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15 grandes libros sobre racismo en EEUU escritos por quienes más saben

Mundo/Autor(a) y Fuente: www.eldiario.es

La última campaña por el asesinato de George Floyd consistió en subir un cuadrado negro a las redes sociales como símbolo de escucha y solidaridad con la comunidad negra. Era solo un día, pero este acto de prestar oídos a los que sufren el racismo en primera persona y se han alzado contra él en la mayor crisis de las últimas décadas no debería concluir a las veinticuatro horas. Por eso, una buena forma de ayudar y de seguir escuchando es a través de los libros.

Hay grandes obras que sirven de cabecera en las protestas de Estados Unidos y que, en cambio, aquí no encontraron su hueco en el mercado editorial. Pero hay muchos otros que sí y que conviene rescatar ahora para entender el alcance del racismo que se salda con vidas en Norteamérica desde mucho antes de la agresión contra Floyd. Seleccionar lecturas sobre la estructura racista de un país y aplicarlas a otros es lo que hacen, precisamente, proyectos como Los libros que nos unen.

Apadrinado por el periodista y activista Moha Gerehou, cada semana analizan un título atravesado por la causa racial en sus redes sociales y una vez al mes (cuando volvamos) de forma presencial en la librería Traficantes de sueños de Madrid.

Una gran parte del movimiento Black Lives Matter se centra en la enseñanza porque «si hay algo que puede acabar en el futuro con el racismo, además de la lucha política, es la educación». Y estos 15 títulos escritos por mujeres y hombres negros son toda una muestra de conocimiento, comprensión y orientación para empezar con el cambio.

color

El color de la justicia, de Michelle Alexander (Capitán Swing)

Es conocido como la biblia del Black Lives Matter. Un porcentaje desproporcionado de la población carcelaria de Estados Unidos está compuesto por afroamericanos y, en este libro, la periodista Michelle Alexander detalla la combinación de diferentes factores legales que hacen que los hombres negros tengan más probabilidades de ser blanco de la policía y de recibir largas condenas de prisión.

En inglés se titula The New Jim Crow en referencia a las leyes de segregación racial del sur de EEUU.


Americanah

Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie (Literatura Random House)

Ifemelu, como su autora, es una chica nigeriana de clase alta que llega a Nueva York para estudiar y buscar nuevas oportunidades. Una expectativa que se desvanece en cuanto pone un pie al otro lado del charco y empieza a sufrir el escarnio por su color de piel.

El relato ficticio se funde con el de Chimamanda, ya que muchas de las cosas que cuenta las sufrió en primera persona cuando llegó a Filadelfia con una beca para la universidad. Ahora, su relato se ha convertido en un referente para muchas jóvenes afroamericanas.


Angela Davis

La libertad es una batalla constante, de Angela Davis (Capitán Swing)

Una de las características que define y une a los grandes pensadores de la Historia es la capacidad de ir por delante de la sociedad y de dar antes con las conclusiones que el resto tardaremos años en obtener. Y, en ese grupo selecto, Angela Davis ocupa una posición de oro.

Ya fue pionera en el libro Género, raza y clase donde sentó las bases teóricas de la interseccionalidad que hoy está en boca de todos. Por su parte, La libertad es una batalla constante profundiza en la necesidad de instaurar un activismo que plante cara a todas las injusticias sociales: del feminismo al antirracismo, pasando por la lucha contra el cambio climático o la liberación de Palestina. Desafía a construir el Movimiento de la liberación humana y nos recuerda que esa es «una batalla constante».


destello

Un destello de libertad, de Keeanga-Yamahtta Taylor (Traficantes de sueños)

El trabajo de Taylor es seguramente uno de los mejores análisis políticos sobre las relaciones entre el viejo y el nuevo movimiento negro. De la corriente por los Derechos Civiles y los Black Panthers al contraataque económico e ideológico de Nixon y Reagan y los límites de la integración de políticos afroamericanos en las instituciones, con Obama como mejor exponente.

Destaca la novedad de la reciente oleada de protestas, en una increíble anticipación de estas últimas, y también los múltiples problemas a los que se enfrentan.


Ilustración que aparece en la cubierta del libro

Un día más en la muerte de EEUU, de Gary Younge (Libros del K.O)

El 23 de noviembre de 2013 murieron diez adolescentes por arma de fuego en Estados Unidos. El más pequeño tenía nueve años; el mayor, diecinueve. Esta cifra, que en muchos otros países habría parecido desorbitada, pasó sin apenas atención entre las noticias de la prensa estadounidense.

El periodista Gary Younge, entonces corresponsal de The Guardian en el país norteamericano, se propuso rescatar del olvido los nombres y las historias de aquellos diez muchachos. Aquí se puede leer un fragmento en exclusiva del ensayo.


mundo y yo

Entre el mundo y yo, de Ta-Nehisi Coates (Seix Barrall)

«Te escribo en tu decimoquinto cumpleaños», escribe Coates a su hijo. «El año en el que te enteraste de que Eric Garner fue ahogado por vender cigarrillos; de que Renisha McBride fue disparada por buscar ayuda; y de que a John Crawford le dispararon por merodear en una tienda. Has visto a hombres vestidos de uniforme y asesinando a Tamir Rice, un niño de 12 años a quien juraron proteger. Y has visto a hombres con el mismo uniforme golpear a Marlene Pinnock, la abuela de alguien, a un lado de la carretera». Un análisis desgarrador de la posición céntrica que ocupa el racismo en la vida de este periodista, su hijo y todos los que les rodean.


Gueto

Gueto, de Mitchell Duneier (Capitán Swing)

Para el sociólogo Duneier, el concepto de gueto fue una invención de los estados represores que querían segregar a una parte de su población y más tarde esos lugares se convirtieron en un símbolo político en sí mismo para quienes viven en ellos.

Mediante un pormenorizado análisis de los trabajos intelectuales de distintas épocas, infiere que el alambre de espino de los nazis no era más eficaz que los contratos restrictivos de los negros de EEUU, con los que creció la discriminación laboral, empeoraron las condiciones higiénicas, sanitarias y educacionales y la delincuencia juvenil se convirtió en una lacra. Un ensayo fundamental para entender una realidad que colea en el presente.


matrimonio

Un matrimonio americano, de Tayari Jones (Alianza editorial)

Además de ser elegido por Obama en su clásica lista de lecturas de verano, esta novela es «una representación conmovedora de los efectos de una condena injusta por violación en una joven pareja afroamericana».

Los protagonistas, Roy y Celestial, son un joven ejecutivo y una artista en ciernes con una brillante carrera profesional por delante. La suya es una historia de amor, pérdida, lealtad y capacidad de recuperación de los seres humanos, pintada sobre un lienzo político que ilumina la Norteamérica de hoy.


Malcolm

Biografía de Malcolm X, de Alex Haley (Capitán Swing)

Escrita por Alex Haley, autor del vademécum de la lucha racial, Raíces, y ganador del Pulitzer, esta biografía es fruto de más de 50 entrevistas en las que se recoge la historia del dirigente negro que, junto a Martín Luther King, ha marcado la lucha por los derechos de los descendientes de esclavos.

Malcolm X ahonda sobre las mentiras y limitaciones del sueño americano y sobre el racismo de una sociedad que niega a sus ciudadanos no blancos la oportunidad de soñar.


Ojos azules

Ojos azules, de Toni Morrison (Debolsillo)

Morrison estrenó pluma a los 40 años. Suena tarde para la mayoría, pero en su caso fue la clave para esbozar unas primeras líneas que dejan sin aliento a casi todo el que las lee. «Silencioso como si estuviera oculto, no había caléndulas en el otoño de 1941. En aquél momento pensamos que las caléndulas no crecían porque Pecola iba a tener el hijo de su padre».

Así comienza Ojos azules, sobre una niña negra, solitaria y poco querida que sueña con tener unos ojos como los de Shirley Temple. La autora neoyorquina se atrevió a irrumpir con tal dureza debido a su trayectoria como editora en el gigante Random House. Allí descubrió un punto ciego y racista en el mercado norteamericano, le puso luz y lo empequeñeció. Una labor impresionante que comenzó con esta obra.


The Underground Railroad

El ferrocarril subterráneo, de Colson Whitehead (Literatura Random House)

Whitehead leyó muchos testimonios de esclavos de plantaciones para dar forma a su Ferrocarril subterráneo pero lo que le destrozó de verdad fue la película 12 años de esclavitud. La protagonista en su caso, Cora, es una chica de quince años que escapa de los trabajos forzados a través de una red subterránea de trenes y vías.

El jurado del Pulitzer, que ganó en 2017, comparó esta obra con Cien años de soledad y con El diario de Anna Frank por la crudeza de las palabras de esta adolescente.


odio

El odio que das, de Angie Thomas (Gran Travesía)

Starr es una chica de dieciséis años de edad que vive entre dos mundos: el barrio pobre de gente negra donde nació, y su instituto situado en un elegante barrio residencial blanco. El difícil equilibrio entre ambos se hace añicos cuando se convierte en testigo del asesinato a tiros de su mejor amigo, Khalil, a manos de un policía.

El libro de Thomas, que después se convirtió en película, causó un gran revuelo en Estados Unidos, donde trece editoriales se disputaron sus derechos por reflejar fielmente el espíritu del Black Lives Matter.


