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¿Por qué hemos dejado de leer?

Por: Mariana Sofía Jiménez Nájera

 

Existen muchas razones por las cuales dejamos de leer, sin embargo, el uso constante de la tecnología en nuestra vida diaria ha afectado nuestra capacidad de atención. Te invitamos a saber por qué y cómo regresar al hábito de la lectura.

Solía ser una persona que se consideraba lectora. Desde la primaria hasta terminar mi carrera profesional, para mí siempre fue normal acudir a la biblioteca y rentar un libro para leer en mi tiempo libre, ahí mismo leía la parte de atrás y si me interesaba lo llevaba conmigo. Sin importar reseñas negativas en internet o si a la mitad del libro lo encontraba aburrido, no dejaba de leer hasta que lo terminara.

Pero en los últimos años mi hobby por la lectura ha ido en declive, no leo las cantidades de novelas que leía anteriormente. Mientras que fui adquiriendo nuevas responsabilidades y pasatiempos, es entendible; pero ha sido algo que internamente me ha causado mucho ruido. Esto lo he externado a familiares, amigos y compañeros de trabajo, solo para darme cuenta que a la mayoría de ellos les pasaba lo mismo. Muchos estamos en el mismo dilema, y es aquí donde me pregunté: ¿por qué hemos dejado de leer?

La lectura en México

A pesar de que la gama de materiales de lectura se ha ampliado hacia lo digital, la lectura en México se ha reducido. Según datos del Inegi, en el 2023 el 68.5 % de los mexicanos mayores de 18 se consideran lectores, leyendo un promedio de 3.4 libros en el último año. Otro aspecto que llama la atención es que del porcentaje de lectores, tan solo 27.1 % logra comprender todo lo que lee.

La lectura y su comprensión en los mexicanos ha declinado en los últimos años.

Este último dato sobre la comprensión lectora es curioso, no solo es que no se lee, sino que no se está comprendiendo el contenido. Y dejando de lado la infinidad de razones por las que las y los mexicanos no leen (falta de estímulos para leer durante la infancia, falta de recursos económicos y tiempo, desinterés, entre muchos otros), hay una en específico que puede ser el caso para muchos de nosotros que ya no leemos con la regularidad de antes: el impacto de los dispositivos tecnológicos en nuestra capacidad de atención.

¿Culpamos a la tecnología?

Todos tenemos la elección de qué tanto utilizar nuestros dispositivos tecnológicos y podemos implementar medidas como temporizadores que cierran aplicaciones después de cierto tiempo o evitar revisar el celular frecuentemente. Nuestros dispositivos solo nos notifican, somos nosotros los que nos distraemos con dichos mensajes. Un estudio realizado por Maxi Heitmayer encontró que el 89 % de las interacciones con smartphones las inicia el usuario, mientras que el 11 % son interacciones impulsadas por notificaciones.

«La manía de nuestras vidas en línea revela lo siguiente: continuamos deslizando a través de nuestros celulares porque nunca estamos completamente satisfechos», comenta Andrew Sullivan en su artículo, el cual reflexiona sobre cómo la tecnología ha transformado nuestras vidas. Son tantos los mecanismos que se han inventado para tenernos enganchados como el infinite scroll o los algoritmos que están tan apegados a nuestros gustos, que no es sencillo dejar de ver nuestras pantallas. Según Electronics Hub, el promedio mundial de la cantidad de tiempo que una persona ve la pantalla de su celular al día es de seis horas con 37 minutos.

Además, la información que recibimos son artículos cortos o videos de máximo un minuto, que poco a poco se van apilando; ocasionando que perdamos la noción del tiempo y pensando que te darás un descanso de cinco minutos, cuando en realidad pasó media hora sin darte cuenta. Este tiempo se podría utilizar leyendo un libro o haciendo otra actividad.

Las interrupciones en las tecnologías nunca paran y no tienen horario, por lo que nuestro cerebro, el cual se está acostumbrando a la era digital, hace que nuestra atención se divida en intervalos mucho más cortos y evita que nos concentremos profundamente. No ayuda el hecho de que el multitasking es la normalidad hoy en día, y la lectura es una actividad que requiere nuestra total atención si se quiere tener una buena comprensión lectora.

Asimismo, no es sorpresa que con la saturación de información nuestra capacidad de atención se reduzca cada vez más. En su libro, Gloria Mark afirma que en el 2023, la capacidad de atención de las personas es de 75 segundos, donde las personas pueden poner su total atención en una pantalla por 47 segundos. Adicionalmente, al distraerse del trabajo activo, puede tomar hasta 25 minutos volver a concentrarse en lo que estaban trabajando originalmente.

Nuestra paciencia también se ha visto afectada, sobre todo en las nuevas generaciones. Por ejemplo, anteriormente para realizar un reporte escolar se debía acudir a la biblioteca, encontrar el libro del tema de tu interés, y leer hasta capítulos completos para obtener la información deseada. Ahora la información que buscamos está a nuestro alcance en cuestión de segundos y si no la encontramos en la primera página de Google, nos desesperamos. En consecuencia, es difícil leer libros si no te atrapan desde las primeras páginas, lo cual puede ser desmotivador para continuar leyendo y lo más fácil es cambiar de actividad. Los algoritmos en redes sociales son tan apegados a nuestras preferencias que engancharse es sumamente sencillo, en especial cuando consumimos pequeñas dosis de información que nos mantienen entretenidos y donde cambiar de tema es fácil cuando puedes deslizar hacia abajo.

