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En esta crisis, un desafío: construir la escuela de lo colectivo

Por: Julio Rogero

La realidad que estamos viviendo estos días de aislamiento físico nos invita pensar que ya estamos comenzando a construir una nueva realidad, también en la educación, desde la toma de conciencia de que así no podemos seguir y que caminaremos en una nueva dirección, tan inédita como lo que vivimos ahora.

Nuestro sistema educativo está condicionado por una sociedad que camina cada vez con mayor determinación por la senda de la alienación ideológica, del individualismo más feroz y desalmado, del aumento de los discursos del odio y del supremacismo blanco y machista. Esta realidad domina las relaciones sociales en la sociedad. La educación que tenemos fomenta con frecuencia la separación y el egoísmo imponiendo la competitividad para exaltar el éxito y la excelencia de unos pocos, sin pensar en los que quedan atrás, excluidos, puesta en evidencia, más todavía, en estos día de reclusión. Es lo que imponen las políticas educativas neoliberales en nuestro país.

Nosotros proponemos una escuela que promueva la cooperación, el mestizaje, la solidaridad, lo común, porque solo conectados con los demás, con los diferentes, formaremos una ciudadanía responsable, comprometida. La escuela que tenemos está controlada por el poder para ponerla a su servicio, vaciarla de contenido emancipador y comunitario, para impedir los lazos que hacen realidad un “nosotros” construido en la interdependencia y la convivencia positiva. Ahora, en el confinamiento y la pretensión de la normalidad académica, solo se tiene en cuenta a los mismos que antes seguían el ritmo de la escuela.

Muchos tenemos la firme convicción de que lo que nos une y se comparte es el nudo gordiano de la comunidad educativa. Por eso muchos queremos otras relaciones sociales y otra educación. Ante esta realidad nos parece necesario transitar, con la mayor urgencia posible, de lo individual egoísta a lo colectivo comunitario, desarrollando una educación basada en la dignidad humana, en los Derechos Humanos y de la Infancia, en la compasión, en las interdependencias y en una nueva conciencia en el ámbito de una comunidad educativa donde sea posible la realización de todos.

La escuela de lo colectivo es la que propone que toda su organización, su contenido convivencial y curricular tienen una dimensión comunitaria que hay que desarrollar y practicar de forma constante en la vida escolar. Se construye teniendo en cuenta la identidad, la singularidad y la diversidad de cada persona que se educa, y que nos hacemos personas en la conciencia de ser con los demás.

La escuela pública es un lugar privilegiado para consolidar lo que tenemos en común. Y no tanto como propuesta ideológica y teorizada, sino como lugar de prácticas colectivas y cooperadoras en la vida cotidiana. Es poner en marcha procesos educativos y de acción, de carácter compensador de forma consciente, donde se tenga en cuenta la dimensión colectiva de la vida del centro. Desde que se propone la construcción de un proyecto educativo, todo el proceso de deliberación, decisión y su puesta en práctica requiere una determinación decidida de que todo lo que se hace, desde el comienzo hasta el final, se haga entre todos. Conocemos experiencias de centros educativos que lo hacen así.

Sabemos que el sistema educativo tiene una clara función en una sociedad democrática: educar una ciudadanía culta, capaz de confiar en sí misma, que se informa críticamente, activa, justa, participativa, optimista, crítica, inclusiva, solidaria, comunitaria. Solo se construye la escuela de lo colectivo en el espacio público como un proyecto sociopolítico. Por eso exigimos que las leyes educativas en las democracias propongan proyectos educativos democráticos y convivenciales basados en la justicia social, en la equidad y en la inclusión. Construir la escuela pública comunitaria conlleva eliminar todos los obstáculos que hoy la hacen tan excluyente: las escuelas que discriminan y segregan porque son clubes privados, las que educan clientes y no ciudadanos, y los espacios de exclusión social (barrios gueto con centros estigmatizados). La escuela de lo colectivo enseña a reconocerse, a desmontar prejuicios mutuos, a erradicar discriminaciones, a socializarse y convivir, a cooperar y aprender juntos

Habitualmente se ponen en el centro de la enseñanza los programas, los contenidos, la burocracia, los exámenes, las calificaciones y los resultados. Las dinámicas individualistas dominantes de exaltación del “éxito” individual sobre los demás nos ponen de relieve lo que hacemos habitualmente en el aula y ahora en las casas-escuela. También cuando proclamamos nuestra neutralidad para “suspender” y segregar a los que no se ajustan al modelo de personas que nos imponen y a los resultados que se nos piden. Detengamos estas dinámicas destructoras. Con demasiada frecuencia olvidamos que en el centro está el alumnado que ha de ser el protagonista de su vida compartida con los demás, desde su propia singularidad y desde el pleno e integral desarrollo de cada uno. Sabemos que hay metodologías dirigistas, impositivas, autoritarias, que eliminan el protagonismo del alumnado y que impiden la construcción de la escuela de lo colectivo. También conocemos y practicamos metodologías colectivas y cooperativas que la favorecen: la asamblea en la escuela y el aula, los planes de trabajo, los textos de expresión libre y los escritos colectivos, el trabajo cooperativo en equipo, la reflexión individual y compartida, las comisiones de trabajo de gestión colectiva del centro educativo, etc. Son prácticas transformadoras que están cargadas de sentido emancipador.

Las propuestas de cómo se puede construir la escuela que queremos se hacen a través de diferentes tiempos y espacios, que hay que tener en cuenta dentro de los proyectos educativos, donde se reflexionan y se trabajan diferentes temáticas que forman parte de la educación y de la vida de cada escuela. En ellos se pueden ir desgranando las experiencias que ya se están viviendo en algunos centros y los aspectos nuevos que plasman los desafíos a los que hay que responder en la sociedad actual.

El proyecto de convivencia de cada centro educativo es el elemento clave para construir una comunidad educativa consolidada con todo lo que lleva consigo el vivir común y cooperativo. Sabemos que las comunidades educativas se quiebran con facilidad y, con frecuencia, son un vacío de vida compartida, precisamente por carecer de un proyecto vivo que la haga posible. Porque convivir en el respeto, en el reconocimiento mutuo, en la cooperación exige un aprendizaje constante. Requiere aprender a gestionar los conflictos a través de prácticas restaurativas que ayudan a reconstruir la convivencia positiva de la comunidad educativa. Es necesario conocer e incorporar a los proyectos de centro estas prácticas que nos ayudan en la formación de un clima convivencial comunitario más positivo.

La escuela de lo colectivo se hace posible lentamente y a lo largo de mucho tiempo, casi nunca de forma lineal. En muchas escuelas es una realidad la participación colectiva de las familias en las estructuras del centro y en diversas actividades de aula (comisiones de trabajo, talleres, cooperativa escolar…). Es una realidad el aprendizaje cooperativo del alumnado, su protagonismo en la toma de decisiones, su participación en la marcha del centro. El profesorado es un equipo docente implicado en toda la vida del colegio, con una clara conciencia de compartir su trabajo y su profesionalidad en la construcción constante de la escuela pública que queremos. Esta requiere del alumnado y del profesorado compromiso, tanto en el aprendizaje como en la enseñanza.

