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Educación ambiental para cuidar a nuestra madre tierra

Por: David Auris Villegas

 

Desde 1970, cada 22 de abril, todos tenemos el deber ecológico de reflexionar sobre nuestras acciones humanas para cuidar mejor a nuestra madre tierra y así prolongar esta convivencia bajo la educación ambiental, como dijo el activista estadounidense, Bill McKibben: «La educación es clave para cambiar la mentalidad de las personas y hacer que comprendan la importancia de cuidar nuestro planeta», pues, si no la cuidamos y continuamos maltratándola, pronto perecerá y junto a ella todos desapareceremos.

Animándonos para revertir esta situación y consciente que la tierra está afiebrada debido a nuestras acciones depredadoras y consumistas, hace más de veinte años, Paulo Freire, alertaba: «La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo», es por ello que es necesario fomentar la educación ambiental desde temprana edad, para que los niños y jóvenes del planeta, crezcan conscientes de la importancia de cuidar a nuestra mama pacha.

Mirando con pavor los reportes mundiales que dicen que Europa está viviendo la época más calurosa de su historia, la ambientalista Jane Goodall apuesta a la educación como una poderosa herramienta para cuidar al planeta y dice, «La educación es la clave para la conservación a largo plazo de la naturaleza», por lo que necesario que los programas educativos incluyan una formación en valores y prácticas sostenibles, para que los estudiantes desarrollen habilidades que promuevan la conservación del medio ambiente como estilo de vida.

En este sentido, la educación del cuidado de nuestra tierra ha de apoyarse en la ciencia para una restauración ecológica global y esta debe ser asumida como una política mundial de sostenibilidad de los gobiernos junto a la ONU, impulsando carreras y profesiones en todas las universidades dedicadas a salvar la tierra, asimismo, para afianzar la práctica ecológica ha de incrustarse como líneas de investigación en las universidades y escuelas superiores, como lo viene haciendo la Universidad de Wageningen de Holanda.

Además, la educación ambiental está obligada a fomentar en la sociedad a través de campañas ecológicas en alianza con los medios de comunicación, la cultura de sembrar árboles, consumir lo necesario, no ensuciar las aguas, cuidar la tierra, conservar los recursos naturales y promover el uso de energía renovable como parte de nuestro andar cotidiano.

En conclusión, la educación ambiental nos enseña que somos los únicos responsables del destino de nuestra madre tierra, por lo que es fundamental tratarla con amor y respeto como si tratáramos a nuestra madre carnal y es nuestro deber como seres pensantes, trabajar juntos, para crear una cultura de cuidado y protección del medio ambiente, y la educación es el primer aliado para lograr una armoniosa convivencia planetaria.

© David Auris Villegas. Escritor, columnista, pedagogo peruano y creador del ABDIV.

Fotografía: Asamblea nacional de nicaragua

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

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Libro(PDF): Retornar al origen: narrativas ancestrales sobre humanidad, tiempo y mundo

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Este libro es el primer resultado del proyecto «Las historias de la humanidad en otras palabras», que busca elaborar un registro de las narrativas sobre los orígenes y trayectorias de la humanidad que han sido preservadas y reproducidas por las autoridades tradicionales de los diversos pueblos originarios de nuestra América. La exploración de estas narrativas orales busca no solo problematizar las versiones hegemónicas de los orígenes sino también contribuir con claves novedosas para una relectura crítica de nuestro presente regional y global.

Autoras(es): Eduardo A. Rueda. Ana María Larrea. Augusto Castro. Óscar Bonilla. Nicolás Rueda. Carlos Guzmán. [Editora y Editores]

Editorial/Edición: CLACSO. UNESCO.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina.

ISBN: 978-987-813-180-1

Idioma: Español

Descarga: Retornar al origen: narrativas ancestrales sobre humanidad, tiempo y mundo

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2482&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1622

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El cambio climático y la universidad

Por: Miguel Ángel Casillas

El 7 de agosto se difundió el reporte del Panel intergubernamental sobre cambio climático de la Organización de las Naciones Unidas, 2021: Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change.

En ese reporte se analiza con datos y referencias científicas la evolución del cambio climático que experimenta la Tierra como producto de las actividades humanas y presenta un modelo de evolución climática donde se hace observable la ruptura de todo equilibrio en los últimos 50 años, desde que el impulso a la industrialización y la ampliación del comercio han tenido consecuencias funestas para el planeta, que ponen en riesgo su existencia y con ella también la del género humano.