La manera en la que leemos también ha cambiado, pero es más notorio cuando leemos de manera digital. Mientras que el scanning (escaneo) es una estrategia que ayuda a encontrar información rápidamente, esta impide la comprensión total de un texto; y es esta técnica la que se ha permeado en la manera en que se consume la información de forma digital. En este mundo sobresaturado de información, se quiere llegar al grano de lo que sea que consumamos, no tenemos tiempo de leer párrafos ornamentados o introducciones.

Otro factor que resalta, es que hoy en día el consumo de series de televisión y películas es más popular y hay muchísimas plataformas de streaming; para las personas es más cómodo gastar en un mes de suscripción de una plataforma con un catálogo infinito, a pagar un solo libro que es posible que no sea de su agrado y que rara vez vuelven a leer.

Algunos consejos para regresar al hábito de la lectura

Nuestro cerebro se ha adaptado al uso constante de la tecnología, por lo que nuestra atención está dividida y es más corta. Para leer, se requiere de un pensamiento profundo y concentración continua para absorber toda la información de manera consciente. Te propongo algunos consejos que te ayudarán a regresar al hábito de la lectura:

  • Lee cuentos cortos: Comenzar un libro largo puede ser abrumador. Hay cuentos que puedes terminarlos en una sola sesión, y estos pueden incentivar tu apetito por leer algo más extenso.
  • Aparta en tu agenda un espacio para la lectura: Puedes iniciar leyendo 15 minutos diarios e ir aumentando la cantidad de tiempo para acostumbrarte a leer de nuevo.
  • Empieza un diario de lectura: En un cuaderno, por cada sesión de lectura puedes apuntar lo que más te gustó, lo que comprendiste del texto o lo que quieras con respecto a tu libro. Esta también es una manera de entrenar la atención continua y confirmar tu comprensión lectora.
  • Comenta con seres queridos: Hacer actividades en conjunto puede ser un gran estímulo para motivarse mutuamente. Puedes hacer un círculo de lectura con seres queridos para hablar y reflexionar sobre un libro que todos quieran leer.

La lectura tiene muchos beneficios para nuestra mente y ayuda a expandir nuestro conocimiento e imaginación. La tecnología no es nuestro enemigo, incluso puede ser una excelente herramienta para comentar un texto o encontrar recomendaciones de libros; solo debemos ser conscientes de su uso responsable para el manejo del tiempo. Definitivamente al realizar este artículo soy más consciente del tiempo que utilizo mi celular, y que debo hacer un esfuerzo para hacer un espacio para la lectura; una actividad que era mi día a día durante mis años en la escuela y que quiero retomar e incorporar nuevamente a mi vida. Así que si tienes la misma inconformidad que yo, espero esta nota te ayude a regresar al hábito de la lectura. Y sobre todo, ¡agradezco tu atención por llegar hasta el final!

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

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Descarga 12 libros de Gabriel García Márquez en PDF – Gratis

A pesar de los más de varios años transcurridos desde su muerte, el mundo no se ha olvidado de Gabo… ni lo hará nunca. Originario de Aracataca, Colombia, pueblo que camufló bajo la identidad del famoso Macondo de Cien años de soledad, Gabriel García Márquez (6 de marzo de 1927) es ya el mayor autor que ha dado la literatura hispanoamericana.

Estos 12 mejores libres de Gabriel García Márquez confirman la magia de la obra del padre del realismo mágico y ganador del Nobel que nos sedujo con su capacidad para definir un continente en un libro, fundir realidad con fantasía y convertir algunas de sus historias en eternas.

Y lo mejor de todo…. esta descarga es GRATIS…. Asi que te invitamos a poder descargar y inspirarte con este grade escritor latinoamericano. Si quiieres concoer un poco de Gabo, tambien puedes ver la nota en la parte final de articulo con detalles sobre el autor de tantos libros excelentes.

Gabriel García Márquez – Cien Años de Soledad.pdf

Gabriel García Márquez – Crónica de una Muerte Anunciada.pdf

Gabriel García Márquez – Doce cuentos peregrinos.pdf

Gabriel García Márquez – El Amor en los Tiempos del Cólera.pdf

Gabriel García Márquez – El otoño del patriarca.pdf

Gabriel García Márquez – El Coronel no tiene quien le escriba.pdf

Gabriel García Márquez – La candida Erendira.pdf

Gabriel García Márquez – La mala hora.pdf

​Gabriel García Márquez – Noticia de un secuestro.pdf

Gabriel García Márquez – Ojos de perro azul.pdf

Gabriel García Márquez – Relato de un náufrago.pdf

Gabriel García Márquez – Vivir para contarla.pdf

Breve biografia

Gabriel García Márquez nació en Aracataca (Magdalena), Colombia, el 6 de marzo de 1927. Hijo de Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez Iguarán. Fue criado por sus abuelos maternos: Tranquilina Iguarán Cortés y el coronel Nicolás Márquez, quien fue una figura esencial en su vida, su personalidad influyó en varios de sus personajes.

