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Palabras para el deslumbramiento: «Reseña de El cazador de sombras, de Eduardo García Fernández»

Por: Jesús Aller

Una versión resumida de esta reseña apareció en el diario La Nueva España el 21 de enero de 2021.

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En la variada turba de los que escriben libros, son frecuentes aquéllos siempre con prisa por ver sus palabras impresas, y que no cesan de acumular títulos como expresión natural de su creatividad. Al autor que aquí nos ocupa podríamos definirlo, de forma simple y rápida, sólo con decir que se encuentra en el extremo opuesto de todo eso. Eduardo García Fernández (Oviedo, 1968) es psicólogo clínico de profesión y lleva mucho tiempo tomando notas e hilvanando reflexiones en una búsqueda, literaria y existencial, que acaba de materializarse en su ópera prima, un precioso volumen que ha autoeditado en Oviedo y lleva por título El cazador de sombras. Hay libros de meses y de años, pero hay otros también que atesoran pensamiento y trabajo desde la juventud hasta la madurez de una vida, y éste es sin duda uno de ellos.

Eduardo se gana el pan de cada día escuchando historias y buscando en su arsenal de psicólogo las herramientas que mejor pueden servir para que los que a él acuden tomen el control de esa vida que a veces se empeña en obedecer, más que a nada, a las sombras y demonios que todos albergamos. No es raro que este oficio impregne lo que escribe y en El cazador de sombras encontramos buenas pruebas de que es así. Aforismos y relatos cortos son su forma de expresión favorita, y a través de ellos despliega una visión de la realidad transfigurada, que no desdeña el humor, con su terapia milagrosa de risas y sonrisas, pero que llega también a la exploración profunda del lenguaje como instrumento para despertar saberes dormidos y liberarnos de sombras y demonios.

La obra viene estructurada en dos secciones. La primera “Impresiones y digresiones”, trae sobre todo fragmentos breves, que se ajustan en ocasiones al concepto ramoniano de greguería = metáfora + humor: “El estornudo es el sistema de aspersión humano”“Los arrecifes de coral son los collares de la tierra”“La hoja con la que se tapaba el sexo Eva fue el primer vestigio del tanga”. Hay definiciones concisas, y también reflexiones sobre temas recurrentes, como el misterio de la creación literaria, que se desvela cuando Eduardo visita a sus autores predilectos en momentos clave. El significado del tiempo y su trascendencia dan lugar a numerosos aforismos: “El tiempo vuela y las manecillas del reloj lo atrapan para que sepamos qué hora es”“Crear algo verdaderamente bello es traspasar las fronteras del tiempo”.

No faltan en esta primera parte fragmentos algo más extensos, a veces dedicados a seres fronterizos que ofrecen metáforas de nuestra conciencia inquieta, como las algas y su “movimiento pendular de vida y agonía” con el flujo y reflujo de las mareas. El sueño es siempre un observatorio privilegiado para acechar esa otra realidad que se persigue: “El cuerpo humano consta de grandes simas a cuyas profundidades viajamos mientras soñamos”. Y por momentos se alcanza una visión budista: “Entonces comprendes que todo es un gran sueño del cual no quieres despertar”.

Con su técnica minimalista, el autor expresa la visión fascinada del mundo de quien adivina en él su propio rostro, y a través de la alquimia de las sensaciones, las mutaciones de la vida alimentan un anhelo místico: “En los libros a veces aparece una hoja seca que desprendió su humedad entre tintas y grafismos. Contiene una serie de finos nervios translúcidos, casi imperceptibles al ojo, por donde un día circularon líquidos de vida. Hoy es una radiografía de lo que fue.” Vamos así más allá de la existencia sin alma que hemos creado en nuestro tiempo: “Por encima de los ruidos y las prisas de la ciudad y a medio camino de los aviones, los satélites y la estación internacional espacial, aún existen las bandadas de pájaros.”

La contemplación de la naturaleza lleva a la comunión panteísta con el cosmos: “Una minúscula parte del líquido amniótico del universo viaja en nuestro interior. Al morir, liberamos el contenido que formará parte de una lejana estrella en proceso de creación.” Y el lenguaje es la herramienta que nos hace conscientes del milagro.

En la segunda parte de El cazador de sombras, siguen las cavilaciones de Eduardo García sobre sus temas favoritos, pero ahora con la forma de relatos breves. Así, por ejemplo, sobre la música, vía y meta a la vez de la catarsis, la primera parte apunta intuiciones como: “El universo encierra un silencio de cámara sellada, pero Mozart y Bach tenían la llave de la cámara.” Y en la segunda parte esta misma idea se desarrolla en una historia legendaria y simbólica que permite explorar la afinidad de la música y el silencio.

Las narraciones que se van sucediendo arrancan a veces de una experiencia perfectamente normal, de vivencias y sensaciones cotidianas, pero se las arreglan para llevarnos a territorios secretos que expresan el paso al otro lado y el alborear de otra conciencia: la irrupción del deslumbramiento. Los escenarios que van surgiendo escapan de la trivialidad con un bagaje inquieto de sincronicidades y presentimientos que se describen minuciosamente, al tiempo que el lenguaje alcanza muchas veces intensidad de prosa poética.