El informe tiene como base empírica un conjunto de indicadores. Se observa un incremento en la concentración de gases con efecto invernadero y de aerosoles producidos por las actividades humanas. Ha aumentado el dióxido de carbono, el metano, el óxido de nitrógeno. Se constata un aumento de la temperatura global del planeta. Hay un cambio en los patrones de lluvias acusando un importante incremento en en siglo XX. Hay un cambio en los niveles de salinidad del mar, su acidificación y sus niveles de oxígeno. Ocurre un intenso derretimiento de nieves y glaciares. Aumenta el nivel del mar y se desatan fenómenos climáticos extremos: temperaturas muy altas y muy bajas, desertificación, intensificación en el número y la fuerza de ciclones y tormentas tropicales.

El grupo de expertos de la UNU formula diversos escenarios, pero en general se anuncia la catástrofe hacia 2050 y peor hacia 2100. Si no se hace nada la temperatura puede aumentar todavía más, hasta en 5 grados centígrados y si realmente proyectáramos una modificación profunda de la vida social, aún así el mundo seguirá calentándose por el efecto acumulado de la actividad humana. En el peor escenario de aumento superior a 4 grados, las consecuencias pueden ser terribles: por ejemplo América Central y casi toda Sudamérica sufrirían un proceso de desertificación, mientras que las lluvias se concentrarán en demasía en África, Asia menor y en los polos donde no habría más hielo. Hacia 2150 el mar habría aumentado hasta 8 metros su nivel, desbordando diques y costas.

El informe de la ONU es contundente, no deja lugar a medias tintas: las actividades humanas ligadas a la industrialización y la ampliación del consumo han generado una situación catastrófica que es necesario detener y hacerlo de manera urgente. Urge un cambio civilizatorio que modifique radicalmente los patrones de producción, el consumo de energías, las formas industrializadas de agricultura, los niveles de consumo de mercancías, el uso de medios de transporte, las maneras en como cuidamos y conservamos el medio ambiente.

Las universidades están obligadas a contribuir en la lucha contra el cambio climático. Ya se hacen muchas cosas, pero es todavía insuficiente su contribución. Hay que ampliar sus capacidades de investigación y de producción de nuevo conocimiento sobre los efectos locales del cambio climático; tienen una enorme responsabilidad en la difusión y concientización de la sociedad entera; disponen de una agenda de acciones que favorecen el ahorro y el reciclaje; muchas de las instituciones participan en proyectos de protección y restauración ambiental. Sin embargo, hasta la fecha no se ha modificado el contenido de la enseñanza profesional ni se han generado procesos de socialización suficientemente efectivos como para hacer de los universitarios agentes del cambio social requerido para salvaguardar el planeta.

En las universidades recientemente se ha desdibujado la lucha contra el cambio climático bajo el eufemismo de la responsabilidad social universitaria, que confunde y oculta el fundamento radical que se necesita en la transformación. Al mismo tiempo se construyen enormes aparatos burocráticos que tienden a disociarse de las comunidades y a generar sus propios espacios de poder. Urge replanter las prioridades y las formas de impulsar un cambio profundo en el sentido del trabajo universitario.

Las profesiones y las disciplinas deben reformular sus prácticas y contenidos; no pueden seguir formando egresados que reproduzcan los patrones de producción y consumo que nos están llevando a la ruina. Desde la universidad debemos luchar por cambiar las prácticas profesionales y las maneras de trabajar. Es inadmisible que las universidades sigan fomentando el consumo de energías no renovables, que se fomente la industrialización desmedida y el consumo de combustibles fósiles en todas las carreras de ingeniería, que no se consideren los impactos ambientales y sociales de seguir promoviendo la industrialización de la producción agropecuaria, que se desconozcan los impactos ambientales de los procesos económicos y que las carreras sigan promoviendo la cultura del negocio por encima de los criterios de conservación y protección del patrimonio natural.