Asistió a la escuela secundaria en la Escuela Jesuita de San José en 1940. Gracias a una beca otorgada por el gobierno, fue a Bogotá, donde fue reubicado en el Liceo Nacional de Zipaquirá. Después de su graduación en 1947, estudió derecho y periodismo en la Universidad Nacional de Colombia, donde se dedicó especialmente a la lectura.

La riqueza de las tradiciones transmitidas por sus abuelos inspiró una buena parte de su trabajo. Su deseo de ser escritor creció y publicó su primera historia, «La tercera renuncia», el 13 de septiembre de 1947, en el periódico El Espectador.

Gabo se mudó a la Universidad Nacional de Cartagena y comenzó a trabajar como reportero para El Universal. En 1950, dejó de estudiar abogacía y se dedicó al periodismo, viajó a Barranquilla para trabajar como reportero y columnista del periódico «El Heraldo«, y participó activamente en las reuniones literarias del llamado «Grupo de Barranquilla».

En 1954, ingresó a la oficina editorial del periódico El Espectador. En 1955, publicó su primera novela «La Hojarasca». Se casaría con Mercedes Barcha en marzo de 1958. Tuvieron dos hijos: Rodrigo nació en Bogotá en 1959 y se convirtió en cineasta y Gonzalo nació en México tres años después, ahora diseñador gráfico en la capital mexicana.

Gabriel García Márquez vivió la mayor parte de su vida en la Ciudad de México, donde escribió «Cien años de soledad» que se publicó en junio de 1967 en Buenos Aires (Argentina). El éxito de esta novela fue rotundo, se tradujo a más de 24 idiomas ganando cuatro premios internacionales.

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En 1981, publicó «Crónica de Una Muerte Anunciada», una novela inspirada en un evento de la vida real que ocurrió durante su juventud. En este mismo año, se le otorgó la «Legión de Honor de Francia«. Regresó a Colombia donde encontró problemas porque el gobierno liberal de Julio César Turbay Ayala lo acusó de financiar el grupo guerrillero M-19. Huyó por asilo político en México.

En 1982 la Academia Sueca le otorga el «Premio Nobel de Literatura«, por sus novelas y cuentos. Fue el primer colombiano y el cuarto latinoamericano en ganar el Premio Nobel de Literatura. En 1985, publica «Amor en el tiempo del cólera», y continúo con su prolífera carrera de escritor.

En 1999, le diagnosticaron cáncer linfático. La primera parte de sus recuerdos llamada «Vivir para Contarla» se publicó en 2002, y en 2004 publicó la novela corta «Recuerdos de mis putas tristes».

Gabriel García Márquez murió el 17 de abril de 2014 en la Ciudad de México, a la edad de 87 años, en su residencia en el pueblo de Pedregal de San Ángel en la Ciudad de México.

Fuente: https://www.puro-geek.com/2021/02/14/descarga-12-libros-de-gabriel-garcia-marquez-en-pdf-gratis/

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Libro en PDF: Describir el escribir. cómo se aprende a escribir.

Daniel Cassany.
«¿Cómo escriben los escritores expertos? ¿Cómo se aprende a escribir?
Al sentarnos a la mesa y enfrentarnos al desafío de una hoja de papel en blanco, todos nos hemos preguntado alguna vez: ¿Cómo escriben los escritores expertos? ¿Cómo se aprende a escribir?
Este libro nos ofrece las herramientas imprescindibles para adquirir las habilidades básicas de todo buen escritor.»
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La educación que queremos | Leer o no leer (libros)

Por: Andrés García Barrios

 

Quienes nacimos en la segunda mitad del siglo XX, aunque honrábamos a los libros, no leíamos nada; las nuevas generaciones leen como hace mucho no se hacía, pero no leen libros.

El profesor Alejandro Gálvez Cancino, politólogo (poseedor de una biblioteca de unos 10,000 volúmenes), se queja de que sus alumnos de nivel universitario no quieren leer libros. Si va a dejarles una lectura de tarea, tiene que limitarse a algún capítulo suelto o a un artículo académico. Me explica que de esa forma los muchachos sólo tendrán una visión compendiada de los temas de estudio, pero no el desarrollo de pensamiento que da el seguir el argumento completo de un libro. Yo creo que tiene razón: hay ideas que se pueden conocer a través de ensayos de divulgación, otras propias de un texto académico y otras a las que sólo se accede recorriendo varios capítulos y vinculando mucha información.

Pero también creo que los libros se han ganado ese descrédito. El culto del libro ha convertido a éste en algo así como un objeto sacro, es decir divino pero intocable (y de alguna manera estremecedor y hasta aterrorizante). Lo que los jóvenes de otras épocas no nos atrevimos a hacer, parece que los de hoy están decididos a lograrlo: deshacerse de ese tormento. Quienes nacimos en la segunda mitad del siglo XX, aunque honrábamos a los libros, no leíamos nada; las nuevas generaciones leen como hace mucho no se hacía, pero no leen libros.

Si los libros son importantes, pero nadie los lee, o cada vez se leen menos, ¿tendremos que renunciar a su existencia? Creo que no, que los jóvenes pueden volver a ellos si empezamos a des-enseñarles lo que de forma equivocada todos hemos aprendido sobre lo que es un libro.