En estos relatos, el hado burlón que se cuela en las rutinas de la vida trastoca nuestras inercias lógicas con destellos de magia y nos lleva al mundo de misterio que visitamos todas las noches. El itinerario es muy viejo: partir de la realidad para construir otra a través de los vasos comunicantes del sueño: realismo trascendente, realismo fantástico, surrealismo… ¿Por qué poner etiquetas de hoy a algo tan antiguo como los mitos más clásicos?

Hay crónicas de viajes extraños, con bifurcaciones y rupturas oníricas, y leyendas que nacen para expresar intuiciones del autor, pesadillas de objetos rebeldes, animales que nos describen sus costumbres y sus rituales de iniciación, fábulas y desdoblamientos, heridas en las que cristaliza una obsesión y enseres rotos que se resisten a la indolencia a la que los hemos condenado. Éstos son los paisajes que ilumina la luna, y a través de ellos descubrimos que una asombrosa libertad, germinada en la mente, es capaz de triunfar de las inercias de la materia.

Y a fin de cuentas, el argumento decisivo resulta ser la búsqueda de una nueva visión y el presentimiento de la secreta unidad de todo a la que la literatura nos permite aproximarnos: “Desde la primera letra que escribí con cinco años hasta la última que escriba, todas ellas las reuniría y las agitaría sobre una gran mesa; seguro que formarían un gran ojo que pretende ver y comprender.”

El cazador de sombras es una indagación del poder de la palabra para aquietar la conciencia y escuchar la música que palpita en su fondo, más allá de los ruidos que el mundo nos impone. En este tiempo nuestro, dominado por los necios aquelarres de la materia bruta y la mercantilización de todo, y en una sociedad del espectáculo despojada de cualquier trascendencia, podemos estar seguros de que no hay empeño más noble ni más necesario. Con este primer libro, fruto de muchos años de reflexión, Eduardo García Fernández nos muestra cómo el lenguaje se convierte a veces en música de sonidos e ideas y es capaz de descubrir la secreta hermandad de todos los seres.

Fuente :  http://www.jesusaller.com/

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Los libros, la mejor compañía en la infancia

Por: ABC

En la era de las series a la carta, los videojuegos, y las redes sociales, la lectura sigue siendo la fuente de felicidad de muchas personas, que no conciben irse a dormir sin haber dedicado al menos unos minutos a disfrutar de sus autores preferidos. Para muchos la lectura es un hobby para toda la vida, una afición que desarrolla la mente y permite transportarse a otros lugares u otras épocas sin moverse de casa.

Muchos padres optan por inculcar a sus hijos el gusto por la lectura desde pequeños y, a su vez, los colegios apuestan por actividades que promueven esta afición, ya que los libros son las mejores herramientas para desarrollar habilidades esenciales para la vida, como aprender a identificar las emociones propias y ajenas.

Son muchos los niños que se sumergen en grandes aventuras a través de historias mágicas, tramas cautivadoras o personajes fascinantes, que acaban convirtiéndose en uno más de la familia. Pero leer no solo es diversión y magia, también aporta una serie de beneficios que se extienden mucho más allá.

Si bien es cierto que la lectura solo aporta beneficios a nuestros hijos, también hay que tener en cuenta qué tipo de libros serán los adecuados para cada edad. A partir de que los niños y niñas pueden empezar a leer, tenemos que poner a su disposición o facilitar libros adaptados tanto a su capacidad lectora como a sus intereses.

Recomendaciones literarias por etapas

Infantil: para los primeros lectores lo más importante será que haya muchas ilustraciones y dibujos que les guíen en la comprensión de la historia, poco texto y letra grande, y les encantará si los protagonistas son niños como ellos.

Primaria: conforme van mejorando su competencia lectora, los niños y niñas se «engancharán» a la lectura si encontramos la clave de aquello que les motiva, les interesa y les produce curiosidad. Podrán ser comics con historias fantásticas, relatos de aventuras reales o de ciencia ficción, dinosaurios o naturaleza, o quizás solo les interese leer temas de fútbol o su deporte favorito. Cualquier tema que conecte con sus intereses puede abrirles la puerta a este maravilloso hábito de la lectura.

Secundaria: a partir de la pubertad y adolescencia, les suelen interesar las novelas con personajes de su edad que viven experiencias que les guían en esta nueva etapa de grandes cambios y descubrimientos, así como literatura fantástica y libros informativos sobre los problemas que les preocupan.

«Los libros son clave para el desarrollo de cada persona, porque nos ayudan a entender mejor el mundo y tener una mente abierta, además de aumentar nuestras competencias de comunicación y mejorar nuestra inteligencia emocional. Leer te hace más humano porque te permite entender diferentes ideas y sentimientos, vivir a través de los personajes distintas formas de afrontar la realidad, resolver problemas y superar adversidades», concluye Ana Herrero.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-libros-mejor-compania-infancia-202011150113_noticia.html

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Expertos advierten: el uso de móviles y redes sociales puede disminuir el interés por la lectura de los niños

Por: ABC

Los expertos recuerdan que la mejor forma de estimular es a través de la lectura en voz alta desde que son muy pequeños.

Expertos del Hospital Vithas Xanit Internacional y Vithas Málaga han advertido de que el uso excesivo de móviles y redes sociales delante de los hijos puede provocar que el grado de interés por la lectura «disminuya entre los más pequeños».