Las universidades son el espacio privilegiado para la investigación y el desarrollo de energías limpias. Tienen ante sí el reto de comprender y brindar soluciones a los impactos específicos a escala regional del cambio climático: en la agricultura y la producción de alimentos, el agua, el aumento del nivel mar, y los riesgos meteorológicos. Pero también las universidades, en tanto agencias culturales, deben construir una nueva socialización que sostenga nuevas maneras de ser y vivir, reduciendo la dinámica global de consumo, de desperdicio y de gasto inútil; cuidando el impacto ambiental de las acciones humanas y reduciendo los efectos de la reproducción humana sobre el planeta; cuidando, conservando y restaurando los ecosistemas.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-cambio-climatico-y-la-universidad/

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Cambio Climático: Alto riesgo de inundaciones en las zonas de costa de los países más vulnerables

Por: Tercera Información

  • Alianza por la Solidaridad-AcionAid reclama más ayudas a los países más vulnerables afectados por el calentamiento global.

  • Nuevos estudios revelan la gravedad de la situación especialmente en zonas de costa del Caribe, África Occidental e India debido al aumento de mareas catastróficas.

  • Nigeria, Uganda y Etiopía acaban de sufrir grandes inundaciones.

Madrid, 02/08/2021.- Cada vez son más los estudios científicos que lanzan la voz de alarma sobre los graves impactos que tiene el cambio climático provocado por el ser humano sobre el planeta, afectando a millones de personas que no tienen medios para enfrentarse a catástrofes inesperadas para las que no están preparadas. Estos días, una reciente investigación alertaba de que cada vez son más las regiones de todo el mundo que estarán expuestas a inundaciones costeras relacionadas con el aumento del nivel del mar, Las zonas más afectadas serán los trópicos, además del noroeste de Estados Unidos, Escandinavia y el Oriente de Rusia. Otros científicos pronostican que en sólo 120 años, las comunidades costeras del mundo, que albergan ahora a 1.300 millones de personas, se verán inundadas de agua de mar.

De la línea costera mundial, que abarca unos 1,5 millones de kilómetros, un tercio está expuesto a las olas. África, por ejemplo, tiene la mayor longitud de costas arenosas, con pendientes costeras suaves. Nigeria, Uganda y Etiopía acaban de sufrir grandes inundaciones. Y lo mismo pasa en el Golfo de Bengala. Sólo en los últimos días, tras lo ocurrido en Centroeuropa (Alemania y Bélgica) y en China, ha habido inundaciones en Myanmar, donde sólo en una aldea ya ha habido 50 víctimas, y en India, con al menos 120 personas muertas.

Está claro que estas catástrofes naturales generan millones de desplazamientos humanos a los que no podemos poner freno con vallas y muros, mientras se reducen o prácticamente son inexistentes los fondos internacionales para que las poblaciones más vulnerables a la emergencia climática palíen los daños sufridos y se preparen para mitigar y adaptarse a los que están por venir”, señala Almudena Moreno de Alianza por la Solidaridad-ActionAid.

Los resultados de estas últimas investigaciones, que culpan de las inundaciones costeras al aumento del nivel del mar, indican que las grandes mareas aumentarán hasta 50 veces más que en la actualidad para finales de siglo. Sin embargo, esto ya será perceptible a mediados de siglo en cualquier escenario climático.

El peligro de inundación en países como Bangladesh amenaza al 40% de campos agrícolas. De hecho, los residentes de las áreas costeras están ya experimentando frecuentes inundaciones por el aumento de los océanos y se están adaptando sus actividades a la nueva normalidad, cambiando campos de arroz por granjas de acuicultura.

La ONG española ha visto incrementar, en los últimos años, los recursos que tiene que destinar a emergencias humanitarias para paliar estos impactos climáticos en países tanto del Caribe, África y Asia.

Alianza por la Solidaridad-ActionAid alerta del impacto del calentamiento global en las migraciones y desplazamientos humanos forzosos relacionadas con el clima y con un empeoramiento de las condiciones de vida en origen y la falta de medios. En este sentido es necesario que aumenten las ayudas a los países más vulnerables afectados. Esto debe ser un tema prioritario a abordar en la próxima Cumbre del Clima, COP 26, que se celebrará el próximo otoño en Glasgow.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/internacional/02/08/2021/cambio-climatico-alto-riesgo-de-inundaciones-en-las-zonas-de-costa-de-los-paises-mas-vulnerables/

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El principio compasión y las víctimas de Covid-19