La joven escritora Carla Durán, también maestra, me cuenta que sus alumnos se escandalizan de que ella use un libro para sujetar una puerta que se azota. Ella les advierte “Tranquilos, sólo es un libro”. Y es que lo cierto es que los estudiantes se santiguan ante los sacros volúmenes, pero no los leen. Creo que el desparpajo de Carla es mucho más conveniente que la veneración que nos hace temer y temblar.

Todos sabemos ―pues lo hemos experimentado― que la escuela ha participado de forma fundamental en la sacralización de los libros, fomentando una idolatría de la expresión escrita que nos aleja de ésta (no es extraño que, a manera de irreverencia, casi de blasfemia, los jóvenes actuales redacten sus mensajes electrónicos ejerciendo un nuevo lenguaje, o al menos una nueva ortografía, logrando así apropiarse de lo que en realidad les pertenece).

Puede ser que la mejor forma de ayudar a nuestros estudiantes a quitarse el miedo a los libros es demostrarles que su contenido está vivo aún; y puede ser también que la mejor manera de demostrárselos sea ayudarlos a reconocer la vida que ellos mismos son capaces de expresar a través de la escritura.

Ningún conocimiento es ajeno a quienes lo reciben y lo transmiten. Ningún conocimiento ―ni aún el más objetivo y científico― se coloca por encima de los seres humanos ni convierte a nadie en un mero receptor. No somos el transporte en el que viajan los descubrimientos de los grandes genios ni las ideas de nadie. Todo conocimiento y toda intención de transmitirlo ―incluyendo la escritura― tienen siempre algo personal. Los estudiantes deben admitir que, al escribir, nunca podrán imitar los modelos normativos al grado de hacer desaparecer su propia personalidad; por el contrario, hay que mostrarles que ellos mismos podrán comprender y asimilar mejor las normas en la medida en que las utilicen para hacer más clara su propia expresión y se involucren en el texto llenándolo de sí mismos.

En la escuela que quiero, si algún estudiante cree que escribir bien es seguir modelos de perfección preexistentes, se le ayuda a entender que no hay modelos perfectos sino que todo modelo, si lo es de verdad, está vivo, es decir es orgánico y por lo tanto cambiante e imperfecto. Después se le muestra que la relación entre el modelo y él es siempre una relación entre semejantes, y que la condición de este tipo de relaciones es que ninguno de los dos someta su propia identidad a la del otro. Finalmente, se le muestra que en un texto, por más abigarrado y complejo que sea, siempre podemos encontrar a un otro y comprenderlo, tal como ocurre en toda conversación en la que los participantes hacen un verdadero esfuerzo por comunicarse.

Los autores de los libros que vale la pena leer siempre hacen un verdadero esfuerzo por comunicarse mediante su texto. Sin embargo, es importante aceptar que todos ellos ─por “consagrados” que estén como autores─ siempre sufren infinitas dificultades de expresión.  Los libros nunca son escritos en estado de pureza, pertenecen a la vida diaria, están llenos del día a día de las personas con todas sus dificultades a cuestas. Algunos se escriben a deshoras, sobre las rodillas, incluso en el camión, con prisa (¡el editor lo pide ya!) y nunca en estados de concentración absoluta. La misma Carla Durán me recuerda que Virginia Woolf lamentaba que sus contemporáneas no gozaban el lujo de encerrarse en su estudio a escribir, sino que tenían que hacerlo mientras se ocupaban de la casa, de los hijos, del marido (me parece que lo mismo describe nuestra Rosario Castellanos). Sin embargo, los varones de la época no dejaban de estar sujetos a presiones, aunque fueran las de sus propias neurosis, siempre presentes para atentar contra “la pureza” de su escritura. El día en que la noticia de que había estallado la Primera Guerra Mundial corrió por todo el mundo, la esposa del gran escritor alemán Thomas Mann se abstuvo de anunciársela a éste, pues temía su reacción si lo interrumpía mientras estaba escribiendo.

Mucho de lo que piensa el escritor es apenas una sensación antes de verterlo en palabras (estoy seguro de que a la mayoría les rige aquello que alguien expresó una vez: «Escribo para saber lo que he estado pensando»). Con la escritura, el texto va tomando cuerpo, va naciendo poco a poco; pero lo cierto es que el escritor debe recorrer muchos tramos desérticos antes de encontrar párrafos donde haya algo de vida. Después, durante la corrección, duda entre quitar lo que le sobra a su luminosa verdad o conservarlo como vía para llegar a ésta (vía que muchas veces es en efecto sombría).  El resultado suele ser una especie de penumbra.

Por eso es preciso que el lector no camine a ciegas, en espera obediente de que el texto lo guíe a cada momento. Debe, por el contrario, mantenerse lúcido e ir identificando el estilo del autor, a sabiendas de que éste procede de forma tentativa acercándose poco a poco a su hallazgo. Al autor hay que acompañarlo hasta que encuentre lo que está diciendo; sus palabras se van abriendo paso entre emociones que todavía no quieren o no logran expresarse. La práctica de la lectura es viva porque la escritura misma contiene las huellas de la vida con la que está hecha. Si el lector no tiene en cuenta esto (si nadie se lo ha mostrado), puede pensar que los tramos oscuros del texto se deben a su propia incapacidad de comprensión y no a una cualidad de lo que está escrito. Eso seguramente lo desanimará.