Hoy es ineludible trabajar la dimensión ecológica, feminista y de compromiso social del currículo escolar como toma de conciencia de la situación de crisis sistémica por la que atraviesa la humanidad en su relación con la naturaleza y con la vida. Entendemos que la educación ecosocial, para hacernos conscientes de nuestra necesaria conexión con la naturaleza que somos y transformar la conciencia ecológica de nuestra escuela, es condición necesaria para caminar en otra dirección.

La escuela no puede encerrarse en sus muros. Es necesario incorporar el análisis, reflexión y elaboración de propuestas en torno a lo que conocemos como “educación a tiempo completo”. Reconocemos que la educación formal de la escuela y la educación no formal, que se da en el espacio de la comunidad local (actividades extraescolares, oferta cultural, deportiva, de ocio, asociativa, etc.), están conectadas en las trayectorias vitales de cada uno de los alumnos y alumnas, y que pueden ser una invitación al compromiso con la transformación de la vida colectiva en nuestros entornos de proximidad. Por ello es necesario conocer y reconocer lo que implica esa relación de la comunidad educativa escolar con el medio y el contexto: sus redes, sus recursos diversos, sus propuestas y actividades, etc., para que puedan estar conectadas entre sí y se complementen en la educación integral colectiva del alumnado.

Después de lo experimentado en esta situación de emergencia es más necesaria la inclusión de todo el alumnado para hacer realidad la escuela pública comunitaria.. Sabemos que la construcción de esta escuela se encuentra con muchos obstáculos. Pero no son insalvables, porque cada vez somos más los que vemos que se están abriendo grandes grietas por donde se atisban posibilidades que nos impulsan a construir la educación y la escuela colectiva que queremos para una vida compartida. Es verdad que estos obstáculos y estas potencialidades requieren de un análisis más amplio y detallado. En definitiva, la construcción de la escuela de lo colectivo es un desafío en el que deseamos seguir implicados y no estamos dispuesta a renunciar a ella.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/13/en-esta-crisis-un-desafio-construir-la-escuela-de-lo-colectivo/

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Cómo cuidar de sí y de los demás en tiempos del coronavirus

Por: Leonardo Boff

Vivimos tiempos dramáticos bajo el ataque del coronavirus, una especie de guerra contra un enemigo invisible, contra el cual todo el arsenal destructivo de armas nucleares, químicas y biológicas fabricadas por los poderes militaristas son totalmente inútiles e incluso ridículas. El Micro (virus) está derrotando a lo Macro (nosotros).

Tenemos que cuidarnos personalmente y cuidar a los demás, para que podamos salvarnos juntos. Aquí no valen los valores de la cultura del capital, no la competencia, sino la cooperación, no la ganancia sino la vida, no la riqueza de unos pocos y la pobreza de las grandes mayorías, no la devastación de la naturaleza, sino su cuidado. Estamos en el mismo barco y sentimos que somos seres que dependemos unos de otros. Aquí todos somos iguales y con el mismo destino feliz o trágico.

¿Qué somos como humanos?

En estos momentos de aislamiento social forzado, tenemos la oportunidad de pensar sobre nosotros mismos y en lo que realmente somos. ¿Sabemos quiénes somos? ¿Cuál es nuestro lugar en el conjunto de seres? ¿Para qué existimos? ¿Por qué podemos ser infectados por el coronavirus e incluso morir? ¿Hacia dónde vamos? Al reflexionar sobre estas preguntas impostergables, vale la pena recordar a Blaise Pascal (+1662). Nadie mejor que él, matemático, filósofo y místico, para expresar el ser complejo que somos:

“Qué es el ser humano en la naturaleza? Una nada frente al infinito y un todo frente a la nada, un medio entre la nada y el todo, pero incapaz de ver la nada de donde viene y el infinito hacia dónde va” (Pensées § 72). En él se cruzan los cuatro infinitos: lo infinitamente pequeño, lo infinitamente grande, lo infinitamente complejo (Teilhard de Chardin) y lo infinitamente profundo.

En verdad no sabemos bien quien somos. O mejor, desconfiamos de alguna cosa en la medida en que vivimos y acumulamos experiencias. En uno somos muchos. Además de aquello que somos, existe en nosotros aquello que podemos ser: un manojo inagotable de virtualidades escondidas dentro de nosotros. Nuestro potencial es lo más seguro en nosotros. De ahí nuestra dificultad para construir una representación satisfactoria de quienes somos. Pero esto no nos exime de elaborar algunas claves de lectura que, de alguna manera, nos guíen en la búsqueda de lo que queremos y podemos ser.

En esta búsqueda el cuidado de sí mismo juega un papel decisivo. Especialmente en este momento dramático, cuando estamos expuestos a un enemigo invisible que puede matarnos o a través de nosotros causar la enfermedad o la muerte a los otros. En primer término, no es una mirada narcisista sobre el propio yo, lo cual lleva generalmente a no conocerse a sí mismo sino a identificarse con una imagen proyectada de uno mismo y, por lo tanto, alienada y alienante.

Fue el filósofo Michel Foucault quien, con su exhaustiva investigación Hermenéutica del sujeto (1984), trató de rescatar la tradición occidental del cuidado del sujeto, especialmente en los sabios de los siglos II/III, como Séneca, Marco Aurelio, Epicteto y otros. El gran lema era el famoso “gnôti seautón”: “conócete a ti mismo”. Este conocimiento no se entendía de una manera abstracta sino concreta: reconócete en lo que eres, trata de profundizar en ti mismo para descubrir tus potencialidades; trata de realizar lo que realmente eres.

Es importante afirmar en primer lugar que el ser humano es un sujeto y no una cosa. No es una sustancia constituida de una vez por todas (Foucault, Hermenéutica del sujeto, 2004), sino un nudo de relaciones siempre activo que, a través del juego de relaciones, se está construyendo continuamente. Nunca estamos listos, siempre nos estamos formando.

Todos los seres en el universo, según la nueva cosmología, tienen una cierta subjetividad porque siempre están relacionando e intercambiando información. Por eso tienen historia y un cierto nivel de conocimiento inscrito en su ADN. Este es un principio cosmológico universal. Pero el ser humano lleva a cabo su propia modalidad de este principio relacional, que es el hecho de ser un sujeto consciente y reflexivo. Sabe que sabe y sabe que no sabe y, para ser completos, no sabe que no sabe, como decía irónicamente Miguel de Unamuno.

Este nudo de relaciones se articula desde un centro, alrededor del cual organiza los sentimientos, ideas, sueños y proyecciones. Este centro es un yo, único e irrepetible. Representa, en el lenguaje del más sutil de todos los filósofos medievales, el franciscano Duns Scoto (+1203), la ultima solitudo entis, la última soledad del ser.

Esta soledad significa que el yo es insustituible e irrenunciable. Pero recordemos: debe entenderse en el contexto del nudo de relaciones dentro del proceso global de interdependencias, de modo que la soledad no sea la desconexión de los demás. Significa la singularidad y la especificidad inconfundible de cada uno. Por lo tanto, esta soledad es para la comunión, es estar solo en su identidad para poder estar con el otro diferente y ser uno-para-el-otro y con-el-otro. El yo nunca está solo.

