Page 9 of 29
1 7 8 9 10 11 29

¿Qué es una idea? La prolongación de un cuerpo en el lenguaje

Por: Amador Fernandez Savater

 

La lectura, por tanto, lejos de ser una actividad puramente mental o racional, mero ejercicio de desciframiento de sentido, es la escucha -se escucha con todo el cuerpo- del afecto que las palabras transportan, de su acarreo de fuerza.

No lee el espíritu, sino la materia ensoñada que somos. La imaginación es un órgano de la sensibilidad: la amplifica, intensifica y prolonga.

Pero en el lenguaje siempre es la guerra. ¿Por qué? Porque lo que en su día fue movimiento de afecto cristaliza y se impone como consenso, autorizando sólo la repetición. Tal estilo, tal concepto, tal gesto. El consenso es la desaceleración de las energías, el olvido de su dimensión instituyente, la petrificación y la pacificación.

El signo es la ceniza de la intensidad. Las instituciones establecidas -en política o en la academia, en literatura o poesía- son las guardianas del signo, mantenedoras de un orden de ceniza. Ideología, estética, cultura, progresismo: distintos modos de nombrar el discontinuo organizado entre cuerpo e idea, palabra y experiencia, pensamiento y afecto. Modos de no escuchar.

Leer y escribir, pensar o poetizar se juegan siempre “contra” las tentaciones de la Cultura y la Forma: sus recompensas, reconocimientos, likes. Contra nosotros mismos y nuestro miedo. A fracasar, a decepcionar, a no tener nada que decir, a no encajar, a no ser interesantes, a abandonar los gestos que han devenido simples trucos de seducción pero que reportan éxito, a no ser nadie…

Sólo desestabilizándonos podemos desestabilizar los sentidos de la época. La verdad es solitaria. Menos crítica y más guerra, interior, exterior.

El argentino Pedro Yagüe llama “engendros” a algunos puntos de potencia en este mapa de la guerra del lenguaje.

Lee a los engendros Barret, Mansilla, Fogwill, Gombrowicz, Lamborghini, Albertina Carri, Asís, Viñas, Rozitchner.

Y los lee asimismo como engendro.

Fuente e imagen:  http://lobosuelto.com/que-es-una-idea-la-prolongacion-de-un-cuerpo-en-el-lenguaje-amador-fernandez-savater/

Comparte este contenido:

Perú: «Biblioteca infantil» ofrece servicio de préstamo gratuito de títulos en Barranco

América del Sur/Perú/09-08-2020/Autor(a) y Fuente: www.andina.pe

Con el objetivo de brindar acceso al conocimiento a los niños, la Biblioteca Municipal de Barranco, «Manuel Beingolea» implementó la ¨Biblioteca Infantil¨, un servicio gratuito de préstamo de libros para la casa con el fin de promover el hábito de lectura.

Gracias a la acogida que tuvo en su primera fase de cara a la población, la «Biblioteca infantil» continúa con sus  acciones de alcanzar la lectura a los más pequeños proporcionando las condiciones básicas para un aprendizaje permanente en los niños.
“Tomando en cuenta que los infantes son muy diferentes en cuanto a la literatura y su lectura, dividimos los materiales en cuentos y literatura infantil, para que empiecen a tener alguna experiencia con los libros”, explicó el burgomaestre barranquino José Rodríguez.
En cuanto al protocolo de bioseguridad, el cual se mantendrá activo durante todo el estado de emergencia, este consta de un sistema establecido para evitar el contagio del personal y los vecinos de Barranco involucrados en esta iniciativa.
Para solicitar alguno de los libros se debe enviar un correo a biblioteca.munibarranco@gmail.com con los siguientes datos: nombre y apellidos completos, dirección, una foto de tu documento de identidad y una foto nítida de un recibo de agua o luz, con el número de celular y/ o un número fijo.
Luego se le enviará al usuario la lista de libros para su elección y el protocolo de seguridad para la entrega y devolución del libro. Luego el personal de la biblioteca de pondrá en contacto con usted.
En cuanto a la implementación de un nuevo canal digital para la biblioteca ya se ha iniciado con la digitalización de algunos de los documentos históricos escritos por Manuel Beingolea  para continuar después con material no publicado sobre la historia de Barranco.
“Tenemos entendido que la Biblioteca Nacional del Perú está trabajando con una importante inversión para el desarrollo de esta modalidad ya que tienen que cubrirse los derechos de autor y diversos permisos; por el momento tiene bibliografía clásica y contemporánea, literatura universal y peruana con los permisos de los grupos editoriales”, añadió la autoridad edil.
Fuente e Imagen: https://www.andina.pe/agencia/noticia-biblioteca-infantil-ofrece-servicio-prestamo-gratuito-titulos-barranco-808198.aspx
Comparte este contenido:

El reto del analfabetismo: Del «cuántos leen» al «cómo leen»

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz

 

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) define como analfabeta a aquella persona de 15 años o más que no sabe leer y escribir un recado. Según la Encuesta Intercensal 2015, el 5.5% de la población mexicana se pudiera considera como analfabeta (INEGI, 2015, p. 32), porcentaje muy inferior al de 1970, cuando 25.8% de la población no sabía leer y escribir. El analfabetismo es una de las expresiones más graves del retraso educativo, pues implica la carencia de habilidades necesarias para ejercer derechos e integrarse al mercado laboral, perpetuando así la ignorancia, la pobreza y la desigualdad social.

La distribución del analfabetismo en nuestro país es desbalanceada. En cuestión de sexo, 6 de cada 10 analfabetas son mujeres. En términos geográficos, en Guerrero, Oaxaca y Chiapas hay una proporción siete veces mayor de analfabetismo que en Ciudad de México; asimismo, la frecuencia de esta condición es cinco veces mayor en localidades rurales (12.9%) que urbanas (2.5%). En relación a los grupos de población, los más afectados son los indígenas (17.8%), las personas con alguna discapacidad (23.8%) o con alta marginación (19.4%) (INEE, 2017b, p.142). Así pues, hablando en términos generales, el rostro del analfabetismo en México podría ser representado por el de una mujer indígena, con algún tipo de discapacidad, originaria de una población rural de alta marginación.

La notable reducción del analfabetismo sin duda está vinculada a la mejora en la escolarización, sobre todo en el nivel primario: de acuerdo al Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica, México (2020) México alcanzó desde 2001 la universalización de la matriculación en la enseñanza primaria (6 a 11 años de edad). De este modo, son casi dos décadas en las que todos los mexicanos acceden al nivel educativo en el que se da, en la mayoría de los casos, el aprendizaje formal de la lectura y la escritura.

De acuerdo a la Encuesta Intercensal 2015 (INEGI, 2015, pp. 32-34), el analfabetismo actualmente es casi inexistente entre la población joven de 15 a 29 años (1.2%), mientras que es mayor su proporción en la población de 60 a 74 años (15.7%) o de 75 años y más (28.5%). Lo anterior hace pensar que, por el simple paso del tiempo, será cada vez más raro encontrar personas que no sepan leer y escribir. De seguir con las tendencias actuales, en una o dos décadas el porcentaje de población alfabetizada podría ser casi o igual al 100%, no obstante que a partir del 96% la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) considera ya a los países como plenamente alfabetizados. Lo anterior no elimina la responsabilidad del Estado para eliminar los altos índices de analfabetismo en la población de edad más avanzada.

Considerando el avance importante de la alfabetización en México, resulta alarmante la situación de las personas con discapacidad. Si bien en nuestro país el analfabetismo se refugia principalmente en la población de edad más avanzada, esta condición no se cumple con el subgrupo de población mencionado: el analfabetismo es menor entre las personas de 55 a 64 años (15.5%) que los de 15 a 24 años (24.8%) (INEE, 2017b, p. 142). ¿A qué se debe lo anterior: cayó la escolarización de este grupo o simplemente, en los últimos años, se ha hecho más visible su presencia? Sea cual sea la respuesta, el alto índice de analfabetismo es un reflejo de la lamentable tendencia de la escuela mexicana hacia la inequidad y la exclusión de los más desfavorecidos.