El texto también está vivo en el sentido de que puede fallar. Un texto tropieza con frecuencia, no sabe bien cómo decir las cosas. El autor que pretende escribir algo perfecto y terminado, sólo logrará unas cuantas palabras muertas. Es cierto que se puede desarrollar eso que se llama “oficio”, se puede dominar cada vez más el vínculo entre pensamiento y palabra, entre palabra pensada y escrita, pero de la imperfección de los textos no se puede dudar: el gran filósofo Soren Kierkegaard afirmaba que no solo había tenido problemas para comprender numerosos pasajes al leer a Hegel, sino que estaba seguro de que el propio Hegel había escrito cosas sin entenderlas.

También pasa que algunas lecturas que nos parecen complicadas de entrada, no lo son tanto. Eso me ocurrió hace muchos años cuando intenté leer la obra de Rainer María Rilke (considerado uno de los grandes líricos del siglo XX, al que muchos conocen por sus Cartas a un joven poeta). Creo que, deslumbrado por aquello de que era uno de los más grandes poetas, me le acerqué por primera vez pensando que me encontraría con algo complicado. Y así fue: lo leí y releí y no entendí nada; hice repetidos intentos por varios años, hasta que un día… ¡zas!, penetré en su significado. Me quedé consternado al descubrir que lo que Rilke decía era sumamente sencillo y que en realidad algo en mi me había engañado impidiéndome comprenderlo. Y no se trataba de que yo había madurado como lector; la mayoría de sus versos eran realmente nítidos, tan sencillos como los más sencillos que pueden leerse. Se trataba, sí, de una resistencia de mi parte, un obstáculo que yo mismo me había puesto.

Resistencia de mi parte y de parte de toda esa gente que cree que leer poesía es irremediablemente difícil, así como que leer libros es tan importante como imposible de hacerse: en realidad, lo que muchas veces pasa es que uno piensa que lo que va a leer es complicado y, debido a ello, la lectura se dificulta. Ocurre algo parecido a lo que le pasaba a aquella amiga mía que venía de Suecia y que hablaba un perfecto español, sin nada de acento extranjero, al grado de que al platicar con ella por teléfono no se notaba su procedencia. Sin embargo, se quejaba de que muchas personas, al toparse con ella ─con su alta estatura, su piel muy blanca y su pelo rubio─, respondían a sus preguntas con cosas como “no hablo inglés” o “perdón, no entiendo”, ante el azoro de mi amiga que no podía más que reclamarles: “¡Les estoy hablando en un perfecto español!”. Ellos seguían sin entender. Sí, así de grandes son los espejismos creados por nuestros prejuicios.

En materia de libros, y podemos decir que de textos en general, son muchos los espejismos. El ver al texto como algo frente a lo que se está en desventaja (es decir, el tener una percepción equivocada de nosotros mismos), nos hace tener también una percepción equivocada de lo que estamos leyendo. Terminaré este artículo con algunos ejemplos, además del ya mencionado de creer que algo es complicado cuando no lo es (por cierto, todavía peor ―¡el colmo de la confusión!― es pensar que si un texto nos parece sencillo es porque no lo estamos entendiendo:  “¿Qué? ―nos decimos― ¿Es así de simple y claro? No puede ser, seguramente estoy mal”).

Otra dificultad frecuente: el texto empieza de forma sencilla pero poco a poco se va complicando. Me echo la culpa a mí mismo: “¡Claro, no podía entenderlo todo!”. En realidad, como hemos visto, es el autor quien está buscando sus propias palabras.

Otro ejemplo: en las primeras páginas el autor asegura haber escrito un libro accesible a todos. Pero avanzamos y avanzamos y no entendemos nada. Eso me ha pasado varias veces con libros de divulgación que prometen ser accesibles a todo público; tras sentirme incapaz de entender ni siquiera lo que todo público entiende, he acabado concluyendo que más bien son los autores de esos libros los que no tienen claros los parámetros generales de lo que es la “sencillez”.

Un caso más: en el libro que estoy leyendo en estos días, el texto fluye con bastante claridad; sin embargo, el autor continuamente nos remite a conceptos que ha tratado muchas páginas atrás; dado que no recuerdo lo que dijo, ni dónde lo dijo, el texto se me va volviendo complicado. ¿Mi conclusión? No tengo de qué asustarme, no es que el texto no sea para mí: libros así son libros de estudio que uno debe releer completos o en fragmentos para poder asimilarlos.

Penúltimo: malas traducciones. Uno debe saber que ciertas dificultades de comprensión se deben a la traducción. Durante años intenté hincarle el diente al Tractatus logico-philosophicus del alemán Ludwig Wittgenstein. Llevaba la advertencia de que se trataba de un texto difícil, pero no esperaba que ya la primera frase resultaría un obstáculo insalvable: “El mundo es todo lo que es el caso”. ¿Qué quería decir con eso? Daba y daba vueltas a la frase y no entendía: ¿el caso?, ¿querrá decir lo que viene al caso? Muchos años después vine a caer en cuenta que era la traducción de mi libro la que complicaba las cosas y que en realidad la idea de Wittgenstein era mucho más clara: “El mundo es todo lo que acaece”, es decir, lo que sucede. Entendiéndolo así, uno podía al menos pasar al segundo renglón y comprender mejor: “El mundo no son las cosas sino los hechos”.