Los especialistas explican que la existencia de un ambiente familiar alfabetizador se relaciona directamente con un aumento de la motivación por la lectura, una mayor frecuencia lectora y mejores habilidades tempranas a la hora de leer y escribir.

«La lectura es un proceso complejo que estimula conexiones neuronales propiciando no solo una mejora del desarrollo cognitivo de los niños como la amplitud de vocabulario, la expresión lingüística, la capacidad de atención, concentración y memoria, sino que también favorece el desarrollo de otros aspectos como la imaginación, la creatividad, la empatía o la comprensión de uno mismo y del entorno», detalla Rocío Juárez y Ruíz de Mier, psicóloga infantil del Hospital Vithas Xanit Internacional.

Según Marta García, pediatra de Vithas Xanit Internacional y Vithas Málaga, la mejor forma de estimular es a través de la lectura en voz alta desde que son muy pequeños. «La adquisición del lenguaje se produce entre los 10 y 30 primeros meses de vida, de ahí las ventajas de la lectura en edades tempranas, puesto que permite a los niños aprender las palabras con mayor rapidez, mejorar su comprensión y ejercitar su cerebro para conseguir que el vocabulario sea lo más rico posible», afirma.

Por su parte, Juárez matiza que «la implicación de la familia es esencial para trabajar actitudes y comportamientos positivos hacia la lectura». «Exponer al niño a un mayor número de experiencias que permitan el desarrollo de conocimientos y habilidades relacionadas con la lectura es decisivo para sus aprendizajes futuros. Por ello, no debemos limitar el ejercicio lector al entorno escolar», argumenta la especialista, quien añade que « el hogar es un ambiente decisivo en el desarrollo lectoescritor, permitiendo con ello que los niños potencien los recursos y hábitos lectores».

Además, ve importante que los niños elijan sus libros preferidos y tengan sus propios gustos. «La falta de interés por los temas que se les impongan puede generar apatía y rechazo ante la lectura», comenta García, quien añade que «el objetivo debe ser que el niño se divierta con la lectura». «Por eso, debemos tener cuenta su propio ritmo y tenemos que ayudarles en este proceso sin presionarlos en ningún momento», agrega.

En cuanto a la edad de inicio, la pediatra afirma que «alrededor de los 5 años el niño tiene las habilidades necesarias para iniciar la lectura de manera independiente, pero, cuanto antes se exponga a un niño a la lectura, mejor será su capacidad lingüística y sus habilidades oratorias». «Por supuesto, sin imposiciones, simplemente ofrecerlo, dando ejemplo y debemos estimular con la lectura en voz alta. La edad para que ellos por sí mismos empiecen a leer depende fundamentalmente de su grado de madurez y del método que sigan en su centro escolar», apostilla.

Fomentar el interés por la lectura

Para que los más pequeños tomen interés por la lectura, la doctora Rocío Juárez explica que se debe « introducir en la rutina diaria un tiempo dedicado expresamente a la lectura. Antes de dormir puede ser un buen momento para leer un cuento», añade. Además, resalta que se debe «ofrecerles lecturas compartidas y hacerles preguntas sobre lo leído o realizar recreaciones del cuento en familia».

«Crear un clima de tranquilidad durante la lectura ayuda, al igual que es importante que vean a sus familiares leyendo libros, ojeando revistas, entre otros. Podemos asistir con ellos a bibliotecas o librerías y, en la medida de lo posible, podemos decorar las habitaciones con estanterías o espacios con libros y comics», finaliza la especialista.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-expertos-advierten-moviles-y-redes-sociales-puede-disminuir-interes-lectura-ninos-202010130135_noticia.html

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15 grandes libros sobre racismo en EEUU escritos por quienes más saben

Mundo/Autor(a) y Fuente: www.eldiario.es

La última campaña por el asesinato de George Floyd consistió en subir un cuadrado negro a las redes sociales como símbolo de escucha y solidaridad con la comunidad negra. Era solo un día, pero este acto de prestar oídos a los que sufren el racismo en primera persona y se han alzado contra él en la mayor crisis de las últimas décadas no debería concluir a las veinticuatro horas. Por eso, una buena forma de ayudar y de seguir escuchando es a través de los libros.

Hay grandes obras que sirven de cabecera en las protestas de Estados Unidos y que, en cambio, aquí no encontraron su hueco en el mercado editorial. Pero hay muchos otros que sí y que conviene rescatar ahora para entender el alcance del racismo que se salda con vidas en Norteamérica desde mucho antes de la agresión contra Floyd. Seleccionar lecturas sobre la estructura racista de un país y aplicarlas a otros es lo que hacen, precisamente, proyectos como Los libros que nos unen.

Apadrinado por el periodista y activista Moha Gerehou, cada semana analizan un título atravesado por la causa racial en sus redes sociales y una vez al mes (cuando volvamos) de forma presencial en la librería Traficantes de sueños de Madrid.

Una gran parte del movimiento Black Lives Matter se centra en la enseñanza porque «si hay algo que puede acabar en el futuro con el racismo, además de la lucha política, es la educación». Y estos 15 títulos escritos por mujeres y hombres negros son toda una muestra de conocimiento, comprensión y orientación para empezar con el cambio.

color

El color de la justicia, de Michelle Alexander (Capitán Swing)

Es conocido como la biblia del Black Lives Matter. Un porcentaje desproporcionado de la población carcelaria de Estados Unidos está compuesto por afroamericanos y, en este libro, la periodista Michelle Alexander detalla la combinación de diferentes factores legales que hacen que los hombres negros tengan más probabilidades de ser blanco de la policía y de recibir largas condenas de prisión.