KKKLAN

Infiltrado en el KKKlan, de Ron Stallworth (Capitán Swing)

Pocos conocen que la aplaudida película de Spike Lee narra la historia real de Ron Stallworth, un agente negro que en los años 70 consiguió infiltrarse en el Ku Klux Klan (KKK), el grupo de supremacistas blancos más importante de Estados Unidos. Para ello, contó con la ayuda de un policía blanco que asistía a las reuniones, hacía amigos y grababa las conversaciones, por lo que consiguió algunos de los detalles más escabrosos de la organización. Durante la investigación, Ron también saboteó quemas de cruces y desenmascaró a los supremacistas blancos del Ejército.


pajaro

Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado, de Maya Angelou (Libros del Asteroide)

Angelou fue una de las primeras mujeres afroamericanas que usó su literatura como arma contra el racismo, y esta es su primera autobiografía. Aunque narra episodios dolorosos, lo hace desde la inocencia y la alegría de una voz infantil, sobre todo en el periodo en el que vivió con su abuela en un pequeño pueblo de Arkansas. Lo que vio y aprendió allí, el sentimiento de comunidad, le permitió sobrevivir a las agresiones raciales y sexuales que sufrió por parte de hombres blancos en California. Al final, las letras y Shakespeare fueron su salvación.


blues

El blues de Beale Street, de James Baldwing (Literatura Random House)

La mejor obra de Baldwin para analizar el racismo en EEUU es The Fire Next Time, su apasionada súplica para «poner fin a la pesadilla racial» en Estados Unidos que fue un éxito de ventas, que no ha llegado a nuestro país. Pero, teniendo en cuenta que es una pluma referente del movimiento, esta tampoco se queda atrás: una dolorosa historia de amor e injusticia racial en el Nueva York de los setenta que el año pasado inspiró una película de Barry Jenkins, director de Moonlight.

Fuente e Imagen: https://www.eldiario.es/cultura/libros/Libros-racismo-Estados-Unidos_0_1034146986.html

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Un libro escrito por alumnos sobre la experiencia del confinamiento

Por: Educación 3.0

El libro ‘Diario de un confinamiento en familia’, escrito por alumnos de 3º de Primaria del colegio San Enrique de Quart de Poblet (Valencia), se publicará en junio de 2020 con fines solidarios. En él, han narrado la vida de una familia imaginaria basándose en sus propias vivencias.

Durante la etapa de confinamiento han surgido interesantes proyectos educativos que han sacado a relucir la creatividad de docentes y estudiantes. Entre ellos destaca el llevado a cabo por 26 alumnos de 3º de Primaria del colegio San Enrique de Quart de Poblet (Valencia) que, ayudados por su profesor, han escrito un libro: Diario de un confinamiento en familia.

«Los niños escribían uno de sus días de confinamiento como si fuesen los protagonistas del libro, describiendo una familia imaginaria muy peculiar pero que representaría a cualquiera de nosotros. De esa forma repasaban aprendizajes de Lengua y de otras áreas mediante la realización de experimentos, retos y actividades divertidas», explica Francesc Nogales, quien ha coordinado el trabajo de sus estudiantes y destaca su utilidad para trabajar la competencia lingüística y comunicativa.

Ilustración de un alumno para el libro escrito por alumnos sobre el confinamiento

Diario de un confinamiento en familia

Además de ser los escritores, todos los alumnos han diseñado las ilustraciones del libro y han revisado los contenidos, repartiéndose los distintos roles dentro del proyecto: escritor, guionista, ilustrador, revisor y editor. “Hemos trabajado con documentos compartidos en la nube, en los que los estudiantes escribían y podían ver diariamente lo que otros compañeros redactaban. De esta manera, hemos participado todos de forma inclusiva y colaborativa utilizando las herramientas digitales que podíamos”, detalla el docente. Los alumnos que no podían participar de manera digital por no tener un ordenador enviaban su punto de vista con fotos o audios.

Los resultados han sido muy positivos, y el alumnado se ha volcado con la iniciativa.

«Me ha encantado, porque contando lo que hacemos nosotros podemos ayudar a otros niños que viven la misma situación», afirma Miquel Sánchez, uno de ellos, quien ha revisado también varios errores ortográficos de la obra. «Me ha gustado mucho escribir el libro, porque entre todos contábamos cosas que hemos hecho, actividades divertidísimas que nos enviaba el profe (que en el libro es una chica) y además será un recuerdo precioso de esta experiencia», comenta Adabella Carrasco, otra de las autoras.

El libro se publicará oficialmente durante el mes de junio 2020. Todos los beneficios que se recauden con la venta de ejemplares serán donados a la ONG Karit Solidarios por la Paz, que desarrolla proyectos de cooperación internacional en África, Asia y América Latina.

Otros proyectos literarios

Para estos niños es su primera experiencia publicando un libro, pero el Colegio San Enrique ya publicó hace un año ‘Las aventuras de Chip y Chap en el libro del agua’, realizado por otro curso también de Primaria. Para el centro, el fomento de la lectura y la escritura es fundamental y han trabajado en otros proyectos innovadores como ‘Reseña tu lectura’, en el que los estudiantes escriben en diversos medios de comunicación escrita y radiofónica valorando libros y recomendando lecturas.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/libro-escrito-por-alumnos-confinamiento/

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Hacer de la necesidad virtud (II): Bibliotecas públicas y equidad educativa

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento y el acierto en la elección. Estamos ante una oportunidad única para impulsar el hábito lector pero, para ello, necesitamos el concurso de las bibliotecas públicas.

¿Por qué, en tiempos de pandemia y coronavirus, se habla tan poco de libros? Vengo dándole vueltas a esta pregunta desde que iniciamos la cuarentena. ¿Por qué, si el principal problema educativo que hemos detectado es la exclusión escolar, las bibliotecas no se consideran un servicio de primera necesidad, como las tiendas de alimentación o las farmacias?

En tiempos de brecha digital -de brecha social y escolar-, los libros son el amortiguador más sencillo y más inmediato contra la inequidad educativa. Hubiera bastado que los profes nos hubiéramos puesto de acuerdo en recomendar un puñado de buenos libros -libros informativos y libros de ficción, libros cuya lectura acompañaríamos y libros de los que no habría que rendir cuentas- para que el tránsito entre la educación en la escuela y la formación en casa no hubiera sido ni tan brusco ni tan injusto. Tendremos que darle una vuelta a nuestra lentitud de reflejos, a por qué los libros han desaparecido, incluso, de nuestro imaginario docente. Del hegemónico, al menos.

Ni siquiera la brecha digital hubiera sido tan abrupta con buenas bibliotecas escolares. Estas, allá donde funcionan, se ocupan también de la alfabetización mediática de estudiantes y docentes y tienen, cuando menos, detectados los problemas: quiénes disponen de dispositivos móviles y quiénes no, quiénes disponen de conexión en casa y quiénes no; qué aplicaciones y plataformas son fiables y cuáles no. Eso, tan solo, como punto de partida. Porque las bibliotecas escolares hace tiempo que dejaron de ser tan solo un espacio físico donde se alojan los libros, y son el verdadero agente dinamizador -que impulsa y coordina- todas aquellas prácticas vinculadas a la alfabetización del siglo XXI: desde cómo distinguir noticias fiables de fake news a cómo seleccionar, elaborar y comunicar información, entre otras muchas cosas. Claro que estos contenidos conciernen al profesorado de todas las áreas, pero mientras las rutinas docentes y las evaluaciones externas miren hacia otro lado pocos parecen darse por aludidos.

Necesitamos responsables en nuestras bibliotecas escolares -con formación y recursos, lo hemos dicho ya muchas veces- que vertebren iniciativas, especialmente aquellas medulares y que, sin embargo, el currículo disciplinar orilla o desdeña.

Pero hoy quisiera centrarme en la lectura de libros: de papel o electrónicos, pero en los libros. Y en por qué creo que, cuando se atenúen las condiciones de nuestro confinamiento, las bibliotecas públicas podrían y aun deberían ocupar un papel central en el tramo final del curso. Hablaré de secundaria, que es lo que conozco de primera mano, pero la tesis de fondo de estas líneas es aún más pertinente si cabe para los tramos de infantil y primaria.

Todos los años, al empezar las clases, dedico una o varias sesiones a hablar con mis alumnas y alumnos acerca de sus hábitos lectores y sus libros favoritos. Y todos los años me encuentro con tres perfiles diferenciados, aunque enormemente porosos entre sí.

En primer lugar, los refractarios a la lectura: «No leo nada. Nunca he leído nada que me guste». «Una vez leí un libro. Y no me gustó». «Yo no leo nada. Y si me mandan leer algo en el instituto o me veo la peli o me leo un resumen». «Antes leía. Ya no». «Me tiene que llamar mucho la atención el libro; si no, no me lo leo. He intentado leer algún libro, pero no». «Profe, yo solo leo el Marca«.