Cuidar de sí: acogerse jovialmente

El cuidado de sí mismo implica, en primerísimo lugar, acogerse a sí mismo tal como se es, con las capacidades y las limitaciones que siempre nos acompañan. No con amargura como quien no consigue evitar o modificar su situación existencial, sino con jovialidad. Acoger la estatura, el rostro, el pelo, las piernas, pies, senos, la apariencia y modo de estar en el mundo, en resumen, acoger nuestro cuerpo.

Cuanto más nos aceptemos así como somos, menos clínicas de cirugía plástica necesitaremos. Con las características físicas que tenemos, debemos elaborar nuestra manera de ser y nuestra mise-en-scène en el mundo.

Podemos cuestionar la construcción artificial de una belleza fabricada que no está en consonancia con una belleza interior. Hay el riesgo de perder la luminosidad y sustituirla por una vacía apariencia de brillo.

Más importante es acoger los dones, las habilidades, el poder, el coeficiente de inteligencia intelectual, la capacidad emocional, el tipo de voluntad y de determinación con la que cada uno viene dotado. Y al mismo tiempo, sin resignación negativa, los límites del cuerpo, de la inteligencia, de las habilidades, de la clase social y de la historia familiar y nacional en que está insertado.

Tales realidades configuran la condición humana concreta y se presentan como desafíos a ser afrontados con equilibrio y con la determinación de explotar lo más que podamos las potencialidades positivas y saber llevar, sin amargura, las negativas.

El cuidado de sí mismo exige saber combinar las aptitudes con las motivaciones. Me explico: no basta tener aptitud para la música si no nos sentimos motivados para desarrollar esta capacidad. De la misma manera, no nos ayudan las motivaciones para ser músico si no tenemos aptitudes para eso, sea en el oído sea en el domino del instrumento. De nada sirve querer pintar como van Gogh si solamente se consigue pintar paisajes, flores y pájaros que a duras penas llegan a ser expuestos en la plaza en la feria del domingo. Desperdiciamos energías y recogemos frustraciones. La mediocridad no engrandece a nadie.

Otro componente del cuidado consigo mismo es saber y aprender a convivir con la paradoja que atraviesa nuestra existencia: tenemos impulsos hacia arriba, como la bondad, la solidaridad, la compasión y el amor. Y simultáneamente tenemos en nosotros tendencias hacia abajo, como el egoísmo, la exclusión, la antipatía e incluso al odio. En la historia reciente de nuestro país tales dimensiones contradictorias han aparecido hasta de forma virulenta, envenenando la convivencia social.

Estamos hechos con estas contradicciones, que nos vienen dadas con la existencia. Antropológicamente se dice que somos al mismo tiempo sapiens y demens, gente de inteligencia y lucidez y junto a esto, gente de rudeza y violencia. Somos la convergencia de las oposiciones.

Cuidar de sí mismo impone saber renunciar, ir contra ciertas tendencias en nosotros y hasta ponerse a prueba; pide elaborar un proyecto de vida que dé centralidad a estas dimensiones positivas y mantenga bajo control (sin reprimirlas porque son persistentes y pueden volver de forma incontrolable) las dimensiones sombrías que hacen agónica nuestra existencia, es decir, siempre en combate contra nosotros mismos.

Cuidar de sí mismo es amarse, acogerse, reconocer nuestra vulnerabilidad, saberse perdonar y desarrollar la resiliencia, que es la capacidad de pasar página y aprender de los errores y contradicciones.

Cuidar de sí mismo: preocuparse del modo de ser

Por estar expuestos a fuerzas contradictorias que conviven tensamente en nosotros, necesitamos vivir el cuidado como preocupación por nuestro propio destino. La vida puede conducirnos por caminos que pueden significar felicidad o desgracia: esas fuerzas pueden apoderarse de nosotros y podemos llenarnos de resentimientos y amarguras que nos incitan a la violencia. Tenemos que aprender a autocontrolarnos. Especialmente en estos tiempos de confinamiento social. Puede ser ocasión de desarrollar iniciativas creativas, de ejercitar la fantasía imaginativa que nos alejen de los peligros y nos abran espacio hacia una vida de decencia.

Hoy vivimos bajo la cultura del capital que continuamente nos demanda ser consumidores de bienes materiales, de entretenimientos y de otras estratagemas, más enfocados a quitarnos nuestro dinero que a satisfacer nuestros deseos más profundos. Cuidar de sí es preocuparse de no caer en esa trampa. Es dejar huella de tu pisada en la tierra, no pisar en la huella hecha por otro.

Cuidar de sí mismo como preocupación acerca del sentido de la propia vida significa: ser crítico, poner muchas cosas bajo sospecha para no permitir ser reducido a un número, a un mero consumidor, a un miembro de una masa anónima, a un eco de la voz de otro.

Cuidar de sí mismo es preocuparse del lugar de uno mismo en el mundo, en la familia, en la comunidad, en la sociedad, en el universo y en el designio de Dios. Cuidar de sí mismo es reconocer que, en la culminación de la historia, Dios te dará un nombre que es sólo tuyo, que te define y que solo Dios y tú conoceréis.

En la sociedad que nos masifica, es decisivo que cada uno pueda decir su yo, tener su propia visión de las cosas, no ser solamente un mero repetidor de lo que nos es comunicado por los muchos medios de comunicación de los que disponemos.

El cuidado implica cultivar y velar por nuestros sueños. El valor de una vida se mide por la grandeza de sus sueños y por su empeño, contra viento y marea, en realizarlos. Nada resiste a la esperanza tenaz y perseverante. La vida es siempre generosa; a quienes insisten y persisten acabará dándoles la oportunidad necesaria para concretar su sueño. Entonces irrumpe el sentimiento de realización, que es más que la felicidad momentánea y fugaz. La realización es fruto de una vida, de una perseverancia, de una lucha nunca abandonada de quien vivió la sabiduría predicada por don Quijote: no hay que aceptar las derrotas antes de dar todas las batallas. El modo de ser que resulta de este cuidado con la autorrealización es una existencia de equilibrio que genera serenidad en el ambiente y el sentimiento en los demás de sentirse bien en compañía de tal persona. La vida irradia, pues en eso reside su sentido: no en vivir simplemente porque no se muere, sino en irradiar y disfrutar de la alegría de existir.

Cuidado como precaución con nuestros actos y actitudes

El cuidado como preocupación por nosotros mismos nos abre al cuidado como precaución en estos tiempos del coronavirus. Precavernos de no exponernos a coger el virus avasallador ni de trasmitirlo a los demás. Aquí el cuidado lo es todo, particularmente ante los más vulnerables que son las personas mayores de 65 años, nuestros abuelos y parientes mayores.

Alarguemos la perspectiva. En una perspectiva ecológica, hay actitudes y actos de falta de cuidado que pueden ser gravemente destructores, como la práctica de usar intensivamente pesticidas agrícolas, deforestar una amplia región para dar paso al ganado o al agronegocio, destruir la vegetación ribereña de los ríos. Las consecuencias no van a ser inmediatas, pero a medio y largo plazo pueden ser desastrosas, como la disminución del caudal del río, la contaminación del nivel freático de las aguas, el cambio del clima y de los regímenes de lluvias y de estiaje.