A mi último ejemplo le llamaré “falsos spoilers”. Cuando leí la obra teatral Kean, de Jean Paul Sartre, lo hice con el antecedente de que el protagonista se suicidaría al final. Aunque los diálogos eran los de una comedia filosófica, yo los leí todos como preámbulos de lo que ocurre en torno a alguien que va a quitarse la vida. En la penúltima página, Kean no se había matado: temblando de emoción concluí que su suicido sobrevendría en el último instante de manera sorpresiva, contradiciendo todo lo ocurrido antes (y revelándome a mí, “ávido de saber”, una de las claves de la filosofía existencialista). Pero en la obra Kean de Jean Paul Sartre el protagonista no se suicida. El final es otra cosa. El texto es, en efecto, una comedia. Yo había leído ─sin entender ni una palabra─ una obra completamente distinta.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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Los 9 Libros Mas Raros Y Misteriosos De La Historia (Digitalizados)

«Necesitamos libros que nos afecten como un desastre, que nos entristezcan profundamente, como la muerte de alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos, como ser desterrados a un bosque alejado de todo, como un suicidio. Un libro debe ser como el hacha que rompe el mar helado que habita dentro de nosotros. Eso es lo que creo» – Franz Kafka.

Códices, Manuscritos y libros raros digitalizados. Desde el Manuscrito Voynich, pasando por el  Codex Gigas hasta el El Malleus Maleficarum.

1- El manuscrito Voynich 

Es un misterioso libro ilustrado de contenidos desconocidos, escrito hace alrededor de 500 años por un autor anónimo en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible.

A lo largo de su existencia constatada, el manuscrito ha sido objeto de intensos estudios por numerosos criptógrafos profesionales y amateurs – incluyendo destacados especialistas estadounidenses y británicos en descifrados de la Segunda Guerra Mundial. Ninguno consiguió descifrar una sola palabra.

El libro fue nombrado por el especialista en libros antiguos Wilfrid M. Voynich, quien lo adquirió en 1912.

Actualmente es el ítem MS 408 en la librería Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale.

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2- El Libro de San Cipriano 

Es un grimorio ampliamente conocido en el mundo de habla hispana y portuguesa. También es conocido como Gran Libro de San Cipriano, Libro Magno de San Cipriano o simplemente Ciprianillo. La edición más difundida lleva por subtítulo El tesoro del hechicero. A lo largo de la historia ha habido múltiples versiones del libro, como el Millonario de San Ciprián o Los secretos del Infierno.

De acuerdo con la versión legendaria, en el año 1001 un monje alemán llamado Jonás Sufurino tuvo contacto con los espíritus superiores de la corte infernal, quienes le dieron el libro en las cercanías del monasterio del monte Brocken, que en la antigüedad sirvió como lugar de reunión para los aquelarres de la brujas. El libro estaba escrito en pergamino virgen con caracteres hebreos. Una de las primeras referencias conocidas es la de Heinrich Cornelius Agrippa, que cita en sus obras libros de nigromancia atribuidos a san Cipriano.

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3- Codex Gigas o la Biblia del Diablo

La leyenda señala que el autor del Codex Gigas fue un monje Benedictino condenado a ser emparedado vivo por un grave crimen y para que la pena le fuera condonada, el monje propuso crear una obra monumental que honraría al monasterio, un códice que contendría la Biblia y todo el conocimiento del mundo. El tiempo estipulado por el mismo monje fue de una noche.

La tarea del monje era sobrehumana, por lo que se cuenta que solicitó la ayuda del mismo Satanás, el cual aceptó crear el libro en una noche poniendo como condición aparecer su imagen en una de las páginas. Ciertamente no se trata más que de una leyenda muy posterior a su creación; no obstante, es indudable que fue escrito por un solo hombre.

Fue considerado en su época como la «octava maravilla del mundo» debido a su impresionante tamaño (92 × 50,5 × 22 cm, el manuscrito medieval más grande conocido), su grosor de 624 páginas y su peso de 75 kg.1 Está iluminado con tintas roja, azul, amarilla, verde y oro, tanto en mayúsculas capitales como en otras páginas, en las que la miniatura puede ocupar la página completa. Se encuentra en un excelente estado de conservación.

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4- El Codex Seraphinianus 

Es un libro escrito e ilustrado por el artista italiano, arquitecto y diseñador industrial Luigi Serafini durante treinta meses, entre 1976 y 1978.1 El libro es de aproximadamente 360 páginas (según la edición), y parece ser una enciclopedia visual de un mundo desconocido, escrito en una de sus lenguas, una escritura alfabética que tiene el propósito de ser un sinsentido.

El Codex se divide en once capítulos, divididos en dos secciones. En la primera sección parece describir el mundo natural, que trata de la flora, la fauna, y la física. La segunda se refiere a las humanidades, los diversos aspectos de la vida humana: la historia, la ropa, la cocina, la arquitectura y así sucesivamente. Aparentemente cada capítulo está dedicado a un tema enciclopédico general.