En inglés se titula The New Jim Crow en referencia a las leyes de segregación racial del sur de EEUU.


Americanah

Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie (Literatura Random House)

Ifemelu, como su autora, es una chica nigeriana de clase alta que llega a Nueva York para estudiar y buscar nuevas oportunidades. Una expectativa que se desvanece en cuanto pone un pie al otro lado del charco y empieza a sufrir el escarnio por su color de piel.

El relato ficticio se funde con el de Chimamanda, ya que muchas de las cosas que cuenta las sufrió en primera persona cuando llegó a Filadelfia con una beca para la universidad. Ahora, su relato se ha convertido en un referente para muchas jóvenes afroamericanas.


Angela Davis

La libertad es una batalla constante, de Angela Davis (Capitán Swing)

Una de las características que define y une a los grandes pensadores de la Historia es la capacidad de ir por delante de la sociedad y de dar antes con las conclusiones que el resto tardaremos años en obtener. Y, en ese grupo selecto, Angela Davis ocupa una posición de oro.

Ya fue pionera en el libro Género, raza y clase donde sentó las bases teóricas de la interseccionalidad que hoy está en boca de todos. Por su parte, La libertad es una batalla constante profundiza en la necesidad de instaurar un activismo que plante cara a todas las injusticias sociales: del feminismo al antirracismo, pasando por la lucha contra el cambio climático o la liberación de Palestina. Desafía a construir el Movimiento de la liberación humana y nos recuerda que esa es «una batalla constante».


destello

Un destello de libertad, de Keeanga-Yamahtta Taylor (Traficantes de sueños)

El trabajo de Taylor es seguramente uno de los mejores análisis políticos sobre las relaciones entre el viejo y el nuevo movimiento negro. De la corriente por los Derechos Civiles y los Black Panthers al contraataque económico e ideológico de Nixon y Reagan y los límites de la integración de políticos afroamericanos en las instituciones, con Obama como mejor exponente.

Destaca la novedad de la reciente oleada de protestas, en una increíble anticipación de estas últimas, y también los múltiples problemas a los que se enfrentan.


Ilustración que aparece en la cubierta del libro

Un día más en la muerte de EEUU, de Gary Younge (Libros del K.O)

El 23 de noviembre de 2013 murieron diez adolescentes por arma de fuego en Estados Unidos. El más pequeño tenía nueve años; el mayor, diecinueve. Esta cifra, que en muchos otros países habría parecido desorbitada, pasó sin apenas atención entre las noticias de la prensa estadounidense.

El periodista Gary Younge, entonces corresponsal de The Guardian en el país norteamericano, se propuso rescatar del olvido los nombres y las historias de aquellos diez muchachos. Aquí se puede leer un fragmento en exclusiva del ensayo.


mundo y yo

Entre el mundo y yo, de Ta-Nehisi Coates (Seix Barrall)

«Te escribo en tu decimoquinto cumpleaños», escribe Coates a su hijo. «El año en el que te enteraste de que Eric Garner fue ahogado por vender cigarrillos; de que Renisha McBride fue disparada por buscar ayuda; y de que a John Crawford le dispararon por merodear en una tienda. Has visto a hombres vestidos de uniforme y asesinando a Tamir Rice, un niño de 12 años a quien juraron proteger. Y has visto a hombres con el mismo uniforme golpear a Marlene Pinnock, la abuela de alguien, a un lado de la carretera». Un análisis desgarrador de la posición céntrica que ocupa el racismo en la vida de este periodista, su hijo y todos los que les rodean.


Gueto

Gueto, de Mitchell Duneier (Capitán Swing)

Para el sociólogo Duneier, el concepto de gueto fue una invención de los estados represores que querían segregar a una parte de su población y más tarde esos lugares se convirtieron en un símbolo político en sí mismo para quienes viven en ellos.

Mediante un pormenorizado análisis de los trabajos intelectuales de distintas épocas, infiere que el alambre de espino de los nazis no era más eficaz que los contratos restrictivos de los negros de EEUU, con los que creció la discriminación laboral, empeoraron las condiciones higiénicas, sanitarias y educacionales y la delincuencia juvenil se convirtió en una lacra. Un ensayo fundamental para entender una realidad que colea en el presente.


matrimonio

Un matrimonio americano, de Tayari Jones (Alianza editorial)

Además de ser elegido por Obama en su clásica lista de lecturas de verano, esta novela es «una representación conmovedora de los efectos de una condena injusta por violación en una joven pareja afroamericana».

Los protagonistas, Roy y Celestial, son un joven ejecutivo y una artista en ciernes con una brillante carrera profesional por delante. La suya es una historia de amor, pérdida, lealtad y capacidad de recuperación de los seres humanos, pintada sobre un lienzo político que ilumina la Norteamérica de hoy.


Malcolm

Biografía de Malcolm X, de Alex Haley (Capitán Swing)

Escrita por Alex Haley, autor del vademécum de la lucha racial, Raíces, y ganador del Pulitzer, esta biografía es fruto de más de 50 entrevistas en las que se recoge la historia del dirigente negro que, junto a Martín Luther King, ha marcado la lucha por los derechos de los descendientes de esclavos.