Pero incluso estos nos dejan un resquicio abierto: «No me gusta nada leer, pero una vez me leí un libro por mi cuenta y me gustó. Se llamaba El niño del pijama de rayas«. «No leo mucho, pero me gustan las curiosidades que leo en Instagram. Lo de ¿Sabías que…? Eso sí me lo leo». «No leo nada. Y ya. Pero me gustaría tener disciplina. Dormirme leyendo un libro». «A veces sí que leo, depende de lo que me aburra». «Leo cuando tengo tiempo». «No es que no me guste leer, me gusta algún tipo de libros, como Juego de Tronos». «Leer no es que me emocione, pero los libros que me mandan en el instituto sí que me los leo». «Con los libros del instituto al principio no me gustan, pero luego me voy enganchando». «Me gusta mucho leer, pero no libros. Revistas, moda, cosas de actualidad».

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento, y el acierto en la elección.

Luego están los lectores ocasionales, aquellos que leen a rachas. «No me gusta mucho leer. Mi libro favorito es El señor de los anillos«. «No es que no me guste leer, pero no suelo hacerlo». «Me gusta leer, pero no leo mucho». Añoran los tiempos en que sí eran ávidos lectores. «Cada vez leo menos». «Antes leía un montón». Son quienes sí leen lo prescrito en el instituto, pero poco más. Este grupo aumenta según nos adentramos en la adolescencia. Porque es entre los más pequeños del instituto donde encontramos los lectores más fervientes.

Y ahí están los lectores compulsivos: quienes se han leído todo Roald Dahl, Laura Gallego, Harry PotterPercy Jackson, John Green. Fans de un título, un autor, un género, cuesta sacarlos de ahí. Se nos perderán en cuanto no acertemos a establecer el tránsito entre las tramas fantásticas o adolescentes y otros géneros que los saquen de la espiral en que andan confinados. No podemos pretender que salten sin red de ahí al Poema del CidEl Lazarillo de Tormes o San Manuel Bueno Mártir. Hay literatura juvenil para la segunda adolescencia y hay clásicos universales para los jóvenes lectores. Solo hay que ir a buscarlos.

Pero es que, además, están los refractarios a la narrativa de ficción (aunque a lo mejor sí se atreven con la novela gráfica) pero sí son lectores ocasionales de poesía. Están también quienes no quieren saber nada de literatura pero les entusiasman las biografías; quienes, puestos a leer, prefieren hacerlo con un libro de historia o de ciencia o hasta con un título de economía. Están -y estos son lectores en auge- quienes buscan en los estantes lo que haya de feminismo o ecología, y lo devoran con fruición y no hacen sino recomendarlo.

Todos ellos, lectores y no lectores, lectores de literatura y de libros informativos, necesitan de la escuela para impulsar sus hábitos y ampliar sus itinerarios de lectura. Muchos -si no todos- dependen de las prescripciones de la escuela, tan denostadas -y es verdad que tantas veces hechas con muy poco acierto-. Contamos ahora con un momento excepcional para aprovecharlo. La lectura sostenida y continuada, la lectura por placer, es también factor determinante en la mejora de la competencia lectora, esa que luego tanto echamos en falta.

Pero para que ello sea posible, y para no abrir más brechas en la equidad entre quienes pueden acceder al préstamo electrónico de libros -porque tienen dispositivo, conexión, y carnet de la biblioteca municipal- y quienes no pueden hacerlo, necesitamos que las bibliotecas públicas vuelvan a abrirse cuando el cese el estado de alarma, puesto que los centros escolares seguirán probablemente cerrados mucho más tiempo. Abrirlas siquiera exclusivamente al préstamo; con ventanilla y distancia social, con guantes y mascarillas, pero abrirlas.

Y necesitamos -profes, esto va por nosotros- volver a poner los libros en el centro de nuestro imaginario pedagógico y pensar -¡colectivamente!- qué puñado de libros podrían conformar ese plan lector de urgencia para una cuarentena.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/07/hacer-de-la-necesidad-virtud-ii-bibliotecas-publicas-y-equidad-educativa/

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Francesco Tonucci: “No perdamos este tiempo precioso dando deberes”

Por: Ana Pantaleon y Gianluca Battista

Francesco Tonucci (Fano, 1940) es un experto en niños. Desde su casa de Roma, donde lleva cinco semanas encerrado, este psicopedagogo italiano contesta por videoconferencia algunas de las cuestiones que más afectan a los menores durante este periodo de encierro para combatir el coronavirus. Tonucci reconoce que son muchos los padres que piden consejos. Propone ideas como que tengan su propio diario secreto de confinamiento o un lugar, por pequeño que sea, para esconderse dentro de casa. El psicopedagogo se muestra crítico con la escuela y cómo está afrontando este encierro.

Pregunta. ¿Qué es lo peor del confinamiento para los niños?

Respuesta. Debería ser el no poder salir, pero es mentira porque lamentablemente tampoco antes salían. Los niños desean salir y solo pueden hacerlo de la mano de un adulto. Con lo cual es importante que los niños vuelvan a salir, dentro y fuera del coronavirus. Quedarse en casa es una condición nueva, no ser autónomo no lo es. Espero que los niños puedan mostrarnos con la fuerza de este encierro cuánto necesitan más autonomía y libertad. Es muy interesante cómo están reaccionando ellos. Durante los primeros días de confinamiento, envié un vídeo a nuestras ciudades de la red internacional de la ciudad de los niños animando a convocar los consejos para pedir su opinión y dar consejos a los alcaldes; me parecía un poco paradójico que todo el mundo pedía a los psicólogos consejos para los padres y a los pedagogos para los maestros y nadie pensaba en ellos. Los niños sienten mucho la falta de la escuela, es decir, no de los profesores y los pupitres sino la falta de los compañeros. La escuela era el lugar donde los niños podían encontrarse con otros niños. La otra experiencia en la que pude comprobar que la escuela era muy deseada para los niños fue cuando están en el hospital.

P. Entonces, considera que los políticos no tienen en cuenta a los menores para tomar sus decisiones.

R. Como siempre. Los niños prácticamente no existen, no aparecen en sus preocupaciones. La única preocupación ha sido que la escuela pueda seguir de forma virtual. En Italia, por ejemplo, la gran preocupación es demostrar que pueden seguir igual que antes a pesar de las nuevas condiciones, es decir, lo hacemos casi sin que den cuenta, sentados como estaban en la escuela frente a una pantalla haciendo clases y con deberes. Muchos no se han dado cuenta de que la escuela no funcionaba antes y en esta situación se nota lo poco que funcionaba. Los niños están hartos de los deberes y para las familias es una ayuda porque es lo que ocupa a los niños. Los deberes siempre son demasiados, no tanto por la cantidad sino por la calidad. Son inútiles por los objetivos que los docentes imaginan.

P. Si se hace todo mal, ¿qué propone?

P. Hice un pequeño vídeo ofreciendo consejos de sentido común. Tenemos una oportunidad. Los niños en la escuela se aburren y así es difícil que aprendan. Además, existe un conflicto entre escuela y familia, es un conflicto moderno, la familia siempre está lista para denunciar el colegio. Ahora la situación es nueva: la escuela se hace en familia, en casa. Propongo que la casa se considere como un laboratorio donde descubrir cosas y los padres sean colaboradores de los maestros. Por ejemplo, cómo funciona una lavadora, tender la ropa, planchar, aprender a coser…

P. Pero en este laboratorio, ¿los padres están trabajando también?

R. Pido cosas que hay que hacer en casa igualmente. La cocina, por ejemplo, es un taller de ciencia. Los niños deben aprender a cocinar. El maestro puede proponer que los alumnos cocinen un plato con su salsa y escriban la receta. Así estamos haciendo física, química, literatura y se puedo montar un libro virtual de recetas. Otra experiencia que me parece importante es que los niños hagan vídeos de su experiencia en casa. La otra experiencia, por supuesto, es la lectura. Cómo la escuela no consigue que los niños amen la lectura es un gran peso. La escuela debería preocuparse más, dar a sus alumnos el gusto de leer.

P. Eso supone enfrentarse a las pantallas, a los videojuegos.

R. Estamos pensando en una escuela que tiene que hacer propuestas a los niños encerrados en casa. Proponer a los niños que lean un libro debe ser un regalo, no un deber. Hay otra forma que es la lectura colectiva, de familia. Crear un teatro que tiene su horario y su lugar en la casa, y un miembro de la familia lee un libro como si fuera una telenovela. Media hora todos los días. Son propuestas que parecen poco escolares, pero todas tienen que ver con las disciplinas escolares. Estudiando las plantas de las casas se puede hacer una experiencia de geometría. Todo esto lo digo para que se entienda que se puede aprovechar la riqueza que tenemos ahora, la casa y la disponibilidad de los padres. Usted dice que los padres no tienen tiempo: no es verdad. A pesar de todo el tiempo que están ocupados, no saben qué hacer en el tiempo libre. Normalmente el tiempo que pasan con ellos es para acompañarlos a actividades y no para vivir con ellos. Otra propuesta es que jueguen, eso es lo más importante. Que inventen juegos. Llamar a los abuelos para que aconsejen juegos, ellos fueron niños cuando los juegos había que inventarlos.

P. Nunca habremos pasado con ellos tanto tiempo como ahora.

R. Por eso mismo. No perdamos este tiempo precioso dando deberes. Aprovechemos para pensar si otra escuela es posible.

P. ¿Qué tiene que hacer un niño el primer día que salga de este confinamiento?

R. Gritar, lanzar piedras, correr, y abrazarse con alguien; aunque eso último será complicado.

Fuente e Imagen: https://elpais.com/sociedad/2020-04-11/francesco-tonucci-no-perdamos-este-tiempo-precioso-dando-deberes.html?utm_source=Facebook&ssm=FB_CM#Echobox=1586624575

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¿Eres un maestro del tsundoku sin saberlo?