Con la inminente erradicación del analfabetismo absoluto, es decir, la simple incapacidad para leer y escribir un recado, se viene un nuevo desafío: tratar de abatir al analfabetismo funcional, o sea, la imposibilidad de utilizar adecuadamente las habilidades de lectura y escritura en situaciones específicas de la vida. Al respecto, la UNESCO ha indicado que “aún en países con tasas de analfabetismo significativamente menores al 10%, existe un elevado porcentaje de personas con muchas limitaciones para manejar los niveles más básicos de interpretación de textos informativos” (2015, p. 4). De este modo, el reto para México es mayúsculo: de acuerdo a la prueba PISA 2015, 39.8% de estudiantes mexicanos se ubicaron en el nivel más bajo, de seis posibles, en cuanto a desempeño en lectura manifestando habilidades elementales que les permiten apenas localizar información explícita en un texto corto o reconocer la idea principal en escritos con contenidos conocidos (INEE, 2015, p. 74).

En la alfabetización son evidentes dos desafíos para el Sistema Educativo Mexicano. Primeramente, integrar a los grupos más marginados para poder darles habilidades tan básicas como la lectura y la escritura; el logro de esto pudiera representar una base mínima para pensar en la escuela como un espacio que promueva la justicia social y que sea palanca del progreso especialmente de los más desfavorecidos. En segundo lugar, se deberá transitar a enfocar los esfuerzos hacia aspectos cualitativos de la alfabetización: logrado el abatimiento del analfabetismo absoluto, se deberá concentrar en el funcional; ya no bastará entonces la mera ampliación de la cobertura educativa, sino que se deberán atender asuntos de corte pedagógico y de las condiciones en las que los alumnos efectúan el aprendizaje. Dicho de otra forma y aludiendo a la definición del INEGI, la meta ya no será únicamente formar alumnos que sean capaces de leer y escribir un recado, sino de emplear estas habilidades de manera exitosa para promover su bienestar. Ya no sólo importará cuántas personas leen, sino cómo leen.

*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.

Twitter: @proferoger85

Facebook: El Profe Rogelio

REFERENCIAS

INEE (2017a). México en PISA 2015. México: autor.

INEE (2017b). Panorama Educativo de México 2016. Indicadores del Sistema Educativo Nacional. Educación Básica y Media Superior. México: autor.

INEGI (2015). Principales resultados de la Encuesta Intercensal 2015: Estados Unidos Mexicanos. México: autor.

UNESCO (2015). Alfabetización y Sociedades Sostenibles: convertir la visión de la alfabetización para 2030 en acción en América Latina y el Caribe. Disponible en: http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/pdf/Nota-conceptual-alfabetizacion.pdf (Consultado el 16 de julio de 2020).

SNIEG. Tasa neta de matriculación en la enseñanza primaria (6 a 11 años). Disponible en: https://www.snieg.mx/cni/escenario.aspx?idOrden=1.1&ind=1&gen=264&d=n (Consultado el 16 de julio de 2020).

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-reto-del-analfabetismo-del-cuantos-leen-al-como-leen/

Comparte este contenido:

La lectura en tiempos de pandemia

Por:  Luz Angélica Rivera Vázquez

En la Educación Básica, la lectura es un medio para descubrir, comprender y analizar temas que se ponen al alcance dentro y fuera de las aulas. Además utilizan libros de texto que al resolverlos es ineludible la actividad lectora para poder así contestar los ejercicios que se presentan, donde el docente guía la acción y da seguimiento a las actividades que ya están propuestas en el libro.

Es así como un alumno, al ingresar a la Educación Básica, se le incorpora a la práctica de la lectura desde la adquisición de la misma, principalmente bajo dos métodos de los cuales se desprenden más, que son el sintético y el analítico que, según Mialaret (2011), en el primero inician el aprendizaje de la lectura con la identificación de sonidos, representados por una letra  y uniéndolas para formar una palabra o frase; y el segundo, un método global que invita a comprender el sentido de frases y palabras por medio de representaciones gráficas para comprender su sentido.

Después se utiliza la lectura para usos prácticos y fines didácticos en el aula y fuera de ella, pues de acuerdo con Vygotsky la cultura influye tanto en el contenido del pensamiento como en la forma a través de la cual los seres humanos procesamos la información, afecta la naturaleza de la atención, la memoria y la metacognición (Bodrova y Leong, 2004, p.32).

Es por ello que al niño de Educación Primaria se le debe acercar a la práctica de la lectura de forma diaria y directa en el aula, de forma diversificada, con oportunidades para explorar diferentes textos. En el contexto escolarizado la lectura depende de las propuestas del docente, de los acercamientos que se le planteen y de aquellas actividades que el docente, con o sin finalidad, los lleve a la comprensión de cualquier tipo de texto.

Sin embargo, en esta última época, a partir del mes de marzo del 2020, en México y en todo el mundo esta situación cambió, el modelo de la escuela y de las actividades que se presentaban en ella, como la lectura y todas aquellas estrategias escolarizadas que se tenían proyectadas para los meses de abril, mayo, junio y julio, se vieron limitadas por una pandemia que posicionó a la educación escolarizada a distancia de las aulas, de sus compañeros, de sus rutinas, de su receso, sus juegos y sobre todo de su maestro.

Una pandemia es definida en el Diccionario de la lengua española (2001) como “enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región”. Esta es provocada por el virus SARS-CoV2 que desde diciembre del 2019 en la ciudad de Wuhan de la República Popular de China, inició como un brote de neumonía denominado como enfermedad por el virus SARS-CoV2 (Covid-19), que se ha expandido en varios países y México no es la excepción. Ha llegado y, a partir del 23 de marzo del 2020, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdo por el Consejo de Salubridad General que la denominó como pandemia y se comenzaron a tomar medidas de suspensión de las actividades no esenciales, con la finalidad de mitigar la dispersión y transmisión del virus.

Dentro de las recomendaciones a nivel nacional dadas por el sector salud a consecuencia de la propagación del virus SARS-CoV2 son el distanciamiento social, el cual limita las actividades económicas, deportivas, culturales, sociales, comerciales, pero sobre todo las escolares, en todos los niveles educativos públicos y privados. Aunque era algo nuevo, inusual y aterrador, se cerraron las aulas, se optó por tomar clases a distancia, lo cual ocasionó que los docentes enviaran el trabajo a casa mediante medios electrónicos que determinó un trabajo en casa, que si bien, no estábamos preparados como sector educativo, al principio se presentó como un área de oportunidad de aprendizaje, pero también implicó un problema, pues en muchos de los casos los maestros y alumnos no tenían medios de comunicación, por lo que limitó las actividades académicas de estos alumnos.

Por su parte, las autoridades educativas emitieron comunicados y propusieron una estrategia de programación televisiva “Aprende en casa” a la cual los alumnos tenían acceso. Asimismo, estaba al alcance de ellos que, en palabras del secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, “9 de cada 10 alumnos tienen en su casa acceso a la televisión”, lo cual permitía cobertura nacional casi en su totalidad y en los casos donde no era posible, había programas radiofónicos. De igual manera, los maestros que tenían forma de comunicarse con los padres de familia y alumnos podían enviarles trabajo a casa, lo cual centró mi atención a esta actividad en la cual los maestros enviaban su propuesta de trabajo, ya que al pertenecer al sector educativo donde se puede revisar en la planificación las actividades de los profesores, era necesario prestarle atención a las estrategias que implicaban la lectura como centrales en el proceso educativo, además de darme cuenta del valor que tienen dentro de las aulas como actividad primordial, ya que las propuestas didácticas que se enviaban a casa eran mediante medios escritos, los cuales los padres de familia tenían que leer y comprender para llevarlos a cabo en casa. Esta situación me llevó a plantearme una problemática: ¿qué estrategias viablesde lectura propuestas por los profesores de primaria se podrían realizar durante este período de confinamiento?

Para esclarecer la práctica de la lectura, primero defino qué es la lectura, como Sole (1992), quien describe que leer es un proceso de interacción entre el lector y el texto, proceso mediante el cual el primero intenta satisfacer los objetivos que guían su lectura, dando referencia a la interacción que es perceptible cuando se interpreta el texto con el marco de referencia del lector.

Así mismo, Millán (2010) aporta que leer es establecer un diálogo con el autor, comprender sus pensamientos, describir sus propósitos, hacerle preguntas y tratar de hallar las respuestas en el texto; por lo que implica un proceso más consciente entre el lector y el autor, más que solo la decodificación de letras.

