestion.pe/fotogalerias/5-tecnologias-de-aplanamiento-de-curvas-que-estan-desarrollando-los-jovenes-noticia/?ref=gesr&foto=5

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Nueva York: Distopía de alta tecnología: la receta que se gesta en Nueva York para el post-coronavirus.

Distopía de alta tecnología: la receta que se gesta en Nueva York para el post-coronavirus.

Por Naomi Klein

En este revelador artículo para The Intercept, la periodista canadiense Naomi Klein analiza el fichaje del ex Ceo de Google Eric Schmidt para encabezar una comisión para «reimaginar la realidad post-Covid» en Nueva York donde, dice, comienza a gestarse un futuro dominado por la asociación de los estados con los gigantes tecnológicos: “Pero las ambiciones van mucho más allá de las fronteras de cualquier estado o país”. Klein define una Doctrina del Shock pandémico, a la que llama el nuevo pacto o New Deal de las Pantallas (Screen New Deal). Plantea el riesgo liso y llano de que esta política de las corporaciones amenace destruir al sistema educativo y de salud. El rastreo de datos, el comercio sin efectivo, la telesalud, la escuela virtual, y hasta los gimnasios y las cárceles, parte de una propuesta “sin contacto y altamente rentable”.

La cuarentena como laboratorio en vivo, un «Black Mirror», y la aceleración de esta distopía a partir del coronavirus: “Ahora, en un contexto desgarrador de muerte masiva, se nos vende la dudosa promesa de que estas tecnologías son la única forma posible de proteger nuestras vidas contra una pandemia”. Cuáles son las dudas (de siempre) y cómo, bajo el pretexto de la inteligencia artificial, las corporaciones vuelven a pelear por el poder de controlar las vidas. (Traducido por Agencia Lavaca.org).

Durante la sesión informativa diaria sobre coronavirus del gobernador de Nueva York Andrew Cuomo el miércoles, la sombría mueca que llenó nuestras pantallas durante semanas fue reemplazada brevemente por algo parecido a una sonrisa.

La inspiración para estas vibraciones inusualmente buenas fue un contacto en video del ex CEO de Google Eric Schmidt, quien se unió a la reunión informativa del gobernador para anunciar que encabezará una comisión para reimaginar la realidad post-Covid del Estado de Nueva York, con énfasis en integrar permanentemente la tecnología en todos los aspectos de la vida cívica.

«Las primeras prioridades de lo que estamos tratando de hacer», dijo Schmidt, «se centran en telesalud, aprendizaje remoto y banda ancha… Necesitamos buscar soluciones que se puedan presentar ahora y acelerar la utilización de la tecnología para mejorar las cosas». Para que no haya dudas de que los objetivos del ex CEO de Google eran puramente benevolentes, su fondo de video presentaba un par de alas de ángel doradas enmarcadas.

Justo un día antes, Cuomo había anunciado una asociación similar con la Fundación Bill y Melinda Gates para desarrollar «un sistema educativo más inteligente». Al llamar a Gates un «visionario», Cuomo dijo que la pandemia ha creado «un momento en la historia en el que podemos incorporar y avanzar en las ideas [de Gates] … Todos estos edificios, todas estas aulas físicas, ¿para qué, con toda la tecnología que se tiene?» preguntó, aparentemente de modo retórico.

Ha tardado un tiempo en edificarse, pero está comenzando a surgir algo parecido a una doctrina del shock pandémico. Llamémoslo «Screen New Deal» (el New Deal de la pantalla). Con mucho más de alta tecnología que cualquier otra cosa que hayamos visto en desastres anteriores, el futuro que se está forjando a medida que los cuerpos aún acumulan las últimas semanas de aislamiento físico no como una necesidad dolorosa para salvar vidas, sino como un laboratorio vivo para un futuro permanente y altamente rentable sin contacto.

Anuja Sonalker, CEO de Steer Tech, una compañía con sede en Maryland que vende tecnología para el auto estacionamiento de vehículos (self parking), resumió recientemente el nuevo discurso que genera el virus. «Hay una tendencia definida a la tecnología sin contacto con humanos», dijo. «Los humanos son biopeligrosos, las máquinas no lo son».