Por: Semana Educación

El amor por la lectura en ocasiones lleva a excesos y puede conducirnos al ‘tsundoku’. ¿Qué significa este término japonés que toma cada vez más popularidad?

Ernest Hemingway probablemente lo era, dada su costumbre de comprar hasta 200 libros al año.

A su muerte, la biblioteca del escritor estadounidense en la Finca Vigía en Cuba tenía unos 9.000 volúmenes… y tenía muchos más en su otro hogar en Key West, EE.UU.

Quizás la autora británica Virginia Woolf también lo era: su biblioteca personal, de unos 4.000 títulos, creció a partir de un núcleo de libros que heredó de su padre, quien siempre le permitió elegir lo que quisiera de su colección, con la condición de que decidiera sola qué quería leer, en lugar de confiar en las opiniones de los demás, y de que leyera todo dos veces.

Alguien que definitivamente lo fue es el italiano Umberto Eco.

Tenía unos 30.000 libros y catalogaba a quienes lo visitaban en dos categorías:

  1. Aquellos que reaccionaban con un «¡Guau! Signore professore dottore Eco, ¡qué biblioteca tiene! ¿Cuántos de estos libros ha leído?«…
  2. Y los demás, una minoría muy pequeña que comprendía que su biblioteca no era voluminosa porque hubiera leído tanto sino porque deseaba leer tanto más.

Eso hace al autor de «El nombre de la rosa» en un maestro del tsundoku… y quizás tú también lo seas.

¿Tienes el hábito de comprar libros que nunca llegas a leer?

Si tu respuesta es afirmativa, quedas declarado culpable.

Quizás seas un practicante modesto del tsundoku, de los que tienen una pequeña pila junto a su cama que planea leer justo antes de irse a dormir, o todo un maestro impúdico, con estantes desbordados de libros que amenazan la integridad estructural de tu casa.

El caso es que si eres propietario de cualquier cantidad respetable de libros que, aunque comprados con buenas intenciones, languidecen intactos, ya tienes una nueva palabra para describirte a ti mismo, a las pilas de libros o a la situación.

Y es que, desde que se descubrió que el japonés tenía la palabra que en otros idiomas faltaba, tsundoku se empezó a usar con tal entusiasmo que aparece como sustantivo, adjetivo y verbo, describiendo desde las pilas de libros mismas, hasta a la persona que las crea, así como la acción de crearlas o de poseer una gran cantidad de literatura no leída.

Relativamente nuevo

Incluso en japonés, el término es relativamente nuevo.

Apareció en forma impresa en 1879, aunque probablemente ya estaba en uso antes de eso.

 

La palabra «doku» se puede usar como verbo que significa «leer», le explicó a la BBC Andrew Gerstle, experto en textos japoneses premodernos y catedrático en la Universidad de Londres.

El «tsun» en «tsundoku» se origina en «tsumu«, una palabra que significa «apilar».

Entonces, al unirse, «tsundoku» significa comprar material de lectura y acumularlo.

«La frase ‘tsundoku sensei‘ aparece en un texto de 1879 según el escritor Mori Senzo», señaló Gerstle, quien agregó que tenía un dejo de sátira pues «se trata de un maestro que tiene muchos libros, pero no los lee».

Si bien en ese caso se utilizó como una burla, Gerstle puntualizó que en Japón la palabra no tiene ningún estigma asociado.

¿Otra palabra para la bibliomanía?

Pero, y la palabra «bibliomanía»… ¿no es equivalente al ‘tsundoku‘ japonés?

Curiosamente, ambas emergieron alrededor de la misma década.

«Bibliomanía» o «La locura del libro: un romance bibliográfico» fue el título de una novela del siglo XIX del inglés Thomas Frognall Dibdin que exploraba esa «neurosis» que él mismo sufría.

Aunque nunca fue clasificada médicamente, la bibliomanía fue en esa época considerada como una temida enfermedad que llevaba a sus víctimas a la perdición, invadidas por un oscuro deseo de poseer libros, particularmente los únicos, como las primeras ediciones y copias ilustradas.

Pero con el tiempo, el término dejó de ser tan oscuro: según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la bibliomanía es una «propensión exagerada a acumular libros».

Si bien las dos palabras tienen significados similares, hay una diferencia clave: bibliomanía describe una intención de coleccionar libros, mientras que tsundoku describe la intención de leer libros; la eventual creación de una colección es accidental.

Quizás es por eso que también ha ayudado a aliviar un poco la culpa que se siente al adquirir más libros cuando somos conscientes de que en casa nos esperan varios que queremos leer.

Como bien dijo A. Edward Newton, autor, editor y coleccionista de 10.000 libros: «Hasta cuando la lectura es imposible, la presencia de libros adquiridos produce tal éxtasis que la compra de más libros de los que uno puede leer es nada menos que el afán del alma de extenderse al infinito».

Fuente e imagen tomadas de: https://www.semana.com/educacion/articulo/eres-un-maestro-del-tsundoku-sin-saberlo/647985

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Dieciséis libros sobre educación: cosecha 2019

Por: Jaume Carbonell

Se termina 2019 y con él un buen año para la edición de libros sobre educación, desde muy diferentes perspectivas. Dejamos aquí una selección de algunos, no son todos los que podrían estar, pero sí los suficientes como para hacerse una buena panorámica.

Más allá de la escuela

Beard, A. (2019) Otras formas de aprender. Barcelona: Plataforma Editorial.

“¿Por qué metemos a los niños en un aula y les hacemos permanecer en ella durante doce años hablando con una persona cuando eso no volverá a sucederles en toda su vida? No tiene ningún sentido”. Este es uno de los muchos testimonios que recoge el autor que, tras una experiencia docente no muy satisfactoria, emprendió un viaje por medio mundo para explorar qué funciona en educación y qué no -este es el subtítulo del libro- hablando con gente vinculada al mundo de la ciencia, la empresa, la economía, la tecnología, la medicina y, por supuesto, la educación, constatando el divorcio que existe entre los progresos del mundo y el enquistamiento de la escuela en modelos tradicionales obsoletos. También bucea en la historia, destacando aquellas aportaciones como la inteligencia o la neurociencia, entre otras, que apuntan hacia otras vías de signo innovador, subrayando el valor de la creatividad como elemento de ruptura y haciendo acopio de una información ingente, a veces poco estructurada. Con este propósito visita los mejores centros tecnológicos y escuelas del Silicon Valley californiano o las de Finlandia y Corea del Sur que, con orientaciones contrapuestas, obtienen las mejores evaluaciones de PISA, un instrumento de medición y comparación controvertido que merece sus elogios.

La obra se estructura en tres partes: pensar de nuevo, hacerlo mejor y ejercer el cuidado, y la cierra con un decálogo sobre lo que Beard considera una revolución del aprendizaje que, en líneas generales, coincide con otras propuestas alternativas: aprender constantemente; piensa críticamente; desarrolla tu creatividad; desarrolla el carácter; empieza pronto; fomenta la cooperación; practica la enseñanza; utiliza sabiamente la tecnología; construye el futuro, y nosotros somos el sistema: “El sistema no está ahí afuera. El sistema somos nosotros y está compuesto por las relaciones entre las personas. Todos tenemos una función que desempeñar dentro de él y la capacidad de influir en su funcionamiento, para mejor o para peor”. Beard respira optimismo y hace una apuesta por el desarrollo de nuestro rendimiento, nuestro intelecto y nuestra ética en clave solidaria y no competitiva; algo que se consigue con diferentes formas de aprender en función de las finalidades educativas. Y se despide con este mensaje: “Hasta los economistas coinciden en señalar que el aprendizaje garantiza la rentabilidad de las inversiones. ¿Qué es lo que nos detiene?”.


Viajar y soñar, porque Ítaca existe

Echeita, G. (2019). Educación inclusiva. Barcelona: Octaedro.

Este autor, que subtitula la obra como ‘El sueño de una noche de verano’, se ha dedicado media vida en cuerpo y alma a trabajar por lo que estima uno de los sueños posibles: el de la inclusión educativa. Tras su larga y sólida trayectoria como profesor universitario en los campos de la docencia, la investigación y el asesoramiento, hace un alto en el camino para escribir una obra de madurez, donde se deslizan ideas, emociones, narrativas y unas cuantas metáforas, entre otros recursos literarios, aderezados con la colaboración poética de Gemma Serrano. Y. sobre todo, muchos aprendizajes. Por eso, el libro se organiza como un viaje que guarda cierta analogía con el poema Educar de Gabriel Celaya y con otras metáforas marineras. Habla de vientos favorables, de cartas de navegación, de guías para la travesía o de turbulencias hasta llegar a Ítaca. Y este viaje lo hace arropado por colegas, docentes, equipos directivos y padres y madres -sobre todo madres-, porque Gerardo se ha perdido con frecuencia entre aulas y pasillos y ha atendido un montón de demandas familiares.