A través de la Covid-19, la Madre Tierra está llevando a cabo un contraataque sobre la humanidad, como reacción a la agresión avasalladora que ella viene sufriendo desde hace siglos. La Covid-19 es igualmente una señal y una advertencia que nos envía: no podemos hacerle una guerra como hemos hecho hasta ahora, pues está destruyendo las bases biológicas que la sustentan y sustentan también todas las demás formas de vida, especialmente, la humana. Tenemos que cambiar, de lo contrario podrá enviarnos virus más letales todavía, quien sabe, hasta un virus invencible contra el cual nada podríamos hacer. Entonces quedaríamos seriamente amenazados como especie. No sin razón la Covid-19 ha atacado sólo a los seres humanos, como aviso y lección. Ha llevado ya a la muerte a millones de personas, dejando un viacrucis de sufrimientos a otros millones y una amenaza letal que puede alcanzar a todos los demás.

Los números fríos esconden un mar de padecimientos, por vidas perdidas, por amores destrozados, por proyectos destruidos. No hay suficientes pañuelos para enjugar las lágrimas de los familiares queridos o de los amigos muertos, a los cuales no pudimos darles un último adiós, hacerles el duelo y acompañarlos a la sepultura.

Como si no bastase el sufrimiento producido a gran parte de la humanidad por el sistema capitalista y neoliberal imperante, ferozmente competitivo y nada cooperativo, que ha permitido que el 1% de los más ricos posea a título personal el 45% de toda la riqueza global mientras que el 50% más pobre queda con menos del 1%, según un informe reciente del Crédit Suisse. Oigamos a quien más entiende de capitalismo en el siglo XXI, el francés Thomas Piketty, refiriéndose al caso brasilero. Aquí, afirma, se verifica la mayor concentración de renta del mundo; los millonarios brasileros, entre el 1% de los más ricos, están por delante de los millonarios del petróleo de Oriente Medio. No sorprende los millones de marginados y excluidos que esta nefasta desigualdad produce.

Nuevamente los números fríos no pueden esconder el hambre, la miseria, la alta mortandad de niños y la devastación de la naturaleza, especialmente en la Amazonia y en otros biomas, implicadas en este proceso de saqueo de las riquezas naturales.

Pero en este momento, debido a la irrupción del coronavirus, la humanidad está crucificada, y mal sabemos cómo bajarla de la cruz. Es ahora cuando debemos activar en todos nosotros una de las virtudes más sagradas del ser humano: la compasión. Está atestiguada en todos los pueblos y culturas: la capacidad de situarse en el lugar del otro, compartir su dolor y, así, aliviarlo.

El mayor teólogo cristiano, Tomás de Aquino, señala en su Suma Teológica que la compasión es la más elevada de todas las virtudes, pues no solamente abre la persona a otra persona sino que la abre hacia la más débil y necesitada de ayuda. En este sentido, concluía, es una característica esencial de Dios.

Nos estamos refiriendo al principio compasión, no simplemente a la compasión. «Principio», en sentido más profundo (filosófico), significa una disposición originaria y esencial, generadora de una actitud permanente que se traduce en actos pero nunca se agota en ellos. Está siempre abierta a nuevos actos. En otras palabras, el principio tiene que ver con algo que es propio de la naturaleza humana. Porque es así, el economista y filósofo inglés, Adam Smith (1723-1790) en su libro sobre la Teoría de los Sentimientos Éticos pudo decir: hasta la persona más brutal y anticomunitaria no es inmune a la fuerza de la compasión.

La reflexión moderna nos ha ayudado a rescatar el principio compasión. Para el pensamiento crítico va quedando cada vez más claro que el ser humano no se estructura solamente sobre la razón intelectual-analítica, necesaria para darnos cuenta de la complejidad de nuestro mundo. Existe en nosotros algo más profundo y ancestral, surgido hace más de 200 millones de años cuando irrumpieron en la evolución los mamíferos: la razón sensible y cordial, que es la capacidad de sentir, de afectar y ser afectado, de tener empatía, sensibilidad y amor.

Somos seres racionales, pero esencialmente sensibles. A decir verdad, construimos el mundo a partir de lazos afectivos. Tales lazos hacen que las personas y las situaciones sean preciosas y portadoras de valor. No sólo habitamos el mundo por medio del trabajo, sino por la empatía, el cuidado y la amorosidad. Éste es el lugar de la compasión.