El aprendizaje de la lectura implica pasos que Kalman (2003) distingue para apropiarse del uso de un artefacto letrado: en un primer momento distingue la disponibilidad, acceso, participación con interacción y apropiación, integrándolo a sus prácticas comunicativas y aporta su voz personal. Utilizando este método sistemáticamente, se podría trazar un camino efectivo a la lectura efectiva. Este tipo de prácticas de lectura las podemos encontrar con las actividades propuestas a los alumnos, mismas que se pueden explorar con esta investigación.

La lectura cobra relevancia debido a que en cualquiera de las asignaturas que se imparten en Educación Primaria, ésta es quizá la principal como medio de acercamiento, desde la lectura de alguna indicación, un mapa, una imagen, una página o una ilustración para después realizar una producción o actividad complementaria a partir de la lectura.

Lo anterior descripto me permitió hacer una investigación mediante medios electrónicos acerca de esta práctica de la lectura durante la etapa de pandemia, al observar que la lectura traspasó las aulas y se realizó como actividad primaria en las casas de los alumnos.

Materiales y Métodos

El universo de estudio lo constituyen 25 docentes de educación primaria pública que laboran en el municipio de Cuautitlán Izcalli, Estado de México. El período de estudio comprende las últimas semanas del ciclo escolar 2019-2020, que corresponde a las primeras semanas de junio del 2020. El “trabajo de campo”, por decirlo de algún modo, consistió en establecer comunicación a través de mensajes de WhatsApp en los que los docentes que voluntariamente colaboraron respondieron a las tres preguntas planteadas, en un entorno a distancia y con una sola intervención.

El planteamiento se realizó mediante tres preguntas, las cuales se distribuyeron a través de medios electrónicos en la aplicación de WhatsApp, a la que la mayoría de los docentes tiene acceso, lo cual permitió la comunicación a distancia.

Resultados

La primera pregunta dirigida a los docentes fue ¿Qué medio de comunicación con los padres de familia ha sido al que más ha recurrido durante este período de confinamiento? Este cuestionamiento me permitió conocer el medio a través del cual se estableció comunicación con los padres de familia o alumnos durante esta etapa de pandemia. Al respecto, se obtuvieron resultados que reflejan que el cien por ciento de los 25 profesores encuestados utilizaron la aplicación de WhatsApp, la cual evidentemente fue de su preferencia y añadieron otras formas más como el correo electrónico utilizado por 6 docentes, lo cual amplió el canal de comunicación y solo uno de los profesores utilizó la aplicación de Zoom, así como un profesor más que hizo uso de la plataforma Google Classroom.

Lo anterior que refleja que la aplicación que los docentes prefieren es la de WhatsApp por ser de fácil acceso para la sociedad y porque permite hacer llamadas, enviar fotografías, audio y escritura. Es decir, es uno de los medios que facilitan la comunicación de forma eficaz, por lo que podríamos seguir utilizando esta “App” para fines educativos. Así mismo, los padres de familia tienen el dominio en el uso de esta aplicación, lo cual facilita establecer comunicación e incluso compartir datos entre ellos y de forma inmediata. A lo anterior mencionado, habría que agregar el notable detalle del económico costo que tiene la aplicación, así como su amplia capacidad de cobertura geográfica.

Es relevante mencionar que solo dos docentes utilizaron dos plataformas diferentes que implican la realización de una videollamada o que permite grabar una clase o interactuar en el mismo tiempo con el alumno, lo que refleja la falta de conocimiento de parte de algunos docentes para utilizar otra herramienta tecnológica y lograr una mejor comunicación a distancia con sus alumnos. Por otra parte, también nos demuestra la brecha económica que vive actualmente el país, debido a que no todos los alumnos en el sistema público tienen acceso a internet o a un equipo de cómputo que permita la conectividad, situación que limita el uso de otras herramientas digitales para el logro de la comunicación entre profesores y alumnos. Lo cual muestro en los resultados de la primera pregunta en la siguiente figura 1.

Figura 1

Para la segunda pregunta, partimos de la premisa de que la lectura es prioridad en el trabajo en educación primaria realizado durante esta pandemia, ya que es una actividad que se ocupó en un 100% por cuatro docentes; en más de un 50% por 20 docentes y solo un docente con menos del 50%. Lo anterior refleja que su uso ha sido prioritario en las actividades propuestas de parte de los docentes de Educación Primaria durante esta etapa. Dentro de las actividades propuestas, se fortalecieron habilidades de comprensión lectora que los alumnos de nivel primaria requieren para dar continuidad a su vida académica, ya que es el principal y tradicional medio de adquisición de nuevos conocimientos.

En palabras de Daniel Cassany “La actividad de leer requiere poner en juego un importante número de procesos mentales, entre los que destacan la percepción, la memoria y el razonamiento” (2019, p. 55), por lo que proporcionarles esta actividad mental a los alumnos facilita el desarrollo de habilidades del pensamiento que les permitirán utilizar para otras actividades escolares futuras.

Sin embargo, desde mi perspectiva, esta actividad, al ser el medio de adquisición de otros conocimientos, tendría que ser primordial dentro y fuera de las aulas e incluso en casa, en donde se desarrolló la mayor parte del trabajo durante este confinamiento.

Considero necesario que la lectura se tome con una gran relevancia, no solo escolar, sino social, debido a que esta actividad conlleva más formas y tipos que las siete letras que la componen y es por eso que me llevó a realizar la siguiente pregunta en donde observé que los docentes manifestaron las estrategias que ellos emplearon para promover la lectura en casa durante esta pandemia, que permite comparar la multiplicidad de propuestas.

Figura 2

Dentro de esta figura 2 se encuentran concentradas las estrategias que utilizaron los docentes de educación primaria durante este confinamiento, lo cual me permitió obtener los siguientes resultados. Como estrategias recurrentes, se utilizó la lectura de comprensión y las preguntas de comprensión a partir de una lectura, que son las actividades que más se propusieron por parte de 7 docentes. Dentro de las actividades que también se destacan son la lectura en familia y la lectura compartida, propuesta por 4 docentes cada una, lo que denota que, al ser una actividad que se puede realizar de manera compartida y al permanecer en confinamiento, las familias las podían realizar en conjunto.

Otro porcentaje de docentes coincidieron en las estrategias de obtener inferencias a partir de una lectura, así como localizar información dentro de la lectura, cuestionarios y lecturas de comprensión que dos docentes propusieron. Sin embargo, es relevante mencionar que estas estrategias y las demás que se encuentran en la Figura 2 con una sola propuesta de parte de los docentes son actividades en donde se logran dos tipos de lectura que son literal e inferencial, las cuales planteo a partir de la propuesta de Daniel Cassany (2008), que por su parte propone tres tipos de lectura que se pueden practicar desde casa y en el aula. Estas son: literal donde se decodifica el texto, inferencial que te permite recuperar inferencias elaborativas, pragmáticas o proyectivas; y crítica que implica comprensión de la ideología. Esto en términos generales, ya que es la más compleja.

Una lectura crítica requiere identificar el contexto de partida, reconocer el género discursivo, identificar el contexto de llegada y reaccionar en consecuencia de la lectura. Según Cassany (2008), es como debemos hacer una lectura crítica, que a su vez es compleja, que exige también grandes conocimientos y destrezas del lector, puesto que implica un amplio conocimiento del contexto de la lectura.

Discusión

Dentro de las estrategias empleadas por los docentes de primaria durante este período de pandemia se denotan dos tipos de lectura: la literal, al realizar cuestionarios donde sólo se permite el decodificar el texto y copiar las respuestas, y el tipo de lectura inferencial, que permite recuperar inferencias acerca de la lectura, estrategia utilizada por los docentes que permite identificar partes de un texto y anticipar información.

Asimismo, es necesario prestar atención a quitar las estrategias propuestas por los docentes, las cuales tienen relevancia debido a que todos los profesores encuestados priorizan en actividades de lectura dentro de las estrategias propuestas para este confinamiento, lo cual determina la preocupación de los maestros por esta actividad, ya que su rol es dinámico,  determinan el qué, el cómo, el cuándo y el por qué se utilizan las estrategias de lectura en el aula y ahora en casa de los alumnos también.

Es el docente quien tuvo la responsabilidad de seguir promoviendo actividades de lectura durante este confinamiento, ya que es determinante como guía para promover que los alumnos tengan un rol más activo y autónomo en su aprendizaje. Es necesario conducir a los alumnos a la práctica de la lectura para que encuentren en ella la vía para lograr mayores aprendizajes y que puedan explorar más usos y tipos de textos.