Es un futuro en el que nuestros hogares nunca más serán espacios exclusivamente personales, sino también, a través de la conectividad digital de alta velocidad, nuestras escuelas, los consultorios médicos, nuestros gimnasios y, si el estado lo determina, nuestras cárceles. Por supuesto, para muchos de nosotros, esas mismas casas ya se estaban convirtiendo en nuestros lugares de trabajo que nunca se apagan y en nuestros principales lugares de entretenimiento antes de la pandemia, y el encarcelamiento de vigilancia «en la comunidad» ya estaba en auge. Pero en el futuro, bajo una construcción apresurada, todas estas tendencias están preparadas para una aceleración de velocidad warp (forma teórica de moverse más rápido que la velocidad de la luz).

Este es un futuro en el que, para los privilegiados, casi todo se entrega a domicilio, ya sea virtualmente a través de la tecnología de transmisión y en la nube, o físicamente a través de un vehículo sin conductor o un avión no tripulado, y luego la pantalla «compartida» en una plataforma mediada. Es un futuro que emplea muchos menos maestros, médicos y conductores. No acepta efectivo ni tarjetas de crédito (bajo el pretexto del control de virus) y tiene transporte público esquelético y mucho menos arte en vivo. Es un futuro que afirma estar basado en la «inteligencia artificial», pero en realidad se mantiene unido por decenas de millones de trabajadores anónimos escondidos en almacenes, centros de datos, fábricas de moderación de contenidos, talleres electrónicos, minas de litio, granjas industriales, plantas de procesamiento de carne, y las cárceles, donde quedan sin protección contra la enfermedad y la hiperexplotación. Es un futuro en el que cada uno de nuestros movimientos, nuestras palabras, nuestras relaciones pueden rastrearse y extraer datos mediante acuerdos sin precedentes entre el gobierno y los gigantes tecnológicos.

Si todo esto suena familiar es porque, antes del Covid, este preciso futuro impulsado por aplicaciones y lleno de conciertos nos fue vendido en nombre de la conveniencia, la falta de fricción y la personalización. Pero muchos de nosotros teníamos preocupaciones. Sobre la seguridad, la calidad y la inequidad de la telesalud y las aulas en línea. Sobre autos sin conductor que derriban peatones y aviones no tripulados que destrozan paquetes (y personas). Sobre el rastreo de ubicación y el comercio sin efectivo que borra nuestra privacidad y afianza la discriminación racial y de género. Sobre plataformas de redes sociales sin escrúpulos que envenenan nuestra ecología de la información y la salud mental de nuestros hijos. Sobre «ciudades inteligentes» llenas de sensores que suplantan al gobierno local. Sobre los buenos trabajos que estas tecnologías eliminaron. Sobre los malos trabajos que producían en masa.

Y, sobre todo, nos preocupaba la riqueza y el poder que amenazaban a la democracia acumulados por un puñado de empresas tecnológicas que son maestros de la abdicación, evitando toda responsabilidad por los restos que quedan en los campos que ahora dominan, ya sean medios, minoristas o transporte.

Ese era el pasado antiguo conocido como «febrero». Hoy en día, una gran ola de pánico arrastra a muchas de esas preocupaciones bien fundadas, y esta distopía calentada está pasando por un cambio de marca de trabajo urgente. Ahora, en un contexto desgarrador de muerte masiva, se nos vende la dudosa promesa de que estas tecnologías son la única forma posible de proteger nuestras vidas contra una pandemia, las claves indispensables para mantenernos a salvo a nosotros mismos y a nuestros seres queridos.

Gracias a Cuomo y sus diversas asociaciones multimillonarias (incluida una con Michael Bloomberg para pruebas y rastreo), el estado de Nueva York se está posicionando como la brillante sala de exposición para este sombrío futuro, pero las ambiciones van mucho más allá de las fronteras de cualquier estado o país.