Aquí se impone una cuidadosa precaución para que la salud humana de toda una colectividad no sea afectada, como está ocurriendo en este momento en todo el mundo.

Con la introducción de las nuevas tecnologías, como la biotecnología y la nanotecnología, la robótica, la inteligencia artificial, mediante las cuales se manipulan los elementos últimos de la materia y de la vida, se pueden ocasionar daños irreversibles o producir elementos tóxicos, nuevas bacterias y series de virus, como el actual, el coronavirus, que comprometan el futuro de la vida (cf. T. Goldborn, El futuro robado, LPM 1977).

Como nunca antes en la historia, el futuro de la vida y las condiciones ecológicas de nuestra subsistencia están bajo nuestra responsabilidad. Esta responsabilidad no puede ni debe ser delegada a empresas con sus científicos en sus laboratorios para que decidan sobre el futuro de todos sin consultar con la sociedad. Aquí prevalece la ciudadanía planetaria. Cada ciudadano es convocado a informarse, a seguir y a decidir colectivamente qué caminos nuevos y más prometedores deben abrirse para la humanidad y para el resto de la comunidad de vida y no solo para el mercado y las empresas.

Nuestras relaciones merecen también especial precaución-cuidado. Deben ser siempre abiertas y constructoras de puentes. Tal propósito implica superar las extrañezas y los prejuicios. Aquí es importante ser vigilantes y trabar una fuerte lucha contra nosotros mismos y los hábitos culturales establecidos. Albert Einstein, sabedor de las dificultades inherentes a este esfuerzo, consideraba no sin razón, que es más fácil desintegrar un átomo que remover un prejuicio de la cabeza de una persona.

Cada vez que encontramos a alguien, estamos ante una manifestación nueva, ofrecida por el universo o por Dios, un mensaje que solamente esa persona puede pronunciar y que puede significar una luz en nuestro camino.

Pasamos una única vez por este planeta. Si puedo hacer algún bien a otra persona, no debo postergarlo ni descuidarlo, pues difícilmente la encontraré otra vez en el mismo camino. Esto vale como disposición de fondo de nuestro proyecto de vida.

Es importante que nos preocupemos de nuestro lenguaje. Somos los únicos seres capaces de hablar. Mediante el habla, como nos enseñaron Maturana y Wittgenstein, organizamos nuestras experiencias, ponemos orden en las cosas, y creamos la arquitectura de los saberes. Bien cantan los miembros de las Comunidades Eclesiales de Base de Brasil: La palabra no fue hecha para dividir a nadie/la palabra es un puente por donde va y viene el amor.

Por la palabra construimos o destruimos, consolamos o desolamos, creamos sentidos de vida o de muerte. Las palabras antes de definir un objeto o dirigirse a alguien, nos definen a nosotros mismo. Dicen quienes somos y revelan en qué mundo habitamos.

Cuidado de nuestra relación principal: la amistad y el amor

Hay un cuidado especial que debemos cultivar sobre dos realidades fundamentales en nuestra vida: la amistad y el amor. Mucho se ha escrito sobre ellas. Aquí nos restringiremos a lo mínimo. La amistad es esa relación que nace de una afinidad desconocida, de una simpatía totalmente inexplicable, de una proximidad afectuosa hacia otra persona. Entre los amigos se crea algo así como una comunidad de destino. La amistad vive del desinterés, de la confianza y de la lealtad. La amistad tiene raíces tan profundas que, aunque pasen muchos años, cuando los amigos y amigas vuelven a encontrarse se anulan los tiempos y se reanudan los lazos y hasta el recuerdo de la última conversación mantenida.

Cuidar de las amistades es preocuparse de la vida, penas y alegrías de la amiga o del amigo. Es ofrecerle un hombro cuando la vulnerabilidad le visita y el desconsuelo le roba sus estrellas guía. En el sufrimiento y en el fracaso existencial, profesional o amoroso es donde se comprueban los verdaderos amigos o amigas. Son como una torre fortísima que defiende el castillo de nuestras vidas peregrinas.

La relación más profunda y la que trae las más importantes realizaciones de felicidad o las más dolorosas frustraciones es la experiencia del amor. Nada es más precioso y apreciado que el amor. Nace del encuentro entre dos personas que un día cruzaron sus miradas, sintieron una atracción mutua y respondieron sus corazones. Resolvieron fundir sus vidas, unir sus destinos, compartir las fragilidades y los quereres de la vida.

Todos estos valores, por ser los más preciosos, son los más frágiles porque son los más expuestos a las contradicciones de la existencia humana. Cada cual es portador de luz y de sombras, de historias familiares y personales diferentes, cuyas raíces alcanzan arquetipos ancestrales, marcados ellos también por experiencias felices o trágicas que dejaron marca en la memoria genética de cada uno.

El amor es un ars combinatoria de todos estos factores, hecho con sutileza, que demanda capacidad de comprensión, de renuncia, de paciencia y de perdón, y al mismo tiempo de disfrute común del encuentro amoroso, de la intimidad sexual, de la entrega confiada de uno al otro, experiencia que sirve de base para entender la naturaleza de Dios, pues Él es amor incondicional y esencial.

Cuanto más capaz de una entrega total se es, mayor y más fuerte es el amor. Tal entrega supone un coraje extremo, una experiencia de muerte pues no se retiene nada y uno se zambulle totalmente en el otro.

El hombre posee especial dificultad para este gesto extremo, tal vez por la herencia del machismo, patriarcalismo y racionalismo de siglos que carga dentro de sí y que limita su capacidad para esta confianza extrema.

La mujer es más radical: va hasta el extremo de la entrega en el amor, sin resto y sin reservas. Por eso su amor es más pleno y realizador, y, cuando se frustra, la vida revela contornos de tragedia y de un vacío existencial abismal.

El mayor secreto para cuidar del amor reside en esto: cultivar sencillamente la ternura, La ternura vive de gentileza, de pequeños gestos que revelan el cariño, de signos pequeños, como recoger una concha en la playa y llevarla a la persona amada y decirle que en aquel momento la recordó con mucho cariño.

Tales «banalidades» tienen un peso mayor que la más preciosa joya. Así como una estrella no brilla sin una atmósfera a su alrededor, de la misma manera el amor no vive y sobrevive sin un aura de afecto, de ternura y de cuidado.

El cuidado es un arte. Como pertenece a la esencia de lo humano, siempre está disponible. Y como todo lo que vive necesita sustento, también él necesita ser alimentado. El cuidado se alimenta de una preocupación vigilante por su futuro y por el del otro.

Eso a veces se hace reservando momentos de reflexión sobre sí mismo, haciendo silencio a su alrededor, concentrándose en alguna lectura que alimente el espíritu y, no en último lugar, entregándose a la meditación y a la apertura a Aquel mayor que tiene el sentido de nuestras vidas y conoce todos nuestros secretos.

Conclusión: el cuidado es todo

El cuidado es todo, pues sin él, ninguno de nosotros existiría. Quien cuida ama, quien ama cuida. Cuidémonos los unos a los otros, particularmente en estos momentos dramáticos de nuestras vidas, pues ellas corren peligro y pueden afectar el futuro de la vida y de la humanidad sobre este pequeño planeta que es la única Casa Común que tenemos.