Quien ha trabajado esto mejor que nosotros los occidentales ha sido el budismo. La compasión (Karuná) se articula en dos movimientos distintos y complementarios: el desapego total y el cuidado esencial. Desapego significa dejar al otro ser, no encuadrarlo, respetar su vida y su destino. Cuidar de él implica no dejarlo nunca sólo en su sufrimiento, envolverse afectivamente con él para que pueda vivir mejor, haciendo más leve su dolor.

Lo terrible del sufrimiento no es el sufrimiento en sí, sino sufrirlo en soledad. La compasión consiste en no dejar al otro solo. Es estar a su lado, sentir sus padecimientos y angustias, decirle palabras de consuelo y darle un abrazo cargado de afecto.

Hoy los que están sufriendo, llorando y desanimados con el destino trágico de la vida, necesitan esta compasión y esta profunda sensibilidad humanitaria que nace de la razón sensible y cordial. Palabras que parecen comunes adquieren otro sonido, resuenan dentro del corazón, dan serenidad y suscitan un pequeño rayo de esperanza de que todo va a pasar. La partida fue trágica pero la llegada a Dios es bienaventurada.

La tradición judeocristiana testimonia la grandeza de la compasión. En hebreo es rahamim que significa “tener entrañas”, sentir al otro con sentimiento profundo. Más que sentir es identificarse con el otro. El Dios de Jesús y Jesús mismo se muestran especialmente misericordiosos, como se revela en las parábolas del buen samaritano (Lc 10,30-37) y del hijo pródigo (Lc 15,11-32). Curiosamente en esta parábola, el cambio no está tanto en el hijo que vuelve, sino en el padre que se vuelve hacia el hijo pródigo.

Ante la devastación causada por la Covid-19 en toda la población, sin excepción, es más urgente que nunca vivir la compasión con los que sufren, como nuestro lado más humano, sensible y solidario.

Fuente: https://diariodelosandes.com/site/el-principio-compasion-y-las-victimas-de-covid-19-por-leonardo-boff/

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La ceguera

Por: Julio Leonardo Valeirón Ureña

Construcción de nuevos esquemas de pensamiento que permitan su interpretación y la búsqueda de las mejores alternativas para afrontarlo.

En su obra República, Platón (428 a. de C. – 347 a. de C.), escrita hacia el año 380 a. de C, para explicar la realidad del conocimiento, crea el conocido Mito de la Caverna, con el cual ilustra, desde su perspectiva, acerca del origen del conocimiento, así como, lo relativo a la representación de las cosas y sobre la naturaleza de la propia realidad.

En su estilo narrativo y anecdótico, Platón, tomando como protagonista a Sócrates, su maestro, y su hermano Glaucón, asume el diálogo, más que como una narración, como un método de investigación discursivo, y de esa manera hablan de cómo afecta el conocimiento y la propia educación filosófica, a la sociedad y a los individuos. Sócrates le pide a Glaucón que imagine un grupo de prisioneros encadenados detrás de un muro desde su infancia. Un fuego ilumina, al otro lado del muro; los prisioneros solo pueden ver las sombras que se proyectan en el fondo de la caverna, de todo aquello que pasa entre ellos y el fuego. Le dice a Glaucón que los prisioneros terminarán creyendo que aquello que observan, las sombras en el fondo de la caverna, es el mundo real, sin percatarse de que son solo apariencias. Cuando uno de los prisioneros se libera de sus cadenas y asciende hacia la salida, dice Sócrates, en un principio el resplandor le ciega y lo impulsa a volver a la oscuridad; solo cuando logra, por su persistencia, acostumbrarse a la luz del fuego y empieza a ver lo que realmente pasa por la entrada de la caverna, inicia su primer paso en la adquisición del conocimiento. Se pudiera argumentar, cuando solo vemos lo que nuestros propios ojos ven, es muy difícil llegar al conocimiento de las cosas tal cual. O dicho de otra manera, a veces “solo vemos, lo que queremos ver, en presencia o ausencia del objeto visto”.

Cuando Peter Berger y Thomas Luckmann escribieron su libro La construcción social de la realidad[1], nos pusieron a todos los científicos y académicos sociales a reflexionar acerca de éste gran tema. Se dice, incluso, que dicha obra ha sido una de las más importantes e influyentes de la sociología y la psicología social contemporáneas. Dos cuestiones se constituyen en las tesis fundamentales de los autores referidos:

  1. La realidad se construye socialmente.
  2. La sociología del conocimiento debe contribuir al análisis de los procesos que lo hacen posible.