Y en el centro de todo está Eric Schmidt. Mucho antes de que los estadounidenses entendieran la amenaza de Covid-19, Schmidt había estado en una agresiva campaña de lobby, presiones y relaciones públicas impulsando precisamente la visión de la sociedad del Black Mirror (o Espeo Negro, por la serie inglesa) que Cuomo acaba de darle poder para construir. En el corazón de esta visión está la perfecta integración del gobierno con un puñado de gigantes de Silicon Valley: con escuelas públicas, hospitales, consultorios médicos, policías y militares, todas las funciones principales se externalizan (a un alto costo) a empresas privadas de tecnología.

Es una visión en la que Schmidt ha estado avanzando en sus funciones como presidente de la Junta de Innovación de Defensa, que asesora al Departamento de Defensa sobre el mayor uso de la inteligencia artificial en el ejército, y como presidente de la poderosa Comisión de Seguridad Nacional sobre Inteligencia Artificial, o NSCAI, que asesora al Congreso sobre «avances en inteligencia artificial, desarrollos relacionados con el aprendizaje automático y tecnologías asociadas», con el objetivo de abordar «las necesidades de seguridad nacional y económica de los Estados Unidos, incluido el riesgo económico». Ambas juntas están llenas de poderosos CEOS de Silicon Valley y altos ejecutivos de compañías como Oracle, Amazon, Microsoft, Facebook y, por supuesto, los colegas de Schmidt en Google.

Como presidente, Schmidt aún posee más de 5.3 mil millones de dólares en acciones de Alphabet (la compañía matriz de Google), así como grandes inversiones en otras empresas tecnológicas, esencialmente ha estado llevando a cabo una reestructuración con sede en Washington en nombre de Silicon Valley. El objetivo principal de las dos cámaras empresarias es solicitar aumentos exponenciales en el gasto del gobierno en investigación sobre inteligencia artificial y en infraestructura que permita tecnologías como la 5G, inversiones que beneficiarían directamente a las compañías en las que Schmidt y otros miembros de estos grupos tienen amplias participaciones.

Primero en presentaciones a puertas cerradas para legisladores y más tarde en artículos de opinión y entrevistas públicas, el argumento de Schmidt ha sido que, dado que el gobierno chino está dispuesto a gastar dinero público ilimitado para construir la infraestructura de vigilancia de alta tecnología, mientras permite a las empresas tecnológicas chinas como Alibaba, Baidu y Huawei obtener los beneficios de las aplicaciones comerciales, la posición dominante de los EE.UU en la economía global está al borde del colapso.

El Centro de Información de Privacidad Electrónica recientemente obtuvo acceso a través de una solicitud de la Ley de Libertad de Información a una presentación realizada por el NSCAI de Schmidt hace un año, en mayo de 2019. Sus diapositivas plantean una serie de afirmaciones alarmistas sobre cómo la infraestructura reguladora relativamente laxade China y su apetito sin fondo por la vigilancia está haciendo que se adelante a los EE.UU. en varios campos, incluyendo la inteligencia artificiaal para diagnóstico médico, vehículos autónomos, infraestructura digital, ciudades inteligentes, viajes compartidos y comercio sin efectivo.

Las razones dadas para la ventaja competitiva de China son innumerables, desde el gran volumen de consumidores que compran en línea; «La falta de sistemas bancarios heredados en China», lo que le ha permitido saltar sobre efectivo y tarjetas de crédito y desatar «un enorme mercado de comercio electrónico y servicios digitales» utilizando «pagos digitales»; y una grave escasez de médicos, lo que ha llevado al gobierno a trabajar estrechamente con compañías tecnológicas como Tencent para usar la AI (inteligencia artificial) como medicina «predictiva». Las diapositivas señalan que en China, las compañías tecnológicas «tienen la autoridad de eliminar rápidamente las barreras regulatorias, mientras que las iniciativas estadounidenses se ven envueltas en el cumplimiento de HIPPA y la aprobación de la FDA».

Sin embargo, más que ningún otro factor, el NSCAI señala la voluntad de China de adoptar alianzas público-privadas en la vigilancia masiva y la recopilación de datos como una razón para su ventaja competitiva. La presentación promociona el «apoyo y participación explícita del gobierno de China, por ejemplo, en el despliegue del reconocimiento facial». Sostiene que «la vigilancia es uno de los ‘primeros y mejores clientes’ para Al» y, además, que «la vigilancia masiva es una aplicación asesina para el aprendizaje profundo».