Fuente: https://www.elpais.cr/2020/04/15/como-cuidar-de-si-y-de-los-demas-en-tiempos-del-coronavirus/

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El hombre confinado

Por: Paola Ruiz-Huerta

Tal vez el hombre confinado pueda llegar a descubrir, en estos días, que salirse de la lógica productiva, patriarcal y machista genera cambios importantes y positivos en su vida y en la de quienes le rodean.

¿Qué les estará pasando a los hombres durante este periodo de encierro y confinamiento? ¿Cómo vivirán las 24 horas al día en el espacio doméstico, ese espacio privado, femenino, tan denostado por el patriarcado y que tanto amenaza su masculinidad? ¿Cómo llevarán el saberse menos productivos? ¿Cómo se sentirán los que hayan perdido el atributo identitario que es su trabajo? ¿Cómo estarán gestionando sus emociones: el miedo, la incertidumbre, la frustración, la rabia…?

¿Cómo afectarán a su identidad estos días de confinamiento en los que resulta tan complicado ser activo, racional y autónomo, los mandatos principales que determinan la masculinidad, según el sociólogo Antonio García? ¿Es posible que esta situación favorezca que algunos adopten posiciones más dominantes y aumenten su agresividad y violencia para sentirse así más masculinos y recuperar lo que Dona Haraway denomina la plusvalía de género?

Ayer, en Castellón, un hombre asesinó a una mujer. El 30º hombre que asesina a una mujer en lo que llevamos de año, según la última actualización de la plataforma Feminicidio.net. Otro, en Sevilla, intentó ayer cortarle el cuello a su pareja cuando le dijo que iba a dejarle.

La construcción de la subjetividad masculina está basada en la dominación, la crueldad y la falta de empatía. La subordinación, la complacencia y el agrado son atributos determinantes de «lo femenino». Y es sobre este orden mental de ambos géneros sobre el que tenemos que reflexionar, para deconstruirlo.

Por eso, quiero pensar también en cómo la incomodidad que para el género masculino produce este confinamiento puede ser una oportunidad para que los hombres reflexionen, se impliquen con el feminismo y hagan un proceso de transformación de sus vidas y de las relaciones de género, que tenga el consecuente impacto social.

El feminismo es imprescindible y positivo para todas las personas: para los hombres también. Les libera de esa fragilidad rígida y la carga que supone tener que liderar, competir y dominar todo el tiempo. Aunque sin perder de vista que los hombres en el Patriarcado tienen la posición privilegiada y dominante. El patriarcado oprime a los hombres, pero asfixia y mata a las mujeres.

Partiendo de la idea de Elisabeth Badinter de que la masculinidad se construye en oposición a tres grupos (mujeres, niños y homosexuales), ahora es el momento para cambiar el paradigma masculino y funcionar de otro modo. Para desarrollar, en la intimidad de la casa, habilidades que les permitan ser el hombre que querrían ser, si estuvieran dispuestos a perder privilegios. O a ser, quizás, «menos hombre».

Estas son algunas propuestas que me parecen imprescindibles para un cambio radical en las relaciones de género y el sistema patriarcal. Y que en este periodo de obligado encierro los hombres pueden ejercitar:

–Hacerse cargo de los cuidados. Es el momento para ver la cantidad de cosas que hay que hacer en un hogar y entender que los cuidados son responsabilidad de todos y todas. Los domésticos y los emocionales. Otorgarles el valor que merecen y la necesidad de ponerlos en el centro de la vida. Prestar atención a las personas con las que se convive. Ocuparse también de los padres, hermanos, amigos. Decir que les echas de menos. Que los quieres.

–Desarrollar la escucha. La empatía. Ponerse en el lugar de la otra persona tratando de entender, de verdad, lo que quiere decir. Escuchar en silencio, procurando no dar consejos ni «resolver vidas». Escuchar, además, sin ningún interés por medio, sexual o de cualquier otra índole, y sin cerrar a priori la posibilidad de aprender de la otra persona.

–Responsabilizarse de las emociones y necesidades. Estos días van a surgir muchas emociones y hay que aceptar cualquier sentimiento sin luchar contra él. Conectar con la propia vulnerabilidad, reconocer el sufrimiento y hacerse cargo de él. Puede ser un buen momento para llamar a algún amigo y compartir la ansiedad y la fragilidad.

–Descubrir la ternura: otra sexualidad es posible. Deconstruir la sexualidad patriarcal, la erotización de la dominación y la violencia y erotizar la empatía, los cuidados y el buen trato. Quizás sea momento para experimentar otras formas de placer, de explorar, sin prisas, nuevas maneras de relacionarse con el propio cuerpo y el de la compañera o compañero. Romper con la jerarquía de los placeres que nos enseña que hay unos superiores, como la cópula y el orgasmo, y otros inferiores. Dedicar más tiempo a las caricias, a la ternura y atreverse a experimentar nuevas sensaciones. A ver qué sucede.

Tal vez el hombre confinado pueda llegar a descubrir, en estos días, que salirse de la lógica productiva, patriarcal y machista genera cambios importantes y positivos en su vida y en la de quienes le rodean. Cambiar el pequeño mundo de cada uno es la única manera de cambiar el mundo. Y será sólo a través de la toma de conciencia, el propio cuestionamiento, la responsabilidad y la renuncia de los privilegios que este sistema otorga a los hombres, por el hecho de nacer varones, como podremos acabar con este virus que es el patriarcado.

Fuente e Imagen: https://www.eldiario.es/tribunaabierta/hombre-confinado_6_1008659143.html

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«Por qué llora esa mujer, testimonios sobre violencia machista», el libro que puede leerse online y pdf

Redacción: Página 12

Después del primero y masivo Paro Inernacional de mujeres, lesbianas, trans y travestis convocado por #NiUnaMenos y otras cincuenta organizaciones, realizado en octubre de 2016, las escritoras, docentes y gestoras culturales Ángela Pradelli y Alejandra Correa idearon un archivo para resguardar la memoria de las víctimas de distintas formas de violencia patriarcal en el país.

Por qué llora esa mujer. Testimonios sobre violencia machista se transformó en un libro vivo y colectivo con aportes de las protagonistas y de familiares, cronistas y escritorxs como Alicia Plante, Cecilia Sorrentino, Anabella Foscaldo, Oscar Marful, Inés Arteta, Silvana Aiudi, Sebastián La Prezioso, Silvana Quintans y Hugo Paternoster. Reúne treinta y dos historias breves de mujeres que, por el solo hecho de ser mujeres, fueron humilladas, amenazadas, golpeadas, abusadas, violadas o asesinadas por familiares, parejas o desconocidos. A partir de los primeros días de marzo se puede leer online y descargar en forma gratuita desde este enlace: https://bit.ly/3a9y05w .