El camino a la lectura es largo y requiere de reforzamiento continuo, que depende en gran medida de las conducciones de los docentes, por lo que sugiero seguir construyendo el abanico de posibilidades de estrategias de lectura en educación primaria e innovar con la participación de los alumnos, algo que durante esta pandemia se ha realizado y que sin lugar a duda se seguirá reflexionando.

Bibliografía

Bodrova y Leong (2004) Herramientas de la mente. México: Pearson.

Cuetos, F. (2010) Psicología de la lectura. Madrid: España.

Cassany, D. (2008) Prácticas letradas contemporáneas. México: Ríos de Tinta, ISBN: 978-968-943-234-0.

Cassany, D. (2019) Laboratorio lector. España: Anagrama.

Mialaret, G. (2011). Psicología de la educación.  Buenos Aires, Argentina: Siglo veintiuno editores.

Kalman, Judith (2003). El acceso a la cultura escrita: la participación social y la apropiación de conocimientos en eventos cotidianos de lectura y escritura. Revista Mexicana de Investigación Educativa, 8 (17), [Fecha de Consulta 15 de abril de 2020]. ISSN: 1405-6666. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=140/14001704

Millán L. (2010). Modelo didáctico para la comprensión de textos en educación básica. Revista de Teoría y Didáctica de las Ciencias Sociales, (16),109-133. [fecha de Consulta 15 de Abril de 2020]. ISSN: 1316-9505. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=652/65219151007

Villagránt, A. y Harris D. (2009). Algunas claves para escribir correctamente un artículo científico. Revista chilena de pediatría80(1), 70-78. https://dx.doi.org/10.4067/S0370-41062009000100010

Real Academia Española. (2001). Epidemia. En Diccionario de la lengua española (22.a ed.). Recuperado de https://dle.rae.es/epidemia?m=form

Solé, I. (1998) Estrategias de lectura. Madrid: Grao.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-lectura-en-tiempos-de-pandemia/

Imagen:  https://pixabay.com/

Comparte este contenido:

Entrevista con Anette Jiménez Marata: «Escribir lo más ampuloso y rimbombante posible no es signo de saber mucho»

Redacción: Rebelión

Al Marinello –así, a secas– llegan cada año más de un millar de personas para participar en sus conferencias, cursos y talleres. Para muchos de los trabajadores (investigador@s, especialistas, editor@s, técnic@s, administrativ@s…) es imposible concebir la vida de la institución sin que se realicen al menos dos actividades al mes para compartir resultados y generar diálogos.

En ese camino, la investigadora y editora Anette Jiménez Marata organiza desde el año 2018 el curso de posgrado Hacer y escribir ciencia. Problemas y retos en la escritura de ciencias sociales. Se han realizado, hasta la actualidad, tres ediciones en el Marinello (con participación de profesionales de distintas disciplinas y diversas provincias del país) y se ha impartido el curso en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) y en el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS).

Sobre sus experiencias como coordinadora del curso y el desarrollo de su actividad de investigación, La Tizza conversó con esta joven licenciada en Filología por la Universidad de La Habana en 2006.


La tizza (LT): Es común escuchar, en instituciones culturales y por iniciativas grupales o individuales, sobre talleres de narrativa o poesía. No es así en los casos de los «textos científicos». ¿Por qué tu interés en el desarrollo de actividades para la formación en la escritura de «textos científicos»?

Anette Jiménez Marata (AJM): En primera instancia existe un factor motivacional. Siempre me ha gustado escribir. Estudié Filología y esta carrera me aportó herramientas útiles para analizar obras literarias. Luego, con los años, me adentro en el universo de la investigación social y me llama la atención, primero, la frecuencia de textos de ciencias sociales comúnmente llamados «ladrillos» o «bodrios», es decir, que por muy bueno que sea su contenido, desde el punto de vista formal son tan densos y herméticos que apenas pueden leerse. Segundo, fui constatando la necesidad que existe en la educación superior de recibir capacitación sobre este tema. Aunque en el imaginario social se piensa que un estudiante universitario ya sabe leer y escribir y «no hay que perder tiempo en enseñarle eso, que es un contenido propio de niveles precedentes», la realidad demuestra que un grupo importante de estudiantes universitarios llegan al momento de hacer su tesis (de licenciatura, maestría o doctorado) sin saber cómo hacerlo.

Es importante analizar también qué tipo de textos los estudiantes acostumbran a realizar hasta duodécimo grado, y qué tipo de textos les exige la Universidad. En el caso de Cuba, por ejemplo, las tipologías textuales con las que se trabaja en el preuniversitario y que incluso se evalúan en el examen de ingreso, no guardan relación con las demandas de la educación superior, en la cual los alumnos deberán hacer reportes de lectura, escribir informes, monografías, artículos, ensayos, entrar en discusión con referentes teóricos y metodológicos diversos, lograr colocar su voz en esta discusión y culminar su formación con la escritura de una tesis. Aunque parezca una verdad de Perogrullo, esto no se aprende por ósmosis: hay que enseñarlo.

Por otra parte, la escritura académica o científica es una actividad compleja que involucra disímiles componentes cognitivos, motivacionales, educativos y culturales, y está íntimamente relacionada con el ámbito de la investigación. Los cientistas sociales y docentes, más tarde o más temprano, deberán comunicar sus resultados científicos, publicarlos, socializarlos… y esto incidirá directamente en su reconocimiento y legitimación profesional en un gremio determinado.

Este es un tema que me apasiona, y no solo desde el punto de vista docente sino también investigativo: descubrir y analizar cómo se escriben las ciencias sociales en Cuba, qué subprocesos siguen sus autores, de qué modos les han enseñado o no a hacerlo, qué lugar se le otorga en este ámbito a las bellas letras, qué desafíos implica escribir y publicar ciencias sociales hoy en Cuba y fuera de ella, qué vacíos existen en este tema en la educación superior actual… en fin, cada edición del curso de posgrado que organizo es para mí un reto y a la vez una reafirmación de la pertinencia y demanda que tiene este tema en el país.

LT: Hay en tu respuesta varios asuntos de interés y queremos regresar a ellos. Decías que te llama la atención lo hermético y denso de algunos textos de ciencias sociales y, además, comentas que los cientistas y docentes que se desempeñan en este campo deben comunicar, publicar, socializar sus resultados. A partir de tus investigaciones y la interacción con los cursistas del posgrado que organizas, ¿para quién(es) escriben o deben hacerlo los investigadores sociales? ¿Qué peso en la «manera de escribir» tiene el público meta al que quieres llegar? ¿Lo qué se escribe hoy con quién(es) está dialogando de manera real?

AJM: Sobre los destinatarios o públicos meta de un texto científico hay varios elementos que me gustaría subrayar. Lo primero es que ese aserto, hasta cierto punto común en algunos escritores de obras artísticas-literarias, de «yo escribo para mí» sería impensable en boca de un cientista. La ciencia constituye un proceso social, colectivo, participativo y los resultados finales de una investigación necesitan de las miradas/análisis/interpretaciones de distintos grupos humanos, desde el más exclusivo gremio de especialistas en esa materia hasta un público más general. Hablando de públicos, un elemento que emerge con frecuencia en las diferentes ediciones del curso de posgrado es la escasa costumbre de pensar en el destinatario del texto, antes de escribir. Es decir, lo más común es escribir un artículo, como decimos popularmente «de un tirón», y luego ir haciéndole variaciones en función de la revista en la cual podamos insertarlo. En teoría, el proceso no debería ser así, o sea, el autor debe tener conciencia de a qué tipo de público desea dirigir su texto o, por ejemplo, tiene ya un resultado científico novedoso y debe saber cómo redactar su informe, de acuerdo con el tipo de destinatario que vaya a tener: especialistas, decisores, estudiantes de esa disciplina, etc. Aún falta mucha práctica y conciencia en este sentido, no solo desde el hacer cotidiano de los científicos sino también desde la academia que los forma.

La pregunta de con quiénes están dialogando, de manera real, los textos de hoy es sumamente amplia y ambiciosa. Para responderla con exactitud habría que realizar uno o varios estudios de recepción de los textos científicos cubanos. No obstante, pienso que aún faltan, en el ámbito editorial cubano, más y mejores estudios de preferencias, gustos, hábitos y motivaciones, en lo que a lectura se refiere.

Muchas veces se publican textos de carácter científico-técnico que, por las demoras de nuestra industria editorial, cuando ven la luz ya están desfasados, y otros que, cuando llegan a las librerías (aquellos que tienen el privilegio de llegar allí) serán comprados solo por un reducidísimo número de lectores y luego pasarán a engrosar los anaqueles de un almacén.