Así pues, el principal rol de la comunicación social se centra en la construcción de “opinión pública” en torno a los acontecimientos de la vida social y política, y por qué no, incluso farandulera. Pero, sobre todo, desde “ciertas perspectivas”.

Con frecuencia escuchamos dos o más comunicadores sociales, políticos, juristas, incluso hasta profesionales de la ingeniería y la salud, discutir acerca de algún tema en específico y pareciera que están hablando de dos cuestiones totalmente distintas, aún se trate incluso de un mismo texto leído entre ambas partes.

Hay quienes argumenta, que “todo es, según el cristal con que se mire”. El problema es, por supuesto, desde que cristal se observa la realidad y en qué medida dicha idea representa la realidad que se trate.

Quizás sea pertinente traer a colación el llamado “efecto Werther”. Cuando se publicó en 1774 la novela de Goethe “Las penas del joven Werther”, una oleada de suicidios en jóvenes de ambos sexos fue la consecuencia de su empatía, ante el infortunado personaje de la novela. Esto nos muestra cuan vulnerables somos cuando se trata de los procesos de masas.

Por su carácter estratégico en lo relativo a la construcción de un proyecto de país, la educación no puede ser vista “solo desde un cristal particular”. Como bien social, la educación debe estar muy por encima de los intereses particulares de ningún grupo, no importa su naturaleza. Pese a los esfuerzos de construcción del Plan Decenal de Educación 1992-2002, que en su etapa previa se constituyó en un movimiento social diagnóstico del sector educativo y que involucró a todos los sectores sociales, posteriormente en sus diversas etapas históricas de ejecución, terminó siendo “según el cristal con que se mire”. Cada grupo, en su momento, pretendió constituirse en el referente más idóneo de los intereses educativos nacionales. Los resultados están ahí, a la vista de todos. Los logros de aprendizajes de nuestros estudiantes, aún hoy, están muy por debajo de las expectativas formuladas en el primer plan decenal de educación.

Por otra parte, la problemática que vivimos hoy es lo suficientemente compleja, como para abordar la cuestión educativa desde una sola perspectiva. En primer lugar, vivimos una crisis profunda por un modelo económico generador estructural de pobreza y desigualdad que se ha venido agotando paulatinamente, que llevó incluso al Secretario General de la ONU Antonio Guterres en el homenaje anual a Nelson Mandela de 2020, a decir lo siguiente: “las 26 personas más ricas del mundo poseen tanta riqueza como la mitad de la población mundial”. No hay dudas, vivimos una época de alta producción de riqueza, a costa de todo el daño ecológico con que se agrede a la “madre tierra”, pero que al mismo tiempo, solo ha servido para incrementar la pobreza y la desigualdad social. En segundo lugar, la crisis social y económica cobra matices más complejos por la pandemia por el coronavirus y todas sus consecuencias sociales y económicas, afectando principalmente a las poblaciones más vulnerables. En tercer lugar, somos testigos de un desarrollo sin antecedentes en la historia respecto al conocimiento y su disposición, así como el de las tecnologías de la información. Manuel Castells ha señalado, que las tecnologías de la información y las redes sociales han inaugurado una nueva manera de relacionarnos, y una nueva manera de ejercicio incluso del poder social.

En ese contexto, no es posible mantener el modelo educativo que ha prevalecido en los últimos 30 o 40 años. Dicho modelo, no solo que no es capaz de dar respuesta a las necesidades particulares de los propios sujetos, sino incluso, a las de la sociedad contemporánea en su conjunto.  La escuela, como herramienta de construcción de sentidos, tiene que ser repensada en todos sus órdenes, desde una perspectiva pedagógica crítica, colocando en el centro de la cuestión, al sujeto concreto.

Asumir dicha perspectiva, en las actuales circunstancias, es romper con las visiones que hasta el momento han pautado el quehacer la educación dominicana. No es posible seguir amarrado, a la ya tradicional visiones cortoplacistas y particulares, so pena de seguir en la ceguera ante las nuevas realidades sociales y culturales que nos rodean y que exigen nuevas maneras de pensar y actuar en educación.