“En octubre de 2016 asesinaron a Lucía Pérez, una adolescente de dieciséis años, en Mar del Plata –recuerda Ángela Pradelli-. Fue todo tan brutal que provocó una reacción muy importante en nuestra sociedad. A los pocos días llegó el primer paro y una marcha multitudinaria que tuvo una contundencia nueva”. Pradelli estaba en China, en una Residencia de Escritura en Shanghái, y siguió la marcha por Internet. Conmovida, hizo un comentario en su página de Facebook: “Algún día vamos a tener que escribir estas historias, darles voz a estos relatos”. Muchxs le respondieron y dejaron sus comentarios, y Alejandra Correa aceptó eldesafío. “Hagámoslo”, le escribió. “A fin de año, cuando volví de Shanghái, convocamos por redes sociales a las mujeres que quisieran dar su testimonio. También convocamos a escritorasy escritores que pudieran escuchar esos testimonios y escribirlos. Lo más importante era escuchar a las víctimas y sostener sus voces en la narración. Ese fue el origen de Por qué llora esa mujer. Otra forma de la hospitalidad“

Las narraciones son parte de un tejido, el de las voces que murmuran o gritan, el de las historias que resuenan en cada quien, porque son siempre (o podrían ser) las propias –escribe María Pía López en el prólogo-. Los cuerpos movilizados produjeron esa hospitalidad callejera para el dolor y la multiplicación de palabras fueron creando el reconocimiento mutuo, el dejar resonar en cada una lo que le pasó o pasa en otras. Por eso, cada historia es tan singular como impersonal, cada palabra de una y de todas”. Mediante el registro que facilita la narración, siempre destinada a lxs demás, la voz privada se vuelve pública y transforma el contexto. “Tuve muchas dudas en dar mi testimonio, pero me decidí porque pienso que puede ser un granito de arena más para poder avanzar en esta lucha”, escribe Ana Julia Di Lisio al inicio de su testimonio. El libro tiene como protagonistas a mujeres de distintas clases sociales, edades, profesiones y oficios. Varias aparecen con nombre y apellido; otras, dado que los violentos aún están al acecho, solo con las iniciales. “Algunas contaban su historia por primera vez –indica Alejandra Correa-. Los testimonios eran orales y en la construcción de la historia escrita tuvimos especialmente presente respetar el modo en que las mujeres ponían en palabras orales las violencias que padecían”.

En los casos de las dos mujeres jóvenes víctimas de femicidio, Belén Canestrari y Katherine Moscoso (asesinadas en 2013 y 2014, respectivamente), familiares directos brindaron sus testimonios. A ellas dos está dedicado Por qué llora esa mujer. A modo de separadores entre un testimonio y otro, se incluyeron fotografías de Martina Bertolini y de Correa, que consuelan y alivian un poco en medio del dolor. Desde su lanzamiento, docentes, músicxs, actrices, escritoras y escritores recomiendan el libro en las redes sociales con pequeños clips de lectura y reflexión. Entre otrxs, participaron en la promoción de esta plataforma cultural Canela, Dafne Casoy, Claudia Masin, Andrea Ostrov, Laura Galarza, Agustina Bazterrica y Andrea Álvarez. Las coordinadoras invitan a hacer lo mismo a todxs lxs lectorxs. “El libro se está leyendo mucho en varias provincias –agrega Pradelli-. Muchos docentes lo incorporaron en sus lecturas en el aula y también como material de Educación Sexual Integral (ESI). Nos llegan fotos de grupos de mujeres que se encuentran en las plazas para leer el libro. Hay lectores que nos dicen que no pueden dejar de leerlo; otros, que leen la primera historia y tienen que tomar un poco de aire para seguir”.

Días atrás, la Biblioteca del Congreso de la Nación comunicó que el libro será incorporado en su catálogo de libros virtuales. Debido al triste papel que desempeñaron funcionarios judiciales y policiales en varias historias, sería aconsejable que también lo leyeran las autoridades que instrumentan políticas públicas contra la violencia de género. Registro en tiempo real del lenguaje, los actos y la ideología que sostiene la violencia machista y patriarcal en la Argentina, Por qué llora esa mujer es un material de lectura urgente y, a la vez y lamentablemente, aún abierto y sin punto final.

PDF de Por qué llora esa mujerhttps://bit.ly/3a9y05w
Por qué llora esa mujer online: https://bit.ly/3aaHCNj

Un fragmento de Por qué llora esa mujer

Todavía no puedo contar todo. Pero algunas cosas puedo. Me enamoré de ese hombre que me hablaba de la vida en el campo (soy de ciudad). Él siempre tuvo muy claro qué decirme. Y me hizo entrar. La primera vez que me insultó estuve a punto de irme, de dejarlo: todavía no vivíamos juntos,habíamos discutido porque yo no podía salir (estaba con mi hija chiquita, de un matrimonio anterior). Él me miró con odio y lo dijo: “pelotuda”. Agarré la cartera y casi me voy, pero volví a tratar de saber por qué. Me quedé y él ya no se detuvo. En los siete años que vivimos juntos hubo de todo: golpes, mudanzas, insultos, un hijo, palizas, patadas en la espalda y en la cara, hijos pequeños de él que vinieron a vivir a casa, amenazas. Una vez me agarró del cuello y casi me mata (vi todo negro, después me soltó). Otra vez, estaban todos los chicos y cuando se distraían él me pegaba puñetazos en la espalda; miraba de costado y vigilaba que no miraran y volvía a pegar; es el recuerdo que más me atormenta,porque demuestra cuánto me conocía (sabía que yo jamás gritaría delante de los chicos). Llegó a amenazarme con pegarme en la panza hasta que abortara “si me seguís jodiendo”.
[De “Ojito con mostrar hombría”, por Marcela Minakowski]

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/255329-por-que-llora-esa-mujer-testimonios-sobre-violencia-machista

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Paulina Fernández: la ética de la rebeldía

Por: Raúl Zibechi

Las personas somos lo que hacemos. Los caminos que recorremos a lo largo de nuestra vida, las trochas que abrimos y las estelas que dejamos, son las que nos explican como seres humanos; el barro con el que nos amasamos. No hay más. Ni discursos, ni proyectos ni sueños.

Siento que el legado mayor de Paulina Fernández Christlieb fue su maravillosa obra “Justicia Autónoma Zapatista. Zona Selva Tzeltal”, publicada en 2014. Con su natural austeridad y su notable discreción, no detalla los tiempos largos de su investigación, grabador en mano, recorriendo los municipios autónomos de la región que escogió para su trabajo. En su libro, sólo aparecen los pueblos, los colectivos zapatistas, nunca ella ocupando algún lugar destacado, como suele suceder con tantos académicos.

A lo largo de casi 500 páginas, explican los modos de la justicia zapatistas, anclada en la cultura comunitaria “de donde derivan muchos de los elementos componentes de la autonomía zapatistas” p. 105). Siempre hablan los pueblos, las autoridades colectivas, varones y mujeres que participan en algún nivel de la autonomía. Tuvo la sensibilidad y la humildad de dejar hablar, de escuchar.

Aborda situaciones como los asesinatos y el modo como la justicia zapatista actúa en esos casos: “Llegan a un acuerdo el doliente y el asesino. La Junta de Buen Gobierno propone si le da una parte de tierra o unos animales para que vivan los dolientes” (p. 284). Esta justicia no busca el castigo, sino la recomposición de la confianza comunitaria.

“Este es un acuerdo de las partes. En estos casos, largo tiempo para resolverlos. Tienen que venir a la Junta los familiares de la viuda, sus hijos, toda la situación de la familia. Tenemos que tomarle mucho su palabra de la familia. Apoyar y que sobreviva la familia. Tiene también que ser todo su voluntad del asesino, de que lo cumpla. También la comunidad presiona a que cumpla el asesino, si no, lo puede expulsar”.