Para él existe un referente especialmente emblemático: la Declaración de Salamanca y su marco de Acción, producto de la Conferencia Mundial promovida por la UNESCO. Su tesis nuclear es que toda la infancia, independientemente de sus condiciones físicas, intelectuales, sociales, lingüísticas u otras debe ser acogida en la escuela ordinaria, mediante una educación común, garantizando, por tanto, el acceso en términos de equidad y calidad del llamado alumnado con necesidades educativas especiales: un largo camino trufado de dificultades. Uno de los principales retos es el de transformar todo tipo de barreras excluyentes en oportunidades, mediante un enfoque sistémico que significa un cambio radical de las políticas, culturas y prácticas educativas. Un proceso que requiere entornos acogedores y participativos para la atención a la diversidad, reflexiones compartidas, formación docente, un marco inequívoco de valores, escuchar la voz del alumnado, apoyos dentro y fuera de la escuela, variedad de recursos para el aprendizaje, estrategias de presión para vencer resistencias y una revisión y análisis constante de cuanto ocurre dentro del centro. Otro referente citado en este punto es la Guía para la Educación Inclusiva. Desarrollando el aprendizaje y la participación de Tony Booth y Mel Ainscow, uno de los expertos más reconocidos en este campo.
Echeita presenta un discurso esperanzador, por aquello del optimismo de la voluntad, pero también tiene muy claro que “la educación inclusiva solo avanzará significativamente si, y solo si, se pone en marcha una transformación profunda de los sistemas educativos excluyentes que ahora tenemos”.


Aprendizaje profundo

Fullan, M. (2019) El matiz. Por qué unos líderes triunfan y otros fracasan. Madrid: Morata.

Desde que la literatura educativa anglosajona empezó a traducirse al español, allá por los años 80, el nombre de Fullan se convirtió pronto en un referente para analizar los procesos de reforma, cambio e innovación, iluminándonos en sus críticas y alternativas. Esta es la tesis del libro: en un mundo en el que la toma de decisiones es cada vez más veloz, estratégica y determinante, se requieren liderazgos sólidos donde los matices y las sutilezas son muy importantes. Pero conviene señalar qué modelo educativo hay detrás. El autor rehúye recetas de la aborrecida escuela convencional y de las píldoras tecnocráticas y neoliberales, y apuesta por una educación pública igualitaria y transformadora que promueva el aprendizaje profundo: un aprendizaje de calidad “que queda anclado en la persona durante toda su vida, incrementa la implicación del alumno mediante la personalización y la apropiación y le pone en contacto con el mundo real”, donde se generan valores, destrezas, conocimiento, y nuevas relaciones de cercanía y confianza entre los diversos miembros de la comunidad educativa. Para Fullan esta innovación se condensa en lo que llama las competencias globales o las cuatro C: el carácter, la ciudadanía, la colaboración, la comunicación, la creatividad y el pensamiento crítico.

¿Qué liderazgo se requiere para este aprendizaje? Sobre todo uno que sepa profundizar y pueda ayudar a entender el cambio y a optimizarlo, tanto en el ámbito micro como en el macro. El matiz escapa a la superficialidad y está atento al detalle para que, a través de un proceso de inmersión y reflexión, pueda captar la imagen completa del sistema con toda su compleja red de conexiones, más o menos visibles: para que pueda ver los árboles pero también el bosque. El liderazgo atento al matiz siente curiosidad por lo que es posible, es sensible al contexto y abierto hacia otras personas, trabajando no solo para el grupo sino con el grupo, con una actitud integradora. Este es una de sus primeros atributos: el cambio requiere una determinación conjunta, con un propósito común y una interacción continua: el “juntos lo conseguiremos”. El segundo atributo es la adaptabilidad, y el tercero la cultura basada en la responsabilidad, individual y colectiva. En todos los casos se documenta con ejemplos de casos en los que se pone de relieve el liderazgo atento al matiz y al mundo en los procesos de cambio y mejora.


La pobreza en España tiene rostro infantil

Marí-Klose, P. (2019) La infancia que queremos. Madrid: Catarata.

Los niveles de pobreza infantil son una anomalía y solo se afrontan luchando contra la desigualdad y la vulnerabilidad. Este es el diagnóstico de partida del autor, profesor de Sociología de la Educación y diputado socialista, y exdirigente del Alto Comisionado para la lucha contra la pobreza infantil. En este ensayo desgrana, con rigor, estudios, datos y argumentos que, amén de las privaciones materiales que comporta, muestran diversas situaciones de un fenómeno que se rejuvenece y que provoca frustración, vergüenza, humillación y baja autoestima en quien lo padece. Porque, dentro de las políticas de bienestar que, con la crisis han ido a menos, las ayudas específicas para pobres suelen ser ayudas pobres.

En la primera parte, se destaca el carácter acumulativo de los problemas relacionados con la pobreza y el carácter multidimensional de la exclusión social: vulnerabilidad económica, vulnerabilidad laboral, falta de acceso a los bienes y servicios públicos y déficits de interacción social. Las evidencias educativas más llamativas tienen que ver con la segregación: el alumnado más desfavorecido se concentra en los mismos centros y entonces el rendimiento educativo baja en picado; con el fracaso escolar y con el abandono prematuro; con un acusado déficit de escolarización en el primer tramo de la educación infantil; o con el menor disfrute de actividades extraescolares y culturales, así como de apoyo y acompañamiento familiar. Todo ello repercute, en suma, en la formación básica y en la falta de credenciales para lograr una cierta mejora y movilidad social. El ascensor cada día permanece más tiempo averiado.

El autor da cuenta de algunos modelos exitosos en las políticas de bienestar infantil como los escandinavos, sin duda, de merecido reconocimiento. Más cuestionables resultan, por el contrario, las políticas que destaca del laborismo durante el gobierno de Tony Blair. Y, aunque es cierto que las políticas de infancia han entrado en la agenda de la Unión Europea, los pronósticos no son tan optimistas como se pintan. En la última parte, se presenta “Una agenda para erradicar la pobreza infantil” -éste es el subtítulo del libro- trufada de debates y propuestas: uno de ellos es el de la renta básica y su posible idoneidad o no. Las medidas tienen como horizonte la corrección de la privación material -como desfamiliarizar costes de crianza- y de la exclusión social, con intervenciones centradas en la propia infancia, la familia y la escuela y la comunidad: más escuelas infantiles, evitar las repeticiones que no conducen a ninguna parte, incidir en la equidad del ocio o hacer frente a la segregación.

Habrá que ver hasta qué punto los ambiciosos Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, de modo general y respecto a la infancia en particular, superan las dificultades institucionales y financieras, además de las resistencias ideológicas, que también las hay. Al tiempo.


Las enmiendas educativas de un profesor de secundaria

Navarra, A. (2019). Devaluación continua. Tusquets: Barcelona.

Desde la publicación de Panfleto antipedagógico, de Moreno Castillo (2006), no han cesado de aparecer textos escritos por profesores de secundaria -casi siempre hombres- que, a partir de sus vivencias han puesto a caldo la situación de la enseñanza en este tramo educativo, sobre todo tras la aplicación de la reforma educativa de la LOGSE, a la que se le atribuye la causa de todos los males. ¿Qué tiene de común y de específico el libro de Navarra, construido a partir de historias vividas u observadas durante su media docena de años de docencia, un campo de estudio bastante reducido? Las coincidencias abundan en dos primeros capítulos de este ‘Informe urgente sobre alumnos y profesores de secundaria’ -así reza el subtítulo-, repletos de escenarios y situaciones que, a veces de forma irónica y corrosiva, y siempre con una prosa muy rica y fluida, habla de lo que califica de fenómenos paranormales y del profesor sobrehumano: del imparable descenso del nivel educativo; del síndrome del examen en blanco; de la pérdida del hábito lector y de las dificultades en la comprensión lectora; del abandono de los contenidos y su sustitución por las competencias; de la miseria cultural del entorno; de la indisciplina y desorientación del alumnado; de la angustia y del malestar del profesorado que tiene que dimitir de su función instructiva para convertirse en un mero animador.

Lo específico se mueve en un mar de contradicciones. Cuando se limita a contar su experiencia se percibe un entusiasmo y un compromiso inequívoco por explorar nuevas vías de enseñanza y aprendizaje y de conexión con el alumnado, en términos de ensayo y error, evitando la deriva hacia el catastrofismo del blanco y negro y fijándose también en lo que funciona o podría funcionar. También denuncia con brillantez los efectos de las prisas, la inútil sobrecarga burocrática, las visiones economicistas, los brotes de racismo, la pobreza y la desigualdad. Y es sensible a las dificultades familiares y a las carencias emocionales de su alumnado. Pero en el momento que pasa de la anécdota a la categoría, con ánimo de teorizar y generalizar, el matiz deja paso a la contundencia de un discurso reduccionista y simplificador: “La nueva educación degrada nuestra democracia”; “La nueva pedagogía es profundamente clasista”; “El constructivismo genera analfabetismo funcional”. U otras afirmaciones sobre el nivel educativo y la memorización.

Por otro lado, conviene resaltar su devoción por Gregori Luri, al que considera el mejor pedagogo y a quien cita una buena cantidad de veces. Lo mismo que hace con Inger Enkvist, profesora y pensadora sueca, su otro gran referente, defensora acérrima de la educación tradicional -donde primen la disciplina, el esfuerzo y la autoridad del maestro-, porque entiende que toda nueva educación ha fracasado. Ni Enkvist ni Navarra hacen distingos entre las diversas versiones de la innovación o renovación educativa, como si se tratara de un relato único.