Malcolm X ahonda sobre las mentiras y limitaciones del sueño americano y sobre el racismo de una sociedad que niega a sus ciudadanos no blancos la oportunidad de soñar.


Ojos azules

Ojos azules, de Toni Morrison (Debolsillo)

Morrison estrenó pluma a los 40 años. Suena tarde para la mayoría, pero en su caso fue la clave para esbozar unas primeras líneas que dejan sin aliento a casi todo el que las lee. «Silencioso como si estuviera oculto, no había caléndulas en el otoño de 1941. En aquél momento pensamos que las caléndulas no crecían porque Pecola iba a tener el hijo de su padre».

Así comienza Ojos azules, sobre una niña negra, solitaria y poco querida que sueña con tener unos ojos como los de Shirley Temple. La autora neoyorquina se atrevió a irrumpir con tal dureza debido a su trayectoria como editora en el gigante Random House. Allí descubrió un punto ciego y racista en el mercado norteamericano, le puso luz y lo empequeñeció. Una labor impresionante que comenzó con esta obra.


The Underground Railroad

El ferrocarril subterráneo, de Colson Whitehead (Literatura Random House)

Whitehead leyó muchos testimonios de esclavos de plantaciones para dar forma a su Ferrocarril subterráneo pero lo que le destrozó de verdad fue la película 12 años de esclavitud. La protagonista en su caso, Cora, es una chica de quince años que escapa de los trabajos forzados a través de una red subterránea de trenes y vías.

El jurado del Pulitzer, que ganó en 2017, comparó esta obra con Cien años de soledad y con El diario de Anna Frank por la crudeza de las palabras de esta adolescente.


odio

El odio que das, de Angie Thomas (Gran Travesía)

Starr es una chica de dieciséis años de edad que vive entre dos mundos: el barrio pobre de gente negra donde nació, y su instituto situado en un elegante barrio residencial blanco. El difícil equilibrio entre ambos se hace añicos cuando se convierte en testigo del asesinato a tiros de su mejor amigo, Khalil, a manos de un policía.

El libro de Thomas, que después se convirtió en película, causó un gran revuelo en Estados Unidos, donde trece editoriales se disputaron sus derechos por reflejar fielmente el espíritu del Black Lives Matter.


KKKLAN

Infiltrado en el KKKlan, de Ron Stallworth (Capitán Swing)

Pocos conocen que la aplaudida película de Spike Lee narra la historia real de Ron Stallworth, un agente negro que en los años 70 consiguió infiltrarse en el Ku Klux Klan (KKK), el grupo de supremacistas blancos más importante de Estados Unidos. Para ello, contó con la ayuda de un policía blanco que asistía a las reuniones, hacía amigos y grababa las conversaciones, por lo que consiguió algunos de los detalles más escabrosos de la organización. Durante la investigación, Ron también saboteó quemas de cruces y desenmascaró a los supremacistas blancos del Ejército.


pajaro

Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado, de Maya Angelou (Libros del Asteroide)

Angelou fue una de las primeras mujeres afroamericanas que usó su literatura como arma contra el racismo, y esta es su primera autobiografía. Aunque narra episodios dolorosos, lo hace desde la inocencia y la alegría de una voz infantil, sobre todo en el periodo en el que vivió con su abuela en un pequeño pueblo de Arkansas. Lo que vio y aprendió allí, el sentimiento de comunidad, le permitió sobrevivir a las agresiones raciales y sexuales que sufrió por parte de hombres blancos en California. Al final, las letras y Shakespeare fueron su salvación.


blues

El blues de Beale Street, de James Baldwing (Literatura Random House)

La mejor obra de Baldwin para analizar el racismo en EEUU es The Fire Next Time, su apasionada súplica para «poner fin a la pesadilla racial» en Estados Unidos que fue un éxito de ventas, que no ha llegado a nuestro país. Pero, teniendo en cuenta que es una pluma referente del movimiento, esta tampoco se queda atrás: una dolorosa historia de amor e injusticia racial en el Nueva York de los setenta que el año pasado inspiró una película de Barry Jenkins, director de Moonlight.

Fuente e Imagen: https://www.eldiario.es/cultura/libros/Libros-racismo-Estados-Unidos_0_1034146986.html

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Un libro escrito por alumnos sobre la experiencia del confinamiento

Por: Educación 3.0

El libro ‘Diario de un confinamiento en familia’, escrito por alumnos de 3º de Primaria del colegio San Enrique de Quart de Poblet (Valencia), se publicará en junio de 2020 con fines solidarios. En él, han narrado la vida de una familia imaginaria basándose en sus propias vivencias.

Durante la etapa de confinamiento han surgido interesantes proyectos educativos que han sacado a relucir la creatividad de docentes y estudiantes. Entre ellos destaca el llevado a cabo por 26 alumnos de 3º de Primaria del colegio San Enrique de Quart de Poblet (Valencia) que, ayudados por su profesor, han escrito un libro: Diario de un confinamiento en familia.

«Los niños escribían uno de sus días de confinamiento como si fuesen los protagonistas del libro, describiendo una familia imaginaria muy peculiar pero que representaría a cualquiera de nosotros. De esa forma repasaban aprendizajes de Lengua y de otras áreas mediante la realización de experimentos, retos y actividades divertidas», explica Francesc Nogales, quien ha coordinado el trabajo de sus estudiantes y destaca su utilidad para trabajar la competencia lingüística y comunicativa.