Me parece no solo necesario sino imprescindible que los editores de literatura científico-técnica no sean solamente receptores de las propuestas hechas por los autores. En mi opinión, deben ser sobre todo gestores de publicaciones, y esto solo se logra en la medida en que esos editores participen en eventos académicos, estén al tanto de los temas más polémicos, de mayor demanda y tengan un vínculo real y no solo formal con los cientistas sociales (los consagrados y los noveles) a nivel nacional. Es muy importante que la mirada no se reduzca solo a lo que sucede en La Habana, en las demás provincias hay talento, voluntad y propuestas novedosas que también merecen ser atendidas.

LT: Nos interesa continuar la línea de los destinatarios. Hace un momento mencionabas la necesidad de los cientistas de ser reconocidos y legitimados profesionalmente en un determinado gremio; también hablabas de la publicación «en revistas de impacto». ¿Cómo funcionan estos procesos? Entonces, ¿no se trata sólo de publicar sino de publicar «en el sitio correcto»? ¿En qué condiciones se encuentra Cuba? ¿Cuánto de reproducción (o no) de colonialismo académico/cultural existe en ello?

AJM: Efectivamente no se trata solo de publicar por publicar, sino de hacerlo en revistas de impacto que le puedan garantizar al autor una mayor visibilidad internacional y una mayor probabilidad de que su texto sea citado. En este sentido, pienso que en el ámbito de las ciencias sociales en Cuba aún es muy insuficiente la formación profesional, es decir, la mayoría se gradúa con una tesis de grado, de la cual (si fue exitosa) podrá elaborar un artículo científico. Sin embargo, muchos cientistas no saben cómo convertir una tesis en un libro o en un artículo. Nadie les ha enseñado a hacerlo. Y si ya lo lograron, no saben cuáles son las opciones más viables para publicarlo. Desconocen también cuáles son los plazos establecidos por las revistas, cuál posee mayor impacto en el área temática específica donde se mueven o cuál puede ser una revista depredadora que quiere lucrar con su resultado científico.

Existe un artículo sobre la ciencia cubana vista a través de sus publicaciones arbitradas, publicado en la revista Temas, que ilustra muy bien el complejo proceso de visibilidad de las ciencias sociales cubanas. Entre sus resultados más llamativos sobresale, por ejemplo, que los lugares cimeros en la publicación en bases bibliográficas internacionales lo tienen las ciencias biomédicas y las mal llamadas «ciencias duras». La posición más desventajosa en esta escala le pertenece a las ciencias sociales que, contradictoriamente, constituye la rama que más doctores en ciencias titula en el país. Habría que realizar uno o varios estudios nacionales para indagar en las causas de esta paradoja, pero me atrevo a esbozar dos condicionantes: por un lado, la barrera real que representa, para muchos cientistas sociales, el desconocimiento del idioma inglés, lo cual es un gran obstáculo para el consumo crítico de lo que se está produciendo hoy en el mundo sobre el tema que trabajamos, y también para el posicionamiento de nuestros resultados. Por otro lado, muchos cientistas sociales tienen una preferencia especial por el formato libro, lo cual, a menos que el libro sea también electrónico o logre publicarse en una editorial extranjera, atenta contra la visibilidad internacional de esta producción científica.

Sobre el colonialismo cultural o académico en las publicaciones no podría ser absoluta. Lo que sí me parece necesario enfatizar es que, a pesar del paradigma que dicta los principios universales de objetividad e imparcialidad de la ciencia, existen casos de publicaciones científicas que están sesgadas por una visión colonizadora, aun en el siglo XXI y en función de esto les realizan a los autores exigencias (desde el punto de vista de los contenidos) que responden a esos intereses. Tanto dentro de Cuba como fuera de ella, existen condicionamientos y demandas específicas que se le hacen al cientista social cuando estudia temas polémicos, que pasan desde «suavizar» el tratamiento, no mostrar «los lados feos de la realidad» hasta exigirle todo lo contrario: ser «lo más incisivo posible y «enganchar» desde el título con datos e información que develen las aristas incómodas, contradictorias de la realidad. Esto es parte del complejo ámbito donde se mueve el cientista social, que no puede ser ingenuo a ello.

LT: Te has referido a una especie de «desfasaje» que se expresa en la educación en el tránsito de los estudiantes a través de la formación básica, preuniversitaria y la Universidad. ¿Qué debilidades y fortalezas ves en el sistema educativo cubano –su diseño y su consumación práctica– para la formación en ciencias sociales? ¿Y en el caso de la preparación para «escribir ciencias sociales»?

AJM: Con respecto a las fortalezas del sistema educativo cubano en la formación para escribir ciencias sociales, yo resaltaría la diversidad de textos y autores (nacionales y extranjeros) que están incluidos en los programas de Lectura y Lengua Española existentes en los distintos niveles educativos.

Ahora bien, con respecto a las debilidades, subrayaría fundamentalmente dos. La primera es de carácter más general y es común a la realidad de muchos países del mundo: la conceptualización de la escritura vista solo desde su dimensión instrumental, utilitaria, es decir, enseñamos a escribir para que nos sirva para otras asignaturas, para aprender otros contenidos. Es muy poco frecuente, incluso en la universidad, la enseñanza de la escritura como medio para pensar y transformar el conocimiento.

La segunda gran debilidad, en mi opinión, es la gran distancia que existe entre los textos que habitualmente escribimos desde el nivel primario hasta el preuniversitario, y los que demanda la educación superior. Entiendo que en la enseñanza primaria, secundaria y preuniversitaria es necesario que el estudiante se familiarice con autores, obras, tendencias importantes en el panorama de las letras universales. Sin embargo, me parece imprescindible que, al menos, en duodécimo grado o quizás antes, se le presenten al estudiante tipologías textuales con las cuales deberá trabajar cuando ingrese a la universidad. Y no solo que se le presenten, sino sobre todo que se le enseñe a producirlas, consumirlas, criticarlas. El estudiante universitario llega a primer año con un bagaje de narraciones, descripciones, argumentaciones, obras líricas y deberá enfrentarse al desafío de hacer reportes de lectura, tomar notas de clase de calidad, sintetizar, realizar ponencias, artículos, ensayos, aprender a dialogar de un modo crítico con otros autores y hacer escuchar su voz en medio de ese eco.

Realmente es frecuente en nuestros días que muchos profesores universitarios (no solo de primer año sino también de los cursos más avanzados) se lamenten de la baja calidad que presentan los textos de sus alumnos. Esto constituye una cadena, un proceso y no puede entenderse ni solucionarse de forma fragmentaria. Representa, además, una responsabilidad de todo el claustro universitario, y no solo de los profesores de Lenguas, como falsamente se cree. Cada disciplina es responsable de enseñar a escribir según sus propios códigos y convenciones, toda vez que, por ejemplo, no se escribe igual en Derecho, en Psicología, en Sociología, en Letras, en Historia del Arte, etc.

En este sentido se observa en algunos claustros académicos una suerte de contradicción: por un lado, se potencia y divulga el paradigma multi e intertransdiciplinario, y por otro, en ocasiones los tribunales encargados de evaluar y legitimar un resultado de investigación no valoran esta integración de miradas analíticas y «recomiendan» afiliarse a una sola disciplina. Este es un proceso sumamente complejo, que no se comporta igual en las diferentes instancias de la educación superior. No obstante, pienso que la enseñanza de la escritura académica constituye un terreno de saber propicio para que los profesores de cada disciplina enseñen cómo se escribe y se comunica esa materia específica. Incluso existen estudios en el mundo acerca de la identidad profesional en determinadas carreras, y el tema de la escritura es esencial en ella.

Las asignaturas de gramática y redacción y composición, que están presentes en el primer o segundo año de muchos cursos universitarios, no pueden concebirse de una manera abstracta, repetitiva, alejada del perfil profesional. Así se ha implementado en muchas ocasiones, lo cual trae como consecuencia el distanciamiento del estudiante, que no entiende para qué tiene que repetir esos contenidos que «ha machacado» desde la primaria hasta el preuniversitario. Hay mucha tela por donde cortar en este tema, pero el primer paso radica en comprender el valor de la enseñanza de la escritura en la formación de los profesionales de ciencias sociales.