Este profesor apuesta por un proyecto educativo neutral, más allá de derechas e izquierdas, y por otro tipo de centros públicos que “tienen que rediseñar los profesores, no los sistemas anónimos, a partir de iniciativas libres”.


Una apuesta por el éxito escolar

Uruñuela, P. (2019) La gestión del aula, Madrid: Narcea.

El autor, profesor de secundaria, inspector y formador, ahora ya jubilado, sigue siendo un todo terreno muy luminoso de la convivencia. ¡Qué cantidad de talleres, seminarios, cursos y conferencias ha impartido estos últimos años en las diversas comunidades autónomas! Su conocimiento experto en este campo dejó su huella en su paso por el Ministerio de Educación, durante el gobierno socialista de Zapatero, con la elaboración del Observatorio de la Convivencia, un referente que debería tener continuidad anual. Con otras personas creó la asociación CONVIVES para la mejora de la convivencia -dispone de una publicación digital- y en El Diario de la Educación es el responsable, junto con Josep Maria Puig, del blog en torno a la convivencia y el aprendizaje servicio.

“Yo empecé a dar clase sin que nadie me hubiera hablado nunca de cómo es un adolescente y, mucho menos, de cómo son los adolescentes de treinta en treinta”. Consciente de la necesidad y de las dificultades de conducir hoy una clase con adolescentes, se propone contar -así reza el subtítulo- “Todo lo que me hubiera gustado saber cuando empecé a dar clase”. Se trata de un libro que combina el diagnóstico y la reflexión con las propuestas concretas de intervención, como un cuaderno de bitácora para orientar al profesorado para lograr un buen clima y gestión del aula, identificando y corrigiendo las conductas disruptivas; e introduciendo los necesarios cambios metodológicos y organizativos y trabajando la motivación y el bienestar emocional del alumnado. Su tesis es que un aprendizaje exitoso requiere una buena convivencia. En este proceso intervienen varios factores y actores: proyecto educativo, alumnado, familia,… Y profesorado: su actitud y formación; y a esto último se ha entregado Pedro Uruñuela con horas y horas de compromiso. Una obra madura, clara y bien organizada que incluye en cada capítulo un breve ensayo, unas conclusiones y un amplio y útil repertorio de propuestas prácticas, con pertinente bibliografía, siempre con una mirada positiva y lejos del clásico modelo disciplinario sancionador.


Entre dudas, preguntas, escuchas y ayudas

Funes, J. (2018) Quiéreme cuando menos me lo merezca… Porque es cuando más lo necesito. Barcelona: Paidós.

Este psicólogo, educador y periodista lleva toda la vida en medio de jóvenes y adolescentes: observándolos, escuchándoles, hablando con ellos y, sobre todo, tratando de comprenderlos, más allá de lo que dicen y hacen, rehuyendo discursos fáciles, etiquetas y estereotipos. Se trata, sin duda, de una de las voces más autorizadas para hablar de estos colectivos: porque ha trabajado a pie de aula, desde los equipos psico-sociopedagógicos; en la calle para dar respuesta a los diversos rostros de la marginación en aras a lograr transiciones hacia la vida activa y la inclusión; en diversos ámbitos institucionales; y en la formación de educadores y educadoras. Una larga trayectoria que le ha permitido conocer las adolescencias desde distintas miradas.

Tras varias publicaciones, llega este libro, un auténtico best seller del cual, desde que salió a finales de 2018, se han vendido 20.000 copias -en catalán y castellano- llegando a estar entre los libros de ensayo en catalán más vendidos: algo insólito en un texto educativo. Además, no hay semana que no tenga una nueva presentación. Un día me lo encontré y le pregunté cuál era la razón de tan buena acogida. “Las familias andan cada día más preocupadas y con más dudas, y piden respuestas”. El propósito del libro de Funes se encuentra en el subtítulo: ‘Una guía para padres y maestros de adolescentes’. Ahora bien, comprometido como está con la renovación pedagógica transformadora, no siempre se lo pone fácil a quienes le escuchan: porque huye de los discursos oficiales al uso y de las recetas cómodas, tratando de devolverles las preguntas e invitándolos a pensar. Su saber experiencial lo condensa en dos agrandes apartados: el trabajo de convivir con adolescentes y propuestas para gestionar algunas preocupaciones. Y en el epílogo desvela una de sus prioridades: “Nuestra tarea debería consistir en descubrir sus malestares, reducir las contradicciones que las provocan y buscar formas de ayudas sensatas”.


¡Qué poco se conocen y respetan los Derechos de la Infancia!

Tonucci, F. (2018) Manual de guerrilla urbana. Barcelona: Graó.

Este psicólogo italiano que, con un gran poder de seducción, consigue llenos espectaculares en sus intervenciones en España -dicen que más que en su propio país- es tan conocido como Tonucci como por Frato, su alter ego, que pone en tela de juicio las miserias del sistema educativo y de la pedagogía convencional a través de sus viñetas. Desde su primera obra, Con ojos de niño, no han cesado sus miradas a la infancia en sus diversos espacios educativos: la escuela, la familia y la ciudad, porque entiende que su bienestar se encuentra en esos y en otros lugares y artefactos que contribuyen a su socialización. Observador agudo e irónico, sabe reflejar en un dibujo un pensamiento profundo. Esto le permite ser muy prolijo en sus publicaciones: quizás no hace nuevas aportaciones pero aporta detalles y matices muy eficientes. Ahora, ya jubilado, ha dejado la investigación psicológica, pero como abuelo encuentra un rico campo de observación y creatividad.

Este manual de guerrilla tiene un destinatario: las niñas y niños que quieren conocer y defender sus derechos. En este caso el texto escrito pesa más que su ilustración, aunque nunca faltan las viñetas de Frato para resaltar con oficio y humor las ideas clave. La primera parte es una breve historia de la Convención sobre los Derechos del Niño, que se abre con esta pregunta: ¿Sabías que el art.3 de la Convención dice que el interés de las niñas y niños es siempre superior? Bastaría con que lo supieran el presidente, los ministros, los empresarios, los sindicatos, los alcaldes, los guardias, los maestros y los padres….”. Y la segunda se centra en las propuestas de rebelión, donde se habla del interés superior del niño; del derecho a expresar su propia opinión y a participar; el derecho al tiempo libre; y de derechos y deberes. El libro lo dedica a una niña de Rosario de 10 años, que dice: “La culpa de todo la tienen los mayores; debemos limitar el poder a los mayores”; y a un niño italiano de 5 años: “Si los adultos no escuchan a los niños, tendrán serios problemas”. Aviso para navegantes.


Contra mentiras y tópicos

Trilla, J, (2019) La moda reaccionaría en educación, Barcelona: Laertes.

El autor cuenta con una amplia y diversificada trayectoria en el campo de la práctica educativa -maestro de primaria, monitor de colonias y, desde hace muchos años, profesor en la Universidad de Barcelona- y en la investigación y producción teórica: pedagogía del ocio, educación moral, el análisis de diversas pedagogías y de cuestiones socialmente controvertidas. Este es un libro que se mueve en esta dirección, porque desmonta las falacias, tópicos, simplificaciones e invenciones que, con tanta contundencia como ligereza, difunden prestigiosos opinadores mediáticos -que cuando no hablan de educación son bastante progresistas- y un buen puñado de profesores, sobre todo de secundaria.

¿Cuál es la piedra de toque de su discurso, de las pedagogías que Trilla califica de reaccionarias? La reivindicación nostálgica de hace unas décadas en las que sostienen que el nivel educativo era más alto, se valoraban los contenidos, la autoridad docente no era cuestionada y se imponía la disciplina en las aulas. Tiempo en que los rituales de la escuela tradicional, sostienen, aún no habían sido sustituidos por las nuevas pedagogías renovadoras, causantes de todos los males y desgracias del actual sistema educativo. Trilla parte del análisis de algunos libros de esta órbita, sobre todo del pionero más influyente: El panfleto antipedagógico, de Moreno Castillo, y de piezas periodísticas, y con una argunentación sólida y minuciosa refleja buena parte de los mitos reaccionarios que se venden como la salvación de las mejores esencias educativas. Y esto se hace magnificando, de forma catastrófista, algunos problemas educativos actuales, en contraste con una idealización del pasado al que se le atribuyen todo tipo de virtudes. Quizás sí que la escuela de otros tiempos fue diferente para unas minorías socialmente y/o culturalmente privilegiadas pero no, ni mucho menos, para la mayoría de la población.

En el catálogo de las modas reaccionarias, donde se mezclan los discursos de la antipedagogía con algunas rémoras del pasado -que habría que diferenciar más nítidamente-, Trilla incluye cuestiones de signo bien distinto: la disciplina y los castigos corporales; autoridad del profesorado y de la atención a los contenidos; la condena indiscriminada a los pedagogos; la segregación por sexos y por niveles; el adoctrinamiento, muy centrado en la enseñanza de la Religión etc. Al final, aunque de forma breve, tampoco ahorra críticas a las pedagogías progresistas donde «tampoco es oro todo lo que reluce». Supongo que el autor podría extender la crítica a otros libros que han aparecido últimamente, algunos de ellos muy mediáticos.