Ilustración de un alumno para el libro escrito por alumnos sobre el confinamiento

Diario de un confinamiento en familia

Además de ser los escritores, todos los alumnos han diseñado las ilustraciones del libro y han revisado los contenidos, repartiéndose los distintos roles dentro del proyecto: escritor, guionista, ilustrador, revisor y editor. “Hemos trabajado con documentos compartidos en la nube, en los que los estudiantes escribían y podían ver diariamente lo que otros compañeros redactaban. De esta manera, hemos participado todos de forma inclusiva y colaborativa utilizando las herramientas digitales que podíamos”, detalla el docente. Los alumnos que no podían participar de manera digital por no tener un ordenador enviaban su punto de vista con fotos o audios.

Los resultados han sido muy positivos, y el alumnado se ha volcado con la iniciativa.

«Me ha encantado, porque contando lo que hacemos nosotros podemos ayudar a otros niños que viven la misma situación», afirma Miquel Sánchez, uno de ellos, quien ha revisado también varios errores ortográficos de la obra. «Me ha gustado mucho escribir el libro, porque entre todos contábamos cosas que hemos hecho, actividades divertidísimas que nos enviaba el profe (que en el libro es una chica) y además será un recuerdo precioso de esta experiencia», comenta Adabella Carrasco, otra de las autoras.

El libro se publicará oficialmente durante el mes de junio 2020. Todos los beneficios que se recauden con la venta de ejemplares serán donados a la ONG Karit Solidarios por la Paz, que desarrolla proyectos de cooperación internacional en África, Asia y América Latina.

Otros proyectos literarios

Para estos niños es su primera experiencia publicando un libro, pero el Colegio San Enrique ya publicó hace un año ‘Las aventuras de Chip y Chap en el libro del agua’, realizado por otro curso también de Primaria. Para el centro, el fomento de la lectura y la escritura es fundamental y han trabajado en otros proyectos innovadores como ‘Reseña tu lectura’, en el que los estudiantes escriben en diversos medios de comunicación escrita y radiofónica valorando libros y recomendando lecturas.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/libro-escrito-por-alumnos-confinamiento/

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Hacer de la necesidad virtud (II): Bibliotecas públicas y equidad educativa

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento y el acierto en la elección. Estamos ante una oportunidad única para impulsar el hábito lector pero, para ello, necesitamos el concurso de las bibliotecas públicas.

¿Por qué, en tiempos de pandemia y coronavirus, se habla tan poco de libros? Vengo dándole vueltas a esta pregunta desde que iniciamos la cuarentena. ¿Por qué, si el principal problema educativo que hemos detectado es la exclusión escolar, las bibliotecas no se consideran un servicio de primera necesidad, como las tiendas de alimentación o las farmacias?

En tiempos de brecha digital -de brecha social y escolar-, los libros son el amortiguador más sencillo y más inmediato contra la inequidad educativa. Hubiera bastado que los profes nos hubiéramos puesto de acuerdo en recomendar un puñado de buenos libros -libros informativos y libros de ficción, libros cuya lectura acompañaríamos y libros de los que no habría que rendir cuentas- para que el tránsito entre la educación en la escuela y la formación en casa no hubiera sido ni tan brusco ni tan injusto. Tendremos que darle una vuelta a nuestra lentitud de reflejos, a por qué los libros han desaparecido, incluso, de nuestro imaginario docente. Del hegemónico, al menos.

Ni siquiera la brecha digital hubiera sido tan abrupta con buenas bibliotecas escolares. Estas, allá donde funcionan, se ocupan también de la alfabetización mediática de estudiantes y docentes y tienen, cuando menos, detectados los problemas: quiénes disponen de dispositivos móviles y quiénes no, quiénes disponen de conexión en casa y quiénes no; qué aplicaciones y plataformas son fiables y cuáles no. Eso, tan solo, como punto de partida. Porque las bibliotecas escolares hace tiempo que dejaron de ser tan solo un espacio físico donde se alojan los libros, y son el verdadero agente dinamizador -que impulsa y coordina- todas aquellas prácticas vinculadas a la alfabetización del siglo XXI: desde cómo distinguir noticias fiables de fake news a cómo seleccionar, elaborar y comunicar información, entre otras muchas cosas. Claro que estos contenidos conciernen al profesorado de todas las áreas, pero mientras las rutinas docentes y las evaluaciones externas miren hacia otro lado pocos parecen darse por aludidos.

Necesitamos responsables en nuestras bibliotecas escolares -con formación y recursos, lo hemos dicho ya muchas veces- que vertebren iniciativas, especialmente aquellas medulares y que, sin embargo, el currículo disciplinar orilla o desdeña.

Pero hoy quisiera centrarme en la lectura de libros: de papel o electrónicos, pero en los libros. Y en por qué creo que, cuando se atenúen las condiciones de nuestro confinamiento, las bibliotecas públicas podrían y aun deberían ocupar un papel central en el tramo final del curso. Hablaré de secundaria, que es lo que conozco de primera mano, pero la tesis de fondo de estas líneas es aún más pertinente si cabe para los tramos de infantil y primaria.