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5- El Malleus Maleficarum

Es probablemente el tratado más importante que se haya publicado en el contexto de la persecución de brujas en el Renacimiento. Es un exhaustivo libro sobre la caza de brujas que después de ser publicado en Alemania en 1487 tuvo docenas de nuevas ediciones, se difundió por Europa y tuvo un profundo impacto en los juicios contra las brujas en el continente durante 200 años aproximadamente. Esta obra es notoria por su uso en el período de la histeria por la caza de brujas, que alcanzó su máxima expresión desde mediados del siglo XVI hasta mediados del XVII.

Se remitían constantemente a la autoridad del Malleus Maleficarum los principales autores y grandes demonólogos como el inquisidor italiano Bernardo Rategno da Como, el jesuita hispano-belga Martín del Río y el jurista francés Jean Bodin.

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6- Códice Rohonczi

El Código Rohonczi es una colección de escritos en un sistema de escritura desconocido.

El origen del códice es incierto, fue donado en 1838 a la Academia de Ciencias Húngara por Gusztáv Batthyány, de la nobleza húngara, junto al resto de su biblioteca.

Recibe el nombre de la ciudad de Rohoncz, en el oeste de Hungría (actualmente Rechnitz, Austria), donde permaneció hasta 1907, cuando es trasladado a Budapest. En esta época, el códice es mencionado en una obra de Bela Toth, “Rare Hungarian Writings”. El códice fue remitido también a un investigador alemán en 1885, Bernhard Jülg, profesor en la Universidad de Innsbruck, sin que pudiera descifrarlo.

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7- El Códice de Mendoza

El Códice Mendoza (o Mendocino) es un códice de manufactura mexica, hecho en los años 1540 en papel europeo. Posterior a la Conquista de México, fue elaborado por tlacuilos (escribas pintores) mexicas, quienes usaron el sistema pictoglífico antiguo sobre un formato de tipo biombo. Después, un escriba español añadió glosas en escritura alfabética y en español interpretando lo plasmado por los tlacuilos con ayuda de intérpretes indígenas.

Debe su nombre al hecho de que fue encargado por el primer virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza, que desempeñó su cargo de 1535 a 1550, para enviar a Carlos V informes sobre los mexicas. Probablemente sus fuentes sean varios códices originales copiados por los tlacuilos aunque alguna de sus partes fuese obra original de los indígenas especialistas en esta actividad.

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8- Hypnerotomachia Poliphili

Hypnerotomachia Poliphili (del griego hypnos, ‘sueño’, eros, ‘amor’ y mache, ‘lucha’), o el Sueño de Polífilo (discurso del) en castellano, es «uno de los libros más curiosos y enigmáticos salidos de unas prensas», «oculta una rara hermosura y un apasionado anhelo de perfección, sabiduría y belleza absolutas, bajo el signo del Amor», «desde el mismo siglo XVI se ha visto rodeado de un aura de esoterismo enfermizo», «está, todavía hoy, envuelto en misterios». «En realidad, es un injerto de poema alegórico de estirpe medieval y enciclopedia humanística de vocación totalizadora, ya que contiene una ingente amalgama de conocimientos arqueológicos, epigráficos, arquitectónicos, litúrgicos, gemológicos y hasta culinarios».

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9- Los códices Mayas

Los códices mayas son libros escritos antes de la conquista española del continente y muestran algunos rasgos y cálculos matemáticos y astronómicos de la civilización maya. En su escritura se emplean caracteres jeroglíficos.

Los mayas desarrollaron su papel en una era relativamente temprana, hay pruebas arqueológicas del uso de cortezas desde inicios del siglo V. Ellos lo llamaban huun, que era superior en textura, durabilidad y plasticidad al papiro egipcio.

Aunque han llegado cuatro a nuestros dias, eran muchos más los libros mayas escritos al tiempo de la conquista de Yucatán en el siglo XVI, pero casi todos fueron destruidos más tarde por conquistadores y sacerdotes. En particular, los encontrados en la Península de Yucatán fueron destruidos por órdenes de Fray Diego de Landa en julio de 1562. Juntos, los códices, son una fuente de información primaria de la cultura maya, junto con las inscripciones en piedras y monumentos, y estelas que sobrevivieron hasta nuestros días y los frescos de algunos templos. Muchas de las claves para entender al mundo maya fueron así destruidas.

Alonso de Zorita escribió que en 1540 él vio esos libros en el Altiplano de Guatemala que “narraban su historia de más de Ochocientos años atrás y que le fueron interpretados por Indígenas muy ancianos” (Zorita 1963, 271-2). Fray Bartolomé de las Casas se lamentó cuando descubrió que esos libros fueron destruidos y escribió: «Estos libros fueron vistos por nuestros clérigos, y yo aún pude ver restos quemados por los monjes aparentemente porque ellos pensaron que podrían dañar a los Indígenas en materia de religión, ya que se encontraban al inicio de su conversión». Los últimos en ser destruidos fueron los deTayasal Guatemala, la última ciudad de América en ser conquistada en 1697.

Solamente tres códices y una parte de un cuarto sobrevivieron hasta nuestros tiempos. Tres de ellos llevan el nombre según el lugar de su custodia (los 3 primeros). El cuarto, lleva el lugar donde se expuso por primera vez en 1971. Éstos son:

El Códice de Dresde; El Códice de Madrid, también conocido como el Códice Tro-Cortesiano; El Códice de París, también conocido como el Códice Peresiano; El Códice de Grolier, también conocido como el Fragmento de Grolier.