Resistir al neoliberalismo desde la escuela pública

Rodríguez Martínez, C. (2019). Políticas educativas en un mundo global. Barcelona: Octaedro.

La autora es una de las caras más visibles del Foro de Sevilla, un colectivo que nace en esta ciudad a finales del 2012, conformado por profesores y profesoras, sobre todo del ámbito universitario, preocupados por la evolución y la deriva conservadora del sistema educativo y comprometidos por su mejora y transformación. A partir de su manifiesto fundacional: “Por otra política educativa”, han promovido encuentros y debates con otras redes que se mueven en la misma dirección, y han elaborado gran cantidad de textos para promover el debate, muchos de ellos publicados en el Diario de la Educación. Carmen atesora una triple mirada y experiencia: como profesora e investigadora universitaria: como responsable de la renovación pedagógica de la Junta de Andalucía hace ya algunos años, y como activista social en el campo de la educación y del feminismo.

Este libro, se inspira en la filosofía del Foro de Sevilla, aunque aporta su particular punto de vista y ahonda en cuestiones educativas y pedagógicas de enorme calado. De manera clara y ordenada arremete contra sistema educativo español, inscrito en el relato europeo neoliberal del capital humano, la competitividad, la gestión empresarial, la rentabilidad y la progresiva privatización, pero con un acento específico más conservador tras la aprobación de la LOMCE, con sus itinerarios segregadores y la homogenización y centralización del currículo, entre otros puntos negros. Asimismo, critica los sistemas de evaluación y las condiciones de precarización de la profesión docente, con una formación inicial desvinculada de la práctica y con una formación permanente a la baja, basada en el cursillismo y la mera certificación. Todo ello, sostiene, obstruye la autonomía personal y el empoderamiento docente.

En contraposición, Carmen Rodríguez apuesta por el modelo de escuela pública que garantiza los derechos de toda la ciudadanía, la laicidad y la justicia social; y por una educación para una ciudadanía crítica y democrática, sin olvidar la naturaleza política y ética del currículo: “Un conocimiento participativo, con sentido y transformador para construir una escuela democrática, deliberadora y reflexiva que evolucione desde la estrechez cultural hasta una verdadera ciudadanía universal conocedora de su legado”.


Miradas y propuestas críticas y solidarias

Moliné, B; Planes, Ll; Bonals, J. (2019) Educando para otro mundo posible: por una escuela comprometida. Barcelona: Graó.

Los tres autores, aparte de su actividad docente y educativa, han trabajado en el campo de la cooperación interescolar, la renovación pedagógica, la animación sociocultural y el asesoramiento psicopedagógico. Y los tres han formado parte de la Xarxa d’Escoles Compromeses, estrechamente vinculada a la Educación para el Desarrollo, cuyo propósito es generar conciencia crítica para la transformación social y política para avanzar hacia la justicia global en todas las comunidades del planeta. Esta modalidad educativa ha evolucionado desde un modelo asistencial y proteccionista hasta un desarrollo humano sostenible.

La obra, de una gran solidez, se estructura en dos bloques claramente diferenciados: el marco conceptual y las propuestas y experiencias. En el primero, dentro de un planteamiento que apuesta por la educación en valores y para la ciudadanía, se compaginan las dimensiones personales y relacionales, lo global y lo local, la teoría y la práctica, la mirada larga hacia horizontes utópicos y la pegada a las condiciones de la realidad cotidiana. Cabe destacar, entre otras valiosas aportaciones, los atributos derivados de la competencia social con las otras personas, sistematizada en estos puntos: la buena disposición hacia los demás, la hospitalidad, la generosidad, el cuidado, la equidad, el reconocimiento y la dignificación, y la capacidad de dejar ser. En los distintas temáticas que parten de dos premisas -conocer para tener criterio y tener criterio para actuar- se aprecia una cierta similitud con los ejes transversales contemplados en la LOGSE –la reforma impulsada por los primeros gobiernos socialistas-, tales como el medio ambiente, la cultura de la paz o el interculturalismo, que ahora han queda diluidos sino desaparecidos del currículo oficial.

En segundo bloque contiene siete experiencias que ilustran las conceptualizaciones, donde se ponen de relieve el compromiso social, el poder de la conversación, el intercambio entre comunidades y culturas mediante la correspondencia al estilo freinetiano, el trabajo en torno a los refugiados o la ciudad educadora. Un abanico de posibilidades para una comprensión e intervención crítica sobre la realidad.

Larrosa, J. (2019). Esperando no se sabe qué sobre el oficio de profesor. Avinyonet del Penedès (Barcelona): Candaya.

Este profesor de Filosofía de la Educación en la Universidad de Barcelona muestra en sus ensayos, con ciertas pretensiones literarias, un amplio bagaje lector. Así, más allá de la pedagogía, son frecuentes sus incursiones y referencias a la filosofía, al cine, a la literatura y a otros campos culturales. En sus anteriores producciones ha dado cuenta de ello. En este libro se incluye el género epistolar, la descripción de cursos y conferencias con sus correspondientes comentarios y otro tipo de intercambios con amigos, colegas y congresistas que enriquecen el núcleo de un relato amenizado por el fuerte protagonismo del autor.

Hay cuatro viejos conceptos recurrentes que vertebran la obra con los que Jorge Larrosa va conversando: la materia de estudio, el aula, la escuela y el profesorado. Los elogia, cuida y homenajea, defendiéndolos con pasión y sin fisuras, porque entiende que es la única manera de dignificar una escuela pública equitativa y de calidad que pueda sortear los nuevos vientos neoliberales.

“Es en la materia donde está la nobleza y, sobre todo, la magia, y lo único que el profesor debe tratar de hacer es que la magia de la materia llene la sala de clase”. En este sentido, se muestra muy crítico con las propuestas que tratan de diluir su esencia, con propuestas más modernas y rompedoras como los estudios culturales y de otro tipo de innovaciones. El aula, con un tratamiento excesivamente reiterativo, la concibe como el epicentro del aprendizaje, un lugar para el encuentro, la celebración y el goce. Se sitúa en las antípodas de los planteamientos que reivindican la hiperaula o más escuela y menos aula, como así titula M.Fernández Enguita uno de sus últimos libros. La función de la escuela la asocia a la lectura atenta, a la conversación rigurosa -no al mero parloteo- y a los objetivos básicos de la instrucción. Y al profesorado -dice que sólo debe ejercer de profesor para dignificar su oficio, prescindiendo de otros roles y atributos- le compete, sobre todo, conocer el mundo y ponerlo en el centro del aula, tratando de renovarlo y de impedir que no se desmorone, así como llamar la atención sobre las cosas importantes. No obstante, parece que Larrosa esté pensando más en el espacio universitario y en los niveles superiores del sistema educativo que en los inferiores.

Se agradece que el autor trate de dignificar aspectos tales como la materia, el silencio, la atención o la perseverancia, fruto de la mejor tradición, con frecuencia demasiado olvidados o asociados únicamente a un modelo pedagógico conservador; ahora bien, no acaba de entenderse que, cuando afirma que “tal vez ahora la tarea no sea tanto renovar la escuela como defenderla”, solo cite como amenazas la escuela de Disney, de los bancos y de las empresas tecnológicas, del shoping, de la emprendeduría, del coaching y del aprendizaje cognitivo, y se olvide de otros muchos relatos e intervenciones renovadoras y transformadoras en el seno de la educación pública.


Conversaciones para gozar y pensar

Nomen, J. (2019). El niño filósofo y el arte. Barcelona: Arpa.

El año pasado este profesor de la escuela Sadako, un centro innovador de reconocido prestigio, publicaba El niño filósofo, en torno al pensamiento crítico, mientras que el que nos ocupa versa sobre el pensamiento creativo en la infancia, que se desarrolla a partir de múltiples y ricas relaciones que discurren entre el arte y la filosofía, y que abren apasionantes vías de indagación. La huella de Lipman y su propuesta para el desarrollo de habilidades de razonamiento es una de sus fuentes de inspiración más notorias. “Debemos trabaja la creatividad para que los niños y las niñas se abran al mundo para recrearlo, para superar sus dificultades y bloqueos, para ir más allá en el difícil ejercicio de la libertad humana que exige la autonomía del pensamiento crítico, el coraje del pensamiento creativo y el amor del pensamiento cuidadoso”.

Se trata de un texto sumamente original y bien trabado que combina el ensayo con una propuesta de trabajo que rehúye el utilitarismo que con tanta lucidez denuncia Nuccio Ordine en la Utilidad de lo inútil, quien estima que hay actividades que no sirven para nada y son imprescindibles. Razón y emoción se hermanan para poder leer y comprender la realidad. La mencionada propuesta la conforman doce conversaciones entre filósofos y artistas que, desde un enfoque interdisciplinar, incluye pautas y actividades para el diálogo, la creación plástica, literaria, fotográfica y musical.

En cada conversación, donde se asocia la obra de un pensador con la de un artista, existe un tópico que, a modo de interrogante, actúa como hilo conductor: ¿Podemos ser libres?, ¿Es siempre incorrecto mentir?, ¿Podemos prever el futuro?, ¿Hay que saber vivir en la incertidumbre?, ¿Vivimos en una sociedad cansada?, o ¿Qué se puede entender por belleza? Por ahí circulan Beauvoir, Aristóteles, los hermanos Grimm, Freud, la Mafalda de Quino, la danza de los pequeños cisnes de Tchaikovsky o los poemas de Gloria Fuertes.