LT: A partir de los cursos que impartes en el Marinello y otras instituciones, has logrado identificar algunos problemas comunes que enfrentan investigadores, profesores y científicos en general cuando deben redactar o publicar un texto científico. ¿Cuáles son esos problemas y cómo has llegado a esa sistematización?

AJM: He llegado a sistematizar algunos de los problemas más frecuentes que poseen los profesores e investigadores cubanos a la hora de escribir textos científicos, fundamentalmente artículos. En los cursos que coordino siempre tengo la premisa de no ser yo la única que habla. Aprendo y me nutro muchísimo de lo que expresan, de modo oral y escrito, mis estudiantes de posgrado: aplico cuestionarios y realizo entrevistas y esto me sirve también como brújula de por dónde debe ir el curso, porque cada grupo es diferente y como profesora tengo que saber adaptarme a cada contexto. Como ejemplo de estas dificultades detectadas puedo mencionarte: la inestable y desarticulada enseñanza de la redacción científica en la universidad, la escasa motivación en torno al acto de escribir, el desconocimiento de en qué revistas cubanas o extranjeras se puede publicar y cuál se ajusta más al tema que trabajan, la falta de integración teórica y el rechazo a los textos teóricos, el desconocimiento de la estructura que debe tener un artículo científico, la ignorancia de otros tipos de lenguaje que se distancien de lo tedioso y lo excesivamente hermético, el uso incorrecto de los signos de puntuación y de los conectores, la falta de experiencia en el diálogo crítico con otras citas y fuentes, la falta de preparación de algunos profesores que fungen como modelos o paradigmas de escritura para sus alumnos y la inexistencia de una mirada multidisciplinaria sobre la redacción científica en la educación superior, entre otras.

LT: Nos gustaría que ampliaras en los siguientes problemas: la escasa motivación en torno al acto de escribir, la falta de integración teórica y rechazo a los textos teóricos, la falta de experiencia en la producción de textos que dialoguen con múltiples fuentes y referentes pero que, a la vez, no se conviertan en un conjunto de citas dispuestas acríticamente y la inexistencia de una mirada multidisciplinaria sobre la redacción científica en la educación superior.

AJM: Cada uno de estos problemas identificados por los alumnos de posgrado daría para un texto de análisis y profundización, porque se manifiestan de modos diferentes según varíen las disciplinas de los estudiantes. La escritura, como he mencionado antes, constituye una actividad cognoscitiva muy compleja que demanda diversas habilidades de quien escribe. Sin embargo, todo parte de la actitud positiva y la buena disposición que tengamos para escribir. Ello no garantiza un texto de excelencia, pero, al menos, hace más placentero el proceso. Y ya que hablo de proceso, me gustaría subrayar que, como dije antes, muchos profesionales asocian la escritura de un artículo científico con un acto instantáneo que se logra «de un tirón» si tenemos algunas ideas claras. Esto es un mito que ha dañado la autoestima de aquellos profesionales que no logran hacerlo con esa inmediatez. Pienso que desde la docencia y la investigación hay que enfatizar en que escribir constituye un proceso social y a la vez individual que lleva implícitas otras fases, como la planificación, la textualización y la revisión: etapas que coexisten y se complementan desde que creamos la primera idea hasta que damos por concluido el texto. El valor de los borradores en la producción científica es algo que debe socializarse más en el espacio académico.

Sobre la falta de integración teórica y el diálogo con las fuentes, puedo asegurarte que es un tema que emerge con frecuencia en los cursos. Sobre lo primero, existe también una falsa creencia de que el texto teórico es siempre denso, críptico, incomprensible. Ello se relaciona con la dificultad de establecer lazos comunicantes con él, de lograr traerlo al «aquí y ahora» del tema que estemos estudiando. No es nuevo para nadie que una de las críticas más comunes a las tesis de diploma, maestría y doctorado es la reproducción acrítica de un conjunto de citas, en las cuales no aparece la voz propia del autor. Por otro lado, muchas veces citamos a un autor determinado, considerado una «vaca sagrada» en determinado gremio académico, solo con el propósito de conseguir la aprobación y legitimación de ese grupo social.

Con respecto a la inexistencia de una mirada multidisciplinaria sobre la redacción científica hay varios elementos que he venido comentando antes. Por un lado, está la falsa creencia de que los únicos responsables de enseñar a escribir ciencia son los profesores de Lenguas. Esto no es verdad: todos los docentes de una disciplina dada son responsables de enseñar los códigos y convenciones a través de los cuales se comunica y se construye esa disciplina. Y aún más, ellos son también ejemplos (buenos o malos) de escritura. Los docentes también son evaluados por sus publicaciones científicas, que representan una guía para los alumnos que se inician en ese campo. Incluso, por este camino de enseñanzas «no explícitas», el estudiante puede aprender que lo correcto es escribir lo más ampuloso y rimbombante posible, y que eso es signo de saber mucho…lo cual es incierto.

Por otro lado, está la llevada y traída responsabilidad de la universidad en este tema. ¿Debe la universidad encargarse de enseñar a escribir? ¿No se supone que los estudiantes ya aprobaron un examen de ingreso de Español?

Como he enfatizado anteriormente, los estudiantes llegan a primer año con conocimientos y destrezas en la escritura de narraciones, descripciones, valoraciones sobre autores u obras, pero la escritura académica y especialmente los códigos de escritura de la Sociología, la Psicología, el Derecho, la Historia, por ejemplo, constituyen un misterio para ellos. Por tanto, la universidad sí debe enseñar a deconstruir y producir textos científicos, toda vez que ellos constituyen el medio por excelencia de legitimación y visibilidad profesional. Como afirma Daniel Cassany «somos lo que hemos publicado».

LT: Casi al final, ¿cómo se ha enfocado en los cursos que coordinas el proceso de aplicación de los resultados de investigación? ¿Qué se ha dicho sobre el vínculo con los denominados «decisores de políticas»?

AJM: El tema de la aplicación de los resultados de investigación siempre ha salido como uno de los tópicos más debatidos en el curso, tanto por parte de los estudiantes como de los profesores y panelistas invitados. Este constituye un tema que trasciende el radio de acción más inmediato de los investigadores, pues, aunque estos son los creadores de una idea o propuesta determinada, su aplicación no depende únicamente de ellos. En ese complejo proceso intervienen otros actores sociales que no siempre trabajan articuladamente. En sentido general, que los resultados de investigación se envejezcan, pierdan vigencia, se engaveten es una gran preocupación de los investigadores cubanos.

El diálogo fluido, constante y real entre decisores e investigadores es esencial. Este es otro asunto de gran relevancia, que emerge en todas las ediciones del curso. De hecho, siempre trato de invitar a decisores vinculados con la producción y publicación científica en Cuba, para propiciar una discusión fecunda con los cursistas. Creo que, en este punto, no debe caerse en estereotipos: ni se debe «demonizar» a los decisores ni se debe «santificar» a los investigadores. En ambos lados hay desempeños admirables y otros desdeñables.

Pienso que todavía hay mucho que enseñar y debatir acerca de la funcionalidad de determinados textos científicos. El investigador debe saber adecuarse a sus destinatarios. No es lo mismo escribir un informe de investigación para discutirlo en un consejo científico que escribir uno para lo comprendan y «lo hagan suyo» un grupo de decisores. Las estrategias discursivas que pueden ser eficaces en un caso pueden llevarte al abismo en otro. Aún queda mucho por hacer para que investigadores y decisores no se vean como polos opuestos o rivales en un campo de batalla, sino como partes complementarias y esenciales del desarrollo de toda sociedad.

LT: Para terminar, ¿qué recomendarías a quiénes en medio de la pandemia de Covid-19 y las medidas restrictivas que implica, están enfrascados en «escribir» sus investigaciones?