La justicia autónoma zapatistas teje y recompone vínculos, tomando distancia de la in-justicia del Estado. Por eso tantas familias no zapatistas, partidistas, priístas, acuden a las Juntas de Buen Gobierno. Porque no son corruptas, porque reconocen su legitimidad.

Creo que el trabajo de Paulina, en particular sus modos, abren una ventana para conocer el mundo zapatista. Dirán, los escépticos, que muchas de las cosas que trae su trabajo eran ya conocidas. Puede ser, pero aquí son los pueblos los que dicen su palabra. En algún momento que no puedo recordar, el subcomandante Galeano dijo que su libro era el primero que en el que no se habla “de” los pueblos, sino que lo hacen directamente los pueblos.

Rigurosa como era, aborda también los problemas. El cansancio en las filas zapatistas. El machismo. “En múltiples asambleas comunitarias y entrevistas colectivas con autoridades de pueblos, MAREZ y Zona, se pudo observar que las jóvenes son las que menos se atreven a hablar, mientras que muchas mujeres maduras destacan al participar con pleno conocimiento y seguridad de lo que están haciendo” (p. 330).

En otros momentos, pudo comprender “el sufrimiento que hace padecer a las más jóvenes la sola invitación a expresar su opinión”. Algunas elegidas para cargos, “se retuercen de pena” cuando les toca hablar, jóvenas de dieciséis años, por ejemplo. Aquí lo notable es el respeto y la comprensión con las que Paulina escucha a sus interlocutoras, sin juzgar, sólo escuchando.

El cambio producido por la revolución zapatista, como se titula uno de los últimos apartados del libro, “es que nosotros mismos lo hacemos” (p. 345). Nada más, y nada menos. Quizá la revolución sea eso, “tener autoridades propias en cada comunidad para arreglar los problemas”; porque ahora “la justicia ya no es con chicote”, sino por acuerdo entre las comunidades.

Habría mucho más para decir. Creo que esas gotas de amor rebelde que nos legó Paulina, enseñan dos cuestiones básicas: que los pueblos viven y deciden de otro modo, sin el caudillo patriarcal de turno sino por mano propia; y que es posible investigar y comunicar dejando a un lado los egos intelectuales y académicos.

Mientras éstos ignoran a los pueblos originarios o los toman como “objetos de investigación”, Paulina Fernández los considera sujetos de sus vidas y actúa en consecuencia.

En este ejercicio Paulina fue maestra, poniendo la vara de la ética muy arriba, tanto como su sencilla rigurosidad.

Fuente: https://desinformemonos.org/paulina-fernandez-la-etica-de-la-rebeldia/

Imagen: https://stock.adobe.com/images/zapatista-marcos-dolls-for-sale-in-san-cristobal-de-las-casas-chiapas-mexico/249056923?as_channel=affiliate&as_campaign=pexels&as_source=arvato&tduid=fdcfc7c5e73fed5f96d9100b6b868d89&as_channel=affiliate&as_campclass=redirect&as_source=arvato

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‘Nerfeadas’, el documental que denuncia el machismo en la industria del videojuego

Redacción: El Diario

La serie documental, creada por Marina Amores y guionizada por Marta Trivi, aborda las barreras de género en el sector a través de entrevistas con más de 20 profesionales.

Riot Games es la compañía tras League of Legends, el multijugador online de PC más jugado en todo el mundo gracias a sus más de ocho millones de jugadores diarios. Suele copar la gran mayoría de titulares, especialmente cuando se habla de e-sports, pero durante el verano de 2018 lo hizo por una razón muy diferente: la cultura machista dentro de una empresa que permitía el acoso tanto laboral como sexual.

En la investigación publicada por Kotaku, medio especializado en videojuegos, 28 empleadas destaparon que en Riot Games dominaba un ambiente hipermasculinizado que impregnaba desde en las contrataciones sesgadas hasta en la diferencia salarial para los mismos puestos. Tras una demanda colectiva interpuesta por las afectadas, el estudio acordó pagar 10 millones de dólares por discriminación de género. Fue una victoria para la igualdad dentro del desarrollo de videojuegos, pero todavía quedan muchas cosas por hacer. ¿Cómo se ha llegado a este punto?

Para responder a esta pregunta nace Nerfeadas, una serie documental bimensual y autofinanciada creada por Marina Amores y guionizada Marta Trivi. El objetivo de ambas periodistas culturales es denunciar la desigualdad y el acoso de la industria a través de 10 capítulos en los que se apoyan en entrevistas de más de una veintena de expertas en la materia. Desarrolladoras, programadoras, ilustradoras… El amplio espectro de testimonios sirve para comprender que no se trata de un problema aislado, sino de uno universal que padecen incluso quienes llevan a sus espaldas años de experiencia.

Muchas de estas profesionales colaboraron en ¡Protesto!, un libro donde contaban en primera persona sus experiencias relacionadas con la barrera de género, aunque en determinado momento, decidieron que su mensaje tenía que ir más allá del papel. «Pensamos en esas niñas que tienen de 12 a 14 años que planean dedicarse a los videojuegos y no tienen claro cómo es este mundo. ¿Dónde está este público? En YouTube», explica Marta Trivi a eldiario.es.

Llevarlo al campo audiovisual no ha sido fácil, especialmente teniendo en cuenta la cantidad de entrevistas realizadas y los diferentes puntos a tratar. Fue como armar un cubo de Rubik al que había que dar un sentido narrativo. «En total son más de cinco horas de contenido, ya que además de las entrevistas escribí una serie de pausas para incidir en algunos conceptos. No solo queríamos hablarle a la gente del mundo del videojuego, también a aquellos interesados en él de forma periférica o interesados en el feminismo», señala la guionista.

No todos los casos de machismo en la industria son tan evidentes como el de Riot Games o el del Gaming Ladies, un evento para jugadoras organizado por Marina Amores en 2017 que fue boicoteado. A veces el ambiente de trabajo parece sano en la superficie, como cuenta la diseñadora África Curiel en el documental, pero es en los detalles donde se dan ciertas «casualidades». Jefes que solo se dirigen a chicos, reuniones donde son ellos quienes tienen la voz, el tono paternalista y condescendiente a la hora de explicar algo (mansplaining)…

«Si llegas a una compañía de 20 personas y 19 de ellos son hombres, evidentemente ahí hay una cierta cultura empresarial que no beneficia a las mujeres de ninguna manera», describe Trivi. «Se nos olvida que el machismo tiene muchas caras y no tener compañeras es machista. Lo es al igual que, como contaba Valeria Castro [presidenta de DEV, la asociación de Desarrollo Español de Videojuegos], un compañero te quiera hacer un masaje o que otro no quiera hacer el trabajo que tú le das como encargada porque eres mujer y te toma a coña», apunta la periodista cultural.