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Fuente de la información e imagen:  https://www.bloghemia.com

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Eduquémonos para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas (Libros en PDF)

Por eso compartimos 6 libros escritos por mujeres feministas que pueden descargar gratuitamente

✔️Una habitación propia de Virginia Woolf

http://biblio3.url.edu.gt/Libros/wilde/habitacion.pdf

✔️ El segundo sexo de Simone de Beauvoir

https://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/libros/Simone%20de%20Beauvoir%20-%20El%20segundo%20sexo.pdf

✔️Emma Goldman La Mujer Libre

https://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/libros/Emma%20Goldman%20-%20Textos%20feministas.pdf

✔️ Rosa Luxemburgo, la liberación femenina y la filosofía marxista de la revolución Raya Dunayevskaya

http://rosalux.org.mx/sites/default/files/node_gallery/rosa_luxemburgo_por_dunayevskaya.pdf

✔️ Feminismo, género e igualdad Autor: Marcela Lagarde y Amelia Valcárcel

https://drive.google.com/file/d/1n5wSq7Yu5JNcG5TxeR_eSRU8VYf309qg/view?usp=drivesdk

✔️ Feminismo para principiantes de Nuria Varela y Antonia Santolaya.

https://planetafacil.plenainclusion.org/wp-content/uploads/2019/03/Feminismo-para-principiantes.-Lectura-fácil.pdf

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La demanda de libros de texto de segunda mano crece un 67% este verano

Por: ABC

El interés por los uniformes escolares aumenta un 223% con respecto al año pasado.

Según un estudio realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), las familias españolas gastan una media de 1.890€ en la vuelta al cole, y de ellos, cerca de 500€ se destinan a la compra de material escolar, incluyendo libros, uniformes y material de papelería entre otros. Se espera que con la inflación registrada este año el gasto sea todavía mayor para el curso 2022/23, por ello, cada vez son más las familias que recurren a los productos de segunda mano para hacer este desembolso un poco más asequible.

Según el análisis realizado por Milanuncios, app de segunda mano, la demanda de libros escolares de segunda mano ha aumentado un 67% en nuestro país entre junio y agosto. Además, el 70% de los anuncios nuevos de este año se han publicado entre junio y julio y, concretamente, al finalizar el curso escolar en el mes de junio, cuando la oferta crecía un 242% respecto al mes de mayo.

Con respecto a los precios, el precio medio por libro para la vuelta al cole en la app se ha incrementado un 8% respecto al año pasado situándose en 24€ de media, en un mercado que alcanza un valor total de más de 2,9 millones de euros en los últimos 12 meses.

Por niveles, los productos más demandados son los libros para los cursos de Educación Secundaria o ESO que acumulan el 52% del total de las visualizaciones en los anuncios de esta categoría. Sin embargo, analizando individualmente por cursos, son los de primero de Bachillerato los que más interés generan, acaparando el 22% de las visualizaciones.

Las comunidades con mayor oferta

Analizando los datos regionalmente, por volumen de oferta es Andalucía la región que más anuncios acumula con el 18% de la oferta total. Continúan el ranking Madrid (13%) y Castilla y León (12%).

No obstante, a pesar de que el mayor volumen de oferta proceda de Andalucía, es la región madrileña la que más valor de mercado genera en sus anuncios, más de 500.000€ en total, debido a que Madrid tiene un precio medio mayor en sus anuncios. Le siguen por volumen de mercado Andalucía (más de 282.000€) y la Comunidad Valenciana (más de 153.000€). Por contra, las comunidades que menos volumen de mercado tienen son Navarra (más de 8.000€), La Rioja (más de 10.000€) y Cantabria (más de 23.000€).

Con un sistema educativo que cada vez más apuesta por una enseñanza más innovadora y tecnológica, el uso de dispositivos tecnológicos es más habitual a la hora de estudiar y las personas buscan alternativas más económicas y sostenibles para afrontar el gasto que supone adquirir uno de estos productos.

De esta manera, este verano se ha incrementado la demanda de las tablets en un 16% respecto al verano pasado, en un contexto en el que cada vez hay más clases online y se requiere de un equipo para asistir a dichas clases. Del mismo modo, también lo hacen los portátiles (10%) y los ordenadores de mesa (9%).

Para finalizar, otro producto que también crece, aunque menos tecnológico son los uniformes escolares, con un incremento de la demanda de un 223% con respecto al año pasado, posiblemente como efecto de la inflación y por el aumento de la conciencia de la sociedad por la economía circular.

«Cuando termina el curso, los estudiantes y sus familias recurren a las aplicaciones de segunda mano para poner a la venta libros y material escolar, de tal forma que evitan dejarlos abandonados en casa y consiguen recuperar parte del dinero para aumentar su presupuesto de cara al nuevo curso. Se trata de un momento clave para el que los consumidores se preparan durante las últimas semanas de verano y que debido al contexto actual marcado por la inflación y por la importancia de la sostenibilidad, buscan en las aplicaciones de segunda mano una alternativa más económica y sostenible para afrontar sus compras», afirma Iñigo Vallejo, portavoz de Milanuncios.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/demanda-libros-texto-segunda-mano-crece-verano-20220822124951-nt.html

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