Una diapositiva titulada «Conjuntos de datos estatales: vigilancia = ciudades inteligentes» señala que China, junto con el principal competidor chino de Google, Alibaba, están corriendo por delante.

Esto es notable porque la empresa matriz de Google, Alphabet, ha estado impulsando precisamente esta visión a través de su división Sidewalk Labs, eligiendo una gran parte de la costa de Toronto como su prototipo de «ciudad inteligente». Pero el proyecto de Toronto se cerró después de dos años de controversia incesante relacionada con las enormes cantidades de datos personales que Alphabet recolectaría, la falta de protecciones de privacidad y los beneficios cuestionables para la ciudad en general.

Cinco meses después de esta presentación, en noviembre, el NSCAI emitió un informe provisional al Congreso que suscitó la alarma sobre la necesidad de que EE.UU actúe frente a la adaptación China de estas tecnologías controvertidas. «Estamos en una competencia estratégica», afirma el informe , obtenido a través de FOIA por el Centro de Información Electrónica de Privacidad. “La inteligencia artificial estará en el centro. El futuro de nuestra seguridad y economía nacional está en juego ”.

A fines de febrero, Schmidt estaba llevando su campaña al público, tal vez entendiendo que el aumento de presupuesto que su junta directiva estaba pidiendo no podría aprobarse sin una mayor aceptación. En un artículo de opinión del New York Times titulado “Silicon Valley podría perder frente a China», Schmidt pidió «asociaciones sin precedentes entre el gobierno y la industria» y, una vez más, haciendo sonar la alarma de peligro amarilla:

AI (inteligencia artificial) abrirá nuevas fronteras en todo, desde biotecnología hasta banca, y también es una prioridad del Departamento de Defensa. … Si las tendencias actuales continúan, se espera que las inversiones generales de China en investigación y desarrollo superen a las de Estados Unidos dentro de 10 años, aproximadamente al mismo tiempo que se proyecta que su economía sea más grande que la nuestra .

A menos que estas tendencias cambien, en la década de 2030 competiremos con un país que tiene una economía más grande, más inversiones en investigación y desarrollo, mejor investigación, un mayor despliegue de nuevas tecnologías y una infraestructura informática más sólida. … En última instancia, los chinos están compitiendo para convertirse en los principales innovadores del mundo, y Estados Unidos no está jugando para ganar.

La única solución, para Schmidt, era un chorro de dinero público. Elogiando a la Casa Blanca por solicitar una duplicación de la financiación de la investigación en inteligencia artificial y ciencia de la información cuántica, escribió: “Deberíamos planear duplicar la financiación en esos campos nuevamente a medida que creamos capacidad institucional en laboratorios y centros de investigación. … Al mismo tiempo, el Congreso debe cumplir con la solicitud del presidente para obtener el nivel más alto de financiamiento de I + D de defensa en más de 70 años , y el Departamento de Defensa debe capitalizar ese aumento de recursos para desarrollar capacidades innovadoras en inteligencia artificial, cuántica, hipersónica y otras prioritarias áreas tecnológicas «.

Eso fue exactamente dos semanas antes de que el brote de coronavirus se declarara una pandemia, y no se mencionó que el objetivo de esta vasta expansión de alta tecnología era proteger la salud de los estadounidenses. Solo que era necesario evitar ser superado por China. Pero, por supuesto, eso pronto cambiaría.

En los dos meses transcurridos desde entonces, Schmidt ha sometido estas demandas preexistentes, para gastos públicos masivos en investigación e infraestructura de alta tecnología, para una serie de «asociaciones público-privadas» en inteligencia artificial y para el aflojamiento de innumerables protecciones de privacidad y seguridad, a través de un ejercicio agresivo de reposicionamiento discursivo. Ahora, todas estas medidas (y más) se están vendiendo al público como nuestra única esperanza posible de protegernos de un nuevo virus que nos acompañará en los próximos años.