Salgamos de nuestras cuevas, entendamos una vez por todas que la educación como la salud, no tienen apellidos ni colores políticos, sí el de un país que reclama a sus líderes políticos y sociales respuestas efectivas a los problemas nacionales, desde la perspectiva de los intereses nacionales colectivos, que siempre estarán por encima de todos los intereses particulares, sean esos de naturaleza personal o corporativos.

El tiempo avanza irremediablemente y aún no se visualiza ninguna acción dirigida a repensar la educación y la escuela, como lo demanda el propio presente, y más aún, el futuro del mundo y de la propia República Dominicana.

Del prólogo escrito por Catalina Andújar Scheker, en el documento de la OEI (Organización de Estados Ibero-americanos), La educación dominicana al 2021: reflexiones, planteamientos y experiencias, recojo la siguiente idea, que muy bien viene al caso:

“Las deudas educativas acumuladas del siglo XX, no sólo en la República Dominicana, sino en toda la región iberoamericana, nos señalan que la educación sigue siendo una cuestión de justicia social. Por tanto, se hace necesario impulsar y fortalecer acciones integrales e intersectoriales. que atiendan las desigualdades y favorezcan oportunidades educativas de calidad.

Por otro lado, están los nuevos retos de la sociedad de hoy, caracterizada por los cambios continuos, la celeridad y la incertidumbre, lo que sin dudas complejiza aún más la situación educativa actual. Este escenario complejo demanda la construcción de nuevos esquemas de pensamiento que permitan su interpretación y la búsqueda de las mejores alternativas para afrontarlo.

Avanzar en estos desafíos requiere articular esfuerzos y acciones coherentes; demanda que el país incremente su capacidad de producir conocimiento e innovar”.

Dejemos solo los ojos vendados a la justicia.

[1] Primera edición en castellano, 1968. Amorrortu editores

Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-ceguera-8942567.html

Imagen: RepentAndBelieveTheGospel

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Músicos del mundo celebran Día Internacional de la Madre Tierra

Un concierto virtual con géneros como jazz, soul, indie, góspel y música fusión celebran desde esta noche la fecha.

Un gran concierto virtual de músicos del mundo se celebran este miércoles en espera del jueves 22 de abril el Día Internacional de la Madre Tierra desde el canal de Youtube de National Geographic.

Un amplio repertorio de géneros será defendido por artistas como la cantante beninesa Angélique Kidjo, la productora noruega Aurora, el guitarrista sueco de indie folk, José González, la cantautora Maggie Rogers, los multi-instrumentistas Rostam y Valerie June y el guitarrista de música country de Estados Unidos Willie.

También regalan su arte reflexivo el violonchelista Yo-Yo Ma y el jamaiquino Ziggy Marley, con interpretaciones acompañadas de entrevistas a grandes exploradores como el fotógrafo marino Brian Skerry, y a científicos como la doctora Jane Goodall, la ecóloga Rae Wynn Grant, la periodista ambiental Lillygol Sedaghat y la bióloga Lucy Hawkes.

Las Naciones Unidas emitió un comunicado en que se recuerda el propósito concientizador de la fecha. El secretario general del organismo internacional recordó que “la naturaleza está sufriendo” por problemas como el cambio climático, y sus desastrosas consecuencias (incendios, océanos ácidos, pérdida de biodiversidad, y transmisión de enfermedades infecciosas de animales a humanos.

“Recordemos más que nunca en este Día Internacional de la Madre Tierra que necesitamos un cambio hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta“, dijo Gutérres, y añadió, «con este panorama general y el escenario del coronavirus, nuestra prioridad inmediata es prevenir la propagación del Covid-19, pero a largo plazo, es importante abordar la pérdida de hábitat y biodiversidad. Estamos en esta lucha junto con nuestra Madre Tierra.»

La Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 22 de abril como Día Internacional de la Madre Tierra desde 2009, con el fin de «ampliar y diversificar el movimiento ambiental en todo el mundo y movilizarlo eficazmente para construir un medio ambiente saludable y sostenible, hacer frente al cambio climático, y proteger la Tierra para las generaciones futuras».

El planeta llega a la fecha con más de 143 millones de contagios por el virus de la Covid-19 y rebasa los 3 millones 50 mil fallecimientos por esa causa. Además, el deterioro del clima y los ecosistemas, y numerosos problemas derivados, complejizan el panorama natural.

 Fuente: https://www.telesurtv.net/news/musicos-mundo-celebran-dia-internacional-madre-tierra-20210421-0035.html

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