AJM: Aunque no me gusta dar «recetas» o «fórmulas» generales porque cada individuo y cada contexto de producción de textos son diferentes, voy a comentar algunas recomendaciones que pueden ser de utilidad para quienes están escribiendo sus resultados de investigación:

  • Realice un esquema o plan de las ideas principales que va a abordar en su texto. Mientras escriba, vaya revisando en la medida de lo posible ese plan. Esto le permitirá no perder el rumbo y mantener la coherencia con la estructura pensada desde el inicio.
  • A ese esquema o plan inclúyale posibles títulos y subtítulos. Aunque en el desarrollo del proceso de escritura esto pueda variar, le ayudará a imaginar un probable «esqueleto», a partir de los temas esenciales que usted pretende abordar en el texto.
  • Cuando desarrolle subtítulos, pregúntese luego acerca de su funcionalidad. En ocasiones creamos una determinada estructura que después no se corresponde con los objetivos que propusimos o advertimos que hay redundancia entre dos o más acápites.
  • Tenga siempre presente, en su escritura, las fases de planificación, textualización y revisión. Estas no son etapas necesariamente sucesivas ni excluyentes, es decir, pueden coexistir las tres en diferentes momentos del proceso creativo.
  • No abuse de las oraciones compuestas ni de la voz pasiva. Si tiene dificultad para explicar una idea compleja, elija las oraciones simples (sujeto+verbo+complementos). Es mucho más entendible un párrafo con varias oraciones simples que uno con una sola y extensa oración compuesta.
  • Construya párrafos de 4 o 5 oraciones que giren alrededor de una sola idea. Utilice párrafos de transición para pasar de un subtema a otro. Si no lo hace, parecerá muy brusco y cortante el cambio.
  • Estudie las normas de citación que le exigen, antes de ponerse a escribir. Esto le ahorrará tiempo de la revisión final.
  • Cuando lea o consulte un texto (impreso o digital) anote cuidadosamente sus datos bibliográficos. No lo deje solo para el final. Así evitará el susto de que el texto no aparezca o aparezca en una versión diferente a la que usted consultó.
  • Evite que su texto sea oscuro y hermético. Por muy complejas que sean sus ideas, una redacción ampulosa no garantizará que estas sean mejor comprendidas. Como afirmó Chales Wright Mills «para superar la prosa (prose) académica hay que superar primero la pose (pose) académica».

Fuente: https://rebelion.org/escribir-lo-mas-ampuloso-y-rimbombante-posible-no-es-signo-de-saber-mucho/

Comparte este contenido:

España: La campaña “Libros que unen” repartirá casi 12.000 libros a niños para dar apoyo en su educación

Europa/ España/ 26.05.2020/ Fuente: aragonuniversidad.es.

En los próximos días, se van a distribuir 11.880 ejemplares de literatura universal entre los niños de las familias que reciben beca de material escolar en Aragón. Esta iniciativa, llamada “Libros que unen” -surgida de la plataforma de cooperación ciudadana Frena la Curva durante la pandemia-, pretende servir de apoyo para los pequeños que, debido al estado de confinamiento y al cierre de los colegios, han visto debilitado su hilo emocional con la escuela. En algunos casos, poseen también una conectividad digital limitada, lo que ha dificultado que puedan seguir las clases online. El proyecto incluye un programa de acompañamiento telefónico realizado por voluntarios que les guíen en el proceso de lectura. Por provincias, Zaragoza recibirá un total de 8.481 libros (6.033 de los cuales irán para Zaragoza capital), Huesca 2.007 (669 para la capital) y Teruel 1.392 (260 para la capital).

Esta iniciativa conjunta del Laboratorio de Aragón Gobierno Abierto (Laaab), la Asociación de Equipos Directivos de Infantil y Primaria de Aragón (Aedipa) y la Universidad de Zaragoza pronto adquirió una dimensión mayor con la implicación de más actores. Activistas, voluntarios y empresas, de forma altruista y desinteresada, han hecho posible la adaptación, maquetación, impresión y ensobrado de estos 11.880 libros, su reparto a domicilio y la próxima puesta en marcha del programa de acompañamiento telefónico para los niños a través de tertulias dialógicas.

También el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón, a través de la Dirección General de Innovación y FP, ha colaborado en Libros que unen “porque trata una línea metodológica, las tertulias literarias dialógicas, que ya veníamos trabajando desde hacía tiempo”, señala el responsable del área, Toni Martínez. “Hemos intentado que los centros educativos conocieran esta iniciativa y que los profesores se prestasen como voluntarios para estas tertulias que fomentan, no solo lo cultural, sino también lo social y lo emocional”, remarca.

Una tertulia dialógica literaria es un método que persigue la aproximación directa de los alumnos a la cultura clásica universal y al conocimiento científico, compartiendo aquellas ideas y tramos de una obra que les hayan llamado especialmente la atención o les hayan suscitado alguna reflexión. Esto genera un intercambio muy enriquecedor que permite una mayor profundidad en los temas y promueve la construcción de nuevos significados. Aumenta el vocabulario, mejora la expresión oral y la comprensión lectora y es un ejercicio de respeto y escucha igualitaria.

La ventaja de este formato de educación no formal es que se puede realizar de formas diferentes: puede hacerse una llamada única e ir leyendo el libro por teléfono con el niño, o hacer una lectura en familia, o hacer una videollamada conjunta de varios niños y el profesor, puede enriquecerse desde los propios centros educativos o incluso puede usarse en institutos trasladando la propuesta.

“Comenzaremos las tertulias literarias en el mes de junio”, explica la directora del colegio de Herrera de los Navarros (Zaragoza) y representante de Aedipa, Alicia Echevarría. “Hemos hecho ya un micropilotaje en un colegio de Zaragoza con gran éxito y esta fase supondrá un macropilotaje en Aragón para escalar a otras regiones. La idea es que la web esté disponible para que cualquier docente, en cualquier parte del mundo, pueda replicar el proyecto utilizando los libros y los reparta a los niños y niñas de su comunidad, reduciendo así la brecha digital y teniendo la oportunidad de estar en contacto con las familias más vulnerables”, añade.

Los libros estarán disponibles en la web librosqueunen.org en formato PDF para poder ser descargados. En total, 7 libros: 6 organizados por cursos de 1º a 6º de Primaria y un séptimo libro para no lectores de 6 años. Jack y las habichuelas mágicas, Fábulas de Esopo, Don Quijote de la Mancha, Leyendas de Bécquer, El Principito, Lazarillo de Tormes y Don Juan Tenorio son los títulos que se han adaptado a lectura fácil -para lo que se ha contado con la ayuda de Plena Inclusión- ya que mantienen la esencia de los valores universales de la humanidad. “Estos 7 maravillosos libros tienen un gran potencial, se ha hecho con mucha ilusión”, manifiesta la profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza, Alejandra Cortés. “Era una necesidad de este colectivo para romper la brecha digital, las familias lo reclamaban y lo más interesante es el trabajo cooperativo que se ha hecho”, continúa.

Actualmente, hay más de 50 personas implicadas en que este proyecto salga adelante, entre maestros, educadores, adaptadores de libros, colectivos como Plena Inclusión, Aedipa, empresas como Línea Diseño, Ormamail, Correos, Docustore, Flat 101 o Canon. Además, famosos ilustradores aragoneses han participado, dando vida a los personajes que recorren las páginas de estos libros: Beatriz Barbero Gil, David Guirao, Javi Hernández, Elisa Arguilé, Pilar Serrano, Alberto Gamón y Moratha han aportado su imaginación y sus trazos mágicos para que la lectura para los niños se haga todavía más amena y accesible.

Por el momento, el proyecto se encuentra en proceso de búsqueda de voluntarios para efectuar las tertulias dialógicas. Se busca a personas voluntarias de educación formal y no formal, docentes en activo o jubilados, profesionales de la Educación – incluidos estudiantes de Magisterio – y profesionales de Trabajo Social. Los voluntarios deberán formarse en 4 píldoras online: qué son las tertulias dialógicas literarias, qué es la lectura fácil, cómo se realiza el acompañamiento emocional y cómo se hace todo esto de manera no presencial. Las personas interesadas en ser voluntarias pueden inscribirse en este enlace: https://gobiernoabierto.aragon.es/agoab/participacion/eventos/112506565000.

Una vez se formen convenientemente, comenzarán a realizarse las llamadas. Las familias son libres de decidir si quieren seguir el programa de acompañamiento o no ya que, junto al ejemplar que recibirán en sus casas, se incluirá una carta donde se les dé a conocer el sistema y se les proporcione un contacto en caso de estar interesados.

Por otro lado, se debe medir el impacto social del proyecto, un trabajo del que se encarga la Universidad de Zaragoza. “Queremos pedir a los voluntarios que cuenten sus motivaciones personales antes y después de la experiencia, que opinen sobre la formación recibida y que pregunten a las familias cuál es su grado de satisfacción con el acompañamiento recibido”, enumera Cortés.