Y las compañías tecnológicas con las que Schmidt tiene vínculos profundos, y que pueblan las influyentes juntas asesoras que preside, se han reposicionado como protectores benevolentes de la salud pública y generosos campeones de los «héroes cotidianos» de los trabajos esenciales (muchos de los cuales perderían sus empleos si estas compañías se salieran con la suya). Menos de dos semanas después del cierre del estado de Nueva York, Schmidt escribió un artículo de opinión para el Wall Street Journal que estableció el nuevo tono y dejó en claro que Silicon Valley tiene toda la intención de aprovechar la crisis para una transformación permanente.

Al igual que otros estadounidenses, los tecnólogos están tratando de hacer su parte para apoyar primera línea de respuesta a la pandemia. …

Pero cada estadounidense debería preguntarse dónde queremos que esté la nación cuando termine la pandemia de Covid-19. ¿Cómo podrían las tecnologías emergentes desplegadas en la crisis actual impulsarnos hacia un futuro mejor? … Empresas como Amazon saben cómo suministrar y distribuir de manera eficiente. Tendrán que proporcionar servicios y asesoramiento a los funcionarios del gobierno que carecen de los sistemas informáticos y de la experiencia.

También deberíamos acelerar la tendencia hacia el aprendizaje remoto, que se está probando hoy como nunca antes. On line, no existe un requisito de proximidad, lo que permite a los estudiantes obtener instrucción de los mejores maestros, sin importar en qué distrito escolar residan …

La necesidad de una experimentación rápida a gran escala también acelerará la revolución biotecnológica. … Finalmente, el país está atrasado hace tiempo en infraestructura digital real … Si queremos construir una economía futura y un sistema educativo basado en tele-todo, necesitamos una población totalmente conectada y una infraestructura ultrarrápida. El gobierno debe hacer una inversión masiva, tal vez como parte de un paquete de estímulo, para convertir la infraestructura digital de la nación en plataformas basadas en la nube y vincularlas con una red 5G.

De hecho, Schmidt ha sido implacable en la búsqueda de esta visión. Dos semanas después de la aparición de ese artículo de opinión, describió la programación ad hoc de educación en el hogar que los maestros y las familias de todo el país se vieron obligados a improvisar durante esta emergencia de salud pública como «un experimento masivo en el aprendizaje remoto». El objetivo de este experimento, dijo, era «tratar de descubrir: ¿cómo aprenden los niños de forma remota? Y con esos datos deberíamos ser capaces de construir mejores herramientas de aprendizaje a distancia que, cuando se combinan con el maestro … ayudarán a los niños a aprender mejor ” Durante esta misma videollamada, organizada por el Club Económico de Nueva York, Schmidt también pidió más telesalud, más 5G, más comercio digital y el resto de la lista de deseos preexistente. Todo en nombre de la lucha contra el virus.

Sin embargo, su comentario más revelador fue el siguiente: “El beneficio de estas corporaciones, que amamos difamar, en términos de la capacidad de comunicarse, la capacidad de lidiar con la salud, la capacidad de obtener información, es profundo. Piensa en cómo sería tu vida en Estados Unidos sin Amazon «. Agregó que la gente debería «estar un poco agradecida de que estas compañías obtuvieron el capital, hicieron la inversión, construyeron las herramientas que estamos usando ahora y realmente nos han ayudado».

Es un recordatorio sobre que, hasta hace muy poco, el rechazo público contra estas corporaciones estaba creciendo. Los candidatos presidenciales discutían abiertamente la caída de la gran tecnología. Amazon se vio obligado a abandonar sus planes para una sede en Nueva York debido a la feroz oposición local. El proyecto Sidewalk Labs de Google estaba en una crisis perenne, y los propios trabajadores de Google se negaban a construir tecnología de vigilancia con aplicaciones militares.