Todos los años, al empezar las clases, dedico una o varias sesiones a hablar con mis alumnas y alumnos acerca de sus hábitos lectores y sus libros favoritos. Y todos los años me encuentro con tres perfiles diferenciados, aunque enormemente porosos entre sí.

En primer lugar, los refractarios a la lectura: «No leo nada. Nunca he leído nada que me guste». «Una vez leí un libro. Y no me gustó». «Yo no leo nada. Y si me mandan leer algo en el instituto o me veo la peli o me leo un resumen». «Antes leía. Ya no». «Me tiene que llamar mucho la atención el libro; si no, no me lo leo. He intentado leer algún libro, pero no». «Profe, yo solo leo el Marca«.

Pero incluso estos nos dejan un resquicio abierto: «No me gusta nada leer, pero una vez me leí un libro por mi cuenta y me gustó. Se llamaba El niño del pijama de rayas«. «No leo mucho, pero me gustan las curiosidades que leo en Instagram. Lo de ¿Sabías que…? Eso sí me lo leo». «No leo nada. Y ya. Pero me gustaría tener disciplina. Dormirme leyendo un libro». «A veces sí que leo, depende de lo que me aburra». «Leo cuando tengo tiempo». «No es que no me guste leer, me gusta algún tipo de libros, como Juego de Tronos». «Leer no es que me emocione, pero los libros que me mandan en el instituto sí que me los leo». «Con los libros del instituto al principio no me gustan, pero luego me voy enganchando». «Me gusta mucho leer, pero no libros. Revistas, moda, cosas de actualidad».

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento, y el acierto en la elección.

Luego están los lectores ocasionales, aquellos que leen a rachas. «No me gusta mucho leer. Mi libro favorito es El señor de los anillos«. «No es que no me guste leer, pero no suelo hacerlo». «Me gusta leer, pero no leo mucho». Añoran los tiempos en que sí eran ávidos lectores. «Cada vez leo menos». «Antes leía un montón». Son quienes sí leen lo prescrito en el instituto, pero poco más. Este grupo aumenta según nos adentramos en la adolescencia. Porque es entre los más pequeños del instituto donde encontramos los lectores más fervientes.

Y ahí están los lectores compulsivos: quienes se han leído todo Roald Dahl, Laura Gallego, Harry PotterPercy Jackson, John Green. Fans de un título, un autor, un género, cuesta sacarlos de ahí. Se nos perderán en cuanto no acertemos a establecer el tránsito entre las tramas fantásticas o adolescentes y otros géneros que los saquen de la espiral en que andan confinados. No podemos pretender que salten sin red de ahí al Poema del CidEl Lazarillo de Tormes o San Manuel Bueno Mártir. Hay literatura juvenil para la segunda adolescencia y hay clásicos universales para los jóvenes lectores. Solo hay que ir a buscarlos.

Pero es que, además, están los refractarios a la narrativa de ficción (aunque a lo mejor sí se atreven con la novela gráfica) pero sí son lectores ocasionales de poesía. Están también quienes no quieren saber nada de literatura pero les entusiasman las biografías; quienes, puestos a leer, prefieren hacerlo con un libro de historia o de ciencia o hasta con un título de economía. Están -y estos son lectores en auge- quienes buscan en los estantes lo que haya de feminismo o ecología, y lo devoran con fruición y no hacen sino recomendarlo.

Todos ellos, lectores y no lectores, lectores de literatura y de libros informativos, necesitan de la escuela para impulsar sus hábitos y ampliar sus itinerarios de lectura. Muchos -si no todos- dependen de las prescripciones de la escuela, tan denostadas -y es verdad que tantas veces hechas con muy poco acierto-. Contamos ahora con un momento excepcional para aprovecharlo. La lectura sostenida y continuada, la lectura por placer, es también factor determinante en la mejora de la competencia lectora, esa que luego tanto echamos en falta.

Pero para que ello sea posible, y para no abrir más brechas en la equidad entre quienes pueden acceder al préstamo electrónico de libros -porque tienen dispositivo, conexión, y carnet de la biblioteca municipal- y quienes no pueden hacerlo, necesitamos que las bibliotecas públicas vuelvan a abrirse cuando el cese el estado de alarma, puesto que los centros escolares seguirán probablemente cerrados mucho más tiempo. Abrirlas siquiera exclusivamente al préstamo; con ventanilla y distancia social, con guantes y mascarillas, pero abrirlas.

Y necesitamos -profes, esto va por nosotros- volver a poner los libros en el centro de nuestro imaginario pedagógico y pensar -¡colectivamente!- qué puñado de libros podrían conformar ese plan lector de urgencia para una cuarentena.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/07/hacer-de-la-necesidad-virtud-ii-bibliotecas-publicas-y-equidad-educativa/

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Francesco Tonucci: “No perdamos este tiempo precioso dando deberes”

Por: Ana Pantaleon y Gianluca Battista

Francesco Tonucci (Fano, 1940) es un experto en niños. Desde su casa de Roma, donde lleva cinco semanas encerrado, este psicopedagogo italiano contesta por videoconferencia algunas de las cuestiones que más afectan a los menores durante este periodo de encierro para combatir el coronavirus. Tonucci reconoce que son muchos los padres que piden consejos. Propone ideas como que tengan su propio diario secreto de confinamiento o un lugar, por pequeño que sea, para esconderse dentro de casa. El psicopedagogo se muestra crítico con la escuela y cómo está afrontando este encierro.