Aunque estas mediciones no concluirán hasta la finalización del programa, constituyen una valiosa herramienta para cuantificar y calificar el potencial que ha tenido la iniciativa, ya que el siguiente paso, como se ha indicado, es que sea escalable y replicable en otros países del mundo donde puedan existir necesidades o carencias a nivel social y educativo. Este es un proyecto inclusivo que fomenta el aprendizaje común, crítico y evolutivo, atiende a los más desfavorecidos y sienta las bases de la ayuda mutua dentro de una misma comunidad, especialmente en un contexto tan complicado como el que se vive actualmente.

Fuente de la noticia: https://aragonuniversidad.es/actualidad/la-campana-libros-que-unen-repartira-casi-12-000-libros-a-ninos-para-dar-apoyo-en-su-educacion/

Comparte este contenido:

Hacer de la necesidad virtud (II): Bibliotecas públicas y equidad educativa

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento y el acierto en la elección. Estamos ante una oportunidad única para impulsar el hábito lector pero, para ello, necesitamos el concurso de las bibliotecas públicas.

¿Por qué, en tiempos de pandemia y coronavirus, se habla tan poco de libros? Vengo dándole vueltas a esta pregunta desde que iniciamos la cuarentena. ¿Por qué, si el principal problema educativo que hemos detectado es la exclusión escolar, las bibliotecas no se consideran un servicio de primera necesidad, como las tiendas de alimentación o las farmacias?

En tiempos de brecha digital -de brecha social y escolar-, los libros son el amortiguador más sencillo y más inmediato contra la inequidad educativa. Hubiera bastado que los profes nos hubiéramos puesto de acuerdo en recomendar un puñado de buenos libros -libros informativos y libros de ficción, libros cuya lectura acompañaríamos y libros de los que no habría que rendir cuentas- para que el tránsito entre la educación en la escuela y la formación en casa no hubiera sido ni tan brusco ni tan injusto. Tendremos que darle una vuelta a nuestra lentitud de reflejos, a por qué los libros han desaparecido, incluso, de nuestro imaginario docente. Del hegemónico, al menos.

Ni siquiera la brecha digital hubiera sido tan abrupta con buenas bibliotecas escolares. Estas, allá donde funcionan, se ocupan también de la alfabetización mediática de estudiantes y docentes y tienen, cuando menos, detectados los problemas: quiénes disponen de dispositivos móviles y quiénes no, quiénes disponen de conexión en casa y quiénes no; qué aplicaciones y plataformas son fiables y cuáles no. Eso, tan solo, como punto de partida. Porque las bibliotecas escolares hace tiempo que dejaron de ser tan solo un espacio físico donde se alojan los libros, y son el verdadero agente dinamizador -que impulsa y coordina- todas aquellas prácticas vinculadas a la alfabetización del siglo XXI: desde cómo distinguir noticias fiables de fake news a cómo seleccionar, elaborar y comunicar información, entre otras muchas cosas. Claro que estos contenidos conciernen al profesorado de todas las áreas, pero mientras las rutinas docentes y las evaluaciones externas miren hacia otro lado pocos parecen darse por aludidos.

Necesitamos responsables en nuestras bibliotecas escolares -con formación y recursos, lo hemos dicho ya muchas veces- que vertebren iniciativas, especialmente aquellas medulares y que, sin embargo, el currículo disciplinar orilla o desdeña.

Pero hoy quisiera centrarme en la lectura de libros: de papel o electrónicos, pero en los libros. Y en por qué creo que, cuando se atenúen las condiciones de nuestro confinamiento, las bibliotecas públicas podrían y aun deberían ocupar un papel central en el tramo final del curso. Hablaré de secundaria, que es lo que conozco de primera mano, pero la tesis de fondo de estas líneas es aún más pertinente si cabe para los tramos de infantil y primaria.

Todos los años, al empezar las clases, dedico una o varias sesiones a hablar con mis alumnas y alumnos acerca de sus hábitos lectores y sus libros favoritos. Y todos los años me encuentro con tres perfiles diferenciados, aunque enormemente porosos entre sí.

En primer lugar, los refractarios a la lectura: «No leo nada. Nunca he leído nada que me guste». «Una vez leí un libro. Y no me gustó». «Yo no leo nada. Y si me mandan leer algo en el instituto o me veo la peli o me leo un resumen». «Antes leía. Ya no». «Me tiene que llamar mucho la atención el libro; si no, no me lo leo. He intentado leer algún libro, pero no». «Profe, yo solo leo el Marca«.

Pero incluso estos nos dejan un resquicio abierto: «No me gusta nada leer, pero una vez me leí un libro por mi cuenta y me gustó. Se llamaba El niño del pijama de rayas«. «No leo mucho, pero me gustan las curiosidades que leo en Instagram. Lo de ¿Sabías que…? Eso sí me lo leo». «No leo nada. Y ya. Pero me gustaría tener disciplina. Dormirme leyendo un libro». «A veces sí que leo, depende de lo que me aburra». «Leo cuando tengo tiempo». «No es que no me guste leer, me gusta algún tipo de libros, como Juego de Tronos». «Leer no es que me emocione, pero los libros que me mandan en el instituto sí que me los leo». «Con los libros del instituto al principio no me gustan, pero luego me voy enganchando». «Me gusta mucho leer, pero no libros. Revistas, moda, cosas de actualidad».

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento, y el acierto en la elección.

Luego están los lectores ocasionales, aquellos que leen a rachas. «No me gusta mucho leer. Mi libro favorito es El señor de los anillos«. «No es que no me guste leer, pero no suelo hacerlo». «Me gusta leer, pero no leo mucho». Añoran los tiempos en que sí eran ávidos lectores. «Cada vez leo menos». «Antes leía un montón». Son quienes sí leen lo prescrito en el instituto, pero poco más. Este grupo aumenta según nos adentramos en la adolescencia. Porque es entre los más pequeños del instituto donde encontramos los lectores más fervientes.

Y ahí están los lectores compulsivos: quienes se han leído todo Roald Dahl, Laura Gallego, Harry PotterPercy Jackson, John Green. Fans de un título, un autor, un género, cuesta sacarlos de ahí. Se nos perderán en cuanto no acertemos a establecer el tránsito entre las tramas fantásticas o adolescentes y otros géneros que los saquen de la espiral en que andan confinados. No podemos pretender que salten sin red de ahí al Poema del CidEl Lazarillo de Tormes o San Manuel Bueno Mártir. Hay literatura juvenil para la segunda adolescencia y hay clásicos universales para los jóvenes lectores. Solo hay que ir a buscarlos.

Pero es que, además, están los refractarios a la narrativa de ficción (aunque a lo mejor sí se atreven con la novela gráfica) pero sí son lectores ocasionales de poesía. Están también quienes no quieren saber nada de literatura pero les entusiasman las biografías; quienes, puestos a leer, prefieren hacerlo con un libro de historia o de ciencia o hasta con un título de economía. Están -y estos son lectores en auge- quienes buscan en los estantes lo que haya de feminismo o ecología, y lo devoran con fruición y no hacen sino recomendarlo.

Todos ellos, lectores y no lectores, lectores de literatura y de libros informativos, necesitan de la escuela para impulsar sus hábitos y ampliar sus itinerarios de lectura. Muchos -si no todos- dependen de las prescripciones de la escuela, tan denostadas -y es verdad que tantas veces hechas con muy poco acierto-. Contamos ahora con un momento excepcional para aprovecharlo. La lectura sostenida y continuada, la lectura por placer, es también factor determinante en la mejora de la competencia lectora, esa que luego tanto echamos en falta.

Pero para que ello sea posible, y para no abrir más brechas en la equidad entre quienes pueden acceder al préstamo electrónico de libros -porque tienen dispositivo, conexión, y carnet de la biblioteca municipal- y quienes no pueden hacerlo, necesitamos que las bibliotecas públicas vuelvan a abrirse cuando el cese el estado de alarma, puesto que los centros escolares seguirán probablemente cerrados mucho más tiempo. Abrirlas siquiera exclusivamente al préstamo; con ventanilla y distancia social, con guantes y mascarillas, pero abrirlas.

Y necesitamos -profes, esto va por nosotros- volver a poner los libros en el centro de nuestro imaginario pedagógico y pensar -¡colectivamente!- qué puñado de libros podrían conformar ese plan lector de urgencia para una cuarentena.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/07/hacer-de-la-necesidad-virtud-ii-bibliotecas-publicas-y-equidad-educativa/

Comparte este contenido:
Page 9 of 29
1 7 8 9 10 11 29