En resumen, la democracia se estaba convirtiendo en el mayor obstáculo para la visión que Schmidt estaba promoviendo, primero desde su posición en la cima de Google y Alphabet y luego como presidente de dos poderosas juntas asesorando al Congreso y al Departamento de Defensa. Como revelan los documentos de NSCAI, este inconveniente ejercicio del poder por parte del público y los trabajadores tecnológicos dentro de estas megaempresas, desde la perspectiva de hombres como Schmidt y el CEO de Amazon, Jeff Bezos, desaceleró enloquecedoramente la carrera armamentista de la inteligencia artificial, manteniendo flotas de automóviles y camiones sin conductor potencialmente mortales fuera de las carreteras, evitando que los registros de salud privados se conviertan en un arma utilizada por los empleadores contra los trabajadores, evitando que los espacios urbanos se cubran con software de reconocimiento facial, y mucho más.

Ahora, en medio de la carnicería de esta pandemia en curso, y el miedo y la incertidumbre sobre el futuro que ha traído, estas corporaciones ven claramente su momento para barrer todo ese compromiso democrático. Para tener así el mismo tipo de poder que sus competidores chinos, que ostentan el lujo de funcionar sin verse obstaculizados por intrusiones de derechos laborales o civiles.

Todo esto se está moviendo muy rápido. El gobierno australiano ha contratado a Amazon para almacenar los datos de su controvertida aplicación de seguimiento de coronavirus. El gobierno canadiense ha contratado a Amazon para entregar equipos médicos, generando preguntas sobre por qué omitió el servicio postal público. Y en solo unos pocos días a principios de mayo, Alphabet ha puesto en marcha una nueva iniciativa de Sidewalk Labs para rehacer la infraestructura urbana con $ 400 millones en capital semilla. Josh Marcuse, director ejecutivo de la Junta de Innovación en Defensa que preside Schmidt, anunció que dejaría ese trabajo para trabajar a tiempo completo en Google como jefe de estrategia e innovación para el sector público mundial, lo que significa que ayudará a Google a sacar provecho de algunas de las muchas oportunidades que él y Schmidt han estado creando con su lobby.

Para ser claros, la tecnología es sin duda una parte clave de cómo debemos proteger la salud pública en los próximos meses y años. La pregunta es: ¿estará la tecnología sujeta a las disciplinas de la democracia y la supervisión pública, o se implementará en un frenesí de estado de excepción, sin hacer preguntas críticas, dando forma a nuestras vidas en las próximas décadas? Preguntas como, por ejemplo: si realmente estamos viendo cuán crítica es la conectividad digital en tiempos de crisis, ¿deberían estas redes y nuestros datos estar realmente en manos de jugadores privados como Google, Amazon y Apple? Si los fondos públicos están pagando gran parte de eso, ¿el público no debería también poseerlo y controlarlo? Si Internet es esencial para muchas cosas en nuestras vidas, como lo es claramente, ¿no debería tratarse como una utilidad pública sin fines de lucro?

Y aunque no hay duda de que la capacidad de teleconferencia ha sido un salvavidas en este período de bloqueo, hay serios debates sobre si nuestras protecciones más duraderas son claramente más humanas. Tomemos la educación. Schmidt tiene razón en que las aulas superpobladas presentan un riesgo para la salud, al menos hasta que tengamos una vacuna. Entonces, ¿no se podría contratar el doble de maestros y reducir el tamaño de los cursos a la mitad? ¿Qué tal asegurarse de que cada escuela tenga una enfermera?

Eso crearía empleos muy necesarios en una crisis de desempleo a nivel de depresión y les daría mayor margen a todos en el ambiente educativo. Si los edificios están demasiado llenos, ¿qué tal dividir el día en turnos y tener más educación al aire libre, aprovechando la abundante investigación que muestra que el tiempo en la naturaleza mejora la capacidad de los niños para aprender?

Introducir ese tipo de cambios sería difícil, sin duda. Pero no son tan arriesgados como renunciar a la tecnología probada y verdadera de humanos entrenados que enseñan a los humanos más jóvenes cara a cara, en grupos donde aprenden a socializar entre ellos.

Al enterarse de la nueva asociación del estado de Nueva York con la Fundación Gates, Andy Pallotta, presidente de United Teachers del Estado de Nueva York, reaccionó rápidamente: “Si queremos reimaginar la educación, comencemos por abordar la necesidad de trabajadores sociales, consejeros de salud mental , enfermeras escolares, cursos de artes enriquecedores, cursos avanzados y clases más pequeñas en distritos escolares de todo el estado «, dijo. Una coalición de grupos de padres también señaló que si realmente habían estado viviendo un «experimento de aprendizaje remoto» (como lo expresó Schmidt), los resultados fueron profundamente preocupantes: «Dado que las escuelas cerraron a mediados de marzo, nuestro la comprensión de las profundas deficiencias de la instrucción basada en pantalla solo ha crecido «.