¿Innovación al servicio de quién y de qué?

Martínez, M / Jolonch, A (coord.) (2019). Las paradojas de la innovación educativa. Barcelona: Horsori.

Libro coral con una docena de aportaciones autóctonas y foráneas de diversos autores y autoras, interés desigual, la mayoría de ellos con una amplia y sólida producción teórica detrás. Aunque no hay un hilo conductor que dé continuidad -Vaya, que los textos se pueden leer sin orden ni concierto-, sí que existen unos tópicos que circulan por todos ellos: las diversas lecturas, significados y ámbitos de aplicación de la innovación educativa y, sobre todo, su relación con la calidad y equidad, tanto en cuanto a los procesos de aprendizaje del alumnado como a las dinámicas de cambio en el centro y en la comunidad. Una reflexión necesaria en un momento en que el término innovación se ha convertido en un mantra al que todo el mundo hace referencia para pensar y hacer cosas muy diferentes.

En el primer capítulo introductorio «¿Qué hemos de innovar y qué debemos conservar en educación?», Miguel Martínez presenta una visión panorámica sobre los retos pendientes a partir de la premisa de que la innovación por sí sola no es garantía de mayor calidad en educación , y de que nunca es neutral. Así, plantea los cambios que genera la necesidad de renovación pedagógica, en un momento en que cada vez hay más educación fuera de la escuela; la compleja relación entre contenidos y capacidades; o la formación integral y la creación de espacios de aprendizaje y convivencia para una educación democrática en valores. Lástima que las paradojas que plantea, muy adecuadas, no siempre tengan respuesta en los otros textos.

La aportación de José Manuel Escudero, «Innovación y calidad en educación», es muy clarificadora al presentar una cartografía alrededor del triángulo innovación-calidad-igualdad, y al diferenciar la innovación en clave de justicia y equidad de la innovación neoconservadora y neoliberal. Antoni Tort en «Escuelas, territorio, trabajo en red e innovación en educación», avanza en el discurso sobre las dinámicas de cambio en la escuela con respecto a los procesos de reinstucionalització y regulación, destacando el potencial que tienen las redes educativas horizontales.

Anna Jolonch pone el foco en «Las comunidades profesionales de aprendizaje», a partir de diversas investigaciones internacionales. No faltan aterrizajes más concretos, como el de Begoña Gros en «La innovación en los entornos y materiales aprendizaje» donde presenta una selección de materiales y recursos con criterios innovadores muy afinados para que, como dice ella, innovar no sea digitalizar contenidos.

También se incluyen otros textos generales sobre la innovación o más específicos sobre liderazgo, evaluación o formación del profesorado. Se echa en falta, sin embargo, una valoración más amplia y profunda sobre la avalancha de prácticas que forman parte de lo que se llama la nueva primavera pedagógica. Aunque, bien mirado, tal vez esto sería otro libro.


La grandeza de una escuela justa

Perrenaud, P. (2019). La organización del trabajo, clave de toda pedagogía diferenciada. Barcelona, Graó.

Desde la publicación de La construcción del éxito y del fracaso escolar, un libro que abrió un nuevo horizonte analítico, Perrenaud no ha cesado de ocuparse de las desigualdades: de cómo siguen reproduciéndose, en sintonía con el ya clásico discurso de Bourdieu, y de cómo pueden afrontarse con cierta eficacia, en clave de discriminación positiva, fijando diferentes estrategias orientadas a objetivos comunes. Esta es la clave de la pedagogía diferenciada: aunar la exigencia de igualdad con el derecho a la diferencia. Huye, por tanto, de visiones uniformistas y convencionales, apostando por concepciones renovadoras donde se perciben las resonancias de Freinet y Meirieu, por citar dos maestros más próximos. Una diferenciación que atiende a cada sujeto individualmente pero no olvida su pertenencia a una colectividad que conviene democratizar y cohesionar.

Perrenaud arranca con una pregunta obvia pero a la que, en la mayoría de los casos, sigue sin obtener una respuesta: “¿Por qué hay alumnos que pasan años y años en la escuela sin aprender todo lo que la escuela les promete? Sostiene el autor que ello es debido a que raramente el alumnado se ve enfrentado a situaciones susceptibles de hacerle aprender. A partir de ahí elabora una propuesta de intervención que ofrezca el máximo de situaciones de aprendizaje sólido y fecundo, articulada a partir de una organización del trabajo radicalmente distinta. No se trata de hacer más actividades ni aumentar el tiempo de atención para quien lo necesite sino de hacerlo mejor en el mismo tiempo. Ello supone cambios en el currículo, rompiendo los compartimientos disciplinarios e introduciendo proyectos multidisciplinares; en los tiempos y espacios; en la gestión de ciclos plurianuales de aprendizaje, más allá del aula, o en la configuración de nuevos agrupamientos.

Una nueva organización del trabajo, que aterriza en propuestas muy detalladas, que se propone dotar al alumnado de un capital cultural escolarmente rentable; un deseo de apropiarse de los conocimientos escolares, y un entorno que puede apoyarlos en su trabajo escolar y en su orientación. Esta es la escuela justa por la que lucha Perrenaud: la que cumple con sus promesas para todo el alumnado, independientemente de su origen, sexo o condición social.


El qué y, sobre todo, el cómo.

Williamsom, B. (2019). El furo del currículum. La educación y el conocimiento en la era digital. Madrid: Morata.

¿Qué visiones sobre el currículo del futuro se imaginan, ensayan o promueven, y qué conocimientos debería incluir? Estos son algunos de los interrogantes nucleares que se plantea este libro-informe, que se nutre de diversos estudios y grupos de trabajo sobre innovaciones digitales promovidos y financiados por la Fundación John D. y Catherine T. MacCarthur, en cuyas conclusiones se pone de relieve cómo aprenden, juegan, socializan y participan en la vida la infancia y la juventud actual.

Una de las tendencias más emblemáticas es el tránsito de una visión centralizada, controladora y canalizadora, por otra cada vez más descentralizada, distribuida y dispersa, a través de multitud de redes y conexiones. Se argumenta que la arquitectura y desarrollo del currículo ha dejado de estar exclusivamente en manos del Estado y pasa a depender de una mezcla confusa de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, empresas comerciales y del sector privado, organizaciones filantrópicas, laboratorios de ideas y programas sociales. En cierto modo, se experimenta un proceso de desinstitucionalización en la línea que apuntara Iván Illich hace ya medio siglo en torno a las mallas de aprendizaje. El énfasis se pone en la adquisición de destrezas y en competencias como el razonamiento: “Es la consecuencia de la tesis de que hoy es más importante ‘saber cómo’ que ‘saber qué’, pues es probable que la mayor parte de conocimientos que se aprenden en la escuela queden rápidamente desfasados en un mundo tan hiperconectado como el actual”.

Todo ello se ilustra con algunos estudios de caso como el Opening Minds, un currículo por competencias implantado en 200 escuelas británicas; el Quest to Learn, una “escuela para niños digitales” en la ciudad de Nueva York; o la red de escuelas concertadas de San Diego High Tech High, que integra la educación técnica y académica en un aprendizaje basado en proyectos, y que el pasado mes de noviembre recibió el premio al mejor proyecto educativo del mundo en la Cumbre Mundial para la Innovación en Educación 2019 (WISE). En las diversas experiencias planea la economía del conocimiento y el aprendizaje supeditado al mundo laboral -reforzada por la presencia de las grandes multinacionales informáticas- aunque también se visualiza un enfoque crítico y progresista que coloca, por ejemplo, al alumnado y al profesorado en pie de igualdad como creadores activos de contenidos, procesos y productos curriculares a través de un aprendizaje conjunto.

Este es otro de los grandes interrogantes: “¿El currículo del futuro se orientará más hacia prácticas comunitarias y cooperativas o, por el contrario, se dejará arrastrar por los patrones individualistas y economicistas de carácter neoliberal?».

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/12/11/dieciseis-libros-sobre-educacion-cosecha-2019/

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Publican serie de libros sobre desarrollo de la filosofía y las ciencias sociales en la Nueva China

Asia/China/01-12-2019/Autor(a) y Fuente: spanish.xinhuanet.com

Una colección de libros fue publicada para abordar el desarrollo del pensamiento académico en filosofía y ciencias sociales desde la fundación de la República Popular China en 1949.

Revisada y publicada por la Editorial de Ciencias Sociales de China, la serie abarca 20 volúmenes basados en 35 libros publicados entre 2008 y 2018 y revisados este año por la casa editorial.

Los autores de los volúmenes son todos investigadores y miembros prestigiosos de la Academia de Ciencias Sociales de China o de las mejores universidades del país asiático.

La colección muestra cómo el pensamiento académico en filosofía y ciencias sociales se ha establecido, desarrollado y prosperado en los últimos 70 años bajo el fuerte liderazgo del Partido Comunista de China, así como los logros y experiencias de ese proceso, por lo que tiene un gran valor académico, afirmó hoy viernes en un simposio sobre este tema el presidente de la academia, Xie Fuzhan.

Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2019-11/29/c_138593534.htm

Imagen: ElasticComputeFarm en Pixabay

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