Pregunta. ¿Qué es lo peor del confinamiento para los niños?

Respuesta. Debería ser el no poder salir, pero es mentira porque lamentablemente tampoco antes salían. Los niños desean salir y solo pueden hacerlo de la mano de un adulto. Con lo cual es importante que los niños vuelvan a salir, dentro y fuera del coronavirus. Quedarse en casa es una condición nueva, no ser autónomo no lo es. Espero que los niños puedan mostrarnos con la fuerza de este encierro cuánto necesitan más autonomía y libertad. Es muy interesante cómo están reaccionando ellos. Durante los primeros días de confinamiento, envié un vídeo a nuestras ciudades de la red internacional de la ciudad de los niños animando a convocar los consejos para pedir su opinión y dar consejos a los alcaldes; me parecía un poco paradójico que todo el mundo pedía a los psicólogos consejos para los padres y a los pedagogos para los maestros y nadie pensaba en ellos. Los niños sienten mucho la falta de la escuela, es decir, no de los profesores y los pupitres sino la falta de los compañeros. La escuela era el lugar donde los niños podían encontrarse con otros niños. La otra experiencia en la que pude comprobar que la escuela era muy deseada para los niños fue cuando están en el hospital.

P. Entonces, considera que los políticos no tienen en cuenta a los menores para tomar sus decisiones.

R. Como siempre. Los niños prácticamente no existen, no aparecen en sus preocupaciones. La única preocupación ha sido que la escuela pueda seguir de forma virtual. En Italia, por ejemplo, la gran preocupación es demostrar que pueden seguir igual que antes a pesar de las nuevas condiciones, es decir, lo hacemos casi sin que den cuenta, sentados como estaban en la escuela frente a una pantalla haciendo clases y con deberes. Muchos no se han dado cuenta de que la escuela no funcionaba antes y en esta situación se nota lo poco que funcionaba. Los niños están hartos de los deberes y para las familias es una ayuda porque es lo que ocupa a los niños. Los deberes siempre son demasiados, no tanto por la cantidad sino por la calidad. Son inútiles por los objetivos que los docentes imaginan.

P. Si se hace todo mal, ¿qué propone?

P. Hice un pequeño vídeo ofreciendo consejos de sentido común. Tenemos una oportunidad. Los niños en la escuela se aburren y así es difícil que aprendan. Además, existe un conflicto entre escuela y familia, es un conflicto moderno, la familia siempre está lista para denunciar el colegio. Ahora la situación es nueva: la escuela se hace en familia, en casa. Propongo que la casa se considere como un laboratorio donde descubrir cosas y los padres sean colaboradores de los maestros. Por ejemplo, cómo funciona una lavadora, tender la ropa, planchar, aprender a coser…

P. Pero en este laboratorio, ¿los padres están trabajando también?

R. Pido cosas que hay que hacer en casa igualmente. La cocina, por ejemplo, es un taller de ciencia. Los niños deben aprender a cocinar. El maestro puede proponer que los alumnos cocinen un plato con su salsa y escriban la receta. Así estamos haciendo física, química, literatura y se puedo montar un libro virtual de recetas. Otra experiencia que me parece importante es que los niños hagan vídeos de su experiencia en casa. La otra experiencia, por supuesto, es la lectura. Cómo la escuela no consigue que los niños amen la lectura es un gran peso. La escuela debería preocuparse más, dar a sus alumnos el gusto de leer.

P. Eso supone enfrentarse a las pantallas, a los videojuegos.

R. Estamos pensando en una escuela que tiene que hacer propuestas a los niños encerrados en casa. Proponer a los niños que lean un libro debe ser un regalo, no un deber. Hay otra forma que es la lectura colectiva, de familia. Crear un teatro que tiene su horario y su lugar en la casa, y un miembro de la familia lee un libro como si fuera una telenovela. Media hora todos los días. Son propuestas que parecen poco escolares, pero todas tienen que ver con las disciplinas escolares. Estudiando las plantas de las casas se puede hacer una experiencia de geometría. Todo esto lo digo para que se entienda que se puede aprovechar la riqueza que tenemos ahora, la casa y la disponibilidad de los padres. Usted dice que los padres no tienen tiempo: no es verdad. A pesar de todo el tiempo que están ocupados, no saben qué hacer en el tiempo libre. Normalmente el tiempo que pasan con ellos es para acompañarlos a actividades y no para vivir con ellos. Otra propuesta es que jueguen, eso es lo más importante. Que inventen juegos. Llamar a los abuelos para que aconsejen juegos, ellos fueron niños cuando los juegos había que inventarlos.

P. Nunca habremos pasado con ellos tanto tiempo como ahora.

R. Por eso mismo. No perdamos este tiempo precioso dando deberes. Aprovechemos para pensar si otra escuela es posible.

P. ¿Qué tiene que hacer un niño el primer día que salga de este confinamiento?

R. Gritar, lanzar piedras, correr, y abrazarse con alguien; aunque eso último será complicado.

Fuente e Imagen: https://elpais.com/sociedad/2020-04-11/francesco-tonucci-no-perdamos-este-tiempo-precioso-dando-deberes.html?utm_source=Facebook&ssm=FB_CM#Echobox=1586624575

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