Además de los obvios sesgos de clase y raza contra los niños que carecen de acceso a Internet y computadoras en el hogar (problema que las compañías tecnológicas están ansiosas por cobrar, mediante grandes ventas tecnológicas), hay grandes preguntas sobre si la enseñanza remota puede servir a muchos niños con discapacidades, como lo exige la ley . Y no existe una solución tecnológica para el problema de aprender en un entorno hogareño superpoblado y / o abusivo.

El problema no es si las escuelas deben cambiar ante un virus altamente contagioso para el cual no tenemos cura ni vacuna. Al igual que todas las instituciones donde los humanos actúan en grupos, las escuelas cambiarán. El problema, como siempre en estos momentos de conmoción colectiva, es la ausencia de debate público sobre cómo deberían ser esos cambios y a quién deberían beneficiar. ¿Empresas tecnológicas privadas o estudiantes?

Las mismas preguntas deben hacerse sobre la salud. Evitar los consultorios médicos y los hospitales durante una pandemia tiene sentido. Pero la telesalud pierde en gran medida frente a la atención persona a pesona. Por lo tanto, debemos tener un debate basado en la evidencia sobre los pros y los contras de gastar recursos públicos escasos en telesalud, en comparación con enfermeras más capacitadas, equipadas con todo el equipo de protección necesario, que pueden hacer visitas a domicilio para diagnosticar y tratar pacientes en sus hogares. Y quizás lo más urgente es que necesitamos lograr el equilibrio correcto entre las aplicaciones de seguimiento del virus, que con las protecciones de privacidad adecuadas tienen un papel que desempeñar, y los llamados a un Cuerpo de Salud Comunitario que pondría a millones de estadounidenses a trabajar no solo haciendo seguimiento de contactos sino asegurándose de que todos tengan los recursos materiales y el apoyo que necesitan para estar en cuarentena de manera segura.

En cada caso, enfrentamos decisiones reales y difíciles entre invertir en humanos e invertir en tecnología. Porque la verdad brutal es que, tal como están las cosas, es muy poco probable que hagamos ambas cosas. La negativa a transferir los recursos necesarios a los estados y ciudades en sucesivos rescates federales significa que la crisis de salud del coronavirus ahora se está convirtiendo en una crisis de austeridad fabricada. Las escuelas públicas, universidades, hospitales y tránsito se enfrentan a preguntas existenciales sobre su futuro. Si las compañías tecnológicas ganan su feroz campaña de presiones y lobby para el aprendizaje remoto, telesalud, 5G y vehículos sin conductor, su Screen New Deal, simplemente no quedará dinero para prioridades públicas urgentes, sin importar el Green New Deal (el Nuevo Pacto Verde) que nuestro planeta necesita con urgencia.

Por el contrario: el precio de todos los brillantes dispositivos será el despido masivo de maestros y el cierre de hospitales.

La tecnología nos proporciona herramientas poderosas, pero no todas las soluciones son tecnológicas. Y el problema de externalizar decisiones clave sobre cómo «reimaginar» nuestros estados y ciudades a hombres como Bill Gates y Eric Schmidt es que se han pasado la vida demostrando la creencia de que no hay problema que la tecnología no pueda solucionar.

Para ellos, y para muchos otros en Silicon Valley, la pandemia es una oportunidad de oro para recibir no solo la gratitud, sino también la deferencia y el poder que sienten que se les ha negado injustamente. Y Andrew Cuomo, al poner al ex presidente de Google a cargo del cuerpo que dará forma a la reapertura del estado, parece haberle dado algo cercano al reinado libre.

Autora: Naomi Klein

Fuente de la Información: https://www.lavaca.org/portada/la-distopia-de-alta-tecnologia-post-coronavirus/

 

 

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