Otro culpable: el silencio de la mayoría

Captura de 'Nerfeadas'

«Igual tuve mala suerte, pero hubo una época en la que lloraba todas las mañanas porque no quería ir a trabajar», dice la responsable de DEV en el reportaje. Muchas de las situaciones antes comentadas provocan que la rutina laboral implique pasar por ciertas adversidades que solo se viven si se es mujer. La consecuencia es que algunas deciden dejarlo y otras, como apostilla Castro, «le terminan pillando rechazo al videojuego, que es lo que más pena da».

Quienes sufren una situación de abuso, asimismo, se sienten desamparadas y con muy poco margen de actuación. Es lo que observa en el documental la desarrolladora Laura González: «Si una profesional señala un caso de acoso, se queda sola. No solo porque no vuelve a trabajar, sobre todo en España con una industria tan pequeña, sino porque sus compañeros, aunque le den la razón, no la apoyan».

«Parece una frase hecha esa de que ‘el silencio apoya a la mayoría’, pero es cierta. Es un hecho: la persona que se queja pierde espacio, bien porque se le tacha como problemática o porque se enfrenta a gente más poderosa y le cierran el sitio», aprecia Marta Trivi. Es justo lo que ocurrió con la trifulca derivada de la mesa redonda del videojuego Death Stranding, inicialmente compuesta con un plantel únicamente masculino. «La quiero fuera de mi profesión», dijo el moderador de esa mesa a una de las profesionales que denunció la falta de paridad del evento.

«De verdad, pienso que la mayoría de los desarrolladores en España no son machistas, sino que apoyan a sus compañeras y entienden por qué nos quejamos. Lo que pasa es que si se mantienen callados parece que no están ahí y nos da la sensación de que estamos solas», sostiene la periodista cultural.

El síndrome del impostor, cuando tu éxito no te pertenece

Captura de 'Nerfeadas'

En el primer capítulo de Nerfeadas se abordan los problemas de un fenómeno concreto: el del síndrome del impostor. «Es sentir que estás engañando a todo el mundo y que no eres válida. Que estás ahí por suerte y en la siguiente tarea van a descubrir que realmente no sabes programar», expresa en el reportaje la programadora Marta Aguilera. Los éxitos dejan de sentirse como propios mientras que con los fallos ocurre todo lo contrario: pasan de ser simples errores a auténticas catástrofes que te devalúan como profesional.

El síndrome del impostor no es que sea exclusivo de las mujeres, pero, como señala Trivi, debido a la educación recibida los hombres lo sufren en una proporción mucho menor: «A ellos sí que se les anima más a quejarse, a ser luchadores, con carácter y a dejar las cosas claras, pero a nosotras se nos educa en una cierta sumisión y en el concepto de que no podemos ser ‘creídas'».

La sensación de ser «menos válidas» también se aplica a la hora de enviar un currículum, lo que supone un hándicap añadido al de la brecha de género del sector. Según un estudio de Hewlett-Packard (HP) citado en Forbes, las mujeres que trabajan en su empresa solo solicitaron un ascenso cuando estaban al 100% seguras de que cumplían con los requisitos. Los varones, en cambio, se conformaban con el 60% para intentarlo.

Es un círculo vicioso que se retroalimenta: la falta de referentes femeninos, a su vez, disuade su presencia. Sí es habitual que cuenten con ellas en la prensa o en eventos como portavoces para explicar movimientos como el gamergate, pero no basta. «Ponerse un lazo morado el 8M no es suficiente: llamar a mujeres profesionales para que aporten sus conocimientos y su trabajo diario hace más por nosotras que incluirnos en la trigésima mesa sobre machismo en la industria», criticaba Azul Corrosivo en Twitter, pseudónimo de la periodista especializada Laura Gómez.

Fuente: https://www.eldiario.es/cultura/videojuegos/Nerfeadas-documental-denuncia-industria-videojuego_0_1004399726.html

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México: asesinadas 21 mujeres durante protestas feministas

América del Norte/México/15-03-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

Redacción INTERNACIONAL – El País – AFP

Mientras en las principales ciudades de México cientos de miles de mujeres protestaban por una causa primordial -Ni una más-, en el resto del país la estadística se imponía con fuerza.

Diez mujeres asesinadas al día, gritaban las pancartas. Y en esas 24 horas de protesta, el pasado 8 de marzo, 11 mujeres fueron asesinadas. El lunes, durante la huelga general de mujeres, otras 10.
El presidente López Obrador anunció las cifras ayer y la insistencia en relacionar las reivindicaciones feministas con una campaña de oposición, irritan todavía más a la mitad de la población, que reclama medidas urgentes.

Las cifras de homicidios generales en el país disminuyeron este fin de semana. Y el presidente presumió los efectos de su estrategia de seguridad pública, pues la media de más de 90 al día -la tasa más alta desde hace tres décadas- quedó reducida a 72 asesinatos.

El machismo no acaba

La noticia escondía, no obstante, una guerra que no le ha dado tregua a las más de 63 millones de mujeres mexicanas. La cifra, también histórica, de más de 10 feminicidios al día, se mantenía sin variación y explica por qué no se pueden relacionar los crímenes machistas con la violencia generalizada en el país, comúnmente asociada al crimen organizado. Mientras el narco deja de matar, el machismo no cesa.

La violencia no cesa

1.006
Feminicidios registró el país en 2019.

En México murieron asesinadas en 2018 -el último año registrado por el Instituto Nacional de Estadística- 3.752 mujeres, el dato más alto en 29 años. Y la alerta de feminicidios unió a un movimiento en un reclamo básico: luchar contra la violencia.

Las jornadas del 8 y 9 de marzo han supuesto para el feminismo mexicano un momento histórico. Nunca el país había sufrido este nivel de violencia machista y tampoco una marcha por los derechos de las mujeres había tenido una acogida semejante. Mucho menos se había convocado y acatado una huelga general de mujeres en todo el país.

 Huelga ejemplar

Las calles, el metro y los comercios de la capital estaban casi vacíos este lunes. El Sistema de Transporte Público registró una disminución del 40% de usuarios, esto es alrededor de 660.000 personas menos.

80.000
mujeres desfilaron en Ciudad de México.

Además de que las conductoras de los trenes y 340 taquilleras del metro (de un total de 370) secundaron la huelga, según las cifras de la institución. El Gobierno de la Ciudad de México ha anunciado además que un 40% de las trabajadoras de la Administración local se sumaron al paro, es decir, unas 60.000 empleadas de las diferentes secretarías públicas.

La Secretaría de Educación Pública (SEP), que cuenta con 1,3 millones de maestras había prometido no sancionar a quienes se sumaran a la huelga.

El impacto económico

Aunque no hay datos del impacto económico real que supuso la huelga de mujeres y tampoco de la efectividad de la convocatoria, las estimaciones de algunos expertos apuntaban a que, dado que la fuerza laboral femenina supone el 45,5%, si el 100% de las mujeres trabajadoras hubieran parado, representaría alrededor de 23.400 millones de pesos, unos 1.100 millones de dólares.

Suponiendo que el paro hubiera sido secundado por el 40% de ellas -como ha sucedido en las instituciones públicas de la capital-, el impacto económico sería de 9.360 millones de pesos, unos 450 millones de dólares. Y la cifra podría ser mayor, pues el 60% del trabajo informal lo hacen las mujeres.

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102311511/mexico-asesinadas-21-mujeres-durante-protestas-feministas

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